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‘La Venganza de Don Mendo’ es una caricatura de tragedia en cuatro jornadas, original de Pedro Muñoz Seca, escrita en verso, con algún ripio, que fue estrenada en el Teatro de la Comedia, de Madrid, la noche del 20 de diciembre de 1918

Serie Teatro TVE. Con Manolo Gómez Bur, Amparo Baró, Alejandro Ulloa, Julián Caba Alba, Jamime Blanch, María Silva, José María Escuer, Alfonso Gallardo, Antonio Durán, Joaquín Pamplona, Encarna Abad, Salvador Orjas, Manuel San Román, Rafael Ramos de Castro, Carmina Merlo, Carmen Guardón, José María Carrero, José Manuel Martí, María Luisa Bernal, Ana Ráez, Paloma Moreno, María Luisa Mármol,

Este relato acontecióse durante el reinado de un tal Alfonso siete, allá por el siglo doce, entre castellanos y leoneses. Amores, amoríos y querendonas de tronío. Las aventuras del Marqués de Cabra, don Mendo, todo un noble caballero, traicionado por su amada Magdalena del Jarama con el Duque de Toro, don Pero. Por su afición a la escalada y a las faldas de su amada dama, don Mendo viose prisionero en la torre de un castillo por el falso robo de un collar del baratillo. Fue mandado a encerrar por don Nuño Manso del Jarama, padre de Magdalena la desahogada. Tras un año y un día de encierro, un martes y trece de invierno, llegose la noticia a don Mendo de que morir emparedado tenía, entre los muros de su cautiverio,  ante la boda inminente de su Magdalena con don Pero. Pero el de Cabra tiene amigos, incluso en los infiernos, y con ayuda de la nobleza y unos falsos monjes altaneros, escapóse de la torre y de formar parte del mortal entierro. Mas don Mendo, traicionado por el casorio de su dama, jura matalla, apuñalalla y con furia de tigre rematalla. Convirtiéndose el de Cabra en un proscrito con sed y hambre de venganza, venganza… /Texto: Ángel Calvente.

Acceder al texto de la obra completa, pulsando aquí.

 

pepemonforteariza_puertosantamariaPepe Monforte Ariza colaborador gastronómico de Gente del Puerto empieza a colaborar desde hoy con un artículo de opinión semanal bajo el epígrafe 'Cateto a babor'. Los sábados tendrá una sección en la que contará novedades del mundo hostelero y gastronómico. También el fin de semana, escribirá un perfil de un personaje gaditano conocido

El periodista gaditano Pepe Monforte entra en la nómina de colaboradores de Diario de Cádiz. A partir de hoy, el que es un referente indiscutible en el mundo de la información gastronómica de la provincia comienza a escribir en estas páginas. Y lo hace con un artículo, que tendrá periodicidad semanal, en la sección de Opinión, bajo el epígrafe 'Cateto a babor'. Pero la labor de Monforte se extenderá a más ámbitos de la información, siempre tratada desde su original y particular punto de vista. Así, entre otras, los sábados tendrá una sección en la que contará novedades del mundo hostelero y gastronómico de la provincia, un terreno en el que se ha ganado prestigio de pionero y, a su desenfada forma, líder de opinión. También durante el fin de semana, Monforte escribirá un perfil de un personaje gaditano conocido o que reúne los suficientes méritos para serlo.

Pepe Monforte nació en Cádiz hace 49 años y ha desarrolado una larga labor periodística. Empezó su carrera en la emisora gaditana de la Cadena Ser, en los tiempos en los que la dirigía Rafael Plaza. Posteriormente, pasó a formar parte de la plantilla de Diario de Cádiz, donde desarrolló su trabajo en la sección de información Local. Su labor en las páginas del Diario del Carnaval fue premiada en más de una ocasión, y se puede decir que revolucionó la manera de contar las crónicas del Concurso de Agrupaciones. Tras dejar el periódico fundó junto a su hermana Lola la empresa La Alacena, de venta de productos gastronómicos de la provincia por correo y posteriormente por internet. En 2006 puso en marcha la revista gastronómica digital Cosas de Comé. Ha sido también colaborador del periódico La Voz de Cádiz.

Su primer artículo 'Yo confieso' aquí de la serie Cateto a babor.

Rafael Alberti ganaba el  14 de noviembre de 1983 el premio Miguel de Cervantes de Literatura convocado por el Ministerio de Cultura, dotado con diez millones de pesetas y fallado en Madrid por un jurado que presidió el titular de aquel departamento, el ministro Luis Solana. Alberti, autor de Marinero en tierra, obtuvo el galardón en disputa con el novelista Camilo José Cela y el narrador venezolano Arturo Uslar Pietri, que quedaron finalistas.

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El rey Juan Carlos, acompañado de la reina Sofía, entrega al poeta Rafael Alberti el diploma del Premio de Literatura en lengua castellana "Miguel de Cervantes", durante un solemne acto celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, el 23 de abril de 1984. /Foto: Ángel Millán - Manuel Hernández de León.

En 1983 hacía ocho años que el Ministerio de Cultura convocaba este galardón, dotado con 10 millones de pesetas, el más importante de las letras españolas. Alberti compitió en las votaciones finales con Camilo José Cela y Arturo Uslar Pietri. El jurado renunció a revelar el resultado de la votación, que se resolvió, según los convocantes, "por mayoría suficiente". Con Alberti, Cela y Uslar Pietri, compitieron por el premio Guillermo Díaz-Plaja y Guillermo Francovich. Las deliberaciones del jurado estuvieron precedidas por una controversia sobre la presentación de la candidtura de Alberti, que llegó fuera de plazo, presentada por la academia colombiana de la lengua. Esta entidad se equivocó y envió, dentro del plazo, la candidatura de Borges, que ya había obtenido el premio. Posteriormente rectificó su opción y envió el nombre del poeta portuense ganador. El jurado aceptó "por consenso" la candidatura y no reclamó el dictamen jurídico en que se basó el Ministerio de Cultura para dar por buena la candidatura. El ministro de Cultura, Javier Solana, hizo pública la decisión del jurado. Señaló que "el jurado, que es soberano, ha analizado todas las circunstancias que han concurrido y, por consenso, se ha aceptado la candidatura presentada por Colornbia".

Respecto a las impugnaciones que pudieran presentar las respectivas academias de la Lengua, Javier Solana aseguró que la decisión del jurado es inapelable". El ministro aseguró que "no se ha producido ninguna transgresión de las normas del premio, porque el jurado es un órgano colegiado que, en interpretación de esas normas, puede pronunciarse legalmente sobre una circuristancia de esta clase".

Alonso Zamora Vicente, secretario de la Academia Española de la Lengua, precisó más tarde que en 1981 la Academia presentó al Cervantes la candidatura de Rafael Alberti. Zamora Vicente dijo que el fallo había sido "dificilísimo", y destacó "la seriedad" del tribunal, que "meditado y sopesado cada una de las candidaturas".

Los tres últimos seleccionados, tras las primeras votaciones, fueron Camilo José Cela, Arturo Uslar Pietri y Rafael Alberti. Luis Rosales, que figuró en el jurado como ganador de la edición 1982, dijo que la elección había sido "muy bonita y ejemplar, respetando todos los valores democráticos. Ha sido una muestra de integridad en una elección en la que cada uno ha defendido su posición".

...continúa leyendo "2.394. RAFAEL ALBERTI. Premio Cervantes 1983."

La mayoría de casas museos  dependen de fundaciones y no buscan con ellas beneficios económicos, sino convertirlas en un polo de atracción que les permita cumplir sus objetivos: difundir la obra de sus autores (con reediciones, exposiciones, visitas de escolares y público en general, certámenes literarios, rutas…) y conservar el legado.

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Se trata de entidades que, por otro lado, en muchos casos no han sabido o podido explotar unos recursos turísticos que podrían hacerles más independientes. “No se puede vivir de espaldas al turismo”, señala Carmen Jiménez, conservadora de museos y miembro de la Junta Directiva del Comité Internacional de Residencias Históricas-Museos del ICOM. “No vale con abrir una casa museo en medio de la nada; tiene que estar bien presentada y promocionada (al menos, con una buena web) y a su alrededor propiciar un tejido de servicios [tiendas, restaurantes]”.

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Casa Museo del poeta Rafael Alberti, en la calle Santo Domingo

La Fundación Rafael Alberti en el Puerto de Santa María fue una vez un gran centro de actividad cultural. Pero desde 2010 está en proceso de liquidación por una deuda de 200.000 euros a la que no pudo hacer frente y que ha asumido el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María mientras busca la forma de mantenerla en funcionamiento. Mientras, sigue abierta, pero sin apenas actividad. Este es el caso de algunas de las más pequeñas, que apenas pueden aspirar hoy a conservar el legado, a la espera de tiempos mejores.

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Azulejo de uno de los bancos del 'remodelado' monumento a Muñoz Seca en la plaza de Isaac Peral. 

"La situación es muy triste", aporta Carmen Perdiguero, de la Fundación Pedro Muñoz Seca, también en El Puerto de Santa María. Su casa museo cerró en 2009 porque el actual dueño de la que fue vivienda del autor teatral decidió vender el edificio.

Pero los tiempos no están para alegrías. “La cultura es lo primero que paga los recortes…”, señala Ibon Arbaiza presidente de la Asociación de casas museo y fundaciones de escritores (ACAMFE) que describe un panorama desalentador, con recortes de más del 70% de las ayudas en muchos casos. Desde ACAMFE, insisten en el valor de estos centros más allá de su capacidad para generar dinero. “Estamos hablando de cultura con mayúsculas, de hacer pensar y dar una visión crítica del mundo”, dice Arbaiza. “Muchos somos el único museo de la localidad, donde se concentra la vida cultural”, añade Antonio González Padrón, expresidente de ACAMFE y director de la Casa Museo León y Castillo, en Telde, en la isla de Gran Canaria. /Texto: J.A. Aunión.

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En aquellos veranos de los primeros 70, cada tarde jugábamos la final de un Mundial, cada día teníamos un partido del siglo. Nosotros le llamábamos “echar un desafío”. Que los de la barriada de La Playa quieren un desafío. Que ha venido uno de Fermesa pidiendo un desafío. Que el portero del 18 de Julio dice que el desafío del  sábado hay que repetirlo, que el gol de desempate fue alta. Aquellos sí que eran desafíos y no los de Jesús Calleja.

Nuestro equipo se concentraba cada mañana en la plazoleta de la barriada Francisco Dueñas, los pisos del Sindicato para los porteños, el Distrito 21 para la policía. Un parque temático de la pobreza en el que los chutes más peligrosos no eran los que iban a los cristales de las ventanas sino directamente a la vena de la generación anterior a la nuestra. Teníamos un estadio compartido con el resto de equipos de Crevillet (de la plaza de toros a La Puntilla todo era Crevillet), el campo Arana, un agujero a los pies de las Dunas de San Antón camuflado entre pinos piñoneros, retamas y lentiscos. Nuestra camiseta era celeste, como la del Celta de Vigo. Las compramos en Tejidos López y las sufragamos con una rifa clandestina, pues todavía no se estilaba lo de los sponsors y esas cosas. Había libertad de modelos y colores para pantalones y calcetines. La mayoría calzábamos unas Tórtolas indestructibles, las Adidas F-50 de la época, cuyo único problema es que sudaban más que nosotros y por la noche cantaban más que Casillas.

Los trofeos eran Caseras, aquellas Caseras de cristal con un tapón de porcelana que se te tatuaba en el dedo cuando las abrías. A veces saco una del frigorífico y doy a escondidas un par de tragos a morro. Me sucede lo mismo que le sucedía a Proust con su magdalena. El sabor dulce y la quemazón helada en la garganta me devuelven a aquellos días de abrazos puros a pie de campo tras cada victoria y de berrinches largos después de la derrota en el camino de vuelta a casa.

En aquellos desafíos en los veranos de los primeros 70 en el campo Arana, entre amigos sudorosos barnizados por la arena y por el crepúsculo a la caída de la tarde, sitúo yo el último paraíso perdido de mi infancia. La policía iba de gris y nosotros de celeste. /Texto: Pepe Mendoza.

En la imagen inferior, redacción de la Revista Portuense en 1907. Primero a la izquierda, Mariano López Muñoz. Marcado con la flecha, el maestro Caballero. A la derecha, Pedro Muñoz Seca. Los acompañan Luis Pérez Gutiérrez, propietario del periódico, y los redactores Manuel Soto y Antonio Peñasco. / Foto, Colección Pérez Pastor.

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Comparto con el director de Gente del Puerto el afecto por dos portuenses que vivieron entre los siglos XIX y XX. Fueron amigos, compañeros en la Revista Portuense y algunas veces colaboradores en las ramas artísticas que dominaban: la escritura y la música. Al final de sus días vivieron tiempos difíciles. Uno, Mariano López Muñoz (1869-1941, ver nótula 1.636 de GdP), el escritor y periodista que tras la guerra civil fue depurado torticeramente por las autoridades franquistas por partida doble: por su condición de andalucista involucrado en el movimiento regionalista que lideró Blas Infante y por ser homosexual.

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Aquello le destrozó la vida y precipitó la muerte de un hombre bueno, noble y defensor –eso sí, con espíritu crítico y revitalizador- de todo lo que concernía a nuestra ciudad y su gente.

Y el otro portuense, a quien adornaron las mismas virtudes –hay apellidos que retratan a su portador-, el ‘maestro Caballero’, como era conocido por todos Francisco Javier Caballero Maldoqui, que fue, junto al maestro en el género chico y la opereta española Rafael Taboada y Mantilla (1837-1914), el músico y compositor portuense de mayor calado; de cuya vida y obra, a petición de mi amigo José María Morillo, hilaré una semblanza con la información que hace años investigué en el Archivo Municipal y la ayuda del almeriense Francisco Cuenca Benet (1872-1943), como López Muñoz, andalucista, que en 1927 editó en La Habana su Galería de músicos andaluces contemporáneos, donde apuntó el recorrido musical de nuestro paisano.

SU FORMACIÓN 

franciscojaviercaballero_puertosantamariaFue Caballero un portuense de devoción, que no de nacimiento, porque nació enfrente, en Cádiz, en 1853, de donde a los pocos años se trasladó con su familia a nuestra ciudad, en la que pasó la mayor parte de su vida. Poseedor de innatas condiciones musicales, las primeras nociones de solfeo las recibió de los profesores Honorato Bisbal y Francisco Boussiller, directores que fueron de la Banda Municipal, respectivamente, en 1861 y de 1862 a 1874. /En la imagen de la izquierda, Francisco Javier Caballero (1853-1933). / Foto, Academia de Bellas Artes Santa Cecilia; Francisco Mata.

Este año del 74 marchó a Sevilla para concluir el bachillerato y dedicarse por completo al estudio del violín. En la capital hispalense, al decir de Cuenca, “dirigido por el notable profesor Mariano Taberner, pronto hizo grandes progresos en su carrera musical, entrando a formar parte de la orquesta del teatro de San Fernando como primer violín durante varias temporadas de ópera; pero necesitando su intuición artística una esfera más amplia para su desenvolvimiento se trasladó a Madrid en 1877, integrando la orquesta de los Conciertos del Retiro que dirigía el maestro francés Olivier Métra y cursando violín, armonía y composición en el Conservatorio Nacional, bajo la dirección del insigne Monasterio.

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El Teatro San Fernando de Sevilla, escenario de los primeros éxitos de Caballero, en 1908.

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Olivier Métra (1830-1889) y Jesús de Monasterio (1836-1903), maestros de Caballero.

Una grave dolencia le obligó a regresar a tierra portuense (lo que, tal vez, le cortó una larga trayectoria de éxitos en los mejores escenarios). En El Puerto fundaría, en la década de los 80, la Sociedad Coral, que ofreció, en palabras de Cuenca, “numerosos y brillantes conciertos vocales e instrumentales”. Como profesor de instrumentos de arco, durante 25 años ejerció de catedrático en las academias de música de San Fernando, Sanlúcar y El Puerto, siendo uno de los fundadores, en 1900, de ésta, la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia.

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Sede de la Academia Sta. Cecilia en 1901, calle Larga nº61. Sentado a la izquierda el maestro Caballero. En el centro, el presidente, Adolfo Barra. A la derecha, el profesor de piano José Luis Benítez./ Foto, Academia de Sta. Cecilia.

Su magisterio en academias y conservatorios lo compatibilizó con la enseñanza particular. Así se anunciaba en la Revista Portuense en 1893: “Fco. Javier Caballero.- Director de orquesta y profesor de instrumentos de arco del Conservatorio de Música de Cádiz y San Fernando, da lecciones de solfeo, piano, canto, violín, violoncello y contrabajo a precios convencionales. Enseñanza especial de violín para niñas y señoritas. Los avisos pueden dirigirse a su domicilio Larga 32 y a la redacción de este periódico Larga 116.

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El equipo directivo y técnico de la Academia en 1911. Caballero, primero a la derecha. / Foto, Academia de Sta. Cecilia.

En los últimos años del XIX fue director de la Orquesta –que no Banda- Municipal portuense, también conocida como la Orquesta de Caballero, compuesta de seis instrumentos. Con ella dirigió la música de varias compañías de zarzuela por los teatros de la provincia y ofreció, entre otros lugares y en no pocas ocasiones, conciertos en el Parque Calderón. Lo habitual por estos años fue que la Banda Municipal que dirigía Domingo Veneroni y la Orquesta de Caballero se alternaran en las mismas veladas y, en otras ocasiones e indistintamente, una ofreciera los conciertos en el Parque y la otra en la plaza Peral.

maestrocaballero_9_puertosantamariaEn sustitución de la Orquesta de Caballero, en julio de 1912 se constituyó la Sociedad Orquesta Maqueda, que fundó, presidió y dirigió Caballero y tuvo como vocal a Veneroni. El nombre se lo puso en homenaje al músico granadino Antonio Maqueda, quien durante muchos años ejerció de maestro de capilla de la catedral de Cádiz. /En la imagen de la izquierda, Antonio Maqueda Castillo (1811-1905).

Como compositor, Caballero cultivó el teatro musical, obras de concierto –muchas de marcado carácter popular- y música religiosa, “habiéndose significado en todos estos géneros –escribió Cuenca- por su inspiración lozana y técnica irreprochable”. Estas fueron sus principales composiciones:

ZARZUELAS
-Ojeada al Puerto, con libreto del portuense Manuel del Río García (ver nótula 1.206 de GdP) fue estrenada el 25 de febrero de 1895 en el portuense Teatro Principal
-No hay enemigo chico o el taller de un sombrerero en un día de fiesta solemne, sainete lírico también escrito por Del Río, estrenado, sin éxito, el 18 de julio de 1898 en el Teatro del Vergel (de quita y pon, instalado en el tramo de las Galeras a la Herrería).
-El apropósito lírico El repatriado, con letra de Mariano López Muñoz expresamente escrito para ser representado, como así fue en el Teatro Principal en 1900, por el joven (19 años) Pedro Muñoz Seca, que por entonces daba los primeros pasos como autor teatral, actor y cantante.

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El desaparecido Teatro Principal de la calle Luna hacia 1903.

-La gitanilla, letra del también portuense Antonio Sucino Lorca (el de Nobleza… en el corazón, su obra más conocida), puesta en escena en el Teatro Principal en 1909.
-Bailén, con letra (ojú) de José Millán Astray. Estrenada el 24 de septiembre de 1910 en el Teatro de las Cortes de San Fernando.
-Ya llegó mi tío, letra de Mariano López Muñoz.
-El ascenso, letra del portuense Rafael Benvenuty Morphy.
-El libro del forro verde, letra del propio Caballero.

OBRAS DE CONCIERTO
-El vinillo de mi tierra, ‘coro de actualidad’. Con letra de un joven Caballero, se interpretó en el Vergel en 1880.

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El Vergel del Conde, en una reproducción de un plano de El Puerto.

-Morisma, parodia del capricho Moraima de Gaspar Espinosa de los Monteros, para orquesta.
-Esperanza, melodía para violín y piano.
-Un sueño, melodía para violín y piano.
-Nubes de verano, tanda de valses para orquesta.
-Nos entretendremos, vals característico para orquesta.

maestroaballero-12_puertosantamariaComienzo de la partitura del Himno de El Puerto de Fco. J. Caballero. / Archivo Municipal.

-Himno al Puerto, pasodoble para banda y orquesta, con letra de Caballero. Se estrenó en el Parque Calderón el 25 de julio de 1897. Arreglado para piano, copias de la partitura las puso a la venta en la redacción de la Revista Portuense, a 2’50 pesetas. Remodeló la composición en octubre de 1927. Las dos estrofas iniciales decían: “A esta ciudad de claro cielo, / de alegres casas, con aire y sol, / donde la virgen de los Milagros en un castillo se apareció; / en estas notas y melodías, / hoy sus grandezas he de cantar / con el cariño que a su Patrona / tienen los hijos de esta ciudad. / Los atractivos que tiene El Puerto, / como su Parque de Calderón / y su paseo de la Victoria, / el más famoso de la región; / su áurea playa de la Puntilla / de suaves brisas, tranquilo mar; / sus arboledas y sus viñedos / tienen por orla cerros de sal.

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Partitura de Vía libre (1921). / Archivo Municipal.

maestrocaballero_14_puertosantamaria-Vía libre, galop (música de danza húngara de movimiento muy rápido) característico para piano. Escrito en abril de 1901 y dedicado a Federico Laviña, diputado a Cortes por El Puerto, la partitura la entregó para su arreglo al Director de la Banda municipal, Veneroni, expresando su deseo de que se conservase en el Archivo. /En la imagen de la izquierda, el ingeniero de montes y político liberal Federico Laviña y Laviña (1852-1932). / Foto, web geneall.net.

-Puerto Alegre, pasodoble para banda y orquesta. Caballero entregó la partitura en agosto de 1912 al Director de la Banda de Álava para que figurara en su repertorio. En la Revista Portuense del 14 de agosto de 1925 apareció esta simpática noticia: “Hace unos días, estimados convecinos que tienen instaladas estaciones receptoras de radiotelefonía, tuvieron ocasión de escuchar una onda emitida por una estación vasca, de cuya audición formaba parte la interpretación del bonito y aplaudido pasodoble Puerto Alegre, original de nuestro querido amigo y colaborador don Francisco Javier Caballero.
-¡Viva Rota!, pasodoble-himno para banda y orquesta compuesto en 1922.
-Manolito (el torero Niño del Matadero), pasodoble que lo interpretó en el Parque Calderón el Cuarteto Portuense (los sres. Rodríguez Carribero -director-, Jarque, Nieto y Troncoso) en junio de 1928.

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Manuel del Pino, Niño del Matadero (1911-1964).

-Diversos coros para voces y orquesta compuestos para ser interpretados por la Sociedad Coral.
-Quejas de amor, barcarola.
-Dime que sí, vals.

COMPOSICIONES RELIGIOSAS
-Ave María, para tenor y orquesta: “obra magistral y delicadísima”, al decir de Francisco Cuenca. Compuesta antes de 1913, sigue interpretándose en la Prioral los 8 de septiembre, festividad de la Patrona.
-Himno de la Coronación de la virgen de los Milagros, para gran orquesta, con letra del autor. Compuesto en 1916 con motivo de las fiestas que celebraron tal acontecimiento.

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Portada del Himno de la Coronación (1916). / Archivo Municipal.

-Gozos a la Virgen de los Milagros, para orquesta.

-Cantiga 328 de Alfonso X, para orquesta. Estrenada el 8 de septiembre de 1929 y dedicada al historiador Hipólito Sancho, quien le facilitó el texto.

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El historiador Hipólito Sancho (1893-1964) en su casa de la calle Luna.

-Dos Himnos a Santa Cecilia, para coro y orquesta.
-colección de motetes al Santísimo Sacramento y varias letanías.

EL ESCRITOR Y GESTOR
Además de músico y compositor, Francisco Javier Caballero también tuvo una decidida vocación como articulista y poeta, que dejó impresa en las letras de sus composiciones. Desde la fundación de la Revista Portuense en 1890, durante 28 años escribió de forma continuada en sus páginas, habitualmente con el seudónimo Ventura. Al respecto, Manuel Martínez Alfonso dejó escrito: “Colaborador asiduo de la Revista, versificaba en ella casi a diario, con esa facilidad que tenía para el verso –si no para la poesía- y con ese ingenio, malicia y buen humor que ponía en sus escritos.” También fundó un periódico, La Crónica del Puerto, en 1888, que a los dos años se convirtió en edición del diario madrileño La Correspondencia de España.

Caballero colaboró durante muchos años para el Ayuntamiento, en el negociado de Fiestas. A principios de siglo, entre otras tareas, era el encargado de contratar a las compañías de teatro y zarzuela que algunos veranos actuaban en el paseo del Vergel, ejerciendo ya a principios de los años 20 de Jefe del Negociado de Fiestas.

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Alzados y planta del ‘Salón-Teatro Variedades’ que en 1909 se instaló en el paseo del Vergel. / Archivo Municipal.

Ya jubilado, en julio de 1927 Manuel Rubín de Celis escribió en la Revista Portuense este sentido retrato del anciano Caballero: “SIC TRANSIT.- Con paso lento, incierto y algo temblón, vemos pasar por nuestras calles, a un ancianito agobiado por el peso de sus años [74], de sus achaques, y más que nada, por los sinsabores, las desilusiones, los desengaños, las negruras de la soledad y el olvido. ¡Triste cortejo que acibara casi siempre a la honradez! Todavía, a pesar de su lento andar, se nota en su persona como recuerdos de vagas cadencias, como ecos de una armonía lejana, casi ya imperceptible. Si os fijáis en su semblante, sin que este ancianito se dé cuenta de nuestra inquisitoria, observaréis que su fisonomía está algún tanto como empañada por angustiosa melancolía. Es, que el ancianito, tras los sufrimientos morales que entristecen su alma, ahora, en el crepúsculo de su vida se encuentra muy enfermo, y se ve también enferma a la digna compañera de su existencia. […] Siempre veréis a este buen ancianito, sin salir de su paso lento e incierto, paseando por este Puerto de sus amores, sus alegres y tristes recuerdos de su bondadoso corazón, no queriendo, mientras un hálito de vida le acompañe, dejar de recorrer sus calles, jardines y paseos, frecuentar sus casinos, sociedades y amistades, y sobre todo, visitar a la Virgen de los Milagros.

Melancólica y triste semblanza del ocaso del músico portuense que se agravó con el tiempo. A la altura de 1930, tres años antes de fallecer, su situación económica no debía ser nada boyante, según se infiere de este irónico y críptico anuncio que publicó la propia Revista Portuense en septiembre de 1930:

AVISO AL PÚBLICO INTELIGENTE.- Cede un piano con cuerdas cruzadas, con clavijero de hierro, en 1.250 pesetas, dadas a tiempo, sin intereses vencidos, dádivas ni documentos.
Dará noticias e informes el vendedor del piano.
-¿Quién?
-D. Javier Caballero.

Hoy, la memoria del ‘maestro Caballero’ ha quedado en la calle a él dedicada (frente al Resbaladero) y, sobre todo, en el Ave María que cada 8 de septiembre resuena en la Prioral. / Texto: Enrique Pérez Fernández.

En ninguna carta a los Reyes Magos debe faltar un libro, por eso desde Gente del Puerto queremos sugerir esta lista de títulos firmados por autores de aquí y publicados a lo largo del pasado 2014. De muchos de ellos hemos hablando en estas páginas electrónicas a lo largo del año finalizado. Desde poesía a libros de historia, y desde periodismo irreverente a cómics en edición digital. Regalar páginas de papel, escritas por gente de El Puerto, es cuidar y apoyar lo nuestro.

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Relatos portuenses. Antonio Muñoz Cuenca. Ediciones El Boletín.

http://www.el-boletin.com/index.php/nuestros-libros

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Tabernas y bares con solera. Una historia de la hostelería en El Puerto de Santa María. Enrique Pérez Fernández. Ediciones El Boletín.

http://www.el-boletin.com/index.php/nuestros-libros

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El corazón de los días. Francisco Lambea Bornay. Pigmalión Edypro.

http://www.agapea.com/libros/El-corazon-de-los-dias-9788415916628-i.htm

 

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Una luz en el infierno. Alberto Boutellier.

http://albertoboutellier.blogspot.com.es/2014/07/una-luz-en-el-infierno.html

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Rosas y mosquitos. Enrique Alcina. Ediciones El Boletín.

http://www.el-boletin.com/index.php/nuestros-libros

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Agosto en Buenos Aires. Juan García Larrondo. Ediciones Irreverentes.

http://www.edicionesirreverentes.com/teatro/Agosto_Buenos_Aires.htm

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Cardito de puchero II. Juan Luis Rincón Ares. Ediciones El Boletín.

http://www.el-boletin.com/index.php/nuestros-libros

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Cuatro rosas de piedra. Antonio Gutiérrez Ruiz. Puertoguía.

http://mansionesylinajes.wordpress.com/los-libros/

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La luz de hoy. Ángel Mendoza. Ediciones Canto y cuento.

http://libroscantoycuento.com/publicacion/la-luz-de-hoy

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Contrapoder sindical: etnografía, crítica e investigación aplicada en las organizaciones sindicales. Beltrán Roca Martínez. Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo.

http://fal.cnt.es/?q=node%2F35303

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Farton, el pedo explorador. Paco Sordo. Makupipe.

http://www.cuentosinfantilesinteractivos.com/farton-el-pedo-explorador-diversion-escatologica/

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Zombi d´Or, ciudad de vacaciones. Fernando Polanco. Ediciones Kiwi.

http://edicioneskiwi.com/libro/zombi-dor/

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Hierba oliendo a sangre. Raquel Zarazaga. Baile del Sol.

http://bailedelsol.org/index.php?option=com_booklibrary&task=view&id=629&catid=0&Itemid=427

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Cuando Elvira volvió del frío. María González Forte. Ediciones El Boletín.

http://www.el-boletin.com/index.php/nuestros-libros

 

 

 

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Jaime García-Máiquez y López, nació en Murcia en 1973, de donde era su madre, la farmacéutica Carmen López Llopis (ver nótula núm. 1.144 en Gente del Puerto). Su padre es el microbiólogo, farmacéutico y humanista Enrique García Máiquez, miembro de número de la Real Academia de Farmacia y portuense ilustre (ver nótula núm. 821 en Gente del Puerto). Es el menor de cuarto hermanos, junto al escritor Enrique (ver nótula núm. 2.226 en GdP), junto a los mellizos boticarios, Nicolás y María.

...continúa leyendo "2.338. Jaime García-Máiquez. Investigador del Museo del Prado & Poeta."

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Antonio Muñoz Cuenca /Foto: 11500.

Tal vez porque nació en plena guerra civil y en la calle Santa Clara, esa delgada línea roja que, en cuesta arriba desde Cielos al cementerio, comunicaba El Puerto de los vivos con el de los muertos (morirse entonces era "irse pa Santa Clara"). Tal vez por eso, porque la parca era una vecina mayor más, enjuta y de lutos rigurosos, como tantas del barrio, el niño Antonio supo desde chico que la vida iba en serio. "En El Puerto había entonces cientos de muertos vivos… En La Placilla, en el mercado de abastos, la gente se arrastraba por el suelo pidiendo", tiene escrito en su libro Paisajes y Paisanajes.

Muñoli pertenece a una generación a la que no le cabía el hambre en la boca, hombres y mujeres que crecieron con el porvenir torcido y el estómago agilao. Asegura que se alimentaba de flores y que "consumía mucho paisaje", que es la forma poética que tiene de decir que pasaba más tiempo en la calle que los chinos pelúos. Aquellas tardes pardas y frías de la posguerra las consumió pegado a una farola, escuchando a los chavales más mayores contar historias populares de palacios encantados y arboledas perdidas en la bruma amarilla del tiempo. Confiesa que, pese a todo, fue un niño feliz.

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Eduardo Albaladejo, editor de El Boletín, se dirige a los asistentes en el Centro Cívico durante la presentación el pasado octubre del libro de Muñoli, quien es flanqueado, también por Dora Nidia Quevedo, representante de la Federación Local de Asociaciones de Vecinos. /Foto: El Puerto Actualidad.

Tal vez por eso, y tal vez también porque los jesuitas le enseñaron que ser buen cristiano es no resignarse a que cuando uno muera el mundo siga como si uno no hubiera vivido, el caso es que este hombre no ha parado, como un sereno amable e ilustrado, de encender las luces de las farolas de la razón, la cultura y la buena vecindad. Muñoli ha dado letra y orgullo cívico a los de abajo, a aquellos que, como él, se ganan a diario su culpa o su inocencia con el sudor de su frente. Y lo ha hecho aquí, rescatando del olvido la intrahistoria más humilde y decente de esta vieja ciudad nuestra de marineros en tierra y arrumbadores sin botas. Antonio Muñoz Cuenca es El Puerto y El Puerto es Antonio Muñoz Cuenca.

El niño moreno de Santa Clara presentó el pasado mes de octubre un nuevo libro, Relatos Portuenses, un homenaje entrañable a sus hijos literarios más raros, anónimos y libres, nuestros clásicos populares de toda la vida de Dios y de Menesteo. Un autorretrato colectivo muy recomendable para conciencias adormiladas y memorias agilás. /Texto: Pepe Mendoza.

relatosportuenses_2_puertosantamariaLas ilustraciones del libro son obra de Fran Mesa.

Del libro ha escrito el periodista Enrique Alcina: “El salto la patata, el Pelete, el Caraba, la biblia en verso imperfecto. Muñoli escribe entonces como se habla, emulando sin pretenderlo a Fernando Quiñones o Tom Wolfe, y firma un documental sentimental en primera persona del singular y del plural, del acabose y con los principios intactos. Antonio, concejal primero de calidad suprema, subraya la lucha del abolengo de sal y urgencias. Cuenta lo que nunca ocurrió, cuando El Puerto estuvo a punto de convertirse, o no, en antepuerto de Sevilla. Y navega por paisajes de supervivencia y juegos, escenas sencillas de la vida y muertes anunciadas. Muñoli rememora la época triunfal de El Correa, barquito de vapor muy anterior al ya recordado Adriano el vilipendiado. Llanto por la flota pesquera, rabia por las horas muertas de los marineros en tierra, gritos en el cielo y rentoys a cara de perro. El autor desmelena el viento caprichoso y deja “fiao” un apunte fino, un detalle con clase, un borbotón a golpe de sol. Narra amores civilizados, trinca el tren en marcha, como la máquina 3303 que tiraba del expreso Cádiz- Madrid y frena en seco a lo justo, con el tiempo justo para empezar de nuevo a escudriñar entre lo incierto y fijar posturas. Muñoli, concejal primero de cajitas de música, ministro de exteriores del orfeón portuense, Lennon sin Mc Cartney, Leibber sin Stoller, León sin Quiroga, valiente sin dudas.”

Ver más de Antonio Muñoz Cuenca en Gente del Puerto:
MUÑOLI. El portuensismo erudito y su amor a El Puerto.
MUÑOLIS GIRL’S. Las 3 hijas del profesor Muñoz Cuenca.
Cuaderno de Antonio Muñoz Cuenca.

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La Asociación Cultural Puertoguía ha editado un nuevo libro de la serie 'Mansiones y Linajes de El Puerto de Santa María', del que es autor, como de todos los anteriores, Antonio Gutiérrez Ruiz. Se trata del volumen VI, con el título de: 'Cuatro rosas de piedra' que, manteniendo la misma línea y estilo de los otros volúmenes, reseña la historia de la casa número 76 actual de calle Larga, casas principales de la familia Fleming, de origen irlandés, en el siglo XVIII, y primera fábrica eléctrica a fines del XIX.

Esta saga familiar de los Fleming portuenses fue fundada por John Fleming y Elena Geynan que se establecieron en El Puerto abriendo una casa de comercio en la que participarán posteriormente todos sus hijos, bajo la dirección del mayor de ellos, Domingo Fleming, fundador de un Mayorazgo familiar. Se incluyen en las 280 páginas y 61.282 palabras que componen el texto, semblanzas biográficas de todos y cada uno de los hermanos y un seguimiento de los descendientes de Antonio Fleming Geynan, que se ordenó presbítero cuando enviudó, originando dos ramas perfectamente definidas y diferenciadas, la de los Fleming alicantinos y la portuense. No es habitual conseguir ensamblar miembros contemporáneos de un mismo apellido con sus orígenes, alejado en este caso más de tres siglos, detallando todas y cada una de las generaciones que le precedieron. En este trabajo de intensa investigación, el autor lo ha conseguido, desarrollando además algunas biografías cargadas de interés humano, en algunos casos, emociones que intenta trasladar a los lectores en su relato de la historia familiar de este 'linaje', principales moradores de la 'mansión' protagonista.

 

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En un segundo capítulo relaciona y da a conocer a los que fueron propietarios de dos casas situadas en la esquina de las calles Descalzos y Diego Niño, que se fusionarán posteriormente con la casa de los Fleming, personajes de apellidos conocidos en la localidad como son los Barreda, Ruiz-Tagle, Febrés, y otros, haciendo una sinopsis de su evolución como casa habitación hasta que fue adquirida por la compañía que la transformó en una fábrica eléctrica, junto con la casa y jardines de los Fleming.

 

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Y, finalmente, en un tercer capítulo aborda el nacimiento del alumbrado eléctrico en El Puerto, una breve reseña de los comienzos y trayectoria de “Electra Peral Portuense” y de su absorción por la que fuera su competencia, la Compañía de Gas Lebón, cerrándose así el ciclo histórico de este amplio inmueble con fachadas a las calles Larga y Diego Niño y todo el lateral en calle Descalzos, en el tramo entre las dos anteriormente citadas.

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