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El abuelo de Manuel Muñoz Rodríguez, Luis Muñoz y Carballo tenía en 1870, entre otros negocios radicados en la calle Palacios 34, uno dedicado a la venta y distribución de toda la prensa y revistas que, en aquella época, se editaba en Madrid, Sevilla y Cádiz, entre ellos Diario de Cádiz, fundado por Federico Joly y Velasco en 1867, una de cuyas primeras portadas podemos ver en la imagen inferior.

...continúa leyendo "997. MANUEL MUÑOZ RODRÍGUEZ. Decano de la distribución de la prensa ."

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El termómetro no sube de los 12º y son las 10 de la mañana de finales de enero. Las gaviotas residentes en la lonja de la margen izquierda del río, con probable esclerosis en sus arterias por el escaso batir de sus  alas en busca de alimentos, graznan constantemente con esos gritos lastimosos, que más bien parecen los quejidos aflamencados de una soleá  o de un  martinete. Paso por delante de La Taberna La Gaviota, habitualmente llena de clientes hasta la puerta, donde suele haber algún pescador que en  una cestilla expone a la venta un exiguo ranchillo de peces arrancados con eterna paciencia a la bahía. Hoy no hay nadie y me extraña.

Las mesas de La Gaviota, atiborradas con clientes jugando al dominó.

Vuelvo sobre mis pasos y entro en el bar. Confieso que es la primera vez que la visito en 36 años. Es un pequeño bar de no más de treinta metros cuadrados para clientes y unos veinte de trastienda. Cuatro mesas ocupadas por cuatro pescadores cada una, en dos se juega al dominó, en las otras a las cartas, donde se dirime quien será el pagano del café o simplemente la honrilla del vencedor. Enfrente un mostrador, y a su espalda varias docenas de trofeos adornan las estanterías que no sé si proceden de torneos de estas timbas o de otro tipo de concurso.

En la imagen, José Camacho.

LOS 80 AÑOS DE JOSÉ CAMACHO.
La única mesa sin jugadores está ocupada por un parroquiano que parece ajeno al resto de clientes. «--Buenos días, --le digo--, ¿Puedo sentarme?» «--Naturalmente que sí». Me presento, y le digo que me ha llamado la atención este santuario, refugio de viejos pescadores que apuran el último tramo de su vida entre fichas, cartas, chanzas y que les permite pasar el tiempo en el único reducto posible donde olvidar las penurias de sus indignas pensiones. «--Pues yo me llamo José Camacho. Tengo 82 años». José, está tocado con una gorra de visera de color piel de ratón, camiseta, camisa y chaqueta. Un aspecto sereno, saludable y hasta venerable.

El techo de la taberna, con cuatro ventiladores de aspa.

LA TABERNA POR DENTRO.
Mientras lo saludo paseo mi vista por el resto del local. Un remedo de artesonado mudéjar, huérfano de decoración, donde unas vigas negras son entrelazadas por listones a juego, lucen en su techo como único adorno; de él penden cuatro ventiladores de cuatro aspas, probablemente de los primitivos S&P de mediados del siglo XX, al contrario de sus paredes donde no queda un centímetro sin ocupar. Estas, en su parte superior, a las que están adosados unos arcos de medio punto, sirven de marco para unas pinturas  que representan un paisaje del río Guadalete y al fondo El Resbaladero; en el paramento de enfrente, otra pintura  con rederos en plena faena de reparación y un pesquero amarrado al muelle.

Pintura en la pared donde se ve una antigua representación del río Guadalete, sin los bloques de la Plaza de la Pescadería. Cuadros de especies marinas, relojes, platos, fotos antiguas completan la decoración del paramento.

Debajo, y sobre el techo de los urinarios, reposan desde tiempo lejano unas  enormes botellas de cinco litros de Veterano, Caballero y Anís  del Mono, cuyos golletes están tocados por una gorra de guardia urbano, con esas  cuadrículas de los librillos de papel de fumar Jean, una gorra de plato de algún marino de graduación, y un sombrero de paja que le dan un aire de museo; este marco se remata por la custodia que de ellos hacen sendas escafandras de buzo en un cobre obscurecido por el tiempo.

En primer término, los urinarios donde hasta hace poco estaban las botellas de cinco litros de diversos destilados. Al fondo, el fresco pintado en la pared, con el oficio de cordelero y redero y un salvavidas del 'San Telmo'.

CORDELERO.
José Camacho continúa contándome cómo empezó a trabajar a los catorce años y se jubiló con setenta; cincuenta y seis largos años trabajando en tierra, como cordelero, haciendo  malletas (ver nótula núm. 321 de GdP) para las redes; hoy ‘disfruta’ una pensión de 575 euros. Recuerda como no hace muchos años, en El Puerto amarraban ciento setenta barcos, dos docenas faenaban en ‘el moro’ y el resto pasaban hasta cuarenta días en la mar. Hoy apenas veinte, tratan de sobrevivir en las esquilmadas aguas que median entre Cádiz y Ayamonte, en la frontera con Portugal. «--José, y ¿qué piensa de las pateras?». «--Pues, en las fatiguitas que tienen que estar pasando esas criaturas pa venir a ahogarse aquí, yo no sé la forma de vivir que tienen por ahí, pero cuando vienen, es porque deben estar pasándolo mu mal».

Las paredes no dejan espacio para el vacío, en una especie de 'horror vacui' de un barroco marinero.

EL NAUFRAGIO DE VICENTE.
Al lado está Vicente, ochenta y un años, viudo, cuenta como se embarcó con dieciséis años y pasó más de  diez faenando en el Caribe. Muchas noches de mala mar. Náufrago en dos ocasiones. Cuando me va a contar qué se piensa mientras  se está en el agua a la espera de rescate, unas voces en la mesa colindante celebran alguna jugada que atrae más el interés de Vicente, y decido dejar para otro día oír de viva voz, qué pasa por la cabeza de un  náufrago mientras está en esa situación.

Patio de la casa de la Taberna, vista desde el interior a la calle.

TABERNA, PENSIÓN Y CASA DE TRATO.
Alguien me contó que la taberna tiene como tal, más de ochenta años de antigüedad. En un tiempo fue prostíbulo, dedicando la planta alta a pensión por horas, como mucho, una noche; abajo la taberna donde se alegraban las pajarillas los parroquianos, al amor del coñac y del anís propios de la época, sin desdeñar los ocasionales güisquis  y ginebras.

ENTRE ‘EL CHIGÜI’ Y ‘EL PRINGUE’.
Por cierto que, tomando café con mi amigo Salvador Cortés ‘el Chigüi’, --con nótula núm. 307 en GdP en la imagen de la izquierda-- me contó cómo, con posterioridad a la actividad de comercio carnal, allí se alojó su amigo y compañero de trabajo en VIPA (Vidrieras Palma), ‘El Pringue’, simpático personaje, y que debía este mote a su exagerada afición a los cocidos  con generosa ‘pringá’. En sus años mozos,  ‘El Pringue’, aficionado a la pesca, pedía a los pescadores de caña le permitieran acompañarles, aunque solo fuera ‘para darle sombra al botijo’ y mantener el agua fresquita. ‘El Pringue’  andaba siempre ofreciendo su ayuda a todo el mundo para agenciarse unas perrillas, hasta  que logró entrar en VIPA donde trabajó como palero y después en alguna otra función. Tras las duras jornadas de trabajo, los operarios solían ducharse, más en verano que en invierno. El agua que se utilizaba era fría y al remitir el verano, los más proclives a una higiene diaria, tuvieron que ingeniárselas para lograr agua caliente, y aquí surgió el talento de “El Chigüi”. El horno cuyas temperaturas alcanzaban los 1500º en su interior, irradiaban a una determinada altura setenta u ochenta, justo contra la pared a cuya espalda se hallaban  las duchas. Solo tuvo que elevar las tuberías a ese nivel, para disponer de un sistema de calefacción que permitió a todos disfrutar de gratificante placer. Aquí estaba “El Pringue”, quien no se sabe si por sus enormes atracones de pringá o por su genética, pese a su baja estatura, desarrolló unos enormes atributos sexuales y se jactaba ante sus compañeros desnudos de tales proporciones. No solo presumía de ello, sino que les amenazaba para que no se agacharan a coger el jabón porque corrían evidente riesgo.

El acceso a la casa de la Taberna de la Gaviota, no tiene puerta de la calle, accediéndose directamente al patio donde existe un taller de imprenta y viviendas.

EL MUELLE.
La taberna estaba atiborrada. Busqué como en anteriores ocasiones a Juan Diego, joven patrón que atesora “millones” de anécdotas, como él dice, de su vida en la mar, pero tampoco estaba. Me fui hacia la balaustrada del Guadalete, iniciando un paseo de unos cien metros que separan la taberna del muelle. Mientras camino observo cómo está bajando la marea y deja al desnudo los bloques de protección, que cubiertos con un musgo de verde intenso, son fuente de alimentación de bogas y cangrejos.

Vista del río Guadalete, desde el Edificio Vistalegre. (Foto: Vicente González Lechuga).

‘EL CACHORRO’.
Próximos al embarcadero y sentados en un banco, dos hombres mantienen una animada charla. Me siento al lado de ellos y después de saludarles me presento. Para mi suerte, uno de ellos  es un pescador jubilado: José Mª, 'el Cachorro' natural de Lepe,  78 años, barba de dos días, rala, con zonas menos pobladas que en otras; aprecio una piel escasa de arrugas y de tono sonrosado que desmentiría sus más de cuarenta y cinco años  como marinero; conserva gran parte de un cabello entrecano. Mirada franca en ojos gastados, uno de ellos un tanto enrojecido y tal vez producto de incipiente conjuntivitis, deja ver en su lagrimal una pequeña legaña.

Solo he tenido que preguntarle por la bolsa de pescado situada a sus pies, cuando me enseña su contenido; varios salmonetes de buen tamaño y unas pescadillas; de inmediato, una  catarata de información sobre la procedencia de la bolsa. «--Esta mañana a las siete, ya estaba ayudando a los pescadores en la descarga y haciéndoles “mandaos”, ¿sabe  usté?…». Y continuó con su historia mientras yo observaba un nervioso movimiento de manos acariciándose ora una, ora la otra, que no sabría si atribuirlo a un tic, consecuencia de  los muchos años de jalar de redes, maromas y malletas y que me recuerda aquella escena de la película “Tiempos modernos”, en la que su protagonista, Charlot, trabajaba en una cadena de montaje; toda la jornada en monótona y rutinaria acción de apretar tornillos con ambas manos, derivaban en el regreso a su domicilio, en un acto reflejo del que no podía prescindir en un repetitivo gesto de sus  manos… (Texto y fotos: Alberto Boutellier Caparrós).

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Ana Delgado Ramos nació hace 77 años, en 1934. Eran cuatro hermanos.  Estudió interna en un colegio en Cádiz, junto al Hospital de Mora: había que quitar una boca que alimentar en plena posguerra. Su padre trabajó en Jerez, en una bodega, cuyo nombre no recuerda. 31 alcaldes ha tenido El Puerto desde que nació nuestra protagonista: 6 durante el Frente Popular; 19 durante la Rebelión Militar, la Dictadura y el Postfranquismo y 6 durante el actual periodo democrático.

1934
El año del nacimiento de Ana, nacen también Juan Muñoz Aparicio, jefe de taquillas de la Plaza de Toros y Luis Caballero Florido, presidente de honor de Bodegas Luis Caballero. El Ayuntamiento estuvo presidido por tres alcaldes, desde junio del año anterior hasta marzo, por Francisco Cossi Ochoa; de marzo a Octubre, por Francisco Tomeu Navarro y, desde octubre hasta enero de 1936 por José Luis Macías Caro, padre de Luis Macías Rubio.

Hipólito Sancho (en la imagen de la izquierda) publica «La Iglesia Prioral del Puerto de Santa María y Antón Martín Calafate». Pedro Muñoz Seca estrena «Mi chica», «¡No hay no!», «La Eme», «El Escándalo» y «El Ex». Alberti publicará, ese año, ‘Bazar de la Providencia’ y ‘La farsa de los Reyes Magos, dos farsas revolucionarias’ y funda junto a su esposa, María Teresa León, la revista revolucionaria ‘Octubre’ e iniciará una gira por diversos países americanos.  La vía pecuaria ‘Colada del Cementerio’ fue deslindada y amojonada los días 14 y 15 de marzo de 1934. El Maestro Dueñas es destinado a hacer el servicio militar en El Puerto. Agrupaciones carnavalescas de El Puerto participan en el Carnaval de Isla Cristina (Huelva).

La primera pata concedida como trofeo taurino fue entregada en 1934 a Vicente Barrera Cambra (en la imagen de la izquierda) que cortó, además dos orejas y rabo y toreó junto a Rafael ‘el Gallo’ y Juan Belmonte. El Teatro Principal, cerró sus puertas durante la Semana Santa, reabriéndolas el sábado de Gloria, con la película ‘Melodías de Arrabal’, en la que intervenía Carlos Gardel junto a Imperio Argentina. El Ayuntamiento, creemos que en el último trimestre del año, acordó que fueran días festivos locales, las festividades religiosas del Corpus, la Virgen del Carmen y la Virgen de los Milagros.  Se crea el ‘Pósito Marítimo y de Pescadores’, siendo su primer presidente José Poquet Cabrera, entidad antecesora de la Cofradía de Pescadores.

Una antigua imagen del Mercado Municipal realizado con el material de derribo del Convento de los Descalzos (actual Plaza de Isaac Peral).

MERCADO DE ABASTOS.
Ana lleva 56 años vendiendo camarones en la Plaza, en el entorno del Mercado de Abastos, desde los 20 años. Y continúa a sus 76 porque, ya sin paga desde los 70 años al no tener hijos dependientes, no alcanza con la jubilación de su marido: Joaquín Lara Pino (80 años), con quien tuvo 8 hijos «--y dos abortos», se apresura a precisar, además de 9 nietos y 3 bisnietos. Joaquín trabajó en muchos sitios: estuvo embarcado, emigrante en Alemania, al principio de las obras en la Base Naval de Rota, en el campo...

Camarones vivos y saltando

Los camarones que vende, vivos y saltando antes en un canasto, hoy en una moderno recipiente de polímero azul, los cogía antes Joaquín, su marido. Hoy, dada su elevada edad, son sus hijos los que surten a Ana de la materia prima y se los paga, «--Ellos también tienen que dar de comer a sus familias», añade.

Ana, el pasado Miércoles Santo, en plena faena de venta.

Y en la plaza, esta menuda mujer aún tiene voz para lanzar su pregón: «--¡Venga niño: camaroncito vivo!». Paga al ayuntamiento según los días que tenga el mes, que viene a ser una media de cincuenta euros mensuales. Y vende con dos medidas diferente de cristal, la cantidad estipulada, para tortillas, para cocerlos e incluso para cebo vivo para los pescadores, ofreciendo a quien se lo pide, recetas de como cocinarlos.

Hace un mes, un matrimonio americano le pidió permiso para que su hija pequeña se fotografiara con Ana, avisándola de que aquella imagen se colgaría en una de las paredes de su restaurante, a su regreso tras las vacaciones. Y ahí sigue Ana, en la Plaza, en invierno y en verano --sufriendo corrientes de frío y golpes de calor-- recordándonos con su presencia que antiguas formas de subsistencia siguen vigente en pleno siglo XXI. (Texto: José María Morillo).

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El campanario de la Iglesia Mayor Prioral.

Imagen de principio de siglo del Campanario de la Prioral

Si traigo hoy a las campanas entre mis personajes, es porque todas tienen un nombre. Yo encontré una vez en una librería de viejo, y lo compré, un raro opusculillo del XVIII que recoge el ritual para la bendición de las campanas, que es como ponerle nombre o bautizarlas. Las campanas tienen nombre y lengua.

LA MATRACA.

Hoy es Domingo de Gloria --Regina Coeli, laetare, ¡Alleluia!-- y me han venido a la memoria, no las campanas, sino la matraca que, desde el Jueves Santo hasta el Sábado de Gloria, hoy Domingo de Gloria, se tocaba en la espadaña de la Prioral y de todas las iglesias importantes del orbe cristiano. Desgraciadamente, estos conservables aparatos han ido desapareciendo de los campanarios por la incuria de la gente, de los curas mal informados, de los arquitectos sin preparación... como en el caso de El Puerto. /En la Catedral de Santiago de Compostela han inaugurado estos días una monumental matraca (en la imagen) fiel reproducción de la anterios existente, que se encontraba en lamentable estado. La matraca está compuesta por cuatro cajas de resonancia rectangulares, colocadas en cruz. Cada una de las cajas presenta una lengüeta que, al rotar sobre un eje con forma de rueda mordisco, las golpea y hace sonar al unísono. Los brazos de la cruz miden algo más de dos metros y medio.

Y yo echo de menos la monumental matraca del campanario en los días que han pasado, ahora que en la Catedral de Santiago de Compostela han inaugurado una monumental matraca, casi tan grande como la que recuerdo en el campanario de la Prioral.

Desmontaje de las Campanas de la Prioral en 1989. En la imagen, el párroco, Julio Juez Ahedo.

Desmontaje de las Campanas.

Lo mismo que echo de menos a aquellos campaneros de El Puerto que daban a cada toque el punto preciso y adecuado con lo que todo el mundo sabía qué era lo que se estaba cociendo y qué anunciaban: la media, (primer toque), el cuarto (segundo toque), la Misa (tercer toque); a muerto, entierro, funeral, a gloria; a  fuego, alarma; la salida del Viático para un enfermo; el Ángelus, la oración, las Ánimas, la salida de una procesión, su entrada, las treinta y tres campanadas --la edad de Cristo-- con que se abría la Puerta del Sol para salir el Nazareno...

A la derecha, uno de los campaniles del Coro de la Iglesia Mayor.

Anoche las campanas de la espadaña de la Prioral y los campaniles de la reja del coro sonaron a Gloria, anunciando la Resurrección --Quia surréxit Dominus vere, ¡Alleluia!. Y estoy seguro de que en todas las páginas web del Vaticano y de todas las Diócesis, con sus respectivos enlaces en las más humildes  hermandades, cofradías, órdenes religiosas e institutos de vida consagrada, habrá saltado la noticia. Porque en internet, se sabe al momento todo lo que ocurre.

El campanario de la Prioral, sin las campanas, durante la restauración de finales de la década de los ochenta del siglo pasado.

Imagen de la reparación de las cubiertas de la Iglesia Mayor, a finales de la década de los ochenta del siglo pasado, hace 20 años.

LOS NOMBRES.

Pero yo me quedo en lo más cercano, en lo más doméstico, en lo de toda la vida de Dios: en las campanas, con su nombre --San Miguel, San Pedro, San Cristóbal... y su lengua, su badajo, aunque, ahora, no las muevan con bramantes y sogas, a mano, volteadas o  amartilladas, sino dándoles corriente con un interruptor, programadas.

Manolo Girón, a la sazón sacristán de la Prioral, con la campana 'San Pedro' desmontada en el patio trasero del templo  y dos operarios, el 30 de marzo de 1989.

La verdad es que quien primero lo supo, sin campanas, ni teléfonos móviles, ni Internet, fue María de Magdala, y se lo dijo un humilde jardinero. Que no hay nada como tener interés por saber y estar al tanto de la noticia, a pie de obra. ¡Felices Pascuas! (Texto: Luis Suárez Ávila).

Una imagen actual del Campanario, visto desde la calle San Sebastián. (Foto: Utrera/Trigueros).

LA SOLEDAD DESFILÓ A PESAR DEL MAL TIEMPO EXISTENTE.
Los romanos de la Humildad escoltaron la Urna.

Lo desapacible del día, lloviendo a intervalos de tiempo con gran intensidad, hizo temer por la salida de la única procesión prevista: la de la Soledad. Afortunadamente para todas las personas que esperaban ese momento, y para los que habían trabajado durante las últimas semanas organizando el desfile, a la hora señalada el cielo estaba despejado, llenándose la plaza de la iglesia de un público ansioso de presenciar la salida, con un ojo en el cielo y otro en el atrio de la iglesia, donde los guardias municipales que iniciaban el cortejo esperaban la confIrmación del hermano mayor para comenzar el desfile. Las esbeltas banderolas, -nuestros genuinos guiones- de Humildad y Soledad tremolaron en la húmeda tarde-noche y los niños del orfanato iniciaron la carrera portando velas encendidas, seguidos de penitentes con túnicas y caperuzas moradas. Estandartes de las diferentes congregaciones religiosas antecedían al pequeño y sobrio paso de la Cruz y después de otra hilera de nazarenos, la Cruz Parroquial de primera clase, con manga negra, ciriales, clero y cantores, así como cuatro acólitos «que no cesan de turificar» precedían al paso con la urna «cuajado de flores naturales.»

Daban escolta una sección de romanos, con lanzas y rodelas. Seguían mas nazarenos, estos con túnicas y capirotes negros y en el centro «palio guiado por penitentes, trompeteros y banderín del Senado y Pueblo Romano» y los miembros de la junta de gobierno, seguidos de numerosas señoras con cirios encendidos, formando filas, precediendo al paso de palio de la Soledad, al que daban escolta cuatro números de la Guardia Civil, tras el que fIgura un cura de la iglesia Mayor ofIciando de Preste, relevado, según la costumbre, al pasar la procesión a la altura del convento de las MM. Capuchinas, en la calle Larga. Cerraba el cortejo la comisión municipal presidida por el alcalde, Luis Portillo, guardia municipal y la banda de música. Dieron las once cuando terminó el tradicional sermón de la recogida, con el paso de la Soledad frente al púlpito, en el interior de la iglesia, a cargo del sacerdote D. Juan Luis Cózar. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz, del libro  agotado "Tradiciones religiosas de El Puerto de Santa María").

LOS ARMAOS DE EL PUERTO.
Desde el siglo XIX las crónicas hablan de la centuria romana que acompañaba a la hermandad de la Humildad y Paciencia, que con irregular trayectoria procesionaba intermitentemente en la Semana Santa de El Puerto. Hasta 1947 procesionó con esta cofradía (entonces residente en la Prioral) los romanos que formaban una banda de cornetas y tambores dirigida por Torriguera. En la foto aparecen varios componentes, en el claustro de San Agustín, desaparecido monasterio y patio del clausurado colegio, cuya imagen se encuentra en los archivos de la hermandad, que sufrió especialmente con el saqueo angloholandés de 1702. Paco González Luque está ultimando el libro que se editará con estos 400 años de la Humildad F.A.G.

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Aquel Sábado Santo de 1977, el 9 de abril, la mitad de los españoles disfrutaban de sus vacaciones de Semana Santa o estaba viendo procesiones cuando, llegó la noticia de la legalización del Partido Comunista de España. El presidente del gobierno Adolfo Suárez, y el Secretario del PCE, Santiago Carrillo, habían acordado tras arduas negociaciones que ‘el Partido’, como se le conocía en el periodo predemocrático, sería legalizado aquel Sábado Santo. La paradoja se daría que la legalización del PCE llevó aparejado un claro declive político y electoral, tras tantos años de militancia clandestina.

El libro de Joaquín BardavíO 'Sábado Santo Rojo', publicado en 1980.

La noticia saltó a las seis de la tarde de los teletipos de la agencia de noticias Europa Press y de ahí, a Radio Nacional de España. Un descompuesto Alejo García, que casi sin aliento tras la carrera que se pegó entre la sala de teletipos y el estudio, leía ante los micrófonos de RNE: «Señoras y señores, hace unos momentos, fuentes autorizadas del Ministerio de la Gobernación han confirmado que el Partido Comunista...perdón... que el Partido Comunista de España ha quedado legalizado e inscrito en el... perdón... (ráfaga musical)... Hace unos momentos fuentes autorizadas...(ráfaga musical)». Luego, la televisión, los periódicos...

Resumen de Televisión Española.

¿Donde estaban?, ¿Que pensaron? ¿Que hicieron?

Estos 10 portuenses nos cuentan como vivieron aquella jornada, el momento político más delicado de la Transición Española, hace 34 años.

Francis Gómez Real.
Gerente bar la Draga/Herrería.

"Tenía seis años y no lo recuerdo, pero tuvo que ser muy bonito. Cuando tomé conciencia de que significaba aquello, aprecié la importancia del momento histórico y lo que suponía para la libertad en España, independientemente de mi forma de pensar. No todos tenemos que pensar igual, pero defiendo que cada uno pueda hacerlo libremente".

Miguel Marroquín Travieso.
Jubilado, ex militante del PC."

Tenía 34 años y estaba en casa. Al enterarme por la radio, yo como otros nos dirigimos a la sede oficiosa del Partido Comunista en la calle de Los Toreros. Allí nos congregamos junto a Antonio Álvarez Herrera, mi mujer Maruja, Manolo Espinar Galán, Rafael Gómez Ojeda, mi hermano Pepe Marroquín 'el Bloque', José María García Caballero 'el Carnicero', Antonio Ortega, ... Lo celebramos y preparamos la jornada del día siguiente en la que, en el Parque Calderón voceamos en libertad el periódico 'Mundo Obrero' y vendimos insignias y otros reclamos con los símbolos del PC".

José Puente García.
Estudiante universitario jubilado. Falangista.

"Tenía 45 años y me cogió en Arcos de la Frontera donde estaba con mi mujer y mis hijos para ver las procesiones y el domingo la suelta del toro. Como estaba desconectado de prensa, radio y televisión, relacionándome solo con el pueblo llano, me enteré de la noticia al regresar a El Puerto. No me cogió de sorpresa pues era algo que se rumoreaba desde hacía días. Tuve una sensación confusa al vivir la noticia a toro pasado pues, efectivamente, el gobierno había utilizado el efecto sorpresa. Salvo los interesados, la gente estaba a lo suyo".

Francisco M. Arniz Sanz.
Pintor y Crítico de Arte. Colaboró en la clandestinidad con en el PSUC, versión catalana del PC. Ex concejal del PP.

“El día que legalizaron el PC estaba en Barcelona, donde vivía desde 1971, celebrando con amigos la legalización con champán y tarta personalizada con emblemas del partido. Vivimos la alegría por la legalización del último partido que quedaba por legalizar y que de no haber ocurrido no se hubiesen celebrado unas elecciones completamente libres. Como tampoco hubiese podido regresar nuestro ilustre paisano, Rafael Alberti. Publiqué por esas fechas el libro ‘Homenaje a Rafael Alberti: Del Corazón de mi pueblo’, en edición cuatrilingüe. También, entre marzo y abril, publiqué en Madrid, un estudio bio-bibliográfico sobre el poeta, en la revista ‘Galeradas’.

José Luis Jiménez Alcázar.
Propietario del restaurante 'Pescados Capitales'.

"Tenía 33 años y estaba en Madrid, donde regentaba en el Paseo de la Castellana el restaurante 'Sansofé', que en guanche significa 'bienvenido'. Estaba en mi casa, vivía en la calle Dr. Fleming, 54 donde además tenía la oficina. Al bajar a la marisquería que había en los bajos de mi vivienda, el dueño me espetó: "¿Tu te crees que hay derecho que hoy hayan legalizado a los rojos?". Subí a casa y avisé a mi mujer e hijos que tuvieran cuidado por los posibles altercados que se pudieran producir, algo que no sucedió. A mi también me molestó la fecha elegida".

Paco Artola Beuzón.
Jubilado. Militante del PC.

"Tenía 41 años y estaba viendo una película en el Cine Moderno junto al sindicalista Paco Ibañez, cuyo nombre no consigo recodar. Así que me enteré dos horas mas tarde que el resto de los españoles porque, no fue hasta llegar a mi casa, en la Barriada José Antonio cuando me dieron la feliz noticia. Bien es verdad que en la calle ya había una cierta tolerancia hacia nosotros, los comunistas. Me quedé en casa comentándolo con mi mujer ya que nunca me han llenado los entusiasmos del momento".

Fernando Mora Eliso.
Ex director de SAFA-San Luis.

"Tenía 27 años y venía de viaje desde Bujalance, donde estaba de director del colegio de SAFA en dirección El Puerto. A la altura de Córdoba me enteré por la radio de que se había legalizado el PC. Muchos pensamientos vinieron a mi mente. Yo creía en la democracia y creía que aquello era factible. Me acordé de Julio Anguita, cuya primera mujer era de Bujalance y que me había ayudado en numerosas ocasiones desde Córdoba. En El Puerto me incorporé a los cultos religiosos del Sábado de Resurrección y, a mi regreso a Bujalance, pude compartir la satisfacción de los comunistas sabedores todos que, con aquella legalización, se iba a posibilitar que la democracia lo fuera de lleno".

Enrique Pedregal Valenzuela.
Ex alcalde pre democrático de El Puerto. Empresario.

"Tenía 40 años y formaba parte de la Corporación que presidía Manolo Martínez Alfonso, como Teniente de Alcalde. Con él nos reunimos --yo pensaba que era contrario-- y resultó que le pareció bien la actuación del gobierno pues a su juicio "se iban a acabar las rencillas". También estuve con el ex alcalde Fernando T. de Terry y otros concejales que pertenecieron a su corporación. "¡Bueno se van a poner los militares!", exclamé. Llamé a la Base de Rota donde tenía amistades y hablé con  el almirante ¿Ricardo Cruz? que no lo sabía, creo que por falta de diligencia de los oficiales que estaban de guardia. Recuerdo que afirmé: "Por fin vamos a saber quienes son", pues aunque se conocía a los líderes locales, el grueso militaba en la clandestinidad".

Rafael Gómez Ojeda.
Ex alcalde comunista. Jubilado.

“Tenía 43 años. Sabíamos algo, pero no se podía decir. Estábamos casi convencidos de que iba a pasar. Santiago Carrillo había dado la consigna de que no saliéramos a la calle, ni lo celebráramos con gritos, no fuera a parecer una revancha. Parecía que no iba a llegar nunca y es que nunca llegaba, pero el sueño se vio cumplido. Me acordé de mi padre, fusilado durante la Guerra, que dio su vida por la libertad. Y ya podíamos decirlo, recordarlo, sin temor y expresar nuestros sentimientos. Al día siguiente, los camaradas fuimos al Parque Calderón, con un clavel en la solapa y nos pusimos a celebrarlo invitando a una copa a todo el que quiso que pasaba por allí, en el desaparecido bar existente frente al también desaparecido carrusel de los caballitos.

Fue una alegría mas grande que cuando se murió Franco: una explosión de alegría”.

Fernando Gago García.
Ex alcalde independiente. Emérito de RRPP.

"Tenía 36 años y me  dirigía a la Casa de Ejercicios de 'La Inmaculada' de los Jesuitas a los oficios del sábado santo: la vigilia de Pascua de Resurrección y bendición del Cirio Pascual cuando, por la radio me enteré de la noticia. Y pensé 'Mira que bien, ya estamos todos unidos en paz'. Lo atribuí a los buenos oficios de S.M. el Rey". (Texto: José María Morillo).

Francisco Arniz celebrando, puño en alto, la legalización del PC. Le acompañan Amador Rey Fondo y Javier Aragüez

Rafael Gómez Ojeda, en el centro de la imagen, durante una concentración pro Aministía política en Cádiz, un año antes. Al final de la misma fue detenido junto a Rafael Román, José Ramón Pérez Díez-Alersi (a la izquierda de la imagen) y otros.

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Las agujas del frío de la madrugada las recuerdo clavadas en mi cara infantil, sorprendido, medio despierto de un sueño-vela, inquieto, expectante, ilusionado, cuando salíamos mi padre, mis hermanos y yo, calle San Juan abajo, para la Prioral a eso de la una de la noche del Jueves al Viernes Santo. Mi padre vestía la túnica de nazareno, del Señor, y , nosotros, las dalmáticas de acólitos. /El autor de la nótula, revestido de acólito, en la época que recrea.

Recién peinados, con fijador ‘Lucky’, revestidos de nuestras albas de encaje, planchadas y rizadas por las Madres Capuchinas y, encima, las dalmáticas moradas, con su cuello y su fiador, oliendo a alcanfor, que se mezclaba con el amargo humo de la retama, del horno de pan vecino, con la humedad de la rociada, con el frío, atravesábamos la puerta del Taller. Allí nos esperaba el Arcipreste del Partido, el Cura Propio de la Prioral, el Dr. Don Antonio Cía Moreno, con su sotana, su bonete de borla roja y su larga boquilla liada de 'papel de oficio' del Juzgado que le proporcionaba su sobrino Antonio Carmona, desde que el médico le dijo una vez que se retirara del tabaco.

«--Ya está aquí la Comunidad de Venerables Granujas», decía el Cura, señalándonos a los que vestíamos dalmáticas. Nos habíamos estrenado en salir en el Nazareno, la Venerable, Ilustre y Antigua Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén, María Santísima de los Dolores, San Juan Evangelista, Orden Tercera de Servitas y Cofradía de Ánimas de San Nicolás de Tolentino, a la imagen y semejanza de la ‘Madre y Maestra’ de Sevilla. La Cofradía se fundó en el siglo XVII, en el convento del Sr. San Agustín, donde tuvo capilla propia, con camarín, un buen retablo, y muchas arañas de cristal que lo iluminaban. El Nazareno, con eso de venerarse en el Barrio de Guía, fue erigido en Protector de las Galeras Reales de España, que tenían su base e invernadero en el frontero río Guadalete desde tiempo inmemorial. /En la imagen, Antonio Cía Moreno, párroco de la Prioral en aquella época.

Aquel era el primer trasnoche de nuestras vidas y todo nos sabía a nuevo, nos sorprendía, nos sobrecogía y nos ilusionaba. Allí, con túnicas nazarenas -del Señor o de la Virgen-, las caras que habíamos conocido en el "desayuno del Nazareno", que se daba en mi casa, no bien acabada la misa de Comunión del Quinario y antes de la Función Principal: Don Francisco Quijano Rosende, Don Antonio de la Torre, José Ríos Santaorosia, Don  José Bononato, Carlos Zamora, 'Poniqui', Antonio González Rivera, Stenterello Rosario Ventura, Fernando Arjona, Eustasio Torrecillas, mis tíos José Moresco y Diego Muñoz, Lorenzo Boragno, Domínguez, Piñero, Rafael, Miguele Forte, Jesús Rodríguez Neto, José Muñoz Carrera, Tato y Paquito Quijano, Arturo Garrido, Paco Blandino y casi para de contar.

Los nietos del autor de la nótula y un nieto de Serafín Álvarez-Campana, de monaguillos, en la procesión de la Patrona.

A la salida procesional, la salvaban, las ‘representaciones’ multicolores, con sus guiones, sus estandartes, sus varas.... y  las mujeres, en tan gran número, que ‘en manada’ como se decía, ocupaban más de un centenar de metros lineales. Le daba cierto toque de ancestral manifestación barroco-religiosa la presencia del ‘Tío de las Cadenas’, y el ‘Tuerto del Resbaladero’ con la cruz al hombro, y Milagros Góngora Caballero, vestida de túnica y antifaz, la única mujer a la se le permitió ceñir el hábito nazareno porque tenía una promesa de ir detrás del Cristo pidiéndole por la salud de su hija Manuela.

Cuando Antonio Bernal Ortega, Antoñito ‘el Sacristán’ se dirigía a la Puerta del Perdón de la Iglesia y tomaba la soga de la campana grande, todo el mundo callaba. Treinta y tres veces sonaba el badajo sobre el bronce. Eran las treinta tres campanadas, por los treinta y tres años de la vida de Cristo. Silencio. Y se hacía un silencio sepulcral. Se abría la Puerta del Sol. La gente se esperaba reverente y callada en la plaza y por la calle Palacios abajo. Se acababa de recoger, en la Capilla de la Aurora la Humildad y Paciencia. Los mismos cargadores que la habían llevado, llevaban ahora los dos pasos de ‘El Silencio’. Yo no sé cómo esos hombres tenían cuerpo para tanto.  Los guiones flameaban por la plaza, las ‘representaciones’ salían tras sus estandartes. Luego, un pequeño número de penitentes nazarenos con la túnica y la capa de lana virgen blanca y los vivos, la botonadura, el cíngulo y el antifaz, morados. En rojo, sobre el hombro de las capas, a la izquierda, campeaba el Corazón de María traspasado por las siete espadas y, dentro de él, la Cruz quíntuple de Jerusalén. El estandarte bordado que hiceron en Valencia, en ‘Casa Garín’, y, por fin, el paso del Cristo. /A la izquierda, Antonio Bernal Ortega, Antoñito 'el Sacristán'.

Luis, Jesús y Juan Suárez Ávila, de pequeños, revestidos para acompañar al Nazareno.

Delante, inquietos, los acólitos de las dalmáticas moradas. Guiándolo, el hermano Luis Suárez Rodríguez, con túnica y antifaz y, debajo, la cuadrilla de los ‘Paquis’: ‘El Niño Chico’, ‘Tarugo’, ‘Panete’ y Gatica, de pateros. Las órdenes, escuetas, casi rumoreadas, sin que se percibieran, sino por ‘los de abajo’: (¿Prevenidos?; ¡Los delante a la derecha los de detrás a la izquierda!, o viceversa y ¡Fondo!). Tan sólo el llamador de hierro rompía aquel silencio. Con paso corto, arrastrando las alpargatas, sin mecido, hacia delante, el Nazareno de Pedro Roldán, con su túnica de terciopelo rojo, que le hiciera doña Cruz Hernández con las cortinas del salón de su casa-bien-venida-a-menos, y su rica Cruz de laca oriental barroca, hacía su aparición, entre los cuatro candelabros con veintiocho parabrisas con sus velones, sobre el ‘paso’, de caoba y cedro, que encargara el hermano Juan Avila y tallara José Ovando Merino.

La Guardia Civil, de gala, con correajes amarillos, y tricornios de fieltro, galoneado de castillos y leones, se incorporaba, escoltando el paso, con los fusiles a la funerala.  Detrás, la figura, escueta y alta, impresionante, del ‘Tío de las cadenas’, un vendedor ambulante de caramelos, que por promesa se ataba a los tobillos unas gruesas cadenas de cinco metros de longitud, ‘ida y vuelta’, que iba arrastrando desde que salía hasta que entraba la procesión. Y el ‘Tuerto del Resbaladero’ y ‘Saldiguera’ y Milagros Góngora Caballero, y multitud de mujeres.

De pronto, en el recogimiento de la noche, cortaba la saeta. ‘Silencio, pueblo cristiano…’ Era Pellicer, o Laynez, o ‘el Azotea’, o Arana, o Juanito Arjona, o Milagritos Forte, o Esperanza López, o Matiola, o Gatica... Cada vez que hacía ‘fondo’ el paso del Cristo, cada vez, una saeta. Era inevitable.  Una saeta, o dos, o tres. Calle Palacios abajo, Vergel, Plaza de las Galeras, calle Luna. Mi padre procuraba ordenar ‘fondo’ al pasar el paso en la esquina con la calle Misericordia y, entre los visillos del balcón, aparecía la silueta de la cara de su madre, mi abuela María de los Ángeles. Y mi padre miraba hacia arriba y se complacía de poder complacerla.

Calle Larga, a la derecha... El escueto paso de palio, con sus diez varales, de la Virgen de Ovando, confortada por el San Juan de Pedro Roldán, firmado tres veces, requiere detenerse en él. Lo primero, por el atuendo de sus imágenes: la Virgen vestía la saya y el manto de tisú de oro que le regaló don Francisco Quijano, el esposo de la camarista, Doña Luisa Aquino y Arnosa, la diadema de plata dorada que diseñó y regaló mi tío Juan Avila. Iba radiante, con el rostrillo de encaje, salpicado de joyas, y, en su mano derecha un pañuelo bordado. El San Juan, que vestía mi madre, llevaba una túnica que había sido del Cristo, y un mantolín que se le hizo del traje de una novia judía-sefardita de Marruecos. Se tocaba la impresionante cabeza de Roldán, con un nimbo de plata barroco que todos los años se le pedía a las monjas Comendadoras del Espíritu Santo. /En la imagen de la izquierda, María Santísima de los Dolores.

El palio, sin ser rico, era elegante. Morado, de terciopelo, estaba bordado en oro con motivos vegetales, cartelas con símbolos de la pasión y, en el fondo, al centro, el escudo de la Hermandad. Los respiraderos fueron obra del maestro Arjona, en lo que a carpintería se refiere, y, de mi padre, las excelentes cartelas pintadas con escenas de la calle de la Amargura. Pero al paso, por lo reducido, le decían ‘la caja de cerillos’. Ahora, que lucía, con la cera ardiendo y los gladiolos y los alhelíes blancos, entresacados con papaver, como el mejor paso de Sevilla.

Lo mandaba el hermano Don Antonio de la Torre González, a quien se conocía, pese a estar su rostro tapado, por cierta berruguita negra con  pedúnculo que tenía en el párpado derecho, junto a la nariz, que le salía por uno de los ojos del antifaz nazareno, y , por la tos, (Ején, ején) que tenía, de vez en cuando, como un tíc nervioso.

Detrás del paso, de preste, siempre iba Don Antonio Lobo, de capa morada, con bonete. Este sacerdote se prestaba humildemente a todos estos menesteres enojosos y cansinos, y estaba presente de celebrante o de capero en todos los entierros y capellanías, porque, aunque suspendidas las licencias para confesar, tenía que ingeniárselas para sacar adelante a su prole clandestina y sacrílega. Murió santamente, como había vivido, aunque esclavo de su fogosidad juvenil y de la carne débil --o dura, según la parte--, en el Hospital de Venerables Sacerdotes de Sevilla.

Dejamos al Cristo enfilando la calle Larga, a la derecha. Y bien larga que se hacía, porque la procesión llegaba hasta la Plaza de los Jazmines y volvía por la calle Cielos, Vicario y a su templo. Serían las siete de la mañana cuando el Nazareno entraba por la Plaza de la Iglesia, abarrotada de fieles, porque infieles es que no los había en aquellos años, o, por lo menos, no se manifestaban como tales.

El paso del Cristo entrando en la Prioral por la Puerta del Sol.

Nada de palmas, ni de vítores. Un respeto religioso presidía todo el cortejo. Y el ambiente. Silencio. El paso del Cristo daría la vuelta sobre el empedrado de la Iglesia. Con las maniguetas, casi daba en las columnas. Pero no las rozaba. Fondo y para dentro. Acaso una saeta o dos. Silencio. Mujeres; penitentes de la Virgen. A la altura de la casa de don Francisco Muñoz Seca se apreciaba la luz de la cera del paso de palio. Silencio.

Cuando la Virgen con San Juan, daban la vuelta sobre el empedrado y entraban por la Puerta del Sol, las dos pesadas hojas se cerraban. La procesión había terminado. Y el silencio seguía. El Alcalde dictaba todos los años un bando ordenando la suspensión de los espectáculos, la prohibición de la circulación rodada, el cierre de los bares... Silencio. Era ya Viernes Santo y el silencio se estrenó a las doce de la noche, una hora antes de salir por las puertas de la Prioral ‘El Silencio’. (Texto: Luis Suárez Ávila).

Los tres hermanos Rodríguez Román vestidos de Guardia Municipal de Gala, vulgo 'plumeros' a las puertas del antiguo ayuntamiento portuense. Manolo (cabo), Guillermo (casado con Vicenta, la hija de la panadera) y Vicente.

Durante la década de los setenta del siglo pasado, invitados por la Hermandad de Jesús Cautivo --en realidad es Real, Muy Ilustre y Venerable Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Cautivo, María Santísima de la Trinidad Coronada y del Glorioso Apóstol Santiago--  de Málaga, una patrulla de la Guardia Municipal de Gala de El Puerto, acompañaba junto a una representación municipal a esta imagen en su traslado desde la iglesia de San Pablo a su trono procesional, todos los viernes de Dolores, recorriendo el barrio de la Trinidad malagueña.

José Arena Navarro, Cabo, José Muñoz Martínez, Juan Manuel Marroquín. José Carrasco Mateo. Conducía el Land Rover, en aquellos viajes a Málaga el guardia municipal Manuel Quirós (que no aparece en la fotografía), formados en las calles de Málaga.


La Guardia Municipal de Gala, desfilando por las calles de Málaga. Al frente de la misma, el Cabo Arenas.


Desfile procesional de la representación municipal. De izquierda a derecha,  los tenientes de alcalde Enrique Pedregal Valenzuela, Francisco Javier Merello Gaztelu y Diego Mora.

Durante dicho recorrido se visita a los enfermos en el Hospital. Este Cristo ha sido exaltado hace algunos años por el humorista y cofrade Angel Garó. Desde el año 2010 se ha trasladado al sábado, para propiciar mayor presencia de público y fieles, algo que se ha convertido realmente en una marea humana.

Retablo azulejo de 20 piezas (5x4) existente en la calle de Jesús Cautivo, inaugurado en febrero de 1972.

A la espalda del antiguo ayuntamiento, en la calle Jesús Cautivo, --cuyo nombre ya consta en el nomenclator de calles de 1874, acaso debido a alguna imagen que se pudiera venerar en el antiguo Convento de Descalzos-- existe un azulejo con ese nombre «Calle Jesús Cautivo, milagrosa efigie que se venera en la iglesia de San Pablo de Málaga». El azulejo fue realizado en los talleres malagueños de J. Ruiz de Luna. /Juan Melgarejo Osborne, a la sazón alcalde de la Ciudad, inaugurando el azulejo.

El 28 de febrero de 1972, la Junta de Gobierno de la hermandad malagueña se trasladó a nuestra Ciudad, acompañada por una representación municipal del ayuntamiento de la capital malacitana, para descubrir el azulejo mencionado.  La calle Jesús Cautivo se llamó en la antigüedad, calle Yeserías, acaso por las calerías o polveros existentes en dicha calle que proveían de material de obra para construcción y reformas.

Escuadra mixta de la Guardia Municipal de Gala de Málaga y El Puerto, en la calle Jesús de los Milagros el día 28 de febrero de 1972, durante la inauguración del azulejo que lleva el nombre de la cofradía malagueña.

En la imagen el casco de los uniformes de gala. Como curiosidad se puede decir que uniforme y cascos fueron comprados, de segunda mano, a la Guardia Urbana de Barcelona; aparece el escudo de la Ciudad Condal en el casco. Tradicionalmente el ayuntamiento de la epoca adquiría la uniformidad de los guardias en Sevilla, en los Almacenes Pedro Roldán.

El Ayuntamiento tuvo una escuadra de Agentes de Policía de Gala con uniforme  isabelino y sombrero tipo ros, que estuvo funcionando durante algunos de los mandatos de Independientes Portuenses, habiendo desaparecido en la actualidad.

Los 'plumeros' de gala, cerrando el cortejo de la procesión cívica, con la Corporación Municipal Bajo Mazas, camino de la Iglesia Mayor para asistir a la procesión religiosa de la Patrona. Año 2009. (Foto Juan de Dios Corzo).

Pregón de la Semana Santa 2010. Los 'plumeros' a derecha e izquierda del escenario.

En la actualidad, la Asociación Musical Santísimo Cristo del Amor, que preside Francisco Navarro García, hace las funciones de acompañamiento de gala, tanto en procesiones, como a la Corporación Municipal Bajo Mazas, en Plenos Solemenes de la municipalidad o en el Pregón de Semana Santa. El uniforme, inspirado en 'los plumeros' de la antigua Guardia de Gala porteña, sigue teniendo aceptación, como vitola de solemnidad y distinción en actos públicos civiles y religiosos.

1

(continuación).

Existen numerosos ejemplos de Vía–Crucis que se extendió por los diferentes pueblos y ciudades dada la dificultad de visitar los lugares pasionales en Tierra Santa, tiene ejemplos destacables en el siglo XVIII, citaremos el de Umbrete, el del Monasterio de la Encarnación de Osuna, el del convento sevillano de Santa Rosalía o los del Hospital de Mujeres gaditano.

DETERIORO.
El valor de las piezas del patio trasero de la Prioral es innegable, dada la escasez existente en la actualidad, si bien el deterioro que han sufrido es patente. Un estudio de las piezas nos permite contemplar como la ignorancia y el fundamentalismo pueden llegar a destruir una obra de arte, pues tanto las caras como en ocasiones los cuerpos completos de las figuras de sayones, judíos y romanos han sido literalmente picadas en los distintos retablos cerámicos que hemos tenido el privilegio de contemplar. Hay una pieza que se encuentra en estado aceptable y otras dos que aunque con desperfectos nos permiten hacernos una idea de lo que tuvo que ser el Vía Crucis en origen.

Las composiciones son sencillas, presentando los elementos necesarios para entender cada escena. Este conjunto de retablos del siglo XVIII, en su mayoría deteriorados, conforma la serie de piezas cerámicas más antiguas ubicadas en la actualidad en la ciudad. ??Representa los esquemas clásicos y habituales de los Vía Crucis de la época, desarrollando la misma hechura en las piezas, aunque elaborando en ocasiones algo más los dibujos, lo que revela la mano de un artista conocedor del género y que sin llegar a ser de una gran categoría, si es de mayor realce que otros que ejecutaban piezas cerámicas en la época que nos ocupa.

Habiéndose ya localizado las piezas en el interior de dependencias anexas al patio, hemos podido verificar que no se corresponde con el modelo de Jerusalén al tratar el primero de los retablos analizados el episodio de la flagelación en vez del de la Sentencia de Cristo.

Pero volvamos con las Estaciones de Penitencia.

El cuarto azulejo está también partido.

8ª ESTACIÓN: ENCUENTRO DE JESÚS CON LAS SANTAS MUJERES.
La pieza muestra los azulejos de la parte derecha con desperfectos, incluso el cuarto está roto en varias partes. A pesar de todo no es de las piezas más dañadas pues deja ver el rostro de las figuras secundarias, en este caso dos de las santas mujeres. Representa el pasaje bíblico del evangelio en el que Jesús se encuentra con las mujeres y les habla. ?Este pasaje está incluido en el Vía Crucis de Jerusalén.

Incluso las manos del Cristo han sido picadas en esta escena pasional.

9ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ.
El retablo muestra evidentes daños, las dos figuras secundarias han sido prácticamente borradas de él y los desperfectos son evidentes incluso en el cuerpo del mismo Cristo. Conjuntamente con las estaciones 1,2, 10 y 14 pertenece al grupo de las más maltratadas.
Este pasaje está incluido en el Vía Crucis de Jerusalén.

Las figuras que desnudan a Cristo han sido literalmente borradas.

10ª ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS.
En esta pieza los daños, realizados sobre las figuras secundarias han llegado a alcanzar incluso a la cara de Jesús.

La estación presenta daños hasta en el rompimiento de Gloria.

11ª ESTACIÓN: JESÚS ES CRUCIFICADO.
Varias roturas en las piezas, la cara de Longinos ha sido borrada al igual que el soldado encargado de clavar en la cruz a Cristo y hay golpes en los azulejos, de todas formas se deja ver una composición típica de las estaciones de Vía crucis de la época que reflejan este pasaje, incluyendo la cesta con los instrumentos de la pasión y el pequeño montículo desde el que la Virgen acompañada de san Juan contempla la escena, estas dos últimas figuras pudieran ser de una mano distinta a la que ejecutase el resto.
Las piezas 12,13 y 14 que indicamos a continuación se encuentran en dependencias no accesibles actualmente y solo ha sido posible su catalogación gracias a la gentileza de las cofradías de la Misericordia y de la Oración en el Huerto, cofradías portuenses que guardan sus enseres en estas dependencias.

En esta estación ha sido borrada la cara de Gestas el mal ladrón.

12ª ESTACIÓN: JESÚS EXPIRA EN LA CRUZ.
Al encontrarse en el interior del almacén de la cofradía de la Oración en el Huerto se ha preservado de posibles deterioros, amén de haber sido cuidada por dicha hermandad.

Solo presenta un desperfecto en la cara del mal ladrón que ha sido borrada de la cerámica. Este retablo carece de gloria, al igual que las piezas 12 y 13.

La estación trece conjuntamente con la doce y la cuatro son las mejor conservadas.

13ª ESTACIÓN: JESÚS ES DESCENDIDO DE LA CRUZ.
Conjuntamente con la pieza cerámica correspondiente a la cuarta estación es la que presenta menos desperfectos, estando prácticamente en buen estado salvo una lasca que ha saltado del azulejo número 6.
Al encontrarse en el interior del almacén de la cofradía de la Oración en el Huerto se ha preservado de posibles deterioros, amén de haber sido cuidada por dicha hermandad. Carece de gloria al igual que las piezas 11 y 14.

La estación más deteriorada conjuntamente con la primera es la catorce.

14ª ESTACIÓN: JESÚS ES SEPULTADO.
La pieza ha sido localizada en el interior del almacén de la cofradía de la Misericordia. Está severamente dañada, presentando pérdida tanto de esmalte como incluso de parte del bizcocho de algunos azulejos. Es la pieza peor conservada, presentando serios desperfectos en todas sus piezas.
Observamos rompimiento de Gloria en las piezas cerámicas comprendidas de la 1 a la 11 figurando la numeración de la estación a la derecha del espectador en las identificadas como estaciones 1, 3, 4, 5, 6, 11 y 13 (azulejo 2), mientras que las demás están numeradas a la izquierda (azulejo 1).
Se observa el empleo en primer plano de piedras y flores en todas las estaciones, que generalmente, salvo en el caso de las piezas 1 y 7 presentan solo los elementos o imágenes imprescindibles para entender la escena, procurando obviar cualquier otra cosa que pueda distraer la atención del espectador, pues este debe concentrarse en la contemplación de las escenas pasionistas. (Texto y fotografías: Alfredo García Portillo).

2

El origen de la devoción al Vía Crucis se debe a la práctica piadosa del ejercicio de recordar el recorrido que realizó Jesucristo desde el Pretorio hasta la cruz y posteriormente al sepulcro. Literalmente Vía Crucis, significa camino de la cruz. A lo largo del Vía Crucis, se representan distintas escenas de la pasión, ante las cuales se reza.

Éstas no siempre han sido las mismas, sino que han ido evolucionando a lo largo del tiempo, ello deberá ser tenido en cuenta a la hora de realizar el estudio de las piezas.

Al producirse las paradas ante éstas para proceder a rezar tal y como hemos comentado y al constituir propiamente detenciones en la marcha, se dio origen al nombre de estaciones. Cuenta la tradición que la Virgen, recorría el camino que recorrió su hijo Jesucristo y se paraba en aquellos lugares en los que éste había sufrido, besaba el suelo y oraba. Fue una peregrina española, la monja Egeria la que reflejó para sus hermanas de Galicia la idea de recorrer y describir los lugares santos, pararse en cada uno de ellos, leer el evangelio y rezar. Ella misma relata como los fieles durante el Jueves y Viernes Santo realizaban ya esta práctica en Jerusalén.

Acceso al Patio de la Prioral por la puerta contigua a la Capilla de la Aurora.

EXPANSIÓN POR EL MUNDO.
Durante los siglos siguientes son frecuentes las alusiones a esta forma de rezo que realizan los viajeros de la época.??En Jerusalén, a partir del siglo X comienza a existir una división entre las estaciones y en el XIII, se determina el lugar preciso de las paradas. Son diferentes autores los que reflejan también varios tipos de estaciones, llegando a quedar constituida a finales del siglo XVI con la forma que llegan a la actualidad.

Como quiera que las peregrinaciones originaban muchas molestias y gastos a veces cuantiosos, se llegó a esta forma de devoción a la Vía Dolorosa que se fue propagando por todo el mundo. Hoy día la representación del Vía crucis está en casi todos los templos e incluso en las calles de algunas ciudades y pueblos españoles.

Podemos ver dos azulejos en el patio trasero de la Iglesia Mayor Prioral.

PATIO TRASERO.
En una zona poco accesible en la actualidad, se encuentra el que da el título al presente artículo. El lugar, el patio trasero de la Iglesia Mayor Prioral de El Puerto de Santa María, deja ver una serie de diez piezas de las catorce de que consta el Vía Crucis.

Las otras cuatro piezas, se encuentran en el interior de dos almacenes construidos por dos de las cofradías portuenses, que tienen sus titulares en el interior de la Iglesia, lo que da por una parte la seguridad de que están siendo bien custodiadas, pero por otra la certeza de que la devoción al citado Vía Crucis caducó hace ya mucho tiempo. /A la izquierda azulejo del Via Crucis del Monasterio de la Encarnación. Osuna (Sevilla).

A la izquierda, esquema de la red modular de las piezas  que es de 2x3 azulejos.

DESPIECE.
El modelo de Vía Crucis que estudiamos podríamos encuadrarlo en la segunda mitad del siglo XVIII y es cercano en cuanto a estilo al del Monasterio de la Encarnación de Osuna.

A diferencia de éste, cada estación está compuesta por seis azulejos (13’5 x 13’5 cms. de lado) con una disposición de 3 filas por dos columnas, aplicable a todas sus piezas, si bien la estructura de la cenefa es variable.Se han utilizado los colores azul, verde musgo, morado, ocre y amarillo, como es común en la azulejería devocional de la época. El conjunto se encuentra enmarcado por una lista azul y exteriormente por una guardilla blanca con motivos ornamentales en azul de 7 cms. de ancho, lo que da una idea de la importancia que en principio tuvieron las piezas para aquellos que lo encargaron. En la parte superior un rompimiento de gloria.

La primera estación no coincide con la Sentencia de Cristo.

1ª ESTACIÓN DEL VÍA CRUCIS.
Se ha localizado la pieza en el interior del almacén de la Cofradía de la Misericordia, habiéndose comprobado que no corresponde a una estación de la Sentencia de Cristo, sino a la flagelación, por lo que no responde exactamente el Vía Crucis al modelo de Jerusalén. Esta escena fue una variación que se dio fundamentalmente en la segunda mitad del siglo XVIII y así  puede verse en otros Vía crucis de la provincia gaditana como por ejemplo el del Convento de los Capuchinos de Sanlúcar de Barrameda.
Por otra parte, podemos asegurar también que se trata de mutilaciones "de época", pues tanto ésta como el resto de piezas protegidas han sufrido daños en las imágenes de judíos, romanos y sayones que acompañan a las imágenes objeto de veneración en todas las piezas tanto ocultas actualmente, como visibles en el patio.
La escena presenta daños en todas sus azulejos habiendo sido destrozada literalmente una de las figuras de los sayones y presentando la otra imagen e incluso el Cristo daños importantes. La cenefa que lo rodea también está dañada.

La segunda estación presenta también graves deterioros.

2ª ESTACIÓN: JESÚS A LA SALIDA DEL PRETORIO.
Representa el momento en que se le entrega la cruz a Cristo. Tres figuras alredor del Redentor han sido mutiladas, es decir, literalmente picadas de la escena, queriendo que desaparezcan, una en su totalidad y otras, pies, caras y manos.
A diferencia de otros Vía Crucis (Ver por ejemplo piezas del Vía Crucis de los claustros alto y bajo del Hospital de mujeres de Cádiz, del de las calles de la ciudad de Valverde del Río o el de la iglesia de San Juan Bautista de La Palma del Condado), muestra como se le entrega la cruz a Cristo, mientras en éste, al igual que en el caso del de los Capuchinos de Sanlúcar, se le hace entrega de la cruz, presentándosele  de pie para que la abrace. Esta segunda estación se corresponde con la segunda estación del modelo de Jerusalén.

La tercera estación es de las menos deterioradas.

3ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ.
De esta escena han sido picadas las caras de los dos soldados que acompañan a la imagen de Cristo, así como los brazos de uno de ellos, aún así no es de las piezas más deterioradas y estaría a tiempo de una intervención.
Esta tercera estación se corresponde con la tercera estación del modelo de Jerusalén. Su tradición es apócrifa.

La estación mejor conservada de las que se encuentran en el patio, es la cuarta.

4ª ESTACIÓN: ENCUENTRO DE JESÚS CON SU MADRE.
Es la mejor conservada de todas las piezas que hemos podido ver del Vía Crucis. Revela el uso de los colores más habituales en la azulejería devocional de la época (azul, verde musgo, morado, ocre y amarillo). La iconografía de la pieza nos muestra una tradición apócrifa, según la cual Jesús se encuentra con su Madre en la que luego sería denominada en Jerusalén como calle de la Amargura.

La estación quinta también se corresponde con el modelo de Jerusalén.

5ª ESTACIÓN: SIMÓN DE CIRENE AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ.
La cara tanto de Simón de Cirene como del soldado que presencia la escena han sido picadas y literalmente borradas, otros golpes han impactado sobre los azulejos que forman la pieza. Las piezas 6 y 7 que indicamos a continuación se encuentran aún tapadas y protegidas al haberse procedido a realizar una restauración del entorno, por lo que su catalogación ha sido posible gracias a los permisos obtenidos.

La estación sexta presenta daños de consideración.

6ª ESTACIÓN: ENCUENTRO DE JESÜS CON LA SANTA MUJER VERÓNICA.
La imagen del sayón que hostiga a Cristo ha desaparecido de la escena.  El azulejo número 3 es el más dañado, y el 4 y el 5 presentan pérdidas de importancia.  La guardilla muestra también evidentes signos de daños.

La estación se corresponde con la sexta del Vía Crucis de Jerusalén. También en este caso se nos representa una tradición apócrifa.

Como en la mayoría de las estaciones en primer plano se muestran piedras y flores.

7ª  ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.
Los azulejos 3 y 4 son los que presentan desperfectos más graves, habiendo desaparecido la parte superior de una de las imágenes de los sayones.
En los azulejos dos y cuatro se deja ver una construcción con diferentes tonalidades y colores empleados en la pieza cerámica, lo que revela un determinado interés en el empleo del color y da cierta profundidad a la composición. La estación se corresponde con la séptima del Vía Crucis de Jerusalén. (continuará).
(Texto y fotografías: Alfredo García Portillo).

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