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Hola, soy una mujer de 62 años, y me llamo Carmen. Quiero contar mi historia, pero no sé si me acordaré de todo lo importante de mi vida. Nací en 1943, un 23 de junio, en el Puerto de Santa María, en la casa de San José, de la calle Descalzo, el nº6. Soy la tercera de 6 hermanos, 3 hermanas y 3 hermanos. Mis hermanos se llaman Eduardo, Pepa, Carmen, Juan Manuel, Milagros y José María. Pero de esta parte de mi familia no voy a contar mucho, porque esta parte de mi vida transcurrió con relativa normalidad. Recuerdo que en mi niñez no pasé hambre. Mi padre Juan, trabajaba mucho y mi madre Carmen, también. No teníamos grandezas, pero si teníamos para comer, para hacer hasta 4 comidas diarias, desayuno, almuerzo, merienda y cena. Recuerdo el desayuno de pan con aceite o de manteca colorá con asiento, más sano que ahora con tantas cosas que hay. Cuando llegaban las Navidades, mi madre hacía tortitas y pestiños. Teníamos un patio de vecinos y allí se reunían 4 o 5 vecinas para hacer los pestiños, era muy bonito. Y en la Noche Buena cantábamos villancicos, los hombres bebían, charlaban, algunos se vestían de mujer, otros contaban chistes. Los niños lo pasábamos de lo lindo, y cuando llegaba el Fin de Año igual, pero yo sabía que había gente que no tenía ni para comer. Los Reyes no eran igual para nosotros, pero mi madre, ese día siempre procuraba que todos nosotros tuviéramos algo de regalo. Recuerdo que un año me regaló un carrito de madera y una muñeca de cartón preciosa, a mis hermanas igual.

Antes, al igual que ahora, los niños salían a la calle con sus juguetes nuevos, y recuerdo que mi madre nos dijo: "--Anda niñas id a ver a la señora donde trabajo", y allá fuimos mi hermana Pepa y yo, mi otra hermana, Milagrito, era aún muy pequeña. Ese día estaba nublado, pero mi hermana Pepa y yo íbamos muy orgullosas y contentas, y ya llegando a la casa de la señora, empezó a llover. Echamos a correr y no encontramos sitio donde meternos, así que cuando llegamos a la puerta de la casa, la muñeca solo era un trozo de cartón con la pintura corrida. Me harté de llorar, y miraba la cara de mi hermana mayor y más pena me daba. Entonces la señora nos vio a las dos llorando y le dio mucha pena, así que mandó a llamar a mi madre y le dio dinero para que nos comprara otra muñeca.

Mi padre pedía prestado un carro para cargar los tiestos que se llevaba al campo y nosotros nos subíamos arriba de todos los bultos y cuando íbamos llegando, todos los niños de los alrededores gritaban, “--Ya vienen los Gutiérrez”, y se ponían muy contentos porque jugábamos mucho y lo pasábamos muy bien. Recuerdo que mi madre me llevaba al colegio de las Carmelitas. Estuve hasta los 8 años que hice la comunión.

Un día mi madre se puso muy malita y mi tía no podía hacerse cargo de todos nosotros, desde entonces empieza mi calvario. Frente a mi casa vivía una señora que me llamaba para que le hiciera los mandados de la casa, a cambio me daba de comer y como, la verdad, nos hacía falta, allí estaba yo con mi uniforme y todo. Yo limpiaba, planchaba, hacía la compra, y ella me daba de comer, cama donde dormir y 3 pesetas al mes. Cuando mi madre se puso bien, yo me quedé allí un año más. Mis padres; Juan Gutiérrez Franco, Carmen López Román.

Luego estuve en otra casa, pero esta era una panadería y además la mujer tenía niños de mi edad, de 8 o 9 años, y tenía ratos de juegos. Aunque también tenía ratos de tristeza, echaba de menos mi casa, mis hermanos, las salidas de paseo... En esta casa estuve 2 años más. Mi hermana Pepa también tuvo que trabajar desde muy niña. Y mis hermanos Eduardo y Juan Manuel tuvieron que trabajar en el campo cuidando los animales. Ya mi hermana Milagrito y mi hermano José María trabajaron también jóvenes, pero empezaron mas mayores que nosotros y de distinta manera.

A los 11 me desarrollé, bueno me hice mujer. Mi madre me llevó para mi casa, por fin. Mi padre tenía una viña en el campo y todos los veranos nos íbamos al campo. Este verano, para mí fue distinto. Me daba vergüenza jugar como siempre, subiéndome a los pinos o bañándome en braguitas... Así pasó mi vida de niña a mujer.

Ya de mayorcita tenía amigas con las que me iba al cine, a la sesión de tarde, y los domingos nos íbamos al parque.En mi casa, que era una casa de vecinos, había muchas niñas de la misma edad que yo y que mi hermana Pepa. Recuerdo que nos íbamos todas a jugar a la Plaza Peral, allí hacíamos teatro y lo pasábamos muy bien. Mi padre trabajó un tiempo en las bodegas de Osborne, pero no de forma fija, así que mi madre, una semana sí y otra no, iba a limpiar, lavar y planchar en alguna casa porque hacia falta el dinero.

...continúa leyendo "1.696. CARMEN GUTIÉRREZ LÓPEZ. Una luchadora en primera persona."

Felix García de Polavieja y Escribano nació el 29 de junio de 1876 en El Puerto de Santa María, hijo de Justino García de Polavieja y Urruela y de Ana María Escribano y Paúl siendo el menor de tres hermanos, Julio y María del Pilar. Vivían en el número 10 de la calle Larga.

Como muchos portuenses, estudió en el colegio de los Jesuitas, San Luis Gonzaga y mas adelante enfocaría sus estudios en la filosofía, entre otras asignaturas, además de dar clases en un colegio de Madrid, no antes de formar parte de la Compañía de Jesús. Su vocación religiosa lo condujo a estudiar teología,  culminando en su ordenación sacerdotal en 1907.

DEL ICAI-ICADE A COMILLAS.
Este religioso fue cofundador, en 1908, junto con los padres Ángel Ayala y José Agustín Pérez del Pulgar del Instituto Católico de Artes e Industrias ( I.C.A.I.), en el que llegó a ser prefecto, secretario, vicerrector y rector. El Instituto Católico de Artes e Industrias  se fundó en 1908 como Escuela de Mecánica y Electricidad para formar cristiana y técnicamente al personal que trabaja en las fábricas de esta especialidad.

Posteriormente se comenzaron a ofrecer titulaciones superiores para ayudar en la promoción profesional y humana a los estudiantes más dotados. Se otorgó validez a los estudios cursados en ICAI por Decreto de 10 de agosto de 1950 y posterior Ley de 20 de julio de 1957. En 1960 se une a ICADE para formar ICADE-ICAI. En 1978 ICADE-ICAI se integró en la Universidad Pontificia Comillas y la marca ICAI se añadió al nombre de la nueva Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la universidad.

DISTURBIOS ANTICLERICALES.
Como señalamos mas arriba, fue uno de los pilares del I.C.A.I. desempeñando varios cargos a lo largo de los años y es, durante su rectorado, el 11 de mayo de 1931, cuando, aún creyéndose protegido por los republicanos, se vieron sorprendidos por un grupo de anticlreicales durante los disturbios que les asaltó incendiando edificios del instituto e incluso la iglesia, teniendo que escapar, muchos sacerdotes, vestidos de paisano. Desagradable anécdota que, suponemos, no olvidaría al igual que los que la padecieron a su lado.

Tras la expulsión de los jesuitas del territorio español en 1932, organizó el traslado de la compañía de Jesús a Lieja (Bélgica), al año siguiente, donde continuaron las enseñanzas de ingeniería hasta 1937. Fue provincial en Toledo durante la Guerra Civil, pasando a ser viceprovincial poco después.

Finalizada la contienda civil, el I.C.A.I. volvió a sus funciones habituales en España y con ello, el padre Felix ocupando el cargo de vicerrector en el mismo, de 1939 a 1940, año en el que fue nombrado ecónomo de provincia, labor que compartió con sus clases hasta la fecha de su muerte el 1 de abril de 1949. (Texto: J. Manuel Rguez Gay-Palacios - “Juan de Winthuyssen”)

El IES Santo Domingo irradia magisterio y eclecticismo hacia las bellas artes desde casi su inauguración como centro de enseñanza. El teatro concebido como materia didáctica para los alumnos, cobra una vida inusitada en el añejo salón de actos del antiguo Convento de Santo Domingo que la orden religiosa de los Dominicos legó a la ciudad en la primera mitad del siglo XVIII.

Los protagonistas de estas fotografías formaron parte del Taller de Teatro impartido por el actor y monitor Paco Crespo durante el curso 2000-2001. La obra que se representó fue Los gemelos del autor latino Tito Maccio Plauto, basada en los equívocos de provoca la semejanza de dos hermanos gemelos.

Los dos Menechmos (los gemelos Lucas y Nicolás Morillo), imitada por William Shakespeare en su Comedia de los errores, es un enredo fundado en los malentendidos a que dan lugar dos gemelos que vivieron separados durante mucho tiempo y se vuelven a encontrar en una ciudad.

El elenco de jóvenes actores y actrices estuvo formado por: Adrián Morillo, Rafi Ruiz, Jesús M. Martínez, María Serpa, Patricia López, Maribel Crespo, Valentín Murillo, Regina Carbayo, Libertad Marín, Lorena Vaca, Cristina Fuentes, José Padilla y Lucas y Nicolás Morillo. El estreno fue en el salón Moderno de El Puerto de Santa María en Mayo del año 2001, aunque previamente se realizó preestreno en el salón de actos del propio Instituto.

Juan Manuel Moreno Vega, ‘Juanma Moreno’ es uno de los deportistas portuenses más reconocidos internacionalmente. Nacido en 1987, desde los 7 años ha estado practicando deportes de vela. A los 13 se hizo con el título de campeón del mundo infantil de Windsurf, y desde entonces no ha parado de cosechar éxitos en éste deporte. «Comencé en el deporte de la vela con tan solo 7 años en optimist y más tarde en cadete, con 9 años probé mi primera tabla de windsurf, una aloha, y ahí empezó mi larga carrera en este mundo. Desde entonces hasta la actualidad he viajado a lo largo del mundo, he conocido diferentes culturas y personas, pero lo que más me ha motivado a seguir durante tantos años ha sido la progresión que he tenido y los títulos que he conseguido a lo largo de toda mi carrera».


9 VECES CAMPEÓN DE ESPAÑA.
Ha sido 9 veces campeón de España (juvenil y absoluto), y entre sus mejores resultados internacionales están un tercer puesto en las Olimpiadas juveniles y un quinto puesto en la Copa del Mundo. 1º Copa de España 2011. 9º Copa del Mundo 2010. 8º Absoluto Europeo 2010. 1º Copa de España 2010. 1º Campeonato de España 2009. 5º Copa del Mundo 2005. 2º Juvenil Europeo 2005. 1º Juvenil España 2005. 1º Juvenil España 2004. 1º Juvenil España 2002. 3º Mundial Infantil 2002. 2º Europeo Infantil 2002. 1º Larga distancia España 2002. 1º Mundial Infantil 2000.

Ahora su objetivo son las Olimpiadas de Río 2016, para las que lleva ya tiempo preparándose. Sus méritos profesionales han conseguido que se le incluya en el programa ADO para deportistas de alto rendimiento a nivel olímpico.

Cuando no está subido en su RS:X, es fácil encontrarlo practicando surf o kitesurf por las playas de El Puerto. Como entrenamiento complementario a su rutina, sale casi a diario con su bicicleta de montaña por la sierra de Cádiz. «Mi lugar de residencia no está del todo definido ya que ando viajando prácticamente todo el año, entre Santander y mi casa, El Puerto de Santa María, donde he estado entrenando durante toda mi vida. Está considerado como uno de los mejores campos de regatas del mundo, ya que tiene una diversidad de condiciones que lo hacen un lugar único».
Juanma compagina su carrera deportiva con sus estudios en la Universidad de Cádiz, donde cursa Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.


DEPORTISTAS DE ALTO NIVEL EN LA UCA.
El vicerrector de Alumnos de la Universidad de Cádiz, David Almorza, presentaba a finales del pasado año en el Rectorado a los alumnos seleccionados para formar parte del Programa de Alto Nivel de la UCA correspondiente al curso 2012-13.

En esta ocasión siete han sido los deportistas que han obtenido la ayuda del Programa en diversas disciplinas: cinco de vela, uno de hípica y otro de natación. Concretamente, Santiago Arteaga de Vera y Juan Manuel Moreno Vega, estudiantes de Ciencias de la Actividad Física y Deporte, Jacinto Barroso González y Guillermo Flores Martín, alumnos de Arquitectura Naval e Ingeniería Marítima, y Javier Blanco Gómez, de Ingeniería de Organización Industrial, serán los beneficiarios de esta ayuda en el deporte de vela, Esteban Benítez Valle, estudiante de Matemáticas, en el deporte de hípica y Eloy Sánchez Torres, alumno de Fisioterapia, en el deporte de natación. Desde su creación, el objetivo fundamental de este programa ha sido compatibilizar la práctica deportiva de alto nivel con los estudios universitarios, facilitando la total integración de los deportistas en el sistema educativo universitario. /Menos la última, todas las fotos son de Zai Aragón.

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Verano de 1973, mis padres deciden que irnos a vivir a España es lo que más desean. Así que se organiza el viaje y emprendemos destino a El Puerto de Santa María desde Oberhausen (Alemania), una gran ciudad de la cuenca minera del Ruhr en el estado federado de Renania del Norte-Westfalia.

Mi padre era oriundo de El Puerto. Nos acababan de escolarizar a mi hermano y a mi en Alemania. Allí las clases empezaban unas semanas antes que aquí. Pero fue por poco tiempo. Cuando llegamos a El Puerto, la intención de mi padre era que mi hermano Dirk fuera al colegio de los Jesuitas y yo al de las monjas de la Calle Cielo. Pero afortunadamente no había plazas. Y digo afortunadamente porque eso supuso aterrizar en el Colegio Nuestra Sra. de la Merced. Sin hablar castellano y comparando mi colegio de Alemania con el de aquí, tengo que decir que me quedé impresionada. Literalmente mi alma se cayó a los pies.

Lo primero que ves del colegio es el portón de entrada que impresionaba. Cuando se abría se veía el gran patio y al fondo unas escaleras que subían a las clases de arriba. En el patio se impartían las clases de párvulos. A la clase se llegaba cruzando la azotea. Las paredes de la clase eran de grandes piedras tipo adoquín, con rendijas entre ellas, donde alguna vez podías encontrar trocitos de gomas de borrar o pequeños lápices. Una pizarra cubría la pared. Una tarima de madera sobre la que se situaba la mesa y la silla de la Srta. Nena, con su baby impecable, sus mejillas sonrojadas y su fuerte caracter.

A mi hermano y a mi nos sentaron lo más alejados posibles para impedir cualquier comunicación. Supongo que la idea era que aprendiéramos español lo antes posible. Había tres filas de bancos-mesa de color rojo. En cada banco-mesa se acomodaban dos alumnos. A mí me tocó sentarme en la primera fila en la punta de delante, justo frente a la Srta. Nena y como compañera tuve a una chica, que creo recordar que se llamaba Paqui. A mi hermano lo ubicaron en la tercera fila y al fondo, o sea, en la otra punta de la clase. /Susana y Dirk Villarreal Wittich

Pese a estos principios aparentemente desoladores, tengo que decir que poco a poco me fui adaptando. Aprendí el idioma, empecé a relacionarme con mis compañeros y a sentirme orgullosa de poder pertenecer a un colegio mixto, cuando la mayoría de niños y niñas que vivían en mi barrio, asistían a colegios segregados. Si no recuerdo mal, en segundo curso se realizaron las reformas en el colegio, adquiriendo las aulas un aspecto moderno más parecido a lo que había visto en Alemania. Las mesas y sillas pasaron a ser individuales. Había grandes ventanas en las clases que le daban mucha claridad, así como las paredes pintadas de blanco y lisas. Fue una mejora espectacular.

Pero también hubo un cambio en la plantilla brutal al poco tiempo. Ya no estaban la Srta. Nena ni la Srta. Rafaela, la que nos vendían golosinas a la hora del recreo así como lápices, gomas de borrar o sacapuntas y cuadernos para "emergencias". Una mañana de 1975 nos encontramos las puertas del colegio cerradas. Una profesora informaba a los padres que Franco había muerto y que el colegio no abriría sus puertas ese día.

Colegio La Merced. Promoción 1992/99.

Estábamos en tercero y nuestro profesor era Don Manuel. Lo recordaré siempre por el profesor que dividió la clase entre voces blancas y voces negras. Yo pertenecí prácticamente todo el curso a las voces negras, el canto nunca fue lo mío. Una vez conseguí pertenecer al coro de las voces blancas y ahí comprendí el fundamento del playback. Hacía como que cantaba en la mayoría de las ocasiones, no quería perder mi nuevo estatus que tanto me había costado conseguir. Pero no me duró mucho. Acabé volviendo al grupo de voces negras. Ja. Pero ahora lo recuerdo con cariño. En 4º de E.G.B. le tocó al profesor Paco Jaén darnos clase, al que todos llamábamos con mucho respeto Don Francisco. Era un profesor grande y con barba y la verdad es que impresionaba mucho. Pero a medida que iba dando clases me percaté de que en el fondo era un buenazo. Me permitió en una ocasión dar clases de alemán a mis compañeros en clase. Pero me temo que no conseguí retransmitir muchos conocimientos. Al final de curso y por razones laborables de mi padre, dejamos el colegio y la ciudad que nos había acogido para marcharnos a Barcelona.

A principios de 1980 regresamos a El Puerto y mis padres nos volvieron a matricular en el mismo colegio. Era mediado del curso de 7º de EGB. Ahora las asignaturas estaban diversificadas de forma que ya no era un mismo profesor quien impartía todas las clases. Teníamos a la Srta. María que nos impartía Ciencias Naturales y Matemáticas, la Srta. Milagros que nos impartía Inglés y Lengua y Don Antonio que nos daba Religión. Ciencias Sociales y Dibujo. Si hubo clases de gimnasia, ya ni lo recuerdo, alguna que otra vez subimos a la azotea para hacer una tablas de ejercicios, pero no recuerdo que fuera con asiduidad. Y quizás esté equivocada, pero puede que dejaran poca huella en mí.

En 8º realizamos actividades y ventas de boletos para poder recaudar dinero con el fin de organizar un viaje fin de curso. Se ve que debimos ser malísimos organizándolo, porque el viaje consistió en una excursión en autocar hasta Algeciras, tomar el ferry en dirección a Ceuta, pasar el día allí, volver al ferry y de vuelta en autocar hasta El Puerto. Como anécdota, comentar que en una parada de Algeciras a El Puerto, en una gasolinera para estirar las piernas, comprar alguna golosina e ir al baño, nos dejaron a mi amiga Manoli y a mí atrás. Vimos con estupor cómo el autocar se alejaba sin nosotras. Menos mal que a alguien le dió por hacer el recuento de alumnos y se percataron de que faltábamos las dos. Así que fuimos recogidas y aquello se convirtió en una anécdota divertida.

Conservo muy buenos recuerdos de aquellos años. Seguro que hubo momentos malos, tristes, incómodos. Pero me quedo con los buenos recuerdos que son los que inclinan la balanza de mis percepciones. (Texto: Susana Villarreal Wittich)

Más información del Colegio de la Merced en GdP

Emilio José Rodríguez Posada es Ingeniero Técnico en Informática de Sistemas, siendo becario en la ‘Oficina de Software Libre y Conocimiento Abierto’ de la UCA (Universidad de Cádiz). Sus cursos de doctorado los realiza en la Escuela Superior de Ingeniería de Cádiz. A pesar de su juventud,  aglutina una considerable  selección de méritos que lo hacen imprescindible en estas páginas de Gente del Puerto. Con seguridad volverá a aparecer de nuevo, con otras novedades y noticias, dada su febril actividad y su capacidad de trabajo.

Es colaborador habitual de Wikipedia (Emijrp es su seudónimo desde abril del año 2005) tanto en español como en inglés, donde ha realizado artículos sobre El Puerto de Santa María e, igualmente, miembro fundador del Capítulo Español de WikiMedia. Acumula mas de 50.000 contribuciones en Wikipedia en español y más de 5.000.000  entre todas las cuentas que maneja (Emijrpbot es la cuenta de usuario con más ediciones de todos los proyectos Wikimedia). Ha ofrecido diversas charlas y talleres para difundir Wikipedia en su entorno mas inmediato.

Emilio es desarrollador de diverso software libre: AVBOT: un robot que automáticamente corrige la Wikipedia en español. StatMediaWiki: un software para analizar el trabajo en grupo de alumnos (software usado en el proyecto primer premio de la  III. Edición de los Premios a la Innovación Docente 2011 UCA). Lidera el proyecto Wiki Team para preservación de wikis libre.


De izquierda a derecha: Joaquín Ayuso de Paúl (fundador de Tuenti.com); Mariano Ventosa Rodríguez (Director de la Escuela de Ingeniería ICAI-Comillas); Emilio José Rodriguez Posada (ganador de la V Edición del Premio Novática); Rafael Fernández Calvo (Presidente del Consejo Editorial de Novática); Llorenç Pagés Casas (Director de Novática). El miércoles 26 de octubre de 2011 recogió en Madrid en el Aula Magna de la Universidad Pontificia Comillas el Premio al mejor artículo publicado en 2010 en la revista Novática por su artículo «AVBOT: Detección y corrección de vandalismos en Wikipedia».

Está en posesión del Premio al mejor estudiante universitario de El Puerto, así como del Premio ‘José Enrique Díaz Arozamena’ al mejor Proyecto Fin de Carrera de la Universidad de Cádiz y del Premio al "Mejor proyecto Comunitario en el III Concurso Universitario de Software Libre". Ha sido ganador de la V Edición del Premio Novática, destinado al mejor artículo publicado en 2010 la revista Novática. Hacemos hincapié en  su importancia, pues en la revista se publican trabajos de tesis y experiencias empresariales, entre otros.

PUBLICACIONES.
Ha sido autor y coautor en congresos y revistas nacionales e internacionales, con los resultados de algunas de sus investigaciones.

...continúa leyendo "1.534. EMILIO JOSÉ RODRÍGUEZ POSADA. Wikipedista. Ingeniero Técnico en Informática."

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Antonio García Flores, director durante muchos años del Colegio La Merced, entre dos alumnas.

Tras el fallecimiento de nuestra querida Directora --Doña Francisca González Sosa-- el Colegio La Divina Pastora, cerró  definitivamente sus puertas. Para las alumnas la noticia fue más que tremenda, pues en este centro, habíamos  aprendido, desde nuestras primeras letras, hasta las más  provechosas normas de urbanidad, amén del compañerismo  y las amistades sinceras. Nuestros padres, de repente, se vieron inmersos en la tarea de buscarnos realojo en otros colegios. Buscaban, a poder ser, cerca de nuestras  viviendas. Nada  fácil por cierto. El primer escollo, fue  como lograr que admitieran a todos los hermanos en el mismo centro. En nuestro caso no iba a ser una excepción así que, por la amistad de mi familia con doña María Jesús, directora del Colegio San Agustín, mis  dos hermanas mayores pasaron a dicho colegio, mientras que yo  pase a La Merced, en la calle Ganado.

MI PRIMER DÍA.
El primer  día, a pesar de la compañía  y los ánimos de mi Tato --Milagros Gálvez--,  era más que notable que temblab como una hoja. Lo primero que me impactó, fue su escalera,  pues era amplia y preciosa. Lo segundo, que era un colegio mixto, y por tanto eso haría que me sintiera insegura, dada mi timidez. Desde el primer día, mi profesor Don Fernando Vela Morillo --nada que ver con mi familia-- con su cordialidad, hizo  que me sintiera cada vez más cómoda. La mayoría de los alumnos,   me acogieron con agrado y pronto  dejé de ser ‘la nueva’, para pasar a ser una más de ellos.

Fachada del colegio en la calle Ganado.

Que no fue fácil, ya se los digo yo que no, acostumbrada como estaba a los hábitos de mi   anterior Colegio y a la reconfortante  compañía de mis amigas,  con las que desgraciadamente, no coincidí en esta nueva andadura. Creí  que no llegaría a adaptarme pero, ciertamente, lo hice, especialmente por una compañera: María. María era una niña dulce y cariñosa  a la par que  responsable que sin apenas elevar la voz, todo cuánto decía, y hacía era coherente y lleno de sensatez. Desde primera hora, nos caímos bien, entre nosotras no había celos ni malos entendidos, si no todo lo contrario.

DON FERNANDO.
El curso fue muy animado, Don Fernando  era un magnifico maestro, estricto cuándo tenia que serlo, pero a la vez, desparramaba alegría, optimismo y simpatía a raudales. En este centro, todo era diferente, empezando por ese gran patio, que albergaba, a la derecha la clase  de los párvulos, a cargo de la señorita Milagros Leveque. Una mujer encantadora, con la que solía hablar a menudo, y a la que recurrí en algún momento en busca de alguna chuchería, pues aunque poca cosa, algo vendía, al igual que su hermana Rafaela. Esta última, junto con Nena  se ocupaban del resto de los menores. Estas clases estaban en la azotea. Me cuentan que, al tener el reloj del Ayuntamiento tan cerca, los alumnos aprendían a descifrarlo asomándose a mirarlo. Nena, ha sido con la que más trato he tenido durante todos estos años. Era pequeñita de  tamaño, pero muy grande, en  simpatía, y calidez.

La autora de esta nótula, María Jesús Vela, en una imagen de su paso por el colegio La Merces.

También en el patio, estaban los servicios, pero lo que realmente me encantaba como ya he dicho, era esa impresionante escalera, acostumbrada a la alta y empinada de la Divina Pastora, esta me parecía muy señorial.

Tras traspasar el umbral de la puerta, a la derecha del recibidor, estaba un pasillo  que  nos llevaba directos a la cocina, y las habitaciones privadas de la familia de nuestro director, Antonio García Flores. Desgraciadamente no tuve el placer de conocer a su  primera esposa, pues había fallecido, pero no sé si mucho o poco tiempo antes de mi ingreso en el centro. Quién sí estaba era María, hermana de Don Antonio, ella era la encargada, de  la cocina y de paliar en lo que podía  las necesidades derivadas de esta como algún pequeño accidente  casero sin importancia que requiriera  de  una  simple tirita, o un  sorbo de agua. María era muy agradable, pero sabía ponerse en su sitio, para que no nos desmandáramos en sus dominios.

A la izquierda del recibidor, el despacho de nuestro director, al que rara vez entrábamos. No así a una habitación continua,  que si mi memoria no me falla, daba al pasillo de acceso a las clases. Para entrar a éstas, pasábamos por una amplia galería, a la que años posteriores,  convirtieron en clase. En esta zona, recuerdo especialmente a un  chiquillo muy guapo --hijo de unos conocidos comerciantes  n el arte de freír  como nadie,  el pescado--  frente a lo más castizo de nuestro Puerto ¡El Vaporcito! Debía ser un poco trasto, pues  a menudo estaba castigado. Lo malo era que su hermano pequeño, aguantaba estoicamente, la más que aburrida espera. Las primeras veces que le vi, le pregunte: «--¿Otra vez estas aquí. Criatura que has hecho ahora?  Se bueno hombre por Dios! Hazlo por tu hermano, pobre».

El director del colegio y algunos profesores: Antonio García Flores, María Pulido Vega y Milagros Barba Lloret. Curso 1987/88.

Tras la galería, la clase de Don Fernando, y a continuación la del director. Frente a ésta había una habitación, que más tarde seria la clase de doña Lola Castilla. Lola  era una mujer muy  alegre,  y de colorida sonrisa. Dotada con un buen torrente de voz, parecía que pudiera amedrentar, pero ¡que va! No era el león tan fiero, apenas un gruñido.

GIMNASIA.
Volviendo a mi primera aula, una novedad fue  la noticia de que debíamos hacer gimnasia --yo no la había hecho hasta entonces--. Para ello,  frente al colegio estaba Denia, un establecimiento de ropas,  en el que creo recordar compramos unos puchos azules --pantalón corto bombachos-- con los que estábamos como un “cuadro surrealista”. Muy feas, ¡la verdad sea dicha! O cuánto menos poco agraciadas. Nuestra profesora fue Fina Rosso, Sánchez,  una mujer simpática y dicharachera, con la que nos lo pasábamos genial, tanto que a veces charlábamos más que hacíamos ejercicio. No quiere decir que fuera descuidada, ¡eso no! Solo que la camelábamos, para que nos contara historias y no fuera muy dura.

...continúa leyendo "1.530. COLEGIO NTRA. SEÑORA DE LA MERCED. (I)."

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El Convento de Santo Domingo fue destinado a Instituto Laboral, habiendo recibido con posterioridad diferentes denominaciones. (Ver nótula núm. 56 en GdP). Reproducimos aquí sendas imágenes de la bendición del edificio como tal Instituto Laboral, a mediados de la década de los cincuenta del siglo pasado. /Fotos: Colección Vicente González Lechuga.

En la imagen vemos al niños Antonio Ortega Rojas hablando con el ministro de Educación Nacional, Joaquín Ruiz-Jiménez Cortés, y los niños Alejandro Muñiz, José Crespo LLorca, Francisco Ferrer Palacios, Manuel Moreno Romero; el Marqués del Arco Hermoso Alejandro Romero Osborne; a la izquierda de la imagen aparece el Conde de Osborne y a la derecha,  Luis Caballero Noguera y el que fuera director del centro, Manuel Martínez Alfonso.

En la imagen, el arcipreste de la Ciudad, Antonio Cía Moreno bendiciendo las instalaciones del Instituto ante el ministro de Educación, Joaquín Ruiz-Jiménez, en presencia del presidente de la Diputación, Juan Luis Martínez del Cerro y el Gobernador Civil, José María Rodríguez de Valcárcel.

Esta foto de 1989 (perdón por el encuadre) fue tomada en el legendario interior de «La Burra», (ver nótula núm. 489 en GdP) una tasca con reservados del siglo XIX que daría cerrojazo definitivo unos meses después.

El segundo por la izquierda es el poeta Ángel Mendoza, acompañando a unas noruegas en los camarotes de 'La Burra'.

Son las últimas semanas de un agosto más caluroso de lo normal en 1989 y estábamos brindando por el feliz viaje de vuelta de un grupo de muchachas de Oslo a las que habíamos servido durante un par de meses como anfitriones, animadores turísticos y poco más , para nuestra desgracia, [escribe Ángel Mendoza, nótula núm. 597 en GdP].

Aunque la imagen recuerde el final de muchas cosas,aunque ese mediodía de vino y risas desatadas pusiera colofón a algo más que a un verano, en verdad está llena de principios, de realidades importantes que empezaban, sin que fuera consciente del todo en ese momento el jovenzuelo, aparentemente despreocupado, que levanta la copa de oloroso.

Cierto que nunca más volveríamos a quedar en «La Burra», porque un día ya no hubo más Burra; cierto también que a la década que abarcó nuestros mejores años le quedaban dos telediarios, y que el verano siguiente ya no tuvimos edad para el derrame caprichoso de tanta juventud, y que no tardaríamos en estar todos seriamente ennoviados y que, además, poco después caería el Muro de Berlín, para desgracia de nuestros ideales subversivos a juego con la etapa vital.

Los 'camarotes' de La Burra. /Foto: Fito Carreto.

Es verdad que fueron los años en los que se nos abrieron las puertas de Europa y que aquel continente extraño y moderno, que provocaba atracción y miedo en dosis esquizofrénicamente similares, aterrizó para nosotros en el aeropuerto jerezano de La Parra a bordo de un British Airways una mañana de julio de 1989.

Porque las noruegas no venían directamente de su país, sino de Inglaterra, donde habían pasado una temporada. La mitad del año, aproximadamente, se la tiraban de aquí para allá, pues trabajaban, a la vez que hacían sus carreras universitarias, durante los meses restantes. Estudiaban porque había en los países nórdicos un generoso sistema de becas y trabajaban porque había trabajo para todos, mientras nosotros esperábamos alguno de los 800.000 empleos que había prometido Felipe González, a la sazón, presidente del Gobierno de España.

El aeropuerto de La Parra, antes de la reforma de 1991 donde se reforzaría su uso civil.

Por si fuera poco, además vivían emancipadas desde los 16, gracias, sobre todo, a lo de poder trabajar y a una mentalidad mucho menos protectora por parte de sus entornos vikingos. Así pues,aquellas chicas venían en realidad de otro planeta, porque aunque teníamos su edad, no habíamos ido más allá de Málaga y Granada, en el viaje de 8 º, no teníamos ni idea de lo que era una tarjeta de embarque, no habíamos dado un palo al agua y aún tardaríamos otros 18 años por lo menos en abandonar nuestros hogares paternos.

Ellas nos ponían los ojos como platos, con su castellano de sueca de película de Alfredo Landa, relatándonos excursiones de ensueño por las islas griegas o describiéndonos los sobrecogedores barrios de la Praga vieja, y nosotros les contábamos las cogorzas tan simpáticas de las últimas barbacoas en La Muralla, o les hacíamos reír con el chiste del inglés, el francés, el chino y el español. Así era la cosa antes de que llegaran las becas Erasmus, los intercambios juveniles con cargo a la Junta y el principio del fin de un miedo paleto, secular y obstinadamente chauvinista que nos había retenido durante décadas más acá de los Pirineos. /En la imagen de la izquierda, un joven Alfredo Landa.

No recuerdo si a alguno le dio por comprobar la fama que tenían de experimentadas y desinhibidas, más que nada por si había que confirmar la nuestra de machos ibéricos feroces y potentes. A lo más que llegamos fue al beso de despedida antes de marcharse cada noche, a pasar calor sobre sus pieles temerariamente enrojecidas por falta de protección. Ellas, a soñar con sus próximos viajes, lejanos e intrépidos. Y nosotros,a soñar con ellas. (Texto: Ángel Mendoza).

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El escritor y periodista sevillano Manuel Halcón Villalón-Daoiz (1900-1989) es autor, entre otras, de las novelas El hombre que espera (1922, Premio Ateneo de Sevilla), Recuerdos de Fernando Villalón (biografía novelada, 1941), Aventuras de Juan Lucas (1944), La gran borrachera (1953), Monólogo de una mujer fría (1960, Premio Nacional de Literatura) y Manuela (1970). Socio fundador de la revista poética Mediodía en 1926, durante la Guerra Civil dirigió el diario FE (órgano de la Falange sevillana) y la revista de divulgación cultural Vértice. Fue subdirector de ABC de Madrid (obtuvo el Premio Mariano de Cavia en 1940) y director de las revistas Semana y Moneda y Crédito. En 1962 ingresó en la Real Academia Española con el discurso "Sobre el prestigio del campo andaluz". Su última obra, Cuentos del buen ánimo, se publicó en 1979.

UN NOVELISTA EN EL COLEGIO DE LOS POETAS.
Manuel Halcón, hijo del marqués de San Gil, tenía 9 años cuando ingresó en septiembre de 1910 como interno en el afamado colegio de los jesuitas de El Puerto de Santa María. Su hermano mayor, Fernando, había cursado estudios allí de 1905 a 1907, como también lo hiciera -entre 1890 y 1896- el poeta Fernando Villalón, primo suyo. La infancia de Manuel fue un "llanto de ilusiones": era de los pocos alumnos que no recibía los domingos en el internado la visita de su madre, fallecida a los tres meses de nacer el niño. Halcón no llegaría a obtener el grado de bachiller, cuya duración -con arreglo al plan Bugallal- era entonces de seis años. En su expediente académico se refleja que cuando sale del colegio al terminar el curso 1916-17, solo había aprobado -con la nota mínima- 13 de las 23 asignaturas de las que se había matriculado, no presentándose a las restantes. Sobre su etapa escolar diría el propio Halcón en 1961: "Tan indisciplinado y desaplicado era que nada esperaban de mí mis profesores y compañeros. Era, además, un niño enclenque".

Manuel Halcón fue alumno de San Luis Gonzaga entre los años 1910 y 1917

Tres rectores tuvo el colegio de San Luis Gonzaga siendo Manuel Halcón alumno: los padres Rodolfo Velasco, Raimundo Zamarripa y Martín Mendoza. Fue el asturiano P. Velasco (1868-1940; rector de 1909 a 1915) -a quien Halcón consideraba "la representación humana del equilibrio" - el que le dejó mayor huella. Entre los jesuitas que ocuparon los cargos de padre espiritual o de prefecto se encontraban Manuel Abreu, Francisco Lirola, Salustiano Legórburu, Mariano Ayala o Francisco Javier Maruri. Con afecto recordará Halcón años más tarde a otro miembro de la comunidad jesuita, el hermano enfermero Francisco Javier Aizpuru (1876-1952): "Yo siempre le tuve como un ser distinto, a quien los carceleros le dejaban abrir las rejas para sacar a los niños débiles a tomar el aire".

Como le había sucedido al Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez dos décadas antes, la vocación literaria de Manuel Halcón aflora en el colegio. Le produce una emoción "más intensa aún que los versos" la novela de Pedro A. de Alarcón El final de Norma (1855), que el padre Alberto Risco les leía por capítulos en la clase de Literatura. Imparte Latín de 1º y de 2º el peruano padre Gustavo Salaverry, descrito por Halcón en Los Dueñas (1956) -su novela más autobiográfica- como "terror de los alumnos". En el curso 1915-16 tiene como profesor de Física (asignatura de 5º año) al veterano padre Plácido Hurtado, el mismo que con un telescopio descubre las rabonas en las dunas del entonces estudiante de 3º de bachillerato Rafael Alberti, según ha narrado el poeta portuense en La arboleda perdida. /En la imagen de la izquierda, el niño Juan Ramón Jiménez.

El colegio de San Luis tiene en la época de Manuel Halcón una media de 215 alumnos, mayoritariamente internos. En la emotiva crónica de guerra 'El amigo enemigo' (1936) evocará Halcón a algunos de ellos: la campana que tocaba Francisco de Paula Oliva Mack, las "consignas" que llevaba José Mª Rojas Lobo, las declamaciones de Jesús Pabón Suárez de Urbina y las travesuras de Juan A. Estrada Moreno.

Niños haciendo gimnasia en el patio principal del Colegio.

El futuro historiador y académico de la Historia sevillano Jesús Pabón (1902-1976) es coprotagonista del relato 'Los dos macferlanes' (1949), en el que Halcón cuenta cómo Pabón y él mismo, únicos portadores de unos abrigos desfasados, tuvieron que defenderse de las crueles burlas y agresiones de sus compañeros. Así nació una amistad profunda y duradera entre ambos. De la vida en el colegio de El Puerto está sacado también el argumento de 'El pecado insepulto' (1959), narración que tiene como protagonistas a los condiscípulos de Halcón en la clase de Física del P. Hurtado, entre ellos a "tres P señeras" que destacarían más tarde: el mencionado Jesús Pabón y los jerezanos Joaquín Mª Peñuela de la Cobiella (jesuita y profesor de asiriología) y Julián Pemartín Sanjuán (escritor y poeta falangista; director del Instituto Nacional del Libro de 1941 a 1966). Dos alumnos externos que inician el primer año de bachillerato con Halcón son José Luis Poullet Martínez y Antonio de la Torre González, que después se dedicarán profesionalmente al magisterio.

ÚLTIMA VISITA A LOS JESUITAS.
El 31 de mayo de 1921, Manuel Halcón contrajo matrimonio en Sevilla con Rosa Borrero Carrasco. En el viaje de novios, camino de Cádiz, hicieron una visita al colegio de San Luis. Así la recordaría Halcón en 1961 para La Estafeta Literaria: "Pedí permiso para pasearme por la huerta, por aquel sendero bajo las pimientas por donde otras veces paseaban las hermanas de los alumnos. Por mirarlas, más de una vez fui castigado. Y ahora llevaba una mujer cogida por el talle. Me pareció que recogía algo que estaba allí sujeto en el aire y que me estaba esperando. Después no he vuelto más". (Texto: Bernardo Rodríguez Caparrini).

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