Soledad Peña Mesa, conocida como Sole, nació el 22 de febrero de 1940 en la calle San Sebastián, 36, casa en la que vivió y parió a los siete hijos que tuvo con Ramón Espinosa Rodríguez, su marido ya felizmente jubilado, hasta que hace 16 años decidieran irse a vivir al campo, por la Carretera de Sanlúcar, a Los Perales. Soledad es hija de Calixto Peña Gomez, matarife de cierto renombre en El Puerto al que le hacían encargos importantes en cuestiones de matanza de reses el cual, en su senectud cuidaba de la huerta de los Jesuitas junto a la Plaza de Toros y de Dolores Mesa Ferrari. Es la sexta de siete hermanos: Joselete. ya fallecido, trabajador incansable y muy querido por sus compañeros del Ayuntamiento, Paco, el cual trabajó durante años en la tienda y almacén de Joselito del Bar Jamón, en la calle Postigo esquina con Capillera, Calixto, Dolores, Milagros, Soledad y Juan. Su madre tenía un puesto de frutas y hortalizas en la calle Sierpes primero, luego en el Mercado de Abastos, con el número 102 y en su casa de la calle San Sebastián. Conserva una voz muy suave, la que quizás utilizara para arrullar a sus siete hijos en noches difíciles y duras vividas en el Barrio Alto de El Puerto, pero guarda un grato recuerdo del pasado. (En la fotografía, Soledad en la actualidad, el pasado verano de 2008).
La fotografía de la izquierda está tomada en la boda del mayor de los varones de Soledad. Corría el año de 1994. De pie, de izquierda a derecha: Carmen, Dolores, nuestra Soledad, los novios Ramón y María Sánchez Ponce, el marido de Soledad también Ramón, y Manuela. Agachados, Juan, Calixto y Antonio. La mayor de Soledad está casada con Antonio Carbonell López, Secretario de la Cofradía de Pescadores y la segunda, Dolores, con Antonio Mancheño, de “los caballitos del Parque”. Una descendencia, una prole lo suficientemente amplia como para homenajear a la madre que los parió, en estos tiempos de familias mínimas. Tiene 14
nietos: Vanesa, Lorena, Jesus, Jorge, Raquel, Mara, Tania, María, Beatriz, Roshan, Sheila, Ana, Irene y Alba.
Soledad recuerda que en la vecindad de las calles San Sebastián, Capillera, Postigo y en muchas casas de El Puerto se tejían mallas de seda para los brandys de las Bodegas de Fernando A. de Terry. Labor artesanal en tiempos de verdadera necesidad. Ella tejió muchísimas y las llevaba a la calle las Cruces, allí se las pesaban y tramitaban las cantidades acordadas. Recuerda nuestra protagonista que «en aquellos tiempos la convivencia era muy bonita en los patios de las casas de vecinos. Nos juntábamos grupos de muchachas y vivíamos un buen ambiente, mejor que el de ahora, donde las amigas competíamos a ver quien hacía mas en menor tiempo, sin bajar la calidad. Yo llegaba a hacer cuatro docenas diarias, y estaba deseando que llegara mi novio Ramón» -con el que lleva 49 años casada- «para que me ayudara a ensartar y a hacer los nudos de las mallas». (En la fotografía, una joven Soledad, en los tiempos en que hacía mallas para las Bodegas Fernando A. de Terry, con poco mas de 20 años).
LAS MALLAS DE TERRY.
Antiguamente existía un medio para ayudar a ganar unas pesetas en las casas humildes en El Puerto que era hacer las mallas para las botellas de Brandy de las Bodegas Fernando A. de Terry. Esta ayuda económica facilitaba que las jóvenes no tuvieran que salir a trabajar en casa ajena como servicio doméstico. Así, las mallas se elaboraban manualmente en las casas y los patios de vecinos , ganándose así un dinero extra a la semana que servía de ayuda al jornal del cabeza de familia. Dicho sea de paso, la familia Terry Merello, propietaria de la firma bodeguera, también colaboraba ede sta forma con las familias porteñas creando empleo femenino y ayudando a la precaria economía de las familias de la época. De todos es sabido la 'línea social' de esta bodega la cual era un referente en el mundo de la vid, en su apogeo del siglo pasado. Cuando los sindicatos de otras bodegas reclamaban determinadas mejoras sociales, los empleados de Terry ya gozaban de lo que otros demandaban, desde hacía tiempo. (La ilustración corresponde a un anuncio en prensa escrita, donde aparece una señora realizando la labor de las mallas).
Las mallas se realizaban con hilos de seda, una aguja lanzadera, un clavo que hacia la función de mallero y con la medida de un billete de tren de aquella epóca, ya que con él se podían tejer los nudos de los tres tamaños de botellas que entonces estaban en el mercado. El hilo se enganchaba en una anilla y ésta a su vez en el respaldo de una silla, para poder trabajarlo mas cómodamente. Una vez finalizada la faena, se llevaban a la casa familiar de las hermanas Terry, que vivían en la calle San Juan esquina con Cruces, y por una puerta de esa calle, ellas se encargaban, primero de entregarte la seda para las labores y de recibirlas después de elaboradas y probarlas en las botellas para asegurarse de que estaban realizadas correctamente. Había que entregar al peso, la misma cantidad en mallas, por una parte y cabos y pelusas, por otra, que la recibida en seda. Una vez hecha la comprobación entregaban un recibo por el importe total y, con este recibo, había que personarse las oficinas de Bodegas Terry, en la Plaza de los Jazmines, al final de la calle Cielos, a cobrarlo, siendo los días de cobro, los lunes. En la fotografía, las herramientas necesarias para la confección de las mallas:
clavo mallero, aguja lanzadera y un billete de tren antiguo, con las muescas señaladas para cada tio de malla. Por cierto que es un billete de 3ª clase, núm 04253, correspondiente a un trayecto de El Puerto de Santa María a San Fernando, que costó 4,50 pesetas. (Fotografía de las herramientas: Coral Piá Oviedo. La ilustración de la derecha corresponde a un cartel publicitario de Centenario Terry).
Aparte de los tres tamaños de botellas también existían mallas de diferentes colores:
- Amarilla, para las botellas de brandy Centenario
- Verde, para las botellas de brandy Competidor
- Blancas para las botellas de brandy V.O.
- Rojas y amarillas, para las botellas de brandy Terry I
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Un dato interesante a destacar es que cada color lo pagaban a un precio diferente a pesar de tener todas el mismo trabajo. El argumento era que cada brandy tenía un precio, así que si el brandy era barato, la malla también y si su precio era mayor, la malla se pagaba, igualmente, a un precio superior. Entre 1,50 y 2,50 pesetas, la docena. (Fotografía: un botellín de Centenario Terry).
Nuestro agradecimiento a Coral Piá Oviedo, por la información facilitada para confeccionar este artículo sobre las Mallas de Terry.
El año 1905 fue de una gran hambruna en nuestra Ciudad. Un buen día, doña Pepa Cuvillo, en su casa de la esquina de la calle San Juan, esquina Cruces, se dedicó por la mañana a confeccionar una malla de seda amarilla sobre una botella de coñac. Al mediodía cuando su espeso don Fernando de Terry Carreras llegó a comer, su esposa le mostró lo que había hecho.Él se entusiasmó al ver la botella y entre los dos decidieron que las botellas de coñac de su casa llevarían ese adorno y concluyeron que dándolo a confeccionar a las mujeres de El Puerto colaborarían a paliar la miseria que existía. Y así fue porque muchas familias se dedicaron a hacer mallas.




Ininteligible felicitación de Los Carreros de D. Juan Romero, el padre de Romerito 'el Gordo', que tenían carros para el transporte y coches de caballo de alquiler. Año 1888.

Cuenta la leyenda que ya estaban en el lugar de los hechos cuando Alfonso X conquistó la ciudad a los vecinos del norte del Magreb (entonces, los moros). Que vaticinaron que Santa María del Puerto terminaría siendo un hospital. Fuentes bien informadas se atreven incluso a afirmar que, en el repartimiento de tierras, alguno advirtió, al mismísimo Rey, de los problemas que en un futuro podrían traer las EMAs no consolidadas. Los investigadores más atrevidos defienden hipótesis difícilmente creíbles. Valga como ejemplo este adefesio histórico: la Carta Puebla fue entregada a nuestros protagonistas tras derrotar las tropas cristianas al último Morillo, de nombre Manolo, justo enfrente de la papelería Cortés, en plena calle Luna. Amanece sobre El Puerto y que salga el sol apostólico y romano por donde quiera, dicen que fueron las últimas palabras del Morillo Manolo. (Ilustración: Estatua sobre pedestal de Alfonso X, 'el Sabio', frente al Resbaladero).
Que, como la mayoría de los políticos locales, hablaban un idioma ininteligible. Que sus ademanes tan poco versallescos y el empeño obsesivo por ajustar el paso a los demás, invitaban casi siempre a guardar las distancias. Pero eran los reporteros más dicharacheros del barrio viejo, y transitaban por las calles como una chirigota de desheredados, como personajes en busca de un autor que encontraron en el maestro Muñoz Cuenca su glosador más agradecido. (Foto: Muñoz Cuenca)
Hablo del Tonino, la ilusión pero también la bronca de todos los días, terror de electricistas y albañiles, trabajadores que se encomendaban a la Virgen de los Milagros cuando, desde las alturas, sentían que la escalera empezaba a bailar al ritmo del bastón de esa lengua viperina tan poco dotada para la diplomacia. (Foto: Tonino. Colección Miguel Sánchez Lobato).
Recuerdo también a la Tía Tula, la mejor degustadora de caldos de la tierra. A La India, siempre dispuesta al combate dialéctico, con aquel viejo bastón pintado con los colores de la bandera española. Al Guarigua y a sus "cemitas" que sabían a gloria. A Romualdo, piropeador incansable de vecinas de todas las edades. Quedan muchos periodistas populares perdidos por las calles del centro de mi infancia. Seres entrañables, libres, marginales, que yo observaba con temor y extrañeza cuando aparecían, entre el regocijo general, por cualquier esquina. (Foto: Romualdo. Colección M.S.L.)
Han pasado 725 años, los siglos se nos han ido volando, las calles ya no son de chinos y ya no hay cartas pueblas, sino emails y planetas virtuales. La familia Medinaceli terminó echa un Cristo. Colón, el hombre blanco, anunciando detergentes. Juan de la Cosa montó un bareto en su propia calle, en el que, dicen, se conspira a jornada completa. Entre los 100.000 hijos de San Luis Gonzaga hubo un poeta-profeta que ya habló de arboledas perdidas (el Peral de Isaac, por ejemplo, lo talaron una noche mientras Clavero daba clases). Los del Carmen dejaron las sevillanas y fundaron La Borriquita. Manolete, disfrazado de Adrián Brody, toreó por fin en El Puerto. El Lute estudió Derecho, que es muy bueno para la espalda. Los marineros están todos en tierra. Franco montó una inmobiliaria y un hogar en Caldevilla. Los
Sanluqueños siguen haciendo dulces y, ahora, casas muy baratas. El Nuevo Portuense, además de jugar bien al fútbol, pone unas tapas para chuparse los dedos. El Formidable cambió las banderillas por las confecciones. Tenemos mucho teatro pero nos achicharraron el Principal. Las Memorias del Adriano hablan de un barquito que no es competitivo, como si fuera el coche de Fernando Alonso. La Navidad con Amor sobrevive gracias a unos Reyes Magos que descubrimos que no eran los padres, sino Pepe Cerrato. El pasado, como ven, no se ha ido. Ni tan siquiera está pasado. Y nuestros protagonistas, sólo hay que saber mirar, siguen deambulando, -un cigarrito, una chiquita, un café, la voluntad-, por las calles de siempre. Al menos, eso cuenta la leyenda. (Ilustraciones: La India y El Lute).
Pepe Mendoza. 

Juan es padre adoptivo tardío. Con su mujer educan a dos niños de 13 y 11 años, que les consumen en el apasionante mundo de verlos crecer y sacarlos adelante, lo que les consume muchas horas. Ese es el motivo por el que Juan no renuncie a todo por la escritura: tiene que atender a su familia y están en una edad crítica. Por eso, con los premios que llevan dotación económica --unos diez o doce al año, y ya van ochenta--, entre una cosa y otra recibe al año un par de pagas que ayudan a su sueldo de maestro a tirar para delante. (Esta es la fotografía que Juan, de adolescente, entregaba a sus novias).
Juan tuvo una juventud furiosa, militante en todos los aspectos que tocó los extremos en lo religioso, en lo político, ... No fue nada tibio, estuvo metido hasta el cuello en política, en las proximidades del PCR. El no fue partidario de la transición sino de la ruptura y se metió en todo tipo de charcos extremos, pero no extremistas. Aunque la policía que venía de la dictadura opinaba lo contrario e intentaba asociarlo a grupos terroristas, algo que no se corresponde con la realidad. Estuvo detenido dos veces, en total siete meses. En 1980 en la cárcel de Zamora y en 1981 en la de Sevilla. Recuerda aquellos periodos con placidez. De hecho estaba deseando ir a la cárcel y dejar de sufrir las torturas que padecía durante los 20 días de detención preventiva. La cárcel era una liberación y le enseñó a compartir y aguantar, solidariamente con otros presos políticos, su lucha por las libertades. Salió sin cargos y para él la vida, la libertad, ya la iba a ver de otra manera para siempre. Cuando hace seis años se manifestó ante la sede del PP local contra la Guerra de Irak, le fue impuesta una multa por la Subdelegación del Gobierno, junto al actual Teniente de Alcalde de Fomento, el andalucista Antonio Jesús Ruíz Aguilar y la socialista y a la sazón Teniente de Alcalde, Consuelo Gamero, merced a un informe del entonces Comisario de Policía, José María Deira, hoy Comisario Provincial. Del juicio de sobre la guerra resultaron abueltos varios inculpados, entre ellos Antonio Jesús y Consuelo, pero el juez mantuvo la multa -aunque la redujo a 1000 euros- para Ignacio Garcia, parlamentario andaluz de IU y para Juan. En la opinión del juez influyó sobre todo el informe de Deira -con referencias a su supuesta militancia anterior de un cuarto de siglo atrás- y los posteriores testimonios policiales. La multa fue pagada por la solidaridad popular.
Ahora que hace veinticinco años de casi todo: del Centro de Planificación Familiar, de la Oficina Municipal de Turismo, también lo va a hacer del Centro de Educación de Adultos. En el 2009 se cumplen 25 años de aquellas circunstancias que cambiaron el rostro de Andalucía, de El Puerto. Se cumplen 25 años de la creación del Centro de Educación de Adultos, algo que es la vida de Juan, donde ha aprendido a convivir con mujeres y hombres que le han enseñado una forma de encarar la existencia que le hacen vivir como un hombre feliz, mientras les intercambiaba esos conocimientos por otros de índole más académica: cifras y letras. Su libro, Cardito de Puchero, ilustran tantas vivencias... (Juan, en una clase del Centro de Adultos).
CARDITO DE PUCHERO.
a vergüenza ajena, a amor, a penas, a alegrías, a risas (Maria Jesús Moragues. Alumna. El Puerto de Santa María)
EL CARNAVAL
Pero vayamos un poco atrás en el tiempo. Juan Carlos es hijo de Francisco Javier de Terry y del Cuvillo y de María del Carmen Muñoz Ávila. La Bodega familiar “Carlos y Javier de Terry, 501” se había vendido y Juan Carlos quería empezar de nuevo y llevar a su familia a un país que mantuviera ideas conservadoras, ideas que empiezan a desdibujarse en la España del triunfo socialista de 1982. Ese año, Juan Carlos fue contratado como Director General de “Bobadilla 103” para México. Y en ese país permaneció durante 17 años. Fue la cabeza y el enólogo de la compañía vinatera jerezana en México hasta que, en 1987 funda su propia compañía de importación y distribución de vinos y alimentos, hasta que en 1999 decide irse a la tierra de su mujer: Filipinas. Una historia de amor entre nuestro paisano y una asiática descendiente de europeos, que da como resultado la presencia de estos porteños en la en otros tiempos colonia española. Juan Carlos conoce a su mujer -filipina- en la Feria de Sevilla y se enamoró perdidamente de ella. Su nombre es Mari García y es descendiente de suizos, italianos y españoles. Se casaron en El Puerto en una boda con estética Filipina fusionada con elementos españoles tradicionales. ¿O quizás habría que escribir “pilipina”?, y es que en aquel país no se pronuncia la letra F. (Ilustración: Etiqueta de Vino. Colección J.M.M.)

En México, tras su paso por Bodegas Bobadilla 103, Juan Carlos creó una empresa FRUTERRY, con una gama muy extensa de productos en conserva, tanto españoles como mejicanos, de alta selección. Además crea muchas marcas de vinos con objeto de crear una distribución muy segmentada: Viña Andina, en Chile, Blue Rhin y Golden Rhin (vinos alemanes). Pero la situación económica en Méjico fue tal que las mafias se dedicaron al secuestro y la extorsión, teniendo como objetivos a las familias españolas que estaban en el mundo del vino. Dos amigos de Juan Carlos fueron secuestrados y a sus familias les mandaban partes de su cuerpo parra meterles miedo. Una oreja era lo mas frecuente. Al hijo de Juan Carlos, Luis lo atracaron en dos ocasiones y sufrió un mini-secuestro en taxi, el método más común: el cliente se montaba en el taxi y en el primer semáforo en rojo se subían los atracadores. Su madre padeció igualmente dos atracos a punta de pistola. Juan Carlos ante la situación, decide dejar Mexico D.F. tras 17 años de vida empresarial y se traslada al país de su mujer: Filipinas, en 1999.
En el año 2000 abre la primera tienda en Manila de productos de Gourmet: Terry Selections, que ya cuenta con tres sucursales, la última abierta en septiembre pasado. La intención era que tuviera solo lo mejor escogido por Juan Carlos, un poco como extender su despensa a nivel público. Se podría decir que una manera de abrir su casa a amigos cercanos y, después, a clientes. Unos años después y un poco por casualidad, se abre el restaurante. Los clientes que iban a la tienda pedían que les hicieran “sandwiches gourmet”. Al tener que dedicar al grueso del personal a preparar esos emparedados, tal era la demanda, decidió abrir un espacio en el segundo piso para tener mesas donde sentar al cliente, y de ahí el restaurante Terry’s.
Al restaurante “No traigo» --afirma-- «un producto que no se haya probado en su lugar de procedencia sin darle el pasaporte. Por ejemplo, Arte Oliva es el único aceite que está envasado como debe ser, en tetra pack, que protege de los rayos ultravioletas. El envase tiene cinco capas que mantiene el líquido a la temperatura adecuada. Dentro de 10 años será igual, tendrá las mismas propiedades”. Es muy interesante la fusión con los productos filipinos: “Tienen una especie de besugo al que llaman besugo, en español, y lenguados, pargos, galeras, chicas y grandes, impresionantes las de Palawan (una isla para perderse a conciencia …), y cangrejos de tierra que se alimentan de los cocos, los rompen y extraen su jugo”. Aparte de las mejores recetas españolas, Juan Carlos presume de superar el mejor Tocino de Cielo de la región; además se hacen las Poleás típicas de El Puerto. Han servido, también, Ajo Caliente y Salmorejo. Y toda la ristra de platos nacionales de primer nivel: Croquetas, Tortillas, Rabo de Toro, Fabada Asturiana, Cocido Madrileño, Menudo, Paella Negra de Mariscos... Es interesante recordar que Juan Carlos es hermano de la desaparecida María Auxiliadora Terry, gastrónoma local, experta en temas de Thermomix, autora de varios libros de la máquina, y directora que fue de la Escuela de Cocina 'El Anafe'. (Foto: J.L.B.)
Ayudado por su familia, trabajando en el próximo proyecto, ya en marcha, “el mejor restaurante español en el extranjero, en la Bahía de Hong Kong”, afirma convencido. En un próximo artículo hablaremos de sus hijos Luis y Elena, muy afincados en el Filipinas, --e incluso con parejas en aquel país-- pero que no olvidan El Puerto, sus rincones y amistades, al que regresan siempre que pueden.
fechas, acontecimientos y sucedidos personales, familiares o del propio El Puerto.
La familia de Enrique tenía posibles, de hecho el padre tuvo una flota de camiones que, tras un accidente con un camión en el que hubieron víctimas mortales, tuvo que liquidar, así como diversas propiedades, para indemnizar a las familias. Ese fue el motivo por el que Enrique viene a El Puerto, con 23 años, desde Madrid, donde había hecho el servicio militar como voluntario en Aviación, en la Base de Getafe, a reclamar una vivienda familiar de su abuelo que resultó que ya no le pertenecía. (Avión en la Base Aérea de Getafe).

Tomás Ramírez Moreno nació en la calle San Sebastián, número 1, el 19 de noviembre de 1957. Presidió durante dos mandatos la Junta de Personal funcionario del Ayuntamiento (1987-1995), a cuya plantilla pertenece en su calidad de guardia forestal y hoy policía municipal, con el número de placa 128. Tomás está casado con Teresa Carrasco y tienen dos hijos de 26 y 15 años. Vive en el campo, en Bella Bahía. Ha practicado senderismo, kárate, equitación, pintura, por lo que no queda duda de que es un hombre polifacético siendo los toros su principal afición, llegando a ser alguacilillo de la Plaza Real. En la actualidad estudia la carrera universitaria de Ciencias Políticas por la UNED. Todavía Tomás no ha dicho la última palabra.
De izquierda a derecha, Juan Rincón, Adan, Tomás Ramírez, Jesús Ojeda, Nieto y Jaciento Pecci, en 'los patios de abajo' que existían en La Salle.
La calle de la Rosa, una de las que daban acceso al Colegio de La Salle, todavía sin asfaltar con el colegio funcionando, a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado. Al fondo a la derecha podemos observar el Colegio del Hospitalito (Foto Archivo Municipal).
De izquierda a derecha, en la fila de arriba: Eugenio Carmona, Tomás Ramírez, Macías (profesor del curso) detrás Antonio Caraballo, Delegado de la Juventud del Movimiento, en el centro, el desaparecido farmacéutico Antonio Benjumeda, a la sazón concejal del Ayuntamiento; desconocido; Antonio Orihuela, Juan Jiménez, Francisco Delagado, Rafael Jiménez; Benito, bombero de la Base Naval de Rota; abajo, agachados de izquierda a derecha: Joaquin Travieso, compañero del IMUCONA, Calvario, Evelio Peluffo Rojas, hermano de Mario, el que fue concejal de Policía Local con el PCE y por último el Jerezano. La foto corresponde a la clausura del Curso de PPO de Pintura y Decoración 1975/76. (Foto Rafa.)
Tomás empezó a trabajar muy pronto, primero como ayudante de Mancebo, en la Farmacia de Enrique García Máiquez; mas tarde como dependiente en la tienda de tejidos de Arturo Garrido en la calle Larga y luego, tras realizar un Curso de PPO de pintor decorador estuvo establecido por su cuenta. En 1982 hace oposiciones en el Ayuntamiento para el Area de Medio Ambiente y obtiene la plaza de Auxiliar de la Policía Local, pasando luego a ser Agente Forestal, siendo en la Actualidad Policía Local.
Sus inquietudes políticas despiertan muy pronto en él, cuando Rafael Alberti llegó a El Puerto y dio aquel famoso mitin en la Plaza de Toros, el formaba parte del servicio de orden en la concentración, en la que conoce al poeta; se anima y se hace militante comunista. Se van duplicando las militancias pues se apunta a la Unión Sindical de la Policía Municipal (USPM) sindicato corporativo de la Policía Local, organización que en el congreso de integración acuerdo pasarse en bloque a CCOO, aunque él se decanta por la UGT. Mas tarde, y de acuerdo con los principios que imperaban entre el sindicato y el PSOE, se hace militante del PSOE, donde continúa.
En ese sindicato, la Unión General de Trabajadores, se presenta segundo de la lista en 1983. En 1987 encabeza la candidatura siendo la lista más votada y ostentado la presidencia de la Junta de Personal funcionario del Ayuntamiento, cargo que revalida en 1991. Descansa durante un periodo de cuatro años y vuelve en 1999, continuando desde la fecha como vocal de dicho sindicato en el órgano de representación sindical municipal.
En 1984 se crea el que fuera controvertido IMUCONA (Instituto Municipal para la Conservación de la Naturaleza), organismo autónomo de la administración municipal. Dicha institución, que ha tenido a lo largo de su historia un gerente de ida y vuelta -Antonio Caraballo- y dos interionos Juan Carlos Neva e Isabel Mochales le traen recuerdos a Tomás: «la época de Neva, en la que colaboraba también el técnico municipal Antonio Abad, fue de las mas felices en el Area de Medio Ambiente, donde la comunicación y fluidez del trato entre los trabajadores y jefes nunca mas se volvió a repetir» De hecho por enfrentarse a su jefe de ida y vuelta ha vivido alguna represalia en su puesto de trabajo, pero mantiene que «a la verdad no hay que tenerle miedo, por lo que siempre me he mantenido en mi sitio».
Una de las aficiones que mas pellizco le producen a Ramírez es al mundo de la Fiesta de los Toros. El afirma que «Si quieren hacerme feliz para el resto de mi vida, que me hagan conserje de la Plaza de Toros». Llegó a ser alguacilillo de la Plaza durante las temporadas de 2004 a 2006. E incluso, muchísimo antes, ya demostró su atrevimiento y afición toreando de pequeño en capeas y tentaderos, con el sobrenombre del “Aspirinita”, en alusión a su etapa de mancebo de farmacia. Pero su madre -¿que madre quiere que su hijo sea torero?- le rompía los trastos de matar que escondía Tomás por todos los rincones de su casa. Recuerda que la afición al arte de Cúchares le viene desde que, sentado en la casapuerta de su casa de San Sebastián esquina con Santa Lucía, veía pasar los toreros que hacían el paseíllo desde el Hostal Loreto hasta la Plaza, en compañía de su abuela: «la que me metió la afición en el cuerpo. Mi abuela, que tiraba mucho de los refranes, me decía: “el que por su gusto se traga un hueso, satisfacción siente en el pescuezo”, dado que de pequeño siempre sacrificaba cualquier actividad por mi afición taurina». Tomás ha recordado, a lo largo del café que hemos tomado desgranando estos recuerdos a su abuela Concha -Concepción López García-, de quien además resalta que era una persona con una gran sabiduría popular: a cualquier situación le aplicaba el refrán adecuado. Y sabía muchos. Tomás se recordaba a si mismo uno cuando, en una comida reciente, salía a fumar: a la puerta de la calle: "El que tiene un vicio, si no mea en la puerta, mea en el quicio". (Foto Juan).
Tomás, recibiendo, en una capea.
"Los Toruños" Óleo sobre tabla. 48x32 cms. Original de Tomás Ramírez Moreno.
Tomás, polifacético él ha estado durante cinco años recibiendo clases de pintura de Luis Ortega en la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia, y en la actualidad pertenece al Grupo Magenta. Desarrolla su actividad pictórica pintando tanto al aire libre como en estudio, tocando la temática taurina y paisajista, especialmente.
Es Doctor en Ciencias Económicas, Consultor, Director del Observatorio Turístico, Profesor de Economía Aplicada de la UCA (Universidad de Cádiz), Director del Master de Turismo de dicha Universidad. Ha trabajado y dirigido estudios sobre grandes eventos económicos recientes en la provincia, ecuestres, náuticos y de la naturaleza. Es miembro de AECIT (Asociación Internacional de Expertos Científicos en Turismo ¿Sigo?
ENTREVISTA
La Playa de Fuenterrabía, a principio de la década de 1970.
¿Puede Vd. presumir, no hay que tener falsa modestia, de algo en esta cainita provincia de Cádiz?. --La satisfacción que da ver a tantos antiguos alumnos en diferentes empresas de la zona, que me saludan y me recuerdan con alegría.


se afincó en nuestra Ciudad en 1894. A su muerte, en 1956, su hijo Eugenio Mena Ponce se hace cargo del negocio, donde Antonio echó los dientes, y aquí continúa él, -tercera generación- al frente del establecimiento: corregido, mejorado y aumentado, cuando falta un año para que el Bar cumpla un siglo de existencia.
Eugenio, el padre de Antonio -Añoño para los chiquillos del Barrio donde se crió- se hizo famoso -y continúa la fama hogaño- por los guisos de caracoles, siendo pionero en la introducción de los pinchitos morunos, la merluza rebozada y los ostiones fritos, cuando se podían conseguir éstos en la desembocadura del Guadalete. Rociero desde que tenía pantalones cortos, Añoño se enamoró de una chipionera -Regli- a la que iba a ver en moto todos los días a la villa del Faro. Y se casó y hoy está con él, hombro con hombro en el negocio de hostelería, donde ha sabido imprimir su propio estilo en la preparación de guisos marineros y los diversos tratamientos que le aplica al atún. «Otra recomendación para este bar: el atún en manteca. A imagen pero no semejanza absoluta de nuestro bienamado lomo en manteca, lomos de esta increible criatura marina de almadraba son untados y macerados en este manjar de los dioses que se denomina manteca. Grasa porcina con su sabor elevado a la enésima potencia gracias a la sublimación palato-lingual que produce la adición de especias como el pimentón, que con el sabor rancio de la manteca combina perfectamente para hacer caer al visitante asiduo o parroquiano típico en el éxtasis gastronómico.» (La Taberna de You).
El padre de Antonio tuvo cinco hijos con María Luisa Rodríguez Pantoja, natural de Jerez -uno de ellos es Miguel, presidente de ACOCEN y otro, emparentado con Roque el de la Droguería, trabaja como bancario en una entidad de ahorro andaluza-. La calle del Vicario era uno de los centros de la vida de El Puerto cuando nace nuestro amigo: el Bar Número Tres, muy cerquita a su izquierda, la tienda de zapatos de Mauricio León, Tejidos el Metro, y enfrente la calle Sierpes, repleta de comercios y puestos; el almacén de de Ultramarinos de Eloy Fernández Moro, Tejidos Muro -hoy regentada por su hermano Miguel-, la Barbería de Muñoz, la Pensión las Columnas -al lado, Pansequito tenía una tienda de venta de ropa y baratijas- el Liberato de Librada, Casa Juana, el Bar Ramiro, la Pensión Bartolo, el Bar de Juanito Ceballos, y en la esquina Paco Buhigas con su Lechería e Isidro con un Ultramarinos. Corrían los finales de la década de los cincuenta del siglo pasado. (Fotografía: Busto de Eugenio Mena Ponce, en 1984, año de su fallecimiento. )
Los vinos que se bebían en El Brillante eran de Bodegas Sancho -Fino Caribe- y manzanillas para continuar surtiendo el altar de botas situado en El Brillante, cuando se cierra esta bodega, con los vinos de Pepín Velarde. Un tal Rubichi, repartía en burro el repuesto para las botas y las melopeas del ciudadano eran sonadas, tanto que, agarrado al rabo del burro, éste lo dejaba en su vivienda de la calle Santa Lucía, cuando ya no podía mas. Curioso personaje este Rubichi, que lo mismo repartía vino en un carro tirado por el burro, que paseaba a los visitantes en un coche de caballos. (Ilustración: Etiqueta de Fino Caribe. Bodegas Sancho).
Viajemos algo mas atrás en el tiempo, imaginen el ambiente de la calle donde se encuentra el bar de nuestro amigo, en el siglo XIX, con esta visión escrita por un viajero romántico en su visita a El Puerto: «Errando a través de sus calles, desembocamos en la plaza del Mercado. Era de noche. Las tiendas y los puestos estaban iluminados con faroles o lámparas colgadas, y ofrecían un golpe de vista encantador, estrellado y salpicado de puntos brillantes. Sandías de cáscara verde y pulpa rosada, higos chumbos, unos con su pellejo espinoso, otros ya mondados, sacos de garbanzos, cebollas monstruosas, uvas de color de ámbar amarillo, capaces de dar envidia al racimo traído de la tierra prometida; ristras de ajos, guindillas y otros géneros violentos, hallábanse amontonados pintorescamente»
Pero si de verdad quieren conocer algo diferente, además de la charla de Antonio, los detalles gastronómicos de su mujer, Regli, o la colección de cuadros del dibujante “El Pantera” de Cádiz, es sobre todo la clientela: variopinta y diferente ya sea en horario de mañana o de tarde, en invierno o verano. Un cosmopolita bar por donde pasan toda clase de criaturas en edad, clase y condición. Tener tiempo para escuchar las conversaciones de la parroquia es todo un privilegio, como conocer a uno de sus personajes más asiduos: Manuel Figuera Morillo (con 'o' como el mismo se encarga de señalar, para que no lo confunda con el apellido del famoso pintor) -en la fotografía-, quien con 88 años continúa acudiendo a diario a su Brillante, ya felizmente jubilado de sus tareas de Tratante de ganado. Otro día contaremos su historia en Gentes y Habitantes de El Puerto.
regaló el padre de Antonio a algunos particulares.
que, en el año 2005 es destinado como logopeda al prestigioso Instituto Español "Giner de los Ríos" de la capital lusitana: Lisboa, donde tiene previsto permanecer hasta el 2011, impartiendo clases de Enseñanza Primaria. ¿Regresará Juan a El Puerto? (En las fotografías, Juan Mayo en la actualidad y en 1997, hace once años).
El profesor Mayo es un gran amante de las nuevas tecnologías, algo que supo inculcar en el ambiente familiar. En la actualidad su hijo Carlos es el responsable técnico de la edición en internet de los periódicos La Voz de Cádiz, de Cádiz y Jerez. Es, igualmente, una autoridad internacional por sus conocimientos e investigaciones sobre la Orden de la Cartuja. Prueba de ello es que ha publicado, en los últimos quince años, doce libros sobre esta interesante orden de clausura y es invitado a impartir charlas y conferencias en encuentros nacionales e internacionales: España, Italia, Austria, Bélgica, Inglaterra, Argentina, Suiza, Alemania, Francia, Portugal, Chequia, sobre esta forma de entender y vivir la religión católica. (En la fotografía, en una ponencia en el Congreso Internacional Cartujano Evora-2004, celebrado en Portugal, sobre la única Cartuja actualmente abierta en este país: la Cartuxa Scala Coeli, en Évora, a unos 100 kms. de Lisboa en dirección a Badajoz). (En la foto, con barbas, hace 25 años).
Casi podríamos decir que Juan es un cartujo externo, una especie de promotor de la Orden, tal es su grado de conocimiento y sus trabajos de divulgación. Por ejemplo, esta crítica a la película
(*) La Llave Cartujana,
ENTREVISTA.
Tiene editados 12 libros y varios discos compactos multimedia, siendo uno de los ponentes que más tiene publicado en los congresos internacionales a los que ha asistido ¿Cuál es ahora su preocupación cartujana desde que los monjes se fueron de la Cartuja de Santa María de la Defensión de Jerez? --Trabajo ahora con los Cartujos de Portugal, colaborando en la digitalización e informatización de sus fuentes documentales de toda la Orden Cartuja en el país fronterizo. En la Cartuja de Evora me retiro una media de 10 días al año. Curiosamente, los tres cargos más relevantes: Prior, Procurador y Vicario, son españolas; de Carmona, Córdoba y Puerto Real.
El futuro local… ¿Cómo lo pinta, profesor? --La gente joven buscará trabajo fuera de aquí si continúan sin instalarse más empresas importantes en la zona, aunque no se quieran ir El Puerto, que es como una privilegiada Ciudad de Vacaciones.
¿Hubiera profesado la Orden de Cartujo? --Si hubiera sido religioso, que no lo soy, quizás me hubiera metido a Cartujo, empero soy una persona muy activa y conversadora. Aunque nunca digas “de esta agua no he de beber, ni esta p**** no me cabe”. (En una foto reciente, en la Embajada de España en Lisboa -a la derecha- junto con el presidente de la Junta de Extremadura, Sr. Vara).