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Rafael Alberti ganaba el  14 de noviembre de 1983 el premio Miguel de Cervantes de Literatura convocado por el Ministerio de Cultura, dotado con diez millones de pesetas y fallado en Madrid por un jurado que presidió el titular de aquel departamento, el ministro Luis Solana. Alberti, autor de Marinero en tierra, obtuvo el galardón en disputa con el novelista Camilo José Cela y el narrador venezolano Arturo Uslar Pietri, que quedaron finalistas.

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El rey Juan Carlos, acompañado de la reina Sofía, entrega al poeta Rafael Alberti el diploma del Premio de Literatura en lengua castellana "Miguel de Cervantes", durante un solemne acto celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, el 23 de abril de 1984. /Foto: Ángel Millán - Manuel Hernández de León.

En 1983 hacía ocho años que el Ministerio de Cultura convocaba este galardón, dotado con 10 millones de pesetas, el más importante de las letras españolas. Alberti compitió en las votaciones finales con Camilo José Cela y Arturo Uslar Pietri. El jurado renunció a revelar el resultado de la votación, que se resolvió, según los convocantes, "por mayoría suficiente". Con Alberti, Cela y Uslar Pietri, compitieron por el premio Guillermo Díaz-Plaja y Guillermo Francovich. Las deliberaciones del jurado estuvieron precedidas por una controversia sobre la presentación de la candidtura de Alberti, que llegó fuera de plazo, presentada por la academia colombiana de la lengua. Esta entidad se equivocó y envió, dentro del plazo, la candidatura de Borges, que ya había obtenido el premio. Posteriormente rectificó su opción y envió el nombre del poeta portuense ganador. El jurado aceptó "por consenso" la candidatura y no reclamó el dictamen jurídico en que se basó el Ministerio de Cultura para dar por buena la candidatura. El ministro de Cultura, Javier Solana, hizo pública la decisión del jurado. Señaló que "el jurado, que es soberano, ha analizado todas las circunstancias que han concurrido y, por consenso, se ha aceptado la candidatura presentada por Colornbia".

Respecto a las impugnaciones que pudieran presentar las respectivas academias de la Lengua, Javier Solana aseguró que la decisión del jurado es inapelable". El ministro aseguró que "no se ha producido ninguna transgresión de las normas del premio, porque el jurado es un órgano colegiado que, en interpretación de esas normas, puede pronunciarse legalmente sobre una circuristancia de esta clase".

Alonso Zamora Vicente, secretario de la Academia Española de la Lengua, precisó más tarde que en 1981 la Academia presentó al Cervantes la candidatura de Rafael Alberti. Zamora Vicente dijo que el fallo había sido "dificilísimo", y destacó "la seriedad" del tribunal, que "meditado y sopesado cada una de las candidaturas".

Los tres últimos seleccionados, tras las primeras votaciones, fueron Camilo José Cela, Arturo Uslar Pietri y Rafael Alberti. Luis Rosales, que figuró en el jurado como ganador de la edición 1982, dijo que la elección había sido "muy bonita y ejemplar, respetando todos los valores democráticos. Ha sido una muestra de integridad en una elección en la que cada uno ha defendido su posición".

...continúa leyendo "2.394. RAFAEL ALBERTI. Premio Cervantes 1983."

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Esta preciosa cancela pertenece a una casa de calle Cielos esquina con Javier de Burgos (Descalzos), actualmente convertida en depósito-almacén. M del C. (Agradecemos a Paco Pérez Selma el retoque fotográfico).

La gente hidalga de siglos anteriores identificaba sus casas con blasones de las armas de su linaje que se colocaban en el dintel de entrada. En el siglo XIX, perdida ya esa costumbre, muchas personas dejaban constancia de si mismo en sus moradas e industrias, identificando de esta forma sus propiedades, incluyendo en la reja de la balconada, y en los medios puntos de puertas y cancelas el anagrama de sus iniciales en hierro forjado.

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Balcón de la calle Vicario; parece que las letras que figuran en el anagrama son “M” y “S”

En nuestra ciudad hay numerosas pruebas de esta costumbre, que han supervivido mas de una centuria la mayoría de ellas, especialmente en casas particulares y en las puertas de algunas bodegas.

Nosotros aquí, sintiendo no poder tratar el tema con la profundidad que se merece, damos a conocer a modo de ejemplo algunos de estos anagramas. /Texto y fotos: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.

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Balcón de calle San Sebastián. Nosotros interpretamos el anagrama como “ABV” que debía corresponder a las siglas del nombre y los dos apellidos del propietario del inmueble.

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Medio punto de la puerta de entrada a una bodega de calle San Bartolomé (de Cuvillo) con las iniciales “JVC”, letras en este caso, caladas sobre una chapa metálica.

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Medio punto de una de las varias puertas de entrada de bodegas de calle Valdés en las que figura el anagrama con las letras “P” y “H” que creemos corresponde a Pedro Hernández Carrera.

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Medio punto de una casa de calle Larga que estaban restaurando cuando se hizo la foto, a la que faltaba la cancela y se ha deteriorado el anagrama, natural o intencionadamente, hasta hacerlo ilegible.

 

 

El pub Milord, ha cumplido 40 años de existencia. Ha marcado muchas pautas en la hostelería local, destacando en la elaboración de cócteles, adaptándose a los tiempos, organizando exposiciones, tertulias y conciertos.

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En la imagen, a la izquierda Jesús Castilla y su esposa a la derecha, flanquean a Pepe Esteban Poullet, Juan Franco disfrazado de vaquero, y a Charo, del bazar del mismo nombre. Agachado, Antonio Márquez Mateos.

José Ramón Perles Giner--un innovador de la hostelería local-- junto con Antonio Márquez Mateo, Juan Franco del Valle y Antonio Villar Garay fueron llamados el 20 de enero de 1975 para llevar adelante el proyecto de Milord, en la esquina de las calles Larga y Santo Domingo, que con el tiempo pasaría a manos de sus empleados como copropietarios del negocio.

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De izquierda a derecha, Antonio Villar, Antonio Márquez, Pepe Esteban y Juan Franco, piratas por unos días en la Noche de Carnaval.

Negocio que dejaría más adelante Antonio Villar para dedicarse a un trabajo menos pensionado que la hostelería. Juntos, los tres, innovaron manteniendo la esencia de Milord, abriendo una sucursal durante un tiempo en Valdelagrana y colaborando y asesorando con y para la hostelería local. Hoy el pub cafetería coctelería lo gestiona en solitario Juan Franco. Ofrecemos unas imágenes de aquellas fiestas de Carnaval --fueron famosas-- que se organizaban en sus instalaciones.

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Estos cajeros antiguos --Villar, Franco y Márquez--, posan en la zona de escenario durante el Carnaval de 1993.

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El cantautor José María Amosa Muriel ha editado un doble CD, donde se recogen 20 canciones con las que ha deleitado a sus numerosos seguidores a lo largo de 50 años. El recopilatorio abarca desde 1965 hasta el presente año 2015.

El escritor y poeta Paco del Castillo, en el prólogo al libro ‘Canticorum Iubilo’ (Alegría de los Cantores) que publicara en su día Amosa, se refería a él de la siguiente manera: “José María Amosa no es un iluminado cuya osadía le empuje a la creación de un libro. Es sencillamente, un veterano cantautor, lo que equivale a decir que José María es un músico y un poeta. Lo descubro a través de un álbum personal, entrañable, en donde las fotografías de la juventud se unen entre recuerdos añorantes, a recortes de periódicos con noticias de prensa, que hablan de sus variables y múltiples actuaciones a lo largo y ancho de la española geografía. Alhama de Granada le otorga el primer premio de su VI Festival de la Canción de Andalucía, el de más antigüedad en la historia de todos los festivales de la canción en cualquiera de sus modalidades y que aún perdura, equiparable hoy día con cualquiera de los grandes certámenes musicales, en los que en ocasiones, se grita más que se canta, y las letras de las canciones son un atentado imperdonable a la poesía y al buen gusto. Son los tiempos de Jaime Morey, de Juan Pardo, de Karina y de tantos otros que llegaron a donde este asidonense no llegó, sin duda por las zancadillas de los hombres o, quién sabe si por aquello de los renglones torcidos del Señor. Pero si los hombres consiguieron negarle la gloria de la fama, no pudieron arrebatarle su desmedido amor por la música, por la canción, por la poesía. le negarían el aplauso, más quedaría el artista. Le negarían el pan y la sal, más quedaría el cantautor, el músico, el poeta”.

 

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Los temas musicales que aparecen en ambos CD's.

Ayer jueves 12 de febrero tuvo lugar en Madrid la primera edición de los Premios Fest, coincidiendo con el XV aniversario de la Asociación Nacional de Promotores de Música, APM.

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Agachados, abajo a la derecha, Jesús Miguel Guisado y Tali Carreto, en la foto de familia de los Premios Fest, ayer en Madrid.

Los Premios Fest es una iniciativa de la plataforma digital especializada en festivales de música Bythefest.com, en colaboración con la APM. Entre los galardonados, seleccionados en una terna final tras una votación popular que ha contabilizado más de 26.000 votos, Monkey Week recibió el Premio al Festival con Mejores Actividades Paralelas. Un galardón que sin duda alguna destaca la importancia que las Jornadas Profesionales, los Talleres, los Encuentros, los Showcases Sorpresas y demás actividades extra realizadas en el festival tienen en el desarrollo del mismo.

La organización portuense de Monkey Week “agradece a los Premios Fest tan distinguida mención y le desea una larga vida de ediciones tan exitosas y fructíferas como la celebrada ayer. Además, felicita a APM por sus quince años trabajando en pos de la industria musical de nuestro país. Y por último, agradece enormemente a las empresas patrocinadoras, las instituciones colaboradoras, los músicos y los profesionales participantes, y el público asistente en cada una de las ediciones de Monkey Week, y sin cuya labor y atención hubiera sido imposible este reconocimiento”.

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Monkey Week 2015 tendrá lugar los días 9, 10 y 11 de octubre

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Salvador Egea, flanqueado por Milagros Calderón (izquierda) y Elisa Elisucca (derecha), durante su visita al SIMOF 2015.

El diseñador Salvador Egea (ver nótula núm. 1.862 en GdP) ha visitado el Salón Internacional de la Moda Flamenca (Simof) que cerró sus puertas tras haber recibido 60.000 visitantes en cuatro días. Durante este tiempo, el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla se convirtió en el centro neurálgico de la moda flamenca, en el que se pudieron ver las últimas tendencias en diseños, tejidos y complementos

Salvador está preparando diseños para la Feria del Caballo de Roma (Italia), entre otras para la amazona Ornella Cansiani, o la Pasarela Flamenca de Jerez, donde ya el diseñador compuso, el pasado año en su 'Antología' una selección de creaciones de líneas anteriores como 'Pasión ecuestre', 'Sueño goyesco' o 'Fantasía taurina'.

 

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Cuando se visita una Ciudad los museos, monumentos o plazas son lo primero que conoce, pero también calles típicas y establecimientos pintorescos. En este caso hablamos de lugares repletos de dulces, las pastelerías. Entre las más originales de España, se encuentra Pastelería Momentos, seleccionada por varios blogs y revistas especializadas.

Jesús Mª Fernandez Ruiz (ver nótula núm. 1.724 en GdP) y Elisenda Pastó Josa están tras el éxito de esta pastelería. Jesús tiene amplia experiencia en pastelería y panadería en hoteles de cinco estrellas. Elisenda es técnica en Hosteleria y Turismo con amplia experiencia en gastronomía. El obrador de la pastelería está tras una cristalera así que se puede ver a Jesús y Elisenda junto a su equipo preparar sus delicias.

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Como sus trufas al Pedro Ximenez, sus macarons, los merengues. Su tartas Massinis y la Selva negra, o los Do-re-mi chibuste de vainilla, manzanas y sablé. Y ahora, participando en la II Ruta de la Tapa Erótica. Momentos está en la Ribera del Río, 6. /Texto: Elena Bellver

 

La desmemoria, una tragedia española: Caza de rojos. Un relato urbano de la clandestinidad comunista (Espejo de Tinta), es el libro de de José Luis Losa que recoge los desencuentros entre miembros del Partido Comunista durante la Guerra Civil. Y en concreto, entre los poetas Rafael Alberti y Miguel Hernández.

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Podría haber titulado esta crónica como “una tragedia de sangre y mierda”, expresión que usa su autor frecuentemente a lo largo de las 510 densas y apasionantes páginas de su libro. Pero sería injusto. Porque la verdadera protagonista moral de esta historia aparece, aunque tarde, en su penúltimo capítulo titulado : “La memoria miente”, ratificado por la frase de Leonardo Sciascia: “Todos mentían, incluso la memoria”. Pues con el paso del tiempo, “todo proceso de exfoliación de la memoria pasa por el delicado trabajo de ir erosionando las capas que la invención, la mitomanía, las construcciones autoprotectoras, han ido dejando como un sedimento de apariencia mineral, opaca; las capas que ocultan la verdad. Las verdades de cada cual.”

cazaderojos_puertosantamariaLlama sin embargo la atención, entre todas, una anécdota extraordinariamente trágica —al menos para mí— por lo desconocida y por lo relevante de sus protagonistas: Rafael Alberti (De quien Bergamín llegó a decir: “Mandamos al exilio a un joven poeta y nos devuelven a una puta vieja”, pág. 22) y Miguel Hernández, abandonado a su suerte en Monóvar en los últimos días de la guerra cuando Alberti y María Teresa León podrían haberlo persuadido para embarcar en el último avión que salía hacia Orán, quizá en el mismo en que voló Pasionaria… No resisto contarla, por su interés, con las mismas palabras de José Luis Losa (págs. 174-175) :

“Y ahora Federico Sánchez escucha a Paco Romero Marín la narración de lo que sucedió aquel día en el campo de aviación de Monóvar. Aquellos aviones franceses que iban recogiendo de manera selectiva a un pasaje privilegiado entre una militancia que superaba las posibilidades de evacuación. Mientras Miguel Hernández ha conseguido llegar a Alicante y vaga en medio de la gente, ya en Monóvar, en ese campo del cual, en efecto, como atendiendo a lo premonitorio de su poema, va a volar Pasionaria, dejando atrás, abajo, sin futuro, a unos hombres para los cuales las únicas instrucciones de un partido que no ha preparado ningún plan de resistencia ante la inminente derrota serán tan vehementes como suicidas: ??--¡Ahora, todos a las sierras! ??Y es verdad, como dice Hernández:

Crecen los héroes llenos de palmeras.
Y mueren saludándote pilotos y soldados.

Mientras Pasionaria se aleja...

Versos aterradores por visionarios los de Miguel Hernández, que entonces se mueve aturdido en ese sálvese quién pueda de Monóvar. Es entonces --cuenta ahora Paco Romero Marín--, que allí estaba, y que de allí pudo volar, en el último Dragón --encañonando a un piloto remiso a poner rumbo a África--, cuando Hernández se encuentra con Rafael Alberti y María Teresa León.

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Palacio de Zabalburu, confiscado a los Marqueses de Heredia-Spínola, sede de la Alizanza de Intelectuales Antifascistas, que presidía Rafael Alberti, en Madrid.

Es Alberti el que lo ve. Hace más de dos años que no se hablan, desde la bronca pelea en la sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas que presidía Alberti, en Madrid, en el palacio de los Heredia Spínola, en el primer año de la guerra.

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Llegaba cada día Miguel Hernández del frente, donde participaba activamente, animaba a las tropas y llegó a ser comisario político con El Campesino. Y se encontraba con el ambiente de francachela de aquel oasis de neoseñoritismo de mono azul y alpargatas, en cuyas mesas corría el vino y se tomaban las más peregrinas decisiones sobre suertes ajenas. Un día, indignado por el contraste entre la situación dantesca que viven los soldados en el frente y lo que ve en el palacio de los Heredia Spínola, aún con los restos de una buena comida en la mesa, se acerca al encerado que preside la sala, todavía Miguel Hernández con el uniforme transpirando el sudor del frente y escribe: ??--Aquí hay mucho hijo de puta y mucha puta. ??A la vista de que la única mujer presente en la sala era María Teresa León, ésta arremete contra Hernández y le asesta un puñetazo de inusitada contundencia, que le voltea y le rompe un diente. Habían dejado de hablarse; era el otoño de 1936. /En la imagen de la izquierda, María Teresa León.

Ahora, en Monóvar, Alberti, que ha visto acrecentarse su poder durante la guerra, intenta congraciarse con el poeta de Orihuela:?? --Tú ya sabes cómo son las mujeres, Miguel. Pero si tú quieres, te puedes venir con nosotros. Arreglo las cosas para que se te haga un hueco en el avión y te vienes con nosotros a Argelia. ??Miguel Hernández contestó secamente: ??--Yo me vuelvo a mi pueblo.

ELMONOAZUL-MADRIDEn la imagen de la izquierda, portada de 'El Mono Azul' una de las publicaciones de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.

De esa historia será testigo Irene Falcón. Ella va a compartir con Alberti y María Teresa, y a quedarse aún un día más, una vez que la pareja haya volado rumbo a Orán, una hermosa casa cercana al helipuerto, en donde toman té ruso con unos dulces... mientras en los alrededores, en Elda, en Monóvar, cunde el pánico. Irene Falcón se lo contará todo a Romero Marín con cierta ingenuidad. ??Alberti va a sellar ese encuentro suyo con Miguel Hernández con la llave del silencio. Tiene la percepción de que, en la medida en que hubiese suturado la herida de esa enemistad, podría haber evitado la muerte de Miguel Hernández. Va a contar la historia, tiempo después, y tergiversada, a algunos amigos, pero en el caso de que Alberti escriba unas memorias, y de que a éstas le dé por llamarlas La arboleda perdida, se apresurará a falsear la verdad abiertamente cuando afirme que "la última vez que vi a Miguel fue en Madrid, cuando después de intentar convencerle de que se refugiase en la Embajada de Chile, escuché de Hernández que se iría andando a su pueblo. ??--Tú lo que deseas es que te maten, Miguel. Es al único sitio donde no puedes ir. ??Y se habrían fundido en un abrazo”. /Texto y selección: Miguel Veyrat.

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El portuense Adrián Morillo expone desde ayer y hasta el 6 de marzo en el Campus de la Universidad de Cádiz en Jerez, su exposición de fotografías en blanco y negro ‘Jondo’ alrededor del flamenco en la provincia de Cádiz que ha estado desarrollando durante los últimos años. Durante el acto estuvo arropado por flamencos, compañeros de profesión, amigos y familia y donde ofreció un recital de los que mueven entrañas el cantaor José Carpio ‘el Mijita’, acompañado a la sonanta por Domingo ‘Rubichi’. Se degustaron vinos de El Puerto de bodegas Obregón y los asistentes recibieron una cuidada copia del catálogo de la exposición. Reproducimos el texto que sobre la exposición y Adrián ha escrito Juan Jesús Torres Jurado.

Yo no soy de esta tierra,
ni conozco a nadie,
de esta tierra yo no soy.

Seguiriya de Jerez.

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Adrián momentos después de inaugurar la Muestra. /Foto: M.M.

A cada verónica, temple. Si existe un rebato de la tierra, éste debe ser previo. No vive el apego a la cal de las paredes ni al canto de las chicharras, preexiste el blanco y el tedio. Nadie vuelve en la flama de agosto, tampoco nadie marcha. Sólo el compás del tiempo que no sucede, el eterno ritmo entre el calor y el mustio, es capaz de diluir el sol abrasador en la calma necesaria. Templar es armonizar, sonar la nota precisa, afinar, mitigar, serenar la sacudida de una bestia sangrante, retorcida, totémica. Hallarse en un lugar u otro es un lance, una suerte para eludir la embestida; en cada giro, en cada huella sobre el albero, el fin es alcanzar las profundidades, la jondura. Como el bailaor que ama la soledad, el caminante marca el ritmo de vuelta, una sinfonía de pasos en la que el tiempo sólo toma sentido cuando se refiere a la experiencia. El que torna para descifrar se debe a una pulsión vital de colmar todos los ámbitos, de atravesarlos. El que vuelve para saber se derrama ante nuestro ritmo, ese que otros, desconocidos, se afanan en explicar sin entender. Volver es convertirse en una figura multisensible, un actor deleuziano que aprende a ser transversal para discernir, ahora sí, que en Andalucía las vergüenzas se exculpan en la noche, en el abismo de un lenguaje proteico, en el estoque final. El golpe definitivo; un bofetón de acervo y mito, doloroso, anterior a cualquier atisbo de discursos pedantes, de tendencias dudosas. El que regresa sólo entiende el todo por el todo, verdad, esperpéntica y exagerada, pero verdad. Adrián emprendió el camino de vuelta con temple, el mismo que hace del artista un hechicero.

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Carpio y Rubichi, durante el recital realizado en la Sala de Exposiciones. /Foto: M.M.

No hay origen anterior al gesto. La jondura nace del cante jondo, del baile jondo, nunca antes. Los vestigios, las señales supervivientes que aún pululan en cada esquina, en plazas, en tablaos, es memoria indescifrada que pervive a través de muecas. Son restos que surgen en la profundidad del instante, del deseo. Ombra Phantasmogorica. Cuando Adrián Morillo volvió a su lugar de origen llevaba una cámara de fotos. En la búsqueda de su venir a ser le atrajo lo deforme, la desmesura del rito, el figurín de un torero aficionado bajo una bandera falangista. Con él, con su cuadrilla, empezó su retorno, consciente de que la eternidad es reescrita al instante, a cada mohín, en la imagen fijada que vuelve una y otra vez. Despojado de recelos, se mezcló en los ambientes fundadores de las presunciones. Cara a cara con el precario arte del toreo rural, cerril y agorero, desvió su atención al carnaval y su máxima proeza, la creación de comunidades unidas por solera. Adrián se diluyó en Andalucía de noche, a través de la madrugada del lenguaje, en gestos. Con el fin de entender su apego a la soledad supo que el tiempo es un rizoma, una tolvanera sin extremos, y se adentró en él, en la cadencia de la destreza vital. Atrapado en el torbellino presencial quiso llegar a las profundidades de lo esotérico; reconoció en las siguiriyas un rujo animal, en las soleas el retiro del alma. Desasido, vislumbró en la jondura del baile el poder atávico de un pueblo, el calado de una valentonada. En el cante jondo, el redicho sólo escruta ruidos y formas sin son; ni ve ni entiende. En su regreso, Adrián sentía los remates.

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Un aspecto de la inauguración. /Foto: M.M.

Jondo es el último estadio de un retorno al empiece. Fotografías en blanco y negro de alto contraste que hablan de soledad, de oraciones internas, de instantes irrepetibles succionados. Hay aquí una sima fotográfica más allá de la apariencia formal y tiene que ver con el infundio. La fotografía es, en cualquier caso, una decisión más o menos honesta; la vemos de lejos, reconocemos lo captado, pero al mismo tiempo nos obliga a acercarnos, a penetrar en los hechos que han quedado limitados, a fisgonear. Es la misma actitud que muestra nuestro fotógrafo, que no pretende desgranar los secretos de un arte ancestral sino escoger aquellos momentos que le sirven para construir una autobiografía latente. No es casual, por tanto, la posición de un artista que maneja los códigos fílmicos, consciente de que vivimos en una época consecuencia del celuloide, esto es, la vida a escala pantalla. Adrián hace que la jondura sea fotografía porque percibe que sólo a través de la farsa se pueden alcanzar cotas mayores de conocimiento; conocedor del eterno retorno de la imagen fijada, sabe que cuando Georges Bataille habló de instante privilegiado se refirió a ese instante en el que aparece la profundidad.

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Una de las fotografías expuestas en el Campus de Jerez. /Foto: Adrián Morillo.

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Un aspecto de la sala. /Foto: M.M.

Jondura  y fotografía, por tanto, para lograr un entendimiento de su propia existencia, de saber leer el terreno del que beben sus raíces. Las fotografías de Adrián se centran en el delicado equilibrio entre ese instante y su sencilla apariencia en la realidad. Ahí, en ese lugar intermedio, es donde ocurre el acontecimiento, o lo que es lo mismo, lo puro expresado entre lo que nos sucede y lo que nos acecha. Adrián capta en Jondo un designio de nuestra contemporaneidad, la conjetura arqueológica personal en el disloque, el remate, la dialéctica, el conflicto entre cuerpos, como una danza.

 

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El flamencólogo Pepe Marín, en el centro, durante la copa posterior de Fino Obregón que se ofreció a los asistentes. /Foto: M.M.

Se baila para estar unidos, rito de varios. La coreografía promueve el roce, el deseo. Unido al comportamiento humano, se baila para celebrar, para instaurar tradición. Cada paso es una supervivencia, la del bailarín y la del caminante. Adrián, en su reintegro, quiso fijar sus pasos y a través de fantasmas llegó a la soleá. Por la soledad, por medio de la soledad, a causa de la soledad; la soleá es el lugar de la soledad. Las referencias biográficas no se velan, cada elección esconde una forma de ser; la fotografía por su propio signo es falsedad y su designación remite a ella. Adrián quiso llegar a las profundidades, a la hondura, sin trampear, a través de actos de pura verdad y se transfiguró en un bailaor, que a diferencia del bailarín, lidia con su soledad. Adrián fotografió para ser solo y múltiple al mismo tiempo, para vibrar entre el espacio superficial y la jondura, porque fotografiar, en definitiva, es rizoma. Por ello, el trabajo de Adrián ha virado a un registro cotidiano, lo que él llama Fotodiario, un fotografiar pese a todo, como el bailaor vetusto y agotado que baila porque se resigna al presente. Como torear, como bailar, fotografiar es buscar el centro candente, el lugar del conflicto. En la jondura, en lo más recóndito, es donde el enfrentamiento y el movimiento se convierte en perfil. A través de Jondo, Adrián supo configurar el suyo, encontrar su sitio. /Texto: Juan Jesús Torres Jurado. 

Ver vídeo de la Muestra, gentileza de El Puerto Actualidad, obra de Miguel Ángel Peragón.

 

Se cumplen 40 años este 2015 de la grabación que, para la posteridad, recogieron las cámaras de NODO (Reportaje 1707B) de 20 de septiembre de 1975, con la pericia de José María de la Chica en la Plaza Real. Actuaron los diestros Curro Romero, Rafael de Paula y Francisco Ruiz Miguel, mientras podremos ver en los tendidos y barreras caras conocidas. Las imágenes se pueden visionar a partir del minuto 08:11, o bien en el enlace que figura como PÁGINA COLOR, pulsando aquí.

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