Joaquín Calero Cuenca nace el 14 de agosto de 1890 en San Fernando Cádiz, fruto tercero del matrimonio formado por Antonio Calero Piñero y Marcelina Cuenca Romero, ambos naturales de San Fernando. Sus otros hermanos, María Candelaria (1881), José Antonio (1888) y Manuel (1892), vivieron en la casa familiar en la calle San Joaquín, núm. 8. Allí pasó su infancia, salvo los años 1894 y 1896 que vivió en Filipinas, a donde se trasladó su madre y hermanos, al estar destinado allí su padre en el Arsenal de Cavite como Contramaestre de la Armada, residiendo posteriormente en Madrid, donde vivió su juventud.
El año de su nacimiento, 1890, El Puerto contaba con 19.006 habitantes. Dionisio Pérez fundaba la Revista Portuense. El solar que ocupaba antaño el Convento de los Descalzos, y que iba a llamarse plaza de la Libertad, a petición popular se le dio el nombre de plaza de Isaac Peral, marino e ingeniero elegido ese año diputado por El Puerto, tras la renuncia del ingeniero de montes Federico Laviña.

La Plaza de Isaac Peral y la Electra.
En 1911 Calero ingresó en el Cuerpo de Escribientes de la Armada, siendo destinado al Ministerio de Marina en Madrid, aprobando al año siguiente las oposiciones al Cuerpo de Inspección de Aduanas obteniendo su primer destino en La Rábita (Granada).
En 1914 contrajo matrimonio en Albuñol (Granada) con Luisa Rosa Muñoz del March y fruto de aquel matrimonio nacieron 5 hijos: Antonio en 1915, Luisa Rosa en 1918, Joaquín --que llegaría a ser director del Instituto Santo Domingo, Jefe de la Falange y precursor de la radioafición en El Puerto-- en 1920, María Soledad en 1924 y Francisco en 1927. Era abuelo del cantautor Javier Ruibal de Flores Calero.

El muelle del Vapor y la Otra Banda, en la década de los 30 del siglo pasado.
LLEGADA A EL PUERTO.
Otros destinos fueron, en 1915 en la Aduana de Alicante. 1918 en la Aduana de Barcelona hasta que, en 1924 fue destinado a la Aduana de El Puerto de Santa María.
Desde el día de su llegada a El Puerto se integró en la sociedad del momento intentando participar en la medida de sus posibilidades en la promoción y desarrollo de la Ciudad.

Construcción y rellenos de los muelles en la Avenida de la Bajamar.
Intervino Calero de forma directa en la consecución del dragado del río Guadalete --gran preocupación del momento-- y la construcción de los muelles que permitieran las llegadas y establecimiento de líneas regulares de buques para que cargaran los vinos para la exportación directamente desde nuestra ciudad, sin tener que pasar obligatoriamente por el envío previo a Cádiz.

Foto tomada en la puerta de la Aduana del Vergel del Conde., con motivo de la visita del Director General de Aduanas. En ella podemos ver, en el zaguán de la puerta el 2º por la izquierda Caballero Noguera, Luís; el 1º por la izquierda en la calle Terry y Cuvillo, Fernando A. de; el señor del bigote el Director General de Aduanas; el señor de uniforme con gabardina en el brazo su ayudante; el de la gorra blanca con uniforme de aduana Calero Cuenca, Joaquín. El resto son desconocidos.
Según el investigador Antonio Gutiérrez Ruiz. "El alcalde de 1930 y 31, Eduardo Ruiz Golluri, que estuvo un corto pero fértil periodo al frente del Ayuntamiento, formó parte de la Comisión Administrativa del puerto marítimo que dirigia el ingeniero Ignacio Merello, se realizó el dragado del río, abriéndose un nuevo canal en la desembocadura que permitía la entrada de buces mercantes de hasta 1700 toneladas de registro, se instaló el transbordador de sal y se construyó la fábrica de cemento. Se diseñó de común acuerdo con la Hermandad del Carmen y contando con la iniciativa del capitán de puerto Vicente Pérez Baturone y la especial colaborción de Felix Tejada, presidente de la comisión de Fiestas del Ayuntamiento, de Joaquín Calero, administrador de Aduanas y del ingeniero Ignacio Merello, una procesión marítima que se celebraría en la festividad de la Asunción, el 15 de agosto".
En nuestra Ciudad fijó su residencia hasta en tres ubicaciones distintas; la primera en la Plaza de la Herrería esquina con Jesús de los Milagros, la segunda, en la calle Micaela Aramburu frente al extinto Hospital Municipal y Capilla de los Afligidos, y la tercera, en la calle Vergel del Conde O’Reilly (en la actualidad Ribera del Marisco, donde hoy se encuentra Restaurante Flores), en cuya planta baja estuvieron ubicadas las oficinas de Aduana.

Sentados, de izquierda a derecha, Eduardo Ruiz Golluri, alcalde, Daniel Martínez García, Francisco Quijano Rosende, Ramón García Llano. De pie, José Carvajal, desconocido, Joaquín Calero Cuenca, Manuel Beardo Oliva y desconocido. Patronato de la Vejez del Marino. 19 enero 1936.
El 25 de Julio de 1930 se crea El Instituto Colombino de El Puerto de Santa María y de él fue nombrado Vocal. El 14 de Enero de 1931, conjuntamente con la junta directiva en pleno del Instituto Colombino, fue nombrado Académico de Honor por la Real Academia Hispano-Americana de Ciencias Y Arte de Cádiz. Profesionalmente, ese año, fue ascendido a Jefe Superior de Administración del Cuerpo Pericial de Aduanas

En la foto del nombramiento de hijo adoptivo, podemos ver a Joaquín Calero recibiendo dicha acreditación de manos del Alcalde de la Ciudad Eduardo Ruiz Gollury y detrás de él Ramón García Llanos. El resto nos son desconocidos.
HIJO ADOPTIVO DE EL PUERTO.
El 8 de Abril de 1931 en el Pleno celebrado en el Ayuntamiento se acordó por unanimidad que D. Joaquín Calero Cuenca fuera nombrado Hijo Adoptivo y Predilecto de la ciudad. A pesar de no haber nacido en nuestra ciudad, fue un gran enamorado de El Puerto y de su río. Reproducimos unas palabras, pronunciadas en el almuerzo homenaje que sus convecinos y amigos le rindieron, reflejadas en la Revista Portuense:
«--Señores: yo soy un enamorado del río Guadalete. Vivo tan cerca de sus orillas que el rumor de sus aguas mansas es como canto que adormece mi espíritu y lo baña en sensaciones de paz; he llegado a enamorarme como un muchacho, hasta el punto, de que siendo idéntico el paisaje, yo lo encuentro distinto siempre, y siempre también, con encantos nuevos, que cual la hembra a quien se ama, aparece a nuestra mirada con aspectos insospechados de amor y de belleza».

Homenaje a Joaquín Calero Cuenca; se celebró en el chalet de la Real Sociedad de Tiro de Pichón situado en la antigua carretera de Jerez, y asistieron entre otros: el homenajeado 4º por la izquierda, señalado con una “X”; Alcalde Eduardo Ruiz Gollury (traje claro en la fila de abajo sentado, el 2º por la derecha de la foto); Fernando A. de Terry y Cuvillo; Ayudante de Marina Vicente Pérez Baturone (de uniforme junto a Calero Cuenca); Arcipreste Francisco Nuñez Galvan (el cura); Pastor Moreno, Jose Maria (detrás del señor con sombrero claro y cinta oscura, junto a Villar); Jose Leon de Carranza; Coronel de Infanteria Varela Iglesias, Enrique (el de la capa que llegaria a ser general); Atanasio Quijano; Jose Jimenez Gonzalez; Ramon Varela Campos; Benjumeda Martínez de Pinillo, José Luís (de los tres de arriba del todo el más alto); Benjumeda Martínez de Pinillo, Antonio (arriba sobre la baranda); Juan Gilabert; Osborne Tosar, Juan; Osborne Tosar, Luís (como los dos eran muy parecido, uno es el 3ª por la izquierda y el otros el 10º por la izquierda delante de la baranda); Felix Tejada Mayo (puede ser el 1º por la izquierda, solía siempre ponerse en una esquina de las fotos); Carlos J. de Terry y del Cuvillo; Villar Burgos, Juan (suegro de José López, detrás de la barabda el 1º por la derecha); Jaime Togores; Jose Togores; Ruiz de Cortazar y Tosar San Gines y Zurutuza, Antonio (junto a Benjumeda Martínez de Pinillo, Antonio con la mano derecha sobre el pecho); Francisco Ponce; Justino Castroverde (este asistió al acto, pero supongo no estará en la foto, ya que está hecha por él); Tosar García de Valdeavellano, Adolfo (padre de Javier, creo es el 1º por la drecha de pie y gabardina en mano); y algunos más que no ha sido posible indentificar.

Foto tomada en el muelle de los faluchos finales de los 40 del siglo XX. El que está detrás entre el Ayudante de Marina, Francisco Martel Vinegra y Joaquín Calero Cuenca en José Valiente Moreno y el penúltimo hacia la derecha el entonces Alcalde de El Puerto de Santa María Eduardo Círia Pérez. El militar desconocido y el paisano, el Juez de Primera Instancia e Instrucción del Partido Judicial de El Puerto, Diego Martínez Valbuena, primo del Padre Juan Martínez, S.J.
CONCEJAL Y ALCALDE.
El 1 de Julio de 1944 es nombrado Gestor-Concejal del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María, formando parte en principio de la Comisión Informativa Sexta a la que le competían la Policía Urbana, Obras Municipales, Fiestas, Paseos y Jardines, formando parte de la misma con Eduardo Ciria, Antonio Duran y Francisco Bernardo.
El 14 de Enero de 1945, en atención a los meritos contraídos como Primer Teniente de Alcalde, obtuvo la Cruz del Merito Naval de 2ª Clase con distintivo Blanco. (En la imagen, dibujo de Torres Brú, que se conserva en la galería de alcaldes del Palacio Municipal).

Joaquín Calero Cuenca (con sombrero y abrigo), en el muelle comercial inspeccionando un embarque para el extranjero.

Foto tomada, posiblemente, a bordo del Cañonero "Lauria", la foto puede ser de finales de los 30 o principios de los 40 del siglo XX.
El 14 de Julio de 1947 fue nombrado Alcalde de la ciudad de El puerto de Santa María cargo que desempeñó hasta Abril de 1948, dimitiendo por incompatibilidad profesional con su carrera al frente de la Administración de Aduana, presentando el 15 de abril la renuncia a la Alcaldía y la Presidencia de la Comisión Gestora del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María
En 1956 un nuevo destino de Aduanas, en Sevilla, duró muy poco tiempo, falleciendo el 11 de agosto de dicho año.









(Continuación).
En los cuadernos de Raya I, Raya II o Raya III, íbamos haciendo palotes y letras, a imitación de la muestra, y, al acabar la página, le pasábamos un papel secante. El repaso del Catón, libro para ejercitarse en la lectura, las explicaciones de Historia Sagrada de la que recuerdo la de José en Egipto y lo de las vacas gordas y las vacas flacas, o la de Moisés, abandonado en una cestita embreada flotando en las aguas; la urbanidad, con las viñetas del comportamiento del niño bueno y del niño malo...etc. constituían lo principal de la enseñanza.
De cuando en cuando, te daban, para que se los dieras a tus padres, estampas y folletitos de "Teresita", una novicia que había muerto en olor de santidad en Carabanchel, y que en mi casa acogían con cariño, porque la tal Teresita --en la imagen de la izquierda-- era hija de un primo segundo de mi bisabuela Magdalena.



Este es un colegio más que centenario. Se formó sobre el palacio de un cargador de Indias de origen flamenco, llamado Vos, al que se unieron otras fincas, entre ellas las que formaron el teatro y la salida por la calle Pozuelo, la casa del capellán, el solar donde se edificó la Iglesia, la casa llamada de la Virgen, y, más luego, una casa que hacía esquina con la calle Santo Domingo, de Manuel Ortega Infante y la incorporación final de la casa que fue de mis tíos Javier Terry del Cuvillo y Carmen Muñoz Ávila. (Patio de las Carmelitas con el Monumento al Corazón de Jesús. Año 1935).
De esas fechas, que serían los años 1920, parte la incorporación al Colegio de una casita pequeña, pintada de rojo y blanco, con sólo la puerta y un balcón. Resultó que esa vivienda era una casa de mala nota y mi bisabuelo Norberto se alarmó, porque frontera al colegio de sus nietas hubiera un sitio de pecado. Así que la compró y la regaló a la Comunidad. Desde entonces, paradójicamente, la casita se llamó "La Casa de la Virgen", hoy desaparecida, y su superficie está integrada en el actual edificio. (En la iamgen de la izquierda, Norberto Gutiérrez, bisabuelo del autor del artículo).

El suelo de la clase era un entarimado de madera. Al fondo de la clase había una puerta de cristales, pintados de blanco, que cerraba un pequeño habitáculo, donde, al parecer, decían que era el cuarto de las ratas, y allí se metía a los niños que fueran malos. La clase la presidía, al frente, una pizarra, el encerado que se llamaba, un crucifijo, la mesa de la profesora que resultó ser la encantadora Hermana Natividad, un cartel como de hule con el mapa político de España, Islas Adyacentes y Plazas de Protectorado y Colonias Africanas y otro cartel con un silabario que, además de letras, tenía dibujos de animales y cosas que sugerían las sílabas o las palabras. Los niños no usábamos cuadernos. Escribíamos en pequeñas pizarras individuales, con el marco de madera, en uno de cuyos lados había un agujero por donde entraba la guita que sujetaba un trapito para borrar. Se escribía con un pizarrín, barrita hecha de la propia pizarra u otros más elaborados de manteca, que se decía. (Revista Mi Colegio. Núm. 52. Octubre 1923).
Desde la clase de los niños, se veía por las ventanas, a las niñas en el recreo. Generalmente jugaban a saltar la cuerda, con el canto de aquello: «Soltera, casada, viuda y monja», repetido, cada vez más rápido, que fueron los estados por los que pasó la venerable Madre Vedruna. Las niñas con sus uniformes de tablas, azules, con cinturones de tela y hebilla plateada, sus cuellos blancos de piqué almidonados y, luego, de plexiglás, sus calcetines blancos y sus zapatos de charol, a veces lucían medallas y bandas por su buen comportamiento y aplicación. Para la clase de gimnasia usaban, bajo las faldas, los puchos, especie de pantalones bombachos hasta más abajo de las rodillas. Cuando iban a la iglesia, o algún acto especial, se colocaban, además, un velo de tul blanco, que se ceñían a la cabeza con un elástico y lo volteaban para atrás, y unos guantes también blancos.
Así iban, por ejemplo. en la procesión de la Niña María, una imagen de la Virgen Niña, de Olot, que anualmente, se sacaba, en unas anditas portadas por las propias niñas, por las calles cercanas al Colegio. En filas iban las alumnas y los pequeños alumnos, el sacristán con la Cruz, Pepe Caamaño, la Comunidad de Hermanas Carmelitas con la Madre Superiora, Madre María, la Hermana Julia, Hermana Rosa, las Hermanas Dolores Sánchez y Dolores Martínez, la Hermana Teresa, la Hermana Natividad, la Hermana Enriqueta Feliú, la Hermana Aurelia, la Hermana Encarnación, muy jovencita, y alguna más, todas de hábitos negros con sus tocas, como Dios y las constituciones de este Santo Instituto mandaban, y, de preste, con alba, capa, estola y bonete, el capellán que era don Antonio Herrera Hurtado, que murió en olor de santidad. La banda de música de Rocafull cerraba el cortejo. (En la imagen, vestidas Primera Comunión de Ana María y Celia Insúa Lavín. Detrás Matita Muñoz y María del Carmen García de Cos. El angelito de enmedio es Marisol Muñoz Bellvís. Foto: Celia Insúa Lavín).
La procesión salía de la Iglesia y a ella volvía, pero la Niña María no estaba en la iglesia el resto del año. La iglesia inaugurada en 1893, por el Cardenal Arzobispo de Sevilla, se construyó a expensas de doña Elisa Guezala, viuda de Osborne, condesa de ese título, y en ella tienen cripta y panteón todos los Osborne. En ella está enterrada toda esa familia, empezando por don Juan Nicolás Böhl de Faber y Doña Frasquita de Larrea, padres de Fernán Caballero y abuelos de la primera generación de “Osbornes” portuenses, cuya imagen podemos ver a la izquierda.
El proyecto fue del arquitecto Don Juan de la Vega y el estilo neogótico. En el presbiterio sobre la mesa de altar, se puso un sagrario y sobre él un tabernáculo gótico, todo dorado y blanco, con pináculos. En el ábside, en tres hornacinas, se colocaron las imágenes del Sagrado Corazón, Santa Teresa y San José, obras del escultor Fons y Pons de Madrid.
En la nave del evangelio, el altar de la Virgen del Carmen, sentada sobre una peana de terribles llamas por las que asomaban de cabeza o de medio cuerpo las Benditas Ánimas del Purgatorio y, a los lados, las imágenes de San Juan de la Cruz y la de la entonces Venerable hoy Santa, Madre Joaquina Vedruna de Más, la fundadora. El siguiente altar era el de la Inmaculada de las Hijas de María, imagen que antiguamente salía en procesión.
Hoy viernes, a las 20:30 horas el portuense Álvaro Rendón Gómez,
Sólo algunos iniciados que demostraron su habilidad para mantener el secreto tuvieron acceso a este conocimiento: Pitágoras, Herón de Alejandría, Platón, Apolonio de Perga (famoso por su método para trazar circunferencias tangentes a dos rectas convergentes y a dos circunferencias interiores a las mismas), etc.
»Los egipcios conocían las unidades físicas, como nuestro metro, pero jamás lo aplicaron. Preferían medidas más casuales, como el codo. Comprendieron, como los pitagóricos después, incluido Platón, que las medidas reales son sólo unidades abstractas. A nosotros nos ha costado miles de años llegar a comprender el mundo de las ideas de Platón y, en consecuencia, llegar a esta conclusión: La línea recta real es una falacia en un Universo en continuo movimiento, pues cualquier intento de trazado recto se curvaría. Únicamente son rectos los ejes de rotación de los cuerpos y los diámetros imaginarios de las circunferencias; todo lo demás es curvo; aunque sí podamos concebir abstractamente la existencia de líneas rectas, en el mundo de las ideas.
Ajustar las medidas del Templo para ser habitado por la divinidad, debió representar un problema importantísimo. Si Dios está en todas partes, es el dueño del universo, ¿cómo acotar un espacio material, en mi pueblo, junto a la casa del párroco, y pretender que duerma allí el Creador del Mundo? Si esto fuera posible, ¿cómo construir un espacio así, de esas medidas tan increíblemente grandes? Evidentemente, no colocando una piedra sobre otra y ver si la que hace veinte lo derriba todo; sino planificándolo, partiendo de un modelo abstracto simple y descomponiéndolo en unidades más pequeñas. La geometría es el único recurso capaz de abstraer la forma; aunque pocas formas podremos concebir cuando ignoramos casi todo del templo.
»Este conocimiento sagrado pasó al pueblo de Israel a través del Libro del Génesis, escrito por Moisés que, como se recordará, fue educado por los egipcios para convertirse en Sumo Sacerdote. No hay otro pueblo sobre la faz de la Tierra que haya inventado tantos mitos como el hebreo, experto en asimilar las costumbres de las naciones que ha ocupado o bajo los que ha vivido esclavizado. De todos ellos ha sabido extraer, sintetizar y divulgar primitivas creencias, ancestrales ritos y saberes de iniciación con los que ha conformado una religión ecléctica y sincrética con la que, a lo largo de su larga y obligada trashumancia, ha inoculado también a muchas otras.
»Durante mucho tiempo la geometría sagrada se transmitió mediante una disciplina cabalística, denominada GEMATRÍA que, indirectamente, formaba parte de ls enseñanzas esótericas que el maestro de obra iba mostrando al aprendiz. En Gematría al Triángulo Equilátero se le asigna la letra Alef (a); al Cuadrado, Mem (m), y al Pentágono, Shin (c). Alef, Mem y Shin son letras-Madre porque originan las restantes letras. Efectivamente, si tomamos los Polígonos regulares simples como punto de partida y tratamos de generar Polígonos de número de lados múltiplo de los anteriores, tendremos
»A falta de demostración de su planta la Iglesia Mayor Prioral, en El Puerto de Santa María, contiene elementos de esta geometría sagrada que nos da esperanzas para considerarla como Iglesia iniciática. Baste, para ello, el análisis geométrico de su fachada.» (Texto e ilustraciones: Alvaro Rendón).
Tolkien huía de la alegoría. Por eso el cristianismo de ‘El Señor de los Anillos’ no hay que buscarlo tanto en sus tramas ni en los personajes, aunque se puede rastrear, sino en el vuelo de la visión y en el temple moral. Gracias a la exhaustiva investigación de José Manuel Ferrández Bru, que adelanta en su blog, 
TÍO CURRO, EL CURA QUE CUIDÓ AL JOVEN TOLKIEN.
SUBVENCIONÓ A TOLKIEN
Luego, cuando en la adolescencia se enamoró perdidamente de Edith Mary Bratt, el tutor prohibió el contacto hasta la mayoría de edad. Tolkien obedeció. Hasta el mismo día que cumplió 21 años: entonces escribió a Edith, y retomaron su noviazgo. Fueron padres de cuatro hijos y, lejos de guardar rencor a Fr. Morgan, lo recibieron en su familia con cariño. Incluso pensaron que aquella dura prueba convirtió un momentáneo amor juvenil en un maduro amor conyugal. Que el sacerdote veía en Tolkien a un hijo lo demuestra el hecho de que le dejase en herencia un valioso reloj que él había heredado de su padre.
FERNÁN CABALLERO.



A la muerte de Francis Morgan este reloj fue heredado por el mayor de sus protegidos, J.R.R. Tolkien, quien lo conservó en su estudio durante toda su vida y en más de una ocasión fue capaz de repararlo a pesar de la antigüedad de su maquinaria. La familia Tolkien llamaba al reloj ‘el flip-flap’ porque indicaba la hora girando las figuras como si fueran las páginas de un libro mientras emitía un leve ruido zumbante. Tras la muerte de Tolkien, el reloj fue heredado a su vez por su hijo mayor John, quien falleció en 2003, sin que se sepa cual fue el destino del reloj». (En la imagen, Tío Curro, ya de mayor).
«Propagandista español del socialismo furierista nacido en Tarifa en mayo de 1782 y fallecido en Algeciras el 17 de febrero de 1851, del que desciende la rama portuense de los Abreu. Inició la carrera de marino a los quince años, al ingresar en septiembre de 1797 como guardiamarina. Durante la Guerra de la Independencia fue oficial de la marina mercante, y combatió como alférez. Al finalizar la guerra en 1814 renuncia al grado de oficial y vuelve a su ciudad natal. Implicado en las luchas políticas clandestinas tras el golpe de estado fernandino de 1814, tuvo que marchar al exilio. Tras su regreso, en 1820 ejerció el cargo Alcalde de Tarifa (Cádiz) durante varios meses, fue nombrado diputado provincial por el distrito de Algeciras (1820-1822) y diputado provincial por Cádiz (1822-1823). Como diputado tuvo una actuación destacada en la aprobación de la ley de reparto de bienes comunales. Formó parte de la comisión encargada de conducir a Fernando VII a Sevilla y votó a favor de su destitución, lo que le costó una condena a muerte y tener que exiliarse a Francia para evitar su cumplimiento. (En la imagen, Joaquín Abreu Orta)
Durante este nuevo exilio en Francia (1823-1834) conoció a Carlos Fourier (1772-1837), y se convirtió en uno de sus seguidores, interviniendo en la organización del primer falansterio, organizado en 1832 en Condé-sur-Vesgres. (En la imagen, Joaquín Abreu Núñez).
Se casó en Cádiz el 28 de octubre de 1836 con su sobrina Concepción Nuñez Abreu, veinticuatro años más joven que su tío y esposo (si hemos de creer lo que dice la dispensa papal, que se conserva en el Archivo de la Diócesis de Cádiz, la novia iba embarazada).» Texto: Jorge Lombardero Álvarez. Proyecto Filosofía en Español. (En la imagen de la izquierda, escudo de los Abreu).
Contó con numerosos seguidores entre los que destacaron Pedro Luis Hugarte, Faustino Alonso y Joaquina de Morla, que tradujeron al español textos franceses de difusión del furierismo y defendieron estos proyectos en periódicos y revistas. Estos seguidores eran principalmente comerciantes, propietarios, médicos y otros profesionales que más adelante se vincularon al republicanismo.
Hablar del Vapor de El Puerto en la última década, era asociarlo a la entrañable figura de su patrón más conocido: Pepe. Sin embargo apenas se hablaba del otro hermano, Juan, quien también fue patrón del barco, cobrador, marinero y gestor de la nave hasta su jubilación. A Juan Fernández Sanjuán yo le tenía un afecto especial. Me relacioné con él durante 20 años por razones de índole profesional, y siempre aprendía algo de sus comentarios, parcos, pero certeros. Era un hombre de pocas palabras, las precisas, pero de un gran corazón y mucha sabiduría. Los años en el barco le hicieron ver la lámina de agua de la Bahía de forma diferente. (En la imagen, Juan Fernández, recogiendo el Premio a la Promoción Turística que le otorgó el Ayuntamiento en 1991).
Sus gestores piensan que los catamaranes pueden dar al traste con este Bien de Interés Cultural (BIC) de toda la bahía gaditana, al no poder competir en precio por lo cuantioso de los gastos, y además, porque al estar el Vapor protegido por la ley, no pueden hacer con el cualquier cosa. Y para colmo, las pocas subvenciones públicas se les están apagando como una vela.

En paralelo y perpendicular a la margen derecha del río Guadalete, en las inmediaciones de la que era entonces su desembocadura a la Bahía de Cádiz y en las cercanías de donde se encontraba la antigua ermita de Guía, se extiende el más singular de los ensanches urbanos de nuestro país: el polígono industrial bodeguero del Campo de Guía,
Se trató de la segunda etapa de auge constructivo bodeguero en la zona (la primera tuvo lugar durante el último tercio del siglo XVIII), tras las guerras finiseculares y la de la Independencia y después de la emancipación de las colonias españolas en América Precisamente, parte de los capitales invertidos en este polígono bodeguero lo eran de indianos repatriados y de comerciantes de la zona que tuvieron que reorientar sus actividades económicas. Y entonces la vinatería ofrecía enormes expectativas de negocio. (Puerta de acceso a la actual Bodega de San José, en la Plaza Elías Ahuja).
El ensanche del Campo de Guía de El Puerto constituye un paisaje industrial urbano peculiar: lo forman grandes "bodegas catedrales" y amplios trabajaderos de tonelería, Las bodegas son de cubiertas a dos aguas, fachadas con ventanas a la máxima altura posible (excepto en los escritorios) y portadas neoclásicas rematadas en frontones triangulares. Los trabajaderos de tonelería son de menor altura, con ventanas simuladas con o sin ellas y sólo están cubiertos parcialmente Estas líneas arquitectónicas presentan varios colores: el blanco de los muros; las tonalidades ocres de las tejas y sillares y la calamocha de cornisas, recercados de frontones, vanos y zócalos; y el verde carruaje de persianas, rejerías y portones. (Portada ornamentla el el ensanche bodeguero de Campo de Guía.