Miguel del Pino nace el 20 de julio de 1920 en la calle de la Fuente. Su hermano Manolo, “El Niño del Matadero” novillero, fue quien le inculcó la afición por el mundo del toro. Lo tenía en muy alta estima, era su referente en la familia, huérfana de padres, y en el toreo.
Con diez años se estrena en los espectáculos taurinos (aquel fue un espectáculo entre cómico y serio), dando muerte a un becerro de la ganadería de Francisco Chica, con reses procedentes de la Ganadería de Villamarta, el 10 de agosto de 1930. En los carteles aparecía como “Niño del Matadero II» alternando con Antonio Suárez. Su hermano Manolo fue el Director de Lidia. En noviembre, el día 16 del mismo año, aparece de nuevo en los carteles, aunque solo anunciado con la letra “M”, dado que los menores de 16 años no podían torear. Como quiera que la autoridad gubernativa se dio cuenta del ardite, no autorizaron el festejos, siendo sustituido por su hermano Manuel, aunque Miguel salió a dar unos lances al novillo.
CON LA EDAD REGLAMENTARIA.
La Guerra Incivil impide su desarrollo como torero. No es hasta el 17 de octubre de 1937, con toros de la Marquesa Viuda de Villamarta, que Miguel aparece con todas las de la ley en la Plaza de Toros de El Puerto.

Miguel del Pino, con apenas 10 años, con su hermano Manolo, al quite por lo que pudiera pasar. (Foto Sánchez Pérez. Plaza Real. MMA).
Allí cortará dos orejas y el rabo al becerro que toreó en el Festival celebrado a beneficio del llamado Auxilio Social en el que actuó junto a Manolo Rodríguez, de Cádiz; José Blanco, de San Fernando y su hermano Manolo, que aparece como una sombra protectora del joven torero. Hizo Levante, que no deslució del todo la fiesta. La costumbre de pedir la llave del toril la hizo la amazona Charo Jiménez Hernández, a la que acompañaba el entonces joven pintor Juan Lara Izquierdo. La presidencia femenina estuvo compuesta por María Paulina Varela Gilabert, Luli Martos Cepillo, Angeli Lara Febrés y María Teresa Jiménez Hernández.
En 1938, el 3 de julio, se estrena con un traje de luces en la vecina población de San Fernando, otra vez con José Blanco y con Paquito Casado y con novillos de Villamarta, siendo un éxito en cuanto a trofeos. Y vuelta a El Puerto junto a Paquito Casado y Paz Domínguez, también en julio.

Miguel del Pino, acariciándole el pitón al toro... (Foto: Plaza Real. MMA)
El año que finaliza la guerra torea en El Puerto con picadores: el 16 de julio de 1939, con toros de Muruve. En aquel espectáculo tiene por compañeros a Rafael Ortega “Gallito” y Pepe Luis Vázquez. Mala suerte: “Peleón” su primer novillo y tercero de la tarde le causó una grave cornada en la garganta. Y al año siguiente, en 1940, con apenas tres novilladas se presenta el 15 de agosto en Madrid, junto a Rebujina y Manuel Calderón. Una semana después, también en Madrid, alternará con “Gallito” y “el Boni”, luego vendrían las plazas de Sanlúcar, Jerez y Sevilla.
LA TEMPORADA DE 1941.
Con 46 espectáculos en 1941, ese año será el mejor para la carrera del torero. Mató 97 reses, cortó 66 orejas y 12 rabos. Fue en el último tramo del año cuando se sitúa en el primer puesto del escalafón de los novilleros. Destacó la corrida en Zaragoza, el 8 de junio, con tres vueltas al ruedo en el primero y las dos orejas y rabo en el segundo; lo llevaron a hombros hasta la Basílica del Pilar. El 21 de agosto, en la capital de España, durante un mano a mano con “el Boni” da ocho vueltas al ruedo y consigue tres orejas. En 1942 torea 3 espectáculos menos: 43. (En la imagen de la izquierda, recibiendo la alternativa de manos de Manolete. Foto: PLaza Real. MMA).
1943: LA ALTERNATIVA.
En Algeciras, el 14 de junio de 1943, recibe de manos de Manuel Rodríguez “Manolete”, la alernativa, ante Pepe Luis Vázquez, con el toro “Clavellino”, de la ganadería de Juan Enrique Calderón (procedencia de Veragua). Brinda el toro a Carlos Terry, obteniendo las dos orejas y el rabo. En El Puerto, el 15 de agosto del mismo año, actúa ante sus paisanos en la Plaza Real, junto a “Manolete” y “el Andaluz”. Los toros fueron de la ganadería de Carmen de Federico. Termina la temporada con solo siete corridas.
1944: UNA GRAVE COGIDA.
El 8 de junio, durante una corrida del Corpus en la plaza de toros de Cádiz, Miguel del Pino resulta cogido grave, al darle unos lances con la capa al sexto de la tarde, de la Ganadería de Isaías y Tulio Vázquez. Miguel pierde las corridas contratadas, entre ellas la confirmación de la alternativa. que retrasará hasta el 12 de octubre de 1944, con toros de Concha y Sierra, la recibe de manos de “Gallito”, completando el cartel “el Albaicín” y el rejoneador portugués Simao da Veiga. (En la imagen, portada de la revista humorística y taurina, De Pitón a Pitón).
Miguel guardó siempre silencio, al menos públicamente, de por qué no vistió el traje de luces en 1945. En la Enciclopedia del Toreo, el Cossío, dice en su biografía que «si alguna vez pudo hacerlo, fue recusado por quien podía imponer su voluntad». Tres corridas al año siguiente a pesar de su espectacular reaparición, cuatro en 1948, con una grave cogida en El Puerto el 29 de agosto. En 1949, agotadas las posibilidades de torear en Venezuela, Miguel ve que no recupera el sitio que siempre tuvo, y a partir de entonces solo toreará en festivales, cada vez menos. (Foto: Plaza Real. MMA)
PRIMERA REAPARICIÓN COMO NOVILLERO.
Miguel no cejará en su empeño y reaparecerá como novillero en 1953. Y de nuevo surge la expectación en El Puerto y los triunfos en las plazas. No son muchos los espectáculos en los que torerará tres corridas en El Puerto y una en Sevilla. En 1954 son seis las novilladas y en 1955 se reducen a dos. Un éxito fugaz, pero éxito al fin, aunque no lo que quiere el torero. Miguel lo deja. ¿Que Miguel del Pino lo deja?. (En la imagen, cartel de la Feria de 1946. www.laplazaral.net).
SEGUNDA REAPARICIÓN: 1959.
«Vuelvo porque siento nostalgia de los ruedos. Porque soy un enamorado de mi profesión y tengo unas ganas de torear que no puedo reprimir», afirma a la prensa a la que, cuando le pregunta si la edad es un obstáculo, dice que «los toros no piden el carnet de identidad». El 24 de mayo de 1959 reaparece junto a dos jóvenes novilleros: Antonio González y Emilio Oliva. Miguel tenía entonces 39 años. Ambos le brindan el toro a nuestro torero y él les devuelve el brindis en la muerte de su segundo. Sin mucha suerte. La faena la bordó en el primero de su lote con dos orejas y el rabo.

De izquierda a derecha, Paco Camino, Miguel del Pino y emilio Oliva, en la última corrida celebrada el 21 de junio de 1959. (Foto: Plaza Real. MMA)
Una segunda corrida, la última, con toros de José Luis Osborne, en la terna junto a Emilio Oliva y Paco Camino, sería el 21 de junio del mismo año, donde Miguel es golpeado por el toro, y sangra de forma violenta por boca y nariz, aunque consigue matarlo y dar la vuelta al ruedo. En su cuarto toro, Miguel es enganchado y volteado, con resultado de fractura del brazo izquierdo y la nariz, heridas y magullamientos. Allí llegó el final, pero con vida.

Miguel del Pino, de ujier en el desaparecido Teatro Principal, durante una celebración de las Fiestas de la Hispanidad. En primer término, el mantenedor de las Fiestas, Almirante Gener Cuadrado y la Reina de las Fiestas. A la derecha, Serafín Álvarez-Campana. (Foto: Archivo Municipal).

Miguel recibe de la insignia de la Ciudad impuesta por el alcalde, a la sazón, Manuel Martínez Alfonso, el 09 de octubre de 1976, durante un Festival Homenaje en el que participaron primeras figuras del toreo. (Foto: Archivo Municipal).

Paseíllo de los diestros que colaboraron en el Homenaje a Miguel del Pino celebrado en la Plaza de Toros, en octubre de 1978. Podemos ver a Manolo Vázquez, Rafael de Paula, Miguel Baez 'Litri`, entre otros. (Foto: Archivo Municipal).
Miguel continuaría en activo en el mundo del toro, como asesor de la presidencia de los festejos en la Plaza Real, mientras compatibilizaba su trabajo como ujier en el Ayuntamiento portuense. El que había sido figura en los ruedos y protagonista de los festejos, ahora ayudaba a dar brillantez a otros actos y festejos de la ciudad que lo vio nacer. Murió el 9 de julio de 1992, a punto de cumplir 72 años.

Este viernes 29 de enero, en el tablao madrileño de Las Tablas (en plena Plaza de España), actúa a partir de las 23:45 horas nuestra voz más jóven y de tradición más antigua, la de Soledad la del Cepillo, acompañada a la guitarra por Niño Manuela, dentro del II Ciclo de Cante Joven. (Tlf. 915 420 520).

Miguel Lobato Quintero nace en 1927, el 4 de marzo, en la calle Pozuelo, hoy Federico Rubio. Estudió en el colegio de la calle Ganado con el Maestro Cárdenas. Polifacético donde los hubiere, desde joven vive el mundo del espectáculo a través del Carnaval, en su casa, ya que su abuelo Miguel Lobato como él, fue un conocido autor carnavalesco, en aquella época, en nuestra Ciudad. Persona seria y honrada, empezó en el mundo del fútbol como secretario del equipo Santo Tomás, en el que jugaban Laínez, Lupo y Joselete. (En la imagen de la izquierda, una fotografía actual de Miguel Lobato).


EL MUNDO DEL ESPECTÁCULO.





Estudió arquitectura en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, licenciándose en 1991 con el número 1 de su promoción. Está en posesión del Premio Real Maestranza, el Premio Excmo. Ayuntamiento de Sevilla y es Master en Proyectos de Arqueitetura C.S.A. por la Fundación Antonio Camuñas (Madrid 1992-93).
SENDERO PINAR DE LA ALGAIDA
CUBOS FRENTE A LA MARISMA



Un día del mes de julio de 1958 conocí a un venerable gitano. Se llamaba Miguel Niño Rodríguez "El Bengala". Estaba sentado, al fresco, en el sardinel del zaguán de su casa en la calle Pagés del Corro de Triana. Me dijo, nada más conocerme, que él descendía de El Puerto y le presté gran atención. Me contó que su tatarabuelo fue Pedro Niño Boneo "El Brujo", nacido en El Puerto en 1819 y artífice de una siguiriya y una toná que llevan su nombre y que eran desconocidas por todos. "El Bengala" las conservaba y dio cuenta cabal de ello en la III Fiesta del Cante de los Puertos en 1973. Conocía, además, la toná de los Pajaritos y un sin fin de romances de tipo épico e histórico que debía a su memoria y a la tradición recibida de, por lo menos, su tío bisabuelo, Juan José Niño López, el más completo romancista que se ha conocido en todo el mundo hispánico y que había nacido en El Puerto en 1859.
Por tristes cuarenta reales


«Desde su apertura en 1988, he tenido el privilegio de estar al frente del Restaurante El Faro de El Puerto. Gracias al esfuerzo conjunto que me han brindado mi esposa Ana y un equipo de veintiocho personas, hemos conseguido que El Faro de El Puerto brille con luz propia y sea un importante referente gastronómico de la región. Nuestro éxito ha estado condicionado en gran medida a la confianza que supone contar con un mismo grupo de personas desde el comienzo de este proyecto. Así, Jaime, Ramón, Ignacio, José Luis, Pepe, Benito, y un largo etcétera aún continúan conmigo en el noble arte de servir a los demás. Por ello, tanto nuestros clientes más habituales como aquéllos que nos visitan por primera vez, perciben rápidamente que en nuestra casa se respira profesionalidad, cortesía y ganas de hacer las cosas bien.
Nuestras recomendaciones en materia de vinos se decantan por los caldos de Jerez, ideales para este tipo de gastronomía en la que abundan los mariscos y pescados. Nuestra casa dispone de una gran bodega climatizada que permite ofrecer una amplia variedad tanto de éstos como de otros vinos, y figura entre los establecimientos asociados a la Ruta del Vino y Brandy de Jerez, con su Ruta Urbana de El Puerto». (Texto: Fernando Córdoba).
TESOROS OCULTOS DE LA PROVINCIA.


Anoche se presentaba en sociedad, en las Bodegas Colosía el libro “Alma Gitana”, una iniciativa de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia. Para el presentador del libro, Luis Suárez Ávila, que no sabe decir que no a ningún amigo, “Es un verdadero placer poder estar aquí, ahora, con mi amigo Salvador Cortés Núñez, flor de la raza calé portuense, y un claro exponente de ella. Porque, si desde antes del siglo XV, los gitanos se ejercitaron en el oficio del hierro y, ya en sus postrimerías, fueron herreros gitanos los que hacían las balas para la incipiente artillería que reconquistó Granada, no es menos cierto que en ese oficio se ejercitaron en todo tiempo. El hierro es el material que han doblegado en las fraguas y el hierro es el material que ha doblegado en el torno, desde su niñez, mi amigo Salvador.







En su ya larga trayectoria, ha tocado casi todos los palos dentro del mundo del belén, ha impartido cursillos de distintos niveles, su incansable curiosidad e investigación ha dado como fruto el descubrimiento de nuevas técnicas en la construcción de belenes. Tiene artículos publicados en varias revistas, colaborador articulista en la revista "La Mar de Belenes" que la Asociación "Ángel Martínez" edita cada año.

Pintor, dibujante y grabador, Francisco Lameyer y Berenguer, nace en El Puerto de Santa María en 1825, localidad a la que llegó su abuelo, natural de Bremen, como vicecónsul de Prusia. En 1839, Lameyer llega a Madrid, traído por su tío el general de la Armada Dionisio Capaz, al quedar viudo. Con catorce años Lameyer ingresa en los talleres de Vicente Castelló. Su facilidad para el dibujo, le lleva rápidamente a colaborar en publicaciones de la época y en 1841 se matricula en la Academia de San Fernando, hasta 1843, dejando constancia por un ejercicio que allí se conserva y firmado al reverso por su maestro, Juan de Ribera. En aquel tiempo, contrajo matrimonio con Isabel Soriano, sobrina del Conserje de la Academia y tuvo dos hijos, Francisco de Paula y Alfredo, muertos ambos a temprana edad. (En la imagen, Francisco Lameyer, en un cuadro pintado por Raimundo Madrazo en París, en 1866).
Academia - para socorrer al Papa Pío IX en la revolución italiana y en 1854 como destinado en Filipinas, en su aifición por los viajes a países exóticos para descubrir el Lejano Oriente. (A la izquierda, firma del pintor).
De vuelta a Madrid, alterna prolongadas estancias en París junto a la familia Madrazo. Una larga enfermedad le lleva a fallecer en Madrid en 1877. Francisco Lameyer forma con Leonardo Alenza y Eugenio Lucas la escuela madrileña costumbrista llamada de "veta brava" en la estela dejada por Francisco de Goya a innumerables seguidores, pero su encuentro con Fortuny en África y su admiración por Delacroix le llevarán al orientalismo como estilo y temática predilecta. (En la imagen, 'Moros corriendo la pólvora'. Museo Lázaro Galdiano. 1860). (Texto: Fernando J. Martínez Rodríguez).
