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 La llegada de la primavera, sin duda trae aires de feria,  ya se adivina la alegría y el regocijo  en los semblantes y es que no puede haber una estación más bonita, que esta. No sé que pensaran, pero merece la pena dar un paseo y  dejarnos embriagar por el olor a azahar de los naranjos en flor  y  con la explosión de color y belleza  que se nos da gratuita, con solo echar una mirada a  esos balcones  floridos con la delicadeza y colorido de esos geranios  tan variados y tan hermosos.

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Una vista aérea de la Feria en Crevillet.

Y como no hacerlo con nuestros patios, si cada año los  engalanan como a   mocitos,  en busca de sus damiselas. No se puede  ser más generoso que estos propietarios e inquilinos, pues  por unos días,  no solo nos deleitan la vista también nos dan vida  y  añoranzas de lo que fuimos y vivimos, en esas casas de vecindad, en la que  era cotidiano reunirse  en el patio para  labores, como: coser, bordar y en muchos casos enjaretar el ajuar de alguna mocita casadera. Eran mucho más que amigos, yo diría que eran una gran familia, de puertas abiertas y afectos la mayoría de  las veces inquebrantables. Ven como sí son generosos, pues nos demuestran que precisamente la calidad de vida, puede estar simplemente, en sacar una silla al patio  al calor de una taza de café y la buena conversación y  compañía de los vecinos.

PRE FERIA.
En los años 60-70 los días previos a la Feria,  nuestras calles, especialmente La Placilla, era un hervidero de gente de lo más variopinta. Los comerciantes esporádicos, montaban sus tenderetes, y cierto era que podíamos encontrar casi de todo, desde los vendedores de turrón pregonando  reiteradamente   sus ofertas, se acuerdan verdad, no solo te daban un lote, terminabas  prácticamente, pagando uno, y llevándote dos, pero eso sí, de elegir nada de nada, y como decimos por aquí… se dejaban comer.

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LOS TRILEROS.
Ciertamente, había  otro gremio, pero no sé cómo calificarlos, en mi ánimo no está molestar a nadie, pero desde luego, lo que es, es. Me explico, había unos personajes, que con una mesa pequeña, montaban su tinglado. Ponían sobre ella, tres vasos, y con una habilidad más que ensayada, hacían creer que se podía lograr acertar  debajo de que vaso se escondía la piedra, carta etc. Claro, que al principio, todos miraban entusiasmados, pero sin  atreverse a jugar, o apostar. Estos tenían sus ganchos,  y hacían creer a los pobres incautos, que si ellos podían ganarle al  Trilero, --o como quiera que se llamen--, cómo no iban a poder hacerlo  los demás.  Craso error, pues manejaban los vasos, con gran habilidad, y claramente quienes apostaban salían perdiendo, pues no acertaban donde estaba la moneda, carta etc. Había una especie de mesita con una rueda, pero era más de lo mismo. Estos virtuosos  no sé, si  del timo y del disimulo, se hacían los  panolis, pero …. sí, sí. En fin,  los pícaros de siempre.

algodondulceTROVEROS.
También estaban  los Trovadores --troveros-- en definitiva, contadores de historias. Estos iban de feria en feria  dándonos   una versión ‘fidedigna’ de las diferentes batallas, ganadas por nuestros   héroes de guerra. Era increíble, oírles   como escenificaban cada parte del grabado, haciéndonos participes de la  gran valentía y heroicidad  de personajes como  nuestro Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Que arte, por Dios!

Supongo, que se acordaran, de los compradores de  colchones de lanas,  por cierto, mira que era agradable dormir en ellos,  sobre todo en invierno, siempre que no se hubiera formado un tolondrón  pues en ese caso nos  tocaba pasar la noche abriendo la lana, y  una de dos  o terminábamos con ellos y cogiendo postura  o amanecíamos hasta el gorro de los dichosos tolondrones.

AMBULANTES MIL.
En estas fechas aparecían: Tapiceros,  Vendedores, de algodón dulce, de flores cortadas, mayormente claveles, para adornarnos el pelo,  vendedores de accesorios como: zarcillos, collares, pulseras, mantoncillos etc. Lo malo era los temidos  Afiladores, estos, mal que me pese, parecíame, que anunciaban Levante y eso tenía su mijíta de guasa, porque la ventolera nos ponía, a unos más que a otros, un poco tocados y no digamos como dejaba al Feria, sin farolillos y casi sin bombillas. No, no se me  olvidan, los que hacían actuar a las pobres cabras, con esos órganos a todo volumen. No, es broma,  también tenían su público  y su mérito. Lo más agradable sin duda,  el sonido del organillo, pues no había  estridencias, si no música cadenciosa y alegre. Los chiquillos nos quedamos embobados, oyéndolos tocar, desde un Chotis, a una Zarzuela.

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De izquierda a derecha, José Luis Péculo Utrera, ‘Tio Luis’, Emilia Péculo Vichera, Concepción Herrera Péculo, Magdalena Péculo Utrera, Federico Herrera Síñigo. Delante: José Luis Herrera Péculo, Antonio Herrera Péculo. Detrás, mirando al objetivo, Enrique Marroquín Sánchez y Sebastián Marroquin Gómez. 29 de abril de 1952.

GIGANTES Y CABEZUDOS.

No sé si estoy equivocada, pero creo recordar,  que de alguna manera, la Feria empezaba  en la Plaza de la Iglesia,  con un pasa calles de Gigantes y Cabezudos. A mi daban un miedo, considerable, sobre todo cuando se acercaban demasiado, pero me escondía como buenamente podía.

LA FERIA DE GANADO.
Por fin, llegado el medio día, ya estaban las tarteras de aluminio preparadas con las tortillas, filetes empanados, pimientos fritos, y algún que otro fiambre para la merienda. Solo quedaba ponernos guapas, con nuestros  preciosos vestidos de gitanas. Mi cariñosa vecina Loli  nos pintaba los rabillos de los ojos, algún que otro lunar y por supuesto los labios. Al parecer, era típico.  Lo malo eran los zapatos de tacones, porque aunque lleváramos días  haciéndonos a ellos,  dolían los condenados. Mientras esperábamos impacientes el momento de arrancar, nos poníamos a dar vueltas, porque nos encantaba ver los volantes al aire, y  caer al suelo de bruces con el vestido rodeándonos.

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La familia Moreno Naval en la Feria de Ganado de 1958. En el pescante, Rafael Moreno Porto, 'el Lengue'.

¡Por fin  nos vamos  para la Feria! Todos  íbamos con la ilusión a flor de piel, lo primero era subirnos al coche de caballos, los  machotes en el pescante,  las mayorcitas  en la parte de atrás, luciendo los volantes del vestido y teniendo cuidado  de que no se lo comiera el  caballo detrás nuestro. Los pequeños sentados en  las faldas de los mayores, no importaba, el caso era llegar.

LAS ATRACCIONES.
Y  llegamos, despacio pero enteros, pobre caballo. En esos momentos  a los niños nos entraban las prisas, por ver las atracciones, pero no había mucho donde elegir, estaban: el carro de las patás, en dos versiones, uno para los más pequeños y el  de los mayores. Siempre salíamos lastimados, porque aunque fuéramos chicos, brutos  hay a todas las edades.

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Unos vetustos coches de choque.

Los coches de  choques, eran de hierro y  tenían un circuito, no como en la actualidad. En  esos años de finales de los sesenta, no tengo claro si estaban  el carrusel de los Caballitos y la Ola, pero si en la velada de la Victoria. Lo que si se podía ver era la venta de ganado, pero era demasiado pequeña para apreciarlo

EL ALMUERZO.
Llegada la hora del almuerzo, cada familia cogía su trocito de parcela,  extendían el mantel y todos alrededor de él a dar buena cuenta de las viandas. Aquello sí que era una bonita romería. Los vecinos de parcela --cachito de tierra-- por lo general, te ofrecían,  ustedes gustan  un vasito de vino a los adultos,  o agua fresquita del búcaro. Nosotros llevábamos cantimploras pero cuando  se acababa, sin remisión  había que llamar al  Aguador.

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Las familias Pantoja y Gilabert, en una caseta de la Feria. Vemos como se anuncian los vinos de Bodegas Caballero.

LAS CASETAS.
Lo que no consigo es  acordarme con nitidez  de las casetas, pero sé que haberlas las hubo,  aunque, mucho más sencillas que las actuales  y  a sones de sevillanas corraleras,  nos pegábamos  más de un baile. ¿Quien no se va a acordar de los Hermanos Toronjo y los Hermanos Reyes entre otros? También había una especie de mostradores en los que servía el vino,  pero   está claro, que a esas edades, solo bebíamos  Quina Santa Catalina y en la Feria no era plan.  No, no se me olvida, la imagen de Pepe el Escocés --ni idea de cuál era su verdadero nombre-- por aquellos años,  al ser yo tan pequeña,  le veía tan larguirucho que  su figura resaltaba  como un Guión de Semana Santa, y  no hablemos de su  típica falda de cuadros, pues primero me asombró, y luego alguna que otra risita. Claro que ya a fuerza de verlo año tras años, y ver lo afable  y espontáneo que era, parecía que la Feria era más Feria, si estaba Pepe el escocés.  ¡Todo un gentleman!

Llegada la tarde, después de haber disfrutado de lo lindo, de ese primer día de feria y de convivencia al aire libre, la consabida foto en el caballito, nuestro trocito de coco y de calabaza escarchada y para casa, que después de lo bregado, caímos como angelitos.

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LA VELADA EN LA VICTORIA.
La Velada, no podía estar en una ubicación más bonita,  no exagero al decir, que  todo en  este parque  era armonioso, estético, evocador  y encantador.   Para los niños, era ilusionante, poder percibir el  bonito alumbrado,  el sonido algo mareante  de las tómbolas, los cacharritos,  la  música  de la Banda Municipal,  el Circo y sobre todo y por encima de  todo  la alegría. ¿Se acuerdan de los espejos, en los que te veías larguirucha, o  bien oronda?  ¿Y… el laberinto de cristales y  el tren de los escobazos? A que sí, ya lo sabía.

Ya en los 70 era otra historia, hasta los vestidos en esta época cambiaron  su  estética, pues aunque se seguían llevando, los lunares y los  vestidos cortos  Lolita Olmedo fue innovadora trayendo  trajes  largos en estampado. Lo que no recuerdo es, si en esos momentos tenia la tienda en la calle Luna, más o menos frente a Tejidos Ángeles --Pepe el de Badajoz-- o en la calle San Bartolomé, junto a la Giralda. ¿Se imaginan las veces que  pase por el escaparate a verlos?  Sí muchas, hasta que  por fin lo tuve en mi armario. Mi hermana y yo estábamos  muy monas.

Si, fueron años duros y de pocos hallares, pero de respeto y  civismo. Si el cansancio  o la falta de medios, no les permitía a nuestros padres   llevarnos a la feria, en el infantil, podíamos ver películas cómo: Poliana Los hijos del capitán Grant, Tu a Boston y yo a California, no era lo mismo pero….que le íbamos a hacer. /Texto: María Jesús Vela Durán.

manuelperezcasaux_2005_puertosantamariaMe dice Juan José Téllez que habría que hacer un homenaje a Manuel Pérez Casaux antes de que sea “demasiado tarde”. Y tiene razón. De hecho, cualquier reivindicación de su figura y su obra llegaría ya, inevitablemente, tarde. Yo pienso en Pérez Casaux y considero que convendría reescribir de una vez la historia del teatro español de posguerra. Cualquier noción de independencia aplicada a la actividad escénica de aquellos años se sigue formulando hoy desde un prejuicio tan centralista (y mira que detesto esta palabra) como corto de miras, como si mientras otros se partían la cara Andalucía se conformaba con su costumbrismo gracioso de sangregorda y peineta.

Cierto, qué vamos a contar a estas alturas: Sastre y Paso fundaron Arte Nuevo, Modesto Higueras había puesto en marcha el TEU y todo eso; pero lo que hizo Quimera en Cádiz y desde Cádiz no fue menos significativo, menos representativo ni menos digno de figurar en la historia de cómo la vanguardia prendió y resistió en las catacumbas. El estreno en 1963 de La cena de los camareros debería figurar en las efemérides como el acontecimiento que fue: la asunción del absurdo de una manera tan inconfundible como propia, y la vía abierta para que Salvador Távora y los demás hiciesen después lo que tenían que hacer. Ya no sería el absurdo, claro, ni la dramaturgia no aristotélica que reclamaba Brecht sería ya tan importante.

quimera_1960_puertosantamariaPero la posibilidad de un teatro andaluz capaz de aspirar a la universalidad sin dejar de ser andaluz tuvo en Pérez Casaux a uno de sus más firmes baluartes. /En la imagen de la izquierda, el grupo Quimera, en los años sesenta del siglo pasado.

Conviene admitir que el realismo socialista envejeció luego como lo hizo. Y que todo lo relacionado con José María Sánchez Casas y su militancia tampoco ha jugado muy a favor del reconocimiento abierto y general de Quimera como el revulsivo artístico que supuso. Pero también es cierto que la memoria se muestra especialmente ingrata en estos tiempos, y que Andalucía todavía tiene pendiente una deuda no pequeña con Pérez Casaux y Quimera. Resulta casi doloroso el modo en que la identificación de los pioneros resulta tan arbitrario. Y ya va siendo hora de que se haga justicia. /Texto: Pablo Bujalance.

Más información en GdP.  Nótula núm. 953

 

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El martes de resaca de la pasada Feria de Primavera de El Puerto de Santa María, hubo una manifestación popular y espontánea por el recinto ferial de Las Banderas de un numeroso grupo de porteños y porteñas. Causó tanta sensación la dedicación de la próxima Feria a los EE.UU, que no se pudieron aguantar y así lo exteriorizaron, mostrando su aprobación y alegría, con un hermoso cartel, cantando:

Americanos, vienen al Puerto gordos y sanos
Viva el tronío, viva Manhattan y nuestro río
Olé Kenctuky, Larga y San Juan
Y La Puntilla, que no está mal, que no está mal
Os recibimos americanos con alegría
en Las Banderas, jugando al beisbol con dos sandías
Americanos, vienen al Puerto gordos y sanos
que viva el Racing, olé los Lakers y las corrías.

Un verdadero clamor popular recorrió, efectivamente, el recinto de Las Banderas hasta el centro de El Puerto que, como se pudo comprobar, por primera vez en muchos años, volvió a llenarse de gente.

Os recibimos americanos con alegría,
que estamos tiesos, como mojamas,
no hay ni tu tía.

Por la parte de la Barriada de la Playa estamos hasta la corcha de americanos y americanas con hombreras. Al lao del Colegio de la Pantera Rosa se han instalado varias roulottes de perritos calientes y hamburguesas con tomates de la Base Naval... Aquellos a los que cantara nuestro universal poeta, Rafael Alberti. Esto es una invasión en toda regla...

A la Costa Oeste, también han llegado, y le han quitado lo de Costa y le han puesto Lejano. Tres tíos montados a caballos --El Bueno, el Feo y el Malo, dice que se llaman-- andan dando vueltas con una musiquita de fondo. Tras haber merendado en La Ponderosa y guardar allí mismo un minuto de silencio por Bonanza, fuentes bien informadas nos aseguran que la cena la harán en Foster Hollywood. Luego irán al Águila a echar una visual --creen que es un indio en vez de una urbanización--.

Un indio arapajoe que joe anda suelto. Poned los culitos a cubierto que la cosa está mu mala... A la entrada de El Puerto --por la glorieta a la mayor gloria de Hernán-- están aparcando unos Panzerkampfwagen repartiendo "chicles bazookas joe" y unas bolsitas de leche en polvo pa los niños desnutridos. Que buenos son estos americanos...!!!

Seguiremos informando. Pepe Mendoza y Manolo Morillo, desde la Costa, digo el Lejano Oeste, para los informativos de Gente del Puerto. Noticia contrastada con humor de Feria.

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adrian_ferreras_leonMás que artista, este pintor portuense se considera un humilde artesano. Su trabajo es madurado y fruto de muchas horas frente al lienzo: óleos, acuarelas y también plumillas. En cuanto a contenido marinas, casas de salinas, temas de campo como los cortijos, casas palacios, interiores...

-¿Siempre pinta escenas costumbristas?
-La temática de por sí es un campo de trabajo para ensayar. El costumbrismo te permite trabajar con el agua, la vegetación, la fisionomía humana y animal, o el movimiento. Lo que yo percibo en mi obra es la luz y el color, y más la luz que tenemos aquí en Cádiz.

-Dentro de 30 años, ¿qué escenas costumbristas pintará de esta primera década del siglo XXI?
-Al ritmo que se está viviendo y cómo se está quedando todo arcaico, la verdad que vamos a tener muchas cosas que pintar. Vamos avanzando muy rápido, yo estoy a favor de lo nuevo, pero con una razón sostenible y coherente. Y no nos debemos olvidar de lo que hemos tenido, tenemos un legado muy bonito.

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El Resbaladero y la Antigua Fábrica de Arguardientes y Licores.

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Las Beatillas.

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El río Guadalete cuando aún existía la Casa Palacio del Marqués de Cumbre Hermosa.

-Su cuadro protagonizó el cartel de la Fiesta de los Patios 2010, ¿qué significó para usted?
-A mí me encantó cuando me lo propusieron. Sabían el concepto que yo tenía de ellos y me dieron total libertad. He intentado reflejar la esencia de la Fiesta de los Patios. Yo pienso que es bueno valorar el trabajo diario, el constante mantenimiento que tienen. Y que se conviva un poco más, la vida ha cambiado, no es como antes, pero por lo menos se debería dar esa convivencia personal. Pinté igualmente, el cartel de la corrida del Bicentenario, a la que asistió S.M. el Rey Don Juan Carlos.

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Junto a S.M. el Rey, delante del cuadro que pintó para la Corrida de Toros del Bicentenario.

-¿Cuáles son las obras que ha añadido últimamente?
-Estoy aportando temas taurinos y cofrades. Estas obras me transmiten una espiritualidad porque tienen ese duende del que hablamos en el arte, el flamenco... Cuando pinto estos temas, me gusta el preámbulo, los artesanos, las sensaciones que se viven alrededor...

-¿Le gusta plasmar animales?
-Me encantan el caballo y el toro, pero sobre todo, por el movimiento y el agua. Con ellos descubrí una temática que a mí personalmente me llena mucho. Sobre todo innovar dentro del costumbrismo. Mi técnica es vanguardista, sigo una línea de color muy personal con tonos pasteles, y otras técnicas como el raspado.

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Fachada de la Aduana de los Duques de Medinaceli

-¿Realiza sus obras en el taller o al aire libre?
-En el taller hago más obras que al aire libre. La mayoría la trabajo visualmente, me quedo con lo que yo vi. Luego hay otras que las trabajo in situ. Así veo cómo aprender el movimiento del agua al natural. O el de los toros.

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En su estudio delante de un cuadro pintado de la Catedral de Cádiz.

-Además expone en Internet.
-Mi obra se puede ver en la web: www.adrianferreras.galeriadelarte.net. Pero también quiero invitar a toda la gente a que se acerque por mis exposiciones, que anualmente expongo en un hotel que está en un sitio muy agradable y bonito para ver los cuadros: el Hotel Pinomar, entre pinares, muy cerca de la playa de La Puntilla, en el Pago de la Laja, entre el Paseo de los Enamorados y la carretera de Puerto Sherry. /Texto: Virginia Menacho.

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El Castillo de San Marcos

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A Vicente Sordo Gómez, con
mi amistad.

Es una inacabable algarabía,
donde todo es posible e inaudito:
desde la tapa insigne al numerito,
que vende silenciosa “La Alegría”.

Una alegre y flamenca bulería
en la barra ... Se bebe Fernandito
su quinto “valdepeñas”, como un rito
solemne, alrededor del mediodía.

Todo tiene un acento costumbrista:
en la puerta la foto de un artista
se cuelga del cristal, calladamente.

Y el tiempo que parece se ha quedado,
al pie de La Placilla ensimismado,
colgado en la pared del “Bar Vicente.

Todo tiene el sabor recio y añejo
de aquel Puerto de ayer, tan aldeano,
donde imperaba el trato campechano
no falto de sapiencia y de gracejo.

Baja de La Angelita el Puerto viejo,
campesino y sufrido, al par que humano.
Gesticula al hablar su recia mano,
dando al ambiente un aire de festejo.

“Los Dos Pepes” ayer ... Hoy, padre e hijo,
en un constante y cálido amasijo
de lealtad y servicio a sus clientes,

escriben, sin saberlo, lo que historia
mañana habrá de ser ... Que en la memoria
del Puerto han de quedar los “Dos Vicentes”.

Paco del Castillo

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De izquierda a derecha, José Pantoja Leal fundador de la desaparecida firma Muebles Pantoja, camarero de la venta desconocido, el taxista Carreto y Rafael Álvarez ‘el de las gomas’ que tenía la tienda de primeros auxilios para coches. La imagen está tomada en los primeros años de la década de los sesenta del siglo pasado.

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Una imagen del equipo de fútbol Casamata que participaron en la película ‘Los Económicamente Débiles’, el año 1960, dirigida por Pedro Lazaga y en los papeles principales con Laura Valenzuela y Tony Leblanc..

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Los jugadores en la fila superior, Pepe Martín Murga, Conejo, Manolín primo de Crespo, José Cairón García hijo de Pedro Ventura, Domingo Monge, José Rodríguez Barcia. Agachados, Juan Ramírez Díaz, Paco Soto, desconocido apodado ‘la Vieja’, Juan ‘Piquito’ quien trabajó junto a su hermano Miguel en la pollería Jiménez y Juan Martín Murga. Año 1960.

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Díptico promocional de la película 'Los Economícamente Débiles'.

Dirigida por Pedro Lazaga, actuaron además Antonio Ozores, José Luis López Vázquez, Venancio Muro, Mayrata O’Wisiedo y Jesús Puente. La sinopsis habla del Casamata Fútbol Club, un equipo que militaba en la Segunda División Regional, un club modesto pero con aspiraciones.

Este grupo de jugadores aficionados lo forman gente de El Puerto que en algún momento estuvieron vinculados al Club de Baloncesto ADEP y gente de Jerez, conocidas a través del que fuera fisioterapeuta --ya fallecido-- Julián Ayala Mascarell. La imagen está tomada en 2009.

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Fila superior, de izquierda a derecha: Kike Ayala Mascarell (hermano de Julián), Paco  Pérez, Marcos, Antonio Aguilar ‘Buitre’, Pérez, Rafa Gilabert, Paco Rivera, Javier Serrano ‘Coco’, Román, Lolo, Ramón Miguélez y Dani González. Agachados, Paco Barroso, Antonio ‘el Chiclanero’, Antonio Carle, Chuli Gentes, Francisco Gallardo ‘Nene’, el desaparecido Julián Ayala, Jose Luis Rivera, Lolito, Jorge Romero, y Joaquín Troncoso Serrano ‘Tronco’.

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PERC0 | Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz [*]

Pedro de Medina, arquitecto español del siglo XVIII que realizó su labor profesional en Cuba, es el que queremos dar a conocer a los seguidores de GdP en nuestra colaboración de hoy, disipando las dudas, o mejor dicho, aclarando y puntualizando la extendida y generalizada opinión reflejada en gran parte de la bibliografía consultada en la que se le cita como “arquitecto gaditano”.  Pedro de Medina y Galindo nació el 2 de febrero de 1738, en El Puerto de Santa María, y ese mismo día recibió el agua bautismal en la iglesia Mayor Prioral de manos del cura de la misma don Carlos Ángel Natera que le impuso los nombres de Pedro, Francisco, Joseph. Era hijo de Juan de Medina y de Catalina Galindo, vecinos de El Puerto en esa fecha y anteriormente de la cercana ciudad de Jerez, en cuya parroquia del Salvador habían contraído matrimonio.  Fue su padrino Pedro Joseph Romero y el acta que certifica el Sacramento está inserta en el folio 143 vuelto del Libro de Bautismos del año de 1738 de dicha   iglesia parroquial.

...continúa leyendo "2.107. PEDRO DE MEDINA Y GALINDO. Arquitecto portuense. Figura destacada del barroco colonial cubano."

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barberia_laplacilla_1_puertosantamariaQuiero suponer que aún hay personas que aún la recuerdan esta barbería en La Placilla, regentada por Manolo Cordones Serpa ‘Barberito’. Estaba entre la Zapatería Ortiz, y la pescadería de Manolito Gutiérrez ‘el Cochino’ (ver nótula núm. 284 en Gente del Puerto). Actualmente es una tienda de artículos de peluquería. Parecería que no podía ser de otra manera.

No puedo por menos que esbozar una sonrisa al acordarme de aquella Barbería, porque todos los trabajadores y sus dueños fueron siempre encantadores. Más de una vez, siendo una cría me asomé a ver  como  acicalaban a la clientela. Y más de una vez pensé al verlos manejar las navajas que alguno perdía la oreja, pero que va:  eran todos my buenos profesionales. /En la imagen de la izquierda, Juan Lojo Barea 'Lele', Lolete, Felipe Romo y Sevillita.

Con quienes más trato tuve fue con los hermanos José y Manolo Rodríguez  Barcia, ‘los Sevillita’, apodo heredado del segundo apellido de  su bisabuelo.  Ellos eran los empleados más jóvenes  y además, Joselito permaneció  en la barbería hasta el cierre. Su dueño fue Manolo Cordones Serpa ‘Barberito’.

manolocordones_festival_puertosantamariaAlgo más que aficionado a los toros, porque tengo entendido que  aunque nunca hizo el paseíllo vestido de luces, si figuró en algún festival tal como lo acredita, Manuel Martínez Alfonso (ver nótula núm. 1.051 en Gente del Puerto) en su libro Plaza Real. /En la imagen de la izquierda, cartel del Festival Taurino del 25 de diciembre de 1944, donde actuaron Francisco Guilloto 'Orteguita' y Francisco Paradela del Pino, con los sobresalientes Manuel Cordones 'Barberito' y Manuel Bermudez, 'Anzonini'.

EMILIO BOOTELLO.
Se dio el caso que Emilio Bootello, Jefe de Estación, acostumbraba a frecuentar la barbería  junto a la Posada de la Fruta, sita en la calle del Ganado, frente al Bar Rueda. tienda de bebidas felizmente reabierta. Manolo Cordones, a la sazón uno de los  empleados de esta barbería que seguramente atendió eficazmente,  más de una vez a Bootello, por lo que éste le  ofreció montarle una barbería en La Placilla, a cambio de un alquiler razonable. Los dos eran hombres de bien y de palabra, por lo que la cosa llegó a buen puerto. La barbería si mis datos son ciertos, se puso a nombre de: Milagros Bootello Tardío, hija del anterior y abrió sus puertas al público en los primeros años de la década de los cincuenta del siglo pasado. Estaba bien equipada y contaba con unos sillones tipo americanos, que   a los niños nos encantaban. Y es que para que perdiéramos el miedo, nos invitaban a  algún caramelo y a  dar una vueltecita en el sillón, y así se ganaban nuestra confianza,  para que estuviéramos quietos a la hora del corte de pelo. Recuerdo como a los más pequeños nos ponían una banqueta encima del sillón, y  el peinador para que no nos entrara pelo. Manolo Cordones Serpa era muy buena persona y  un jefe estupendo para sus empleados, al igual que Manuela su mujer. Con su hija la menor, Loli tuve mayor trato.

JOSÉ FEU GONZÁLEZ.
Su primer empleado fue Pepín. Lo recuerdo perfectamente, porque además fue buen amigo de mi padre, pero quizás tenga más recuerdos de él, en su barbería de la calle Nevería, frente al Bar la Liga. Otro de los empleados fue José Feu González. Un hombre  rubio y apuesto,  que vino al Puerto, procedente de Ronda en 1958. En seguida se colocó en la barbería y es algo que siempre le agradecerá  a Manolo Cordones, al que considera una de las mejores personas que ha pasado por su vida. Cosa, que dice mucho de él, pues como no podía ser de otra manera, a jefe bueno, empleados igual de buenos. Ambos dos, compaginaban su labor, en la barbería de la Placilla y  en  la Base de Rota.

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José Feu González, los hermanos Pérez y Antonio Collantes, el niño con la camisa blanca que empezó su oficio en la barbería.

José, aun hoy se sigue acordando de su gente de La Placilla, por las que guarda un sincero cariño. Así, recuerda con afecto a Agustín Vela (ver nótula núm. 326 en Gente del Puerto) y Carmela Durán (ver nótula núm. 1.536 en Gente del Puerto), Ángel y Maximino Sordo (ver nótula núm. 1.884 en Gente del Puerto), Luís Jurado, de la taberna de La Liebre; Enrique-, del Refino de los Muertos (ver nótula núm. 150 en Gente del Puerto); Manolito ‘el Cochino’, Enrique Gago, --por aquel tiempo pescadero-- (ver nótula núm. 585 en Gente del Puerto);  Juan, de las Tres BBB, y tantas  y tantas personas que desgraciadamente ya nos dejaron y sin dudas ellos y el resto de comerciantes eran la alegría de La Placilla.

JUAN LOJO BAREA, ‘LELE’.
Después de la salida de José Feu, entró en la plantilla Juan Lojo Barea ‘Lele’. Había estado trabajando en  Alemania, y a su regreso se incorporó a las órdenes de Manolo Cordones. Gran aficionado a la música y sobre todo a Doña Concha Piquer.  Había traído de Alemania un magnetófono,  y una noche se disponía tranquilamente  a  grabar  a su ídolo, cuando  de pronto su reloj  de péndulo empezó a sonar... No se había dado cuenta de que eran las doce de la noche, y que él  reloj  daba inclemente  y puntual, la hora. Otra de sus aficiones eran las radio novelas. Por aquellos años las sobremesas estaban distraídas, con  novelas como: Ama Rosa y otras. No, no era solo cosas de mujeres, aunque es cierto  que muchas se reunían a esa hora para hacer labores y sobre todo para hacer las mayas de Terry. Algunos hombres también las oían mientras desempeñaban sus trabajos.  No todo iba a ser fútbol, o toros o boxeo.

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Juan Lojo Barea 'el Lele', Antonio Vela Durán, Manuel Mata Domínguez y Listones.

Lele tenía  una gracia innata y buena mano izquierda con los niños, porque a todos nos encantaba que nos diera vueltas en esos asientos giratorios que usaban en la barbería y nunca un mal gesto ni regaño. Se ve, que mi nombre de pila no debió de gustarle porque de un día para otro comenzó a llamarme: Marusela- Maruzella-. Según él, yo me parecía a cierta actriz o cantante de ese nombre  y demás era el título una canción de Renato Carosone  y  se escuchaba en esa época en  la radio. Desde entonces,  jamás me  volvieron a llamar por mi nombre, ni aún hoy.

LOS HERMANOS JOSÉ Y MANUEL R. BARCIA.
Con  los que realmente  tuve una buena  amistad, prolongada a través  de los años, fue con los hermanos José y Manolo Rodríguez Barcia, ‘los Sevillita’. Entró en la empresa como oficial  en 1959-60 con apenas dieciséis años. Tenía carácter, pero era muy noble y cariñoso.  Más de una vez, recurrimos para que nos arreglara algún desaguisado, en nuestros juguetes, para que nos dijera, en que fecha estábamos, o  que películas estaban  en cartel e incluso el numero  de los ciegos. Un hombre todo terreno con mucho arte y mucha humanidad.

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Juan Lojo Barea 'el Lele', 'Vivi' el electricista (por confirmar), José Rodríguez Barcia 'Sevillita', niño desconocido.

Manolo era un chaval de lo más servicial y  amable. Tendría que pensar mucho, para acordarme de verlo con el ceño fruncido o de mal humor. Por el contrario,  yo diría que su eterna sonrisa y su  buen carácter, le han granjeado la simpatía y el cariño de cuanto le hemos conocido y tratado. Aquel verano de 1962 y con solo doce años, ingresó como aprendiz, a las órdenes de  Manolo Cordones.  Como era muy espabilado, en poco tiempo se hizo un gran profesional. Era increíble verle manejar la navaja  a la hora de rasurarles la barba a los clientes, siendo apenas un chiquillo. Y no menos asombroso, la rapidez que tanto su hermano José, como él mismo imprimían a las tijeras al  cortar el pelo. Muchos chavales de su generación y anteriores, apenas pudieron ir a la escuela, por necesidades de las familias, pero el poder tener un oficio era la mejor de las garantías  en aquellos difíciles tiempos.

En 1966,  llamaron afilas a Joselito  el hermano de Manolo.. Como fue destinado en  La Almoraima, en el Campo de Gibraltar, ello y le permitía incorporarse al trabajo los fines de semana, ya que las barberías no cerraban ni los domingos.

Manolito, con tan solo 16 años, tuvo que hacerse cargo de la barbería: la clientela continuo fielmente, y no los defraudó. Algunos días el dueño echaba una mano. Sobre las seis  o seis y media  llegaba a El Puerto el autobús  que traía a los trabajadores de la Base de Rota. Bien porque  hubiera quedado con algún cliente de los que siempre  acostumbraba a atender, por ejemplo a Pepe Basteiro o para comprobar que todo marchaba bien. Manolito se colocó,  durante los años 1968-70- en la barbería Vicente, en calle Chanca, para pasar después a la que había junto al Resbaladero los años 1974-77. Fue en 1978, cuando su vida pegó un giro inesperado y se colocó en la Bodega de Terry, en San José del Pino creo, como vigilante de seguridad permaneciendo en ella hasta su feliz jubilación, transcurridos  treinta y seis años.

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A las puertas de la barbería.

No  sé, si me dejo algún nombre en el tintero, quizás a Antonio Collantes, pero, mentiría si dijera que lo recuerdo con nitidez. (Ver nótula núm. 303 en Gente del Puerto) y que recuerda como era La Placilla en 1950 (ver nótula núm. 366 en Gente del Puerto). De la misma manera, sé que  Julio, cuñado de Fernando Aldana, del bar Tendido Cuatro,  también estuvo en la empresa, pero no lo recuerdo, debí ser muy pequeña.

Esta barbería, cerró definitivamente sus puertas, sobre el año 2000. Y  lo hizo a causa de la enfermedad de José Rodríguez ‘Sevillita’. .Lastimosamente le siguieron otros comercios emblemáticos de La Placilla, con lo que ésta quedó huérfana  de la presencia  y la alegría de sus comerciantes más queridos, entre los que siempre se encontraran todos los que pasaron por aquella entrañable barbería. Si, se apagaron las voces de sus pregoneros, pero nunca su entrañable recuerdo  ni el cariño que tan generosamente nos hicieron sentir. /Texto: María Jesús Vela Durán.

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