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En la puerta de la Carnicería Ortega, junto a Los Maera,  esquina Ganado con Cielos, de izquierda a derecha, Rafael García López, conocido como 'el Mijita' o 'Urtain',  'el Furia', 'Remujardo', 'el Furia', desconocido y Cristóbal Bocanegra.

chaparro_puertosantamariaNo sé si en esta  época se siguen poniendo tantos motes como antaño pero en mi infancia era muy natural, podías tratar toda  la vida a alguna  persona sin llegar a conocer  su nombre. (A la izquierda, Chaparro).

Por la Placilla  pasaron muchas de estas personas como: Kunini, Flichi, el Chispa , el Mamarosca, Makika, el Toto, la Tarzana, Kiliqui, el  Caballo, el Corneta, Yayo, Kika, la Diablora,  el Cartucho, el Lele, Tito, Tete, Tatín, Lalo, Noni, el Corteta, el Capataz, la Buy, el Melena, la Cheli, la Jurado, este mote por el parentesco  de esta persona con ‘la más grande, la Toti, la  Maruchi, Marusela, Romualdo o Remujardo, El Furia,  Chamaco…

romualdo_puertosantamariaTambién algunos conocidos  como: el Troca, la Chacha, el Blanco, el Negro, la Esmallá, el  Choco, el Caramá no ‘el calamar, la Fuqui, la Yeye, el Luri, el Chatuti, el Mosca, el Pegote, el Rubi, la Bú, la Mama Chica, el  Chico,  la Fea, el Feito, el Juaneta, la  Achi, la Achu, el Cheri, el Revorve no ‘el revolver’, la Meona, Panete, el May o  el  Maito, el Cabeza, el Chiqui, el Guardia, el Bizco, el Furias, el Cocacola, el Panarria, el Chino, el Cubano, el Cafú. Tagarnina, Chaparro… (A la izquierda, Romualdo o 'Remujardo').

Otros motes relacionados con gentes de la Placilla o vinculados con ella: Malete, el Tóbalo, el Listones, el Mona, el Meneíto, el Ojito, el Lolete, el Lúa, el Cipri, el Pleti, la Camoma, el Ventura, el Chárle.

mamarrosca_puertosantamariaEl Pesca (no el concejal de Urbanismo de IP), el Mosco, el Carlanga, el Pachi, el Vichi, el Lengue, el Chano, el Cristo (el Melena), el Pele (MGB), la Gandinga, la Pelo, (RCG), el Sevillita, el Boli, el Litri (panadero), el Gallego (Leopoldo ), el Cuqui (la Giralda ), el Severo, la Rubia, la Nena (Penita ), Luis el de los huevos, Joselito el Verde, el Jerezano (Paco), el Caito (fallecido de forma trágica), Enrique el de los muertos, etc... (A la izquierda, Mamarrosca).

Todo un repertorio,  les prometo que a todos los conozco  y sin embargo  de muchos no sé  sus nombres. Todos han tenido que ver en alguna etapa de sus vidas con la Placilla, a nivel de trabajo o por querencia y afectividad. Todo mi respeto para todos ellos  y sus familias. (Texto: María Jesús Vela).

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De izquierda a derecha, José Luis Pérez Cordero, de Cristalería Pérez; Manuel Pérez Lechuga 'el Niño', con gafas negras; dos desconocidos; a continuación José Luis Reyes Ruiz, propietario del toro con sombrero blanco, cigarro y diploma en la mano; 'el Chagüi', portando la cuerda del toro. A la derecha de la imagen, Juan García Márquez, 'el Zaranda'. Los niños son dos hijos de José Luis Reyes Ruiz: Enrique y José Antonio Reyes Rodríguez, el que lleva un bastón en la mano.

José Luis Reyes Ruiz, era natural de Chipiona, afincado en El Puerto desde 1958 en Hacienda La Palma, junto al Parque Europa; yl propietario como ya se ha dicho del toro que aparece en la imagen, Primer Premio en su modalidad en la Feria de Ganado de 1966, con el cambio de ubicación, a la zona de Crevillet, entre eucaliptos, cerca de la Playa de La Puntilla.

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alvarorendon_puertosantamariaNo lo puedo evitar: soy del Puerto de Santa María. De un Puerto que no reconozco en estas calles peatonales repletas de motos, bicicletas y semáforos que guiñan en ámbar; de tiendas que “se traspasan”, de casas con cerrojos dobles y multitud de foráneos en pantalones cortos que miran escaparates, vagabundean preguntones con el dinero justo para una mariscada de gambas sin cabezas en Romerijo. De esa calle Luna desconocida que, a medida que se aleja del muelle, más desierta parece; de la primitiva Larga, cada vez más corta, estrecha y custodiada ahora por espantapaseantes verdes que tapan fachadas de edificios emblemáticos, derribados o a punto de caerse por abandono de sus propietarios; de esa Pescadería reconvertida por exigencias del guión turístico en una inmensa bolsa de aparcamiento.

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Parque Calderón. (Foto: Jorge Roa).

En el Parque ya no huele a patatas fritas, ni las farolas iluminan su piso de albero; no suena la sirena del Tiovivo de Bañuls, ni se practica el plácido juego del bicheo o mireo de esas chicas que huelen a tomillo, romero y espliego, recién lavadas con agua de pozo, que sonreían al cruzarnos durante el tiempo para la exhibición que significaba el tontódromo Larga-Luna-Parque, ida y vuelta, símbolo de la eternidad. Hoy el paseo se ha reconvertido, como casi todo. Ahora se llama sabatina con copita y tapitas por Herrería-Misericoria-Ribera; y ya no se luce el autóctono.

Tampoco se oye el pregoneo de las tajaítas, del pulpo seco, del camarón o del buen higo chumbo, dulce y fresquito, sobre un saco que cubría un cuarto de barra de hielo comprada en Jesús Cautivo. Han cerrado muchos de los comercios más emblemáticos, donde solíamos acudir para ahuyentar el hambre.

monumento_munozseca_puertosantamariaNi siquiera queda albero en la plaza de Peral. Se ha enlosado, quizás para que el genial don Pedro Muñoz Seca pasee sin ensuciarse sus recién estrenados zapatos de bronce, ahora que le pusieron piernas; aunque el injerto quede poco disimulado. De los azulejos de la tramoya decorativa del foro semicircular donde se ubica aún se vislumbra la frescura y el misterio que tuvieron antaño. En las pérgolas laterales, bajo la densa enredadera de buganvillas se reunían las pandillas del centro y de la placilla. Recuerdo que en las largas esperas confeccionábamos collares y pulseras con las hojas escamosas de las viejas Araucarias, después de terminar la merienda de pan con carne de membrillo o aceite y azúcar (poco aceite y poca azúcar). Jugábamos a la palmá y al coger. El palomar, que sólo tuvo palomas un año, lo utilizaban los jardineros como cuarto de aperos; como prisión, la chiquillería, porque su poyete generoso dejaba espacio para el asiento, a medida que se iba llenando de cogidos a la espera de la palmada que los liberase.

En los descansos pelábamos pipas de girasol, compradas en el carrillo de Severo, en una bocacalle de la Placilla, en un lateral del Teatro Principal de Nuchera. Por una perra chica te llenaba el bolsillo de los pantalones cortos; pero, ¿quién tenía una perra chica en aquel tiempo?

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El Carrillo de Severo, atendido por su mujer, Rafaela Morón. (Foto: Misalo).

Abandonábamos la enciclopedia y los cuadernos de cuentas y caligrafía en casa, y corríamos a sentarnos en las espalderas de los bancos de azulejos vidriados, de espaldas al monumento dedicado a la lectura: Cervantes, Fernán Caballero, Góngora, Fray Luis, los Quinteros, Muñoz Seca…, en un pueblo con nimia biblioteca. La que se levantó en los terrenos del Racing Club Portuense vino mucho después, cuando la juventud nos hizo huir buscando lo que creíamos no obtener en el pueblo.

donjuanelcojo__puertosantamariaEl último comentario de don Juan el cojo, el maestro de la calle san Sebastián. Había llamado por enésima vez a Sánchez para castigarle por molestar a los de atrás del largo pupitre compartido con otros diez. El castigo siempre era el mismo: tirarle de las patillas hasta que se le saltasen las lágrimas. Lo de don Juan tenía mérito. Por la mañana, de nueve a dos, y de tres a cinco por la tarde, encerrado en una habitación donde cabíamos unos cien alumnos de distintas edades y niveles. En una casa-palacio que conoció mejores tiempos en el diecinueve, con un balcón que daba a la calle, donde subía el ruido de los mulos cargados con cacharros de barro para cocinar, barquitos con fruta para el Mercado y el chiflado afilador. En la esquina había una tasca donde se expendía vino a granel, lugar asiduo de braceros y desempleados.

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Colegio de don Juan Díaz, en la calle San Sebastián (Foto: JMM).

Yo venía del Asilo, en la calle Cielos, y estaba acostumbrado a formar en el patio vestido con traje de marinero azul marino, frente a una virgen de túnica rosa y toga celeste a juego con los ojos. Me daba pena. Tenía las manos atadas con un rosario y apenas levantaba su retraída mirada, apalancada en una rocalla de cuyos intersticios brotaba una selva tropical. La gigantesca directora, que hacía por monja y media, situada descaradamente junto a la virgen –que no admitía comparación–, y subida al primer peldaño de la escalera de mármol, nos animaba a ir a una batalla contra los protestantes y declararnos amantes del sagrado corazón:? «Fuera, fuera, protestante./ Fuera de nuestra nación/ que queremos ser amantes/ del Sagrado Corazón./ Viva Dios, que nunca muera,/ y la santa Tradición/ estas monjas benditas/ que nos dan la educación.»

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Fachada de la Iglesia del Asilo de Huérfanas, en la calle Cielos. (Foto: Colección Vicente González).

A Pepe Mesa y a mi, que compartíamos el mismo pupitre junto al balcón de la bandera, nos tocó la señorita Luisa, pecosa y agradable. Cuando se abrían los cristales nos llegaban olores dispares, el del carro de la basura y el de los bollos de pan recién hecho. Hablo de los años sesenta, de cuando las panaderías estaban abastecidas y el estraperlo funcionaba para los electrodomésticos y piezas de recambio. El pan se pregonaba por los portales al tiempo que se repartía a los abonados a la viena, al chusco, a la telera o a la barra. El repartidor tiraba de un carrillo con tres ruedas sobre las que se asentaba un cajón abierto por arriba y del que extraía un capazo donde llevaba los distintos tipos.

001. ¡A SANGRE Y FUEGO!No sé cuándo ni dónde aprendí a leer. Si fue con los susurros amables de la señorita María Luisa o con las voces del ogro cojo. Sólo sé que me encantaban los sábados por la mañana, cuando me acercaba a la papelería de Cortés y preguntaba si había venido el cuadernillo apaisado del Capitán Trueno, con carpetilla iluminada e interior en blanco y negro. Del TBO me gustaba  hasta los increíbles disparates del profesor Frank de Copenhague. Mis hermanos eran más de Roberto Alcázar y Pedrín. Mi padre leía El Coyote, sólo para poder dormir por las noches, abatido por un disparo perdido… Hasta los siete años viví entre algodones. Fue durante la primera quincena de aquel florido mayo, cuando renuncié a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y prometí seguir siempre a Jesucristo.

Del día de tu primera comunión recuerdas que estrenas traje con botones dorados, zapatos que producen rozaduras y calcetines de canalé que te marcan sus dibujos sobre la planta del pie; que te adjudican un rosario blanco como de niña y un misal de tapas anacaradas con cierre de latón que siempre estaba en el suelo, porque se te resbalaba de las manos forradas con guantes de algodón. Sólo soportas la hora larga del ritual, donde todo el mundo trata de endulzar un acto que ha perdido con los años el sentido esotérico, por los regalos del final del banquete con chocolate. Y cincuenta años después te sigues preguntando qué puñetas eran las “pompas” de Satanás. Debían tratarse de las pompas fúnebres, empleadas para acojonar a los niños.

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Ramon Zarco y Luis Ortega. (Fotos: Academia de Bellas Artes).

Me gustaba el dibujo y la música, pero no me gustó que mi madre me apuntara a Solfeo y Dibujo en la Academia santa Cecilia, dos días a la semana. Pronto supe que se habían acabado los bolindres y los hoyos en la calle san Sebastián, y que las tardes se acortaron para siempre. De la Academia recuerdo el olor a pino de Flandes de los pianos del profesor Zarco, en la planta baja, y el olor a goma de borrar y madera de cedro de los carboncillo del piso superior, donde un joven Luis Ortega se esforzaba en habituarnos a mirar a través de sus ojos.

A veces, el tiempo es como el viajero camuflado en los bancos de la estación de la vida, que ve pasar los días como trenes veloces y piensa, desbordado por la frustración, que el siguiente es el suyo. En otras, es la estación la que pasa fulminante detrás del cristal entreabierto de la ventanilla, mientras sigues pensando que en veintitantas estaciones más llegará la tuya. En todos ellos viajan gente solitaria, personas que se resisten a salir de la nube de vapor que rebufa los bajos de la máquina, o se acodan en las escalerillas metálicas de acceso al vagón. Ves jóvenes que sonríen casi con cualquier cosa, señoras desesperadas esperando a que la prima hermana de Diógenes acabe de bajar los bultos donde guarda media vida, y la multitud ansiosa que explora los aledaños del gusano metálico. Asomado a la vida de afuera, con el cristal bajado, escrutas rostros, valoras gestos y evalúas evidencias. Los primeros compases de la puesta en marcha de la torpe máquina te adormecen y sólo treinta segundos antes te apeas. Que aquel no era el tuyo.

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El ferrobús, a su paso por la estación de El Puerto en junio de 1962. (Foto: Rafa. Archivo Municipal).

Clavado al único asiento que resistió la embestida de la última litrona, entre la duda de esperar o desesperar, compruebas cómo te quedas solo y que el andén cubierto por la techumbre metálica agrisa un paisaje violeta con leves pinceladas de anaranjado; en un atardecer, lánguido y mortecino.

Sabes que a pesar de la distancia, del tiempo y del deseo, nadie te espera ya. Que los pueblos, las nubes, las vacas paciendo en idílicos prados, incluso la conversación de la señora que se subió en la penúltima parada e intenta desviar tu visión, son un sueño, una ficción creada por tu memoria. La vida, el tiempo son sólo recuerdos, cadáveres que fuiste dejando en la cuneta.

Incapaz de parar lo inevitable, alzas el cuello del abrigo porque empieza a refrescar y cierras el libro que te tiene aprisionado en el ayer de la página 135. Buscas la complicidad del espacio para echar una cabezadita y, entonces, piensas que el haber nacido en el aislamiento de un pueblo como el mío, no significa que hayas crecido en soledad; pero, ¡a quién le puede importar ya…! (Texto: Álvaro Rendón).


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El fin de semana de los pasados 29 y 30 de mayo se han reunido en El Puerto 70 familiares procedentes de toda España para celebrar un Encuentro en la cuna de los Alba. Muchos de ellos no se conocían físicamente y han aprovechado para documentarse de lo que fue y es hoy en día su familia.

Cuando Luis de Alba Clares y Teresa Navas Ramos decidieron casarse en la intimidad de su casa a principios del siglo XX, seguro que nunca les dio por pensar que tendrían una descendencia tan grande: sus diez hijos no solo se quedaron en la Muy Noble y Muy Leal Ciudad y Granl Puerto de Santa María, sino que los Alba se dividieron y volvieron a dividir hasta fundar familias en Toledo, Islas Canarias, Granada, Huesca, Sevilla, Madrid, etc, etc.

El primer Alba que viviera en El Puerto del que se tiene conocimiento, fue en el siglo XIX: Cipriano de Alba Rodríguez,  quien estaba casado con Carmen Clares de Lassaleta. Militar de carrera, llegó procedente del Norte de África. Vivieron frente a la puerta de la Sacristía de la Iglesia Mayor Prioral. Tenían diez hijos, entre ellos Luís de Alba Clares, quien, aunque naciera en Badajoz en el año 1877, pasó una parte importante de su vida en nuestra Ciudad.

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Luis de Alba y Teresa Navas, en la foto oficial de bodas.

Luis de Alba Clares se casa con Teresa Navas Ramos, hija del famoso médico Plácido Navas Villasclaras, en el salón del domicilio paterno en Vergel del Conde nº 16, un 18 de abril de 1900. Luis se hizo militar como su padre, con 19 años. Tuvieron diez hijos que fueron naciendo allí donde era destinado: Fuerteventura, Málaga, Melilla, Toledo…

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Plácido Navas Villasclaras, médico que fue de la Plaza de Toros, con bigote, a la izquierda de la imagen, padre de Teresa Navas, casada con Luis de Alba. El tercero por la derecha, en primera fila, Enrique Máiquez Adán, también médico y abuelo de Enrique, José María y Consuelo García Máiquez.

El que se quedó en El Puerto fue José Alba Navas, quien nace en Málaga, de casualidad, en 1913. Pero El Puerto le cautivó (bueno, más que El Puerto, una portuense… Milagros Medinilla Medinilla -Lalo-, que aparecen en la foto inferior, el día de su boda.

josealbanavas_puertosantamariaComienza José a trabajar en las Bodegas Osborne, y hace sus pinitos en política fundando un partido que nunca llegó a cuajar. Durante el inicio de la Guerra Civil es movilizado y sirve como alférez provisional en África.  En uno de los permisos, vuelve y se casa con Lalo el 17 de octubre de 1938. Tras la contienda se van a vivir de alquiler a la calle Pagador,  y más tarde a Cielo nº 81. Le han guardado su puesto en la bodega Osborne. Fruto de esta relación nacen 6 hijos: José, Milagros, María Teresa, Luís, Inmaculada y María Ángeles Alba Medinilla. En los años 60, siendo Alcalde Luis Portillo, fue concejal de Fiestas. Igualmente fue miembro activo del Racing Club Portuense y tesorero de las Conferencias de San Vicente de Paúl, organización encargada de visitar en sus domicilios a enfermos, a los que entregaban bonos de pan y leche. En el año 1962, Osborne le traslada a Tomelloso (Ciudad Real) donde pasa varios años y cuando se jubila decide irse con su mujer y su hija aún soltera, María Ángeles, a Sevilla, donde fallece a los 78 años de edad.

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La famlia Alba Medinilla, formada por José y Lalo, y sus descendencia: José, Milagros, María Teresa, Luís, Inmaculada y María Ángeles

Su primogénito es José Alba Medinilla quien nace el 24 de septiembre de 1939 en El Puerto. Va a estudiar Ingeniería a Madrid (iba para Industriales pero terminó en Minas). Se casa con Josefina Chao Arroyo. Tienen cuatro hijos: María, José, Almudena y Pablo. Tiene ya seis nietos. Su pasión: el mar de Los Caños de Meca.

Milagros Alba Medinilla. Nace en El Puerto el 3 de mayo de 1941. Era la polvorilla de la casa. Se casa el 14 de septiembre de 1968 con el oftalmólogo sevillano José Martínez Román y se afinca en Sevilla. Tienen 7 hijos: Carlota, Milagros; Inmaculada; José; Leonor; Rafael y Diego y dos nietas. Sigue muy vinculada a El Puerto, donde posee un apartamento en Valdelagrana, que es el punto de reunión de su familia.

hojalunes_23junio1968María Teresa Alba Medinilla. Nace el 29 de diciembre de 1942, aunque su carné de identidad dice 1 de enero de 1943, porque el Registro Civil estaba ya cerrado cuando su padre “se acordó” de ir a inscribirla, y así evitó la multa. Se casa con José Luis López  Franco el 26 de diciembre de 1964 y viven desde entonces en El Puerto. Todos sus hijos son portuenses: María Teresa; María José; José Luis, Santiago y Fernando. Tiene dos nietos. (En la imagen, natalicio de su hijo José Luis, publicado en la Hoja del Lunes del 23 de junio de 1968).

luisalbamedinilla_puertosantamariaLuis Alba Medinilla. Nace en 11 de diciembre de 1944  Desde muy joven quiso ser sacerdote y tenía montando en un armario de la calle Cielo un altar desde donde impartía “misa” a todos sus hermanos. Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca. Se casa el 14 de junio de 1976 con Consuelo Guerra Pérez. Tiene dos hijas, Susana y Beatriz. Ya jubilado, vive en Madrid aunque hace poco ha vuelto a sus raíces: se ha comprado una casa en El Puerto y ha ingresado en la Hermandad de la Flagelación de donde es secretario segundo y archivero.

Inmaculada Alba Medinilla. Nace en El Puerto el 9 de diciembre de 1946. Hay una graciosa anécdota: de pequeña la eligen para encarnar la figura de “España” en un paso de la Virgen del Pilar, en la Procesión Magna Mariana del centenario del dogma de la Inmaculada Concepción, y la suben toda vestida de blanco en el paso de la Virgen del Pilar. La gente se queda impresionada y corre la voz de que era una niña paralítica que la Virgen había sanado. (Imagen inferior).

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Estudia enfermería en Madrid y se casa con el médico gallego David Liste Jiménez el 13 de junio de 1969. Tiene cuatro hijos: David, Miguel Ángel; Rafael y  Luis y tres nietas. También pasa largas temporadas en El Puerto, en su casa de Valdelagrana.

angelesalbamedinilla_puertosantamariaMaría de los Ángeles Alba Medinilla. Nace el  20 de diciembre de 1949.  La más pequeña, la “pelusa”. De ahí el apodo cariñoso que le pone su padre (Peli) que hoy conserva.   Se casa con Joaquín Aleu Morales el 29 de diciembre de 1984 y se traslada a vivir a Puerto Real, donde vive actualmente. Enfermera, trabaja durante muchos años en el Hospital Zamacola en Cádiz y ahora está ya jubilada. Ambos son unos enamorados del campo: tienen una casa en El Marquesado con una parcela donde siembran de todo. Hace poco celebraron por todo lo alto sus bodas de plata. Tiene un hijo, Francisco José.

La familia, a lo largo de este tiempo, desde los abuelos Luis y María Teresa, ha permanecido en contacto más o menos continuo. En una época en que no había teléfonos móviles, e-mails y mucho menos “er Facebú”, las cartas de la Abuela Teresa a sus hijos y nietos eran constantes Una vez faltó la bisabuela María Teresa, fue la tía Carmela Alba Navas la que “heredó” el papel de informadora oficial de los aconteceres familiares.

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Hoy en día viven en El Puerto varios descendientes de esos primeros Alba:  de la Familia López Alba, José Luis y María Alba Chao, a quienes vemos en la fotografía del Encuentro Familiar realizado en El Puerto, con las bandas de 'Reyes de los Alba 2010', que los acreditan.

José Luis López Alba nace en El Puerto el 12 de junio de 1968. Pertenece a la hermandad del Dolor y Sacrificio, como toda su familia, de la que llegó a formar parte de su Junta de Gobierno durante doce años. Muy familiar, aunque vive independiente, siente debilidad por sus sobrinos. Es Licenciado en Derecho y trabaja como Jefe de Administración para la Agencia de Repsol Butano, J. Sánchez-Cossío, S.L.

María Alba Chao nace en Madrid el 11 de enero de 1967, aunque vive en El Puerto desde hace 15 años. Periodista de profesión, ha trabajado en varios medios de comunicación de la provincia y en la actualidad es Responsable de Comunicación en la Empresa de Aguas de El Puerto. Está casada con Francisco. Javier de la Flor Benítez y tiene un hijo de 9 años, Javier. Es sobrina del también periodista Tico Medina.

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Otra fotografía del encuentro de los Alba en El Puerto, en la visita a la Hermandad del Dolor y Sacrificio.

(Agradecemos a María Alba Chao y José Luis López Alba, el trabajo de investigación realizado para la realización de esta nótula, así como la recopilación de imágenes que ofrecemos).

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Boceto de la Antigua Lonja del Pescado: El Resbaladero. Obra de Juan Lara. 113x50 cms. Año 1975. (Boceto propiedad de Francisco García Áspera).

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El cuadro a color.

La historia del cuadro de la antigua Lonja del Pescado, conocida como ‘El Resbalón’  o ‘Resbaladero’ viene marcada de un desencuentro entre dos amigos: Luis Maximino Sordo y Juan Lara. En aquel Restaurante El Resbaladero regentado por los Sordo paraba Juan Lara, por la proximidad de sul trabajo en la desaparecida Ayudantía de Marina (donde está hoy el flamante Paseo de la Bajamar), y la relación entre cliente y restaurador de estómagos pasó a convertirse en una relación de amistad.

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Detalle, en primer término del remate de la fachada del Resbaladero. En segundo y llenando el boceto, el Castillo de San Marcos.

Tal fue así que a Juan, en una de aquellas tardes de confidencias, allá por el año 1975 le dice a su amigo Maximino que le gustaría pintar el edificio de aire barroco, que albergó hasta 1876 la Lonja del Pescado. Y dicho y hecho, en un papel plasman el acuerdo por el que uno pone los materiales: lienzos, pinturas, marco y el otro la mano y sabiduría del artista, acordando depositarlo en el Salón Posada de Las Ánimas de El Resbaladero mientras ellos vivan y, en caso venta, o por  liquidación de herencia, el 65% del cuadro correspondería a Juan y el 35% a Maximino. mas el abono de los gastos para la creación de la obra. De este documento se hacen dos copias en un papel corriente, sin darle más importancia ni elevarlo a escritura pública. El papel de Juan, desaparece.

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Detalle, gitana vendiendo botijos.

Con el tiempo, --estamos en 1989-- por circunstancias económicas, Ignacio y Teresa Sordo, hijos de Maximino, y ya desaparecido éste, sin contar con Juan Lara deciden vender el cuadro que les había correspondido en herencia a Borja Osborne (en la actualidad, fallecido), quien desconocía el acuerdo entrambos, lo que lleva a producir un litigio, que acaba en los tribunales, entre los citados y el pintor. El comprador permanecía ajeno al conflicto de intereses.

Esta circunstancia le cuesta al pintor un disgusto, quien harto de abogados, jueces y años de pleitear, le llegaría a confesar en una carta a Paco Arniz, a la sazón presidente de la Academia de Bellas Artes, su hartazgo por el pleito y la situación  que lo envuelve. En aquel escrito, fechado el 4 de diciembre de 1992, y al que hemos tenido acceso, escribía de su puño y letra, como le gustaba hacer al pintor, lo siguiente: "No se que destino le depararé a ese pobre lienzo en el que vertí  --en su día-- muchas horas e ilusiones pictóricas, no para la Gloria o remedio económico, sino para Satisfacer esa inquietud artística que  no pueden negarme ni jueces, abogados, crítica y enemigos."

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Fragmento del escrito que dirije Juan Lara a Francisco Arniz, el 4 de diciembre de 1992.

Por cierto que actuaron de abogados, por parte de Ignacio Sordo, el gaditano Manuel María Alvarez Campana y Gaztelu  y por parte de Juan Lara, el jerezano Benito Pérez, 'el jurispoeta'. Luis Suárez Avila fue consultado  por ambas partes, todos amigos, y declinó intervenir por ninguno. Como afirmaba el propio Suárez Avila, "Ni mi amistad, que venía de mi padre, entrañable con Juan Lara, ni la de los hermanos Sordo que venía desde tiempos del colegio, me permitió intervenir, por parte de uno o de otro".

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Detalle, carro con barriles.

Mientras se resolvía el pleito, dicho cuadro permanecería en depósito en la Academia de Bellas Artes ‘Santa Cecilia’, por dictament judicial, donde ocuparía una pared entera precisamente en la 'Sala Juan Lara' (mide 4,75x1,90 metros), hasta su entrega definitiva al propietario final, Borja Osborne, que lo había adquirido a Ignacio Sordo, como indicábamos más arriba. Allí estuvo algo más de cuatro años y el propio Juan Lara mandó a un fotógrafo del Museo del Prado para que le hiciera unas buenas copias del lienzo, que buenas debieron de ser pues permaneció aplicado a su labor, entre las 8 de la mañana y las 5 de la tarde.

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El cuadro de grandes dimensiones (4,75x1,90 metros), instalado en en Salón Posada de Las Ánimas, de El Resbaladero, antes de su traslado. En este salón se encuentra en la actualidad una discoteca.

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El cuadro, testigo de reuniones y comidas, como se aprecia en la imagen.

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Momento del traslado del cuadro, desde el Resbaladero hasta la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia, ante la mirada de Benito Pérez, abogado de Juan Lara y Francisco M. Arniz, presidente de dicha academia, el 11 de octubre de 1990.

El juzgado, finalmente dictamina  que el cuadro, según ley, al pasar más de cuatro años en depósito en un lugar, pasa a ser del propietario de donde se encuentre el bien mueble, es decir del Restaurante El Resbaladero, si no existen documentos que prueben lo contrario. Y la copia del documento de Juan, según afirmaba el propio pintor, había desparecido. Si esgrimió el artista ante el juzgado un documento firmado por el propio Lara y Francisco González, esposo de María del Carmen Sordo, otra hija de Maximino,  fechado en 1989, en el que se recogían los términos de la propiedad expuestos más arriba. Pero el juzgado no lo dió por bueno y el pintor perdió el contencioso.

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En la imagen, Francisco Arniz y Juan Lara, disfrutando de un día primaveral en Benamahoma (Cádiz), donde el pintor tuvo uno de sus estudios.

El boceto y detalles del mismo que reproducimos, estuvieron en el Salón del Resbaladero y fue adquirido por su actual propietario, Francisco García Áspera que ha tenido la gentileza de reproducirlo fotográficamente para Gente del Puerto. Asimismo, el grueso de la información incluida en esta nótula ha sido facilitada por Francisco M. Arniz Sanz, pintor y crítico de arte, al que le unió una buena amistad con Juan Lara.

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pacosotoortiz_puertosantamaria“Al son de bombo y platillo
se van quitando las penas
Contigo juntos en el camino…
Caminito de Yerbabuena”.

Estos versos abrían el programa de Carnaval que el autor y componente Paco Soto Ruiz, 'Paquito el Horno' pronunciaba al inicio de sus emisiones en FM Puerto, una efímera emisora que funcionó en el Camino de los Enamorados en 1988. ‘Caminito de Yerbabuena’ era la voluntariosa respuesta de aquella emisora amateur a la Cadena SER, en el penúltimo Carnaval que retransmitió Manolo Casal antes de pasar a Canal Sur. El ‘Caminito’ de Paco en los medios continuó años después, en Antena Bahía y en Telepuerto.

El recién fallecido Francisco Soto presentó durante años los actos carnavalescos, en la mayoría de las ocasiones junto a su buen amigo Pepe Arjona, y pronunció el pregón de la fiesta de febrero en 1999, tras una intensa trayectoria no sólo narrando lo que sucedía en el Carnaval portuense, sino también como autor, tanto de grupos adultos como juveniles, como ‘Mi Puerto rico’. Además fue directivo de los colectivos de autores y agrupaciones que existieron en los últimos 20 años, desde que se agriaron las relaciones con el Ayuntamiento a la par que se unía el declive de la celebración.

El concurso de agrupaciones de 1990 marcaba el principio del fin del Carnaval en El Puerto después de una ‘gloriosa’ década en los 80, cuando resurgió tras la prohibición del franquismo, promovido por el Ayuntamiento presidido por Antonio Álvarez. Paco Soto había pertenecido a Los Majaras en una de sus más brillantes etapas, en la de Raza Mora, emblema del despertar creativo del Carnaval gaditano, tras los años de la censura y las llamadas fiestas típicas.

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Los 11 componentes de 'Raza Mora',  en 1978, de pie, de izquierda a derecha, Antonio Rico 'Pedro', Fernando Albert, Francisco Díaz 'Pelajigo', Francisco Gómez 'Pacoli', Paco Soto , Diego Caraballo y José Torres 'El Porras' .Agachados, Manuel Parra, Antonio Cía, Pedro García 'Pedrito' y Manolito Albaiceta

En el 90 Paco Soto era el letrista de la comparsa ‘A través del tiempo’, dirigida por Salvador Torres ‘El Dori’ (fue la última agrupación dirigida por éste (Bastones blancos, Vamos al grano, con letra de Luis Galán). La agrupación del Dori, la del Bar Camas, era la rival de Los Majaras y en el 90 estaban frente a frente, sin otras comparsas portuenses (Andaluces de Jaén, con letra de Diego Caraballo era el grupo dirigido por El Pedro), y con más gente alrededor incitando a la polémica que en los mismos componentes. Mientras el grupo de Los Majaras pasó a la fase semifinal del concurso del Falla, ‘A través del tiempo’, que cantó el primer día, se quedó en puertas por esa circunstancia de abrir, en frío, el certamen gaditano. El concurso de El Puerto, celebrado entonces en el llamado Salón Moderno, se presentaba como el momento para calibrar a ambas comparsas.

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Paco Soto, Pregonero del Carnaval de 1999.

AQUEL 28 DE FEBRERO DE 1990.

‘A través del tiempo’ cantaba en la sesión del 27 de febrero y aquella actuación pasó a la pequeña historia del Carnaval de El Puerto por el revuelo formado. La comparsa del Bar Camas intervenía a medianoche, asomándose el festivo 28. A las doce en punto, tras los dos cuplés, la agrupación fue interrumpida por un estruendo de compases, entre los silbidos del público, hasta que pasados unos segundos el personal, y los comparsistas, notaron que el sobresalto musical era el himno de Andalucía, que los había desconcentrado. El personal acabó de pie, solemne, escuchando las notas autonómicas. El grupo, al término de la actuación bajó indignado por lo sucedido, mientras el entonces edil de Fiestas, Vicente Sucino, también se había sobresaltado por la imprevista interpretación. Simplemente Paco Soto había pedido a la mesa de sonido que  intercalara el himno justo en el momento de que comenzar el 28 de febrero de 1990. La emisión por megafonía del himno suponía un problema protocolario, incluso denunciable. El jurado resolvió el entuerto de la manera menos problemática, incluyendo la pieza dentro del popurrí y penalizando a la agrupación por exceso de tiempo.

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El desaparecido Salón Moderno, engalanado para el Carnaval.

El asunto se aclaró, pero en el ambiente flotaba la tensión por la sorpresa que recibió el grupo en escena y que habría alterado los ánimos. No pasó de la anécdota, y al cabo de los años, los protagonistas evocaban lo sucedido con una sonrisa. Andaluces de Jaén, cajonazo en el Falla, fue el primer premio local del Carnaval 90, que vivió una ventosa celebración, con las calles casi desiertas y que confirmaba la cuesta abajo de la celebración en El Puerto. Paco Soto y El Dori volvieron a oír el himno de Andalucía en las tablas del Salón Moderno doce años después, en un homenaje, y fue Luis Galán entonces el que animó a poner la interpretación, con cierto pesar, en este caso del edil de Fiestas, Fernando Gago, que no fue avisado de la inserción. La anécdota se reeditaba. (Texto: Francisco Andrés Gallardo).

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El director de ‘A través del tiempo’, nada más salir de la sala del jurado, y rodeado de concejales y miembros del Consejo del Carnaval. (Foto: Diario de Cádiz).

LA CRÓNICA DE ENRIQUE ALCINA.
«A TRAVÉS DEL TIEMPO» USÓ EL HIMNO ANDALUZ.
La uilización del himno de Andalucía por parte de la comparsa portuense ‘A través del tiempo’, antes de iniciar el popurrí y cuando el reloj marcaba las doce y cuarto de la madrugada de ayer, 28-F, provocó una gran polémica en la segunda semifinal del concurso de agrupaciones. El jurado, que se reunió posteriormente con el director y miembros de la comparsa, acordó penalizar a la misma con el 15 por ciento de la puntuación del popurrí.

Doce y cuarto de la noche. La comparsa portuense «A través del tiempo» va a iniciar el popurrí cuando, sin que nadie fuese advertido, ni siquiera los miembros de la agrupación, suena la música del himno de Andalucía. Sorpresa. El público, que medio llenaba la sala reacciona y se pone en pie, originándose un ambiente de excepción. Se suceden las ovaciones y la comparsa permanece parada en el escenario.

Poco después bajan hasta la mesa de sonido varios agentes de la Policía Local a pedir explicaciones, puesto que, según nos dijo el alcalde, Juan Manuel Torres, «la utilización de un himno en un acto no oficial está prohibida».

atravesdeltiempo2_puertosantamariaSe aclaran los hechos. El letrista de ‘A través del tiempo’, Paco Soto, reconoce que fue él quien convenció al técnico de megafonía para que pusiese una cinta que formaba parte del repertorio, sio avisarle que se trataba del himno de Andalucía. (La comparsa se quedó inmóvil. Foto: Diario de Cádiz).

Una menos veinte de la madrugada. El director de la agrupación, Salvador Torres Palomeque, -El Dori-, acompañado de Soto y varios comparsistas, entra en la sala del jurado para informar de lo sucedido. Miembros del Consejo Municipal del Carnaval, con el alcalde y el concejal de Fiestas al frente, así como numerosos políticos locales, ocupan los alrededores del despacho, custodiado por guardias municipales. Salta el rumor de que la comparsa será descalificada, medida por la que abogan casi todos los componentes del Consejo, pasándole descaradamente el ‘muerto’ al jurado, que, reglamento en mano, no podía llegar a tal extremo puesto que se trata de un concurso y no de un tribunal de [justicia.

Sobre la una y veinte salen Torres Palomeque y compañía, e informan que dijeron al jurado que el himno entraba en el repertorio musical, como homenaje al pueblo andaluz. Soto asegura que ninguno de sus compañeros sabía la sorpresa que les tenía preparada desde el patio de butacas.

Dos y cinco de la madrugada. Se abren las puertas de la sala del jurado. Su presidente, José Ignacio Rodríguez Rendón, lee el acta, la cual recoge que tras consultar con los responsables de ‘A través del tiempo’ se acuerda, por unanimidad, penalizar a la comparsa, conforme con el artículo 13.4 C en su apartado D, con el 15 por ciento de la puntuación obtenida en el popurrí, que no se conocerá hasta la madrugada de hoy, cuando finalicen las semifinales, El presidente señaló que el popurrí duró algo más de un minuto de lo establecido --diez minutos--, incluido el himno de Andalucía como parte del repertorio, ya que el jurado no puede pronunciarse sobre la legalidad, o no, del hecho.

Rodríguez Rendón aseguró que, en torno a la final de mañana, «es imposible sacar conclusiones en este aspecto. al estar las puntuaciones en el ordenador a la espera de que canten todas las agrupaciones».

Los comentarios sobre la polémica citada corrían a toda velocidad por el salón Moderno, donde permanecieron los aficionados a la comparsa ‘A través del tiempo’, así como muchas personas relacionadas con «Andaluces de Jaén», la otra de El Puerto.

No cabe duda que el trasfondo del conflicto, himno de Andalucía al margen, es la ya eterna lucha de comparsas en esta ciudad, que está poniendo en entredicho el concurso de agrupaciones y que está provocando la ausencia de de prestigiosos autores, quienes ‘pasan’ olímpicamente de ellos. (Texto: Enrique Alcina. Diario de Cádiz. 1 de marzo de 1990).

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OBITUARIO.
En la tarde del 1 de junio de 2010, y tras una larga enfermedad, fallecía el comparsista Francisco Soto Ruiz, a la edad de 63 años. El óbito ha supuesto un hondo pesar en el sector carnavalero local donde Soto estaba muy reconocido por su amplia trayectoria. Comenzó en 1962 con la comparsa 'Fantasía de Bandoleros' para volver en 1973 con 'Los esclavos de Egipto'. Al año siguiente pasó a formar parte del grupo de Los Majaras donde, entre otras, participó en agrupaciones que están en el recuerdo del aficionado como 'Raza Mora' (primer premio provincial en el Falla) o 'Cantares'. En 1980, junto a José Luis Arniz, se estrenó como letrista con 'Cuba'. Posteriormente participó en agrupaciones muy valoradas como 'Gibraltareños', 'De puerto a Cai' o 'Leche y picón'. Su amplia trayectoria le valió destacados reconocimientos como el Pito de Oro que entrega la asociación de autores (entidad que fundó y presidió durante varios años), el Personaje entrañable del Carnaval y otros de asociaciones locales. Asimismo colaboró con varios medios de comunicación locales en la difusión del Carnaval local. Descanse en paz. (Diario de Cádiz).

Interpretando el pasodoble de Diego Caraballo, 'Un 4 de diciembre' en la calle San Bartolomé.

5

El martes 25 de junio de 2002, en plena fiebre de la construcción y la especulación, el portuense Juan de la Lastra y Terry escribía en el periódico del Grupo Joly, Diario de Jerez, esta Tribuna Libre, donde su dolor por El Puerto quedaba patente en estas líneas, que reproducimos, desde un Puerto instalado a caballo entre la desidia y  la nostalgia, pasando por la indignación.

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Paseo de la Victoria cuando aquel parque neoclásico estaba en todo su explendor: las cuatro estátuas de terracota representan a las cuatro estaciones.

Cuando El Puerto estaba sumido en la hambruna de la posguerra civil, los fatídicos 1940 y siguientes, en los que más de la mitad de la población subsistía merced de las tagarninas del Ejido de San Francisco, a los troncos de palmitos del Palmar de la Victoria y las vainas dulces de los centenarios algarrobos del Paseo el mismo nombre, una de las alamedas recolectas más sugestivas y umbrías de todo el Sur… Entonces, no obstante, mantenía su dignidad muy erguida y sobre todo su buen gusto en los ámbitos urbanísticos y de ornamentación forestal y de jardinería tanto en los espacios públicos como en los interiores de sus viviendas.

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El Monasterio de la Victoria, enmascarado por las galerías y la puerta principal, flanqueado su acceso por eucaliptos, hoy todo desaparecido delante de una gran superficie de aparcamientos.

Sólo al anochecer los alertas el uno, el dos, etcétera, de la guardia del Penal de entonces, custodiado por el Ejército, ponían un acento tétrico, melancólico y penoso al aire mórbido de la ciudad, si es que el Levante no la azuzaba.

luiscaballero_alcalde_puertosantamariaEl Puerto resucitó gracias al buen hacer de Ignacio Osborne, conde de Osborne, y de Fernando C. de Ferry y del Cuvillo, a quienes se sumó el tesón y la capacidad de trabajo de Luis Caballero Noguera, el impulsor de la urbanización de Valdelagrana. (En la imagen de la izquierda, obra de Torres Brú).

Por su parte, los alicantinos dieron vida al puerto pesquero. Así en la segunda década de 1940. El Puerto había retomado su pulso de siglo y medio atrás, cuando Filipinas y Cuba se perdían sin remisión, y las destilerías de la Habana, Santiago y Cienfuegos vinieron a establecerse por esta zona.

La atmósfera poblacional de El Puerto cuando aquellas corridas de toros en agosto con Carlos Arruza, Manolete, Pepe Luis Vázquez, Conchita Cintrón, Álvaro Domecq, Simao da Veiga… y el ir y venir después de aquéllas, rezumante la Ribera del Río de olores mil a mariscos de La Guachi, a brea, a ostiones, a mar salinero y a jazmín del jardín de la familia Arvilla, son recuerdos vivos para unas de las páginas más coloristas de la historia portuense.

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Ruinas de Fuerte Ciudad, en la Playa de Santa Catalina. (Foto: Javier de Lucas).

Pero hasta aquí y sólo hasta aquí. Después, entró la vorágine de la construcción mediante la especulación. Sucesivas alcaldadas dejaron exangües la alameda de la Victoria, dejaron desmoronarse el fuerte de Santa Catalina, lugar emblemático de los primeros días de las exploraciones en América, pues desde su marina partieron Juan de la Cosa y Alonso de Hojeda en un viaje cuyos resultados geográficos hacen que sólo le exceda en importancia el primero de los colombinos; y poco a poco han ido desapareciendo caminos deliciosamente rústicos como el de chumberas de Fuentebravía y de madroños como el camino de los Enamorados.

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El Cortijo de Las Beatillas, antes de su restauración. En el volúmen cerrado y compacto del cortijo, la torre es el referente continuo que potencia la horizontalidad del conjunto.

Además, cuando los promotores de la construcción toman las riendas a favor de sus intereses aunque abanderen los de la ciudad, con patente de corso en las manos no tienen miramientos para llevar a cabo sus propósitos por no decir fechorías. Ahora con todos los que tenía en su interior y en sus alrededores, El Puerto está necesitado de pulmones verdes. Desmontaron dunas, la bahía se ciega, las playas ya no son para alardear… A la barrabasada de la antigua Quinta de Santiago de Terry le ha seguido el parche de Las Beatillas, la mejor atalaya para recrearse de la Bahía. ¡Qué pena! (Texto: Juan de la Lastra y Terry).

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ramonbayovaldes_puertosantamariaRamón J. Bayo Valdés nos dejaba en su domicilio de la calle San Francisco, en la madrugada del martes 24 de julio de 2007. Casi nonanegario desaparecía con él una parte de memoria de los vinos de El Puerto. Tras el desinterés municipal por recibir gratuitamente la colección de botellas, botellines, etiquetas y otros objetos relacionados con el vino de nuestra tierra, la familia donaba su legado, apenas dos años después, a un particular gaditano que lo tiene expuesto la capital, mientras otra parte de su colección es actualmente subastada en internet.  (Foto: Fito Carreto).

Ramón Bayo Baldés fue responsable,  desde 1940 hasta su jubilación, de los archivos de Bodegas Osborne. Empezó a coleccionar botellines de vinos y licores españoles a partir de 1947, una colección que no tenía parangón en el mundo entero. Además estaban representados con sus vinos o destilados, casi todos los paises del mundo, en aquella colección privada.

finoducal_curroromero_puertosantamariaAdemás inició una colección de autógrafos de toreros, con la particularidad de estar realizados sobre etiquetas de un desaparecido vino de Osborne: Fino Ducal. Cerca de 5000 etiquetas de Ducal componían esta colección de autógrafos, con las firmas de la mayoría de toreros, novilleros y rejoneadores contemporáneos de Ramón, mucho de ellos ya desaparecidos. (En la imagen de la izquierda, etiqueta firmada por Curro Romero).

Además Bayo complementó la colección incorporando a su colección de etiquetas autografiadas, a todo tipo de personalidades y autoridades en cualquier materia, del mundo entero, que respondían a su demanda. Príncipes, reyes, Jefes de Estado y Gobierno, ministros y embajadores, cardenales y obispo (Rafael Bellido, primer Obispo de Jerez se negó siempre a plasmarle a Ramón su firma en una etiqueta de fino), Premios Nobel, astronautas, escritores, músicos, artistas de cine, pintores, campeones olímpicos, reinas de belleza, futbolistas, hasta un secuestrado por ETA, el industrial José Luis Arrasate, recién liberado tras 36 días de secuestro en 1976, estuvo en su museo donde plasmó su firma en una etiqueta de Fino Ducal. Resultaba curioso como recibía cartas desde el extranjero son más señas que «Ramón Bayo. España». Ya era conocido en Correos...

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Ramón Bayo, en su casa, en una instantánea tomada en 1972. (Foto: Osborne).

Personajes célebres como el General Perón, el primer médico que hizo una operación de corazón Dr. Barnard, el canciller Erhard, Maurice Chevalier, los astronautas Borman, Lowel, Aldrin y Collins, Arthur Rubisntein, Urho Kekkonen, Eddy Merckx, Paul Samuelson, están entre la colección. Y los toreros Rafael Ortega, Antonio Bienvenida, Curro Romero, El Litri, El Cordobés padre, Marcial Lalanda, Domingo Ortega, Luis Miguel Dominguín, Pepe Luis Vázquez, Diego Puerta, Pierre Pouly, José Luis Galloso, Antonio Ordóñez, Paco Camino, Manolo Vázquez, Rodolfo Gaona, …

ramonbayo_osborne_puertosantamariaLa tradición taurina porteña hizo que Ramón poseyera en su museo de la calle San Francisco, en su casa que siempre tenía abierta a todos los que se acercaban a saludarlo, o visitantes VIP procedentes de Osborne, una colección de recuerdos, carteles, trofeos, banderillas, rejones, muletas, entradas y otros objetos relacionados con la fiesta, muchos de ellos pertenecientes a célebres toreros. (En la imagen de la izquierda, Ramón Bayo posa ante una bota firmada por él, con la leyenda de 'Museo Ramón J. Bayo').

Una colección sobre la Guerra Civil y otra de objetos etnográficos, así como material diverso (recuerdo que, a los pocos días de la explosión frente a las costas de Bretaña del petrolero ‘Amoco Cádiz’ tenía en su poder las cartas de navegación del buque) completaban la colección en una casa atestada, donde familia y colecciones, convivieron hasta la desaparición del admirado portuense.

Ramón Bayo estuvo casado con Maruja de Miguel, con quien tuvo seis hijos. Fue hermano fundador y hermano mayor honorario de la Hermandad del Cristo de la Flagelación, hermandad radicada en la Parroquia de San Joaquín, en la que pasó por todos los cargos de su junta de gobierno: hermano mayor, mayordomo, secretario, tesorero y vocal. El año 2000 se le hizo entrega de la insignia de oro de la Hermandad y en el 2003 del nombramiento de Hermano Mayor de Honor. En multitud de ocasiones colaboró con instituciones y personas, tanto municipales como de cualquier índole. Ramón era una buena persona.

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"Un curioso museo en el que tienen cabida toda clase de objetos relacionados con El Puerto. Cada rincón es un juego de luces y sombras proyectadas al azar por las estructuras arquitectónicas, regias y nobles, que se convierten en una experiencia intimista y llena de color". Revista Joy Sherry. Año 1988. (Foto: Carlos Paz).

cognac_hijosdeybarra_museobayoEL MUSEO SE FUE DE EL PUERTO.
En el Pleno del 12 septiembre de 2003, quedaba sobre la mesa la propuesta del grupo municipal del Partido Popular, entonces en la oposición, interesando se creara el Museo Ramón Bayo en la que se instaba al Area de Cultura a la catalogación y valoración de sus colecciones. Sin éxito.

Más adelante, en el programa electoral para las elecciones de 2007 el PP llevaba en su programa electoral la ubicación de los fondos de la colección de Ramón Bayo en alguno de los bodegones de la plaza de Toros, mientras que el Partido Andalucista, también con responsabilidad de gobierno en la actualidad, proponía directamente la creación de un museo Ramón Bayo.

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El 29 de noviembre de 2003, Ramón Bayo era homenajeado en las Bodegas Colosía por la Tertulia Sangre y Trabajadero. Durante el homenaje, Bayo dejó estampada su firma en una bota de vino. El coleccionista, en la imagen flanqueado a su derecha por Javier Tosar y a su derecha por Juan Carlos Gutiérrez Colosía.

La familia no podía atender adecuadamente el legado de Ramón y su hijo Juan Miguel Bayo de Miguel, al poco de fallecer su padre le escribía a la primera autoridad local, trasladándole "mi mayor disposición para convenir,  junto con mi familia, con ese Ayuntamiento si lo cree oportuno en el camino de conseguir que este legado quede para y en la ciudad de El Puerto". No tuvo eco aquella misiva y ninguno de los grupos políticos, durante sus responsabilidades de gobierno prestó atención a las colecciones de Bayo --al mas puro estilo del desinterés porteño-- por lo que fueron donadas en enero de 2008 --desinteresadamente-- por la familia a un  particular gaditano que las tiene expuestas en una exposición permanente.

vinosytoros_cadizMUSEO TAURINO Y DEL VINO.
A principios de febrero de 2009, se inauguraba a iniciativa de Guillermo Pascual, el Museo Popular del Vino y el Toro, dedicado a los coleccionistas que lo hicieron posible, el porteño Ramón Bayo Valdés y Emilio Rosales y José Mariano Gómez., donde más de 1000 botellines antiguos de vinos de la zona, así como venencias antiguas, soportes publicitarios vintage, botellas de vino dedicadas a los Reyes de España o a Franco, estampaciones publicitarias de bodegas, piedra litográfica o etiquetas de vinos, forman parte de la colección. Igualmente se pueden apreciar objetos del mundo del toro: trajes de torero, revistas, abanicos, mantones, libros del toreo, grabados, litografías, carteles de toros antiguos, y una infinidad de objetos que hacen las delicias del curioso. A la entrada del Museo, localizado en la calle Feduchi, un azulejo recuerda a los donantes de las colecciones, a quienes está dedicada esta exposición permanente (Foto de la izquierda). Cuesta la entrada cinco euros, con precios especiales para grupos, mayores y niños.

ESCRIBE PEPE MENDOZA.
«Decía Ortega que un historiador es un profeta al revés. Don Ramón Bayo Valdés, coleccionista de instantes, aficionado desde chico al recuerdo,  pasó los mejores años de su existencia inventariando enseres, recomponiendo, con paciencia y pulcritud de relojero, las esquirlas desprendidas de un pasado por el que  transitaba convencido de que nada de lo que fue digno un día debe desaparecer. A esa afán consagro el rumbo de las horas, en ese empeño trabajó con vocación de amanuense, sin importarle lo más mínimo que, también sobre su fotografía, un día el tiempo habría de ponerse amarillo.

bayo_y_caamano_puertosantamariaCuentan los que tuvieron la suerte de tratarle que, en su domicilio de la calle San Francisco, se hallaba el código genético de nuestro pasado más decente: fotos de un Puerto con las fachás  encalás, calles de chinos peluos,  etiquetas de botellas de vino que aún conservan el esplendor de una ciudad que vivía las vendimias como una epifanía. Aquella casa era un reverbero humilde que iluminaba, tenaz y orgulloso, la entrada en un porvenir por el que era imposible extraviarse. (En la imagen de la izquierda, Ramón Bayo junto al entonces eurodiputado Esteban Caamaño, en la Sala de Degustación de la Bodega de Mora).

¡Qué quietas están las cosas y qué bien se está con ellas!, escribió Juan Ramón Jiménez, como si conociera de toda la vida a nuestro paisano. Se fue Don Ramón soñando con recogerlas en un museo, aunque  ya intuía, con el pesimismo esperanzado de los sabios, que aquella promesa de ubicar sus colecciones en los bodegones de la Plaza de Toros era una argucia falaz para mercadear unos cuantos votos. "El día de mañana estas piezas se perderán para el Puerto", vaticinó poco antes de partir a explorar otros lugares.

La segunda muerte del señor Bayo, tuvo lugar, como saben, hace unos días. El legado de nuestro coleccionista más inquieto se irá, si nadie pone coto al despropósito, fuera de la ciudad, y será gestionado por manos privadas. Me debo estar quedando sordo, porque aún no he oído a la primera autoridad municipal responsabilizar al anterior equipo de gobierno, a la Junta de Andalucía y a Rodríguez Zapatero, de este desprecio intolerable.» (Diario de Cádiz. 2 de febrero de 2008).

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labecerradaQue rápido pasa el tiempo. Las reproducciones son fotogramas de la película de Jose María Forqué "La Becerrada", rodada en 1962 entre otras localizaciones en El Puerto de Santa María y en Sabiote (Jaen), siendo  estrenada al año siguiente. Solamente resultarán familiares a los de mi generación. Ha pasado medio siglo.

Vemos a un joven y bizarro cobrador en el Vaporcito, el mismo que hasta hace unos años continuaba realizando dicha función; a niños pequeños y jóvenes adolescentes bañándose en la desembocadura del río, "El canal", donde solamente con dos pasos ya se perdía pie, y al fondo la grácil y marinera figura del Adriano II; en la amplia explanada de la actual plaza de las Galeras Reales, donde casi se evaporaba el alquitrán en julio y agosto, dirigía la circulación desde un podium al que añadían sombrilla en estos meses citados un amerengado guardia municipal. Y en los tres fotogramas que siguen vemos a varios personajes populares:  De espaldas, un dinámico vendedor de refrescos, que se mantuvo décadas con ese mismo desaliñado aspecto: rubio pelaje muy terso y pantalones sujetos con guita. En la puerta de la plaza, en el centro de la foto, un expresivo "Guarigüa", con expresión  curiosa y asombrada frente a la cámara que rodaba y, finalmente, el segundo de la guardia municipal, no se si sargento o que otro cargo, intentando impedir que se "colara" Fernando Fernán Gómez. (Texto y reproducciones de fotogramas: AGR).

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El desaparecido Juan Fernández Sanjuán, vestido para la ocasión, haciendo en la película su papel en la vida real como cobrador del Vapor, en esta ocasión a las monjitas interpretadas entre otras por María José Alfonso y Amparo Soler Leal, ante la mirada de Fernando Fernán Gómez.

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El Vapor Adriano II, pasando por 'el canal', cuando aún no estaban los espigones que cierran la desembocadura de río Guadalete.

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Plaza de las Galeras Reales. En el centro de la imagen, Fernán Gómez.

FICHA: ‘La Becerrada’. Género: Comedia. Duración, 87 minutos. Director: José María Forqué. Fotografía: Alejandro Ulloa. Año: 1962. Actores: Fernando Fernán Gómez, María José Alfonso, Amparo Soler Leal, Nuria Torray y José María Rodero. Toreros: Antonio Bienvenida, Antonio Ordoñez y Juan García 'Mondeño'.

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En la puerta de la Plaza de Toros, el vendedor de helados que se instalaba en la puerta, en la vida real, y también para la ficción de la película. Observénse los desaparecidos escalones que se encontraban a ambos lados de la puerta grande.

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Callejón de entrada por la puerta grande de la Plaza de Toros. Vemos a un curioso 'Chato Guarigua'.

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Fernando Fernán Gómez, 'es repelido' en la puerta de la plaza por un guardia municipal, también en la vida real, que era el segundo de la Policía Local en 1962. Al fondo el azulejo con la mítica frase atribuida a 'Joselito'.

ARGUMENTO: Once monjitas que están a cargo del asilo llamado "El hogar del vencido" deciden celebrar una becerrada con el propósito de recaudar fondos y mejorar su delicada situación económica.  Tras consultar con el alcalde y el cura, las hermanas se ponen en contacto con un entendido en el mundo taurino para intentar conseguir la actuación de tres toreros famosos. La lluvia impedirá que la corrida se celebre, pero de todas maneras, las monjas recibirán numerosos donativos que les ayudarán a salir adelante.

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Tras algunas controversias surgidas en torno a la letra original y su correspondencia con la cantada en aquella grabación que conmemoraba cierto aniversario de la entidad, nos pusimos a trabajar para confirmar definitivamente el contenido de la partitura primitiva y su origen. La inestimable colaboración del Archivo Histórico de El Puerto de Santa María nos ha permitido llegar a las conclusiones que presentamos.

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El Racing Club Portuense, en una instantánea de 1933.

LA  MARCHA CUMPLIÓ 76 AÑOS EL PASADO FEBRERO.
Tenemos que remontarnos a la fecha del 11 de febrero de 1934. Tal día como ese, tenía lugar un destacado acto social en nuestra ciudad, encontrándose dos entidades de la talla del Racing Club Portuense y la Filarmónica Portuense, sociedad musical que surgió en 1932 y que contaba con la dirección de don José Luis Hernández Carvajal.

Durante esa celebración, tal y como recoge la Revista Portuense de aquellas jornadas, el presidente del Racing, don José del Cuvillo y Sancho, "Pepe Cuvillo" como era conocido entre los futbolistas y seguidores, impuso una corbata rojiblanca con la insignia del Club a la bandera de la Filarmónica Portuense al grito de "Rojo de pasión y blanco de fe", en referencia a los colores de la entidad. El director de la sociedad musical porteña, correspondió con la entrega de una banda que rezaba la frase "La Filarmónica Portuense al Racing Club".

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La Filarmónica Portuense, en Jerez, durante una visita a la Bodega Williams & Humbert, en 1935. A la derecha de la imagen, de paisano, el compositor Federico Castilla.

En esa misma celebración se estrenó la obra de Federico Castilla, compositor portuense y autor de numerosas letras que recoge una publicación editada en 1983, titulada: "Carnaval: Un siglo de historias del Puerto", realizada por J.I.Buhigas y Tily Santiago.

El músico portuense puso nombre a la composición, titulándola "La Marcha del Racing":

"Racing Club, Racing Club Portuense",
del deporte es el rey del balón,
que hace a todos luchar, compañeros,
bajo el más noble blasón.
Al cantar su marcha, unidos,
se hace fuerte nuestra voz
y es que el ritmo marcial de sus notas
llega a nuestro corazón.

Marchemos siempre unidos,
juguemos diligentes;
que sea nuestro partido
el que más tantos cuente.
Marquemos, animosos,
con fuerza, nuestro "shut".
Que todos digan, ¡Viva el Racing!
porque ha ganado nuestro club.

76 años después, la letra sigue invadiendo todos los rincones del José del Cuvillo cada dos semanas, como un guiño a una historia que no se debe olvidar.

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Primer concierto de la la Filamornica Portuense en 1.932, en casa de la madrina la Señorita Carmen Haupold:; figuran en primera fila de izquierda a derecha: los señores Hernández Zarco, Chorro, Garcia e Ibañez, en segunda fila; Valimaña, Sanchez, Hernández, la señorita Carmen Haupold, Javierre, Castroverde, Gurrea y Sevillano, en tercera fila, Péculo, Acosta, Castilla, Gonzalez Rascon, Sevillano, Zaragoza, Ramirez, Espinosa, Serrano y Garcia y cuarta fila, M. Gonzalez, (botones) Botubol, Vazquez, Pallares, Poullet, Ponce, Rodil, Pérez, Zarco, Martinez y Doll, al fondo; Díaz, el abanderado. (Pag. 137 del libro 'Carnaval: Un siglo de Historias del Puerto (1.836-1.936)'. De Tily Santiago y José Ignacio Buhigas)

El himno cantadao y con sutítulos, en Youtube.

El pasado tiene un enorme peso en la ideosincrasia del Racing Club Portuense, una entidad deportiva histórica en la comunidad andaluza, que supera la cifra de ochenta años de existencia y representación del deporte más seguido de la ciudad. El patrimonio histórico del Club, realmente valioso, se ve plasmado en miles de anécdotas, vivencias de varias generaciones portuenses, así como en numerosos documentos que andan perdidos entre cuadernos y papeles polvorientos de nuestros vecinos, imágenes únicas... no pueden caer en el olvido y es nuestra intención recuperar todo ese material en el  sitio oficial de la entidad. (Texto: Diego Patrón Aguilera).

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