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Cuantas veces he visto con indiferencia a diputados recoger su acta y su cartera. Pero esta, la cartera de Noelia Vera (ver nótula núm. 2.631 en GdP), me ha emocionado especialmente. Porque comparto con ella, las calles con olor a Vino Fino, las playas con sabor a sal, el barrio con el “jartible” de la pelota, los amigos en el murito, la vecina ingresada en Frontela, mi madre recogiéndome en la estación de tren, el cartucho de pescado, los poquitos barcos que quedan en la Bajamar…

...continúa leyendo "2.700. La cartera de Noelia Vera."

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En pocas décadas el medio fotográfico se convirtió en un verdadero proyecto democrático de la cultura de masas, dejando constituido al homo camera. Andando el tiempo, en el último tercio del siglo XIX, la fotografía se fue creando un rol de profundo y extenso calado social. Lo que de principio estaba en manos del establishment, se fue introduciendo con habilidad entre el gentío. Y lo que de principio estaba producido de manera individual para contemplar en la intimidad, ahora se consumía por las masas de forma pública con inusitada depredación. /En la imagen, ejemplar de la Revista portuense de 1898 donde puede verse la fachada del edificio de San Luis

...continúa leyendo "2.699. La fotografía en El Puerto. Las masas tomaron el protagonismo."

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De siempre esta Ciudad, por su situación de paso marítimo-terrestre estuvo en los mapas marcados de infinidad de nómadas con cámaras fotográficas. Ya lo hemos contado en alguna ocasión, el primero en hacerlo que se sepa hasta la fecha fue el francés Jean Laurent a finales de los sesenta del siglo XIX. En esta ocasión presentamos un grupo de imágenes de la Estación de Trenes --edificio hoy desaparecido por el nuevo proyecto arquitectónico-- tomadas en la década de los sesenta del siglo pasado por el fotógrafo madrileño Juan Miguel Pando Barrero (1915-1992).

...continúa leyendo "2.685. La estación de trenes vista por Juan Pando Barrero"

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El Consejo Regulador del Jerez ha creado la figura, en la persona del conocido periodista gastronómico Pepe Ferrer, del embajador en la gastronomía. Su labor será acercar a los restaurantes, también a los de la provincia, los jereces para que los tengan en sus cartas y también formar al personal para que sepa recomendarlos

No existe nada igual en España, aunque si algunas marcas de champán francés o algunas de güisqui escocés tienen una figura parecida, un “embajador” que se dedica a difundir las bondades de sus productos. Pero la figura creada por el Consejo Regulador del Jerez, el embajador del Jerez para la gastronomía, es novedosa ya que es una institución y no una marca concreta la que lo apadrina. /Foto: Pepe Ferrer en un autorretrato.

...continúa leyendo "2.633. Pepe Ferrer. Periodista. Embajador del Vino de Jerez en la Gastronomía."

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Noelia Vera Ruiz-Herrera es una portuense nacida el 27 de octubre de 1985 --tiene 30 años-- licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, Master en Agencias por la Universidad Juan Carlos I, Directora de Contenidos del Secretario General de Podemos, Pablo Iglesias. Es cabeza de lista por la provincia de Cádiz de dicho partido político para las elecciones generales del 20N y ha sido corresponsal de la agencia Efe en Buenos Aires, redactora cultural en Telemadrid y responsable del contenido web de CNN, además de cooperante en Latinoamérica.

...continúa leyendo "2.631. Noelia Vera Ruiz-Herrera. Candidata de Podemos por la provincia de Cádiz y Directora de Contenidos del Secretario General de Podemos, Pablo Iglesias."

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El nuevo libro del periodista porteño Javier Alonso Osborne (ver nótula núm. 778 en GdP) no es un ensayo, ni unas memorias, sino una serie de amenos recuerdos sobre personajes del mundo del corazón que el autor tuvo ocasión de conocer desde su privilegiada posición como director y subdirector de las revistas Diez Minutos y ¡HOLA! Unas semblanzas de la mano de un autor que siempre se ha caracterizado por su elegancia, tanto literaria como personal y profesional.

El autor recuerda hechos y personajes ligados a nuestra memoria individual y colectiva; una memoria que, en cierta manera, también constituye un retrato de esa España que pasó del blanco y negro de la dictadura franquista al color y la libertad de la apertura democrática.

...continúa leyendo "2.629. Javier Alonso Osborne. Publica ‘Anécdotas del corazón’, recuerdos y exclusivas sobre celebrities de la prensa rosa"

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Madrid tiene calles y barrios muy conocidos. Por ejemplo, la Gran Vía, con sus imponentes teatros con musicales y espectáculos; la Plaza de Callao, con sus impresionantes luminosos, en un intento de fabricar un Times Square a la madrileña; el barrio de La Latina, con sus bares de pinchos y restaurantes legendarios de la capital como Casa Lucio y sus huevos rotos; o la calle Serrano y sus sofisticadas boutiques de marcas de lujo, donde apuestas señoras y señoritas de alto pedigrí madrileño se pasean los sábados por la mañana luciendo modelitos. Estos son algunos de los rincones más conocidos de Madrid, aquellos que salen en las guías turísticas, los blogs de viajes y, por supuesto, en los “selfies” de aquellos que visitan la ciudad.

Sin embargo, Madrid en ocasiones guarda algunos secretos. Uno de ellos se encuentra en el Barrio de Canillas. Un pequeño homenaje a los portuenses que vivimos en Madrid, ya que en este barrio residencial se ubica la calle “Puerto de Santa María” (que incluyera el determinante “El” delante era ya mucho pedir). En nuestra calle hay varios chalets y un pequeño parque infantil. No es gran cosa, pero he de reconocer que al verlo uno se siente orgulloso.

De todas formas, también estamos representados en el propio centro de la ciudad, junto a la Puerta de Alcalá, con la calle Pedro Muñoz Seca, escritor y autor de teatro portuense conocido en toda España por sus comedias. Otro escritor de la tierra, Rafael Alberti, también cuenta con su avenida en la capital, esta vez muy cercana al histórico barrio de Vallecas.

Pero, además de calles, Madrid también esconde grandes tesoros portuenses. Uno de los más destacables es el primer mapamundi completo, elaborado por Juan de la Cosa en El Puerto en el año 1500. El mapa es la primera representación inequívoca del continente americano más antigua conservada. En El Puerto lo podemos contemplar en un deteriorado monumento junto al Castillo de San Marcos, pero este ejemplar es una réplica. Incluso la lámina que el señor Alcalde tiene en su despacho también es una reproducción. El auténtico se encuentra en el Museo Naval de Madrid, junto al Palacio de Cibeles, en el espacio central de una de las salas más transitadas del Museo.

joseantonioortegaromero_puertosantamariaSeguiremos recopilando rincones y tesoros portuenses que tenemos en Madrid. Animo a los portuenses que visitan la ciudad que se acerquen a visitarlos, aunque sea después de haber visto el Rey León, hacerse una foto con el oso y el madroño o haberse comido un bocadillo de calamares en la Plaza Mayor. Orgullo de ser portuense, allá dónde vayamos. /Texto: José Antonio Ortega Romero.

Más información: El Puerto, en las calles de España.

 

Francisco Pérez Pastor nos dejaba e Madrid el miércoles 13 de enero de 1988, a primera hora de la tarde, el tiempo y el espacio dejaron de tener sentido para él, porque estaba penetrando serenamente en lo eterno y en lo ilimitado.

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El Puerto de Santa María, desde hace muchos años atrás, tuvo en él una especie de embajador oficioso en la Villa y Corte. Muchos son también los portuenses que saben de su actividad receptiva , de su consejo amistoso, de su gestión eficaz, en tantas y tantas entrevistas mantenidas en su despacho de la Sociedad de Autores o en su propio domicilio de Fernando el Católico, ineludiblemente rematads con unas amigables copas de vino de su tierra.

El Puerto, siempre latente en el corazón de Paco Pérez Pastor. Una ciudad y un entorno permanentemente sentidos con él con cariños de hijo fiel y sensibilidades de fino escritor. Sin lejanías, sin nostalgias, porque sus visitas eran frecuentes y su vivencia continúa. Se añora lo que no se tiene; y él no podía añorar a El Puerto, porque El Puerto siempre estaba con él.

Desde mucho tiempo atrás. Desde su infancia asomada a los azules de la Bahía. Desde su juventud con inquietudes intelectuales, en que por tradición familiar y propia vocación periodística participara tan activamente en la publicación de esda doble hojilla diaria que se llamaba la “Revista Portuense”.

Casi medio siglo de información local, desde los penúltimos años del siglo XIX hasta el año 1939. Un periódico breve, sencillo, coridal; para una ciudad cordial, sencilla y breve, como era El Puerto de por entonces. Luis y Dionisio Pérez Gutiérrez (ver nótula núm. 812 en GdP) lo habían traído al mundo, y una nueva generación --Luis y Paco Pérez Pastor-- recogió la antorcha de la continuidad.

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La fotografía tiene 108 años. En ella aparece la redacción de la Revista Portuense, sentados de izquierda a derecha: Mariano López Muñoz, andalucista y socio fundador de Racing Club Portuense; Luís Pérez Gutiérrez, propietario de la publicación; Manolo Soto, Javier Caballero, Antonio Peñasco y de pie junto a éste, el comediógrafo Pedro Muñoz Seca. /La foto es del año 1907 y pertenece a la Colección Pérez Pastor.

Cuando, por las circunstancias que el paso del tiempo trae consigo, hubo de cerrar sus puertas la Imprenta Pérez Pastor, hogar y taller de la entrañable publicación, todo un tesoro de datos, anécdotas y curiosidades locales de la vida del Puerto de Santa María, permanecía reunido en treinta o cuarenta grandes tomos alineados en una vieja estantería en las penumbras de la ya desaparecida imprenta: la colección completa única e insustituible de la Revista Portuense. Francisco Pérez Pastor tuvo el gesto noble y generoso de donarla al Ayuntamiento de su pueblo. De sus manos la recibí, para depositarlas en la Casa de la Cultura, y hoy forma parte del Archivo Municipal.

Cuando Paco se nos fue, callada, serenamente, sin la oportunidad de una despedida cuando su vida cerrada dejó atrás la triple cosecha de su familia, de su trabajo y de su amor por El Puerto, parecía como si las páginas amarillentas de la Revista Portuense nos dijeran su adiós definitivo, el adiós que Paco Pérez no nos pudo decir. /Texto: Manuel Martínez Alfonso.

pepemonforteariza_puertosantamariaPepe Monforte Ariza colaborador gastronómico de Gente del Puerto empieza a colaborar desde hoy con un artículo de opinión semanal bajo el epígrafe 'Cateto a babor'. Los sábados tendrá una sección en la que contará novedades del mundo hostelero y gastronómico. También el fin de semana, escribirá un perfil de un personaje gaditano conocido

El periodista gaditano Pepe Monforte entra en la nómina de colaboradores de Diario de Cádiz. A partir de hoy, el que es un referente indiscutible en el mundo de la información gastronómica de la provincia comienza a escribir en estas páginas. Y lo hace con un artículo, que tendrá periodicidad semanal, en la sección de Opinión, bajo el epígrafe 'Cateto a babor'. Pero la labor de Monforte se extenderá a más ámbitos de la información, siempre tratada desde su original y particular punto de vista. Así, entre otras, los sábados tendrá una sección en la que contará novedades del mundo hostelero y gastronómico de la provincia, un terreno en el que se ha ganado prestigio de pionero y, a su desenfada forma, líder de opinión. También durante el fin de semana, Monforte escribirá un perfil de un personaje gaditano conocido o que reúne los suficientes méritos para serlo.

Pepe Monforte nació en Cádiz hace 49 años y ha desarrolado una larga labor periodística. Empezó su carrera en la emisora gaditana de la Cadena Ser, en los tiempos en los que la dirigía Rafael Plaza. Posteriormente, pasó a formar parte de la plantilla de Diario de Cádiz, donde desarrolló su trabajo en la sección de información Local. Su labor en las páginas del Diario del Carnaval fue premiada en más de una ocasión, y se puede decir que revolucionó la manera de contar las crónicas del Concurso de Agrupaciones. Tras dejar el periódico fundó junto a su hermana Lola la empresa La Alacena, de venta de productos gastronómicos de la provincia por correo y posteriormente por internet. En 2006 puso en marcha la revista gastronómica digital Cosas de Comé. Ha sido también colaborador del periódico La Voz de Cádiz.

Su primer artículo 'Yo confieso' aquí de la serie Cateto a babor.

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El portuense Adrián Morillo expone desde ayer y hasta el 6 de marzo en el Campus de la Universidad de Cádiz en Jerez, su exposición de fotografías en blanco y negro ‘Jondo’ alrededor del flamenco en la provincia de Cádiz que ha estado desarrollando durante los últimos años. Durante el acto estuvo arropado por flamencos, compañeros de profesión, amigos y familia y donde ofreció un recital de los que mueven entrañas el cantaor José Carpio ‘el Mijita’, acompañado a la sonanta por Domingo ‘Rubichi’. Se degustaron vinos de El Puerto de bodegas Obregón y los asistentes recibieron una cuidada copia del catálogo de la exposición. Reproducimos el texto que sobre la exposición y Adrián ha escrito Juan Jesús Torres Jurado.

Yo no soy de esta tierra,
ni conozco a nadie,
de esta tierra yo no soy.

Seguiriya de Jerez.

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Adrián momentos después de inaugurar la Muestra. /Foto: M.M.

A cada verónica, temple. Si existe un rebato de la tierra, éste debe ser previo. No vive el apego a la cal de las paredes ni al canto de las chicharras, preexiste el blanco y el tedio. Nadie vuelve en la flama de agosto, tampoco nadie marcha. Sólo el compás del tiempo que no sucede, el eterno ritmo entre el calor y el mustio, es capaz de diluir el sol abrasador en la calma necesaria. Templar es armonizar, sonar la nota precisa, afinar, mitigar, serenar la sacudida de una bestia sangrante, retorcida, totémica. Hallarse en un lugar u otro es un lance, una suerte para eludir la embestida; en cada giro, en cada huella sobre el albero, el fin es alcanzar las profundidades, la jondura. Como el bailaor que ama la soledad, el caminante marca el ritmo de vuelta, una sinfonía de pasos en la que el tiempo sólo toma sentido cuando se refiere a la experiencia. El que torna para descifrar se debe a una pulsión vital de colmar todos los ámbitos, de atravesarlos. El que vuelve para saber se derrama ante nuestro ritmo, ese que otros, desconocidos, se afanan en explicar sin entender. Volver es convertirse en una figura multisensible, un actor deleuziano que aprende a ser transversal para discernir, ahora sí, que en Andalucía las vergüenzas se exculpan en la noche, en el abismo de un lenguaje proteico, en el estoque final. El golpe definitivo; un bofetón de acervo y mito, doloroso, anterior a cualquier atisbo de discursos pedantes, de tendencias dudosas. El que regresa sólo entiende el todo por el todo, verdad, esperpéntica y exagerada, pero verdad. Adrián emprendió el camino de vuelta con temple, el mismo que hace del artista un hechicero.

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Carpio y Rubichi, durante el recital realizado en la Sala de Exposiciones. /Foto: M.M.

No hay origen anterior al gesto. La jondura nace del cante jondo, del baile jondo, nunca antes. Los vestigios, las señales supervivientes que aún pululan en cada esquina, en plazas, en tablaos, es memoria indescifrada que pervive a través de muecas. Son restos que surgen en la profundidad del instante, del deseo. Ombra Phantasmogorica. Cuando Adrián Morillo volvió a su lugar de origen llevaba una cámara de fotos. En la búsqueda de su venir a ser le atrajo lo deforme, la desmesura del rito, el figurín de un torero aficionado bajo una bandera falangista. Con él, con su cuadrilla, empezó su retorno, consciente de que la eternidad es reescrita al instante, a cada mohín, en la imagen fijada que vuelve una y otra vez. Despojado de recelos, se mezcló en los ambientes fundadores de las presunciones. Cara a cara con el precario arte del toreo rural, cerril y agorero, desvió su atención al carnaval y su máxima proeza, la creación de comunidades unidas por solera. Adrián se diluyó en Andalucía de noche, a través de la madrugada del lenguaje, en gestos. Con el fin de entender su apego a la soledad supo que el tiempo es un rizoma, una tolvanera sin extremos, y se adentró en él, en la cadencia de la destreza vital. Atrapado en el torbellino presencial quiso llegar a las profundidades de lo esotérico; reconoció en las siguiriyas un rujo animal, en las soleas el retiro del alma. Desasido, vislumbró en la jondura del baile el poder atávico de un pueblo, el calado de una valentonada. En el cante jondo, el redicho sólo escruta ruidos y formas sin son; ni ve ni entiende. En su regreso, Adrián sentía los remates.

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Un aspecto de la inauguración. /Foto: M.M.

Jondo es el último estadio de un retorno al empiece. Fotografías en blanco y negro de alto contraste que hablan de soledad, de oraciones internas, de instantes irrepetibles succionados. Hay aquí una sima fotográfica más allá de la apariencia formal y tiene que ver con el infundio. La fotografía es, en cualquier caso, una decisión más o menos honesta; la vemos de lejos, reconocemos lo captado, pero al mismo tiempo nos obliga a acercarnos, a penetrar en los hechos que han quedado limitados, a fisgonear. Es la misma actitud que muestra nuestro fotógrafo, que no pretende desgranar los secretos de un arte ancestral sino escoger aquellos momentos que le sirven para construir una autobiografía latente. No es casual, por tanto, la posición de un artista que maneja los códigos fílmicos, consciente de que vivimos en una época consecuencia del celuloide, esto es, la vida a escala pantalla. Adrián hace que la jondura sea fotografía porque percibe que sólo a través de la farsa se pueden alcanzar cotas mayores de conocimiento; conocedor del eterno retorno de la imagen fijada, sabe que cuando Georges Bataille habló de instante privilegiado se refirió a ese instante en el que aparece la profundidad.

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Una de las fotografías expuestas en el Campus de Jerez. /Foto: Adrián Morillo.

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Un aspecto de la sala. /Foto: M.M.

Jondura  y fotografía, por tanto, para lograr un entendimiento de su propia existencia, de saber leer el terreno del que beben sus raíces. Las fotografías de Adrián se centran en el delicado equilibrio entre ese instante y su sencilla apariencia en la realidad. Ahí, en ese lugar intermedio, es donde ocurre el acontecimiento, o lo que es lo mismo, lo puro expresado entre lo que nos sucede y lo que nos acecha. Adrián capta en Jondo un designio de nuestra contemporaneidad, la conjetura arqueológica personal en el disloque, el remate, la dialéctica, el conflicto entre cuerpos, como una danza.

 

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El flamencólogo Pepe Marín, en el centro, durante la copa posterior de Fino Obregón que se ofreció a los asistentes. /Foto: M.M.

Se baila para estar unidos, rito de varios. La coreografía promueve el roce, el deseo. Unido al comportamiento humano, se baila para celebrar, para instaurar tradición. Cada paso es una supervivencia, la del bailarín y la del caminante. Adrián, en su reintegro, quiso fijar sus pasos y a través de fantasmas llegó a la soleá. Por la soledad, por medio de la soledad, a causa de la soledad; la soleá es el lugar de la soledad. Las referencias biográficas no se velan, cada elección esconde una forma de ser; la fotografía por su propio signo es falsedad y su designación remite a ella. Adrián quiso llegar a las profundidades, a la hondura, sin trampear, a través de actos de pura verdad y se transfiguró en un bailaor, que a diferencia del bailarín, lidia con su soledad. Adrián fotografió para ser solo y múltiple al mismo tiempo, para vibrar entre el espacio superficial y la jondura, porque fotografiar, en definitiva, es rizoma. Por ello, el trabajo de Adrián ha virado a un registro cotidiano, lo que él llama Fotodiario, un fotografiar pese a todo, como el bailaor vetusto y agotado que baila porque se resigna al presente. Como torear, como bailar, fotografiar es buscar el centro candente, el lugar del conflicto. En la jondura, en lo más recóndito, es donde el enfrentamiento y el movimiento se convierte en perfil. A través de Jondo, Adrián supo configurar el suyo, encontrar su sitio. /Texto: Juan Jesús Torres Jurado. 

Ver vídeo de la Muestra, gentileza de El Puerto Actualidad, obra de Miguel Ángel Peragón.

 

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