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En 1914, mientras el mundo se levantaba en guerra, era alcalde de El Puerto de Santa María, Manuel Ruiz-Calderón y Paz. Los militares porteños se negaban a participar en los desfiles procesionales de aquel año.

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Anuncio en el carné de verano de El Puerto de Santa María, donde se hace un símil entre el bar llamado Verdún, en la calle Ganado y la Antigua de Cabo. En la Batalla de Verdún, los alemanes resultaron vencidos en dicha localidad francesa durante la I Guerra Mundial. /Ilustración: Archivo Municipal.

La Primera Guerra Mundial, también llamada la Gran Guerra, se iniciaría el 28 de julio de 1914 finalizando el 11 de noviembre de 1918, que involucraría a todas las grandes potencias mundiales enfrentadas en dos bandos: los Aliados de la Triple Entente y las Potencias Centrales de la Triple Alianza.

En los años de la Gran Guerra, nuestro país sirvió de sustento a las potencias que intervenían en el conflicto, exportando productos de primera necesidad, lo que elevó los precios del consumo interior, desestabilizando el poder adquisitivo de los trabajadores, dificultando el acceso a los mismos. En El Puerto se vivió una gran agitación social: la clase trabajadora solo veía como beneficiados a los patronos, tomando un fuerte impulso el asociacionismo sindical, pasando de 9 sociedades obreras en 1914, a más de 20 al finalizar la década.

José-Font-y-de-AntaEn 1914 Pedro Muñoz Seca estaba ya consolidado como autor teatral, colaborando con diversos autores, entre los que destacan Pedro Pérez Fernández y Enrique García Álvarez con quienes, ese año, estrenarían ‘Fucar XXI’, obra escrita en común por los tres autores.

En 1914 el pintor Joaquín Sorolla visita El Puerto de Santa María, buscando la inspiración para el que sería su sexto panel para la decoración de la biblioteca de la Hispanic Society of America, una de las cinco obras dedicadas a Andalucía, ‘El encierro’.

El pintor Enrique Estévez Ochoa, más conocido por su firma ‘Enrique Ochoa’ se traslada a Madrid en 1914, con 23 años y, desde su primera exposición el año de la primera conflagración mundial, hasta la Guerra Civil, llegará a realizar una veintena de exposiciones en España, Francia e Italia, además de concurrir a otros certámenes y exposiciones colectivas, como los Salones de Humoristas, la Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, los Salones de Otoño... /En la imagen foto dedicada (4/12/1914) a la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia del violinista y compositor José Font y de Anta que a los 22 años conquistó el primer premio del Conservatorio de Bruselas, y que fue miembro de una generación de músicos -todos muy conocidos en su época- por sus importantes contribuciones sobre todo a la música cofrade y procesional. /Foto y pie: Academia BB.AA. Santa Cecilia.

El fundador de la Revista Portuense, Dionisio Pérez Gutierrez había resultado elegido diputado a las Cortes españolas en 1910, de la mano de Canalejas por el distrito de El Puerto de Santa María, por el partido liberal, causando baja el 2 de enero de 1914. Volvería a ser elegido diputado en las elecciones de 1918, --el año que finaliza la Gran Guerra-- también por El Puerto (obteniendo 2.787 votos de 4.632 votantes), cargo que mantuvo hasta el dos de mayo de 1919.

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Año 1914, en el Colegio de los Jesuitas. José Francisco Añino Gil, quien tuviera el taller de motos y bicicletas en la calle Albareda, es el primero por la izquierda en la segunda fila, con camisa blanca y corbata.

Aquel año de 1914, el Estado cedía al Ayuntamiento de El Puerto de Santa María los terrenos del solar y edificio de la basílica de San Juan de Letran –calle San Juan arriba, esquina con Santa Fe— pero con la condición de su reversión al Estado si al cabo de cuatro años no se edificaba en ellos.

En 1914, el Athletic Foot-ball Club, de El Puerto, recibía la invitación para participar en el Campeonato de Andalucía ‘Copa del Duque de Santo Mauro’, organizado por la Escuela Naval Militar Sporting de San Fernando, según recogía la revista decenal ‘Deportes’, dedicada a los aficionados a las Cienteas, Artes, Literatura, Sports y de Sociedad, que se editaba en Cádiz.

El que fuera Obispo de Kansas (EE.UU.) de la Iglesia Metodista Episcopal e inspector de las misiones de esta confesión religiosa en Europa, conservaba en su archivo privado sendas fotografías monumentales de El Puerto fechadas en 1914.

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Estación de Ferrocarril de El Puerto.

La Compañía Belga de los Ferrocarriles Vecinales de Andalucía, que tenía en servicio la línea Jerez – El Puerto de Santa María, puso en circulación en dicho tramo en 1914, un automotor térmico de dos ejes, motor de gasolina de 50 CV, que disponía de 8 plazas de 1ª clase, trece de segunda y 21 de tercera y furgón. El primero que circulaba con esas características por la vía ancha española. Había sido construido en Francia dos años antes.

Natalicios y óbitos: Nacía el Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz Lozano, cuya abuela materna, era de El Puerto de Santa María; nacía, también, el industrial de frutas y verduras Agustín Vela Mariscal. Nos dejaba el músico Rafael Taboada Mantilla.

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Imagen reciente de Guillermo Romero, en su domicilio de 'El Aguila' tomada hace escasamente un par de meses. /Foto: Manolo Morillo.

Guillermo Romero Rivas nacía en el número 9 de la calle Vicario, en la Pensión Bartolo propiedad de su padre el 1 de octubre de 1933 y nos dejaba el día de Nochebuena del 24 de diciembre de 2013 a la edad de 80 años. Hijo de Bartolomé Romero y Josefa Rivas era el octavo vástago de los 11 hermanos que formaban la numerosísima familia, propietaria también del Bar ‘La Bombilla’, en La Placilla.

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 En la fotografía, de izquierda a derecha: Pepe Arjona, Manolo, Joaquín Camacho, Agustín Fernández, Juan Garcelá, José Antonio Lojo, Manolo García (padre de Manolo García Campos, equipado con un gigantesco silbato de árbitro), Guillermo Romero Rivas, Antonio Gil González. Agachados, Manuel Jarque ‘Chicharito’, (ver nótula 262 en GdP) Fernandito Arjona (ver nótula 1.342 en GdP), Carlos Quiñonero Anguiano, Carlos Quevedo Janina, Juan Muñoz Aparicio, Paco Gey Salazar con banderín y Luis Muñoz Cuenca, ayudante de ‘Chicharito’. En el Campo Eduardo Dato, Pepe Morillo (ver nótula núm. 336 en GdP) aparece con un traje oscuro, delante del equipo tras sufrir un infarto relativamente joven, recibió un homenaje de sus compañeros de trabajo de la Caja de Ahorros de Cádiz y amigos. Década de 1960.

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De pie, de izquierda a derecha, José Arjona González, Juan Muñoz Aparicio, María Isabel Morató Payares, Guillermo Romero Rivas, Francisco Bollullos García, Manuel García Sánchez y Jesús Ruiz. Agachado, José Joaquín Camacho, fallecido el pasado 23 de septiembre,  y Antonio Gil González.

Este empleado que fue de la Caja de Ahorros de Cádiz, luego Unicaja, cofundador de la hermandad del Dolor y Sacrificio –formó parte del turno de los cojinetes bajo las Andas de María Santísima del Dolor--, promotor incansable del deporte infantil y juvenil en La Salle era, fundamentalmente, un hombre bueno.

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De izquierda a derecha, Rafael Tejero Gordillo padre del fotógrafo José Antonio Tejero, Miguel Torres (de Puerto Real, quien tenía una escuelita en Valdelagrana), Manuel Colorado Lanzarote portero que fue del Victoria y abuelo de Pinto, actual portero de Barcelona (nótula 1.032 en GdP);Francisco Gómez Ortega, ‘Pacoli’ de la Peña Los Majaras (ver nótula núm. 1.067 en GdP); José Rivera Velázquez, capataz de bodegas Domecq; Guillermo Romero Rivas, empleado de la Caja de Ahorros de Cádiz; Jesús Rodríguez Neto, en representación del Colegio de Árbitros y padre de Vicente Rodríguez Giménez de Sucesores de Ángel Martínez (ver nótula núm. 236 en GdP); Higinio Obregón Agudo, portero que fue del Racing Club Portuense y empleado de la Caja de Ahorros de Cádiz. Agachados, Rafael García Carreto ‘Rafalín’ y Ricardo Palacios Mena, ex jugador del Racing Club Portuense. /Año 1974.

Estaba casado con Lolita Nimo Muñoz, a quién conoció el 14 de diciembre de 1954 en el ensayo de la obra de teatro ‘El Rey Negro’ de Muñoz Seca, representada por un grupo de aficionados al Teatro de El Puerto. Se casaron el 14 de abril de 1961 y tuvo y deja una buena descendencia: 5 hijos, Ramón, Yolanda, Macarena, Begoña, Silvia y 13 nietos. Vivió en la calle Cielos y durante las últimas décadas en la Urbanización ‘El Águila’.

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En la imagen posando hace 45 años, en el centro de la imagen, antes de la comida de la Caja de Ahorros de Cádiz, en el desaparecido Hotel Fuenterrabía. Aparecen delante,  Pepe del Amo, Fernando Arjona Cía, Juan Sepúlveda, Desconocida, y tres desconocidos. En la segunda fila, Pepe Morillo, desconocido, Fernando Arjona González, Carlos Quevedo Janina auditor interno de la antigua Caja de Ahorros de Cádiz, José Luis González-Tánago y Barrera, Desconocido. Tercera fila, Tres desconocidos, Guillermo Romero Rivas, Agustina Pérez, desconocido, Daniel. Moreno, auditor interno Fila superior, Desconocido, Paco Manzano Ortega, Bernardo Ramis, Pepe Arjona, José Antonio Lojo, Desconocido. 26 de junio de 1968.

Ingresó en la Caja de Ahorros de Cádiz, cuando era Agencia y estaba regentada por Fernando Arjona y Cía, como botones a la edad de 16 años, en 1949, prejubilándose como Jefe de 4ª ya en Unicaja a la edad de 62 años el 25 de enero de 1998. Fue director de la Urbana 1, en la Plaza de Colón, donde hoy se encuentran las oficinas de Mapfre. Está en posesión de sendas medallas de Unicaja: la de los 25 y 35 años, siendo presidentes Carlos Bernal y José Ramón del Río, respectivamente, de la entidad bancaria.

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Guillermo, entre Pepe Morillo y el que fuera Jefe de Zona de Unicaja, Fernando Álvarez, cuyo primer destino profesional en Unicaja lo tuvo en El Puerto.

En la Hermandad del Dolor y Sacrificio que ayudó fundar llevaba el Secretariado de Caridad Social. Perteneció a la Junta de Gobierno en diversos mandatos: 1961, 1964, 1996 y 2002. Fue impulsor de la Operación Clavel, de la Campaña de Reyes, de las fiestas que se organizaban para los niños de Apadeni, y siempre estaba junto a los mas necesitados y trabajando por su hermandad. Todos recuerdan la venta de escalones de la Casa del Dolor de la calle Palacios, que si por él hubiera sido, la escalera hubiera llegado al Cielo, del entusiasmo y empuje que le ponía, comprometiendo a amigos y conocidos a “comprarle un escalón”.

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En la entrega a Antonio Marfil de lo recaudado por la Hermandad del Dolor en la III Gala a Beneficio de Apadeni, en presencia del Presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, a la sazón, Adolfo Ortega. Año 1996

Precisamente, cuando iba a ingresar en el hospital del que ya no saldría con vida, pidió a su médico que en lugar de hacerlo un viernes, lo pospusieran para el lunes, dado que estaba pendiente de unos asuntos del Belén de la hermandad. En su última cuestación, llegó a vender 50 talonarios de participaciones, siendo incansable hasta el final en buscar apoyos económicos para la entidad religiosa.

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Despedida a cuatro buenos trabajadores de la Caja de Ahorros de Cádiz, Unicaja, Federido, María Luisa, Guillermo Romero y Juan Muñoz (ver nótula núm. 945 en GdP). Año 1998.

Como recuerdan en el Dolor y Sacrificio: “En nuestra hermandad siempre le recordaremos como un niño grande, contándonos mil y una batallitas de su juventud, haciéndonos reir, pero también enseñándonos a trabajar por los demás; porque Guillermo no solo fue una persona muy activa, sino que tenía un gran don de gentes, ofreciéndose siempre el primero para lo que fuera, pero sabiendo arrastrar a todos sus amigos y conocidos para echar una mano en ayudar al prójimo. En su labor siempre ponía a nuestros Santísimos Titulares y al nombre de la hermandad por delante y junto a Ellos, supo llegar a los corazones de todas las personas con quienes trataba”.

La misa por el eterno descanso de su alma se oficiará el próximo viernes día 3 de enero de 2014, a las 20:00 horas en la Parroquia de La Palma.

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El pasado mes de mayo se cumplieron veinticinco años del adiós definitivo del poeta José Luis Tejada (El Puerto, 1927 – Cádiz, 1988). Para que no se vaya este 2013 sin recordar la efemérides, rescatamos una semblanza del escritor, también portuense, Ángel Mendoza (ver nótula núm. 597 en Gente del Puerto) publicado en el suplemento cultural ‘La Mirada’ del Correo del Andalucía en mayo de 1998, con motivo del décimo aniversario de la muerte del autor de Poemía.

DOS O TRES COSAS QUE SÉ DE ÉL

Que nos dejara entrar en su casa ya era mucho. Que esas visitas se convirtieran en semanales, unas veces con el pretexto de una “importante” entrevista, otra para que nos corrigiera nuestra “obra última”, me resulta hoy de un mérito inefable y cada vez mayor. Cuánto más nos alejamos de la adolescencia más repelús nos provoca esa época confusa en la que somos, cuanto menos, imberbes incontrolados sin orientación alguna sobre nuestras coordenadas vitales: tipejos insoportables que rompen los nervios del más flemático de los mortales. Y ahí estaba José Luis, don José Luis, perdiendo las tardes con tres o cuatro mocosos que tenían claro, clarísimo, que lo que querían ser en la vida era poetas; nada futuros contables con versitos en sus ratos libres; nada de profesores amargados por no haber podido llegar a lo más alto en la literatura, sino poetas-poetas, únicos y para siempre.

poemia_joseluistejadaNo recuerdo de él un gesto de malestar, una bronca o una palabra fuera de tono. Y eso que a alguno se le reventó una vez en su biblioteca una bolsa de canicas. Y eso que las entrevistas surrealistas a las que lo sometíamos nunca aparecieron en aquellas publicaciones, de edición siempre inminente, pendiente de la subvención juvenil que solía acabar dilapidada en una o dos barbacoas.

Más que un maestro fue un amigo. Un amigo mayor que enseñándonos lo básico de la poesía nos pertrechó de lo esencial para la vida. Que lo que se dice vuela, pero lo que se escribe y se publica, queda. Que la poesía no es la realidad aunque haga por parecérsele. Que cuidado con ir de escritor porque el que va de eso pocas veces lo es de verdad. Y entre las líneas de lo que nos decía íbamos descubriendo los renglones que nunca quiso que supiésemos. Que su obra, ninguneada casi siempre por los influyentes, era una de las más interesantes de la llamada Poesía del Medio Siglo. Que se la jugó con una tesis sobre Rafael Alberti cuando Rafael Alberti y el demonio eran la misma cosa. Que el tardofranquismo aperturista, hortera y feminista de última hora le arrebató un Premio Nacional, minutos después de concedérselo, para ponerlo en las manos de una poetisa que además de mujer tenía pasado más o menos rojo. Que Dámaso Alonso lo había considerado el mejor versificador del siglo XX. Y todo eso viajaba dentro de ese señor, aunque nunca lo oímos de su boca. Él nos daba lecciones prácticas, imprescindibles para poetas-poetas que escribían sonetos de veinte versos y alejandrinos de treintaitantas sílabas. /Texto: Ángel Mendoza.

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Todavía está en la memoria de muchos portuenses vivos, el recuerdo de aquellos trabajadores, muchos de ellos que se buscaban un sobresueldo como porteros o acomodadores en el Teatro Principal, propiedad de la empresa Nuchera, hasta que aquel fatídico día de marzo de 1984, el fuego acabó con sus tablas. Trabajaron para todo tipo de públicos, con espectáculos de teatro, variedades  y cine, y hacían de niñeros en la función infantil de las cuatro de la tarde con las películas dominicales.

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Delante del ambigú del Teatro, que regentaban Rafael (Falu) e Isabel Vélez Rodríguez. De izquierda a derecha, Robles, que además de portero era el conserje del Teatro junto a su esposa Remedios; Garrucho; Guelfo, toda una institución, Marbella quien fue también portero del equipo del Racing y Manuel Enriquez. El ambigú como hemos dicho lo atendía Falu la zona de butacas, palcos y plateas. Paraíso y General lo atendía Isabel, a quienes los domingos ayudaban sus cuñadas Etelvina Varela y Charo, la mujer de Falu y madre de Mari Cheli y Rafael..

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De izquierda a derecha, el policía local Cárdenas, Chano, Manuel Cruz Llamas, "Manolito"; Manuel Gutiérrez García; Manuel Gatica Ramírez, conocido por el "Gordo Gatica", alma mater del fútbol base en esta ciudad durante muchos años fallecido hace algo mas de cinco; guardia desconocido;  Francisco Gatica Ramírez y Antonio Marente Altamirano, fallecido un par de años después de ser tomada la fotografía. En el centro de la imagen,  agachado, Diego Ortega Valenzuela, bombero. Carnaval 1983.

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En la tercera Fotografía,  del Café Bar  ‘La Concha’, propiedad de Prudencio Rábago de Celis, que aparece en la instantánea a la izquierda junto al camarero encargado del bar. 10 de diciembre de 1957. /Fotos: Colección V.G.L.

archivohispalenseEn el número 20 del Archivo Hispalense del año 1946, (Tomo VII. Pgs. 225-227) está recogida esta «Noticia sobre los ‘belenes portuenses’, que el zamorano Angel Peña Martín enviaba a nuestro embajador del belenismo porteño, Vicente Rodríguez Gimenez, --administrador de Sucesores de Angel Martínez-- y que reproducimos para los lectores de Gente del Puerto.

Existen muñequeros populares que realizan durante el año su tarea de figuraría tosca que, por este tiempo cercano a la navidad, se encargan de extender como mercancía de trueque, por toda la región andaluza, expendedores ambulantes, aceptando en cambio los trapos inservibles de las casas, que son enviados luego a los telares regeneradores de tejido. [En el caso de Ángel Martínez, que trabajaba en el Colegio de San Luis Gonzaga, vendía figuritas a los hijos de la burguesía andaluza que estudiaban en ese centro; tuvo una gran producción ayudándole hasta 20 aprendizas, lo que propició que figuritas suyas se extendieran por Andalucía, Extremadura y Sudamérica].

angelmartinez_retrato__puertosantamriaEntre las poblaciones españolas que se distinguen en la producción de figuras de nacimiento, destaca el Puerto de Santa María, con un taller familiar que ha llegado a alcanzar justo renombre en España e Hispanoamérica. Al tratar aquí este tema, no tenemos otro interés que el de registrar en Archivo Hispalense las noticias que hemos podido adquirir sobre el orígen, desarrollo y estado actual de esta industria , que pone el nombre de nuestra región a la mejor altura en este aspecto de la producción de las figuras de nacimiento.

Nuestro colaborador ilustre don Hipólito Sancho afirma que el origen de la industria artesana local de figuras de barro cocido para nacimientos es muy remoto. Tal vez pueda demostrarse documentalmente alguna vez la versión que atribuye a un discípulo de Salcillo la implantación en El Puerto de Santa María de esa labor artesana. De este escultor existen en esta ciudad todavía algunos misterios magníficos, muy superiores a los que aún producen los talleres murcianos de figurería. /En la imagen, Ángel Martínez.

hipolitosanchodesopranis_puertosantamaria copiaLos portuenses que, como suele decirse, peinan canas, recuerdan que hace cincuenta años [es decir, a finales del siglo XIX], aproximadamente, la producción de figuras estaba en manos de algunas señoras particulares de la localidad, especialmente en las de dos que, por más conocidas, se les llamaba las muñequeras en razón de su trabajo. Desaparecidas estas señoras, que mantuvieron hasta hace unos cuarenta años [año 1906] el último taller importante, los continuadores trabajaron con mala fortuna y peor orientación, y por repetir constantemente los mismos modelos, produjeron una lamentable decadencia artística. /En la imagen, Hipólito Sancho.

En realidad, fue siempre una industria en pequeño, estrictamente de artesanía, cuyos productos se extendían sólo en los meses de noviembre y diciembre en tiendas que se abrían expresamente para este menester, en El Puerto, Jerez y Cádiz; poblaciones que absorbían toda la producción, no de mucho volumen por cierto.

am_estantes_puertosantamariaHace cosa de treinta años [año 1916] un hábil carpintero, llamado Ángel Martínez, hombre ingenioso y con temperamento artístico, quiso elevar el nivel de la industria y comenzó sus tarea recurriendo a escultores para que les proporcionaran modelos adecuados; pero fracasó en el intento, pues solo obtuvo figuras amaneradas sin ningún carácter. Ni siquiera tenían la gracia ingenua y fragante de las tradicionales figuritas toscas de nacimiento. Pero el maestro Ángel era tenaz en sus empresas y decidió acometer de nuevo la tarea, comenzando por perfeccionar sus naturales condiciones para el modelado. Logrados los modelos personales que su gusto peculiar exigía, montó taller y horno y lanzó figuras variadas y graciosas, muy correctas dentro del género; con lo cual despertó el interés de los compradores y dio nueva categoría artística y nueva vitalidad material a lo que ya resbalaba por la pendiente del olvido. /En la imagen, estanterías con la producción de Ángel Martínez. /Foto Colección Vicente Rodríguez.

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Grupo costumbrista de Ángel Martínez. Un carretero transporta una bota de vino, junto a un letrero que señala la dirección 'El Puerto de Sª María-Sevilla'. /Foto: Colección Vicente Rodríguez.

Lo que no pudo hacer Martínez fue formar discípulos que continuasen su obrar, mantenida, sin embargo, mientras vivió con la ayuda de su esposa y una sobrina y esforzándose en atender las crecientes demandas nacionales y de los países hispánicos --sobre todo de la Argentina-- que estimaban sobremanera los grupos y figuras portuenses.

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La Anunciación a los pastores, figuras de Nacimiento del taller de Angel Martínez. /Foto: Archivo Hispalense.

El benemérito maestro Martínez falleció en 1945, no sin conocer el halago del reconocimiento oficial que el nuevo Estado --tan propicio a reavivar la artesanía folklórica nacional-- hiciera de su arte, otorgándole premio en una exposición característica.

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Nacimiento costumbrista con figuras del imaginero porteño. /Foto: Colección Vicente Rodríguez.

En la actualidad, la producción de figurería de nacimientos en el Puerto de Santa María, está mantenida por personas de la familia de Ángel Martínez, que desde luego realizan una producción estimable, como calidad artística, pero tan escasa que no cubre una mínima parte de la demanda comercial. Sería de desear que no decayese de nuevo esta producción de encantadoras figuras, que llevan a los hogares por modo misterioso, la ternura y el gozo que emanan los Nacimientos, que invita a cantar: ‘Venida es venida/ al mundo la Vida...’, bajo el altísimo eco de las sublimes palabras: «Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad». /Texto: Pedro de San Ginés.  Diciembre de 1946.

 

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La tragedia de Don Pelayo.

En mi casa, de toda la vida, ha habido una fotografía de la visita Alfonso XIII a las cuevas-cantera de El Puerto, acompañado de un personaje que siempre me llamó la atención. Era Don Pelayo Quintero Atauri.

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Joaquín Calero Cuenca (2º por la Izquierda), Eduardo Ruiz Golluri, alcalde de la Ciudad, (5º por la Izquierda), el arqueólogo Pelayo Quintero Atauri (con barbas 6º por la Izquierda), Luis Perez Pastor editor de la Revista Portuense (1º por la izquierda abajo), Federico A. Sanchez Pece, secretario del Ayuntamiento (tirado en el suelo con bastón). El de la mano en el pecho junto a Ruiz Golluri puede ser Piodela (corresponsal de la Revista Portuense) A finales de la década de los años 20 del siglo XX. /Identificación de V.G.L.

Pelayo-QuinteroEn mi casa pude leer su Compendio de la Historia de Cádiz y un Catálogo de documentos históricos gaditanos, además de tal o cual artículo sobre arqueología, turismo e historia. Para  mí que Don Pelayo era gaditano. Pero me he enterado que era de Uclés. En estos días se le está festejando en su pueblo natal. Don Pelayo estudió Derecho en Madrid, Dibujo en la Escuela de Bellas Artes y la carrera de Archivero Anticuario Bibliotecario, que después se llamaría Licenciatura en Historia. Mi ignorancia ha sido no saber que Don Pelayo, cuando llega a Cádiz, en 1904,  tenía ya una larga y nutrida trayectoria como arqueólogo e historiador. En Cádiz, es Delegado de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades. Académico de la Real de Bellas Artes, Vocal de la Comisión de Monumentos, Cónsul de Colombia, etc., etc.

En 1880, de forma fortuita, se halló en Cádiz, en Punta de Vaca, el  impresionante sarcófago antropoide, masculino, que indicaba a las claras la presencia fenicia en esta zona. Don Pelayo siempre soñó con encontrar el sarcófago femenino. Porque mantenía que obras de esta importancia eran encargadas por el matrimonio para su muerte. Don Pelayo murió en 1947.

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«Quintero Atauri tuvo, en fin, un sueño, pero nunca supo que dormía sobre ese sueño.. Jamás se nos ocurre mirar la tierra que pisamos cada día de nuestra existencia, aunque la mayoría de las veces esa tierra pisoteada es el único tesoro accesible: un lugar insignificante en el universo» /Felipe Benítez Reyes.

En 1980, el 26 de septiembre, en unas obras de excavación para construir unos cimientos, se halló el sarcófago femenino. Pero no en cualquier lugar, sino precisamente donde estuvo la casa de Don Pelayo, en la calle Ruiz de Alda, debajo de donde tenía la cama, donde dormía y soñaba con su Dulcinea gaditana. Esa fue su tragedia. En 1988, en el patio del Palazo Grassi, en la Plaza de San Samuel de Venecia, ante la Dama de Cádiz, allí expuesta, en la exposición I Fenici, oí esta historia trágica de boca de Sabatino Moscati. ¿Qué habría hecho Don Pelayo para merecer esto? No parece sino que alguna flamenca de Cádiz, Rosa La Papera misma,  lo hubiera engafado cantándole aquello de “No te deseo más castigo/ que estés durmiendo con otra/ y estés soñando conmigo”.  /Texto. Luis Suárez Ávila.

 

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ramonvelez_1960_puertosantamariaAunque un poco tarde, acogiéndome a lo que nos dice el refrán ‘más vale tarde que nunca’, quiero escribir de Ramón Vélez González, ‘Ramoncito del Barrio’ para sus contemporáneos gaditanos, bailaor profesional nacido en Cádiz el 15 de julio de 1927 y fallecido a los 86 años en El Puerto, el 17 de septiembre de este año 2013, ciudad que lo acogió con con un cariño recíproco, desde su jubilación a principio de la década de los 90 del siglo pasado. Vivía en la barriada de la Playa. /Ramón Velez, en su etapa de bailaor, en 1960, con 33 años.

Hablar con Ramón era una verdadera delicia. Tuve el placer de conversar con él en innumerables ocasiones. Hombre con numerosas vivencias flamencas, era una enciclopedia. Él mismo se tachaba de tener mala lengua, tenía el donaire de Cádiz.

En 1948 fue contratado por Manolo Caracol y Lola Flores, junto al genial Beni de Cádiz --fueron como hermanos-- recorriendo mucho mundo flamenco con penas y glorias, por teatros, festivales y salas de fiestas de aquellos años. Estaba casado con la bailaora y bailarina madrileña María de los Ángeles López ‘La Princesita’, nombre artístico en sus comienzos, posteriormente ‘La Prince’, con quien tuvo tres hijas: Rocío, Milagros,  a la que llaman 'Nena' y Marian, casada esta última con Guillermo Ramírez, músico al igual que su padre, Francisco Ramírez Tallón 'Koky' (ver nótula núm. 349 en GdP).

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De izquierda a derecha José María de la Isla, Miño Loja, Beni de Cádiz, El Pescaílla, Enrique Pantoja, Pepe Márquez Jefe de Ventas de González Byass, Ramón Vélez, Paco Fernández, coreógrafo, Joaquín Romero, cómico y Gabriel Cortés. Abajo, Pepito, sobrino de Lola Flores, Melchor de Mairena hijo, Manolito y Ricardo un desconocido amigo. Bautizo de la segunda hija del artista: Milagros.

Me contó Ramón una anécdota que paso a relatar. Cuando llegó a Madrid a finales de los años cuarenta el Beni y el propio Ramón le pidieron a Manolo Caracol un anticipo para poder comer y buscarse una pensión donde cobijarse, «Veníamos de un viaje de muchas horas sin comer y mal dormir en aquellos trenes de vapor», recordaba. Se aposentaron, dejando las maletas de cartón y entraron en un restaurante del centro de Madrid, acompañados por Pepe Jiménez 'Bigote' (ver nótula núm. 215 en GdP) vieron pasar un camarero con platos de filetes de gran tamaño y sus correspondientes patatas. Ramón se dirigió al sirviente: «--Por favor nos trae dos platos de carne y muchas papas fritas». Al finalizar el yantar, le preguntó Ramón a el Beni: «--¿Que tal has comido?», a lo que éste le respondió: «--Te voy a decir una cosa, Ramón de mi alma, yo no me muevo de Madrid, por la gloria de mis muertos», del hambre que se había quitado. También fue íntimo de Chano Lobato, sintiendo mucho la pérdida del duende del compás.

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De izquierda a derecha, Antxón, Jefe de Ventas de González Byass, Antonio González 'el Pescaílla', 'La Polac'a, Ramón Vélez, Pepe Márquez Jefe de Ventas Nacional de González Byass, Paco Aguilera guitarrista de Lola Flores, detrás: el marido de 'La Polaca' y Juan José, recitador.

La última vez que nos vimos fue en el Bar Fermesa ‘El Rincón del Arte’, situado en la esquina con Ronda de las Dunas, con Jerónimo Jimenez. Allí le entregó a su propietario, David Oliva Villar (ver nótula núm. 1.517 en Gente del Puerto) el primer traje que utilizó bailando en su presentación en Cádiz, para que quedara como recuerdo unido a la gran colección de fotos y objetos flamencos que allí se pueden contemplar.

Me tuvo informado mi compadre y amigo Luis Gatica (ver nótula núm. 112 en GdP) de la enfermedad de Ramón Vélez. La nota triste fue en el Tanatorio de El Puerto: solo estuvieron presentes su mujer, hijas, yernos y algún familiar. Es una pena que un artista de estas características, que al dejar el mundo artístico fue inspector de ventas --representante-- de las Bodegas González Byass en Madrid y Sevilla, bailaor que recorrió medio mundo actuando con los mas grandes del flamenco, se fuera sin hacer ruido.

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Ramón Vélez con 'Prince' y sus hijas Rocío, Milagros 'Nena' y Marian.

En 2001 publicó un libro autobiográfico: ‘Mi vida contada. Un bailaor flamenco de los años cuarenta’, para el que contó con la ayuda del porteño Javier Renedo Varela, en la colección ‘Calle Ancha’, patrocinio de la desaparecida Caja San Fernando.

Es ley de vida, amigo Ramón, que nos tenemos que marchar con los que no vuelven. ¡Con el miedo que le tenías tu a ese trance! Solo te digo que te lo pases bien donde estés, acuérdate de lo bueno y dale un fuerte abrazo a Benito y a Felix de Utrera, si te los encuentras, de mi parte. A tu esposa e hijas, lo siento. Se nos fue un bailaor con el sello autóctono de la escuela gaditana. /Texto: Antonio Cristo Ruiz.

rafaelalberti_lasvinas_puertosantamariaSe cumplen hoy 732 años de la fundación de El Puerto de Santa María por Alfonso X 'el Sabio' y 111 años del nacimiento del poeta universal Rafael Alberti Merello. El historiador Enrique Pérez Fernández nos hace un recorrido por las seis casas en las que vivió nuestro paisano en El Puerto antes y después del exilio. /Rafael Alberti en su casa de la calle Albarizas, en la urbanización Las Viñas.

17 de diciembre de 1902. En el Teatro Principal de la calle Luna, tras la actuación de Antonio Flores, “célebre transformista rival de Frégoli”, la compañía que dirigía el actor Manuel Correjel representó la comedia en un acto Marinos en tierra, del gaditano José Sanz Pérez (1818-1870), impresa en 1882. ¿Casualidad? Pues sí, pero parece un presagio.

El día anterior nació Rafael Alberti Merello en el número 46 de la calle del Palacio (en singular, por el de los duques de Medinaceli), entonces nombrada José Navarrete, en homenaje al militar y escritor portuense que meses antes falleció en Niza, también nacido en esta calle, esquina a Micaela Aramburu, en la que fue Aduana de los Medinaceli. 1902, año en que en Madrid murió otro escritor portuense, sainetista de éxito en su época: Javier de Burgos, al tiempo que Dionisio Pérez publicaba La Juncalera, novela que refleja en calles y personajes el ambiente de la ciudad de entonces.

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CALLE PALACIO 

El padre de Rafael, Vicente A. Sánchez-Bustamante, comerciante de vinos de la bodega familiar y después de otras, al nacer su quinto vástago tenía 40 años; María Merello Gómez, la madre, 33, y sus hermanos, Vicente 6, María 4, Agustín 2 y Milagros un año. En diciembre de 1905 nacería Josefa, ‘Pipi’.

Convivía con ellos la sirvienta Josefa Álvarez Balduino, viuda de 63 años. La familia comenzó a habitar la casa en 1900. Sus anteriores inquilinos fueron Enrique de Echávarri, recaudador de impuestos, y María de las Nieves Silva, viuda con cuatro hijos. Los padres de Rafael nacieron en inmuebles contiguos de la calle Fernán Caballero, núms.  7 y 9.

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/Rafael Alberti, en la sillita, con sus hermanos. Foto, Justino Castroverde.

El domingo 21 era bautizado en la Iglesia Mayor por el sacerdote Ricardo Luna, siendo los padrinos sus tíos Agustín Merello y Milagros Alberti. “Concluida la ceremonia fue llevado el pequeño al camarín de Nuestra Amantísima Patrona, y colocado bajo su real manto. De la iglesia se trasladaron todos los concurrentes al domicilio de los señores de Alberti, donde fueron espléndidamente obsequiados con selectos vinos, fiambres, pastas y dulces”, contaba en los ‘ecos de sociedad’ la Revista Portuense.

Casa lindera con los Alberti, a la izquierda vivía José Molleda Colosía, que con su hermano Sinforiano era propietario en La Placilla del Café Moderno (el posterior y recientemente cerrado Cafetín). En el inmueble de la derecha vivía María Teresa Martínez Colom con cuatro hermanos. Uno de ellos, José María, se trasladó con su esposa Eloísa Gobantes a fines de 1904 al inmueble que habitaran los Alberti, instalados ya en otra residencia.

En el nº54 de Palacio vivía Paquillo, aquel amigo de la primera juventud de Rafael a quien recordara en La arboleda perdida –“compañero de pecado”- y en el poema ‘Retornos de una tarde de lluvia’: “Saldría yo con Agustín, con José Ignacio / y con Paquillo, el hijo del cochero, / a buscar caracoles por las tapias / y entre los jaramagos de las tumbas, / o por la entretramada arboleda perdida / a lidiar becerrillos todavía con sustos / de alegres colegiales sorprendidos de pronto”. Fue Paquillo –fallecido a comienzos de los años 90- el hijo menor de Vicenta Simeón y José Manuel Buhigas, el cochero de José Merello –tío de Rafael- y recadero en casa de su tío-abuelo Vicente Merello Alberti, en la calle Pagador nº1.

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Calle del Palacio, nº46. 1859. Archivo Municipal.

Más arriba de Palacio --nº60-- estaba la segunda escuela a la que asistió Rafael, la de Nuestra Señora de Guadalupe, inmueble propio de las hermanas Gumersinda y Antonia García Guilloto que regentaba aquella señora de la que escribió: “…mi madre me mandó al colegio de doña Concha, de la que recuerdo más que nada su odio a las Carmelitas y demás escuelas de párvulos, por considerar esta vieja señora, muy económicamente pensando, que todos los niños del Puerto debían ser sus alumnos”.

CALLE SANTO DOMINGO

ALBERTI-7En 1904 la familia Alberti-Merello se mudó de Palacio al número 21 de la calle Santo Domingo, hoy sede de la Fundación Rafael Alberti. Casa que parcialmente describió en 1959, en La Arboleda: “Vivíamos por estos años en una de la calle Santo Domingo, con un patio de losas encarnadas y un gran naranjo en el centro. Tan alto era, que siempre le conocí podadas sus ramas superiores. Así, el toldo contra el sol del verano no sufría, al extenderse, sus desgarraduras. El pie del tronco lo abrazaban varios círculos de macetas, todas de aspidistras oscuras y jugosas. Bajo la escalera que arrancaba del patio y subía al primer piso, se agachaba la carbonera, el cuarto lóbrego de los primeros castigos y terrores. Enfrente, pero siempre cerrado, estaba el del Nacimiento, que sólo podía abrirlo unos días antes de Navidad quien guardaba durante todo el año la llave: Federico.”  /La casa de Santo Domingo, hoy Fundación Rafael Alberti.

Personajes populares como éste, arrumbador en la bodega familiar, Paca Moy, la nueva sirvienta y confidente, Pepilla la lavandera, la gitana Milagros Maya, costurera de la familia, María la cocinera o Andrés ‘el Beato’, compartieron con el joven Rafael vivencias cotidianas entre los muros de la casa de Santo Domingo, algunas revividas en sus memorias.

CALLE LUNA 40 y 52

alberti_luna40_puertosantamariaDe nuevo los Alberti cambiaron de casa, a la vez que los negocios y el dinero iban menguando, trasladándose a la calle Luna. Así, en La arboleda perdida escribe: “…he pasado por mi casa de la calle de la Luna, y he recordado el gran Teatro Principal, ya desaparecido. La parte alta del teatro, la de las buhardillas, daba a unas ventanas que caían sobre la azotea de mi casa. Desde allí se veía todo, y muchas veces, cuando niño, mis hermanos y yo subíamos a escuchar a los actores, cuyas voces nos llegaban clarísimas desde el escenario…”. El edificio, de sobrio y elegante empaque, fue derribado hacia 1970. Su fachada había sido reconstruida en 1859 por su entonces propietario, Críspulo Martínez, que también lo era del Teatro Principal. /En la imagen, la calle Luna hacia 1960. Junto al Teatro, la casa de los Merello. Foto, Rasero.

Según los padrones vecinales que consulté en el Archivo Municipal (desde 1906 sólo se han conservado por estos años los de 1911 y 1916), el inmueble, el nº40, pertenecía a Isabel Ribera López, viuda que vivía con sus hijas Cecilia y Carmen Álvarez Ribera. Otra de las hijas, María, se encuentra en el padrón de 1920 viviendo aquí con sus once hijos y su marido, Jesús Merello Gómez, tío de Rafael.  rafaelalbertimerello_ninio_puertosantamaria

En  cambio, el padrón de 1911 indica que Rafael y su familia se hallaban establecidos en la casa número 52 de Luna, indicándose al margen que para la confección del empadronamiento de 1912 constara que ya no residirían en ésta. Es de suponer que sería entonces cuando se mudaron a la casa de los Merello, la lindera al Teatro. En ella volvió a alojarse unas semanas durante la visita que giró a la ciudad en 1928. Tuve ocasión de preguntarle a Rafael sobre esta segunda casa de Luna, pero no la recordaba (la habitó unos meses cuando tenía 9 años), y por eso no la rememoró en La Arboleda.

Pero los documentos cuentan –y a ver quién le dice lo contrario a un papel oficial- que al menos durante unos meses de 1911 (recoge el padrón que la casa de Santo Domingo se encontraba ya vacía) la familia Alberti-Merello vivió en Luna 52. Hoy el inmueble se encuentra completamente reformado. Compartieron el inmueble con Pedro Urri López, viudo de 76 años, de oficio el alquiler de carros para el transporte de vino y que compartía techo con tres hijos solteros. Enfrente vivía el historiador Juan Cárdenas Burgueto, y un poco antes, aunque después en el tiempo, Hipólito Sancho.

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Luna en los años 40. En la segunda casa vivieron los Alberti en 1911. /Imagen cedida por Miguel Sánchez Lobato.

En esta calle Luna transcurrió una de las vivencias que jalonan La arboleda perdida, que evocó en junio de 1993 en el discurso que ofreció al nombrársele doctor honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid: “Incluso recuerdo cómo Manolillo, el barbero de la calle Luna, llegó a dejarme crecer una coleta que con gran dificultad y orgullo torero llevé escondida bajo la gorra durante un tiempo”. Existiendo entonces otras dos barberías en Luna, probablemente fuera la de Manuel García Ramos, en el nº38, junto a la casa de los Merello.

CALLE NEVERÍA

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Plantas y alzado de la casa de Nevería en plano de 1841. Archivo Municipal.

Durante los últimos años de su estancia en El Puerto, la familia residió en el nº28 (hoy 34) de la calle Nevería (frente al antiguo Centro de Acogida de la Cruz Roja), inmueble que se derribó hace unos años y que sigue en alberca: “Mi padre seguía de viaje por el norte de España, y la familia, mamá con sus seis hijos y Paca Moy, nos habíamos mudado de casa y vivíamos ahora en una de la calle Nevería, calle de los helados y refrescos durante las noches de verano”. Tuvieron por vecino, en el nº30, a Pantaleón Sánchez Robledo, joven médico natural de San Vicente de la Barquera asentado en El Puerto desde 1903 y casado con la lebrijana –también de origen montañés- Anastasia Sánchez Cossío. Miembro del Partido Republicano Radical, desempeñó desde su cargo de concejal, entre 1910 y 1917, una firme y honesta labor pública. En el nº32 vivía con ocho hijos Justino Castroverde, el popular fotógrafo de la época. Más arriba, en el 44, en 1879 nació Pedro Muñoz Seca, donde entonces vivía su hermano Francisco, médico, casado con Elisa Bela y con cuatro hijos.

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Patio principal del Colegio de las Carmelitas en 1925.

De su primer colegio, el de las hermanas Carmelitas de la Caridad, radicado en esta calle, contaba Rafael: “De mi infancia en aquel colegio de monjas, recuerdo más que nada un jardín enchinado en el que había un retrete –diminuto lugar conocido por ‘el cuartito’- a donde la preciosa hermana Jacoba y la finísima hermana Visitación llevaban a los niños más chicos, volviendo ambas muchas veces a la clase rociados de pis los feos zapatos”. Se apunta en el padrón de 1911 que eran Jacoba de Alba Martínez, vallisoletana de 39 años con seis de residencia en El Puerto, y Visitación López Elgnezábal, madrileña de 30 años asentada en la ciudad hacía dos.

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La casa de Nevería poco antes de su derribo. /Foto, Fito Carreto (Diario de Cádiz).

En mayo de 1917 Vicente Alberti, María Merello y sus seis hijos marchaban definitivamente a Madrid. Al joven Rafael Alberti, entre añoranzas y recuerdos, se le abrieron nuevos caminos en la capital.

CALLE ALBARIZAS (LAS VIÑAS)

Pasaron 75 años para que el anciano Alberti volviera a tener un hogar en El Puerto. Fue en 1992, cuando el Ayuntamiento en pleno le cedió una casa en Las Viñas (construida en el 81 para que la habitara el Secretario municipal), en el solar que hasta entonces ocupó la casa del último guarda del Coto de la Isleta y Valdelagrana, Manuel Orellana.

oramaritima copiaNo le era extraño el entorno de su nueva casa, porque desde su más tierna infancia en el Coto de la Isleta vivió algunas de sus correrías infantiles, que evocó en La Arboleda, en terrenos que durante siglos fueron de los señores de El Puerto, como apuntó en el libro primero: “Aquellos bosques eran del duque de Medinaceli, como muchos palacios y casas del Puerto. ¡El duque de Medinaceli! ¡Qué misterio para nuestra imaginación en pañales!” Pinar que certeramente llamó “viejo bosque sucedido”, porque lo fue desde 1643, cuando se plantó por primera vez para fijar las arenas y evitar en lo posible la sempiterna barra del Guadalete. /Los azulejos de su casa ORA MARÍTIMA en Las Viñas.

De aquellos recuerdos suyos en el Coto me quedo –por estos días que están a punto de llegar- con éste: “Cuando se acercaba la Nochebuena, Federico, los ojos bien repicados por el jerez, acudía a casa para llevarnos a los bosques de la orilla del mar en busca del enebro, el pino y el lentisco que luego habían de arborear los montes y los valles empapelados por su fantasía. También nos acompañaba la Centella, una perrita negra, moruna, nacida el mismo día que yo en el rincón de una alberca sin agua. Aquellos bosques eran del duque de Medinaceli... 

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En primer término, el pinar del Coto de la Isleta, hoy Las Viñas. Foto, Rasero. Archivo Municipal.

Aquí pasó Rafael los últimos años de su vida, en la compañía de su esposa, María Asunción Mateo. De su vida en su última casa, hoy que se cumple el aniversario de su nacimiento, extraigo algunos fragmentos del último volumen de sus memorias: “Hoy contemplo mi mar desde un balcón de El Puerto de Santa María, en espera de poder trasladarme con María Asunción a una hermosa casa, con frondosos árboles, con seis chopos altos y prolongados como los mismos castellanos de Antonio Machado, un árbol de la pimienta igual que otro que se alzaba en el jardín de mi abuela aquí, en El Puerto, con sus ramas como tramados de encaje, pinos parasoles como los viejos del pinar de Valdelagrana, dos palmeras: una muy alta, que semeja a un cocotero, y otra más baja pero frondosa. […]

rafaelalberti_gato_puertosantamariaNuestro gato Juan Gris ya ha hecho varias visitas a su próximo hogar, acaba de pasar de nuestra terraza madrileña al íntimo y umbroso jardín de la nueva casa. […] a  nuestra casa de El Puerto queremos darle el mismo nombre que el escritor latino Avieno dio a su relato, Ora marítima, cuyas letras estoy dibujando en azules para que la maestra mano de Pepita Lena traslade a la cerámica […]

A mis 89 años vivo en esta bahía, incansablemente cantada por mí, una espléndida etapa sólo comparable a las mejores de mi vida, rodeado de auténtico afecto y de marítimo color, con esa joven araucaria recién plantada traída desde Alicante que comienza a erguirse en mi jardín, con esas ramas de álamos machadianos derramándose sobre la ventana frente a la que acostumbro a trabajar.

Ya las últimas hojas de mi Arboleda perdida están cayendo, ya van neblinándose los últimos renglones de mi vida, aunque mis ojos siguen conservando la suficiente luz para distinguir las flores que brotan en este sencillo y tembloroso jardín, gracias a una mano celestial que, siempre junto a mí, hace el diario milagro de que todo parezca estrenado. 

Todo es belleza a mi alrededor, lianas perfumadas me rodean y arrebatan de los aterradores y oscuros abismos de la vejez, de la muerte. Me voy con los ojos llenos de los acontecimientos de un siglo. Un siglo de horrores, de enfrentamientos, de dolorosísimas separaciones, de hechos que habitan en mis bosques interiores y en los que, casi a mis 94 años, aún puedo caminar sin perderme entre su frondosidad.  /Texto: Enrique Pérez Fernández.

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naipesTradicionalmente los pescadores del litoral gaditano disfrutan en sus ratos libres de un juego de cartas que es conocido con el nombre de rentoy. En la provincia de Cádiz se practican dos modalidades, la de Sanlúcar y la de Conil, donde también es llamado 'la guinea'. Las partidas normalmente se juegan por parejas y si se realizan al estilo de Sanlúcar a cada jugador se le dan tres cartas repartiéndose cinco en la forma de Conil. En ambos casos siempre se saca una carta boca arriba sobre la mesa que es la de triunfo.

Para poner un ejemplo el modelo de Sanlúcar se juega en El Puerto de Santa María y la carta de mayor valor es el dos de triunfo, que se le llama 'la malilla', a continuación las figuras y el as, siendo el tres de triunfo (el llera) la de menor valía. En el de Conil, que se juega también en Barbate, las cartas más importantes son el cuatro de bastos (el mujero), el caballo de oro (el tuerto), el tres de triunfo (la andorra), el dos de triunfo (la malilla) y después las figuras de triunfos... De cualquier forma tienen un denominador común, el farol, que es la jugada falsa hecha para engañar al contrario.

tabernalagaviota__puertosantamariaLos bares cercanos a los muelles, como 'El Corva' y 'El Arocha' en Sanlúcar; 'El Puchirichi' en Conil; 'El Paquete' en Barbate y ¡La Gaviota' en El Puerto son puntos de encuentro donde se juega al rentoy. En la actualidad este juego se ha extendido a todos los ambientes y asociaciones de la provincia de Cádiz.

Expresiones tales como “llevo hambre”, “se me ha ido el pescado por debajo del plomo”, “mete espina para sacar corvina”, “llevo dos días sin escucharlo”, “me ha dado coba”, “se ha pegado un rentoy”, “tres por cada baza y el partido boca a boca” y “mira que soy perro viejo y tú estás muy tranquilo”, entre otras, son utilizadas habitualmente por los pescadores en las partidas de rentoy.

Estas terminologías marineras son parecidas a las empleadas por los patrones de pesca a través de la radiotelefonía cuando se encuentran embarcados en alta mar y quieren desorientar a los patrones de otros barcos sobre los bancos de peces y las capturas obtenidas en la singladura.

Aparte de la jerga utilizada por todos los pescadores gaditanos, en el rentoy de Sanlúcar las parejas conocen las cartas en cada jugada por señales faciales que se hacen unos a otros. Son muecas permitidas por las reglas que hay que hacer con rapidez para que los adversarios no se percaten de las mismas.

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Barcos en el cantil del muelle porteño, en la margen derecha donde estaba la antigua Lonja, abarlovados, en una imagen de hace 25 años. /Foto: Michael Reckling.

Aunque todos los pescadores son excelentes jugadores de rentoy, me parece que el mejor de los últimos cincuenta años ha sido el recordado y querido José Alfonseca Rodríguez, nacido en Sanlúcar, patrón y armador  de la embarcación con base en El Puerto 'Rosa María Martí', que era conocido por el apodo de ‘El Triunfo’. Se le decía este apelativo cariñoso por el tic nervioso que padecía pues era idéntico a los gestos que las parejas se hacen en el juego del rentoy. De ahí que fuera casi imposible vencerle porque para todos los efectos, siempre iba cargado de triunfos. /Texto: Antonio Carbonell López.

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balbinasanchezrosso_puertosantamariaBalbina Sánchez Rosso, nació en 1912, el año en el que se hundía el buque de pasajeros ‘Titanic’ (nótula 1.350 en GdP).  estuvo casada con Francisco Rodríguez Ceballos (nótula núm. 1.113 en Gente del Puerto), propietario que fue del Bar Casa Paco Ceballos, con quien tuvo cinco hijos:  Milagros, Francisco, Baldomero, Robertito ya fallecido, e Ignacio. Su marido, nacido el 3 de diciembre de 1912, quien nos dejó con el fin de siglo, en el 2000 contando con 88 años de edad, hoy, como Balbina --que fallecía el pasado 7 de diciembre de 2013--, hubiera tenido 101 años.

En 1912 era alcalde de El Puerto, Luis Portillo de Pineda, padre, precisamente de quien lo fuera años mas tarde, --en la década de los sesenta-- Luis Portillo Ruiz (nótula núm. 966 en Gente del Puerto). La población rondaba los 18.000 habitantes circunscribiéndose prácticamente al casco antiguo. Rafael Alberti ingresaba en el colegio de San Luis Gonzaga. Pedro Muñoz Seca publica en Madrid, en colaboración con Pedro Pérez Fernández el sainete ‘Coba Fina. El que fuera ministro de Gobernación, Valentín Galarza Morante (nótula núm. 760 en Gente del Puerto), en 1912 Capitán de Estado Mayor, se casó en Madrid con Carmen Bemón. Y Juan Gavala Laborde (nótula núm. 442 en Gente del Puerto), muy vinculado con El Puerto, se casaba con Ana Ruiz Golluri.

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En aquel 1912 Micaela Aramburu, Viuda de Moreno de Mora, la benefactora portuense que construyó un hospital para El Puerto, encabezó una colecta pública para los obreros sin trabajo. Nacían el autor del toro de Osborne, Manolo Prieto;  el imaginero y escultor José Ovando Merino. El empresario José de la Rosa Coria, ‘El Venta’ (nótula 194 en Gente del Puerto). 

Así se expresaba ayer una vecina, la colaboradora de Gente del Puerto, María Jesús Vela, al conocer su óbito: «Esta mañana recibí una mala noticia. Balbina, esposa de Paco Rodriguez Ceballos y una maravillosa vecina de la Placilla nos ha dejado. Esta valerosa mujer, siempre tuvo una palabra amable y una sonrisa sincera para con los míos. En esta preciosa Casa de los Leones, donde vivían pasé tardes deliciosas porque no había un solo vecino que no fuera encantador. Asi puedo recordar, la bondad de Maruja, Baldomero, Lolichi, Balbina, Adela. Esa misma calidez de Pilar, Maruja e Isabel su vecina de galería. La mayoría ya nos han dejado, pero estas personas tan entrañables, siempre las llevaremos en el corazón porque, definitivamente, eran buenísimas personas y parte de la gran familia de la Placilla. Mi más sentido pésame a la familia». 

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