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infantaluisafernandadeborbon_puertosantamariaHace unos días se cumplió el 166º aniversario de la visita y estancia de cuatro días de la Infanta María Luisa Fernanda a nuestra Ciudad, una pequeña efeméride de la historia local que vamos a contar para aquellos que no la conozcan. En la fecha que nos vamos referir, noviembre de 1848, hacía 16 años que, tanto sus tíos los Infantes Francisco de Paula Antonio y su esposa Luisa Carlota de Borbón como su primo y cuñado, el rey consorte Francisco de Asís habían abandonado El Puerto, tras pasar todo el verano y bañarse en el río. Ella, que en la fecha que hemos referido, 1832, tenía tan solo unos pocos meses de vida, hacía dos años que había contraído matrimonio en Madríd con Antonio María de Orleans, en una “ceremonia dúplex”, celebrada en el Salón del Trono del Palacio Real, pues se casó también su hermana, Isabel II, con su primo Francisco de Asís de Borbón y Borbón-Dos Sicilias. Vivian en el Palacio de San Telmo, en Sevilla. /En la imagen de la izquierda, la infanta Luisa Fernanda de Borbón. Óleo de Federico Madrazo. Año 1847, un año antes de su estancia en El Puerto. Museo Romántico de Madrid. Reproducción de R. Puig.

En la primavera de 1848 los Duques de Montpensier mostraron su deseo de visitar El Puerto de Santa María, dirigiéndose el jefe de su Casa a las autoridades municipales para organizar la estancia oficial en la ciudad de Dª María Luisa Fernanda de Borbón, hermana de Isabel II, Infanta de España por tanto, hija de Fernando VII y de María Luisa de Borbón Dos Sicilia, conocida como María Luisa de Nápoles, a la que acompañaría su esposo, el Duque de Montpensier. En el municipio la noticia fue bien acogida, teniendo relativamente reciente el precedente de la estancia de su hermano menor, el Infante Francisco de Paula Antonio, su esposa Luisa Carlota y varios de sus hijos, en 1832, como antes apuntamos. Y a efectos prácticos, el ayuntamiento nombró una comisión que se ocupara de organizar, además del alojamiento, la intendencia necesaria para los cuatro días que duraría la visita de los duques y sus acompañantes y un programa de actos adecuado a la categoría de los huéspedes.

casacallelarga_-PuertosantamariaLa comisión inició de inmediato sus actividades, dirigiéndose a los administradores o responsables de diversos edificios públicos para que procediesen al blanqueo y adecentamiento de sus fachadas, a la capitanía de marina solicitándoles las banderas que tuviesen en existencia en los almacenes del arsenal de Las Carraca y la de los buques que estuviesen en carena, convocando una reunión con el empresario taurino para determinar las “funciones de toros”, alertando a la banda música para que am- pliasen su repertorio y solicitando por escrito a don Francisco Javier García de Velasco ofreciese su casa de calle Larga para el hospedaje de los Infantes. /El inmueble escogido, hoy sede de  la Delegación Territorial de Hacienda, en la calle Larga.

Realmente nos ha extrañado la elección de este inmueble, la casa número 123 antiguo y 76 moderno, edifico que alberga actualmente las oficinas de la delegación de Hacienda, casa de 263 metros cuadrados de superficie y dos plantas, que en aquella época tenía 6 habitaciones y cochera en el bajo y diez habitaciones en la planta alta, considerando la gran cantidad de inmuebles existentes en esa misma calle, de mayor capacidad e instalaciones. Pero esta fue, sin duda, la primera opción que barajó la comisión, tal como consta en el escrito que remitieron a su propietario con fecha 10 de junio de 1848. La única explicación que encontramos a esta decisión es que la casa no estuviese ocupada, salvo temporadas, por la familia de este ilustre anciano que en esa fecha tenía 73 años. Era Caballero Supernumerario de la Orden de Carlos III y Maestrante de la de Ronda y tenía su residencia habitual, desde 1825 en Alcalá de los Gazules. La respuesta negativa fue inmediata, dirigiéndose entonces, con fecha 14 de junio a Juan José Zapata, residente en Arcos que tenía arrendada la casa número 4 de calle Ganado, un enorme caserón situado en donde actualmente están el colegio de Nuestra Señora de la Merced y la escuadra de la calle Doctor Muñoz Seca. A vuelta de correos el Sr. Zapata escribió negando la cesión, indicando que el inmueble no estaba desocupado y que la necesitaba para su esposa enferma.

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Arco triunfal instalado en honor de Isabel II, años mas tarde a esta visita, que bien pudo ser similar al que se levantó para la visita de la infanta Luisa Fernanda.

La comisión proponía, asimismo, saliesen a recibir a los ilustres huéspedes al termino de esta ciudad con la de Sanlúcar y “que se elevase un arco triunfal a la entrada de San Juan, con un asta y su bandera nacional y música militar colocada en dicha plaza que toque a su llegada” así como la colocación de banderas en ventanas bajas y colgaduras en los balcones por todo el trayecto, es decir, las calles San Juan, Luna y Larga, hasta el alojamiento de SS.AA. “y que se adornen los palcos de la plaza de toros y teatro sin que falten los refrescos de toda clase en uno y otro lugar” sin olvidar una iluminación especial y extraordinaria de los paseos públicos en los días que durase la estancia. Los gastos previstos se tasaron en 27.600 reales de vellón. De esta cantidad el ayuntamiento aportaría 3.000 reales, abriéndose una suscripción voluntaria entre los demás miembros de la corporación y el colectivo de comerciantes a los que especialmente les beneficiara la visita: extractores y al- macenistas de vinos, panaderos, mercaderes de ropa, etcétera…
El 18 de junio anunciaron que habían pospuesto el viaje (posiblemente por el estado de gestación de la Infanta, que debía estar de cinco meses en esa fecha) y el 2 de noviembre de ese mismo año volvieron a anunciar la visita para el 13 de ese mes. Volvió a formarse una nueva comisión, en esta ocasión mixta, formada por los munícipes Rodríguez de Guillén, Críspulo Martínez, García Valdeavellano y los comerciantes Carlos Carrera, Luis Urruela, José Antonio O’Neale y José Delgado. En vista de lo anteriormente ocurrido, el propio Sr. Alcalde Corregidor tuvo el detalle de ofrecer su casa de la plaza de la Iglesia para el hospedaje de SS.AA. El arco que habían preparado para el verano se instaló en la entrada de San Juan, se exornaron los edificios públicos, programándose funciones de teatro, se dotó de iluminación especial la plaza de la iglesia y los puentes de San Alejandro y San Pedro y se empavesaron los barcos surtos en el río. Del coto de Valdelagrana se trajeron cinco carretadas de lentisco para adorno de las plataformas y tablados instaladas en los paseos para las dos bandas de música que actuarían esos días: la del Regimiento de León y la del cuerpo de Artillería. Finalmente, para acompañar a SS.AA. y séquito en sus desplazamientos y velar por su seguridad. Desde Jerez llegaron dos compañías de Infantería y cincuenta caballos.

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El Libro del Repartimiento de El Puerto, donde se recogen los nombres y propiedades de los primeros repobladores. / Foto, Centro de Patrimonio Histórico.

El año 1264 marcó para El Puerto el fin de una época y el comienzo de la historia de la ciudad que hoy habitamos. Fue entonces cuando nuestro entorno geográfico –la bahía y las campiñas gaditanas- definitivamente pasaron a manos castellanas a raíz del sometimiento de las poblaciones hispanomusulmanas por las tropas de Alfonso X. (Este año se han cumplido 750 de aquel decisivo acontecimiento.)

Hasta la conquista alfonsí, trece eran las pequeñas aldeas o alquerías (del árabe al-qarya) que se distribuían por el actual término municipal. De la existencia de estos núcleos rurales diseminados se tiene constancia por la arqueología y por el Libro del Repartimiento, esa joya histórica que se conserva y custodia en el Archivo Municipal, en una copia de fines del siglo XIII.

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Localizaciones de las aldeas andalusíes en el término portuense. En verde, las que se rememoran en esta nótula.

En 1268 se procedió al reparto de las casas y tierras de las alquerías –incluida la recién fundada Santa María del Puerto, la sucesora de la andalusí Al-Qanatir- a repobladores procedentes de tierras castellanas, en mayor número de la cornisa Cantábrica. Recoge el Libro una interesante información para conocer algunos pormenores de las alquerías: los nombres con los que las bautizaron los castellanos, en algunos casos de origen mozárabe; la mención a inmuebles andalusíes: los palacios grandes, torres defensivas, corrales, pozos…; los caminos que enlazaban las aldeas, así como los nombres y procedencias de los repobladores cristianos y las superficies de las tierras que les entregaron para su explotación agrícola.

Cuándo se fundaron las alquerías es cuestión que se desconoce. No obstante, la presencia musulmana en tierra portuense se remonta a los primeros tiempos de su entrada en la Península. En Doña Blanca se han excavado los materiales culturales islámicos más antiguos de la provincia, incluyendo alguna moneda del siglo VIII. El enfrentamiento armado que abrió las puertas de Hispania a los musulmanes se libró en el Guadalete. Y en el entorno de Doña Blanca y la falda sur de la Sierra de San Cristóbal se estableció la primera capital de la provincia o cora (unidad territorial político-administrativa) de Siduna, entre los años 743 y 845, cuando fuerzas normandas la atacaron y desolaron. De esto viene escribiendo en los últimos años nuestro amigo Miguel Ángel Borrego, excelente arabista jerezano que está abriendo nuevos caminos de investigación sobre la verdadera realidad histórica del Islam en nuestra tierra. Pero de este importante núcleo histórico andalusí de Siduna –la cristiana Sidueña- escribiremos en otra entrega de esta serie, al tratar de la Sierra de San Cristóbal.

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Almenas del Castillo de las Ánimas en 1986, pocos antes de su desaparición. / Foto, Juan José López Amador.

En ésta y la próxima nótula toca escribir de las alquerías que se ubicaron en la campiña, probablemente fundadas a partir del siglo X, en tiempos del próspero califato de Córdoba (929-1031) y al tiempo que nació la alquería de Al-Qanatir (de la que escribiremos dentro de dos entregas). De la de Casarejos, situada en la boca del arroyo Salado de Rota, ya lo hicimos en la nótula 2.231 de Gente del Puerto. Los nombres de las restantes que se repoblaron en 1268 eran Grañina, Campix, Fontanina, Poblanina, Finojera, Bayna, Villarana, Bollullos, Machar Grasul y Machar Tamarit.

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Entrada principal y parte trasera del Castillo de las Ánimas, hacia el camino de Campín. Aunque se reconstruyó en 1857, sus estructuras originales datan de los tiempos de la alquería de Grañina. / Foto, J.J.L.A.

Los abajo firmantes, en compañía de José Ignacio Delgado ‘Nani’ y José Antonio Ruiz, en la década de los 80, con el Libro del Repartimiento y la toponimia como norte y guía y las prospecciones arqueológicas como método, localizamos sobre el terreno los enclaves que ocuparon aquellas viejas alquerías en la campiña, la mayor parte situadas próximas al curso del arroyo Salado de Rota y, en número de cinco, en el entorno de la laguna del Gallo; espacios, como ya escribimos, que fueron habitados por sucesivas poblaciones desde la Edad del Cobre (hace unos 4.500 años) y sin solución de continuidad en algunos de los asentamientos hasta comienzos de la romanización, a fines del siglo II antes de Cristo, cuando Roma comenzó a imponer otra organización del territorio con la explotación intensiva de las tierras –vino, aceite y cereales- desde las villae (antecedentes de los cortijos). Desaparecieron entonces las últimas aldeas (turdetanas), hasta que renacieron al paso de los siglos, bajo el poder del Islam.

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Fotografía aérea de Grañina y Grañinilla, con la toponimia en torno a los yacimientos y su correspondencia con los hitos mencionados en el Libro del Repartimiento.

GRAÑINA Y GRAÑINILLA
Según se infiere del Libro del Repartimiento y de las prospecciones arqueológicas, la alquería de Grañina debió de ser, con la inmediata de Campix, la población andalusí más importante de cuantas se distribuían por la campiña portuense; y con ellas, Al-Qanatir en la desembocadura del Guadalete y Casarejos en la del Salado.

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Detalle del recuadro de la imagen anterior del entorno de Grañinilla y la situación de las estructuras exhumadas en las excavaciones de Pocito Chico.

Era Grañina una población dividida en dos áreas separadas por un espacio exento de construcciones: la menor, que el documento llama Grañinilla, al pie de la laguna del Gallo –en las salinas, dice el documento-, de cuyos restos se exhumaron en 1998, al excavarse el yacimiento de Pocito Chico, viviendas, una fragua y silos (ver nótula 2.259 en Gente del Puerto). En uno de éstos se hallaron dos dírhams de plata del siglo X (califales) y otra interesantísima moneda (conocida y publicada por los mejores especialistas en numismática musulmana),

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un fals de bronce de la serie nafaqa acuñada probablemente en Tánger hacia los años 709-711 y seguramente traída por algún soldado que participó en la conquista de Hispania en 711. Su aparición en un contexto del siglo X ha de entenderse como un recuerdo familiar conservado durante generaciones para rememorar el tiempo en que el Islam tomó posesión de estas tierras.

En la imagen de la izquierda, moneda de los inicios del siglo VIII (fals de bronce) excavada en un silo de Pocito Chico. / Foto, J.J.L.A.

Tenía Grañinilla, refiere el Libro, dos torres defensivas a las que se adosaban algunas casas. La sal de la laguna, que aún aflora al evaporarse sus aguas, sin duda sería un importante recurso aprovechado por la comunidad andalusí que habitó estos parajes, junto a la ganadería y la agricultura (unas 628 hectáreas se repartieron en 1268).

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Estructuras antiguas del interior del Castillo de las Ánimas una vez que comenzó su demolición. / Foto, J.J.L.A.

El hábitat principal de Grañina se encontraba enfrente, en la falda y cima del actual cerro de su nombre, en el entorno de Cuadrado y –sugerentes nombres- del Castillo de las Ánimas y Medina. Al menos otras dos torres se levantaban en Grañina, probablemente no aisladas sino formando parte de un recinto protector, que fueron repartidas a dos repobladores: “Cupo a García Pérez la torre chica, que está de parte de Grannina, con esas casas que se tienen con el corral de las vacas”; “Cupo a Juan Pérez, escribano, la torre que está de suso [arriba] con el pozo que tiene con el medio corral”. Acaso este pozo y esa torre fueron los que tuvimos ocasión de conocer en el derribado --a comienzos de los años 90-- Castillo de las Ánimas. Seguramente el mismo pozo que un documento de 1603 menciona como pozo morisco. Y por supuesto, la alquería tenía una mezquita: “Cupo la mezquita que está y con las casas que se tienen cerca de sí a la veintena de Pedro García de Argomedo.

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Excavaciones arqueológicas en Pocito Chico (Grañinilla) en 1998, exhumándose estructuras de una vivienda andalusí y un gran silo. / Foto, J.J.L.A.

Sin tener certeza de ello, creemos que la cristiana Grañina podría ser la musulmana Ghaliana que mencionan algunas fuentes árabes (Ibn Abi Zar, Ibn Jaldun…) al narrar que fue saqueada por 3.000 soldados al mando de Abu Yusuf Yaqub, hijo del emir meriní, en septiembre de 1277, cuando, tras arrasar Jerez (Saris) y su alfoz, atacaron las alquerías y fortalezas de El Puerto, Sanlúcar y Rota. Fuera Grañina o no Ghaliana, lo más probable, por su ubicación entre estas poblaciones, es que fuese atacada por las huestes benimerines, ya en el año indicado o en 1285, cuando se verificó un nuevo asalto a El Puerto y Rota.

islacartare_6_10_puertosantamariaDe ser así, pocos años disfrutaron los 76 repobladores de Grañina de sus propiedades. Pero pasadas las razias meriníes les sucedieron otros…, hasta convertirse, ya a mediados del siglo XV, en un importante núcleo agrícola en manos de potentados terratenientes: a partir de 1458, de Pedro Jiménez Camacho, que heredaría su nieto Pedro Camacho Villavicencio, al que apodaban ‘el Rico’, miembros de uno de los linajes más importantes de Jerez y de los mayores hacendados de Andalucía, dueños también, entre otras propiedades rurales, del inmenso pago de Balbaina que se extiende por las campiñas de El Puerto y Jerez. A comienzos del XVIII las de Grañina eran tierras de García José Dávila Ponce de León, I Señor de Grañina, mientras que su hijo

En la imagen de la izquierda, enterramiento andalusí en fosa de Pocito Chico: arriba, estratigrafía vertical; abajo, en planta, dispuesto el difunto en posición de decúbito lateral y el rostro mirando a La Meca. / Foto, J.J.L.A.

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Días antes de comenzar en Sevilla el Salón Internacional del Caballo --SICAB 2003-- nos dejaba en El Puerto de Santa María Sebastián García Nieto, ‘Chano’, mayoral durante medio siglo de la ganadería caballar de los Terry Merello (ver nótula núm. 583 en Gente del Puerto), conocida como ‘Hierro del Bocado’.

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De 'Descarado' decía su mayoral, Sebastián García Nieto -"Chano" para todos los que le conocían- que "a la fuerza había que tenerle cariño"; que "él solo se convidaba"; que, cuando le tocaban las palmas en una presentación, "parecía el doble de caballo".

Tenía Sebastián porte y perfil de senador romano si no lo hubiese delatado su gorra de a cuadros de paño inglés. Y, respecto de los caballos, atesoraba una filosofía mitad senequista, mitad en base a proverbios al modo de “Les Pensé”, de Pascal.

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Chano, conduciendo un coche de caballos en el patio porticado del Sagrado Corazón de Bodegas Terry

En los pastizales y en las cuadras, y aún luego de jubilado --se nos fue con 81 años de edad--, mantuve con él un sinfín de intercambios de puntos de vista sobre los caballos y su mundo, que cristalizarían en un libro, ‘El caballo, orígenes, razas y aptitudes’ (Instituto Geográfico de Novara-Teide, Barcelona, 1982). en colaboración con el veterinario milanés Nereo Lugli.

caballerizasterry_ext_puertosantamariaCuando muere una autoridad en una materia que nos es afín y que, además, es amigo, se nos produce un vacío que nos hace sentir un poco más huérfanos. Y por nuestra memoria discurre, como en una película, los momentos restrospectivos más sobresalientes del finado. A final de la primavera de 1970 recaló Luis María Ansón en El Puerto y me solicitó ver las cuadras de Terry. Y como postre le hice sacar del ramal a ‘Descarado II’, que en la Semana del Caballo de 1956, celebra en Jerez y auspiciada por Alvaro Domecq y Díez, obtuvo el premio, el Caballo de Oro, de Campeón de Campeones. Ansón se llevó para los suplementos dominicales de ABC un original titulado ‘Descarado’ que salió a toda plana. Con los años vi que Sebastián guardaba el artículo enmarcado. También Sebastián guardaba como oro en paño una foto a color de ‘Descarado II’ montado por la actual duquesa de Alba en el recinto ferial hispalense, seguido por Jacqueline Kennedy a lomos de otro singular caballo ‘Nevado’ de la misma ganadería. /En la imagen de la izquierda, fachada de dicho edificio en la calle Cielos.

Sebastián se pavoneó con estos caballos poniendo la pica en Londres, Viena, Venecia y París. En Londres llovía a cántaros y como quiera que, aislados, él y los mozos no tendían nada que comer, aprovechó un descampado para ir a la City a las provisiones. Como no disponía de otro medio de locomoción que los caballos, enganchó a ‘Descarado’ y a ‘Nevado’ en una araña y causaron tal sensación, de admiración, entre el aplauso de los viandantes, que la BBC retransmitió en directo lo que entendía como una exhibición espontánea.

Andalucía Occidental, con tres mil años de grandes culturas superpuestas, dispone de una cantera singular de criadores y exportadores de caballos de raza. La historia del caballo de Jerez, parcialmente, incluida por Hipólito Sancho de Soprranis (ver nótula núm. 780 en GdP) y por mí, en nuestros tres volúmenes de la historia de la también Ciudad del Vino, reclama una obra aparte. Después del árabe, el caballo andaluz ha sido el gran colonizador del virreinato de Nápoles y antes, desde 1543, en México sobre todo.

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Chano intervino en los rodajes de los spots de televisión con Margit Kocsis y el caballo tordo corriendo por la playa o el campo (ver nótula núm. 568 en GdP). Contaba Chano la anécdota de que la modelo, al ir montada a pelo sobre el caballo y con el sudor de éste resbalaba y, a veces, caía al suelo, por lo que le pedía al mayoral que hiciera algo, a lo que éste le respondía “que no era su paracaídas”.

Sebastián García Nieto representó un eslabón firme en esa historia y quien sabe si desde el andarivel de las estrellas él continúa vigilando el retozar de esos caballos, que pastan a la margen izquierda de la autovía de El Puerto a Jerez. /Texto: Juan de la Lastra y Terry.

Luis Suárez Ávila, escribía en noviembre de 2003: "Yo no sé por qué razón el mes de noviembre y la cuesta de enero cogen desprevenidas a las personas y la muerte arrebata a muchos conocidos y entrañables amigos. Yo, la verdad, es que no sé por qué. En esa situación me ha cogido la noticia de la muerte de Sebastián García Nieto (Paterna de Rivera 1922- El Puerto 2003).

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En la imagen superior, interior de las Caballerizas de Bodegas Terry. 

Y mucho más porque hacía una semana me lo encontré en la Plaza de la Iglesia y estuvimos mi mujer y yo saludándolo y charlando. Sebastián había echado los dientes con Don Luis de la Calle y fue un gran conocedor de los caballos, un excelente jinete, un magnífico garrochista y, finalmente, mayoral expertísimo. Desde que llegó a El Puerto, a la jubilación de Joselito Buhigas, en la casa Terry, a Sebastián le tuve una gran estima, porque era nada menos que sobrino de Sebastián Jiménez Nieto (Chano también y de Paterna de Rivera) que fue cochero de mi abuelo Juan. Y esos lazos familiares con quien había puesto en mis manos unas riendas con apenas siete años, me hacían muy estimable a Sebastián.

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En la imagen, Nemesio.

Sebastián, heredó en Terry la dirección de la ganadería de los hierros del "bocado", la única de estirpe cartujana que, desde el XVIII no había estado contaminada con cruces de caballos germánicos ni napolitanos y en las manos privilegiadas de los Cartujos de Jerez, de los Zapata de Arcos, de Don Vicente Romero, de los Hermanos Domínguez, hasta dividirse en dos: una punta fue de Don Juan Pedro Domecq y luego de Don Roberto Osborne. Otra punta la adquirió Curro Chica y, ambas, en 1948, fueron a las manos de Don Fernando C. de Terry y del Cuvillo.

noticias_file_foto_386079_1321443256A Joselito Buhigas le tocó ver nacer a ese estelar y perfectísmo caballo, Descarado II, hijo de Descarada que venía preñada del Novato y a Sebastián le tocó verlo morir a los treinta y dos años. Toda la zaga de Destinados, Bilbainos, Hoscos, Nevados, Habaneros... estuvo al cuidado de Sebastián, desde 1961 hasta su jubilación sobre 1985. Lejos han quedado sus triunfos en las Ferias del Campo, en las Ferias comarcanas, en el Concurso de Enganches de Jerez y en cuantos certámenes concurrió. Varios Campeón de Campeones entre los caballos de la yeguada de Terry. Infinidad de trofeos. Pero una cosa fue constante en Sebastián: la virtud de la fidelidad a su Señora, la Excelentísima Señora Doña Isabel Merello, Viuda de Terry, a la que tuvo el honor de pasear en triunfo, en el pitter rojo, el de los magníficos faroles antiguos, a la media potencia, por la pista del II Depósito de Sementales, cuando a su Señora le otorgaron el trofeo Caballo de Oro. Una fidelidad roqueña la de Sebastián en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, hasta su muerte este mes de noviembre. Descanse en paz".

 

De siempre, al ahora llamado 'Vaporcito' se le llamó 'el Vapor'. Alguien, en Cádiz y que Dios lo haya perdonado, se le ocurrió en exceso de cariño familiar -hay cariños que matan- llamarlo 'Vaporcito', y se le quedó.

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"La soledad del Vapor de El Puerto. ¿Volverá a navegar? Juzguen ustedes..." /Pié y foto de José Antonio Tejero.

La motonave Adriano, conocidísimo barco de pasajeros del Puerto a Cádiz y viceversa, siempre ha sido referido como el Vapor; el Vapor del Puerto, sin el 'cito'. Nada de 'Vaporcito'.

Dicen que un día, un grupo de amigos, sentados en la terraza del Bar Lucero de Cádiz, estaban muy desocupados viendo pasar a la gente. Ocurrió que uno de ellos le dijo a otro: "ahí viene tu amigo Manolo". Un segundo apostillo: "si, Manolito". Y así se le quedó. Pues igual ocurrió con el Vapor. Uno de los amigos comentó: "estoy viendo llegar al Adriano, esto es, al Vapor del Puerto". Y otro, amigable, amorosa y generosamente, lo completó: "Si, el Vaporcito del Puerto". Y también se le quedó el nombrecito. Luego pasó a ser el Vaporcito, sin más connotaciones geográficas; porque Cádiz siempre ha sido así de cariñoso y prohijador.

Yo admito con reticencias lo del diminutivo benevolente. Siempre me ha parecido lleno de sentimiento cariñoso pero algo conmiserativo, el llamarlo el Vaporcito. De toda la vida se ha hablado del Vapor; del Vapor del Puerto, de esa Ciudad, envejecida, que sigue siendo la muy Noble y Muy Leal Ciudad del Gran Puerto de Santa María; por mucha anciana y respetable decadencia en su Centro, que le quieran criticar algunos.

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El Vapor, en su delicada situación actual, en la UCI de su varadero, sigue aspirando a cruzar la Bahía, a desdén de Ponientes y de Levantes. Yo me permito creer que desea que lo sigan añorando y llamando el Vapor, con su rotundo nombre de modesto orgullo de siempre. También, que Pepe, Eduardo y Juan -en su descanso eterno- se sentirán confortados con la actualización de su nombre, en espera de que sea transitoria la muy delicada y difícil situación actual de la motonave.

Nada más grato para la Gente de El Puerto si volviésemos a oír su ronco característico pitido de salida. (Avisando a los rezagados que lo escuchaban, corriendo todavía por las Cuatro Esquinas. Pepe esperaba). El Vapor siempre salía pero siempre esperaba.

Todos los portuenses deseamos añorantes ver navegar de nuevo, bajo su imperecedera silueta -elevada hoy estérilmente a icono turístico-, al Vapor. (Sin el 'cito'). /Texto: José López Ruiz.

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eugenioruizandreu_puertosantamariaEn mi tiempo de estudiante en las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia, tuve la oportunidad de conocer a grandes profesores que algún día habrá que hacerle una nótula para mostrarle nuestro agradecimiento y a jesuitas entregados a su vocación sacerdotal, auténticos forjadores de hombres, preocupados por la formación integral de la juventud, preparando a hombres y mujeres para el futuro, reflejo de la visión de San Ignacio de Loyola tiene del Evangelio, amar y servir.

A algunos de estos sacerdotes, tuve la oportunidad de ayudarles a misa, recuerdo a los padres González Bueno, Bermudo, Martínez, Guerrero y Ruiz Andreu entre otros. Al padre Eugenio Ruiz Andreu quiero dedicarle esta semblanza de su paso por El Colegio Noviciado de San Luis Gonzaga de nuestra ciudad referida a los años mil novecientos cincuenta y tantos del siglo pasado.

Eugenio Ruiz Andreu nació en Málaga el 25 de Octubre de 1918, recién cumplido los quince años ingresó como novicio en la Compañía de Jesús, concretamente el 26 de Octubre de 1933, año difícil para los seguidores de San Ignacio, los jesuitas fueron expulsados de España por el gobierno de la República e incautados sus bienes. Trasladaron a Bélgica el noviciado y la casa de formación que tenían en El Puerto. Ruiz Andreu, una vez terminado los habituales estudios de humanidades, filosofía y las prácticas de magisterio, cursó teología en la Facultad que los jesuitas tienen en Granada (Cartuja) donde fue ordenado sacerdote el 15 de Julio de 1.948.

LLEGADA A EL PUERTO.
Fue destinado como profesor de oratoria de los jóvenes jesuitas al noviciado y casa de formación de San Luis Gonzaga en El Puerto. Allí permaneció once años desde 1950 a 1961, impartiendo sus clases y ejerciendo con gran aceptación de sus oyentes el ministerio de la Palabra (conferencias, homilías, ejercicios espirituales); aún se recuerda un ciclo de conferencias para hombres en el Instituto Santo Domingo. Hizo la Profesión solemne en la Compañía de Jesús en la Iglesia de San Francisco el 2 de Febrero de 1952.

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Antiguas escaleras de acceso al Colegio, hoy sede de oficinas municipales.

Recuerdo una vez que un amigo me dejó una túnica de la Hermandad de la Flagelación, para poder salir el Domingo de Ramos con ésta hermandad, la indumentaria consistía en una túnica blanca, un escapulario y un cíngulo. Cuando me probé la túnica y el escapulario pude comprobar que me quedaba muy holgada y no me veía bien vestido, mi madre me dice: “Una capa todo lo tapa”. ¿ Y dónde busco yo una capa hoy domingo ¿, le contesto, pregunta en los jesuitas, me sigue diciendo, quizás tenga algunas de los estudiantes. Fui a la Iglesia de San Francisco, estaba el padre Ruiz Andreu, que había terminado su misa y le conté lo que me ocurría, sin decirme nada, ni corto ni perezoso fue al perchero donde tenía colgado su capa y me la entrego y me dijo: “Toma quédate con ella el tiempo que haga falta”. Hoy al recordarlo todavía me emociono.

Recuerdo sus sermones y homilías; una vez, creo, que fue la primera misa del jesuita Joaquín Carretero Gálvez en la Iglesia Mayor Prioral, era un espectáculo escucharlo con la cantidad de metáforas que enriquecía sus homilías y sermones desde el púlpito y sin micrófono. Sus homilías eran claras, densas y profundas; era un orador que practicaba el arte de hablar bien y sobre todo la manera persuasiva y convincente de transmitir con una elocuencia poco común. Sus misas en latin eran perfectamente audibles y sentidas, como si el latín fuese su idioma vehicular. El P. Eugenio Ruiz Andreu impartía clases de oratoria y latín, en ambas materias era un experto y las dominaba perfectamente.

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Una de las clases en el antiguo edificio de los Jesuitas.

Uno de sus alumnos fue el P. Luis Conde Pérez de la Blanca (autor de “La biblioteca del Colegio de San Luis Gonzaga en el Puerto de Santa María 1901-1961”), me cuenta su satisfacción cuando le tuvo como profesor desde 1950-1952 y que juntamente con su competencia enseñando, el entusiasmo que ponía en su tarea de forjar a futuros predicadores del Evangelio. Eran los años preconciliares y apuntaba inquietudes de renovación. Con motivo de la incorporación definitiva a la Compañía de Jesús, le ofrecieron un acto de homenaje en uno de los patios de juego del antiguo colegio de San Luis Gonzaga. Para este acto me dice el P. Luis Conde compuso un soneto; en él, plasmaba de metáforas poéticas, pretendía diseñar su figura de entusiasta formador de jóvenes jesuitas. Con permiso del P. Conde me atrevo a transcribirlo.

Yo le he visto limpiando los abetos
de sus ramas salvajemente prietas,
recortando picudas las siluetas
sobre fondos brumosamente inquietos.?
Yo le he visto por viejos vericuetos,
entusiasta entre jóvenes atletas,
señalando tajante nuevas metas
a mesnadas que bruñen ya sus petos.

Es que quiere forjar un mensajero
con Palabras de siempre en su mensaje,
con bravura de Ignacio caballero

Es que quiere injertar en el ramaje
Vino viejo que brote placentero
Con pujante verdor en el paisaje.

Cuando los jesuitas de El Puerto trasladaron el noviciado y juniorado a Córdoba el P. Eugenio, estuvo algún tiempo en esta ciudad impartiendo las mismas disciplinas que en El Puerto; pero fue destinado al colegio San Estanislao de El Palo (Málaga), donde permaneció desde 1961 hasta su muerte el 15 de Junio de 1996.

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Celebración de los 50 años en la Compañía de Jesús del P. Ruiz Andreu

En 1983 se cumplió los 50 años en la Compañía de Jesús. En el colegio San Estanislao desempeñó diversos cargos: Profesor de varias asignaturas, prefecto de estudios, director técnico del colegio Mayor, consiliario de las asociaciones de padres de familia y antiguos alumnos. En Málaga consiliario de hermandades, predicaciones muy apreciadas, pregones y presentación de carteles de Semana Santa, bodas, y donde quiera que pudiera ser llamado para cualquier colaboración desinteresada. El P. Ruiz Andreu, se fue con una asignatura pendiente, la de no aprender jamás a decir que no a cuanto se le pidiera. A los demás, a los que le conocimos su paso por El Puerto nos queda el grato recuerdo de este hombre, generoso, vitalista, dispuesto, sencillo, lleno de fé, amigo y consejero; un jesuita ejemplar.

Termino esta semblanza, con la transcripción de un trozo de la presentación de un cartel de Semana Santa de la muy Ilustre Hermandad Sacramental de la Sentencia de Málaga, presentado por el Rvdo. Padre Don Eugenio Ruiz Andreu. Podemos ver la elegante forma de expresar sus ideas con una memoria capaz de retener todos los argumentos. Dice así: ¿ Y los cirios…¿ Sólo quedan unos pequeños, humildes cirios que se han encaramado por los brazos de oro de los arbotantes y desde sus tulipas lloran lágrimas rojas de amor, que riman con esos dos macizos de claveles, surtidores de sangre de sus jarrones de oro… Los demás cirios han quedado apagados por el resplandor del Verdadero Cirio Morado de la Sentencia que desde el borde del trono vuelve a gritar: “ Yo soy el Rey porque Yo soy la única Luz del mundo.” /Texto: Francisco Bollullos Estepa.

Este trabajo fue presentado en unas Jornadas en El Puerto de Santa María,  con motivo de los 25 años de las excavaciones arqueológicas en el Castillo de Doña Blanca en el año 2004, realizado por la Junta de Andalucía y dado que aún no han sido publicadas las actas, hemos decidido publicarlo, cuando se cumplen los 35 años.

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Excavaciones de 1981.

Todo gran yacimiento arqueológico del mundo, y más de una ciudad como la que esta enterrada en Doña Blanca, cuando es iniciada su excavación e investigación comienza a poseer desde nuestra visión actual dos historias paralelas. La primera, y, naturalmente, la más importante, es la referida a las personas que durante milenios la habían habitado. La segunda en la mayoría de los casos pasa inadvertida, tal vez durante siglos, hasta que por sí misma es historia. Nos referimos a las personas que han dedicado y dedican su vida a intentar saber a través de la investigación, en cualquiera de sus formas, la manera de vivir y hasta de sentir de sus antiguos moradores. Personas que a veces sin quererlo, por la implicación y el conocimiento adquirido, pasan a formar parte indisoluble del yacimiento, cargando con la exigencia y el reclamo, muchas veces injustas, no sólo de la razón y el conocimiento, sino que también nos apoderamos del pensamiento, para juzgar lo bueno, y en la mayoría de los casos lo malo hecho por los investigadores. Sin valorar que algunas de las aportaciones realizadas son de un calado histórico de tal dimensión que sobrepasan nuestros propios conocimientos y pensamientos.

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Personal de la excavación de 1981, a la izquierda de la fotografía en pie D. Emilio Barrera, y agachado D. José Bermúdez.

Este yacimiento fue conocido desde la Antigüedad, según los datos que nos ofrecen sus investigadores en distintas publicaciones. Pero, por motivos que desconocemos no se comenzó a excavar de forma sistemática hasta 1979, aunque siempre hemos sabido que A. Schulten a mediados de los cuarenta en su busca de Tartesos tropezó con él. De boca de uno de los trabajadores que tuvimos durante años en Doña Blanca, Emilio Barrera, supimos que para ver su estratigrafía A. Schulten realizó la voladura de una zona situada al sur del yacimiento siendo visible aun el corte estratigráfico, y esto nos lo contó porque él, Emilio, participó como trabajador bajo las órdenes de A. Schulten. Con el tiempo algunos investigadores pasaron por Doña Blanca, pero fue el erudito local Ciria y Vergara quien más escribiría sobre el yacimiento y sus imponentes ruinas.

siduena-3_puertosantamaria No fue hasta que D. Diego Ruiz Mata profesor entonces de la Universidad Autónoma de Madrid, visitara y conociera el yacimiento, guiado por uno de sus alumnos, nuestro amigo D. Juan Ramón Ramírez Delgado, quien iniciara en 1979 las investigaciones sistemáticas, de las que celebramos los 25 años.

En la imagen de la izquierda, entrada a una Cueva Cantera.

El motivo que hoy nos trae [a estas Jornadas] es contar algunas de nuestras experiencias y aportaciones personales vividas durante los comienzos. Así pues, es para nosotros un honor y un orgullo participar en estas Jornadas, que celebran nada más y nada menos que los 25 años de intervenciones arqueológicas en el Castillo de Doña Blanca. Y lo es porque, precisamente, es en este yacimiento donde se nos dio la oportunidad de participar por primera vez junto a un grupo de investigadores en una excavación arqueológica. Sin duda todo gracias a nuestro profesor y amigo D. Diego Ruiz Mata, que en esta primera experiencia de 1979 y en adelante, no solo nos enseñó lo que es una excavación, los materiales, o las épocas, sino que despertó en nosotros la necesidad de aprender, la sensibilidad y el respeto para valorar y comprender la importancia de la protección de nuestro Patrimonio. Suponiendo para nosotros el comienzo de esta auténtica aventura, que ya desde que dio comienzo nuestra amistad en el año de 1969 sabíamos que llegaría.

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Grabados antropomorfo en una Cueva Cantera.

El impacto socio-cultural que sobre nuestra ciudad suponía la excavación arqueológica de Doña Blanca, año tras año, crea la ilusión por salvaguardar este Patrimonio, siendo el germen de una autentica revolución institucional respecto al Patrimonio Histórico de la ciudad de El Puerto de Santa María. Todas las fuerzas políticas que componían la corporación municipal comprendieron la importancia de estos valores, comprometiéndose en buscar procesos respetuosos para su cautela y protección, creando desde ahora y en el futuro distintos centros, que, dentro del organigrama municipal, creara modelos de recuperación, conservación e investigación de nuestro Patrimonio. Nuestra colaboración en esta primera campaña en Doña Blanca, nos proporcionó poder continuar hasta la actualidad formando parte de los nuevos organigramas, ejerciendo como trabajadores municipales desde entonces.

Son muchas las anécdotas que sucedieron durante estos primeros años de campañas de excavaciones y prospecciones, y es posible que si no las contamos en este foro nunca sean parte de la historia que, sin ser archivística o arqueológica, es una parte ya de ella.

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Interior de la denominada “Cueva de la Mujer”.

En el año 1979 curiosamente el equipo de investigación se hospedó en una vivienda cuyas ventanas daban al patio de la casa de la Marquesa de La Cándia, que varios años después se convertiría en la sede del Museo Municipal. En una cajita de cartón de color gris se guardaban aquellas piezas más significativas encontradas durante la excavación. Contenía fragmentos de cerámica que por estar decorada o pertenecer a un periodo concreto tenían una singular importancia. Nosotros la llamábamos la caja del tesoro. Por supuesto que no sabíamos que esta denominación nos traería algún que otro problema, pues una mala interpretación por algunas personas, les llevó a solicitar en compañía de su letrado sus derechos sobre el cofre del tesoro que al parecer habíamos hallado. Deshacer el entuerto fue una larga conversación no exenta de humor por nuestra parte, aunque el tema fue bastante serio. Sin duda fueron muchas las personas que visitaron el yacimiento, pero para nosotros fue inolvidable la tarde que vino D. Juan de Mata Carriazo, que además quiso que su hijo le hiciera una fotografía con nosotros, que nunca llego a nuestro poder, con la cámara de gran formato que traían. Algo que llenaba de orgullo a unos eruditos locales como éramos, o somos, y que se encontraban junto a una de las personas que realmente admiraban.

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Gran galería a cielo abierto con acceso a varias Cuevas Canteras, aprovechadas como vivienda y corral.

Una vez finalizada la campaña de 1979, el profesor D. Diego Ruiz Mata, que entonces daba clases en la Universidad Autónoma de Madrid, nos autorizó para seguir trabajando. En aquel momento el centro de operaciones se encontraba situado en la Casa de la Cultura, donde de la mano del Concejal de Cultura D. Antonio Muñoz Cuenca, de D. Enrique Bartolomé y D. Ventura Lozano, comenzamos una andadura institucional totalmente ligada al trabajo en Doña Blanca.

Como hemos dicho, con la autorización de Diego comenzamos a trabajar. Se nos hicieron unos contratos de colaboradores. Nuestra actividad consistía en prospectar el entorno de Doña Blanca, y realizar labores para la Concejalía relacionados con el Patrimonio. A través de la concejalía de cultura y de la asociación Alcanatif se realizó una larga campaña pública para salvar nuestro Patrimonio. A la vez y de manera personal nosotros comenzamos una campaña para dar a conocer las lagunas endorreicas. De pronto se nos abrió un mundo que cada vez nos absorbía más. Los edificios, las áreas medioambientales, los yacimientos arqueológicos, todo era nuevo para nosotros y todo nos interesaba y queríamos proteger. Estábamos inmersos en los cambios que en poco tiempo afectarían a nuestra ciudad. Nada mas finalizar la excavación se nos convocaba en el Ayuntamiento a reuniones que tenían como fin la creación de un museo en la ciudad.

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Uno de los registros del Acueducto de la Piedad.

En el año de 1980 comenzamos a prospectar toda la Sierra San Cristóbal. La necrópolis, que sabíamos que estaba allí, se negaba a que la viésemos, pasábamos por encima y no la descubríamos. Sí localizamos los fondos de cabañas de la Edad del Cobre de la Dehesa, y una serie de tumbas romanas, junto a Doña Blanca, tras las vaquerías de Lavi. Así mismo comenzamos a ver la verdadera importancia de las cuevas, algunas de las cuales nosotros conocíamos desde niños. Pero ahora se nos mostraba como algo sorprendente, y no solo por sus dimensiones o monumentalidad, algunas cubiertas por grabados y esculturas, o el uso como viviendas que aún tenían. Todo esto era totalmente desconocido para la mayoría de los ciudadanos. A la vez que las íbamos descubriendo, intentábamos enseñárselas al público, realizando montajes de diapositivas que exponíamos, como por ejemplo “El Puerto y su Entorno”. La gente se sorprendía de la riqueza del patrimonio de su ciudad, sensibilizado de la importancia de protegerlos.

Durante estos primeros años llevamos a cabo un seguimiento de los distintos factores que alteraban las lagunas Salada, Chica y Juncosa, así como de la fauna que la habitaba o utilizaba. Durante el día o la noche prospectábamos el exterior o interior para realizar fotografías de animales o vegetación, que enseñábamos por toda la ciudad como parte del Patrimonio. Hoy por suerte estas lagunas están protegidas y declaradas como reservas integrales.

...continúa leyendo "2.280. COMO PIONEROS POR SIDUEÑA. A los 35 años de Doña Blanca."

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Viendo como esta fiesta tan tradicional y tan nuestra ha ido adoptando, las costumbres paganas de otros países, me produce cierto recelo. Ya sé que nada volverá a ser igual, entre otras cosas porque esta fiesta era principalmente familiar.

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Carmela Durán Valle (ver nótula núm. 1.536 en Gente del Puerto)  de Frutas El Vela (ver nótula núm. 326 en Gente del Puerto), en el puesto de frutas y verduras de La Planilla, durante unos Tosantos.

Y es que todas las familias, se reunían en torno a la mesa, degustando un buen almuerzo o cena, y los productos propios de estas fechas. Así, según el presupuesto de cada familia, no faltaría castañas, nueces, almendras, higos, pan de higos, dátiles, avellanas y un surtido de frutas, de primerísima calidad. No todas las familias se podían permitir todo el año este dispendio, por eso, ese día, los chiquillos alucinábamos, y comíamos más con “los ojos” que con la boca. En mi rinconcito del alma -La Placilla- se vivía como una verdadera locura, pues sin ningún género de dudas, esta era la fiesta más importante para nuestro sector hortofrutícola.En estos días, recibíamos productos de Lérida, Murcia, y de alguna que otra ciudad, y como no, nuestros buenísimos productos andaluces.

virgendelcarmen_estampa_puertodesantamariaDesde bien temprano, los comerciantes entonaban sus pregones, con mayor o menor acierto, y algunos con la gracia que da la sal de nuestra tierra, que de todo había. Lo que me inquietaba de esta fiesta, era ver como cada año, mi madre sacaba la postal de la Virgen del Carmen, con las ánimas benditas, y encendía una mariposa de aceite, durante varios días. Cada noche, al arroparnos y darnos el beso de buenas noches, hacía sus oraciones, en silencio y más de una vez se le escapo, alguna que otra lagrimilla. /Estampa de la Virgen del Carmen.

A mí, a qué negarlo, me daba un miedo considerable y no debía ser la única, porque cada noche acostumbrábamos a tener nuestras charlas, y esas noches perecía que nos había comido la lengua el gato, pues estábamos todas mudas. Me tapaba la cabeza con las sábanas, pero no había nada que hacer, terminaba con la cantinela: "--Tengo miedo, no puedo dormir, ¿me dejas que me pase a tu cama?" Mi pobre madre, después de una jornada tan dura de trabajo y con la paciencia del Santo Job, tuvo que aguantarme toda la noche abraza a ella, y ni aún así se me quitaba el miedo. Y es que los listillos de siempre me decían, que las ánimas eran fantasmas, y no me negaran que eso da mucho miedo.

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Lamparillas, o Mariposas (de las marcas San Juan Bosco, El Cisne, o Cepol) que eran muy frecuentes en las casas en los años sesenta del siglo pasado.

Cuando empezaron las primeras televisiones a emitir, en estos días era todo un clásico la obra de José Zorrilla, Don Juan Tenorio, no sabría decir, la cantidad de versiones de esta obra que he visto, ni la de los actores y actrices, que la han interpretado, desde: José Bódalo, Rodero, Paco Rabal, Carlos Larrañaga Ismael Merlo, etc. Y actrices como: Lola Herrera, Concha Velazco, Alicia Hermida, María José Goyanes, Elisa Ramírez etc.

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Reposición de Don Juan Tenorio realizado por TVE en 1966, con Paco Rabal y Concha Velasco, en los papeles protagonistas.

Otros de los dulces tradicionales de estas fiestas, eran los huesos de santo, las alpisteras y unas rosquillas del tamaño de los donuts que estaban buenísimas.

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Dulce tradicional de aquellas fechas: alpisteras.

Así, eran nuestras tradiciones, sencillas pero entrañables, y aunque no reniego de Halloween, entre otras cosas por la gente menuda que se lo pasa de miedo y de escándalo, disfrazándose, y montándose su propio fiestorro, solo espero que no nos olvidemos de lo nuestro, porque eso es lo que nos hace de verdad, diferentes. /Texto: María Jesús Vela Durán.

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Queremos, en esta ocasión, dar a conocer un pequeño incidente ocurrido hace más de un siglo, que tal vez pudo condicionar junto con otras circunstancias, la vida de un portuense eminente: Ramón Arvilla Colóm, prestigioso empresario vitivinícola, cosechero, criador y exportador, dirigiendo junto con su hermano José María la empresa familiar “Arvilla y Cia.” entre cuyos reputados caldos figuraba el amontillado “Coquinero” que posteriormente comercializará Osborne.

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Republicano vocacional y practicante católico, formó parte de la Corporación local en los primeros años del siglo XX y anteriormente presidió el Círculo Peralista y fue uno de los albaceas de Isaac Peral, desaparecido desgraciadamente para la ciencia, en 1895, y vocal de la primera asamblea de la Cruz Roja local.

Había nacido en El Puerto de Santa María, hIzo ahora 150 años, el 25 de octubre de 1864. Curiosamente, tuvo de padrino de bautismo a su tío materno que se llamaba Cristóbal Colom. Era el mayor de los cinco hijos del matrimonio formado por Manuel Arvilla Azcárate y Dolores Colom del Hierro y nieto del laureado Brigadier de Infantería por sus acciones en la defensa del Trocadero, en la Guerra de Independencia, Manuel Arvilla, nacido en Eraso (Navarra).

detente_1_puertosantamariaLOS 'DETENTE'.
Esta dualidad ideológica del Sr. Arvilla, republicano y católico practicante, originó un curioso intercambio de notas y cartas abiertas con republicanos anticlericales, publicadas en la prensa nacional. La polémica tuvo su origen en una costumbre muy extendida en esos años finales del siglo XIX de colocar una plaquita o chapa metálica de forma ovalada con la imagen xerografiada del Sagrado Corazón de Jesús en la puerta de entrada de las casas, chapas de la que existían distintos modelos, con diversas frases y eslóganes. Se las conocía y nombraba como “Detente” por el texto más popular y extendido que figuraba en muchas de ellas: “Detente enemigo que el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo”. Su simbolismo era claro, proteger de cualquier mal a los moradores de la casa que, al mismo tiempo, se identificaban públicamente como fervorosos católicos y seguidores de esta iniciativa jesuita tan popular.

Vivía el joven y emprendedor Ramón Arvilla junto con su esposa, Victoria Laborde Winthuysen, y dos hermanas solteras, Pilar y Milagros Arvilla, en la casa número 14 de la calle Ganado, que hacía esquina con la de Nevería, una esquina de muy reciente creación al haberse prolongado dicha calle en un nuevo tramo que conectaba y daba acceso al recién estrenado Ayuntamiento. Una de estas chapas estaba instalada en el dintel de la puerta de acceso a la vivienda, dentro del zaguán o casapuerta. Esta inocente incidencia le ocasionó duras críticas en sectores radicales del republicanismo local.

el_motin_satiricoUn correligionario de esa tendencia, de apellido Tomeu, hace ahora 115 años, escribió una carta abierta, publicada en el semanario de difusión nacional “El Motín” del 29 de octubre de 1899, de la que reproducimos el siguiente párrafo: “…aquí, en El Puerto de Santa María, un republicano y federal, Ramón Arvilla, ha colocado en la puerta de su casa esta chapa, símbolo de reacción y carlismo (los soldados carlistas usaban como escapularios estos “Detente”). Concibo que algún republicano, bien por falta de magín o por exceso de pusilanimidad, se atreva a combatir claramente a la iglesia; pero de esto a arrojarse en brazos de la reacción hay mucho trecho, y máxime si el que lo hace es persona ilustrada, que sabe mejor que yo los cadáveres que tiene que pisar y el río de sangre que vadear para ir desde el campo republicano a las tiendas del carlismo… la extrañeza por el acto de referencia ha sido grande, por ser el Sr. Arvilla hasta ahora hombre que ha inspirado a todos los suyos, privados y políticos, con la honradez más estricta; siendo esa la causa de que haya desfilado por delante de su puerta todos los republicanos de esta población; ninguno quería creer lo de la chapa sin verlo por sus propios ojos.”

La respuesta de Arvilla, una de cuyas hermanas había profesado como religiosa en las Madres Reparadoras y que, en esas fechas, andaba más que ocupado en organizar y dirigir una fábrica de electricidad en la vecina ciudad de Sanlúcar, donde había obtenido una concesión municipal, cuyos derechos cedería posteriormente a la Compañía Andaluza de Electricidad (CAE), de la que era accionista, fue rotunda y tajante, reafirmándose en su religiosidad y la compatibilidad de su conducta con el ideario político que abrazaba.

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No conocemos en detalle los perjuicios que, a nivel personal y económico, pudo ocasionarle este incidente. En los años que siguieron todo apunta a que su trayectoria como empresario perdió fuerza y, políticamente, intuimos que también. Algo se puede vislumbrar, anticipado en una semblanza suya que publicó la Revista Portuense, sobre la desilusión, que fue acumulando por esta época, cuando en uno de sus párrafos decía: “No queremos ocuparnos de los desengaños que habrá recibido después, al considerar que gran número de amigos y entusiastas en los años de apogeo de Peral, le abandonaron ruinmente.”

Años después tomaría una decisión trascendente: abandonar El Puerto. En 1909 pidió un préstamo que nunca liquidaría a Pedro Hernández Carrera de 20.000 pesetas, aportando como garantía de pago su casa de Ganado 14, que en esa fecha era de su completa propiedad al haber comprado la parte de su hermano José Arvilla, brillante ingeniero que llegó a ser jefe del Departamento de Industria del Consejo del Monopolio de Petróleos y, políticamente, la otra cara de la moneda, en el año de 1898, cuando sus negocios atravesaban una etapa boyante.

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Postal del Teatro Colon, de Buenos Aires, año en el que se trasladó a vivir a Argentina y de donde no regresó.

Con ese capital, emigró a Buenos Aires junto con su esposa y su único hijo, Manuel Arvilla Laborde, buscando nuevos horizontes, oportunidades y tal vez mayor tolerancia y comprensión en su madurez –tenía 45 años-, sin que hayamos podido encontrar más información de él, salvo la noticia de su fallecimiento, décadas después, allá en Argentina, de donde nunca más volvió. /Texto: Antonio Gutiérrrez Ruiz - A.C. Puertoguía.

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Fotografía aérea con la reconstrucción ideal de la costa antigua, los yacimientos con restos arqueológicos considerados Tartésicos, así como las factorías de salazón de pescado del siglo VI a. C.

Las Columnas consagradas a la divinidad marcaban el fin del mundo conocido. Más allá de las Columnas de Hércules, la oscuridad. Pero, en este lugar, donde se llegaba empujado por los vientos apeliotas, o de Levante, se unían los elementos. Los cuatro elementos conocidos en la Antigüedad: el mar, la tierra, el aire y el fuego. El Mediterráneo y el Atlántico, Europa y África.

Los griegos bautizaron al mundo conocido tras las Columnas de Hércules como Tartesos. Sin embargo, este espacio geográfico era conocido con anterioridad. El Libro de los Reyes (I.10.22; 22.49) describía en tiempos del rey Salomón los viajes a un lugar llamado Tarsis, a comienzos del primer milenio a. C. Aún hay más Tarsis mencionadas en la Biblia, como la del Libro de Isaías (23.I.6). En este texto se refleja la situación de la ciudad fenicia de Tiro en el siglo VIII a. C. y se alude a los barcos que navegaban a Tarsis. Posiblemente en Occidente.

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A la izquierda, anillo de plata encontrado en el río Guadalete que representa la figura de Hércules con su maza. Con toda probabilidad en este mismo marco se desarrolló una de sus mayores aventuras heroicas, el robo de los bueyes de Gerión. Y a la derecha, su impronta. Museo Municipal.

Los periplos realizados por los navegantes de Massalia, actual Marsella, fueron la fuente de información de Avieno, autor latino del siglo IV d. C., para quien la ciudad de Tartesos se encontraba en Cádiz. De la misma opinión fueron otros escritores romanos. Carteia, junto a San Roque, en la Bahía de Algeciras, y por extensión la región limítrofe a las Columnas de Hércules, también estuvo considerada en la Antigüedad como cuna de Tartesos.

No todos los autores clásicos se refirieron a Tartesos como una ciudad. Para el citado Avieno y para Estesícoro de Hímera se trata, asímismo, de un río. Estrabón nos habla del río Tartesos y de las islas de Cádiz, fronteras a las tierras que bañaba el río. La ciudad de Tartesos se situaría entre las dos bocas que formarían la desembocadura del río de su nombre. Este río, cargado de restos de oro, estaño y cobre, se encontraba a dos días de navegación de las Columnas, según cuenta Éforo.

Los escritos grecolatinos deben ser leídos desde el único espacio geográfico coincidente a través del tiempo: la Bahía de Cádiz. En este lugar, los fenicios de Tiro fundaron una colonia que bautizaron con el nombre de Gadir. Los griegos la llamaron Gadeira y a sus islas vecinas Eritheia. En las tierras fronteras a Eritheia y junto a las fuentes del Tartesos, nació Gerión. Este personaje mítico participa en la leyenda de Hércules, quien le da muerte en uno de sus "trabajos". En la desembocadura del Tartesos se encontraba el Arx Gerontis, como nos cuenta Avieno. Los hechos que nos relatan las leyendas griegas los sitúa Hesíodo en Eritheia, o Estesícoro en Tartesos.

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La orfebrería gaditana se distinguía por su exquisita belleza y complejidad, los diseños ofrecen características puramente orientales. La tecnología de los orfebres gaditanos es verdaderamente asombrosa.

Así, los pastos en los que Gerión tenía su ganado parecen, pues, que deben ser los situados en el Valle del Guadalquivir y tierras fronteras a Cádiz. Es aquí, en el litus Curense, o isla de Cartare (ver nótula núm. 2.217 en Gente del Puerto)  según daba nombre Plinio el Viejo, donde se encuentran los yacimientos arqueológicos más importantes en relación con los orígenes de Tartesos y de la colonización fenicia: el poblado de cabañas de Pocito Chico (ver nótula núm. 2.259 en Gente del Puerto) y la ciudad del Castillo de Doña Blanca, dos formas de vida que, desde ahora, serán interdependientes.

En otro mito se nos explica qué fue Tartesos como entidad política. Al menos para los griegos. Un primer rey, Gárgoris, fue recolector de miel. Otro, Habis, daría a su pueblo leyes, además de enseñarle a uncir bueyes al arado, y a cultivar. El longevo rey Argantonio fue comparado con los tiranos de las polis griegas por Anacreonte y Heródoto. Todo esto ha conducido a algunos arqueólogos a pensar que Tartesos, además de una ciudad fue una entidad territorial, jerarquizada y gobernada por un monarca de fuertes poderes políticos y religiosos, donde los líderes serían heroizados después de muertos.

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Collar de cuentas de cornalina del yacimiento de La Algaida en Sanlúcar de Barrameda.

Así pues, fue Tartesos una sociedad de base agropecuaria que comenzaba a comercializar sus riquezas naturales, muy especialmente los metales de Huelva. Muchas son las descripciones latinas de campos y huertas a orillas del Guadalquivir. Se citan cereales, leguminosas, hortalizas, y frutales; así como grandes rebaños de bóvidos. A pesar de ésto, si atendemos a los textos que nos hablan de Tartesos, la base fundamental de la riqueza tartésica era la extracción y beneficio de los metales, principalmente cobre, oro y plata. Esta es la causa de la continua afluencia de foráneos a las costas españolas desde la Edad de los Metales.

El mundo grecorromano elaboró todo un mito de Eldorado en la Europa de la Edad del Bronce. Pausanias nos cuenta que Mirón, tirano de Sición a mediados del siglo VI a. C., construyó un tesoro de más de trece toneladas de bronce tartésico, después de su victoria en los Juegos Olímpicos. Heródoto recuerda como los foceos se hicieron amigos del rey Argantonio, quien les ayudó con plata a financiar la construcción de las murallas de su ciudad, Focea, amenazada por los persas.

La actividad minera sería una de las razones principales para la fundación de Gadir, ciudad que hoy día podemos visitar en Cádiz y el Castillo de Doña Blanca. Los fenicios introdujeron el cobre occidental como sustituto del producido en el Sinaí. Los habitantes del suroeste de la Península Ibérica acostumbraban a comerciar con la costa atlántica, en especial el estaño de las islas Casitérides, en lo que se ha venido en llamar Bronce Atlántico, costas de Portugal, España, Francia, Inglaterra e Irlanda. El hallazgo de la ría de Huelva, un barco hundido cargado de objetos de metal, datado entre el 1138 y el 813 a. C. por radiocarbono calibrado, es buena prueba de lo que decimos.

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Los romeros porteños en peregrinación al Rocío, a su paso por Pocito Chico. En la antigüedad y en la actualidad, el caballo ha representado un papel fundamental en el control de los recursos y del territorio. A nadie escapa la singular importancia que este mítico animal tiene aún en la Andalucía Occidental y sobre todo en esta área, donde todavía se crían en libertad por las marismas.

Tartesos será el punto de inflexión entre el oriente mediterráneo y la costa atlántica, como demuestran las Estelas Decoradas del Suroeste. La ruta del norte, el estaño, es posible relacionarla con el comercio mediterráneo en un sistema económico de gran amplitud. Así, los fenicios actuaron introduciendo grandes cantidades de plata no sólo en Egipto, sino en todo Oriente, como tributo al Imperio Asirio.

Homero indicó que el comercio de las ciudades griegas estaba en manos de los fenicios. En Tartesos, los productos más antiguos griegos los introdujeron los fenicios. La plata era intercambiada por aceite, vino, objetos de arte, cerámica fina, jarros y calderos de bronce, perfumes, alabastrones egipcios, telas de lujo (púrpura), lucernas e, incluso, animales como la gallina o el asno. Pero no fueron estos los únicos intercambios que se produjeron, aquellos que afectan a la mente y el comportamiento humano, como los cultos religiosos, fueron los que realmente debieron transformar a las gentes de Tartesos.

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Reconstrucción de la Cabaña 1 del Bronce Final excavada en el yacimiento de Campillo. Dibujo del pintor Javier M. de Lucas Almeida.

La orfebrería tartésica logró una gran altura uniendo a la tradición del Bronce Atlántico los modos y técnicas traídas por los fenicios. Debieron ser regalos a reyezuelos o, como los tesoros de El Carambolo (Sevilla) y La Aliseda (Cáceres), piezas de carácter sacerdotal. El lugar de fabricación de todas estas joyas debió ser Gadir -como se constata en el Castillo de Doña Blanca-, que continuó con esta tradición, incluso en época romana.

...continúa leyendo "2.273. DESDE TARTESOS. Isla Cartare (V)"

El yacimiento del Castillo de Doña Blanca situado en El Puerto de Santa María, es bien conocido, no solo en la bibliografía especializada. Cuenta con una unidad administrativa de la Junta de Andalucía. Se trata de un yacimiento que conserva un complejo arqueológico aún no conocido, ni todo se ha descubierto. Desde principios de los años 80 del siglo pasado hasta la actualidad, se están incorporando hallazgos espectaculares, que nos están poniendo de relieve la autentica magnitud de las infraestructuras que acompañan la ciudad que esta bajo el “Tell” artificial de Doña Blanca.

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 José Ignacio Delgado Poullet (Nani), al entrar en el hipogeo del Sol y la Luna.

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Juan José López Amador en el interior, cuando aun no estaba excavada.En la actualidad se siguen haciendo importantes descubrimientos.

Junto a nuestro compañero del Centro Municipal del Patrimonio, José Ignacio Delgado Poullet, hicimos algunos hallazgos significativos a comienzos de los 80, como la Necrópolis de Las Cumbres, más de dos millones de metros cuadrados dedicados a la muerte, decenas de Túmulos, si no son centenares, del que se excavó uno entre los años 1984-85). Hipogeos de una o con varias cámaras, del que se ha excavado el llamado del Sol y la Luna, y otros tipos de tumbas.

donablanca_3_Gente del Puerto_puertosantamariaA la izquierda, dibujo aproximado de la planta del hipogeo 2, aun no excavado, enviado a Madrid, a Diego Ruiz Mata en el año 1983.

Localizamos la llamada ciudad del siglo IV, ubicada en la parte más alta de la Sierra San Cristóbal, donde se han localizado y excavado almacenes y varios lagares para el vino.

Al este de Doña Blanca encontramos el poblado de la Edad del Cobre de La Dehesa, donde también se han excavado varias cabañas. Con el tiempo se han ido incorporando un sin fin de yacimientos, como Las Cruces, Las Beatillas, etc., que por distintos motivos están vinculados por una u otra razón a la ciudad allí ubicada.

Sin duda el hallazgo de galerías para la conducción de manantiales de agua por todo el entorno y bajo el yacimiento, nos aclaran el porqué de la situación de la ciudad. Una de estas galerías excavas en la roca, y que parte bajo el yacimiento lleva el agua excedente en dirección al río Guadalete, hoy la Madre Vieja. Hay que decir que estos manantiales se han explotado hasta la actualidad por lo que estructuras de varias épocas están solapadas, y se precisa de un estudio a fondo.

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Los autores en el interior de una galería de agua bajo Doña Blanca.

Decenas de cuevas canteras rodean el yacimiento, que conserva varias murallas alguna con 6 metros de altura y 2 de grosor del siglo VIII a. C., y centenares de metros de recorrido, estas canteras surtieron no solo estas murallas, sino también las catedrales de toda la zona hasta la de Sevilla, son por si misma auténticos monumentos que guardan algunas sorpresas, aun se conserva la utilización de estas cuevas como viviendas.

donablanca_5_Gente-del-Puerto_puertosantamariaImagen de la Cueva Cantera. /Fotografía de José Ig. Delgado Poullet, Nani.

A finales del año 2.007 hemos podido descubrir la situación de varias estructuras murales enterradas y que hasta ahora se desconocían. Se trata de un área ubicada entre la Madre Vieja del Río Guadalete y la ciudad de Doña Blanca. La parte más cerca del río, son una serie de grandes muros protegidos por una especie de gran espigón, y un sinfín de muros mas pegado a la ciudad, donde están las galerías de agua.

Puede tratarse de la zona portuaria, compuesta no solo por las estructuras de los muelles, hay otras que por su dimensión y características podrían ser dársenas para reparación y construcción de barcos, almacenes o tinglados para mercancías, que podrían ser de época Fenicia, pero también deberemos tener en cuenta, que la catedral de Sevilla tenia muelles para las barcazas que trasladaban la piedra.

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Fotografía aérea tratada en relieve, donde podemos apreciar las estructuras soterradas al pie de la ciudad del Castillo de Doña Blanca.

Una vez tenemos esto presente, debemos decir que el área que parece ocupar estos restos, miles de metros cuadrados, es muy amplia, y que hasta no se lleve a cabo un proyecto de investigación no saldremos de duda, se trate o no del área portuaria de la ciudad, no cabe duda de que es un gran hallazgo.

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De nuevo desde un vuelo aéreo las estructuras soterradas

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Acceso a la explanada con cazoletas

En el año 2008 localizamos en la parte de arriba de la Sierra San Cristóbal, a la entrada de la llamada ciudad del siglo IV, una serie de trabajos sobre la piedra que nos llamaron la atención, se trata de una zona con escalones tallados en la roca que da acceso a un área de roca plana donde encontramos decenas de cazoletas, que podrían ser de la Edad de Cobre, o también podrían ser de batir metales como nos comentaron los profesores Primitiva Bueno y Rodrigo Balbín en su visita al lugar. Futuras intervenciones nos lo podrán aclarar.

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El saliente de piedra lleno de cazoletas, con una visión extraordinaria del río Guadalete.

donablanca_12_Gente-del-Puerto_puertodesantamariaFinalmente, pero solo hasta el momento, en el año 2011, unos pescadores nos avisaron que en el gran espigón Sur del río Guadalete, en su desembocadura, se encontraba una piedra con unos grabados. Efectivamente, una gran piedra que a pesar de estar fracturada, conserva más de dos metros de altura y uno treinta de anchura, esta tallada por los tres lados que conserva. En la cara posterior está cubierta toda la superficie con pequeñas cazoletas, así como la lateral que también tiene otros grabados. Pero sin duda es la cara que consideramos delantera la que presenta una serie de grabados en círculos y otra serie de trazados que parecen estar en bajorrelieve.

En la imagen de la izquierda, Menhir de la Sierra de San Cristóbal, decoración de la cara frontal.

Sabemos la fecha de la explotación de las canteras de piedra de la Sierra San Cristóbal, mediados de los años 70 del siglo pasado, y su situación, tras el Castillo de Doña Blanca. Fue cargada como muchas otras y trasladadas como relleno del espigón. Según los investigadores que estudian la pieza, entre ellos Primitiva Bueno y Rodrigo Balbín, se puede tratar de un Menhir, que estaría situado en el entorno de la importante necrópolis de hipogeos de la Edad del Cobre, que hay en la Necrópolis de Las Cumbres.

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Zona de afectación de las edificaciones ilegales.

En la actualidad un grave problema acecha esta necrópolis y todo el entorno de Doña Blanca, nos referimos a la importante ocupación del terreno que inmediatamente es parcelado y edificado en terrenos públicos, que ha dañado ya importantes canteras, y con el crecimiento tan galopante pueden afectar gravemente la necrópolis.

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En los años 80, situábamos testigos para saber si la tumba se veía afectada.

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La conservación del Hipogeo de el Sol y la Luna, estaba en serio estado de derrumbe.

Pero no solo esto está haciendo daño a la necrópolis, al ser propiedad privada, no se nos permite el paso, por lo que no sabemos hasta qué punto las que están al descubierto han sido dañadas, o se han derruido. Al principio a mitad de los años 80, que podíamos entrar, hacíamos algunos seguimientos de su conservación, por ejemplo hacíamos testigos del movimiento de la columna central del Hipogeo del Sol y la Luna, que fue excavado, y pudimos observar su pésima conservación, hace mas de 20 años que no sabemos cómo están las tumbas, las excavadas y las que, esperemos aun no lo estén. /Textos: Juan José López Amador y José Antonio Ruiz Gil.

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Plano con la reconstrucción de la Bahía y desembocadura del Guadalquivir según Juan Gavala y ubicación de Pocito Chico.

El yacimiento de Pocito Chico se encuentra junto a la Laguna del Gallo que conduce sus aguas a la Bahía de Cádiz a través del arroyo Salado (ver nótula 2.231). Ocupa una posición centrada con respecto a las desembocaduras de los ríos Guadalquivir y Guadalete, así como a los asentamientos de Mesas de Asta, Doña Blanca y las poblaciones de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, Rota, Chipiona y Sanlúcar de Barrameda, en el sentido de las agujas del reloj, con distancias intermedias entre los 8 y los 17 kilómetros.

Se trata de una pequeña depresión lagunar, rodeada de cerros de pequeña altura, donde ninguno sobrepasa los 100 m. Debido entre otras causas al modelo de arado utilizado actualmente para la siembra, hay un gran aporte de sedimentos que están colmatando velozmente la laguna. Pocito Chico es uno de los lugares habitados en torno a la paleolaguna del Gallo, actualmente inundada en época de lluvias. Otros yacimientos alrededor de la Laguna son Bulé, Venta Alta, Santos Reyes, Campín Bajo y Grañina, también siguiendo las agujas del reloj.

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Cortijo de Pocito Chico una vez adaptado para ser habitado por los participantes en las excavaciones.

En Pocito Chico se han realizado dos excavaciones de urgencia, años 1997 y 1998, y una actividad puntual de prospección en 1999. Los motivos fueron causados por las fuertes lluvias de esos años que produjeron una gran cárcava en el terreno agrícola. Esta cárcava de más de 2 metros de anchura y 3 de profundidad, afectaron varias estructuras excavadas en el suelo de época antigua.

Las facilidades dadas por la propiedad del terreno, nos proporcionó el Cortijo de Pocito Chico como centro de actividades de las excavaciones durante esos años. El cortijo se acondicionó para poder vivir en él un grupo de especialistas y estudiantes compuesto de al menos 20 personas de forma continua durante más de dos meses cada año de actuación y al menos 6 obreros especializados los 3 años.

islacartare_4_3_puertosantamariaAsí pues las actuaciones no fueron solo en el yacimiento con las excavaciones, se acondicionó el cortijo al comienzo de cada campaña, se retiraba la tierra arrastrada al cortijo, se plantaban árboles y flores, se pintaba, se arreglaban las habitaciones y la cocina ya que habitábamos estos meses allí. Se colocaron toneles de agua para duchas, se contrataba un cocinero, la luz la proporcionaba un generador, etc. Los estudiantes y especialistas participantes provenían de universidades de toda España.

En la imagen de la izquierda, perfilando la cárcava y rellenando las marmitas para el control del agua.

Al mismo tiempo que se realizaban las excavaciones, acondicionábamos la cárcava para que no destruyera más el yacimiento, las grandes marmitas producidas por la velocidad del agua se rellenaron con piedras que recogimos por todo el área, se recortaron los perfiles de la cárcava para eliminar el recorrido en zigzag que producía la velocidad y desmoronaba los estratos arqueológicos. El área excavada se protegió instalando una empalizada de grandes troncos, y los arroyuelos que conducían las aguas a la cárcava fueron encauzados.

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Empalizada hacia la cárcava que protegía la Covacha de la Edad del Cobre y el Fondo de Cabaña del Bronce Final.

Aunque en Pocito Chico están representados todos los periodos de la Historia desde la Edad del Cobre hasta el siglo XVI, en esta nótula nos centraremos en los tres más destacados desde nuestro punto de vista, que son la covacha de la Edad del Cobre, el fondo de cabaña del Bronce Final y los restos Andalusíes de la Aldea de Grañina.

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Vasos de cerámica de la Covacha de la Edad del Cobre.

El espacio ocupado por el hábitat de la Edad del Cobre, con fechas calibradas de la covacha con; carbón, 2281 años a. C. UGRA 552; conchas, 2178 años a. C. UGRA 553, supuso un importante cambio en la fisonomía del Cerro de Grañina bañada en su falda por la laguna. Sin entrar en detalles sobre la antigüedad del Campo de Silos, podemos confirmar que el lugar era conocido y frecuentado antes del asentamiento sedentario. La marga, que en abundancia está presente en todo el yacimiento, es perforada y manipulada por el hombre para su hábitat modificada hasta dar una forma similar a pequeñas cavidades naturales. La utilización de la marga está presente en todos los poblados conocidos tanto en la Bahía de Cádiz como en casi todos los yacimientos que desde el Neolítico se asientan sobre estos terrenos. Pero no será hasta ahora cuando se nos ha presentado un poblado con estas características. En este caso, el sustrato de marga no es utilizado únicamente como base para excavar silos, basureros, o las pequeñas o grandes cubetas para la instalación de una cabaña, sino que también se planifica sobre ella, se excava parte o toda la casa, además de accesos, canalizaciones etc. En definitiva, se planifica para vivir bajo el suelo, con las implicaciones sociales que esto conlleva.

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Pesas del telar y trenzadores de cerámica para la fabricación de cuerdas de la Covacha de la Edad del Cobre.

La covacha que excavamos en el año 1997 y los restos arqueológicos recuperados, nos cuentan según nuestras interpretaciones, que se trataba de una vivienda dedicada a la fabricación de tejidos, al menos así lo vemos en los vasos globulares, los cuencos, agujas de hueso, paleta de hueso con restos de almagra, etc.; también la presencia de un telar con los contrapesos de cerámica para los hilos del tejido y los tirantes del telar, y elementos para la fabricación de cuerdas.

islacartare_4_7_puertosantamariaEn la ilustración de la izquierda, reconstrucción del telar de la Covacha, expuesto en el Museo Municipal.

Los análisis polínicos y carpológicos para este periodo, nos exponen un alto porcentaje de nitrófilos que indicaría un paisaje sumamente abierto de pastizales de origen antrópico, formados casi exclusivamente por especies nitrófilas. Hay un alto porcentaje de leguminosas, esto puede estar relacionado con el establecimiento de cultivos de regadío. De hecho, el porcentaje de polen de leguminosas alcanza el 10%.
Se detecta la presencia de formaciones cabezas de serie de la vegetación territorial, caso de los alcornocales, de los encinares o taxones riparios -como en los casos del aliso, fresno, chopo, sauce y, sobre todo, olmo-, zonas dunares -con sabinas, así como pinares de pino piñonero costeros-, alcornocales, encinares y coscojales. La vegetación arbustiva se encuentra representada por jarales, torviscos, brezales, etc., como parte de formaciones forestales dunares (pinares) o bien de los alcornocales y encinares.

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Reconstrucción ideal de la Covacha de la Edad del Cobre y los silos junto a ella.

En la marisma dulce de la laguna la distribución de la vegetación se plasma en un mosaico de diferentes situaciones: pastizal ralo y diversas gramíneas, en otros casos con Senecio jacobea o rodales de juncos; pastizal con especies arbustivas; y helechal con Quercus suber. Otros taxones de ecología hidro-higrófita, exclusivos de aguas dulces, caso del cáñamo, lenteja de agua o nenúfares, no aparecen durante la expansión de la marisma salada. 9-

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Reconstrucciones del poblado de la Edad del Cobre de Pocito Chico, vista desde el cerro de Grañina.

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Reconstrucciones del poblado de la Edad del Cobre de Pocito Chico, vista desde  la laguna.

Los restos de fauna de la Covacha de la Edad del Cobre no ofrecen dudas al respecto, se sigue utilizando la caza para el abastecimiento de carne, pero es el pastoreo para la producción de lana, y otros productos, de las principales actividades junto a la crianza porcina y la agricultura. Los restos óseos suman un total de 1.560 fragmentos, de los que 697 (44,68 %) han podido ser identificados, restos de oveja y de cabra, el porcino era la cabaña más representada, bovinos, caballo, conejos, gato montés y ciervo.

En resumen, pensamos en la existencia de un grupo humano fijado en el espacio, dedicado a la agricultura y al pastoreo. La sociedad sería de tipo igualitario, con existencia de grupos familiares autárquicos, donde existiría algún tipo de jerarquía. La existencia de un trabajo especializado tanto en el tejido de la lana como en la fabricación de objetos de cerámica ha de verse más en el autoconsumo e intercambio a pequeña escala.

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Estela al pie del camino en Pocito iluminada por una Luna preciosa

...continúa leyendo "2.259. EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE POCITO CHICO. Isla Cartare (IV)."

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En 1864 llegaron a El Puerto la Comunidad de Jesuitas fundando en 1868 el Colegio que lleva su nombre. En él, como era habitual en los últimos decenios del siglo XIX, tanto en institutos como en colegios religiosos, existió un gabinete de física, química y de historia natural.

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Antigua colección de postales promocionales del Colegio de San Luis Gonzaga. Museo de Historia Natural y Física. 

El colegio de Jesuitas en el Puerto fue especialmente rico en especies exóticas, pues El Puerto era punto de desembarco de misioneros que traían de América ejemplares de esas especies exóticas. También cuenta con una importante colección de aves, peces, corales... así como maquinarias e instrumentos de laboratorio para el Gabinete de Física de alta innovación tecnológica, traídos desde París un año después de la fundación del actual colegio en 1867.

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Una imagen de la colección en 2011.

Los conflictos de las distintas etapas de cada época: la revolución de 1868, la guerra civil... acabaron con muchas de las piezas de tan importante colección, perdiéndose hasta un 50% de las mismas, aún así es digno de ver las piezas conservadas en lo que ha sido todo un esfuerzo por rescatar una parte fundamental de la historia de nuestra ciudad ligada a la Fundación Jesuita.

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Un aspecto de la colección de mariposas, en febrero de 2011.

CONTENIDO DEL MUSEO.
Se divide en cuatro apartados. 1. Especies traídas de América. El Puerto punto de desembarco en las relaciones comerciales con América. 2.Colección de especies animales: Aves: aves tropicales, aves del entorno de Doñana, aves del entorno marismeño de nuestra ciudad. Mamíferos: mapache, coyote, leopardo... Reptiles: varano del Nilo, serpientes, lagarto ocelado... Moluscos: gasterópodos marinos y terrestres, bivalvos. Conchas marinas: 2000 piezas de procedencia de todo el mundo, algunas talladas por los indígenas primitivos. Peces: ciclóstomos, condríctios, y los ostéctios. Corales. Fósiles. Mariposas. 3. Colección de minerales. 4. Material científico de laboratorio de física y química.

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La nueva iluminación sostenible del museo que se moderniza, fruto del acuerdo alcanzado entre las Fundaciones Sevillana Endesa y la de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia.

NUEVA ILUMINACIÓN SOSTENIBLE.
El Museo de Ciencias del colegio Safa San Luis se moderniza. Cuenta desde ayer viernes con una nueva iluminación que se encendía por vez primera, que responde a criterios de sostenibilidad y eficiencia energética. El proyecto lumínico se corresponde con la instalación de 148 metros lineales de elementos de tecnología led, que supondrán una demanda de potencia de 2,13 kilovatios.

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En la imagen, visita girada  en el día de ayer, tras la prueba del alumbrado. De izquierda a derecha, Juan Pablo Rodríguez, director general de la Fundación SAFA; Antonio Olmo, párroco de San Francisco; Francisco Arteaga Alarcón, director general de Endesa en Andalucía; el ex consejero de Educación de la Junta de Andalucía y presidente de la Fundación Sevillana Endesa, Antonio Pascual Acosta; María Antonia Martínez Valera, concejala de Educación; Javier Benjumea Llorente, presidente de la Fundación de las Escuelas de la SAFA y María Isabel López Guerrero, la profesora del centro que ha coordinado los trabajos de catalogación y limpieza de los fondos del museo expuestos.

Por parte del Ayuntamiento, la teniente de alcalde delegada de Educación, María Antonia Martínez Valera, ha acompañado en el acto de inauguración del nuevo sistema de iluminación a los responsables de la Fundación Sevillana Endesa y de la Fundación Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia, así como a la profesora María Isabel López Guerrero, que ha coordinado el trabajo de catalogación y limpieza de las especies, realizado por alumnos del centro. Martínez se congratulaba que “las visitas a este museo se han incorporado como novedad al programa de la Oferta Educativa Municipal”. La colaboración entre ambas fundaciones ha sido fundamental para modernizar esta mas que centenaria colección.

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Más información del Museo de Ciencias Naturales en GdP.
Nótula 261. Museo de Ciencias Naturales.
Nótula 959. Padre Luis Conradi, S.J.

pepin_cabrales_puertosantamariaJosé Cabrales Campos, conocido artísticamente como Pepín Cabrales nacido en Cádiz en 1936, era un bailaor flamenco que en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado triunfó en tablaos madrileños de prestigio: El Duende, Zambra o Los Canasteros, viajando fuera de España con diversas compañías flamencas. Era también un hombre con gracia, capaz de animar la fiesta. Fue también un extraordinario palmero. A final de los setenta dejó de bailar. En 1979 y 1980 desempeñó la gerencia del tablao La Venta del Gato, retirándose a continuación de la vida pública. Falleció en Madrid en el año 2004.

‘Quien no ha visto toros en El Puerto, no sabe lo que es un día de toros’. “--¿A Joselito se le va a ocurrir eso? Ná de ná, Juanín. Eso fue cosa de Barrilaro con dos de La Ina por encima”. Esta ocurrencia de Pepín Cabrales no extrañaba a nadie. Todo el mundo sabía que este gaditano universal era genial, que su simpatía y la gracia de su trimilenaria Cádiz corría por sus venas como la sal marina de su bahía, y cautivaba a sus amigos.

El Puerto de Santa María y sus días de toros son como son por sus aires, sus gentes y sus carteles. Uno de los más grandiosos ha sido el formado por Diodoro Canorea, Juan Luis Bandrés, Pepin Cabrales, y Enrique Barrilaro, genuino empresario de la histórica plaza de toros. Por entonces era descabellado suponer que un toro de Bandrés y de su socio Sayalero acabaría con la vida de otro gaditano de buen son como Paquirri, que el ganadero donostiarra moriría a manos de la sin razón y que a Diodoro, a Pepín y a Enrique “la comía” se los llevaría por delante.

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Azulejo a la entrada de la Plaza de Toros, en el callejón de la Puerta Grande.

Pues ante la esplendorosa “comía” de las terrazas” de El Puerto se plantaba este cartelazo en día de corrida después del apartado. –-“Qué forma de pedir tenía Barrilaro”, decía Pepín. Qué arte, qué belleza de mesa, y también qué gesto estremecido asomaba en la cara del camarero. ¿A cuánto ascendería la pella esta vez? “--No importa, el toreo es grandeza”, sentenciaba el empresario con torería sacando de su bolsillo el fajillo... no de billetes; el fajillo de entradas de toros para los camareros, para todo el mundo, “pa l’abuelo y pa l’abuela, pa los nenes y pa las nenas”. En aquella época colaba todavía eso de regalar entradas de toros; ahora, si se ofrecen, son capaces de llamar al 091.

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En primer término, Enrique Barrilaro, en el burladero de la Empresa durante el Festival Taurino celebrado el 28 de febrero de 1971, tras el homenaje recibido el día anterior en el Hotel Meliá 'El Caballo Blanco'. Detrás vemos, de izquierda a derecha, al presidente de la Diputación Antonio Barbadillo y García de Velasco, el Gobernador Civil, Luis Nozal y el alcalde de la Ciudad, Fernando T. de Terry Galarza, junto a sus respectivas esposas.

A Canorea y a Bandrés las tensiones de su Maestranza sevillana y de la naviera gaditana se las llevaban las brisas marineras de El Puerto en su alianza empresarial con Barrilaro. Algo más se quedaba por ahí, pero a ellos no les importaba: disfrutaban con su ambiente, con sus toreros y con su Pepín, que les contaba las cosas de Cádiz, de los flamencos de su Barrio de Santa María, de la Caleta, de su “mare” Juana, de su maestro Aurelio Sellés o de Pericón, de las cosas del Beni y del cante por alegrías de Manolo Vargas; les ligaba relatos de Ignacio Ezpeleta e historias del abuelo Caracol el del bulto, y las vivencias con su hijo don Manuel Ortega Juárez, como solía nombrar a Manolo Caracol. Pepín presumía de memorión para los apellidos.

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El empresario taurino Diodoro Canorea

Su ingenio y saber contar hacían las delicias de la mesa y de los que se iban arrimando. Se acercaba la hora de ver a Curro: “--Ay. Romero de mis entrañas”, suspiraba Pepín desde que un día fue a una sin caballos en Puerto Real a ver a su paisano Mondeño y se encontró con un tal Curro Romero.

Al ruedo de la mesa iban soltando magníficos ejemplares, un encierro amplio de cigalas con trapío que miraban con fijeza desde su saltones ojos, mientras sus puntas rozaban los pechos de los avezados diestros. Antes, desfilando en aclamado paseíllo, la rica bahía había abierto el portón para exhibición de garbosos camarones y afiladas bocas de la Isla, los bigotes de langostinos de Sanlúcar se enredaban en vistosa madroñera, los chocos y calamares extendían sus brazos en alto, en cordial saludo a los afamados lidiadores. Cuando el rigor agosteño apretaba contra las tablas se abría la manguera de la Cruzcampo para blanquear con su espuma el piso del redondel y aliviar las gargantas de los afanosos fenómenos de la torería.

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Fotografía tomada en Madrid en el pub 'Snobísimo' donde aparecen Pepe "El Palmera", Gabriel Gómez Campos de la Venta Los Tarantos de San Fernando, el compositor gaditano Felipe Campuzano, el bailaor Pepín Cabrales y el periodista gaditano Fernando Orgambides. /Foto: Venta Los Tarantos.

Cuando ya las cabezas de la gamba blanca de Onuba tapaban los huecos de los zapatos de rejilla de Barrilaro trepando hasta los machos, y la salsa de papas con choco dibujaban chorreras y caireles en su guayabera, se le entornaban los ojos de su faz bonachona en rostro de grana y oro, para sumergirse en profundo y placentero sueños.

Cuando, ya próximo el toque de clarín de su plaza de El Puerto, se despertaba, clamaba, soliviantado, al camarero:

–-“Rápido, por favor, que empieza la corrida. Póngame usted un bol doble de café con leche, una rebaná con aceite, dos croissant abiertos con mantequilla y una botellita de agua”. Entonces Pepín le reprochaba, con jocosa complicidad, que se echara otra vez al ruedo, a lo que Enrique Barrilaro, muy serio y con aires de reprimenda, contestaba:
-–“Mira, Cabrales, siempre que me despierto, yo desayuno...

Vámonos a los toros, a los toros del Puerto...

Puerto de Santa María,
qué sabor a vino viejo
se bebe en cada “corría”...
(M. Martínez Remis)

Texto: Juan Lamarca López. Ex presidente de la Monumental Plaza de Toros de Las Ventas (Madrid).

En la imagen, Miguel Salguero Suárez, patriarca de toda una estirpe de churreros con Charo Salguero Venegas (ver nótula núm. 350 en GdP). Sus hijos tienen un gran parecido, especialmente José Luis, quien mantiene con Tere (ver nótula núm. 093 en GdP) un puesto de patatas fritas en el Parque Calderón (ver nótula núm. 1.228 en GdP) y a veces está en la churrería. La tradición viene de familia del padre de Miguel, Facundo Salguero Junquera y sus tíos.

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En el centro de la imagen, tomada en la Velada del Paseo de la Victoria, con la manga metálica de echar los churros un muy joven Alfonso Romero Núñez, marido de Charo Salguero. Y detrás, la señora que atiende a la clientela es posible que sea Dolores Venegas, esposa de nuestro protagonista con las varillas de freír los bollos.

Según el historiador, Enrique Pérez Fernández, "Aunque no puedo asegurarlo, creo que fue un familiar de Facundo Salguero Junquera, Antonio Suárez Junquera, quien instaló el primer puesto de churros en el Parque Calderón, en 1924, frente al kiosco de Murga.
Al año siguiente quiso de nuevo ponerlo pero no se le concedió permiso, y sí a Miguel Peña Oviedo y otro a su hermano José Suárez Junquera (Bornos, 1874), también en el Parque, entre los dos parterres fronteros a Javier de Burgos, donde José instaló su anafe de carbón y leña hasta mediado los años 30.

En plena guerra civil, en el verano de 1938, fue cuando Facundo puso por vez primera su puesto de masa frita -que decían entonces- en el Parque.

José Suárez a la vez que churrero ejerció de conductor de camiones, según leí en esta noticia que publicó la Revista Portuense sobre un accidente que tuvo en agosto de 1933: “Entre otras notas que quedaron por insertar en nuestra anterior edición, figuraba el dar cuenta del suceso ocurrido en la tarde del pasado miércoles, en que el camión destinado a transportar piedra de la cantera [de la Sierra de San Cristóbal], matrícula PO-107, propiedad de José Blas Núñez y conducido por José Suárez Junquera, cuando se dirigía hacia el puente de San Alejandro, debido sin duda a algún desperfecto en su mecanismo, comenzó a descender hacia atrás hasta venir a chocar con el árbol y el banco de material más próximo al puente, de los existentes en el Parque. Efecto del choque rompió el árbol y parte del banco, viniendo una de las ramas de aquél a dar en la cabeza del anciano Francisco Díaz Lanceta que se hallaba allí sentado, y el que fue asistido en el hospital de una herida contusa de 4 centímetros en la región occipitoparietal, lado izquierdo, que interesa todas las partes blandas hasta el periostio, con mortificación de los bordes, de pronóstico reservado.

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Miguel Salguero, en el centro, probando una copa de vino, y a la derecha, su compadre Manolo Vélez Hidalgo, con gorra. /Foto: Colección Bar Vicente.

Pero volviendo a Miguel, nuestro protagonista, además de trabajar duro con los churros en la Plaza de Abastos, en ferias, fiestas y verbenas, trabajó también en una bodega portuense para suplemental el jornal que sacó a su familia adelante.

Como nos cuenta la que fue su vecina en la Placilla, María Jesús Vela: “Miguel tenía muy buen carácter, siempre sonriendo a la clientela y cantiñeando, tal como su yerno Alonso Romero Núñez. Muy cercano en todo. Aficionado a las peleas de gallos, quizás por su amistad con los hermanos Manolo y José Vélez Hidalgo. Ellos criaban y adiestraban a los pollos y, de hecho, Manolo Vélez y Miguel Salguero eran compadres.

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El puesto que Miguel Salguero tenía frente a la Casa de los Leones, en La Placilla, atendido por su hija Charo y su yerno Alfonso, salió ardiendo y todos los vecinos salieron a ayudarles, por lo que no hubo que lamentar desgracias personales. Coincidió con una Feria cuando se celebraba en Crevillet.

Cuando en la década de los sesenta del siglo pasado vinieron unos misioneros a El Puerto, promocionando las vocaciones, uno de aquellos sacerdotes se parecía a su yerno, Alfonso, al que le pregunté si era su hermano. Éste me respondió afirmativamente, y yo todos los días iba al puesto de churros y le preguntaba por él, e incluso le llegué a escribir varias cartas. Yo, con mis pocos años, creía que era verdad y Alfonso me seguía el juego, contándome las aventuras de su supuesto hermano, y me decía que las cartas tardaban mucho en llegar porque su hermano estaba en el extranjero. Y que fuera buena y que rezara, que un día vendría a verme. Mientras a diario esperaba una carta que nunca llegó. Y así hasta que un día me di cuenta del engaño. Pero Alfonso no lo hacía con maldad. Era un bendito".

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gabrielargumosatrueba_puertosantamariaGabriel Argumosa Trueba es un médico traumatólogo residente en Cantabria, miembro de diferentes corporaciones enogastronómicas, y un gran amante de nuestra tierra, que visita con asiduidad. Mantiene un blog gastronómico ‘Con Sincio’ --frase cántabra que significa ‘con muchas ganas’--, de donde extraemos un interesante artículo, que amablemente nos autoriza a publicar en Gente del Puerto, dedicado a los montañeses, chicucos o jándalos. / En la imagen de la izquierda, el Dr. Argumosa.

EMIGRANTES SUR A NORTE/NORTE SUR.
En estos momentos,  cada día  observamos escenas dramáticas de emigrantes  en sentido Sur  a Norte,  tratando de escapar de las miserias  del continente africano. Hace unos cuantos años, en la mitad del Siglo XX, fue desde nuestro país al centro de Europa, y en el Siglo XVIII-XIX y principios del XX, fue en sentido contrario, donde las gente del Norte de nuestro país, buscaban fortuna en América o en Andalucía. Es muy frecuente “el trasvase”  de ciudadanos de una  provincia  vecina a otras “con mayor movimiento”, por poner dos ejemplos,  los sorianos a Zaragoza o los ciudadanos de Cuenca a Valencia, pero al otro extremo de la península, como son los cántabros, entonces llamados montañeses, a Cádiz y Sevilla, es algo distinto y especial, que en mi criterio se merece una explicación.

HISTORIA.
Si se mira en el diccionario de la RAE: Jándalo. 2. m. Cantb. Persona que ha emigrado a Andalucía y regresa a su tierra.

El diccionario de la Real Academia Española recoge que el jándalo es todo aquel que emigra a Andalucía desde otras regiones y vuelve a su tierra con la pronunciación y los hábitos de los andaluces. Dicho término deriva de la aspiración de la A de Andalucía y lo portan cántabros  que se marcharon a Cádiz o Sevilla, a buscarse un futuro mejor
Ya el  fenómeno migratorio  comenzó a raíz de la Reconquista [El Puerto de Santa María fue repoblado, entre otros, por cántabros, tras otorgarle Alfonso X ‘el Sabio’ la Carta Puebla], que tuvo sus cifras más relevantes en el siglo XIX, del que hay numerosos testimonios y del que aún quedan protagonistas en primera persona y, sobre todo  muchos descendientes.

 

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A la izquierda, portada de Ultramarinos La Giralda, en la década de 1940 del siglo pasado. /Foto: Colección Vicente González Lechuga.

La conquista de América convirtió a ciudades como Sevilla y Cádiz en la puerta al Nuevo Continente, en un foco de riqueza emergente, de comercio y de transacciones de todo tipo. El Norte de la Península  por contra, padecía una crisis de subsistencia global, sobre todo en el medio rural. No había salidas y sus gentes no tenían nada que perder lanzándose al éxodo.

En el destino, en Andalucía, se necesitaba mano de obra y los inmigrantes del norte eran bien valorados. Al principio “iban analfabetos”,  luego les avisaban que era necesario que supiesen leer, escribir y de números. Ganaron peso entonces las Escuelas de Comercio y la emigración empezó a ser más estructural. No fue hasta mitad del siglo XIX cuando surgió el término "jándalo", una acepción fonética que identifica al montañés "andaluz" y que imita la forma de pronunciar la palabra por los nativos de esa zona.

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Ultramarinos La Argentina, en una imagen de 1910.

EFECTO LLAMADA.
A finales del siglo XVIII, y a raíz del éxito social y económico de algunos emigrantes, se produjo un "efecto llamada". Los que habían triunfado eran un ejemplo a imitar y estos  a su vez, preferían a una persona de su pueblo para el servicio doméstico, por ejemplo. Se  formaron  "cadenas", unos propiciaban la llegada de otros conocidos o familiares, al tiempo que se afianzaba la especialización comercial de los montañeses. Por un lado, al frente de tiendas de ultramarinos; por otro, en las denominadas "tiendas de montañés", que eran lo que entendemos como bodegas-bares.

Hay pueblos enteros de jándalos, como Ruiseñada, en las proximidades de Comillas... Y como Ruiloba… Los jándalos han impreso su carácter en estos pueblos. Viene luego la gran región formada por los Valles de Val de San Vicente, Valdáliga (la Giralda en El Puerto) de Caviedes, Cabuérniga y Reocín, verdadera cuna del vandalismo. La zona de  Toranzo (La Flor de Toranzo en Sevilla,  Casa Manteca en Cádiz, que proviene de Selaya, zona cercana) es otro enclave del jandalismo.

santiagocobos_teofilamartinezAlgo que los jándalos desarrollaron los siglos XIX y XX fue la conciencia de grupo, hasta el punto de convertirse en sus respectivas zonas en grupos de presión influyentes, incluso a nivel político. «Estaban bien organizados, en gremios o hermandades. Con la creación de los partidos políticos en el siglo XIX”, estos buscaron su apoyo, lo que se plasmó en que numerosos montañeses promocionasen al cargo de concejal o de alcalde. Llegaron incluso a tener mayorías y la reminiscencia de aquella situación es la alcaldesa de Cádiz desde 1995, Teófila Martínez. /En la imagen de la izquierda, Santiago Cobo y Teófila Martínez, en una de las pocas imágenes públicas de ambos.

De hecho, el portuense grupo hotelero ‘Los Jándalos’ que administra el santanderino Santiago Cobo –esposo de la también cántabra Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz y ex concejala de El Puerto--, es un homenaje a los hombres de su patria chica que han emigrado a estas tierras, también conocidos en El Puerto como montañeses y que, en la actualidad, conforman una importante colonia desde el repoblamiento de Alfonso X ‘El Sabio’.

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Alfonso Ruiz Fernández, en la trastienda de Ultramarinos la Giralda. /Foto: El Arriate.

LOS CHICUCOS, LOS CHINOS DE HACE 100 AÑOS.
Hace unas semanas, Alfonso de La Giralda en El Puerto de Santa María, me dijo: “--Nuestros antepasados eran los chinos de ahora”.

Con trece o catorce años los jóvenes montañeses llegaban a Cádiz, Jerez y El Puerto de Santa María con lo puesto,  dispuestos a trabajar y aprender el oficio en la tienda de un familiar o vecino, previo acuerdo entre éste y su padre. De esta forma no tenían solo una boca menos que alimentar sino que además aseguraban el porvenir de sus hijos. Aquellos niños fueron conocidos en tierras gaditanas como “chicucos”, término que les acompañaría el resto de sus vidas.

Los chicucos (conocidos como jándalos cuando con el paso del tiempo regresan a su tierra) se hicieron dueños de la mayoría de ultramarinos de la zona y en épocas difíciles, como en la posguerra, supieron fiar en las tiendas. Es más, aún a día de hoy, y a pesar de que desde los años sesenta no llega ningún chicuco a la provincia de Cádiz, los gaditanos siguen utilizando la expresión “voy al chicuco” para referirse a “hacer la compra”.

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Las costumbres y los juegos, también vinieron de Cantabria: Bolera del Corribolo, hoy desaparecida, frente al aparcamiento de Pozos Dulces /Foto: Antonio Gil de Reboleño Insua.

Los chicucos  que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador del almacén de ultramarinos o una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el baby de curro rodillo y ahorraron y cuando tuviera un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemático su nombres en recuerdo de su tierra: el Valle del Pas, la Flor de Toranzo. Veamos algunos ejemplos.

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Legumbres de calidad de La Giralda: los garbanzos los recomienda el Dr. Argumosa como un potente inhibido de la depresión. El garbanzo contiene gran cantidad de triptófano, un aminoácido precursor de la serotonina, neurotransmisor que produce sensación de bienestar y actúa como tranquilizante para mejorar la calidad del sueño e inducir al descanso. La carencia de este elemento produce ansiedad y depresión. O lo que viene a ser lo mismo: 'Menos hamburguesas y mas garbanzos'.

ULTRAMARINOS LA GIRALDA.
El establecimiento data del siglo XIX. En 1912 lo coge Antonio Ruiz de la Canal, nacido en Caviedes (podemos recordar Casa Cofiño), montañés, como manda la tradición de estos establecimientos, muchos de ellos regentados todavía por familiares, en este caso sus nietos Alfonso y Angelita, que cuando le dices que eres de la Montaña, sus ojos brillan de forma especial.

Una de las pocas tiendas de ultramarinos que perviven en la provincia y además conservando su mobiliario y su personalidad, una verdadera joya de arquitectura comercial en el centro de El Puerto de Santa María.  Tienen un gran surtido de productos y están especializados en cosas como el bacalao salado que traen de Islandia. Tienen también sobaos pasiegos o  quesada (directamente desde Casa El Macho en Selaya) y un gran surtido de conservas, chacinas y quesos (muy buen Payoyo, de lo que doy fe), además de una amplia sección de vinos con importante presencia de jereces y vinos de la zona. Otra actividad curiosa que realizan es que siguen tostando café. Junto al despacho tienen un pequeño reservado donde sirven chacinas y conservas con vino.

En épocas pretéritas de penuria económica, como la posguerra, supieron fiar en las tiendas. Los clientes llevaban lo necesario cada mañana y, a final de mes, liquidaban lo prestado. No se quedaba ninguna casa sin comer. Por eso los porteños, a los montañeses nos aprecian bastante.

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3 generaciones de Vicente Sordo en el Bar Vicente.

Muchos establecimientos de estas características han ido desapareciendo, bien porque no llegan nuevas generaciones de chicucos procedentes de la tierruca, bien porque los hijos de éstos se independizan de la esclava profesión del mostrador. El caso es que ya quedan como reliquias en el tiempo, frente a la globalización y las grandes superficies.

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El Bar Vicente, con una publicidad, entre otras, de Anis y Coñac 'Flor de Valdáliga', de los Gil de Reboleño.

BAR VICENTE ‘LOS PEPES’.
Francisco Sordo Rubín, Natural de Camijanes, llegó a El Puerto de Santa María en septiembre de 1937, cuando tenía 15 años, para trabajar con su hermano Maximino, que días antes de estallar la Guerra Civil se había hecho cargo de El Resbaladero, en 1950 lo tomó Vicente Sordo.

El local mantiene el sabor de siempre, apenas modificado desde los años 20. Detrás del mostrador, hay de todo, como en botica: los anaqueles, cuadros y reclamos publicitarios de detrás del mostrador. Un cartel de Toros con el Niño del Matadero, otro con Paquirri; fotos de José de los Reyes, ‘El Negro’ y ‘Carrurra’, un espejo de ‘Coñac’ Decano, de Caballero; botellas antiguas de vinos de Osborne, un escudo del Cádiz, un cuadro de la vecina Casa de los Leones,…

Allí sigue Vicente y su hijo, como no Vicente también, que podíamos llamar Vicente II (con sentimiento montañés aún)  y III. Al abuelo Vicente le he conocido, pero ya desgraciadamente fallecido. Podíamos añadir en el mismo Puerto de Santa  María, a ultramarinos Diana, bar Santa María  o a Casa Paco Ceballos, entre otros....

bodegas_obregon_taberna_puertosantamariaBODEGAS OBREGÓN.
A esta actividad de comercio minorista hay que sumar otra paralela en las bodegas. Los montañeses entraban a trabajar en ellas, algunos como capataces, y pronto fueron valorados porque tenían buen gusto para catar el vino. Con el paso del tiempo, acabaron quedándose con algunas bodegas en las zonas de Jerez, Chiclana, El Puerto de Santa María, donde todavía hay testimonios destacados del papel que allí jugaron los montañeses.

En Jerez de la Frontera, bodega Vinícola Soto, fundada en 1780. En Sanlúcar de Barrameda, Herederos de Argüeso fundada en 1822, o en El Puerto de Santa María, bodegas Obregón, fundada  en 1935, funcionando actualmente en El Puerto de Santa María,  fundada por J L  González Obregón, en la calle la Zarza, con su fino La Draga. Y funcionando al menudeo a día de hoy,  en el centro del Puerto de Santa María..

Legado y unión de dos zonas tan distantes en la geografía nacional, pero que siguen unidas por recuerdos y costumbres, por ejemplo se sigue jugando al bolo palma, juego tradicional de Cantabria,  en Santoña tienen como patrona a la Virgen Santa María del Puerto el día 8 de septiembre y la patrona de El Puerto de Santa María es el 8 de septiembre. /Texto: Gabriel Argumosa Trueba.

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franciscolopezcamacho_PUERTOSANTAMARIAEl pasado 24 de septiembre, día de Ntra.Sra. de la Merced, se cumplió aniversario del nacimiento --1899-- de Francisco López Camacho, el cual tuvo lugar en la portuense calle de las Cruces. D. Francisco vivió siempre en El Puerto de Santa María, cuyo espíritu heredó y transmitió. Fue hijo de Francisco López González, carpintero en la calle Vicario, y de Josefa Camacho Blandino, inteligentísima y sufrida mujer, de profesión “sus labores”, fenomenalmente cumplidas. Vivió en la mencionada calle Cruces, luego en la de Nevería hasta su casamiento, en cuyo momento mudó a Vergel 8, y finalmente a Luna en donde falleció, en 1991. Casó con Luisa Ruiz Magaña con la que tuvo tres hijos: José (ver nótula núm. 1.733 en GdP) catedrático que fue en el Instituto Santo Domingo, Francisco y Luís.

Dotado de privilegiados dotes humanas y espirituales, estudió únicamente en la Escuela --llamada Escuela Portuense-- de Ricardo Alcon hasta los 14 años, edad en la que su padre consideró que ya estaba en la de trabajar. Así pasó a desempeñar puesto de meritorio, como se llamaba entonces, en el escritorio de las bodegas de José Luís de la Cuesta, en cuyo servicio, transmitido luego a las Bodegas Caballero, estuvo durante casi alrededor de 80 años seguidos. Allí alcanzó puestos de la mayor responsabilidad y confianza familiar, siendo, por ejemplo, Apoderado de la firma. Realizó el Servicio Militar en las Oficinas de la Capitanía Marítima General de San Fernando.

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En esta imagen, directivos del Tiro de Pichón en 1916. De izquierda a derecha, José Luis de la Cuesta Aldaz, bodeguero que había sido alcalde de El Puerto, Eduardo Guerrero de la Escosura, Registrador de El Puerto, Roberto Pitman, bodeguero, Fernando Terry, bodeguero y Juan Osborne Guezala, bodeguero. /Foto: Colección Vicente González Lechuga.

Alternó su devoción a la familia con la persistencia en el afecto, algunas veces no muy cercano, de buenos amigos, entre los que pueden recordarse a Salvador Acosta, Antonio Ortega Infante, Isidro Obregón, Pedro el de Telégrafos, Paco Martínez –-que fue vecino suyo en la Calle Nevería y por quién realizó una arriesgada intervención, salvándolo de un irreparable peligro inminente--, los Cossi, Luís y Emilio Bootello, Paco Veneroni, Luís García de Leaníz, Paco García Payares, Manolo Nieto, Manolo Valero, etc. Como anécdota sobre éste, recordar que cuando Manolo –-viajante-- estaba de vacaciones, esperaba en el cierro de su casa de la Calle Pozuelo, a que sobre las dos de tarde pasase su amigo Paco camino de la Bodega a la suya, para tener un rato de amigable conversación.

 

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En la imagen, en el coche de caballo de Emilio Bootello junto a su mujer, Luisa Ruiz Magaña, en la Feria de Ganado de 1946.

También, durante su ejercicio profesional en Caballero hizo entrañables amigos que le distinguían con admiración y consideración, entre los que no puedo dejar de nombrar a dos: Juan Simó Mateos –-hermano por cierto de Manolo que capitaneó al Betis Balompié durante muchos años,-- y a Gumersindo Vázquez, de Sevilla, que para testimoniar su afecto, tuvo efectivas atenciones con uno de sus hijos.

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La bodega de San Bartolomé, en la calle del mismo nombre esquina y vuelta con Palacios, de José de la Cuesta que luego pasaría a ser propiedad de Bodegas Caballero.

EL GOOGLE DE LA ÉPOCA.
Dotado de privilegiada memoria, en aquellos tiempos por supuesto que mucho antes el Internet y del Google, se sabía de memoria, prodigiosamente, todos los pueblos de España, con nombres y direcciones de los clientes a los que los Representantes y Viajantes de las Bodegas Caballero, demandaban en el envío de una o dos cajas de productos. Recordaba especialmente a los eran malos pagadores.

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Publicidad de Bodegas Caballero en 1946.

UNA MENTE PRIVILEGIADA.
Con la familia Caballero, para cuyas Bodegas trabajó, sostuvo toda su vida una inquebrantable adhesión y afecto, especialmente hacia D. Luís Caballero Nogueras --alcalde que fue de la Ciudad entre 1952 y 1958-- y hacia su hermana Dª Regla. La Bodega a la que también conocíamos en casa como su fuese cosa nuestra, fue, después de la familia propia, el gran norte de su vida. A ella y a la educación universitaria de sus hijos, dedicó toda su ejemplar sabiduría. Al propio tiempo, su espectacular inteligencia hizo que alcanzara una enorme cultura derivada de sus propios instintos. Gustaba de la lectura y todos los domingos los pasaba embebido en la de buena literatura gracias a la que le procuraba, por ejemplo, la colección Novelas y Cuentos de la que era impenitente lector. Conocía –-él, que había dejado de ir a la Escuela a temprana edad-- por haberlos leído, a todos los literatos importantes de su época. Dicho prematuro abandono de la Escuela no fue óbice para que adquiriera, al amparo de su fenomenal inteligente memoria, una cultura no acorde con dicho prematuro alejamiento de la infantil educación. Hasta, en la Bodega, atendía suficientemente, sin haber estudiado académicamente nunca el idioma, la correspondencia de los clientes extranjeros. Otra vez hay que decirlo: un prodigio del que pudieron dar testimonio los que lo conocieron.

decanocaballeroguardia 1957_puerosantamariaFALLIDO TRASLADO A SANTANDER.
Como hemos dicho, vivió siempre en El Puerto, en el ejercicio de su dedicación a Bodegas Caballero, y a su propia familia, con vida económicamente sacrificada, cuya bonhomía y claro horizonte de su destino, le compensaba dichos sacrificios. Tuvo una pasajera tentación de traslado a Santander, en un proyecto presentado por un buen amigo dotado, tal vez, de fantasía. Lo abortó lo que creyó práctico su buen sentido común. Este sentido lo desarrolló en el seno de su familia y en una especie de agradecida dedicación profesional a lo que hoy puede tal vez llamarse “a la japonesa”, a “su Bodega”, que naturalmente que no era suya. Ello le permitió con esfuerzo continuado, tenaz e impensable en estos tiempos, con la fundamental colaboración de su esposa, conseguir su mayor aspiración: que sus tres hijos fuesen universitarios. Eso en aquellos tiempos, en los que la Universidad era meta para pudientes pero que para él –-meritorio a los 14 años en un Escritorio-- constituyó la suya, prevalente sobre cualquier otra aspiración.

caballero_moscatel_ojodegallo_puertosantamariaLa Calle Cruces en donde nació, la de Nevería en donde vivió hasta su matrimonio y la de Luna, fueron sus hogares, además, por supuesto la casa del Parque, quiero decir Vergel del Conde, en donde se cumplieron sus esperanzas y sus sueños de marido enamorado. En el Parque tuvo su primer hogar matrimonial, en los bajos del número 8, propiedad de sus vecinas las Srtas. de Bish. En el Alto, entonces llamado Principal, vivía D. Plácido Navas, Médico Director del Hospital Municipal de San Juan de Dios, con su hija Carmela. En tiempos de la Guerra, allí se albergó su otra hija, María Teresa, casada con el General Alba, que huyeron de Madrid previendo lo que les venía encima el año 1936. Cuando retornaron a la Capital, murió D. Plácido y Carmela cambió de domicilio, los López-Ruiz se mudaron al Principal de dicha casa. El Bajo lo ocupó entonces la familia compuesta por Emiliano Cristóbal –Director Técnico de la Fábrica de Productos Químicos Haupold- su esposa Rosario Doblado –sevillana, de gran corazón- y sus hijos Emiliano, Julio y Milagros. En dicho Principal vivió el matrimonio López-Ruiz hasta los años sesenta, cuando la casa fue adquirida por Paco Velarde, y tuvieron que abandonarla, con gran sentimiento. De allí se mudaron la casa de Luna 47, gracias a la comprensión de la familia Caballero, especialmente D. Antonio, que le facilitó un hogar. Porque llegó el caso en que D. Francisco, después de tantos años de trabajos y sacrificios, se encontró sin hogar y sin posibilidades. Sin duda Dios le ayudó a través de la citada mano.
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En 1963, en el Hotel Meliá Caballo Blanco, con su esposa, Luisa Ruiz Magaña y con el presidente de Bodegas Caballero y ex alcalde de la Ciudad, Luis Caballero Noguera (con chaqueta blanca), en un acto de homenaje a nuestro protagonista.

Cumplió su destino de hombre ejemplar, con portuensismo siempre a flor de piel, correspondido con un hogar feliz y el amor de su esposa, a la que adoró. Precisamente por eso, sus últimos seis años pusieron a prueba su hombría: la soledad de su viudedad fueron testimonio del suplicio que supuso la misma y que superó con la Esperanza y la entereza con que vivió siempre. Por la ejemplaridad de su vida, creo que es preciso, humanamente saludable y de estricta justicia, recordarla. A Dios gracias, y bendito sea. /Texto: José López Ruiz.

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Juan Ramón Jiménez Mantecón, en un grupo de alumnos durante su etapa de estudios en el Colegio San Luis Gonzaga (1893-1896)

En 1881 nació Juan Ramón Jiménez Mantecón en Moguer (Huelva). Como ya había sucedido con su hermano Eustaquio, Juan Ramón es matriculado en el colegio de jesuitas de San Luis Gonzaga de El Puerto de Santa María en 1893, para estudiar el Bachillerato. Durante los cuatro años en que permanece en esta Ciudad, su vida transcurre entre las paredes del colegio y las excursiones a las que le llevaba el centro. Allí se forma e inculcan en el adolescente Juan Ramón los valores jesuitas de austeridad y estudio.

En el Puerto fue compañero de clase del poeta Fernando Villalón con quien compartió numerosas bromas y travesuras propias de niños. Juan Ramón sacaba buenas notas pero se aburría mucho en las clases y dibujaba en los libros y en los cuadernos. En clase de Retórica y Poética lo que más le gustaba, según le dijo a Juan Guerrero Ruiz, eran los romances de Góngora que utilizaban como ejemplos. (Juan Ramón de viva voz. Madrid: Ínsula, 1961, pág. 68). En 1896 obtiene el grado de bachiller e ingresa en la Universidad de Sevilla, donde inicia los estudios de Derecho.

Más de Juan Ramón Jiménez en Gente del Puerto.
Nótula 1.569. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ. Con mi mitad allí.

manuelperezpichaco_montero_puertosantamariaManuel Pérez Pichaco, conocido como Manolo Montero nacido en 1920, era natural del municipio serrano de Prado del Rey, desde donde se desplazaba a diario para proveerse de pescado que comercializaba en los municipios de la Sierra de Cádiz, hasta, hasta que se estableció en nuestra Ciudad con su familia, a finales de la década de los 30 del siglo pasado. Industrial mayorista de pescado y mariscos, además de armador de Pesca. Casado en El Puerto con Isabel Pérez --vivió primero en la plaza de Colón, junto al desaparecido cine del mismo nombre y, posteriormente, en la calle Federico Rubio-- tuvo dos hijas: Remedios y Ana María. Sus hermanos Diego y Pepe, trabajaron también en el negocio de la exportación de productos de la mar.

PESQUEROS.
Tuvo barcos en sociedad con Antonio Crespo Blanquer, conocido por Toni Pala, a quienes la fortuna les sonrió a medias, ya que si bien las tres embarcaciones dieron buenos dividendos a sus armadores, estas tuvieron la mala fortuna de  naufragar. Fueron tres pesqueros: "Torre Pajarete”, que naufragó 40 millas mar adentro frente a las costas de Agadir (Marruecos), "Montero Hermanos" y "Terol Casanova". El pesquero "Hermanos Montero" se hundió en junio de 1977. En este caso, ya era de otro armador, de Lepe (Huelva). Lo vendieron Montero y Toni Pala antes de comprar el "Terol Casanova", que desgracidamente también naufragó. Este último se hundió en las costas de Marruecos próximo a las Islas Canarias el Jueves Santo de 1984. La tripulación fue puesta a salvo por el pesquero de esta base "Giner y Garcia" de Antenor Barcía González y Emilio Soler Perez, llevándola al de Arrecife donde los pescadores fueron atendidos en la Casa del Mar. Afortunadamente, en ninguno de los tres casos hubo que lamentar desgracias personales. Tuvo también una sociedad empresarial dedicada a los textiles.

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En el Salón de Plenos del Ayuntamiento. De izquierda a derecha, Jaime Fernández Criado, Secretario General; Fernando T. de Terry, alcalde; y los concejales Diego Mora, Manuel Rebollo, Manuel Camacho, Eligio Pastor y Manuel Pérez Pichaco. /Foto: Archivo Municipal.

CONCEJAL.
Fue elegido concejal del ayuntamiento por el tercio de cabezas de familia, en 1973, ocupando la alcaldía Fernando T. de Terry Galarza, siendo delegado de Patrimonio Municipal, Expropiaciones, de Valdelagrana y de la Junta Pro-Vivienda.

IMPULSOR DE LA SALA DE SEGUNDAS VENTAS.
Montero fue impulsor en esta ciudad de la Sala de Segundas Ventas de Pescados, hoy Mercado de Mayoristas, siendo la única Lonja de Pescados de España que tiene a escasos metros una Sala de Mayoristas. Las gestiones se iniciaron en tiempos del ingeniero de la Junta de Obras del Puerto, José Antonio Español Caparros (ver nótula núm. 1.892 en GdP)

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En la antigua Lonja de Pescados, grupo de exportadores y minoristas de pescados y mariscos ante un lance de chocos. De izquierda a derecha:  Solamente distinguimos a Manuel Pérez Pichaco --Manolo Montero-- y Gravan al principio de la fotografía, al final de la misma Manuel Espinosa Morales, hermano de Eugenio del Restaurante “El Guadalete”; en el centro minoristas de Jerez, San Fernando y Cádiz.

lonja_activaLa familia Montero abastecía la Lonja de pescado azul, es decir, caballas, sardinas, boquerones, que no pescaba la flota de este puerto. Esto comenzó a mediados de lo años 60 del siglo pasado y en la Lonja de Pescados de esta margen del río, --la derecha--. En un principio se vendía el pescado azul de la familia Montero en las puertas del Garaje Aduana y Bar Guadalete. También la firma de Fermín Romero Abuelita comenzó a traer pescado azul. Existieron controversias con el Ingeniero Español Caparrós a cuenta de las tasas que tenía que pagar por el pescado la familia Montero y Abuelita. Una vez solventadas éstas, el pescado comenzó a venderse dentro de la Lonja. /En la fotografía de la izquierda, una ambientada imagen de la antigua Lonja del Pescado, en la margen derecha del Guadalete.

Esta práctica no fue bien vista por los pescadores. Ya con el traslado de la Lonja de Pescados a la Otra Banda la actividad tomo proporciones mayores y comenzaron, tanto la familia Montero como otros vendedores,  a traer por vía terrestre no solamente pescado azul, sino de otras variedades que, según armadores y pescadores, sí creaba competencia desleal con los extraídos del mar y que llegaban a través de las embarcaciones a este puerto pesquero.

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De izquierda a derecha, Manuel Martínez Alfonso, José Alvarez Sevilla ‘Gavina’, Manuel Pérez Pichaco (Montero), Antonio Cólogan Osborne, desconocido, Comandante Jefe del Puesto de la Guardia Civil, José Nowel del Río segundo comandante de la Ayudantía de Marina de El Puerto, el Administrador de Aduanas, el ingeniero de Obras del Puerto José Antonio Español Caparrós y Manuel Sañé, Comandante de Ayudantía de Marina. Misa celebrada en la Lonja del Pescado con motivo de la festividad de la Virgen del Carmen. Año 1974.

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Barcos junto al cantil del muelle en la margen derecha: Playa de Valdelagrana, Nuevo Moruno luego Portus, Nuevo Río Guadalete y desconocido.

Lo cierto es que, lo que comenzó con cuatro camiones hoy es un Mercado de Mayoristas de Pescados con mayor capacidad de venta que la propia Lonja, como consecuencia de la perdida de la flota arrastre de este puerto. De las 132 embarcaciones de base de los años 70 del siglo pasado escasamente diez barcos de base subastan en la actualidad y otras tantas que vienen de los puertos de las costas onubenses.

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Esperando a Manolo Montero, en el restaurante 'El Resbaladero', a mediados de la década de los 70 del siglo pasado. De izquierda a derecha, su compañero en la Corporación Municipal, Manuel Camacho Aguilar, de Hierros Osca; Maximino Sordo Díaz, propietario del restaurante 'el Resbaladero'; de pie, Manuel Gutiérrez, Manolito ‘el Cochino’ (ver nótula núm. 284 en Gente del Puerto); Nicanor Gómez Recalde, de Ultramarinos ‘Los Caballos’ y Antonio Crespo Blanquer, de los alicantinos llegados a esta tierra, natural de Calpe, conocido por Toni Pala, excelente patrón de pesca y socio en las embarcaciones de nuestro protagonista.

Montero era muy amigo de Maximino Sordo del restaurante ‘El Resbaladero’, donde tenía establecido su paradero, celebrando allí distintas reuniones en su salones con los distintos estamentos sociales de la época. Manolo fue un hombre afectivo y cordial, muy participativo y querido por sus compañeros.

Según el conocimiento que se tiene al día de hoy, los primeros pobladores que se establecieron en tierras portuenses lo hicieron durante la I fase del Neolítico, hace unos 6.000 años (datado por Carbono 14), en un paraje inmediato al mar y próximo al arroyo Salado de Rota, en el pago de Cantarranas (carretera El Puerto-Rota).

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El territorio de Isla Cartare con los asentamientos más antiguos del entorno del Salado de Rota, con dataciones por radiocarbono.

La presencia humana en nuestro término es muy anterior, constatada en las excavaciones que se realizaron a fines de los 70 y comienzos de los 80 en plena costa, en El Aculadero, donde se localizó –según las últimas revisiones del material- un taller lítico de pescadores y mariscadores del Paleolítico, activo hace unos 110.000 años; pero la primera comunidad que tuvo el fin expreso de arraigarse y crear una pequeña sociedad tribal con intereses comunes y compartidos, esa fue la que se asentó en Cantarranas, probablemente procedente de algún punto –al aire libre o en cuevas- de las sierras gaditanas.

CANTARRANAS Y LA VIÑA
El yacimiento de Cantarranas lo descubrimos –junto a nuestro amigo José Ignacio Delgado ‘Nani’ y en nombre del recién fundado Museo Municipal dirigido por Francisco Giles- en 1982, cuando se desmontaban –para la construcción y las fábricas de botellas- las grandes dunas eólicas de hasta 6 metros de altura que cubrían el paleosuelo de arcillas rojas y margas sobre las que se asentó la población neolítica.

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Algunos de los silos y otras estructuras excavadas en Cantarranas. / Foto, Museo Municipal.

Por vía de urgencia, el Museo realizó una primera campaña de excavación en 1982-83, a la que siguieron otras en 1985 –dirigida por Diego Ruiz Mata- y 1986 –a cargo de José Ángel Ruiz Fernández.

En conjunto, en un espacio de unos 6.000 m2 se detectaron los fondos de algunas cabañas del poblado (circulares y ovales, que tendrían paredes de adobe y cubierta vegetal), un extenso taller lítico (3.000 m2) lindero al hábitat, donde facturaban las herramientas precisas para la actividad agrícola (María Valverde estudió cerca de 9.000 objetos, tallados en sílex, principalmente, y en cuarcita), y numerosos silos –12 se excavaron, todos con perfil acampanado- para el almacenamiento de los excedentes de cereales, que fue la base, junto a la actividad ganadera y los recursos pesqueros y marisqueros, de la subsistencia económica del poblado. Y también la de su continuidad y su desarrollo espacial. 

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Vasos del llamado ‘silo de Enrique’ de Cantarranas y elementos líticos de piedra pulimentada y sílex. / Foto, Museo Municipal.

A comienzos de la Edad del Cobre  (o Calcolítico) –hace unos 5.000 años-, la población de Cantarranas creció para ocupar en toda su extensión (5.000 m2) un cerro (45 m) inmediato a la línea de costa y cerca de la desembocadura del Salado, La Viña, a un kilómetro del hábitat neolítico originario.

En 1984, al comenzarse a urbanizar el cerro –hoy Poblado Naval-, se realizó una primera excavación por la Delegación Provincial de Cultura dirigida por Lorenzo Perdigones y otras en 1986-1987 por nuestro amigo –arriba citado- Pepe Ruiz.

Los trabajos dieron por resultado la localización de unos 200 silos, cuyos materiales ofrecieron el mismo horizonte cultural de Cantarranas en su etapa final de la transición al Cobre Inicial, hacia los años 3000-2500 antes de nuestra era.

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Silo de La Viña que contenían vasijas cerámicas. / Foto, Museo Municipal.

Pero no se ocupó La Viña para ser habitada –no se detectó ninguna huella de cabañas-, sino exclusivamente para almacenar los excedentes agrícolas. El hábitat, probablemente, se encontraría más al oeste, junto a la boca del Salado, por el espacio que ocuparía la aldea andalusí de Casarejos. Y también, en casos puntuales, varios silos fueron reutilizados para acoger enterramientos de inhumación individuales y colectivos, en los que se exhumó un rico material cerámico depositado como ofrenda.

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Enterramiento de la Edad del Cobre de La Viña descubierta en la campaña de 1987. / Foto, José A. Ruiz Fernández. 

Enterramientos que eran contemporáneos a los que se descubrieron, al otro margen del arroyo Salado, al construirse en los años 50 la Base Naval: la necrópolis de ‘cuevas artificiales’ que dio a conocer Berdichewsky; cronológicamente vinculados al hábitat localizado al interior del Salado en el yacimiento de Casa Cortázar, también en término roteño.

Así pues, según los estudios de los yacimientos referidos, a uno y otro lado del arroyo Salado existió un importante núcleo poblacional –inicialmente establecido en Cantarranas en pleno Neolítico- que perduró hasta su transición al Calcolítico, cuando durante algún momento impreciso de la primera mitad del tercer milenio a.C. el poblado de Cantarranas-La Viña fue abandonado. Acaso su espacio y su entorno, después de ser habitado y explotado agrícolamente durante más de un milenio, estaba bien amortizado y fue preciso ocupar nuevas tierras en un tiempo nuevo.

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El yacimiento arqueológico de Cantarranas en 1982, cuando lo descubrieron José Ignacio Delgado y Juan José López. / Foto, Museo Municipal.

EN LA LAGUNA DEL GALLO
El Calcolítico se desarrollará en las tierras de nuestro término municipal en dos áreas: en la Sierra de San Cristóbal –al menos en los poblados de Las Beatillas y La Dehesa (éste, el origen del hábitat del Castillo de Doña Blanca), de los que escribiremos en otra entrega- y en el área de influencia del arroyo Salado de Rota y sus afluentes (ver nótula 2.231), de cuyo poblamiento haremos breve memoria a continuación.

Diez kilómetros tierras adentro del arroyo Salado –la columna fluvial que vertebra la campiña portuense- se encuentra la hoy desecada Laguna del Gallo y su marisma, que antes de que las tierras linderas invadieran, por la reciente acción del hombre, buena parte de su terreno, ocupaba una extensión de 120 a 150 hectáreas; espacio lacustre que se alimentaba, abriéndose camino entre las ‘tierras negras’ bajas, por el arroyo del Gallo, que también vertía sus aguas al Salado.

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Cuando las lluvias son abundantes, aún se puede entrever las dimensiones de la laguna del Gallo, como en esta imagen tomada en 1996 desde Las Animas. / Foto, Juan José López Amador.

El entorno de la laguna está rodeado por cerros de albarizas con cota máxima de 90 metros, que si hoy son terrenos desnudos dedicados –desde hace dos mil años- a la roturación agraria intensiva, en la Prehistoria reciente su espacio lo ocupaba un bosque abierto de alcornoques, encinas, coscojas, sabinas, pinos piñoneros…, envueltos con arbustos de jarales, torviscos, brezos…

Según los resultados de nuestras prospecciones, desde su primera ocupación hacia mediados del III milenio a.C., el entorno de la laguna del Gallo mantuvo una población continuada –con algunas fluctuaciones espaciales- durante 2.300 años, hasta el fin del periodo turdetano, a fines del siglo II a.C., cuando Roma impuso otra organización espacial del territorio, explotándose las tierras de la campiña a gran escala desde villae rústicas (antecedentes de los actuales cortijos), desapareciendo los antiguos núcleos de población. 

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Vista de la cara suroeste de Campín desde la laguna del Gallo. / Foto, J.J.L.A.

No sería hasta la época andalusí, entre los siglos X al XIII, cuando el entorno de la Laguna del Gallo volvió a poblarse con aldeas, en número de cinco: CampixGrañina, FinojeraPoblanina Fontanina. Con la conquista cristiana de la región mediado el siglo XIII, el modelo volverá a ser el romano, dividiéndose el espacio en latifundios en manos de una elite económica y social; distribución que se ha mantenido, en buena parte, hasta nuestros días

EL CÍRCULO Y LOS ÍDOLOS DE CAMPÍN BAJO
islacartare_3_9_puertosantamariaSegún indican los materiales culturales prospectados, fue al noroeste de la laguna del Gallo, a media ladera de un cerro, en las tierras de Campín Bajo, donde se estableció durante la Edad del Cobre una importante población –continuadora de la de Cantarranas-La Viña-, el núcleo que vertebró –también con la actividad agropecuaria como base de su desarrollo- el entorno de la laguna, donde se emplazaron otros asentamientos coetáneos de menor entidad y seguramente de él dependientes, arqueológicamente detectados en Venta Alta y, al mismo pie de la laguna, en Pocito Chico. Otro lo localizamos más al sur, en Vaina, junto al curso del Salado (ver primer plano adjunto).  /En la imagen de la izquierda, detalle del vuelo aéreo de 1979 en las tierras de Campín Bajo, donde se aprecia la huella de una gran estructura circular con dos arroyos que la rodean. 

islacartare_3_10_puertosantamariaEn 1984, el geógrafo del Ayuntamiento José Luis Martín informó al Museo de la existencia de una extraña estructura soterrada en las tierras de Campín, según observó en algunas fotografías aéreas entonces tomadas. Ciertamente, según cotejamos con otros vuelos aéreos, bajo tierra parece existir un recinto circular de 120 metros de diámetro (algo mayor que la Plaza de Toros de El Puerto) con la apariencia de ser un poblado cercado o fortificado, que tiene una amplia abertura en el flanco sureste junto al que discurre el curso de dos arroyos –hoy desecados y derivados del arroyo de Campín- y percibiéndose al interior de la estructura anillos perimetrales menores, derrumbes y construcciones de incierto origen.

En este lugar localizamos un ídolo cilíndrico de mármol (20 cm de altura), que aunque presenta la superficie muy desgastada, conserva en la parte trasera el peinado en zigzag propio de estos símbolos religiosos de la Edad del Cobre que se han hallado en algunos asentamientos de Isla Cartare: en las marismas bajas del Guadalquivir –Lebrija, Trebujena y Sanlúcar- y en Torrecera (Jerez), en el curso medio del Guadalete. /En las imágenes superior e inferior, a la izquierda, Idolo cilindro y  Estatua-menhir (‘la dama del Gallo) procedentes del entorno de Campín Bajo. / Fotos, J.J.L.A.

islacartare_3_11_puertosantamariaY abajo de Campín, junto a la laguna del Gallo y al yacimiento de Pocito Chico, en 1999 descubrimos en superficie, extraída por el arado, una pieza cilíndrica (30 cm de grosor) de mármol, fracturada, con una figuración antropomorfa femenina –la dama del Gallo la llamamos-- al modo de un ídolo cilíndrico pero de gran tamaño, similar al de una ‘estatua-menhir’. Tiene un rostro estilizado conseguido por pulimento y la cabellera tallada a golpes. La pieza conserva 1 metro de altura, encontrándose rota a la altura de una hendidura que recorre su perímetro y parece dividirla en dos mitades, por lo que en su origen tendría al menos 2 m de altura. Cronológicamente, ambos ídolos podrían fecharse –grosso modo- a mediados del III milenio a.C., en los inicios de la ocupación de Campín Bajo durante la Edad del Cobre. 

HUELLAS DEL MEGALITISMO 
Estos ídolos son manifestaciones ideológico-religiosas de una sociedad desarrollada y jerarquizada, asociados a monumentos megalíticos, habitualmente a enterramientos colectivos en dólmenes. En el espacio que media entre las desembocaduras del Guadalquivir y el Guadalete sólo se han excavado dos, el sanluqueño dolmen de Hidalgo que en 1959 exhumó Juan de Mata Carriazo y en Rota el dolmen de Munive, pero su presencia en Isla Cartare sería un elemento habitual de su paisaje.

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Francisco Giles, entonces Director del Museo Municipal, y el profesor de la Universidad de Cádiz José Antonio Ruiz ante una estela en Venta Alta (hoy desaparecida), probablemente asociada a un dolmen existente en el lugar. / Foto, J.J.L.A.

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Rodrigo de Balbín –uno de los grandes especialistas de Europa en megalitismo y arte paleolítico- inspeccionando en Venta Alta la estela anterior. / Foto, J.J.L.A.

Elementos que formaron parte de dólmenes del Cobre son las cuatro estelas –de arenisca de la Sierra de San Cristóbal- que hallamos en el entorno de Campín y la laguna del Gallo: en Pocito Chico, una con la figuración de un guerrero, una gran cazoleta y otros elementos simbólicos (expuesta en el Museo, sede del Hospitalito), y otra con grabados esquemáticos y huellas de uso de pulimentar piedra; en Venta Alta, con un puñal islacartare_14_puertosantamariagrabado, asociada a un amontonamiento de grandes piedras soterradas que podrían corresponder a un dolmen; y una cuarta estela –hoy desaparecida- en un camino que pasa por Campín, de cuyas cercanías debía de proceder.

Como ésta de Campín, son abundantes las lajas de piedra que hemos encontrado (y seguirán apareciendo) en la campiña portuense, extraídas durante las labores agrícolas y que secularmente han servido y sirven para marcar los lindes de las fincas y las mojoneras de los términos municipales. Fracturadas por los agricultores para facilitar su transporte y su ubicación, al menos algunas son ortostatos, las piedras verticales con las que se erigían los dólmenes y otros monumentos funerarios. /En la imagen de la izquierda, estela junto al camino de Campín que sube de Pocito Chico a Grañina. 1999. / Foto, J.J.L.A.

EN LA EDAD DEL BRONCE
Decíamos que la población que se asentó durante la Edad del Cobre en el entorno de la laguna del Gallo perduró en el tiempo. Cerámicas del Horizonte cultural Campaniforme, que marca el comienzo del Bronce (hacia 1900/1800-1500/1400 a.C.), las hallamos en Campín Bajo, Venta Alta y Cortijo de los Santos Reyes; y en lugar más retirado, junto a la laguna Salada, en El Barranco. La distribución espacial de estos cuatro asentamientos –distantes entre punto y punto unos 3 km- parece indicar la existencia de una vía de comunicación con el extremo occidental de la Sierra de San Cristóbal, también habitada en este periodo.

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Área de influencia del Salado con los yacimientos con hallazgos Campaniformes, Cogotas I y Bronce Final I.

Otra vía de comunicación, fluvial, pudo existir durante el Cobre y el Bronce (y posteriormente) a través del arroyo Salado de Rota y sus afluentes para enlazar con los esteros de las marismas del Guadalquivir, como apuntamos –recogiendo antiguos testimonios historiográficos- en la nótula 2.217. De cualquier modo, los contactos, fuesen los que fuesen, entre los asentamientos de la laguna del Gallo y los de las marismas del Guadalquivir –especialmente con la población de Mesas de Asta- debieron de ser constantes en el transcurso de la Prehistoria reciente.

La continuidad del poblamiento en torno a la laguna del Gallo durante el oscuro periodo del Bronce Tardío también está atestiguada en los materiales cerámicos prospectados, que vienen a decir que –como ocurrió en toda la Baja Andalucía- se produjo una disminución de la población, abandonándose algunos asentamientos y concentrándose los grupos humanos en los hábitats más pujantes, con más recursos. En nuestra zona, así parece que ocurrió en Campín Bajo, que durante las últimas centurias del II milenio a.C. parece de nuevo presentarse como la población única o más importante de la campiña portuense a comienzos del Bronce Final.

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Dibujos de materiales cerámicos de Campín Bajo: a la izquierda, Campaniformes y del Bronce; a la derecha, Campaniformes, Bronce y Cogotas I.

Un nuevo tiempo surgirá a partir del siglo XIII a.C., acaso con el aporte de gente procedentes de la Meseta, originarios de la cuenca del río Duero; grupos ganaderos trashumantes que se asentarán en nuestras tierras –como lo hicieron en gran parte de la Península Ibérica- y dejarán su impronta –reconocible por la arqueología- en las cerámicas del Horizonte Cogotas I, que en nuestras prospecciones encontramos, exclusivamente, en Campín Bajo y en Venta Alta, con datación final para este periodo en el siglo X a.C. También se hallan en Mesas de Asta.

Por entonces se estaba fraguando en un alto grado de civilización la cultura indígena que posteriormente los griegos llamarán Tartessos, cuyas huellas se hallan en el entorno de la laguna del Gallo en seis asentamientos que localizamos en nuestras prospecciones –siempre con nuestros amigos José Antonio y Nani- de los años 80.

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Vista desde Pocito Chico hacia Campín Bajo. La ganadería fue una de las bases económicas de los poblados del entorno de la laguna del Gallo. / Foto, J.J.L.A

De esos poblados tartesios escribiremos en una próxima entrega, y también del tiempo en que navegantes fenicios, procedentes de algunas colonias del Mediterráneo, pisaron, por vez primera en el siglo IX a.C., los cerros de la laguna del Gallo y que con los indígenas tartesios entablaron fructíferos contactos comerciales.

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Hacha de bronce del yacimiento de Venta Alta. / Foto, J.J.L.A.

De ello escribiremos después de que en la próxima nótula lo hagamos –con la firma de José Antonio  Ruiz, su director-  de las excavaciones arqueológicas que se realizaron a fines de los años 90 en Pocito Chico con los hallazgos de vestigios de poblados de la Edad del Cobre y del Bronce, a orilla de la laguna del Gallo. Al sur de Isla Cartare. / Texto: Enrique Pérez Fernández y Juan José López Amador.

Más de Isla Cartare en Gente del Puerto:
2.217. Isla Cartare. Un recorrido por la historia del término municipal. (I)
2.231. El arrollo de Salado de Rota y la Aldea de Casarejos. Isla Cartare (II).

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