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josesrodriguez_puertosantamariaJosé S. Rodríguez era su nombre artístico. José Luís Sánchez Rodríguez singularizaba la S. de su primer apellido. Estuvo casado con Pepita Sarazena. Era discípulo de “El Estampío” y de “Carito”, que conocía toda la escuela bolera y todo el baile clásico y flamenco. Llevó El Puerto de Albéniz por todos los teatros de mundo, además de ser un fenomenal bailaor flamenco.Su padre era Camilo Sánchez Jamardo, propietario de una tonelería que había en la Plaza de Toros y que ardió. Nació en la calle Santa Lucía, en el número 2. Se fueron a Sevilla y luego José Luis a Madrid para estudiar baile, mientras era técnico del Instituto Nacional de Previsión. Las hermanas de José Luis estudiaron en las Carmelitas. Una de ellas se casó con el célebre pintor y grabador Francisco Cortijo. José S. Rodríguez es tío segundo de José Ignacio Delgado Poullet -Nani- técnico del Centro Municipal de Patrimonio Histórico. La madre de Nani es Maruja Poullet Rodríguez, hermana de Pepín, el Barbero. (Ilustración: Plumilla de Luis Suárez Ávila).

José S. Rodríguez was his stage name, he reduced his first surname Sanchez to just the ‘S’.   He was married to Pepita Sarracena and was a disciple of "El Estampío" and "Carito", he knew all the bolero, classic and flamenco dances. He was responsible for taking El Puerto de Albéniz music to all the theatres of the world, as well as being an amazing flamenco dancer. His father was Camilo Sánchez Jamardo, who owned a barrel-making business in Plaza de Toros which burnt down. They went to Seville and then José Luis headed for Madrid to study dance, whilst working at the National Institute for Social Security. José Luis’ sisters studied at las Carmelitas (the nun’s school). One married the famous painter and engraver Francisco Cortijo. José S. Rodríguez’s second cousin once removed, José Ignacio Delgado Poullet, known as Nani, works at the Municipal Centre of Heritage. Nani’s mother is Maruja Poullet Rodríguez, Pepín, the Barber’s sister.

joseigdelgadopoullet_a_nani_puertosantamariaJosé Ignacio Delgado Poullet -Nani- es conocido en el ambiente de los amantes del Puerto antiguo por sus exposiciones, en solitario o en colaboración con el Centro Municipal de Patrimonio Histórico. Ha realizado proyecciones de diapositivas -actuales o antiguas- ante diversos auditorios ciudadanos ofreciendo las siguientes imágenes: "El Puerto y su entorno", hace 25 años. "Las Lagunas", en un intento de concienciación de salvar las lagunas portuenses. "Paseando por las costas de Cádiz". "Imágenes Antiguas de El Puerto". "Mirando al Guadalete". "Detalles del Centro Histórico". "Sitios raros y poco conocidos de El Puerto". Actualmente está ofreciendo la proyección "El Puerto en el Recuerdo", próximamente en el Salón de Romerijo.

josesrodriguez2_puertosantamaria¿INMORTAL?. PUES SÍ
«Acabo de enterarme de la muerte de José Luis S. Rodríguez. Yo que lo creía inmortal, desde la ultima vez que lo vi, me he ido convenciendo de que se moría. Y no lo he visto en los últimos días, porque , a la vez, me quería persuadir a mí mismo de lo contrario.
Ahora, se me aborbotonan en el recuerdo la de tarjetas postales que recibí de él y de su esposa, Pepita Sarazena, desde Nueva York, desde Londres desde Dublín desde París, desde Munich, desde Tokio... José Luis,con la modestia con que acostumbraba a cubrir el enorme arte que poseía, ha sido uno de los portuenses que ha paseado con honra el nombre de su Puerto de Santa María por todo el universo mundo.
Nació en la casa número 2 de la calle Santa Lucía, en 1917. Estudió con el inefable "Carito" todo el baile de la escuela bolera del siglo XVIII y con Juan Sánchez "El Estampío" el baile flamenco. No pudo encontrar mejor esposa que Pepita Sarazena, una bailarina inglesa, que estudió baile clásico en Rusia y en España, donde en el estudio de "El Estampío" conoció a José Luis. Juntos , formaron un elenco que dio la vuelta al mundo varias veces, durante más de treinta años.
Cuando yo lo conocí, en el año 1960, fue en Jerez. Estábamos los dos esperando a la misma persona y no pudimos encontrarla. Comenzamos a hablar y al punto salió el nombre mágico de El Puerto. Aquello nos aunó. Su familia había tenido en El Puerto un trabajadero, una industria donde se hacían botas de roble. Sus hermanas habían estado con mi madre en el colegio, sus vivencias portuenses, pese a la distancia de años, eran las mismas. Y congeniamos. Pepita Sarazena, mientras tanto, esperaba la vuelta de José Luis, intranquila, en el Hotel "Los Cisnes" y nosotros, como si tal cosa, hablando y hablando de El Puerto.
Desde entonces acá José Luis y Pepita han sido mis mejores amigos.
Hace poco me enviaron programas y fotografías de toda su vida artística. En ellos, siempre, en el repertorio, "El Puerto" de Isaac Albéniz y una apostilla: "las fotografías son de McBean, recientemente fallecido, que es como decir el Castroverde del mundo".  Otra referencia al fotógrafo más emblemático de El Puerto.
Retirados, se vinieron a vivir a Cádiz. Diariamente bailaban, a solas, los dos, entre las tres y las cuatro de la tarde, disciplinamamente, en la trasera del escenario del Teatro Falla. Hasta allí, muchos días, yo me acercaba y tenía la conciencia de que se me permitía conocer algo que en España la gente no conocía ya: la escuela bolera del siglo XVIII, los bailes antiguos de "El Estampío", todo el arte derramado en ellos por "Carito" y las grandes dosis de genialidad que José Luis y Pepita ponían en todo.
Atrás quedó la crítica teatral de todo el mundo que los había consagrado; atrás quedó el aplauso de los públicos más dispares, más exigentes y más distinguidos; atrás quedó el recuerdo de los éxitos incontables; atrás quedó el disciplinado montaje de las coreografías.
En Cádiz, arropados por la amistad de Aurelio, de Agustín y Perico los "Melu", de Gaspar el de Alfonso y de tantos otros, como le hemos querido, la vida de José Luis y Pepita ha discurrido, sin ruido. Todos los días recibían libros y cartas de cualquier parte del mundo. De cuando en cuando, hacían sus escapadas para ver a sus amigos de París o de Londres. No faltaban a ningún acto cultural. Pero, ahora, cuando yo ya estaba convencido de que eran inmortales; ahora que, desde la última vez que nos vimos, comiendo en su casa, me he ido retractando de mi error, sinceramente, no he querido verlo más, porque, como el avestruz, no quise creer en lo que veía. Y yo veía que pronto José Luis iba a entrar en la gloria de los seises bailadores junto con "Carito", con "El Estampío", con "Pericet", con "Antonio, el de Bilbao", con "La Malena", con "La Macarrona"... y que Sabas Gómez Marín, su guitarrista, le iba a recibir con unos compases de tango flamenco, aquellos tangos, que no los he visto bailar mejor, que José Luis, con las solas palmas de Pepita Sarazena, me bailó en la trasera del escenario del Gran Teatro Falla.» Luis Suárez Ávila.

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Ilustraciones del programa de mano de "Danzes and Music of Spain" con José S. Rodríguez y Pepita Sarazena.

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A la calle Carmen Pérez Pascual, nombre de ilustre benefactora que donó a El Puerto sus bienes por medio de una fundación benéfica, nadie la conocía así, pero todo el mundo sabía en El Puerto que, cuando te mandaban “calle Santa Clara p’arriba” era que estabas muerto. Y es que, antes, cuando  la población de El Puerto se reducía al casco antiguo y a las cortijadas en el campo, los difuntos eran transportados a hombros. Del domicilio a la iglesia. Y de la Iglesia al Cementerio: desde la Prioral o San Joaquín, por la calle Cielos, se cogía la cuesta de la Calle Santa Clara para arriba. Y al final el Cementerio Católico. Fue famoso el encargado o enterrador del Cementerio, “Carrurra”, tanto que hasta se acuñó un dicho: “Ten cuidao que te va coger Carrurra”. En la fotografía, el Coche del 'Mijita'. (Foto Colección de Vicente González Lechuga).

Nobody knew Calle Carmen Pérez Pascual by that name, it was called that after a distinguished benefactor who made a generous donation to El Puerto through a charity. Everyone in El Puerto knew that when you were sent up "Calle Santa Clara" it meant you were dead. And before, when the town of El Puerto was just the Old Town and the country estates, the deceased were carried on people’s shoulders. From their home to the Church. And from the Church to the Cemetery: from the Prioral or San Joaquín, through Calle Cielos, they would go up the Calle Santa Clara hill. And at the end was the Catholic Cemetery. The Cemetery keeper or gravedigger, called "Carrurra", was famous in the town, so much so that an expression was coined: "Be careful or Carrurra will get you!" In the photograph we can see 'Mijita’s' car.

«Había entierros de primera, segunda y tercera, según el número de curas, monaguillos y sacristanes y cuando aparcía por calle Cielos la comitiva, con solo mirarlos, sabíamos de que categoría era el muerto. Iban a hombros los catafalcos negros forrados de satén y subían la cuesta detrás del clero y sacristanes. Incluso había entierros con incensarios y cruces de guía. Y detrás del boato, la comitiva: hombres fumando, hablando de sus cosas y detrás del todo, enlutados con fajas negras en la manga de la chaqueta, corbata negra y demás, los familiares masculinos del difunto. Estaban vedados a las mujeres.» [...] «El primer coche de difuntos era un coche barroco. El conductor en la cabina descubierta con su uniforme y gorra y detrás la urna acristalada y rodeada de motivos decorativos barrocos en madera oscura. Y el  catafalco dentro: solemnidad. El primer chofer que transportó fiambres al cementerio en este vehículo decimonónico y de película de Drácula fue el famoso “Miji”, o “el Mijita” porque era parco de estatura».  Del libro «Paisajes y Paisanajes» de Antonio Muñoz Cuenca.
Estamos a finales de la década de 1950. Y se produjo un altercado entre “el Mijita” y las fuerzas de orden público. Daría pie a una noticia chocante, y jocosa, que corrió como la pólvora por aquel Puerto desnutrido. Y es que se descubrió que “el Mijita” no tenía carnet de conducir. Iba a hacer un servicio a Jerez y, con el difunto dentro,  no hizo el stop obligatorio en la confluencia del Parque de la Victoria con la carretera. La Guardia Civil de Tráfico, que estaba apostada en las cercanías, le mandó a parar. Y se descubrió el pastel. El juez que instruyó las diligencias penales fue Conrado Gallardo Ros. “El Mijita” adujo, en su descargo, que “el carné lo había perdido en el frente”. Todavía la Guerra Incivil servía como excusa.

Hasta el siglo XIX se celebraban los enterramientos en las iglesias, bien en criptas, en capillas o en el Camposanto adosado en lo que hoy es el Patio de las Hermandadaes de la Iglesia Mayor Prioral, donde figura un Via Crucis en cerámica. Para evitar enfermedades, epidemias y contagios, se empezaron a sacar los cementerios de las iglesias. Así, en el XIX se erige el Cementerio Católico de Santa Clara, en el Egido de idéntico nombre, con una superficie de 12.233 metros cuadrados.  E igualmente -en 1878- un Cementerio para No Católicos, -conocido como el Cementerio Inglés-   en la zona del Palmar de la Victoria, de 797 metros cuadrados. En la actualidad ese lugar lo ocupan los aparcamientos del Centro Comercial El Paseo. Inexplicablemente fue destruido para la erección de dicho centro comercial a finales de la década de 1980 del siglo pasado. Algunas lápidas, verdaderos monumentos, fueron trasladadas al Cementerio Católico cuando se perpetró el desaguisado. Estaban apiladas junto a la tapia interior del Cementerio.

Visita a la cripta de la Iglesia Mayor Prioral el 24 de julio de 1989. En la foto podemos observar, de izquierda a derecha, José Santilario, maestro cantero; Ricardo Araque, perito aparejador municipal; Ana Navarro, arquitecto de las obras de restauración de la Iglesia Mayor hace 19 años, Manuel Girón Ceballos, sacristán del templo y Manuel Caro, el chipionero encargado de la obra. (Foto Colección V.G.L.).

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Manuel Leveque Delgado, nació en Paterna de Rivera, aunque vivió en El Puerto desde muy temprana edad. Su historia, por la procedencia de su apellido, francés, y su llegada a El Puerto revisten tintes de aventuras  románticas propias del siglo XIX. ¿Acaso el apellido Leveque es descendiente del contingente de la tropa francesa que se quedó en Andalucía tras su paso por ella de las tropas napoleónicas? Los apellidos Joly o Poullet tienen acreditada esa procedencia.  Leveque es recordado por muchos portuenses por haberse dedicado a la venta de Gas (en realidad era petróleo) en la calle San Juan, casi esquina con cruces. Era una imagen tradicional en la década de los sesenta, verlo con un bidón y una manivela, con un mandilón, despachando el combustible en la puerta accesoria del almacén de la calle San Juán.

Manuel Leveque Delgado, was born in Paterna de Rivera, although he lived in El Puerto from a very early age. His past, due to his French surname and its arrival in El Puerto suggest romantic adventures from the 19th century. Perhaps the surname Leveque is a descendant of the contingent of French troops which stayed in Andalusia after the Napoleonic troops passed through? The surnames Joly or Poullet have been accredited this origin.  Leveque is remembered by many portuenses for his job selling gas (it was actually petrol) in calle San Juan, almost at the corner where the crossroads are. It was a traditional image from the seventies, seeing him with a can and a crank, his overalls on, serving fuel at the side door of the warehouse on calle San Juan.

Los trabajos de Leveque siempre estuvieron vinculados a los suministros y especialmente a la alimentación: primero fue panadero; posteriormente tuvo un almacén de  Ultramarinos en la calle Pozuelo esquina con Nevería, para más tarde trasladarse a calle San Juan esquina y vuelta con Cruces, almacén que regentaría más adelante su hijo Miguel. Mas adelante se amplía la actividad cuando adquiere una licencia para vender petróleo en un local contiguo al almacén, actividad que desarrollaría hasta avanzada edad. En los tiempos difíciles que le tocó vivir, durante la posguerra,  al desarrollar la actividad para la venta de productos alimenticios, ayudó a muchos portuenses que pasaban necesidad y que todavía lo recuerdan. En la fotografía Manuel Leveque con su mujer y nietos, en el 'Despacho de Gas' de la calle San Juan. En la foto aparecen Manuel y su mujer, Mercedes, con su nuera, Leonor Olivero Galán y nietos. (Fotos 1 y 2 (Colección Antonio Leveque Olivero).

Manuel tenía un hermano, Rafael, quien siempre tuvo una gran curiosidad por averiguar la procedencia de su apellido  Recabó información en parroquias de Paterna de Rivera, de donde él procedía, llevándole su investigación hasta la localidad del Saucejo, en la provincia de Sevilla, distante de Paterna unos 130 Kms, donde se cree que vivió el primer Leveque procedente de Francia, entre 1812-1814 con las tropas de Napoleón.  Enmarcada en el amplio conflicto de las Guerras Napoleónicas y en la crisis del sistema del Antiguo Régimen, encarnado en la monarquía de Carlos IV,  la Guerra de la Independencia se desarrolló sobre un complejo trasfondo de profundos cambios sociales y políticos impulsados por el surgimiento de la identidad nacional española y la influencia en el campo de los “patriotas” de algunos de los ideales nacidos de la Ilustración y la Revolución Francesa, paradójicamente difundidos por la élite de los afrancesados. Cuando se marchan los franceses, el Leveque que había venido enrolado en esas tropas napoleónicas, no vuelve --como muchos--a su país de origen, estableciéndose en la localidad del Saucejo y casándose con una española.  Se dedica en principio a la cría de caballos; más tarde monta una fábrica de vidrios en la zona.

Estamos ya en 1900. En Paterna ya reside Rafael Leveque, padre de Manuel -al parecer descendiente del francés- que fue mayoral de ganado bravo.  El dueño de la ganadería para la que trabajaba compró unos terrenos en El Puerto, por la zona de Crevillet, para la cría de ganado.  En uno de los viajes que realiza de Paterna a El Puerto para traer ganado, --a lo mejor para una corrida de toros--  lo hace en compañía de sus hijos entre ellos, nuestro Manuel Leveque Delgado, con 3 ó 4 años de edad dentro del serón de un burro, según contaba él. «Las conducciones de ganado bravo fue habitual al tener que llevar las corridas desde las ganaderías hasta las plazas donde se lidiarían que podían alargarse incluso mas de un mes si se trataba de plazas lejanas de la dehesas como las del norte de España. También se realizaba cuando se desplazaba el traslado de toda la ganadería. La aparición del ferrocarril y la utilización de las cajones produjo que a partir de 1868 se comenzara a utilizar este sistema de traslado de toros a la plaza. Se crearon las cañadas, cordeles, veredas, coladas, abrevaderos, descansaderos que cruzaban todo el país. Al aumentar el poder de los agricultores y la industrialización se deterioro la  cañadas y vías pecuarias, todavía es utilizado el mítico Paseo de la Castellana. El abandono de la  trashumancia se produce por el encarecimiento de la mano de obra, la destrucción de las vías pecuarias, la mayor disponibilidad de piensos concentrados... y naturalmente la presión del mercado de primar la cantidad frente a la calidad. Al principio del siglo xx se sustituyen los recorridos a pie por el traslado  en camión o tren pero, al encarecer esta practica también se abandono.» La Trashumancia: tradición, espectáculo y romanticismo. (Foto Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

En el gráfico del Padrón del  1 de enero de 2006, se observa que los nacidos en España con el apellido Leveque, son mayoritarios los naturales de la provincia de Cádiz. Repartidos, en concreto entre El Puerto de Santa María y en Paterna de Rivera, y algún municipio más. Manuel se casó con Mercedes, una portuense con unos inequívocos apellidos de El Puerto: Pérez Suano, con la que tuvo tres hijos, Miguel, Antonio y Mercedes.  Miguel y Antonio pertenecieron a la banda municipal de música, llegando Miguel a ser el director durante unos años, después de que dejara el puesto Francisco Dueñas Piñero. (Gráfico del Instituto Español de Estadística. INE).

Miguel Leveque, en la foto, quien durante años regentara el almacén de Cruces con San Juan, hijo de Manuel, dirigiendo la Banda de Música 'Maestro Dueñas' a su paso por el Ayuntamiento en un desfile de la Policía Local. (Foto: CMPH).

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José Joaquín Sánchez Sena, es la cara amable que asoma entre tantos y tantos productos otrora “de Ultramar” que se despachan a diario en “La Diana”, en la confluencia de las calles Palacios esquina y vuelta con San Bartolomé. El lugar ha sido reproducido profusamente en cuadros y fotografías. Y sobre todo es reconocida una placa colocada por el Ayuntamiento de 1965 como recuerdo de la residencia en el inmueble del autor de “Los Cuentos de la Alhambra”, Washington Irving, en 1868. En diciembre de 2007 “La Diana” fue distinguida por el Ayuntamiento en el Día Local del Patrimonio Histórico, reconociéndola en el apartado de “comercio tradicional”. (Foto: La Diana en 2008).

José Joaquín Sánchez Sena, is the kind face who peeks through the many former “Ultramar” products sold daily in "La Diana", at the meeting point between calles Palacios and San Bartolomé. This location has been used many times in pictures and photographs although is probably better recognised by the plaque placed by the 1965 Town Council in memory of Washington Irving, the author of Tales of the Alhambra, who lived in the property in 1868. In December 2007 "La Diana" was singled out by the Town Council on Local Historical Patrimony Day, given recognition in the “traditional business” section.

José Joaquín entró a trabajar con catorce años en el Ultramarinos que Isidro Gómez Recalde tenía en la esquina de la Calle San Juan con Vicario, frente a la Plaza de Juan Gavala (luego sería el bar Puerta del Sol, donde hoy existe una tienda de charcutería gestionada por un matrimonio: Toñi y Paco). La Diana era también propiedad de Isidro Gómez y, al enfermar uno de los dependientes, José  Cárdenas Gilbau, destinan a José Joaquín a trabajar allí como sustituto; y así, hasta el día hoy. (Foto: La Diana en 1969)

Sánchez Sena lleva prestando sus servicios es esto de los comestibles desde los catorce años y ahora tiene sesenta y seis: hagan ustedes la cuenta con los dedos... Luego, a los poco mas de veinte años de trabajar con Isidro, el local pasa a ser regentado ya por nuestro amigo José Joaquín, mediante una renta, siendo “La Diana”, en la actualidad, de su propiedad. Conozcamos algo más de los orígenes del veterano almacén: «En 1804 existía un despacho de vinos de Manuel Pacheco, negocio que perduró hasta los años en lo llevó Emilio Vázquez Gálvez, entre finales de 1880 y 1920, denominado entonces Diana. En junio de 1925 lo adquirió Antonio Camacho Caballero para convertirlo en una tienda de comestibles y bebidas que ha llegado a nuestros días conservando su nombre» (Del libro de Enrique Pérez, “Tabernas y Bares con Solera”). (Ilustración: Detalle de cuadro de La Diana, obra de Coro López-Izquierdo).

En la época de Camacho Caballero, por la Calle San Bartolomé, su propietario tenía, además, una bar, donde además de vino, servía café y chocolate, --cuyos bombones molían sus hijos--, una tienda de bicicletas y un alquiler de coches de pedales. En la Revista Portuense, en septiembre de 1933, aparece esta noticia curiosa: «En la tarde del viernes se presentó en el almacén de la calle Palacios titulado “La Diana”, propiedad de Antonio Camacho Caballero, un gitano de unos veinte años, quien con engaño logró alquilar una bicicleta, a pesar de ser totalmente desconocido para el dueño, dando el nombre de José Fernández Heredia y el domicilio de Rosa, num. 17, resultando falsos, porque ni la máquina ni el gitano han aparecido. La bicicleta seminueva, marca “Regina” núm. 22.732, está pintada de guinda mate, fileteada con manillar de carrera y un solo freno, valorándola en 120 pesetas y dando su dueño cuenta de la sustracción a la Policía de esta localidad que practica gestiones». (Ilustración: Esquina de Palacios con San Bartolomé. Cuadro de Rafael Tardío Alonso).
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WASHINGTON IRVING EN EL PUERTO

Los jóvenes románticos europeos, los universitarios americanos, empujados por deseos de aventuras, de conocer lugares exóticos, descubrieron en la España del siglo XIX un lugar privilegiado para sus viajes. Un claro exponente es el escritor estadounidense, Washington Irving (1763-1859), autor de “Cuentos de la Alhambra” (1832).   Sus vínculos diplomáticos y su amor a los libros hizo que durante una de sus estancias en Andalucía fuera invitado en El Puerto (1828) de la familia Bölh de Faber, por el padre de la escritora Fernán Caballero, emparentado con los Osborne y metidos de lleno en el negocio de la vinatería. En su diario inconcluso, cuenta las actividades que realizaba en nuestra Ciudad, a la que llegó el 24 de agosto.  Así, el joven Irving se estableció en nuestra Ciudad durante un tiempo, encontrando la paz suficiente y la inspiración para terminar algunas de sus creaciones literarias. Según reza en la placa situada en la casa de la esquina de la calle Palacios con San Bartolomé:  «Washington Irving, ilustre escritor norteamericano, autor de “Los Cuentos de la Alhambra”, vivió en esta casa en el otoño de 1828 y en ella terminó de escribir sus libros “La Conquista de Granada” y “Colón» (*). La Ciudad y su Ayuntamiento rinden este homenaje a su memoria. Octubre de 1865».

Aunque, todo hay que decirlo, el norteamericano se quedó más tiempo del previsto debido a un brote de epidemia que cortó las comunicaciones entre Cádiz y Sevilla, lo que hizo que prolongara su estancia en El Puerto hasta el 3 de noviembre, fecha en la que regresó a Sevilla, de donde provenía. Allí conoció a Cecilia Bölh de Faber (Fernán Caballero) durante la representación de una ópera, para luego visitarla en su finca sevillana, fraguándose una fuerte amistad literaria. Las andanzas de Irving por nuestro país fueron estudiadas por Charles G. Bowers en su libro, “Las aventuras españolas de Washington Irving”. A la vuelta a Estados unidos, el escritor se convirtió en un entusiasta promotor de nuestros vinos, de los vinos de Osborne. Entre su correspondencia figura una carta por la que solicita se le envíe el vino de El Puerto “el mejor Brown Sherry [...] desearía que fuese un vino del cual yo pudiera enorgullecerme. Me propongo, con un poco de este vino, conseguirles muchos pedidos de Boston”.

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(*) Puede tratarse de la “Historia de la Vida y Viajes de Cristóbal Colón, escrita en inglés por el caballero Washington Irving y traducida al castellano por Don José García de Villalta”. Madrid. Diciembre de 1833. Imprenta de D. José Palacios, calle del Factor.

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Ginés Hidalgo Crespo, maestro de SAFA ejerció en El Puerto una gran labor organizativa de lo que serían estas escuelas, y sobre todo pedagógica, empujado por su gran vocación como maestro --en toda la extensión de la palabra--, de lo cual dan fe todavía muchos de lo que fueron sus alumnos, a alguno de los cuales, incluso, rescató de lo que hoy se da en llamar “explotación laboral infantil”, dirigiendo sus vidas, con su ayuda, hacia carreras universitarias y profesionales.

Ginés Hidalgo Crespo, a SAFA (Sacred Family Vocational Schools) teacher, had a very important role in the organisation and especially in the teaching at these schools, driven by his great love for teaching in the widest sense of the word. Many of his old pupils can vouch for this, one of whom he even rescued from what today has come to be called ‘child labour’. He helped guide them towards taking a degree at university and becoming professionals.

Dejándose llevar por su excesiva vocación y responsabilidad, descuidó su seguridad profesional en pos de todo lo referido anteriormente, no presentándose a las oposiciones del estado hasta 1960. También descuidó su vida sentimental, no contrayendo matrimonio hasta los 47 años con la portuense Elena González Bruzón, con quien tuvo una única hija, siendo padre a los 49 años.  En 1961 obtiene plaza en el pueblo sevillano de Villanueva del Río y Minas, donde solo ejercerá un curso, pues pronto será reclamado por los Jesuitas de El Puerto.

Cuando Ginés regresa a El Puerto de Santa María, continúa allí su labor como maestro nacional, primero en las Escuelas de la Sagrada Familia, conocidas como “La Escuelita” y más tarde en el Colegio SAFA-San Luis donde se jubiló en 1983,  a los 70 años de edad.

Foto tomada en las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia (SAFA), también conocida como 'Escuelita'. Año 1971. Claustro de Profesores: Arriba, de izquierda a derecha: D. Francisco del Castillo Tellería, D. Manuel Sierra, D. Antonio Muñoz Cuenca, D. Manuel Montalvo, D. Francisco Menor, D. Antonio Montes, Don Enrique Cabrera. Abajo, de izquierda a derecha: D. Lino Alonso, D. Diego Mora, Doña Vicenta, D. Justo, D. Ginés Hidalgo Crespo.

Ginés murió cinco años después de su jubilación, con setenta y cinco, el 12 de agosto de 1988 --hace 20 años--, sin apenas el reconocimiento de la Orden Jesuita, a cuyo proyecto educativo había entregado gran parte de su vida, pero con el afecto, el recuerdo, el cariño y el respeto de la mayoría de los que fueron sus alumnos, por lo que donde quiera que esté, estamos seguros que estará disfrutando del descanso eterno de los hombres justos.


Foto tomada en el internado de SAFA, en Úbeda (Jaen). Año 1951. Alumnos procedentes, mayoritariamente, de El Puerto: Arriba, de izquierda a derecha: El primero es José Campos Hidalgo, seguido de José Galera Herrera, Pedro Galván, Gabriel Calatayud, Antonio Letrán. Fila Central, de izquierda a derecha: Juan García López, Sobrino del Padre Torres, Juan José Soto Hidalgo, Manuel Sánchez García. Abajo, de izquierda a derecha: José Luis García López, Benito Espinar, Antonio Rodríguez Huertas, Antonio Muñoz Cuenca.

LOS COMIENZOS DE GINÉS.
Ginés Hidalgo Crespo nació el 13 de julio de 1913 en la Villa de Sabiote (Jaén). En su pueblo mucha gente se tiene que llamar Ginés, porque ese es el nombre del patrón de Sabiote. Hijo de Juan José, un trabajador del campo y de Isabel, de oficio panadera, desde niño quiso ser agricultor como su padre, pero ayudado por D. Arturo, el maestro del pueblo, que detectó en él ciertas aptitudes para el estudio, y por su progenitor que era hombre de aspiraciones, hicieron que la vida le llevara por otros derroteros y acabara estudiando magisterio en Granada, cuidad que le enamoró y a la que siempre quiso volver.  Acabada la carrera y tras realizar el servicio militar en Madrid en 1936, ya en los albores de la Guerra Civil, vuelve a Sabiote donde se recluye voluntariamente comenzando su andadura como maestro, primero ayudando desinteresadamente al que fuera su maestro D Arturo y siendo nombrado un año más tarde por el Ayuntamiento para trabajar en las Escuelas del pueblo de manera oficial. No obstante esta labor sería breve, ya que en ese mismo año fue movilizado al 5º Regimiento Ligero de Artillería en Valencia y más tarde trasladado a Alicante, donde permanece hasta 1939 y, una vez acabada la contienda incivil regresó a su pueblo, Sabiote.

De nuevo allí comienza su labor como maestro, al ser nombrado en Lupión (Jaén), donde ejerce hasta 1941. Fue durante estos años cuando entra en contacto con los Jesuitas. Conoce al padre Rafael Villoslada, (en la foto, accediendo al coche en la puerta de lo que hoy es el Edificio San Luis) sacerdote granadino de espíritu firme, que con gran tesón y sentido de la eficacia -según reza en su biografía- se proponía la ingente tarea de reconstruir y mejorar la sociedad andaluza tras los desastres de la Guerra Incivil, y que necesitaba gente en quien confiar y transmitir sus ilusiones y entusiasmo; depositando parte de ésta en quien nos ocupa y a quien confió la puesta en marcha de escuelas en Alcalá la Real, Villanueva del Arzobispo, Baena y definitivamente las Escuelas de la Sagrada Familia de El Puerto de Santa María. (Fotos: colección Vicente González Lechuga).

Mª Carmen Fernández Sánchez

Maricarmen es una hija de El Puerto, de familia de portuenses conocidos por todos. Si, además, nos remontamos a sus abuelos e incluso bisabuelos, como vamos a hacer, enseguida localizamos sus ancestros. Pero antes hablemos de esta joven emprendedora, Diplomada en Educación Física y también en Fisioterapia,  10 años al frente de un Centro de Fisioterapia situado en una de las vías con nombre más bonito de El Puerto:  la avenida de la Libertad, donde se encuentra Fisiobahía. Nótese que el sufijo bahía aclara la vocación abierta de la ciudadana Maricarmen. Por sus expertas manos han pasado muchos dolientes de El Puerto que allí han sido resanados, restaurados, con técnicas expertas y, sobre todo, con la alegría, el optimismo y el trato familiar que dispensa Maricarmen y su equipo. Pero además ha realizado cursos de Acupuntura para Fisioterapeutas, Osteopatía Básica o Fisioterapia ante la Salud y la Práctica Deportiva.

Maricarmen has strong connections to El Puerto since she’s from a family of portuenses known by the whole town. If we go back to her grandparents and even great grandparents, as we shall do, we can immediately find her ancestors. But first let’s talk about this young entrepreneur who has a Diploma in Physical Education and also in Physiotherapy. She’s been in charge of a Physiotherapy Centre for 10 years which is located in a street with one of the nicest names in El Puerto:  la avenida de la Libertad (Avenue of Liberty), where “Fisiobahía” (Physiobay) has it’s offices. Note that the suffix bahía (bay) demonstrates Maricarmen’s clear interest in treating local patients from the area. Many sufferers of aches and pains from El Puerto have been treated by her expert hands and have been healed, restored to health, with expert techniques and, above all, with the joy, optimism and familiarity with which Maricarmen and her team treat their patients. She has also taken courses on Acupuncture for Physiotherapists, Basic Osteopathy and Physiotherapy in relation to Health and Sports.

Los apellidos de Maricarmen son muy conocidos y si me apuran, hasta corrientes por repetidos: Fernández y Sánchez. Pero ahí va la información que rápidamente hará que esos apellidos se distingan al comprobar de quienes proceden.  Por su familia paterna: hija de Eloy Fernández Lobo, conocido empresario de la Ciudad; nieta de Eloy Fernández Moro, que tuvo un almacén de Ultramarinos en la calle Vicario esquina con Sierpes, al lado del mercado de Abastos; y sobrina nieta de Manuel Fernández Moro, último alcalde de El Puerto durante la Segunda República. Por su familia materna: hija de Rosa Sánchez Matabuena, conocidísima familia de El Puerto de toda la vida, de la calle Cielos; nieta de Francisco Sánchez Pérez, funcionario municipal; y bisnieta de Quico Sánchez Pérez, aquel fotógrafo  de principios del siglo pasado, contemporáneo de otro pionero de la fotografía local: Justino Castroverde. En esta ocasión vamos a hablar de la rama paterna, que de la materna, con otros primos o sobrinos, otros personajes, tendremos ocasión de volver a esta publicación electrónica.

El abuelo, Eloy Fernánez Moro, había nacido en 1906 en el municipio onubense de Cumbres Mayores. Era marchante, viajante o representante de Ultramarinos y se acabó estableciendo en El Puerto con su padre y hermanos, abriendo una tienda, un almacén de ultramarinos que, fíjense que curioso,  no era gestionado ni por gallegos ni por montañeses, estando situado en Vicario esquina con Sierpes, como ya hemos dicho. Otros hermanos del abuelo Eloy fueron Concha, Miguel, Máximo y Ramona, abriendo estos dos últimos, también, su propio Ultramarinos en la esquina de la Calle Santa Clara esquina con Zarza. Recuerda Maricarmen los andares ágiles de su abuelo, su aspecto que prácticamente no cambió desde que ella tuvo uso de razón, el naranjo de su casa, lo imaginativo y constante que era. Probablemente esa imaginación fue la que sus hijos heredaron, Eloy y Manuel, ya que ambos estudiaron sus respectivas carreras mientras colaboraban -trabajaban- en el negocio familiar de Ultramarinos, siendo ambos personas de ingenio. (El abuelo, Eloy Fernánez Moro, en una foto con Maricarmen tomada en 1974, con 68 años).

En la imagen, la tienda de Ultramarinos del abuelo de Maricarmen, que se fue transformando lentamente, pasando a convivir dos negocios, el de alimentación y el de la electrónica y la radioafición, ya dirigido por su tío Manolo. En la foto aparece el abuelo Eloy, poco antes de su fallecimiento con 95 años en la tienda, tal y como está en la actualidad: es un comercio de productos de electrónica de consumo, radioafición, reparaciones, antenas, etc.,  dirigido tanto al gran público como al especializado, llamada Selenio Radio, gestionado por Manuel Fernández Lobo.

EL ÚLTIMO ALCALDE DE LA II REPÚBLICA.
Manuel Fernández Moro, fue el último alcalde que dirigió los destinos El Puerto -durante apenas cuatro meses- al final de la Segunda República. En los convulsos meses previos a la rebelión militar del 18 de julio de 1936 que daría paso a la Guerra Incivil, El Puerto había conocido tres alcaldes pertenecientes a la coalición de izquierdas del Frente Popular: Francisco Veneroni Arcos (21 Febrero-18 Marzo 1936) -ya que Francisco Cossi Ochoa había declinado serlo-; le sucedió José Blandino Mitges (18 Marzo-24 Abril 1936) y por último Manuel Fernández Moro (24 Abril-18 Julio 1936), siendo detenido en su despacho de la Casa Consistorial en la Plaza de Isaac Peral y conducido a prisión, donde “desaparecería” sin dejar rastro.
Manuel Fernández Moro era militante de Izquierda Republicana, el partido liderado por el presidente de la República, Azaña. Manuel, desapareció durante la tercera semana de agosto de 1936 -había estado preso en el Penal- custodiado tanto él como otros militantes y simpatizantes republicanos por funcionarios de prisiones y un destacamento del ejército con la misión de vigilar a los presos políticos. De ahí lo extraño de estas desapariciones. El investigador Jesús Núñez ha estudiado la historia de otro portuense  que fue alcalde de la Ciudad durante dos periodos, y cuyo final también se desconoce: «Francisco Cossi Ochoa 1898-1936. El último presidente de la Diputación de Cádiz en la II República. Una muerte sin esclarecer». En dicho libro se afirma que en los primeros meses de la Guerra Incivil era usual que una siniestra camioneta, bautizada como La Viuda Negra, conducida por milicianos facciosos se llevara presos de la cárcel. Sus cuerpos eran luego encontrados en los alrededores de la Plaza de Toros. Nunca apareció el de Manuel Fernández Moro. (La ilustración, carboncillo de Manuel Romero Brú, situado en la Galería de la Planta Noble de la Casa-Palacio Municipal).

Federico Herrera Síñigo

«Federico Herrera Síñigo, debió nacer en El Puerto sobre los años finales del siglo XIX, porque, al morir, sobre los setenta del siglo pasado tenía ochenta años y, aunque estaba en perfecto estado de revista, estaba fatal de los pies y tenía una quebradura. Esto es lo común en quienes han pasado la vida detrás de un mostrador.  Federico comenzó su vida laboral como dependiente de Casa Llanes, un comercio de tejidos que había en la esquina de la calle Misericordia con Luna, donde hoy la cervecería. Cuando los Llanes se fueron a Madrid, Federico entró a formar parte del elenco del Refino "Las Novedades" de don Luis Pérez Grant, en la calle Larga, esquina a Ricardo Alcón, Correos o del Muro, que todavía subsiste.

Federico Herrera Síñigo must have been born around the end of the 19th century in El Puerto because on his death in the 1960s he was eighty and, although he was in perfect condition, he had terrible problems with his feet and he also suffered from a hernia. This is common in those who have spent their life behind a counter. Federico started working as a shop assistant in Casa Llanes, a textile business on the corner of calle Misericordia and Luna, where the pub is today. When the Llanes family went to Madrid, Federico joined the staff at Luis Pérez Grant’s Refinery “Las Novedades” on the corner between calle Larga and Ricardo Alcón, the Post office or del Muro, which still remains today.

Allí hizo carrera como dependiente con su fraternal Pepe Sánchez Pérez, sobrino de don Luis, que heredó el negocio de su tía Doña Rosalía Tinajero Íñigo, la viuda de aquél. Federico era hombre educadísimo, cordial, sabedor de muchos saberes, metódico, servicial... Vivía en la calle de La Palma, esquina y vuelta con la calle Comedias, en el bajo. Se había casado con Doña Magdalena Péculo, por lo que era cuñado del ínclito don José Luis Péculo, benemérito cofrade de la Humildad y Paciencia, y de Pecúlo el de la Electra Peral. Federico tuvo tres hijos: José Luis, Conchita y Antonio. Federico, por su parte, era cofrade del Cristo de la Veracruz y Nuestra Señora del Mayor Dolor, andadura que comenzó, siendo niño y cuando la cofradía tenía su sede en la capilla de La Sangre, en la calle Palacios, esquina a la calle Nevería, frente por frente a la tienda de Apolo. Federico, se veía desde una ventana de su casa por la calle Comedias, tenía una reproducción del Cristo de la Veracruz en talla, casi de tamaño natural, que veneraba y que sorpendía a los que pasaban por la calle.

Otro de sus amores, que por eso lo traigo a aquí hoy, era la Santísima Virgen de los Milagros, a la que ayudaba a vestir en el tiempo en que la Condesa de Osborne fue camarista. Federico era un “fijo” a la hora de aderezar el paso de nardos y empujarlo por las calles del Puerto en la procesión, era porque su bisabuelo, el orfebre Don Manuel Síñigo, fue el autor del templete de plata de la Virgen, lo que llevaba a gala. Síñigo dejó una magnífica y acabada obra en plata en toda la provincia y singularmente en El Puerto y en las Catedrales de Cádiz y la hoy de Asidonia-Jerez.

Ahora que han terminado los cultos a la Patrona, he hecho recuento mental y he echado de menos a Federico, a Antonio Castillo, a Diego Utrera, a Pepín Ruiz Jurado..., empujando el paso, y me he acordado de ellos y he visto, por mis propios ojos, el prodigio de que otros históricos, Agustín Vela Mariscal, con noventa años, y  Tani Vélez Rodríguez, con casi ochenta, sigan empujando la carroza de la Virgen. Que sea por muchos años y que Federico los espere tantos más.» Luis Suárez Ávila. Publicado en Diario de Cádiz sobre los años finales del siglo XX. (En la foto de los años 40 del siglo pasado, Federico Herrera, en el centro de la imagen).

Federico Herrera Síñigo, con su mujer, Magdalena Péculo, con la que tuvo tres hijos: José Luís, Conchita y Antonio, a las puertas de su vivienda en la calle de La Palma, casi esquina con la Calle Comedias. (Fotos Colección Vicente González Lechuga).

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Amparo Gómez Recalde

El padre de Amparo Gómez Recalde -y de Isidro, Servando, Nicanor, Curro, Pepe, Antonio, Lalo, ...- Nicanor Gómez Soto empezó a llevar el almacén o ultramarinos conocido como Casa Nicanor, hacia 1915 en la confluencia de las calles Ricardo Alcón y San Bartolomé (hoy Placilla); anteriormente había llegado como chicuco a El Puerto y estuvo trabajando en un almacén en la confluencia de la calle Cielos esquina con Espíritu Santo, del que se hizo cargo mas tarde, en 1920.

Amparo Gómez Recalde’s father, who is also Isidro, Servando, Nicanor, Curro, Pepe, Antonio, and Lalo’s father, Nicanor Gómez Soto, started to manage the corner shop known as Casa Nicanor where calles Ricardo Alcón and San Bartolomé meet (today called Placilla); before this he had come to El Puerto as a youngster and worked in a corner shop where calle Cielos and calle Espíritu Santo meet, which he came to run in 1920.

Fue en ese año cuando el padre de Amparo abrió un Bazar de loza, cristal y otros objetos de adornos y regalos junto a la tienda de la Placilla, por la calle Ricardo Alcón, establecimiento que permanece abierto y gestionado directamente por Amparo, ya que la zona de Ultramarinos ha quedado como exposición del Bazar de Nicanor. La tienda de comestibles, al fallecer el padre de Amparo en 1962, la llevó su hijo Servando hasta su jubilación en1994 en la que deja de prestar sus servicios como tienda de comestibles y, como ya hemos dicho, pasa a ser exposición del Bazar. El Bazar había sido gestionado por Lalo y Amparo; Amparo viajó a Venezuela donde vivió unos años y a la vuelta se hizo cargo de la tienda.

La foto de arriba es del año 1948. Los hijos de Nicanor Gómez Soto pasaron todos por la tienda, pero luego cada uno se fue independizando y creando sus propios negocios, salvo Servando que continuó al frente de Casa Nicanor. Isidro explotó durante muchos años Ultramarinos La Diana, en la confluencia de San Bartolomé y Palacios, hasta que cedió su explotación a José Joaquín Sánchez Sena que hoy continúa al frente del negocio; también regentó Isidro el almacén Puerta del Sol, en la calle Vicario, esquina con San Juan y Plaza Juan Gavala y el novedoso Mesón del Montañés, donde los noctámbulos podían conseguir recenar una fabada. Nicanor, en Pozuelo con Cañas, tuvo una tienda de comestibles con trastienda de bebidas, de nombre Los Caballos, nombre que tendría luego su establecimiento con el mismo nombre en la calle Aurora, esquina a Pozuelo, frente a la Casa de las Rejas Verdes.

En la calle Larga Curro, debajo de lo que fue el antiguo Convento de Las Salesas,  abrió una novedad en la época, un supermercado de la cadena Spar; Pepe regentó Ultramarinos Las Palomas, en la calle Federico Rubio y Larga que cerró en junio de 1998 (en 1961 abrió al lado una confitería), siendo también establecimiento de bebidas; y Antonio el novedoso igualmente Supermercado Crevillet, en la calle Tórtola y Ultramarinos La Montaña en Palacios esquina con Larga. Curiosamente este establecimiento lo arrendó luego a su cuñado Luis, otro “jándalo” que vino en viaje a novios a El Puerto, de profesión carpintero, y que no volvió a la montaña pues aquí se quedó hace cuarenta años mas o menos, hasta su jubilación. Curro y este Luis estaban casados con las hermanas Purón, montañesas también. Tristemente no queda ninguno de estos ultramarinos abiertos, salvo La Diana, de la que hablaremos en otra ocasión. El almacén de Nicanor, como ha sido conocida durante el siglo pasado, fue tienda de montañés con anterioridad a sus actuales propietarios, pues en 1771 se hallaba una tienda de comestibles y tabernón propiedad del cántabro Francisco Díaz. En 1804 estuvo llevada por Francisco Rubín de Celis. No nos han facilitado datos del siglo y pico que pasó entre esa fecha y la adquisición por parte del padre de Amparo.  Si consta que durante unos cuantos años a principios de la década de los treinta del siglo pasado, la tienda de comestibles pasó a regentarla, provisionalmente, Juan Andrade, con el nombre de Ultramarinos Número 8. La fotografía a color muestra el almacén tal y como se ecuentra en la actualidad. (Fotografía tomada el 15 de octubre de 2008).


El gaditano Venancio González afirmaba que el chicuco «a los dos años ascendía a “dependiente”, a los dos siguientes, al puesto de “segundo”, y pasados otros dos, más o menos, a “encargado”. Luego, ya curtido en el oficio, su “padrino” le buscaba un establecimiento para regentarlo en calidad de arrendatario». La fotografía es de 1948.

La imagen muestra la tienda de Ultramarinos de calle Cielos esquina con Espíritu Santo en 1989, poco antes de su cierre. A ella vino de chicuco Nicanor Gómez Soto y de la que se hizo cargo allá por 1920. Luego pasaría, en la década de los cuarenta del siglo pasado a manos de Manuel Gatica, quien la tuvo abierto con una tienda de bebidas separada por una mampara, tal y como que se puede apreciar en la foto, hasta finales de la década de los ochenta del siglo pasado. (Foto José Ignacio Delgado Poullet. Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

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La Fiesta Nacional se celebra el 12 de octubre, conmemorando el Descubrimiento de América por Cristóbal Colón, tan vinculado a nuestra Ciudad. Antes se llamó Día de la Raza o de la Hispanidad. Celebran su onomástica las Pilares y los Serafines. En El Puerto durante buena parte del siglo pasado, se realizaron diversas conmemoraciones con motivo de la aventura americana: corridas de toros, Juegos Florales, conciertos de música, desfiles militares, fiesta en la Guardia Civil con misa de Pontical en la Iglesia Mayor y visita en el Guadalete de barcos de la Marina Española.

The National Celebration is held on the 12th of October, commemorating the Discovery of America by Christopher Columbus, who has strong links to our town. It used to be called Race Day or Hispanic Day, it is also the day on which the Pilars and Serafins celebrate their saint’s day. For many years last century various commemorations were held in El Puerto to remember the American adventure: bull fights, flower shows, music concerts, military parades, celebrations at the Civil Guard with Pontifical Mass in the Iglesia Mayor and a visit by the Spanish Navy boats on the Guadalete river.

En la imagen Hoja Informativa de las III Fiestas de la Hispanidad de 1960, de las que vamos a reproducir diversas fotografías de ese año, pertenecientes al Archivo Municipal. Las Damas de Honor de la Reina de las Fiestas, Ana María Lorenzo-Ochando: Pilar Domínguez Bensusan (Cádiz); Emilia Gutiérrez Amérigo (Chipiona); Carmen Sánchez-Ferragut (San Fernando); Mercedes Rodríguez-Rubio (Rota); Josefa Derquí Vaca (Puerto Real);  y las portuenses Gloria Portillo Cía, Rosario García-Pérez Romero, María Elia Duro Vaca, Carmen Pérez García y Alicia Abreu Portillo.

En la imagen de 1960 la Banda de Música y tropa de la Marina Española, formada en la Plaza de la Iglesia, rindiendo honores a la bandera. Mientras, en el Guadalete llegaron los Dragaminas “Ter” y “Lérez” -los que podían acceder por su calado a nuestro río-  de donde, a mediodía, partió el defile de las dotaciones junto con la banda de cornetas y tambores del Cuartel de Instrucción de San Fernando. Manuel Martínez Alfonso, en su libro «El Puerto en la Literatura» afirma “Que este tema de la Hispanidad no es novedad de los últimos años, sino que ya El Puerto vibraba a su ritmo desde antiguo, podría probarlo una serie de hitos mas o menos representativos, tales como la declaración de El Puerto como ciudad colombina, en 6 de febrero de 1927; la creación del Instituto Colombino, en julio de 1930; la fiesta en 12 de octubre del mismo año se celebró en conmemoración de la Hispanidad, con elocuente discurso de José María Pemán; y la institución de las Fiestas portuenses de la Hispanidad, en 1958, superadas en esplendor cada nuevo año, que intentan mantener presente las antiguas glorias portuenses al ritmo de los desfiles de la Marina y el acorde poético de sus Juegos Florales». Las fiestas desaparecieron, aunque en los últimos años el Ayuntamiento está volviendo a activar aquellos días, en principio con un acto cívico de izada de la enseña nacional y un concierto de música a cargo de una banda militar en una plaza pública: este año en la de la Fuente de las Galeras. (Foto Archivo Municipal).

El escenario del desaparecido Teatro Principal, adornado para los Juegos Florales en 1960, en el que al poeta premiado se le entregaba, por la Reina de las Fiestas, una flor natural. Preparaban los decorados Eduardo Ruiz-Golluri Galarza, Serafín Álvarez-Campana Gaztelu y Guillermo Silóniz Villaverde, bajo la dirección del concejal de fiestas, a la sazón, Eligio Pastor Nimo. (Foto Archivo Municipal).

La Reina de la Fiesta de la Hispanidad, Lorenzo-Ochando y Hernández, Ana María, con el Vicealmirante Eduardo Gener Cuadrado, ganador ese año de la Flor Natural de los Juegos Florales, haciendo el paseíllo por el patio de butacas del desaparecido Teatro Principal camino del escenario, por el pasillo central. Entre el público podemos distinguir a diferentes personas conocidas de la época (hace casi 50 años) entre ellas a: Pastor Nimo, Eduardo y su mujer Rábago Vega, Nora; López Ruiz, Luis y su mujer Rábago Vega, Mª del Carmen (Marita); López Ruiz, José y su mujer Villar Rioseco, Encarnación; Ruiz de Cortazar y Tosar, José Luis y su mujer; Benjumeda MartÌnez de Pinillo y su mujer Abreu Fernández, Milagros; Suarez Rodríguez, Luis y su mujer Avila Gutierrez, Mercedes; Cortina, Miguel; Mesa, Francisco; Jiménez Tosar, Milagros; Jiménez Tosar, Nena; González Martínez, Ana; Caveda Arias, José y su mujer Pérez Pastor, Magdalena; Fernández Prada, Joaquín y su mujer Arias Molleda, María; Cuvillo Jiménez, Carlos del, y su mujer Arias Molleda, Rosario;  Duro del Moral, Miguel; Gaztelu Díaz, Ignacio; y su mujer Pastor Nimo, Teresa; Terry Merello, Ignacio; Terry Merello, Fernando; Torre González, Antonio de la; y su mujer Utrera Sánchez, María del Carmen; Cossi Ochoa, Jacinto; y su mujer Mora, Ana María;  Arias Bueno, Miguel y su mujer Molleda, Rosario; Camacho Aguilar, Manuel y su mujer Villegas Cuevas, Vicenta; Santiago Rodríguez, Manuel; y su mujer Cossi Mora, Matilde; Abreu Portillo, María Victoria; Nogués Ropero, Antonio; Alvaro Compo, Manuel. En las plateas podemos ver a los hermanos Terry Merello, Isabel, Fernando e Ignacio; Martinez Govantes, Pilar y junto a ella parece ser Nuchera, MarÌa José.  La identificación de la fotografía es de Vicente González Lechuga. (Foto Rasero. Archivo Municipal).

La Reina de las Fiestas de la Hispanidad, Ana María Lorenzo-Ochando, entrando en el Teatro Principal del brazo de su 'damo' acompañante en dirección al escenario. Al fondo el enrejado de madera que dividía la zona noble de las entradas de general. Delante de Ana María vemos a los maceros Manuel Camacho Luque y Manuel Camacho Gamero, abuelo y padre, respectivamente, de los actuales ordenanzas y maceros municipales también, José y Rafael Camacho Arana. La policía municipal, de gala (los plumeros), rinde honores a la reina. Distinguimos al Comandante de los Municipales -el ex legionario- Manuel Romero López, y los números Arenas y Yeste. Al fondo de la fotografía podemos ver Luis  y José Gaztelu Díaz, y a Guillermo Rodríguez, policía municipal de paisano.  El que está detrás de Manuel Camero Luque, nos parece que es el fotógrafo Manuel Guerra.  Vestido a la usanza de Clarinero, tocando la corneta, Arce, quien más tarde dirigiría la portuense Banda de Cornetas y Tambores. Pertenecía a la Hermandad de la Humildad y Paciencia. (Foto Rasero. Archivo Municipal).

Otra instantánea de la Reina de las Fiestas de la Hispanidad, Ana María Lorenzo-Ochando, del brazo de Eduardo Gener Cuadrado, Vicealmirante de la Armada, poeta y escritor que, aunque nacido en Puerto Real estaba muy vinculado a El Puerto de Santa María. Detrás de éste se ve a Serafín Álvarez-Campana. El ujier Miguel del Pino Suárez, ordenanza municipal y torero que fue observa a los protagonistas.  Era una fiesta de gala por lo que el pueblo llano no tenía acceso a la misma como no fuera trabajando como empleado. Es claro que solo accedían a la misma la clase gobernante -las fuerzas vivas-,  la clase pudiente, los afectos al régimen político imperante en aquellas fechas y algún aficionado al que solo le importaba la poesía, sin más pretensiones. En el palco presidencial del Teatro Principal se econtraban el Capitán General del Departamento Marítimo Almirante Bustamante; el Gobernador Civil, Luciano Sánchez y Luís Portillo Ruiz, alcalde de la Ciudad. (Foto Archivo Municipal).

Corrida celebrada con motivo de la Hispanidad. En el coche de caballos se observan a cuatro damas de honor de las Fiestas. Vicente González obtiene de Luis Suárez Ávila la siguiente información del carruaje:  «El coche es un pitter inglés, llamado también vagoneta de caza o break de caza, propiedad de  Pedro Domecq de la Riva. El nombre de pitter es el del carrocero londinense Pitter, con que se conoce y que adoptaron esos carruajes. Va tirado a la media potencia a la calesera por cinco caballos castaños, españoles, del hierro de  Pedro Domecq de la Riva. El mayoral es José Mata. El borlaje es el blanco que se usó después en la boda de la Infanta doña Elena de Borbón, en Sevilla, en el enganche de la carretela  que fue también de Domecq de la Riva. Estos dos coches y el resto de esa colección ha ido a parar a la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre de Jerez de la Frontera. El caballo del tronco a la derecha es calzado en armiño, de la pata izquierda. Esta ganaderÌa daba mucho los caballos castaños calzados en armiño. Luis Suárez Ávila tuvo uno de ese hierro castaño, calzado de las dos patas en armiño, llamado "Andaluz". Calzado es con parte de la pata, generalmente la mas cercana al casco o menudillo y a veces la caña, blanca, pero cuando tiene manchas negras, se llama calzado en armiño». Y es que Luis Suárez es una autoridad, entre otras cosas, hablando de caballos.
Este día se celebró una corrida concurso de ganaderías en la  Plaza de Toros, en la que intervino el maestro Luis Miguel González Lucas, Luis Miguel “Dominguín”, que lució un traje de luces diseñado por Pablo Picasso. El capote de paseo, obra también del artista malagueño, llevaba bordado una corrida de toros. (Foto Archivo Municipal).

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Manolo Carrillo

Manuel Carrillo Lucero, hombre polifacético donde los haya, nació en la calle  Palacios, 33, el 14 de abril de 1925, cinco años justos antes de que se proclamara en España la II República. En su vida ha hecho de todo, desde empleado de la desaparecida, Compañía Sevillana de Electricidad, pintor de brocha gorda con su hermano Juan Luis, vendedor de saneamientos Arcas, que tuvo junto al Bar La Perdiz,  donde hoy está la tienda de fotografías Cinephot. Ha sido apoderado Taurino; estuvo algunos meses con la troupe del Circo Europa que vino a El Puerto por 1946. Taquillero de la Sala de Fiestas 'El Oasis'.  Presentador de Variedades y desde hace casi 40 años, vendedor de prensa.

Manuel Carrillo Lucero, a multitalented man if ever there was one, was born in no. 33, calle Palacios, on the 14th of April 1925, five years before the second Spanish Republic was proclaimed. He’s done a bit of everything during his lifetime, from working for the now non-existent, Compañía Sevillana de Electricidad (Seville Electricity Company), to painting and decorating with his brother Juan Luis; he also had a shop selling Arcas bathroom fittings, which was next to the La Perdiz Bar, where the Cinephot photo shop is today. He has been a Bull Fighting agent; he worked for a few months in the Europa Circus troupe who came to El Puerto in 1946; he was box office clerk at 'El Oasis' Disco; Variety Show Presenter and he’s now been selling newspapers for almost 40 years.

En el mundillo de los toros ha sido muy conocido y organizó el Homenaje a Manuel del Pino “Niño de El Matadero” y fue apoderado de su sobrino Francisco Paradela del Pino, quien fue matarife y  también ordenanza del Ayuntamiento, hasta su jubilación. Estaba tan relacionado que hasta asistió a la boda del ganador del Tour de Francia de 1959, Federico Martín Bahamontes. Organizó un sinfín de Espectáculos de Variedades -Varietés- y festivales cantantes noveles durante las décadas de 1950-1960 del siglo pasado. ¡Que contemporáneo de Manolo no se acuerda de nuestro ex-paisano Luis Aranda, entre otros, por aquellas fechas en el Cine Macario o en el Teatro Principal! Fue presentador de múltiples saraos tanto municipales como privados, actuando como humorista en varios de los espectáculos que él mismo organizaba. Es una gran persona, tanto como el mejor.

Cuando se urbanizan los alrededores del antiguo Campo de Futbol del Racing (conocido como el Campo de Eduardo Dato), a finales de la década de los sesenta del siglo pasado, instala un kiosco (no sabemos si con permiso o sin él) para vender chucherías y prensa. Posteriormente cuando se construye los pisos de Zafer (conocidos como los pisos verdes) en los terrenos del campo de futbol él se compra un local a medias con otro señor y cuando en tiempo de alcalde Rafael Gómez Ojeda se reurbaniza la Avenida de La Constitución (antiguamente Avda. de La Legión), le obligan a quitar el kiosco y ni corto ni perezoso metió literalmente dicho armatoste dentro del local que había adquirido y que se encontraba sin ninguna obra: en bruto. En la instantánea podemos observar la fábrica de botellas VIPA (Vidrieras Palma), el solar donde actualmente se encuentra la Comisaría de Policía Nacional y el Campo de Fútbol. (Foto Colección Vicente González Lechuga).

Actualmente Manolo ejerce su servicio de prensa en una mesa que le cede la familia de José Basteiro Pereira-fallecido hace un par de años- en el Bar de La Ponderosa, frente por frente a donde ha pasado los últimos casi 40 años de vida profesional,  donde sigue tomando el pulso a la calle, donde comentando las noticias que vienen en 'sus' periódicos, donde ha sido y es cómplice de muchos clientes, donde continúa siendo amigo de sus amigos.  Una de las multiples anécdotas que se cuenta el la Zona de la Avenida de la Constitución, donde vende actualmente la prensa es que, si vas a comprarle algo has de llevar el dinero exacto pues siempre decía “yo no tengo cambio”.  Sin embargo si cualquier negocio de la  zona le pedía cambio se iba por todo los alrededores buscando cambio para los demás. En la fotografía, Manolo Carrillo, siempre con su inseparable pajarita, presentando un Espectáculo de Varietés. La dedicatoria dice: "Lo mismo que tu... pero mucho más" y esta fechada el 1 de enero de 1954. Según hemos podido obserevar en otras fotografías del album de nuestro artista, el parecido con el torero Manolete es bastante razonable, algo que le hará 'vestirse de luces' en algún momento de su carrera como showman, como veremos más adelante.

La portada del programa que reproducimos aqui, escondía en su interior, en su "Primera Parte, la presentación del Cuadro Artístico con espectáculo de Variedades, según el orden siguiente: Palmeras Portuenses (Miguel Leveque y su Orquesta). Teresita (Ángel Zamacola), Bolero Mallorquín (Vera y sus muchachos). Tres Veces Guapa (Juan José García). Recital a Guitarra. (Manolo Otero). En el País de la Ilusión (Xavier). Canto Regional (Mariano Hernando). El Tercer Hombrer (Trío Juventud). Unos segundos de humor (Manolito -el propio Manolo Carrillo-). Pepe Mairena (Miguel Leveque y su Orquesta). Madre Hermosa (Paco Navarro). Canto a la Mujer Cordobesa (José Morilló León). Marcha Militar de Shubert (Agustín Moreno). Cantando por el Mundo (Otero, Celdrán, Ortega). Glosa a la Soleá (Luis Callealta). El Sitio de Zaragoza (Vera y sus muchachos). Chistes rápidos (Teodorito). Sombras del Nublo. (Manolo Torrent). Fantasía. (Julio Rodríguez. Malvaloca. (Manolo Celdrán). Humor Español (Hermanos Pepes). Presentado por Manolo Carrillo. En la Segunda Parte, Representación por el Cuadro de Actores del gracioso sainete titulado 'El Número Ciento'. La Dirección se reservaba el derecho a alterar el programa si lo creía conveniente y además, dado el carácter benéfico de ese espectáculo, quedaban suprimidos los pases de favor".

Escenario de una fiesta organizada por el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María en la Barrida de la Playa, frente al Real Club Náutico, presentada por Manolo Carrillo; a su izquierda se encuentra Gaztelu, con el cigarrillo en la mano Millán Alegre Gimeno, padre del actual concejal de Cultura y Fiestas y Merello. Podemos ver en el adorno del escenario un cartel de toros de la presentación en Andalucía del gran maestro matador de toros Luis Miguel Dominguín,  de fecha del 31 de Julio de 1960, día de esta fiesta. (Foto: Archivo Municipal).

En la foto de grupo asistimos al Homenaje ofrecido a Manuel del Pino, 'Niño del Matadero', organizado por nuestro amigo Manolo Carrillo. De pie, de izquierda a derecha Manuel Carrillo Lucero; Vicente Prego,  un galllego afincado en El Puerto, consignatario de buques; Manuel Almagro Guilloto,  de profesión mecánico, que tenía su taller de cerrajería mecánica en la Calle San Sebastián, donde después vivió e hizo allí su museo taurino; posteriormente se instaló en un local de la casa que compró junto a Casa Paco, en la Ribera del Marisco (en aquellas fechas Vergel del Conde) y posteriormente mudó dicho taller a la calle Recta, donde actualmente existen varios pubs: a continuación Miguel del Pino Suárez, en esa fecha Matador de toros. Sentados y de izquierda derecha: Antonio Rosales, Don Puyazo; Manuel del Pino Suárez, la señora de Vicente Prego y el hijo de Miguel del Pino. (Foto Colección Antonio Almagro Buhigas). En la fotografía  pequeña, Manolo Carrillo vestido de torero: 'El Niño de la Prensa', donde el parecido con Adrian Brody -el actor que ha representado a Manolete en una película- es notable. (Foto Colección V.G.L.)

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