
De izquierda a derecha, Alfonso Ussía, que presentó el libro; Javier Alonso Osborne, su sobrino Bertín Osborne, Carmen Fernández de Blas, directora de la editorial Martínez Roca, y Fernando González Urbaneja, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid. (Foto: Revista Hola).
En la Asociación de la Prensa de Madrid, Javier Alonso Osborne, director adjunto de «Hola», presentó un libro estrictamente histórico y memorial. ¿No queréis memoria histórica? Pues, ea, hijos míos: ahí la tenéis. El libro de Javier Osborne lo escribió su madre, en la guerra. Es el diario de su madre, María Teresa Osborne Tosar, que Javier guardó durante setenta años y que ahora ha transcrito y publica con un título gracias a Dios políticamente incorrectísimo: «A mi marido lo asesinaron en Paracuellos».
He tenido el honor de poner epílogo a este testimonio histórico, que prologa Alfonso Ussía, lo que me ha permitido conocer en manuscrito la inmensa capacidad narradora de María Teresa Osborne. ¡Qué bien cuenta las cosas esta señora! Es como un diario de Ana Frank con acento andaluz del Puerto.
Qué inmensa capacidad para transmitirnos su dolor. Su soledad. Su angustia. Su amor. Su miedo. En el terrible Madrid de la guerra, cuando le acaban de fusilar a su marido, funcionario del Patrimonio Real en El Escorial, y está embarazada de un niño, que habrá de ser nuestro Javier Osborne cuando nazca en aquel infierno rojo.
Y qué maravilla de ciudad el muy literario Puerto de Santa María, que produce estos prodigios de escritura como el largo testimonio, el arrebatador alegato de María Teresa Osborne. La admirable burguesía comercial del Puerto en el primer tercio del siglo XX, la ciudad de Muñoz Seca y de Alberti, produce también personajes tan delicados y refinados, tan cultos como María Teresa Osborne. La autora de este expresionista relato del dolor, el amor y la muerte no era una escritora. No tenía vocación literaria, ni formación humanística. Era una señorita bien del Puerto. Nada más y nada menos que una señorita bien del Puerto, a la que la capacidad narradora, no sé, quizá le viniera de su antepasada Fernán Caballero, a la sombra de las jacarandas en flor del patio de la bodega de Mister Thomas Osborne, sombra morada del martirio familiar, morada de la franja usurpadora colocada a la bandera de España.
Qué temple tenía aquella señorita bien del Puerto de Santa María que escribía como los ángeles. De este libro me ha impresionado la capacidad de tirar para adelante de esta mujer admirable. En las peores circunstancias. Sola de toda soledad en el ojo del huracán de la mayor tragedia de España que vieron los siglos. En un Madrid hostil, sin familia, con los suyos en zona nacional, con el marido asesinado por los rojos y con un hijo en su vientre. Bendito fruto de tu vientre, María Teresa Osborne, que ha guardado este rito de fidelidad a la memoria de su madre y ha podido, ha sabido y ha querido rescatar los papeles escritos con su letra picuda de entereza de señorita bien del Puerto que siguiendo el destino de un amor se tuvo que convertir, a la fuerza, en mujer fuerte en el Madrid rojo, bombardeado, hambriento, oscuro, sucio, donde nadie conocía a nadie ni quería conocerlo, no fuera que lo delatase. Qué cercano nos hace el terror María Teresa Osborne, cómo consigue que lo sintamos con ella, sola, con un niño en brazos, en una España partida en dos, con la familia inmensamente lejos. Tan lejos como la mar de la bahía.

En la fotografía, uno de los lugares donde ocurrieron estos episodios de represión de la Guerra Civil Española, erigido en recuerdo y memoria de los asesinados. Al fondo de la imagen, una cruz blanca de grandes dimensiones, en la ladera del ”cerro de San Miguel”, es visible desde la proximidad del aeropuerto de Barajas.
Gracias, Javier Osborne, por este homenaje a tu madre en forma del libro de su memoria triste, que te honra. Muchas gracias, Javier, porque nunca la masacre de Paracuellos, que es nuestro Auswich en el genocidio que ahora silencian, fue contada con tan hondas, sentidas, certeras, precisas palabras por una joven viuda española a la que le asesinaron el marido. Era una señorita bien del Puerto de Santa María que en la espera y la esperanza de un hijo se creció ante la injusticia del destino, ante la locura colectiva, y nos dejó la reciedumbre en letra picuda e inglesa de este impresionante testimonio de una mujer fuerte en una España martirizada. (Texto: Antonio Burgos).
Javier Osborne ha guardado el diario de su madre durante setenta años y ahora ha decidido publicarlo en forma de relato. Un testimonio real que cuenta cómo María Teresa Osborne Tosar, embarazada de tres meses y sin recursos, huyó de Madrid después de que su marido, Francisco Alonso, fuese arrestado en su casa de El Escorial en noviembre de 1936. María Teresa regresaría a la capital tiempo después para buscarle, pero no volvió a tener noticias de su paradero. Su hijo, por tanto, nunca llegó a conocerle y se enteraría en su casa familiar de El Puerto de Santa María de que fue asesinado durante los primeros meses de la Guerra Civil.
En palabras de Javier Alonso Osborne (en la imagen de la izquierda), su hijo: “Este libro era el ‘reportaje’ que me quedaba por hacer", dijo el autor durante la presentación. En su obra, Javier explica: "No tengo más remedio que responder a las preguntas cada vez más insistentes de mis hijos y mis nietos... De pronto me acordé del diario de mi madre, que tuve olvidado durante setenta años, pero que la "memoria histórica" había desenterrado... por su incesante búsqueda de fosas y trincheras, dormida en la injusticia de los tiempos, para reivindicar a un abuelo muerto, cuando en casi todas las familias españolas hay un padre, un abuelo... cuya foto -ni roja, ni azul- permanece en la cómoda del pasillo, en cualquier cajón, sin que ni los hijos ni los nietos pregunten detalles de aquella guerra que debería ser una lección para aprender a vivir en paz."

Francisco Cossi Ochoa había nacido en El Puerto de Santa María el 24 de agosto de 1898 y era el tercero de los cinco hijos del matrimonio formado por José Jacinto Cossi Pérez y Mª Luisa Ochoa Zaldívar. Cursó estudios de comercio y trabajó en una compañía de electricidad y en una farmacia, habiendose afiliado a la UGT y al Partido Republicano Radical Socialista, siendo además activo colaborador de la Cruz Roja portuense.
El 27 de febrero de 1936, dos semanas después del triunfo electoral del Frente Popular, fue designado por aclamación, presidente de la nueva comisión gestora de la Diputación de Cádiz, perteneciendo ya por aquel entonces a la formación Izquierda Repúblicana que estaba encabezada por Manuel Azaña Díaz (a la izquierda de la imagen) y que había surgido en abril de 1934 de la fusión de diversos partidos.
Cossi, junto a Zapico, Azcárate, Yáñez-Barnuevo, el teniente coronel de Carabineros Leoncio Jaso y otros de significada relevancia fueron inicialmente encarcelados en el castillo de Santa Catalina. El 20 de julio los paisanos fueron trasladados a la prisión provincial si bien parte de ellos, al aumentar el número de detenidos lo fueron también al penal de El Puerto de Santa María así como al buque carbonero "Miraflores" que tuvo que habilitarse a partir del 25 de julio como prisión flotante. Dos dias después Cossi fue trasladado a las bodegas de dicho buque, donde permaneció hasta el 29 para regresar a la prisión provincial. (A la izquierda, puerta de acceso al Castillo de Santa Catalina, en Cádiz).

No fue el único caso sino que hubo muchos más en nuestra provincia, fruto del odio y la sinrazón. Su compañero y alcalde de Puerto Real, José Mª Fernández Gómez, fue otro más de los que desaparecieron en esas fechas para siempre.


HOMENAJE A TAN ILUSTRE CARTOGRAFO. OCTUBRE DE 1992." (Foto: Jorge Roa).


Juan de la Cosa, marino y cartógrafo español nacido en Santoña hacia 1460, falleció el 28 de febrero de 1510, en el séptimo y último viaje, herido por más de veinte flechas envenenadas peleando con los indios en las cercanías de Turbaco, cerca de Cartagena. Acompañó a Colón en sus dos primeros viajes y era dueño de la carabela Santa María, antes conocida por La Gallega, hecha según testimonio del Padre Sarmiento, en los astilleros de A Moureira en Pontevedra.
Se ve la isla de Cuba separada del continente en contra de las creencias de Colón y en una posición geográfica que no es exacta. Las líneas del Ecuador y el trópico de Cáncer, que hace de eje de la carta, están en su correcta posición.







Fernando Terry Merello (1935-2009), era el mayor de diez hermanos del matrimonio formado por Fernando C. de Terry del Cuvillo, oriundo de Irlanda y de Isabel Merello Álvarez-Campana, oriunda de Italia. La familia residió en la llamada Quinta de los Ruiz Golluri, en la calle Cielos, núm. 2, finca que en la actualidad ocupa el Hotel Duques de Medinaceli. El cabeza de familia fichó para trabajar con la familia, en concreto para dar clases de equitación y luego de bellas artes, a Juan José Botaro Palmer, con nótula xxx en Gente del Puerto, quien les instruyó en diversas disciplinas, dada la afición ecuestre de su progenitor. Su tatarabuelo, Santiago Terry, fue diputado de las Cortes de Cádiz y redactor de la Constitución de 1812.
El padre de nuestro protagonista era una persona muy emprendedora, con un fuerte carácter, pero también muy buena gente, que ayudó tanto personalmente, como desde la bodega a muchas familias. Ese carácter le valió el sobrenombre de 'el Levante'. (En la imagen de la izquierda, Fernando C. de Terry y del Cuvillo. Dibujo a carboncilla de Torres Brú).
En la actualidad, la Bodega Fernando A. de Terry, S.A. pertenece a Beam Global España S,A., filial de Beam Global Spirits & Wine Inc., el cuarto mayor grupo mundial en la elaboración y comercialización de bebidas espirituosas, que a su vez es la división de vinos y licores de Fortune Brands. Esta bodega fue comprada a Pernord Ricard, propietaria de los antiguos negocios de Allied Domecq España, empresa que había comprado la Bodega Pedro Domecq, S.A. y que a su vez adquiriera al entramado de empresas de Rumasa por la que tenía una opción de compra, las bodega que fundara la familia Terry. (En la imagen, Carlos de Terry y del Cuvillo).




SU MADRE, ISABEL MERELLO.
AGRICULTOR Y GANADERO.
Un recorrido por las actas capitulares de aquellos días revela, sin embargo, que la entrega la había decidido el cabildo portuense ya el día 1 de febrero, alineándose con la suerte seguida por Jerez a donde, en vista de "las noticias esparcidas sobre la aproximación del ejército francés" y "para tratar lo más útil a la salvación del pueblo", había enviado dos días antes a los regidores Juan Mª Añino y Miguel Bocanegra para conocer las decisiones de aquel cabildo y con la instrucción concreta que "caso que el ejército francés ocupare aquella ciudad se presenten a su comandante en jefe pidiéndole le manifieste su determinación sobre este pueblo".
Para el alojamiento de los franceses fueron comisionados el diputado de Guerra, Mariano de la Vega, y otros dos regidores: Diego Amador y Andrés Piña. Quedaba preparado el abastecimiento de trigo y de carne e incluso se acordó "hacer arcas" y entregarlo al comisario de Guerra, aunque extrayendo 34.000 reales pertenecientes al Hospital de la Providencia.
Sí fue efectiva para la defensa de Cádiz la decisión del cabildo portuense del 31 de enero de no cortar entonces el puente de San Alejandro "teniendo presente que ya se halla en la ciudad de Jerez un Ejército nuestro a cargo del Excmo. Sr. General Duque de Alburquerque, (en la imagen de la izquierda) a quien se le podría impedir el paso en una desgracia, obligándolo a entregarse o capitular, y atendiendo también a que la operación de cortar el puente de San Alejandro es instantánea y puede verificarse en el momento de mayor urgencia".
Era también la respuesta que enviaba al cabildo de Puerto Real que, el mismo día y con dos escritos llenos de inquietud, había pedido igualmente a El Puerto las órdenes "que esta villa ha de practicar sobre y en razón de su defensa, mediante a carecer de persona que la dirija, pues está decidida a correr la suerte de esa ciudad" y preguntaba "si se ha de cortar el paso del río San Pedro, previniéndole que en esta villa no hay pólvora, cartuchos ni ninguna clase de armas". (En la imagen, tomo con las actas capitulares).




«Fernán Caballero» es el nombre de pluma de Cecilia Francisca Josefa Böhl von Faber (24 o 27 de diciembre de 1796 -- 7 de abril de 1877), hija de Johann Nikolaus Böhl von Faber (quien nació en Hamburgo en 1770, es comerciante con casa en Cádiz, después cónsul, después noble, después católico; muere en 1836) y Frasquita Larrea (una gaditana [de Cádiz], hija de español e irlandesa y aficionada lectora de Mary Wollstonecraft). Frasquita y Johann se casaron en 1796. Cecilia nació en Morges, Suiza. Tuvo varios hermanos: Aurora (n. 1800), Juan Jacobo (1801) y Ángela (1803). Por una separación familiar de siete años, Cecilia, quien permanece con su padre en Alemania (mientras Doña Frasquita vive en España con dos de sus hijas), habla primero el alemán y el francés que el español. Al encontrarse sus padres en Cádiz de nuevo, Cecilia observa lo español con ojos de extranjera. Cecilia se casó tres veces: La primera vez en 1816 con Antonio Planeles Bardají, capitán de infantería, con quien se marcha a Puerto Rico, donde su esposo murió un año después (Cecilia regresa a Cádiz en 1818 y viaja con su hermano por Alemania y Francia).
VIVIÓ EN EL PUERTO.
SU NOVELA PRINCIPAL. LA GAVIOTA.
La Gaviota es un mosaico de cuentos, chascarrillos [chistes], coplas, tradiciones, relaciones, versos, romances, juegos, bailes, oraciones, anécdotas, chistes, cuentecillos, cuchufletas [bromas], chilindrinas [equívocos], modismos, refranes recopilados por la autora.
OTRAS NOVELAS.

(En la imagen de la izquierda, la familia de Francisco Quijano Rosende, mujer e hijos. La hija Concha, es abuela de nuestro protagonista, Javier).
LAS BODEGAS DE QUIJANO.
ATANASIO QUIJANO CIEZA.
MOSCATEL ‘LAS CINCO PERLAS’.


MASTER EN MADRID.
