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Francisco Guanter Espinal nació en El Puerto de Santa María en 1834 y no ejerció de guantero, como conjeturaba Fernando Quiñones, vía la información aportada por Aurelio Sellés, sino primero de barbero, y posteriormente de marinero, al igual que su padre, llamado Mariano Guanter y nacido en Valencia en 1806 y muy posiblemente dedicado a la pesca de Bou, técnica de arrastre, muy usual en la época y en donde destacaban los marineros levantinos.

Su madre Jacinta Espinal Torres, nació en Morón, --localidad muy vinculada al cantaor sevillano Silverio Franconetti--, aproximadamente en 1802 y se dedicó a labores de lavandería.

En 1844, aparecen empadronados en la gaditana calle Sopranis núm. 92 primero izquierda del Barrio de Santa María, aunque ya llevaban algunos años de residencia en la capital. Posteriormente viven en otros domicilios del mismo barrio, sobre todo en la Calle Santo Domingo, 55 y 150, respectivamente.

Faustino Nuñez, autor publica sus investigaciones sobre Paquirri en el libro de José Manuel Gamboa «Una historia del Flamenco», y localiza en el periódico gaditano ‘El Comercio’, a un joven Guanter de diez años, actuando el 28 de enero de 1847 en el Teatro ‘El Balón’ y en donde interpretó las siguientes canciones: El Currillo, El Pescador y El Polo. Igualmente localizó otra noticia del mismo año, acaecida el 13 de septiembre, donde nuevamente el joven Guanter, actúa, esta vez en el Teatro Principal --cosa inusual para espectáculos de este corte-- y en donde él mismo se acompaña a la guitarra y canta El jaleo de la Gariana, y el Polo Andaluz. Gamboa y Faustino, que tanto montan, montan tanto, ya apuntaron, la posibilidad de que "este joven Guanter", fuera el famoso y enigmático Paquirri ‘el Guanté’, aunque lo hacía de nacencia francesa o catalana. Pues bien, estos valiosos datos, me llevaron a investigar al referido sujeto en los Padrones de Habitantes de la Ciudad de Cádiz,

A partir de 1853, ya no se encuentran referencias de esta familia, aunque sí de su hermanastro Antonio Guanter Ruiz, marinero de profesión, natural de El Puerto de Santa María e hijo del primer matrimonio del padre, al cual localizo en 1906 en la calle Suárez de Salazar, 6 bajo, viviendo solo, viudo y con 82 años de edad.

FERNANDO QUIÑONES.
Fernando Quiñones en su conocido libro “De Cádiz y sus Cantes” lo suponía nacido en el siglo XVIII, con el oficio de guantero, y según sus últimos testimonios, residente en la gaditana calle Cristóbal Colón. Así mismo supuso que murió joven y en Madrid, vilmente envenenado por un marido celoso.

Concluida la primera parte en la cual se demuestra fehacientemente que no ejerció de guantero, al menos en sus primeros años y que tampoco vivió en la calle Cristóbal Colón, si he de decir que los últimos datos aportados por Quiñones, casan sobremanera con los localizados por el que suscribe, aunque con algunas diferencias.

...continúa leyendo "1.309. PAQUIRRI EL GUANTÉ. El crimen que nunca cometió."

En la casa número 7 de calle Larga, cuyo lamentable aspecto actual, como el de la histórica finca que le sigue, el número 9, la mansión de los Mera-Winthuyssen (ver nótula 756) es prolongadamente indecoroso y no se entiende la desidia municipal al respecto, existió desde setiembre de 1919 hasta hace pocos años una lápida conmemorativa del nacimiento en aquel lugar, el 31 de agosto de 1895, de Juan Luis Iribarren Jiménez, teniente de Regulares que, según rezaba en el texto de la lápida, “murió gloriosamente en el combate de Beni-Hogmar, en Marruecos” cinco meses antes. Finalizaba la inscripción indicando: “La Ciudad por suscripción popular le dedicó este recuerdo a fin de perpetuar la memoria de hijo tan distinguido”. /Casa núm. 7 de la calle Larga.

El acuerdo municipal para este homenaje tuvo lugar en la sesión del 9 de abril, al siguiente día de conocerse la noticia de su fallecimiento. Presidió dicha reunión el alcalde Sr. Piury, quien comunicó oficialmente a la Corporación el fallecimiento de su joven paisano, “muerto heroicamente luchando por su Patria en la zona española de Marruecos” haciendo constar el hondo pesar de los integrantes del consistorio por “tan sensible desgracia”  dando las condolencias a su tío Javier Jiménez González y a su hermano Ramón Iribarren, compañero de concejo. Y la consumación del acto, es decir, la solemne inauguración, mejor dicho, descubrimiento de la lápida tuvo lugar el 8 de septiembre, después de la función de la Patrona, organizándose una procesión cívica con el alcalde y los ediles asistentes desde la iglesia Mayor Prioral hasta el domicilio donde nació, acompañados de la banda de música municipal, siendo recibidos en la puerta por el tío del homenajeado, Javier Jiménez González. /Casa núm. 9 de la calle Larga.

En la imagen de la izquierda, el padre de nuestro protagonista, Juan Luis Iribarren Olozarra, quien acompañó a Isaac Peral en las pruebas del submarino en aguas de la Bahía, casado con Amalia Jiménez, hija del empresario vinícola Ramón Jiménez Varela.

Juan Luis Iribarren Jiménez, al que la Revista portuense retrata como un joven “animoso, simpático y enamorado de su carrera, perteneciente a una de las más distinguidas familias portuenses” era hijo del teniente de Navío Juan Luis Iribarren Olozarra, poseedor de la Cruz del Mérito Naval Roja, de 1ª clase, por ser uno de los cinco oficiales que acompañaron a Isaac Peral en las pruebas de inmersión realizadas en aguas de nuestra bahía del torpedero sumergible de su invención y de Amalia Jiménez González, hija del empresario vinícola Ramón Jiménez Varela.

...continúa leyendo "1.299. JUAN LUIS IRIBARREN JIMÉNEZ. Militar muerto en combate en la Guerra de Marruecos."

5

Antonio Durán Tovar ‘Antón’, nació en Oviedo el 2 de noviembre de 1911, es decir que el pasado noviembre cumplió 100 años de edad, en plenas facultades físicas y mentales. Presidente de Honor de Dragados, firma que se fundó en Cádiz, vive en Madrid y, todavía, se pasa un par de veces por semana por la empresa de la que fue su presidente hasta enero de 1994, --hasta su jubilación--, con 83 años. /En la imagen, Antonio Durán Tovar, en una imagen de 1994.

CONCEJAL.
Vinculado con El Puerto de Santa María, fue miembro de la Comisión Gestora Municipal de El Puerto entre julio de 1944 a febrero de 1946 --equivalente a concejal durante los años de la posguerra-- y Director de la Comisión Administrativa de El Puerto --el equivalente a la Autoridad Portuaria--. El alcalde de El Puerto en 1945, Ignacio Osborne Vázquez, se refería a nuestro protagonista, según consta en el Archivo Municipal en el pleno del 22.05.1945: «A esa otra labor callada, disimulada y anónima como han de serlo las de su clase, en favor d ellos pobres, menesterosos y sobre todo de los enfermos. […] Consuelo, preocupación por los problemas de los desvalidos de cualquier clase que sean, cambiando un horizonte obscuro por otro claro y llevar, hasta el fin, remedio de salud a los que lo necesitan».

El vapor Adriano II y detrás, dos goletas, en la zona comercial.

INGENIERO DIRECTOR DEL MUELLE.
Antonio Duran Tovar intervino en diferentes obras en la provincia, pero con El Puerto y merced al desempeño de su cargo como director portuario mejoró y engrandeció los muelles comercial y pesquero, el casi total encauzamiento --vieja aspiración de los portuenses-- de las márgenes del río Guadalete en su desembocadura, sentando las bases para la mejor explotación de nuestro puerto comercial.

HIJO ADOPTIVO.
En el pleno municipal de 1945 al que hemos hecho referencia, decía el alcalde Osborne Vázquez: «Una constante y altruista labor en pro de los intereses morales y materiales d ella Ciudad, ha sido desarrollada por D. Antonio Durán Tovar, Ingeniero Director de la Comisión Administrativa del Puerto y Gestor de esta Excma. Corporación Municipal, durante su brillante actuación en ambos crgos. Huelga destacar esta labor, pues está en nuestras conciencias, y estimando que la Ciudad no puede ni quiere dejar pasar sin el reconocimiento adecuado y sentido de los grandes beneficios obtenidos por tan relevante actuación, que merece el más vivo y cordial agradecimiento de este vecindario», proponía a sus compañeros de Corporación se iniciaran los trámites para conferir el nombramiento de Hijo Adoptivo de la Ciudad. /En la imagen, el alcalde Ignacio Osborne Vázquez, en una imagen de Torres Brú, expuesta en la galería de la planta noble del Palacio Municipal.

...continúa leyendo "1.295. ANTONIO DURAN TOVAR. 100 Cumpleaños del hijo adoptivo de El Puerto y presidente de honor de Dragados."

7

La fotografía está tomada por el fotógrafo Cuellar --que no se llamaba Cuellar-- que se instalaba según se entraba en el Parque por la plaza de las Galeras, en la primera palmera a la derecha ¡Cuantas fotografías se han hecho en esa esquina del Parque! Ver nótula núm. 399 de Cuellar en GdP.

Delante del Bar Santa María, en el Parque Calderón: Juan, Luis y Alvaro Osborne, Agustín Peralta, Fernando Merchante, José Mª Martinez Ruiz, José Mª Martinez Govantes, Miguel Rascón, Fernando Osborne, Agustín Merello y Juan Carlos Terry, en 1960, un espacio paseado por portuenses y turistas desde su inauguración en 1896 por Severiano Ruiz Calderón, el alcalde conservador del que toma su nombre el espacio de esparcimiento.

6

Pepi Gónima es una gaditana residente en Madrid que ha investigado su apellido, de origen heleno, aunque portuense y gaditano desde que, hace algo más de dos siglos, como ha documentado, se estableciera en nuestra zona.

La familia Gónima es de origen griego, dos de cuyos miembros se establecieron en España. En Málaga Rafael Gónima Llanos que emigró a las Indias, siendo el origen de las familias Gónima que habitan en aquel continente. El otro se estableció en Moyá (Barcelona) en cuyo Archivo Histórico existe documentación sobre esta familia que comienza en 1400. Un miembro de esa familia José Gónima Puig tejedor de lana, tras casarse en Moyá con Marianna Passarell, emigró a Barcelona. Tuvo numerosos hijos de los que uno, Erasmo Gónima Passarell, montó una fábrica textil, llegando a ser uno de los más importante industriales de la Barcelona del siglo XVIII. /En la imagen de la izquierda, Erasmo de Gónima.

GÓNIMA EN EL PUERTO.
Su hermano Antonio Gónima Passarell, tuvo diferencias con él, abandonando Cataluña y marchando a Cádiz donde se casa en 1776 con Gertrudis Albandéa San Martín y estableciéndose en el Puerto de Santa María como tablajero. Una de sus hijas casó con Vicente García Granados propietario de la antigua plaza de toros de El Puerto de Santa María, anterior a la actual.

CORRIDA EN HONOR DE BONAPARTE.
El 18 de febrero de 1810 organizó, por orden del Gobernador Marqués de Tamanal, una corrida de toros en agasajo al monarca José I, ‘Pepe Botella’. Sin embargo, la población, en rebeldía con el invasor francés, no a sitió al festejo a pesar de ser el acceso al mismo gratuito. José Cándido, hijo del Cándido fallecido en la Plaza portuense 39 años antes actuó en la corrida, que le costó al organizador 20.173 reales de vellón que nunca cobraría de las autoridades por falta de fondos, aunque le permitieron para resarcirse que diera otra corrida para compensar los gastos de la primera. /En la imagen de la izquierda, José Bonaparte.

'El rey José I en la Bahía de Cádiz', cuadro de Augusto Ferrer Dalmau Nieto. La vista de Cádiz está tomada desde la playa portuense de Santa Catalina.

DOMINGO GÓNIMA, ACTOR PORTUENSE.
Otro de los hijos de Antonio nacido en 1791, Domingo Gónima Albandéa,  contrajo matrimonio en El Puerto en 1839 con Josefa Gallo Bono de ascendencia genovesa, teniendo un hijo Domingo Gónima Gallo que nació en 1852 y murió en Cádiz en 1936. De oficio actor dramático, en 1904 se hallaba en la compañía de Eustaquio Salado actuando en Albacete con una obra de Joaquín Dicenta. En Cádiz le nacieron dos hijos, José y Manuel Gónima Contreras.

Teatro del Circo. Albacete.

El primero murió en 1901 a consecuencia de la caída de un andamio en la Plaza de las Flores. El segundo, nacido en 1875 y fallecido en 1852, fue funcionario y se casó en 1907 con Gertrudis Robles Francía, gaditana con ascendientes de Huelva, Jaen, Malta y Génova. De su matrimonio nacieron cuatro hijos, uno de los cuales Joaquín Gónima Robles se casó con Luisa Reyes Benítez, natural de Alcalá de los Gazules, teniendo dos hijos, Manuel que falleció párvulo y la autora de esta nota Josefa Gónima Reyes. (Texto: Pepi Gónima).

2

Cecilio Zunzunegui Lablanca nació en El Puerto de Santa María el 23 de mayo de 1957. Ha sido, como Defensa y Centrocampista, jugador profesional de fútbol del Racing, Barcelona, Almería, Hércules, Zaragoza, Sabadell, Huelva y Cartagena.

Mis comienzos fueron como los de casi todos los chavales de mi época nuestra distracción en esos tiempos era practicar el fútbol, en la plaza o espacios abiertos (espacios que hoy día carecen los jóvenes), no teníamos otras distracciones como bicicletas, play station, motos, solo fútbol. Nos reuníamos la pandilla del barrio y todo el día jugando al fútbol.


Zunzunegui, tercero por la izquierda fila superior, en los juveniles del SAFA.

SAFA.
Tanto es así que comencé a destacar de alguna forma y empecé algo en serio en los Alevines del SAFA en la temporada 1973-74. Luego los Infantiles, con mi primer entrenador Bernardo --de grato recuerdo al igual que Joaquín Adán en los Juveniles -- (conseguimos el ascenso imbatidos sin perder ningún partido) para pasar en la temporada 1976-77 al Racing Club Portuense en Tercera división con 18 años.

DEL RACING AL BARCELONA.
Para un chaval como yo en aquella época, era como andar por la nubes de la gloria.  Ver cumplido uno de sus sueños, jugar en el primer equipo de su ciudad. Supondría también ingresos  importante también para el Racing Club Portuense cuando, en la temporada siguiente soy traspasado al C.F. Barcelona jugando en el Barcelona Atlético, con Laureano Ruiz como entrenador todo un maestro en la enseñanza del fútbol.

...continúa leyendo "1.282. CECILIO ZUNZUNEGUI LABLANCA. ‘Zunzu’, jugador de fútbol."

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El portuense José Manuel Verde Martínez, arquitecto de profesión, mostraba en los cuadros que exponía el verano de 2006 en el centro cultural Alfonso X ‘El Sabio’  su peculiar visión de los parajes naturales de la costa de esta Ciudad. El arquitecto, hijo de Manuel Verde Rodríguez y nieto de José Verde Castiñeira, un gallego quien, procedente de su tierra natal acabaría montando una tienda de Ultramarinos en la confluencia de las calles Ganado y Cantarería. Tras el fallecimiento del padre de nuestro protagonista y la jubilación de su tío José, dicho establecimiento acabaría cerrando sus puertas a principios del año 2009.

José Manuel Verde, a la izquierda de la imagen, durante una excursión del Instituto Pedro Muñoz Seca a la población serrana de El Bosque.

INDIVIDUAL 06
Cada óleo de Individual 06 --el nombre de la exposición venía dada porque era la primera vez que exhibía en solitario en El Puerto-- mostraba un estilo propio, a veces expresionista, otras naturalista, abstracto o hiperrealista. Sin embargo, Verde  aseguraba no poder describir su estilo en particular, pues, como él mismo comentaba "cada cuadro es una aventura, que no sé cómo ni cuándo voy a terminarlo".

...continúa leyendo "2.169. JOSÉ MANUEL VERDE. Arquitecto y pintor."

1

Hoy 18 de enero hace 234 años que el portuense Juan Ignacio de la Rocha fue consagrado Obispo de Michoacán en la bella catedral de la Arquidiócesis de Morelia, en una solemne ceremonia a la que asistieron personas de todos los estamentos sociales y gran número de autoridades clericales y civiles, entre ellas el virrey Bucarelli.  Estaba próximo a cumplir los 63 años y, de hecho, hacía año y medio –desde mediado agosto de 1776- que había sido asignado para este cargo por el rey, que era el que nombraba a los obispos, entre una amplia lista de nada menos que 73 candidatos. Aceptó la mitra el 27 de diciembre de ese mismo año,  jurando fidelidad a las normas de la corona y recibió las reales cédulas de su nombramiento. Sin embargo, las bulas pontificias que debían ratificarlo, pasaban los meses y no llegaban. Debieron extraviarse por el camino de Roma a la Valladolid mejicana, capital de la diócesis, tomando posesión sin ser consagrado, dadas las circunstancias, en abril de 1777. Finalmente, como si de un regalo de Reyes se tratase, las bulas llegaron a su destino el día de la Epifanía de 1778, celebrándose en la fecha antes citada su consagración, ocupando con todos los requisitos y trámites cubiertos la silla episcopal de una de las más grandes y prósperas ciudades de Nueva España. (Según el censo de Revillagigedo, superaba por poco las 17.000 almas).

LOS BIZARRONES.
Como era tradición y costumbre, algunos nuevos prelados solían hacer un regalo, generalmente suntuoso, a la iglesia en la que habían desempeñado sus labores anteriormente. Así, nuestro paisano, Juan Antonio Vizarrón, arcediano y canónigo de la catedral hispalense antes de ser nombrado arzobispo de Méjico, donó  media docena de gigantescos blandones,  de 1,85 m. de altura y  que tienen cada uno, nada de un baño de plata, sino 200 libras de la mejor plata mexicana, candelabros que son conocidos popularmente como “los bizarrones”. Desconozco si hoy en día pueden admirarse en la catedral de Sevilla, en el lugar en el que estaban instalado no hace muchos años, el presbiterio bajo de la Capilla Mayor,  probablemente desde que los donara en 1752 el arzobispo y virrey.  Su paje, discípulo y protegido, Juan Ignacio De la Rocha cuyo cargo anterior al nombramiento de obispo había sido el de Comisario de Cruzada del Arzobispado mejicano, siguiendo el ejemplo de su mentor, regaló a la catedral de México un incensario con la naveta de oro y dejó a la parroquia del Sagrario, que forma parte de la misma, un legado de cuatro mil pesos.

CEREMONIA.
Como no había obispos consagrados en 25 leguas a la redonda, asistieron con mitra, realizando la labor de obispos oficiantes dos doctores que ejercían de Chantre y Maestresala en dicha iglesia. Los antiguos ritos previstos se fueron sucediendo: Eucaristía, invocación al Espíritu Santo, lectura de la Bula Papal, homilía, enumeración de sus compromisos con la feligresía, letanía de los Santos… y a continuación, sus cansados huesos se extendieron sobre la alfombra que cubría el mármol del pavimento, repitiendo la sumisa postura, boca abajo, “besando el polvo” tal como lo hiciera el día en que fue consagrado sacerdote. En esta postura, que en cierto modo le aislaba de todo lo que le rodeaba no pudo por menos que evocar a su mentor y paisano, el arzobispo Juan Antonio Vizarrón, del que fue  capellán caudatorio. (Esta denominación, debido a su desuso, no aparece ya en los modernos diccionarios de la lengua. Se denominaba así –y también porta-cola- al eclesiástico doméstico del obispo o arzobispo destinado a llevarle alzada la cauda o cola de la capa consistorial).

...continúa leyendo "1.263. JUAN IGNACIO DE LA ROCHA. Obispo de Michoacan (Méjico)."

1

Alejandro Cruz Hernández es un jugador profesional de fútbol nacido en El Puerto el 30 de octubre de 1986, habiendo firmado contrato para esta temporada con el Real Jaén Club de Fútbol, como lateral izquierdo, un jugador con experiencia pese a su edad.

1986.
El año de su nacimiento fueron alcaldes de El Puerto Rafael Gómez Ojeda (IU) al que relevó tras una moción de censura planteado por PSOE y AP el socialista Juan Manuel Torres Ramírez, el 14 de octubre de 1986.

El escultor Fernando Jesús y el poeta José Luis Tejada, ingresan en el Cuerpo de Académicos de Bellas Artes. Se celebraba la exposición colectiva itinerante de los artistas locales Rafael y Juan Bayo, José Zamorano, Paco Arniz, Carmen Orellana, Pepita Lena y Faelo Poullet. Se inauguraba la macrodiscoteca de verano, Joy Sherry, en un palacete estilo ‘Petite Trianón’ en la carretera de Sanlúcar, propiedad de Pedro Trapote, de la madrileña Joy Eslava. Se funda la Academia de Idiomas Trinity School. El periodista Juan Manuel Pedreño Cueto pregonaba el Carnaval.

...continúa leyendo "1.254. ALEX CRUZ. Jugador del Real Jaén."

3

A la misteriosa desaparición de buena parte de su legado se une ahora la batalla legal por la residencia romana del poeta, que el viernes hubiera cumplido 109 años. Solía decir que escribía para dejar una estela. También ha dejado un oscuro laberinto. Lo contaba ayer, en su edición sabatina, el escritor Benjamín Prados, en el periódico de El País.

Trece de julio de 1990. Roma y El Puerto de Santa María. Mientras en la capital de Italia un camión atraviesa la ciudad lleno de cuadros, dibujos y serigrafías de Picasso, Miró o Tàpies y de cartas y libros firmados por Neruda o Pasolini, en el hermoso municipio de la bahía de Cádiz un coche nupcial empieza a rodar lentamente hacia los juzgados. El primero ha salido del número 88 de la Via Garibaldi, en el barrio del Trastevere, un antiguo convento de color naranja convertido en casa de vecinos, y el segundo de una casa llamada Ora Marítima, construida muy cerca del océano, en la urbanización Las Viñas. Las dos viviendas tienen en común al poeta Rafael Alberti y se diferencian en que una la compartió con quien fue su mujer durante casi 60 años, la escritora María Teresa León, y en la otra va a instalarse con la que está a punto de ser su nueva esposa, una profesora 44 años más joven que él, llamada María Asunción Mateo. Aunque, en realidad, hay otra diferencia importante: la casa junto al río Tíber donde pasó los últimos 14 años de su exilio, era suya y de León; pero la que está en su localidad natal pertenece al Ayuntamiento, que se la ha cedido para que pueda cerrar allí, tranquilamente, el formidable círculo de su vida.

Hoy, 21 años más tarde y a los 12 de haber fallecido Alberti, el chalet Ora Marítima sigue en manos de su viuda; la mayoría de las obras de arte y manuscritos que salieron de Roma para ser conservados y expuestos en una fundación que iba a abrirse en Cádiz se trasladó en medio de un enorme escándalo a El Puerto de Santa María y al final fue disuelta, por falta de fondos, en 2010, han desaparecido; y el piso de Via Garibaldi, donde continúa viviendo su novia de los años setenta, la bióloga catalana Beatriz Amposta, con la que inició una relación cuando María Teresa ya estaba enferma de alzheimer, arrastra una deuda de más de 60.000 euros que los administradores de la finca se disponen a cobrar exigiendo que los herederos se hagan cargo de ella o que la propiedad sea embargada y se subaste. /En la imagen, la primera mujer del poeta, María Teresa León.

LITIGIOS
Dos despachos de abogados de Madrid están a punto de emprender una batalla legal en la que se verán implicados la hija del poeta, Aitana Alberti León; los descendientes de sus dos hermanos por parte de madre, Gonzalo y Enrique de Sebastián; su viuda y su antigua compañera sentimental e inquilina del inmueble, Beatriz Amposta, a la que el autor de Roma, peligro para caminantes escribió un libro titulado Amor en vilo que, hasta el día de hoy, continúa inédito. Rafael Alberti solía repetir que él escribía para dejar una estela; pero como se ve, lo que ha dejado es un oscuro laberinto.

Fachada del número 88 de Via Garibaldi, en Roma, donde vivió el poeta. /Foto: J.M.M.

VIA GARIBALDI
La casa de Via Garibaldi era, efectivamente, el hogar donde Rafael Alberti y María Teresa León habían pasado gran parte de su destierro en Italia, un país al que llegaron después de vivir 24 años en Buenos Aires, tras el golpe de Estado de 1936; y era también una especie de santuario por lo civil al que peregrinaban escritores y políticos antifranquistas ansiosos de conocer a aquella pareja mítica que simbolizaba tantas cosas: la Generación del 27, la República, la Guerra Civil, el éxodo de los derrotados, el Partido Comunista… Por añadidura, no era raro que quienes franqueaban aquella puerta se encontrasen en el interior con Pasolini, Fellini, Vittorio Gassman o cualquiera de los españoles que se dejaban caer por esa ciudad a la que, según sostenía el mismo Alberti, sus compatriotas solo iban por dos motivos: a ver al Papa o a verlo a él.

En Italia, los Alberti habían vivido en Milán y en otra casa en Roma, pero cuando el poeta recibió el Premio Lenin de la Paz, en 1965, utilizaron el dinero del galardón para comprar el piso de Via Garibaldi, que todos los que conocieron definen como un auténtico museo: "Las habitaciones estaban repletas de cuadros de Picasso, Miró, Guinovart, Quatrucci…", contaba en 1976 el pintor y crítico Francisco Arniz Sanz en el libro Aproximación a Rafael Alberti y María Teresa León. Y no solo eso, porque también había muchísimas obras propias, como recuerda la sobrina del escritor, Teresa Sánchez Alberti, que fue la encargada, junto con el director del Patronato de Cultura de la Diputación de Cádiz, el vicepresidente de la Fundación Rafael Alberti y la abogada Cristina Almeida, de ir a retirar los materiales de la casa del Trastevere para que fueran llevados a Cádiz: "Había infinidad de cosas, por ejemplo, muchísimas litografías de mi tío, a veces tiradas enteras, que en algunos casos, al parecer, se vendieron más tarde a la propia Fundación al triple de lo que valían; y cosas inéditas por todas partes, apuntes, esbozos, cuadernos escritos de puño y letra por él y por María Teresa…".

Alberti con parte de las cajas de su legado, en la casa de la calle Santo Domingo. /Foto: Fito Carreto.

EL LEGADO: CAJAS DE PROBLEMAS.
Tras quince días de trabajo, el legado quedó embalado en 386 cajas de cartón. Y cuando el tesoro llegó a la capital andaluza y empezó a hacerse su inventario en un almacén de la calle del Rosario, se pudo comprobar que, sobre todo, esas cajas estaban llenas de problemas.

El lunes 16 de julio, tres días después de su boda con María Asunción, ese legado, que fue tasado por los especialistas en unos dos mil millones de pesetas, fue presentado por el autor de Marinero en tierra y su nueva mujer a la prensa. Fue la última vez que se les vio sonreír, porque a partir de ese instante todo fueron conflictos, malas noticias y sorpresas desagradables.

María Asunción Mateo y su marido, Rafael Alberti, en 1994, cinco años antes de la muerte del poeta. /Foto: Pablo Juliá.

LA SEGUNDA BODA.
Nada más casarse, Alberti se alejó de muchas de las personas a las que quería. Sus memorias, La arboleda perdida, fueron censuradas, como puede comprobarse comparando las primeras ediciones de su segundo tomo y las últimas, y desaparecieron de sus páginas sus amigos más cercanos y en ocasiones hasta su hija Aitana y su sobrina Teresa, que era quien lo había cuidado desde su retorno a España, quien se ocupaba de casi todos sus asuntos domésticos y en cuya casa vivió mientras se recuperaba del accidente de coche que tuvo en 1987. "La boda la organizaron mientras yo estaba en Italia ocupándome de su patrimonio", asegura Teresa. "Yo me enteré de que se había casado por los periódicos. Nada más regresar a mi casa, lo telefoneé y me dijo: 'No quiero que vengas'. Y al día siguiente, llamaron a mi puerta y cuando abrí era un notario que venía a exigirme que le devolviese los poderes que me había dado mi tío para que me ocupase de sus asuntos".

Interior de la que ha sido Fundación Alberti en El Puerto.

LA FUNDACIÓN, A EL PUERTO.
Alberti y su esposa, María Asunción Mateo, que no ha querido participar en este reportaje, empezaron a presentar una queja tras otra en la Diputación de Cádiz, un día porque las tareas de clasificación iban despacio; otro porque el almacén de la calle del Rosario no reunía las condiciones necesarias; o porque se habían mezclado obras de arte con objetos personales que no tenían por qué estar incluidos en la donación. El resultado fue que los políticos que gobernaban la institución accedieron a disolver la Fundación Rafael Alberti y poner en manos de la pareja todo aquello que había llegado a Cádiz por deseo del autor de Cal y canto y pagado con dinero público. El matrimonio anunció entonces que se abriría una nueva Fundación en El Puerto de Santa María, en una casa en la que el escritor vivió de niño, y que en ella, como aún puede leerse en su página web oficial, estarían "depositados no solo los recuerdos de la infancia del universal poeta, sino también la donación que junto a su primera esposa, María Teresa León, hizo en 1978 a su ciudad natal".

Eso nunca fue cierto, porque la gran mayoría de las obras que fueron sacadas de Via Garibaldi nunca han vuelto a salir a la luz y, desde luego, jamás han sido vistas en las salas de ese centro al que el escritor José Manuel Caballero Bonald, falseando una vocal, solía referirse como "la fundición." /En la imagen de la izquierda, Caballero Bonald.

OCHO TESTAMENTOS.
A partir de entonces, Alberti no volvió a publicar más libros de poemas. Sí redactó, en cambio, varios testamentos: firmó uno el 9 de mayo de 1991; otro, 24 horas después; uno más al año siguiente, el 10 de octubre; otros dos el 11 de junio de 1993 y el 25 de mayo de 1995; y finalmente, tres más, el 27 de febrero, el 3 de abril y el 10 de diciembre de 1996. En el definitivo no le dejaba prácticamente nada a su hija Aitana, mientras que a su viuda le otorgaba "todo el contenido de las casas donde han residido" y "el ejercicio de los derechos de explotación de toda su obra, tanto literaria como pictórica, en toda la amplitud prevista por la Ley de Propiedad Intelectual"; y a los dos hijos de esta, los derechos de autor de sus libros más señalados, para él Marinero en tierra, Ora marítima, Baladas y canciones del Paraná y Los ocho nombres de Picasso y para ella La arboleda perdida, Sobre los ángeles, A la pintura y Retornos de lo vivo lejano. De la casa de Via Garibaldi no se decía nada, pero ese silencio tiene una explicación: Alberti no quería dejar desamparada a Beatriz Amposta, y aunque primero le ofreció, como recuerda Teresa Sánchez, vender ese inmueble y comprarle un apartamento, más tarde le mandó un documento en el que la autorizaba a vivir en la casa del Trastevere y la nombraba propietaria del libro que había escrito para ella, Amor en vilo. Todo ello parece combinar mal con las acusaciones a Amposta de tener ocupada su casa, no permitirle entrar en ella y haberle robado un cuadro de Motherwell y una cerámica de Picasso, que están publicadas en un dudoso tercer tomo de La arboleda perdida del que su editor, Mario Muchnik, afirma tener mil pruebas que demuestran, como mínimo, que Alberti no fue su único autor.

BEATRIZ AMPOSTA.
"Rafael y yo mantuvimos una amistad muy intensa tras romper nuestra relación sentimental, que acabó en 1981, tras regresar de un viaje a Nueva York en el que, por cierto, escribió un poema en el que vaticina el derrumbe de las Torres Gemelas", dice Beatriz Amposta; "él me telefoneaba prácticamente todos los días, hasta que hubo una última conversación en la que me dijo: 'No puedo llamarte más, me lo han prohibido'. Cuando se contó que había venido a Roma y que yo no le había dejado entrar en su casa, ¡resulta que estábamos juntos en el Hotel d'Inghilterra! Si yo dejé mi casa en piazza Santa María y me vine a vivir a Via Garibaldi fue porque él me lo pidió, me dijo que le estaban expoliando y me suplicó que me encargara de cuidar sus cosas. Así lo hice, hasta que él mandó a su sobrina Tere a buscarlas. Después, su viuda me llamó para amenazarme, para decirme que me iban a desahuciar y que me preparase, porque la apoyaban Felipe González y el Rey… He estado quince años luchando en los tribunales, que me han dado la razón uno tras otro, porque yo estoy aquí legalmente y tengo mis derechos. Y en cuanto a los famosos 60.000 euros, en Roma como en todas partes las derramas las tienen que pagar los propietarios, no los inquilinos. Si Rafael me hubiera pedido que me marchara, yo le habría dicho: dame tres meses para buscar otro lugar. Pero él no hizo nada de eso, sino todo lo contrario. Y finalmente, en cuanto a la comunidad de vecinos de esta casa, resumo quiénes son recordando que cuando yo le propuse al Ayuntamiento de Roma que se pusiera en la fachada una placa que recordase que aquí había vivido Rafael Alberti, se opusieron".

Aitana Alberti, la hija del poeta.

AITANA ALBERTI.
Aitana Alberti, que vive desde hace décadas en Cuba, cree que la situación no puede tardar en resolverse: "Han pasado 11 años desde su muerte, y es el momento de que se liquide de una vez por todas la sociedad de bienes gananciales que unía el patrimonio común de mis padres. Y esa casa tendrá que pasar a manos de sus herederos. A mí, en cualquier caso, lo que me gustaría es que en Via Garibaldi se abriera alguna clase de centro de estudios del exilio. Esa casa fue un punto de encuentro de todos los antifranquistas, una especie de isla a salvo de la dictadura terrible que había en España, y por ella pasaron los intelectuales más importantes del siglo XX. Creo que son dos razones de peso para ser conservada".

ESTUDIO LEGAL PÉREZ-ALHAMA.
Las palabras destino y sentido son la misma con las letras en un orden diferente. Ahora, dos bufetes de Madrid, Écija Abogados y el Estudio Legal Pérez-Alhama, tratan de volverlas a convertir en una sola para que la casa de Rafael Alberti y María Teresa León no llegue en ruinas al futuro. No será fácil. El abogado Juan José Pérez Calvo, del Estudio Legal Pérez-Alhama, a quien los administradores de Via Garibaldi han pedido que localice a los herederos del inmueble, del cual en el registro solo constan como propietarios el poeta y su esposa, fallecidos, respectivamente, en 1999 y 1988, y que les reclame la deuda, dice que esta se debe "a que no se ha pagado ninguna de las cuotas mensuales desde 1990, ni tampoco el tanto por ciento que le corresponde a ese piso por las reparaciones y restauraciones que se han llevado a cabo en estos años, muchas de ellas impuestas por el Ayuntamiento de Roma. Y si nadie paga, el embargo se pondrá en marcha".

Patio interior del edificio de Via Garibaldi, 88, en Roma. /Foto: J.M.M.

ÉCIJA ABOGADOS.
Otro despacho de Madrid, Écija Abogados, representa a Aitana Alberti y también trata de solucionar el asunto de la casa del Trastevere: "Nosotros pusimos una demanda en Cádiz, donde murió Alberti, y cuando la jueza que la tramitaba se inhibió de ella porque, según dijo, 'el caso le venía grande', pusimos otra en Majadahonda (Madrid), donde falleció María Teresa León, para solicitar que se haga un inventario de los bienes del matrimonio y que se liquide la sociedad de gananciales. En lo que respecta a Via Garibaldi, 88, al ser un bien tangible, las cuentas están muy claras: a Aitana Alberti le corresponde un 66% de la propiedad; a los descendientes de los otros dos hijos de su madre, que viven una en París y el otro en Burgos, un 12% a cada uno; y a la viuda de Alberti, un 10%. Eso es inamovible. En cuanto a Beatriz Amposta, reside allí porque Alberti la autorizó a ello". ¿Entonces? "Bueno, pues entonces habrá que llegar a un acuerdo económico entre las partes", dice Juan José Pérez Calvo, "y si no se alcanza, emprender un litigio. Y en cualquier caso, alguien va a tener que pagar la deuda, o al final la casa será subastada". El horizonte se está poniendo negro sobre la casa de color naranja, cuyo precio de mercado ronda el millón doscientos mil euros. En 1988, a Alberti le pagaron por sus obras completas poco más de seis mil.

Hay demasiadas manos tendidas y una sola llave. El poema sobre las Torres Gemelas al que se refería Beatriz Amposta se publicó en el libro Versos sueltos de cada día y dice, entre otras cosas: "Aquí no baja el viento, / se queda aquí en las torres, / en las largas alturas, / que un día caerán, / batidas, arrasadas de su propia ufanía". Ojalá que esos versos sean menos clarividentes que su autor, que este 16 de diciembre hubiera cumplido 109 años, y no adivinen hoy el futuro de su casa de Roma como él adivinó entonces el de los rascacielos de Nueva York.

LA OTRAS JOYAS DEL POETA.
El legado de Rafael Alberti incluía “obras de Picasso, Miró, Antonio Saura o Tàpies” y otros que citaba el inventario que se hizo de los bienes al llegar estos a Cádiz, donde se recogen obras de “Siqueiros, José Caballero, Hernández Mompó, Kokochinsky, Lucio Muñoz o Viola; dibujos de Vázquez Díaz; grabados de Manuel Ángeles Ortiz, Miró, Genovés o Guinovart; cuartillas con poemas, dedicatorias, cartas y telegramas…”, aparte de obras del propio Alberti y cartas y libros firmados por Pablo Neruda, Louis Aragon, Juan Ramón Jiménez, Paul Éluard, José Bergamín o Pier Paolo Pasolini.  (Texto: Benjamín Prados).

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