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Tío Alonso ‘el del Cepillo’, José de los Reyes, ‘el Negro’ y Jeroma ‘la del Planchero’, su hija y familia en su domicilio de la calle Santa Clara, aparecen en este documental, recitando romanceros, cantando diversos palos, hablando de sus experiencias, la tradición oral, los romances transmitidos de padres a hijos durante generaciones.

...continúa leyendo "2.464. Cantes Primitivos sin guitarra. La familia del Cepillo: Tío Alonso, Jeroma, y José de los Reyes ‘el Negro."

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El vídeo corresponde a la serie ‘Rito y Geografía del Cante’. Entre marzo de 1971 octubre de 1973, se programaron 100 capítulos y se visitaron 28 localidades, entre ellas El Puerto de Santa María. Luis Suárez Ávila colaboró con la serie y, de entre los flamencos locales, traemos este vídeo que muestra El Puerto de la década de los setenta del siglo pasado.

...continúa leyendo "2.453. Pansequito. El Puerto de los setenta."

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El Puerto de Santa María, la Ciudad de la Música, que abrirá sus puertas este 2015 los próximos 9, 10 y 11 de octubre, estrena nueva imagen gráfica en colaboración con el artista Daniel Sueiras. La iniciativa de tres emprendedores, Tali Carreto (ver nótula núm. 1.814 en GdP) y los hermanos Jesús y Cesar Guisado (ver nótula núm. 898 en GdP), nos invitan a conocer la Ciudad de la Música, a descubrir hoy las bandas del mañana.

...continúa leyendo "2.450. Monkey Week 2015. Estrenando nueva imagen."

En 1966 la Feria de Primavera (entonces no llevaba aún el segundo apellido ‘Y del Vino Fino’) de nuestra Ciudad se traslada a las inmediaciones de la barriada de Crevillet cerca de la playa de La Puntilla. Durante 15 años el recinto ferial se hizo urbano y playero.

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A la una de la tarde del 7 de mayo de 1966 quedaba oficialmente inaugurada la Feria de Primavera portuense y el concurso de ganado según rezaba en los pasquines de la época y en el programa oficial de festejos que organizaba el Ayuntamiento. Durante 15 años hasta 1980, la Feria portuense pasó a ser por primera vez urbana, aunque nunca perdiera su carácter campestre y de concurso de ganado, que esta vez se celebrara a la sombra de los pinos y eucaliptos de las dunas de San Antón, en lo que su día fuera plaza de abastos y hoy sede de la Policía Local.

La prensa de entonces era elocuente en sus crónicas. La Voz de la Bahía titulaba: "Con extraordinaria animación y gran brillantez se desarrolla la Feria de Primavera en su nuevo emplazamiento de La Puntilla" y dedicaba un número extraordinario de 14 páginas casi completo a ensalzar los pormenores de la fiesta.

feria_1966_fernandezlizaso_puertosantamriaEl Ayuntamiento exponía a los ciudadanos portuenses, un tanto temeroso de que la ubicación elegida no fuese de su agrado ni resultase cómoda por encontrarse inserta entre la barriada de Crevillet y la Playa de La Puntilla, numerosas razones de toda índole. Se argumentaba en la prensa que "debido a las dificultades del tráfico, al tener que cortar la circulación por el Paseo de la Victoria y la situación de la Feria de Ganados en la Carretera General Madrid-Cádiz, que durante los días de feria originaba un embotellamiento de vehículos con gran peligro para el tráfico, el ayuntamiento, tras la prueba efectuada en el pasado año de 1965, con el montaje de una velada en el mes de agosto, ha fijado el emplazamiento de la feria en la zona de la Puntilla, la cual comprende como paseos la Avenida de División Azul (hoy Avenida de Andalucía), Eduardo Dato (hoy Avenida de Menesteo) y antigua Rotonda de La Puntilla". /Ilustración de María Fernández Lizaso.

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La calle del infierno en Crevillet. Todavía algún vecino de la zona recuerda que salía de su casa y se encontraba con la Feria o el Parque de Atracciones, durmiendo la melopea al arrullo del sonido de tómbolas o atracciones.

Las distintas áreas municipales se afanaban porque todo resultase a pedir de boca. Así desde la Policía Local se disponía que la circulación de coches de caballo discurriese por la Avenida Generalísimo Franco (hoy calle Aurora) y la de vehículos a motor por la Avenida de Enrique Martínez (Avda. de la Bajamar).

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La Feria de Ganado, en las colindantes dunas del Estado donde hoy se encuentra la Policía Local.

La Delegación de Festejos con Juan Melgarejo al frente organizaba el recinto ferial de manera que el parque de atracciones se situase entre la tapia del campo de fútbol Eduardo Dato (hoy pisos verdes frente a Comisaría) y el eucaliptal existente (hoy calle Crucero Baleares). A continuación se instalarían aparatos para infantiles y bares, a la derecha y colindante con las dunas del Estado y el recinto para el ganado (hoy sede de Policía Local). En la rotonda de La Puntilla irían casetas particulares y modernos bares.

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Los baños termales, en la fotografía a la izquierda, y delante la obra nueva que albergaba la Caseta Municipal.

LOS BAÑOS TERMALES, CASETA MUNICIPAL
Además se destacaba la ubicación de la Caseta Municipal: "En el edificio de los Baños Termales, por el ayuntamiento se ha construido una caseta de mampostería, con estructura metálica de 220 metros cuadrados" y se animaba al personal a que montasen las suyas: "siendo propósito de este ayuntamiento que, sin perder el tipismo propio de la feria de El Puerto, por empresas y particulares, en años próximos sean construidas también casetas, que para ello las autoridades municipales prestarían su máxima colaboración".

En cuanto al alumbrado extraordinario se doto de iluminación con motivos alegóricos al mar y al flamenco, siendo la misma de 30 mil lámparas, el doble que las del año anterior.

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Don Fabricio II, firmaba esta crónica apoteósica en ABC el 8 de mayo de 1966. /Ilustración Hemeroteca ABC

ENTONCES, UNA BUENA CORRIDA DE TOROS.
Si importante eran los actos celebrado en el recinto ferial, no menos suponían los festejos taurinos. Así el mismo 7 de mayo se lidiaron toros de herederos de Carlos Núñez para los diestros Paco Camino, El Viti y El Cordobés. Y al día siguiente era una novillada de Don Juan Gallardo para Pedrín Benjumea, Sebastián Palomo Linares y Rafael Poyato la que cerraba este importante acontecimiento taurino. Era el inicio de una temporada que mimaba los festejos de la Feria y apostaba por ella.

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Clausura de la Feria con el arriado de bandera.

LUNES FERIADO.
En esa primera Feria de Crevillet, el lunes que era fiesta local finalizaba. Las luces del real se apagaban definitivamente y se procedía a la clausura de una feria corta pero intensa. En esa ocasión el 9 de mayo quedaba clausurada. La prensa de la época recogía con detalle: "Presidía el acto el primer teniente de alcalde y delegado de Festejos, Juan Melgarejo Osborne al que acompañaban la Corporación en pleno, el almirante de la Armada, Pascual Cervera; Comandante de Marina de Cádiz, José Martínez Guzmán; Comandante de Infantería de Marina, José María Millán Sevilla; Ingeniero de Obras del Puerto, José Antonio Español; Jueces de Instrucción y Municipal, Rafael Caballero Bonald y Rafael de la Vargas; Ayudante Militar de Marina, Cayetano Román y los sacerdotes Luis Eguía y Anastasio Pérez de Andrés". Las fuerzas vivas de entonces.

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Caseta de la Hermandad del Rocío en 1966.

Durante 15 años, hasta 1981 en el que se trasladó al Recinto de Las Banderas, los portuenses acudían en masa a un recinto ferial cargado de familiaridad. Las casetas, el mar, los pinos y la barriada más populosa del momento ponían marco a unas jornadas inolvidables. La caseta de los americanos, Tierra Mar y Vino, M. González, Helo-Libo, El Rocío, El Sombrero Cordobés, El Huevo Duro, Empleados de Luis Caballero, Peña Los Cachondos, VIP, la Peña El Liba, el Club Taurino, Peña Los Trinca, Los Amigos del Fino C, Los Afligidos, Medusa, El Camborio y otras muchas se confundían con el teatro chino Manolita Chen, el látigo, los coches choques o el tren de los escobazos, mezclados con el olor de los pollos fritos, los churros o los pimientos fritos. Siempre aderezados con la cercana brisa marina de la Playa de la Puntilla. /Texto: Manolo Morillo. /Fotos: Rasero. Archivo Municipal. Ilustración de María Fernández Lizaso.

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Leamos los sabios comentarios que el profesor Antonio Muñoz Cuenca hace de la Feria: De entre los muchos significados que la palabra feria tiene, creo que el que mejor le cuadra es el de fiesta.

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En la imagen, tomada en la Feria de Ganado, vemos entre otros a la izquierda de la imagen a Felipe Bononato, en el centro a Eleuterio Ferrera Díaz, químico de la fábrica de bebidas carbónicas local 'Volpa' --el refresco antised--Director del Departamento de Enología que fue de Bodegas Terry, profesor de SAFA y del Instituto Laboral; Javier Osborne Domecq, Michel Corzo Ganaza, Carmen Pinilla, María Teresa Alba, Manolo Santiago y Tily Santiago Cossi, y la mujer de Lopete, entre otros. Lourdes Poullet Ramírez, Ana María Brea, Conchita Poullet, Milagros Alba Medinilla, María del Carmen Briceño Herraste, José Luis Poullet Ramírez y Luis Alba Medinilla. A la derecha de la imagen, en el suelo, vemos la sombra del fotógrafo, desconocido para nosotros. /Foto: Colección Ana María Brea Fernández.

Sin embargo, no siempre nuestra Feria ha tenido este significado exclusivo. En los años cuarenta cuando se reinicia la Feria en los pinares del Coto fue una feria modesta, ganadera y expositiva y es que El Puerto de los entonces era mas ganadero que ahora y sacó a exposición lo que había.

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La familia de José Fernández Villegas en la Feria de Ganado de 1952. En el centro, sentado con sombrero de ala ancha, Paco Fernández, ‘el Torero’. /Foto: Colección J.F.V.

En los años cincuenta sigue manteniendo su carácter ganadero, pero aparte de que la población va creciendo y por lo tanto también su Feria, esta se traslada desde los pinares del Coto a una nueva ubicación en la carretera de Jerez enfrente del actual centro comercial El Paseo en un prado magnífico que le va a aportar a esta feria un carácter único y singular que nunca debió perder pues es la causa principal de que en aquellos tiempos vinieran a disfrutar de nuestra feria muchos ciudadanos del entorno.

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Manuel de Jesús Viñas, ‘el Poli’, conocido activista vecinal en una imagen de 1956, con poco mas de cinco años, en la Feria de Ganado, con su padre Manuel de Jesús Benítez y su hermana.

Me refiero a que aquella feria, además se convirtió en una romería y era de ver como la gente iba en romería al borde de la carretera cantando y bailando camino de la feria de ganado con su modesto cestito de comida, sus ganas de vivir y su alegría. El llegar al ferial, era llegar al séptimo cielo o al oasis.

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A la izquierda, Juan y su esposa Loli Ramírez, desconocida, amiga de Loli de hermana de Mercedes Suárez --ambas hermanas cantaban muy bien-- y Pilar Lacarta Lagunas /Foto: Colección María Jesús Vela Durán.

La gente tomaba posesión de aquella especie de pradera de San Isidro y se iba poquito a poco adentrando en el corazón de la feria con sus cantes, sus bailes, su vinito rebujao y su comida casera. Por la noche, había otra feria esencialmente distinta: Era la Velada, la feria de los Enamorados, la feria de las ascuas de luz en el paseo de la Victoria que era el paseo más romántico de El Puerto.

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En la imagen en el interior de una caseta de Feria, aparecen de izquierda a derecha, Juan Luis Carrillo Lucero; Vicente Arniz Arévalo, conocido como ‘Vivi’; Pepe ‘Bigote Jiménez’, durante muchos años ‘embajador oficioso’ de El Puerto en Madrid; Pepe Romero Zarazaga, de Mariscos Romerijo y Manuel Gutiérrez, Manolito ‘el Cochino’.  El camarero es posible que sea Luis Merino. Aparecen las hijas de Pepe de Romerijo y Manolito ‘el Cochino’. No cabe duda de que, entre las viandas que se degustaron, se encontraban los mariscos.

No quiero establecer comparaciones entre los distintos periodos históricos que la feria de El Puerto ha tenido. Su evolución es fruto de los cambios de la vida y su incidencia en la forma de divertirse colectivamente los pueblos. También nuestra Feria durante cierto periodo de tiempo tuvo carácter marinero por asomarse a la popular playa de La Puntilla y un carácter taurino que no debió perder nunca.

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Delante de la portada de la Caseta de la Peña ‘El Binomio’, en 1969, el año de su fundación en los terrenos de Crevillet. La portada representaba la Fuente de las Galeras Reales.

Lo de la novillada de este año ya es el colmo del descaro y la desfachatez. Con razón el gran maestro El Juli ha dicho que la fiesta de los toros es responsabilidad de todos: toreros, empresarios, ganaderos y autoridades y que entre todos deben salvarla. Estas palabras son perfectamente aplicables a El Puerto de Santa María y a su histórica y bellísima plaza. /Texto: Antonio Muñoz Cuenca.

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El sastre de moda flamenca, torera y española que está triunfando en Europa, Salvador Egea, en una instantánea con su familia en la Feria de El Puerto hace unos años.

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La vida de Anzonini fue una fiesta: un cantaor y bailaor festero cuya biografía y legado reconstruye Andrés González Gómez a través de entrevistas con sus compañeros de juerga. Este singular personaje porteño, Manuel Bermudez Junquera (ver nótula núm. 524 en GdP) cantaor y bailaor, embustero profesional, viajero por medio mundo con su arte, ha sido presentado en diversas localidades sin que, en El Puerto, tengamos noticias de que vayamos a asistir a su puesta de largo, a la presentación del evento biográfico de unos de sus hijos. Ni ayuntamiento ni peñas flamencas parece que lo tengan entre sus planes.

Fue editado en 2013 por ‘El Flamenco Vive’, en Madrid, el año 2013. 384 páginas, incluye CD. Se puede encontrar pulsando aquí.

La estirpe de cantaores-bailaores festeros es un género dentro del mundo de lo jondo. Parece ser que los hubo desde que se inventó la fiesta, y hoy en día, esta faceta jonda goza de excelente salud en las voces y el baile de Luis Peña o Javier Heredia, por señalar dos ejemplos a vuela pluma. Fue un género algo secreto, porque se trata de una forma flamenca de intimidad, aunque en algunas ocasiones se asomó, y se sigue asomando, al tablao y a los festivales. Pero su espacio natural es la fiesta íntima. Fueron, son, maestros del compás y del quiebro bulearo, y sus nombres deben figurar con letras doradas en la historia de lo jondo. Fueron y son, sin ánimo de exhaustividad, Paco Valdepeñas, Ansonini del Puerto, Fernandillo de Morón, Pepito Vargas, El Mono de Jerez, El Funi, El Andorrano, El Marsellés, Enrique Pantoja, etc.

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Anzonini, junto a Fernanda de Utrera al día siguiente de algunas de sus innumerables fiestas.

Uno de ellos fue Manuel Bermúdez Junquera (Jerez de la Frontera, 1917 - Sevilla, 1983), conocido artísticamente por Ansonini o Anzonini del Puerto. Andrés González Gómez indaga en esta obra en el origen de este curioso apodo, sin ofrecer una respuesta definitiva. El propio Ansonini afirmaba que era un apellido que se perdió en su árbol genealógico que tenía antecedentes italianos. Por eso González se ha ido a Italia a recabar información pero, como digo, ésta no resulta conclusiva. Lo cierto es que, como uno de los entrevistados en esta obra afirma, Ansonini era un grandísimo embustero. Maestro de la burla y la burlería.

Anzonini del Puerto en la Universidad de Washington en 1982. Estos son algunos detalles de su baile y arte tan genuinos.

La obra se articula como un recorrido biográfico y cronológico. La investigación ha ido a los archivos, aunque se basa en su mayoría en declaraciones de testigos en primera persona de la vida de Ansonini. Son cientos las entrevistas que recoge esta obra, expuestas de forma cronológica: Alfonso Queipo de Llano, Pierre Lefranc, El Monga, Ángel Camacho, Paul Shalmy, Manuel Portela, Juan del Gastor, Paco del Gastor... El libro también incluye entrevistas o testimonios históricos que González ha recabado de publicaciones periódicas o de libros como los firmados Donn Pohren. Asimismo, ha seguido el autor la huella de Ansonini en internet, hasta el punto de ofrecer más de 40 referencias electrónicas, entre ellas, Gente del Puerto.

La fiesta más grande que recuerdo, Fiestas en Málaga, Las fiestas del Casinillo, Fiestas en Seatle o Fiestas en Sevilla son sólo algunos de los títulos de capítulos de esta obra alusivos al flamenco de intimidad que practicaba Ansonini. La vida fue una fiesta para este flamenco con alma lúdica que "nunca fue viejo" al decir del guitarrista Juan del Gastor, que lo acompañó en tantas de estas reuniones nocturnas. Es cierto. Los testimonios gráficos -abundantes- que nos ofrece esta obra lo presentan más estilizado y juvenil conforme pasan los años. Hasta el punto de que muchos se asombraron cuando descubrieron la edad real del personaje el día que murió.

Ansonini, aunque nacido en Jerez, vivió en El Puerto (donde tuvo muchos años una carnicería), en Morón, Madrid y Sevilla, y pasó largas temporadas en la costa californiana, por ese vínculo enorme que tuvo con el flamenco moronense. De hecho, circula un vídeo en iternet que lo presenta como "gitano y carnicero de carne de toro". En todos estos lugares dejó huella, y de todos ellos alimentó su estilo cantaor y bailaor. También pasó en los años 60 por los tablaos de Madrid y la Costa del Sol, así como por los festivales bajo-andaluces de los primeros 70. De hecho el cantaor y bailaor no se inició profesionalmente hasta los 60.

Un sentido lúdico de la vida basado en un compás exacto pero humano, alejado de la cualidad metronómica de muchos de los intérpretes actuales. Con todo, Ansonini tiene muchos seguidores hoy y su escuela no acabará hasta que el flamenco acabe, como demuestran jóvenes intérpretes como los citados más arriba. Eso es lo que menos me interesa del libro, ese carácter de fin de una época, de "cualquier tiempo pasado fue mejor", que es fruto, más que de la intención del autor, del espíritu de la mayor parte de los entrevistados, que ya no son jóvenes, aunque sí lo eran en la época que evocan.

Diego del Gastor y Anzonini del Puerto.

El libro se acompaña, como es norma en las publicaciones de El Flamenco Vive, de un CD con 13 pistas de audio y un vídeo. Los registros sonoros nos presentan a Ansonini acompañado por Diego el del Gastor en fiestas de Morón, Rota, Málaga y Seattle, en este último caso con la guitarra de Keni el Lebrijano, en los años 60, 70 y 80, así como una grabación de Carmen Amaya en la que Ansonini le acompaña a golpes de nudillos y palillos. El repertorio nos lo presenta como cantaor eminentemente festero, obviamente: siete bulerías, dos bulerías por soleá, dos alegrías y una seguiriya. Estas grabaciones, a parte de la voz del cantaor, nos ofrecen el regalo del toque intenso, ensolerado y seguro de Diego del Gastor. La voz de Ansonini era rozada y cálida, visceral, de pura entrega flamenca. Su baile era corto, muy elegante, directo y esencial. Aunque los bailaores y cantaores festeros habitualmente son cortos de repertorio, lo característico de su estilo es que cantan y bailan a un tiempo. Por eso, aunque su repertorio se repite de una fiesta a otra, en realidad es siempre distinto, porque hablamos de un arte de inspiración. Tanto es así que en este disco podemos apreciar la creatividad de Ansonini para improvisar letras sobre la marcha. Otra cosa es la rima, claro, pero ¿a quién le importa? Lo importante es el compás, de ahí que sus bulerías incluyan, de forma abundante, cuplés y canciones populares. Hasta tal punto es original el baile de Ansonini que Mario Maya reconocía haberle cogido su molinete de brazos. También su famoso brazo caído era único.

https://www.youtube.com/watch?v=CmPlQzHbd5w&spfreload=10

Este vídeo muestra la intervención de nuestro cantaor y bailaor en la película documental Garlic is as good as ten mothers (1980) de Les Blank sobre la incidencia del ajo en la cultura española y gitana. Allí Anzonini baila y canta al tiempo que aliña y embute un chorizo. /Texto: Juan Verguillos.

En el coche de caballos tipo ‘faetón’ (carruaje descubierto, de cuatro ruedas, alto y ligero), los dos mozos que van al pescante (asiento exterior desde se maneja las mulas o caballos) el cochero y lacayo (*) también apodado como ‘macho vara’, son desconocidos por nosotros. Este coche tiene los asientos vis a vis, denominación aplicable a los carruajes que teniendo doble asiento en su interior, uno en sentido de la marcha y otro de espaldas a éste, sus ocupantes van mirándose. Por cierto que no es mala la reunión que va sobre el faetón.

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En la imagen, de izquierda a derecha, el armador Miguel Pineda y dos desconocidos, el mecánico ya jubilosamente jubilado Antonio Almagro ‘Pleti’, Alejandro Navarro, empresario, patrón y armador de barcos, y el empresario de la automoción, y presidente del Club de Vehículos Históricos de El Puerto, Fosco Valimaña Cogollo de Tudela --cambió su segundo apellido, 'Lechuga', al trasladar su residencia a la Urbanización Vistahermosa. /Foto: Colección Alejandro Navarro.

(*) Lope de Vega en una de sus comedias hablando de la etimología del nombre lacayo dice en estilo jocoso que se compone de aca o haca y ayo:
Tu llevarás tu aca,
Pues yo seré de aca el ayo, y creo
Que porque enseña, y es del aca el ayo
Le dieron este nombre Alacayo.

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Salida de una prueba de 125 c.c. hacia 1960, recién inaugurado enfrente los vestuarios públicos de Valdelagrana /Foto: Bar Tadeo-Nani Delgado Poullet.

Este verano se cumplirá medio siglo de la última vez que la playa de Valdelagrana acogió la celebración de carreras de motos. La primera, un tanto especial, fue una gimkhana que el Ayuntamiento organizó para la mañana del 25 de julio (festividad de Santiago) de 1956, en la que los pilotos participantes debían sortear una serie de obstáculos llevando de ‘paquete’ a señoritas. Se otorgaron premios de 500, 300 y 200 pesetas a los tres primeros pilotos clasificados, recibiendo un detalle las acompañantes. Ganó tan suculento primer premio el gaditano Carlos Bernal, mientras que su acompañante, la señorita Esquilino, fue distinguida con una polvera. Aquel año, en enero, el Ayuntamiento había aprobado el ‘Plan Parcial de Ordenación de Valdelagrana’, el primer paso para la ocupación turística y urbanística de la playa y su marisma.

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Preparándose la salida de una prueba de 75 c.c.

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Mirando al juez de salida, en 1958.

En 1957 no hubo carreras. Al verano siguiente sí, de velocidad, que comenzaron una vez que a la playa llegaron los motoristas participantes en una carrera de regularidad entre Sevilla y El Puerto, organizada por el Moto Club sevillano.

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Francisco Pacheco (1917-2010), alma máter de las carreras de Valdelagrana, con su Derbi, en Jerez.

Desde entonces las carreras se sucedieron de forma continuada hasta 1965, cuando dejaron de celebrarse. Todas las patrocinó la Delegación de Deportes del Ayuntamiento con la organización y asesoramiento técnico del Moto Club Jerezano, el que en 1954 fundó su alma máter, Francisco Pacheco Romero, toda una vida dedicada a las motos a quien también se debe la idea y los primeros pasos dados para la construcción del circuito de Jerez (1985).

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El jerezano Luis Sáez virando en el circuito. Enfrente, el primer kiosco de Tadeo Sánchez.

En nuestra playa, todas las carreras se disputaron bajo el nombre oficial de ‘Gran Premio Motorista de la playa de Valdelagrana’, durante las mañanas de los domingos –variables según las mareas- de la segunda quincena de agosto. Lo acostumbrado fue disputar las pruebas en un circuito de 2 kms de ida y vuelta que giraban entre 10 y 40 veces según las cilindradas: velomotores de 50 y 75 c.c. y motos de 125, 250 y de ‘fuerza libre’ (hasta 350 c.c.). Siendo la norma en la época que las arrancadas se hicieran a empujón con el motor parado, en Valdelagrana, por la inestabilidad de la arena y el agua, las salidas se hacían con las motos encendidas.

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En la imagen de la izquierda, uno de los grandes de la época: Ramón Torrás en 1962, con su Bultaco de 125 cc. /Foto: Colección Tomás Rivero.

Por tan peculiar circuito corrió lo más granado de los pilotos andaluces y nacionales de la época: los catalanes Jordi Sirera y Ramón Torras (que murió en el 65 en su tierra durante una carrera), el alicantino José Medrano (siete veces campeón de España, fallecido en 2014), José María Añón, Manuel Román… o los jerezanos Luis Sáez ‘el Ubbiali de Jerez’, Juan Gallego, Ricardo Contador y, destacadamente, Antonio Sánchez Garrido ‘Peluqui’, que si no se le hubiera cruzado la muerte en el jerezano “circuito” de La Constancia en el 63, dicen los entendidos que hubiera subido a los más altos pódiums del motociclismo mundial.

motos_8_puertosantamariaEn la imagen de la izquierda, otro de los grandes, el jerezano Antonio Sánchez ‘Peluqui’ (1932-1963), un clásico de las carreras de Valdelagrana.

Y hasta un piloto extranjero corrió en las arenas de Valdelagrana; bueno, era de Gibraltar, ‘llanito’, de nombre Juan Gracia, pero se hacía llamar John Grace (que tuvo una destacada vida deportiva en Bultaco). Pilotos que todos montaban con marcas nacionales: Montesa (1944), Derbi (1949), Motobic (1949), Gimson (1955), Bultaco (1958), Lube-Renn (1960)…

Según las crónicas deportivas, la competición más interesante y reñida fue la de 1960, el domingo 28 de agosto, con recorridos en sus tres pruebas de 10, 25 y 30 vueltas al arenoso circuito y premios de 500, 2.000 y 3.000 ptas y trofeos.

...continúa leyendo "2.437. CUANDO LAS MOTOS RUGÍAN EN LA ARENA. Las carreras de Valdelagrana (1956-1965)"

Esta nótula de María Jesús Vela Durán, recoge alguna de sus vivencias y recuerdos de la Primera Comunión, así como alguna comparativa con las actuales. E igualmente imágenes de grupos, de los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado, pertenecientes a su colección.

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Grupo mixto en la fachada de la Iglesia Mayor Prioral. A la izquierda, Nati Oncala Merino, hija de Melchor, propietario de la desaparecida Carbonería Las 7 Esquinas./Foto: María Mateos.

Ya llegó mayo, y con él, aromas de azahar de los naranjos en flor, y el blancor de la pureza, en las caritas de los que por primera vez, van a recibir la sagrada forma consagrada.

Esta, clarísimo, que mucho han cambiado las cosas, desde aquel 10 de mayo del 63 hasta nuestros días. Yo no tuve ni castillo hinchable, ni viaje a Disney Paris, ni ágape en algún restaurante ni nada parecido, pero si viví con mucha intensidad mi comunión.

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Fila superior, de izquierda a derecha, Juani García Caraballo, Ana Martínez, Merche Cañas Bejarano, Milagros, Ana, Antonia Yuste Quiñones, Fila segunda, Milagros González Gómez, Teresa Gallardo, Paqui Revuelta, Inmaculada Díaz, en el centro, María del Carmen Herrera,  Requena. Primera fila. Concepción Yuste Quiñones, la autora de la nótula María Jesús Vela Durán, Nieves, Manuela, Carmen Gago Rodríguez. Los angelitos  son Ángeles Gómez Galán y Marta Cárave Ruiz.En las escalinatas del altar mayor de la hoy Basílica Menor de Ntra. Sra. de los Milagros Coronada, vulgo Iglesia Mayor Prioral. 22 de mayo de 1963.

Por no tener, no tuve ni vestido nuevo, pero anda que... ¡ no estaba guapa ni na! Permítaseme, la licencia de echarme flores, no  por vanidad, sino porque  ¿que importancia tenia?  Ninguna, el mío  estaba impecable a mis ojos, a pesar de haberle servido a mis cuatro hermanas mayores y prestado a una amiga de la familia. Un buen lavado y almidonado además del can can, hizo el milagro de que  casi pareciera que estaba estrenándolo. A mí me parecía precioso  y de verdad me sentía como una princesita, con mis guantes, mi limosnera, mi muda nueva, mi rosario, mis recordatorias y mi cadenita al cuello, como primer regalo del día; ¿que más se podía pedir?

 

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Delante de la puerta de la iglesia de Las Capuchinas. 30 de mayo de 1959.

Pues, un buen desayuno, y lo tuve,  en el que no faltaba ni Gloria. Después, visita obligada a familiares y amigos y vuelta a  casa eso sí, con la limosnera repleta.  ¡Ay! que ilusión.  Mis hermanos revoloteando a mi alrededor: “--¿Te han echado mucho dinero?”  “--A mi me echaron, tal cantidad, y el otro…” “--Ah, pues a mi más que a ti”. Normal, lo propio.

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El Colegio de la Merced, en el atrio del Convento de las Capuchinas, el 24 de mayo de 1956.

Tengo entendido, que el colegio de la Merced, que dirigía Antonio García Flores celebraba  la misa y el desayuno de los niños, en el Convento de las Capuchinas --hoy Hotel Monasterio--, me imagino que con ayuda de los padres, pero... ¿imaginan lo que debieron sentir aquellas criaturas, ante tamaña belleza?

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Otra de las cosas que han cambiado --a mi entender para bien-- son los peinados de las niñas. Aunque se siguen llevando las tiaras, hoy van  más naturales, con su melenas bien peinadas, con adornos discretos y sin velo. Me imagino, que era costumbre o  tradición peinar a las niñas con rodetes, trenzas,  e incluso con un poquitín de cardado. No solo yo, más de una compañera, tuvimos que dormir la noche anterior con esos incómodos tubos. Lo peor, fue salir a la calle con ellos, desde casa de mis abuelos, me daba una vergüenza... pero ¿como iba a protestar?  Además, para nada, porque al levantarme, la mayoría de los tubos estaban colgando. Anda que... la nochecita que había pasado, tratando de adivinar, como poner la cabeza sin pincharme, cosa harto difícil y al levantarme, ver aquel estropicio. Frustrante, muy frustrante.

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El presbítero Carlos Román Ruiloba administrando la comunión a Kika Vela en 1959.

...continúa leyendo "2.436. COMUNIONES EN EL PUERTO."

Se cumplen 40 años este 2015 de la grabación que, para la posteridad, recogieron las cámaras de NODO (Reportaje 1707B) de 20 de septiembre de 1975, con la pericia de José María de la Chica en la Plaza Real. Actuaron los diestros Curro Romero, Rafael de Paula y Francisco Ruiz Miguel, mientras podremos ver en los tendidos y barreras caras conocidas. Las imágenes se pueden visionar a partir del minuto 08:11, o bien en el enlace que figura como PÁGINA COLOR, pulsando aquí.

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