Queremos, en esta ocasión, dar a conocer un pequeño incidente ocurrido hace más de un siglo, que tal vez pudo condicionar junto con otras circunstancias, la vida de un portuense eminente: Ramón Arvilla Colóm, prestigioso empresario vitivinícola, cosechero, criador y exportador, dirigiendo junto con su hermano José María la empresa familiar “Arvilla y Cia.” entre cuyos reputados caldos figuraba el amontillado “Coquinero” que posteriormente comercializará Osborne.

Republicano vocacional y practicante católico, formó parte de la Corporación local en los primeros años del siglo XX y anteriormente presidió el Círculo Peralista y fue uno de los albaceas de Isaac Peral, desaparecido desgraciadamente para la ciencia, en 1895, y vocal de la primera asamblea de la Cruz Roja local.
Había nacido en El Puerto de Santa María, hIzo ahora 150 años, el 25 de octubre de 1864. Curiosamente, tuvo de padrino de bautismo a su tío materno que se llamaba Cristóbal Colom. Era el mayor de los cinco hijos del matrimonio formado por Manuel Arvilla Azcárate y Dolores Colom del Hierro y nieto del laureado Brigadier de Infantería por sus acciones en la defensa del Trocadero, en la Guerra de Independencia, Manuel Arvilla, nacido en Eraso (Navarra).
LOS 'DETENTE'.
Esta dualidad ideológica del Sr. Arvilla, republicano y católico practicante, originó un curioso intercambio de notas y cartas abiertas con republicanos anticlericales, publicadas en la prensa nacional. La polémica tuvo su origen en una costumbre muy extendida en esos años finales del siglo XIX de colocar una plaquita o chapa metálica de forma ovalada con la imagen xerografiada del Sagrado Corazón de Jesús en la puerta de entrada de las casas, chapas de la que existían distintos modelos, con diversas frases y eslóganes. Se las conocía y nombraba como “Detente” por el texto más popular y extendido que figuraba en muchas de ellas: “Detente enemigo que el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo”. Su simbolismo era claro, proteger de cualquier mal a los moradores de la casa que, al mismo tiempo, se identificaban públicamente como fervorosos católicos y seguidores de esta iniciativa jesuita tan popular.
Vivía el joven y emprendedor Ramón Arvilla junto con su esposa, Victoria Laborde Winthuysen, y dos hermanas solteras, Pilar y Milagros Arvilla, en la casa número 14 de la calle Ganado, que hacía esquina con la de Nevería, una esquina de muy reciente creación al haberse prolongado dicha calle en un nuevo tramo que conectaba y daba acceso al recién estrenado Ayuntamiento. Una de estas chapas estaba instalada en el dintel de la puerta de acceso a la vivienda, dentro del zaguán o casapuerta. Esta inocente incidencia le ocasionó duras críticas en sectores radicales del republicanismo local.
Un correligionario de esa tendencia, de apellido Tomeu, hace ahora 115 años, escribió una carta abierta, publicada en el semanario de difusión nacional “El Motín” del 29 de octubre de 1899, de la que reproducimos el siguiente párrafo: “…aquí, en El Puerto de Santa María, un republicano y federal, Ramón Arvilla, ha colocado en la puerta de su casa esta chapa, símbolo de reacción y carlismo (los soldados carlistas usaban como escapularios estos “Detente”). Concibo que algún republicano, bien por falta de magín o por exceso de pusilanimidad, se atreva a combatir claramente a la iglesia; pero de esto a arrojarse en brazos de la reacción hay mucho trecho, y máxime si el que lo hace es persona ilustrada, que sabe mejor que yo los cadáveres que tiene que pisar y el río de sangre que vadear para ir desde el campo republicano a las tiendas del carlismo… la extrañeza por el acto de referencia ha sido grande, por ser el Sr. Arvilla hasta ahora hombre que ha inspirado a todos los suyos, privados y políticos, con la honradez más estricta; siendo esa la causa de que haya desfilado por delante de su puerta todos los republicanos de esta población; ninguno quería creer lo de la chapa sin verlo por sus propios ojos.”
La respuesta de Arvilla, una de cuyas hermanas había profesado como religiosa en las Madres Reparadoras y que, en esas fechas, andaba más que ocupado en organizar y dirigir una fábrica de electricidad en la vecina ciudad de Sanlúcar, donde había obtenido una concesión municipal, cuyos derechos cedería posteriormente a la Compañía Andaluza de Electricidad (CAE), de la que era accionista, fue rotunda y tajante, reafirmándose en su religiosidad y la compatibilidad de su conducta con el ideario político que abrazaba.

No conocemos en detalle los perjuicios que, a nivel personal y económico, pudo ocasionarle este incidente. En los años que siguieron todo apunta a que su trayectoria como empresario perdió fuerza y, políticamente, intuimos que también. Algo se puede vislumbrar, anticipado en una semblanza suya que publicó la Revista Portuense, sobre la desilusión, que fue acumulando por esta época, cuando en uno de sus párrafos decía: “No queremos ocuparnos de los desengaños que habrá recibido después, al considerar que gran número de amigos y entusiastas en los años de apogeo de Peral, le abandonaron ruinmente.”
Años después tomaría una decisión trascendente: abandonar El Puerto. En 1909 pidió un préstamo que nunca liquidaría a Pedro Hernández Carrera de 20.000 pesetas, aportando como garantía de pago su casa de Ganado 14, que en esa fecha era de su completa propiedad al haber comprado la parte de su hermano José Arvilla, brillante ingeniero que llegó a ser jefe del Departamento de Industria del Consejo del Monopolio de Petróleos y, políticamente, la otra cara de la moneda, en el año de 1898, cuando sus negocios atravesaban una etapa boyante.

Postal del Teatro Colon, de Buenos Aires, año en el que se trasladó a vivir a Argentina y de donde no regresó.
Con ese capital, emigró a Buenos Aires junto con su esposa y su único hijo, Manuel Arvilla Laborde, buscando nuevos horizontes, oportunidades y tal vez mayor tolerancia y comprensión en su madurez –tenía 45 años-, sin que hayamos podido encontrar más información de él, salvo la noticia de su fallecimiento, décadas después, allá en Argentina, de donde nunca más volvió. /Texto: Antonio Gutiérrrez Ruiz - A.C. Puertoguía.












Gonzalo Ganaza Sánchez, nacido en El Puerto hace 72 años, se crió junto con sus siete hermanos cerca de la Plaza de Toros. Desde pequeño ya fue aprendiendo el arte de emprender observando el negocio de su padre, un vendedor al por menor y al por mayor de fruta.


Así está Jesús: "Están siendo unos días muy felices a nivel profesional. Parece que después de tantos años de esfuerzo, están viniendo las recompensas que te ayudan a seguir hacia delante y a no desfallecer en el intento. Mientras no paramos de trabajar en nuestro próximo cortometraje, hace unos días me enteré de que mi obra de Microteatro Musical, ‘El Paro Mata’, fue seleccionada en Microdebut Málaga y se estrenará el próximo 5 de Noviembre [se representará todos los miércoles de noviembre]. Desde que me enteré no he parado de conocer a personas que se están volcando con el proyecto y que me están ayudando con la preparación.
Rafael Gálvez Pallares, tiene 78 años de edad. Este hombre del mar, aficionado a los pájaros, nació con la Guerra Civil, en 1936, en el que El Puerto conoció varios alcaldes. Ramón García Llano accedió a la alcaldía de forma accidental el 3 de enero, sustituyendo a José Luis Macías Caro. En las elecciones municipales celebradas a mediados de febrero resultó elegido Francisco Veneroni Arcos, al frente de la coalición electoral de izquierdas denominada Frente Popular. Al mes siguiente tomó posesión de la alcaldía, el 18 de marzo, José Blandino Mitjes y al mes siguiente el 24 de abril, Manuel Fernández Moro, que es desalojado de la alcaldía tras la sublevación militar del 18 de julio, desapareciendo, sin que hayan sido hallados sus restos mortales. El día de la rebelión ejerció en funciones de alcalde el teniente Fernando Ristori; luego el 27 de julio, el capitán Ramón Iribarren Jiménez ocupa el sillón de primer edil y será el 23 de diciembre cuando, subiendo el escalafón en la graduación militar se hará cargo de la vara de alcalde el coronel Ángel Guinea de León Garavito.
NAUFRAGIO DEL DUCAL.

En Cádiz y su provincia se leía el Diario de Cádiz y su Departamento, La Hoja del Lunes para el descanso y en Jerez, el periódico Ayer y también La Hoja del Lunes de Jerez. El Puerto de Santa María sólo tenía un rotativo semanal de 4 páginas, denominado CRUZADOS, que ya su propio nombre indicaba perfectamente su ideología. Hubo un intento fallido a finales de los 60 con un proyecto editorial, sufragado entre todos para un periódico semanal a cuatro tintas de 16 páginas, de excelente tirada y mejores redactores. A cuatro tintas y 7 columnas, lo comprábamos todos a pesar que los sectores reaccionarios se negaban a incluir publicidad en él, desde el momento que se descubrió que no era afín al régimen aunque explícitamente no se decía, esta aventura duró casi tres años. Era tierno comprobar como las mujeres de camino al mercado paraban por la Librería Cortés porque la otra de un tal Jiménez se negaba a venderlo. Las ediciones se agotaban y se podía seguir saliendo a la calle, pero la mano del régimen franquista era larga y se inventaron un escándalo y su director fue desterrado también: ¡Cosas de ese período de nuestra historia reciente tan cruel con los vencidos! Tan cruel, que ni siquiera ahora nos dejan recuperar a nuestros muertos a pesar de que muchos de ellos ya han sido localizados por las cunetas españolas en fosas comunas: ¡España!


A la izquierda, dibujo aproximado de la planta del hipogeo 2, aun no excavado, enviado a Madrid, a Diego Ruiz Mata en el año 1983.
Imagen de la Cueva Cantera. /Fotografía de José Ig. Delgado Poullet, Nani.



Finalmente, pero solo hasta el momento, en el año 2011, unos pescadores nos avisaron que en el gran espigón Sur del río Guadalete, en su desembocadura, se encontraba una piedra con unos grabados. Efectivamente, una gran piedra que a pesar de estar fracturada, conserva más de dos metros de altura y uno treinta de anchura, esta tallada por los tres lados que conserva. En la cara posterior está cubierta toda la superficie con pequeñas cazoletas, así como la lateral que también tiene otros grabados. Pero sin duda es la cara que consideramos delantera la que presenta una serie de grabados en círculos y otra serie de trazados que parecen estar en bajorrelieve.






