
El fin de semana de los pasados 29 y 30 de mayo se han reunido en El Puerto 70 familiares procedentes de toda España para celebrar un Encuentro en la cuna de los Alba. Muchos de ellos no se conocían físicamente y han aprovechado para documentarse de lo que fue y es hoy en día su familia.
Cuando Luis de Alba Clares y Teresa Navas Ramos decidieron casarse en la intimidad de su casa a principios del siglo XX, seguro que nunca les dio por pensar que tendrían una descendencia tan grande: sus diez hijos no solo se quedaron en la Muy Noble y Muy Leal Ciudad y Granl Puerto de Santa María, sino que los Alba se dividieron y volvieron a dividir hasta fundar familias en Toledo, Islas Canarias, Granada, Huesca, Sevilla, Madrid, etc, etc.
El primer Alba que viviera en El Puerto del que se tiene conocimiento, fue en el siglo XIX: Cipriano de Alba Rodríguez, quien estaba casado con Carmen Clares de Lassaleta. Militar de carrera, llegó procedente del Norte de África. Vivieron frente a la puerta de la Sacristía de la Iglesia Mayor Prioral. Tenían diez hijos, entre ellos Luís de Alba Clares, quien, aunque naciera en Badajoz en el año 1877, pasó una parte importante de su vida en nuestra Ciudad.

Luis de Alba y Teresa Navas, en la foto oficial de bodas.
Luis de Alba Clares se casa con Teresa Navas Ramos, hija del famoso médico Plácido Navas Villasclaras, en el salón del domicilio paterno en Vergel del Conde nº 16, un 18 de abril de 1900. Luis se hizo militar como su padre, con 19 años. Tuvieron diez hijos que fueron naciendo allí donde era destinado: Fuerteventura, Málaga, Melilla, Toledo…

Plácido Navas Villasclaras, médico que fue de la Plaza de Toros, con bigote, a la izquierda de la imagen, padre de Teresa Navas, casada con Luis de Alba. El tercero por la derecha, en primera fila, Enrique Máiquez Adán, también médico y abuelo de Enrique, José María y Consuelo García Máiquez.
El que se quedó en El Puerto fue José Alba Navas, quien nace en Málaga, de casualidad, en 1913. Pero El Puerto le cautivó (bueno, más que El Puerto, una portuense… Milagros Medinilla Medinilla -Lalo-, que aparecen en la foto inferior, el día de su boda.
Comienza José a trabajar en las Bodegas Osborne, y hace sus pinitos en política fundando un partido que nunca llegó a cuajar. Durante el inicio de la Guerra Civil es movilizado y sirve como alférez provisional en África. En uno de los permisos, vuelve y se casa con Lalo el 17 de octubre de 1938. Tras la contienda se van a vivir de alquiler a la calle Pagador, y más tarde a Cielo nº 81. Le han guardado su puesto en la bodega Osborne. Fruto de esta relación nacen 6 hijos: José, Milagros, María Teresa, Luís, Inmaculada y María Ángeles Alba Medinilla. En los años 60, siendo Alcalde Luis Portillo, fue concejal de Fiestas. Igualmente fue miembro activo del Racing Club Portuense y tesorero de las Conferencias de San Vicente de Paúl, organización encargada de visitar en sus domicilios a enfermos, a los que entregaban bonos de pan y leche. En el año 1962, Osborne le traslada a Tomelloso (Ciudad Real) donde pasa varios años y cuando se jubila decide irse con su mujer y su hija aún soltera, María Ángeles, a Sevilla, donde fallece a los 78 años de edad.

La famlia Alba Medinilla, formada por José y Lalo, y sus descendencia: José, Milagros, María Teresa, Luís, Inmaculada y María Ángeles
Su primogénito es José Alba Medinilla quien nace el 24 de septiembre de 1939 en El Puerto. Va a estudiar Ingeniería a Madrid (iba para Industriales pero terminó en Minas). Se casa con Josefina Chao Arroyo. Tienen cuatro hijos: María, José, Almudena y Pablo. Tiene ya seis nietos. Su pasión: el mar de Los Caños de Meca.
Milagros Alba Medinilla. Nace en El Puerto el 3 de mayo de 1941. Era la polvorilla de la casa. Se casa el 14 de septiembre de 1968 con el oftalmólogo sevillano José Martínez Román y se afinca en Sevilla. Tienen 7 hijos: Carlota, Milagros; Inmaculada; José; Leonor; Rafael y Diego y dos nietas. Sigue muy vinculada a El Puerto, donde posee un apartamento en Valdelagrana, que es el punto de reunión de su familia.
María Teresa Alba Medinilla. Nace el 29 de diciembre de 1942, aunque su carné de identidad dice 1 de enero de 1943, porque el Registro Civil estaba ya cerrado cuando su padre “se acordó” de ir a inscribirla, y así evitó la multa. Se casa con José Luis López Franco el 26 de diciembre de 1964 y viven desde entonces en El Puerto. Todos sus hijos son portuenses: María Teresa; María José; José Luis, Santiago y Fernando. Tiene dos nietos. (En la imagen, natalicio de su hijo José Luis, publicado en la Hoja del Lunes del 23 de junio de 1968).
Luis Alba Medinilla. Nace en 11 de diciembre de 1944 Desde muy joven quiso ser sacerdote y tenía montando en un armario de la calle Cielo un altar desde donde impartía “misa” a todos sus hermanos. Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca. Se casa el 14 de junio de 1976 con Consuelo Guerra Pérez. Tiene dos hijas, Susana y Beatriz. Ya jubilado, vive en Madrid aunque hace poco ha vuelto a sus raíces: se ha comprado una casa en El Puerto y ha ingresado en la Hermandad de la Flagelación de donde es secretario segundo y archivero.
Inmaculada Alba Medinilla. Nace en El Puerto el 9 de diciembre de 1946. Hay una graciosa anécdota: de pequeña la eligen para encarnar la figura de “España” en un paso de la Virgen del Pilar, en la Procesión Magna Mariana del centenario del dogma de la Inmaculada Concepción, y la suben toda vestida de blanco en el paso de la Virgen del Pilar. La gente se queda impresionada y corre la voz de que era una niña paralítica que la Virgen había sanado. (Imagen inferior).

Estudia enfermería en Madrid y se casa con el médico gallego David Liste Jiménez el 13 de junio de 1969. Tiene cuatro hijos: David, Miguel Ángel; Rafael y Luis y tres nietas. También pasa largas temporadas en El Puerto, en su casa de Valdelagrana.
María de los Ángeles Alba Medinilla. Nace el 20 de diciembre de 1949. La más pequeña, la “pelusa”. De ahí el apodo cariñoso que le pone su padre (Peli) que hoy conserva. Se casa con Joaquín Aleu Morales el 29 de diciembre de 1984 y se traslada a vivir a Puerto Real, donde vive actualmente. Enfermera, trabaja durante muchos años en el Hospital Zamacola en Cádiz y ahora está ya jubilada. Ambos son unos enamorados del campo: tienen una casa en El Marquesado con una parcela donde siembran de todo. Hace poco celebraron por todo lo alto sus bodas de plata. Tiene un hijo, Francisco José.
La familia, a lo largo de este tiempo, desde los abuelos Luis y María Teresa, ha permanecido en contacto más o menos continuo. En una época en que no había teléfonos móviles, e-mails y mucho menos “er Facebú”, las cartas de la Abuela Teresa a sus hijos y nietos eran constantes Una vez faltó la bisabuela María Teresa, fue la tía Carmela Alba Navas la que “heredó” el papel de informadora oficial de los aconteceres familiares.

Hoy en día viven en El Puerto varios descendientes de esos primeros Alba: de la Familia López Alba, José Luis y María Alba Chao, a quienes vemos en la fotografía del Encuentro Familiar realizado en El Puerto, con las bandas de 'Reyes de los Alba 2010', que los acreditan.
José Luis López Alba nace en El Puerto el 12 de junio de 1968. Pertenece a la hermandad del Dolor y Sacrificio, como toda su familia, de la que llegó a formar parte de su Junta de Gobierno durante doce años. Muy familiar, aunque vive independiente, siente debilidad por sus sobrinos. Es Licenciado en Derecho y trabaja como Jefe de Administración para la Agencia de Repsol Butano, J. Sánchez-Cossío, S.L.
María Alba Chao nace en Madrid el 11 de enero de 1967, aunque vive en El Puerto desde hace 15 años. Periodista de profesión, ha trabajado en varios medios de comunicación de la provincia y en la actualidad es Responsable de Comunicación en la Empresa de Aguas de El Puerto. Está casada con Francisco. Javier de la Flor Benítez y tiene un hijo de 9 años, Javier. Es sobrina del también periodista Tico Medina.

Otra fotografía del encuentro de los Alba en El Puerto, en la visita a la Hermandad del Dolor y Sacrificio.
(Agradecemos a María Alba Chao y José Luis López Alba, el trabajo de investigación realizado para la realización de esta nótula, así como la recopilación de imágenes que ofrecemos).








(En la imagen de la izquierda, José Fernández Sanjuán, Pepe 'el del Vapor'. Foto: Faly). Antonio Carbonell, Secretario que fue de la Cofradía de Pescadores refería una tarea desarrollada por el Vapor en relación con el mundo de la mar: «Pepe y el Vapor fueron durante muchos años indispensables para el mantenimiento de la actividad pesquera portuense. Pues resulta que antes de construirse los espigones de Poniente y Levante en la desembocadura del Guadalete, obras que finalizaron en 1970, la entrada de arenas que arrastraban las corrientes litorales y formaban la barra en la boca del río, impedían que la práctica totalidad de los barcos pudieran pasar por el Guadalete a media marea o bajamar escorada. Entonces Pepe, a bordo del Vapor, con un instrumento formado por una pesa u otro metal colgado de una cuerda (sonda de mano, escandallo o plomada), no sólo medía la profundidad del río, sino que de la misma manera al colocar cebo en la pieza de metal, con tan solo tocarlo, iba conociendo la calidad de fondo de la desembocadura del Guadalete. Y Claro. Con esta maniobra, le permitía, al esquivar los cascajos y arenas del río, alcanzar la navegación correcta y, así, los barcos, al seguir el rumbo del Vapor, entraban en puerto sin esperar la pleamar. Esta laboriosa operación, además, era fundamental para evitar cualquier desgracia cuando las condiciones meteorológicas eran adversas, como por ejemplo, la niebla.»
El principio del milenio, nos ha llevado otra vez a lo antiguo, a recuperar costumbres y tradiciones que nunca se debieron abandonar, a volver a aplicar tecnología que han sido útiles durante miles de años y que, de forma inexplicable estaban prácticamente desaparecidas en nuestra Bahía de Cádiz.



Estamos convencidos que, cuando las líneas marítimas de pasajeros, numerosas y múltiples en sus recorridos, rápidas y con horarios amplios, frecuentes y flexibles, sean una constante en la Bahía, como lo son hoy los catamaranes puestos en marcha por el Consorcio nuestro Vapor Adriano III volverá a ser el buque insignia de la flotilla de barcos de pasajeros gaditanos, y de quienes nos visiten, pues el uso turístico es su mejor y más claro cometido de presente y futuro.
Tal dignidad no se alcanza de forma gratuita, pues son ya 80 años, desde que aquel lejano 1929, José Fernández Fernández, y sus cuatro hijos, llegasen a bordo del ‘Adriano I’ a aguas de nuestra bahía para cubrir el trayecto de El Puerto-Cádiz. 


Un día del mes de julio de 1958 conocí a un venerable gitano. Se llamaba Miguel Niño Rodríguez "El Bengala". Estaba sentado, al fresco, en el sardinel del zaguán de su casa en la calle Pagés del Corro de Triana. Me dijo, nada más conocerme, que él descendía de El Puerto y le presté gran atención. Me contó que su tatarabuelo fue Pedro Niño Boneo "El Brujo", nacido en El Puerto en 1819 y artífice de una siguiriya y una toná que llevan su nombre y que eran desconocidas por todos. "El Bengala" las conservaba y dio cuenta cabal de ello en la III Fiesta del Cante de los Puertos en 1973. Conocía, además, la toná de los Pajaritos y un sin fin de romances de tipo épico e histórico que debía a su memoria y a la tradición recibida de, por lo menos, su tío bisabuelo, Juan José Niño López, el más completo romancista que se ha conocido en todo el mundo hispánico y que había nacido en El Puerto en 1859.
Por tristes cuarenta reales




María se casa en 1950 con Ignacio Valdés Sancho, hermano de Joaquín, fundador y director de la Revista 'Diez Minutos'. Aunque nacido en Sevilla, su familia materna y su propia madre era de El Puerto, emparentado con el bodeguero Hipólito Sancho García, padre del historiador Hipólito Sancho de Sopranis. Vivieron, a partir de entonces, en la planta baja de una casa de la calle Pagador, 16., donde tendrían de vecino a alguien que, con el tiempo, alcanzaría justa fama de escritor. Tuvieron siete hijos: Francisco de Paula (+), María, Berta (+), Ignacio (Director de Arte de
¿Acaso fue ese el origen literario del escritor? Veamos que dice propio Mendicutti: «Siempre cuento que mis precoces, bochornosos y --en su momento-- celebradísimos inicios literarios tuvieron que ver con Rafael Alberti, aunque es verdad que de un modo tan indirecto que a lo mejor más de uno piensa que eso es coger el rábano por las hojas. El caso es que, cuando yo tenía 6 o 7 años y vivía en El Puerto, una vecina nuestra, María Merello, prima hermana de Alberti, nos contaba a sus hijos y a mí y mis hermanos, sobro todo en las tardes de lluvia, unos cuentos fascinantes que no he vuelto a leer o a oír en ninguna parte: al cabo de muchos años, María Merello me reveló que eran cuentos que ella había oído en su casa y que seguramente acabarán perdiéndose porque nadie los ha escrito nunca. Bueno, yo una vez escribí uno. Quiero decir que, un buen día, arranqué unas páginas de un cuaderno escolar, las doblé por la mitad y las cosí por el canto con un hilo, para fabricar un libro, y allí escribí una historia cuyo encanto al parecer no conseguí estropear del todo con mi, por lo demás, comprensible torpeza. Cuando los mayores de la casa leyeron el cuentecito cayeron todos en trance: «--Este niño va a ser un Pemá», repetían una y otra vez, arrebatados de admiración. Pero María Merello, en un momento en el que estábamos los dos a solas, con una sonrisa entre cómplice y pícara, me dijo: «--Al principio, todos los escritores se inspiran en otros, ¿verdad?». Porque ella sabía que aquel cuentecito estaba calcado de uno de los que ella nos contaba, pero no me delató. De haberlo hecho, y por culpa de la vergüenza, seguro que yo no habría vuelto a escribir jamás una sola palabra. No lo hizo, María Merello no le contó la verdad a nadie, y eso me ayudó, como ninguna otra cosa en la vida, entonces y en el discurrir del tiempo, a descubrir el encanto, el desafío, el dolor, la alegría y el compromiso de la escritura. Solo puedo decir que siempre que se me ocurre preguntarme por qué demonios escribo, recuerdo aquellas tardes lluviosas de El Puerto, la voz levemente afónica y el acento delicado de María Merello, aquellos cuentos fascinantes que nos contaba, y hay en todo eso un eco misterioso y seductor de los versos de Alberti, un parentesco raro y enigmático que me permite evocar el feliz descubrimiento de la escritura y llena de sentido y necesidad el sinuoso empeño de escribir».
UNA MUJER EN VESPA.
CUENTOS, POESÍAS Y JUEGOS.


Hija de Javier Govantes de Soto, natural de Osuna (Sevilla) y de la porteña Teresa Pico Ferrer, vino a nacer a El Puerto, como la mitad de sus 10 hermanos con ella, y bautizada en la Prioral para, a los pocos días regresar al Osuna paterno donde se crió y vivió su primera juventud.





Era y es una gran aficionada a la Feria, ¡ojú! donde cantaba flamenco –no existían aparatos de megafonía en aquellas Ferias de Ganado- y bailaba y enseñó a bailar a muchos. Recuerda que con el locutor de Radio Puerto, 











El padre de nuestro protagonista era Ingeniero de Minas, compañero de promoción y amigo de
VICISITUDES EN LA GUERRA INCIVIL.
Adriano recuerda que su madre, con la guerra ganada por el bando rebelde, recibió una llamada de la policía para que confirmara que el acusador de su padre era un conocido zapatero del barrio. Ella les explicó a sus hijos, en un ejercicio de generosidad y para nada revanchista que “--Ni estoy segura, aunque existen ciertas pruebas, ni voy a ser responsable del ajusticiamiento de nadie. Bastante tendrá con su conciencia y con lo que ha hecho”. Adriano, sigue recordando, que “hay que olvidar y ser generoso. Aunque cada uno tenga sus ideas y sus opiniones. No tiene sentido. Aquello no fue nada bueno”. (En la imagen, una joven Tula Ruiz Golluri, fotografiada por Raymundo en 1918. Foto Colección AGLR).
Adriano está unido a El Puerto por muchas razones, familiares y personales, y el único inconveniente que señala es que está a 654 kilómetros de Madrid. Casado con Carmen Verastegui Villafiero, con quien ha tenido dos hijos, y de momento tres nietos, está emparentado con tres alcaldes de El Puerto: su abuelo Joaquín Ruiz y López, en 1904 y 1907; su tío Eduardo Ruiz Golluri, en 1930 y José de la Cuesta Aldaz, en 1903 y 1930. La hija de éste, Pepa de la Cuesta, casó con el hermano mayor de su madre, Joaquín Ruiz Golluri. El hijo de ambos, Joaquín Ruiz de la Cuesta –primo de nuestro protagonista—reside en Barcelona con algo más de 80 años y una mente muy lúcida, con quien gestionamos ponernos en contacto. (En la fotografía, Eduardo Ruiz Golluri, tío de Adriano).
Algún día contaremos en estas páginas las alambicadas circunstancias que propiciaron la súbita ruina del que fuera alcalde José de la Cuesta. Los cuatro Adrianos de la familia, su padre, el mismo, su hijo y su nieto, han estudiado en los Jesuitas o lo va a hacer, como es el caso de su nieto. (José de la Cuesta Aldaz, tío abuelo de nuestro protagonista).
DISCURRIR PROFESIONAL Y ACADÉMICO.
«El Puerto de Santa María es el lugar ideal para pasar el verano, o para disfrutar de unas vacaciones, sin lugar a dudas, no tiene por qué ser el más bello del mundo, ni el de las mejores playas, ni el de los mejores restaurantes. Para mí es aquel lugar que te llama siempre, al que te atan raíces profundas, en el que jugaste de chaval, en el que te enamoraste por primera vez. Aquel rincón donde estaba la vida, la vida auténtica, la que te llenaba siempre.
