
La Casa de los Diezmos, cuando era posada de la Giralda de Sevilla, con un coche de 'Romerito'. (Foto Rasero. Archivo Municipal).

La Casa de los Diezmos, en una foto de esta semana, tras la reforma. (Foto: J.M.M.)
Vieja y popular plaza ésta, cuya denominación tal vez arranque de la herrería que Juan Ruiz tenía aquí establecida a comienzos del siglo XVI, en la esquina de la calle Misericordia. El peculiar sonido de la fragua debía de recordar constantemente a vecinos y transeúntes que ciertamente se hallaban en la plaza de la Herrería, así como otra sita en la calle Sardinería, hoy Javier de Burgos, propició años después el traslado del primer convento de San Antonio de Padua a otro lugar menos ruidoso.

Vista superior de la Plaza de la Herrería, antes de la reforma. (Foto: Ale Renedo).
También llevó de antiguo los nombres de plaza de la Portezuela y del Caño de la Villa, en referencia a la obra de canalización que recogía las aguas inmundas que bajaban de las calles Ganado y Ricardo Alcón, para su desagüe en el río. Se conoce que, en 1643 se restauró el caño y que en 1735, ante su incapacidad para absorver el agua, con la consiguiente falta de salubridad en la plaza, fue reconstruido, por lo que fue necesario derribar dos casas que se levantaban en medio.
Con los años se atildó su aspecto y se empedró, llegando a acoger festejos públicos. Aquí se celebraron corridas de toros desde 1746 --cuando se trasladaron desde el Polvorista-- hasta 1769, año en que se construyó en el ejido de San Francisco la primera plaza de toros con que contó El Puerto de Santa María.
En uno de sus frentes se encuentra, reformada, la Casa de los Diezmos, donde en los siglos XVII al XIX se almacenaba la décima parte de la producción agrícola y ganaderra que la sociedad civil estaba obligada a reservar para la manutención de la iglesia. Sobre la portada conserva una representación de la Giralda y dos azucenas, símbolo de la diócesis de Sevilla, de la que dependía el priorato portuense. (En la imagen, detalle de la portada de la Casa de los Diezmos; en la parte superior podemos observar el giraldillo y las azucenas. Foto: Vicente Utrera y Alberto Trigueros).

Edificio que se encontraba en el actual local de Romerijo, que tuvo atribuido, durante años, la sede de la Capitanía General de la Mar Océana, acaso porque fuera residencia de Don Claudio Macé de la Gravelais, Mariscal de Campo de los Reales Ejercitos que ejerció como Gobernador Politico y Militar de la ciudad desde 1782 hasta 1796, fecha en la que su avanzada edad -tenía 73 años- le obligó a dejar el cargo, mejor dicho, los cargos pues simultabeaba el indicado con la dirección de la Capitanía General del Mar Oceano, siendo el VII de los Capitanes Generales y último de los que residieron en El Puerto. (El dato nos ha sido facilitado por Antonio Gutiérrez Ruiz). En los bajos del edificio de la derecha, se encuentra el 'Bar La Draga' y una heladería. (Foto: Monclova. Colección Carlos Pumar Algaba).
Fue entonces la Herrería lugar de continuo tránsito de carros y carretas que llegaban a depositar los frutos y provechos de tierras y ganados.
En el solar que ocupa Romerijo se levantaba, hasta que a fines de los años sesenta se derribó, la imponente sede de la Capitanía General del Mar Océano, recuerdo perdido de aquellos tiempos en el que El Puerto fue el centro de la actividad militar naval de España.
Antiguamente, el acceso de la plaza por la zona de la Ribera era más amplio, no existiendo ningún edificio frontero a la Capitanía. Aun recordarán muchos portuenses la cuadra de coches de caballos de alquiler que estuvo hasta los años sesenta en la antigua Casa de los Diezmos, propiedad del célebre Juan Romero, Romerito. (En la imagen, 'La Cochera', 86x101 cms., óleo sobre lienzo obra de Juan Lara).

Noménclator de las Calles de El Puerto. Pg. 2. 15 de agosto de 1936. (Archivo Municipal).
También se designó a la plaza con los nombres de Juan Vega, Cordonero y Federico Ferrer en 1895, a la memoria del industrial y gran benefactor de la ciudad fallecido este año, residente aquí durante mucho tiempo. El nombre tradicional de la Herrería se recuperó oficialmente en 1979. (Texto: Enrique Pérez Fernández).

Imagen de la Plaza de la Herrería, durante las obras auspiciadas por los planes de empleo de la Junta de Andalucía, tomada el 14 de abril de 2009. (Foto: Carlos Pumar Algaba).

En la imagen, Pascual Castilla, (nótula núm. 117 en Gente del Puerto) Presidente de la Asociación Provincial de Mandos Intermedios, cuando era responsable del Restaurante 'El Patio' atendiendo a unos clientes, ubicado en la Casa de los Diezmos, y que ocupaba gran parte de la planta baja del Edificio. En la actualidad, una heladería, sendos pubs y un mesón asador, ocupan la planta baja del edificio, además de un almacén de servicios generales perteneciente a Mariscos Romerijo.

Acuarela de la Plaza de la Herrería, (75x55cms. original de Juan Lara), qur refleja el bullicio de personas, monturas y demás bestias que se concentraba en dicho espacio y su entorno
TOROS EN LA PLAZA DE LA HERRERÍA.
«Nos consta que en 1746 ya hacía varios años que venían celebrándose corridas en un nuevo espacio abierto: la Plaza de la Herrería. Y lo sabemos precisamente por un pleito que surgió a cuenta de los andamios de la nueva plaza. Este circo de la Plaza de la Herrería era sin duda el que se conocía con el nombre de Plaza de Galeras. Hay que pensar que los edificios que cierran aquel espacio por la parte del río no estaban todavía construidos, de modo que la Plaza se asomaba en semicírculo a la marina, precisamente por aquella parte donde estaría enclavado el antiguo muelle de las Galeras Reales. El andamiaje de circo, levantado seguramente en medio de la Plaza de la Herrería, se asomaba así, por el otro lado, a la explanada que bordeaba la orilla del río, entonces, claro, sin canalizar, y mucho mas cerca del caserío que hoy en día. El Archivero Municipal Juan Cárdenas nos habla de esta Plaza, donde ya en 1744 se celebraban corridas de toros, Plaza “que habilitaban con andamiajes, donde afluían espectadores de todos los pueblos inmediatos, proporcionando pingües ganancias a las empresas'.
Pero la referencia documental que nos confirma la existencia de esta Plaza es el expediente promovido por el Convento de Padres Agustinos de esta ciudad, con motivo de “haberse formados andamios con perjuicio de unas casas de sus propiedad en la Plaza de la Herrería”. Al parecer, y con motivo de las fiestas por la subida al trono del rey Don Fernando VI, los Caballeros Diputados de la Ciudad determinaron celebrar varios días de toros, y para ello eligieron la Plaza de la Herrería, “en el sitio donde siempre se había acostumbrado”, según frase literal de uno de los documentos, lo que viene a confirmar la existencia de una tradición firmemente enraizada. (Texto: Manuel Martínez Alfonso).
(En la imagen, vista de la Plaza de la Herrería, desde los soportales. Óleo sobre lienzo 100x133 cms., original de Juan Lara).

Este viernes 29 de enero, en el tablao madrileño de Las Tablas (en plena Plaza de España), actúa a partir de las 23:45 horas nuestra voz más jóven y de tradición más antigua, la de Soledad la del Cepillo, acompañada a la guitarra por Niño Manuela, dentro del II Ciclo de Cante Joven. (Tlf. 915 420 520).

Miguel Lobato Quintero nace en 1927, el 4 de marzo, en la calle Pozuelo, hoy Federico Rubio. Estudió en el colegio de la calle Ganado con el Maestro Cárdenas. Polifacético donde los hubiere, desde joven vive el mundo del espectáculo a través del Carnaval, en su casa, ya que su abuelo Miguel Lobato como él, fue un conocido autor carnavalesco, en aquella época, en nuestra Ciudad. Persona seria y honrada, empezó en el mundo del fútbol como secretario del equipo Santo Tomás, en el que jugaban Laínez, Lupo y Joselete. (En la imagen de la izquierda, una fotografía actual de Miguel Lobato).


EL MUNDO DEL ESPECTÁCULO.





Estudió arquitectura en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, licenciándose en 1991 con el número 1 de su promoción. Está en posesión del Premio Real Maestranza, el Premio Excmo. Ayuntamiento de Sevilla y es Master en Proyectos de Arqueitetura C.S.A. por la Fundación Antonio Camuñas (Madrid 1992-93).
SENDERO PINAR DE LA ALGAIDA
CUBOS FRENTE A LA MARISMA



Un día del mes de julio de 1958 conocí a un venerable gitano. Se llamaba Miguel Niño Rodríguez "El Bengala". Estaba sentado, al fresco, en el sardinel del zaguán de su casa en la calle Pagés del Corro de Triana. Me dijo, nada más conocerme, que él descendía de El Puerto y le presté gran atención. Me contó que su tatarabuelo fue Pedro Niño Boneo "El Brujo", nacido en El Puerto en 1819 y artífice de una siguiriya y una toná que llevan su nombre y que eran desconocidas por todos. "El Bengala" las conservaba y dio cuenta cabal de ello en la III Fiesta del Cante de los Puertos en 1973. Conocía, además, la toná de los Pajaritos y un sin fin de romances de tipo épico e histórico que debía a su memoria y a la tradición recibida de, por lo menos, su tío bisabuelo, Juan José Niño López, el más completo romancista que se ha conocido en todo el mundo hispánico y que había nacido en El Puerto en 1859.
Por tristes cuarenta reales


«Desde su apertura en 1988, he tenido el privilegio de estar al frente del Restaurante El Faro de El Puerto. Gracias al esfuerzo conjunto que me han brindado mi esposa Ana y un equipo de veintiocho personas, hemos conseguido que El Faro de El Puerto brille con luz propia y sea un importante referente gastronómico de la región. Nuestro éxito ha estado condicionado en gran medida a la confianza que supone contar con un mismo grupo de personas desde el comienzo de este proyecto. Así, Jaime, Ramón, Ignacio, José Luis, Pepe, Benito, y un largo etcétera aún continúan conmigo en el noble arte de servir a los demás. Por ello, tanto nuestros clientes más habituales como aquéllos que nos visitan por primera vez, perciben rápidamente que en nuestra casa se respira profesionalidad, cortesía y ganas de hacer las cosas bien.
Nuestras recomendaciones en materia de vinos se decantan por los caldos de Jerez, ideales para este tipo de gastronomía en la que abundan los mariscos y pescados. Nuestra casa dispone de una gran bodega climatizada que permite ofrecer una amplia variedad tanto de éstos como de otros vinos, y figura entre los establecimientos asociados a la Ruta del Vino y Brandy de Jerez, con su Ruta Urbana de El Puerto». (Texto: Fernando Córdoba).
TESOROS OCULTOS DE LA PROVINCIA.

Anoche se presentaba en sociedad, en las Bodegas Colosía el libro “Alma Gitana”, una iniciativa de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia. Para el presentador del libro, Luis Suárez Ávila, que no sabe decir que no a ningún amigo, “Es un verdadero placer poder estar aquí, ahora, con mi amigo Salvador Cortés Núñez, flor de la raza calé portuense, y un claro exponente de ella. Porque, si desde antes del siglo XV, los gitanos se ejercitaron en el oficio del hierro y, ya en sus postrimerías, fueron herreros gitanos los que hacían las balas para la incipiente artillería que reconquistó Granada, no es menos cierto que en ese oficio se ejercitaron en todo tiempo. El hierro es el material que han doblegado en las fraguas y el hierro es el material que ha doblegado en el torno, desde su niñez, mi amigo Salvador.







En su ya larga trayectoria, ha tocado casi todos los palos dentro del mundo del belén, ha impartido cursillos de distintos niveles, su incansable curiosidad e investigación ha dado como fruto el descubrimiento de nuevas técnicas en la construcción de belenes. Tiene artículos publicados en varias revistas, colaborador articulista en la revista "La Mar de Belenes" que la Asociación "Ángel Martínez" edita cada año.


Pintor, dibujante y grabador, Francisco Lameyer y Berenguer, nace en El Puerto de Santa María en 1825, localidad a la que llegó su abuelo, natural de Bremen, como vicecónsul de Prusia. En 1839, Lameyer llega a Madrid, traído por su tío el general de la Armada Dionisio Capaz, al quedar viudo. Con catorce años Lameyer ingresa en los talleres de Vicente Castelló. Su facilidad para el dibujo, le lleva rápidamente a colaborar en publicaciones de la época y en 1841 se matricula en la Academia de San Fernando, hasta 1843, dejando constancia por un ejercicio que allí se conserva y firmado al reverso por su maestro, Juan de Ribera. En aquel tiempo, contrajo matrimonio con Isabel Soriano, sobrina del Conserje de la Academia y tuvo dos hijos, Francisco de Paula y Alfredo, muertos ambos a temprana edad. (En la imagen, Francisco Lameyer, en un cuadro pintado por Raimundo Madrazo en París, en 1866).
Academia - para socorrer al Papa Pío IX en la revolución italiana y en 1854 como destinado en Filipinas, en su aifición por los viajes a países exóticos para descubrir el Lejano Oriente. (A la izquierda, firma del pintor).
De vuelta a Madrid, alterna prolongadas estancias en París junto a la familia Madrazo. Una larga enfermedad le lleva a fallecer en Madrid en 1877. Francisco Lameyer forma con Leonardo Alenza y Eugenio Lucas la escuela madrileña costumbrista llamada de "veta brava" en la estela dejada por Francisco de Goya a innumerables seguidores, pero su encuentro con Fortuny en África y su admiración por Delacroix le llevarán al orientalismo como estilo y temática predilecta. (En la imagen, 'Moros corriendo la pólvora'. Museo Lázaro Galdiano. 1860). (Texto: Fernando J. Martínez Rodríguez).
