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Gentes de El Puerto, laicos y seglares, fundaron en el siglo XVI una hermandad a la que denominaron de la Misericordia, rigiendo un hospital que daría nombre a la calle donde se ubicaba. Era, conjuntamente con la hermandad de la Vera-Cruz, que ocupaba la capilla del hospital de la Sangre, en calle Palacios, la hermandad más antigua de las conocidas. En esa época, primer tercio del siglo XVI, el hospital de la Encarnación, situado cerca del primero citado, en la misma calle, donde después labrarían los Agustinos su convento, completaba la terna de establecimientos benéficos a los que acudían los enfermos pobres y la gente desvalida.

Desarrollando una amplia labor social que no solo comprendía atender a los enfermos, sino dar cobijo, sustento y  enterrar con decoro a los más necesitados, la hermandad se mantuvo, dentro de sus medios y posibilidades hasta que el Señor de la ciudad, el Duque de Medinaceli, en el año 1661 realizó con el Hospital, iglesia (la actual de las Esclavas) y solar de dicha hermandad, una fundación hospitalaria con todos sus bienes, muebles, derechos y acciones que cedió a la orden del Señor San Juan de Dios, debiendo posteriormente los hermanos de la Misericordia  trasladarse a una  ermita de  calle Larga, llamada de San Andrés, que estaba situada en lugar que hoy ocupa la Óptica Díaz, cortos de equipaje, según ellos mismo relatan: “… con aquella pobres alhajas que habían quedado a nuestra Hermandad, reducidas a un féretro, una Cruz, dos campanillas, otras tantas tazas para pedir limosna, el libro de las Constituciones, otro de asientos de hermanos y un pequeño cuaderno de sus cortas entradas de limosnas…” /Portada de la actual iglesia de Las Esclavas.

En 1668, para que no se confundiesen los hermanos con los religiosos que ocupaban el Hospital de la Misericordia, en cabildo del 1 de noviembre decidieron cambiar el nombre de la hermandad por el de Santa Caridad, definiendo en un manifiesto renovar lo básico de sus fines: “La humilde Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesu-Christo de esta Ciudad y gran Puerto de Santa María, empleada heroicamente desde su origen y en cumplimiento de sus Constituciones, en el alivio y socorro de las necesidades espirituales y corporales de su prójimo.”

Un grupo de hermanos disidentes fundó una efímera hermandad llamada de los Desamparados, pretendiendo obtener la exclusividad del entierro de los ajusticiados, labor que realizaban tradicionalmente los de la Misericordia, ahora de la Santa Caridad, perdiendo aquellos el pleito que se siguió con tal motivo.

Gracias al  ordenado registro que la hermandad mantenía de sus actividades conocemos que en los primeros cien años de actividad como Hermandad de la Santa Caridad habían realizado 4.405 entierros de personas desamparadas, mitad hombres y mitad mujeres, aproximadamente, de los cuales 185 habían fallecido ahogados, 15 ejecutados, 166 de muerte violenta y el resto de muerte natural, por cuyas almas se aplicaron 37.153 Misas, lo que supone un promedio de 8 misas por individuo.

Pero lo que verdaderamente resultó ejemplar y admirable, de entre las muchas obras de caridad y de misericordia ejercida por los portuenses que eran hermanos de esta piadosa obra, fue el comportamiento seguido en la terrible epidemia de peste que asoló la ciudad en 1680. Conociendo las virtudes y abnegada entrega de los hermanos de eta cofradía, demostrada ampliamente en situaciones similares, el Gobernador de la ciudad, Diego Antonio de Viana, pide su ayuda por escrito el 9 de noviembre de 1860.  En contestación al mismo, la Hermandad “le propuso que el único medio de atajar el mal en lo posible, era apartar los apestados de los que no lo estaban, formando un hospital para ambos sexos, que se ofrecía la hermandad a tomar a su cargo, con intervención del Ilustre Ayuntamiento. Que para cercenar gastos era también medio a propósito el que nuestros hermanos, inflamados como verdaderamente lo estaban del más fervoroso celo, se dedicasen a servir voluntariamente y por amor de Dios, a los pobres enfermos”

Retablo de la antigua Hermandad de la Santa Caridad, en la capilla del antiguo Hospital de San Juan de Dios.

Una semana después se había acondicionado varios sitios en el que acoger a los apestados aún con vida, intentando su curación, especialmente de los que se denominaban “tocados”, termino que, teniendo en cuenta lo terriblemente mortal que resultaba esta epidemia, enterrándose diariamente entre 40 y 80 personas, y lo peligroso y extendido que resultaba su contagio, estos así designados eran los que habiéndose contagiado sus defensas habían aguantado el primer embate.  Para los convalecientes se habilitó otros hospitales. Los números aportados por el redactor del “Manifiesto Ingénuo” que publicó la hermandad en 1787, documento reproducido en el número 20 de la Revista de Historia de El Puerto, son sumamente reveladores, tanto de la magnitud del esfuerzo realizado, como de la grandeza de espíritu de los voluntarios seglares y de los religiosos que le acompañaron.

El equipo humano que se dispuso a atender a los contagiados lo formaron un total de 77 personas, 68 de ellas seglares, de las cuales 48 se internaron en los hospitales de curación y 10 en el de convalecientes, quedando 19 de ellas en el exterior para suministrar alimentos, hacer recados y otros servicios de intendencia.

En los hospitales de curación fueron atendidos 1.256 enfermos, de los cuales fallecieron 859. (68%)  Los 397 restantes más otros tres sospechosos de contagio pasaron al hospital de convalecientes. No conocemos el número exacto de estos 400 convalecientes que salvaron la vida, porque algunos de ellos recayeron y fueron devueltos al otro hospital pero parece que la mayor parte sobrevivió y fueron dados de alta paulatinamente hasta que, después de cuatro meses se cerró el hospital, dando por finalizada la epidemia.

El balance de los heroicos hermanos voluntarios fue el siguiente: En el interior del hospital de curación había seis franciscanos descalzos, de los que solo sobrevivieron dos. Un franciscano de la Observancia también falleció, saliendo ileso un religioso agustino y otro dominico. Había seis mujeres que sobrevivieron todas y 32 seglares, de los cuales fallecieron contagiados 9 de ellos;  en el hospital de convalecientes de los diez voluntarios fallecieron tres, dos seglares y una mujer. También hubo una fallecida  y seis seglares en el personal asistente desde el exterior a ambos hospitales. En total 24 victimas (31%) a las que tres siglos y pico después seguimos admirando por su tremenda humanidad.

Portada de la actual capilla de San Juan de Dios.

Una década después de estos hechos se inauguraban las instalaciones que fueron la base del Hospital al que llamamos de San Juan de Dios, del que solamente está en uso actualmente su iglesia capilla, que es la sede de otra hermandad, también formada por gentes de El Puerto hace poco más de medio siglo, la Hermandad de N.P. Jesús de los Afligidos y María S. del Rosario en sus Misterios Dolorosos, capilla en la que mañana viernes, a las nueve,  se una charla conferencia de libre entrada sobre la historia de la capilla y de la Hermandad de la Santa Caridad, impartida por Mercedes García Pazos, Licenciada en Historia del Arte y técnico de Patrimonio Municipal. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía).

Hoy visita El Puerto de Santa María el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón, participante en la Cumbre de Jefes de Estado de Iberoamérica que se está celebrando en Cádiz, con motivo de la conmemoración del Bicentenario de las Cortes de 1812. Precisamente una nieta del portuense protagonista de la nótula de hoy María Antonia Ferrero Atalaya fue la esposa del que fuera presidente de la república de Colombia, Ramón González Valencia, entre 1909 y 1910.

Juan Atalaya y Pizano, hijo de Juan Jose Atalaya y María Dolores Pizano, naturales de Jerez y Cádiz, respectivamente, casados en Cádiz y posteriormente residenciados en El Puerto de Santa María. En nuestra Ciudad nace en 1784, bautizado en la Iglesia Mayor Prioral, donde vivirá su infancia, adolescencia y juventud. Su partida de bautismo, que transcribimos, dice como sigue:  “En la ciudad y Gran Puerto de Santa María el viernes catorce de mayo de mil setecientos ochenta y cuatro, Yo, don Diego Felipe de Vergara cura de la Iglesia Mayor Prioral de esta ciudad, bauticé a Juan Manuel José María Francisco de Paula Pedro Regaldo, hijo de don Juan de Atalaya y de doña María Dolores Pizano que dijeron ser casados en Cádiz, nació a trece de dicho mes y año, fueron sus padrinos don Manuel Tocado y doña Faustina de Cañas, a quien advertí el parentesco espiritual y su obligación y lo firmé. Diego Felipe de Vergara. (Libro 91 folio 11 vuelto)”.

EMBARCA PARA VENEZUELA.
A principios del año 1815 embarca para América y llega a Maracaibo (Venezuela) en donde se relaciona con la familia Rodríguez Butrón que tenía seguramente amistad y conocimiento de los Atalaya de Cádiz.  Nuestro protagonista contrae matrimonio en Maracaibo el 23 de octubre de 1815 con  Antonia Josefa Paula María del Carmen Rodríguez Butrón, nacida en Maracaibo el 15 de enero de 1795. y muerta cuatro días después del terremoto de Cúcuta (Colombia) el 22 de mayo de 1875.? ?Juan era un hombre emprendedor. Primero en Maracaibo y después en Cúcuta en donde se radicó en el año de 1835, siendo propietario de extensas haciendas en las vecindades de Cúcuta, entre las que sobresalía la de Aguasucia, donde se elaboraba panela. San José de Cúcuta, conocido como Cúcuta, es una ciudad colombiana perteneciente al departamento del Norte de Santander, situada al nordeste de dicho país sudamericano, en la frontera con Venezuela y a orillas del río Pamplonita.

Vista aérea del actual municipio de San José de Cúcuta.

DONACIÓN EN COLOMBIA.
Atalaya fue generoso al donar al Municipio de Cúcuta el 21 de septiembre de 1850, cuatro estancias de ganado mayor para que fueran propiedad del Cabildo. Hoy día esos terrenos constituyen el Barrio de Juan Atalaya de la ciudad de Cúcuta. Al distribuir la cuantiosa fortuna dejó ricos a sus herederos, el ilustre peninsular fue generoso y expresivo con su patria adoptiva, pues le donó, para futuros ensanches, la pintoresca sabana donde hoy se desarrolla la populosa ciudad cucuteña que con justicia lleva su nombre. También forman parte de esta donación, las tierras donde hoy se asientan los barrios de Chapinero, Barrio Nuevo, Tucunaré, Doña Ceci, Claret, Los Motilones y Comuneros. En el gesto de Atalaya se advierte unclaro fin altruista, pues él adquirió estos terrenos exclusivamente para obsequiarlos al Cabildo, para que le sirviesen de ejidos, según reza la respectiva escritura.  Los regaló al mes de haberlos adquirido.

COSTUMBRES PECULIARES.
Tenía raras costumbres: se hacía siempre la corbata de lazo sobre la quijada y luego la dejaba caer sobre el blanco cuello de la camisa; cuando en su hogar se servía la comida, los que llegaban retardados, se sentaban a la mesa, pero sólo podían comer del manjar que en ese momento se estaba comenzando a servir; tenía por todas sus siete hijas y frecuentemente les obsequiaba telas finas para que hicieran vestidos, pero exigía que para lucirlos, estrenaran todos a la vez; como su hija Adelaida era algo despaciosa para la costura y las demás hubieran terminado sus crinolinas, deseando usarlas prontamente, convenían en salir todas al salón, ataviadas con sus hermosos y amplios trajes y Adelaida por detrás de todas sacaba la cabeza, entre sus hermanas que la tapaban con amplias faldas, nuestro personaje  no reparaba el engaño filial; cuando sus hijas estaban en el salón recibiendo las visitas de los jóvenes que las pretendían, al sonar en el reloj las 10 de la noche, don Juan les decía a los pretendientes «--Son las diez, deja la calle para quien es».

Ferrocarril de Cúcuta a finales del siglo XIX. Fue la principal obra realizada después del terremoto de 1875, a causa del cual fallecería la mujer de nuestro protagonista, cuatro días después el 22 de mayo de dicho año. /Foto: Cámara de Comercio de Cúcuta.

CONCEJAL Y SÍNDICO.
Juan Atalaya, fue concejal de Cúcuta, en aquella época en que los nombrados debían reunir cualidades excepcionales de dignidad ciudadana, condiciones morales y todo un decálogo de virtudes y requisitos de ley, donde se exigía no ser deudores al fisco o la Real Hacienda y no tener causa criminal pendiente y el juramento era solemne y se le entregaban las varas o credenciales y juraban fidelidad. Fue Síndico del Hospital San Juan de Dios durante varios años, posesión a la que sirvió cívica y generosamente.

UNA DESCENDIENTE, ESPOSA DEL PRESIDENTE DE COLOMBIA.
Hijos del matrimonio Atalaya Rodríguez fueron: Antonia Josefa, María Ramona, Josefa Amelia, Juan Manuel, Petra Estefana, Adelaida, José Antonio, Carmen Francisco Antonio y Edelmira Paula. Sólo los dos últimos nacieron en Cúcuta. Los restantes son oriundos de la ciudad de Maracaibo. Todos se casaron con colombianos, excepto Adelaida, quien lo hizo en San Cristóbal con el español Domingo Martínez. Su nieta María Antonia Ferrero Atalaya fue la esposa del expresidente de la república, General Ramón González Valencia.

?Juan Atalaya falleció en Cúcuta el 15 de enero de 1860, a la edad de setenta y seis años. En uno de los llamados cuartos de “San Alejo” en la Iglesia de San Antonio de Cúcuta, una lápida de mármol de Carrara, de un metro diez centímetros de alto por noventa centímetros (1.10 x 90) con la siguiente inscripción : “JUAN ATALAYA. Nació el 13 de mayo de 1784 en el Puerto de Santa María en España. Murió el 15 de Enero de 1860. (Textos: Luis A. Medina y Carlos S. Ferrero).

Tenemos que hablar hoy de un patronazgo muy especial en el país transatlántico que tan próximo nos es, cual es el que desempeña sobre su capital, Buenos Aires, San Martín de Tours, cuya festividad se ha celebrado el día de trasantié, el 11 de noviembre. Un patronazgo que en la capital porteña se celebrará este año, como ya se hizo el pasado por primera vez, con un festejo muy especial: la recreación de los festejos que en tiempos se realizaban para honrar al santo patrono de la ciudad. En él han participado la Catedral Primada de Buenos Aires, el Museo Histórico del Cabildo y la Revolución de Mayo, la Parroquia San Martín de Tours, la Parroquia Ortodoxa San Martín de Tours, el Museo Nacional de la Historia del Traje, el Teatro Colón, la Sección Histórica de Infantería de Marina, el Real Cuerpo de Marinos, los Blandengues de Ensenada, el Tercio de Voluntarios de Cantabros Montañeses, el Escuadrón de Caballería Histórica, los Granaderos de Fernando VII y la Sociedad Victoriana Augusta, entre otros. /En la imagen, San Martín de Tours, a caballo, visto por El Greco.

Por hacer un poco de historia argentina, que en este caso es también historia española, San Martín de Tours es elegido patrón de la ciudad de Buenos Aires por los cabildantes hace 432 años, en el año 1580 por lo tanto, a los pocos días de la fundación de la ciudad. La segunda fundación en realidad, porque Buenos Aires es la ciudad dos veces fundada. La primera por Pedro de Mendoza, que lo hace en 1536 como Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre, -nombre derivado, al parecer, de la devoción de los marineros españoles a la citada advocación de la Virgen-, aunque ha de abandonarla en 1541, a causa del acoso de los nativos. Y la segunda por Juan de Garay, que la funda esta vez como Ciudad de la Trinidad, aunque otorga al puerto el nombre de Puerto de Santa María de los Buenos Aires, donde hay que encontrar razón tanto del nombre por el que la ciudad será universalmente conocida, Buenos Aires, como del toponímico que recibirán sus habitantes, los “porteños”.

Sorteo para la elección del patrón del Puerto de Santa María de los Buenos Aires.

La elección del patrón de la ciudad se realiza mediante un sistema muy especial, ya que lo es por insaculación, o extracción por sorteo de una papeleta con su nombre de un saco en el que se han incluído varias. Extraído el nombre del santo francés, el escaso cariño de los primeros porteños a nada que pudiera provenir de Francia les llevará a repetir el sorteo, cosa que harán hasta dos veces más, saliendo siempre elegido el mismo santo, lo que les obligará a  aceptar que el santo patrón debía ser, precisamente, San Martín de Tours. Cabe preguntarse por qué se introducía a San Martín en el saco de los candidatos si no se quería que el santo gabacho fuera el patrón de la ciudad. Un argentino lo explicaría diciendo que, al fin y al cabo, “aquesho estaba sheno de gashegos”, pero eso es otra cuestión. No es el único efecto prodigioso que se atribuye al sorteo, pues muchos argentinos han querido ver en él una premonición al hecho de que muchos años después, el prócer de la independencia argentina se llamara, precisamente, San Martín, José de San Martín.

 Celebración del día de San Martín de Tours hacia 1750.

San Martín de Tours no era, como vemos, argentino, pero es que ni siquiera era del país que el topónimo al que su nombre va unido parece sugerir, a saber, francés, pues nacer lo que es nacer, nace en Pannonia, en la actual Hungría, parte entonces del Imperio Romano, cosa que hace en el año 316. Hijo de un oficial del ejército romano, se enrola muy joven en la caballería imperial. Siendo soldado, se bautiza cristiano y es destinado a los ejércitos que el Imperio mantiene en territorio francés: data de entonces, concretamente del año 337 y en Amiens, el famoso episodio en el que cabalgando a lomos de su caballo, y al encontrarse con un mendigo muerto de frío, parte su capa militar en dos para compartirla con él, dándole sólo  la mitad, pues la otra mitad pertenece al ejército romano en el que sirve. En la noche siguiente, recibe la visita de Cristo vestido con la media capa para agradecerle el gesto. En el año 356, a sus cuarenta años de edad, se dirige a Poitiers, donde San Hilario lo ordena sacerdote. En 361, funda en Ligugé una comunidad monástica, y en el 371 es consagrado obispo de Tours. Su vida pastoral se caracterizará por la lucha contra las herejías del momento, primero el arrianismo, luego el priscilianismo, aunque por lo que hace a esta última, Martín abogará  ante el emperador Magno Clemente Máximo por indultar al hereje Prisciliano, español de origen, el cual, aún a pesar de las gestiones de Martín, acabará siendo decapitado, recayendo en él de este modo el dudoso honor de constituir el primer hereje cristiano ejecutado de toda la historia. La ejecución se produce en la ciudad de Tréveris, en la actual Alemania. San Martín muere en Candes (Francia) en el año 397, a los ochenta y un años de edad, que no son pocos para la época. Ese mismo año, San Sulpicio Severo escribe su biografía que contribuirá a la difusión de su culto.

Mausoleo con lo que queda de los restos de San Martín de Tours

Trasladados sus restos a Tours, su sepultura y la iglesia erigida en torno a ella sufrirá tres grandes catástrofes: la primera un fuego en el año 1230; la segunda un saqueo de los protestantes franceses en 1562; y la tercera, el ataque de los revolucionarios franceses en 1793.

Además de serlo de Buenos Aires, San Martín en santo patrón de Hungría y uno de los santos patronos de Francia; de ciudades tales como Utrecht en Holanda u Orense en España; así como de soldados, trabajadores del textil y el comercio en general. (Texto: Luis Antequera).

Durante 30 años, nuestra ciudad ha tenido como director del Museo Municipal a un arqueólogo de prestigio internacional: Francisco Giles Pacheco. Nacido en Toledo en el año 1944, donde estudia bachillerato, para trasladarse a Madrid a estudiar en las Universidades Complutense y Autónoma, Historia Antigua, Prehistoria y Arqueología.

En sus primeros años como estudiante, y posteriormente como arqueólogo, participa en varias campañas de excavaciones arqueológicas en España, recordando su salto al Mediterráneo para participar en excavaciones en Heracleópolis (Egipto) y otros lugares del norte de Africa: Sáhara Occidental y el Magreb, y además Mauritania y Sudán, entre otros países y su posterior paso por el Museo Arqueológico Provincial de Cádiz. Desde finales de los años 70 y principio de los 80 del siglo pasado, toda su labor profesional la continúa desarrollando por la provincia de Cádiz, casándose con la jerezana Ana Guzmán Sigler, profesora de Latín y Griego, que durante años hasta su jubilación ha sido Directora del Instituto Padre Luis Coloma, de Jerez, fijando su residencia en Jerez de la Frontera, hasta que en el año 1981 gana la plaza de Director del Museo Municipal de El Puerto de Santa María, trasladándose a vivir a nuestra Ciudad en 1982.

Paco Giles en el Museo Municipal de El Puerto, en 1983.

Combina la dirección del Museo con la investigación arqueológica, tanto local, como regional y nacional. No es este el foro para tratar la faceta investigadora de Paco Giles, pues necesitaríamos mucho espacio ya que es autor de más de 100 publicaciones. Algunos de estos  estudios publicados tratan sobre la arqueología de nuestra ciudad, como excavaciones, prospecciones, o materiales arqueológicos. Lo último hasta el momento que ha publicado sobre nuestra ciudad, año 2.011, y en colaboración con otros autores, es el libro “La Huella de Al-Ándalus en El Puerto de Santa María, Cádiz” (ver nótula núm. 969 en GdP).

Como siempre en el campo, enseñando y señalando, como un capitán,  a sus jóvenes seguidores, en este caso se ubican en el yacimiento Paleontológico de La Florida (hoy desaparecido), acompañados del historiador Enrique Pérez Fernández a su izquierda, y José Ignacio Delgado Poullet, Nani, en el año 1984.

De visita a Doña Blanca en el año 1986. A su izquierda los arqueólogos Hermanfrid Schubart, --el técnico municipal Juan José López Amador--, Diego Ruiz Mata, y Ángel Muñoz, entre otros.


En el yacimiento Prehistórico del Aculadero,  junto al pueblo marinero de Puerto Sherry, en año 2.008, recogiendo muestra para datación, acompañados de sus amigos los investigadores Manuel Santonja y Alfredo Pérez González.

En la imagen de la izquierda, portada del 'Cuaternario y Arqueología. Homenaje a Francisco Giles Pacheco', editado por la Diputación Provincial de Cádiz y coordinado por Esperanza Mata, donde sus amigos no solo han publicado artículos de investigación, sino que además, la gran mayoría han contado sus inolvidables experiencias vividas con el homenajeado. "Un gran maestro que ha creado escuela y un arqueólogo de campo". Esta frase y otras parecidas en las que se reconoce su talento como investigador y su valía personal.

Hace tres años se jubiló como Director del Museo, sus amigos le hicimos una despedida (como funcionario) en un acto en Las Beatillas, donde centenares de admiradores nos reunimos con el hombre que por su fantástica personalidad, lo mismo anima una excavación que una cena como esa. Allí también se terminó de fraguar un merecido libro homenaje, que con tanto esmero y esfuerzo prepararon desde la Asociación Profesional del Patrimonio Histórico-Arqueológico de Cádiz (ASPHA), “Cuaternario y Arqueología. Homenaje a Francisco Giles Pacheco”, donde participan más de 40 investigadores de toda España, especializados en estudios sobre el Cuaternario. Giles es miembro de la junta directiva de la AEQUA (Asociación Española para el Estudio del Cuaternario).

Enseñando su querida cueva del Higueral, en Arcos de la Frontera, en una reunión de AEQUA, junto a él, y a su mano derecha su hijo Francisco.

Actualmente continua con su labor investigadora, que los últimos años está cobrando especial relevancia por publicaciones como en las prestigiosas revistas, Natura o Quaternary  Science Reviews, sobre los neandertales del extremo sur europeo en la Cueva de Gorham, en Gibraltar,  donde es Codirector de un ambicioso proyecto en colaboración con el director del Museo gibraltareño Clave Finlayson. Aunque no el único, ya que está desarrollando estudios en la comunidad autónoma gallega, en el Parque Natural de Doñana, y en distintos lugares de la provincia de Cádiz, entre otros.

Recibiendo del que fuera alcalde de El Puerto, el desaparecido Fernando Gago, un recuerdo de El Puerto con motivo de su jubilación.

En boca de todos está que se trata de un arqueólogo de campo, que con su jubilación laboral, ha recobrado su mayor dedicación y vocación, en palabras suyas, la ‘arqueología dura’. Así pues no se extrañen encontrarlo dando una conferencia en cualquier pueblo o ciudad, o en mitad del monte caminando, o a lomos de un burro. Felicitaciones por todo y que continúes siendo esa gran persona como la que es.   (Texto: Gerión).

Frasquita Larrea (Cádiz 1775-El Puerto 1838), cuyos restos mortales reposan en la iglesia del Colegio de las Carmelitas.

Francisca Javiera Ruiz de Larrea y Aherán, más conocida como Frasquita Larrea, fue una gaditana que nació en 1775 y que con tan solo 21 años ya le dio el "sí quiero" a un alemán de Hamburgo, casi "rubio como la cerveza" pero sin tatuaje, con el que había mantenido un largo intercambio epistolar. (Ahora se tardaría un poco más en pasar por el altar y, sobre todo, sería impensable que una pareja joven se comunicara por carta…, y no me digáis que tengo 'guasa'). Frasquita y Juan Nicolás Böhl de Faber se casaron en Cádiz. El viaje de novios fue a Alemania, a casa de la familia de él, donde Frasquita se encontró como pez en el agua y su suegra la mar de contenta. Y no era para menos, Frasquita pertenecía a una familia culta, de comerciantes acomodados y hablaba inglés y francés con tal facilidad que traducía a Lord Byron, a Mary Wollstonecraft y a quien hiciera falta. Ella iba de luna de miel. ¡Vamos!, de viaje de placer, no a buscar trabajo. Sin embargo, el emigrante era su marido, que había recalado en Cádiz con intención de hacer fortuna porque, lo que son las cosas, aquí había más posibilidades.

Placa instalada en 1976 por el Ateneo de Cádiz en la calle Rafael de la Vesca, 6, domicilio de Frasquita Larrea en Cádiz.

Las personas que han estudiado la vida y milagros de la pareja coinciden en que el éxito de Frasquita en Alemania no agradó a Juan Nicolás. Es más, se opuso a que a la vuelta del viaje su esposa organizara una tertulia en su casa como había visto que se hacía en Alemania. Frasquita se salió con la suya. Era una mujer de armas tomar, pues tenía una personalidad fuerte y rebelde. No era humilde, ni dócil, ni obediente, ni complaciente. No lo digo yo, lo dejó por escrito su propio marido. Claro que no ser humilde, ni dócil, ni obediente, ni complaciente, puesto en boca de un marido recién separado, puede parecer más una virtud que un defecto en ella. A pesar de las diferencias de criterios y de las separaciones también tenían parcelas de sus vidas en las que coincidían, como por ejemplo la literatura: el alemán fue el introductor de las ideas románticas en España, con la colaboración de su esposa.

También coincidieron en sus cuatro hijos: Cecilia (1796), Aurora (1799), Juan Jacobo Antonio (1800) y Ángela (1803). Cecilia Böhl de Faber llegaría a ser más conocida como Fernán Caballero y merece un artículo aparte. (ver nótula núm. 573 en GdP) Ahora indicaré tan solo dos apuntes: que coincidía con su madre en su actitud rebelde y en su tendencia política conservadora, y que su obra más conocida era 'La gaviota'. /Cecilia Böhl de Faber, imagen propiedad de la Universidad de Sevilla.

EN EL PUERTO.
El matrimonio se reconcilió y después de varios traslados acabó en 1821 en El Puerto de Santa María. Aquí quería llegar. En esta ciudad pasaron prácticamente el resto de sus vidas Frasquita y Juan Nicolás. En esta ciudad encontró Aurora, la segunda hija de los Böhl de Faber y Larrea, a Tomás Osborne, con quien se casó en 1826. En esta ciudad también residió Cecilia con su esposo Antonio Arrom. En esta ciudad se guarda la historia manuscrita de la familia en formato epistolar. Importante ciudad para esta familia.

La descendencia de Tomás y Aurora fue muy amplia, pero yo me voy a detener en Rafael Osborne Fernández. (Ver nótula núm. 460 en GdP). A principios de octubre estuve charlando con él. Lo primero que me dijo fue: "Hace cincuenta años que no nos veíamos". Es cierto. Habíamos estudiado bachillerato en los Marianistas de Jerez en los primeros años de la década de los sesenta. ¡Cómo pasa el tiempo! Pero él prácticamente no ha cambiado. Lo recordaba pausado, inspirador de confianza y de una exquisita amabilidad. Y sigue igual. Los cincuenta años de paréntesis no habían entorpecido nuestra conversación que pasó de manera fluida por algunos recuerdos y nombres de nuestros años escolares y por las figuras, para él familiares, de Frasquita, Cecilia y Aurora. Mi esposa, el libro 'Fernán Caballero (Algo más que una biografía)' y numeroso material de trabajo que llenaban su despacho, fueron testigos de nuestra agradable charla.

En junio de 1962 Rafael Osborne tuvo la amabilidad de invitarnos a visitar la bodega de su familia. Éramos los alumnos de 1.º B de bachillerato de los Marianistas de Jerez acompañados por Bonifacio Andrés y el mismísimo 'Paul Anka'. Ahora, pasados los primeros días de octubre de 2012, el mismo patio que fuera escenario de las bromas y comentarios de aquellos jovencísimos estudiantes, escucha con indolencia el final de nuestra conversación y nos emplaza a vernos…, antes de que pasen otros cincuenta años. (Texto: Juan Luis Sánchez Villanueva).

En el Crucero Baleares, en la imagen inferior, de izquierda a derecha los portuenses, Diego Utrera Sánchez, José Domínguez Nieto, Manuel Arjona Cía y Tomás Cólogan Osborne (marqués de la Candia). Estos dos últimos murieron en el hundimiento de dicho barco el 6 de marzo de 1938.

El crucero Baleares fue gemelo del Canarias, que era el cabeza de clase. Conformaron la Clase Canarias. Este crucero entró en servicio aun sin terminar, en diciembre de 1936 al servicio de las tropas sublevadas de Franco, montándose su cuarta torreta de artillería en el verano de 1937. El 6 de marzo de 1938 el crucero Baleares fue hundido por la flota republicana en la batalla del Cabo Palos por torpedos procedentes del destructor Lepanto. Los destructores ingleses HMS Boreas y HMS Kempenfelt acudieron a ayudar al salvamento de los náufragos. Rescataron a 435 hombres; 786 desaparecieron.

El crucero Baleares, gemelo con el crucero Canarias.

En El Puerto de Santa María la embarcación ‘Crucero Baleares’ tiene una calle comprendida entre el Paseo de los Enamorados y la calle Aurora. Manuel Arjona Cía tiene una calle a continuación de Crucero Baleares, entre las calles Maestro Juan Pinto (colegio Luisa de Marillac) y el Pase de los Enamorados . En la localidad vasca de Ondárroa y en Palma de Mallorca se erigieron sendos monumentos a la memoria de los fallecidos.

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Ruy González de Clavijo (? - 2 de abril de 1412) nacido en Madrid, fue camarero del rey castellano Enrique III quien le encomendó la tarea de establecer una embajada con la corte de Tamerlán (actual Uzbekistán, ex república de la URSS) con la intención de crear una alianza para guerrear contra los turcos. /En la imagen, grabado idealizado de Ruy González de Clavijo.

González de Clavijo ‘el Vaginaro’ partió desde El Puerto de Santa María el 22 de mayo de 1403 en compañía del maestro teólogo Fray Alonso Páez de Santamaría –que ofició además de intérprete-, el Guarda del Rey Gómez de Salazar, Mohamad Al Qazl y el séquito correspondiente. La expedición navegó hasta Málaga, Cartagena, Formentera y Mallorca. El 18 de Julio, cerca de Strómboli, padecieron una tormenta tras la que observaron las ‘Luces de San Telmo’ en lo alto de los mástiles y que fueron consideradas de buen augurio.

Navegaron hasta Rodas y desde allí hasta Constantinopla, donde fueron recibidos con todos los honores por el Emperador Manuel II Paleólogo (1391- 1424). Después de costear por el sur el mar Negro desembarcaron en Trebisonda y cruzaron por Armenia, Persia y Turquestán (tierras que hoy son de Turquía, Iraq e Irán).

Tras su llegada a la corte de Tamerlán en septiembre de 1404, González de Clavijo presenció la partida del guerrero en su campaña contra China, pero Tamurbec (como el castellano llama al mongol) murió en febrero de 1405 antes de entrar en China, y su muerte puso fin prematuro a su viaje con la incautación de los bienes y presentes que González de Clavijo había llevado para agasajar al mongol durante las purgas posteriores a la muerte de Tamerlán; así que, en la práctica, la embajada de los castellanos fue un fracaso.

En estos días, el conocido escritor, motero y aventurero Miquel Silvestre se está planteando repetir la singladura, partiendo desde El Puerto de Santa María hasta el mítico lugar de Samarcanda.

Se detuvieron en las ciudades de Khoy y Tabriz, y pasaron por Soltania, hasta llegar a Teherán desde donde partirán hasta Dagum y Nisapur –donde falleció el Guarda Real Gómez de Salazar- cruzando la frontera de Turkmenistán y el desierto de Karakum hasta llegar a Bujara (actual Ubezkistán) , para entrar, dieciséis meses después, el 8 de septiembre de 1404, en Samarcanda, la Perla de la Gran Ruta de la Seda.

No obstante, el mismo hecho de haber llegado y vuelto es un éxito desde el punto de vista de que un reino tan periférico como Castilla tuviese presencia en un asunto tan ambicioso. El fracaso es relativo para el propósito de la misión, que era provocar una "pinza" estratégica contra los musulmanes en dos frentes alejadísimos en un momento muy delicado, en el que los turcos otomanos se hallaban en un interregno desde 1402 y los mamelucos, con presencia en Próximo Oriente, estaban sufriendo los ataques de Tamerlán, con el que se entrevistó Ibn Jaldún en 1401, en este caso en el sitio de Damasco, antes de su muerte en 1406.

Ruta de Ruy González de Clavijo, una singladura no valorada en la actualidad dadas las facilidades con las que hoy se realizan los viajes.

Decepcionado, González de Clavijo, regresaría a Castilla donde arribó en marzo de 1406. Tras su viaje González de Clavijo siguió al servicio de su rey, aunque más tarde volvió a Madrid donde murió, siendo enterrado en la iglesia de San Francisco el Grande. La casa de González de Clavijo en Madrid se ubicaba cerca de la Plaza de la Paja y con el tiempo pasaría a formar parte de la familia Vargas y actualmente todavía lleva el nombre de estos últimos.

El relato de los viajes de González de Clavijo hasta Samarcanda entre los años 1403 y 1406, escrito por el propio viajero y recogido bajo el título Embajada a Tamorlán es una de las joyas de la literatura medieval castellana, y es en muchos aspectos comparable al célebre "Libro de las Maravillas" del italiano Marco Polo escrito casi un siglo antes.

EL LIBRO: EMBAJADA A TAMORLÁN.
Embajada a Tamorlán es un libro de viajes medieval escrito en 1406 por Ruy González de Clavijo cuyo contenido es una relación completa y minuciosa de la embajada que este autor realizó, junto con el dominico Alfonso Páez de Santamaría a Samarcanda ante el rey Tamerlán por decisión diplomática del rey Enrique III de Castilla.
En 1403 el monarca Enrique III decidió enviar una embajada al poderoso emir (gobernador) turco-mongol Tamerlán el Grande, que perseguía estrechar relaciones diplomáticas con este gran conquistador para conjurar la amenaza turca, que occidente personificaba en la expansión del sultán del Imperio otomano, Bayaceto I. Al frente de esta expedición marchó Ruy González de Clavijo y un dominico experto en lenguas y culturas extranjeras, Alfonso Páez de Santamaría. El viaje se prolongó por espacio de tres años desde la salida de los embajadores. A su retorno en 1406 hubo de ser escrita la relación.

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El primero de noviembre de 1738 no solo se celebraban en El Puerto ‘los Tosantos’ y se rendía culto a los familiares difuntos. La autoridad no tenía otra cosa que pensar, y se dedicaba a… molestar a los jornaleros --en definitiva, a los pobres-- que no podían vestir seda ni terciopelo. Podían confundirse con los nobles. ¡Faltaría más! Veamos este interesante documento que transcribimos:
POR DETENCION POR INFRACCION DE LAS REALES PRAGMATICA A SANTIAGO DE PAZO.- NOBLEZA

AUTO
«En la muy noble y leal ciudad, Gran Puerto de Santa María, en primero día del mes de Noviembre de 1738; El Sr. don Francisco de Vargas Albarracxin, caballero del Orden de Calatrava, corregidor y superintendente de rentas en ella, dijo sea dado noticia que Santiago de Pazos, vecino de esta ciudad y que ha ejercido en ella de oficio de enterrador en contravención de las Reales Pragmáticas de S.M. publicadas y mandadas observar en todos sus Reinos y señoríos, anda públicamente con un vestido de seda que llaman de terciopelo, rico ropaje que no puede usar y para proceder contra el referido como trasgresor  de Leyes Reales para que le sirva de escarmiento y para otros de ejemplo, mando que don Tomás Bandosel, Teniente Alguacil Mayor de la Ciudad para quien  (sic) comisión en forma solicite la persona del susodicho y encontrándolo con otro vestido (sic) otro de igual calidad, lo asegure y ponga preso en la cárcel pública, donde le despoje de dichos vestidos y los deposite en persona abonada; y hecho el presente escribano ponga a continuación testimonio de dicha Real Pragmática, para en vista de todo dar la providencia consecuente Y por este su auto, así lo pronuncio, mando y firmo: don Francisco de Bargas Albarracin, Firmado, Simón de Urilla, escribano mayor del Cabildo».

DILIGENCIA
«En la ciudad y Gran Puerto de Santa Maria, en el dicho día primero de noviembre del dicho año, don Tomas Jose Bandosel, teniente Alguacil Mayor por S.M. de esta Ciudad en cumplimiento de lo mandado por el auto antecedente en asistencia de mí el escribano y ministros paso a la plaza de la Carnecería de esta ciudad y bajando por la calle de Ganado se encontró en ella a Santiago de Pazos, contenido en dicho auto de que traía un vestido de casaca y calzones de terciopelo negro que llaman fondo rizo y chupa de persiana de seda celeste y blanca, forrado uno y otro en tafetán, camisa con vuelos de Olan (holanda) en los puños y espadín de plata, en cuya forma y en consecuencia de los prevenido en dicho auto por dicho teniente alguacil mayor se mando a los referidos ministros, asegurasen, como aseguraron, la persona del dicho Santiago de Pazos y con asistencia del dicho teniente alguacil mayor y de mi el escribano se puso preso en la cárcel pública con la mayor custodia y en su cuadra se le despojó de dicho vestido, casaca, chupa y calzón según y en la forma que por dicho auto se ordena y para que así conste lo pongo por diligencia que firmo».

La ropa se le entregó en depósito a Bartolomé Laganda, vecino de esta ciudad, con tienda de fruta seca en la calle Larga.

Este escandaloso proceder de las autoridades locales, amparadas en una pragmatica que regulaba el uso de ropas de seda, limitándola a determinadas clases y oficios, tuvo una rápida resolución del Concejo de S.M., que mandaba dejar libre y sin cargos al infeliz de Santiago Pazos, multando al procurador con una cantidad considerable por abuso de poder, mas o menos. Este escrito esta fecha en Madrid el 25-11-1738. Finalmente, el 2-12-1738 recobró la libertad y sus ropas, en cumplimiento de la sentencia antes mencionada. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía).

El 3 de marzo de 1947, una representación de la Corporación Municipal, presidida por el alcalde Ignacio Osborne Vázquez, bajo mazas y con clarineros, se desplazó a a Jerez de la Frontera, como otras corporaciones del entorno.

En la imagen podemos ver al macero Manuel Camacho Luque; Antonio de la Torre González; Francisco de Bernardo Fernández; 2 desconocidos; Pedro Salvatierra Armengol; Ignacio Osborne Vázquez (Conde de Osborne y Alcalde de la Ciudad); Manuel Gago Vélez, desconocido; y el secretario Federico Sánchez Pece, por la plaza de las Angustias. /Foto: Colección V.G.L.

El motivo no era otro que recibir los restos mortales del cuerpo del que fuera dictador en España, el capitán general jerezano Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, quien fallecido en París, en el modesto Hotel Pont Royal el 16 de marzo de 1930, fue trasladado a su ciudad natal el 26 de marzo de 1947 a la iglesia de la Merced. La comitiva fúnebre estuvo compuesta, además por la familia del que fuera marqués de Estella y todas las representaciones civiles, militares y religiosas de la provincia, por un fuerte contingente de tropas del ejército que jalonaban las calles de la vecina población.

Gracias al tropiezo casual de un breve documento de solo dos folios en los protocolos notariales de 1809, cuyo texto íntegro reproducimos al final, podemos enjaretar una especie de crónica social en el tiempo de la Guerra de Independencia, descubriendo y dando a conocer la presencia de la nieta de Felipe V, hija del Infante Don Luis de Borbón y XV Condesa de Chinchón en El Puerto de Santa María. / Teresa de Borbón, Condesa de Chinchón, óleo sobre lienzo de Francisco de Goya y Lucientes. ~1800. Museo del Prado.

Hasta febrero de 1810 no se posesionan y acuartelan las tropas francesas en nuestra ciudad. Unos meses antes, en el verano del año anterior, esta dama que tenía tratamiento de Alteza, acompañada de un pequeño séquito de amigos cortesanos y sirvientes residió aquí durante un ‘periodo de tiempo que no hemos conseguido determinar, procedente de Sevilla, ciudad a la que se había trasladado la Junta Central que hacía las veces de gobierno de la nación, desde Aranjuez, donde se constituyó. El grueso del grupo, que había acompañado a Don Luis María de Borbón, arzobispo de Toledo y hermano de la condesa, a la que había cedido su título en 1803, en ese exilio obligado por el imparable avance del ejercito francés, para huir de las calores del verano y poner más distancia de por medio con los invasores, dejaron Sevilla y se repartieron por diversas ciudades de la bahía y Cádiz capital, quedando en Sevilla  los vocales de la Junta y sus colaboradores y asistentes.

S.A. María Teresa de Borbón tenía 28 años cumplidos cuando estuvo en nuestra ciudad, pues había nacido en el palacio de Velada el 26 de noviembre de 1780. A pesar de su juventud, su nobiliaria espalda, había soportado una pesada carga sentimental, llena de sinsabores y desengaños. Huérfana de padre a  los cinco años, su tío, el rey Carlos III, encargó de su educación al obispo Lorenzana que la separó de la madre y la enclaustró en un monasterio cisterciense (a ella y a su hermana María Luisa) con el pretexto de su formación, convento este del que, prácticamente, salió para casarse, Al mismo tiempo,  una pragmática real impedía que ella y sus hermanos pudiesen usar el apellido paterno (Borbón), orientado a su hermano varón a escoger la carrera eclesiástica para anular cualquier posibilidad de acción dinástica.

El Puerto de Santa María a principios del siglo XIX. Recreación de Adrián Ferreras.

El acceso al trono del hijo de Carlos III, que reinó como Carlos IV, primo de ella, supuso un cambio importante. Le propusieron casarse con el todopoderoso primer ministro Godoy, Príncipe de la Paz. Todo parece indicar que para intentar paliar el escándalo de las relaciones de este con la reina María Luisa. Tenía entonces 17 años. Su hermano mayor, que por esos años era arcediano en Talavera, negoció y supo rentabilizar la oferta: recuperación del apellido Borbón para los tres hermanos, elevación al rango de Grandes de España de primera clase, el arzobispado de Sevilla y la mitra toledana para él,  traslado de los restos de su padre al monasterio de El escorial, diez mil pesos de renta para la hermana menor, María Luisa, que carecía de heredamientos, el pago de la dote de María Teresa (que ascendió a 5.000.000 de reales y percibió Godoy) y que el futuro marido se deshiciera de su amante “oficial”, la archipopular Pepita Tudor.

Aceptadas, aparentemente, las condiciones, el enlace entre María Teresa de Vallabriga, ahora María Teresa de Borbón  Vallabriga y Manuel Godoy y Alvarez de Faria, duque de Alcudia y de Sueca se celebró en El escorial el 2 de octubre de 1797. Con esta boda, María Teresa pasó a ocupar la mayor dignidad en la Corte, después de la Reina, cumpliéndose al mismo tiempo las premisas acordadas, ya que su hermano Luis María sería elevado a la púrpura cardenalicia, arzobispo de Toledo y primado de España. Incluso se obtuvieron otros honores y privilegios que podemos calificar de extras: su madre, Dª María Teresa de Vallabriga, de la que dijeron que había desatendido a su esposo en sus años finales y tenido aventuras con los criados, sería reconocida como Infanta y condecorada con la Orden de María Luisa. Bueno, todas las condiciones se cumplieron, excepto una, pues Pepita Tudó se fue también a vivir al domicilio conyugal. /En la imagen, Manuel Godoy.

Godoy, al que se describe como un apuesto varón, alto, fuerte, rubio, de tez clara y sonrosada,  a sus 30 años estaba en plenitud de facultades y mantenía simultáneamente tres frentes: María Luisa, la esposa de Carlos IV, su amante Pepita Tudó y la esposa oficial, a la que según apreciación de algunos cronistas, maltrataba sádicamente para combatir su frigidez.

Así las cosas, después de un aborto, dio a luz por primera y única vez una niña, bautizada como Carlota Luisa, apadrinada por los reyes y, de hecho, criada por ellos ya que la madre nunca ocultó su aborrecimiento hacia la hija que engendrara Godoy, abandonándoles, a ella y a su padre, cuando tenía 7 años, aprovechando el motín de Aranjuez, en marzo de 1808.

Desde esa fecha estuvo siempre al lado de su hermano, acompañándolo a Andalucia y, en este punto, conectamos de nuevo con su presencia, en el verano de 1809, en nuestra ciudad. Preocupada por sus negocios y propiedades, desatendidos al ausentarse el administrador de confianza, dio poderes a  un cargo del gobierno, en Madrid, documento redactado en una escribanía de El Puerto, cuyo texto reproducimos íntegramente:

La serenísima señora doña María Teresa de Borbón, Grande de España de primera clase, condesa de Chinchón, Señora de Boadilla del Monte, su termino y jurisdicción, Alcaide perpetuo de los Reales Alcázares y fortalezas de la ciudad de Segovia, Alférez Mayor, igualmente perpetuo de ella, patrona única y perpetua de la capilla y Cabildo de Nuestra Señora de la Piedad de Chinchón y de la Religión universal de San Francisco...  Su Alteza otorga y da Poder, amplio, facultativo y bastante como de Derecho se requiere y es necesario al Sr. Don Pedro Regalado de Garro, ministro del Tribunal Mayor de Cuentas y Consejo de Hacienda...  en virtud de hallarse ausente de Madrid, por disposición del gobierno francés, su apoderado y administrador general, señor Don Francisco de Campos, se le entregue  cuantos papeles, archivos y demás documentos, pagarés, libranzas y cantidades que correspondan y sean de la pertenencia de dicha Serenísima Señora y correspondiente a sus Estados, Señoríos y administración que tenía a su cargo, sin que ninguna otra persona, aunque manifieste otros poderes pueda oponerse a esta determinación de S.A. por convenir a su servicio y hallarse autorizada para determinar en estos asuntos sin intervención de nadie, mediante tenerlo así mandado nuestro muy amado Soberano, el Señor Fernando Séptimo (Q.D.G.) en su Decreto de 25 de marzo del año próximo pasado de 1808.  Por manera que hasta que S.A. se digne elegir y nombrar Apoderado y administrador general a su voluntad, conserva este destino el ausente y quedará sin uso por ahora el título que se le despachó con fecha 3 de abril del dicho año de 1808 en que nombra al referido Caballero Campo su Apoderado y Administrador General y en calidad de particular comisión, declara al mencionado Sr. de Garzo, encargado de todas las funciones de aquel, como si efectivamente tuviese el título de Apoderado y Administrador General de S.A. que así lo otorgo y firmo.

El documento está fechado en El Puerto de Santa María, el 18 de julio de 1809 y firman como testigos Antonio Iparraguirre, Carlos Manvelli y Domingo Rodríguez del Cantón, criado de S.A. Serenísima, de  quienes da fe conocer el notario. Firman y rubrican: La Condesa de Chinchón y el escribano Cayetano Mauleon Hurtado.

Después pasaría a Cádiz, donde vivió en primera fila los acontecimientos que rodearon a la Constitución cuyo segundo centenario hemos celebrado recientemente y en los que su hermano tuvo un especial protagonismo.  Debido a su vinculación con los constitucionalistas y sus ideas liberales se exilio en París junto con su hermana María Luisa y el esposo de esta, el duque de San Fernando. Allí falleció en 1828, cuando le faltaban dos días para cumplir 48 años de edad, de cáncer de útero.  Después de muerta le concedieron en propiedad la mitad de los bienes confiscados a Godoy, bienes que pasaron por herencia a poder de su hija Carlota Luisa y su esposo, el príncipe italiano Camilo Ruspoli. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. PUERTOGUÍA).

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