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Las peleas de gallos, una costumbre sanguinaria que todavía funciona por medio mundo, tuvo en El Puerto sus días de gloria, contando con varios cosos a la medida, que todavía se recuerdan e incluso alguno que está todavía en pié en la calle Santa Clara arriba, junto a la que fue bodega de González Rico.

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El conocido chatarrero 'Churrasca', pesando gallos de pelea en una gallera de El Puerto. /Foto: Colección Luis Sánchez.

Y no es de extrañar que se sigan celebrando, en algún ‘deaconocido’ lugar, riñas clandestinas, donde se mueven altas cifras en apuestas que, además, no tributan a Hacienda. La legislación en España, por comunidades autónomas, es bastante irregular en este mundo de navajazos y espuelas gallísticas, que guarda cierto parecido a la política local. Una gallera, el lugar donde pelean los gallos, donde se azuzan a los gallos e incluso se les ponen espolones artificiales para hacer mas daño e infligir la muerte a su oponente, es una tradición de toda la vida en El Puerto.

También en la política local de los últimos años. Algunos productos de nuestras bodegas han llevado asociado a sus marcas nombres relacionados con este ¿deporte? que, al igual que los toros despierta pasiones encontradas. En la calle la Arena existía otro afamado Reñidero de Gallos al que asistían famosos de la época, entre otros el torero Rafael Ortega quien, metido en el ambiente, casi se olvida de cumplir con la corrida que tenía contratada: “Maestro que son las cinco menos cuarto” y Ortega se fue corriendo a la pensión Loreto a cambiar su ropa de paisano por el traje de luces.

En El Puerto, incluso se criaban y exportaban gallos de pelea con el marchamo nuestra Ciudad, a países latinamericanos donde esta afición permanece viva; hoy, de seguir existiendo, hasta tendrían página web y pondrían el logotipo del vapor en su publicidad. Pero en esto de las peleas de gallos, de las apuestas, si había algo que merecía la pena: el valor de la palabra y del apretón de manos. No hacía falta que se firmaran contratos ni adquirir boletos. Si en el previo al combate se acordaba una apuesta –o durante el desarrollo del mismo- la palabra bastaba para que, el perdedor, cumpliera con su compromiso de satisfacer la deuda.

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Reunión en la Bodega ‘La Gallera en la calle Ganado arriba casi esquina con la calle Yerba’. Reunión de algunos funcionarios del Ayuntamiento. Arriba de izquierda a derecha, podemos ver a Manuel González, Francisco Domínguez, Antonio González Rivera, el Maestro Dueñas, con nótula propia en Gente del Puerto, núm. 197, a su lado, Francisco Lara, funcionario de Aguas y desconocido. Abajo, Pablo Cerdá, Antonio Torres, Juan Ignacio Pérez Salas, Vicente Terrada, que vivía junto al Bar Manolo y y José Luis. La fotografía está tomada el 27 de diciembre de 1961. (Foto Rafael, Cruces, 27). /Foto: Colección Javier González.

En la gallera de la política local, (donde ya se confunde la parte con el todo y el dedo con la luna), perdón, quise decir de la calle la Arena, cuando un gallo ‘cantaba la gallina’, le retorcían el pescuezo y Milagros lo guisaba con arroz. Ese era día de fiesta en el Reñidero, donde José de los Reyes, ‘El Negro’ cantaba por martinetes, ese palo del flamenco que, dicen, era tan genuino en El Puerto. Y es que las gallinas no deben  jugar a ser gallos, ni soltar un cacareo a destiempo, no vayan a confundirlas con cualquier otro tipo de animal menos… noble. Sobre todo ahora, que están próximos los días de arroz y gallos muertos. /Texto: José María Morillo.

 

 

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Este lunes pasado nos dejaba huérfanos de su magia, Juan Escolano Paul, doblemente porteño, nacido en la vecina villa de Puerto Real y vecino de El Puerto desde 1971. Casado con Chica Pico Ruiz-Calderón, ni ella ni sus cuatro hijas ni sus nietos, podrán disfrutar más de sus juegos de inteligencia y de sus manos, de sus pompones mágicos que hizo célebres, este gran amigo de todos, colaborador incansable con muchas causas sociales, que siempre tenía una sonrisa, un juego improvisado, una ocurrencia con la que provocar el asombro en niños y mayores.

Amigo de ilusionistas conocidos como Juan Tamarit, Julio Carabias, Juan Antón, Pepe Carroll, de Idígoras el dibujante mago, del porteño Juan Luis Rubiales, y de tantos y tantos personajes mágicos y aficionados a tan apasionante mundo de la ilusión, a los que aglutinaba en torno a su persona por su carácter, su saber hacer y sus ganas a pesar de los años vividos. Vivió la segunda parte de los estudios de peritaje industrial en Madrid, donde tuvo oportunidad de admirar y codearse, e incluso actuar con personajes que destacaban en el mundo de la farándula de la época, llegando incluso a actuar en el Circo Price y en TVE.

Aunque su vida profesional discurrió por diversos y variados derroteros, la magia era la que animaba la vida de Juan, que cada mañana, al salir de casa tenía la oportunidad de ver la fachada de la casa de Rafael Alberti, en la calle Santo Domingo, el que fuera presidente de la Sociedad Gaditana de Ilusionismo, con sede en El Puerto. En la casa familiar, una casa de El Puerto del siglo XIX, Juan tenía ‘la habitación de la Magia’, donde rodeados de artilugios, libros y trucos, exhibía con orgullo su epígrafe profesional ante la Seguridad Social: Ilusionistas, Payasos y Caricatos. Orgulloso de ello, Juan buscaba la sonrisa, la sorpresa y la ilusión que ya no nos podrá regalar en persona, aunque siempre permanecerá en nuestro recuerdo la magia de Escolano. /Texto: José María Morillo

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El burropolo, una versión Light y divertida del Polo pero con burros en lugar de caballos, se lleva practicando en El Puerto desde hace al menos 15 años. Ahora, desde que Jesús Grandes (ver nótula 1.366 en Gente del Puerto) y Jaime Terry han creado una sociedad para gestionar las instalaciones de la vivienda rural ‘Villa Julia’ han dado protagonismo y un espacio mejor a este divertido deporte, donde las reglas se relajan y es mas la diversión y la participación que la normativa la que hacen que sea una actividad cada vez mas demandada.

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A la izquierda Jaime Terry Osborne, a la derecha Jesús Grandes Melgarejo en el monumento a Sancho y su burro, en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real).

Se suelen hacer competiciones e incluso liguillas en Villa Julia, en el picadero de tierra de la finca ‘Las Marías’ o, a demanda, en instalaciones particulares como complemento a una fiesta o una celebración; se han llegado a desplazar, incluso a Alanís y a Badajoz, entre otras giras. Cada vez lo solicitan mas para comuniones, bodas o reuniones familiares y en vacaciones suelen celebrar un ‘Abierto’ por equipos, con cuartos de finales, semifinales y una gran final.

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Un reñido partido de burropolo en el campo de Villa Julia.

Los equipos suelen estar formados –al igual que en el polo-- por 4 jugadores con sus correspondientes jumentos, en el que dos equipos contrarios intentan llevar un balón de plástico hacia la portería del rival, por medio de un cepillo de barrer en sustitución del taco o mazo. Duando se trata de niños, son el doble de jugadores ya que uno lleva al pollino y el otro lo monta. Los partidos no suelen durar mucho tiempo, ya que se puede jugar bien por número de tantos o goles o por un espacio de tiempo relativamente pequeño, para dar participación a todos. El que no juega es porque no quiere.

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Jesús Grandes con la veterinaria nacida en Portugal María Joana Campos.

No todos los burros están preparados para el juego y la cabaña de asnos de Jesús y Jaime se tiene que ver complementada a veces con semovientes procedentes de Sanlúcar, cuando se requieren de muchos participantes. ¡Quien no se acuerda de aquella familia de arrieros de El Puerto, los Cantalejo, que desmontaron las dunas de las playas para proveer de arena a las calerías, en su monótono recorrido por el Camino –hoy Paseo—de los Enamorados!

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Arrieros en la playa de La Puntilla, desmontando dunas.

Enlace a una interesante colección de imágnes sobre burros y mulas en Pinterest.

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La casa existente en Villa Julia, antes de su demolición, propiedad de la familia Benjumeda, en una acuarela realizada por Santiago Díez Benjumeda.

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La programación estable del Teatro del Títere La Tía Norica echa a andar hoy en Cádiz capital con una versión escénica de la obra de Fernando Quiñones Las mil noches de Hortensia Romero, y que parte del relato corto «La Legionaria» realizado por el autor en la primavera de 1978. En esta novela amplía y enriquece la historia de la protagonista y con ello sigue la tradición de la desapareciente narrativa popular española-andaluza de tradición oral anónima que son las ‘historias con gracioso o con valiente’ en palabras de Fernando Quiñones. La protagonista hoy es la actriz portuense Montse Torrent. (Ver nótula 154 en Gente del Puerto).

Bajo la dirección de Estrella Távora, Las mil noches de Hortensia Romero es la adaptación teatral de la novela del mismo título que escribió Fernando Quiñones (finalista del Premio Planeta de 1979). Esta adaptación teatral incluye parte de las vivencias de Hortensia --una prostituta de cincuenta años que relata sus experiencias eróticas-- hasta ahora desconocidas en un escenario; personajes, situaciones personales, ambientes, anécdotas con duende, las emociones de un personaje popular y sin pudor. Y al frente, la porteña Montse Torrent. La obra comenzará a las nueve de la noche.

MONTSE TORRRENT & HORTENSIA ROMERO.

Fernando Quiñones hace de La Legionaria un spin off tan magistral, tan académicamente andaluz y gaditano que consigue encumbrar a Hortensia Romero, la mujer que vivía de sus partes y de sus carnes al Olimpo literario del Planeta, siendo finalista del reconocido premio en el año 1979 con Las mil noches de Hortensia Romero. Legionaria, nombre de guerra de una puta que vivió entre las pensiones de la Alameda de Hércules de Sevilla y los prostíbulos de Cádiz nace como relato corto un año antes de salir a la luz trasfigurada en novela.

Estrella Távora, actriz y directora pujante dentro de la escena andaluza, consigue al alimón con Montse Torrent desmenuzar con una dramaturgia limpia de espinas trasversales el texto dicharachero y pegado a la cal de los callejones gaditanos, que Quiñones llevaba metido entre las venas y la sal de la Caleta pegada a su piel, desnudándolo y alejándolo a la vez de las miradas aviesas y entre visillos de las burguesas púdicas asomadas a los balcones abalaustrados de la Cádiz más cosmopolita.

El mundo de una hembra que nunca pudo ser niña es lo que nos enseña con desgarro y con la gracia y el desparpajo que se lleva por la baja Andalucía esta mujerona que tuvo que echarse a la vida antes de que la vida se la comiera por los pies.

lasmilnochesEs el retrato de una tragicomedia en estado puro. Es la soledad de Hortensia Romero,  que gira alrededor de una cama acoplada a lo largo de la representación a la propuesta escénica de la actriz portuense.

Las anécdotas y usanzas risibles y chocantes con sus clientes más habituales –el marino mercante, el de la risa, don Román Matute, el del calamar- consiguen las risotadas cómplices y a la vez descarnadas de un público que asiste entre incrédulo y fascinado a la sucesión de imágenes y de respuestas sin preguntas que ofrece una prostituta que se conforma con tener una casa y la ropa limpia a la hora de su retiro; que se conforma con el recuerdo de los baños en cuero en “la má” y con la luna.

La adaptación de la novela logra la conjunción entre la charla y el cante teatral con una interpretación medida y ajustada de una Hortensia muy diferente a la que estábamos acostumbrados a ver, en donde la actriz da muestras de su versatilidad y valentía siendo la primera mujer que se enfrenta a este personaje desde que saliera de la pluma del autor de Chiclanero.

Bien resuelto el comienzo de la obra con una proyección que prepara al espectador para el mar de sensaciones que viene después. Los quejíos en voz alta de Hortensia Romero, ese artificio carnal que traspasó la casapuerta de la calle de todos los días del maestro Quiñones, llegó con nitidez a los cinco sentidos del patio de butacas de un Muñoz Seca lleno hasta las trancas y que se rindió al magnífico trabajo actoral de Monserrat Torrent en su reencuentro con los escenarios andaluces. Larga vida a La Legionaria. /Texto: Manolo Morillo.

La instantánea está tomada en la playa de La Puntilla en 1965. Voluntarias de la Cruz Roja, de izquierda a derecha, desconocida (posiblemente cuñada de Luis Bootello Reyes), María del Carmen Gómez Pérez, María Cárave, Eloisa Martínez Govantes, Carmina Jiménez Alcázar y Lourdes Merello Govantes. Agachados dos camilleros de la Cruz Roja cuyos nombres desconocemos.

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El canal Cosmopolitan ha presentado en Madrid ayer lunes las nuevas ediciones de Masterchef USA y Masterchef Australia, en la que El Puerto ha estado como protagonista, con un concursante y un brandy de excepción: Decano, de Bodegas Caballero y el periodista del Grupo Joly, Francisco Andrés Gallardo.

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A la izquierda, Francisco Andrés Gallardo, formando parte del equipo de periodistas de Cosmopolitan, en el rodaje previo de Masterchef versión australiana.

En la madrileña escuela de cocina del catalán Ramón Freixa se han recreado las condiciones en que se trabaja en los dos concursos, que son más complicadas y más extremas que la versión española. Freixa ha reunido a un grupo de periodistas, entre los que se encontraba el portuense Francis Gallardo y ha dado las indicaciones para hacer una ‘Big Duck’, una hamburguesa de pato, de magret de pato.

La receta lleva brandy y se ha elegido, qué mejor opción, brandy Decano de Bodegas Caballero. Así que, El Puerto estado presente en esta prueba que los espectadores de Cosmopolitan verán en próximos días con motivo del estreno de la versión australiana

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El plató donde se rodó esta prueba de Masterchef, con una botella de brandy Decano de Bodegas Caballero en primer término. 

LA RECETA: BIG DUCK.

8 magrets de pato. Un cuarto de bolsa de pan de molde mojado en leche. 2 cebollas moradas. 3 huevos. Un generoso chorro de brandy Decano. Sal y pimienta.

Limpiar los magrets de pato separando la carne de la grasa y pasamos la carne con dos piezas de grasa por máquina de picar, reservamos, confitamos la cebolla con aceite hasta su caramelizacion en un bol y mezclamos la carne con perejil picado, pan, la cebolla confitada, los huevos, el brandy y salpimentamos.Se forman las hamburguesas y se pasa por aceite bien caliente hasta que esté en su punto. Se acompaña de helado cremoso de mostaza o de teja de pan de molde. Cada concursante al podido elegir los  complementos que ha creído oportuno

En la prueba han resultado ganadores los periodistas del equipo de de Sensacine y de la revista Shangay y el de El Puerto ha quedado en un honroso tercer lugar, formando equipo con miembros del propio canal Cosmopolitan.

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La joven María perdió en un año a su hijo, su padre y su pareja. El grupo 'Siempre Así' fue la banda sonora de su historia de amor y estuvieron en el programa de Tele 5 ‘Hay una cosa que te quiero decir’ para devolverle la sonrisa. Junto a su hermana Rocío, el grupo le dio su apoyo cantado para ella.

La historia de Rocío, según afirman desde Tele5, comienza en El Puerto en 1993. Rocío es una niña feliz de apenas ocho años, que vive con sus padres y uno de sus hermanos. Sin embargo, por la que siente auténtica adoración es por María, la hermana que no vive con ellos. A sus 17 años, María vive con sus abuelos, ya que son su debilidad y no quiere que pasen tiempo solos, Rocío disfrute de los ratos que comparte con su hermana mayor y tenga grabados todos los momentos importantes con ella.

Especialmente recuerda el día en el que María le presenta a Germán, su novio. Desde el primer minuto toda la familia le acoge como uno más y Rocío le repite una y otra vez que para ella no es su cuñado, si no su hermano mayor. Los años pasan y la pareja vive estar esperando su primer hijo. A pesar de la sorpresa inicial, toda la familia se ilusiona pronto con el embarazo de María. Rocío disfruta de todo el proceso al lado de su hermana, a la que colma de atenciones y cuidados. Cuando nueve meses después nace el pequeño Germán, sus orgullosos padres se convierten en la viva estampa de la felicidad.

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En la imagen de Tele5, María que pierde a su segundo hijo, el bebé se queda sin oxígeno durante el parto y fallece poco antes de nacer. Justo un año después, María pierde a su padre y a su marido que fallece de un edema pulmonar. 

Durante ese año todos están volcados con el bebé, que nadie nota que Rocío está empezando a tener tripita. Rocío intenta posponer al máximo el momento de decir que ahora es ella, a sus 17 años, la que está embarazada. Cuando el embarazo ya no se puede disimular, Rocío les cuenta la buena nueva. Cuando se arma de valor y confiesa su secreto, se encuentra con el abrazo más fuerte que se puede recibir de una hermana.

La familia crece y la relación entre Rocío, María y Germán se vuelve cada vez más estrecha y en febrero de 2011 María vuelve a quedarse en cinta. En este caso es un embarazo muy deseado y no ven el momento para poder ver la carita del bebé. El 12 de octubre, un par de semanas antes de lo previsto, María se pone de parto. Sin embargo, al llegar al hospital le tienen que practicar una cesárea de urgencia. La vida de María y Germán se trunca cuando se enteran de que su hijo ha nacido sin vida por problemas durante el parto. La pareja pasa el peor año de su vida, especialmente Germán, que no supera la muerte de su hijo.

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Rocío ideó organizar la sorpresa llevándole el grupo 'Siempre Así'.

En octubre del año siguiente deciden volver a intentarlo, pero días después el padre de María y Rocío fallece, y Germán hace todo lo posible para el amor de su vida se recupere de este duro golpe. Quince días después, Germán tenía que madrugar para ver una prueba del Mundial de Motociclismo de Jerez. María le encuentra profundamente dormido y le tapa para que no coja frío, pero al ir a despertarle para el almuerzo, Germán no reacciona. Poco tiempo después Rocío recibe una de las llamadas más duras de su vida, ya que su cuñado Germán fallece de un edema pulmonar.

En tan sólo un año, María ha perdido a su hijo, a su padre y a su marido, por eso su hermana Rocía se traslada a casa de su hermana, para que pase sola el menor tiempo posible. Poco a poco María está volviendo a sonreír gracias a su familia y la música de ‘Siempre Así’, ya que hace 20 años Germán regaló a María una cassette del grupo y siendo la banda sonora de todo lo que les ha ocurrido en la vida.

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'Siempre así' ha sido la banda sonora de la historia de amor de Germán y de María durante 20 años. En la imagen aparece también la hermana de la protagonista del programa, Rocío.

En el programa ‘Hay una cosa que te quiero decir’ de hace unos días Rocío quiso dar un empujón a su hermana para que siga adelante y contó con la ayuda del grupo ‘Siempre Así’. «--Nos sentimos orgullosos de que nuestra música sirva para hacer feliz a los demás o para superar un momento difícil. Nos ha ocurrido alguna vez ya, es algo maravilloso», comentaba un miembro del grupo.

María no sabía que sorpresa le esperaba y tras abrir el sobre y ver a su hermana Rocío y al grupo ‘Siempre Así’, se emocionó. «--Nos han dicho que somos la banda sonora de tu vida, y te traemos muy buenos recuerdos, por eso estamos aquí», le dijo una de las cantantes del grupo antes de cantarle un trocito de la canción que más le gusta a María.

Después de la canción tomó la palabra su hermana Rocío: «--Te he traído para decirte que me vas a tener siempre. Te quiero mucho y te he preparado esto para conseguir que tires para delante». María habló con el controvertido presentador del programa, con Jorge Javier. Los del grupo ‘Siempre Así’ han querido agradecer su fidelidad para con ellos: «--Lo que has pasado es muy gordo, pero hay que mirar para adelante, por tu hijo y por toda la gente que te quiere. Tú eres fuerte y puedes con esto y con más».

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En lo anecdótico, cuentan que Fosco Valimaña y Paco Marin, hace 40 años, en el primer taller “La Rinconada” en Puerto Escondido, estaban desesperados al no encontrar la avería de un coche Simca 1000 que perdía aceite, fundamentalmente por las noches.

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El taller 'La Rinconada', en Puerto Escondido.

El cliente, una persona muy trabajadora y sería, pero algo exigente que se llevaba y traía todos los días el coche del taller, andaba muy preocupado, preguntándose que le podía ocurrir a su vehículo pues apenas tenia un año y, a todo esto, los mecánicos no daban con la avería. Los días iban avanzando y el nerviosismo del cliente aumentando ya que pensaba que su coche no iba a tener solución.

Pero la cosa se pasaba de castaño oscuro, hasta tal extremo que a las ocho días habida cuenta que no daban con el problema, tanto Fosco Valimaña como Paco Marin, recomendaron al cliente que colocara por las noches, debajo del motor del coche, un pequeño recipiente o lata para conocer la cantidad de aceite perdida ya que miraban el nivel de aceite y no apreciaban que descendiera. Sin embargo, si observaban manchas de aceite dispersada por el motor.

Así estuvieron una semana, hasta que un viernes, que casualmente coincida con el día de los inocentes, 28 de diciembre de 1973, Paco Marin apreció que el aceite vertido en la lata era comestible. A partir de ese momento cuando el cliente fue informado de que había sido objeto durante 15 días de una pesada broma estalló, profiriendo insultos a quienes osaron mofarse de él, disculpándose a la vez, ante Fosco, Marin y los empleados, por su salida de tono en algún momento. Refieren que, una vez finalizado el calvario, tanto los dueños, como los mecánicos del taller llevaron a cabo algunas averiguaciones, con el fin de conocer al autor o autores de la disparatada broma, desconociéndose, en la actualidad, si las pesquisas fructificaron.

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Fosco Valimaña y Paco Marín, los dueños de 'La Rinconada'.

ANTECEDENTES.

Lo cierto es que la broma comenzó a fraguase frente al muelle del Vapor, en el Bar Liba. Uno de los integrantes de un grupo de amigos, clientes habituales por aquel entonces del bar, apuntó la posibilidad de gastar una broma a una persona bastante suspicaz, conocida de los presentes, sugiriendo que reunía todos los requisitos para ello, tanto que conocía sus puntos débiles y fuertes, así como su domicilio. Reveló que observaba lo cuidadoso que era con su coche. Un vehículo de apenas un año que parecía que estrenaba diariamente. Lo vieron fácil, no dudaron e idearon que el coche era el motivo  perfecto para gastarle la broma.

Entonces, conociendo al dedillo las costumbres del cliente del taller de Fosco y Paco Marin, maquinaron un plan que, llevaba consigo, además de cierta constancia, cierto riesgo, ya que si eran descubiertos, no solo podrían dar al traste con  todo lo planeado, sino que, sabiendo de buena tinta como se la gastaba ‘la víctima’, el asunto acabaría en el Juzgado. De ahí que fuera necesario mantener un mutismo absoluto para que todo saliera tal como lo habían concebido.

Relatan que, una de noches que estaban perfilando los detalles, el cliente irrumpió en el Bar Liba buscando a uno de los ‘saboteadores’ para hacerle una consulta. En aquel momento, mientras aclaraba sus dudas, más de uno del grupo se sintió contra las cuerdas, creyendo que alguien había dado el chivatazo.

LA TRAMA.

Pero no fue así. Estaba todo calculado, teniendo a buen recaudo el bidón de aceite que, aprovechado de un cambio de unos de los coches del grupo de maquiavélicos bromistas, había que ir consumiendo lentamente. Para ello, le largaron las primeras gotas de aceite en el mismo centro de trabajo y había que indicarle que su coche perdía aceite. Precisamente, fue el cabecilla de la trama, que trabajaba a escasa distancia de la víctima, quién le informó, con bastante delicadeza que su coche perdía aceite. Pues nada, respondió, lo llevaré al taller ‘La Rinconada’, en Puerto Escondido. Como era de esperar no encontraron ninguna avería por lo que de nuevo el cliente salió con su vehículo del taller.

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Un Simca 1000 parecido a este, objeto de la pesada broma.

Aquello funcionó y, a partir de aquella noche, ya entrada la madrugada, también comenzaron a visitar el lugar donde el cliente, muy metódico siempre, dejaba el vehículo, próximo a una de las ventanas de su domicilio, siendo preciso tener precaución, mucha precaución.

Lo cierto, dicen, es que todo estaba saliendo a pedir de boca pues, por una parte, en cuanto al centro de trabajo, el dirigente del grupo, se la ingeniaba a las mil maravillas para arrojar el aceite debajo del motor y además impregnarlo y, por otra parte, en su domicilio lo llevaban a la práctica el resto del grupo y, lo más importante, que en el taller no daban con la avería.

Refieren que, desde el segundo día de ‘autos’, la víctima colocó por las noches un plato debajo del motor para asegurase que, efectivamente, el coche perdía aceite, argumentado por ello los ‘saboteadores’, que estaban al tanto de todo lo que iba sucediendo, que no fue sincero con los responsables del taller, cuando estos, Fosco y Paco Marin, después de más de una semana de acudir  el cliente al taller, le sugirieron  que pusiera un pequeño recipiente o lata para conocer la cantidad de aceite que perdía el coche.

Comentan que, al menos, el cliente debió decir lo del plato, si bien, conociendo que iba ser objeto de cachondeo por parte del personal del taller, prefirió callar y llevarse la lata vacía que Paco Marin le ofreció. Mostrando, a partir del siguiente día la supuesta perdida de aceite de su vehículo y que se apreciaba perfectamente en el recipiente.

Dos semanas después de haber comenzado la broma, pasada ya la medianoche, madrugada del viernes 28 de diciembre de 1973, el grueso del grupo no acudió al domicilio por razones que aún a estas alturas no se sabe a ciencia cierta que fue lo que ocurrió, y el único que pudo hacerlo no encontró el bidón de aceite para depositar la cantidad prevista en el recipiente que seguía minuciosamente colocado debajo del motor. El asunto demandaba pronta solución, no ocurriéndosele, al que estaba solo ante el peligro, otra idea, sino la de acudir al Restaurante ‘El Resbaladero’ y pedir a Manuel de la Cruz Santilario, Jefe Maître, un poco de aceite de una de las freidoras del restaurante que, a la postre, fue la que depositó en el recipiente. Lo que supuso consecuentemente que al día siguiente Paco Marin descubriera que el aceite que el cliente llevaba en la lata era comestible.

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Antonio, camarero del Bar Manolo en 1973, sabía ver, oir y callar.

Rememoran, que el grupo fue alertado el mismo día del hallazgo, quedando concluida la aventura. Fue la víctima inocente quien casualmente por la tarde, estando en el Bar Manolo, en la calle Larga y Plaza Peral, se encontró al conocido que trabajaba a escasos metros de su centro de trabajo, concretamente al promotor de la broma, relatándole lo sucedido, preguntándole, a la vez, si había visto a alguien en las últimas semanas merodeando junto a su coche…

Según fuentes de toda solvencia, después de 40 años que acontecieran los hechos, todavía está preguntándose el cliente del taller ‘La Rinconada’, quién o quiénes fueron los responsables del ‘sabotaje’. Feliz día de los Santos Inocentes. /Texto: Enrique López.

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Todavía está en la memoria de muchos portuenses vivos, el recuerdo de aquellos trabajadores, muchos de ellos que se buscaban un sobresueldo como porteros o acomodadores en el Teatro Principal, propiedad de la empresa Nuchera, hasta que aquel fatídico día de marzo de 1984, el fuego acabó con sus tablas. Trabajaron para todo tipo de públicos, con espectáculos de teatro, variedades  y cine, y hacían de niñeros en la función infantil de las cuatro de la tarde con las películas dominicales.

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Delante del ambigú del Teatro, que regentaban Rafael (Falu) e Isabel Vélez Rodríguez. De izquierda a derecha, Robles, que además de portero era el conserje del Teatro junto a su esposa Remedios; Garrucho; Guelfo, toda una institución, Marbella quien fue también portero del equipo del Racing y Manuel Enriquez. El ambigú como hemos dicho lo atendía Falu la zona de butacas, palcos y plateas. Paraíso y General lo atendía Isabel, a quienes los domingos ayudaban sus cuñadas Etelvina Varela y Charo, la mujer de Falu y madre de Mari Cheli y Rafael..

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De izquierda a derecha, el policía local Cárdenas, Chano, Manuel Cruz Llamas, "Manolito"; Manuel Gutiérrez García; Manuel Gatica Ramírez, conocido por el "Gordo Gatica", alma mater del fútbol base en esta ciudad durante muchos años fallecido hace algo mas de cinco; guardia desconocido;  Francisco Gatica Ramírez y Antonio Marente Altamirano, fallecido un par de años después de ser tomada la fotografía. En el centro de la imagen,  agachado, Diego Ortega Valenzuela, bombero. Carnaval 1983.

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En la tercera Fotografía,  del Café Bar  ‘La Concha’, propiedad de Prudencio Rábago de Celis, que aparece en la instantánea a la izquierda junto al camarero encargado del bar. 10 de diciembre de 1957. /Fotos: Colección V.G.L.

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ramonvelez_1960_puertosantamariaAunque un poco tarde, acogiéndome a lo que nos dice el refrán ‘más vale tarde que nunca’, quiero escribir de Ramón Vélez González, ‘Ramoncito del Barrio’ para sus contemporáneos gaditanos, bailaor profesional nacido en Cádiz el 15 de julio de 1927 y fallecido a los 86 años en El Puerto, el 17 de septiembre de este año 2013, ciudad que lo acogió con con un cariño recíproco, desde su jubilación a principio de la década de los 90 del siglo pasado. Vivía en la barriada de la Playa. /Ramón Velez, en su etapa de bailaor, en 1960, con 33 años.

Hablar con Ramón era una verdadera delicia. Tuve el placer de conversar con él en innumerables ocasiones. Hombre con numerosas vivencias flamencas, era una enciclopedia. Él mismo se tachaba de tener mala lengua, tenía el donaire de Cádiz.

En 1948 fue contratado por Manolo Caracol y Lola Flores, junto al genial Beni de Cádiz --fueron como hermanos-- recorriendo mucho mundo flamenco con penas y glorias, por teatros, festivales y salas de fiestas de aquellos años. Estaba casado con la bailaora y bailarina madrileña María de los Ángeles López ‘La Princesita’, nombre artístico en sus comienzos, posteriormente ‘La Prince’, con quien tuvo tres hijas: Rocío, Milagros,  a la que llaman 'Nena' y Marian, casada esta última con Guillermo Ramírez, músico al igual que su padre, Francisco Ramírez Tallón 'Koky' (ver nótula núm. 349 en GdP).

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De izquierda a derecha José María de la Isla, Miño Loja, Beni de Cádiz, El Pescaílla, Enrique Pantoja, Pepe Márquez Jefe de Ventas de González Byass, Ramón Vélez, Paco Fernández, coreógrafo, Joaquín Romero, cómico y Gabriel Cortés. Abajo, Pepito, sobrino de Lola Flores, Melchor de Mairena hijo, Manolito y Ricardo un desconocido amigo. Bautizo de la segunda hija del artista: Milagros.

Me contó Ramón una anécdota que paso a relatar. Cuando llegó a Madrid a finales de los años cuarenta el Beni y el propio Ramón le pidieron a Manolo Caracol un anticipo para poder comer y buscarse una pensión donde cobijarse, «Veníamos de un viaje de muchas horas sin comer y mal dormir en aquellos trenes de vapor», recordaba. Se aposentaron, dejando las maletas de cartón y entraron en un restaurante del centro de Madrid, acompañados por Pepe Jiménez 'Bigote' (ver nótula núm. 215 en GdP) vieron pasar un camarero con platos de filetes de gran tamaño y sus correspondientes patatas. Ramón se dirigió al sirviente: «--Por favor nos trae dos platos de carne y muchas papas fritas». Al finalizar el yantar, le preguntó Ramón a el Beni: «--¿Que tal has comido?», a lo que éste le respondió: «--Te voy a decir una cosa, Ramón de mi alma, yo no me muevo de Madrid, por la gloria de mis muertos», del hambre que se había quitado. También fue íntimo de Chano Lobato, sintiendo mucho la pérdida del duende del compás.

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De izquierda a derecha, Antxón, Jefe de Ventas de González Byass, Antonio González 'el Pescaílla', 'La Polac'a, Ramón Vélez, Pepe Márquez Jefe de Ventas Nacional de González Byass, Paco Aguilera guitarrista de Lola Flores, detrás: el marido de 'La Polaca' y Juan José, recitador.

La última vez que nos vimos fue en el Bar Fermesa ‘El Rincón del Arte’, situado en la esquina con Ronda de las Dunas, con Jerónimo Jimenez. Allí le entregó a su propietario, David Oliva Villar (ver nótula núm. 1.517 en Gente del Puerto) el primer traje que utilizó bailando en su presentación en Cádiz, para que quedara como recuerdo unido a la gran colección de fotos y objetos flamencos que allí se pueden contemplar.

Me tuvo informado mi compadre y amigo Luis Gatica (ver nótula núm. 112 en GdP) de la enfermedad de Ramón Vélez. La nota triste fue en el Tanatorio de El Puerto: solo estuvieron presentes su mujer, hijas, yernos y algún familiar. Es una pena que un artista de estas características, que al dejar el mundo artístico fue inspector de ventas --representante-- de las Bodegas González Byass en Madrid y Sevilla, bailaor que recorrió medio mundo actuando con los mas grandes del flamenco, se fuera sin hacer ruido.

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Ramón Vélez con 'Prince' y sus hijas Rocío, Milagros 'Nena' y Marian.

En 2001 publicó un libro autobiográfico: ‘Mi vida contada. Un bailaor flamenco de los años cuarenta’, para el que contó con la ayuda del porteño Javier Renedo Varela, en la colección ‘Calle Ancha’, patrocinio de la desaparecida Caja San Fernando.

Es ley de vida, amigo Ramón, que nos tenemos que marchar con los que no vuelven. ¡Con el miedo que le tenías tu a ese trance! Solo te digo que te lo pases bien donde estés, acuérdate de lo bueno y dale un fuerte abrazo a Benito y a Felix de Utrera, si te los encuentras, de mi parte. A tu esposa e hijas, lo siento. Se nos fue un bailaor con el sello autóctono de la escuela gaditana. /Texto: Antonio Cristo Ruiz.

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