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En sus comienzos, en 1971 la cocina del Bar ‘La Herrería’ --conocido también como ‘La Draga’.. estaba regentada por Isabel Sánchez Vázquez, cocinera durante muchos años en el internado del Instituto Laboral, (nótula 056 en GdP), hoy Santo Domingo.

franciscogomezmateos_puertosantamariaA su jubilación pasó a manos de su yerno, Francisco Gómez Mateos, auxiliado por su mujer, Isabel Real Sánchez y la hermana de ésta, Francisca, hermana de Pepe ‘el de la Draga’. Al fallecer Francisco, el establecimiento pasa a ser regentado --no solo la cocina-- directamente por su viuda, Isabel Real, quien continúa gestionándolo en la actualidad. (A la izquierda, el desaparecido Francisco Gómez Mateos).

Pero remontémonos cuarenta años atrás. Al principio de la década de los sesenta del siglo pasado, José García Girón --Pepe, ‘el de la Draga’-- trabajaba para José Luis González Obregón, antiguo capataz de las bodegas Jiménez Varela y entonces con firma vinatera propia, que además poseía varios establecimientos de hostelería, en la calle Ganado (Bar La X), en la Plaza de Bizcocheros (Bar ‘La Draga’) y en la Plaza de la Herrería, entre otros, donde hoy está situado el edificio principal de Romerijo, dando a las calles Jesús de los Milagros y a la propia plaza; aquella tasca se llamaba también como la de Bizcocheros, Bar ‘La Draga’.

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El desaparecido edificio donde hoy se encuentra Romerijo, y donde en las dos puertas de la derecha se encontraba el antiguo Bar 'La Draga'. Enfrente, cruzando la calle Jesús de los Milagros, el actual Bar 'La Herrería, 'El Antiguo Dragón'.

Se llamó el local así en 1929, por los dragados del río Guadalete; a finales de los años treinta y comienzo de los cuarenta perteneció a los hermanos José María y Manuel Riqué Mora. Con anterioridad, en el entorno de las guerras con Filipinas y Cuba (nótula num. 696 en GdP), en 1896, era un bodegón perteneciente a José García Loy. Hoy la marca de vino fino que embotella Bodegas Obregón llevan ese mismo nombre: Fino ‘La Draga’.

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Pepe García Girón, Pepe 'el de la Draga'.

Durante varias décadas Pepe ‘el de la Draga’ fue testigo en primera fila, junto a Paco Rodríguez ‘Ceballos’ (nótula 498 en GdP) y Manolo ‘el de el Betis’ (nótula 425 en GdP), del trasiego de trabajadores en la Ribera, punto de encuentro de jornaleros y del pueblo llano, junto a la zona de la Estación y el Muelle del Vapor, antes de ser tomado por el fenómeno de masas del turismo del que, mayoritariamente, vive la población en la actualidad. La Draga cerraría sus puertas a finales de la década de 1960.

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El Bar La Herrería, en una imagen actual, donde es frecuente ver desayunando a trabajadores del entorno de toda clase y condición.

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Joaquín Muñoz-Seca Manzanerea y el desaparecido Paco del Castillo Tellería, clientes del Bar.

Tras el cierre de ‘La Draga’, Pepe inaugurará, donde en la actualidad  se encuentra el Bar la Herrería en la plaza del mismo nombre (nótula 543 en GdP) el Bar ‘La Herradura’, en los prolegómenos de la transición española, allá por 1971. Como afirma Enrique Pérez Fernández: «Treinta años atrás, al principio de la década de los cuarenta del siglo pasado ya estaba en dicho espacio un almacén o tienda de ultramarinos propiedad de los hermanos José y Serafín Vieytes junto el bar ‘El Antiguo Dragón’, propiedad de José López Herrera.

2camareros_ladraga_puertoasantamaria Con anterioridad en 1779, en la plaza existían dos tiendas de montañeses, propias de Francisco Ruiz de Oreña y Juan de la Torre, y en 1804, dos tabernas --acaso en los mismos locales-- de Pedro Gómez Quijano, en donde también se freía pescado».

Durante mas de 20 años Pepe será la locomotora de ‘La Herradura’, por lo que al estar al frente del negocio, éste recibiría el nombre del antiguo donde prestó sus servicios: ‘La Draga’. En la década de los ochenta del siglo pasado ‘La Herradura experimenta una profunda remodelación, fruto de la madurez empresarial de su propietario y de la buena marcha del negocio al albur del boom turístico local, consolidando ya su nuevo nombre como Bar ‘La Herrería’, aunque los porteños, mayoritariamente le sigan llamando ‘La Draga’.

franciscogarciareal_puertosantamariaEn la actualidad dicho establecimiento, al que es asidua en sus estancias en El Puerto la eurovisiva Merche Macaria (nótula 047 en GdP), está registrado también como ‘La Draga’, como homenaje al que fuera el abanderado con sus vinos de este establecimiento: José Luis González Obregón (nótula 060 en GdP). (En la imagen de la izquierda, Francisco Gómez Real,  hijo de Isabel Real, encargado del establecimiento).

LA COCINA DE LA DRAGA.
Buena materia prima y cocina casera son claramente el éxito de este establecimiento. En sus comienzos la capacidad de ‘La Herrería’ era bastante reducida y conforme ha ido experimentado mejoras y reformas, ésta ha ido aumentado, sin menoscabo de su idea fundacional: calidad y comer como en casa.

Y como comer fuera de casa no siempre es una elección sino una obligación y a veces un engorro, en La Herrería decidieron crear el ‘Plato Casero del Día’, donde conjugan la frescura de la cocina de mercado: rape al pan frito, cazón en amarillo, pescado a la roteña, calamares rellenos, chícharos con alcauciles (guisantes con alcachofas para el que sea de fuera…), con la madurez de la cocina tradicional: garbanzos con acelgas, berza, menudo (callos con garbanzos, para el foráneo), lentejas, habichuelas (judías blancas o fabes, según la procedencia del comensal),…

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EL EQUIPO DE FÚTBO SALA.
El equipo de la Herrería F.S. es una selección nacida entre desayunos. Un grupo humano formado por estudiantes universitarios que aliviaban sus mañanas de estudio entre desayunos y tertulias futbolísticas. Universitarios que quisieron llevar el nombre de este antiguo establecimiento ubicado en el corazón de la Ribera portuense a lo mas alto del fútbol sala local. Se han convertido en un equipo querido por la afición local en la pista municipal de ‘La Palma’, donde habitualmente  juegan sus encuentros

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El 22 de febrero de 2009 aparecía el cadáver de un hombre de 48 años de edad, nacido en El Puerto, y que respondía a las iniciales de G.G.C. Al parecer llevaba tiempo enfermo, viviendo en la indigencia y el abandono, y acostumbraba a pedir limosna en la puerta de la cercana iglesia del Espíritu Santo.

«No hacía ni un mes que paseaba por el Parque Calderón, cuando observé, que la caseta dedicada a albergar el mecanismo eléctrico que accionaba, la tan pretenciosa como efímera vida del chorro de agua sobre el Rio Guadalete, daba señales de estar habitada, a pesar de  su escaso metro y medio cuadrado.
Saqué mi móvil, e improvisé una fotografía, que al descargarla en el ordenador  y verla con detalle, sentí el impulso de plasmar en un soneto, la escasa poesía que podía generar tan sórdida estampa. No conocía al morador de la caseta, pero lo idealicé convirtiéndolo en  eremita y capitán de  barco anclado al rio.
Que falaz y triste metáfora, que me devuelve la realidad al leer en la prensa, cómo los empleados del Ayuntamiento, han procedido a demoler la caseta donde llevaba muerto tres dias el “Yiyi” , como así se le conocía.

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Operarios municipales, limpiando la zona tras la demolición de la 'vivienda' del Yiyi.

Tuvo su dia de gloria,  al ser noticia morbosa como portada Diario de Cádiz, “llevaba tres dias muerto” pero no era feliz, como yo lo idealizaba, vivía gracias a la escasa caridad que le proporcionaba su pordioseo y feneció de frío, abandono y soledad. Nadie lo echó de menos.
Sabía que un día lo expropiarían, por la remodelación de la ribera del rio, pero no dio la opción y decidió dejarnos.
No se si alguien lo recordará, yo si prometo que su recuerdo me vendrá a la memoria, por lo menos cada vez que pase por el Parque Calderón. Descansa en paz, Yiyi» (Texto: Alberto Boutellier Caparrós).

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Soldados españoles en Cuba, antes de una batalla.

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Soldados españoles en Cuba, prisioneros de las tropas norteamericanas.

Aunque en octubre de 1897 llegaron los primeros repatriados enfermos de Cuba, no sería hasta después de finalizada la guerra cuando desembarcó un nutrido grupo de excombatientes heridos y enfermos para los que se habilitaron diferentes puntos de atención sanitaria, una especie de prolongación de los hospitales de campaña en diversas provincias costeras, entre ellas Cádiz.  El Puerto sería uno de los lugares  elegidos  para dicha instalación, nombrándose una comisión que debía estudiar y proponer el lugar adecuado.

ambulancia_antiguaEl doctor Medinilla propuso la plaza de toros, por su ventilación y aislamiento de la población. Después se pensó en el edificio de Santo Domingo que había quedado vacío al trasladarse el ayuntamiento a la nueva sede en la actual plaza de Isaac Peral. También se barajó la posibilidad de instalarlos en las antiguas dependencias del colegio de la Aurora, en calle San Sebastián pero la rehabilitación resultaba excesivamente costosa. Finalmente, mediado octubre de 1898, se decidió fuera el recinto anexo a la penitenciaría de La Victoria, lugar cercano a la estación de ferrocarril y lo suficientemente alejado del casco urbano el sitio donde atender a los repatriados enfermos y el recinto donde debían pasar la cuarentena aquellos soldados sospechosos de estar incubando la enfermedad. (En la imagen, una ambulancia antigua, en un carro cubierto, tirado por un semoviente).

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La estación de ferrocarril de El Puerto, en 1853.

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Anuncio de trayectos de trenes, entre Cádiz, El Puerto, Sevilla, Madrid y otros, en 1898.

Los portuenses que se acercaron a los andenes de la estación a recibir a sus familiares y amigos y aquellos otros que lo hicieron en solidaridad con los excombatientes o por simple curiosidad, presenciaron  un espectáculo que algunos han calificado de dantesco: jóvenes soldados tambaleándose de debilidad, escuálidos y demacrados; otros, llenos de vendajes sucios y deshilachados; algunos con miembros amputados de urgencia en el viaje de retorno y otros, agonizantes, trasladados en angarillas. Era invierno y la lluvia que en ocasiones complementaba la escena, añadía si cabe, tintes más sombríos a la dramática escena.  Y toda la ciudad quedó impresionada:

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Poema realizado por Muñoz Seca en su etapa juvenil,  estudiante de Filosofía y Letras en Sevilla, publicado en la Revista Portuense en la que colaboraba.

“… llega el día en que los hechos, con su angustiosa y aterradora realidad, aparecen a la vista de los portuenses, y entonces, como si los impulsara mágica influencia, todos abren sus ojos para humedecerlos con el llanto, todos abren sus labios para lanzar frases compasivas. Todos, en fin, abren sus cajas para prestar su material auxilio. Y, en un momento, crece y se desarrolla la venerada Cruz Roja que tiende sus brazos sobre los que sufren en el lecho del dolor y padecen sed y desnudez y hambre, y no tienen padres que los lleven sobre sus hombros, ni madres que les besen las frentes calenturientas.”

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Así se expresaba “Justo” en la Revista Portuense. Y cita, dándola como existente, a la que, posteriormente, sería la Asamblea Local de Cruz Roja. En esas fechas ostentaba su presidencia el médico don Adolfo Barra y la componían, entre otros, sus colegas  Rafael Rioja y Plácido Navas, el farmacéutico Agapito Ruiz y otros portuenses tan significados como los hermanos Ramón y José Arvilla, Ramón Ameneiro Barba, José Martínez Colom, Francisco Lucuix y Luís Pérez Gutiérrez. (A la izquierda, anverso y reverso de la Medalla otorgada a la Cruz Roja Española, por las Campañas de Repatriación de 1895-1899)

La Cruz Roja canalizó la generosa ayuda que nuestros paisanos aportaron con ese expreso fin, algunos de forma anónima y otros con donativos en especie: tabaco, vinos, ropas. Pagaron los féretros de los muertos, los viajes de los vivos, les dotaron de mudas nuevas, gestionaron sus papeles, les agasajaron con vino y tabaco y, lo que es mas importante, les hicieron compañía, visitándolos y proporcionándoles el calor humano del que tan necesitado estaban, escuchando sus cuitas y penalidades. (Texto: Antonio Gutiérrez. A.C. PUERTOGUÍA).

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infantil_cruzrojaDado que el archivo de la Cruz Roja Local es prácticamente inexistente  por un periodo que abarca entre que fuera desmilitarizada, --hará aproximadamente 25 años-- y su fundación, invitamos a los lectores de Gente de El Puerto que tengan algún tipo de documento, fotografía, recorte de prensa, insignias, recuerdos, bonos, etc… nos lo hagan llegar (original o copia) para la creación de un fondo documental de dicha institución benéfica, que será entregado a la misma para su catalogación y archivo. La Cruz Roja cuenta en El Puerto con más de 100 años de existencia.

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La ilustración muestra a cinco soldados comiendo en el campamento del ejercito español destacado en la otrora colonia española durante la guerra que se desarrolló en 1898 en la que se produjo una gran derrota para nuestro país. El que se conoce como el “Desastre de Cuba”. En la imagen se observa a los cinco individuos en posición relajada pero con una seriedad facial motivo del momento de tensión en el que están inmersos. Los combatientes,  en pleno descanso se dedican a comer y a relajarse para un posterior encuentro bélico. Nótese la botella de vino en el cesped, y el loro en el hombro del soldado de la derecha.

sorteoquintosguerracuba1895Muchos de los españoles que nacieron en el último tercio del siglo XIX conocieron y padecieron las miserias y secuelas de la guerra, obligados, a su pesar, por la prestación del servicio militar que debían realizar a la monarquía. El escenario, en esta ocasión, estaba en ultramar: Cuba, Puerto Rico y Filipinas, últimos bastiones del extenso imperio colonial español de siglos atrás.  El contingente del ejército, nutrido cada año por los mozos de reemplazo, crecía y crecía a medida que el conflicto, al que algunos historiadores le dan el calificativo de guerra civil, se enconaba. Un año antes del desastre naval con el que se pondría punto final a la contienda, a la que se había sumado los EE.UU., el cupo de las diez zonas en que estaba dividida Andalucía (las 8 capitales de provincia actuales, más Ronda y Osuna) ascendía a 23.742 mozos. (En la imagen sorteo de mozos, en 1895).

trajederalladillo_guerracubaEn nuestra provincia de Cádiz, los reclutados sumaban 2.585 hombres. Solamente estaba previsto incorporar a 1.626 de ellos, y de estos, irán destinados a Cuba 560, 203 a Filipinas, 50 a Puerto Rico y el resto a distintos puntos de la península. Se libraron, pues, casi mil mozos por exceso de cupo. El famoso sorteo determinaba el destino, en el más amplio sentido de la palabra, de cada uno de ellos.  Después, a los que la suerte no les acompañó ni sus parientes pudieron redimirlo pagando la cuota establecida al efecto, serian despedidos en los andenes de las estaciones y en los muelles de los puertos de embarques con vítores de zarzuela. Otra cosa bien distinta serán las penurias y sufrimientos que padecerán en sus propias carnes aquellos que, forzados a servir, lo hicieron en las colonias de ultramar. (En la imagen de la izquierda, dos soldados con el traje de ralladillo, con los fusiles cercanos).

Su mayor enemigo no fueron los mambises cubanos o los tagalos filipinos, sino las enfermedades tropicales, propias de aquellas latitudes. Especialmente la fiebre amarilla, también conocida como “Vómito negro”. Los datos estadísticos son escalofriantes.

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Contingente de tropas españolas en Matanzas (Cuba).

En los últimos años de la guerra, cuando el contingente militar alcanzó su máxima cota causaban baja o morían, diariamente, de 70 a 100 compatriotas. Y, aquellos que contrajeron la enfermedad y lograron evitar un fin tan trágico, vivieron mermados físicamente, manteniendo sus secuelas de por vida.

Quiero finalizar esta primera parte con algo positivo. El listado que he podido recomponer de los repatriados de El Puerto, aquellos que se libraron  de caer prisioneros y de la muerte. Los más fuertes y afortunados. Eran anónimos y están olvidados.

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Posado fotográfico ante un teloncillo de soldados profesionales del ejército español en Cuba.

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Con la difusión de su identidad pretendemos estimular su recuerdo y, si algún descendiente (nietos, bisnietos…) puede aportar fotografías, datos personales o cualquier otra referencia, serán recepcionados y agradecidos, y si no es así, al menos que sientan el orgullo de tener tan digno ascendiente. (Texto: Antonio Gutiérrez. A.C. PUERTOGUÍA).

Mañana: Creación de la Cruz Roja en El Puerto.

Extracto de la película 'Garlic is a good as Ten Mothers' (Ajo es tan bueno como 10 madres), del director norteamericano Les Blank. Año 1980.

Atentos  a las preguntas de la entrevistadora y atentos, también, a las respuestas del genial Anzonini del Puerto, quien, en su estancia en EEUU, entre galas y bolos como bailor flamenco, concedió estas entrevista que no tiene desperdicio.

Ver nótula 524, de Anonini, en Gente del Puerto.

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ramonamontesinoscansino-1_puertosantamariaEra febrero de 1896, nacía un varón y moría una mujer en extrañas circunstancias en El Puerto de Santa María, atendida por un médico que no la vió pues tuvo en todo momento la cara tapada. El niño, de nombre Ramón, nace el 11 de febrero de 1896 en la calle Cruces, núm. 20. La madre, de nombre Ramona, muere a la edad de 31 años,  con 10 días de diferencia, como se puede comprobar en la hemeroteca municipal: Ramona Montesinos y Canccino, del Señorío de Villaralto, enterrada sin lápida por su madre, Ramona Canccino y su viudo, Antonio Aguilar Tablada, conde de Ripa, con la que tuvo una hija legal, Rafaela Aguilar-Tablada Montesinos. Este luego reconocería a tres hijos que tuvo con su sirvienta, Juana Cobos. (En la imagen, Ramona Montesinos Canccino).

La historia comienza cuando Ramona, queda a los 11 años huérfana. Hija única y por tanto heredera universal del cordobés Juan de Dios Montesinos y Neyra, abogado, catedrático, fundador de la Escuela de Bellas Artes de Córdoba, Maestrante de Ronda, Comendador de la Orden de Carlos III,... fue asesinado por cuestiones políticas en Sevilla, muy joven.

Con 14 años, Ramona se casa con el Conde de Ripa y marchan a vivir a El Carpio. Tienen una hija que ingresaría en un convento. Pero, además, el conde tendrá tres hijos con su criada Juana, a los que acabaría reconociendo. Despechada, Ramona regresa a Córdoba y desde allí, viaja, alterna, hace vida social en las casas bien, entre ellas la de los Romero de Torres. Allí conoce a un joven Julio, atractivo, incipiente pintor, que la deja supuestamente embarazada durante la Feria de Mayo en Córdoba, y que acabaría dando a luz, a escondidas, en El Puerto en febrero de 1896. La madre murió, a los 9 días, en un domicilio distinto al del parto, en la calle Jesús de los Milagros, 21. ¿El óbito se produjo por fiebres puerperales? ¿Serían fiebres tifoideas, como certificó el facultativo Plácido Navas el 20 de febrero de aquel año? ¿La mandaron matar tras el parto?, se pregunta su supuesta bisnieta, María Fuencisla Herrera, que está buceando en documentos del pasado.

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Esquela publicada en la Revista Portuense el 20 de febrero de 1896.

El niño, Ramón, es cuidado por su abuela, que figura como madrina de su bautizo, según consta en los archivos de la Iglesia Mayor Prioral de El Puerto, siendo criado en la zona cordobesa de 'El Brillante'. A los nueve años, el seis de noviembre de 1905, lo inscriben como suyo en los Juzgados de El Puerto,  un matrimonio de edad avanzada a los que Ramón ni siquiera conoce: los Herrera Ibañez, de Sevilla, vecinos del Palacio de Dueñas, en la calle San Felipe, número 7; cobraron 5000 pesetas de la época por el servicio. Con 15 años, muere su abuela Ramona. Entonces viaja a EEUU y posteriormente a Francia, costeándose el periplo con un cuadro que le regala Romero de Torres y que por cierto aparecería años después en un mercadillo americano y joyas de la familia.

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A la izquierda, Julio Romero de Torres, a la derecha, su supuesto hijo, Ramón Herrera Ibáñez.

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El pintor Julio Romero de Torres, en su estudio con una modelo y Ramón del Valle Inclán.

En Francia tendría descendencia, dos hijas que tuvo con una mujer poderosa, información que estamos pendiente de constratar con organismos oficiales franceses. El 8 de julio de 1936 Ramón Herrera Ibáñez se casa con Cecilia Rodríguez Ruíz, prima de los Ansón Oliart (naturales de Don Benito. Badajoz) y nacen José Ramón Ramón, Cecilia y María Luisa Herrera Ruíz, esta última vive en Australia. Ramón siempre supo que los padres que conoció como tales, los que figuraban en los papeles, no lo eran. Incluso le llegaron a decir que fue fruto de una relación de su madre, la marquesa, con un Lord Inglés, acaso ¿para desviar la atención sobre el pintor?

fuencislaherrera_puertosantamariaEn la actualidad, María Fuencisla Herrera, hija de José Ramón y nieta de Ramón Herrera y supuesta bisnieta de Julio Romero de Torres y de Ramona Montesinos y Canccino, del Señorío de Villaralto, trabaja recopilando  documentación e incluso piensa solicitar pruebas de ADN si, como sostiene, es descendiente del pintor cordobés. Fuencisla, funcionaria del estado, vive en Bellver de los Montes, un pueblecito de Zamora, que ha estado en El Puerto interesando diversos documentos, consultando archivos sobre el parto y fallecimiento de sus supuestos abuelo y  bisabuela. Esta es su historia, la historia que María Fuencisla nos cuenta y que quiere compartir con Gentes y Habitantes de El Puerto.

(En la imagen de la izquierda, María Fuencisla Herrera, en una pose comercial de su espectáculo: La Reina Loba).


logo_seccionEn la Opinión de Zamora, pulsando sobre la imagen, se publica un reportaje firmado por José María Sadia, sobre Fuencisla Herrera, donde completa la historia que nos cuenta en Gente del Puerto.

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amontillado_tiobenito_puertosantamariaLa vieja taberna Los Maera --en la Plaza de las Galeras esquina con Luna-- fue durante muchos años, a partir de la última década de los 30 del siglo pasado, uno de los establecimientos propios de una tradicional saga de taberneros y fabricantes de anisados y licores: ‘los Giles’, de origen cántabro. Hoy es, en la calle Luna, [con otro nombre y reformada, La Garnacha], la única tienda de vinos que ha conservado parte de su estructura original y cierto sabor a taberna antigua. Tal vez su origen se remonte, al menos, al siglo XVIII, de ser ésta la taberna que documentos de 1771 sitúan frente a la hoy inexistente Capilla de las Galeras. (En la imagen, la antigua taberna de Los Maera, en la Plaza de las Galeras, por su fachada de la calle Luna, que hoy alberga a La Garnacha. Vemos el azulejo de 'Amontillado Tío Benito', con el antiguo logotipo de Bodegas Caballero, que permanece en la fachada remozada y repintada de color almagra).

Pero volviendo a Los Maera, allá por 1771 estaría dicha taberna explotada por Gaspar Sequillo; local que a la altura de 1804 se había convertido en un freidor de pescados (freidera o fritura lo llamaban entonces) de Antonio Fuentes. En 1894, convertido nuevamente el local en una taberna que regentaba el montañés Gabino Quijano, se llamaba La Zorra (nombre que en 1869 tenía un freidor situado en la Plaza de los Jazmines esquina a Larga, en 1896 también propio de Gabino Quijano). A fines de los 20 del siglo pasado el propietario del negocio era Francisco Matiola. Poco tiempo después ‘los Giles’, en concreto, la viuda e hijos de Antonio Gil Hidalgo, se hicieron cargo del establecimiento.

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En Los Maera, de la Plaza de las Galeras esquina con Luna, de izquierda a derecha: Eduardo Lojo, con 14 años; Antonio Gil ‘el Gafa’, propietario del establecimiento; Alfonso Sánchez, primo del Antonio Gil y Antonio Rojas Ruiz, camarero de la antigua Tienda de Rueda. La foto está tomada a finales de la década de los cincuenta del siglo pasado. (Foto: Colección María Lojo).

El nombre de Los Maera, aunque no nos atrevemos a asegurarlo, suponemos que se lo puso Matiola en homenaje a los toreros trianeros Maera (1896-1924) y Maera II (1907-1940), apodos de los hermanos Manuel y José García López.

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En los Maeras Chicos, Eduardo Lojo detrás de la barra. De izquierda a derecha delante de la barra cuatro hermanos, los Pino Santana, conocidos como ‘Los Paqui’, hijos de un famoso capataz de pasos de Semana Santa; el alto a su derecha le llamaban’El Furia’. Agachados, a la izquierda con boina, Roberto ‘el Regaera’ y a su lado, Garrucho, conocido como 'Carrurra' quien murió en Valdelagrana en un accidente con un Seat 600. Año 1972. (Foto: Colección María Lojo).

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Los Maeras Chicos --Los Maeras Nuevos--, en la actualidad. El negocio es explotado por Manolita y Antonia Gil de Reboleño Jiménez y su sobrina Lourdes Gil de Reboleño Paz. El camarero actual se llama Eduardo Vélez.

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En la calle Ganado, a la vuelta de la calle Cielos, en la acera derecha está Los Maeras Chicos, uno de los locales abiertos, mediados los años 50, por la viuda e hijos de Antonio Gil Hidalgo. Tras su barra ha despachado mas de 40 años Eduardo Lojo. Junto a este establecimiento estuvo ‘El Rebozo’. Le seguía en el inmueble lindero El Refugio (hoy Muebles Palomino), que lo llevó en sus últimos años Rafael, el antiguo capataz de José Velarde. Mucho tiempo atrás fue un café-cantante, del que no tenemos ninguna referencia.

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Sostiene Eduardo Lojo, en la imagen,  camamero que fue de Los Maera desde los 14 años hasta su reciente jubilación, que el nombre de  'Los Maera' procede de que el vino que se bebía era un vino 'con madera', un vino con cuerpo. (Foto: Colección María Lojo).

También tuvieron, donde está el Palacio de Valdivieso, hoy sede de  la Concejalía de Urbanismo, el bar Los Maeras Nuevos, del que no tenemos más referencias, que se llamaba La Caballa hasta que fue adquirido por 'los Giles'.

En 1880 Eduardo, Germán y Antonio crearon la sociedad Gil Hermanos. En 1928 se fundó una sociedad llamada ‘Viuda de Antonio Gil (doña Encarnación García) e Hijos (Antonio, Victoriano, Manuel, padre de Antonio Gil de Reboleño --ver nótula 373 en Gente del Puerto, y Encarnación). Una ruptura al comienzo de los años 70 del siglo pasado vendría a desencadenar el comienzo del fin de la dinastía tabernera de ‘los Giles’.

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Los Maeras Chicos. 1985. Entre la clientela de frente, 'el Telediario' o Juan 'el Largo', por los dos motes era conocido. En el cartel de la corrida de toros, a la izquierda de la imagen, se anuncian José Luis Galloso, Juan Antonio Ruiz 'Espartaco' y Emilio Oliva. La corrida, con toros de Salvador Domecq, se celebró el 19 de mayo de 1985. (Foto: Colección María Lojo).

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En los Maeras Chicos, de izquierda a derecha 'el Santa Pola', llamado así por ser esa su procedencia, y el popular Romualdo. (Foto: Colección María Lojo).

Durante mas de un siglo de ejercicio comercial, fueron propietarios, que nos conste, de estas 19 tabernas y bares: El Alba, Las Campanas, La Caridad, Las Delicias, Milindres, El Bar Las Flores, La Sacristía, Los Maeras, Los Maeras Chicos  y los Maeras Nuevos, El Resbaladero, El Imperial, La Solera, Triana, el Bar Moderno, el Bar Pontevedra, La Caballa, El Ermitaño y la Tienda de Rueda o Antigua de Rueda --ver nótula 308 en Gente del Puerto--. (Texto: Enrique Pérez Fernández).

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Hablábamos ayer de Vicente Merello Alberti, promotor de un proyecto ferroviario que nunca vería la luz. Hoy nos referimos a esa vasta dinastía entroncada en El Puerto.

Los fundadores de esta saga familiar fueron Julio Vicente Merello Cherisola, natural de Génova y Catalina Alberti Ravina, gaditana, que se casan en El Puerto en 1839 y aquí se instalan, dedicándose al negocio vinícola. En El Puerto nacen sus hijos Vicente, Agustín, Julio, Ernesto y Eduardo Merello Alberti, por este orden. Vicente, dedicado al comercio, que casó con Josefa Alberti Sánchez-Bustamante. Tuvieron tres hijas, las cuales  fallecieron sin descendencia;  Julio, ingeniero de Obras Públicas, que se estableció primero en Huelva y, posteriormente, en Cádiz, donde ejerció como Ingeniero Jefe de la Provincia y, posteriormente, como Inspector del Cuerpo de Ingenieros.  Estuvo casado  con Elvira Llasera Garrido. Su hijo Eduardo Merello Llasera ocupó el cargo de sub-secretario de Industria y Comercio en la década de los 50. Acabó perdiéndose el apellido por falta de varonía.

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La familia Merello Llasera, en 1900. 1. José Díaz Brau (marido de la 6). 2. Eduardo Merello Llasera. 3. Julio M.L. 4. Rosario M.L. 5. José Luis M.L. 6 Elvira M.L. 7. Elvira Llasera Garrido, 8 Julio Merello Alberti, 9, Luisa M.L. 10 José Díaz Merello (hijo de 1 y 6). 11. Ana M.L. 12 María M.L. (cuñada y segunda mujer de 1). Ignacio M.L.

merellohermanos_sotabastos_puertosantamariaContinuamos con Ernesto, casado con María Teresa Otero Sanchez-Bustamante. Igual que el anterior, en la 3ª generación se perdió el apellido; Eduardo, corresponsal de banca, que casó con Ramona Docavo Alberti, de cuya unión tuvieron tres hijos varones, los cuales entroncaron con diversas y conocidas familias portuenses: los Gaztelu, Govantes, Jiménez o Cuvillo, entre otras. Finalmente, Agustín Merello Alberti, fue el más buscavida de sus hermanos, posiblemente obligado por su carga familiar. Sus actividades profesionales eran varias. Entre ellas, la más productiva y rentable, quizás, la de contratista de obras.  Un ejemplo de esta actividad  lo hemos encontrado en los Protocolos Notariales de El Puerto de 1879. Se trata de un documento de cesión de derechos, en realidad una subcontrata, de las obras nuevas de la carretera de Benaocaz a Utrera que se había adjudicado  en casi medio millón de pesetas “de las de entonces” para realizar dicha obra en un periodo de 5 años, adjudicación que, mediante este documento notarial que citamos, traspasa a José de la Cuesta Gómez. (En la imagen, Anís La Sota de Bastos, de Merello Hermanos, 'marca registrada con el núm. 1 de la provinica de Cádiz).

merellohermanos_puertosantamriaTodos los hermanos, sus esposas e hijos vivían en la misma casa, formando una comunidad familiar alrededor de los padres, compartiendo cocina, comedor, salón y otras dependencias de la finca, situada en la calle Fernán Caballero. En el documento notarial de partición de bienes de Ernesto Merello Alberti, fallecido en 1890, se indica: “… no se determinan los muebles porque el finado, junto con sus cuatro hermanos restantes, esposa e hijos, todos vivían en una sola casa reunidos, constituyendo una sola familia.” (Etiqueta de 'Jerez Selecto, especial para enfermos', de Merello Hermanos. Proveedores de SS MM los Reyes  de España, Suecia y Noruega, según reza en la etiqueta).

alberti_amontillado_npu_puertosantamariaA continuación de la especie de comuna familiar, donde se encuentra actualmente un convento de religiosas, haciendo esquina con la calle Jesús Nazareno existía una finca propiedad de doña María Catalina Alberti que heredaron los hermanos Merello, nombre comercial que utilizaban para comercializar sus productos, cuyas bodegas se encontraban en esa misma calle, a continuación de la casa antes citada, aunque con entrada por la calle paralela de Los Moros. El negocio de extracción de vinos, sin ser de los más importantes en su época, más o menos podemos ubicarlo entre los treinta principales criadores y exportadores de la localidad, contando con viñedos propios en el término de Jerez en los pagos denominados “Santo Domingo”, “Tablajete” y “Balcargado”, utilizando en anuncios publicitarios y en las etiquetas de sus productos la leyenda: “Proveedores de S.M. el Rey de Suecia.”  (Etiqueta de Amontillado N.P.U. de Vicente Alberti, padre de Rafael Alberti. Debajo, firma del padre del poeta, Vicente Alberti Sánchez-Bustamante)

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En el verano de 1892, Eduardo Merello fue designado tutor y defensor  de sus sobrinos carnales José María, Rafael y Ernesto Merello Otero,  en la partición judicial de los bienes de su hermano Ernesto, fallecido abintestato el 18 de mayo de 1890, debiendo fraccionarse lógicamente sus bienes entre los herederos, siendo el comienzo de la desmembración de la unidad económica mantenida por los hermanos, continuadores del negocio iniciado por el padre, compañía que alcanzaría poco después su disolución casi definitiva al morir otro de los hermanos.

juliomerelloalberti_puertosantamariaAgustín Merello Alberti, falleció el 12 de abril de 1893, contando 51 años de edad. Su numerosa prole, de 10 u 11 hijos, serían los progenitores de la práctica totalidad de los portuenses contemporáneos de este apellido –Merello Alvarez, Merello López de Meneses, Merello Cuvillo, Merello Govantes, Merello Pastor, Merello Díez, Merello Reynolds, Terry Merello y Castro Merello- y también herederos del 1/5 de participación en los negocios familiares mencionados que correspondía al padre.   Por otra parte, la de su otro hermano Julio, Merello Alberti (en la imagen de la izquierda) existió una desvinculación física, al estudiar ingeniería y cambiar su residencia por motivos profesionales, contribuyendo todos estos motivos apuntados a que, en los primeros años del siglo XX ya no existiese el pequeño imperio comercial forjado por Vicente Merello medio siglo antes.

maríamerellogomez_puertosantamariaCitamos a los hijos de Agustín Merello Alberti y  Maria Gómez Rull, su prolífica esposa, que fueron:

01.-JOSE MERELLO GOMEZ. Casó con MARIA BADANO (2 descendientes)
02.-MARIA MERELLO GOMEZ & VICENTE ALBERTI SANCHEZ BUSTAMANTE  (6 descendientes, entre ellos Rafael Alberti Merello, el poeta universal) En la imagen de la izquierda, María Merello Gómez, madre del poeta.

isabelmerello3_puertosantamaria03.-CARMEN MERELLO GOMEZ   (MONJA)
04.-JESUS MERELLO GOMEZ & Mª PEPA ALVAREZ-CAMPANA   (Otra familia muy prolífica, que llegó a tener hasta 13 descendientes, entre ellos la reconocida Isabel Merello Alvarez-Campana, Vda. de Terry (en la imagen inferior) y su hermana María, la pequeña,  --nótula núm. 410--, Agustín Merello Alvarez-Campana, padre de Agustín Merello del Cuvillo --nótula 262-- y Rafael Merello del Cuvillo, --nótula 306--)
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05.-MILAGROS MERELLO GOMEZ  (MONJA)
06.-AGUSTIN MERELLO GOMEZ & INES MURPHY  (5 descendientes)
07.-MIGUEL MERELLO GOMEZ & MATILDE REYNOLDS  (6 descendientes, entre ellos el abogado y Juez Municipal de El Puerto, Agustín Merello Reynolds, su hermana Matildina, que hacía unas tartas para la calle que tenían fama. Un nieto de esta unión, hijo de Miguel Merello Reynolds es el pintor afincado entre Madrid y Valencia, José Manuel Merello Arvilla).

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Foto de familia de la boda de Miguel Merello Gómez con Matilde Reynolds Esteban, celebrada en Estremoz (Portugal) en 1920. Los novios son los que están en el centro, él con bigotito. A su lado su hermana Pepita y su marido Pedro Castro.

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Etiqueta de Vinos de Alentejo (Portugal) de los Reynolds, emparentados con los Merello.

miguel_castro_merello2_puertosantamaria08.-ELISA MERELLO GOMEZ   (MONJA)
09.-DOLORES MERELLO GÓMEZ & FERNANDO TERRY CUVILLO  (sin descendencia)
10.-JOSEFA MERELLO GOMEZ & PEDRO CASTRO NARANJO  (5 descendientes, entre ellos, en la imagen de la izquierda,  Miguel Castro Merello, alcalde que fue de la Ciudad entre 1958 y 1960)
FRANCISCO MERELLO GOMEZ (No tengo certeza. Podría ser un párvulo fallecido)

(Texto: Antonio Gutiérrez, A.C. Puertoguía).

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En el IV Congreso de Historia Ferroviaria se estableció de forma categórica y definitiva  la cronología de las concesiones y puesta en marcha de líneas ferroviarias en España, confirmando que el tramo Jerez - El Puerto fue, con diferencia, el primer camino de hierro de Andalucía, en 1854.

Hoy 22 de junio se cumplen 156 años de ese evento. No es cierto, sin embargo, como  se ha propagado en muchos textos y yo mismo he creído, que fuese la tercera  de España, después de las líneas férreas de Barcelona a Mataró (1848) y Madrid-Aranjuez (1851). La realidad es que se inauguró tan solo dos días después de la línea Tembleque-Almansa, que hacía la 9ª en orden cronológico, habiéndose inaugurado en esos tres años transcurridos varias líneas en el país valenciano,  (Valencia-Grao; Valencia-Silla; Silla-Benifayó; Carcagente-Alcira y Alcira-Benifayó) otra más en Cataluña (Barcelona-Molins del Rey) y el enlace de Aranjuez con Tembleque.

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Puente del ferrocarril, sobre el río Guadalete a su paso por El Puerto.

Dos años después se prolongaría la línea 13 kilómetros y medio hasta una terminal marítima en la zona donde había estado el fuerte militar del Trocadero, arrasado por los franceses un cuarto de siglo antes y, finalmente, llegaría a Cádiz en 1861. El año anterior se había completado el tramo Sevilla-Jerez, con lo que desde el 13 de marzo de 1861 estaban comunicadas plenamente y también por primera vez dos capitales andaluzas.

Para esa fecha el auge de este medio de transporte para viajeros y mercancías en media distancia en toda la península era espectacular e, incluso, una década después, con una diferencia de meses tan solo, dos ciudades bien distantes una de otra: Zaragoza y Jerez instalaron sendos servicios de ferrocarriles urbanos. El de Zaragoza tenía una extensión de 3,7 Km y el de Jerez (Jerez Estación-Jerez Pueblo) casi cinco kilómetros. De ahí se pasó a la gran distancia, uniendo los ramales construidos en cada región hasta formar las grandes líneas ferroviarias radiales que  comunicaba la capital del estado con las más importantes ciudades y capitales de provincias.

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EL TREN DE LA COSTA.
Otro hito histórico en la historia de los ferrocarriles andaluces y nuestra ciudad lo marcó la creación y puesta en marcha de una línea que enlazaba El Puerto con Sanlúcar de Barrameda. Por su trazado  -El Puerto, Rota, La Ballena, Chipiona, Sanlúcar y Bonanza-  se le denominó “Tren de la Costa”. Las obras duraron 16 años, inaugurándose la línea férrea con toda solemnidad el año que se conmemoraba el IV Centenario del Descubrimiento. Sin embargo los promotores  locales en el primer año fueron a la bancarrota, haciéndose cargo de la concesión la Compañía Belga de Ferrocarriles Vecinales de Andalucía, cuyas oficinas estaban en la calle Cielo número 82, frente a la bodega de Velarde, actualmente un aparcamiento. Esta compañía mejoró la seguridad y la regularidad del servicio, aunque la rentabilidad no fue la esperada, abandonando la concesión a favor de la Compañía de Ferrocarriles Andaluces que mantuvo la explotación hasta 1936, fecha en que el estado expropió CFA como consecuencia de los constantes números rojos de sus cuentas de resultados. Y después de la Guerra Civil, con la creación de RENFE el servicio pasó a gestionarlo dicha compañía estatal hasta su cancelación por falta de rentabilidad, que forzó la cancelación de la línea al finalizar 1984. Le faltó un lustro y pico para ser una línea centenaria.

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Las piezas del antiguo puente de trenes de San Alejandro, que se instalará junto al parque de Los Toruños.

VICENTE MERELLO ALBERTI.
Estos dos eventos mencionados tienen una especie de complemento en un proyecto ferroviario que, si bien nunca llegó a realizarse, fue diseñado y registrado como propio por el portuense o porteño Vicente Merello Alberti. En la distancia de un siglo y cuarto que nos separa de esa fecha, y con la debida reserva, pensamos que fue su hermano Julio, el autor de dicho proyecto. Se trataba de una línea de carácter industrial que, partiendo de Jerez, llegaba a la margen del río Guadalete, navegable en esa época hasta El Portal, bordeando la Sierra de San Cristóbal, en cuyas canteras iría una estación de carga y descarga, al igual que otra en un muelle sobre el Guadalete antes del paraje denominado “La Corta”.

manueljosebertemati_gentedejerezEl 1 de agosto de 1886 presentó  el proyecto de su trazado, de una longitud de 8.280 metros,  a las autoridades municipales jerezanas, estando previsto su enlace en la Alcubilla con el tren urbano existente, al que nos referimos anteriormente.  (A la izquierda Manuel J. Bertemati).

Un año después obtuvo la aprobación técnica del proyecto, (R.O. 10-8-1887) y la concesión de la explotación por 99 años.  Dos meses después cede  --vende, suponemos-- el proyecto con todos sus derechos y obligaciones a Manuel J. Bertemati, de Jerez, el cual, tras no pocas incidencias e intentos de llevarlo a cabo, desiste del mismo antes de cumplirse el plazo de tres años que tenía para realizar las obras correspondientes.  (Textos: Antonio Gutiérrez. A.C. Puertoguía).

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En la puerta de la Carnicería Ortega, junto a Los Maera,  esquina Ganado con Cielos, de izquierda a derecha, Rafael García López, conocido como 'el Mijita' o 'Urtain',  'el Furia', 'Remujardo', 'el Furia', desconocido y Cristóbal Bocanegra.

chaparro_puertosantamariaNo sé si en esta  época se siguen poniendo tantos motes como antaño pero en mi infancia era muy natural, podías tratar toda  la vida a alguna  persona sin llegar a conocer  su nombre. (A la izquierda, Chaparro).

Por la Placilla  pasaron muchas de estas personas como: Kunini, Flichi, el Chispa , el Mamarosca, Makika, el Toto, la Tarzana, Kiliqui, el  Caballo, el Corneta, Yayo, Kika, la Diablora,  el Cartucho, el Lele, Tito, Tete, Tatín, Lalo, Noni, el Corteta, el Capataz, la Buy, el Melena, la Cheli, la Jurado, este mote por el parentesco  de esta persona con ‘la más grande, la Toti, la  Maruchi, Marusela, Romualdo o Remujardo, El Furia,  Chamaco…

romualdo_puertosantamariaTambién algunos conocidos  como: el Troca, la Chacha, el Blanco, el Negro, la Esmallá, el  Choco, el Caramá no ‘el calamar, la Fuqui, la Yeye, el Luri, el Chatuti, el Mosca, el Pegote, el Rubi, la Bú, la Mama Chica, el  Chico,  la Fea, el Feito, el Juaneta, la  Achi, la Achu, el Cheri, el Revorve no ‘el revolver’, la Meona, Panete, el May o  el  Maito, el Cabeza, el Chiqui, el Guardia, el Bizco, el Furias, el Cocacola, el Panarria, el Chino, el Cubano, el Cafú. Tagarnina, Chaparro… (A la izquierda, Romualdo o 'Remujardo').

Otros motes relacionados con gentes de la Placilla o vinculados con ella: Malete, el Tóbalo, el Listones, el Mona, el Meneíto, el Ojito, el Lolete, el Lúa, el Cipri, el Pleti, la Camoma, el Ventura, el Chárle.

mamarrosca_puertosantamariaEl Pesca (no el concejal de Urbanismo de IP), el Mosco, el Carlanga, el Pachi, el Vichi, el Lengue, el Chano, el Cristo (el Melena), el Pele (MGB), la Gandinga, la Pelo, (RCG), el Sevillita, el Boli, el Litri (panadero), el Gallego (Leopoldo ), el Cuqui (la Giralda ), el Severo, la Rubia, la Nena (Penita ), Luis el de los huevos, Joselito el Verde, el Jerezano (Paco), el Caito (fallecido de forma trágica), Enrique el de los muertos, etc... (A la izquierda, Mamarrosca).

Todo un repertorio,  les prometo que a todos los conozco  y sin embargo  de muchos no sé  sus nombres. Todos han tenido que ver en alguna etapa de sus vidas con la Placilla, a nivel de trabajo o por querencia y afectividad. Todo mi respeto para todos ellos  y sus familias. (Texto: María Jesús Vela).

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De izquierda a derecha, José Luis Pérez Cordero, de Cristalería Pérez; Manuel Pérez Lechuga 'el Niño', con gafas negras; dos desconocidos; a continuación José Luis Reyes Ruiz, propietario del toro con sombrero blanco, cigarro y diploma en la mano; 'el Chagüi', portando la cuerda del toro. A la derecha de la imagen, Juan García Márquez, 'el Zaranda'. Los niños son dos hijos de José Luis Reyes Ruiz: Enrique y José Antonio Reyes Rodríguez, el que lleva un bastón en la mano.

José Luis Reyes Ruiz, era natural de Chipiona, afincado en El Puerto desde 1958 en Hacienda La Palma, junto al Parque Europa; yl propietario como ya se ha dicho del toro que aparece en la imagen, Primer Premio en su modalidad en la Feria de Ganado de 1966, con el cambio de ubicación, a la zona de Crevillet, entre eucaliptos, cerca de la Playa de La Puntilla.

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alvarorendon_puertosantamariaNo lo puedo evitar: soy del Puerto de Santa María. De un Puerto que no reconozco en estas calles peatonales repletas de motos, bicicletas y semáforos que guiñan en ámbar; de tiendas que “se traspasan”, de casas con cerrojos dobles y multitud de foráneos en pantalones cortos que miran escaparates, vagabundean preguntones con el dinero justo para una mariscada de gambas sin cabezas en Romerijo. De esa calle Luna desconocida que, a medida que se aleja del muelle, más desierta parece; de la primitiva Larga, cada vez más corta, estrecha y custodiada ahora por espantapaseantes verdes que tapan fachadas de edificios emblemáticos, derribados o a punto de caerse por abandono de sus propietarios; de esa Pescadería reconvertida por exigencias del guión turístico en una inmensa bolsa de aparcamiento.

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Parque Calderón. (Foto: Jorge Roa).

En el Parque ya no huele a patatas fritas, ni las farolas iluminan su piso de albero; no suena la sirena del Tiovivo de Bañuls, ni se practica el plácido juego del bicheo o mireo de esas chicas que huelen a tomillo, romero y espliego, recién lavadas con agua de pozo, que sonreían al cruzarnos durante el tiempo para la exhibición que significaba el tontódromo Larga-Luna-Parque, ida y vuelta, símbolo de la eternidad. Hoy el paseo se ha reconvertido, como casi todo. Ahora se llama sabatina con copita y tapitas por Herrería-Misericoria-Ribera; y ya no se luce el autóctono.

Tampoco se oye el pregoneo de las tajaítas, del pulpo seco, del camarón o del buen higo chumbo, dulce y fresquito, sobre un saco que cubría un cuarto de barra de hielo comprada en Jesús Cautivo. Han cerrado muchos de los comercios más emblemáticos, donde solíamos acudir para ahuyentar el hambre.

monumento_munozseca_puertosantamariaNi siquiera queda albero en la plaza de Peral. Se ha enlosado, quizás para que el genial don Pedro Muñoz Seca pasee sin ensuciarse sus recién estrenados zapatos de bronce, ahora que le pusieron piernas; aunque el injerto quede poco disimulado. De los azulejos de la tramoya decorativa del foro semicircular donde se ubica aún se vislumbra la frescura y el misterio que tuvieron antaño. En las pérgolas laterales, bajo la densa enredadera de buganvillas se reunían las pandillas del centro y de la placilla. Recuerdo que en las largas esperas confeccionábamos collares y pulseras con las hojas escamosas de las viejas Araucarias, después de terminar la merienda de pan con carne de membrillo o aceite y azúcar (poco aceite y poca azúcar). Jugábamos a la palmá y al coger. El palomar, que sólo tuvo palomas un año, lo utilizaban los jardineros como cuarto de aperos; como prisión, la chiquillería, porque su poyete generoso dejaba espacio para el asiento, a medida que se iba llenando de cogidos a la espera de la palmada que los liberase.

En los descansos pelábamos pipas de girasol, compradas en el carrillo de Severo, en una bocacalle de la Placilla, en un lateral del Teatro Principal de Nuchera. Por una perra chica te llenaba el bolsillo de los pantalones cortos; pero, ¿quién tenía una perra chica en aquel tiempo?

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El Carrillo de Severo, atendido por su mujer, Rafaela Morón. (Foto: Misalo).

Abandonábamos la enciclopedia y los cuadernos de cuentas y caligrafía en casa, y corríamos a sentarnos en las espalderas de los bancos de azulejos vidriados, de espaldas al monumento dedicado a la lectura: Cervantes, Fernán Caballero, Góngora, Fray Luis, los Quinteros, Muñoz Seca…, en un pueblo con nimia biblioteca. La que se levantó en los terrenos del Racing Club Portuense vino mucho después, cuando la juventud nos hizo huir buscando lo que creíamos no obtener en el pueblo.

donjuanelcojo__puertosantamariaEl último comentario de don Juan el cojo, el maestro de la calle san Sebastián. Había llamado por enésima vez a Sánchez para castigarle por molestar a los de atrás del largo pupitre compartido con otros diez. El castigo siempre era el mismo: tirarle de las patillas hasta que se le saltasen las lágrimas. Lo de don Juan tenía mérito. Por la mañana, de nueve a dos, y de tres a cinco por la tarde, encerrado en una habitación donde cabíamos unos cien alumnos de distintas edades y niveles. En una casa-palacio que conoció mejores tiempos en el diecinueve, con un balcón que daba a la calle, donde subía el ruido de los mulos cargados con cacharros de barro para cocinar, barquitos con fruta para el Mercado y el chiflado afilador. En la esquina había una tasca donde se expendía vino a granel, lugar asiduo de braceros y desempleados.

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Colegio de don Juan Díaz, en la calle San Sebastián (Foto: JMM).

Yo venía del Asilo, en la calle Cielos, y estaba acostumbrado a formar en el patio vestido con traje de marinero azul marino, frente a una virgen de túnica rosa y toga celeste a juego con los ojos. Me daba pena. Tenía las manos atadas con un rosario y apenas levantaba su retraída mirada, apalancada en una rocalla de cuyos intersticios brotaba una selva tropical. La gigantesca directora, que hacía por monja y media, situada descaradamente junto a la virgen –que no admitía comparación–, y subida al primer peldaño de la escalera de mármol, nos animaba a ir a una batalla contra los protestantes y declararnos amantes del sagrado corazón:? «Fuera, fuera, protestante./ Fuera de nuestra nación/ que queremos ser amantes/ del Sagrado Corazón./ Viva Dios, que nunca muera,/ y la santa Tradición/ estas monjas benditas/ que nos dan la educación.»

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Fachada de la Iglesia del Asilo de Huérfanas, en la calle Cielos. (Foto: Colección Vicente González).

A Pepe Mesa y a mi, que compartíamos el mismo pupitre junto al balcón de la bandera, nos tocó la señorita Luisa, pecosa y agradable. Cuando se abrían los cristales nos llegaban olores dispares, el del carro de la basura y el de los bollos de pan recién hecho. Hablo de los años sesenta, de cuando las panaderías estaban abastecidas y el estraperlo funcionaba para los electrodomésticos y piezas de recambio. El pan se pregonaba por los portales al tiempo que se repartía a los abonados a la viena, al chusco, a la telera o a la barra. El repartidor tiraba de un carrillo con tres ruedas sobre las que se asentaba un cajón abierto por arriba y del que extraía un capazo donde llevaba los distintos tipos.

001. ¡A SANGRE Y FUEGO!No sé cuándo ni dónde aprendí a leer. Si fue con los susurros amables de la señorita María Luisa o con las voces del ogro cojo. Sólo sé que me encantaban los sábados por la mañana, cuando me acercaba a la papelería de Cortés y preguntaba si había venido el cuadernillo apaisado del Capitán Trueno, con carpetilla iluminada e interior en blanco y negro. Del TBO me gustaba  hasta los increíbles disparates del profesor Frank de Copenhague. Mis hermanos eran más de Roberto Alcázar y Pedrín. Mi padre leía El Coyote, sólo para poder dormir por las noches, abatido por un disparo perdido… Hasta los siete años viví entre algodones. Fue durante la primera quincena de aquel florido mayo, cuando renuncié a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y prometí seguir siempre a Jesucristo.

Del día de tu primera comunión recuerdas que estrenas traje con botones dorados, zapatos que producen rozaduras y calcetines de canalé que te marcan sus dibujos sobre la planta del pie; que te adjudican un rosario blanco como de niña y un misal de tapas anacaradas con cierre de latón que siempre estaba en el suelo, porque se te resbalaba de las manos forradas con guantes de algodón. Sólo soportas la hora larga del ritual, donde todo el mundo trata de endulzar un acto que ha perdido con los años el sentido esotérico, por los regalos del final del banquete con chocolate. Y cincuenta años después te sigues preguntando qué puñetas eran las “pompas” de Satanás. Debían tratarse de las pompas fúnebres, empleadas para acojonar a los niños.

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Ramon Zarco y Luis Ortega. (Fotos: Academia de Bellas Artes).

Me gustaba el dibujo y la música, pero no me gustó que mi madre me apuntara a Solfeo y Dibujo en la Academia santa Cecilia, dos días a la semana. Pronto supe que se habían acabado los bolindres y los hoyos en la calle san Sebastián, y que las tardes se acortaron para siempre. De la Academia recuerdo el olor a pino de Flandes de los pianos del profesor Zarco, en la planta baja, y el olor a goma de borrar y madera de cedro de los carboncillo del piso superior, donde un joven Luis Ortega se esforzaba en habituarnos a mirar a través de sus ojos.

A veces, el tiempo es como el viajero camuflado en los bancos de la estación de la vida, que ve pasar los días como trenes veloces y piensa, desbordado por la frustración, que el siguiente es el suyo. En otras, es la estación la que pasa fulminante detrás del cristal entreabierto de la ventanilla, mientras sigues pensando que en veintitantas estaciones más llegará la tuya. En todos ellos viajan gente solitaria, personas que se resisten a salir de la nube de vapor que rebufa los bajos de la máquina, o se acodan en las escalerillas metálicas de acceso al vagón. Ves jóvenes que sonríen casi con cualquier cosa, señoras desesperadas esperando a que la prima hermana de Diógenes acabe de bajar los bultos donde guarda media vida, y la multitud ansiosa que explora los aledaños del gusano metálico. Asomado a la vida de afuera, con el cristal bajado, escrutas rostros, valoras gestos y evalúas evidencias. Los primeros compases de la puesta en marcha de la torpe máquina te adormecen y sólo treinta segundos antes te apeas. Que aquel no era el tuyo.

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El ferrobús, a su paso por la estación de El Puerto en junio de 1962. (Foto: Rafa. Archivo Municipal).

Clavado al único asiento que resistió la embestida de la última litrona, entre la duda de esperar o desesperar, compruebas cómo te quedas solo y que el andén cubierto por la techumbre metálica agrisa un paisaje violeta con leves pinceladas de anaranjado; en un atardecer, lánguido y mortecino.

Sabes que a pesar de la distancia, del tiempo y del deseo, nadie te espera ya. Que los pueblos, las nubes, las vacas paciendo en idílicos prados, incluso la conversación de la señora que se subió en la penúltima parada e intenta desviar tu visión, son un sueño, una ficción creada por tu memoria. La vida, el tiempo son sólo recuerdos, cadáveres que fuiste dejando en la cuneta.

Incapaz de parar lo inevitable, alzas el cuello del abrigo porque empieza a refrescar y cierras el libro que te tiene aprisionado en el ayer de la página 135. Buscas la complicidad del espacio para echar una cabezadita y, entonces, piensas que el haber nacido en el aislamiento de un pueblo como el mío, no significa que hayas crecido en soledad; pero, ¡a quién le puede importar ya…! (Texto: Álvaro Rendón).


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El fin de semana de los pasados 29 y 30 de mayo se han reunido en El Puerto 70 familiares procedentes de toda España para celebrar un Encuentro en la cuna de los Alba. Muchos de ellos no se conocían físicamente y han aprovechado para documentarse de lo que fue y es hoy en día su familia.

Cuando Luis de Alba Clares y Teresa Navas Ramos decidieron casarse en la intimidad de su casa a principios del siglo XX, seguro que nunca les dio por pensar que tendrían una descendencia tan grande: sus diez hijos no solo se quedaron en la Muy Noble y Muy Leal Ciudad y Granl Puerto de Santa María, sino que los Alba se dividieron y volvieron a dividir hasta fundar familias en Toledo, Islas Canarias, Granada, Huesca, Sevilla, Madrid, etc, etc.

El primer Alba que viviera en El Puerto del que se tiene conocimiento, fue en el siglo XIX: Cipriano de Alba Rodríguez,  quien estaba casado con Carmen Clares de Lassaleta. Militar de carrera, llegó procedente del Norte de África. Vivieron frente a la puerta de la Sacristía de la Iglesia Mayor Prioral. Tenían diez hijos, entre ellos Luís de Alba Clares, quien, aunque naciera en Badajoz en el año 1877, pasó una parte importante de su vida en nuestra Ciudad.

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Luis de Alba y Teresa Navas, en la foto oficial de bodas.

Luis de Alba Clares se casa con Teresa Navas Ramos, hija del famoso médico Plácido Navas Villasclaras, en el salón del domicilio paterno en Vergel del Conde nº 16, un 18 de abril de 1900. Luis se hizo militar como su padre, con 19 años. Tuvieron diez hijos que fueron naciendo allí donde era destinado: Fuerteventura, Málaga, Melilla, Toledo…

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Plácido Navas Villasclaras, médico que fue de la Plaza de Toros, con bigote, a la izquierda de la imagen, padre de Teresa Navas, casada con Luis de Alba. El tercero por la derecha, en primera fila, Enrique Máiquez Adán, también médico y abuelo de Enrique, José María y Consuelo García Máiquez.

El que se quedó en El Puerto fue José Alba Navas, quien nace en Málaga, de casualidad, en 1913. Pero El Puerto le cautivó (bueno, más que El Puerto, una portuense… Milagros Medinilla Medinilla -Lalo-, que aparecen en la foto inferior, el día de su boda.

josealbanavas_puertosantamariaComienza José a trabajar en las Bodegas Osborne, y hace sus pinitos en política fundando un partido que nunca llegó a cuajar. Durante el inicio de la Guerra Civil es movilizado y sirve como alférez provisional en África.  En uno de los permisos, vuelve y se casa con Lalo el 17 de octubre de 1938. Tras la contienda se van a vivir de alquiler a la calle Pagador,  y más tarde a Cielo nº 81. Le han guardado su puesto en la bodega Osborne. Fruto de esta relación nacen 6 hijos: José, Milagros, María Teresa, Luís, Inmaculada y María Ángeles Alba Medinilla. En los años 60, siendo Alcalde Luis Portillo, fue concejal de Fiestas. Igualmente fue miembro activo del Racing Club Portuense y tesorero de las Conferencias de San Vicente de Paúl, organización encargada de visitar en sus domicilios a enfermos, a los que entregaban bonos de pan y leche. En el año 1962, Osborne le traslada a Tomelloso (Ciudad Real) donde pasa varios años y cuando se jubila decide irse con su mujer y su hija aún soltera, María Ángeles, a Sevilla, donde fallece a los 78 años de edad.

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La famlia Alba Medinilla, formada por José y Lalo, y sus descendencia: José, Milagros, María Teresa, Luís, Inmaculada y María Ángeles

Su primogénito es José Alba Medinilla quien nace el 24 de septiembre de 1939 en El Puerto. Va a estudiar Ingeniería a Madrid (iba para Industriales pero terminó en Minas). Se casa con Josefina Chao Arroyo. Tienen cuatro hijos: María, José, Almudena y Pablo. Tiene ya seis nietos. Su pasión: el mar de Los Caños de Meca.

Milagros Alba Medinilla. Nace en El Puerto el 3 de mayo de 1941. Era la polvorilla de la casa. Se casa el 14 de septiembre de 1968 con el oftalmólogo sevillano José Martínez Román y se afinca en Sevilla. Tienen 7 hijos: Carlota, Milagros; Inmaculada; José; Leonor; Rafael y Diego y dos nietas. Sigue muy vinculada a El Puerto, donde posee un apartamento en Valdelagrana, que es el punto de reunión de su familia.

hojalunes_23junio1968María Teresa Alba Medinilla. Nace el 29 de diciembre de 1942, aunque su carné de identidad dice 1 de enero de 1943, porque el Registro Civil estaba ya cerrado cuando su padre “se acordó” de ir a inscribirla, y así evitó la multa. Se casa con José Luis López  Franco el 26 de diciembre de 1964 y viven desde entonces en El Puerto. Todos sus hijos son portuenses: María Teresa; María José; José Luis, Santiago y Fernando. Tiene dos nietos. (En la imagen, natalicio de su hijo José Luis, publicado en la Hoja del Lunes del 23 de junio de 1968).

luisalbamedinilla_puertosantamariaLuis Alba Medinilla. Nace en 11 de diciembre de 1944  Desde muy joven quiso ser sacerdote y tenía montando en un armario de la calle Cielo un altar desde donde impartía “misa” a todos sus hermanos. Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca. Se casa el 14 de junio de 1976 con Consuelo Guerra Pérez. Tiene dos hijas, Susana y Beatriz. Ya jubilado, vive en Madrid aunque hace poco ha vuelto a sus raíces: se ha comprado una casa en El Puerto y ha ingresado en la Hermandad de la Flagelación de donde es secretario segundo y archivero.

Inmaculada Alba Medinilla. Nace en El Puerto el 9 de diciembre de 1946. Hay una graciosa anécdota: de pequeña la eligen para encarnar la figura de “España” en un paso de la Virgen del Pilar, en la Procesión Magna Mariana del centenario del dogma de la Inmaculada Concepción, y la suben toda vestida de blanco en el paso de la Virgen del Pilar. La gente se queda impresionada y corre la voz de que era una niña paralítica que la Virgen había sanado. (Imagen inferior).

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Estudia enfermería en Madrid y se casa con el médico gallego David Liste Jiménez el 13 de junio de 1969. Tiene cuatro hijos: David, Miguel Ángel; Rafael y  Luis y tres nietas. También pasa largas temporadas en El Puerto, en su casa de Valdelagrana.

angelesalbamedinilla_puertosantamariaMaría de los Ángeles Alba Medinilla. Nace el  20 de diciembre de 1949.  La más pequeña, la “pelusa”. De ahí el apodo cariñoso que le pone su padre (Peli) que hoy conserva.   Se casa con Joaquín Aleu Morales el 29 de diciembre de 1984 y se traslada a vivir a Puerto Real, donde vive actualmente. Enfermera, trabaja durante muchos años en el Hospital Zamacola en Cádiz y ahora está ya jubilada. Ambos son unos enamorados del campo: tienen una casa en El Marquesado con una parcela donde siembran de todo. Hace poco celebraron por todo lo alto sus bodas de plata. Tiene un hijo, Francisco José.

La familia, a lo largo de este tiempo, desde los abuelos Luis y María Teresa, ha permanecido en contacto más o menos continuo. En una época en que no había teléfonos móviles, e-mails y mucho menos “er Facebú”, las cartas de la Abuela Teresa a sus hijos y nietos eran constantes Una vez faltó la bisabuela María Teresa, fue la tía Carmela Alba Navas la que “heredó” el papel de informadora oficial de los aconteceres familiares.

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Hoy en día viven en El Puerto varios descendientes de esos primeros Alba:  de la Familia López Alba, José Luis y María Alba Chao, a quienes vemos en la fotografía del Encuentro Familiar realizado en El Puerto, con las bandas de 'Reyes de los Alba 2010', que los acreditan.

José Luis López Alba nace en El Puerto el 12 de junio de 1968. Pertenece a la hermandad del Dolor y Sacrificio, como toda su familia, de la que llegó a formar parte de su Junta de Gobierno durante doce años. Muy familiar, aunque vive independiente, siente debilidad por sus sobrinos. Es Licenciado en Derecho y trabaja como Jefe de Administración para la Agencia de Repsol Butano, J. Sánchez-Cossío, S.L.

María Alba Chao nace en Madrid el 11 de enero de 1967, aunque vive en El Puerto desde hace 15 años. Periodista de profesión, ha trabajado en varios medios de comunicación de la provincia y en la actualidad es Responsable de Comunicación en la Empresa de Aguas de El Puerto. Está casada con Francisco. Javier de la Flor Benítez y tiene un hijo de 9 años, Javier. Es sobrina del también periodista Tico Medina.

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Otra fotografía del encuentro de los Alba en El Puerto, en la visita a la Hermandad del Dolor y Sacrificio.

(Agradecemos a María Alba Chao y José Luis López Alba, el trabajo de investigación realizado para la realización de esta nótula, así como la recopilación de imágenes que ofrecemos).

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«Así llegamos a la ocupación de la casa [Larga, 67 antiguo, 27 moderno y 23 actual] por parte de Carlos Sutton Campbell, al que normalmente citan sus contemporáneos como Carlos S. Campbell debido a que en la firma que poseía desde hacía muchos años utilizaba solo este apellido: “Campbell y Hodges”. Dedicada a la crianza y venta al por mayor de vinos, con tonelería propia, transformó la compañía, que paso a llamarse posteriormente: “Campbell & Co.” (Portada de Larga, 67 antiguo, 27 moderno y 23 actual. Foto: A.G.R.)

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Libro de Registro del Padrón de Habitantes de El Puerto de Santa María, donde figura Carlos Campbell, el primero de la lista. (Foto: A.G.R.)

Este caballero inglés, nacido a principio del XIX en la ciudad de Edmonton, Vicecónsul de Su Majestad Británica en esta ciudad  se había casado por el rito católico en la iglesia Mayor portuense el 2 de Agosto de 1834 con doña Luisa Walsh Linche, enviudando nueve años más tarde. De dicho matrimonio nacieron Carlos Luis, Francisca Guillermina, Juan, Isabel Luisa y Luis Alejandro Campbell Walsh. Seis años después contrajo nuevas nupcias en Woolwich, Inglaterra, con Margarita Murray, quince años más joven, que le dio media docena de hijos. Tres de ellos figuran censados en la casa de Larga  27 en el padrón de 1865: Aurora, Ernesto y Alejandra. Faltaba Isabel, que en esa fecha tendría 14 años y residía con su tía Isabel Norton Campbell, en Inglaterra y aún no habían nacido ni Olga, ni Oscar, que lo harían en los años 1870 y 871 en la propia casa. También estaba censado uno de los hijos del anterior matrimonio, Juan Campbell Walls que en esta fecha tenía 25 años y estaba soltero. Elegido por el padre y educado para ello, sería el continuador de los negocios familiares.

campbell2_puertosantamariaEntre los bienes que conocemos poseía se encontraban tres suertes de tierra en el pago de “Balbaina la Baja” que, juntos, sumaban casi treinta aranzadas sembradas de viñas, con casa de piedra en la que realizaban las faenas de vendimia. El edificio de bodega constaba de cinco naves y un patio que servía de trabajadero de tonelería, con pozo,  en el valle de San Francisco –creemos se trata del ensanche del Campo de Guía-. A espaldas de las naves de bodegas tenía una huerta, nombrada “Santa Susana” compuesta de 8 aranzadas de tierra calma, con casa de piedra, pozo y alberca. Este fue el último inquilino, hacendado y bodeguero, que tuvo la casa.

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Una insólita vista de una de las Bodegas de Campbell, desde los tejados de la Plaza de Toros.

EL CEMENTERIO INGLÉS.
Cerramos el presente capítulo aportando algunos datos sobre una obra suya, desparecida  en la actualidad,  de la que se sintió orgulloso mientras vivió. Se trata del lugar conocido como “Cementerio Inglés” o “Cementerio Protestante” que construyó en terrenos baldíos del Palmar de la Victoria que había comprado al ayuntamiento. Contando con la aprobación gubernamental y con las instrucciones recibidas del lord Obispo de Gibraltar procedió el día 3 de Julio de 1875 a la consagración del lugar, según el rito y ceremonia de la Iglesia de Inglaterra, como camposanto destinado para dar sepultura a los súbditos ingleses y demás extranjeros que profesasen la religión protestante. En un codicilo que redactó el verano de 1878 en la notaría de D. José Maria Palou, expresó su voluntad de que sus herederos cuidasen y conservasen este   recinto, cercado con una tapia de mampostería y dotado de arbolado y jardines.

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Vista aérea del Cementerio Inglés, en la antigua N-IV, a la altura de donde se ecuentra el Centro comercial El Paseo.

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Fachada semiderruida de la desaparecida tapia del Cementerio Inglés. (Foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

El paso del tiempo y la extinción de la colonia inglesa existente sepultaron en el olvido y abandono aquel lugar, demoliéndose por necesidades de planificación urbanística de la zona después de cumplirse el siglo de su construcción, con la anuencia de las autoridades británicas a las que solicitó licencia el Ayuntamiento local. [Se construiría un Centro Comercial] (Antonio Gutiérrez, de A.C. Puertoguía. Fragmento de su trabajo inédito «Historiografía social de la Casa Palacio de Larga, num. 67 antiguo»).

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Vista aérea de El Puerto en la década de los setenta. Podemos ver a la izquierda, el Cementerio Inglés. Aún no se habían construído ni PRYCA ni las Galerías de El Paseo.

En marzo de 1997, un octogenario John V. Drysdale Wilson, al que tuvimos oportunidad de  conocer, estuvo visitando El Puerto investigando la historia de su tatarabuelo Charles Sutton Campbell vicecónsul de Inglaterra en El Puerto entre 1834 y 1883, es decir, durante casi 50 años. Nos refirió en aquella visita que su antepasado llegó a nuestra Ciudad procedente de Jamaica, donde su familia tenía plantaciones y empleados en situación de casi esclavitud, algo que no le gustaba y por eso cambió la orientación de sus negocios. Aquí se estableció en el Pago de Balbaína, por la carretera de Sanlúcar, detrás de la Viña del Caballo, en un lugar conocido por la gente del campo como ‘Locambre’, --Lo de Campbell-- algo que le resultaba difícil de pronunciar al campero. Y tuvo oportunidad de visitar entonces tanto la Viña Maria Luisa como la Bodega de Campbell & Co, que en 1997 pertenecía a Osborne. (Texto: José María Morillo).

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Boceto de la Antigua Lonja del Pescado: El Resbaladero. Obra de Juan Lara. 113x50 cms. Año 1975. (Boceto propiedad de Francisco García Áspera).

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El cuadro a color.

La historia del cuadro de la antigua Lonja del Pescado, conocida como ‘El Resbalón’  o ‘Resbaladero’ viene marcada de un desencuentro entre dos amigos: Luis Maximino Sordo y Juan Lara. En aquel Restaurante El Resbaladero regentado por los Sordo paraba Juan Lara, por la proximidad de sul trabajo en la desaparecida Ayudantía de Marina (donde está hoy el flamante Paseo de la Bajamar), y la relación entre cliente y restaurador de estómagos pasó a convertirse en una relación de amistad.

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Detalle, en primer término del remate de la fachada del Resbaladero. En segundo y llenando el boceto, el Castillo de San Marcos.

Tal fue así que a Juan, en una de aquellas tardes de confidencias, allá por el año 1975 le dice a su amigo Maximino que le gustaría pintar el edificio de aire barroco, que albergó hasta 1876 la Lonja del Pescado. Y dicho y hecho, en un papel plasman el acuerdo por el que uno pone los materiales: lienzos, pinturas, marco y el otro la mano y sabiduría del artista, acordando depositarlo en el Salón Posada de Las Ánimas de El Resbaladero mientras ellos vivan y, en caso venta, o por  liquidación de herencia, el 65% del cuadro correspondería a Juan y el 35% a Maximino. mas el abono de los gastos para la creación de la obra. De este documento se hacen dos copias en un papel corriente, sin darle más importancia ni elevarlo a escritura pública. El papel de Juan, desaparece.

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Detalle, gitana vendiendo botijos.

Con el tiempo, --estamos en 1989-- por circunstancias económicas, Ignacio y Teresa Sordo, hijos de Maximino, y ya desaparecido éste, sin contar con Juan Lara deciden vender el cuadro que les había correspondido en herencia a Borja Osborne (en la actualidad, fallecido), quien desconocía el acuerdo entrambos, lo que lleva a producir un litigio, que acaba en los tribunales, entre los citados y el pintor. El comprador permanecía ajeno al conflicto de intereses.

Esta circunstancia le cuesta al pintor un disgusto, quien harto de abogados, jueces y años de pleitear, le llegaría a confesar en una carta a Paco Arniz, a la sazón presidente de la Academia de Bellas Artes, su hartazgo por el pleito y la situación  que lo envuelve. En aquel escrito, fechado el 4 de diciembre de 1992, y al que hemos tenido acceso, escribía de su puño y letra, como le gustaba hacer al pintor, lo siguiente: "No se que destino le depararé a ese pobre lienzo en el que vertí  --en su día-- muchas horas e ilusiones pictóricas, no para la Gloria o remedio económico, sino para Satisfacer esa inquietud artística que  no pueden negarme ni jueces, abogados, crítica y enemigos."

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Fragmento del escrito que dirije Juan Lara a Francisco Arniz, el 4 de diciembre de 1992.

Por cierto que actuaron de abogados, por parte de Ignacio Sordo, el gaditano Manuel María Alvarez Campana y Gaztelu  y por parte de Juan Lara, el jerezano Benito Pérez, 'el jurispoeta'. Luis Suárez Avila fue consultado  por ambas partes, todos amigos, y declinó intervenir por ninguno. Como afirmaba el propio Suárez Avila, "Ni mi amistad, que venía de mi padre, entrañable con Juan Lara, ni la de los hermanos Sordo que venía desde tiempos del colegio, me permitió intervenir, por parte de uno o de otro".

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Detalle, carro con barriles.

Mientras se resolvía el pleito, dicho cuadro permanecería en depósito en la Academia de Bellas Artes ‘Santa Cecilia’, por dictament judicial, donde ocuparía una pared entera precisamente en la 'Sala Juan Lara' (mide 4,75x1,90 metros), hasta su entrega definitiva al propietario final, Borja Osborne, que lo había adquirido a Ignacio Sordo, como indicábamos más arriba. Allí estuvo algo más de cuatro años y el propio Juan Lara mandó a un fotógrafo del Museo del Prado para que le hiciera unas buenas copias del lienzo, que buenas debieron de ser pues permaneció aplicado a su labor, entre las 8 de la mañana y las 5 de la tarde.

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El cuadro de grandes dimensiones (4,75x1,90 metros), instalado en en Salón Posada de Las Ánimas, de El Resbaladero, antes de su traslado. En este salón se encuentra en la actualidad una discoteca.

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El cuadro, testigo de reuniones y comidas, como se aprecia en la imagen.

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Momento del traslado del cuadro, desde el Resbaladero hasta la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia, ante la mirada de Benito Pérez, abogado de Juan Lara y Francisco M. Arniz, presidente de dicha academia, el 11 de octubre de 1990.

El juzgado, finalmente dictamina  que el cuadro, según ley, al pasar más de cuatro años en depósito en un lugar, pasa a ser del propietario de donde se encuentre el bien mueble, es decir del Restaurante El Resbaladero, si no existen documentos que prueben lo contrario. Y la copia del documento de Juan, según afirmaba el propio pintor, había desparecido. Si esgrimió el artista ante el juzgado un documento firmado por el propio Lara y Francisco González, esposo de María del Carmen Sordo, otra hija de Maximino,  fechado en 1989, en el que se recogían los términos de la propiedad expuestos más arriba. Pero el juzgado no lo dió por bueno y el pintor perdió el contencioso.

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En la imagen, Francisco Arniz y Juan Lara, disfrutando de un día primaveral en Benamahoma (Cádiz), donde el pintor tuvo uno de sus estudios.

El boceto y detalles del mismo que reproducimos, estuvieron en el Salón del Resbaladero y fue adquirido por su actual propietario, Francisco García Áspera que ha tenido la gentileza de reproducirlo fotográficamente para Gente del Puerto. Asimismo, el grueso de la información incluida en esta nótula ha sido facilitada por Francisco M. Arniz Sanz, pintor y crítico de arte, al que le unió una buena amistad con Juan Lara.

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pacosotoortiz_puertosantamaria“Al son de bombo y platillo
se van quitando las penas
Contigo juntos en el camino…
Caminito de Yerbabuena”.

Estos versos abrían el programa de Carnaval que el autor y componente Paco Soto Ruiz, 'Paquito el Horno' pronunciaba al inicio de sus emisiones en FM Puerto, una efímera emisora que funcionó en el Camino de los Enamorados en 1988. ‘Caminito de Yerbabuena’ era la voluntariosa respuesta de aquella emisora amateur a la Cadena SER, en el penúltimo Carnaval que retransmitió Manolo Casal antes de pasar a Canal Sur. El ‘Caminito’ de Paco en los medios continuó años después, en Antena Bahía y en Telepuerto.

El recién fallecido Francisco Soto presentó durante años los actos carnavalescos, en la mayoría de las ocasiones junto a su buen amigo Pepe Arjona, y pronunció el pregón de la fiesta de febrero en 1999, tras una intensa trayectoria no sólo narrando lo que sucedía en el Carnaval portuense, sino también como autor, tanto de grupos adultos como juveniles, como ‘Mi Puerto rico’. Además fue directivo de los colectivos de autores y agrupaciones que existieron en los últimos 20 años, desde que se agriaron las relaciones con el Ayuntamiento a la par que se unía el declive de la celebración.

El concurso de agrupaciones de 1990 marcaba el principio del fin del Carnaval en El Puerto después de una ‘gloriosa’ década en los 80, cuando resurgió tras la prohibición del franquismo, promovido por el Ayuntamiento presidido por Antonio Álvarez. Paco Soto había pertenecido a Los Majaras en una de sus más brillantes etapas, en la de Raza Mora, emblema del despertar creativo del Carnaval gaditano, tras los años de la censura y las llamadas fiestas típicas.

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Los 11 componentes de 'Raza Mora',  en 1978, de pie, de izquierda a derecha, Antonio Rico 'Pedro', Fernando Albert, Francisco Díaz 'Pelajigo', Francisco Gómez 'Pacoli', Paco Soto , Diego Caraballo y José Torres 'El Porras' .Agachados, Manuel Parra, Antonio Cía, Pedro García 'Pedrito' y Manolito Albaiceta

En el 90 Paco Soto era el letrista de la comparsa ‘A través del tiempo’, dirigida por Salvador Torres ‘El Dori’ (fue la última agrupación dirigida por éste (Bastones blancos, Vamos al grano, con letra de Luis Galán). La agrupación del Dori, la del Bar Camas, era la rival de Los Majaras y en el 90 estaban frente a frente, sin otras comparsas portuenses (Andaluces de Jaén, con letra de Diego Caraballo era el grupo dirigido por El Pedro), y con más gente alrededor incitando a la polémica que en los mismos componentes. Mientras el grupo de Los Majaras pasó a la fase semifinal del concurso del Falla, ‘A través del tiempo’, que cantó el primer día, se quedó en puertas por esa circunstancia de abrir, en frío, el certamen gaditano. El concurso de El Puerto, celebrado entonces en el llamado Salón Moderno, se presentaba como el momento para calibrar a ambas comparsas.

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Paco Soto, Pregonero del Carnaval de 1999.

AQUEL 28 DE FEBRERO DE 1990.

‘A través del tiempo’ cantaba en la sesión del 27 de febrero y aquella actuación pasó a la pequeña historia del Carnaval de El Puerto por el revuelo formado. La comparsa del Bar Camas intervenía a medianoche, asomándose el festivo 28. A las doce en punto, tras los dos cuplés, la agrupación fue interrumpida por un estruendo de compases, entre los silbidos del público, hasta que pasados unos segundos el personal, y los comparsistas, notaron que el sobresalto musical era el himno de Andalucía, que los había desconcentrado. El personal acabó de pie, solemne, escuchando las notas autonómicas. El grupo, al término de la actuación bajó indignado por lo sucedido, mientras el entonces edil de Fiestas, Vicente Sucino, también se había sobresaltado por la imprevista interpretación. Simplemente Paco Soto había pedido a la mesa de sonido que  intercalara el himno justo en el momento de que comenzar el 28 de febrero de 1990. La emisión por megafonía del himno suponía un problema protocolario, incluso denunciable. El jurado resolvió el entuerto de la manera menos problemática, incluyendo la pieza dentro del popurrí y penalizando a la agrupación por exceso de tiempo.

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El desaparecido Salón Moderno, engalanado para el Carnaval.

El asunto se aclaró, pero en el ambiente flotaba la tensión por la sorpresa que recibió el grupo en escena y que habría alterado los ánimos. No pasó de la anécdota, y al cabo de los años, los protagonistas evocaban lo sucedido con una sonrisa. Andaluces de Jaén, cajonazo en el Falla, fue el primer premio local del Carnaval 90, que vivió una ventosa celebración, con las calles casi desiertas y que confirmaba la cuesta abajo de la celebración en El Puerto. Paco Soto y El Dori volvieron a oír el himno de Andalucía en las tablas del Salón Moderno doce años después, en un homenaje, y fue Luis Galán entonces el que animó a poner la interpretación, con cierto pesar, en este caso del edil de Fiestas, Fernando Gago, que no fue avisado de la inserción. La anécdota se reeditaba. (Texto: Francisco Andrés Gallardo).

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El director de ‘A través del tiempo’, nada más salir de la sala del jurado, y rodeado de concejales y miembros del Consejo del Carnaval. (Foto: Diario de Cádiz).

LA CRÓNICA DE ENRIQUE ALCINA.
«A TRAVÉS DEL TIEMPO» USÓ EL HIMNO ANDALUZ.
La uilización del himno de Andalucía por parte de la comparsa portuense ‘A través del tiempo’, antes de iniciar el popurrí y cuando el reloj marcaba las doce y cuarto de la madrugada de ayer, 28-F, provocó una gran polémica en la segunda semifinal del concurso de agrupaciones. El jurado, que se reunió posteriormente con el director y miembros de la comparsa, acordó penalizar a la misma con el 15 por ciento de la puntuación del popurrí.

Doce y cuarto de la noche. La comparsa portuense «A través del tiempo» va a iniciar el popurrí cuando, sin que nadie fuese advertido, ni siquiera los miembros de la agrupación, suena la música del himno de Andalucía. Sorpresa. El público, que medio llenaba la sala reacciona y se pone en pie, originándose un ambiente de excepción. Se suceden las ovaciones y la comparsa permanece parada en el escenario.

Poco después bajan hasta la mesa de sonido varios agentes de la Policía Local a pedir explicaciones, puesto que, según nos dijo el alcalde, Juan Manuel Torres, «la utilización de un himno en un acto no oficial está prohibida».

atravesdeltiempo2_puertosantamariaSe aclaran los hechos. El letrista de ‘A través del tiempo’, Paco Soto, reconoce que fue él quien convenció al técnico de megafonía para que pusiese una cinta que formaba parte del repertorio, sio avisarle que se trataba del himno de Andalucía. (La comparsa se quedó inmóvil. Foto: Diario de Cádiz).

Una menos veinte de la madrugada. El director de la agrupación, Salvador Torres Palomeque, -El Dori-, acompañado de Soto y varios comparsistas, entra en la sala del jurado para informar de lo sucedido. Miembros del Consejo Municipal del Carnaval, con el alcalde y el concejal de Fiestas al frente, así como numerosos políticos locales, ocupan los alrededores del despacho, custodiado por guardias municipales. Salta el rumor de que la comparsa será descalificada, medida por la que abogan casi todos los componentes del Consejo, pasándole descaradamente el ‘muerto’ al jurado, que, reglamento en mano, no podía llegar a tal extremo puesto que se trata de un concurso y no de un tribunal de [justicia.

Sobre la una y veinte salen Torres Palomeque y compañía, e informan que dijeron al jurado que el himno entraba en el repertorio musical, como homenaje al pueblo andaluz. Soto asegura que ninguno de sus compañeros sabía la sorpresa que les tenía preparada desde el patio de butacas.

Dos y cinco de la madrugada. Se abren las puertas de la sala del jurado. Su presidente, José Ignacio Rodríguez Rendón, lee el acta, la cual recoge que tras consultar con los responsables de ‘A través del tiempo’ se acuerda, por unanimidad, penalizar a la comparsa, conforme con el artículo 13.4 C en su apartado D, con el 15 por ciento de la puntuación obtenida en el popurrí, que no se conocerá hasta la madrugada de hoy, cuando finalicen las semifinales, El presidente señaló que el popurrí duró algo más de un minuto de lo establecido --diez minutos--, incluido el himno de Andalucía como parte del repertorio, ya que el jurado no puede pronunciarse sobre la legalidad, o no, del hecho.

Rodríguez Rendón aseguró que, en torno a la final de mañana, «es imposible sacar conclusiones en este aspecto. al estar las puntuaciones en el ordenador a la espera de que canten todas las agrupaciones».

Los comentarios sobre la polémica citada corrían a toda velocidad por el salón Moderno, donde permanecieron los aficionados a la comparsa ‘A través del tiempo’, así como muchas personas relacionadas con «Andaluces de Jaén», la otra de El Puerto.

No cabe duda que el trasfondo del conflicto, himno de Andalucía al margen, es la ya eterna lucha de comparsas en esta ciudad, que está poniendo en entredicho el concurso de agrupaciones y que está provocando la ausencia de de prestigiosos autores, quienes ‘pasan’ olímpicamente de ellos. (Texto: Enrique Alcina. Diario de Cádiz. 1 de marzo de 1990).

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OBITUARIO.
En la tarde del 1 de junio de 2010, y tras una larga enfermedad, fallecía el comparsista Francisco Soto Ruiz, a la edad de 63 años. El óbito ha supuesto un hondo pesar en el sector carnavalero local donde Soto estaba muy reconocido por su amplia trayectoria. Comenzó en 1962 con la comparsa 'Fantasía de Bandoleros' para volver en 1973 con 'Los esclavos de Egipto'. Al año siguiente pasó a formar parte del grupo de Los Majaras donde, entre otras, participó en agrupaciones que están en el recuerdo del aficionado como 'Raza Mora' (primer premio provincial en el Falla) o 'Cantares'. En 1980, junto a José Luis Arniz, se estrenó como letrista con 'Cuba'. Posteriormente participó en agrupaciones muy valoradas como 'Gibraltareños', 'De puerto a Cai' o 'Leche y picón'. Su amplia trayectoria le valió destacados reconocimientos como el Pito de Oro que entrega la asociación de autores (entidad que fundó y presidió durante varios años), el Personaje entrañable del Carnaval y otros de asociaciones locales. Asimismo colaboró con varios medios de comunicación locales en la difusión del Carnaval local. Descanse en paz. (Diario de Cádiz).

Interpretando el pasodoble de Diego Caraballo, 'Un 4 de diciembre' en la calle San Bartolomé.

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ramonbayovaldes_puertosantamariaRamón J. Bayo Valdés nos dejaba en su domicilio de la calle San Francisco, en la madrugada del martes 24 de julio de 2007. Casi nonanegario desaparecía con él una parte de memoria de los vinos de El Puerto. Tras el desinterés municipal por recibir gratuitamente la colección de botellas, botellines, etiquetas y otros objetos relacionados con el vino de nuestra tierra, la familia donaba su legado, apenas dos años después, a un particular gaditano que lo tiene expuesto la capital, mientras otra parte de su colección es actualmente subastada en internet.  (Foto: Fito Carreto).

Ramón Bayo Baldés fue responsable,  desde 1940 hasta su jubilación, de los archivos de Bodegas Osborne. Empezó a coleccionar botellines de vinos y licores españoles a partir de 1947, una colección que no tenía parangón en el mundo entero. Además estaban representados con sus vinos o destilados, casi todos los paises del mundo, en aquella colección privada.

finoducal_curroromero_puertosantamariaAdemás inició una colección de autógrafos de toreros, con la particularidad de estar realizados sobre etiquetas de un desaparecido vino de Osborne: Fino Ducal. Cerca de 5000 etiquetas de Ducal componían esta colección de autógrafos, con las firmas de la mayoría de toreros, novilleros y rejoneadores contemporáneos de Ramón, mucho de ellos ya desaparecidos. (En la imagen de la izquierda, etiqueta firmada por Curro Romero).

Además Bayo complementó la colección incorporando a su colección de etiquetas autografiadas, a todo tipo de personalidades y autoridades en cualquier materia, del mundo entero, que respondían a su demanda. Príncipes, reyes, Jefes de Estado y Gobierno, ministros y embajadores, cardenales y obispo (Rafael Bellido, primer Obispo de Jerez se negó siempre a plasmarle a Ramón su firma en una etiqueta de fino), Premios Nobel, astronautas, escritores, músicos, artistas de cine, pintores, campeones olímpicos, reinas de belleza, futbolistas, hasta un secuestrado por ETA, el industrial José Luis Arrasate, recién liberado tras 36 días de secuestro en 1976, estuvo en su museo donde plasmó su firma en una etiqueta de Fino Ducal. Resultaba curioso como recibía cartas desde el extranjero son más señas que «Ramón Bayo. España». Ya era conocido en Correos...

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Ramón Bayo, en su casa, en una instantánea tomada en 1972. (Foto: Osborne).

Personajes célebres como el General Perón, el primer médico que hizo una operación de corazón Dr. Barnard, el canciller Erhard, Maurice Chevalier, los astronautas Borman, Lowel, Aldrin y Collins, Arthur Rubisntein, Urho Kekkonen, Eddy Merckx, Paul Samuelson, están entre la colección. Y los toreros Rafael Ortega, Antonio Bienvenida, Curro Romero, El Litri, El Cordobés padre, Marcial Lalanda, Domingo Ortega, Luis Miguel Dominguín, Pepe Luis Vázquez, Diego Puerta, Pierre Pouly, José Luis Galloso, Antonio Ordóñez, Paco Camino, Manolo Vázquez, Rodolfo Gaona, …

ramonbayo_osborne_puertosantamariaLa tradición taurina porteña hizo que Ramón poseyera en su museo de la calle San Francisco, en su casa que siempre tenía abierta a todos los que se acercaban a saludarlo, o visitantes VIP procedentes de Osborne, una colección de recuerdos, carteles, trofeos, banderillas, rejones, muletas, entradas y otros objetos relacionados con la fiesta, muchos de ellos pertenecientes a célebres toreros. (En la imagen de la izquierda, Ramón Bayo posa ante una bota firmada por él, con la leyenda de 'Museo Ramón J. Bayo').

Una colección sobre la Guerra Civil y otra de objetos etnográficos, así como material diverso (recuerdo que, a los pocos días de la explosión frente a las costas de Bretaña del petrolero ‘Amoco Cádiz’ tenía en su poder las cartas de navegación del buque) completaban la colección en una casa atestada, donde familia y colecciones, convivieron hasta la desaparición del admirado portuense.

Ramón Bayo estuvo casado con Maruja de Miguel, con quien tuvo seis hijos. Fue hermano fundador y hermano mayor honorario de la Hermandad del Cristo de la Flagelación, hermandad radicada en la Parroquia de San Joaquín, en la que pasó por todos los cargos de su junta de gobierno: hermano mayor, mayordomo, secretario, tesorero y vocal. El año 2000 se le hizo entrega de la insignia de oro de la Hermandad y en el 2003 del nombramiento de Hermano Mayor de Honor. En multitud de ocasiones colaboró con instituciones y personas, tanto municipales como de cualquier índole. Ramón era una buena persona.

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"Un curioso museo en el que tienen cabida toda clase de objetos relacionados con El Puerto. Cada rincón es un juego de luces y sombras proyectadas al azar por las estructuras arquitectónicas, regias y nobles, que se convierten en una experiencia intimista y llena de color". Revista Joy Sherry. Año 1988. (Foto: Carlos Paz).

cognac_hijosdeybarra_museobayoEL MUSEO SE FUE DE EL PUERTO.
En el Pleno del 12 septiembre de 2003, quedaba sobre la mesa la propuesta del grupo municipal del Partido Popular, entonces en la oposición, interesando se creara el Museo Ramón Bayo en la que se instaba al Area de Cultura a la catalogación y valoración de sus colecciones. Sin éxito.

Más adelante, en el programa electoral para las elecciones de 2007 el PP llevaba en su programa electoral la ubicación de los fondos de la colección de Ramón Bayo en alguno de los bodegones de la plaza de Toros, mientras que el Partido Andalucista, también con responsabilidad de gobierno en la actualidad, proponía directamente la creación de un museo Ramón Bayo.

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El 29 de noviembre de 2003, Ramón Bayo era homenajeado en las Bodegas Colosía por la Tertulia Sangre y Trabajadero. Durante el homenaje, Bayo dejó estampada su firma en una bota de vino. El coleccionista, en la imagen flanqueado a su derecha por Javier Tosar y a su derecha por Juan Carlos Gutiérrez Colosía.

La familia no podía atender adecuadamente el legado de Ramón y su hijo Juan Miguel Bayo de Miguel, al poco de fallecer su padre le escribía a la primera autoridad local, trasladándole "mi mayor disposición para convenir,  junto con mi familia, con ese Ayuntamiento si lo cree oportuno en el camino de conseguir que este legado quede para y en la ciudad de El Puerto". No tuvo eco aquella misiva y ninguno de los grupos políticos, durante sus responsabilidades de gobierno prestó atención a las colecciones de Bayo --al mas puro estilo del desinterés porteño-- por lo que fueron donadas en enero de 2008 --desinteresadamente-- por la familia a un  particular gaditano que las tiene expuestas en una exposición permanente.

vinosytoros_cadizMUSEO TAURINO Y DEL VINO.
A principios de febrero de 2009, se inauguraba a iniciativa de Guillermo Pascual, el Museo Popular del Vino y el Toro, dedicado a los coleccionistas que lo hicieron posible, el porteño Ramón Bayo Valdés y Emilio Rosales y José Mariano Gómez., donde más de 1000 botellines antiguos de vinos de la zona, así como venencias antiguas, soportes publicitarios vintage, botellas de vino dedicadas a los Reyes de España o a Franco, estampaciones publicitarias de bodegas, piedra litográfica o etiquetas de vinos, forman parte de la colección. Igualmente se pueden apreciar objetos del mundo del toro: trajes de torero, revistas, abanicos, mantones, libros del toreo, grabados, litografías, carteles de toros antiguos, y una infinidad de objetos que hacen las delicias del curioso. A la entrada del Museo, localizado en la calle Feduchi, un azulejo recuerda a los donantes de las colecciones, a quienes está dedicada esta exposición permanente (Foto de la izquierda). Cuesta la entrada cinco euros, con precios especiales para grupos, mayores y niños.

ESCRIBE PEPE MENDOZA.
«Decía Ortega que un historiador es un profeta al revés. Don Ramón Bayo Valdés, coleccionista de instantes, aficionado desde chico al recuerdo,  pasó los mejores años de su existencia inventariando enseres, recomponiendo, con paciencia y pulcritud de relojero, las esquirlas desprendidas de un pasado por el que  transitaba convencido de que nada de lo que fue digno un día debe desaparecer. A esa afán consagro el rumbo de las horas, en ese empeño trabajó con vocación de amanuense, sin importarle lo más mínimo que, también sobre su fotografía, un día el tiempo habría de ponerse amarillo.

bayo_y_caamano_puertosantamariaCuentan los que tuvieron la suerte de tratarle que, en su domicilio de la calle San Francisco, se hallaba el código genético de nuestro pasado más decente: fotos de un Puerto con las fachás  encalás, calles de chinos peluos,  etiquetas de botellas de vino que aún conservan el esplendor de una ciudad que vivía las vendimias como una epifanía. Aquella casa era un reverbero humilde que iluminaba, tenaz y orgulloso, la entrada en un porvenir por el que era imposible extraviarse. (En la imagen de la izquierda, Ramón Bayo junto al entonces eurodiputado Esteban Caamaño, en la Sala de Degustación de la Bodega de Mora).

¡Qué quietas están las cosas y qué bien se está con ellas!, escribió Juan Ramón Jiménez, como si conociera de toda la vida a nuestro paisano. Se fue Don Ramón soñando con recogerlas en un museo, aunque  ya intuía, con el pesimismo esperanzado de los sabios, que aquella promesa de ubicar sus colecciones en los bodegones de la Plaza de Toros era una argucia falaz para mercadear unos cuantos votos. "El día de mañana estas piezas se perderán para el Puerto", vaticinó poco antes de partir a explorar otros lugares.

La segunda muerte del señor Bayo, tuvo lugar, como saben, hace unos días. El legado de nuestro coleccionista más inquieto se irá, si nadie pone coto al despropósito, fuera de la ciudad, y será gestionado por manos privadas. Me debo estar quedando sordo, porque aún no he oído a la primera autoridad municipal responsabilizar al anterior equipo de gobierno, a la Junta de Andalucía y a Rodríguez Zapatero, de este desprecio intolerable.» (Diario de Cádiz. 2 de febrero de 2008).

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labecerradaQue rápido pasa el tiempo. Las reproducciones son fotogramas de la película de Jose María Forqué "La Becerrada", rodada en 1962 entre otras localizaciones en El Puerto de Santa María y en Sabiote (Jaen), siendo  estrenada al año siguiente. Solamente resultarán familiares a los de mi generación. Ha pasado medio siglo.

Vemos a un joven y bizarro cobrador en el Vaporcito, el mismo que hasta hace unos años continuaba realizando dicha función; a niños pequeños y jóvenes adolescentes bañándose en la desembocadura del río, "El canal", donde solamente con dos pasos ya se perdía pie, y al fondo la grácil y marinera figura del Adriano II; en la amplia explanada de la actual plaza de las Galeras Reales, donde casi se evaporaba el alquitrán en julio y agosto, dirigía la circulación desde un podium al que añadían sombrilla en estos meses citados un amerengado guardia municipal. Y en los tres fotogramas que siguen vemos a varios personajes populares:  De espaldas, un dinámico vendedor de refrescos, que se mantuvo décadas con ese mismo desaliñado aspecto: rubio pelaje muy terso y pantalones sujetos con guita. En la puerta de la plaza, en el centro de la foto, un expresivo "Guarigüa", con expresión  curiosa y asombrada frente a la cámara que rodaba y, finalmente, el segundo de la guardia municipal, no se si sargento o que otro cargo, intentando impedir que se "colara" Fernando Fernán Gómez. (Texto y reproducciones de fotogramas: AGR).

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El desaparecido Juan Fernández Sanjuán, vestido para la ocasión, haciendo en la película su papel en la vida real como cobrador del Vapor, en esta ocasión a las monjitas interpretadas entre otras por María José Alfonso y Amparo Soler Leal, ante la mirada de Fernando Fernán Gómez.

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El Vapor Adriano II, pasando por 'el canal', cuando aún no estaban los espigones que cierran la desembocadura de río Guadalete.

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Plaza de las Galeras Reales. En el centro de la imagen, Fernán Gómez.

FICHA: ‘La Becerrada’. Género: Comedia. Duración, 87 minutos. Director: José María Forqué. Fotografía: Alejandro Ulloa. Año: 1962. Actores: Fernando Fernán Gómez, María José Alfonso, Amparo Soler Leal, Nuria Torray y José María Rodero. Toreros: Antonio Bienvenida, Antonio Ordoñez y Juan García 'Mondeño'.

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En la puerta de la Plaza de Toros, el vendedor de helados que se instalaba en la puerta, en la vida real, y también para la ficción de la película. Observénse los desaparecidos escalones que se encontraban a ambos lados de la puerta grande.

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Callejón de entrada por la puerta grande de la Plaza de Toros. Vemos a un curioso 'Chato Guarigua'.

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Fernando Fernán Gómez, 'es repelido' en la puerta de la plaza por un guardia municipal, también en la vida real, que era el segundo de la Policía Local en 1962. Al fondo el azulejo con la mítica frase atribuida a 'Joselito'.

ARGUMENTO: Once monjitas que están a cargo del asilo llamado "El hogar del vencido" deciden celebrar una becerrada con el propósito de recaudar fondos y mejorar su delicada situación económica.  Tras consultar con el alcalde y el cura, las hermanas se ponen en contacto con un entendido en el mundo taurino para intentar conseguir la actuación de tres toreros famosos. La lluvia impedirá que la corrida se celebre, pero de todas maneras, las monjas recibirán numerosos donativos que les ayudarán a salir adelante.

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Tras algunas controversias surgidas en torno a la letra original y su correspondencia con la cantada en aquella grabación que conmemoraba cierto aniversario de la entidad, nos pusimos a trabajar para confirmar definitivamente el contenido de la partitura primitiva y su origen. La inestimable colaboración del Archivo Histórico de El Puerto de Santa María nos ha permitido llegar a las conclusiones que presentamos.

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El Racing Club Portuense, en una instantánea de 1933.

LA  MARCHA CUMPLIÓ 76 AÑOS EL PASADO FEBRERO.
Tenemos que remontarnos a la fecha del 11 de febrero de 1934. Tal día como ese, tenía lugar un destacado acto social en nuestra ciudad, encontrándose dos entidades de la talla del Racing Club Portuense y la Filarmónica Portuense, sociedad musical que surgió en 1932 y que contaba con la dirección de don José Luis Hernández Carvajal.

Durante esa celebración, tal y como recoge la Revista Portuense de aquellas jornadas, el presidente del Racing, don José del Cuvillo y Sancho, "Pepe Cuvillo" como era conocido entre los futbolistas y seguidores, impuso una corbata rojiblanca con la insignia del Club a la bandera de la Filarmónica Portuense al grito de "Rojo de pasión y blanco de fe", en referencia a los colores de la entidad. El director de la sociedad musical porteña, correspondió con la entrega de una banda que rezaba la frase "La Filarmónica Portuense al Racing Club".

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La Filarmónica Portuense, en Jerez, durante una visita a la Bodega Williams & Humbert, en 1935. A la derecha de la imagen, de paisano, el compositor Federico Castilla.

En esa misma celebración se estrenó la obra de Federico Castilla, compositor portuense y autor de numerosas letras que recoge una publicación editada en 1983, titulada: "Carnaval: Un siglo de historias del Puerto", realizada por J.I.Buhigas y Tily Santiago.

El músico portuense puso nombre a la composición, titulándola "La Marcha del Racing":

"Racing Club, Racing Club Portuense",
del deporte es el rey del balón,
que hace a todos luchar, compañeros,
bajo el más noble blasón.
Al cantar su marcha, unidos,
se hace fuerte nuestra voz
y es que el ritmo marcial de sus notas
llega a nuestro corazón.

Marchemos siempre unidos,
juguemos diligentes;
que sea nuestro partido
el que más tantos cuente.
Marquemos, animosos,
con fuerza, nuestro "shut".
Que todos digan, ¡Viva el Racing!
porque ha ganado nuestro club.

76 años después, la letra sigue invadiendo todos los rincones del José del Cuvillo cada dos semanas, como un guiño a una historia que no se debe olvidar.

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Primer concierto de la la Filamornica Portuense en 1.932, en casa de la madrina la Señorita Carmen Haupold:; figuran en primera fila de izquierda a derecha: los señores Hernández Zarco, Chorro, Garcia e Ibañez, en segunda fila; Valimaña, Sanchez, Hernández, la señorita Carmen Haupold, Javierre, Castroverde, Gurrea y Sevillano, en tercera fila, Péculo, Acosta, Castilla, Gonzalez Rascon, Sevillano, Zaragoza, Ramirez, Espinosa, Serrano y Garcia y cuarta fila, M. Gonzalez, (botones) Botubol, Vazquez, Pallares, Poullet, Ponce, Rodil, Pérez, Zarco, Martinez y Doll, al fondo; Díaz, el abanderado. (Pag. 137 del libro 'Carnaval: Un siglo de Historias del Puerto (1.836-1.936)'. De Tily Santiago y José Ignacio Buhigas)

El himno cantadao y con sutítulos, en Youtube.

El pasado tiene un enorme peso en la ideosincrasia del Racing Club Portuense, una entidad deportiva histórica en la comunidad andaluza, que supera la cifra de ochenta años de existencia y representación del deporte más seguido de la ciudad. El patrimonio histórico del Club, realmente valioso, se ve plasmado en miles de anécdotas, vivencias de varias generaciones portuenses, así como en numerosos documentos que andan perdidos entre cuadernos y papeles polvorientos de nuestros vecinos, imágenes únicas... no pueden caer en el olvido y es nuestra intención recuperar todo ese material en el  sitio oficial de la entidad. (Texto: Diego Patrón Aguilera).

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