«Elías Ahuja y Andria, Hijo Predilecto de El Puerto y uno de los grandes benefactores de la provincia, nació en Cádiz el 8 de enero de 1863, era hijo de uno de los dueños de las bodegas Sancho y fue enviado muy joven a estudiar a Norteamérica. A los cuarenta años ya era dueño de una fabulosa fortuna y director de los Nitratos de Chile. La gran depresión de los años veinte le sirvió para aumentar su capital y hacer nuevos negocios. Soltero y de carácter independiente, decidió regresar a España en 1922 y gastar su fortuna en obras benéficas. Elías Ahuja ponía como condición a sus donaciones que no se tuviera en cuenta la ideología del beneficiario y sí, únicamente, su necesidad. El principal beneficiario de las obras de caridad de este singular personaje fue la población de El Puerto de Santa María, donde construyó varios pabellones para el hospital de la ciudad, escuelas para los niños y unos comedores para necesitados en los que el propio Ahuja almorzaba dos veces por semana.
Elías Ahuja y Andrea, El Puerto’s Favourite Son and one of the province’s great benefactors, was born in Cádiz on the 8th of January 1863. He was the son of one of the Sancho winery owners and was sent to study in North America as a young boy. At the age of forty he was already the owner of a fabulous fortune and the director of Nitratos de Chile (Nitrates of Chile). The Great Depression of the twenties enabled him to increase his capital and undertake new business ventures. Unmarried and a very independent person, he decided to return to Spain in 1922 and give his fortune over to charity work. Elías Ahuja made a condition for his donations: the benefactor’s ideology shouldn’t be taken into account, only the recipient’s need. The main beneficiary of this outstanding character’s charity work was El Puerto de Santa María, where he built various buildings for the town’s hospital, schools for its children and soup kitchens for the needy in which Elías himself would have lunch twice a week.
El penal de El Puerto fue reforzado a sus expensas, dotándolo de duchas, comedor, enfermería y biblioteca para los reclusos. Para esta labor creó la “Beneficencia particular Elías Ahuja”, a cuyo frente estaba el gaditano Manuel Durio Muñoz de Bustillo. Después de la Guerra Civil, Elías Ahuja, que nunca quiso hacer negocios en España, regresó a Estados Unidos, falleciendo en la ciudad de Nueva York el 20 de julio de 1951.» José Manuel Otero.
«El padre de Elías Ahuja era capitán y piloto y vivía en la gaditana calle San Francisco nº 38. Cursó sus estudios de primaria en Cádiz y en El Puerto de Santa María. Por motivos de negocios, al ser su padre Socio de la Casa vinatera Sancho, de El Puerto, que se llamaba entonces "Sancho-Ahúja", a los 17 años (1880) trasladan su residencia a esta Ciudad; y Elías Ahúja al cuidado del Agente General de dicha casa en EEUU, marchó a Boston, donde cursó en el Instituto Técnico la carrera de Comercio. A partir de entonces tuvo una muy intensa y variada actividad en el campo de los negocios, formó parte, como Socio, de la firma comercial "Hemenway & Browne". Se pueden citar firmas comerciales, lugares y fechas pero es difícil reconstruir con fidelidad su actividad comercial: Hemenway & Brown, General Motors Cars, Union Pacific, Tabacos de Cuba... en las más importantes ciudades de Estados Unidos. (Ilustración: Tarjeta de Visita. Colección L.S.A.)
En 1897 se apartó de los negocios, residiendo en varias poblaciones de Norteamérica, hasta que en 1903 se trasladó a la República de Chile como Vice-Presidente y Director de la "Dupont Nitrate Company" cuyos cargos desempeñó hasta 1915. En esos años formó parte de la Comisión nombrada por la Colonia Española para regalar a España por suscripción, un barco de guerra, con motivo de la guerra con los EEUU, recabándose la suma de un millón de pesos; y por su actuación, la Colonia Española le dedicó un homenaje. Fue un decidido protector de la Sociedad Española de Beneficencia Chilena, y de cuantos españoles llegaron hasta él; y al ausentarse de aquella República regaló a la Sociedad dos magníficos automóviles que poseía y otras cosas de valor para que, rifados, destinaran sus productos a necesidades de la misma. (Ilustración: azulejo publicitario de Nitrato de Chile).
En 1919, retirado definitivamente de los negocios recorrió los Estados Unidos en casi su totalidad, regresando a España en 1922. Iba a cumplir los 60 años y tenía la intención de dedicar su inmensa fortuna a remediar cuantas necesidades llegasen a su conocimiento. Pero eso sí, con una condición: no dar dinero. Elías Ahúja socorrió al necesitado, construyó comedores, escuelas y clínicas y siempre dió a cuantos llamaron a su puerta, pero sin entregar una sola peseta, sino tomando parte activa en la buena obra. Jamás tuvo negocio alguno en España, esto es, que lo que invirtió aquí en sus buenas obras, fue el producto de sus ganancias en el extranjero, obtenidas tras una vida intensa de trabajo; y siempre conservó su nacionalidad española. En 1924 toda esta buena obra quedó institucionalizada como «Beneficencia Particular Elías Ahúja», dependiente de la asociación «Good Samaritan», de Wilmington (EEUU). Todas, bajo su personal cuidado, y desde entonces y aun después de su fallecimiento, de acuerdo con sus instrucciones, siendo la más recomendada que no se tuviese en cuenta la ideología del peticionario de beneficio.

En la fotografía, Elías Ahuja, a la izquierda señalado con una x, en una comida en los Comedores para Viudas y Huérfanos a las que solía asistir dos veces por semana. (Foto Colección L.S.A.)
ACTUACIONES EN EL PUERTO.
Los que le conocieron saben que esa reconocida generosidad nunca fue despilfarro ni prodigalidad. Se dice que la beneficencia de Elías Ahúja repartía 800.000 pesetas de aquella época. No se limitaba en todas sus obras a dar el dinero; sino que tomaba parte activa en ellas, y gran amante de la Cultura, Deportes, Instituciones militares, Religiosas, Educativas, etc. que se traducían en donativos de gran cuantía y constantes, en Sevilla y pueblos de la provincia de Cádiz, que detallamos.
- Construcción de un Pabellón para infecciosos en el Hospital Municipal.
- Creación y sostenimiento de unos comedores para Viudas y Huérfanos en El Puerto, que utilizaban diariamente 60 personas, con las que él comía dos veces por semana. Para la calle suministraban 150 raciones diarias. También un Dispensario gratuito con asistencia médico-farmacéutica.
- Sostuvo Colonias veraniegas de Jerez, Villaluenga y otros pueblos del interior que se establecían en El Puerto y Cádiz.
- Construcción de una Sala de Duchas y otras muchas obras en el Penal del Puerto. Al Penal donaba comidas extraordinarias y les obsequiaba a los reclusos con tabaco y efectivo. También extendió estos beneficios al Penal de Ocaña, y otras prisiones.
- Donativos de ropas, alimentos y efectivo, a los Conventos de Religiosas Concepcionistas, Capuchinas y Espíritu Santo , Hermanitas de los Pobres de El Puerto y Cádiz; Santa María y Candelaria en Cádiz; Hermanas de la Cruz en Sevilla; Asilo de Huérfanas del Rebaño de María en Cádiz; Sanatorio de Santa Rosalía de Jerez; Hermanos de las Escuelas Cristianas de Cádiz y Jerez, etc.
- Organizó y sostuvo varios años un Batallón Infantil de 100 plazas en El Puerto, que llegó a disponer de una magnífica Banda de cornetas y tambores. Los chicos que le constituían, hijos de obreros, recibían clases diarias en la Academia y se instituyeron premios para cualquier buena acción o acto de honradez. Sostuvo totalmente por muchos años la Institución Exploradores de España.

En la fotografía, Elías Ahuja en el centro, en el Penal, con profesores y alumnos de la Facultad de Derecho de Sevilla descubriendo una lapida que los reclusos le dedicaron en agradecimiento por las diversas obras de beneficencia que allí efectuaba. (Foto Colección Vicente González Lechuga).
OTRAS ACTUACIONES FUERA DE EL PUERTO.
- Construcción de un Casino y Escuelas, obras en calles, y socorros de alimentos en Espera.
- Construcción de Un Cuartel de nueva planta para Carabineros, reformas en el de la Guardia Civil, edificio de nueva planta para Ayuntamiento y Escuelas municipales, traída de aguas y socorros de víveres en Paterna.
- Construcción de un Pabellón en el Hospital de la Cruz Roja de Sevilla, con mobiliario y aparatos.
- Hizo frecuentes aportaciones a los Colegios de Huérfanos de la Guardia Civil y Carabineros.
- Al Regimiento Infantería de Cádiz camioneta, colchones, cuarto de aseo, y sala de duchas, arreglo de comedores y otras obras.
- Obras de reformas en la Academia Hispano Americana de Cádiz, con mobiliario, e igualmente en la Audiencia Provincial.
HOMENAJE AL HIJO PREDILECTO.
El Puerto de Santa María, por suscripción popular, le regaló un corazón de oro y un álbum con la firma de cuantos contribuyeron al homenaje. El Ayuntamiento rotuló con su nombre una plaza. Anteriormente, el 3 de Marzo de 1928, se celebró un pleno extraordinario del Excmo. Ayuntamiento con tres puntos en el orden del día: el primero, era la rotulación de las calles Luja y Ribera del Río como “Primo de Rivera” y “Conde de Guadalhorce” en prueba de gratitud de la Ciudad al Presidente del Consejo de Ministro y al Ministro de Fomento. El punto segundo fue el nombramiento de Hijo Predilecto de la Ciudad a D. Elías Ahúja y Andría, tras la solicitud suscrita por D. Pedro Hernández Carrera y acompañada de cuatro mil ochocientas noventa firmas por la labor humanitaria y las numerosas obras de beneficencia realizadas; sin discusión y por unanimidad se acordó dicho nombramiento. El tercer punto era el acuerdo unánime de dicho pleno municipal por los motivos anteriormente expuestos para solicitar al Gobierno de Su Majestad la Gran Cruz de Beneficencia para el Ilmo. Sr. D. Elías Ahúja y Andría. Fue hombre de vasta Cultura, de extraordinario dinamismo, carácter enérgico y totalmente independiente, y de un corazón lleno de nobles sentimientos y de caridad inagotable. (En la ilustración, Placa de Oro esmaltada y grabada, en la que se puede leer: "Generosidad y Filantropía. Colección L.S.A.).

Acto celebrado en el que Elías Ahuja, señalado con una x, con autoridades de El Puerto y Jerez presidieron el acto de hacer entrega de la casa que donó a la Colonia Obrera Jerezana. (Foto Butler. Colección V.G.L.)
DOS ANÉCDOTAS.
Una anécdota curiosa que revela su carácter: Era Ministro de la Gobernación D. Leopoldo Matos. Ahúja ha sido citado por el Ministro a las 13 horas, cinco minutos antes llegó Ahúja, y transcurridos cinco minutos de la hora fijada sin que le hubiesen recibido, se dirigió al ujier, diciéndole: "Digan al Sr. Ministro que yo no puedo perder mi tiempo" y se marchó sin verle.
El día de la capitulación española en Cuba, un grupo de amigos americanos, celebraban en el club el para ellos feliz acontecimiento. Entró D. Elías en el momento del brindis con champán y con la rabia de todo buen patriota, quedó estático mientras las lágrimas acudían a sus ojos. Dióse cuenta uno de ellos, y la caballerosidad de aquellos amigos, suspendió el brindis y acudieron a abrazarle.

Exploradores de España, con Elías Ahuja en la tercera fila y a la derecha Luis del Rosal y Caro
PERTENENCIAS Y DISTINCIONES.
Era Académico de la Real Hispano Americana y de la de Bellas Artes de Cádiz y Presidente de la Representación del Tiro Nacional; Presidente honorario de las Asambleas de la Cruz Roja de Cádiz y Sevilla y de otros muchos Centros. Poseía la Cruz del Mérito Militar de 3a clase; Gran Placa de Honor y Mérito de la Cruz Roja; Medalla de oro de la Cruz Roja; Cruz de clase de la
Orden Civil de Beneficencia; Medalla de oro de los Exploradores y Medalla de oro Penitenciaria. Al proclamarse la República se encontraba en trámite la concesión de la Gran Cruz de Beneficencia. Lleva su nombre el Colegio Universitario de Madrid, en la fotografía.
Pese a su formación y cultura norteamericanas, se sentía orgulloso de ser español, hablando un castellano claro y sin modismos andaluces. Elías Ahúja era un auténtico caballero, hizo la caridad, pero sin alardear. Impulsivo y vehemente, sin ser colérico. Autoritario pero dotado de un fino humor anglosajón. Sociable sólo con sus íntimos, tenía a veces rasgos infantiles, pero ni un pelo de tonto, como todos los hombres que se han hecho a sí mismos. Quizá ello le hizo conectar con la patrulla de «exploradores» (hoy boys scouts), que existía en Cádiz, con quienes mantuvo una relación amistosa.

Elías Ahuja, en el centro, en la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia. A la izquierda, el alcalde de la Ciudad, a la sazón, Alfonso Sancho y Mateos. (Foto Colección V.G.L.)
EL DECLIVE DE AHUJA EN SU TIERRA.
Paradójicamente haciendo la caridad en Cádiz, Elías Ahúja se fue creando enemigos. Quizá sólo fuese porque se hacía al margen de las instituciones habituales, y porque la caridad es una forma de influir en las clases menos favorecidas. Lo cierto es que sus detractores comenzaron por decir que Ahúja era masón. Y es más que posible que perteneciera a alguna logia norteamericana o que fuera rotario. Sus calumniadores murmuraron también que era homosexual. Para ello, y como único argumento, se esgrimía su pertinaz soltería.
No figuró en partido político alguno ni Asociación de ninguna clase. En las últimas elecciones de la Monarquía fue Candidato para Diputado a Cortes (aun cuando después retiró su candidatura) con el carácter de monárquico independiente, aunque contando con el apoyo del partido Conservador.
La conmoción de 1936, daría al traste también con tan noble tarea. En Cádiz, y en todo el país, se habían desatado las pasiones políticas; si bien Elías Ahúja había mantenido una actitud políticamente tibia, para unos era monárquico y para otros tenía simpatía por la República. Lo cierto es que no tuvo una nítida afiliación ideológica.
Pero sus calumniadores y detractores, que estaban haciendo trizas su reputación, y su enemigo más enconado, la Falange, que miraba con codicia sus bienes, fueron cercándolo.
Sobre todo, un incidente con Queipo de Llano acabó por desacreditarle frente al bando que a la postre sería el vencedor de la Guerra Civil. En el verano de 1936 Elías Ahúja se puso al frente de una suscripción en el Aeroclub de Cádiz, para comprar un hidroavión a las fuerzas nacionales. Queipo creyó, o le hicieron creer, que lo iba a comprar íntegramente el famoso benefactor. Y comenzó a reclamarlo como reclamaba las cosas el que ha sido llamado el «último virrey», que pensaba que se trataba de una promesa incumplida de Elías Ahúja. Informado por un alto mando local de la Guardia Civil, institución a la que tanto había favorecido, de lo peligroso de su situación, un día de 1937, a través de Gibraltar y casi furtivamente, Elías Ahúja parte de nuevo al exilio. Esta vez un exilio más triste y desesperanzado.
Instalado en Estados Unidos, las noticias que llegan de él son cada vez más espaciadas. La guerra, la dura posguerra y no pocos problemas ocuparon la vida de los españoles. Elías Ahúja fue olvidado sin más. El verano de 1951 se supo en Cádiz que Elías Ahúja había fallecido en Nueva York el 20 de julio. Su obra en Cádiz le sobrevivió, pues la «Beneficencia Particular Elías Ahúja» terminó su actuación el 31 de diciembre de 1979, entregando el saldo de varios miles de pesetas a dos escuelas católicas locales.» (En la ilustración, esquela publicada en Diario de Cádiz. Colección V.G.L.). Artículo de Antonio Durán Azcárate.
Manuel Martínez Cordero, investigador porteño, está ultimando la biografía de Elías Ahuja que verá la luz en 2011. El autor del libro, de cuya portada ofrecemos la imagen que pueden ver a la izquierda, tiene en su haber otra publicación: ‘El Penal de El Puerto de Santa María: 1886-1981?, interesante historia del antiguo Monasterio de la Victoria adaptado a Penal tras la desamortización de los bienes de la Iglesia en el siglo XIX. Manuel Martínez es un porteño polifacético del que no vamos a contar más cosas aquí pues tiene nótula propia, la 911, en Gente del Puerto.
Web de la Biografía de Elías Ahuja y Andria. (en construcción)
Web de El Penal de El Puerto de Santa María 1886-1981.



EL ANTIGUO HOSPITAL DE LA
En el siglo XX el edificio salvo la Iglesia que pertenece al obispado de Jerez , es comprado por la sociedad anónima “La Fidelidad“. Pero en 1923 la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón se hace cargo del edificio, por donación de esta sociedad con la condición de establecer en el mismo un colegio para niñas pobres. Las obras de rehabilitación y adaptación del edificio fueron costeadas por el conde de Osborne. Una vez instaladas las Esclavas del sagrado Corazón de Jesús, el inmueble funcionó como colegio, adaptado a los distintos planes de estudios, impartiéndose en la actualidad enseñanzas de infantil, primaria y secundaria. (Fotografía: Fachada del Colegio por la calle Misericordia, lugar habitual de entrada de los alumnos al centro escolar).
Pero volvamos al pasado: en el siglo XVII por decisión del duque de Medinaceli cede el edificio a los juandedianos, quienes por su buena administración y servicios convirtieron el mísero hospital en el edificio actual , con su patio de columnas, su amplia escalera, enfermería ventilada y buena iglesia. En el siglo XVIII se continúan las obras , a este momento pertenece el segundo piso. En el siglo XIX se destina a escuela primaria, la primera de carácter gratuito en la ciudad, pertenece a la junta beneficiaria municipal. A finales de siglo se convierte en biblioteca popular. Se ignora como fue el primitivo edificio, las primeras referencias se encuentran son del S.XVII en la Iglesia y del XVIII en escaleras, enfermería y despachos. En el S.XIX nuevas obras lo acomodan para nuevos usos como el de Biblioteca. (Fotografía: Altar Mayor y retablo de la Iglesia de las Esclavas).
LA IGLESIA: ESTILO BARROCO.
delante del presbiterio. Los azulejos que cubren la parte inferior de los muros y pilares de la Iglesia presentan motivos vegetales, florales y temas infantiles. Datan de 1923 y proceden de Triana, Montalván. (Fotografías: Fachada de la Iglesia de las Esclavas y detalle del azulejo trianero).
EL PATIO PORTICADO.



Dos meses antes de la vendimia, las mujeres de los integrantes de las cuadrillas venían por los cortijos de la zona buscando paja para preparar los colchones de sus hombres que luego cortarían la uva. Hogaño difícilmente se encuentran vendimiadores. Cuando se bebía vino, recuerdan en la Venta, todas las semanas se vendían 20 arrobas de 16 litros, y el consumo habitual, lejos de las cervezas y otros bebestibles, eran las medias botellas de vino, como medida para el trasiego en las reuniones de la parroquia. Aquella pequeña superficie comercial de hace 50 años, se resintió con la llegada del primer Simago a Jerez: ya las mujeres no se avituallaban tanto en la venta y por el contrario se las veía cargadas bajando desde la parada del autobús próximo, lo que hizo que el negocio se enfocara más a una casa de comidas y bar, que a almacén de conveniencia. (En la fotografía a color de la izquierda, arriba, Pedro y Pepe, de Arcos, Zapata el Pescadero y Rosillo, ya fallecido; abajo a la izquierda el guarda de la obra de Puerto I, ya fallecido y Miguel López-Cepero Gallardo).


Rafael Romero Arana, “Chamaco”, nació en Jerez el 2 de febrero de 1933 y pasó a mejor vida a finales de octubre del pasado año, a la edad de 75 años. Desde muy joven estuvo embarcado en pesqueros con base en nuestra Ciudad: entre otros el “Nuevo Moruno”, “Marichea”, “Danubio Azul” todos propiedad de Fracisco Perles Martínez, conocido como Paquito Marichea o El Follalata, casado con Julia Huertas de la Tonelería donde estaba el taller de Fosco Valimaña Lechuga. También navegó en los barcos pesqueros de los hermanos Juan, Jaime y Guillermo Roselló Castell: “Juan y Ángeles”, “Jaime y Angelita” y “Matilde Castell”. De los hermanos, con quien mejor se llevaba era con Jaime que se dedicaba a arranchar los barcos de la empresa y que, además, daba los correspondientes anticipos antes de salir para la mar, a los marineros. (Fotografía: Carlos Pumar Algaba).

A su muerte, su único hermano fue avisado y vino desde Jerez a arreglar los papeles y hacerle la postrera compañía. Los últimos años de su vida no probó el alcohol. A pesar de sus momentos sobrados de ingesta vínica, jamás se metió con nadie -a lo sumo te ofrecía una conversación inconexa que asustaba al no avisado- y cuando estaba sobrio se comportaba de manera exuisita. Iremos incluyendo algunas anécdotas de tan peculiar personaje que esperamos en los comentarios. (Chamaco, poco antes de fallecer).
Antonio Carbonell López, Secretario General que ha sido de la Cofradía de Pescadores hasta la desaparición de ésta, tenía una sección en Diario de Cádiz de nombre “La Meridiana” que alternaba con otros compañeros en dicho medio. De las más de 100 que escribiera, traemos a colación ésta dedicada a un marinero sanluqueño, Morgan, que, como Chamaco, desenfundaba unas imaginarias pistolas en un duelo igualmente imaginario, en sus correrías por el Bar La Lucha. Eran íntimos amigos y, además navegaron juntos algunos años. Esta Meridiana salió publicada el 4 de marzo de 2001.
"El pasado martes tuve la oportunidad de saludar a “Topillo”, embajador de la ciudad de la manzanilla en la Bahía de Cádiz, y me comentó que estaba gestionando la documentación necesaria para la jubilación de su compañero Antonio Ancela Reyes. En la grata conversación no dudé en preguntarle por la familia del pescador y recibí una inmensa alegría al saber que el hermano del mismo, “Morgan”, aún vivía y que estaba jubilado. En esos momentos comencé a recordar días ya lejanos pero de importante significación.
A veces, el Párroco, Cura Propio, Doctor en Sagrada Teología y en Derecho Canónico, Presidente de la Hermandad de San Pedro de Venerables Sacerdotes etc. etc., Don Antonio Cía Moreno, era ingenioso y otras veces demasiado caústico, irónico, mordaz, e incluso otras, sencillo, modesto, sabio y hasta delicado. Era un ser contradictorio e imprevisible. Una señora muy distinguida, descendiente, nada menos, que de los Lancaster de la Casa Real Inglesa, aunque portuguesa de nación, se dirigió a don Antonio, que estaba en la sacristía, para pedirle: -Mire, Don Antonio, yo quisiera decirle una misa a mis difuntos en el Altar de las Ánimas. Don Antonio, al punto, gritó: --Antoñito-- dirigiéndose al sacristán--prepara una casulla negra que doña....va a decirle una misa a sus difuntos en el Altar de las Ánimas. Ni que decir tiene que la señora quedó estupefacta y se marchó educada y discretamente. Con Juanito Cuvillo, tuvo también sus encontronazos Don Antonio Cía, porque terminada su etapa de dirigido espiritual con el Padre Lambertini, S.J., se constituyó en dirigido de don Antonio, quien cansado de oir sus cuitas amorosas, le dijo un día: --Mira Juan, si tu novia se casa contigo es que tiene más agallas que una caja de corvinas. Por cierto que Juanito --ser crédulo e inocente-- tropezó también con Don Antonio Lobo. Cierto señor de El Puerto, incisivo y maledicente, había dicho a Juanito que el Padre Lobo, antes de ser cura, había sido picador de toros bravos y, como se lo dijeron, se lo comunico al Padre Lobo, quien le contestó airado: --Dígale a don... que yo me cago en su puñetera madre.
En cierta ocasión mi madre tomó a una criada de un pueblo de la Sierra que vino con sus padres y se la encomendaron como que era la niña de sus ojos. Y mi madre la trató como había prometido. Pero ocurrió que los jueves por la tarde era día de salida y esta joven salía de paseo con las otras y con las amigas de las otras. Y se echó un novio. Y el novio la dejó embarazada. Aquello fue una verdadera tragedia. Mi padre llamó a los padres de la muchacha y llamó al novio a capítulo. En su despacho, mi padre, con el padre de la muchacha y el novio, recriminó al novio; el padre de la novia, instó al novio a casarse y a lavarle el honor a su hija; el novio, poniéndose en pie, altanero, le dijo que si quería lavarle el honor a su hija que le comprara un bidé, y se marchó, dando un portazo. Aquella situación pudo reconducirse y, al final, se preparó la boda. Mi madre fue con la muchacha a ver a Don Antonio Cía y éste, nada más verla, le espetó: --Tu, ¿qué?, que has puesto las tinajas antes que el olivar ¿No?. Pues se casaron y han sido muy felices y han tenido muchos hijos y comieron perdices. (En la Fotografía, Don Antonio Cía y Don Luis Caballero, alcalde de la Ciudad, poniendo la primera priedra del monumento a la Virgen, ubicado en la Plaza de la Iglesia, en 1954. También aparece en la foto Don Antonio Lobo, a la izquierda con bonete, solo se le ve la cabeza. Foto Colección Vicente González Lechuga).
Don Antonio Cía, en cambio tenía, a veces, rasgos de gran delicadeza. Para el día de Santa María Magdalena, todos los años, reunía a todas las feligresas de ese nombre y les encomendaba comprar unos tarritos de esencia de nardos. En un acto nada litúrgico, pero cargado de amor, Don Antonio, con el Sagrario abierto, leía el evangelio en que la Magdalena enjuga los pies del Señor con esencias y perfumes y Judas se lo recrimina y, tras una homilía, con un algodón empapado en esencia de nardos enjugaba el interior del Sagrario y los copones, que era una gloria oler, cuando se abría aquella puerta de plata del retablo que hizo en Méjico, en el XVII, el orfebre Don José Medina, y que había regalado el Capitán portuense Don Juan Camacho Jaina, primer editor de Sor Juana Inés de la Cruz. Dije que don Antonio Cía era un ser contradictorio e imprevisible. Ocurría que algunas novias o se prestaban los sombreros o los alquilaban y Don Antonio se daba cuenta del tejemaneje, porque irónica y maleducadamente le decía a la contrayente en el día más feliz -- o más infeliz de su vida: --A ese sombrerito ya lo he casado yo cuatro veces. (La fotografía muestra el Sagrario de Plata de 1685).
EL AYUNO ANTES DE LA MISA.

Don Antonio Cía Moreno, Presbítero, Doctor en Sagrada Teología y en Derecho Canónico, de la Universidad de Curas Propios, por oposición, Párroco que fue de la Santa y Consagrada Iglesia Mayor Prioral de esta Ciudad y Arcipreste de su Partido, nació en Arcos de la Frontera posiblemente a finales del XIX, porque murió, en El Puerto, en los cincuenta y pico del XX, con más de setenta años. El caso es que este singularísimo sacerdote tenía un aspecto y un carácter adusto y hasta agrio e irónico, a pesar de ser todo lo que ya he dicho y su esmerada formación, que chocó con el Cardenal Segura, su Arzobispo, cuyas relaciones echaban chispas, como cuando se golpea el pedernal con el dilabón. Hasta tal punto que a su sobrino, Paquito Carmona, Don Antonio no lo mandó, cuando quiso ser cura, al Seminario de Sevilla, sino al de Cádiz, en donde Paquito llegó a Párroco de San Severiano hasta que se secularizó. Su otro sobrino Antonio Carmona, primero fue, junto con el luego Obispo de Asidonia-Jerez, Don Rafael Bellido, monaguillo de don Antonio cuando regentó la Parroquia de Santa María de Arcos. Antonio Carmona apareció por El Puerto donde vivió hasta su muerte, de oficial del Juzgado, de donde proporcionaba a su tío el cura papel de oficio con que se preparaba unas largas boquillas liadas, en forma de cucurucho muy fino que pegaba con goma tragacantos, cuando el médico le dijo al cura que se retirara del tabaco. (Foto Colección Vicente González Lechuga).
Don Antonio Cía era el terror de Pepa la de las sillas, cuidadora de los reclinatorios que las señoras tenían depositados en la Iglesia y por lo que cobraba un discreto salario. Pepa tenía un pato que siempre estaba con ella. El animal pululaba por la Iglesia como Pedro por su casa, cosa que al cura exasperaba, sobre todo durante las celebraciones, porque el animal aparecía, de pronto por el presbiterio y daba un voletío desde la balaustrada, distrayendo a los fieles en su recogimiento. Don Antonio, interrumpido por el ave en cualquier acto litúrgico, en voz alta prorrumpía, al borde de un ataque de nervios: --Esa mujer que se lleve a su casa este bicho. Y seguía una retahíla de improperios. Pero el pato, contra la voluntad del párroco, siguió en la Iglesia Mayor hasta que el pobre animal murió.
Si con Don Antonio Cía no pudo un Príncipe de la Iglesia, como el Cardenal Segura, porque el Párroco se escudaba en su condición de Cura Propio por oposición, en cambio, pudieron con él, por más cercanas, las impertinencias de Pepa la de las sillas y su pato y, sobre todo, los argumentos de Gabriela Santos "La Bilili", una oronda gitana que se ponía a pedir en la puerta de la Prioral, porque tenía una prole de catorce hijos, entre los que estaba el popular José de los Reyes Santos "El Negro". Don Antonio requería, una y otra vez, a "La Bilili" para que no pidiera limosna en la puerta del Sol de la Prioral. Pero "La Bilili" argumentaba, a grito pelado: "Aquí soy yo más antigua que Vd., así que, como me moleste más, doy parte al Santo Padre de Roma". Ante esos argumentos Don Antonio dejó las cosas como estaban y no se habló más del asunto. Porque, además, "La Bilili" tenía entre sus benefactores a todo el señorío de El Puerto. (En la fotografía 'La Bilili con su hijo 'el Negro').
Don Antonio Lobo tenía voz perruna y, si no se le entendía bien en castellano, figurense Vds. cómo se le entendería en latín. Le recuerdo en los Oficios de Semana Santa, con su planeta o su estolón, de vestuario; de capero en todos los entierros; de preste, en todas las procesiones; fumando "caldo de gallina", sentado en el balcón del curato, en verano, por la noche, al fresco, con la sotana despechugada y un abanico negro. Dios, en su infinita misericordia, se haya apiadado de él, porque fue bueno y humilde, aunque, bien es verdad, que muy desarrapado en su aseo e indumentaria. (En la fotografía, el curato de la Prioral).
LA PERLA DE LA ARCHIDIÓCESIS.
antigua de la Purificación y primitiva de las Ánimas, a cargo de mi abuela Aurora Gutiérrez; la de Santo Tomás de Villanueva, a cargo de las hermanas Terry del Cuvillo; la del Santo Ángel, estaba al cuidado de Doña Isabel Ruffoni, que guardaba en ella los reclinatorios de su familia, porque había tenido unas palabritas con Pepa la de las sillas; la del Bautismo, a cargo de la Iglesia; la de San José, era cuidada por Carmen Pérez Pastor; la de las Benditas Animas, creo que la cuidaba Doña Matilde Reynolds; la de San Antonio, estaba al cargo de Doña María Gálvez. Las capillas de la Patrona y la del Sagrario eran esmeradamente sostenidas y cuidadas por la Esclavitud de la Virgen y por la Archicofradía del Santísimo Sacramento. (Fotografía superior: interior de la Iglesia; a la derecha, Capilla del Rosario; debajo, exterior de la Prioral).




A finales de los años ochenta del siglo pasado el Ayuntamiento mantuvo conversaciones con un grupo empresarial que trajo al diseñador y urbanista Cesar Manrique quien, admirado de la grandeza de las cuevas --»Puro arte moderno excavado en piedra» según sus propias palabras, se ofreció a redactar un proyecto similar a los Jameos del Agua, en su isla de Lanzarote. La prematura desaparición del artista, unida al poco claro proyecto presentado por los inversores, dejaron aparcada la idea. Algunas cuevas han sufrido, desde entonces y desde su más definitivo abandono y olvido, actos vandálicos y de destrucción que harán más complicado, en su momento, acometer cualquier proyecto sobre las mismas. El Profesor Ruiz Mata, el impulsor de aquella zona de la sierra con el Yacimiento, continúa con sus trabajos de investigación y estudio y siempre tiene una idea en mente para aquella administración o empresario que quiera escucharlo, a pesar de estar centrado en la actividad académica e impulsar el conocimiento de Doña Blanca a nivel internacional. Según sus propias palabras, de hace 30 años: «Algún día El Puerto de Santa María será más conocido por Doña Blanca que por sus vinos». No parece que se vaya a equivocar. (En la fotografía, Cesar Manrique y Diego Ruiz Mata, a finales de la década de 1980).

El 22 de abril de 1973, la Junta de Goierno de la Hermandad de la Humildad y Paciencia, radicada desde su restauración de la Capilla de la Aurora en tan coqueto edificio, decidió a propuesta de Manuel Girón Ceballos, realizar un nuevo paso para la imagen de la Virgen. Tras la reunión, de la que salieron muy contentos, posaron delante de los pasos de los titulares, preparados para la procesión en Semana Santa.

Luego se queda parado y encuentra trabajo en el almacén de la calle San Juan esquina y vuelta con Cruces llamado “El Almacén Quemado”, el que luego sería de Leveque y que hoy permanece semi en ruinas. Era propiedad de Fidencio Martínez Ferreira. Ya metido en el gremio de la alimentación, cambia de trabajo y presta sus servicios en
EL CACAO PICO
Pero con la crisis de la escasez de materia prima la Destilería tiene que cerrar a principios de la década de 1940: «--Juan Antonio, aquí hay que achicar» recuerda perfectamente. La panadería de Ojeda y la eventualidad en Terry fue aliviando la maltrecha economía de Juan Antonio, como obrero, en la posguerra. Incluso llega a colocarse en La Otra Banda, en la Aserradora de Barcas, preparando tablillas para las cajas de pescado, o en la Aserradora de Pastor en la calle Misericordia. No podía pararse, no podía quedarse parado.
En 1948 se casa coincidiendo con su entrada en Destilerías Morphy. En 1950 entra a formar parte de la plantilla eventual de Bodegas Cuvillo, donde estará nueve años entrando y saliendo en función de las necesidades de la faena bodeguera. Una equivocación del sindicato vertical hace que, en 1959, Juan Antonio y otros 20 compañeros alcancen el ansiado puesto fijo en dicha Bodega, disfrutando por primera vez, tras casi 30 años de vida laboral, de la tranquilidad de una continuidad, sin los sobresaltos del paro intermitente y la búsqueda del pluriempleo. Se jubila, gracias al Convenio de la Vid, con 60 años, en 1978. El cierre de Cuvillo por quiebra en 1985, sin embargo le jugaría una mala pasada ya que dejaron de pagarle, además, la parte proporcional del Montepío de San Ginés -que acabaría desapareciendo- y las aportaciones extraordinaria pactadas en convenio, correspondiente a la propia bodega.

Barcia recordó, con la estampa en la que aparecía su progenitor, algunas anécdotas familiares como el hecho de que “por la noche llegaba a casa cargado de ducles de la confitería y me contaba que cuando se levantaba por la mañana se encontraba toda mi cuna llena de mijitas de pasteles porque yo me levantaba por la noche y me los comía en la misma cuna». (El matrimonio Barcia Caraballo-Bernal Márquez, en una imagen retrospectiva).

y Francisco Muñoz Bela, hijo del Dr. Francisco Muñoz Seca, y tío de Joaquín Muñoz Manzanera. Sentados, de izquierda a derecha: Juan Pedro Velázquez-Gaztelu Caballero-Infante (padre de Cándido Velázquez-Gaztelu quien, durante el gobierno socialista, presidió durante bastantes años Telefónica, Tabacalera y presidió el Consejo Económico y Social de la Universidad de Cádiz), Manuel Gago Vélez, padre del que fuera alcalde Fernando Gago, Antonio Osborne Vázquez, Padre Arjona S.J., Padre Viu S.J., Javier de Terry y del Cuvillo, Joaquín Osborne Tosar y José Ignacio Merello Álvarez-Campana. Sentados en el suelo: Luis y Jesús Merello Álvarez-Campana. A la derecha, estampa de San Estanislao de Kostka.