Saltar al contenido

4

Hace unos años la polémica en torno a la obra de Chillida en la montaña de Tindaya enfrentó a dos colectivos activos. Ecologistas y artistas se prodigaron en todo tipo de ’elogios’ recíprocos entre los que destacaron, sin duda, unas palabras del autor que tachaban de incultos a todos aquellos que mostraron su incomprensión sobre la obra. La intervención trataba, recurriendo esta vez a las palabras más sensatas de Chillida, de modelar el vacío en un espacio natural tan potente como el interior de una gran montaña.

Muy cerca de nosotros contamos con una operación con raíces históricas, y bastante menos polémica: las Cuevas Canteras de la Sierra de San Cristóbal. Desde allí, la piedra arenisca del Puerto ha partido durante siglos, empleándose en un amplio catálogo tanto de monumentos civiles y religiosos como de discreta arquitectura doméstica. Pero si notables han sido los edificios que, como la Catedral de Sevilla, se han levantado con nuestra piedra, resultan también sorprendentes los espacios vacíos que la importante actividad de los canteros de la zona nos ha dejado, a modo de negativos de la historia de la arquitectura de nuestra región.

Se trata de explotaciones subterráneas en galerías, formadas mediante la apertura en el flanco de la cantera en la misma dirección de las bancadas una galería de dimensiones suficientes para permitir el transporte holgado de las piedras a extraer. La cueva o subterráneo se forma entonces partiendo de esta galería y extrayendo piedra en todos los sentidos, dejando siempre pilares aislados que sostengan su techo natural. El espacio resultante resulta espectacular.

Pese a ello, su estado actual es, al menos, triste: desde restos de animales a caseros sofás de sky dan al lugar una imagen sugerente pero preocupante. En el caso de las cuevas ocupadas por el Ejercito la situación es por el contrario bastante mejor, al haberse preocupado éste de su limpieza y mantenimiento.

En la propuesta de recuperación de las Cuevas planteada como Proyecto Fin de Carrera por la arquitecta María Llerena, brillantemente seleccionada para la Bienal de Arquitectura Española, podemos encontrar una impecable atención a dos premisas básica en la intervención sobre un lugar tan sensible: respeto al pasado y vocación de futuro.

Por una parte, este espacio tan sugerente resulta difícil de dotar de un uso habitual sin intervenciones radicales que alteren su carácter, sin embargo, con escasos recursos, esta capacitado para albergar usos puntuales: exposiciones, conciertos, recepciones, actos culturales, etc... Por otra parte, se acostumbra a pensar actualmente en la necesidad de establecer una necesaria vinculación entre Patrimonio y Desarrollo, pero desgraciadamente, no tenemos recursos para mantener nuestro rico Patrimonio Histórico, de modo que resulta inevitable que algunas actuaciones vayan de la mano del desarrollo integral de la zona: circuitos turísticos, áreas de esparcimiento, actividades comerciales, etc. deben acercarse de una manera compatible y dar un usos "rentables"  social, cultural o incluso económicamente a nuestros defendidos espacios monumentales. Tindaya, a unos pasos. (Texto: Ramón Pico Valimaña. Arquitecto). (Fotos. Xurso  Gago).

Entorno ajardinado de una cueva cantera en Siracusa (Sicilia-Italia).

LA CANTERA DE LA MUJER.
María Llerena, de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla, afirma que "desde siempre" se sintió atraída "tanto por las canteras como por la zona en la que se encuentra".

Su trabajo, Una puerta equipada para la cantera de La Mujer, se ha hecho con el premio en la categoría de Recuperación en Introducción de Nuevos Usos de Suelos Impactados. "Las de San Cristóbal -comenta- son unas canteras muy antiguas. De hecho, de ellas se extrajeron los sillares para la catedral de Sevilla. En épocas modernas, se han usado como polvorín militar".

María Llerena, posando delante de un plano esquema del proyecto de recuperación.

La cantera de La Mujer -cuyo nombre, probablemente, viene de un relieve con formas femeninas- es la más espectacular del conjunto, por dimensiones y mantenimiento. "Quise jugar con los llenos y vacíos que plantea la cantera llevados a la arquitectura -explica Llerena-. Lo más difícil fue establecer una conexión con la cantera lo más armoniosa posible, sin alterarla, respetando su estructura".

A priori, el espacio previsto no sólo tenía que habilitarse para visitas sino que habían de incluirse sala de proyecciones, auditorio, talleres... "Las posibilidades que planteaba el espacio eran muy amplias, pero le faltaba algo que sirviera de puerta... -continúa la arquitecta-. Un edificio que albergara todas las instalaciones que hicieran posible la explotación de la cantera. El objetivo era diseñar esa pieza que sirviera para reutilizar la cantera".

El proyecto plantea una primera planta semienterrada, "con cubiertas practicables, se podría andar sobre ella", indica Llerena. La otra planta conectaría directamente con la cantera, cuyo interior estaría lleno de pasarelas de madera: "Hemos de tener en cuenta -prosigue la arquitecta- que es un espacio complejo, laberíntico, con galerías de 200 a 400 metros y bóvedas de 20 metros. Cualidades que también se pueden usar para plantear un auditorio, salas de teatro, etc."

El plan incluiría, además, una residencia para investigadores aprovechando que San Cristóbal se incluye en la Red de Espacios Libres. "Es un proyecto -apunta Llerena- que no pretende ser localista". (Texto: Pilar Vera).

4

Sor María Aguilar nació en 1925 en Alborada (Valencia), descubriendo su vocación reliiosa en Madrid, trabajando en una oficina, ocupación de abandonó para tomar los hábitos en la comunidad religiosa de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, también conocida como Hermanas de la Caridad o vicencianas.  /En la ilustración, cartel de la convocatoria del I Certamen Escolar de Relatos Cortos 'Memorial Sor María Aguilar' que ya ha alcanzado su décima edición.

Sor Aguilar llegó a El Puerto de Santa María el 15 de julio de 1949 (cuando aún no hacía un año de la profesión de sus votos), queda incorporada de forma activa y plena a la Casa de Huérfanas que las Hijas de la Caridad poseían en esta Ciudad en la calle Cielos esquina con Cervantes y Diego Niño, haciéndose cargo, junto con otras dos hermanas, de 35 niñas huérfanas de padre, madre o ambos, niñas que recibían asistencia, alimentación, educación y todo cuanto precisaban. Fue una discípula aventajada de Sor Bonifacia García.

PROTECCIÓN DE MENORES.
En plena postguerra, y con el progresivo incremento del número de niños acogidos en la Casa, fue necesario firmar un Acuerdo con Protección de Menores, del que fue principal impulsora Sor Aguilar, que señalaba un precio acordado por cada niño acogido. No obstante, dicha asignación resultaba insuficiente para cubrir sus necesidades, por lo que Sor Aguilar tuvo que salir a casas e industrias portuenses, tales como Osborne, Caballero, Terry, 501, Destilerías Rives, etc, quienes, junto al Ayuntamiento, aportaban los recursos materiales y dinerarios requeridos por la Institución de Acogida.

Los Reyes Magos en el colegio de las Hijas de la Caridad, en 1952.

LA SIERRA DE CÁDIZ.
A pesar de todos los esfuerzos desplegados, continuaban siendo crecientes las necesidades asistenciales, por lo que Sor Aguilar extendió su labor a Arcos de la Frontera, en donde, junto con las hermanas de la Casa Hospital de allí, recorrían los cortijos pidiendo grano, el cual repartían luego entre las dos casas; de igual modo, en Jerez y Cádiz obtenían frutas, verduras y hortalizas, teniendo que articular un complicado sistema de transporte, que pasaba, desde el motocarro del Hospital Psiquiátrico de Cádiz, siguiendo por el Vapor del Puerto, hasta otro vehículo desde el muelle de El Puerto para el traslado a la Casa de Acogida, servicios éstos que Sor Aguilar consiguió que se prestaran  de forma desinteresada.

Otra actuación destacada en este ámbito fue la consecución de la ayuda procedente de los EE.UU., con métodos artesanales e ingeniosos para una rápida transformación de leche en polvo a líquida (haciendo uso del centrifugado de una lavadora de ropa, ya que había que preparar grandes cantidades), teniéndola dispuesta para la hora en que presentaban las personas necesitadas, a las que dispensaba la leche, así como quesos y harina igualmente obtenidos en la cuestación.

Sor Bonifacia, superiora de las Hijas de la Caridad, durante la celebración de las Bodas de Oro de permanencia en el Asilo de San José de Niñás Huérfanas de Rosario Estévez, aparecen de izquierda a derecha, Antonia Lerma Meseguer, Sor Bonifacia, Rosario Estévez y Manuel Girón, quien junto a su esposa apadrinaron a Rosarito. 15 de octubre de 1968.

COMEDOR SOCIAL.
En el comedor de la Parroquia, Sor Aguilar, junto con otras dos hermanas, daba de comer a muchas personas necesitadas, al tiempo que se desplazaba a hacer repartos de comida en casas particulares, como a obreros en tiempo de necesidad, cuando realizaban trabajos en las inmediaciones de la Casa de Acogida. Sor Aguilar se prestaba solícita a mediar para conseguir empleos a otras personas, así como a prestar asistencia médica o a realizar las gestiones más variadas en beneficio de quien requería su intervención.

EDUCACIÓN.
En el terreno educativo, Sor Aguilar ha contribuido a la educación de miles de niños portuenses. Primero, en las clases de Párvulos que la Orden tenía en las Calles Cielo y Diego Niño de la Ciudad. Posteriormente, viendo la necesidad de trasladar las instalaciones --entonces Colegio y Orfanato-- a otra zona de El Puerto, promovió la construcción, trabajando de forma activa, central y plena en la construcción y traslado del nuevo centro docente Luisa de Marillac, interviniendo decisivamente en la obtención del suelo necesario y de los recursos financieros indispensables para acometer tan ingente obra. Allí se crearon dos instituciones: el colegio que educaba a los niños de la localidad y la escuela  hogar, que atendía a más de cien niñas de la sierra de Cádiz y de familias desfavorecidas de la ciudad. La obra fue completada en 1997 años con la adaptación del Centro a la LOGSE como Centro de Secundaria.


En la imagen, la iglesia y la casa de la calle Cielos del Asilo de Huérfnas.

TODOTERRENO.
Otras múltiples actividades jalonan la incansable vida de más de 50 años de servicio a los demás, tales como actividades culturales, catequesis, retiros espirituales, integración en instituciones sociales, dando testimonio de su religiosidad, así como su participación directa en tareas manuales: en el arreglo de averías eléctricas, construcción, o fontanería, actividades íntimamente ligadas a las necesidades que se iban presentando en su incesante labor. O transportando niños, enseres, viandas o lo que fuera necesario en su sempiterna furgoneta DKW, cuando la Superiora de la comunidad le decía «--Sor Aguilar, despacio».

...continúa leyendo "1.520. SOR MARÍA AGUILAR AGUILAR. Hija Adoptiva de El Puerto."

1

Como en esta tribuna digital no existen límites en el tiempo para dar a conocer a gentes de El Puerto, al menos desde Menestheo para acá, me atrevo a referir cosas de esta sociedad portuense de hace un cuarto de milenio. /El grabado que ilustra esta nótula, corresponde a una imagen de esta época de la Virgen de Consolación, patrona de Utrera. Es de suponer que la que se veneraba en la ermita junto al río, con esta misma advocación, también tuviese en su mano diestra un navío.

En el siglo XVIII la gran mayoría de las cofradías, hermandades y obras pías existentes ofrecían a sus hermanos asistencia médica y medicinas, ocupándose asimismo del entierro de sus adeptos. Generalmente, estas asociaciones de carácter religioso actuaban sin afán de lucro, gestionándose con las cuotas de los hermanos y afiliados que se contaban por centenares, personas pertenecientes a los estratos más modestos a las que cualquier contingencias de las reseñadas suponía como mínimo un trastorno en su economía y, en muchos casos, un gasto insoportable, imposible de atender. Era una labor social constante que mantenía viva a la hermandad durante todo el año, con independencia de los cultos religiosos que periódicamente realizasen y de su salida procesional, en el caso de las hermandades de penitencia.

Una aproximación a las actividades desarrolladas por estas asociaciones, inspiradas en el espíritu caritativo inherente a la religión cristiana nos la proporciona los datos obtenidos de una de ellas, vigente y activa en un año capicúa: 1771, desde hacía menos de una década. Se trata de la Cofradía de María Santísima de la Consolación de la que resulta difícil encontrar referencias bibliográficas, dicho sea de paso, que tenía su sede canónica en la ermita de ese mismo título situada a orillas del río, próxima al lugar donde estuvo ubicado el puente de hierro de San Alejandro, del que aún se conservan los sillares de piedra de los que partía. En esa fecha la cofradía poseía una casa en la Ribera, cercana a la ermita, procedente de la capellanía fundada por Lorenzo de Azcuedo y Constanza de Sotomayor que era utilizada como sede social de la misma. En el piso alto estaban las oficinas, salones de junta y otras dependencias y en el bajo una botica, atendida por el Maestro de dicha especialidad: don José de la Rosa, al que ayudaban dos mancebos, llamados también “Decanos”. El coste de este personal y los honorarios médicos suponía el cuarenta por ciento del presupuesto anual, las medicinas dispensadas el 42% y los gastos de entierros y funerales el 12%.  El seis por ciento restante correspondía a comisiones del cobrador de los recibos de hermanos y afiliados.

...continúa leyendo "1.518. SERVICIOS SOCIALES DE LAS HERMANDADES ANTIGUAS"

Ludwik Tarszeñski Konarzenski, el Conde de Lipa (1793-1871), hijo de un Grande de Polonia y capitán del ejercito que se trasladó a España vía París y que por sus peripecias contra los carlistas se ganó el aprecio de la Corona. Traía en sus alforjas asuntos de espionaje, levantamientos contra los rusos y otras intrigas palaciegas. Fue fotógrafo de cámara de Isabel II y de la Reina María II de Portugal e igualmente uno de los originarios docentes de fotografía que existieron contando en su pléyade de alumnos con la primera mujer fotógrafa, Amalia López Cabrera (1838-1899). Vivió en El Puerto de Santa María, al menos durante dos años.

El Conde de Lipa se casó en Sevilla con Magdalena de Voisins y fruto de ese matrimonio nacieron dos hijos; Enriqueta y Luis. La mayor, Enriqueta Isabel Tarszeñski de Voisins concretamente lo hizo el 27 de abril de 1845 en El Puerto. Al hilo de ese nacimiento y posterior bautismo en la Iglesia Mayor Prioral el 2 de mayo (libro de bautismo 122, folio 114 vuelto) se certifica por el padrón municipal que la familia vivió en la calle Luna nº 28, entre los años 1845 y 1847, donde queda meridianamente claro que tenía como ocupación el ser maestro de florete. Hay que reconocerle al Conde un desplegado nomadismo por todo el territorio español, que además de vivir en El Puerto lo hizo en Málaga, Córdoba, Madrid y Zafra.

Quedan escasas fotos realizadas por el Conde de Lipa al resguardo histórico, y que se sepa, ninguna de la ciudad portuense, y eso que fue uno de los innovadores del daguerrotipo en nuestro país (por su personalidad, se entiende que no se preocupó en demasía de esa salvaguarda). La imagen más representativa si cabe es la que ilustra la puesta de la primera piedra de la Biblioteca Nacional, en abril de 1866.

Sello original del Conde de Lipa donde se indica que es fotógrafo de la reina.

El Puerto no fue diferente a cualquier ciudad española decimonónica cuando aparecen los originarios intentos fotográficos. Se evidencia que las primeras imágenes obtenidas hasta finalizar el siglo tienen que ver con los monumentos característicos, los paisajes urbanos, trabajos relacionados con la industria vitivinícola, militares, familias bodegueras, políticos y algún destacado periodista. En este sentido actualmente se cuenta con escasísimas fuentes documentales que custodien originales que sirvan para arrojar luz sobre las primeras imágenes fotográficas, pretendidamente realizadas en la década de los cuarenta del diecinueve. Sí se puede decir que era habitual, y se repitió en innumerables ocasiones, que los primeros interesados en hacerlas fueran personas ilustradas en la ciencia y no en el arte; médicos, farmacéuticos, grandes conocedores por oficio de los procedimientos químicos que iban parejo a la obtención de imágenes, como el vapor de mercurio para sensibilizar las placas de metal del daguerrotipo francés, o el nitrato de plata y el yoduro de potasio del calotipo inglés.

Empero, aunque hay que reconocer que la fotografía fue un medio democratizador (con el paso de los años y las nuevas técnicas la sociedad pudo aún más coparticipar de ella), es importante reseñar también que inicialmente no estuvo exenta de polémicas y diatribas encendidas contra el nuevo "diabólico artificio". En la prensa alemana del momento (Leipziger Anzeiger) se llega a decir que "el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y ninguna máquina humana puede fijar la imagen divina". O la crítica acérrima del poeta francés Charles Baudelaire donde dice que "la sociedad inmunda se precipitó, como un solo Narciso, a contemplar su trivial imagen sobre el metal. Una locura, un fanatismo extraordinario, se apoderó de todos estos nuevos adoradores del sol". /Texto: José Antonio Tejero Lanzarote.

1

El Convento de Santo Domingo fue destinado a Instituto Laboral, habiendo recibido con posterioridad diferentes denominaciones. (Ver nótula núm. 56 en GdP). Reproducimos aquí sendas imágenes de la bendición del edificio como tal Instituto Laboral, a mediados de la década de los cincuenta del siglo pasado. /Fotos: Colección Vicente González Lechuga.

En la imagen vemos al niños Antonio Ortega Rojas hablando con el ministro de Educación Nacional, Joaquín Ruiz-Jiménez Cortés, y los niños Alejandro Muñiz, José Crespo LLorca, Francisco Ferrer Palacios, Manuel Moreno Romero; el Marqués del Arco Hermoso Alejandro Romero Osborne; a la izquierda de la imagen aparece el Conde de Osborne y a la derecha,  Luis Caballero Noguera y el que fuera director del centro, Manuel Martínez Alfonso.

En la imagen, el arcipreste de la Ciudad, Antonio Cía Moreno bendiciendo las instalaciones del Instituto ante el ministro de Educación, Joaquín Ruiz-Jiménez, en presencia del presidente de la Diputación, Juan Luis Martínez del Cerro y el Gobernador Civil, José María Rodríguez de Valcárcel.

5

Penetrar actualmente en e! mundo de! flamenco de los siglos XVIII y XIX es complicadísimo, y mucho más en sus orígenes, debido a la escasez de datos escritos existentes tanto en libros como en la prensa de la época.

Calle de la Rosa en los años sesenta del siglo pasado. A lo largo de la historia fue, junto a las calles Lechería y Rueda, así como Espelete y otras del Barrio Alto, lugar de residencia de familias gitanas.

Las familias gitanas de la provincia de Cáliz se transmitían oralmente, de padres a hijos en la mayoría de los casos, los estilos de cantes de cada clan que guardaban con gran orgullo y recelo, de manera que en algunos casos no cantaban para que no lo copiara alguien que ellos no querían. Este fue e! caso de Tomas e! Nitri1 que según cuentan nunca fue oído por e! gran Silverio Franconetti, ya que no quería que le cogiera el estilo personal de su cante.

Los datos sobre el ‘prehistórico’ cantaor Juan Cortés Monje, apodado ‘Tío Juan, El Cagón’, ha sido el resultado de una labor investigadora a lo largo de varios años, durante los cuales he mantenido muchas conversaciones con artistas y aficionados flamencos de la zona de El Puerto de Santa María, labor que se ha visto facilitada por la circunstancia de haberme criado en el antiguo barrio gitano de El Puerto de Santa María, cuando estaba enclavado en las calles La Rosa, Lechería y Rueda, en las que hoy día quedan pocas familias gitanas. Los datos más significativos y que han podido quedar registrados han sido confirmados, mediante intensa consulta en archivos municipales y parroquiales, unas veces con más suerte que otras.

Los primeros datos sobre este legendario cantaor flamenco son los citados por Demófilo (seudónimo de Antonio Machado y Álvarez, padre de Antonio y Manuel Machado, autor del libro ‘Colección de Cantes Flamencos’ de 1881) quien a su vez los toma de Juanelo de Jerez: cita un cante por toná de Juan Cagón, y en la relación de cantaores que incluye al final de su Colección de Cantes Flamencos lo considera de El Puerto de Santa María. /En la imagen de la izquierda, Antonio Machado y Álvarez, 'Demófilo'.

EL CANTAOR MAS ANTIGUO.
Tío Juan Cortés, El Cagón es el cantaor más antiguo registrado hasta la fecha, su nombre de bautismo era Juan Francisco María de la Paz Cortés Monje y nació en Jerez de la Frontera el día 21 de octubre de 1763, sus padres fueron Manuel Cortés y Luisa Monge, de raza gitana. Su bautismo tuvo lugar seis días más tarde en la iglesia capilla de San Juan de Letrán, según consta en el folio 304 del libro 38 del archivo parroquial.

EL PUERTO.
Desde muy pequeño vivió en El Puerto de Santa María, y a causa de ello, siempre se ha creído que era natural de esta ciudad, en la que contrajo matrimonio según la partida de casamiento existente en el Archivo parroquial de la iglesia Mayor Prioral del Puerto. Se casó con una gitana portuense de nombre María del Rosario Vargas Boneo (1775-1839), hija de Antonio Vargas y Antonia Boneo, el lunes veintiocho de septiembre de 1789. De este matrimonio nacieron cinco hijos, a los cuatro primeros  le pusieron de nombre Bartolomé, Fernando, Fernanda, y Tomasa, según consta en las partidas de nacimiento existentes en el archivo parroquial, no habiéndose encontrado la del último de ellos de nombre Juan, que fue el continuador de los cantes familiares y ha sido confundido con su padre, por muchos aficionados. En el padrón municipal de 1845 aparece registrado como Juan Cortés (hijo) como vecino de El Puerto, viviendo en la calle Muelle Reynoso número siete.

Otra referencia encontrada ha sido en el padrón de la época, en 1823 tenía una fragua en la calle Pescadería número 55, en la que trabajaba de herrero, profesión de gran tradición gitana en esta ciudad, de acuerdo con los datos registrados, junto a él convivían su esposa, su hijo Fernando (fallecido en 1830) y la mujer de éste, Manuela Soto natural de Puerto Real. Fue un hombre respetado y muy querido tanto por los gitanos como por los payos de la ciudad que le vio crecer.

Juan El Cagón falleció en 1833, y fue sepultado en el cementerio campal de la Santa Cruz de El Puerto de Santa María que estaba situado en las inmediaciones del actual cementerio municipal y de la ermita de Santa Clara y la partida de defunción dice textualmente: «En la ciudad de! Puerto de Santa María, el treinta de noviembre de mil ochocientostreinta y tres, se dio sepultura eclesiástica en e! cementerio de Santa Cruz, e! cadáver de Juan Cortés natural de esta ciudad casado con María del Rosario Vargas, recibió e! Santo Óleo, no testó, vivía en la Rivera, su entierro de sesenta reales y para que conste como colector».

LOS CANTES DE ‘EL CAGÓN’.
Sobre los cantes que hacía Juan Cortés hay que decir que se le atribuye ser el creador del cante por martinete, y que cantaba un amplio repertorio de palos flamencos, en contra de Juanelo de Jerez, que aunque no lo conoció, opina que Juan Cortés, El Cagón era cantaor de toná-liviana.

Se le suele considerar uno de los grandes puntales del cante gitano flamenco andaluz y por desgracia hoy olvidado. Estas dos opiniones me la han confirmado en distintas conversaciones algunas familias gitanas, viejos aficionados y cantaores antiguos de esta zona como el Viejo Agujeta, Arana ‘el Viejo’, José Breita y José de los Reyes, ‘el Negro', la idea sobre el origen del martinete en el Puerto de Santa María la mantenían algunos aficionados flamencos entre ellos el que fuera presidente tantos años de la Tertulia Falmenca ‘Tomás El Nitri’, Julio Pérez Flores. /En la imagen de la izquierda, José de los Reyes 'el Negro'.

DIEGO ‘EL GURRINO’.
Sobre la generalidad de los cantes de Juan Cortés hay que volver a los ya citados que junto a Tío Alonso ‘el del Cepillo’ quienes escucharon cantar a Diego ‘el Gurrino’  por seguiriyas y jaleos del Cagón, aunque no recordaban las letras de dichos cantes. Siempre se ha dicho que Diego ‘el Gurrino’ era familia de ‘los Cagones’, debido a su apellido Cortés y al carácter de su apodo, sin embargo lo único que tenía en común con dicha familia era su tipo de cante. No obstante, su hija Isabel ‘la India’ siempre dijo que su padre era descendiente de la dinastía de ‘los Cagones’ y que hacía los cantes de Juan.

Los aficionados y gitanos viejos del Puerto suelen opinar, según relatos antiguos, que todas las letras de cantes que hacen referencia a los malos tratos que han soportado los gitanos son debidas a ‘el Cagón’, a que él conoció la expulsión gitana promulgada por 1783, y que tuvo gran repercusión entre los gitanos que habitaban Jerez, Puerto Real, Sanlúcar de Barrameda, San Fernando, Cádiz y sobre todo los de El Puerto de Santa María, donde se crió, vivió y falleció.

...continúa leyendo "1.505. JUAN CORTÉS MONGE. ‘El Cagón’: 250 años de su nacimiento."

2

Hace 30 años, ell 16 de mayo de 1982 el que fuera Secretario General del Partido Comunista de España entre 1960 y 1982, el histórico dirigente Santiago Carrillo  --uno de los artífices de la Transición Española-- daba un mitin en el Parque Calderón, acompañado entre otros, por el alcalde de la Ciudad, a la sazón Rafael Gómez Ojeda y el también edil Manuel Espinar Galán, junto a otros miembros de los comités local y provincial de dicho partido. Las fotografías pertenecen al Archivo Histórico del PCE de El Puerto de Santa María. /Fotos: Rafa.

Un atiborrado Parque Calderón escuchó al lider eurocomunista, quien compatibilizó su clara militancia republicana con su admiración por S.M. el Rey, con quien mantenía una excelente relación.

Muchos porteños de a pie acudieron a la convocatoria.

La mesa que presidía el mitin, con el alcalde Rafael Gómez Ojeda, el edil Manuel Espinar Galán y el miembro del Comité Local del PCE Revuelta, entre otros.

El papel de Santiago Carrillo en el tránsito a la democracia ha sido reconocido unánimente por dirigentes de todos los partidos y políticos con los que compartió debates y responsabilidades.

Se han cumplido estos días 310 años: la noticia de la declaración de guerra, junto con el rumor del posible arribo de una escuadra enemiga, provocó el temor en las localidades de la bahía gaditana, entre ellas El Puerto de Santa María, algunos de cuyos vecinos comenzaron éxodo hacia otras poblaciones menos expuesta al peligro.

La Bahía de Cádiz en 1700. Grabado.

El saqueo tuvo unas graves consecuencias, pero hay algunos puntos oscuros sobre él. El primero se refiere a lo extraño de que, apareciendo la flota angloholandesa en la Bahía el 24 de agosto, produciéndose el desembarco el 26 y la toma de Rota el 27, los vecinos de El Puerto no hubieron puesto a salvo, con antelación sus pertenencias. Según los testimonios recogidos, se dice que nunca pensaron que se iba a ocupar la localidad, pues el objetivo de los enemigos era la ciudad de Cádiz, tomarían el castillo de Santa Catalina para tener la entrada franca en la Bahía de Cádiz.

Se suele indicar que faltaban carruajes para el transporte de los enseres, el ejército había procedido a su embargo para usarlos en las operaciones militares. Los únicos prevenidos fuero los eclesiásticos de las iglesias parroquiales de Rota y El Puerto, que trasladaron los preciosos ornamentos sagrados desde sus localidades hasta la vecina ciudad de Jerez, y la plata de la iglesia portuense, por lo que pudiera pasar, fue llevada, hasta Arcos de la Frontera. Se supone que gran parte de los caudales, plata y joyas que tenían los particulares se pondrían a salvo junto con sus propietarios, muchos de los cuales se habrían marchado de El Puerto algunos días antes de ser ocupado la localidad.

Un segundo aspecto, según las fuentes consultadas, es que la mayor responsabilidad en la autoría del mismo se debe a las tropas invasoras, pero no totalmente. Se realizó en tres fases sucesivas: la primera por los mismos vecinos que se quedaron, porque suponiéndolo todo perdido, no dejaron casa sin registrar y robar; la segunda por los ingleses, aunque al principio se obtuvieron de hacer daño, lo ejecutaron después que vinieron de El Puerto a embarcarse, y la tercera por nuestros soldados y miqueletes, que acabaron de barrer lo que había quedado.


LOS ACONTECIMIENTOS DE FINALES DEL VERANO DE 1702.
Desde meses antes de iniciarse el conflicto se venía organizando por los ingleses y holandeses una expedición que asentara un duro golpe sobre el tráfico comercial entre la península y las Indias. La declaración de guerra a mediados del mes de mayo de 1702 no hizo sino acelerar los preparativos, por lo que el 12 de julio la flota estaba dispuesta para partir hacia su objetivo, la expedición debería servir para apoderarse de algunas plazas del sur de la península.

Ocupada esta porción meridional de España y con la aceptación de sus naturales del archiduque Carlos como rey, se podría producir, tal como ciertos rumores difundían, una reacción en cadena, con múltiples y sonadas adhesiones, que terminaría adjudicando la  Corona de España al pretendiente de la Casa de Austria. Por otro lado, ingleses y holandeses perseguían objetivos más prácticos y concreto. Así, se pensaba interceptar la flota que se sabía regresaba de las Indias y apoderarse de todo su cargamento.

Con ello se conseguiría no sólo provocar un colapso económico en las finanzas de Felipe V sino, de paso coadyuvar con el botín a sufragar los cuantiosos gastos de la empresa. En el caso de no apoderarse de la flotas de Indias, no se descartaba la posibilidad de conquistar alguna población importante, siendo la ciudad de Cádiz, origen y destino de las flotas de Indias, la señalaba en los planes.

En esta línea, los ingleses no hacían sino reincidir en un objetivo clásico de sus ataques contra la monarquía española. Además de las múltiples veces que escuadras inglesas se acercaron o bloquearon la  Bahía gaditana, son célebres los asaltos de Cádiz que se llevaron a cabo en los años 1587, 1596, 1625, destacando el segundo de ellos, cuando el duque de Essex logró apoderarse de la ciudad y obtener un fabuloso botín.

La armada aliada anglo-holandesa se componía por parte de la británica de 30 navíos, 6 fragatas, 2 corbetas, 5 bombardas con 2578 cañones y 9 brulotes 16440 hombres de tripulación y por parte holandesa, 20 navíos, 3 fragatas, 3 bombardas y 3 brulotes, con 1585 cañones y 10855 tripulantes. Además, se contabilizaban múltiples naves auxiliares. A ello habría que añadir el cuerpo expedicionario que actuaría en tierra. La flota inglesa la mandaba el almirante sir George Rooke y la holandesa el teniente almirante Philip van Almonde.

Frente a esta enorme contingente naval y terrestre las defensas de la Bahía de Cádiz no eran numerosas ni las mejores. Desde el mismo momento que Felipe V accedió al trono de España eran concientes los ministros de la monarquía de que la guerra sería inevitable y, por ello, comenzaron pronto los preparativos para la misma. En fecha tan temprana como junio de 1701, recibió el cabildo de El Puerto una carta del marqués de Leganés, Capitán General de la Mar Océano, costas y ejército de Andalucía, en que ordenaba buscar alojamiento para una compañía de caballería. Del mismo modo, a comienzos del mes de diciembre de 1701, algunas galeras de Francia ya se encontraban, junto con otras españolas, en la Bahía, concretamente fondeadas en el río Guadalete, tenían planes de pasar allí todo el invierno.

En cuanto al estado de las fortificaciones y baluartes se detectan luces y sombras. La ciudad de Cádiz, tras sufrir las consecuencias del estado inglés de 1596, había llevado a cabo durante el siglo XVII diversas obras con el objeto de rodear el perímetro urbano de un sistema de murallas y defensas artilladas. El último tramo de la muralla, el que correspondía al Campo del Sur, junto con una renovación general de las piezas de artillería de la plaza, se había realizado tan sólo dos años antes del ataque de 1702. Del mismo, los fuertes de Matagorda y Puntales, bien pertrechados, impedían el acceso franco de los buques al segundo e interior seno de la  Bahía, lugar donde el posible desembarco de las tropas, por las mejores condiciones del terreno y de la mar, se podría haber realizado más fácilmente permitiendo un ataque directo por tierra sobre Cádiz.

El fuerte de Santa Catalina en la playa del mismo nombre. /Foto: Javier de Lucas.

EL PUERTO, INDEFENSO.
La ciudad gaditana se encontraba convenientemente protegida no ocurría lo mismo con el resto de la Bahía. El desarrollo demográfico originó una expansión urbana fuera de los recintos amurallados. Localidades como El Puerto, Rota o Jerez había perdido, por estas causas, toda su capacidad defensiva.

...continúa leyendo "1.491. EL ASALTO ANGLO-HOLANDÉS DE 1702."

1

Ahora que en estos días se ha inaugurado la exposición que conmemora los festejos taurinos celebrados en nuestra ciudad hace dos siglos, a los que asistió el efímero rey José I, al que por cierto en estos últimos años los análisis de los historiadores contemporáneos cada vez son más favorable a la gestión realizada -especialmente comparándola con la del "legítimo", el Borbon Fernando VII- al frente de la dirección del estado, quiero dar a conocer un aspecto `poco difundido, tal vez inédito, del nombramiento que este rey en funciones realizó sobre tres autoridades militares y religiosas de El Puerto de Santa María y 217 más del resto de España en diversas fechas. /A la izquierda, el hermano de Napoleón, el efímero rey José I.

El hermano de Napoleón había creado el 20 de octubre de 1808 en Vitoria, ciudad a la que se había retirado después de la derrota sufrida en Bailén, una condecoración para premiar la colaboración de autoridades militares y religiosas con el nuevo régimen de gobierno, los llamados "afrancesados" que llevaba aparejado el título honorífico de "Caballero de la Orden Real de España". Era una especie de "Legión de Honor" española, consistente en una estrella de rubí de cinco puntas sobre un soporte de plata en forma de rayos. Esta orden, bautizada por el pueblo como "Orden de la Berengena" debido al grabado de su emblema, fue concedida a tres autoridades portuenses, como adelantamos en el párrafo anterior: Al marqués de la Cañada Tirry, mariscal de Campo; al marqués de Casatremáñez, Gobernador de la ciudad y a Don Diego de Vergara, Vicario Eclesiástico de El Puerto.

El Diario de Madrid -el boletín oficial de la época- del 6 de abril de 1810 publicaba un decreto, dado en Granada con fecha 18 de marzo de ese mismo año, en el que "Don José Napoleón por la Gracia de Dios y por la Constitución del Estado, Rey de las Españas y las Indias, oido nuestro gran consejo de la Orden Real de España, hemos decretado y decretamos los siguiente: ARTÍCULO I. Nombramos Caballero de la Orden Real de España a..." y relaciona a una veintena y pico de personas por orden alfabético que se inicia con Pablo Andeiro, canónigo magistral y dignidad de arcipreste de la catedral de Granada y finaliza con Diego Vergara, el presbítero portuense. /En la imagen, escudo real de José I Napoleón.

¿Quienes eran estos personajes, colaboracionistas obligados como luego declararán cuando abandonen los franceses la población?

El marqués de la Cañada Tirry, Jose María Tirry Lacy, del que apuntamos algunos datos biográficos hace pocas fechas en otra colaboración dedicada a su hermano Juan Tirry Lacy, tenía 54 años cuando fué nombrado Caballero, pues había nacido en Cádiz el 11 de noviembre de 1755, bautizándose en su catedral de manos de D. Juan Domingo Lasqueti, canónigo de la misma. A la edad indicada, prácticamente retirado del servicio activo, vivía en la casa palacio de sus antepasados, hoy desaparecida, en la calle Aurora. Dos décadas antes, cuando era coronel de Infantería, fue capitán del Regimiento de Ultonia. Precedió al marqués de Casa Tremáñez como gobernador de la plaza. Creemos falleció en 1823 o 1824.

En la imagen, condecoración de la Real Orden de España.

Pedro Regalado Tineo Ramirez de Jove, III marqués de Casa Tremañez, sucediendo a su padre, Francisco Antonio Tineo Alvarez de Nava, aunque él firmaba como Alvarez de las Asturias,  quien, a su vez, lo heredó del primer titular del marquesado, su hijo Jose María Tineo, que había nacido en Gijón, fue gobernador de Ceuta,  Inspector General de Milicias, Comendador de Mayorga en la Orden de Alcántara y obtuvo el título por gracia de Fernando VI, en 1748. Falleció antes de 1780, sin sucesión. El III marqués de Casa Tremáñez, su hermano, era, en la fecha que estamos refiriendo, gobernador político militar de El Puerto. Se había instalado, lógicamente, en nuestra ciudad con su familia: su esposa doña Bárbara García Montero de Espinosa, que posteriormente, al fallecer su padre, sería Condesa Baynoa  y sus hijos Pedro Regalado y Maria Dolores Tineo Montero de Espinosa (el García se perdió como era practica habitual en las familias de clase alta o con chic). El primero, nacido en Barcelona en 1795, iniciaría una saga portuense de ese apellido, vinculando el título a nuestra ciudad al casarse en 1819 con María Trinidad Martinez del Monte y Azpillaga, (en este caso, el apellido "vulgar" se ennoblece convirtiéndolo en compuesto),  hija del notario D. José Martinez Azpillaga, que tenía su escribanía en calle Luna número 48 antiguo. Tuvo descendencia, y de ella destacamos a su nieto Pedro Tineo Martinez del Monte, capitán de Fragata, que estuvo una temporada residiendo en Cuba, de donde volvió en 1860, casado con la neoyorquina Trinidad Rodriguez Trujillo y con una hija de un añito, instalándose en la casa número 4 de la calle San Juan. Pedro Regalado Tineo (García) Montero de Espinosa falleció con 75 años de edad, en 1871 en su casa de calle Cielo 106, esa casa esquina con Ganado, que aún conserva el esqueleto de su espléndida portada y que sea por muchos años.

...continúa leyendo "1.485. LOS CABALLEROS PORTUENSES DE LA REAL ORDEN DE ESPAÑA"

4

Agustín Merello del Cuvillo (ver nótula núm. 262 en GdP) escribía en Diario de Cádiz en 1989 unas declaraciones del pintor en un suplemento de Feria: «Yo pinto y me da igual que me califiquen. Yo pinto porque lo deseo y ahora tengo la misma afición que al principio. El día que no pinto o no hablo de pintura, me pongo de mal humor. Gracias a Dios, puedo pintar y hablar de pintura siempre… hasta que Dios quiera; porque yo digo que ya tengo hecho balance, estoy muy agradecido a todos, las cosas me han ido muy bien y Dios ya puede disponer de mí».

El pintor de la luz y de ‘tanto Puerto’, murió una mañana clara de levantera para dejar de sufrir, tras 10 meses de enfermedad con 73 años, el miércoles 22 de marzo de 1995, hace 17 años, siendo declarado por el Ayuntamiento Día de Luto, proponiendo en pleno que se le declarase ‘Hijo Predilecto a título póstumo’ y otorgarle la Medalla de Oro de la Ciudad, así como darle su nombre al quinto Instituto de Enseñanza Secundaria de El Puerto, que se estaba construyendo por aquel entonces en la zona de Pinar Alto. /Foto: Fito Carreto.

 

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies