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Agustín Vela Mariscal (1914 -2005), hijo de Antonio y María vivió casi 92 años, era el segundo de siete hermanos. Nació en la Granja San Javier, en la zona del Molino, junto al actual Parque del Vino Fino, terrenos que él había labrado en su juventud, pues se sentía hortelano y presumía de ello. Estudió poco tiempo, un año, pero le cundió y aunque fue una lástima que no continuara estudiando por tener que atender las obligaciones del campo, era una persona con una inteligencia natural innata. De niño, con apenas 10 años, llevaba, casi a diario, las frutas y verduras a Cádiz en el Vapor, donde alguien las recogía. Empezó a vender huevos, en canastos de la granja,  en la Placilla, delante del almacén de Nicanor. De jovencito llegó a ganar un concurso adivinando si los huevos de granja estaban sanos o si, por el contrario tenían alguna tara.

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Los padres de 'el Vela': María Mariscal Muñoz, natural de Cádiz pero oriunda de Jerez, y Antonio Vela Aragón, natural de Chiclana.

El día de su nacimiento la Comisión Europea, publicaba un proyecto de reforma de la agricultura, la verdadera vocación de Agustín. Ese año se abriría al tráfico marítimo el Canal de Panamá y Benedicto XV sucedería en el papado a Pio X. También 1914 es el año de la I Guerra Mundial, el 28 de julio declararía la guerra Austria-Hungría a Serbia; el 1 de agosto Alemania a Rusia; el 4 de agosto, Alemania a Francia y el Reino Unido a Alemania; el 5 de agosto Austria Hungría a Rusia y el 23 de agosto Japón a Alemania. Agustín venía al mundo en un ambiente enrarecido en la convulsa Europa de principios del siglo XX.

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Agustín, de soldado, el segundo por la izquierda, en un bar de Córdoba. Hizo la mili junto al que fué ministro franquista, José Solís Ruiz --con quien mantuvo siempre una dilatada correspondencia-- y con el porteño Manolo Gatica. Le escribía las cartas a los soldados que no sabían leer y escribir.

Se marcha al servicio militar, estando principalmente en la Sierra de Córdoba, y también en Málaga. En Córdoba le cogió la Guerra Civil Española, con 22 años. Algunos historiadores la consideran como el preámbulo de la II Guerra Mundial, puesto que «sirvió de campo de pruebas para las potencias del Eje y la Unión Soviética, además de que supuso un desenlace, principalmente a raíz de la llamada Revolución social española de 1936, entre las principales ideologías políticas de carácter revolucionario y reaccionario (o contrarrevolucionario) que entonces se disputaban en Europa y que entrarían en conflicto poco después.» (W).

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Agustín, a caballo, en la Granja San Javier.

Vuelve a El Puerto tras la guerra y se incorpora a la huerta familiar, a la Granja San Javier para, más tarde, trabajar con el mayorista de frutas y verduras Felix Pérez Peral, donde cobró sueldos por encima de la media y es que, Agustín cobraba más porque era el que más trabajaba. Iban a Sevilla o Málaga en camiones a buscar el género y por el camino ni dormían, vigilantes, para que no les robaran la mercancía.

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Agustín, ante el puesto de frutas y verduras en el exterior de La Placilla. Hubo un tiempo en el que las autoridades municipales decidieron, no solo impedir los puestos al aire libre, sino que eran perseguido por  los guardias municipales. Más de una vez le requisaron el género y él siempre pedía que 'lo entregaran al Asilo de Ancianos'.

Su abuelo tenía una huerta alquilada y con el reparto que dio la cosecha instaló un pequeño puesto en la Placilla, delante de la que luego sería su casa, precursor del gran puesto familiar de los Vela de toda la vida. Existían precedentes familiares, ya que la hermana de Agustín, Manuela, ya tenía un puesto de verduras en la calle Luna.
La aventura de la compra de género era algo cotidiano, hasta llegar a conocer todos los campos de El Puerto, Rota, Sanlúcar y Chipiona. En esos trances lo ayudaba Juanele  --Juan Robles-- un hombre fuerte que le acompañaba en el acopio de aquellos productos de primera necesidad.

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Ante el monumento del Sagrado Corazón, en la Plaza de los Jazmines, camino de la Feria situada en la Victoria, con su mujer y parte de los hijos.

LA FAMILIA DE AGUSTÍN.
Tras cinco años de noviazgo, se casa con Carmela Durán Valle (fallecida en 2006), con la que tiene siete hijos, alcanzado la misma cifra de descendencia que hermanos fueron los Vela Mariscal. Así, los hijos de la familia Vela Durán son Mari Carmen, Agustín, Milagros, Antonio, Quisca, Conchita y María Jesús, esta última casada con el torero de plata, Gregorio Cruz Vélez. Todos pusieron su grano de arena en el negocio familiar, todos echaron una mano al padre y a su madre, quienes trabajaron muchas horas en el negocio para sacar tan larga prole adelante. La empresa, en sus mejores momentos, llegó a tener algunos trabajadores externos.

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Agustín Vela, al que gustaba ponerse para trabajar un gorro de paseo de los 'Marines' americanos. Fue el primer proveedor de la Base Naval de Rota.

EL PROVEEDOR DE LOS MEJORES.
Los principales restaurantes de El Puerto, Cádiz y Jerez y hoteles de la zona, así como ciudadanos de las poblaciones limítrofes --”el señorío de Jerez”-- venían a El Puerto a avituallarse y a comprar el género que ofrecía, por su calidad, presentación y exigencias, Agustín Vela. Fue el primer proveedor de la Base Naval de Rota y continuó siéndolo, incluso, cuando empezaron a salirle competidores que acababan tirando el precio de las mercancías. Al final, cuando no podían atender los compromisos, los americanos acababan acudiendo al puesto --o mejor dicho-- al mayorista/detallista de frutas y verduras porteño. Precisamente, muchos americanos venían a título particular a comprar a su puesto de La Placilla, y es que se corría la voz e incluso, venían conocidos de otros militares que, con anterioridad habían estado destinados en Rota.

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Carmela, la mujer de Agustín, con una cliente-amiga norteamericana. Lo cierto es que la clientela de 'el Vela' tenía sus preferencias: había quien prefería ser despachado por Agustín o por su mujer.

GENIO, CARÁCTER Y EXIGENCIAS.
Agustín era muy exigente, le gustaba la limpieza, la buena presentación del género, era un perfeccionista en su trabajo, lo que quizás hiciera que tuviera “prontos” que le dieron fama de tener mal genio. Pero se le pasaba pronto. Tenía mucho sentido del humor --señal de inteligencia-- o en palabras más coloquiales de otros: «--era un cachondo, con el que no tenías más remedio que reírte de sus ocurrencias». Tan exigente era que enseñó a medio campo de Sanlúcar a plantar los pimientos, porque, afirmaba: «--Los pimientos no tienen porque salir torcidos, eso es cosa de malletos malos».

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Agustín Vela, en 1933, posando en el Estudio de Castroverde. De futbolista y de paisano.

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Agustín, el segundo por la derecha de pie, con el equipo del Racing Club Portuense. El quinto por la izquierda es José Domínguez Neto, el sexto es Luis León: era un medio alto, muy seguro y de gran toque de balón. El portero es Joaquín Camacho, que vino procedente del Triana CF, padre de la mujer de José Antonio López Esteras. La foto está tomada en el famoso Campo del Tiro de Pichón, era un terrero de juego yerboso  y de grandes dimensiones. El Racing se trasladaría al campo de Eduardo Dato, allá por 1941. La foto está tomada en 1933.

FÚTBOL: RACING Y MIRANDILLA.
Desde muy joven jugaba al fútbol, a pesar de que el padre no le dejaba, abrumado por las obligaciones de atender la granja: el ordeño de las vacas, atender a los animales de granja o las labores del campo; aún así, harto de trabajar, Agustín se escapaba y entrenaba siempre que podía, para acabar jugando como titular, primero en el Racing Club Portuense y luego en el Mirandilla de Cádiz. Le llegaron a apodar “el caballo” por las patadas que daba --¿al balón o a los jugadores contrarios?-- lo cierto es que hubo un ajuste a patadas con dos hermanos futbolistas. Es verídico que fue un jugador muy reconocido, empero, una lesión de espalda le obligó a retirarse, ya que estuvo a punto de quedar tetrapléjico.

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Banquete homenaje a los jugadores del Racing Club Portuense, en 1935, el 23 de octubre. Entre ellos podemos ver a Agustín Vela, José Domínguez Neto, Paco Sevillano, Luis Ortega, Los Genaro, José Antonio Terrada Alemán y Antonio Torre Santiago.

Magnífico bailarín, en el Casino “hacía raya”, tenía como pareja de baile a la señorita Blanquer, hermana de Anita y Teresa. Muy religioso, era devoto de la Virgen de los Milagros y uno de los que acompañaban al paso de la patrona, cuidando de uno de los laterales del mismo. Ayudó siempre que pudo a las Hermanitas de los Pobres que existían en la calle Cielos y al Asilo de Ancianos.  El almacén de frutas y verduras cerró, tras el fallecimiento de los iniciadores de esta saga en El Puerto, el año de 2007.

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Agustín Vela, en una instantánea tomada en las Bodegas Terry, con Miguel Reina, portero que fuera del Atletico de Madrid y tambien del Barcelona. Su hijo, José Manuel, es decir, el nieto del cocinero del Hotel Meliá Caballo Blanco, con quien Agustín mantenía una buena amistad, es en la actualidad jugador de la selección española y del Liverpool.

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La Tienda de Frutas y Verduras de Agustín Vela, en su última etapa.

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fraymanuelterceroderozas_puertosantamariaNatural de El Puerto de Santa María (Cádiz), fray Manuel Tercero de Rozas pertenecía por la rama paterna a una familia noble oriunda del  lugar de Busta, Valle de Soba, situado en las montañas de Burgos. Descendía de la casa solariega de Rozas de notables hijosdalgos desde tiempo inmemorial, como consta en el expediente de nobleza de su familia  que se conserva en el Archivo Municipal de  El Puerto de Santa María. (En el cuadro, Fray Manuel Tercero de Rozas, del Orden de San Agustín, Obispo de Ycosia y Asistente al Santo Solio Pontificio. Cuadro de la Capilla de San Pedro de la Iglesia Mayor Prioral. Foto: Colección Camilo González Selma).

Tomó el hábito de San Agustín en el convento de Jerez de la Frontera  el 24 de mayo de 1698  y luego residió en el de Sevilla algún tiempo. Asistente al Solio Pontificio ya en 1736.  Fue predicador de tabla.  Durante el mandato del arzobispo de Sevilla Luis Salcedo y Azcona es nombrado obispo auxiliar  del arzobispado de Sevilla  de 26-11-1727 hasta su muerte el día 4 de julio de 1752  y  se le concede el título de obispo de Icosia., ciudad situada cerca de Argel, la iglesia no estaba presente en esta diócesis pues estaba extinta,  generalmente la Santa Sede otorgaba la titularidad de alguna diócesis ya extinta y la auxiliar de alguna existente.

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Imagen aérea de la Iglesia Mayor Prioral. (Foto Jorge Roa).

Nombrado visitador  general del arzobispado lo recorrió sin descanso y fue muy estimado por los fieles.   El 4 de julio de 1735  se asienta   en el libro de  hermanos  como miembro de la cofradía de sacerdotes de San Pedro de su ciudad natal, tenía ya 61  años. Realizó numerosas confirmaciones en la Iglesia de los Venerables Sacerdotes y en la parroquial de San Esteban en   1736, En 1737 el señor Salcedo le encomendó la visita eclesiástica de Jerez y el 29 de junio de 1738 asistió al arzobispo en la iglesia de Umbrete en la consagración que celebró como obispo de Córdoba de don Pedro de Salazar. Celebró la dedicación de la iglesia parroquial de San Vicente Mártir el 3 de julio de 1740.

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Lápida de la fachada de la Prioral que da a la Plaza de España, en la que queda constancia de la consagración de dicho templo por el Obispo Manuel Tercero de Rozas, natural de El Puerto, el 19 de mayo de 1748. Se puede leer su nombre al principio de la quinta línea, empezando por abajo. (Foto VGL).

Consagró la Iglesia Prioral  dedicada a Nuestra Señora de los Milagros de El Puerto de Santa María, su localidad natal, el 19 de mayo de 1748.  Y en Sevilla consagró la iglesia del Convento de San Agustín  el 27 de junio de 1749, también   el 28 de abril 1749 consagró la iglesia parroquial de  Maria  Santísima de la Asunción de Arcos de la Frontera, como consta en el Sermón  que predicó en esa solemnidad don Juan Camacho del Real Caballero, impreso en Cádiz en 1750 en la imprenta de don Roque Gómez Guiraun y que se conserva en la Biblioteca José Celestino Mutis de Cádiz.

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Grabado de la catedral de Jerez, vista desde el Alcázar.

Fallecido el arzobispo Salcedo en 1741, Tercero se retira a Jerez en cuyo Alcázar se aposentó en lo que más tarde se conocería como casa del obispo,  allí en su oratorio realizó confirmaciones todos los días de fiesta y otros actos más solemnes en la iglesia colegial del Salvador. Fallece   según el Año Xericiense el 4 de julio de 1752 y es enterrado  al día siguiente en el convento de San Agustín donde vivió de religioso y del que fue su prelado. En el libro de asiento de hermanos de la cofradía de San Pedro de la Iglesia Mayor Prioral de El Puerto de Santa María,  figura el 5 de julio como año de su  muerte.

Textos: Ana Becerra Fabra.

calaveraprioral_puertosantamariaBIBL.: Diccionario enciclopédico ilustrado de la provincia de Cádiz, Tomo VI,  Caja de Ahorros de Jerez,  1985; Puerto de Santa Maria ilustrado y compendio historial de sus antigüedades (1764) Edición y estudio de Manuel Pacheco Albalate y Enrique Pérez Fernández,  El Puerto de Santa María, Ayuntamiento,1997; J. ALONSO MORGADO, Prelados sevillanos o episcopologio de la santa iglesia metropolitana y patriarcal de Sevilla con noticias biográficas de los señores obispos auxiliares, Sevilla, Librería e imprenta de Izquierdo y compañía,  1906.


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De izquierda a derecha, en la fila superior: Humberto Jiménez Ruiz, Enrique Fernández, Francisco Delgado Martín (dudoso), Juan José Lara Barea (+), Srta. Estrella, Juan Antonio Socastro Roso, Nene Cordero Toro Jesús Sala Romero y Vicente Perles Enrique. Fila del centro: Tomás Rodríguez Rendón, Eustaquio Pastor Ávila, Javir Alviol Camacho, Francisco Zamudio Domínguez, Ángel Gurrea López, José Luis Zacagnini Sancho de Sopranis, Manuel Medina Soriano y Miguel Ballester Maestre. Fila de abajo: Mariano Medinilla Cantera, Antonio J. Arjona; Martín Gutiérrez del Álamo, Francisco Mesa Galiano; José Ignacio Buhigas Cabrera, Adolfo, Francisco Lara Cordero,  y  Rafael Osborne Fernández.

Nueva fotografía tomada en la azotea del Colegio San José y San Estanislao, vulgo “La Pescadería”, durante el Curso 1959/60, Curso de Preparatoria. Más imágenes del Colegio en anteriores nótulas de Gente del Puerto, número 107, número 238, número 239.

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Bajada del Castillo. A la derecha, en primer término, el Colegio de 'La Pescadería'.

"Los lemas de Don Miguel Zea, desde el principio eran: “Quien bien conjuga y declina, sabe la lengua latina” y “los en -um, sin excepción, del género neutro son”. Con aquella disciplina y con unas buenas dosis de paciencia, Don Miguel nos fue introduciendo en el mundo clásico, casi sin darnos cuenta. Organizaba las clases, al modo jesuítico, con contiendas de dos bandos –los romanos y los cartagineses– para dar un incentivo de superación y competitividad a sus alumnos que éramos, luego, examinados en el Instituto de Jerez por el temible Don José López Cañete y por la señorita Socorro Ramos y –para la mayor gloria de don Miguel– superábamos, con un buen margen, las pruebas. Era terrible Don Miguel en el acto de lectura de notas mensuales: notas rojas (sobresaliente), azules (notable), verdes (aprobado) y negras (suspenso). Con sólo mirarte, Don Miguel te turbaba y te paralizaba." Luis Suárez Ávila.

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De izquierda a derecha, los ujieres: Antonio Camacho Gamero, Juan Galán González y desconocido a la derecha de la fotografía. Al centro los Clarineros, Arce y Joselete Viñas, flanqueados por los Maceros Municipales, Manuel Camacho Gamero, el hijo y Manuel Camacho Luque, el padre. La fotografía está tomada en el antiguo Palacio Municipal de la Plaza de Isaac Peral. A la izquierda, la gran puerta del balcón que da a la plaza Isaac Peral, a la derecha la balaustrada de la doble escalera de acceso a la planta principal, al fondo las dependencias de acceso al Salón de Plenos. (Foto Colección LSA).

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Los maceros muncipales Camacho padre e hijo.  La Reina de las Fiestas de la Hispanidad en 1963,  María Fernanda Osborne Medina, a su derecha el ujier Galán. (Foto: Archivo Municipal).

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Los maceros en la actualidfad: Enrique Ganaza Suano y José Rodríguez Barquín; el primero es ordenanza en la Casa Consistorial y el segundo, ordenanza en el Centro de Andultos 'La Arboleda' a quien le falta una semana para jubilarse. Ver más información de los maceros, en anterior nótula de Gente del Puerto, número 25. Esta fotografía está tomada hace aproximadamente un año. (Foto: Jorge Roa).

clementelopez_puertosantamaria¡Oh Clemente!. No, no es que una beata esté cantando la Salve Regina: o clemens, o piadosa, o dulcis, Virgo María. Es que Clemente se ha aparecido. Si usted es de los que yo pienso, usted no sabe, ni por el forro, quien es Clemente. A lo mejor se piensa que se trata del Pontífice Máximo del Palmar de Troya, o vaya usted a saber que es lo que se figura. Los designios del mundo esotérico son inescrutables. Por eso hay que andarse con mucho cuidado cuando se tratan ciertas cosas. Sobre todo, hay que tener ciertas prevenciones. Porque eso del más allá existe. ¿Usted no oyó que, en cierta ocasión  a fulanito de tal se le presentó un alma en pena y le dijo que ésto o que lo otro? Por lo general, dicen, los espíritus de los difuntos vuelven y pululan por donde vivieron, guardan lo que amaron y lo defienden de todo mal. Por lo menos no dejan vivir tranquilo a quien le haga la pascua. Cuando yo era chico no temía mas que a Clemente. Pero el temor era general: todos los niños de El Puerto nos horrorizábamos con Clemente. Pero, ¿quien es Clemente? Se nota que usted no es de El Puerto. Para lo que le importa, ni falta que le hace. Y espero, que para los desprovistos de memoria y para los recién llegados me explique.

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La Plaza de Isaac Peral, con sus araucarias, en la década de los cincuenta del siglo pasado.

Para aviso de caminantes y merodeadores debo advertir que a Clemente no se la engañado nunca, que tiene mas vista que un lince y que su venganza es terrible. ¿Usted sabe lo que es un  consejo de guerra? Pues Clemente te montaba, por poco menos que nada, un consejo de guerra. Pero sumarísimo. Después de hábil interrogatorio, se producía, casi simultáneamente, la sentencia, y se ejecutaba sin dilación: dos cachetadas, requisa de la mercancía y dar cuenta a los padres.
«--¿El investido de tan alta magistratura debió ser un buen mozo y fornido?».
«--Pues no, era bajito de cuerpo. Lo que ocurre es que en su territorio jurisdiccional no se pasaba nadie».

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Acuarela del porteño José Luis Molina Mora, inspirada en la fotografía anterior.

Dicen los contadores de cuenta y es cosa digno de contar que Clemente se ha aparecido, después de muchos años de muerto.
«--¡Oh Clemente!», dicen que grita cada vez que se le aparece al interfecto.
«--¡Oh Clemente!», repite cada noche, dando un repullo en la cama, el primer edil.
Lo que ocurre es que en el gabinete de prensa de la Casa Grande no quieren que se filtre la cosa. Pero hay quien no vive, ni come, ni duerme desde que el hecho se ha producido. Por eso dicen que el Hernán se levanta tan tempranillo --¿usted lo coge, o se lo explico?-- desde hace casi un año. Se ha movilizado, por orden superior, a María del Carmen García Sánchez, a Diego, el conserje del cementerio, y hasta a Paco “Poá”, para averiguar si el cuerpo de Clemente sigue o no bajo la losa fría del camposanto. Se ha mandado sellar su sepultura. Pero nada. Clemente se sigue apareciendo puntualmente, noche tras noche, al causante de su desgracia. Porque vagar como alma en pena y ver que se está haciendo es para echarse a llorar.
«--¿Pero, coño, quién es Clemente?».
--»Pues Clemente era el guarda de la plaza Peral y, si por coger una naranja te formaba lo que te formaba, figúrate tú la que le está formando al Hernán de los c......»
Luis Suárez Ávila.

Este artículo que evoca a Clemente López Ruiz, se publicó en Diario de Cádiz cuando se perpetró el arboricidio de la Plaza de Isaac Peral, con la destrucción de las araucarias y la subsiguiente reforma que dio como resultado la plaza enlosada en grés y mármol que ahora tenemos, una muestra más del singular enlosado urbano de finales del siglo XX y principios del siglo XXI porteño.

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En estos días se cumplen 10 años desde que Juan Espinosa, Juani el de Guadebro, nos dejara con apenas 57 años, huérfanos de un maestro de la cocina popular, de un alquimista de los peroles, que desde muy joven andaba buscando la piedra filosofal entre los fogones, de otra forma, mezclando salsas y sabores. Juani empezó muy joven siguiendo la tradición familiar heredada de sus padres, Eugenio y Milagros. Ayudando en el negocio familiar de la calle Cañas primero, luego en la Ribera, en el Restaurante Guadalete, en la Casa de la Aduana, y por último hasta hace 12 años y pasan ya los 35, en el bar-restaurante Guadebro, con desigual ritmo de trabajo y diferente capacidad de público, hasta su cierre.

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Juan Espinosa Palacios y José Simeón, muy jovencitos. (Foto Colección  Vicente González Lechuga).

juanespinosa_003_puertosantamariaJuan quería dejar la hostelería, a la que amaba y detestaba de igual manera, como los cabales de esta profesión. Su idea, hace 35 años, era la de instalar un bingo, negocio innovador para la época, de lo que tuvo que desistir, ante la cantidad de requisitos y permisos que tenía que cumplimentar, para regocijo de quienes amaban su peculiar forma de hacer cocina. En la imagen de la izquierda, Juan con su padre, en el bar de la calle Cañas.

Y hete aquí que Juani se embarca en la aventura del Guadebro, nombre prestado de la Inmobiliaria a la que compró el local donde se instaló, con dinero –poco- prestado. Juan se hizo famoso enseguida. Hasta allí llegaban de todos los puntos de la geografía provincial a probar sus garbanzos con chocos, los fideos con caballas, la raya al pimentón, el cazón a las mil maneras, los aliños diferentes, o aquella comida que el día, el mercado, y su imaginación emplataran para disfrute de sus visitantes.

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Juani, con sus padres, el día de su boda. De izquierda a derecha: Eugenio Espinosa Palacios, 'Nono'; la esposa de 'Juani', Maruchi Fernández y Fernández, hija de Antonio Fernandez Bernal, de la familia de los 'Chiquetes' de la Casa de la Aduana y de Maruja Fernández, además de hermana de Lali, la mujer de Manolo Toimil; Eugenio Espinosa Morales, el patriarca del Bar Guadalete;  Juan Espinosa Palacios, 'Juani de Guadebro' y su madre, Milagros Palacios Álvarez. Las señoritas de la derecha, familias del entorno que no identificamos.

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Foto tomada en al Bar Guadalete en los años 50 del siglo pasado. De izquierda a derecha: Antonio Nuñez, de Puerto Real; Fermín Romero Díaz, Eugenio Espinosa Morales, Pedro Palacios García, Juan Espinosa Palacios  y Manuel Lores, expresidente del Racings Club Portuense. Detrás·s están los camareros Eugenio Rodríguez Palacios y Antonio Oviedo, actualmente Fontanero. (Foto Colección Vicente González Lechuga).

ALBERTI PROBÓ SU COCINA.
Alberti fue homenajeado allí, en el primer homenaje popular que le tributó El Puerto, con un Juan que no se recató en decirle que él era conservador, y amigo de la Guardia Civil de entonces. Mucha gente pasó por Guadebro a probar las excelencias de Juan, que ya figuraba en las guías gastronómicas.

EN LAS GUÍAS GASTRONÓMICAS.

En la ‘Guía con Encanto: De Tapas por Cádiz y el Marco de Jerez, de El País/Aguilar, se puede leer lo siguiente: “Sus guisos de pescados y mariscos son el deleite de todo el que en este establecimiento recala. Tiene una clientela que no pide ni pregunta lo que hay, sino que espera que Juan ‘les ponga de comer’, tal es la fe que en sus guisos tienen”. Así era Juan, que al que llegaba nuevo, de fuera, le quería hacer probar toda la carta en el mismo día. Una cocina de recursos que alternaba con la alta gastronomía cuando era preciso: una cocina basada en los guisos marineros de alta mar, al alcance de los incondicionales de Espinosa.Juan recordaba que en los negocios de su padre paraban marineros que cocinaban bien y, que de ellos aprendió recetas y preparados que daban un sabor diferente a sus elaboraciones. La comida artesana, siempre por delante de los fast food, como no puede ser de otra manera.

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Juan, con sus hijos en una caseta en la Feria de Primavera, junto a Miguel Fernández Mancha, que trabajaba en la "Casa Bomba" en la Base. Era de Ronda y muy amigo de Juani.

LA ENFERMEDAD COMO CAMINO.
Era un hombre trabajador y emprendedor, que aprendió mucho durante los nueve años que luchó contra la enfermedad y –a decir de los suyos-, quienes le rodearon también aprendieron de él, como atestigua quien esto firma. Le dieron pocas expectativas, y ya ven, casi diez años con el estigma de la enfermedad a cuestas. Decía: “—Yo lo voy a conseguir. Voy a vencer a la enfermedad”. A punto estuvo de conseguirlo con la fuerza de su carácter y genio.

LO PRIMERO, DAR DE COMER.
Tenía un genio fuerte. Fuerte para apabullarte a atenciones, para recriminar a quien fuera su desacuerdo con tal o cual cuestión, o para transmitir sus más profundas e íntimas sensaciones: las de un hombre cabal, entregado, que no sabía decir que no, en un bar, donde siempre dejaba fiado. Y eso es un dato: antes estaba dar de comer que cobrar por el servicio.

ostrasdelsur_puertosantamariaOSTRAS DEL SUR.
Emprendedor como pocos, Juan instaló durante años, la caseta de Feria 'Ostras del Sur', en Jerez y El Puerto con su compadre y amigo Carmelo (el taxista que acompañaba al Cochino a Madrid, un hombre legal ya jubilosamente jubilado, de confianza, amigo también de Luis Fernández Chulian, también Exportador de Pescados y Mariscos) y un portugués que se llamaba José Manuel Seixas Dos Anjos; era grande también este  portugués porteño de toda la vida que nos dejó hace escasas fechas. Juani se reunía con buena gente... Y se fue también a la Feria del Campo, a Madrid, llevando los productos de la zona. Eran famosos los concursos de apertura y presentación de ostiones, que él preparaba y conocía como nadie.

HACE 10 AÑOS…
Juan Espinosa, Juani el de Guadebro nos dejó en agosto de 1999, a su mujer y a sus cinco hijos; a una parroquia fiel; a muchos amigos; a los seguidores de la cocina tradicional marinera; a los turistas a los que sabía descubrirles con la gastronomía las interioridades de este Puerto cosmopolita y socarrón; a los pescaeros de la lonja y de la plaza, con los que gustaba compartir las horas que le robaba de madrugada al sueño; a los antiguos feriantes que se sentían acogidos en la Ostrea; a los marineros que regresaban  con sus historias inenarrables: a la familia de la hostelería, que recalaba de paso a tomar la penúltima en su casa; a los porteños que, de su mano, descubrimos que no sólo con palabras se vive y se comparte un Puerto multimilenario.

caballasconfideosLA RECETA DE JUANI: CABALLAS CON FIDEOS.
Ingredientes para 4 personas:
½ k de tomates, ½ k de cebollas, 3 pimientos, 3 dientes de ajo, fumet de marisco o de pescado, vino fino de El Puerto, una copa de brandy de El Puerto, tomate frito, azafrán, aceite, sal, 150 grs de fideos gordos (del 4), 4 caballas

Cortar las cabezas de las caballas y cocer en abundante agua con sal cuando estén cocidas, limpiar de espinas, y sacar los dos lomos de las caballas, reservar. Picar todas las verduras y sofreír en aceite con sal, cuando esta todo refrito echar un  paquetito de azafrán, una cucharada de pimentón, el vino fino (de dos a tres vasos), la copa de coñac y el tomate frito ( al gusto para darle color).Se deja hervir unos minutos para que se evapore el fino y el coñac y se incorpora el fumet dejando hervir durante 15 minutos. Finalmente se echan los fideos y se cuecen hasta que estén al dente, es decir que estén un poco duros por su parte central. Terminar introduciendo la caballa previamente reservada en los fideos. Emplatar y servir acompañado de un vino de la tierra.

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(Continuación). Descubriremos ahora nuevas facetas de Críspulo Martínez: empresario taurino y promotor constructor nada menos que del desaparecido Teatro Principal. Para enterarnos de su participación en esta última actividad, en la que podremos ver nuevamente su talante oportunista, sin que con ello queramos adjetivar peyorativamente su comportamiento, mas bien todo lo contrario, y también su  capacidad organizativa, recurrimos a un texto de José Ignacio Buhigas, actual Archivero Municipal, quien, con su contrastada maestría narrativa, nos ilustra al respecto:

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El Teatro Principal, a principios del siglo XX. (Foto Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

EL TEATRO PRINCIPAL.
En 1842 la Junta de Beneficencia de esta ciudad elaboró un proyecto para construir un teatro por acciones en el local que poseía, calle Luna, esquina a la de San Bartolomé conocido por el nombre de Trabajadero de la Compañía, agregándole el antiguo reñidero de gallos que se halla a su espalda.
El objetivo de este teatro era el de sufragar las necesidades de un asilo piadoso y alentaba la Junta de Beneficencia a los vecinos a que consideraran que no deben mirar con indiferencia que les aventajen  los de las ciudades inmediatas en celo y amor por su país, edificando los de Jerez una costosa plaza de toros que ha arruinado la de esta Ciudad; y los de Sanlúcar un teatro cual nunca tuvieron y señalaba que el teatro será un monumento de gloria que trasladará las generaciones futuras su generosidad y su civismo.
El capital se conseguiría a través de 80 acciones de 2.000 reales y otras 20 más que representaría la Beneficencia. Sin embargo, un año más tarde la única esperanza de que se llevara a efecto el teatro era una proposición de data a censo hecha por don Críspulo Martínez, ya que la Diputación había prohibido invertir cantidad alguna del fondo de Beneficencia en la obra, ni puede distraerse para pago de premios de los accionistas ni algún otro objeto y las circunstancias de que el comercio de extracción de vinos estaba en el mayor abatimiento por un tratado con Gran Bretaña aconsejaban dejarlo para una época más prospera.

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El Teatro Principal, poco antes de su desaparición, pasto de las llamas. (Foto Colección Carlos Pumar Algaba).

La esperanza se cumplió: don Críspulo Martínez tomó a censo el solar y en mayo de 1845 estaba a punto de concluirse la construcción del teatro. El 18 de junio de 1845 la Academia Nacional gaditana de las Nobles Artes elaboró un informe del reconocimiento del edificio en el que resaltaba por su importancia y novedad una serie de detalles de la construcción, sobre todo de los palcos, el cielo raso y la cubierta; señalaba que las maderas eran de pino Flandes, que el ornato era bello y elegante y dispuesto con tanta ligereza y buen gusto que nada deja que desear y que su cabida era de 1.200 personas sentadas y 300 de pie, para concluir: en suma, este bello teatro, por su acertada y bien entendida construcción, su decoración y cabida, es digno de figurar en una capital

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Octavilla publicitaria de una función en el Teatro Prinicipal en 1883. (Colección de Tomás Ramírez).

PROBLEMAS CON LOS TOROS.
Los amigos de la fiesta nacional por excelencia, esos aficionados de El Puerto, ciudad de tan gran tradición taurina, sufrieron numerosos contratiempos, incontables penalidades en esta mitad del siglo XIX debido a las dificultades que se fueron sucediendo un año tras otro para gozar y disfrutar de espectáculos taurinos, cuya escasez era notoria, privando cada primavera y verano a un nutrido grupo de fervorosos admiradores del arte de torear de tan popular diversión.  Los empresarios brillaban por su ausencia. Había demasiadas formalidades que cumplimentar, excesivas cargas y  escasa colaboración de las autoridades a las que solo parecía importarle acceder gratuitamente a los espectáculos. Añádanle a lo dicho unas instalaciones deficientes y caras de mantener de un año para otro y el resultado es fácil: ausencia de beneficios y, por tanto, pocos espectáculos.

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“Descanso en la Plaza de Toros”. Obra de José María Uría, año 1870. Palacio de Meres. (Asturias).

Esa inquietud y malestar generalizado entre los aficionados locales animaron a un grupo, digamos pudiente,  a tomar la iniciativa y poner en marcha los mecanismos necesario, utilizando todos los recursos e influencias a su alcance para construir una plaza que sustituyese al arruinado coso existente, inservible para organizar espectáculos en sus instalaciones. Martinez Alfonso lo cita así en su gran obra “Plaza Real”: “Corría el año 1843. A iniciativas del Alcalde, D. Juan José Gay se va a crear una empresa anónima con el fin de construir una nueva Plaza de Toros y restaurar así el antiguo brillo y tradición de la fiesta portuense.”  La sociedad, cuya primera Junta Directiva la compusieron Jose Maria Albareda, Carlos Carrera, Nicolas F. Galarza y Francisco Miranda se autodenominó “Asociación Propietaria de la Plaza de Toros”. Adquirieron las defectuosas instalaciones existentes en 90.000 reales, abonando tan solo 30.000, aplazando el pago del resto a 8 años, hipotecando la nueva plaza en garantía del pago.  Consiguieron que el municipio les cediera la propiedad del terreno que ocupaba la plaza, el corralón de los encierros y la manga –camino o vereda ancha empalizada por el que introducían el ganado que venía conducido en manada desde el campo por los jinetes-  instalaciones que totalizaban casi once mil varas cuadradas de superficie, dándole la propiedad a censo reservativo o data a censo y durante toda una década pudieron dar satisfacción a sus socios y a los aficionados en general en el terreno artístico pero, sin embargo, en el económico “los éxitos no fueron tan sensacionales como en su optimismo y decisión esperaban sus directivos.”

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Toros en El Puerto en 1871. 25 y 26 de julio. Toreros: José Ponce, Rafael Molina Lagartijo y Manuel Fuentes Bocanegra. (Archivo Osborne).

DON CRÍSPULO, EMPRESARIO TAURINO.
En esta nueva coyuntura negativa aparece como salvador nuestro don Críspulo, al que recurren, conocedor de sus habilidades en estos pantanosos terrenos, los miembros de la junta liquidadora de la ya extinguida asociación de propietarios para intentar salvar la temporada de 1854. Inicialmente firma, con fecha 17 de marzo, un contrato de arrendamiento de la plaza. El arrendamiento lo hace realmente a petición de José Luis Gay, y conjuntamente con este, digamos que el autentico aficionado, interesado en que continuase existiendo espectáculos tras el fracaso de la sociedad antes mencionada, bautizándose ambos arrendadores como “Empresa Popular” Pero debieron surgir serios problemas de carácter legal, amenazando los antiguos propietarios del coso, a los que se les debía gran parte del importe aplazado, con impedir la  celebración de cualquier corrida si no liquidaban la deuda, ejecutando la hipoteca existente. Ante esta tesitura,  el Sr. Martínez Segura,  pocos días después del compromiso antes citado, decide comprar la Plaza de Toros y sus instalaciones anexas, haciéndose cargo del pasivo existente, abonando asimismo el diez por ciento de las acciones que se le presentasen y rescata los terrenos, abonando la pequeña cantidad en que se había fijado su precio.

Goya+11+Suerte+de+VarasTodo lo expuesto le supuso una inversión aproximada de 105.000 reales. Cuatro meses después recuperó la mitad, vendiendo el 50% de la revalorada propiedad –reparado el anfiteatro, libre de cargas y con más de 10.000 varas cuadradas de terreno de plena propiedad- a los hermanos Ramona, Nicolás y Valentín Galarza, quienes explotan empresarialmente la misma como “Galarza Hnos.” y, debiendo marcharles bien los negocios, deciden comprar nuevamente el 50% restante, en esta ocasión pagando la cifra de 70.000 reales, eso sí, en cómodos plazos mediante pagarés a la orden de don Críspulo quien, asimismo, se asegura uno de los mejores palcos para poder presenciar con su familia, gratuitamente, todos los espectáculos mientras existan cantidades pendientes de pago. (Ilustración: 'Suerte de varas'. (1824). The J. Paul Getty Museum – Malibú, Los Ángeles).

Goya+10+Diversión+de+EspañaLOS TOROS A MEDIADOS DEL XIX.

En estas transacciones apenas encontramos dos o tres mil duros de beneficio. Estamos convencidos que la satisfacción de haber complacido a varios buenos amigos que confiaron en él para sacar del bache o del socavón en que se encontraban los espectáculos taurinos suplían y hasta superaba mejores ganancias pecuniarias. Esos buenos aficionados, clásicos y puristas, ajenos a los espectáculos circenses que se estaban prodigando y poniendo de moda en la época: señoritas toreras, peleas con fieras y las llamadas mojigangas, similares al las denominadas “charlotadas” de nuestra época, llenaban el ruedo con su presencia hasta que eran desalojado por los alguaciles a caballo, vociferaban emocionados en la espectacular suerte de varas, gritaban pidiendo banderillas de fuego si el toro no embestía y prorrumpían en frenéticos aplausos cuando caía abatido de una certera estocada. Ellos, los  Galarza, Carrera, Aramburu, Albareda, Gay… supieron elegir al hombre adecuado. (Ilustración: 'Diversión de España' (1824-27). Biblioteca Nacional. Grabado de Goya).

Entramos ya en la parte final de este extenso apartado dedicado a Críspulo Martinez... Y el final no es otro que la muerte. La suya ocurrió el 17 de febrero de 1873.  En los últimos años era su hijo Juan Antonio el que llevaba la batuta y será este el que en su calidad de albacea se ocupe del reparto de bienes y asuma las delicadas decisiones que hubieron de tomarse, en función de la situación financiera de la familia en el momento de la desaparición del patriarca.   (Ver en Comentarios, o pulsando aquí, las disposiciones testamentarias, arreglos y filigranas que hubieron de hacer sus albaceas).

Al final de sus días, superados los 70 años, no sabemos para que proyectos o causas, pero seguramente para adquirir bienes desamortizados que titularía a nombre de otros, se “entrampó” como hemos visto, falleciendo con números rojos… aparentemente. No doy crédito a lo que reflejan los documentos y he trasladado fielmente aquí. Sin duda, el dinero estaría muy bien invertido y las propiedades en manos de sus herederos. Sería su última y pícara jugada, probablemente, pues Don Críspulo es acreedor del dicho “Genio y figura… hasta la sepultura”.

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El Teatro Principal caería, pasto de las llamas, hace 25 años, en marzo de 1984. (Foto Colección Carlos Pumar Algaba).

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Los bomberos, actuando ante lo irreversible. (Foto Pedro Lara. Colección Manolo Morillo).

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Los bomberos, actuando desde La Placilla. (Foto: Pedro Lara. Colección Manolo Morillo).

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El Teatro, después del incencio, preparado para el derribo y la especulación. Al final, no se consiguió que aquel espacio quedara para equipamiento público y se recalificó el suelo para viviendas. Los propietarios del suelo obtendrían pingües beneficios y la Ciudad se quedó, durante 24 años sin un espacio escénico. (Foto Colección Carlos Pumar Algaba).

Los descendientes de D. Críspulo Martínez  entroncaron con conocidos y prestigiosos apellidos de la sociedad portuense: Julia, con Carrera; Elena, con Barreda y los de Juan Antonio, que casó con María Teresa Colom y Víctor y procrearon ocho hijos, con los Galarza, Álvarez Campana, García Valdeavellano, Govantes y Pico.

(Textos: Antonio Gutiérrez Ruiz.)

Del trabajo inédito:  PERSONAJES PORTUENSES  DEL SIGLO XIX.

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En la fila superior, de izquierda a derecha: Manuel Martínez Alfonso, José López Ruiz, Francisco Viseras Alcolea, Tomás Quiles Sáchez, José Cepero Peralta, Luis Gutiérrez Calvo, Joaquín Calero Muñoz y Ventura Lozano Moreno. Agachados, de izquierda a derecha: Ramón González Montaño, Ángel Angulo Fernández, Leonardo Romero Maure e Ignacio Pérez Blanquer. 29 de mayo de 1999, en la calle del Instituto Laboral.

Ya han pasado 10 años, fueron lo días 28 y 29 de mayo de 1999, cuando se celebró el primer y único encuentro hasta la fecha de antiguos alumnos del Instituto Laboral y Santo Domingo, para agradecer a la Comunidad Educativa su extraordinaria labor docente ya que desde los inicios de la década de los 50, hasta mediados de los años 70, la dedicación y conocimientos de los profesores que pasaron por el Instituto fueron esenciales para forjar una buena escuela de alumnos. Por eso las ideas fluyen como un torrencial de recuerdos y de añoranzas  al mencionar este emblemático Instituto del que Antonio de la Torre González fue su primer alumno. En aquellos tiempos difíciles la dedicación y los conocimientos del gran elenco de profesores fueron esenciales para forjar una buena escuela de generaciones de alumnos que durante años sucesivos iban a estar dirigiendo y ocupando puestos de responsabilidad en la sociedad española.

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Patio del Instituto, donde se celebró el acto de homenaje y donde se encontraba la campana que daba los avisos. Una frase publicada en  Diario de Cádiz, y que era el titular de una crónica sobre el homenaje a los profesores allá a finales del siglo pasado, que decía: Y TOBÍO VOLVIO A TOCAR LA CAMPANA…” Fue realizada por el director de Gente del Puerto José María Morillo, alumno que fue también del Instituto.

Durante dos días inolvidables se fundieron en un  solo cuerpo trabajadores y alumnos, pensamientos e ideologías, penas, alegrías, recuerdos y vivencias. Y así ocurrió, todo se desarrolló a pedir de boca. Profesores, colaboradores y alumnos compartieron un montón de cosas. Amistad, compañerismo, ilusión, madurez, anécdotas. Pero sobre todo gratitud en ambos sentidos. Los pupilos por la enseñazas recibidas. Los maestros por las atenciones recogidas.

emilioflory_puertosantamariaEn el Acto Académico recibieron placas  como reconocimiento a todos estos años de entrega en su labor como profesores y colaboradores de la Comunidad Educativa. En la imagen de la izquierda,   Doña Francisca Sánchez Salgado, Paquita, limpiadora del Instituto  durante la década de los años sesenta y setenta del siglo pasado, recibe por parte Emilio Flor Jiménez, director del Centro en la fecha del primer encuentro de antiguos alumnos del Instituto, placa como reconocimiento a todos estos años de entrega en su labor como colaborada de la Comunidad Educativa. Emotivo fue cuando las esposas de los ausentes, de los que nos abandonaron, recibieron el aplauso de todo el alumnado presente en el añorado patio del Instituto.Admirables profesores, sin ningún género de duda y que durante ese primer encuentro pudimos valorar la inmensa calidad humana de los que se fueron y de los que estuvieron presentes en el acto. Todos permanecerán en nuestra memoria.
Comunidad Educativa del familiar Instituto Laboral, salvo error u omisión, que llevó el timón de este Centro durante su periodo de su vida:

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COMENTARIOS DE ANTIGUOS ALUMNOS

programa_institutolaboral_puertosantamaria“Cuantos buenos recuerdos se agolpan en mi mente y cuanta nostalgia de aquellos tiempos intensamente vividos al amparo de nuestros profesores. Cuanta paciencia tenían con nosotros. Éramos un poco como de familia… por lo que no pierdo la esperanza de que se les vuelva a hacer otro u otros homenajes que bien se lo merecen…” J.M. Fernández Izquierdo
“…aquel maravilloso Centro de Enseñanza Media, en el que, con diez / once años de edad (1952 /3), disponíamos de modernísimos medios (dos laboratorios de química, uno de física, una enorme y bien equipada aula de dibujo, talleres de mecánica, carpintería, electricidad y forja – cada alumno tenía su propio herramental y su banco -, proyector de cine, y la primera emisora de radio que tuvo el Puerto: “Radio Puerto de Santa María, Emisora del Instituto Laboral”, cuyo locutor era, precisamente, el Padre de José Mª Morillo – hermano pequeño de mi padre – según decía él), además, desde esa edad estábamos en manos de extraordinarios y jóvenes licenciados !todo un lujo y gratis total!...” Eloy Fernández Lobo

LOS VERSOS DE JORGE GARRIDO.

De unas décimas y algunos versos que mi amigo y compañero Jorge Garrido García, compuso y dedicó al profesorado, en el recordado Acto Académico celebrado el día 28 de mayo de 1999, transcribo las que dedicó:

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A Don Enrique Bartolomé López-Somoza:

Era enseñanza viviente,
el profesor coloquial
de argumento magistral
y su memoria una fuente
de frescor siempre envolvente
y de expresión atinada;
fue certeza retratada
dato más fidedigno;
atengo, abierto, benigno...
¡la maestra pincelada!

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A Don Manuel Martínez Alfonso.

Aunque la palabra es arte
y su buen uso un orgullo
no era la Lengua chanchullo
seguro en que respaldarte;
aprobar, era algo aparte,
casi lo mismo te daba:
¡Cuantos nervios atenazaba
del dire su efervescencia!
Ayer, que perdió el Valencia
y a ver si se le pasaba.

Jorge Garrido García, natural de la población serrana de Bornos, en  la actualidad ejerce como profesor de enseñanza. Fue pieza clave en la organización del Primer Encuentro de Alumnos del Instituto Laboral, coordinando la presencia en el acto de los alumnos internos del Instituto que se encontraban dentro y fuera de Península en la fecha del Encuentro. El autor de este artículo estuvo a cargo de la Coordinación del Encuentro.

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Aquel encuentro culminó con la inauguración de la calle Instituto Laboral colindante con el Colegio Público José Luis Poullet y la calle Giner de Los Ríos, en la que se encuentra las viviendas del profesorado, próxima a la Rotonda de la Puntilla, donde actualmente se coloca el mercadillo de los martes. Todo gracias a un reducido grupo de porteños que decidieron dar el paso adelante y aventurarse en organizar un acto donde quedara grabado con trazos indelebles el nombre de Instituto Laboral. La Corporación Municipal que presidía el exalcalde Hernán Díaz Cortés, que también fuera exalumno, accedió a la petición de los organizadores quienes argumentaron una labor bien hecha por educadores y que con el nombre de Instituto Laboral a la calle en cuestión era motivo de satisfacción de agradecer por parte de las generaciones de alumnos a toda la Comunidad Educativa lo mucho recibido. Finalizado el acto de inauguración de la calle Instituto Laboral, como toda gran historia se improvisó en las instalaciones del Club Náutico un almuerzo como despedida donde asistieron tanto profesores como alumnos venido de todas partes de nuestra geografía. (Textos: Antonio Carbonell López).

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guillermorivasramirez_puertosantamaria-1Guillermo Rivas Ramírez (1900-1962) nació en nuestra Ciudad, quedando huérfano desde muy joven, con nueve años, siendo reclamado por dos tías que vivían en La Habana (Cuba) donde tenían plantaciones de caña de azúcar. Allí permaneció hasta que, insuflado de patriotismo, quiso hacer el servicio militar en España. Hasta su regreso a nuestro país se preparó en contabilidad, mecanografía, taquigrafía, pues tenía claro que con formación era como se podía salir adelante en la vida y, consiguientemente, en el mundo de la empresa y los negocios. (En la fotografía de la izquierda, Guillermo Rivas, con el uniforme de sargento de Regulares, durante el servicio militar, en 1921).

EL DITERO.
Tras el Servicio Militar, se instala en El Puerto y monta su primera empresa, con 22 años: hace un Libro de Dita, lo que le permitirá hacerse con un capital que posibilitará la posterior creación de otros negocios y empresas. Del relato “El Ditero” de Mateo Bellido Rojas: «En casa, pues, vivíamos con lo justo. Si mi madre juntaba algún ahorrillo, un tipo sonriente aparecía con un paquete bajo el brazo. Una vez, por Navidad, era una caja surtida de mantecados. Otra, una plancha eléctrica. Por fin, otro día, se encendió el primer transistor a pilas y el hogar se fue llenando algo, aunque sólo fuera de voces fantasmas. Le llamábamos “el ditero” y era habitual en las tardes de radionovela, merienda de cuenco de pan con aceite y chocolate rancio, que apareciera a cobrar una pequeña parte de lo que se le debía», con una libreta de tapas duras, en la que se llevaban las cuentas de cada vecino, cogido con unas palomillas. «Los pagos se eternizaban y, cada poco tiempo, me hacían sumarlos para saber si quedaba mucho. Cuando se liquidaba una cuenta, ya se podía pensar en abrir otra. Nunca noté que perdiera la sonrisa ante la imposibilidad de un pago y no creo que se cobrara intereses, pero para todos era que tenía dinero».

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Esquina del Bar Buenavista, según una acuarela del porteño José Luis Molina Mora, basada en una fotografía de finales del siglo XIX.

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El Bar Buenavista a la derecha ya en el siglo XX; en frente la Avda. Micaela Aramburu, con las palmeras no muy altas, que conforma el actual espacio de dicha calle. (Foto Colección Carlos Pumar Algaba).

CAFÉ BAR BUENAVISTA.
En 1932 Guillermo Rivas se hizo cargo del Bar Buenavista en el que permanecería hasta el final de su vida laboral, durante 30 años más. Aquel lugar fue conocido como la “Tienda del Hierro” dado el material del que estaba fabricada la marquesina de la terraza. Escribe Enrique Pérez Fernández en su libro “Taberna y Bares con Solera”: «En 1889 era un café así llamado, de Ramón Ariza Sánchez, años después llevado por su hermano Andrés (el del Café La Marina de la Pescadería), hasta que en 1932, tras explotarlo unos años Antonio Vázquez, pasó a manos de Guillermo Rivas Ramírez». Todavía se pueden imaginar, entre sus paredes, los gritos en los juegos de cartas de la época: rentoy, mus, tute tute subastado... de los parroquianos.

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Publicidad del Bar Buenavista, siendo propiedad de Guillero Rivas.

Con el tiempo, Guillermo se iría haciendo de casi todas las casas de la Plaza de las Galeras: donde hoy se encuentran el Bar Liba, el Mesón Ibérico, la Galera Real --regentada hasta su reciente jubilación por Luis -Lucky- Rivas, propietario del establecimiento-- el Buenavista --Bar El Vapor, desde 1998-- y los antiguos billares y fábrica de gaseosas, hoy el Bar Loco de la Ribera. Una excepción La Mezquita, propiedad de los Pasage, que conectaba la esquina de Jesús de los Milagros con la Plaza de Las Galeras, por la calle Luna. Todo un patrimonio inmobiliario.

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Publicidad de Naranjadas y Limonadas El Zeppelin, fabricadas y vendidas en exclusiva para nuestra Ciudad por Guillermo Rivas.

FÁBRICA DE GASEOSAS: EL ZEPPELIN.
En Vergel del Conde, núm. 12, hoy Plaza de las Galeras Reales, donde como ya hemos dicho se encuentra, actualmente,  el Bar “El Loco de la Ribera” y anteriormente una sala de billares y futbolines (Salón Recreativo), estuvo ya avanzado el segundo cuarto del siglo XX, la fábrica de gaseosas y sifones, Espumosos Rivas. Allí fabricaba y tenía la venta exclusiva para el Puerto de las naranjadas y limonadas, “El Zeppelin”. Más tarde el local lo alquilaría, maquinaria incluida, a Revoltosas Madrid, a Juan de la Fuente Cros.
En la fábrica de gaseosas había dos mesas de billar en las que se jugaba “A Palillos”: a 31, 41 y 7 y media, estando en activo la fábrica, jugándose de tapadillo, con dinero, en aquella época de prohibición. Aquello hizo que, más adelante, se instalaran los billares y futbolines a los que hacíamos referencia.

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Los hermanos Rivas Acal, casi al completo en una instantánea tomada hace  cerca de 20 años: Fila superior: Manolo (+), Guillermo (+), Milagros, Carmen, Rafa y Enrique. Fila inferior: Fernando, Ignacio, Lucky y Jesuli. En la foto faltaba Lola, cuya imagen actual (tomada el 16 de junio de 2009), reproducimos a continuación. (Foto Pielfort).

lola_rivas_acal_puertosantamariaCASAMIENTO Y  UNA FAMILIA LARGA Y NUMEROSA.
Nuestro protagonista se casa con Carmen Acal Fuillerat dejando una amplia descendencia de 12 hijos, «más los estropeados que no prosperaron», según las propias palabras del hijo núm. 11, Lucky. Estos son Milagros, casada con Esteban Tejada; Manolo, casado con Milagros Romero Vaca; Guillermo, casado con Manolita Felices, ATS que fue de Terry, bellísima persona al igual que su hijo Guillermo quien trabaja en el Area de Personal del Ayuntamiento; Pepe, que falleció a los 14 años, tras un “corte de digestión” al bañarse en la alberca de La Victoria, tras un sudado partido de fútbol; Lola; Carmen, casada con Juan Muñoz, empleado multifacético que fue, entre otras empresas del Cosario de Tablas, de Conservas Sur, de la Caja de Ahorros de Cádiz y Gestor de las Taquillas de la Real Plaza de Toros; Enrique, casado con Milagritos Carreto, ya fallecida, hermana de Alfonso y Rafael Carreto Martín-Arroyo; Rafa, socio durante más de 30 años de Lucky en los negocios de hostelería y alma mater de Lobo Hermanos “Mobilandia” hasta su jubilación, casado con Isi López; Fernando, empleado de Osborne, casado con Maleni Botella; Ignacio, casado con su mujer, Mari Carmen; Lucky, propietario del Bar La Galera, recientemente jubilado y casado con Manoli Lobo; y Jesuli, empleado de Unicaja, casado con Petri Marín.

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La Plaza de las Galeras y el Parque Calderón, en el primer cuarto del siglo XX.

UN HOMBRE BUENO.
El negocio principal de Guillermo fue el Bar Buenavista, que estuvo atendiendo hasta su fallecimiento, en 1962. Guillermo era un hombre que tenía mucho sentido del humor, algo que le contagiaría, por la vía de la sangre y del roce, a gran parte de su abundante prole. Sus hijos recuerdan, en el patio de la casa familiar en Vergel del Conde 12, hoy Plaza de las Galeras, tirados de la risa a Milagros, la hermana de Guillermo y madre de Luis y Enrique Gatica Rivas, a su padre, y a sus hermanos, por las ocurrencias que venían de la gracia innata familiar.
También es recordada todavía su generosidad. Guillermo Rivas era un hombre generoso que daba dinero y daba de comer --en aquellos tiempos de hambruna-- a más gente que habitantes tenía la casa familiar: «--Carmela, ahí te mando a dos o tres para que les des de comer», solía ser una constante en aquella vivienda siempre repleta de hermanos y visitas. Quitó mucha hambre.

chicuelo_puertosantamariaHace unos años tuve la oportunidad de saludar a Juan Mulet Martínez, pescador de 86 años natural de la localidad alicantina de Calpe, pero portuense de toda la vida, como él mismo reconocía. Formó parte de aquella colonia de alicantinos que arribaron por el litoral gaditano en el año 1.929. En la amena conversación comenzó a rememorar días ya lejanos pero de importante significación.
Aquel mes de Julio de 1.947 aún perdura en su memoria y, especialmente, porque se ahogó su hermano Toni, junto con cinco compañeros más en un naufragio a bordo del pesquero “Francisca Martínez”, conocido también como “La Blanca Paloma”, propiedad de Pedro Blanquer Giner. El siniestro se produjo porque fue abordado por un barco ruso que trataba en aquellos años de la posguerra de pasar el Estrecho de Gibraltar sin ser avistado. Precisamente de este suceso tenía yo referencias a través de mi hermano Rafael, pescador también, actualmente jubilado cuya memoria privilegiada ha contribuido en diversas ocasiones a aportarme testimonios, apodos, y momentos que difícilmente podría haber obtenido sin su apreciable colaboración.

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Joselete 'el Chopa'

Recuerdo que en 1.997, al cumplirse 50 años de la desaparición de “La Blanca Paloma”, me explicó mi hermano con todo detalle, lo difícil que le resultó a “Chicuelo” salvar al tripulante más joven del barco, “Joselete el Chopa”, que por aquel entonces tenía 12 años. En la vida refirió aquel incidente a nadie, ya que le resultaba tremendamente doloroso, aunque el “Chopa”, para el que siempre “Chicuelo” fue su héroe, relataba las grandezas de aquel salvamento, a pesar de haber perdido en el naufragio a su padre.
El historial de mi entrañable Francisco García Ríos, “Chicuelo”, es perfecto, sin comparación. Es muy poco probable que un pescador haya alcanzado tanto respeto y admiración por parte de sus compañeros y amigos. Embarcaciones como las portuenses “Cristo del Sudor”, “Mari Toni”, “Paco Rota” y “Pepe Carlos” fueron capitaneadas por su sapiencia marinera e igualmente estuvo como patrón de costa en los buques “Elvira” y “María Sibón” de los empresarios gaditanos Paredes y Sibón.
“Chicuelo” trabajó durante su vida profesional tanto en Marruecos como en los caladeros nacionales y conocía, sin necesidad de los sofisticados medios técnicos actuales, las navegaciones del litoral andaluz y de las costas marroquíes. Su gran pasión era la búsqueda de bancos de peces y lo agradable que le resultaba de regreso a tierra firme compartir con sus tíos “Pacote” y “Manguera” en aquel inolvidable cuarto de redes del “Tecle”, en la Bajamar de su Puerto, sus vicisitudes en alta mar.

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Embarcación 'Cristo del Sudor' que fue patroneada por 'Chicuelo'. (Foto Colección VGL).

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El muelle pesquero y la antigua lonja, en todo su esplendor. (Foto Colección A. Leveque).

A “Chicuelo” tuve la inmensa suerte de conocerlo más de cerca cuando se jubiló en 1975, y de haber recibido por aquel entonces su amistad. Continuamente relataba anécdotas de sus andanzas marineras y cómo detallaba con su gracejo particular que había constituido su propia cuadrilla en clara alusión a su apodo torero. Falleció en Cádiz hace algunos años y siempre lo tendré en mi memoria porque no es muy normal vivir con personajes de la talla y humildad como el bueno de “Chicuelo”.
(Textos: Antonio Carbonell López).

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