
Mauricio Buhigas y Álvaro Grosso, en la carpintería del galeón Andalucía.
En estos días el galeón “Andalucía” navega rumbo a Shanghai, en cuya Expo Universal participará en el Pabellón de España y se convertirá en embajador de nuestra comunidad autónoma. Réplica de los galeones que hacían el comercio con las Indias desde Sevilla y desde nuestra bahía de Cádiz durante la época colonial, este barco ha sido diseñado por Ignacio Fernández Vial, tras años de estudio en el Archivo de Indias y el Museo Naval. Patrocinado y construido por la Junta de Andalucía y la Fundación Nao Victoria, comenzó esta singladura en Sevilla el pasado 7 de marzo al mando del gaditano Gonzalo de la Cruz, figurando en su tripulación dos jóvenes portuenses: Mauricio Buhigas León y Álvaro Grosso Pozo.
Mauricio y Álvaro asistían en Sevilla a la escuela Taller de Carpintería de Ribera y después participaron en la construcción de este galeón en los astilleros “Varaderos Palmás”, de Punta Umbría, donde fue botado el 30 de noviembre de 2009. Ambos cursaron el Bachillerato en el Instituto Santo Domingo y posteriormente Mauricio inició estudios de Trabajo Social en Granada. Álvaro realizó en Sevilla el grado superior de Fluidos Térmicos y es aficionado a deportes como el fútbol sala.
Mauricio ha participado en diversas iniciativas culturales, formando parte durante un tiempo del grupo teatral “El Carromato”, muy ligado a la música (toca la batería y percusión) y a la fotografía, inició su experiencia náutica como tripulante de la Nao Victoria en el viaje que realizó a la Azores en verano de 2008.
Con las impresiones de cada uno de sus 26 tripulantes se está redactando el diario de a bordo del galeón, que se publica en la página web de la Fundación Nao Victoria. Cada día uno de ellos se encarga de narrar las vivencias que depara navegar en un barco de estas características. Mauricio escribía el pasado 15 de abril, el día que atracaban en Haifa (Israel), el siguiente comentario bajo el título de

Mauri, a su llegada al puerto de Haifa.
EL SHOW DE TRUMAN.
«Se me hace raro levantarme, desayunar y sentarme tranquilamente a escribir después de días tan intensos de trabajo. Hoy todo está más tranquilo: Perico descuartiza la barrica de las sardinas, mientras Manolo Luque las sigue limpiando; Colorao y Curro Madrid ultiman la pintura; Pajarete se prepara para subir al nido; Jaume recoge el desayuno; Choco, Jose V. y Alberto componen el servicio de limpieza mañanero; Álvaro va de aquí para allá con su taladro y trozos de madera... Son las 9 de la mañana y el barco ya está de esta guisa, la vida a bordo empieza temprano, aunque con más calma que los días pasados.
Hoy llegamos a Haifa tras nuestro sexto día de navegación. Navegando se pierde la noción del tiempo. Intento divisarlo en el horizonte. Todavía no distingo nada. El mar hoy está un poco más agitado que ayer. Llevábamos un par de días navegando en una olla de aceite. A última hora de ayer, mientras nuestro maestro Fernando nos deleitaba con sus clases de yoga, el mar y el horizonte parecían un decorado, como en "El show de Truman", cuando Jim Carrey se adentra en el mar y se topa con el final del escenario. Ésa era la sensación que daba, que en cualquier momento nos íbamos a chocar con el cielo. Entre lijado y pintado de cubierta, nos asomábamos por la regala y nos quedábamos ensimismados con la tranquilidad del mar, deseando que el capitán diera la orden de parar y poder darnos un baño en mitad del Mediterráneo... pero no llegó. Durante la tarde, el comedor parecía la academia de CCC: curso de guitarra con Pepe Jeré, curso de inglés con Pepelu, curso de posicionamiento con sextante con Manu... y después de la cena, en el cine-club "La crujía" se proyectó "Un funeral de muerte". La bodega se está convirtiendo en una sala multiusos. Lo mismo se ultima las maderas para las estanterías de la gambuza, que se juegan partidos de ping pong o se proyecta una película.

El galeón Andalucía, durante su travesía Sevilla-Cádiz, a través del Guadalquivir.
Ésta es la última gran travesía por el Mediterráneo. Haciendo un poco resumen en el día de llegada a Haifa, la travesía ha salido a pedir de boca, aunque con pocos vientos favorables, pero nos quedamos con el estupendo ambiente que se respira en una travesía en la que todos nos hemos sentido muy cómodos, quizás porque, como dice Serrat, nacimos en el Mediterráneo, o en su defecto, llevamos respirándolo durante muchos años.»
LA CARPINTERÍA A BORDO DEL GALEÓN ANDALUCÍA.
Esto escribe --supuestamente-- el Galeón… «Profesiones como la de carpinteros, calafates y toneleros están vinculadas a la historia marítima de la Carrera de Indias, la que rememoramos y revivimos a través de esta gesta comercial y cultural andaluza hacia la Expo de Shanghái. Al igual que entonces, hoy día el papel de estos artesanos de la madera cobra la misma importancia vital para llegar a buen puerto. La sabiduría y tradición andaluza de siglos sirve hoy para ser su mejor embajador.
Sobre esto os quería hablar, aprovechando una conversación que entre susurros pude escuchar bajo la tolda. Con la tenue luz que rompía el manto oscuro de la noche, fatigado y satisfecho por la larga jornada, hablaba el contramaestre Perico de los dos marineros carpinteros enrolados en esta travesía. "Alvarito y Mauri son dos leones, unos trabajadores incansables y el orgullo del maestro Calvinho".

De maniobras con el velámen.
Antes de partir desde Sevilla, me cuentan, cuando todavía se estaban perfilando mis líneas marineras, Mauricio Buhigas y Álvaro Grosso estaban enrolados en otro interesante proyecto, el de la Escuela Taller de Carpintería de Ribera de la Fundación Nao Victoria, y de la que José Calvinho era el maestro carpintero. Allí, con sede en Bellavista, en Sevilla, se aprende y se recupera un oficio artesanal, el de la construcción de barcos de madera a la antigua y cuidada usanza.
Tal fue su dedicación y esfuerzo, que el maestro Calvinho -¡Muchas gracias!- los recomendó para esta expedición -a bordo del Galeón Andalucía-, navegando a China para representar a Andalucía. A bordo estos dos marineros son ahora los máximos entendidos en el trato de mis maderas. Trabajan duramente y se ganan la felicitación del resto de la tripulación. Es más, su carácter afable y amigable los hacen más queridos aún». El pasad0 jueves 20 de mayo, esto escribe Álvaro Grosso en el Blog del Galeón:

Álvaro, con barba, tirando de un cabo junto a unos compañeros del galeón.
LAS LABORES A BORDO.
«Las labores a bordo son muchas y de muy diversos tipos, no solo nos encargamos de mantener el buen estado del barco, también lo mejoramos día a día como ha sido recientemente con la instalación del preciado aire acondicionado o con nuevos sistemas de extracción para que nuestros motores trabajen en un ambiente menos cálido.
Cada madera tiene su tratamiento, como es el caso del iroko, madera fuerte y densa sobre la que hidratamos con aceite de teca, que es de la misma familia. Y para el pino, flexible y más maleable, usamos "lasur", que la protege de la meteorología y de posibles ataques de insectos. Todo esto aunque son labores de carpintería siempre están respaldadas por nuestros compañeros que se acercan a aprender lo que nosotros sabemos y echan una mano cuando pueden. Nunca nos sentimos solos.
Yo también quiero agradecer a Indra [Indra Castillo Sancho, de quien hablaremos en Gente del Puerto en una próxima nótula y de sus singladuras y Escuela Taller de Carpinteros de Ribera] la oportunidad que me dio aquel día que me presenté en la escuela y a nuestro maestro José del cual aprendí lo que hoy en día aplico, para que cuando lleguemos al puerto chino el galeón siga brillando como el día que su quilla tocó por primera vez la ría de Punta Umbría».
Más información y dejar mensajes a Mauri y Álvaro (también pueden dejarles mensajes en esta nótula), pulsando en
El Blog del Galeón.
Guadalquivir Río de Historia.


Ha colaborado con Radio Puerto realizando la sección de “Pollito Pera” y presentó el programa televisivo “El Puerto a Prueba” emitido en TelePuerto. Emprendedor, creador, realizador, núsico, hace lo que le gusta y lo que se propone, sobre todo lo que funciona con el denominador común del arte. Ahora está interesado en la magia, aunque el tiempo escaso del que dispone, no ha permitido aún, que ya sea un consumado prestidigitador. En Medina Sidonia, se inicia en el vuelo de Ultraligeros (ULM) con Roberto Golztman, pero un accidente lo retira definitivamente de su aventura aérea.Pero vayamos por partes y por tiempos. Nuestro protagonista asiste desde los tres años a la Guardería de María Luisa, en la calle larga. Luego ingresa en en el Colegio La Salle, dónde comienza sus primeros contactos con la música de mano de Ricardo Moran y Francisco Ramírez “Koky” que les enseñan sus primeros acordes en la guitarra.
Recuerdo que, tocando en la feria de El Puerto con el "Grupo Blend", siendo muy pequeño, se pasaba horas sentado frente al conjunto viendo y fijándose como tocábamos los instrumentos, mostrando gran interés por la música. (en la imagen de la izquierda, en Las Carmelitas, de tuno, con pocos años).
LA TUNA UNIVERSITARIA.

(En la imagen de la izquierda, Carlos Coronado --el hombre de las mil caras-- vestido para la ocasión de Mago, dispuesto a hacer unos juegos ante su auditorio).
EL ESGRIMA Y LA SALA ADALID.



Manuel Vázquez León, al que la marinería que faena en el Golfo de Cádiz conoce por el apelativo cariñoso de Manolo ‘el Gallego’, apodo que hace honor a la tierra que le vio nacer: Galicia. Manolo nace el día 22 de mayo de 1.925 en Portosin (distrito de Noya, y Parroquia de San Sadurniño de Goyanes, anexa de San Martín de Miñortos, Ría de Noya y Muros, perteneciente al ayuntamiento de Porto do Son, en La Coruña), hijo de Manuel Vázquez Lado y Pilar León García. Tuvo una infancia triste ya que a los tres años murió su madre, cuando se encontraba a bordo de un pesquero faenando en la mar. Su madre era marinera.
Todavía conservamos en nuestra memoria el recorrido que realizaba Ramona, desde la plaza del Polvorista hasta su casa, conocida como de La Gaviota, en la avenida de la Bajamar, llevando colocado en la cabeza un cubo de zinc lleno de agua potable y sin tocarlo con las manos. Esto sucedía a finales de los años 50 y principio de los 60 del siglo pasado. (Manolo, en una fotografía de 1954).





José Grado Hidalgo nació en Sanlúcar de Barrameda el 2 de marzo de 1938, hijo de José Grado Romero y Antonia Hidalgo Luque, siendo el tercero de cinco hermanos, Magdalena, Manolín, José, María y Antonio. Con tan solo dos años, su familia se traslada a El Puerto, viviendo en la calle Palacios, 37.

CUARTO DE REDES.





HOMENAJE A TAN ILUSTRE CARTOGRAFO. OCTUBRE DE 1992." (Foto: Jorge Roa).


Juan de la Cosa, marino y cartógrafo español nacido en Santoña hacia 1460, falleció el 28 de febrero de 1510, en el séptimo y último viaje, herido por más de veinte flechas envenenadas peleando con los indios en las cercanías de Turbaco, cerca de Cartagena. Acompañó a Colón en sus dos primeros viajes y era dueño de la carabela Santa María, antes conocida por La Gallega, hecha según testimonio del Padre Sarmiento, en los astilleros de A Moureira en Pontevedra.
Se ve la isla de Cuba separada del continente en contra de las creencias de Colón y en una posición geográfica que no es exacta. Las líneas del Ecuador y el trópico de Cáncer, que hace de eje de la carta, están en su correcta posición.







Del carajo. Es una de las palabras más usadas en los repertorios carnavalescos, qué carajo. Y por muy gruesa que suene, “carajo” tiene un componente más marinero que genital y el término gaditano de “carajote” está relacionado con la vida náutica. Por eso no es lo mismo “mandar” o “ir al carajo” (gran y verdadero estribillo de Los Falsos, “…tequiarcarajo, Juan”) que “irse al carajo”, sinónimo de naufragar, irse a pique. Cuando un velero se hunde lo último en quedarse a la vista suele ser su palo mayor, lo que coloquialmente se llama, ejem, carajo. Por su inhiesta disposición, el principal palo de los barcos se comparaba con el miembro viril y estaría por ver qué fue primero, el término nabal o el término naval. Por eso las cosas pueden ser “del carajo”, de lo espectaculares o estupendas que se presentan. El carajo era lo máximo en nuestros antiguos barcos. Como término de ida y vuelta, en Cuba y en muchos países hispanoamericanos, también se utiliza con profusión. (A la izquierda, canastilla o carajo del Palo Mayor del Juan Sebastiáin Elcano).
Pero incluso hay un lugar geográfico que atiende de forma exacta el envío que se suele pronunciar de forma airada o cariñosa, como el oído hace unos días entre dos ministros suramericanos. Hay un lugar en el mundo que se llama Carajos, en concreto Carajos Cargados, unas islas descubiertas por marineros españoles y que se encuentra en pleno Oceáno Índico. Un bastinazo. Si merodean en google maps el buscador no tardará ni un segundo en mandarles a Carajos Cargados. Este archipiélago de escasa población y de alargadas superficies (ejem, la foto de la izquierda es real, la de la isla principal) puede deber su nombre, con retintín guasón, por su evidente forma. Pero también los carajos a los que aluden pueden ser las majestuosas palmeras, como altas vigías, que pudieron sorprender a nuestros paisanos allá por el siglo XVII.







(En la imagen de la izquierda, José Fernández Sanjuán, Pepe 'el del Vapor'. Foto: Faly). Antonio Carbonell, Secretario que fue de la Cofradía de Pescadores refería una tarea desarrollada por el Vapor en relación con el mundo de la mar: «Pepe y el Vapor fueron durante muchos años indispensables para el mantenimiento de la actividad pesquera portuense. Pues resulta que antes de construirse los espigones de Poniente y Levante en la desembocadura del Guadalete, obras que finalizaron en 1970, la entrada de arenas que arrastraban las corrientes litorales y formaban la barra en la boca del río, impedían que la práctica totalidad de los barcos pudieran pasar por el Guadalete a media marea o bajamar escorada. Entonces Pepe, a bordo del Vapor, con un instrumento formado por una pesa u otro metal colgado de una cuerda (sonda de mano, escandallo o plomada), no sólo medía la profundidad del río, sino que de la misma manera al colocar cebo en la pieza de metal, con tan solo tocarlo, iba conociendo la calidad de fondo de la desembocadura del Guadalete. Y Claro. Con esta maniobra, le permitía, al esquivar los cascajos y arenas del río, alcanzar la navegación correcta y, así, los barcos, al seguir el rumbo del Vapor, entraban en puerto sin esperar la pleamar. Esta laboriosa operación, además, era fundamental para evitar cualquier desgracia cuando las condiciones meteorológicas eran adversas, como por ejemplo, la niebla.»
El principio del milenio, nos ha llevado otra vez a lo antiguo, a recuperar costumbres y tradiciones que nunca se debieron abandonar, a volver a aplicar tecnología que han sido útiles durante miles de años y que, de forma inexplicable estaban prácticamente desaparecidas en nuestra Bahía de Cádiz.



Estamos convencidos que, cuando las líneas marítimas de pasajeros, numerosas y múltiples en sus recorridos, rápidas y con horarios amplios, frecuentes y flexibles, sean una constante en la Bahía, como lo son hoy los catamaranes puestos en marcha por el Consorcio nuestro Vapor Adriano III volverá a ser el buque insignia de la flotilla de barcos de pasajeros gaditanos, y de quienes nos visiten, pues el uso turístico es su mejor y más claro cometido de presente y futuro.
Tal dignidad no se alcanza de forma gratuita, pues son ya 80 años, desde que aquel lejano 1929, José Fernández Fernández, y sus cuatro hijos, llegasen a bordo del ‘Adriano I’ a aguas de nuestra bahía para cubrir el trayecto de El Puerto-Cádiz. 


Dionisio Capaz y Rendón nació en El Puerto en 1780 y murió en Madrid en 1855. En 1799 sentó plaza de guardiamarina, embarcando en el Conquistador , que mandaba Churruca, y al año siguiente ascendió a alférez de fragata. Participó luego en la expedición francesa de Leclerc a Santo Domingo, y en 1802 en la Comisión cartográfica que debía levantar los planos del archipiélago griego. Asistió a la batalla de Trafalgar, embarcado en el Bahama, y fue hecho prisionero por los ingleses. Al ser puesto en libertad se reintegró a Cádiz, ascendiendo a alférez de navío, y sucesivamente a teniente de fragata y de navío.
MINISTRO DE MARINA.
RETRATADO POR FRANCISCO LAMEYER