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El Puerto es una ciudad muy relacionada de forma directa con Cristóbal Colón y con América. Cuenta fray Bartolomé de las Casas que “un marinero tuerto” le dió información a Colón “estando en El Puerto de Santa María” sobre “aquella tierra a la cual no pudieron llegar los terribles vientos”. También lo menciona su hijo Hernando Colón en su Historia del Almirante. Lo cierto es que el navegante pasó dos temporadas, al menos, en El Puerto: una entre los años 1484 y 1486 ó 1490 y 1491 (según diferentes investigadores), en la que preparaba el viaje del descubrimiento, y otra en 1493, organizando el segundo viaje al continente americano.

Esta ruta trata de descubrir y mostrar (en lo posible) El Puerto que vivió Colón: una villa marina y marinera, poblada de gentes de la mar (carpinteros de ribera, calafates, estibadores, marinos, marineros, cartógrafos, comerciantes, armadores, rederos, cordoneros, pescadores,...) y de edificaciones marítimas (muelles, varaderos, almacenes, hospital de San Telmo, Cruz de los Calafates, aduana, ermitas de Guía y de Santa Catalina, ...) en la que el río Guadalete, eje de su asentamiento y actividad, tuvo una destacada función.

La tradición marinera con que contaba El Puerto de Santa María propició la presencia de Colón en la ciudad para la gestión de su proyecto. En el descubrimiento americano esta ciudad participó con la carabela La Niña, armada en astilleros portuenses, y con la nao Santa María, cuyo piloto, Juan de la Cosa, (en la ilustración de la izquierda) acompañó a Colón en los dos primeros viajes y es autor del mapamundi que fuè realizado en El Puerto en el año 1500.

Desde El Puerto partieron otras expediciones que realizaron importantes descubrimientos geográficos: la de Alfonso Ojeda (1499-1500), en la que participaron Juan de La Cosa y Américo Vespucio, y la de Rodrigo de Bastidas (1504), donde iba de nuevo Juan de la Cosa y Vasco Núñez de Balboa.

Primer Mapa Mundi. Juan de la Cosa. Año 1500. El Puerto de Santa María.
Ver más información en nótula núm. 584 de GdP.

Como consecuencia de la conquista y colonización americana El Puerto de Santa María participó del comercio a gran escala con América, lo que movió la economía de la ciudad durante toda la Edad Moderna. América significó desde entonces un nuevo rumbo para la ciudad de El Puerto y toda la bahía de Càdiz. Como resultado de esta relación, El Puerto cuenta con un notable patrimonio cultural, en el que destaca un tipo de edificación característico: las casa-palacios de cargadores a Indias, construidas en los siglos XVII y XVIII. También se realizaron y donaron obras de arte de carácter religioso. La relación con el continente americano se siguó manteniendo posteriormente y continua en la actualidad.

ITINERARIO

1.    San Blas, San Telmo y Espíritu Santo
De izquierda a derecha, observamos los tres edificios. La ermita de San Blas es el más antiguo. A partir de ella fueron levantados el hospital de San Telmo, dedicado a gentes del mar, y el convento del Espíritu Santo. Éste fué iniciado en el siglo XV, ampliado en el siglo XVIII y remodelado en 1851.

2.    Ribera del Guadalete
Desde los restos del estribo del puente del siglo XVIII puede observarse el Guadalete, que en el siglo XV corría sin canalizar. Ésta era zona de varaderos, careneros, embarcaderos y atarazanas.
A nuestra izquierda observamos el Monasterio de la Victoria comenzado en 1504 en las cercanías de la ermita de San Roque, existente en el siglo XV. En la Sierra de San Cristóbal estaba la ermita de Sidueña.
En la otra orilla o “la otra banda del río”, zona de esteros y marismas, continúan como entonces, las importantes salinas de El Puerto.

3.    Soportales de la Ribera
A espaldas del mirador seguimos la línea de soportales, que en El Puerto son más conocidos como “los portales”. Servían de abrigo para la realización de diferentes actividades. En este lugar se encontraba en el siglo XV la “cruz de calafates”, aproximadamente en la embocadura de la calle Caldevilla. Muy cerca de esta cruz estaba la ermita de la Consolación.

4.    Ribera del Río
El nombre de esta calle es muy significativo. También lo es el de la calle Puerto Escondido, que hace referencia a un antiguo embarcadero.
Debido a los muchos meandros que tenía el curso del Guadalete, la zona ribereña pudo estar más retrasada en el siglo XV en algunos tramos.

5.    Continuación de la Fachada al río
Pasamos la plaza de la Herrería, abierta al Guadalete, y seguimos por la C/ Jesús de los Milagros, a cuya derecha, entre ella y la C/ Misericordia, continuaba la fachada fluvial de la ciudad. La fisonomía de toda la ribera cambió a mucho a partir del siglo XVI.
Obsérvese cómo a partir de su cruce con la C/ Palacios, el terreno se eleva suavemente.

6.    Castillo San Marcos
En la segunda mitad del siglo XV pertenecía ya a los Duques de Medinaceli y era sede del cabildo de la villa. Es resultado de la transformación de la mezquita del siglo X en la iglesia-fortaleza cristiana, en la segunda mitad del siglo XIII.
Fue uno de los principales santuarios peninsulares, dada la fama milagrosa de su titular, a la que Alfonso X El Sabio le dedicó veinticuatro de sus Cantigas: un corpus conocido como el cancionero de Santa María do Porto.

7.    Plaza de Juan de la Cosa
La plaza de Juan de la Cosa ocupa lo que fue el antiguo pósito o alhóndiga de la ciudad, cuya fachada, del siglo XVIII, ha quedado desplazada al fondo.
Una reproducción cerámica de la carta naútica y un busto del cartógrafo recuerdan la figura del piloto de la nao Santa María y autor del primer mapamundi, cuya leyenda dice: “Juan de la Cosa la fizo en El Puerto de Santa María anno de 1500”.

8.    Bajada del Castillo.
En nuestro recorrido hemos ido subiendo sobre le nivel de la ribera hasta el pequeño promontorio sobre le que se levantó el santuario-fortaleza, hoy Castillo de San Marcos.
Ahora continuamos por la bajada del Castillo, que en el siglo XV, era zona de embarcadero y diversas actividades relacionadas con el río y el mar.

9.    Plaza de Colón
Constituía también zona ribereña en la época de Cristóbal Colón. El actual azulejo es una reproducción del que fué instalado en 1938, año de la remodelación del lugar.
En lo alto estaba construido en el siglo XV un mesón conocido como Posada del Toro, que pertenecía a la familia de los Valera.

10.    Antigua Aduana Ducal
Edificio de la antigua Aduana Ducal del siglo XV.

Los dos escudos de la fachada corresponden a la familia de la Cerda, duques de Medinaceli. El actual es una ampliación del primitivo edificio del siglo XV.

11.    Calle Palacios
Es una de las principales arterias de la ciudad. Debe su nombre actual a que estaba limitada por la antigua aduana, que probablemente, en algún momento, al igual que el castillo, fue residencia ducal, y el nuevo palacio que levantaron los duques  siglos más tarde frente a la Iglesia Mayor Prioral, que, desde aquí, vemos al fondo.

12.    Iglesia Mayor Prioral
En los últimos años del siglo XV esta iglesia estaba aún en construcción.
Una de las principales capillas que se abrieron en el interior del templo, la primera al lado del Evangelio, dedicada a la virgen del Rosario; fue de la familia Valera, a la que pertenecían los alcaides Diego y Charles de Valera, miembros distinguidos del gobierno, que jugaron un papel directamente relacionado con la empresa de las Indias.

13.    La Placillla
Este lugar sigue siendo la zona de mercado de la ciudad, como ya lo era en el siglo XV. Las antiguas carnicerías estaban donde se encuentra el popular Bar Vicente. Sus sucias aguas, cargadas de desojos, iban a parar al río a través del caño de la villa, que corría bajo la calle Ganado.
Nuestra ruta continúa por la calle Ricardo Alcón o calle del Muro, por donde discurría la antigua muralla de la ciudad.

14.    Carta sobre Colón y mapamundi de Juan de la Cosa
En el Centro Cultural Municipal Alfonso X El Sabio podemos ver reproducciones de dos documentos claves sobre la relación de El Puerto y Cristóbal Colón con el descubrimiento de América: la carta de 19  de marzo de 1543 en la que el Duque de Medinaceli informa a su tío el cardenal Mendoza de su relación con el descubrimiento del nuevo continente, y el mapamundi de Juan de la Cosa.

15.    Muelle de las Galeras
Pasando la plaza de la Herrería atravesamos por lo que hoy es Parque Calderón y llegamos al antiguo muelle de las Galeras, cuyo nombre se debe a que en él se aprestaban las galeras reales que fondeaban en el Guadalete, cuya misión era defender la costa.
Actualmente el muelle se denomina de San Ignacio, y es punto de atraque del Vapor del Puerto.

16.    Ermita de Ntra. Sra. de Guía
Seguimos nuestro paseo junto a los muelles, donde todavía se puede observar la actividad marinera de la ciudad. En las actuales Bodegas Gutiérrez Colosía estuvo situada la Ermita de Guía, a cuya titular se encomendaba los navegantes.
En ella tiene su origen el monasterio de San Francisco de la Observancia, pues fue aquí el primer lugar donde se instalaron los frailes antes de pasar a su emplazamiento actual. La ermita dió nombre a toda la zona conocida como “Barrio de Guía” o “Campo de Guía”.

17.    Playa y Ermita de Santa Catalina
Si seguimos el camino por la orilla del Guadalete, calle Bajamar, llegaremos hasta el Paseo José Luis Tejada y la desembocadura del río, más alejada del centro urbano de lo que estaba en el siglo XV.
Continuando por la línea de playa, actual Paseo de la Puntilla, se llega hasta el Castillo de Santa Catalina (s. XVI), donde se levantaba a finales del s. XV la ermita del mismo nombre. Desde este sitio salieron muy probablemente algunas de las expediciones que partieron de El Puerto.

Otros lugares destacados fuera de ruta son:

18.    Hospital de la Misericordia
19.    Ermita de Santa Brígida y Convento de San Francisco de la Observancia
20.    Casa de los Torrejón


21.    Reproducción de la Carabela La Niña
Realizada por Luis Miguel Coín Cuenca en 1992, que como la primera, armada en los astilleros portuenses, también realizó la misma travesía cinco siglos después. (Textos: Centro Municipal de Patrimonio Histórico. Fotos: Jorge Roa. ).


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Aunque la palabra «portón» está definida por la Real Academia de la Lengua como puerta principal de una casa, o la puerta que separa el zaguán del resto de la casa conocida como ‘puerta de la calle’, aparte de puerta de toriles que da a la Plaza, que es otra acepción, en El Puerto llamamos así, especialmente, a las puertas de acceso de bodegas y cocheras y cualquier otro almacén o accesoria, que es una habitación que tiene entrada distinta y uso separado, del resto del edificio principal.

Presentamos en esta primera entrega, siete imágenes originales de Antonio Gutiérrez Ruiz.

Calle Santa Lucía. Antigua cochera.


Plaza de Juan de la Cosa o Bizcocheros. Bodega del Castillo de
San Marcos, propiedad de Bodegas Caballero, antes de
González Rico Hermanos.


Calle Durango. Accesoria.

Bodegas José de la Cuesta (Caballero. Calle San Bartolomé.


Calle La Palma. Bodegas Osborne.

Otro portón de Osborne, puede que por Valdés o Comedias, ¿o
quizás La Palma o Los Moros? El lector nos dirá...

Portón de la casa natal de Ángel Urzáiz, en el número 6 de la calle del mismo nombre nombre.

Esta casa fue labrada en los primeros años del siglo XIX en una parcela segregada de la finca colindante de calle Larga por Joseph Bellido, Factor de las Reales Provisiones y Víveres de la ciudad de Cádiz y Comisionado de Guerra de los Reales Ejércitos. A destacar de ella, aparte su armonía y belleza arquitectónica, que fue cuna de Ángel Urzaiz. Al que ostentó en varias ocasiones la cartera ministerial, lo parió entre esos muros doña María Dolores de la Cuesta Núñez, una joven viguesa, en 1856. Y la Corporación Municipal, sesenta años después, en 1916, coincidiendo con el nombramiento de este portuense de nacimiento Ministro de Hacienda, acordó poner su nombre a la calle donde está ubicada la casa, antes denominada Curtidores, Sarmiento, Puerto Chico y de la Plata. En 1930, al reestructurarse el callejero se ratificó esta denominación que continúa vigente.  El actual propietario es Mr. Thorpe quien la adquirió a la familia Osborne Tosar. Precisamente de estos últimos, los Tosar, fue sede de las oficinas de la empresa vinícola, sala de degustación y despacho al detall de sus productos y gabinete para reuniones y negocios. (Textos: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puerto Guía).


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«El día 23 de febrero de 1984, el jueves pasado hizo 27 años, una nube de humo negro cubría el cielo de la calle Luna y cientos de portuenses fuimos testigos impotentes de la incineración provocada del Teatro Principal. Con él quemaron también el espíritu de su creador Nicolás Setaro, el de tantos actores y actrices que pasaron por sus tablas, el de varias generaciones de porteños que aprendieron entre sus muros de terciopelo a amar el noble arte de Talía, y como no, acallaron igualmente de un fogonazo lleno de desvergüenza inmobiliaria la voz de un pueblo indolente con sus cosas, con su calles, con sus casas. Aunque las comparaciones siempre son odiosas, sabemos de otros lugares con el mismo padecimiento –Liceo de Barcelona-, que no dudaron ni un instante en ponerse manos a la obra el día inmediatamente posterior a tan luctuoso suceso incendiario». Manolo Morillo

Aquella madrugada el Teatro Principal de El Puerto, construido en 1845, había quedado completamente destruido a consecuencia de un incendio cuyo foco, según fuentes de toda solvencia consultadas por Diario de Cádiz, se había localizado en el aljibe del propio teatro. No fue posible, en los primeros momentos, cuantificar las pérdidas por la desaparición del edificio, para el que el Ayuntamiento había iniciado los trámites necesarios para declararlo Monumento Histórico Artístico.

Los bomberos, actuando desde La Placilla. (Foto: Pedro Lara. Colección Manolo Morillo).

Diario de Cádiz, recogía la triste noticia: «Entre las tres y las cuatro de la mañana del 23 de febrero de hace 27 años un penetrante olor a madera quemada y el crujir de las viejas tejas de la techumbre del noble edificio, despertaron a los vecinos del inmueble de al lado que, alarmados ante la columna de humo que se colaba por las ventanas de sus casas avisaron a los bomberos y a la policía municipal. Cuando llegaron los bomberos el incendio afectaba al escenario y al patio de butacas, teniendo dificultades para realizar su trabajo al encontrar rotas las bocas de agua más cercanas, por lo que tuvieron que utilizar otra situada en la calle Nevería. Ante lo incontrolable de la situación, fueron avisados también los bomberos de Cádiz, Jerez, Chiclana y los de la Base Naval de Rota para colaborar en la extinción del fuego. La magnitud de la catástrofe se vio acrecentada al prender rápidamente las vigas de madera que servían como soporte al techo del coliseo portuense, que rendido ante el fragor de las nocturnas y traicioneras llamas, cayó fulminantemente sobre el patio de butacas impidiendo cualquier posibilidad de salvación. (Las tres fotos anteriores pertenecen a la Colección de Carlos Pumar Algaba).

Los bomberos, actuando en el interior, con mangueras y máquinas. (Foto: Pedro Lara. Colección Manolo Morillo).

Ruinas del Teatro Principal, tras ser sofocado el incendio.

Acomodadores del Teatro, entre otros, Robles, Manuel Güelfo y Miguel o Antonio Cíes, que fue jugador del Sevilla F.C. (Foto: Colección VGL).

Sobre las ocho y media de la mañana, el fuego consiguió ser dominado, aunque por razones de seguridad permaneció en el lugar un retén de bomberos. No sólo se había destruido el teatro, sino que se habían visto afectadas viviendas cercanas al mismo, siendo la de mayor trascendencia el derrumbe del dormitorio principal de la familia Astorga Trillo, que tuvieron que huir del humo y las llamas en ropa de cama y con lágrimas en los ojos ante la desgracia que les sorprendió esta fatídica noche de febrero.

Interior del Bar 'La Concha', en la planta baja del Teatro, que daba a la confluencia de las calles Luna y Placilla. (Foto: Colección de V.G.L.).

REACCIONES.

  • Juan Leiva y su madre Rafaela, propietarios del 'Carrillo de Severo' que durante años había abastecido de golosinas y frutos secos a los espectadores que acudían al teatro, fueron llamados con urgencia para que retiraran sus enseres del edificio entre los que se encontraba una bombona de butano, que de haber explotado hubiera añadido mayor desgracia al siniestro.
  • Maximino Sordo llamó sobre las tres de la mañana a Manolo Ramírez, titular y heredero del negocio familiar “Zapatería La Jerezana” ubicado en los aledaños del teatro que daban a “La Placilla”, que forzó la situación ante las fuerzas de seguridad que acordonaban la zona, para que le dejaran pasar hacia su negocio con el fin de poder retirar el género que guardaba y la documentación del mismo.
  • A los propietarios de “Electrodomésticos Milar” les sorprendió el fuego en su casa del Camino de los Enamorados donde dicen, veían las llamas desde la azotea de su casa, teniendo que posponer un viaje que tenían previsto para el día siguiente al tener que ocuparse del arreglo de su establecimiento.
  • Por las inmediaciones del teatro se acercaron también Prudencio Rábago, Genaro, El Tete, Manolo Ojeda, Camilo Liz y Macario Valimaña entre otros,  miembros de la tertulia del “Bar La Concha”, pudiéndose observar sus caras desencajadas ante la desgracia que les estaba tocando vivir.
  • Un numeroso grupo de personas que se encontraban arremolinadas entre la farmacia de Fernández Prada y la tienda de comestibles “La Giralda”, mantenían el comentario generalizado de que el incendio había sido provocado, ya que la versión que corría de un cortocircuito se descartó inmediatamente al saberse que el suministro eléctrico había sido cortado en octubre de 1983.

Programa del Teatro Principal. Función de Despedida. 1883. (Colección Tomás Ramírez).

LA PROPIEDAD.
Los propietarios del Teatro, Juan Sánchez, Ángel Sáenz y Antonio Collado –accionistas de una empresa de Jerez--, permanecieron en el lugar durante varias horas, manifestando a Diario de Cádiz que no tenían ni idea de cómo se había producido el incendio. Uno de los propietarios afirmó que el siniestro se hubiera evitado si el Ayuntamiento hubiera concedido una licencia de obra «--Ya que hubiéramos construido los locales aprovechando la estructura». El pasado mes de octubre, el Ayuntamiento en Pleno acordó iniciar un expediente de declaración del Teatro Principal como monumento histórico artístico, por lo que se paralizaba cualquier tipo de obra en el mismo.

Postal circulada de la fachada del Teatro Principal, firmada por el abuelo de los Moresco Suárez y fechada en 1904.

DATOS HISTÓRICOS.
En 1842 la Junta de Beneficencia de esta ciudad elaboró un proyecto para construir un teatro por acciones en el local que poseía «calle de Luna, esquina a la de San Bartolomé conocido por el nombre de Trabajadero de la Compañía, agregándole el antiguo Reñidero de Gallos que se halla a su espalda».

SS.MM. los Reyes de Oriente, a su paso por El Puerto después de la Cabalgata, en el Descanso y Entronización de los Reyes en el Teatro Principal. Año 1929. (Foto Colección Vicente González Lechuga).

El objetivo de este teatro era el de sufragar las necesidades de un asilo piadoso. El capital se conseguiría a través de 80 acciones de 2.000 reales y otras 20 más que representaría la Beneficencia, como dueña de la finca, y se estableció una comisión integrada por un miembro del Ayuntamiento, Jacobo Oneale; un vecino, Carlos Carreras y un vocal de la Junta de Beneficencia, Miguel Pajares. Sin embargo un año más tarde la única esperanza de que se llevara a efecto el teatro era una proposición de data a censo hecha por Críspulo Martínez, ya que la Diputación había prohibido «invertir cantidad alguna de fondo de Beneficencia en la obra, ni pueda distraerse para pago de premios de los accionistas ni algún otro objeto» y las circunstancias de que el comercio de extracción de vinos estaba en el mayor abatimiento por un tratado con Gran Bretaña aconsejaban dejarlo para una época más próspera.


Teatro Principal, a la izquierda. Debajo el Bar 'La Concha', enfrente el Bar 'Las Columnas. Año 1930 (foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

La esperanza se cumplió, Críspulo Martínez (ver nótulas núms. 311 y  319 de Gente del Puerto) tomó a censo el solar y en mayo de 1845 estaba a punto de concluirse la construcción del teatro. El 18 de junio de 1845 la Academia Nacional Gaditana de las Nobles Artes elaboró un informe del reconocimiento del edificio en el que resaltaba, «por su importancia y novedad», una serie de detalles de la construcción, sobre todo de los palcos, el cielo raso y la cubierta; señalaba que las madreas eran de pino de Flandes, que el ornato era «bello y elegante y dispuesto con tanta ligereza y buen gusto que nada deja de desear» y que su cabida era de 1.200 personas sentadas y 300 de pie, para concluir: «en suma, este bello teatro, por su acertada y bien entendida construcción, su decoración y cabida, es digno de figurar en una capital».

El Teatro, en la década de los cuarenta del siglo pasado. (Foto: Colección VGL).

"La Venganza de Don Mendo" Comedia en verso de Pedro Muñoz Seca, representada en el Teatro en la década de los cincuenta del siglo pasado. Pepe Morillo, a la derecha, en el papel de Don Pero. Intervinieron Manuel Sánchez 'Zutanito' como Don Mendo y Milagros Lage, como Magdalena; Manolo Gago García, Angelines Ayuso, Lolita Nimo y un largo etcétera hasta completar el amplio reparto de personajes de la obra. En primer término, el piano situado en el foso y, detrás, 0la concha' cubierta con un paño, espacio donde se colocaba' el apuntador', que recordaba la obra a los actores por si había algún despiste. (Foto: Colección JMM).

Rondalla actuando en el Teatro Principal. Niño con pandereta, Gómez Giménez. Primera fila delante, Enrique Esteban Poullet, José Luis Villar Guerrero, Fernando Arjona González, Juan Arjona Acá. Segunda fila, Antonio Pérez Brea, José Sánchez González, Enrique Miranda García, Manuel García Mateos, Diego García Mateos. Tercera Fila, Joaquín Albert, Manuel Sánchez Caballero, Francisco Ramírez Tallón, 'Koki'. 10 de octubre de 1962. (Foto: Colección V.G.L.)

Proclamación de la Reina de las Fiestas y sus damas de honor de la Fiesta de la Hispanidad,  que recayó en Isabel Portillo Cía. Al micrófono, el mantenedor del acto: José Cádiz Salvatierra, de Jerez. Año 1964. (foto: Archivo Municipal).

Entrada bajo mazas, de la Pastora Mayor y su corte de Pastorcillas en la Gala de Navidad con Amor. Podemos ver al Jefe del Negociado de Fiestas, Antonio Romero Castro, al centro. 25 de diciembre de 1973. (Foto: Rafa. Archivo Municipal).

138 separan la creación del Teatro con esta fotografía de 1983, con la celebración del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas. Un año mas tarde, ardería pasto de las llamas.

Los últimos espectáculos que los portuenses hemos podido contemplar en «nuestro teatro» ha sido el concurso de agrupaciones carnavalescas, así como la preselección de participantes que actuaron en el concurso de baile a celebrar durante los días de Feria».

Edificio que ocupa el espacio donde otrora estuvo el Teatro Principal, en la confluencia de las calles Luna y Placilla. Octubre de 2006 (foto: CPA).

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El 12 de octubre de 1966 se conmemoraban varias efemérides en El Puerto: Día de la Hispanidad, Domund, … En la imagen podemos ver a Humberto Jiménez Ruiz, José María Valle del Valle, Francisco Javier Camacho Barba, Francisco García Áspera (hijo de Francisco García Ríos, 'Chicuelo', con nótula en GfdP), Luis García Áspera, con sombrerito, Francisco Gordillo Perea, al que solo se le ve la cabeza a la derecha.

Un grupo de Scouts Católicos instalaron una tienda de campaña en la Plaza de Juan Gavala con objeto de recaudar fondos para las misiones. Era el Domund (Acrónimo creado en 1943 por las Obras Misionales Pontificias, cuyo primer Director Nacional, el monseñor Ángel Sagarminaga lanzó a la calle el eslogan "DoMund" que quiere decir "Domingo Mundial de la Propagacion de la Fe). Recaudaron 1200 pesetas de la época con huchas como la de la imagen de la izquierda, en esta ocasión, con una figura oriental.

El grupo de “Scouts Católicos” de El Puerto fue fundado por en 1965 por el sacerdote Antonio González Montaño, hermano de Ramón. Ambos eran concientes de la oportunidad que esta agrupación daba a las familias no solo de la feligresía del Carmen, sino de toda la ciudad. Tenía su sede en Acción Católicas debido a que la parroquia del Carmen aún no estaba construida. Fue una difícil y compleja travesía por la. Prioral,  OJE en la Calle Valdes, Baños Termales, Siervas de los Pobres y a partir de 1967 en la Plaza del Polvorista donde por fin se pudo compartir reuniones y encuentros con la sede de Acción Católica, hasta su actual ubicación, Avenida de la Constitución, construida en 1970. El que Antonio y Ramón fueran profesores de Religión en el Instituto Laboral fue trampolín para que muchos de sus alumnos formaran parte de los Scouts, así como otros alumnos del distintos colegios de la ciudad. Además de los mencionados en la fotografía también fueron Boy Scouts y formaran parte de tropa y patrullas, entre otros, José Luis Cordero González, Francisco Sánchez Matabuena, José Joaquín y Gabriel Ponce de León Fernández, Gaspar Luis Ramírez Perea, Pedro Femenia Ruiz, Manuel Nimo Gutiérrez, Juan Ferrer Lamadrid, Antonio Dueñas Redondo, Rafael Morro Velazquez, Bernardo Muñoz Leiva, Diego Llopis, José Luis Soriano Valiente, Gaitán, Antonio Carbonell… En 1966 se formó la rama de los Lobatos, agrupación de los pequeños que después pasarían a ser Boy Scouts. Asunty Poullet y mas tarde Pedro Solís estuvieron al frente de ellos, todos bajo la dirección del recordado Antonio González Montaño hasta el año 1968 que fue destinado como párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima en Jerez de la Frontera.

En la imagen superior, infantes de marina de San Fernando, ante la Iglesia Mayor.

Ese año fue Reina de las Fiestas de la Hispanidad, María Victoria Osborne Sanz-Magallón (imagen de la izquierda) y el mantenedor de los Juegos Florales, Francisco Montero Galvache, periodista y escritor. La Flor Natural fue para Rafael Guillén por su poema ‘Símbolo y perfil de Simón Bolíbar’ con Accesit para Julio Alfredo Egea. El premio a la poesía de tema libre, para Francisco Toledano Serrano por su poema ‘Llena de gracias’. El premio al trabajo en prosa sobre ‘La Hispanidad hoy’ quedó desierto.

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'Los Quasimodos' actuando en el Teatro Principal de El Puerto, luciendo ya el Primer Premio Provincial Especial, obtenido en el Gran Teatro Falla de Cádiz, en el Concurso de Agrupaciones. (Foto: Rafa).

Aquella tarde, la siesta había sido inquieta, sin dejarse mecer en el descanso de las ideas. Una y otra vez, entre sueños, aparecía en el escenario onírico la silueta de un hombre extraño, desgarbado... cargando una joroba en su espalda repleta de pensamientos, vivencias, desprecios y desamores. Era la silueta de un cuasimodo agitando un farol, que se había salido del libro que el joven panadero leía en sus ratos libres. Notre Dame de París, novela escrita por Víctor Hugo, había calado en las inquietudes de Manuel, y quiso hacerla suya, y que mejor manera para conseguirlo que representar la obra del francés sobre el escenario del Teatro Falla. «--Si Paco Alba», pensó Manuel, «se ha inspirado en Juan Ramón Jiménez para realizar  ‘Los Pajeros’ el año anterior, ¿Porqué no puedo yo escribir ‘Los Quasimodos’?».

Con esta pregunta afirmativa despertó de la siesta de aquella tarde de otoño. Anduvo por las calles absorto en su obra, caminando pero olvidando los pies, era el pensamiento quien le conducía hasta el bar ‘El Único’ como peregrino vestido de pierrot que busca  su  catedral de coplas.

Al llegar a la barra, estaban sus amigos inmersos en  una reunión informal y distendida. Manuel se dirigió a todos y expuso su idea de escribir ‘Los Quasimodos’ y sintiendo cada palabra que pronunciaba en lo más profundo de su alma, explicó con énfasis el ‘campo de escritura’ que tenía ese tema y ese tipo. Reunía tantas cualidades que nunca antes vio tan claro un tipo  siendo, en este caso, tan complejo. Manuel Camacho Francés, ‘el Chusco’, no escribió una comparsa. Escribió sus propios sentimientos trasladados a un personaje que había hecho suyo. Y eso... se nota siempre. (En la imagen de la izquierda, Manuel Camacho Francés, 'el Chusco').

Ante esta propuesta, uno de los componentes, concretamente ‘Torreguera’, subrayó la problemática a la hora de conseguir plasmar el tipo en escena, contestándole ‘ell Chusco’ que ya encontrarían la forma, porque no estaba dispuesto a dejar escapar este tema tan profundo y lleno de matices. Con un boceto a lápiz extraído de un libro, presenta el tipo a los componentes y coinciden que lo más difícil de conseguir sería la caracterización del rostro, que presentaba un ojo caído y desfigurado.

En la fotografía inferior, de la década de 1940, podemos ver la calle Luna, y la puerta de La Giralda. A continuación,  por la puerta principal del edificio -la Casa de los Sancho Salgado- se accedía, en la primera planta al Colegio de Infantil de La Divina Pastora, por donde muchos portuenses pasamos. A continuación se encontraba la Barbería de “Pichilín” y, frente a la Farmacia de Fernández-Prada, ‘El Único’ tienda de Vinos Finos, abierto entre 1920 y 1974. El nombre  lo tomó del Oloroso del mismo nombre, de la Bodega de Hermanos Sancho (fundada en 1812) y que se anunciaba como ‘especial para los enfermos’. Luego, a finales del siglo pasado se instalaría en esa misma tienda la Cuchillería Navarro, hoy rehabilitada la finca como Apartotal Casa Palacio Luna, albergando en ese local una tienda de Compra de Oro. Un poco más arriba la tienda de moda ‘Lolita y Serafina.

ENSAYOS.
Comienzan los ensayos en la casa de ‘el Pote’, y atreviéndose con la música, ‘el Chusco’ muestra el pasodoble completo de letra y música al grupo. El vello se eriza y la piel de gallina se apodera de los componentes. Manuel había sacado del sueño de aquella siesta de otoño al personaje, y escrito en primera persona, deja impresionados a los presentes con la letra de este pasodoble:

Cuando nace una criatura
entre sabanitas blancas
lo reciben con dulzura
entre mimos y alabanzas.
En cambio mi nacimiento
fue lo más horrible
que hubo en esos tiempos.
La que a este mundo me trajo
se horrorizó de mi cuerpo.
Al nacer
como me iba a figurar
que en este mundo cruel
así me iban a tratar
... con que maldad.
Comprendí
mi gran inferioridad
cuando me quise reunir
con los niños de mi edad
... que crueldad
en mis negras letanías
lloraba gotas de sangre
pensando en la mare mía
de noche en mis oraciones
de rodillas a Dios decía
con un pesar muy profundo:
si luego me abandonó
¿porqué me trajo a este mundo?

Cuando Manuel acabó de cantar este pasodoble, entendieron la importancia de la obra que estaban comenzando. Aparte de la letra conmovedora, la música estaba compuesta con una rotundidad excelente, haciendo gala del estilo más puro de El Puerto.

Tertulia Carnavalesca en el Bar ‘El Único’, en la calle Luna, donde luego estaría la Cuchillería Navarro y en la actualidad una tienda de ‘Se compra oro’, en los bajos del Apartotel Casa Palacio Luna. Eran los comienzos del recuperado Carnaval de El Puerto, aparecen entre otros: ‘el Chusco’, ‘el Pote’, ‘el  Bola’, Eduardo Chaparro, etc. Resulta paradógico que en en el cartel de arriba a la derecha, aparezca un cartel con la leyenda ‘Se prohibe el cante’, cuando era lo que más se hacía en el Bar ‘El Único’. ¿Dónde estarán tantas y tantas fotografías enmarcadas que decoraban las paredes de este establecimiento de hostelería? Si algún lector tiene noticias y pudiéramos recuperarlas para ser publicada en estas páginas, les quedaríamos muy agradecidos. La foto está fechada en 1959.

EL TIPO.
Tal era la preocupación por convencer al grupo en la posibilidad de representar aquel tipo, que desde los comienzos comenzó a estudiar la forma de conseguir la joroba y el efectismo del rostro desfigurado. Con bolas de paja, simularon la joroba sujetando la bolsa de tela rellena de paja con dos cuerdas de distintas medidas. De esta forma, quedaba inclinada hacia un lado y el resultado podía ser mas positivo. Para la cara, se trasladaron algunos componentes a Jerez de La Frontera, donde existía una tienda de disfraces. En este comercio, hicieron las gestiones para traer desde Madrid una cera especial para configurar las prótesis. Corría el año 1961, no lo olvidemos. Si en la actualidad es fácil conseguir todo tipo de materiales, en aquellos tiempos todo era difícil, muy difícil.

Fotograma de la película 'El jorobado de Notre Dame', de 1923, basada en la novela de Victor Hugo, en la que podemos ver la figura de Quasimodo en la que, posiblemente, se inspirara José Camacho Francés, 'el Chusco'.

Los tres años que llevaba Manuel dedicándose en cuerpo y alma a las coplas, le habían aportado la experiencia necesaria y el conocimiento total de cómo había que realizar una obra carnavalesca. Nunca soñó con escribir una comparsa, su ilusión y su objetivo iban en otra dirección: su deseo era representar una obra personal artística, valiéndose del Carnaval como instrumento. Obsérvese el sentimiento de soledad que derrocha en el siguiente fragmento del popurrí, propio de una narración poética:

Debajo de mis campanas
Tengo un nido de palomas
a las que le echo migajas de pan,
para que ellas coman.

De noche al acostarme
les doy un beso en el pico
y me dicen cucurreando:
buenas noches, buen amigo
.

No sería justo dejar de poner un par de cuplés buenísimos teniendo en cuenta siempre la época que estamos tocando. Sobran las comparaciones con cuplés actuales donde todo vale.

(En la imagen de la izquierda, podemos ver la portada del libreto de 'Los Quasimodos¡, patrocinada en aquel entonces por la conocida casa de mariscos Romero García (Hijo), hoy Mariscos Romerijo).

El carbón en las casas se sustituía por la cocina de gas y aunque nadie se deshacía de los enormes lebrillos de barro cromados, las lavadoras comenzaban a quebrar el silencio de los patios. La venta a plazos se imponía y las necesidades creadas del consumismo comenzaba a dominar la sociedad española. Sirva de ejemplo periodístico cantado, este cuplé:

Hemos visto en este siglo
lo a gusto que vive el hombre
es raro el que no tiene
moto o bicicleta, abrigo y relojes.

Dicen que todo lo pagan
con muchas facilidades
y algunos tienen más letras
que siete universidades.

Le compran a sus mujeres
muchas cocinas modernas
no tienen que preocuparse
de carbones ni de leñas
y con el gas butano
que hoy se emplea en las casas
vemos a los carboneros
con telarañas en la garganta.

El depósito de agua, junto a la Fuente de las Galeras, sobre 1960.

Aunque en diversas partes de su repertorio, las letras muestran el ferviente deseo de ser considerado gaditano por encima de todo, no dejan excluido a El Puerto y reflejan acontecimientos locales. Este es el caso del depósito que había en la Plaza de Las Galeras, que una vez que fue derribado, motivó este cuplé en el que hace referencia a su arquitectura en forma de copa o trofeo.

Catorce taladradoras
y setecientas espiochas
gastaron los albañiles
para tirar del parque
la famosa copa.

Debían de haberla dejado
en honor a su memoria
o jugarla en un partido
entre el Racing y el Vitoria.

Lo que más gracia me hizo
eran dos que habían al lado
que con lágrimas en los ojos
decían desconsolados:
¡Ay mi copa del Parque
porque te habrán tirado
cuando todos los veranos
le dabas sombra a los parados
.

Magistralmente supo incluir un tema local con el equipo de fútbol y acabar con una ironía digna de un gran autor burlesco.

Tras esta exposición sobre el repertorio de “Los Quasimodos”, retomaremos la historia donde la dejamos: el tipo pendiente de lograr. En el local de ensayo, realizaron una prueba de lo que sería el atuendo definitivo. Aquello funcionaba. La joroba era creíble y la cera se adaptaba a la cara formando arrugas y deformaciones.

RIVALIDAD Y ENSAYOS.
Convencidos de que la parte supuestamente mas difícil de conseguir estaba resuelta, se concentraron en los ensayos. La rivalidad entre ambos grupos era muy fuerte. Mientras que ‘Los Quasimodos’ tenían como cuartel general el bar ‘El Único’, ‘Los Burros Inteligentes’ se reunían lejos de la calle Luna, concretamente en la calle Ganado, en el estanco de Eloy, que más tarde se transformaría en el bar San Eloy hasta derivar en la sede de la Peña ‘Los Majaras’. La tensión era latente entre los componentes, pero de una forma sana, aguardando con impaciencia la fecha de la presentación en el Teatro Falla. ‘Los Burros…’ conocían la calidad de ‘el  Chusco’ y ‘Los Quasimodos’ sabían perfectamente de años atrás la capacidad de ‘el Cote’ y su padre para escribir coplas mientras que en la faceta musical, ‘el Chusco’ experimentaba por primera vez. (En la imagen, instantánea de Joaquín, despachando en el Bar 'El Único', en 1968).

LA CUARTA VOZ.
Tal vez el ansia de demostrar que tenía cualidades musicales, innovó de una forma espectacular al incorporar en las voces un nuevo tono. Hasta ahora, siempre se había cantado en tres cuerdas: la de tenor, la de segunda y la de octavilla o alta. ‘El Chusco”, con su menuda voz pero melodiosa, subió un tono completo por encima del octavilla, instaurando así lo que hoy se denomina contralto. El Puerto llevaba con este invento una aportación significativa por primera vez, que a través de los años,  convertirían esta voz en una de las más solicitadas.  Apuntar para los aficionados mas jóvenes, que la guitarra todavía no se había incorporado a las agrupaciones de carnaval.

Gran Teatro Falla. Cádiz.

EL SORTEO.
El 13 de enero de 1.961, se efectúa el sorteo del orden de actuación de agrupaciones, siendo la fase clasificatoria el día 31 de enero y 1 de febrero y la final el día 2 del mismo mes.  La suerte está a favor de ‘Los Quasimodos’, ya que su turno sería en la función de noche del martes 31, mientras que a ‘Los Burros…’ le toca cantar el mismo día pero en función de tarde, con la consiguiente frialdad que suponía un espectáculo que daba comienzo a las 18`30.  En estos días previos al Concurso de Agrupaciones, se afina a conciencia y el día antes del comienzo, sancionan a la chirigota de Paco Alba ‘Pancho Albachi  y sus Mamarrachis’ por actuar en un establecimiento, no ajustándose a las normas impuestas que dictaban la prohibición de actuaciones en público antes del Concurso. Queda patente con esta actitud hostil la suerte que correría la agrupación de ‘El Brujo’ en el Concurso de este año.

'Los Burros Inteligentes', rivales de 'Los Quasimodos', en aquel 1961.

LA ACTUACIÓN.
‘Los Burros…’ gustan al público y salen contentos con su actuación. Por la noche, llegado el turno de ‘Los Quasimodos’, los nervios se apoderan de la agrupación que tiene que soportar la magnifica actuación de ‘Los Taxistas’, chirigota gaditana buenísima que deleita al público con cuplés pegadizos y graciosos repitiendo una y otra vez haciendo interminable la espera de los portuenses para iniciar su actuación.

Con un farol de complemento en la mano, los componentes pasean por detrás del escenario aguardando su momento y... se abren las cortinas para dar paso a un momento histórico para las coplas de El Puerto. Se apagan las luces y un cañón disparando una luz roja sobre la torre del campanario del decorado, contrasta con las pequeñas luces de las velas que portaban en sus farolillos movidos oscilatoriamente. El público, aprovechando el anonimato que la oscuridad de la sala proporciona abuchea a la agrupación de forma aislada desde el gallinero. “El Chusco”, en pleno escenario, ordena a los componentes que se queden quietos y que no comiencen a cantar hasta que el silencio no se adueñe del teatro.  De rodillas en el escenario, y con un silencio relativo, comenzaron la presentación. Al llegar la estrofa de «Campanas, suenan mis campanas…» y retumbaron en el Falla las cuatro voces que habían ensayado, el público guardó silencio total y comenzó el gran pelotazo que todavía se recuerda entre los círculos de aficionados ancianos.

FELICITACIÓN DE PACO ALBA.
Las repeticiones a petición del respetable se sucedían y la cera que llevaban sobre el rostro para simular los desperfectos, comenzó a derretirse con el sudor, pero ya no importaba nada. La catarsis estaba presente y era imparable. Agotaron el repertorio compuesto por seis pasodobles y seis cuplés más el popurrí, por lo que ante la insistencia del público no tuvieron más remedio que interpretar ‘Los Duros Antiguos’ para completar su actuación. Ya en los camerinos, y en plena celebración del éxito, ‘el Chusco”’ recibió la visita de Paco Alba, y según testigos, sus palabras textuales fueron: «--Enhorabuena, ¿cómo se me ha podido escapar a mí este tipo?» (En la imagen de la izquierda, monumento erigido en 1986 a la memoria de Manuel Camacho Francés, 'el Chusco', en su emplazamiento original de la Plaza Juan Gavala. En la actualidad se encuentra en la calle Guadalete, sufriendo el vandalismo periódico de la incultura con patas).

PRIMER PREMIO.
A los dos días, en plena final, la suerte jugó un papel decisivo para aumentar la fama de esta comparsa. Cuando acabaron uno de sus pasodobles, las luces del Teatro Falla se encendieron por completo, y ante el asombro de la agrupación, observaron que en ese instante entraba la Reina de las Fiestas Típicas, señorita Casilda Varela, y en honor a su llegada, ‘Los Quasimodos’ ejecutaron una reverencia que le reportó un aplauso exagerado por parte del público con el consiguiente ‘calentón’ en beneficio del repertorio pendiente de interpretar. Con las mil pesetas que suponía el primer premio, regresaron a El Puerto de Santa María habiendo escrito un capítulo importante para la historia de las coplas. Aquella siesta  inquieta de Manuel en esa tarde de otoño, acabó siendo un sueño placentero viendo su obra realizada y refrendada por el público más sabio: el público gaditano. (Texto: Luis Galán).

18

Manuel García Berciano nació en El Puerto en 1922, falleciendo el 17 de julio de 1977 a los 55 años de edad. Hijo de Francisco y Mercedes, ambos de El Puerto, era el tercer hermano de cinco, aunque su madre parió a 21 hijos, de los que no sobrevivieron todos. Los mayores se llamaban José y Paco, ambos vinculados al Carnaval habiendo salido en la chirigota ‘Los Albañiles’; seguían Manuel ‘el Chato’, Mercedes y Salvador, al que apodaban ‘el Manquito’, cantaor de saetas y vendedor y pregonero de semitas por las calles.

El año del nacimiento de ‘el Chato Guarigua’, 1922, llegaba a El Puerto --a la iglesia de San Francisco-- una reliquia de San Francisco Javier, copatrono de la Ciudad, concretamente un brazo. Era alcalde de El Puerto, Manuel Ruiz-Calderón y Paz. Ese año la hacienda pública embargó el 66% de los ingresos al Ayuntamiento por débitos, y el 25% del sobrante por igual morosidad, con la Diputación Provincial. Bodegas Osborne funda la la solera del oloroso medium ‘Solera India’ de al menos 25 años de vejez.

A la izquierda, el Bar Navío II, junto a éste, la Biblioteca Popular y al lado la Iglesia de San Juan de Dios. A partir de 1922 desaparecerían y pasarían a formar parte del Colegio de Las Esclavas.

Ese 1922 Rafael Alberti expone una muestra pictórica en el Ateneo de Madrid y publica sus primeros poemas en la revista ‘Horizonte’. Se transcriben y reproducen las Cantigas de Santa María, de Alfonso X, ‘el Sabio’ que se conservan en la Biblioteca Nacional de Madrid, a cargo del musicólogo Julián Ribera. Ese año nacían el coleccionista Ramón Bayo Valdés y  América Martínez, la primera mujer catedrático de guitarra de España, que falleció el pasado 2010 en El Puerto. ABC publicaba en su edición de 17 de septiembre la crimen o suicidio por ahorcamiento, del sargento de carabineros retirado, Roque Fernández Regueira, natural de nuestra Ciudad.

De izquierda a derecha, la madre de Chato Guarigua, el protagonista, su hermana Mercedes y su mujer Pepa. La niña es su hija Mercedes.

GUARIGUA.
Todos los hermanos de ‘el Chato Guarigua’ llevaron ese apodo. El mote es debido a que su padre, vendía naranjas washintonas (guachintonas o guachis), en un esportón (capacho de esparto que se usaba para transportar artículos, especialmente frutas y verduras). De ‘guachi’ derivó a ‘guari’ y de ahí a ‘guarigua’, sobrenombre por el que se conoce a esta familia.

Al parecer no fue al colegio, aunque si sabía leer y escribir, algo que aprendió durante el Servicio Militar en Mahon (Menorca).

Vivió en la calle del Postigo, hasta que se casó con Pepa Torres Martín-Bejarano, marchando a vivir a uno de los bodegones de la Plaza de Toros y mas tarde a la Barriada de la Inmaculada. Con Pepa, ‘Chato Guarigua’ tendría una hija, Mercedes García Torres. De esa descendencia nacieron ocho nietos: Mercedes, Santiago, José, Enrique, Carolina, Estefanía y Jesús Manuel, de los que viven seis. Y a su vez otros tantos bisnietos: Claudia, Marta, Noelia, Santiago, Lucía, Natalia, Daniel, Mar Inmaculada y otro que viene en camino.  (En la imagen de la izquierda, Manuel y su mujer Pepa, inmortalizados por el fotógrafo Cuellar, en el Parque Calderón).

TIEMPO DE HAMBRE.
A su hermano mayor, José, describe Antonio Muñoz Cuenca «le brillaba mucho la frente y por las mañanas se situaba, manos a los bolsillos de su raído pantalón a escasos metros de la Panadería ‘La Divina Pastora’, a ver lo que caía. Una mirada ansiosa, nerviosa, parpadeante…  mirada de menesteroso. En cierta ocasión una de las veces en que compró una piececita de viena caliente y crujiente, al estrujarla con la mano, el pan caliente empezó a quebrarse y casi a chillar. La respuesta de Guarigua fue breve, genial: «--No me eches cojones que como tú me como yo una espuerta». Y más adelante: «La Taberna de La Burra, --ver nótula núm. 489 en GdP-- fue habitual parada de  de célebres personajes populares como Saldiguera, Alemania, el Chumi, el Camión, Gabriel Ulo, Canuto, Caneco, la Filomena y su hijo el Cota, el Tarugo, la Tula y el Guarigua».

La agrupación carnavalesca 'Los Albañiles', donde actuaron José y Paco 'Guarigua', hermanos de nuestro protagonista. No destacó por méritos propios, pero todavía es recordada. Año 1959.

Trabajó en el campo, en lo que saliera, y en el horno de la Panadería de la calle San Juan, donde hacía semitas y tostaba almendras. Manuel compraba almendras que su hija Mercedes y él partían en una piedra con un martillo pequeño y que luego tostaba en el horno anteriormente citado, usando las cáscaras como combustible. Luego se apostaba con un canasto en la esquina del Bar Los Maera, en la calle Ganado y las pregonaba así: “Almendras de los almendros/ los niños las roban y yo las vendo”.

Con su hermano Paco, perfectamente uniformados, y con su hija, vendiendo tortas de aceite en La Placilla.

Vendía fruta del campo, moras, almendras como ya se ha dicho y semitas por las calles con el siguiente pregón: «--Semitas, que están calientes y calentitas». En Navidades, junto a su hermano Paco vendía tortas de aceite en la Placilla, junto al puesto de Frutas y Verduras de Agustín Vela Mariscal.

EL CERDO QUE NO LLEGÓ A SEVILLA.
Debido  la necesidad que imperaba en aquellas fechas vivió una amarga experiencia que le costó pasar un tiempo en la cárcel. Un conocido le encargó llevar un cerdo a Sevilla --tenía que llevarlo andando ya que en aquella época no todo el mundo tenía coche u otro medio de transporte--. Pero ‘Chato Guarigua’ no se lo pensó dos veces ante la necesidad que había en su casa: antes de llegar a su domicilio ya lo había vendido por 900 pesetas de la época. Una vez en casa, llevó a su mujer y a su hija al entorno del Mercado de Abastos, donde hicieron una compra grande y se dieron un homenaje gastronómico en el ‘Bar Vicente’. Ya de noche, como las noticias volaban en una Ciudad pequeña como El Puerto, el dueño del marrano se personó en casa de nuestro protagonista reclamándole el dinero o el cerdo, a lo que éste le respondió: «--En mi casa no había para comer y yo he vendido el cerdo para darle de comer a los míos». Le cayeron nueve meses y un día, un mes por cada 100 pesetas de la venta.

Callejón de entrada por la puerta grande de la Plaza de Toros. Vemos a un curioso ‘Chato Guarigua’. (FOTO: AGR).

EXTRA EN ‘LA BECERRADA’.
En la imagen, un fotograma de la película de Jose María Forqué “La Becerrada”,-nótula 662 en GdP--, rodada en 1962 entre otras localizaciones en El Puerto de Santa María y en Sabiote (Jaen), siendo  estrenada al año siguiente.  Ha pasado medio siglo.

Manuel García Bernal, ‘el Chato Guarigua’ fue siempre un buscabidas, trabajando en lo que saliera para dar de comer a su familia. Era un hombre bueno, de quien sus nietos no tuvieron la suerte de poder disfrutarlo, dado su prematuro fallecimiento, a la edad de 55 años, en 1977. Los niños, al conocer la noticia de su óbito sacaron una coplilla que se escuchaba por calles y plazas: "Ya se murió Guarigua, Dios le perdone, ya se lo llevan volando, los cigarroness".

Agradecemos a su nieto Santiago Martínez García, la información y material gráfico facilitado para la confección de esta nótula.

4

José Pantoja Leal nació en Medina Sidonia el 7 de octubre de 1907, falleciendo en El Puerto el 10 de febrero de 2000, con 92 años. De pequeño asistió a la escuela del Catón, las cuatro reglas de aritmética y poco más. La situación económica, el lugar y su poca afición a l colegio no dieron para otros estudios. De mozalbete, aparte de sus correrías propias de chiquillos, siempre estuvo muy cercano a su tío paterno Juan, representante de las máquinas de coser ‘Singer’ en Medina, Paterna y Casas Viejas --hoy Benalup Casas Viejas--, utilizando para sus desplazamientos un charré tirado por un caballo. A José le encantaba acompañarle en los viajes, una aventura para el pequeño, que le ampliaría los horizontes y el mundo de las ventas y las máquinas que hacían la vida más fácil.

LLEGADA A EL PUERTO.
Más adelante, su hermana Ángeles se casó  con el maestro de la Fábrica de Harinas asidonense: Antonio Gómez Martín quienes, transcurridos unos años, se trasladan a El Puerto. Ésta le invitará a pasar unos Carnavales en nuestra Ciudad y aquella visita será primordial para el futuro de nuestro protagonista.

José ve un anuncio colgado en el escaparate de un comercio en la calle Larga: «Se necesita cobrador» y, sin apenas pensarlo, entra en el comercio --una delegación de las máquinas de coser ‘Singer’-- y muestra su interés por el puesto que se demanda. Casualidad tras casualidad, resultó que el inspector jefe de zona se encontraba en el comercio, al que sorprendió llamándole por su nombre «--Vd. es don Celestino Madrera», lo que asombra al interpelado, al que justifica el conocimiento por las visitas que hacía a su tío Juan a Medina. Le aceptan para el puesto, pidiéndole dos fiadores, al tratarse de un empleo en el que se manejan fondos. Su hermano Antonio le consigue a esas dos personas y, al ser muy joven, el contrato se hará a nombre de su padre, de igual nombre. El sueldo semanal sería de 21,75 pesetas mas el 5% de los cobros y el 20% de las ventas al contado.


El matrimonio formado por Ana del Puerto Capilla y José Pantoja Leal.

CONOCE A ANA, SU MUJER.
El paseo dominical y festivo, hasta casi el último tercio del siglo XX, se distribuía en nuestra Ciudad entre la calle Larga, a la altura de la Plaza de Isaac Peral, el cruce con la calle Luna, hasta el desaparecido Teatro Principal --hoy Caja Rural--. En las idas y venidas de los más jóvenes y no tanto, le presentaron a José a la que acabaría siendo su futura mujer: Ana del Puerto Capilla, formalizando con el tiempo sus relaciones hasta que, en 1928, se casan en la Parroquia de San Joaquín, apadrinados por su hermana Ángeles y esposo, el ya citado maestro de harinas.

SÁNLUCAR.
En una primera instancia vive con sus suegros y en casa de su hermana, hasta que el joven matrimonio se instala en Sanlúcar de Barrameda, por espacio de dos años, como representante de las máquinas de coser Singer. Allí José intentará abrir nuevos mercados y se aventura a ir al Coto de Doñana, donde intentará colocar sus productos entre los pocos colonos que allí vivían y el retén de la Guardia Civil.

Cruzó el Guadalquivir en barca, hizo sus ventas en el cuartelillo de la Benemérita y se adentró en aquellos desconocidos parajes, hasta que se perdió, a pesar de haber sido advertido por los miembros del instituto armado de lo fácil que era extraviarse en aquellos parajes tan iguales. Era verano y la noche le sobrevino, afortunadamente, con luna llena. Pero seguía perdido hasta que divisó una luz potente al fondo, pensando que era un faro, que le llevaría a la orilla del río. Era una fogata mantenida por un anciano que, no sin cierta desconfianza en principio, le acabará acogiendo e invitándole a cenar un trozo de pan y unos tomates asados a la brasa, los mejores que recordará siempre haber comido nuestro José. Allí pasó la noche hasta que, con las indicaciones precisas, al amanecer pudo llegar al punto de embarque y regresar de nuevo a Sanlúcar.

José Pantoja Leal, segundo por la izquierda.

REGRESO A EL PUERTO.
A principios de 1930 regresa a El Puerto. Según el investigador Antonio Gutiérrez Ruiz, en aquellas fechas «Eduardo Ruiz Golluri ocupaba la alcaldía. En el breve periodo en el que ocupó el cargo (marzo 1930 - junio 1931), dejó una impronta cultural notable, reivindicando la participación portuense en la gesta del Descubrimiento de América a través de charlas y conferencias, creando y presidiendo el Instituto Colombino, entidad que pretendía aunar a las poblaciones del entorno, vinculadas todas ellas al Descubrimiento, proyecto efímero y sin continuidad debido a la falta de apoyo tanto de los municipios de la comarca como de las autoridades nacionales. Otra de sus iniciativas fue la de constituir una Junta Local de Turismo, con ánimo de promocionar la Ciudad, sus monumentos y rico pasado cultural, recuperando el prestigio de ciudad de veraneo que gozó al comienzo del siglo XX.  Se realizó el dragado del río, abriéndose un nuevo canal en la desembocadura que permitía la entrada de buques mercantes de 1.700 toneladas, se instaló el transbordador de sal y se construyó la fábrica de cemento.».

Construcción del Muelle de San Ignacio (muelle del Vapor), enfrente, la Fábrica de Cemento y el Transbordador de la Sal. (Foto: F. Sánchez).

La familia Pantoja del Puerto al completo en un montaje fotográfico: de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha: José María, Francisca, Diego.  Ana del Puerto Capilla y José Pantoja Leal. Antonio, Miguel Angel y Angel.

Ya en El Puerto, empiezan a nacer sus hijos: José María, Francisca, Diego, Antonio, Miguel Ángel y  Ángel. Continúa con la representación de Singer y además, amplía sus ingresos vendiendo quincallería y accesorios, una especie de mercería: peinecillos, zarcillos, jabón, brochas y hojas de afeitar de diferentes marcas,  precios, y calidades. Como ejemplos hojas de afeitar en paquete de a 100: La Reja (25 ptas.), El Tanque (14 ptas.), La Andaluza (8 ptas.), siendo sus clientes Eugenio Pedregal, Eloy Fernández Moro, Rafael Leveque, Federico Caro, Gumersindo Martín, Rafael Tejada, Miguel Caro, Martín Peris Felices, José Olete. Intervino en la venta de una bicicleta, cuyo precio para la época no era barato: 340 pesetas, obteniendo por ello una comisión de 34 pesetas, que no venían nada mal para una familia que ya era numerosa.

LA FOTOGRAFÍA.
José continúa con las máquinas de coser e idea una nueva empresa: la creación una Academia de Bordados a Máquina. Pero no se queda parado ahí y continúa buscando otras oportunidades de negocio. Piensa que el futuro está en la fotografía. Un paisano suyo de Medina, fotógrafo ambulante de nombre Juan, le alecciona y da consejos profesionales. Tal es el grado de colaboración, que le proporciona sus fórmulas secretas, entonces, del revelado y fijado de negativos: (metol, hidroquinona, sulfito de sosa y bicarbonato de sosa para el revelado y partes de agua con hiposulfito para el fijador). (En la imagen de la izquierda, José Pantoja, con cinco de sus seis hijos, en la puerta de la tienda de la calle Larga).

Y José se arriesga. Considera que ha llegado el momento de emprender un nuevo negocio. Deja de lado la calle y los reportajes y se especializa en la fotografía de Estudio y Galería. Estamos a principios de la Guerra Civil, 1936. Llegan brigadas de soldados, entre ellos los italianos que estuvieron acuartelados en El Puerto, y necesitaban fotografías de carnet para su afiliación --¡cuantas fotografías realizadas por José no se encontrarán en álbumes de familias en Italia!-- . «--Tessera, tessera» (tarjeta de identidad) indicaban los italianos.

SERVICIO MILITAR.
Se librará de prestar el servicio militar de armas. Prestó su tiempo obligatorio como auxiliar militarizado, unas veces en el Arsenal de Matagorda (Puerto Real), otras haciendo guardias en el antiguo Penal de El Puerto, y hasta de vigía en el torreón de Telefónica.

Muchas fotos de novios se realizaban en su estudio, que va mejorando con el tiempo. Ha finalizado la Guerra Civil. El Estudio Pantoja está en auge y su trabajo aumenta especializándose en bodas y comuniones, que seguro existen en la actualidad en las cajas y álbumes de muchas familias portuenses, con la estampilla de Foto-Pantoja en el reverso. (En la imagen, de la izquierda, la tienda de Pantoja que era, además de tienda de fotografías, quincallería y ya Delegación de Créditos Rucas).

CRÉDITOS RUCAS.
En la década de los cincuenta conseguirá hacerse con la propiedad de la finca en la que tiene el Estudio de Fotografía en la calle Larga. Sus hijos le ayudan en los negocios. España comienza a desarrollarse y, pasadas las penurias de la postguerra, José, que tiene una buena intuición para los negocios se adentra en otra aventura empresarial: ser nombrado agente en El Puerto de una firma mercantil que está rompiendo los moldes comerciales para la época: ‘Créditos Rucas’.

Créditos Rucas era una cadena de establecimientos especializados en las ventas al contado --también funcionaba la venta al plazos--, con la que se empezarían a dotar los hogares de El Puerto de los primeros electrodomésticos que en aquella época se lanzaron al mercado: neveras, cocinas de butano --que comenzaron a entrar en el mercado--, máquinas de coser Alfa, bicicletas B.H., camas metálicas con el célebre somier Numancia y otras niqueladas, colchones de muelles, además de baterías de cocina y multitud de pequeños electrodomésticos, siendo prácticamente, líderes en la zona. (En la imagen de la izquierda, publicidad de Créditos Rucas en ABC).

Vehículo de reparto de Muebles Pantoja, donde se muestra la publicidad de Créditos Rucas.

En 1961, publicaba Diario de Cádiz: «Muy pronto la televisión llegará a Cádiz. Actualmente Madrid y Barcelona, con sus respectivas áreas de influencia, pueden ver los programas de televisión. La empresa gaditana Créditos Rucas está especializando a su personal en cursillos que se llevan a cabo en las fábricas de televisores y cuenta ya con personal especializado para Cádiz y su provincia. Los clientes de Créditos Rucas pueden tener la absoluta garantía al adquirir una televisión de que se instalará y dejará funcionando correctamente».

José siempre fue un entusiasta y pionero poseyendo una buena colección de vehículos a motor a lo largo de su vida. En esta imagen con su mujer y un amigo, con una moto con sidecar.

Pretendemos publicar, en su momento, la colección de coches que tuvo nuestro protagonista. En la imagen, el vehículo Bradford  matrícula M-83251, repostando  aparecen junto al coche, Diego Pantoja del Puerto, Antonio Márquez Fernández y José Pantoja Leal.

José ya es propietario, también, de otra finca en la calle Ganado a la que se traslada a vivir con la familia y, a donde se ubicará en la planta baja el Estudio de Fotografía, donde su hijo mayor, José María, continúa con la misma fuerza el negocio familiar iniciado por su padre, precisamente donde hoy el menor de la familia, Ángel, tiene una tienda de Bellas Artes, Modelado y Pintura, frente al Hostal Loreto.

La tienda de Muebles Pantoja, el 19 de enero de 1968. Hoy está ocupada por una entidad bancaria: el Banco Sabadell Atlántico.

MUEBLES PANTOJA.
Otra nueva oportunidad de negocio se presenta y, en los años sesenta el mundo del mueble está haciendo furor. Ruca desaparecerá del mercado con la misma fuerza que empezó y se desliga de la firma. Nuestro protagonista se ha independizado totalmente. Necesita nuevos espacios para ampliar el negocio de los muebles, y con el desalojo de vecinos que se va sucediendo en la finca de su propiedad, se van ampliando espacios expositivos.

Inaugurando la primera tienda de muebles, vemos de izquierda a derecha a los hermanos Carlos y Manuel Román Ruiloba, coadjutores de la Prioral junto a Manuel Salido Gutiérrez, párroco del mismo templo y Arcipreste del Partido, junto a José Pantoja Leal.

"Los sabios atómicos, chirigota carnavalesca de 1960, patrocinada por Muebles Pantoja.

Exceptuando a su hijo Miguel Ángel, con nótula 459 en GdP,  que marcha a Alemania y Francisca que al casarse inicia una nueva etapa con su esposo, el resto de hijos continúan en la empresa familiar ayudando al patriarca. Al conseguir por fin poseer toda la finca de la calle Larga --ya sin inquilinos que dificulten nuevas operaciones de expansión--, se pone a la labor de construir un edificio comercial, de nueva planta y tres alturas con grandes superficies, dedicado al negocio de los muebles y electrodomésticos.

Inauguración de la última y gran tienda de Muebles Pantoja en la calle Larga.

El 31 de enero de 1976 se inaugura la nueva tienda, para responder a las demandas de El Puerto, tienda que, con la aparición de las grandes superficies, y las posibilidades de automontaje que irían cambiando los gustos del mercado, cerraría a principios de 1990. En la actualidad, en sus bajos se encuentra una entidad bancaria y en una de las plantas la Sala de Armas para la práctica de esgrima ‘Adalid’.

1

Reproducción de un libreto original censurado, de ‘Los Vocalistas’. Año 1959.

El pasodoble censurado estaba dedicado al alcalde anterior, alabando su gestión, y sin embargo la censura actuó implacable, debido a que el alcalde de aquel tiempo, Luis Caballero, era monárquico. ¿Porqué se censura una letra que habla de la buena acción de un político?

Porque Luis Caballero Noguera, alcalde de El Puerto de Santa María entre 1952 y 1958, era de ideología monárquica y, aunque ostentase el cargo de alcalde, no era bien visto por los censores el halago hacia alguien que no estaba vinculado directamente con el régimen franquista. Ante esta tachadura en su libreto, la agrupación quedó confundida, ya que era una de las letras más aplaudidas en los ensayos.
Con los libretos impresos, tuvieron que pegar a mano un papel en blanco que ocultara la letra en cuestión. No obstante, aquí queda recuperada, en las líneas que siguen, gracias a la memoria de algún componente que todavía la recuerda:

PASODOBLE DE LOS VOCALISTAS
Como los que agradecen
ahora vamos a cantar
como todo portuense que te aprecia
y nunca te olvidará.
Con tu gran entereza
y tu noble corazón
has dado auge y grandeza
a nuestra hermosa población.
Calle del Ganado, Plaza de la Iglesia
y calle de Nevería,
los que del Puerto
mucho tiempo han faltado
no te conocerían.
Parque de Calderón,
en tus jardines deberían
poner un letrero
pues tu belleza y tu finura
te la dio un noble Caballero.
Y nosotros agradecidos
como todo hijo del Puerto
porque Caballero has sido
hasta el último momento.
Satisfecho debes estar
y puedes sentirte ufano
porque te ha bendecido ya
la Virgen de Los Milagros.
Días llegarán,
que el Puerto entero te pagará.

(Texto: Luis Galán).

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Joaquín Calero Cuenca nace el 14 de agosto de 1890 en San Fernando Cádiz, fruto tercero del matrimonio formado por Antonio Calero Piñero y Marcelina Cuenca Romero, ambos naturales de San Fernando. Sus otros hermanos, María Candelaria (1881), José Antonio (1888) y Manuel (1892), vivieron en la casa familiar en la calle San Joaquín, núm. 8. Allí pasó su infancia, salvo los años 1894 y 1896 que vivió en Filipinas, a donde se trasladó su madre y hermanos, al estar destinado allí su padre en el Arsenal de Cavite como Contramaestre de la Armada, residiendo posteriormente en Madrid, donde vivió su juventud.

El año de su nacimiento, 1890, El Puerto contaba con 19.006 habitantes. Dionisio Pérez fundaba la Revista Portuense. El solar que ocupaba antaño el Convento de los Descalzos, y que iba a llamarse plaza de la Libertad, a petición popular se le dio el nombre de plaza de Isaac Peral, marino e ingeniero elegido ese año diputado por El Puerto, tras la renuncia del ingeniero de montes Federico Laviña.

La Plaza de Isaac Peral y la Electra.

En 1911 Calero ingresó en el Cuerpo de Escribientes de la Armada, siendo destinado al Ministerio de Marina en Madrid, aprobando al año siguiente las oposiciones al Cuerpo de Inspección de Aduanas obteniendo su primer destino en La Rábita (Granada).

En 1914 contrajo matrimonio en Albuñol (Granada) con Luisa Rosa Muñoz del March y fruto de aquel matrimonio nacieron 5 hijos: Antonio en 1915, Luisa Rosa en 1918, Joaquín --que llegaría a ser director del Instituto Santo Domingo, Jefe de la Falange y precursor de la radioafición en El Puerto-- en 1920, María Soledad en 1924 y Francisco en 1927. Era abuelo del cantautor Javier Ruibal de Flores Calero.

El muelle del Vapor y la Otra Banda, en la década de los 30 del siglo pasado.

LLEGADA A EL PUERTO.
Otros destinos fueron, en 1915 en la Aduana de Alicante. 1918 en la Aduana de Barcelona hasta que, en 1924 fue destinado a la Aduana de El Puerto de Santa María.
Desde el día de su llegada a El Puerto se integró en la sociedad del momento intentando participar en la medida de sus posibilidades en la promoción y desarrollo de la Ciudad.

Construcción y rellenos de los muelles en la Avenida de la Bajamar.

Intervino Calero de forma directa en la consecución del dragado del río Guadalete --gran preocupación del momento-- y la construcción de los muelles que permitieran las llegadas y establecimiento de líneas regulares de buques para que cargaran los vinos para la exportación directamente desde nuestra ciudad, sin tener que pasar obligatoriamente por el envío previo a Cádiz.

Foto tomada en la puerta de la Aduana del Vergel del Conde., con motivo de la visita del Director General de Aduanas. En ella podemos ver, en el zaguán de la puerta el 2º por la izquierda Caballero Noguera, Luís; el 1º por la izquierda en la calle Terry y Cuvillo, Fernando A. de; el señor del bigote el Director General de Aduanas; el señor de uniforme con gabardina en el brazo su ayudante; el de la gorra blanca con uniforme de aduana Calero Cuenca, Joaquín. El resto son desconocidos.

Según el investigador Antonio Gutiérrez Ruiz. "El alcalde de 1930 y 31, Eduardo Ruiz Golluri, que estuvo un corto pero fértil periodo al frente del Ayuntamiento, formó parte de la Comisión Administrativa del puerto marítimo que dirigia el ingeniero Ignacio Merello, se realizó el dragado del río, abriéndose un nuevo canal en la desembocadura que permitía la entrada de buces mercantes de hasta 1700 toneladas de registro, se instaló el transbordador de sal y se construyó la fábrica de cemento. Se diseñó de común acuerdo con la Hermandad del Carmen y contando con la iniciativa del capitán de puerto Vicente Pérez Baturone y la especial colaborción de Felix Tejada, presidente de la comisión de Fiestas del Ayuntamiento, de Joaquín Calero, administrador de Aduanas y del ingeniero Ignacio Merello, una procesión marítima que se celebraría en la festividad de la Asunción, el 15 de agosto".

En nuestra Ciudad fijó su residencia hasta en tres ubicaciones distintas; la primera en la Plaza de la Herrería esquina con Jesús de los Milagros, la segunda, en la calle Micaela Aramburu frente al extinto Hospital Municipal y  Capilla de los Afligidos, y la tercera, en la calle Vergel del Conde O’Reilly (en la actualidad Ribera del Marisco, donde hoy se encuentra Restaurante Flores), en cuya planta baja  estuvieron ubicadas las oficinas de Aduana.

Sentados, de izquierda a derecha, Eduardo Ruiz Golluri, alcalde, Daniel Martínez García, Francisco Quijano Rosende, Ramón García Llano. De pie, José Carvajal, desconocido, Joaquín Calero Cuenca, Manuel Beardo Oliva y desconocido. Patronato de la Vejez del Marino. 19 enero 1936.

El 25 de Julio de 1930 se crea El Instituto Colombino de El Puerto de Santa María y de él fue nombrado Vocal.  El 14 de Enero de 1931, conjuntamente con la junta directiva en pleno del Instituto Colombino, fue nombrado Académico de Honor por la Real Academia Hispano-Americana de Ciencias Y Arte de Cádiz. Profesionalmente, ese año,  fue ascendido a Jefe Superior de Administración del Cuerpo Pericial de Aduanas

En la foto del nombramiento de hijo adoptivo, podemos ver a Joaquín Calero recibiendo dicha acreditación de manos del  Alcalde de la Ciudad  Eduardo Ruiz Gollury y detrás de él  Ramón García Llanos. El resto nos son desconocidos.

HIJO ADOPTIVO DE EL PUERTO.
El 8 de Abril de 1931 en el Pleno celebrado en el Ayuntamiento se acordó por unanimidad que D. Joaquín Calero Cuenca fuera nombrado Hijo Adoptivo y Predilecto de la ciudad. A pesar de no haber nacido en nuestra ciudad, fue un gran enamorado de El Puerto y de su río. Reproducimos unas  palabras, pronunciadas en el almuerzo homenaje que sus convecinos y amigos le rindieron, reflejadas en la Revista Portuense:

«--Señores: yo soy un enamorado del río Guadalete. Vivo tan cerca de sus orillas que el rumor de sus aguas mansas es como canto que adormece mi espíritu y lo baña en sensaciones de paz; he llegado a enamorarme como un muchacho, hasta el punto, de que siendo idéntico el paisaje, yo lo encuentro distinto siempre, y siempre también, con encantos nuevos, que cual la hembra a quien se ama, aparece a nuestra mirada con aspectos insospechados de amor y de belleza».

Homenaje a  Joaquín Calero Cuenca; se celebró en el chalet de la Real Sociedad de Tiro de Pichón situado en la antigua carretera de Jerez,  y asistieron entre otros: el homenajeado 4º por la izquierda, señalado con una “X”; Alcalde Eduardo Ruiz Gollury (traje claro en la fila de abajo sentado, el 2º por la derecha de la foto); Fernando A. de Terry y Cuvillo; Ayudante de Marina Vicente Pérez Baturone (de uniforme junto a Calero Cuenca); Arcipreste Francisco Nuñez Galvan (el cura); Pastor Moreno, Jose Maria (detrás del señor con sombrero claro y cinta oscura, junto a Villar); Jose Leon de Carranza; Coronel de Infanteria  Varela Iglesias, Enrique (el de la capa que llegaria a ser general); Atanasio Quijano; Jose Jimenez Gonzalez; Ramon Varela Campos; Benjumeda Martínez de Pinillo, José Luís (de los tres de arriba del todo el más alto); Benjumeda Martínez de Pinillo, Antonio (arriba sobre la baranda); Juan Gilabert; Osborne Tosar, Juan; Osborne Tosar, Luís (como los dos eran muy parecido, uno es el 3ª por la izquierda y el otros el 10º por la izquierda delante de la baranda); Felix Tejada Mayo (puede ser el 1º por la izquierda, solía siempre ponerse en una esquina de las fotos); Carlos J. de Terry y del Cuvillo; Villar Burgos, Juan (suegro de José López, detrás de la barabda el 1º por la derecha); Jaime Togores; Jose Togores; Ruiz de Cortazar y Tosar San Gines y Zurutuza, Antonio (junto a Benjumeda Martínez de Pinillo, Antonio con  la mano derecha sobre el pecho); Francisco Ponce; Justino Castroverde (este asistió al acto, pero supongo no estará en la foto, ya que está hecha por él); Tosar García de Valdeavellano, Adolfo (padre de Javier, creo es el 1º por la drecha de pie y gabardina en mano); y algunos más que no ha sido posible indentificar.

Foto tomada en el muelle de los faluchos finales de los 40 del siglo XX. El que está detrás entre el Ayudante de Marina, Francisco Martel Vinegra y Joaquín Calero Cuenca en José Valiente Moreno  y el penúltimo hacia la derecha el entonces Alcalde de El Puerto de Santa María Eduardo Círia Pérez. El militar desconocido y el paisano, el Juez de Primera Instancia e Instrucción del Partido Judicial de El Puerto,  Diego Martínez Valbuena, primo del Padre Juan Martínez, S.J.

CONCEJAL Y ALCALDE.
El 1 de Julio de 1944 es nombrado Gestor-Concejal del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María, formando parte en principio  de la Comisión Informativa  Sexta a la que le competían la Policía Urbana, Obras Municipales, Fiestas, Paseos y Jardines, formando parte de la misma con Eduardo Ciria, Antonio Duran y Francisco Bernardo.

El 14 de Enero de 1945, en atención a los meritos contraídos como Primer Teniente de Alcalde, obtuvo la Cruz del Merito Naval de 2ª Clase con distintivo Blanco. (En la imagen, dibujo de Torres Brú, que se conserva en la galería de alcaldes del Palacio Municipal).

Joaquín Calero Cuenca (con sombrero y abrigo), en el muelle comercial inspeccionando un embarque para el extranjero.

Foto tomada, posiblemente, a bordo del Cañonero "Lauria", la foto puede ser de finales de los 30 o principios de los 40 del siglo XX.

El 14 de Julio de 1947 fue nombrado Alcalde de la ciudad de El puerto de Santa María cargo que desempeñó hasta  Abril de 1948, dimitiendo por incompatibilidad profesional con su carrera al frente de la Administración de Aduana, presentando el 15 de abril  la renuncia a la Alcaldía y la Presidencia de la Comisión Gestora del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María

En 1956 un nuevo destino de Aduanas, en Sevilla, duró muy poco tiempo, falleciendo el 11 de agosto de dicho año.

De izquierda a derecha: Francisco Guerrero Rosso; Antonio de la Torre González; Manuel García Sánchez; Francisco Basallote Roca; Serafín Álvarez Campana Gaztelu; Manolo (se le ve un poco la cara); Angel Pantoja del Puerto; JosÈ Beltrán; Repetto; Manuel Lojo Espinosa; Juan Sánchez Romate (se le ve un poco la cara). (Foto: Pantoja).

La imagen capta la entrega de la Banda de Honor del Club de los Polémicos de Bellas Artes, a Serafín Álvarez-Campana. El Club de los Polémicos eran un grupo de jóvenes que tenían como lugar de reunión la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia, un cuarto que les dejaban y la única vinculación con la misma fue la colaboración con la organización de la  Cabalgata de Reyes, que organizó esta entidad hasta prácticamente la llegada de los ayuntamientos democráticos.

El Puerto fue uno de los primeros municipios andaluces en contar con cabalgata de Reyes y, al igual que Sevilla que la continúa organizando el Ateneo, en El Puerto, al menos desde 1952, era organizada por esta centenaria institución. El nombre de 'Club de los Polémicos' viene por la polémica que se suscitó entre ellos mismos para autodenominarse, optando por esta opción al no llegar a ningún consenso con ninguno de los nombres propuestos. Estuvieron colaborando unos cuatro o cinco años, en la frontera de la década de los setenta del siglo pasado.

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Imagen del Racing tomada el 2 de febrero de 1930 en la Plaza del Polvorista.

Directiva del Racing Club Portuense. De pie, de izquierda a derecha: Genaro González Noval, desconocido, Luis Ortega García y José Domínguez Neto. Sentados Manuel Alejo Díaz y desconocido. (Foto: Colección Vicente González Lechuga).

Aunque algunas fuentes consultadas indican que la entidad racinguista comenzó su andadura un 11 de febrero de 1928, todo apunta a que fue un día antes cuando se hizo efectiva la formación del Club porteño, que esta semana cumple 83 años de existencia.

Muy pocos aficionados de nuestra región pueden afirmar  haber contribuido de forma tan directa a mantener un Club durante tanto tiempo, sin cambiar su identidad, su filosofía, su denominación. No son muchos, es cierto, pero sí demasiado fieles, y fechas como estas sirven para recordar a todas las personas que nos han apoyado durante décadas.

El campo de fútbol Eduardo Dato.

A los que hoy son abuelos, que alguna vez estuvieron en el "Tiro Pichón" o en los terrenos del antiguo balneario, cerca de la Puntilla, y que acabaron de la mano de sus hijos en el Dato o en el José del Cuvillo. También a los muchos portuenses que a lo largo del tiempo han pasado por alguno de los equipos de nuestra entidad, a los que celebraron las victorias y sufrieron con las derrotas en todos los campos del país, desde los terrenos de albero al césped de Mestalla. A todos aquellos que han invertido y que invierten un tiempo inmensamente valioso para que haya fútbol de categoría nacional en la ciudad.

La Junta Directiva del R.C. Portuense con parte de la Corporación Municipal en 1964.

Que la existencia del Racing sea contemporánea a la de un símbolo porteño, como el Vapor de El Puerto, es muy significativo. Revela la importancia que tiene en la ciudad, más allá de lo deportivo.

El fútbol fue, con el cine, la playa y los espectáculos de la época, una de las primeras diversiones de los portuenses en el siglo XX y ha servido de vínculo social, de motivo para hacer política, de punto de encuentro, como vía para ayudar a los más necesitados y de representación de toda una ciudad en el mundo del deporte.

Plantando cesped y terminando las obras del José del Cuvillo. Julio de 1971.

El Estadio José del Cuvillo, en la inauguración el 20 de agosto de 1972. (Foto: Colección Manuel Prado).

Desde abajo empezaron don Genaro González Noval y don Mariano López Muñoz, fundadores y presidentes de un club que siempre estuvo en crisis, pero que superó una guerra, muchas injusticias e incluso la propia pasividad que viene caracterizando a los porteños en lo que respecta al interés por las cosas de su tierra.

Vista aérea del Estadio José del Cuvillo.

83 años después sigue compitiendo el que empezó llamándose Racing Football Club y pese a las dificultades económicas y otras tantas, siempre ha existido un grupo de ciudadanos y aficionados dispuestos a dar un paso al frente para que no se pierda, los que hoy están y los que esperamos mañana.

Desde el Club, queremos felicitar a todos los racinguistas y a los que han hecho y hacen posible que esta semana sumemos 83. (Texto: Diego Patrón Aguilera)

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(Continuación). Pero volvamos a la enseñanza. A los niños, una vez dominaban los palotes y silabeaban con fluidez, se les ponía a escribir con tinta. Este superior escaño requería un cabillero de madera y varios plumines de acero, además de un tintero, que, empotrado en el pupitre, permitía mojar la pluma en la tinta cada vez que era necesario. Ni que decir tiene, la cantidad de borrones y manchas que producíamos con la tinta, antes de calcular siquiera someramente la cantidad necesaria. Menos mal que, durante la clase, usábamos un sobretodo, o baby de tela de crudillo que antes de lavarlo había que sumergir en leche, para eliminar la tinta.

En los cuadernos de Raya I, Raya II o Raya III, íbamos haciendo palotes y letras, a imitación de la muestra, y, al acabar la página, le pasábamos un papel secante. El repaso del Catón, libro para ejercitarse en la lectura, las explicaciones de Historia Sagrada de la que recuerdo la de José en Egipto y lo de las vacas gordas y las vacas flacas, o la de Moisés, abandonado en una cestita embreada flotando en las aguas; la urbanidad, con las viñetas del comportamiento del niño bueno y del niño malo...etc. constituían lo principal de la enseñanza.

Las niñas hacían lo mismo, pero asistían, además, a clase de solfeo, piano, dibujo, pintura, labores y cultura general, hasta que se instauró, en este Colegio, el bachillerato que cursaban por libre y se examinaban en el Instituto Padre Luis Coloma de Jerez.

De cuando en cuando, te daban, para que se los dieras a tus padres, estampas y folletitos de "Teresita", una novicia que había muerto en olor de santidad en Carabanchel, y que en mi casa acogían con cariño, porque la tal Teresita --en la imagen de la izquierda-- era hija de un primo segundo de mi bisabuela Magdalena.

Y hablando de Carabanchel, el noviciado del Instituto, allí fueron y por allí desfilaron muchas niñas portuenses creyendo tener vocación de Carmelitas unas, y, otras, con verdadera vocación que han perseverado. Así, Consuelo Máiquez, Anita Prieto, Antonia y Loli Palomino, Mati y Tere Tejada Prieto, Lina Casado, o Marisina Moresco que perseveraron. Y de las que no, Charo Prieto, que llegó a profesar, y las fugaces Lalote Bermúdez Tejada y Conchita Benvenuty Díaz, entre otras muchas.

Notables fueron las fiestas del colegio. Se engalanaban los patios con farolillos y gallardetes; se montaba en la clase de los niños una tómbola; se representaban obras de teatro, sainetes y pasillos de comedia, en los que eran inevitables Enriquetita Osborne y María Muñoz; se hacían barracas, como, por ejemplo, aquella que tenía un boquete por donde asomabas la cara y, en un espejo, colocado enfrente, te veías convertido en monja carmelita. O juegos malabares. O puestos de chucherías. También hubo carreras de cintas en bicicletas. Lo que se recaudaba iba  para la Obra Pontificia de la Santa Infancia.

En las fiestas del día de la Madre Superiora, recuerdo, en el salón de arriba, un grandísimo telescopio de cartón sobre un trípode, por el que miraban Monchi Merello y Antonia Palomino, y cada una decía lo que veía, que no veían nada, sino lo que se habían aprendido en el guión: las estrellas, la inmensidad del firmamento, el Padre Eterno, la Virgen María, los Ángeles...

De izquierda a derecha en la fila superior, Fernando Arjona González, Rafael Gómez Giménez, Manuel Jesús Merchante Gutiérrez, Gaspar Aranda y Antón, Antonio Arredondo del Río, José María Gutiérrez Colosía, Desconocido, Juan Luis Perles Giner, Juan Palomino; Segunda fila: Enrique Rodríguez, Javier Renedo Varela, Juan de Dios Sánchez González, José Luis Moresco Suarez,  Manuel Serrano García, Rafael de los Santos Márquez, Enrique García Máiquez, José Miguel Merchante Gutiérrez; Fila del suelo:  Antonio Ortega Rojas, Desconocido, Fernando León García, Adolfo Ortega García, Antonio Sánchez Pece Gutiérrez. Foto tomada en el Colegio de las Carmelitas, con motivo de una fiesta de disfraces; iban de betuneros. Instantánea del 29 de marzo de 1949, hace 62 años. (Foto Pantoja. Colección e identificación de Vicente González Lechuga).

A los niños, se nos ponía un gorrillo cuartelero de los de borla, con un sable en la mano y, en corros cerrados, girábamos, al son unas canciones que entonaba María Muñoz, cuyo estribillo era:

Los soldados de mi tierra
van tocando el tamboril,
gírate así,
gírate así.

en presencia de las monjas y de los padres que nos aplaudían.

Durante el mes de mayo, en todas las clases, se levantaba un altarcito con una imagen de la Inmaculada y se rezaba el mes de María. Allí aprendí aquello tan hermoso de "Venid y vamos todos,  con flores a María..." y todos los días debíamos traer un ramillete de flores para la Virgen.

Todo el año, en la mesa de cada profesora, había un busto de cerámica representando a un negrito, a un chino o a un indio, con una raja en la cabeza, donde, de vez en cuando, se depositaba una perra gorda o una chica para las Misiones. Así discurría la vida en el Colegio.

Cuando salíamos, a los pequeños, nos venían a recoger las tatas. Las niñas mayores siempre tenían una corte de moscardones zangolotinos, esperando en la acera de enfrente, que las acompañaban a sus casas, a costa de tener que admirar el álbum de labores y tenerse que aprender y alabar aquello de ojetes, vainicas, punto de cruz, punto inglés, punto de incrustación, realce, zurcido invisible, ojal, y otras cosas parecidas para acabar reconociendo, aduladora e interesadamente,  que eran unas verdaderas artistas.

Una fotografía de tiempos más modernos, a principio de la década de los setenta del siglo pasado, en el Parque Calderón. Aparecen las niñas de las Carmelitas: Fátima Ortega Bustos, María José Ruiz Requejo, Fernanda Unzueta Melgarejo, Carmen Torres, Marilín Tardío, Mercedes Rodríguez, Maica Muñoz Rivas y Guillermina Rendón.

Y, la verdad,  es que yo esa etapa de moscardón, esperando a las niñas, la pasé en Sevilla, ya mayorcito, a la puerta del Colegio de las Carmelitas de Bustos Tavera, al que, a veces, entrábamos los de El Puerto con la excusa de ver a la Hermana Cañaveral Valdés que había sido amiga a mi madre, o a la Madre Carmen Jácome que estuvo allí una temporada, antes de pasar definitivamente a Madrid, y durante las fiestas colegiales.

Y una anécdota: cuando yo fui al colegio de los Hermanos Maristas de Bonanza, interno, mi madre le puso como condición al Hermano Director que yo tenía que tener el número 190. No podía ser otro. Y yo no sabia por qué se empecinaba mi madre en ello. Pero, es que cuando me incorporé al curso, en la maleta llevaba yo los cubiertos y el vaso de plata de mi madre que usó en este Colegio de las Carmelitas, cuando estuvo interna y tuvo el mismo número, el 190. Y es que a ella le hacia ilusión que los usara, y con el mismo número y no lo disimuló.

Una fotografía de mayo de 1967. Se ve a la hermana Matilde Pavón, encargada de los niños y a la señorita Mari Pepa. Los niños de Primera Comunión en desfile desde el colegio a la Iglesia Mayor. La fotografía está tomada en la Plaza de la Iglesia.

Recordar, a estas alturas, los tiempos en que estuve en ese colegio, me ha rejuvenecido. Acaso os haya resultado algo premioso, o acaso a alguno indiferente. Pero habéis tenido la caridad de leerme estas historias, que podéis seguir ampliándolas en la "Arboleda" de Rafael Alberti, alumno también de este Colegio de las Carmelitas, que recordaba la canción aquella:

Las Hermanas Carmelitas,
con delantales azules,
se parecen a los cielos,
cuando se quitan las nubes.

(Texto: Luis Suárez Ávila).

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Este es un colegio más que centenario. Se formó sobre el palacio de un cargador de Indias de origen flamenco, llamado Vos, al que se unieron otras fincas, entre ellas las que formaron el teatro y la salida por la calle Pozuelo, la casa del capellán, el solar donde se edificó la Iglesia, la casa llamada de la Virgen, y, más luego, una casa que hacía esquina con la calle Santo Domingo, de Manuel Ortega Infante y la incorporación final de la casa que fue de mis tíos Javier Terry del Cuvillo y Carmen Muñoz Ávila. (Patio de las Carmelitas con el Monumento al Corazón de Jesús. Año 1935).

La impresionante fachada, la casapuerta, con sus hojas de caoba, claveteadas de bronce, el portón también de caoba tachonado de clavos, sobre el que campea todavía el Sagrado Corazón en un óvalo de cerámica barnizado, los azulejos, el patio porticado, el monumento al Sagrado Corazón, la escalera con barandal de palo santo y su cúpula, la sala de visitas, con el suelo entarimado, el estrado isabelino y la consola neogótica dorada y el retrato al óleo de San Pío X de Rodríguez Losada... todo eso le daba un especial ambiente y empaque a este Colegio de señoritas dirigido por las Reverendas Madres Carmelitas de la Caridad, como rezaba en los impresos.

Y todo ello, sin contar con las aulas, el patio de recreo, ochocenctista, con su palmera, con su verja de hierro fundido verde y su suelo de losas de Tarifa y losetas hidráulicas de cuadraditos, el teatro, la clase de las niñas gratuitas, que entraban por la puerta del garaje, en la calle Nevería, justo al lado de la Iglesia. En el piso alto solamente pude ver el ándito (corredor) del patio y el salón de arriba. A la izquierda según se subía por la escalera principal y al frente, por la escalera del patio del recreo, había unos prohibidores letreros de "clausura" que impedían el paso al lugar donde estuvieron las veinticuatro camarillas de las internas y sus cuartos de baño y entonces la vivienda de la Comunidad.

Fotografía tomada nen 1925. La primera por la izquierda es Carmen Poullet, le sigue Enriqueta Dosal Cumbreras, Maruja Paullada Varela, Mercedes Ávila Gutiérrez, madre del autor del artículo, la siguiente y las dos últimas eran hermanas hijas de un director del Penal, la tercera empezando por la derecha en Virginia Piury Dagnino

Mi madre, mis tías, las amigas de mi madre y de mis tías estuvieron en este colegio internas, aunque vivían en El Puerto y eran de aquí. Estuvieron, bajo el dominio de la implacable Madre Carmen Jácome, a la que recordaron toda su vida con especial cariño. Conservo fotografías de una orquesta que formaron, o de las procesiones de la Inmaculada de las Hijas de María; de la clase de pintura, donde mi tía Aurora y Carmen Pérez Pastor están acabando cada una un cuadro de tema religioso; o de mi madre y Elisa Muñoz Seca pintando cada una un bodegón de flores y frutas...

De esas fechas, que serían los años 1920, parte la incorporación al Colegio de una casita pequeña, pintada de rojo y blanco, con sólo la puerta y un balcón. Resultó que esa vivienda era una casa de mala nota y mi bisabuelo Norberto se alarmó, porque frontera al colegio de sus nietas hubiera un sitio de pecado. Así que la compró y la regaló a la Comunidad. Desde entonces,  paradójicamente, la casita se llamó "La Casa de la Virgen", hoy desaparecida, y su superficie está integrada  en el actual edificio. (En la iamgen de la izquierda, Norberto Gutiérrez, bisabuelo del autor del artículo).

Decía que este colegio es centenario, de 1893. En él se han educado infinidad de jóvenes portuenses de ambos sexos, porque además de niñas, había niños de hasta siete años. Los niños, en cuanto hacían la Primera Comunión, debían abandonar el Colegio, para ir a otros solamente de niños, que, por lo general, eran la Academia de don Luis Poullet, el Colegio de San Estanislao, vulgo ‘La Pescadería’ (de una Asociación de Padres de Familia, bajo la dirección espiritual de la Compañía de Jesús), o el de don Juan Díaz...

Luis Ortega García, el profesor de pintura de la Academia de Bellas Artes, en al Patio de San José, de las Carmelitas, el día de la Primera Comunión, con su hermana Anita.

Por el inmenso cariño que mi madre le tenía a su colegio, pese a haber tenido yo en casa una señorita, llamada Doña Concha Romero, entrada en muchos años, como que fue profesora de primeras letras de Rafael Alberti, quiso que yo estuviera en las Carmelitas. Más que nada porque con cinco años ya se está en condiciones de conocer a otros niños distintos de los de tu familia y empezar a tratar con personas desconocidas para ti.

Colegio Las Carmelitas. Mayo 1958, Todos gentes de El Puerto: los hermanos Bellvis: Javier y Marisol, única niña por aquello de separar las niñas de los niños; Luis Áspera, Paco Zamudio, Jaime Renedo, Mariano Medinilla, Miguel Lizaso, Javier Díaz, Hörh, Velarde, Julián Flores y otros…

Mi entrada en este Colegio no creo que fuera triunfal. Me trajo mi madre, vestido de marinerito, con un abrigo de paño azul y cuello de terciopelo negro, con botones dorados de ancla, que me había hecho Matilde la Sastra. Y lloré, me entró una pataleta enorme; no quería quedarme. Y mi madre, me contaba después, que dudó entre si llevarme otra vez a casa, o dejarme allí. Pero me dejó aquí, en un sitio que yo no conocía, entre gentes que no había visto nunca. Una monja, la Hermana Julia, me acabó de meter para dentro y me colocó en un pequeño pupitre, en una clase lindera con el patio del recreo, la puerta siguiente al "cuartito", que en los colegios jesuitas es "lugares", un aula con puerta de cristales y dos amplias ventanas que daban al ándito del patio del recreo.

El suelo de la clase era un entarimado de madera. Al fondo de la clase había una puerta de cristales, pintados de blanco, que cerraba un pequeño habitáculo, donde, al parecer, decían que era el cuarto de las ratas, y allí se metía a los niños que fueran malos. La clase la presidía, al frente, una pizarra, el encerado que se llamaba, un crucifijo, la mesa de la profesora que resultó ser la encantadora Hermana Natividad, un cartel como de hule con el mapa político de España, Islas Adyacentes y Plazas de Protectorado y Colonias Africanas y otro cartel con un silabario que, además de letras, tenía dibujos de animales y cosas que sugerían las sílabas o las palabras. Los niños no usábamos cuadernos. Escribíamos en pequeñas pizarras individuales, con el marco de madera, en uno de cuyos lados había un agujero por donde entraba la guita que sujetaba un trapito para borrar. Se escribía con un pizarrín, barrita hecha de la propia pizarra u otros más elaborados de manteca, que se decía. (Revista Mi Colegio. Núm. 52. Octubre 1923).

Al fondo de la clase, en una pequeña mesa, estaba sentada la ayudante de la Hermana Natividad, que era una seglar llamada Nati que por ahí la encuentro todavía, y la reconozco por la calle, aunque nunca supe sus apellidos.

Desde la clase de los niños, se veía por las ventanas, a las niñas en el recreo. Generalmente jugaban a saltar la cuerda, con el canto de aquello: «Soltera, casada, viuda y monja», repetido, cada vez más rápido, que fueron los estados por los que pasó  la venerable Madre Vedruna.  Las niñas con sus uniformes de tablas, azules, con cinturones de tela y hebilla plateada, sus cuellos blancos de piqué almidonados y, luego, de plexiglás, sus calcetines blancos y sus zapatos de charol, a veces lucían medallas y bandas por su buen comportamiento y aplicación.  Para la clase de gimnasia usaban, bajo las faldas, los puchos, especie de pantalones bombachos hasta más abajo de las rodillas. Cuando iban a la iglesia, o algún acto especial, se colocaban, además, un velo de tul blanco, que se ceñían a la cabeza con un elástico y lo volteaban para atrás, y unos guantes también blancos.

Así iban, por ejemplo. en la procesión de la Niña María, una imagen de la Virgen Niña, de Olot, que anualmente, se sacaba, en unas anditas portadas por las propias niñas, por las calles cercanas al Colegio. En filas iban las alumnas y los pequeños alumnos, el sacristán con la Cruz, Pepe Caamaño, la Comunidad de Hermanas Carmelitas con la Madre Superiora, Madre María, la Hermana Julia, Hermana Rosa, las Hermanas Dolores Sánchez y Dolores Martínez,  la Hermana Teresa, la Hermana Natividad, la Hermana Enriqueta Feliú, la Hermana Aurelia, la Hermana Encarnación, muy jovencita, y alguna más, todas de hábitos negros con sus tocas, como Dios y las constituciones de este Santo Instituto mandaban, y, de preste, con alba, capa, estola y bonete, el capellán que era don Antonio Herrera Hurtado, que murió en olor de santidad. La banda de música de Rocafull cerraba el cortejo. (En la imagen, vestidas  Primera Comunión de Ana María y Celia Insúa Lavín. Detrás Matita Muñoz y María del Carmen García de Cos. El angelito de enmedio es Marisol Muñoz Bellvís. Foto: Celia Insúa Lavín).

Fachada de la Iglesia de las Carmelitas. (Foto: Fernando Vidal).

La procesión salía de la Iglesia y a ella volvía, pero la Niña María no estaba en la iglesia el resto del año. La iglesia inaugurada en 1893, por el Cardenal Arzobispo de Sevilla, se construyó a expensas de doña Elisa Guezala, viuda de Osborne, condesa de ese título, y en ella tienen cripta y panteón todos los Osborne. En ella está enterrada toda esa familia, empezando por don Juan Nicolás Böhl de Faber y Doña Frasquita de Larrea, padres de Fernán Caballero y abuelos de la primera generación de “Osbornes” portuenses, cuya imagen podemos ver a la izquierda.

El proyecto fue del arquitecto Don Juan de la Vega y el estilo neogótico. En el presbiterio sobre la mesa de altar, se puso un sagrario  y sobre él un tabernáculo gótico, todo dorado y blanco, con pináculos. En el ábside, en tres hornacinas, se colocaron las imágenes del Sagrado Corazón, Santa Teresa y San José, obras del escultor Fons y Pons de Madrid.

Y ya, en las dos naves laterales, en la de la epístola, una gruta con la Virgen de Lourdes y Bernardette, con su manantial y todo y un retablo neogótico con la Virgen del Perpetuo Socorro de bulto, la más rara que he visto, pues todas son pintadas en tablas, como podemos apreciar en la foto de debajo.

En la nave del evangelio, el altar de la Virgen del Carmen, sentada sobre una peana de terribles llamas por las que asomaban de cabeza o de medio cuerpo las Benditas Ánimas del Purgatorio y, a los lados, las imágenes de San Juan de la Cruz y la de la entonces Venerable hoy Santa, Madre Joaquina Vedruna de Más, la fundadora. El siguiente altar era el de la Inmaculada de las Hijas de María, imagen que antiguamente salía en procesión.

El coro alto, sobre un arco, al fondo de la iglesia, sobre el cancel, acogía un buen armonium que era accionado por Luis Muñoz o por alguna Hermana de la Comunidad, y en él cantaba un orfeón formado por diversas antiguas alumnas, entre las que destacaba, en los solos, mi tía Carmen Muñoz Ávila. En algunos actos litúrgicos, a los alumnos nos vestían de monaguillos, con sotanas rojas o celestes y esclavinas ribeteadas de borreguillo. (continuará). (Texto: Luis Suárez Ávila).

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Hoy viernes, a las 20:30 horas el portuense Álvaro Rendón Gómez, con nótula 680 en Gente del Puerto, Licenciado en Bellas Artes, autor de infinidad de libros de texto sobre geometría y coautor junto con Juan Eslava Galán del libro ‘La lápida templaria descifrada’, ofrecerá una conferencia en la Sala de Actos de la Fundación Rafael Alberti sobre ‘Geometría Sagrada en la Puerta del Sol de la Iglesia Mayor Prioral'. El acto, que organiza la Academia de Bellas Artes, será presentado por José María Morillo.

«Desde la más remota antigüedad, las construcciones sagradas, las destinadas a alojar al dios de moda, respondían a una estructura sagrada, se construía según formas sagradas: Círculo, Triángulo Equilátero, Triángulo Rectángulo, Rectángulos XXX. Durante muchos milenios, este conocimiento geométrico se impartió en los templos egipcios, y estaba regido por una casta sacerdotal, reticente a su divulgación.

Sólo algunos iniciados que demostraron su habilidad para mantener el secreto tuvieron acceso a este conocimiento: Pitágoras, Herón de Alejandría, Platón, Apolonio de Perga (famoso por su método para trazar circunferencias tangentes a dos rectas convergentes y a dos circunferencias interiores a las mismas), etc.

»Los egipcios conocían las unidades físicas, como nuestro metro, pero jamás lo aplicaron. Preferían medidas más casuales, como el codo. Comprendieron, como los pitagóricos después, incluido Platón, que las medidas reales son sólo unidades abstractas. A nosotros nos ha costado miles de años llegar a comprender el mundo de las ideas de Platón y, en consecuencia, llegar a esta conclusión: La línea recta real es una falacia en un Universo en continuo movimiento, pues cualquier intento de trazado recto se curvaría. Únicamente son rectos los ejes de rotación de los cuerpos y los diámetros imaginarios de las circunferencias; todo lo demás es curvo; aunque sí podamos concebir abstractamente la existencia de líneas rectas, en el mundo de las ideas.

»Esta imposibilidad nos lleva a creer que realmente es imposible adoptar una base comparativa inmutable que sirva de aplicación para todo, puesto que todo se mueve. Incluso si la medida sea el propio ser humano; en cuyo caso, sería una solución paliativa, no definitiva. De ahí que aplicaran a sus templos medidas casuales, conscientes de que los muros y cubiertas de un edificio son planos que debían ajustarse al ser humano para transformarse en un espacio habitable.

Ajustar las medidas del Templo para ser habitado por la divinidad, debió representar un problema importantísimo. Si Dios está en todas partes, es el dueño del universo, ¿cómo acotar un espacio material, en mi pueblo, junto a la casa del párroco, y pretender que duerma allí el Creador del Mundo? Si esto fuera posible, ¿cómo construir un espacio así, de esas medidas tan increíblemente grandes? Evidentemente, no colocando una piedra sobre otra y ver si la que hace veinte lo derriba todo; sino planificándolo, partiendo de un modelo abstracto simple y descomponiéndolo en unidades más pequeñas. La geometría es el único recurso capaz de abstraer la forma; aunque pocas formas podremos concebir cuando ignoramos casi todo del templo.

»Este conocimiento sagrado pasó al pueblo de Israel a través del Libro del Génesis, escrito por Moisés que, como se recordará, fue educado por los egipcios para convertirse en Sumo Sacerdote. No hay otro pueblo sobre la faz de la Tierra que haya inventado tantos mitos como el hebreo, experto en asimilar las costumbres de las naciones que ha ocupado o bajo los que ha vivido esclavizado. De todos ellos ha sabido extraer, sintetizar y divulgar primitivas creencias, ancestrales ritos y saberes de iniciación con los que ha conformado una religión ecléctica y sincrética con la que, a lo largo de su larga y obligada trashumancia, ha inoculado también a muchas otras.

»Durante mucho tiempo la geometría sagrada se transmitió mediante una disciplina cabalística, denominada GEMATRÍA que, indirectamente, formaba parte de ls enseñanzas esótericas que el maestro de obra iba mostrando al aprendiz. En Gematría al Triángulo Equilátero se le asigna la letra Alef (a); al Cuadrado, Mem (m), y al Pentágono, Shin (c). Alef, Mem y Shin son letras-Madre porque originan las restantes letras. Efectivamente, si tomamos los Polígonos regulares simples como punto de partida y tratamos de generar Polígonos de número de lados múltiplo de los anteriores, tendremos

• Triángulo Equilátero (3 lados) -> Hexágono regular (6 lados = 3 X 2) -> Dodecágono regular (12 lados = 6 X 2 = 3 X 4) -> Polígono de veinticuatro lados (24 lados = 12 X 2 = 6 X 4 = 8 X 3); es decir, todos ellos múltiplos de tres y obtenidos mediante el duplicado del anterior.
• Cuadrado (4 lados) -> Octógono regular (8 lados = 4 X 2), consecuencia de duplicar el número de lados del Cuadrado.
• Pentágono regular (5 lados) -> Decágono regular (10 lados = 5 X 2) -> Polígono regular de veinte lados (20 lados = 10 X 2 = 4 X 5) -> Polígono regular de cuarenta lados (40 lados = 20 X 2 = 10 X 4 = 8 X 5); es decir, todos ellos múltiplos de cinco y obtenidos mediante duplicado del anterior.

»En la arquitectura española hay un itinerario de edificios sagrados con marcados significados esotéricos, labrados por una geometría vital y trascendente, y cuya lectura queda reservada a unos pocos escogidos. Sólo les falta indicar con un cartel, a la entrada, la famosa frase de Platón: «No entre quien no sepa geometría»

»A falta de demostración de su planta la Iglesia Mayor Prioral, en El Puerto de Santa María, contiene elementos de esta geometría sagrada que nos da esperanzas para considerarla como Iglesia iniciática. Baste, para ello, el análisis geométrico de su fachada.» (Texto e ilustraciones: Alvaro Rendón).

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Calixto García Rodríguez nació en la calle Ganado, junto al Bar La Perdiz, el 5 de octubre de 1927, hijo de Vicente García Maza y María Rodríguez Caburassi. Calixto tuvo dos hermanos, María y Juan, que fuera barbero en la calle San Juan Esquina con Zarza junto con Mateo.

En 1927 nacía, también, el poeta José Luis Tejada Peluffo. Manuel Álvarez Santander funda en la calle Curva una tienda de recauchutados luego conocida como Vulcanizados Ricardo. Se instalaba en El Puerto el médico Daniel Ortega, médico y luego diputado del Partido Comunista, depurado tras la Guerra Civil. El escultor Ángel Martínez recibe el Gran Premio de la Exposición y Feria de Navidad celebrado en 1927, premio que recogió de manos del Rey Alfonso XIII. Se erige el monumento al Corazón de Jesús, en la Plaza de los Jazmines. (Calixto, en una imagen con pocos años).

La Revista Portuense difundía, el 8 de abril de 1927, siendo alcalde Alfonso Sancho Mateo, el último milagro atribuido al Beato Diego José de Cádiz, santo varón que tenía vinculación con nuestra Ciudad, de la que es Hijo Predilecto. Consistía el milagro en la curación de una monja clarisa, de Jerez, de la tuberculosis que padecía, enfermedad mortal en la época y durante muchos años después, hasta casi la década de los cincuenta, según nos apunta el investigador Antonio Gutiérrez Ruiz.

En la Feria de Puerto Real, Vicente García Maza padre de Calixto, Calixto, su hijo Vicente y Miguel 'el Gitano'.

Con meses, la familia se marcha a San Fernando donde abren una tienda de zapatería ‘fina’. Allí estudiará en la Academia Ramos y en el Liceo Sagrado Corazón. Tuvo una niñez muy buena.  A los padres le toca el primer premio de la Lotería Nacional, con el que invierten en montar un Bar Restaurante y Fonda  junto a la Estación de Ferrocarril, en la Vda. Joly Velasco de la vecina ciudad.

En medio, se produce la sublevación militar y la Guerra Civil y el negocio se vino abajo y cerraron. Hasta hace pocas fechas el edificio seguía en pié, aunque cerrado. Marcharán a continuación a Málaga, con una tía de Calixto donde permanecerán por espacio de dos años hasta su regreso a El Puerto a final de 1941.

María, Calixto y Juan García, en una instantánea tomada de niños.

Calixto entrará a formar parte muy pronto del mundo laboral, primero como aprendiz en el taller mecánico de Rodríguez ‘Luisitio’, en Puerto Escondido  --calle en la que en verano se proyectaba cine-- . Ingresó en dicho taller al día siguiente de que se produjera un accidente laboral y explosionara una boya que estaban soldando, a cuyas resultas fallecieron el soldador, su ayudante y un mirón de los que nunca faltan.

Después, en 1942, entrará a trabajar en el taller de mecánica de barcos de Manuel Paz, en Puerto Escondido Chico, donde, con posterioridad se instalaría el pub ‘El Estanke’ que sería propiedad de Antonio Paz, y después en el taller de Bernardo de la Torre, situado primero en la calle Luja y mas tarde en la calle Diego Niño.


Tocando la batería con una orquestina, durante el Servicio Militar, en 1948. En el destino donde se encontraba, en San Fernando, daba clases de música a los reclutas.

EL SERVICIO MILITAR.

Hace el Servicio Militar en San Fernando entre 1947 y 1949. Y le cogió por medio la Explosión de Cádiz, donde tuvo que colaborar en paliar las consecuencias de aquel desgraciado incidente. En San Fernando enseñaba música militar a los reclutas. (En la imagen de la izquierda, Calixto con el uniforme de Marina, el 30 de enero de 1947)

De vuelta a El Puerto, entra a trabajar por las tardes en la hojalatería de Juan Zaragoza, en la calle Santa María, --su hermano Pepe era el propietario de la hoy inexistente ferretería Zaragona en Santa María esquina con Plaza de Juan Gavala, donde desde hace años existe un solar por construir--.

Un guardia dirigiendo el tráfico en la Plaza de Juan Gavala. A la izquierda podemos ver la Ferretería Zaragoza. No obstante, hemos de señalar que esta plaza es artificial, ya que la calle San Juan Llegaba hasta la casa de Juan Gavala. El trozo que se le quitó a la casa de la Ferretería daría lugar a la Plaza de Juan Gavala y, además comunicaba mejor las calles Luna y San Juan. La muralla de la Ciudad, que discurría por la calle Santa María, perdería ahí alguna parte de los sillares que la conformaban. (Foto: Pantoja. Colección Vicente González Lechugaa).

El maestro Francisco Dueñas, a la sazón Inspector de los Servicios Municipales en la práctica, del Ayuntamiento, le pide a Zaragoza que le busque un cerrajero para el equipo de oficios municipal, y éste propone a Calixto. Allí empezará en 1952, siendo alcalde Luis Caballero Nogueras, permaneciendo hasta 1956.

LA FAROLA.

Con Luis Caballero vivió una anécdota en relación a una farola muy movida. La farola en cuestión se encontraba en la Plaza de la Iglesia. Un temporal de Levante la tiró y acertó a pasar por allí el alcalde que se dirigió a nuestro protagonista, que estaba evaluando los daños: “—Maestro, a ver si ponemos la farola en pié, para que no se diga que en El Puerto se dejan las cosas sin atender”. Curiosamente esta farola sería luego desplazada de la Plaza con la construcción que el propio Caballero propició el Monumento a la Inmaculada; la farola iría a ocupar el centro de la Fuente de la Rana, en el Parque Calderón. Y años más tarde a su desaparición del Parque –nuestro protagonista nunca supo donde se guardó— se reinstaló en una mini rotonda en la Plaza de los Jazmines, a principios del milenio. Otro de los trabajos que recuerda haber realizado fue el enrejado del Paseo de la Victoria que todavía sigue en pié.

La lámpara, colocada con posterioridad en la desaparecida Fuente de la Rana, en el Parque de Ruiz Calderón. (Foto Colección Mata).

La lámpara, en su ubicación actual, en la mini rotonda de la Plaza de los Jazmines. Año 2003. (Foto: Mata).

VIDRIERAS PALMA.

En 1956 entrará a trabajar con el desaparecido Luis Rincón Noya en la Fábrica de Botellas Vidrieras Palma (VIPA), como correturnos, para pasar luego a ser mecánico fijo y, a la muerte de Rafael Paz, --Jefe de Taller y Máquinaria--, lo nombraron para este puesto donde permaneció por espacio de 25 años, hasta el cierre de la empresa en diciembre de 1981, circunstancia atribuida a la bajada de ventas de brandy. Los accionistas eran las bodegas de El Puerto, entre otras: Caballero, Osborne, Terry. Allí pasó mucho calor, trabajó en el taller de moldería, y a tres turnos, llegando a tener en sus mejores tiempos dicha empresa hasta 100 trabajadores, entre los diferentes departamentos: fundición, maquinaria, molduras, patio, oficia y portería. (En la imagen de la izquierda, torre de la desaparecida fábrica de botellas Vidrieras Palma).

A la derecha, espacio donde se construiría el Colegio José Luis Poullet y a continuación, Vidrieras Palma. Año 1970. (Foto: Mata).

Calixto lo pasó mal, verse de pronto en el paro con 54 años y una familia numerosa a la que atender. Pero lo superaron. Calixto siempre ha sido un multiusos y, once años mas y hasta la jubilación, estuvo haciendo por su cuenta trabajos de fontanería, electricidad y otros oficios.

FAMILIA NUMEROSA: 13 HIJOS.

Casado con Aurora Díaz Gatica el 26 de agosto de 1948, en pleno servicio militar.  Aurora trabajó en el servicio doméstico de la casa de Juan de Miguel, capitán de la Guardia Civil y suegro de Ramón Bayo Valdés. (En la imagen de la izquierda, una joven Aurora Díaz Gatica, el 30 de marzo de 1948, meses antes de la boda).

Tuvieron 13 hijos, 4 varones y 9 hembras: María Victoria, Vicente Juan, María Aurora, Concha, Calixto, Juan José, José Antonio, Rosario, Encarnación, Pilar, Dolores, Mercedes y Nieves. Estos les han dado 29 nietos, 9 bisnietos y de momento 1 tataranieto. Era compadre, pues lamentablemente ambos han desaparecido, de Luis Rincón Noya y Esteban Caamaño Bernal.

En Valdelagrana, la familia al completo, en la celebración de la boda de una de las hijas.

Las mujeres de la familia, Aurora y sus nueve hijas.

La familia vivió en el número 2 de la calle de la Chanca y, más adelante en un pequeño piso de Crevillet, ocupado por 18 personas: el matrimonio, la suegra, 13 hijos, 2 agregados y los amigos transeúntes. Consiguió literas del primer barco que se desguazó en el Guadalete, construyéndolas de tres pisos. Para comer había que establecer dos turnos y hacer cola; y había alguno que repetía. Calixto recuerda que le ayudó mucho el añorado médico Jaime San Narciso quien cobraba en especie y de esas especies ofrecía los alimentos a la familia, esos sí, con mucha delicadeza para no herir sensibilidad alguna.

Calixto, entregándole las llaves de su vivienda, como presidente de la Cooperativa de San Marcos, a su hijo Vicente.

PRESIDENTE COOPERATIVA DE SAN MARCOS.

Cuando estaba en VIPA y dado que la Cooperativa de Viviendas ‘Estrella del Mar’ no llegó a completar el cupo de marineros, el cura Ramón González Montaño le invitó a participar en una nueva cooperativa ‘Viviendas San Marcos’ de la que fue presidente hasta que dejó de ser cooperativo.

Calixto a la izquierda, tocando el clarinete, Miguel 'el Gitano' con la trompeta y Juan García Sánchez con el saxofón.

LA MÚSICA, SU PASIÓN.

La música fue su otra pasión. Primero tocó el clarinete y tras un periodo de inactividad musical a la vuelta cogería el saxofón tenor y la batería. Tomó estudios particulares con Alberto Barba Ramírez y con su padre Joaquín Barba Rocafull, en cuya Banda actuaría. Más adelante lo haría en la Banda Muncipal dirigida por el maestro Dueñas, donde compartiría vivencias con muchos compañeros: Remigio Andújar, Manolo el de la Tuba, etc… Sus hijos Vicente y Calixto, platillero el primero y tambor, platillos y tuba, el segundo, le acompañaron durante un tiempo en la banda de música. Y a se ha señalado que enseñaba música a los reclutas durante el Servicio Militar. Además, por su casa pasaron infinidad de chiquillos a estudiar música.

Calixto, fotografiado con la Banda de Rocafull, en la Feria de Puerto Real.

La Banda de Música, dirigida por el Maestro Dueñas, en 1963, a las puertas del Ayuntamiento. De izquierda a derecha, fila superior, Rafael Portela (saxofón alto), Joaquín Morro (trompeta), Francisco Cachetta Guiofré (clarinete principal) (*), Eduardo (bombardino), Calixto Garcia Rodríguez (tenor), Manuel Gallardo Reinado (trombón), Francisco Güelfo (clarinete), José Sánchez (clarinete), Vicente González Sucino (fliscorno, bombardino), Ángel Delgado Herrera (trompeta segunda), José Luis Ramos Añino (clarinete), Antonio Ramos Añino (saxofón alto), Enrique Morro (fliscorno primera), Manuel Jiménez García (tuba primera). Fila inferior, Antonio Bernal (platillero) el niño Vicente García Díaz (clarinete), Juan García Sánchez (bombo), Francisco Dueñas Piñero (director), Remigio Andújar Gómez (caja) y Fernando Güelfo (clarinete y trompeta). La identificación ha sido realizada por Vicente García Díaz.

(*) Perteneciente al destacamento de italianos que estuvo alojado en El Puerto durante la Guerra Civil, se quedó a vivir en nuestra Ciudad.

Calixto, el mas joven a la percusión con la orquesta Montemar, actuando en el Picnic.

Formó parte de varias orquestinas, entre otras la de Montemar o de la orquestina OCRAZ, acrónimo de Zarco, junto a Ramón Zarco (violín), su madre, Virginia Hernández (piano) y a veces Miguel Leveque (saxo alto) estando nuestro Calixto a la batería. Eran célebres los bailes en el Casino de Labradores donde actuaban; o en verano en el Balneario de Puerto Real y en el Cortijo en el porteño Paseo de la Victoria, allá por la década de los cincuenta del siglo pasado.

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Tolkien huía de la alegoría. Por eso el cristianismo de ‘El Señor de los Anillos’ no hay que buscarlo tanto en sus tramas ni en los personajes, aunque se puede rastrear, sino en el vuelo de la visión y en el temple moral. Gracias a la exhaustiva investigación de José Manuel Ferrández Bru, que adelanta en su blog, www.josemanuelferrandez.com, y que desarrolla en el libro inédito ‘La conexión española de J. R. R. Tolkien’, vemos cómo el catolicismo también se encuentra (y cuánto) en la biografía del autor y en las circunstancias que hicieron posible su escritura. Con un papel esencial protagonizado, además, por un portuense.

UN PORTUENSE EN LA CORTE DEL SEÑOR DE LOS ANILLOS
Se trata de Francis Xavier Morgan y Osborne, nacido en el Puerto de Santa María en 1857, hijo de Francis, galés de nación y anglicano de fe, y de la española María Manuela Osborne. Marchó a estudiar a la Escuela del Oratorio de Birmingham, bajo la supervisión directa, nada menos, que del recientemente beatificado John Henry Newman. En 1880, el joven Morgan viaja a Roma y es recibido en audiencia por León XIII. Tres años después, en 1883 se ordena sacerdote dentro de la comunidad del Oratorio (donde lleva una vida nada ociosa de servicio a la parroquia y a la propia comunidad oratoriana, pues desempeña diversos cargos en ella). Muchos veranos, Father Morgan vuelve al Puerto de Santa María a descansar con sus hermanos, primos y sobrinos, que lo conocen con el nombre de “Tío Curro”.

La familia Morgan Osborne, de izquierda a derecha, María Manuela Osborne, Francis, Isabel y Tomás Morgan Osborne, Francis Morgan padre y Augusto Morgan Osborne. Año aproximado 1865. (Foto: Archivo Osborne).

TÍO CURRO, EL CURA QUE CUIDÓ AL JOVEN TOLKIEN.
Los hechos principales de la biografía de J.R.R. (John Ronald Reuel) Tolkien son mucho más conocidos. Nació en Bloemfontein, Sudáfrica, 3 de enero de 1892, en el seno de una familia inglesa de confesión bautista. Muere pronto el padre y en 1900 la madre, con sus dos hijos, se convierte al catolicismo, enfrentándose a su familia. Quedan en una condición económica muy delicada. Y en ese momento, aparece el padre Morgan, que, ejerciendo de párroco, los apoya moral y económicamente. Muere la madre, agotada y enferma, cuatro años más tarde. Tolkien consideró siempre que había sido una auténtica mártir por su fe. En su testamento, nombró tutor de sus dos hijos a Fr. Morgan. (En la imagen, un joven J.R.R. Tolkien).

SUBVENCIONÓ A TOLKIEN
El sacerdote asumió el encargo con celo. Animó a Ronald a continuar sus estudios en la prestigiosa King Edward’s School y, luego, en Oxford. Fr. Morgan administraba los bienes de sus pupilos, pero viendo que no bastaban, incrementaba discretamente la asignación con el dinero que le correspondía del próspero negocio bodeguero de su familia portuense. Todavía hoy los descendientes de Tolkien reconocen con agradecimiento que pudiese estudiar gracias “al dinero español del vino de jerez”.

‘NAFFARIN’, BASADO EN NUESTRO IDIOMA.
Tampoco descuidó la formación humana. Tolkien deseo aprender el español como homenaje a su tutor, para lo que usaba los libros en nuestra lengua que Morgan guardaba en su abarrotada habitación. Ese conocimiento le sirvió a Tolkien de niño para crear, jugando, el “Naffarin”, basado en nuestro idioma.

Luego, cuando en la adolescencia se enamoró perdidamente de Edith Mary Bratt, el tutor prohibió el contacto hasta la mayoría de edad. Tolkien obedeció. Hasta el mismo día que cumplió 21 años: entonces escribió a Edith, y retomaron su noviazgo. Fueron padres de cuatro hijos y, lejos de guardar rencor a Fr. Morgan, lo recibieron en su familia con cariño. Incluso pensaron que aquella dura prueba convirtió un momentáneo amor juvenil en un maduro amor conyugal. Que el sacerdote veía en Tolkien a un hijo lo demuestra el hecho de que le dejase en herencia un valioso reloj que él había heredado de su padre.

FERNÁN CABALLERO.
El ascendiente del sacerdote español fue más allá de lo crematístico. La influencia de JH Newman, insuperable prosista, le llegó a Tolkien a través de Fr. Morgan. José Manuel Ferrández Bru ha detectado, incluso, una muy probable deuda literaria de una adivinanza de Tolkien en El hobbit con una de Fernán Caballero, seudónimo de Cecilia Böhl de Faber (1796-1877), tía abuela del sacerdote. Eso testimonia una estrecha comunicación intelectual entre tutor y pupilo.

EL JEREZ, LA TINTA Y LOS ELFOS.
Las relaciones del vino de jerez con las letras son estrechas, y aún más con las letras inglesas. Es como si sus escritores hubiesen acatado con gusto el consejo shakespeariano: “Si mil hijos tuviera, el primer principio humano que les enseñaría sería abjurar de toda bebida insípida y dedicarse al vino de jerez”.

John Ruskin llegó a afirmar: “Considero justo y tolerable beber jerez desde que sale el sol hasta que se pone… Nelson el marino y Wellington el militar fueron grandes devotos del jerez…”

Una nueva página de esa vieja relación es la que escriben a la par el padre Francis Xavier Morgan Osborne y JRR Tolkien. El dinero proveniente de las bodegas pagó los sofisticados estudios que permitieron construir el complejo mundo de ‘El Señor de los Anillos’. En las bodegas del marco de jerez se dice que el incomparable aroma que produce la evaporación del vino es la parte de los ángeles. También era, y no lo sabíamos hasta ahora, la parte de los elfos. (Texto: Enrique García-Máiquez).

Francis Xavier y su hermano Augusto, mediados los años 20 del siglo pasado. (Foto: Archivo Osborne).

Casa de Augusto Morgan y Osborne, en la calle Nevería.

EL RELOJ QUE HEREDÓ TOLKIEN.
José Manuel Ferrández Bru, en su obra inédita que se encuentra en periodo de análisis por diversas editoriales, ‘La conexión española de J. R. R. Tolkien’ --a la que hacía referencia al principio de esta nótula de Enrique García-Máiquez-- escribe en el capítulo ‘Los último años’: «A la muerte de su hermano Augusto [Morgan Osborne] se complicó especialmente un asunto relativo a su herencia. Se trataba del la forma de hacer llegar su reloj (un reloj detradición familiar) a su hermano en Inglaterra. En esa época estaba muy restringida la posibilidad de sacarbienes o valores de España, de forma que la única manera de trasladar un objeto de valor como el reseñado, era llevándolo encima como si se tratara de una pertenencia personal. Francis Morgan escribió lo siguiente a su sobrino Antonio en una carta de mayo de 1933: "Es mucha bondad de tu parte tomar tanta molestia en cuanto al reloj y la cadena. Si de alguna manera pudieran ser traídos a Londres, algún amigo mío me los traería aquí. Esto podría hacerse muy fácilmente puesto que muchos amigos míos, y de los Padres, vienen de Londres aquí".


J.R.R. (John Ronald Reuel) Tolkien

Mientras se resolvía el tema del reloj, en las cartas que cruzaba Antonio Osborne con su tío en Birmingham, éste le comunicaba su idea de ir a Inglaterra puesto que ya "tenía casi convencidos a sus padres". Pero finalmente su deseo parece que no se hizo realidad y el enviado de la familia fue otro sobrino, el hijo de Rafael Osborne Guezala: Rafael Osborne MacPherson. Rafaelito, que es como se le conocía por entonces, fue el encargado de hacerle llegar el reloj junto con el crucifijo que había pertenecido a su hermana Isabel.

Firmas de nuestro protagonista español, como Francis Morgan y el familiar 'Tío Curro'. (Ilustración: Archivo José Manuel Ferrández).

A la muerte de Francis Morgan este reloj fue heredado por el mayor de sus protegidos, J.R.R. Tolkien, quien lo conservó en su estudio durante toda su vida y en más de una ocasión fue capaz de repararlo a pesar de la antigüedad de su maquinaria. La familia Tolkien llamaba al reloj ‘el flip-flap’ porque indicaba la hora girando las figuras como si fueran las páginas de un libro mientras emitía un leve ruido zumbante. Tras la muerte de Tolkien, el reloj fue heredado a su vez por su hijo mayor John, quien falleció en 2003, sin que se sepa cual fue el destino del reloj». (En la imagen, Tío Curro, ya de mayor).

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A la memoria de Juan Bocanegra.

Dimitir no es un verbo que conjuguen con frecuencia los políticos. No es habitual que un hombre público deje sus responsabilidades en los partidos, o en la propia oposición, y mucho menos con responsabilidades ejecutivas de gobierno, salvo estrategia al efecto. (Juan Bocanegra, inmortalizado por Fito Carreto).

Cuando uno mira para detrás a los partidos democráticos –incluso a los partidos que como tal se definen, aunque la democracia interna brille por su ausencia- observa con preocupación que aquellos entusiastas jóvenes que hacen veinte o veinticinco años eran unos enardecidos luchadores por la libertad y la justicia social, hoy son mas defensores de sus puestos de trabajo, de su estatus y de su salario, que del bienestar público. Son, genéricamente, lo que se conoce despectivamente como la clase política. Afortunadamente persisten en los partidos desde antiguo gente honesta que son el referente para los más jóvenes que llegan a las formaciones políticas con ganas de trabajar por unos ideales, o un territorio. Y es que, como decía un amigo mío, “Yo haré la revolución y luego me mataré, que no quiero corromperme en el poder”. Se refería a que estaría poco tiempo en el poder. No llegó a consumir dos años de cargo público.

Tampoco es usual encontrarse a políticos que llamen a las cosas por su nombre, y en el caso del ya ex concejal Juan Bocanegra, esa era la norma durante el ejercicio de su cargo, tanto para decir cosas agradables como lo contrario. No ha sido una persona que haya dejado indiferente a la ciudadanía cuando se ha tenido que pronunciar en aspectos relativos a la política local –sobre los que no me voy a referir- o con la gestión de una difícil área en el ayuntamiento, propia de gente con sensibilidad y que ha sufrido lo suyo: Bienestar Social. ¿Olvidará Juan cuando era discriminado hace ya tantos años, por ir en silla de ruedas y no le dejaban acceder a los bares de El Puerto?. Ha proporcionado a los periodistas suculentos titulares después de sus conferencias de prensa.

Bocanegra, el concejal de la silla de ruedas, llegó a la política sensibilizado con los movimientos vecinales, fortalecido por una compañera y esposa de ideas socialmente avanzadas –Pepi-, y ha administrado un área de especial crudeza, “Yo soy el comemierda de IP, el que se come todos los marrones”, con la intuición que le ha dado estar entre los más débiles en un prolongado periodo de su vida. Ácido en sus respuestas con aquellas situaciones que no eran de su agrado, se trocaba en  lo opuesto solucionando problemas a la gente. Sin disimulos, primario, ha dejado la impronta de un caballero de la política, alguien que se va, por razones de salud,  afirmando que “siempre he sido y seré una persona de barrio”. Nada más. Y nada menos. (Texto: José María Morillo. Año 2000).

Hablar del Vapor de El Puerto en la última década, era asociarlo a la entrañable figura de su patrón más conocido: Pepe. Sin embargo apenas se hablaba del otro hermano, Juan, quien también fue patrón del barco, cobrador, marinero y gestor de la nave hasta su jubilación. A Juan Fernández Sanjuán yo le tenía un afecto especial. Me relacioné con él durante 20 años por razones de índole profesional, y siempre aprendía algo de sus comentarios, parcos, pero certeros. Era un hombre de pocas palabras, las precisas, pero de un gran corazón y mucha sabiduría. Los años en el barco le hicieron ver la lámina de agua de la Bahía de forma diferente. (En la imagen, Juan Fernández, recogiendo el Premio a la Promoción Turística que le otorgó el Ayuntamiento en 1991).

Era una persona sencilla, amable, educada, que asumía la realidad de la pérdida de transportes de viajeros del Vapor con resignada corrección. Los cambios económicos y demográficos en la Bahía de Cádiz eran también cambios para el Adriano III. En eso era igual que El Puerto, que ha ido asumiendo la pérdida de negocio en la pesca, en la crianza de vinos y brandies, o en la agricultura, en silencio. Veía llegar el ocaso de la actividad del barco como veía próxima su jubilación, o el final biológico de su propia existencia. Con una sonrisa y los ojos entrecerrados, que es como mejor se mira el horizonte marítimo. Lo aceptaba. Sentí mucho no haber podido acompañarle en el adiós definitivo en febrero de 2004, va a hacer seis años, por encontrarme fuera de la Ciudad.

El Adriano III en construcción en San Adrián (Vigo) en el 1.955. En la fotografía Antonio Somorrostro, Presidente de la sociedad familiar que gestiona el barco: Motonaves Adriano, S.L. con su madre. (Foto: Colección A.F.V.)

Hogaño, otros familiares de los hermanos Fernández Sanjuán:  Andrés, hijo de Eduardo, hermano de Pepe y de Juan, y Antonio Somorrostro están al frente de este evocador transporte marítimo. El Adriano III, que no reporta beneficios a los múltiples propietarios que por herencia tiene el barco, sigue aún navegando en aguas de la Bahía más por mantener viva una tradición de sus mayores, que por negocio, y además crea unos cuantos puestos de trabajo. Otros enfoques pretenden darle al Adriano setentaiañero sus nuevos gestores. Pero están asustados antes la que se les viene encima: barcos modernos, necesarios y con precio subvencionado, recorren la bahía como antaño, cubriendo las necesidades de los viajeros del siglo XXI.

Sus gestores piensan que los catamaranes pueden dar al traste con este Bien de Interés Cultural (BIC) de toda la bahía gaditana, al no poder competir en precio por lo cuantioso de los gastos, y además, porque al estar el Vapor protegido por la ley, no pueden hacer con el cualquier cosa. Y para colmo, las pocas subvenciones públicas se les están apagando como una vela.

Ya hablan de amarrar, si no les tratan igual, si no les subvencionan ‘el billete’. Y amarrar puede ser sinónimo de final para las tablas del Adriano III. ¿O es que no nos acordamos de los desguaces de sus predecesores? Una vez más, las leyes que están para regular y proteger llevan a nuestros mayores –nuestros recuerdos, nuestra historia, nuestras costumbres- al desamparo.

Eduardo, Pepe, Juan Fernández Sanjuán no saben como patronear desde el más allá, para que el barco no encalle, como tantas cosas, en la desidia de los portuenses. (Texto: José María Morillo).

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Juan  José Carreto Aparicio, canónigo magistral de la S.R. E.J. Iglesia Colegial de Jerez de la Frontera, nació en la calle Alquiladores, núm. 4 el 15 de octubre de 1930, hijo de Francisco Carreto Sánchez y Carmen Aparicio García, fallecida en el parto de Juan. La partera que la asistió venía de otro alumbramiento y no se aseó adecuadamente, falleciendo la madre de nuestro protagonista de una infección general o septicemia. Juan será bautizado casi dos meses después en la Iglesia Mayor Prioral, el 6 de diciembre, por  el coadjutor Rodrigo Sánchez Laínez.

AÑO 1930
El año de su nacimiento, 1930, se crea en El Puerto de Santa María el Instituto Colombino. El Castillo de San Marcos es declarado Monumento Nacional. Rafael Alberti publica su libro de poesías 'Sermones y Moradas'.  Se produce relevo de alcaldes, siendo elegido el 26 de febrero José Luis de la Cuesta Aldaz y el 18 de marzo, Eduardo Ruiz Golluri. El 6 de junio se desborda el río Guadalete por el temporal de lluvias, arrastrando millares de haces de trigo y cebada y muchos animales muertos.

Alfonso XIII, acompañado de una abundante comitiva, visitó las Cuevas Canteras de la Sierra de San Cristobal en 1930, engalanadas para la ocasión con colgaduras y guirnaldas de hiedra. Visitantes de alcurnia, ágapes para la ocasión, jubileo en El Puerto y la provincia. La visita del rey y sus palabras: –»Efectivamente estas son las cuevas mas grandes y maravillosas que he visto», y la publicidad inherente a la misma propiciaron que las cuevas resurgieran de su anonimato y que fueran visitadas por personajes importantes de la época.

Edificio de la Real Sociedad del Tiro de Pichón, donde hoy se encuentra la Bodega de Osborne 'El Tiro'. (Foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

En agosto se celebró el Campeonato de Tiro de Pichón de El Puerto, resultando premiado el marqués de Villar del Tajo; en señoras, la señorita Lassaleta resultó ganadora. La Virgen del Carmen realiza el 15 de agosto su primera procesión marítima. Durante el verano  el novel equipo del Racing Club Portuense organizó una exitosa verbena en la calle José Navarrete --hoy Palacios--, donde tenía su sede social. En la plaza Marqués del Real Tesoro, se jugó un partido entre el Balompié F.C. de El Puerto de Santa María y el Andalucía F.C. de Puerto Real, venciendo los locales por 1-0.

A Pedro Muñoz Seca le dedican en Madrid un teatro con su nombre y ese año estrena, siete obras de teatro. El restaurador Juan Botaro da a conocer ese año la autoría, por parte de Juan de Mesa, de la imagen del San Francisco Javier, custodiada en la iglesia de San Francisco. Se funda la Hermandad de la Misericordia y Ntra. Sra. de la Piedad. Nace también, José Luis Mediana Gutiérrez, 'Peligro', conocido dependiente de la tienda de la calle Cruces 'Casa del Curita'.  (La imagen de la izquierda fue tomada en la calle Nevería, esquina con Palacios, delante del Cosario de Tablas. De izquierda a derecha, José y Francisco Llorca Ortiz, Juan Santisteban Muñoz con un bocadillo en la mano, José Gómez Moya 'Lupo Chico' con una garrafa. Delante Juan Carreto con el uniforme de botones del Banco Central. 26 de febrero de 1945).

SE CRÍA CON LA FAMILIA.
Como consecuencia de la desaparición de su madre, Juan se criará con su abuela Manuela García Tomeu y sus tías Luisa y Antonia Aparicio García. Con posterioridad, a raíz de las segundas nupcias de su padre con Luisa, nuestro joven protagonista convivirá con ambos, asistiendo al ‘Colegio/Amiga’ de Carmen, en la calle San Bartolomé. Años, después puestos de acuerdo su padre con su abuela y las tías anteriormente citadas, el  niño Juan volverá a vivir con ellas y con sus primos Juan y Manuel Muñoz Aparicio, así como con Pepito Ruiz Aparicio. En 1945, con 15 años de edad entrará a trabajar como botones en el Banco Central.

El Banco Central, segunda casa por la izquierda; la primera la Confitería La Perla.

LA VOCACIÓN.
Desde muy temprana edad, Juan ya ejercía como monaguillo en la Iglesia de las Concepcionistas, en la calle Nevería, adonde se llevaba de ayudante a su querido primo Manolín Muñoz Aparicio. Y un buen día le vino la vocación al sacerdocio. En 1947, con 17 años, ingresará en el Seminario Menor de Bonanza, (Sanlúcar de Barrameda), donde inició sus estudios religiosos, permaneciendo hasta 1952, año en el que pasa al Seminario Mayor Metropolitano de Sevilla, donde finaliza la carrera sacerdotal.

Juan Carreto, Paco Trabadelas y  José Luis Repeto Betes, natural de Sanlúcar de Barrameda y, durante muchos años, Deán de la Catedral de Jerez.

ORDENACIÓN.
El 21 de Junio de 1959 se ordena sacerdote con el ceremonial de ritual y en la Santa Iglesia Catedral de Sevilla,  siendo oficiada la ceremonia por el Cardenal Arzobispo, Dr. José María Bueno Monreal, junto a otro porteño, Jose Robles Gómez.  La Revista Cruzados contaba que "Al finalizar la ceremonia de ordenación y tras la unción de las manos por el Prelado, la madre y tía de los ordenados ataron las manos de aquellos como símbolo de la dedicación a las cosas de Dios. El Cardenal, a continuación, abrazó a todos al pedir la promesa de obediencia, y con las manos atadas tocaron el cáliz y la patena, y a partir del Ofertorio, hizo Bueno Monreal el ofrecimiento conjunto de los 21 sacerdotes que se ordenaban, oficiando éstos la ceremonia de concelebración del rito latino".

De izquierda a derecha, Luisa Aparicio García, Nicolasa Galarza, Carreto, Carlos J. de Terry, Francisco Carreto Sánchez.

Días después, el 24, cantó misa por primera vez en El Puerto, a las 6:30 de la tarde en el altar mayor de la Iglesia  Prioral, actuando como subdiácono, Manuel María Pérez Sánchez –‘Niño Pérez—y de Diácono el padre Robles, siendo los padrinos de altar el entonces arcipreste, Manuel Salido Gutiérrez y el párroco de San Joaquín, José María Rivas Rodríguez y padrino de honor Carlos Joaquín de Terry y del Cuvillo y su hija Milagros Terry Galarza, quienes eran sus benefactores. Su padre Francisco Carreto Sánchez y su tía Luisa Aparicio García ocupaban también el presbiterio.

El misacantano, entrando en la Prioral, José Robles y Sánchez Pérez y Carreto Aparicio.  A su derecha Nicolasa Galarza y a su izquierda Carlos J. de Terry y del Cuvillo.

Carreto era recibido esa tarde a las puertas del templo por el clero, órdenes religiosas, padrinos y familiares, efectuando solemne entrada en la Prioral. En el interior le esperaban, revestidos de capa y pértiga, otros sacerdotes y seminaristas compañeros del misacantano. En lugar destacado, asístían varios sacerdotes del clero, Jesuitas y Agustinos.

De izquierda a derecha, Manuel Salido Gutiérrez, arcipreste de la Ciudad, José Robles Gómez, Juan Carreto Aparicio y Manuel María Pérez Sánchez.

El cura ecónomo de la gaditana parroquia de San Severiano, Francisco Carmona Romero pronunció el panegírico, finalizando el acto con un besamanos al nuevo sacerdote. La capilla musical de Acción Católica interpretó a gran orquesta la misa de primera pontifical de Perossi. Era alcalde de la Ciudad, Miguel Castro Merello.

En la imagen, Carreto, Nicolasa Galarza, Clara Muñoz Villanueva y Antonio Rives Avellá, que cantará misa el 17 de junio de 1962; mas tarde colgaría los hábitos.

En mayo de 2009 se celebraba un acto en la Casa de Ejercicios de La Inmaculada, donde se conmemoró el 50 aniversario de la ordenación de tres sacerdotes de la Diócesis, entre los que se encontraba Juan Carreto, que no pudo asistir, ya aquejado de la enfermedad por la que pocos meses después fallecería.

DESTINOS.
Su primer destino fue como coadjutor en la parroquia de Villamartín. Después, ya como Párroco, en Bonanza (Sanlúcar), Guadajoz, Dos Hermanas y Montellano, (Sevilla), municipios que pertenecían a la Archidiócesis de Sevilla en la que estaba incluido El Puerto, hasta la segregación de la parte gaditana en la diócesis de Jerez.

CAPELLÁN DE PRISIONES.
Hizo oposiciones a Campellán de Cuerpo General de Prisiones, alcanzando el número uno en su promoción, estando destinado en los Centros de Cumplimiento Penitenciarios de Oviedo, Las Palmas de Gran Canarias y El Puerto de Santa María.

El antiguo Penal de El Puerto, antes de derrummbar sus edificaciones anejas.

FILÓSOFO Y TEÓLOGO.
Además, una persona tan inquieta como él, emprende de nuevo estudios obteniendo las licenciaturas de Filosofía y Teología, en la Universidad Angelicum, de Roma (Italia), llegando a dominar las lenguas muertas Latín y Griego, al nivel de los intelectuales docentes de la época.

Los padrinos en su toma de posesión como canónigo magistral, Milagros y Nicolás Terry Galarza.

El 29 de abril de 1978 fue requerido por el Dr. Bueno Monreal para que ocupara la Canonjía Magistral de la S.R., E.J. Iglesia Colegial de la vecina ciudad de Jerez, sumando nuevas obligaciones que  en él delegaban su círculo de confianza, entre otros ‘su primo’ –en realidad no le tocaba nada— José Luis Repeto Betes, antiguo Abad y Dean de la Colegial jerezana.

El Cura Carreto con sombrero y sotana blanca a la derecna, delante de la iglesia de una de las misiones en Barquisemeto (Venezuela).

VENEZUELA Y COSTA RICA.
Siempre se ha dicho que una canonjía, o capellanía, en el Derecho Canóico es como ser nombrado Consejero de una gran empresa a nivel estatal: buenos sueldos y poco trabajo, a lo sumo asistir a las sesiones de los consejos. Pues todos esos privilegios los cambió el Cura Carreto para irse a vivir a las selvas de Venezuela y Costa Rica. Allí durante casi 20 años realizaría una importante labor humanitaria y de apostolado católico.

Rodeado de niños en Barquisemeto (Venezuela).

Se adscribió a la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispano Americana, obteniendo permisos especiales de la Dirección General de Prisiones y del Cardenal Bueno Monreal, para poder trabajar en excedencia donde entendía que debía de trabajar, con los más desfavorecidos de aquellos países  latinoamericanos.

En 1997, la enfermedad  de un célebre alemán, de apellido Alzeheimer le visitó y se instaló a vivir con él, acompañándole hasta el final de sus días, en la festividad de San Carlos Borromeo, el 4 de noviembre del año 2009, óbito que le sobrevino con 79 años en la residencia donde vivía, en el Geriátrico de Montealto (Jerez), siendo concelebrado su sepelio en una multitudinaria ceremonia presidida por Monseñor Mazuelos,  acompañado por sus hermanos sacerdotes, en la Iglesia Mayor Prioral.

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