A las afueras de El Puerto de Santa María, se reprimió un intento de pronunciamiento militar el 8 de julio de 1819, hace hoy 193 años. Su finalidad era imponer un régimen constitucional a Fernando VII, pero fracasó por diversas circunstancias.
En la imagen, grabado de uno de los pronunciamientos vividos en España en aquella década convulsa.
El pronunciamiento del Palmar de la Victoria lo debía protagonizar el Ejército expedicionario de Ultramar, el 8 de julio de 1819. Este Cuerpo expedicionario se mandó formar cuatro años antes, el 9 de mayo de 1815, para restaurar la soberanía de Fernando VII en los territorios rebeldes de América. A finales de 1816 se le reunía en la zona de Cádiz, en cuya bahía fondeaba la escuadra que le serviría de transporte. De haber partido hacía su destino esta expedición, quizás, hubiese sido una más de las que ya se habían formado con el mismo fin. En cambio, parte de sus unidades se sublevaron con éxito el primero de enero de 1820, lo que sirvió de detonante para la propagación de una revolución, que reinstauró el régimen constitucional . Pero, meses antes del pronunciamiento de Las Cabezas de San Juan, tuvo lugar otro episodio, preludio del 1 de enero siguiente.
En El Puerto de Santa María se concentraron, durante los primero días de julio de de 1819, quince de los veintitrés cuerpos que componían la fuerza expedicionaria. También, el día 8, fueron arrestados multitud de jefes y oficiales de nueve de aquellos cuerpos y de la Plana Mayor del Ejército. Además, se extendieron otras órdenes de arresto contra militares, y de prisión contra paisanos que no se encontraban en aquel lugar. Los pronunciamientos y conspiraciones que venían produciéndose en España desde 1814, respondían a la delicada situación política del país. Los liberales fueron proscritos a la vuelta de Fernando VII de su cautiverio en Valençay, y alentaban estos movimientos, cuya finalidad era cambiar el régimen político existente, para lo que tenían que obligar al rey.
En la concepción y el planeamiento del pronunciamiento del Palmar, tomo el nombre del lugar de El Puerto de Santa María donde se produjo, se usaron las "logias" existentes en algunos cuerpos militares. También, otras formadas por militares y civiles, muy politizadas, que adoptaban, todas ellas, un aspecto pseudo masónico. Estas sociedades secretas se relacionaban entre sí, configurando una trama, y en ellas se gestó el primer levantamiento del Ejército expedicionario.
Se considera aquí que, el principal fautor y desencadenante de la represión del 8 de julio, fue el mariscal de campo Pedro Sarsfield, quien influyó en gran medida en la decisión del jefe del Ejército expedicionario, Enrique José O´Donnell, conde de La Bisbal. Éste, desde marzo o abril de 1819, permitía la propagación de una conjura entre los cuerpos de su ejército, y pudo decantarse tanto por encabezar la sublevación, como por someterla.
Imagen de aquella época convulsa.
En la sucesión de los eventos, que terminaron con el sometimiento de los cuerpos que se iban a pronunciar, hay que tener en cuenta, además de aquellos meses, otros dos importantes jalones temporales: el 23 de junio y el 7 de julio. La primera fecha indica el momento en que el conde de la Bisbal se decidió, manifiestamente, por la represión del pronunciamiento. Antes de aquella, había primado cierto recelo mutuo entre las partes implicadas: Sarsfield, el conde y los conspiradores. Entre ambas fechas, el conde de La Bisbal y Sarsfield prepararon una estrategia represiva, mientras que los conjurados ultimaron el pronunciamiento. Y a partir del 7 de julio, comenzó la ejecución de la represión. Por otro lado, además de la secuencia temporal, habrá que tener en cuenta el juego de relaciones cruzadas, casi de novela de intriga, entre los protagonistas ya citados.
En esta ocasión, del 8 de julio de 1819, no triunfó el pronunciamiento por la traición de quienes debían encabezarlo, que bien por miedo e interés, o por supuesta lealtad al monarca, acordaron reprimirlo tras un periodo de mutua desconfianza. En su transcurso, pudieron triunfar también los rebeldes, de haber escuchado a quienes sospechaban de ambos generales. La conclusión que extrajeron de este fracaso fue obvia: no se debía confiar en quienes ya tenían un puesto elevado en el régimen establecido, a quienes poco podían interesar cambios políticos y sociales que estimaban revolucionarios. (Texto: Francisco Varo Montilla).








Portada del Libro 'Viajes de Extranjeros por España y Portugal en los siglos XV, XVI y XVII'.
En este Gran Puerto se han puesto los cimientos de muchas corrientes artísticas. Los gérmenes son mucho más interesantes que las etapas consolidadas. Así la poesía de Bécquer, tiene sus precedentes en la del portuense Angel María Dacarrete, o la de Don Luis de Góngora en la de Don Luis Carrillo, o el portuense Don Juan Francisco de Enciso Monzón despide aquí el barroco y se hace preneoclásico.
En este último año, el Padre Fray Luis Núñez de Prado, de la Orden de los Mínimos del Convento de la Victoria, predicó un sermón en la iglesia del Convento de San Agustín de esta Ciudad, "A las honras del nobilíssimo Caballero de buena memoria Don Luis Carrillo del Hábito de Santiago, Comendador de la Fuente del Maestre y Quatralbo de una Escuadra de Galeras de España...".
Estoy seguro de que nuestro Ayuntamiento, tan preocupado por las cosas culturales, habrá programado un Congreso, por el IV Centenario de la muerte de quien fue precursor del culteranismo, con los más grandes especialistas en la obra de Don Luis Carrillo como las Profesoras Rosa Navarro Durán, Fiorenza Randelli Romano y Angelina Costa Palacios, o con el Profesor Antonio Carreiras, y habrá aprobado ponerle una calle. Lo digo al revés para que ustedes me entiendan. Soy consciente de que predico en el desierto. Pues vale.

La presencia del ejército invasor va a llevar consigo la ocupación de edificios y casas para soldados y oficiales: la requisa de caballerías y efectos; la imposición de tributos y gravámenes para el mantenimiento de dichas tropas. Así la contribución que se realizó desde febrero a diciembre de 1810 fué de 4.602.403 reales, superior a los cálculos previstos en el Padrón General de Enero de 1812, que escendía a 4.007.009 reales. La diferencia entre presupuestos y gastos reales, su compensaban con exacciones extraordinarias. Claro está que frente a las imposiciones contributivas de la administración ‘intrusa’ --terminología de la época-- sólo cabía la ocultación de bienes y la resistencia pasiva que se hizo a pesar de las amenzas y conminaciones de los jefes franceses. / En la imagen, documento de contribuciones especiales que debían satisfacer ciudadanos de El Puerto para cubrir los gastos de aprovisionamiento del ejército imperial francés. /Archivo Municipal de El Puerto de Santa María, Actas Capitulares 1812. Legajo 73, Tomo I, pág. 639.
En la casa número 7 de calle Larga, cuyo lamentable aspecto actual, como el de la histórica finca que le sigue, el número 9, la mansión de los
El acuerdo municipal para este homenaje tuvo lugar en la sesión del 9 de abril, al siguiente día de conocerse la noticia de su fallecimiento. Presidió dicha reunión el alcalde Sr. Piury, quien comunicó oficialmente a la Corporación el fallecimiento de su joven paisano, “muerto heroicamente luchando por su Patria en la zona española de Marruecos” haciendo constar el hondo pesar de los integrantes del consistorio por “tan sensible desgracia” dando las condolencias a su tío Javier Jiménez González y a su hermano Ramón Iribarren, compañero de concejo. Y la consumación del acto, es decir, la solemne inauguración, mejor dicho, descubrimiento de la lápida tuvo lugar el 8 de septiembre, después de la función de la Patrona, organizándose una procesión cívica con el alcalde y los ediles asistentes desde la iglesia Mayor Prioral hasta el domicilio donde nació, acompañados de la banda de música municipal, siendo recibidos en la puerta por el tío del homenajeado, Javier Jiménez González. /Casa núm. 9 de la calle Larga.

MEDALLA DE ANDALUCÍA 2012.


Crónica periodística que realiza desde Sevilla, transportada en el tiempo 730 años, el periodista porteño Francisco Andrés Gallardo, quien relata en tiempo real para los lectores de Gente del Puerto, la fundación oficial de El Puerto de Santa María.
Este martes 16 de diciembre pasará a la historia de la Bahía de Cádiz como el nacimiento de una localidad que será foco para el fomento económico de la comarca y que dio sus primeros pasos en 1268. El Rey de Castilla don Alfonso ha firmado en la ciudad de Sevilla la concesión de la Carta Puebla por la que otorga privilegios a los habitantes del Grand Puerto de Santa María, a orillas del río Guadalete y donde se le apareció la Señora Madre de Dios al monarca. /En la imagen, Privilegio rodado concediendo carta puebala a nuestra ciudad. Traslado hecho en el siglo XVI. Archivo Municipal.
«Don Alfonso quiere que el Grand Puerto de Santa María sea una ciudad modelo, próspera y de atracción para comerciantes venidos de todas partes», explicaba Diego López de Uceda, adelantado de Guipúzcoa, firmante de la carta fundacional, en un encuentro al finalizar el acto protocolario. En el privilegio, Alfonso X ha establecido para la guarecida ciudad que se asentará frente a la costa de Cádiz que sus habitantes estarán exentos de pagar los impuestos de diezmo y de portazgo (transporte) cuando trasladen sus mercancías por el resto del reino, lo que supondrá evidentes beneficios para los portuenses. /En la imagen, vista interior del cordobán situado en la mezquita-fortaleza del Catillo de San Marcos.
«Para estimular el tejido comercial de la floreciente zona, Su Majestad ha contemplado la creación de dos mercados semanales, uno los miércoles y otro los sábados, en sitios distintos», detalló el infante don Manuel, hermano del Rey. Dichos mercados podrían ubicarse en la plaza del Pozo Santo, donde se apareció la milagrosa talla de la Virgen María o en las calles de la ribera del río.