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joaquinceballosvarela_puertosantamariaLos cimentadores de amor, paz, solidaridad y buena convivencia vecinal son, para el Barrio de la Vida, lo que los manantiales del agua fresca y cristalina para los desiertos.

En este Barrio de la Vida, donde prevalecen las ansias del poder y el tener, la intolerancia, egoísmos, hambre, terrorrismo, venta de niños y adultos como esclavos, guerras, falsedades, torturas, hipocresías, racismos, insolidaridad, envidias, marginación,... también están quienes, sin hacer ningún tipo de ruidos ni alardes, realizan la trayectoria de su paso por él, ¡haciendo el bien!.

Joaquín Ceballos Varela, Quini, a sus cincuenta y tres años, tras una corta y penosa enfermedad, abandonó en julio de 2001 el Barrio de la Vida. Además del dolor y la pena que su irreparable pérdida ha ocasionado en familiares, amigos y cuántos le conocían, también nos ha dejado su valiosísimo legado.

Este legado que ha dejado al Barrio de la Vida, no se compra ni se vende con el precio del poder ni el dinero. Quini fue amigo de sus amigos y enemigo de nadie. Fue cordón y lazo del diálogo, comprensión, unidad y amor del entorno familiar. No había amigo o conocido que enfermara a quien él no visitara. En este sentido, valga como ejemplo su gran calidad humana y buen sentido de la amistad el hecho de que, encontrándose gravemente enfermo en el hospital, sacara fuerzas de donde ya no las había para, tras llamada telefónica, alentara y animara a un amigo que se encontraba recién operado y hospitalizado en otro centro. Además, en esa misma situación de enfermedad y sufrimiento, se ofreció para echarle una mano en la búsqueda de empleo a otro de sus amigos.

quiniceballosvarela_puertosantamariaA Quini no hacía falta pedirle, sólo insinuarle que se precisaba su ayuda para la realización de cualquier acto benéfico, para que allí estuviese colaborando, tanto en el montaje de escenarios como en la atención de la barra del bar, venta de tickets y cuanto fuera necesario para la ejecución y mayor realce de este tipo de eventos. El colegio La Salle de El Puerto sabe mucho de su constante y desinteresada labor.

Quini siempre tenía disponible, de manera altruista, su vehículo y su tiempo libre del fin de semana para, en compañía de su esposa, trasladar donde hiciera falta al grupo Scout de San Joaquín o al coro de los niños de La Salle. De la misma manera, visitaba personalmente a los ancianos de las Hermanitas de los Pobres, con tal de hacerles más agradable unas horas de su tiempo. (En la imagen, Quini en Barcelona el 22 de febrero de 1970).

La alegría y el disfrute de Quini, en cualquier acto de convivencia vecinal, la transmitía rápida y gratamente al resto del grupo que, a su vez, la compartía. Quien aquí escribe da gracias a Dios por haberle concedido el privilegio de conocer a Quini y a otras personas que como él, han pasado o continúan por el Barrio de la Vida, haciendo el bien. (Textos: Ramón Ruíz Martínez).

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fuillerat_001_algecirasJosé Luis Fernández Fuillerat, es un porteño  nacido en  Algeciras, en los Callejones Escopeteros, el 14 de noviembre de 1964, hijo de José Luis (ya fallecido) y de Ana María, siendo bautizado en El Carmen. Por circunstancias familiares se fueron a vivir a Madrid cuando José Luis contaba con cuatro años, en 1968, aunque no dejaría de volver por su tierra todos los veranos y en otras fechas señaladas, tal y como sigue ocurriendo en la actualidad: los fines de semana, siempre que puede, vuelve a respirar la salinidad del aire del Estrecho y a notar la fuerza de las corrientes marinas que lo cruzan. En Madrid estudió en el colegio Luis Vives y más tarde en el Instituto “Matemático Puig Adán”. Vive en nuestra Ciudad desde 1990.

LA MARINA TE LLAMA.
Viendo en televisión el anuncio “Muchacho, la Marina te llama” decidió enrolarse como profesional en el ejercito de mar, como Especialista de Sistemas de Armas Navales en 1982, con 17 años, cuando Marruecos iniciaba el reclamo oficial por la soberanía de Ceuta y Melilla y otras islas deshabitadas como la Isla Perejil. Se celebraba en España el Mundial de Fútbol, con “Naranjito” de mascota y nuestro País se incorporaba a la OTAN. Además moría asesinado por ETA Victor Lago, jefe de la División Acorazada Brunete, perteneciente al Ejército de Tierra. Felipe González accedía a la presidencia del gobierno de España. Se estrenaba en el cine “Demonios en el Jardín” de Gutiérrez Aragón. Ese año, también, se creaba la empresa Adobe Systems Incorporated.

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Cartel de enganche de la Armada Española, para Especialistas. 1982.

Así, volverá a la provincia de Cádiz estudiando en la Escuela Nava de la Marina en San Fernando. Luego lo destinan a la Fragata Andalucía, Baleares y de nuevo a la Andalucía, con base en el puerto de El Ferroll (que ya no era del Caudillo). Allí estaba como Técnico de Sistemas de Armas, Especialista en Sistemas de Dirección de Tiro. La informática hacía tiempo que había llegado a los barcos de la Armada Española. Y estudia dentro de ésta un Curso de Informática de Gestión, que finaliza en Madrid. El destino, de nuevo la provincia de Cádiz, la Base Naval Conjunta de Rota en el año 1990.

Cuando es destinado a Rota se instala a vivir en El Puerto de Santa María a partir de 1990, donde echa raíces variadas --tiene dos hijas Paula y Marina--, pero sin dejar de desplazarse, en cuanto tiene ocasión, a su Algeciras natal. Tiene dos hijas.

EMPRESARIO DE INFORMÁTICA.

Su relación con la Armada finaliza en el año 2003 y, como tenía inquietudes empresariales, en 2004 adquiere la empresa Adip Informática Pymes, que venía funcionando en la ciudad porteña, trabajando en su expansión: tiene delegaciones abiertas, además de en El Puerto, en Algeciras, San Fernando y Madrid, dando servicios a toda Andalucía. También es propietario de la empresa de software informático Fuyisoft.

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De izquierda a derecha, Francisco Ferradans, Director Comercial del Grupo Joly, José Fernández, Director del Restaurante 'Bar Jamón', Asís Gómez, Directora Comercial del Casino Bahía de Cádiz y José Luis Fernández Fuillerat, en un acto de Diario de Cádiz, del Grupo Joly. (Foto Fito C.)

La empresa de José Luis se ha especializado en programas de gestión de elaboración propia: Notarías, Registros de la Propiedad, trabajando en otros segmentos empresariales: Redes Informáticas y Telecomunicaciones, Transmisión y Recepción de Datos. Centro de Datos y alojando servidores con canal de datos propios. Sistemas de Control de Accesos. Tele Tiendas. Portales de Internet y todo tipo de servicios informáticos para la pequeña y mediana empresa, y como dicen, para la tienda de la esquina o el usuario de a pié. Cuentan con un Centro de Formación propio. Su compañía, que emplea a diez operarios, es líder en implantación, distribución y comercialización de los sistemas informáticos de hostelería Maitre 2000 y 2006, así como de la PDA específica para hostelería ultrapda.es.

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José Luis, impartiendo un curso sobre redes informáticas y programas de gestión.

INDRA Y EUROCOPTER ESPAÑA.
La empresa de José Luis trabaja como subcontratada para las compañía Indra y Eurocopter España, adjudicatarias de un contrato de la agencia NAMSA, de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que implantará sistemas de autoprotección en 23 helicópteros de transporte Cougar y Chinook del ejército español.

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El sistema se encarga de explorar el espectro radioeléctrico para detectar e identificar la presencia de posibles amenazas, entre las que figuran los proyectiles portátiles tierra-aire, comúnmente denominados ‘manpads’ y, para ello, se utilizan las últimas tecnologías de recepción digital y algoritmos de proceso, que permiten identificar amenazas en entornos complejos. Una vez detectada la amenaza, el sistema desarrollado por Indra activa automáticamente distintas contramedidas que distraen el sistema de guía que emplea el proyectil. Este tipo de equipamiento es un elemento fundamental para la seguridad de los helicópteros de transporte, que se despliegan en los escenarios de operaciones en los que el Ejército desempeña actualmente misiones. Además de los sistemas con que se dotan a los helicópteros, la empresa multinacional española suministrará los sistemas de apoyo en tierra, que permiten preparar adecuadamente la misión.

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robertoromerolaffitte_puertosantamariaRoberto Romero Laffitte nace, de forma accidental, en Sevilla en 1940, pero es porteño de donde se siente, donde vive y donde disfruta de la vida.

Ese mismo año Mahatma Gandhi se reúne con el virrey de la India. El gobierno español dicta la ley para la represión de la masonería, el comunismo y demás movimientos «que siembren ideas disolventes contra la religión, la Patria y la armonía social». Mientras Ernest Hemingway publica: ¿Por quién doblan las campanas?, en España hace lo propio Enrique Jardiel Poncela con Eloísa está debajo de un almendro. Nacen también en 1940 Al Pacino, los políticos Alfonso Guerra y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón; los músicos Ringo Starr y John Lennon, Pelé y Bruce Lee y también Frank Zappa.

Estudió en el Colegio de loa Pescadería y en el de la calle Luna. Mas tarde, en Sevilla, haría el Peritaje Industrial. Se casa con Maruja Miura con quien tiene cinco hijos, --el mayor, Roberto tiene un restaurante en Madrid, Foccolare, del que daremos cumplida información con una nótula en Gente del Puerto-- . (En la imagen, Roberto Romero Laffitte).

Dado que su padre, Alejandro Romero Osborne, marqués de Arco Hermoso , tenía tierras en Dos Hermanas, trabaja allí en la explotación agrícola y ganadera conocida como ‘La Huerta de Curro’. A los dos años se viene a El Puerto  a vivir en la casa familiar en la calle Durango y con 22 años se incorpora en la fábrica alimentaria propiedad de la familia: Conservas Sur, donde permanecerá como Director de Producción hasta el cierre de la misma a finales de la década de los setenta del siglo pasado. Su hermano Alejandro, también estuvo trabajando en la conservera familiar.

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Patio de la Casa del Marqués de Arco Hermoso en calle Durango. Desde el patio se accede al jardín y a otros patios secundarios, que en tiempos, fueron almacenes, bodegas y otras dependencias. (Del libro 'Casas Señoriales de Andalucía' de Patricia Espinosa de los Monteros. Ed. Cartago. 1998.  Foto: Francesco Venturi).

Se queda viudo con 47 años –hace 19—y con la ayuda de ambas familias saca a sus cinco hijos adelante. Ha ejercido como director en Cádiz de la Compañía GES (General Española de Seguros), durante cinco años, al término de los cuales volvió a su ciudad natal para ejercer como adjunto a la Dirección Comercial de Puerto Sherry, con Agustín Silvela de la Hidalga, --promotor del puerto que continúa en El Puerto--, jubilándose por problemas de salud de forma anticipada. Cuando se operó de una afección severa de garganta, se vino abajo. Pero su afición: la pesca le ayudó a salir adelante. Compró la tienda Caza y Pesca y allí estuvo defendiéndola hasta que cambió la reglamentación laboral, en la Ribera del Río. En la actualidad se dedica a sus nietos.

robertoosborneguezala_puertosantamariaCONSERVAS SUR.
La fábrica de Conservas la funda Roberto Osborne Guezala, en 1926, obteniendo autorización para la instalación de la fábrica de “Conservas alimenticias de carnes y pescado y la de frutas y hortalizas” en la calle Valdés, núm. 5, esquina con la calle Comedias, lindera con las fincas de Crevillet y el Recreo de Rafael Fernández de Haro (lo que hoy es La Ponderosa y Los Cedros). Ocupaba una superficie de 12000 metros cuadrados. Al frente de la industria alimentaria pone a su hijo, Eduardo Osborne Vázquez, estando al frente de la misma durante 12 años. El aporte de materia prima pesquera desde El Puerto se debilitó y se empezó a traer el género desde el puerto de Punta la Isla (Gallineras) en San Fernando. Como a los pocos años continúa faltando la pesca, Roberto Osborne cierra la fábrica y se marcha a Sevilla, donde continuaría una aventura empresarial iniciada junto a su hermano Tomás, en 1904,  la fábrica de cervezas La Cruz del Campo. Así, desmantela la fábrica de conservas y reutiliza los formeros y demás piezas de las naves de la conservera para ampliar la empresa cervecera sevillana. Según documentos del Archivo Municipal, en 1937 la fábrica de conservas, inactiva, se encuentra en Testamentaría, convirtiéndose la cervecera sevillana en sociedad anónima. (En la imagen, Roberto Osborne Guezala).

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Tranvía de dos pisos en Barcelona, con propaganda de La Cruz del Campo.

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Eduardo y Felipe Osborne Vázquez, empresarios conserveros y cerveceros.

En esa tesitura, Roberto Osborne Guezala, le ofreció la fábrica de conservas a su sobrino, Alejandro Romero Osborne, militar, que se retiró con la graduación de capitán. Y Eduardo y Felipe Osborne Vázquez se quedan en Sevilla con La Cruz del Campo. Se dio la feliz circunstancia que, previamente, en la Exposición Iberoamericana de 1929 de Sevilla, La Cruz del Campo y Conservas Sur tenían los expositores uno junto al otro, la primera inspirada en el Hospital de los Venerables de Sevilla, con lo que el visitante salía satisfecho con su caña de cerveza y la tapa de sardinas sin piel y sin espinas, de nuestras conservas.

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La sevillana Cruz del Campo, pintada por Domínguez Becquer, de la que toma el nombre la fábrica de cervezas fundada por el emprendedor porteño.

alejandroromeroosborne_puertosantamariaAlejandro se encuentra con que tiene la marca, tiene los locales y ya está, por lo que tendrá que crear nuevas infraestructuras para poner en marcha de nuevo Conservas Sur. Así, alquila una fábrica en Barbate, la dota del equipamiento necesario y al ser un puerto de mar receptor del género que necesita, empieza a fabricar conservas de pescado. En El Puerto quedarían las fábricas de vegetales y salsas y el almacén distribuidor de la firma. El marqués de Arco Hermoso se desplazaba a Sevilla y participaba en las subastas de las naranjas agrias de las calles, plazas, paseos y las del Alcázar sevillano.

Nos encontramos en 1968, Roberto Romero Laffitte cuenta con 28 años. Mientras, al haberle expropiado el estado a su padre ‘La Huerta de Curro’ en Sevilla, el de Arco Hermoso adquiere a su buen amigo Miguel Martín Navarro, de Ayamonte, una fábrica de conservas que construyó dicho ciudadano al amparo del Polo de Desarrollo de Algeciras, impulsado por el ministro López Rodó, quedando ésta para la exportación: Alemania, Italia, EEUU y Norte de Europa. Funcionarían así tres fábricas, junto con la de Barbate y la de El Puerto. (En la imagen, Alejandro Romero Osborne, Marqués de Arco Hermoso).

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La fábrica estaba  situada en la calle Valdés, núm. 5, esquina con la calle Comedias, lindera con las fincas de Crevillet y el Recreo de Rafael Fernández de Haro (lo que hoy es La Ponderosa y Los Cedros). Ocupaba una superficie de 12000 metros cuadrados, distribuidos en una gran sala de máquinas, calderas,  lavaderos, depósito de sal, los almacenes, las oficinas de la empresa y la vivienda del ingeniero, además de una pista de tenis. En la actualidad se encuentran unos bloques de vivienda de promovidos por inmobiliaria Azul Mediterráneo, en su día propiedad de Rumasa. El arquitecto de la Conservera fué Manuel Romero Planas, el mismo de los Baños Termales de la Punttilla o del Cinema España.

conservas_sur_publi_puertosantamariaLOS TRABAJADORES DE LA CONSERVERA.
Conservas Sur llegó a tener una gran cantidad de trabajadores en todos sus centros de producción, más de 350 obreros. Barbate: 90 mujeres y 15 hombres. Algeciras: 70 mujeres y 7 hombres, El Puerto: 119 mujeres y 42 hombres, así como los eventuales en vegetales, más el personal de escritorio. Como se puede apreciar, la mano de obra femenina, mas cuidadosa, dominaba en los empleados de las distintas fábricas.

Los hermanos Bollullos fueron hombres claves en la organización de las dos fábricas más cercanas: José María Bollullos en la conservera de El Puerto y Francisco en la de Barbate; eran hermanos del fundador de la imprenta Bollullos de la calle Cielos, naturales de Puerto Real pero residentes en El Puerto. Personal de total confianza de la propiedad, por sus manos pasaron la gestión del día a día “—y nunca faltó una lata” en palabras de Roberto Romero, cuyo agradecimiento a estas familias ha quedado patente.

| Antonio Gil y Juan Muñoz, en el escritorio de Conservas Sur.

Por el escritorio pasaron conocidos vecinos de El Puerto y eficaces administrativos: Juan Martín Vélez, Manuel Ortega, Antonio Gil González y su hermano Abelardo, Juan Muñoz Aparicio, José Villar… El ingeniero director, encargado de la fabricación de los productos, que tenía vivienda propia en los terrenos de la fábrica, era suizo y está enterrado en nuestra Ciudad: Carlos Zuiki.

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La historiadora Isabel Pérez Sánchez, publicó un interesante trabajo en el número 20 de la Revista de Historia de El Puerto: ‘Las obreras conserveras portuenses durante la II República’, del que extraemos el siguiente texto: “Estas labores se llevaban a cabo dependiendo de la recogida de las cosechas o de la captura de las caballas. Esta situación va a condicionar la vida de la fábrica: los horarios, el número de trabajadores y el tipo de contratos, períodos y personal dedicados al trabajo, etc. En cuanto al horario, éste se alargaba cuando las necesidades de trabajo lo exigían. También el número de trabajadores variaba según las distintas épocas del año: en primavera y, sobre todo, en verano, era cuando el personal de la fábrica se hacía más numeroso. Primeramente por las frutas y hortalizas, y en segundo lugar, y más importante, por la llegada de los barcos cargados de caballas.

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Hay diferentes referencias de cifras de trabajadores conserveros, pero siempre, el mayor número de éstos, lo constituían mujeres. La mayoría de ellas trabajaban sólo temporalmente, según las necesidades de la fábrica. El personal fijo, por lo tanto, era mínimo y lo formaban, sobre todo, hombres. Según el informe de sanidad presentado en el expediente para la apertura de la fábrica, en ésta debían trabajar unos 50 trabajadores. En realidad, el número de obreros fijos no era ni la mitad de esta cifra, sin embargo, en épocas importantes de trabajo se podía llegar a triplicar, aunque siempre con trabajadores eventuales y en su mayoría mano de obra femenina. Las mujeres limpiaban el producto (caballas, tomates...) y, después de cocidos y preparados, se colocaban en las latas. Los hombres se dedicaban, sobre todo, a la carga y descarga de la mercancía, su transporte y colocación dentro de la fábrica, las calderas, etc.

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En la fábrica existían dos categorías dentro de las obreras: las operarias estibadoras y las denominadas de “faenas varias”. Estas últimas constituían la mayoría de las trabajadoras. Su trabajo, como su nombre indica, consistía en dedicarse a lo que según el momento era más necesario: limpiando y pelando las frutas y hortalizas, descabezando y limpiando las caballas, limpiando las latas de conservas... Para estas faenas no hacía falta cualificación, ni aprendizaje y, en determinados momentos, eran realizados por todas las mujeres de la fábrica.

conservas_sur_salsaindia_puertosantamariaAsí, con la llegada de los barcos de caballas, todas las mujeres acudían para su limpieza y preparación, durante todo el tiempo que fuera preciso para ello, al ser el pescado un producto muy perecedero. Una vez limpias y cocidas las caballas, las operarias estibadoras las arreglaban y las iban colocando en las latas de conservas. Para realizar este trabajo se requería un aprendizaje con anterioridad. Se tenía en cuenta la destreza y rapidez en la práctica de la estiba. La mayoría de las veces se trabajaba “por cuenta”,  es decir, según el número de “bandejas” de latas de conservas llenas, así se cobraba. Acelerando el ritmo de trabajo, podían ganar más dinero.”

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LOS PRODUCTOS.
Sin lugar a dudas los productos estrella fueron en pescados, los filetes de caballa, de melva y una variedad que el fundador de Conservas Sur sacó al mercado: filetes de bonito chico en aceite, que daba unos filetes muy blancos y también en tomate; aún en chico en aceite. Otro producto singular eran las sardinas sin piel y sin espinas, demandadas por el mercado alemán; durante los últimos cinco años de existencia de la fábrica, toda la producción de sardinas de la factoría de Algeciras la destinaron para la fabricación de este producto, muy complejo de elaborar. En escabeches: sardina, caballa y atún. En Vegetales, melocotón en almíbar, guisantes, alcachofas, tomate triturado, judías verdes, champiñones, tomate al natural con pimientos verdes asados. En Salsas: Salsa Cátsup, Salsa India, Jalea Real, Jaleas de Vinos de Jerez, Salsa Vinagreta, Salsa Mayonesa. En mermeladas: de brevas, que era la especialidad porque no la fabricaba nadie; de naranja agria, de albaricoque, de melocotón y piña, de jalea de uva, de ciruelas, de fresa… y hasta Spaguetti con Tomate.

conservas_sur_catsup_puertosantamariaSe daba la circunstancia de que para recibir en buen estado las fresas con las que se preparaban las mermeladas, había que extremar las precauciones de conservación y transportes. Un caro con 200 canjilones de noria de barro, llenos de fresas pequeñas (3 kilos aproximadamente ), cerrados con hojas de higuera con un atadillo de palma, viajaban toda la noche, --desde el campo hasta la fábrica-- entre las seis de la tarde hasta las ocho de la mañana, para resistir de la mejor manera posible el calor.
Desde Conil venían las brevas y del campo de Chipiona, en grandes cantidades, de la huerta de Roberto Jiménez Tamplin.

LA BODEGA DE VINAGRE.
Conservas Sur tenía una bodega de vinagre para las conservas. En la actualidad mantienen seis botas procedentes de aquella bodega así como ‘la madre’, la bota madre a la que denominan ‘Santi Ponce’, con más de un siglo de antigüedad. Roberto y Juan son copartícipes de esa solera de vinagres.

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LOS PROBLEMAS Y LOS TIEMPOS.
Pasan los años y ya en 1978 la actividad extractiva de la pesca desciende de forma significativa, como consecuencia de los desajustes y acuerdos pesqueros con Marruecos. Para que la fábrica funcionara había que invertir en naves y equipos de refrigeración; había que comprar la producción completa de los barcos de pesca. La crisis llega también a los vegetales, y eso que la California de Andalucía estaba en Chipiona, con los cultivos intensivos y de invernadero; pues bien, había que traer la materia prima desde Murcia, con el consiguiente aumento de los costes en transportes y fletes de la mercancía.

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La fábrica no pudo más y cierra. A finales de la década de los setenta, la inmobiliaria Azul Mediterráneo, propiedad de Rumasa, derriba las naves y construye una promoción de viviendas en lo que fue una de las mejores fábricas de conservas de Andalucía. Hubo posibilidad de que la fábrica se instalara en Agadir (Marruecos) pero fue algo que desechó la propiedad. Incluso, a la fábrica de Barbate venía periódicamente un ciudadano marroquí a cobrar el impuesto revolucionario, para que los barcos pudieran continuar faenando en los caladeros marroquíes.

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Llegaron a existir 22 fábricas conserveras en nuestra provincia y, en la actualidad escasamente quedan: El Rey de Oros, la Tarifeña, Marina Real, Diego Piñero y Ubago. En la actualidad, la propiedad de la marca Conservas Sur, pertenece a Osborne y Cía. S.A.

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LAS CONSERVAS GADITANAS Y PORTEÑAS EN LA ANTIGÜEDAD.
Escribe el periodista e investigador Francisco Andrés Gallardo: "Junto a las animadoras más sicalípticas que vieron los banquetes imperiales, las puellae gaditanae, el nombre de Gades, la urbe más importante y conocida de la Bética de la Antigüedad, estaba unido al vino y a la salsa garum que algunos quieren ahora recuperar, o al menos reinventar. Gracias a las corrientes del golfo gaditano, la calidad de nuestros pescados azules, los peces grasos de nuestras costas, como atunes, sardinas y caballas, hicieron del garum gaditano el más afamado de todos los que se degustaban en la mesas, republicanas e imperiales, de Roma. El secreto estaba en la masa de las tripas. El garum era la maceración con hierbas aromáticas, vinagre y aceite de oliva de las tripas de pescado azul, aunque no nos ha llegado su fórmula, pero sí disponemos de los restos de factorías como la de Bolonia. Ysu subproducto, el escurrido, era el allec.
garumLa cocina mundana de los tiempos romanos era muy limitada en productos y recetas. La clase alta era la que podía permitirse delicatessen excéntricas como mamas de cerda, marmotas de los ríos galos y flamencos del Nilo. Todo ello, claro, especiado con garum gaditano.
El gastrónomo Apicio nos legó el más completo recetario de la época. He aquí la receta de un flamenco con salsa garum: se limpia el ave en una marmita de barro y se cuece hasta que se reduzca a la mitad el caldo. Se pasa entonces a una olla de hierro con aceite, cebolla, coriandro y un buena ración de garum. Se deja cocer y se le añade vino cocido para aportarle color oscuro. Cuando la carne esté blanda, se añade pimienta, apio, comino, silphium (especie vegetal extinguida), ruda, moscatel y miel y se deja reducir la salsa, a la que se agrega algo de harina para que termine de espesar. Se sirve adornando el ave con sus plumas y otros aditamentos adecuados... Esto no era precisamente
fast food. "

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De izquierda a derecha fila superior: Lola Villarreal Jiménez, Josefa Villarreal Jiménez, Rafael Muñoz, Francisco Villarreal Jiménez, Dolores Sánchez Montes, Charito Villarreal Oñate, José Villarreal Oñate, Rafael Rodríguez, Encarnación Villarreal Jiménez, Juan Villarreal Jiménez, Rosario Oñate Medinilla, Concha Villarreal Jiménez. Segunda fila sentadas, Lola Villareal Cala,  Encarnación Jiménez Espinosa, José Villarreal Cala y el niño Juan Villarrreal Oñate. Tercera fila, los niños Rafael Muñoz Villarreal, José María Muñoz Villarreal, Mari Loli Muñoz Villarreal y Encarna Rodríguez Villarreal. En la cuarta fila, los niños Rafael Rodríguez Villarreal mirando de lado e Isabel Rodríguez Villarreal. Instantánea tomada en la casa familiar de la calle Larga, 14. (Foto Paco).

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Agustín Vela Mariscal (1914 -2005), hijo de Antonio y María vivió casi 92 años, era el segundo de siete hermanos. Nació en la Granja San Javier, en la zona del Molino, junto al actual Parque del Vino Fino, terrenos que él había labrado en su juventud, pues se sentía hortelano y presumía de ello. Estudió poco tiempo, un año, pero le cundió y aunque fue una lástima que no continuara estudiando por tener que atender las obligaciones del campo, era una persona con una inteligencia natural innata. De niño, con apenas 10 años, llevaba, casi a diario, las frutas y verduras a Cádiz en el Vapor, donde alguien las recogía. Empezó a vender huevos, en canastos de la granja,  en la Placilla, delante del almacén de Nicanor. De jovencito llegó a ganar un concurso adivinando si los huevos de granja estaban sanos o si, por el contrario tenían alguna tara.

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Los padres de 'el Vela': María Mariscal Muñoz, natural de Cádiz pero oriunda de Jerez, y Antonio Vela Aragón, natural de Chiclana.

El día de su nacimiento la Comisión Europea, publicaba un proyecto de reforma de la agricultura, la verdadera vocación de Agustín. Ese año se abriría al tráfico marítimo el Canal de Panamá y Benedicto XV sucedería en el papado a Pio X. También 1914 es el año de la I Guerra Mundial, el 28 de julio declararía la guerra Austria-Hungría a Serbia; el 1 de agosto Alemania a Rusia; el 4 de agosto, Alemania a Francia y el Reino Unido a Alemania; el 5 de agosto Austria Hungría a Rusia y el 23 de agosto Japón a Alemania. Agustín venía al mundo en un ambiente enrarecido en la convulsa Europa de principios del siglo XX.

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Agustín, de soldado, el segundo por la izquierda, en un bar de Córdoba. Hizo la mili junto al que fué ministro franquista, José Solís Ruiz --con quien mantuvo siempre una dilatada correspondencia-- y con el porteño Manolo Gatica. Le escribía las cartas a los soldados que no sabían leer y escribir.

Se marcha al servicio militar, estando principalmente en la Sierra de Córdoba, y también en Málaga. En Córdoba le cogió la Guerra Civil Española, con 22 años. Algunos historiadores la consideran como el preámbulo de la II Guerra Mundial, puesto que «sirvió de campo de pruebas para las potencias del Eje y la Unión Soviética, además de que supuso un desenlace, principalmente a raíz de la llamada Revolución social española de 1936, entre las principales ideologías políticas de carácter revolucionario y reaccionario (o contrarrevolucionario) que entonces se disputaban en Europa y que entrarían en conflicto poco después.» (W).

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Agustín, a caballo, en la Granja San Javier.

Vuelve a El Puerto tras la guerra y se incorpora a la huerta familiar, a la Granja San Javier para, más tarde, trabajar con el mayorista de frutas y verduras Felix Pérez Peral, donde cobró sueldos por encima de la media y es que, Agustín cobraba más porque era el que más trabajaba. Iban a Sevilla o Málaga en camiones a buscar el género y por el camino ni dormían, vigilantes, para que no les robaran la mercancía.

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Agustín, ante el puesto de frutas y verduras en el exterior de La Placilla. Hubo un tiempo en el que las autoridades municipales decidieron, no solo impedir los puestos al aire libre, sino que eran perseguido por  los guardias municipales. Más de una vez le requisaron el género y él siempre pedía que 'lo entregaran al Asilo de Ancianos'.

Su abuelo tenía una huerta alquilada y con el reparto que dio la cosecha instaló un pequeño puesto en la Placilla, delante de la que luego sería su casa, precursor del gran puesto familiar de los Vela de toda la vida. Existían precedentes familiares, ya que la hermana de Agustín, Manuela, ya tenía un puesto de verduras en la calle Luna.
La aventura de la compra de género era algo cotidiano, hasta llegar a conocer todos los campos de El Puerto, Rota, Sanlúcar y Chipiona. En esos trances lo ayudaba Juanele  --Juan Robles-- un hombre fuerte que le acompañaba en el acopio de aquellos productos de primera necesidad.

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Ante el monumento del Sagrado Corazón, en la Plaza de los Jazmines, camino de la Feria situada en la Victoria, con su mujer y parte de los hijos.

LA FAMILIA DE AGUSTÍN.
Tras cinco años de noviazgo, se casa con Carmela Durán Valle (fallecida en 2006), con la que tiene siete hijos, alcanzado la misma cifra de descendencia que hermanos fueron los Vela Mariscal. Así, los hijos de la familia Vela Durán son Mari Carmen, Agustín, Milagros, Antonio, Quisca, Conchita y María Jesús, esta última casada con el torero de plata, Gregorio Cruz Vélez. Todos pusieron su grano de arena en el negocio familiar, todos echaron una mano al padre y a su madre, quienes trabajaron muchas horas en el negocio para sacar tan larga prole adelante. La empresa, en sus mejores momentos, llegó a tener algunos trabajadores externos.

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Agustín Vela, al que gustaba ponerse para trabajar un gorro de paseo de los 'Marines' americanos. Fue el primer proveedor de la Base Naval de Rota.

EL PROVEEDOR DE LOS MEJORES.
Los principales restaurantes de El Puerto, Cádiz y Jerez y hoteles de la zona, así como ciudadanos de las poblaciones limítrofes --”el señorío de Jerez”-- venían a El Puerto a avituallarse y a comprar el género que ofrecía, por su calidad, presentación y exigencias, Agustín Vela. Fue el primer proveedor de la Base Naval de Rota y continuó siéndolo, incluso, cuando empezaron a salirle competidores que acababan tirando el precio de las mercancías. Al final, cuando no podían atender los compromisos, los americanos acababan acudiendo al puesto --o mejor dicho-- al mayorista/detallista de frutas y verduras porteño. Precisamente, muchos americanos venían a título particular a comprar a su puesto de La Placilla, y es que se corría la voz e incluso, venían conocidos de otros militares que, con anterioridad habían estado destinados en Rota.

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Carmela, la mujer de Agustín, con una cliente-amiga norteamericana. Lo cierto es que la clientela de 'el Vela' tenía sus preferencias: había quien prefería ser despachado por Agustín o por su mujer.

GENIO, CARÁCTER Y EXIGENCIAS.
Agustín era muy exigente, le gustaba la limpieza, la buena presentación del género, era un perfeccionista en su trabajo, lo que quizás hiciera que tuviera “prontos” que le dieron fama de tener mal genio. Pero se le pasaba pronto. Tenía mucho sentido del humor --señal de inteligencia-- o en palabras más coloquiales de otros: «--era un cachondo, con el que no tenías más remedio que reírte de sus ocurrencias». Tan exigente era que enseñó a medio campo de Sanlúcar a plantar los pimientos, porque, afirmaba: «--Los pimientos no tienen porque salir torcidos, eso es cosa de malletos malos».

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Agustín Vela, en 1933, posando en el Estudio de Castroverde. De futbolista y de paisano.

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Agustín, el segundo por la derecha de pie, con el equipo del Racing Club Portuense. El quinto por la izquierda es José Domínguez Neto, el sexto es Luis León: era un medio alto, muy seguro y de gran toque de balón. El portero es Joaquín Camacho, que vino procedente del Triana CF, padre de la mujer de José Antonio López Esteras. La foto está tomada en el famoso Campo del Tiro de Pichón, era un terrero de juego yerboso  y de grandes dimensiones. El Racing se trasladaría al campo de Eduardo Dato, allá por 1941. La foto está tomada en 1933.

FÚTBOL: RACING Y MIRANDILLA.
Desde muy joven jugaba al fútbol, a pesar de que el padre no le dejaba, abrumado por las obligaciones de atender la granja: el ordeño de las vacas, atender a los animales de granja o las labores del campo; aún así, harto de trabajar, Agustín se escapaba y entrenaba siempre que podía, para acabar jugando como titular, primero en el Racing Club Portuense y luego en el Mirandilla de Cádiz. Le llegaron a apodar “el caballo” por las patadas que daba --¿al balón o a los jugadores contrarios?-- lo cierto es que hubo un ajuste a patadas con dos hermanos futbolistas. Es verídico que fue un jugador muy reconocido, empero, una lesión de espalda le obligó a retirarse, ya que estuvo a punto de quedar tetrapléjico.

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Banquete homenaje a los jugadores del Racing Club Portuense, en 1935, el 23 de octubre. Entre ellos podemos ver a Agustín Vela, José Domínguez Neto, Paco Sevillano, Luis Ortega, Los Genaro, José Antonio Terrada Alemán y Antonio Torre Santiago.

Magnífico bailarín, en el Casino “hacía raya”, tenía como pareja de baile a la señorita Blanquer, hermana de Anita y Teresa. Muy religioso, era devoto de la Virgen de los Milagros y uno de los que acompañaban al paso de la patrona, cuidando de uno de los laterales del mismo. Ayudó siempre que pudo a las Hermanitas de los Pobres que existían en la calle Cielos y al Asilo de Ancianos.  El almacén de frutas y verduras cerró, tras el fallecimiento de los iniciadores de esta saga en El Puerto, el año de 2007.

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Agustín Vela, en una instantánea tomada en las Bodegas Terry, con Miguel Reina, portero que fuera del Atletico de Madrid y tambien del Barcelona. Su hijo, José Manuel, es decir, el nieto del cocinero del Hotel Meliá Caballo Blanco, con quien Agustín mantenía una buena amistad, es en la actualidad jugador de la selección española y del Liverpool.

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La Tienda de Frutas y Verduras de Agustín Vela, en su última etapa.

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Fernando Camacho Obregón, aunque nacido en la clínica del Dr. Frontela, el domicilio familiar lo tuvo en la calle Natural, 24. Es el tercer hijo de Ramón Camacho Negreira y Josefa Obregón Díaz; tiene dos hermanas. Estudió en SAFA-San Luis la Enseñanza General Básica (EGB) y la Formación Profesional II de Electrónica. En el Instituto Mar de Cádiz estudió el Módulo III de Sistemas Automáticos y Programables, donde toma contacto con la informática de forma más intensa, diseñando circuitos digitales, aprovechando Ordenadores Personales anticuados, ... El trabajo familiar, relacionado con el mundo del mar, y su afición por la informática y la electrónica, le llevaría a estudiar en la Universidad de Cádiz la carrera de Radioelectrónica Naval, estudios que compagina con un trabajo eventual en Delphi entre los años 1996-2007, durante seis meses, empleando los otros restantes en la empresa familiar de fabricación de cabos, malletas, borlones y aparejos de barcos pesqueros. Está casado con Eva María Salguero González y tiene una niña de nombre Natalia. Viven en la céntrica calle Vicario.

La empresa familiar la funda su abuelo paterno, Fernando Camacho Aguilar, empresa que ha estado instalada en los terrenos portuarios de las dos márgenes del río Guadalete. Su abuelo llegó a tener la empresa en los terrenos de lo que hoy es el Ambulatorio de la Seguridad Social “Virgen del Carmen”; trabajó también, al aire libre, a la altura de la Bodega Gutiérrez Colosía. También tuvo el taller en la Casa de las Cadenas, en la calle Cadenas, junto a un cuarto de redes, en la parte del palacio que fue derribada por la barbarie y la incultura en pleno siglo XXI. El trabajo familiar sería gestionado también por su padre, Ramón Camacho Negreira, quien hoy se encuentra felizmente jubilado.

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Tres generaciones de “malleteros”, de izquierda a derecha: Fernando Camacho Aguilar, Ramón Camacho Negreira y Fernando Camacho Obregón.

En la actualidad, Fernando se encuentra al frente del Taller y,  junto a un obrero,  atiende a la cada vez más exigua flota que queda en nuestra Ciudad. Sobreviven gracias a los barcos procedentes de Sanlúcar de Barrameda y luego de diferentes puertos, pero que están faenando por la zona: Barbate, Rota, Isla Cristina, o Málaga e incluso Galicia. El Taller se encuentra en terrenos de la Autoridad Portuaria, en “La Otra Banda”, en la zona de los rederos. Un espacio al aire libre de 120 metros de largo por 5 metros de ancho y el taller son las dependencias para atender el trabajo auxiliar de los barcos de pesca.

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PROCEDIMIENTO PARA RECUPERAR UNA ESTACHA VIEJA.
Explicación de las fotografías. 1: Una estacha usada desechada por un buque, remolcador...  2: Se comienza a abrir y van quedando 4 parejas de 2 cordones cada una. 3: Todos los cordones de la estacha completamente abierta. 4: Lo que queda de la estacha son las filásticas (los hilos). 5: La filástica es embovinada para su almacenaje. Con ella elaboran los nuevos productos: malletas, cabos...

LAS MALLETAS.
Para la realización de estos productos compran estachas para reciclar que proceden de buques, remolcadores, plataformas petroliferas, etc. Éstas pueden ser desde unos pocos centímetros de diámetro y varias decenas de metros (según el buque que las usó) hasta 40 cm de ancho por 100 metros de largos que usan las plataformas petrolíferas. Una vez recicladas darán como resultado cordajes reforzados de primera calidad. Concretamente son especialistas en “malletas” cuerdas --cabos, en el habla marinera-- con un hilo de acero de diferente, forrado de cuerdas y nylon. Consisten en cuatro cordones con un cable de acero en su interior, forrado de nylon (antes abacá); esos cuatros cordones se trenzan o tuercen en una máquina y así se obtiene el arte final: la malleta. En función del barco que lo va a usar, así será el grosor final de la malleta, hilos y trenzados, desde 50 metros a 120 metros y el grosor puede llegar a ser hasta  de 70 mm. Todo esto va en función de la potencia del barco.

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PROCEDIMIENTO PARA HACER UNA MALLETA.
Explicación de las fotografías. 1: Se coloca un cable de acero en la máquina y ésta hace girar el cable. 2: El cable se va forrando con abacá para proporcionarle peso a la malleta cuando esté en el fondo del mar. 3: El cable con el abacá se forra de nuevo con el nylon recuperado de las estachas. El nylon, además de peso, le da mucha vida a la malleta ya que es muy resistente al rozamiento que se produce en la pesca de arrastre. 4: Cuando se forran cuatro cordones se tuercen en la máquina y se crea la malleta. 5: Ésta es la malleta una vez terminada. El peso viene determinado por los caballos que tenga el barco. Suele ir desde los 150 a los 440 kilos cada una con una longitud que va desde los 50 a los 125 metros.

En el Museo Municipal existe una rueda antigua donada por el padre de Fernando, Ramón Camacho Negreira. Dicho maquina manual, disponía de una manivela con la que se la hacía girar para elaborar los cabos. En la actualidad una máquina con energía eléctrica realiza este pesado trabajo.

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Marineros en plena faena en el barco, levantando los artes del arrastre. Aquí están acompañando las malletas con las manos para que no se monten en el carrete y así ocupen menos espacio en la maquinilla.

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Dibujo de C. Simón en el que se aprecian las malletas, los dos largos cables a los que está sujetado el arte de pesca llamado “de arrastre”. También vemos el “burlón”, que  se fabrica con una cuerda de un dedo de grosor, luego se estira un cabo y se enrolla ésta en torno al cabo. El burlón lleva cosida las redes que sirven para este tipo de pesca.

elp1TOURMÓVIL.
Desde pequeño Fernando se siente atraído por la informática, y sus estudios le han llevado siempre por esos derroteros. Durante el tiempo que ha estado haciendo los cursos de adaptación de Delphi para el reempleo, Fernando, que ya estaba sobradamente preparado en las disciplinas informáticas, en lugar de dejar vagar su mente, empieza a estudiar como funcionan los dispositivos de los teléfonos móviles. Así se le ocurrió la idea de montar un sistema de información a través de los teléfonos móviles. Y dicho y hecho, junto al sueco Jon Rönnols y José Ángel Nogués se metieron en la aventura de Tourmóvil, una empresa local que facilita información turística de la Ciudad a través del teléfono móvil. Una guía turística electrónica mensual, que se actualiza por internet o vía bluetooth. Todo un invento tecnológico del que no nos consta, que existan, por este sistema, precedentes en nuestro país y que ya están estudiando implantar en otras poblaciones de nuestro entorno. También disponen de métodos para la creación de audioguías y ya se pueden descargar, en su móvil también desde las páginas de Tourmóvil, los planos de Metro de las principales ciudades de España y Europa.

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(Continuación). Descubriremos ahora nuevas facetas de Críspulo Martínez: empresario taurino y promotor constructor nada menos que del desaparecido Teatro Principal. Para enterarnos de su participación en esta última actividad, en la que podremos ver nuevamente su talante oportunista, sin que con ello queramos adjetivar peyorativamente su comportamiento, mas bien todo lo contrario, y también su  capacidad organizativa, recurrimos a un texto de José Ignacio Buhigas, actual Archivero Municipal, quien, con su contrastada maestría narrativa, nos ilustra al respecto:

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El Teatro Principal, a principios del siglo XX. (Foto Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

EL TEATRO PRINCIPAL.
En 1842 la Junta de Beneficencia de esta ciudad elaboró un proyecto para construir un teatro por acciones en el local que poseía, calle Luna, esquina a la de San Bartolomé conocido por el nombre de Trabajadero de la Compañía, agregándole el antiguo reñidero de gallos que se halla a su espalda.
El objetivo de este teatro era el de sufragar las necesidades de un asilo piadoso y alentaba la Junta de Beneficencia a los vecinos a que consideraran que no deben mirar con indiferencia que les aventajen  los de las ciudades inmediatas en celo y amor por su país, edificando los de Jerez una costosa plaza de toros que ha arruinado la de esta Ciudad; y los de Sanlúcar un teatro cual nunca tuvieron y señalaba que el teatro será un monumento de gloria que trasladará las generaciones futuras su generosidad y su civismo.
El capital se conseguiría a través de 80 acciones de 2.000 reales y otras 20 más que representaría la Beneficencia. Sin embargo, un año más tarde la única esperanza de que se llevara a efecto el teatro era una proposición de data a censo hecha por don Críspulo Martínez, ya que la Diputación había prohibido invertir cantidad alguna del fondo de Beneficencia en la obra, ni puede distraerse para pago de premios de los accionistas ni algún otro objeto y las circunstancias de que el comercio de extracción de vinos estaba en el mayor abatimiento por un tratado con Gran Bretaña aconsejaban dejarlo para una época más prospera.

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El Teatro Principal, poco antes de su desaparición, pasto de las llamas. (Foto Colección Carlos Pumar Algaba).

La esperanza se cumplió: don Críspulo Martínez tomó a censo el solar y en mayo de 1845 estaba a punto de concluirse la construcción del teatro. El 18 de junio de 1845 la Academia Nacional gaditana de las Nobles Artes elaboró un informe del reconocimiento del edificio en el que resaltaba por su importancia y novedad una serie de detalles de la construcción, sobre todo de los palcos, el cielo raso y la cubierta; señalaba que las maderas eran de pino Flandes, que el ornato era bello y elegante y dispuesto con tanta ligereza y buen gusto que nada deja que desear y que su cabida era de 1.200 personas sentadas y 300 de pie, para concluir: en suma, este bello teatro, por su acertada y bien entendida construcción, su decoración y cabida, es digno de figurar en una capital

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Octavilla publicitaria de una función en el Teatro Prinicipal en 1883. (Colección de Tomás Ramírez).

PROBLEMAS CON LOS TOROS.
Los amigos de la fiesta nacional por excelencia, esos aficionados de El Puerto, ciudad de tan gran tradición taurina, sufrieron numerosos contratiempos, incontables penalidades en esta mitad del siglo XIX debido a las dificultades que se fueron sucediendo un año tras otro para gozar y disfrutar de espectáculos taurinos, cuya escasez era notoria, privando cada primavera y verano a un nutrido grupo de fervorosos admiradores del arte de torear de tan popular diversión.  Los empresarios brillaban por su ausencia. Había demasiadas formalidades que cumplimentar, excesivas cargas y  escasa colaboración de las autoridades a las que solo parecía importarle acceder gratuitamente a los espectáculos. Añádanle a lo dicho unas instalaciones deficientes y caras de mantener de un año para otro y el resultado es fácil: ausencia de beneficios y, por tanto, pocos espectáculos.

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“Descanso en la Plaza de Toros”. Obra de José María Uría, año 1870. Palacio de Meres. (Asturias).

Esa inquietud y malestar generalizado entre los aficionados locales animaron a un grupo, digamos pudiente,  a tomar la iniciativa y poner en marcha los mecanismos necesario, utilizando todos los recursos e influencias a su alcance para construir una plaza que sustituyese al arruinado coso existente, inservible para organizar espectáculos en sus instalaciones. Martinez Alfonso lo cita así en su gran obra “Plaza Real”: “Corría el año 1843. A iniciativas del Alcalde, D. Juan José Gay se va a crear una empresa anónima con el fin de construir una nueva Plaza de Toros y restaurar así el antiguo brillo y tradición de la fiesta portuense.”  La sociedad, cuya primera Junta Directiva la compusieron Jose Maria Albareda, Carlos Carrera, Nicolas F. Galarza y Francisco Miranda se autodenominó “Asociación Propietaria de la Plaza de Toros”. Adquirieron las defectuosas instalaciones existentes en 90.000 reales, abonando tan solo 30.000, aplazando el pago del resto a 8 años, hipotecando la nueva plaza en garantía del pago.  Consiguieron que el municipio les cediera la propiedad del terreno que ocupaba la plaza, el corralón de los encierros y la manga –camino o vereda ancha empalizada por el que introducían el ganado que venía conducido en manada desde el campo por los jinetes-  instalaciones que totalizaban casi once mil varas cuadradas de superficie, dándole la propiedad a censo reservativo o data a censo y durante toda una década pudieron dar satisfacción a sus socios y a los aficionados en general en el terreno artístico pero, sin embargo, en el económico “los éxitos no fueron tan sensacionales como en su optimismo y decisión esperaban sus directivos.”

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Toros en El Puerto en 1871. 25 y 26 de julio. Toreros: José Ponce, Rafael Molina Lagartijo y Manuel Fuentes Bocanegra. (Archivo Osborne).

DON CRÍSPULO, EMPRESARIO TAURINO.
En esta nueva coyuntura negativa aparece como salvador nuestro don Críspulo, al que recurren, conocedor de sus habilidades en estos pantanosos terrenos, los miembros de la junta liquidadora de la ya extinguida asociación de propietarios para intentar salvar la temporada de 1854. Inicialmente firma, con fecha 17 de marzo, un contrato de arrendamiento de la plaza. El arrendamiento lo hace realmente a petición de José Luis Gay, y conjuntamente con este, digamos que el autentico aficionado, interesado en que continuase existiendo espectáculos tras el fracaso de la sociedad antes mencionada, bautizándose ambos arrendadores como “Empresa Popular” Pero debieron surgir serios problemas de carácter legal, amenazando los antiguos propietarios del coso, a los que se les debía gran parte del importe aplazado, con impedir la  celebración de cualquier corrida si no liquidaban la deuda, ejecutando la hipoteca existente. Ante esta tesitura,  el Sr. Martínez Segura,  pocos días después del compromiso antes citado, decide comprar la Plaza de Toros y sus instalaciones anexas, haciéndose cargo del pasivo existente, abonando asimismo el diez por ciento de las acciones que se le presentasen y rescata los terrenos, abonando la pequeña cantidad en que se había fijado su precio.

Goya+11+Suerte+de+VarasTodo lo expuesto le supuso una inversión aproximada de 105.000 reales. Cuatro meses después recuperó la mitad, vendiendo el 50% de la revalorada propiedad –reparado el anfiteatro, libre de cargas y con más de 10.000 varas cuadradas de terreno de plena propiedad- a los hermanos Ramona, Nicolás y Valentín Galarza, quienes explotan empresarialmente la misma como “Galarza Hnos.” y, debiendo marcharles bien los negocios, deciden comprar nuevamente el 50% restante, en esta ocasión pagando la cifra de 70.000 reales, eso sí, en cómodos plazos mediante pagarés a la orden de don Críspulo quien, asimismo, se asegura uno de los mejores palcos para poder presenciar con su familia, gratuitamente, todos los espectáculos mientras existan cantidades pendientes de pago. (Ilustración: 'Suerte de varas'. (1824). The J. Paul Getty Museum – Malibú, Los Ángeles).

Goya+10+Diversión+de+EspañaLOS TOROS A MEDIADOS DEL XIX.

En estas transacciones apenas encontramos dos o tres mil duros de beneficio. Estamos convencidos que la satisfacción de haber complacido a varios buenos amigos que confiaron en él para sacar del bache o del socavón en que se encontraban los espectáculos taurinos suplían y hasta superaba mejores ganancias pecuniarias. Esos buenos aficionados, clásicos y puristas, ajenos a los espectáculos circenses que se estaban prodigando y poniendo de moda en la época: señoritas toreras, peleas con fieras y las llamadas mojigangas, similares al las denominadas “charlotadas” de nuestra época, llenaban el ruedo con su presencia hasta que eran desalojado por los alguaciles a caballo, vociferaban emocionados en la espectacular suerte de varas, gritaban pidiendo banderillas de fuego si el toro no embestía y prorrumpían en frenéticos aplausos cuando caía abatido de una certera estocada. Ellos, los  Galarza, Carrera, Aramburu, Albareda, Gay… supieron elegir al hombre adecuado. (Ilustración: 'Diversión de España' (1824-27). Biblioteca Nacional. Grabado de Goya).

Entramos ya en la parte final de este extenso apartado dedicado a Críspulo Martinez... Y el final no es otro que la muerte. La suya ocurrió el 17 de febrero de 1873.  En los últimos años era su hijo Juan Antonio el que llevaba la batuta y será este el que en su calidad de albacea se ocupe del reparto de bienes y asuma las delicadas decisiones que hubieron de tomarse, en función de la situación financiera de la familia en el momento de la desaparición del patriarca.   (Ver en Comentarios, o pulsando aquí, las disposiciones testamentarias, arreglos y filigranas que hubieron de hacer sus albaceas).

Al final de sus días, superados los 70 años, no sabemos para que proyectos o causas, pero seguramente para adquirir bienes desamortizados que titularía a nombre de otros, se “entrampó” como hemos visto, falleciendo con números rojos… aparentemente. No doy crédito a lo que reflejan los documentos y he trasladado fielmente aquí. Sin duda, el dinero estaría muy bien invertido y las propiedades en manos de sus herederos. Sería su última y pícara jugada, probablemente, pues Don Críspulo es acreedor del dicho “Genio y figura… hasta la sepultura”.

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El Teatro Principal caería, pasto de las llamas, hace 25 años, en marzo de 1984. (Foto Colección Carlos Pumar Algaba).

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Los bomberos, actuando ante lo irreversible. (Foto Pedro Lara. Colección Manolo Morillo).

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Los bomberos, actuando desde La Placilla. (Foto: Pedro Lara. Colección Manolo Morillo).

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El Teatro, después del incencio, preparado para el derribo y la especulación. Al final, no se consiguió que aquel espacio quedara para equipamiento público y se recalificó el suelo para viviendas. Los propietarios del suelo obtendrían pingües beneficios y la Ciudad se quedó, durante 24 años sin un espacio escénico. (Foto Colección Carlos Pumar Algaba).

Los descendientes de D. Críspulo Martínez  entroncaron con conocidos y prestigiosos apellidos de la sociedad portuense: Julia, con Carrera; Elena, con Barreda y los de Juan Antonio, que casó con María Teresa Colom y Víctor y procrearon ocho hijos, con los Galarza, Álvarez Campana, García Valdeavellano, Govantes y Pico.

(Textos: Antonio Gutiérrez Ruiz.)

Del trabajo inédito:  PERSONAJES PORTUENSES  DEL SIGLO XIX.

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guillermorivasramirez_puertosantamaria-1Guillermo Rivas Ramírez (1900-1962) nació en nuestra Ciudad, quedando huérfano desde muy joven, con nueve años, siendo reclamado por dos tías que vivían en La Habana (Cuba) donde tenían plantaciones de caña de azúcar. Allí permaneció hasta que, insuflado de patriotismo, quiso hacer el servicio militar en España. Hasta su regreso a nuestro país se preparó en contabilidad, mecanografía, taquigrafía, pues tenía claro que con formación era como se podía salir adelante en la vida y, consiguientemente, en el mundo de la empresa y los negocios. (En la fotografía de la izquierda, Guillermo Rivas, con el uniforme de sargento de Regulares, durante el servicio militar, en 1921).

EL DITERO.
Tras el Servicio Militar, se instala en El Puerto y monta su primera empresa, con 22 años: hace un Libro de Dita, lo que le permitirá hacerse con un capital que posibilitará la posterior creación de otros negocios y empresas. Del relato “El Ditero” de Mateo Bellido Rojas: «En casa, pues, vivíamos con lo justo. Si mi madre juntaba algún ahorrillo, un tipo sonriente aparecía con un paquete bajo el brazo. Una vez, por Navidad, era una caja surtida de mantecados. Otra, una plancha eléctrica. Por fin, otro día, se encendió el primer transistor a pilas y el hogar se fue llenando algo, aunque sólo fuera de voces fantasmas. Le llamábamos “el ditero” y era habitual en las tardes de radionovela, merienda de cuenco de pan con aceite y chocolate rancio, que apareciera a cobrar una pequeña parte de lo que se le debía», con una libreta de tapas duras, en la que se llevaban las cuentas de cada vecino, cogido con unas palomillas. «Los pagos se eternizaban y, cada poco tiempo, me hacían sumarlos para saber si quedaba mucho. Cuando se liquidaba una cuenta, ya se podía pensar en abrir otra. Nunca noté que perdiera la sonrisa ante la imposibilidad de un pago y no creo que se cobrara intereses, pero para todos era que tenía dinero».

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Esquina del Bar Buenavista, según una acuarela del porteño José Luis Molina Mora, basada en una fotografía de finales del siglo XIX.

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El Bar Buenavista a la derecha ya en el siglo XX; en frente la Avda. Micaela Aramburu, con las palmeras no muy altas, que conforma el actual espacio de dicha calle. (Foto Colección Carlos Pumar Algaba).

CAFÉ BAR BUENAVISTA.
En 1932 Guillermo Rivas se hizo cargo del Bar Buenavista en el que permanecería hasta el final de su vida laboral, durante 30 años más. Aquel lugar fue conocido como la “Tienda del Hierro” dado el material del que estaba fabricada la marquesina de la terraza. Escribe Enrique Pérez Fernández en su libro “Taberna y Bares con Solera”: «En 1889 era un café así llamado, de Ramón Ariza Sánchez, años después llevado por su hermano Andrés (el del Café La Marina de la Pescadería), hasta que en 1932, tras explotarlo unos años Antonio Vázquez, pasó a manos de Guillermo Rivas Ramírez». Todavía se pueden imaginar, entre sus paredes, los gritos en los juegos de cartas de la época: rentoy, mus, tute tute subastado... de los parroquianos.

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Publicidad del Bar Buenavista, siendo propiedad de Guillero Rivas.

Con el tiempo, Guillermo se iría haciendo de casi todas las casas de la Plaza de las Galeras: donde hoy se encuentran el Bar Liba, el Mesón Ibérico, la Galera Real --regentada hasta su reciente jubilación por Luis -Lucky- Rivas, propietario del establecimiento-- el Buenavista --Bar El Vapor, desde 1998-- y los antiguos billares y fábrica de gaseosas, hoy el Bar Loco de la Ribera. Una excepción La Mezquita, propiedad de los Pasage, que conectaba la esquina de Jesús de los Milagros con la Plaza de Las Galeras, por la calle Luna. Todo un patrimonio inmobiliario.

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Publicidad de Naranjadas y Limonadas El Zeppelin, fabricadas y vendidas en exclusiva para nuestra Ciudad por Guillermo Rivas.

FÁBRICA DE GASEOSAS: EL ZEPPELIN.
En Vergel del Conde, núm. 12, hoy Plaza de las Galeras Reales, donde como ya hemos dicho se encuentra, actualmente,  el Bar “El Loco de la Ribera” y anteriormente una sala de billares y futbolines (Salón Recreativo), estuvo ya avanzado el segundo cuarto del siglo XX, la fábrica de gaseosas y sifones, Espumosos Rivas. Allí fabricaba y tenía la venta exclusiva para el Puerto de las naranjadas y limonadas, “El Zeppelin”. Más tarde el local lo alquilaría, maquinaria incluida, a Revoltosas Madrid, a Juan de la Fuente Cros.
En la fábrica de gaseosas había dos mesas de billar en las que se jugaba “A Palillos”: a 31, 41 y 7 y media, estando en activo la fábrica, jugándose de tapadillo, con dinero, en aquella época de prohibición. Aquello hizo que, más adelante, se instalaran los billares y futbolines a los que hacíamos referencia.

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Los hermanos Rivas Acal, casi al completo en una instantánea tomada hace  cerca de 20 años: Fila superior: Manolo (+), Guillermo (+), Milagros, Carmen, Rafa y Enrique. Fila inferior: Fernando, Ignacio, Lucky y Jesuli. En la foto faltaba Lola, cuya imagen actual (tomada el 16 de junio de 2009), reproducimos a continuación. (Foto Pielfort).

lola_rivas_acal_puertosantamariaCASAMIENTO Y  UNA FAMILIA LARGA Y NUMEROSA.
Nuestro protagonista se casa con Carmen Acal Fuillerat dejando una amplia descendencia de 12 hijos, «más los estropeados que no prosperaron», según las propias palabras del hijo núm. 11, Lucky. Estos son Milagros, casada con Esteban Tejada; Manolo, casado con Milagros Romero Vaca; Guillermo, casado con Manolita Felices, ATS que fue de Terry, bellísima persona al igual que su hijo Guillermo quien trabaja en el Area de Personal del Ayuntamiento; Pepe, que falleció a los 14 años, tras un “corte de digestión” al bañarse en la alberca de La Victoria, tras un sudado partido de fútbol; Lola; Carmen, casada con Juan Muñoz, empleado multifacético que fue, entre otras empresas del Cosario de Tablas, de Conservas Sur, de la Caja de Ahorros de Cádiz y Gestor de las Taquillas de la Real Plaza de Toros; Enrique, casado con Milagritos Carreto, ya fallecida, hermana de Alfonso y Rafael Carreto Martín-Arroyo; Rafa, socio durante más de 30 años de Lucky en los negocios de hostelería y alma mater de Lobo Hermanos “Mobilandia” hasta su jubilación, casado con Isi López; Fernando, empleado de Osborne, casado con Maleni Botella; Ignacio, casado con su mujer, Mari Carmen; Lucky, propietario del Bar La Galera, recientemente jubilado y casado con Manoli Lobo; y Jesuli, empleado de Unicaja, casado con Petri Marín.

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La Plaza de las Galeras y el Parque Calderón, en el primer cuarto del siglo XX.

UN HOMBRE BUENO.
El negocio principal de Guillermo fue el Bar Buenavista, que estuvo atendiendo hasta su fallecimiento, en 1962. Guillermo era un hombre que tenía mucho sentido del humor, algo que le contagiaría, por la vía de la sangre y del roce, a gran parte de su abundante prole. Sus hijos recuerdan, en el patio de la casa familiar en Vergel del Conde 12, hoy Plaza de las Galeras, tirados de la risa a Milagros, la hermana de Guillermo y madre de Luis y Enrique Gatica Rivas, a su padre, y a sus hermanos, por las ocurrencias que venían de la gracia innata familiar.
También es recordada todavía su generosidad. Guillermo Rivas era un hombre generoso que daba dinero y daba de comer --en aquellos tiempos de hambruna-- a más gente que habitantes tenía la casa familiar: «--Carmela, ahí te mando a dos o tres para que les des de comer», solía ser una constante en aquella vivienda siempre repleta de hermanos y visitas. Quitó mucha hambre.

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firma_crispulo_martinez_puertosantamariaEl pasado miércoles se celebró el 209 aniversario del nacimiento de Críspulo Restituto Martínez Segura --Críspulo Martínez--, acontecido el 10 de junio de 1800. Este dinámico y emprendedor portuense figura citado en el imaginario Libro de Honor de historia local por haber conseguido hacer realidad un viejo sueño de nuestros abuelos: un espacio escénico multiuso, un teatro de estilo italiano, de los llamados de herradura, con un aforo de mil quinientas personas. Para distinguirlo de los otros existentes, más modestos y antiguos, se le bautizó como “Teatro Principal”. Desde mediado el siglo XIX hasta casi el último tercio del XX seis generaciones de nuestros paisanos, “Gente de El Puerto”, disfrutaron de sus espectáculos. Ya conocen como acabó: hecho cenizas. Afortunadamente, ocupa su espacio cultural, en otra ubicación, con el estilo y uso que marcan los tiempos actuales un nuevo teatro al que han dado, acertadamente en mi opinión, el nombre del popular comediógrafo local: Pedro Muñoz Seca. Para conocer en profundidad sus antecedentes familiares, pueden hacer click aquí con el ratón, o ir directamente a los comentarios de esta nótula.

Los fundadores de esta saga familiar portuense de los Martínez, algunos de cuyos  descendientes directos, correspondiente a la cuarta, quinta y sexta generación continúan residiendo en El Puerto de Santa María doscientos y pico años después, (Galarza, Álvarez Campana, García Valdeavellano, Govantes y Pico), fueron el matrimonio formado por el riojano Juan Antonio Martínez Guas y la madrileña Eusebia Segura España. Se habrían casado en Cádiz en fecha que no hemos podido determinar, estando residiendo en El Puerto con anterioridad a 1789, año en el que figura inscrito en el Censo de frutos civiles y manufacturas de la localidad como propietario de una tenería o fábrica de curtido, nombrada “Nuestra Señora de los Dolores”, situada en la calle Pozos Dulces, cercana a la ribera del Guadalete, aproximadamente a la altura del espacio que ahora ocupa el aparcamiento frente a la iglesia conventual del Espíritu Santo.

sardineria3_puertosantamariaCuando nació nuestro personaje, sexto hijo del matrimonio, habían traspasado el negocio de tenería, manteniendo una participación en el mismo. La madre había recibido una suculenta herencia al fallecer su padre, miembro destacado de la burguesía comercial madrileña, adquiriendo la casa palacio de calle Sardinería 3 –actual Javier de Burgos- en la que se instaló toda la familia hasta que se mudaron a Larga 119 antiguo, que correspondería al 68 actual en el primer tercio del s. XIX. Así pues, en los primeros años del siglo citado, encontramos a don Juan Antonio convertido en rentista, especulando en diversos campos de los negocios y... metido en política, ocupando el cargo de Regidor interino en el consistorio municipal.  Su familia, de la que apenas hemos dado algunos datos genéricos se había visto incrementada con dos nuevos hijos: Críspulo Restituto, que nació el 10 de junio de 1800 y Rafael José, en benjamín familiar, que vino al mundo el 24 de octubre de 1801. Los otros, nacidos todos ellos en el siglo XVIII, fueron, de mayor a menor, Manuel, Vicente, Celestina, Maria de los Dolores, José, Miguel y Juan Manuel. Tres de los citados fallecieron en plena juventud, en estado de soltería todos ellos.  José,  falleció cuando la familia vivía aún en la casa de calle Sardinería  de la que se mudaron cuando abandonaron las tropas francesas la ciudad, siguiéndole Maria Dolores en 1813 y, finalmente Vicente, en 1817. (En la imagen, fachada de la casa de Sardinería, 3, recientemente restaurada. Foto AGR).

CUMPLEAÑOS CON EL SIGLO.
Críspulo Martínez cumplía año con el siglo. Singular personaje  de una época en que todo en nuestra ciudad giraba en torno al negocio del vino, en el que no tenemos constancia participara. Extrovertido,  emprendedor, imaginativo, oportunista… tocó casi todos los palos del mundo de los negocios para los que tenía un don especial y un atrevimiento inusual, amén de una amplia experiencia de los años que pasó en Cuba.

nacecrispulomartinez_puertosantamariaEn 1829 contrajo matrimonio con Elena Picard Golf, unión que duró treinta años, hasta el fallecimiento de la citada, ocurrido el 5 de mayo de 1859, cuando estaba enfrascada en los preparativos de la boda de su hija mayor.   Tuvieron cuatro hijos: Julia, Guillermo, Elena y Juan Antonio Martínez Picard, permaneciendo don Críspulo viudo hasta su fallecimiento. La hija mayor,  Julia Martínez Picard, a pesar de la tragedia familiar, se casó en la fecha que tenía prevista, el día 15 de mayo, sin celebración lógicamente, con Enrique Carrera Ravina. Falleció  Julia en 1888, sin  descendientes, heredando  los hijos de su hermano Juan Antonio. Entre los bienes, destacaba una extensa biblioteca, en la que figuraban los libros mas populares y leídos de su época y una hacienda de viñas con caserío y frutos nombrada “La Julia” situada en el camino viejo de Rota, finca que aún conserva este nombre. Su hermana Elena, se había adelantado a la primogénita contrayendo matrimonio unos años antes, en  1855, con un joven sanluqueño: Manuel Rodríguez Roldán. Tuvieron  tres hijos: Elena, Luisa y Enrique Rodríguez Martínez.  El hijo menor de Críspulo  fue el más prolífico. Los descendientes de Juan Antonio Martínez, muchos de los cuales viven integrados en la sociedad portuense actual, entroncaron con otras familias estimadas en la localidad, multiplicándose ampliamente.

planohabana_1850Y el otro varón, Guillermo, acompañó desde muy joven a su padre en lo que podemos considerar su etapa cubana de negocios, amplio periodo de tiempo del que apenas tenemos información, nunca volvió a El Puerto, avecindándose de forma definitiva en la capital cubana, sin que tengamos otras noticias de él aparte de su emigración voluntaria y de los poderes que dio a su hermano Juan Antonio para representarlo en el reparto testamentario de su padre.

DON CRÍSPULO, HOMBRE DE NEGOCIOS.
Buena parte  de los negocios de don Críspulo, al menos  los que hemos podido conocer,  estaban basados en la especulación pura y dura. La venta de numerosos bienes clericales, consecuencia de las decisiones de los políticos de la época (las desamortizaciones), interpretando el malestar social existente al respecto, sería terreno abonado en el que se movió con diligencia y gran “vista comercial” nuestro personaje que compraba y revendía obteniendo beneficios, supuestamente, al mismo tiempo que mejoraba su solvencia personal con todos estos movimientos de capitales, que casi cuenta eran propios, curiosamente, obtenido mediante prestamos que pagaba fraccionado con pagarés o créditos hipotecarios sobre los inmuebles y propiedades que adquiría. La compraventa de casas, accesorias y solares sin edificar  fueron una constante en la activa vida de don Críspulo. Realizaba obras de mejoras, segregaciones, permutas, intercambios y toda suerte de trapicheos conducentes a rentabilizar lo adquirido de tal suerte que, a la hora de volverlo a vender, se obtuviesen los mayores beneficios.  En los expedientes de licencia de obras de estas décadas intermedias del siglo XIX pueden comprobarse algunas de las acciones citadas, referidas a casas en calle Santa María, Ganado, Luna, Nevería o Aurora.

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La Casa de la Torre, vista desde el crucero de las calles Luna con Larga. A la izquierda está hoy la tienda de Talgo. A la derecha, en el edificio desaparecido, la sucursasl de un banco de las Vascongadas. (Foto Colección Antonio Leveque).

LA CASA DE LA TORRE.
Las dos adquisiciones mas notables en lo que a inmuebles se refiere fueron: la casa nº 7 de calle Nevería, llamada “de la Torre”, que estaba apreciada en más de trescientos mil reales, adquirida al Estado en 1860. Esta casa formaba parte del complejo construido por los jesuitas para hospicio,  centro de enseñanza y alojamiento de los numerosos miembros de su comunidad, que ocupaba parte de la manzana entre Nevería y San Bartolomé, de esquina a esquina, siendo la torre, inconclusa como el resto del edificio que no llegó a finalizarse al producirse la expulsión de la Orden, el campanario de la iglesia. Críspulo Martínez intentó conseguir permiso para derribar la torre no sabemos con que objeto, posiblemente para obtener una mejor distribución de las estancias o habitaciones para su alquiler.

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A título de curiosidad informamos que esta torre, debido a su altura,  fue utilizada durante la Guerra Civil como lugar de vigía, instalándose en la plataforma  superior o azotea, los dispositivos de alarma antiaérea para avisar a la población civil en el supuesto de amenazas de bombardeos.

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La Plaza del Carmen a finales del siglo XIX. A la izquierda la Casa de la Aduana, al fondo, el Castillo de San Marcos, en segundo término una nave  auxiliar para la  industria de la pesca y delante muelle embarcadero; a la derecha al fondo el que sería Colegio de la Pescadería y el Palacio de Aranibar. (Foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

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La Casa de la Aduana en el año 2002. Ha desaparecido la espadaña que coronaba la linterna del edificio. Donde estaba la Casa del Carmen, los edificios de viviendas y la desaparecida Cofradía de Pescadores. (Foto Mata).

CASA DE LA ADUANA.
La otra adquisición importante fue la “Casa de la Aduana” llamada así por haber tenido esta utilidad durante muchos años, aunque realmente fuese construido este bello edificio por el Estado como Real Fábrica de Arguardientes y Licores, cuando ostentaba el monopolio de producción de esta modalidad alcohólica. El frente principal del edificio que en la actualidad está reconvertido en sus pisos altos en un establecimiento de hospedaje, con otros negocios de hostelería en su planta baja, ocupa toda la extensión de la calle Maestro Veneroni, dedicada a uno de los insignes músicos que dirigieron la Banda Municipal. Mediado el siglo la fachada se abría a una plaza entonces denominada de la Pescadería y antes llamada de la Herrería.

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Interior de la Casa de la Aduana. Escaleras de acceso al establecimiento de hospedaje situado en la actualidad en los pisos superiores del edificio. (Foto AGR).

Ocupaba una superficie de 3.294 metros cuadrados, siendo escriturada a su nombre en1862, adquiriéndola en poco más de 300.000 reales mas intereses,  fraccionando el pago en pagarés de vencimiento anual por importe de 20.413 reales cada uno. A este emblemático edificio portuense, en el que se instaló, añadió los solares y cobertizos existentes a espaldas del mismo, entre este y la casa de las Cadenas, labrando en parte de ellos tres naves de bodegas. Estos terrenos los adquirió a Enrique Carrera Ravina ese mismo año, con meses de diferencia. Todos ellos, así como la Casa de las Cadenas que en esa fecha pertenecía al conocido armador Andrés Sabonés formaron parte del patrimonio de los herederos de la familia Vizarrón, perteneciendo hasta pocos años antes al Marqués de Perales que había vendido a censo a los mencionados Carrera y Sabonés. Concretamente el censo con  que figuraban gravados  los terrenos adquiridos por don Críspulo ascendía a la nada despreciable cantidad de 66.666 Reales.

SEGURO MILITAR

Uno de sus negocios de juventud lo realizó en sociedad con su madre y sus hermanos Manuel y Rafael. Todos ellos crearon una especie de compañía aseguradora que garantizaba a sus asociados o en su caso,  a los hijos de estos, mediante el pago  de una modesta cuota, liberarles del servicio militar en el caso de entrar en el cupo que cada año se sorteaba, bien mediante el pago del importe del rescate al uso en los soldados por sorteo o, incluso, “poniendo sustitutos a los individuos que se inscriban y les toque la suerte de soldados.”   Para garantizar el cumplimiento de este compromiso y obtener la licencia municipal la familia Martínez Segura hipotecó la casa de Sardinería, 3, hipoteca que perduró casi cincuenta años. (Continuará).

(Textos: Antonio Gutiérrez Ruiz.)

Del trabajo inédito:  PERSONAJES PORTUENSES  DEL SIGLO XIX.

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Armando Hutchion Azcuy nació en La Habana (Cuba) en 1957. Su apellido paterno es de procedencia inglesa, de donde era su abuelo y el materno, cubano, pero de tatarabuelo vasco. Por medio cruce de razas y culturas, fusión de apellidos y vuelta a la España materna, esta vez al sur, en el año 1999. Es Graduado en Sonido por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). En la actualidad trabaja en el mundo de la hostelería en la Taberna La Galera Real, en la plaza del mismo nombre. Está casado y tiene dos hijos de su primer matrimonio.

logorhcaniSONIDO, RADIO, IMAGEN...
Tras la graduación en el ICAIC, Armando trabajó durante 16 años como técnico de sonido de radio en Radio Habana Cuba, la emisora internacional de su país de nacimiento. Cuba, reconoce, es su patria, a la que no olvida y a la que acude anualmente a visitar a la familia y a encontrarse con sus raices “a inyectarse cubaneo”. Allí conoció a su mujer, la periodista porteña, profesional de Canal Sur Radio, Ketty Castillo, ya que nuestra paisana era corresponsal de dicha emisora. Desde el año 2000 vive en El Puerto, desde donde ha trabajado tocando diversos palos, algunos relacionados con su profesión: para una productora audiovisual radicada en Sevilla, VIDYSON, a cargo de la infraestructura para congresos: sonido, cámaras, ordenadores, pantallas, etc.; ha trabajado, igualmente, como ayudante de cámara para el equipo de Andalucía Directo, en Cádiz; como ayudante de cámara, también, en el rodaje de la película Meucci.

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LA HOSTELERÍA.
También ha trabajado la hostelería, regentando un bar de tapas en la calle Jesús de los Milagros, La Bodegona, junto a La Colonial, conocido lugar de música caribeña. Precisamente, cuando Armando habla de músicas y bailes cubanos, no se refiere a la salsa, invento fusión entre Norteamérica y los países caribeños «--Allí se baila el casino, los boleros, el tango, el son, el danzón, la rumba y ahora, los más jóvenes, el regatón. Por supuesto, yo bailo como cualquier cubano». En la actualidad nuestro protagonista continúa en la hostelería trabajando en la Taberna La Galera Real, despachando vinos finos de El Puerto. No puede mejor mano de cubano ofrecer una copa de vino porteño.

EL PUERTO DE ACOGIDA.
Y es que, Armando, afirma sentirse especialmente acogido en nuestra Ciudad, donde los caracteres son muy parecidos, aunque el portuense -el gaditano en general- «está más acelerado que el cubano», algo que le recuerda al autor de esta nótula el anuncio del Ron Coco Malibú "Me estás estresando".  Armando afirma que el sentido del humor, el doble y hasta el triple sentido gaditano se da también en su país de orígen. Le llamó especialmente la atención el uso del “Ojú” que, según como sea dicho significa una cosa u otra, como tantos palabros de la Bahía de Cádiz. «--En La Habana tenemos una palabra sinónima de “Quillo”, para llamar a un amigo, a un hombre, no a una mujer: “Acere”, aunque no se de donde proviene». Y es curioso, en La Habana vieja existen calles con el mismo nombre de calles porteñas: Micaela Aramburu, Puerto Escondido, Cielos, Cruces, San Francisco, San Bartolomé, o como la gaditana calle de Apodaca.

icaicINSTITUTO CUBANO DE ARTE E INDUSTRIA CINEMATOGRÁFICA. (ICAIC).

Ha conocido a algunos de los miembros fundadores del ICAIC, los músicos Silvio Rodríguez o Pablo Milanés, entre otros miembros de la denominada Nueva Trova Cubana. Y a Vicente Feliú, a Compay Segundo o la Orquesta Van Van. Del mundillo cinematográfico a Jorge Perugorria “el Pichi”, Vladimir Cruz, Daisy Granados, etc... «El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) es una institución de Cuba dedicada a la promoción de la industria cinematográfica que fue creada en 1959, a 83 días del comienzo de la Revolución Cubana.

97857d4243b4c3c9a01961ce65751dEl principal evento del ICAIC es el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. A principios de la década de los sesenta, esta institución auspició la creación del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, como un colectivo de trabajo para la creación de música para documentales y películas. Con esto se pretendía relanzar la perspectiva de la música cubana fuera de los criterios del mercado. En pocos años la producción de filmes del ICAIC adquirió prestigio internacional, avalado por centenares de premios en todos los festivales del mundo; y en específico el documental fue saludado como un verdadero aporte al cine mundial. Apareció así lo que ha dado en llamarse, la Escuela Documental Cubana». (W). (En la imagen, Jorge Perugorria, 'el Pichi').

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