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Añino, con su mujer y su hija María en el Taller de la calle Alvareda.

José Francisco Añino Gil nació en Cádiz el 6 de enero de 1907 y murió en nuestra Ciudad el 6 de noviembre de 1980. Hijo de Antonio Añino Gómez y Teresa Gil. Vinieron a El Puerto antes de empezar la Guerra Incivil. Estudió en los Jesuitas y, como su familia hizo el aprendizaje de carpintería y mecánica.

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Año 1914, en el Colegio de los Jesuitas. Es el primero por la izquierda en la segunda fila, con camisa blanca y corbata.

Durante la Guerra Civil, estuvo como mecánico en el bando sublevado. Al finalizar la contienda abrió un negocio en la calle Luna: era una zapatería y perfumería y un taller de motos. Estaba situado entre un ferretería y una tienda de fotografías. La casa, antigua, con suelo y columnas de mármol, era de vecinos y éstos se quejaban del ruido del taller, por lo que hubo de buscar un nuevo sitio para instalarlo. Sería en la calle de la Victoria --hoy Albareda--

La calle Albareda debe su nomre al ilustre portuense José Luis Albareda (1828-1897), que desempeñó importantes cargos en el gobierno de España. Abogado, periodista y fundador en Madrid de diversas publicaciones periódicas. Otros nombres anteriores de Albareda, además de Victoria, Paseo de Sancho Balmaseda y Paseo de Mateo Dávila.

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Fotografía tomada, durante el servicio militar, en Tetuán el 1 de enero de 1930. Añino es el primero por la izquierda en la fila superior, con algo parecido a una llanta, en la mano.

Añino era una persona muy conocida en El Puerto y fuera de la Ciudad, pues era el único taller de la zona que abría los domingos, es decir, todos los días de la semana. Ayudaba a todo el mundo que necesitaba ayuda. Arreglaba bicicletas, motos y recogía pinchazos de ruedas de coches. Tenía Añino un taller pequeño, sin muchas pretensiones ni aparatos modernos, como otros de la competencia. No le gustaba gastar el dinero en cosas que él consideraba innecesarias: era un artesano de la mecánica.

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Añino en el Taller, rodeado de niños y adolescentes. (Foto: Francisco Serrano Cordón).

Igualmente vendía en su negocio extintores de incendio. Y por Navidad los mejores polvorones de Estepa se econtraban en su taller: todos los años, representantes de las fábricas estepeñas venían a visitar a Añino para que la campaña resultase mejor que el año anterior.

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Añino, con una reunión de amigos en el Bar Puente.

Su taller fue uno de los primeros negocios que tuvo teléfono. Y agua corriente. Incluso llegó a tener la vivienda, incorporada junto al taller. Y una cocina que funcionaba incluso cuando ya no vivían allí. Y es que a Añino no le gustaba interrumpir la faena para salir a comer, y comía en el Taller. Aunque eso sí, siempre tenía tiempo para interrumpirla e ir a tomar un buen número de cafés en el Bar Puente a lo largo de la jornada,  si lo invitaban para ello.

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María, una de las hijas de Añino, con éste al fondo de la imagen.

Polifacético Añino, además arreglaba los pesos y básculas de la Plaza de Abastos y de las tiendas de ultramarinos o almacenes. Y también las persianas del Banco Hispano Americano, del Central, del Banco Andalucía. Una persona muy trabajadora, polifacética y ocupada.

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Una instantánea de la última etapa del taller de Añino, en la calle Albareda.

Solía ayudar nuestro protagonista a las monjas del Asilo de Huérfanas de la calle Cielo, a las que arreglaba las máquinas de coser. Y también a las monjas de clausura del Convento del Espíritu Santo. Y a las de las Carmelitas.

Casado con Josefa de Asís Romero, vivían en Ribera del Río, 64; tuvo dos hijas una vive en Omaha (Nebraska) EEUU, a donde se desplazaba el bueno de Añino a ver a sus nietos y jugar con ellos y la otra en Fuengirola (Málaga).

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Peculiar tarjeta de visita de nuestro protagonista.

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Salón principal del Palacio de Vilarreal y Purullena, cuando aún gozaba de todo su esplendor.

Expoliaron el Palacio. Sus dueños lo expoliaron. Se llevaron la plata, el bronce, la porcelana; arrancaron los muebles, los tapices y las pinturas; desmantelaron las puertas, los azulejos, las vigas; descolgaron las lámparas, las cornucopias y los tapaluces... Y se atrevieron hasta con los altares. Olía a podrido. Ciento y un gatos negros, rayados, pardos, nos miraban; nos miraba la diosa Ceres sentada en lo alto de su columnata; nos miraban veinte bustos de piedra por entre los pilares de la logia.

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Dos secuencias de la destrucción de una de las crujías y galería y la logia, por culpa del abandono, la desidia y la incultura. (Fotos superior e inferior).

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Pasto seco. Entre el pasto seco, rosas viejas, sin pétalos, geranios bravíos, zarzas y "tomatitos del diablo".. Miles de caracoles, como ensartados en sus tallos daban al lugar el tono de lo inhóspito. Una bicha, que había estado quieta, se esfumó como una saeta disparada por un borracho. Una caja de reloj, sin máquina, sin esfera, sin pesas, ni péndulo, sin tiempo siquiera, estaba tendida, arrojada al jardín, y yacía, junto a la fuente, con el mismo desatino que el ataúd de una tumba profanada.

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Artesonado del techo de uno de los salones, con retratos de los reyes de España.

Bíblicas higueras maldecidas, urdiendo, penetrando, rasgando despiadadamente las llagas de las piedras concertadas. La yedra trepaba y ocultaba las vergüenzas y agravios que clamaban un escarmiento ejemplar a tanta punible omisión de socorro. La alta palmera, peligrosamente delgada, vibraba con el viento , al lado de la fuente sin agua, ocre y verde, negra de líquenes inmisericordes. La rodeaban cuatro bancos de piedra oradada, con profundas cangrejeras, que a saber qué posaderas regias habrían soportado.

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Salón con el mobiliario y los cuadros.

Ciento y un gatos nos miraban; nos miraba la diosa Ceres; nos miraban veinte bustos de piedra; nos miraban... Todo abierto, de par en par, alevosamente abandonado. El gran patio de columnas italianas, el aljibe, la escalera imperial... José Luis los convocó con su voz de trueno: «--¡Isabel!, ¡Isabel!, ¡María Luisa!, ¡Francisco de Asís!, ¡Alfonso!, ¡España!». Nadie le respondió. Decididamente, no estaban allí. Pero allí habían estado.

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Uno de los aposentos privados del Palacio.

Baules, papeles y el nombre escrito, reteescrito, reteteescrito, de Don Agustín Ramírez de Ortuño en legajos forrados con piel de cabra; un ros de artillero; trajes femeninos de tul, con encajes, sedas, cuentas y abalorios; el manto-hábito de un caballero calatravo; una montura inglesa de amazona con los fustes definitivamente rotos; polvo, polvo, polvo espeso que todo lo cubría.

purullena_8_puertosantamariaY musgo, redores de musgo húmedo, al pie de cada gotera; graffitis obscenos, excrementos; cernícalos, primillas y murciélagos revoloteaban, una y otra vez, el mismo recorrido, cansina, reiterada y hasta atormentadoramente. Nos cogía la tarde-noche y, por todas partes nos seguía la legión de gatos.

«--¡Un piano!, ¡Ha sonado un piano!»

Nos paramos. Se nos heló la sangre. Anduvimos. Decidimos irnos. Corrimos. Nos dimos, de sopetón con el piano. Allí estaba, real, grande y abierto. Olía a metal recién estremecido. A tientas, de un salón a otro, nos fuimos tropezando con puertas descuajeringadas, cristales rotos, dorados dinteles derribados, damascos arrancados a jirones. (En la imagen, puerta escamoteable con cuadro, de acceso a otra sala).

purullena_capilla_puertosantamariaLa luz todavía entraba por las grietas de las yeserías de los altos techos pintados, quebrados y abiertos como granadas. (En la imagen, Capilla del Palacio de Purullena, con imágenes y todo tipo de ornamentos, dispuesta para el culto).

Alegorías y reyes, ángeles y escudos pedían, sin voces, romperse, desprenderse, despedirse, acabarse.Anduvimos entre el desastre y la desolación. En la capilla, sin altares, ni Reyes, ni Roques, hallamos una corona funeraria de flores de lata y un lazo --en otro tiempo negro-- de terciopelo. «MURIÓ DE ALEVOSA MANO». «--Tal cual será», repuso José Luis, como en una profecía. Huimos, buscando la luz. Cuando estuvimos en la calle de las Cruces nos encaramos, de nuevo con la vida.

«--¿Por qué no se morirá todo esto de una vez? ¿Por qué prolongan su agonía?»
preguntó José Luis, mirando hacia atrás la gran mole de la torre, rojo-violeta, con la luces del ocaso. Tristes por lo que habíamos visto, llenos de melancolía, cada cual marchó para su casa.

Antes, cuando pasábamos por la taberna de "El Golpe", rítmica, tremendamente, "El Sopas", borracho, terminaba su siguiriya verdadera:
.................
.................
que pa viví como yo estoy viviendo,
es preferible morí.

José Luis Tejada me llamó al día siguiente: «--Te he dedicado dos sonetos con una coda. Oye:

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(En la imagen, escudo de la portada del Palacio).

DESPOJOS DEL PALACIO DE PURULLENA

I

No es tiempo aquí; parada está la vida.
Dos o tres tierras lleva ya parada
oliendo a rosa muerta, a flor de nada,
a perdición y a soledad podrida.

Un miriñaque asciende la raída
escala del minué. Turbia bandada
de cernícalos va, la balaustrada
resbalando hacia un túnel sin salida.

Isabel, Isabel, María Luisa,
Francisco, Alfonso, España, deteneos
en el cuadro de luz de esa sonrisa.

Mirad que viene el tiempo, camafeos,
porcelanas quebrando, negra brisa
trizando harapos vuestros por trofeos.

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Vista desde las azoteas de la fachada del Palacio que da a Federico Rubio.

II

Si ya arrampló con todos los colores
y olores, con la seda y su armonía,
¿A que prolongar más esta agonía
de pedestal decapitado? Flores

fúnebres, falsas, de latón... Redores
de musgo desolado. Sacristía
sin ya nada sagrado. Monarquía
sin corona, monarcas ni esplendores.

¿Qué refinada adversidad sostiene
este equilibrio como si valiera
para más que la lágrima y la grima?

Y esa muerte total, ¿por qué no viene
a pasarle esa mano verdadera
del olvido, por siempre y por encima?

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A continuación de los Jardines del Palacio, se accedía por los arcos que vemos cegados en la fotografía, al Huerto de Durango. En la imagen podemos ver el proceso de construcción de los conocidos como pisos de la Barriada de Durango. (foto Rafa).

III

Cunda la melancolía
y la pena.
La mansión que relucía
antaño, de Purullena;
ahora, de puro vacía.»

(Luis Suárez Ávila. Julio 1988).

Purullena 2FUNDACIÓN GOYTISOLO.

El edificio ha experimentado  una importante reconstrucción. Por compras y herencias pasó a ser propiedad de la Familia Goytisolo y es hoy sede de la Fundación Goytisolo, participada por el Ayuntamiento de El Puerto. Dicha fundación celebra anualmente simposios sobre Narrativa Hispánica Contemporánea, que convocan a conferenciantes del mundo de las letras y la universidad de España y el extranjero. (En la imagen, el Palacio de  Villareal y Purullena, en la actualidad).

Luis Goytisolo Gay nació el diecisiete de marzo de 1935, en Barcelona. Hijo menor de una familia de escritores, es hermano del poeta José Agustín y de Juan Goytisolo. Su gusto por la lectura y la escritura fue muy temprano y comenzó a escribir dos novelas a los once años, a partir de entonces fue su tío Luis el que le seleccionó las lecturas y le introdujo en la afición a la narrativa norteamericana. En 1953 inició sus estudios de Derecho.

En 1958 se inició formalmente su carrera literaria cuando ganó la primera edición del premio Biblioteca Breve con su novela Las afueras, aunque ya había sido galardonado en 1956 con el premio Sésamo de cuentos. Fue uno de los miembros más activos de la Escuela de Barcelona, núcleo básico y germen de la Generación del Cincuenta.

luisgoytisolo_puertosantamariaSu obra de cariz experimental y de una gran exigencia literaria no siempre ha tenido el apoyo merecido por parte de un amplio público lector, si bien sí ha disfrutado de un reconocimiento unánime por parte de la crítica.

ACADÉMICO DE LA LENGUA.

Su labor periodística se ha desarrollado tanto en la prensa nacional, es colaborador habitual de El País, como en la extranjera. Asimismo ha colaborado también con el medio televisivo y es autor de las series documentales producidas por TVE: Índico, y Mediterráneo. En 1994 fue elegido académico de la Real Española de la Lengua para ocupar la vacante, el sillón “C”, del poeta Luis Rosales. (En la imagen, Luis Goytisolo).

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El Club Deportivo San Eloy, en la década de los cincuenta del siglo XX, posiblemente  en el Campo del Retiro. Fila superior, Carlos González Orihuela, José Ruiz de Velasco, Ángel Medina Cachero. Fila del centro, Pelayo Picardo García, Isidro Sánchez García-Figueras, Eduardo Díez Vergara. Fila de abajo, Matos Copero, NIcolás Medina Cachero, Mateo Benítez Oliva

El abogado, periodista y político liberal Ángel Urzáiz Cuesta, nació en nuestra Ciudad en 1856, hijo del brigadier de de la Real Armada y secretario del Rey Antonio de Urzáiz y Castro (de origen navarro) y de María de los Dolores de la Cuesta y Núñez y murió en Madrid el 1 de mayo de 1926, con 70 años. Después de un período de estancia en Vergara, pasó a vivir en Madrid, donde estudió Derecho, al tiempo que alternaba sus estudios con trabajos para la Prensa, en medios tales como El Correo, Los Debates y la Revista de España. En 1908 fundó el diario La Voz de Vigo, de carácter liberal.

Quien conozca algo de la historia pontevedresa caerá en cuenta de lo trascendente de una operación que dará al distrito vigués su diputado casi vitalicio y su gran cacique, superinfluyente, desde aquí hasta su muerte: Urzáiz e Iglesias Añino, respectivamente. Aquel año de 1881, de hecho, comienza el turno formal a nivel de la gran política, pero se inaugura también la permanencia caciquista al otro nivel de la política "menuda", tan inexplorada, comúnmente, por los historiadores. Tan reveladora.

adelacadaval_puertosantamariaCasado con Adela Cadaval y Muñoz, señora del Pazo de Cadaval de Nigrán, celebró su boda en 1883. Con la entrada de Urzáiz en la familia Cadaval, entró como apellido de varonía en la línea sucesoria del señorío de Nigrán (Pontevedra) --si bien por breve tiempo--, dando lugar a un periodo de especial relevancia social y una definitiva configuración arquitectónica al a partir de entonces llamado Pazo de Cadaval-Urzáiz. Tuvo dos hijos: Elodia y Joaquín Urzáiz Cadaval.Fue diputado liberal por Pontevedra en las elecciones de 1881, escaño que repetiría en todas las elecciones celebradas hasta 1920, siendo nombrado por el Rey Senador con carácter vitalicio en 1922, permaneciendo apenas cuatro años hasta su fallecimiento en 1926. Su primer cargo público fue el de Gobernador de Córdoba, para luego ser Intendente en Cuba, mientras fue española.

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Suelto satírico dedicado en ABC a Urzáiz

El grupo de exploradores de Chamberí
ha elegido presidente a D. Angel Urzáiz.
Y está muy bien ¡que caramba...!
Ser quiso este Urzáiz feliz
jefe y ya lo fué por chamba...
(Es decir, por Chamberí).

Subsecretario de Gobernación en 1887, fue ministro de Hacienda en tres ocasiones, durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena y durante el reinado de Alfonso XIII. La primera vez, con el presidente de gobierno Sagasta, del 6 de julio al 19 de marzo de 1902; más adelante, del 26 de junio al 18 de julio de 1905, asumió la cartera de Hacienda en el Gabinete de Montero Ríos, del que se vio obligado a dimitir por la concesión de determinados créditos destinados a paliar la crisis que se daba en Andalucía; de nuevo accedería al Ministerio de Hacienda el 9 de septiembre de 1915 en un Gobierno formado por Romanones y en que intentó realizaciones importantes referidas a la Ley Azucarera, a la de Alcoholes, Comunicaciones Marítimas, Deuda Exterior y otras; pero el 25 de febrero del siguiente año 1916 debía dejarla, ya que Romanones designó a otro Ministro para el cargo.

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La calle Ángel Urzáiz, un estrecho callejón que cruza la calle Larga a la altura del Hotel Monasterio.

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Fila superior, de izquierda a derecha Paco Rodríguez Artola, José Luis Osborne Domecq, José Buzón, José García Aguilar, en el fondo Manolo Navarro, luego Antonio Buzón hermano gemelo de José, Tomas Osborne Domecq, Joselete, detrás Pepe Simeón y Jerónimo Lara Izquierdo. Sentados, Pepe Lojo Espinosa, Juan García Cressi, Enrique Astorga, Manolo Anelo, Manuel Mena y Juan Gallardo.
Homenaje que, organizado por los trabajadores de Osborne, se celebraba anualmente a los empleados de dicha Bodegas que se jubilaban en el año, a la que también su sumaban algunos accionistas, como en la fotografía. En esta ocasión, el 18 de mayo de 1984, en el Bar que tenía Pepe Simeón en la antigua Feria de la Puntilla junto a la Caseta de Tierra, Mar y Vino. (Foto: Colección F.O.C.)

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La Casa de los Diezmos, cuando era posada de la Giralda de Sevilla, con un coche de 'Romerito'. (Foto Rasero. Archivo Municipal).

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La Casa de los Diezmos, en una foto de esta semana, tras la reforma. (Foto: J.M.M.)

Vieja y popular plaza ésta, cuya denominación tal vez arranque de la herrería que Juan Ruiz tenía aquí establecida a comienzos del siglo XVI, en la esquina de la calle Misericordia. El peculiar sonido de la fragua debía de recordar constantemente a vecinos y transeúntes que ciertamente se hallaban en la plaza de la Herrería, así como otra sita en la calle Sardinería, hoy Javier de Burgos, propició años después el traslado del primer convento de San Antonio de Padua a otro lugar menos ruidoso.

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Vista superior de la Plaza de la Herrería, antes de la reforma. (Foto: Ale Renedo).

También llevó de antiguo los nombres de plaza de la Portezuela y del Caño de la Villa, en referencia a la obra de canalización que recogía las aguas inmundas que bajaban de las calles Ganado y Ricardo Alcón, para su desagüe en el río. Se conoce que, en 1643 se restauró el caño y que en 1735, ante su incapacidad para absorver el agua, con la consiguiente falta de salubridad en la plaza, fue reconstruido, por lo que fue necesario derribar dos casas que se levantaban en medio.

casadiezmos_giraldillo_puertosantamariaCon los años se atildó su aspecto y se empedró, llegando a acoger festejos públicos. Aquí se celebraron corridas de toros desde 1746 --cuando se trasladaron desde el Polvorista-- hasta 1769, año en que se construyó en el ejido de San Francisco la primera plaza de toros con que contó El Puerto de Santa María.

En uno de sus frentes se encuentra, reformada, la Casa de los Diezmos, donde en los siglos XVII al XIX se almacenaba la décima parte de la producción agrícola y ganaderra que la sociedad civil estaba obligada a reservar para la manutención de la iglesia. Sobre la portada conserva una representación de la Giralda y dos azucenas, símbolo de la diócesis de Sevilla, de la que dependía el priorato portuense. (En la imagen, detalle de la portada de la Casa de los Diezmos; en la parte superior podemos observar el giraldillo y las azucenas. Foto: Vicente Utrera y Alberto Trigueros).

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Edificio que se encontraba en el actual local de Romerijo, que tuvo atribuido, durante años, la sede de la Capitanía General de la Mar Océana, acaso porque fuera residencia de Don Claudio Macé de la Gravelais, Mariscal de Campo de los Reales Ejercitos que ejerció como Gobernador Politico y Militar de la ciudad desde 1782 hasta 1796, fecha en la que su avanzada edad -tenía 73 años- le obligó a dejar el cargo, mejor dicho, los cargos pues simultabeaba el indicado con la dirección de la Capitanía General del Mar Oceano, siendo el VII de los Capitanes Generales y último de los que residieron en El Puerto. (El dato nos ha sido facilitado por Antonio Gutiérrez Ruiz). En los bajos del edificio de la derecha, se encuentra el 'Bar La Draga' y una heladería. (Foto: Monclova. Colección Carlos Pumar Algaba).

lacochera_oleoslienzo_86x101cms_juanlaraFue entonces la Herrería lugar de continuo tránsito de carros y carretas que llegaban a depositar los frutos y provechos de tierras y ganados.

En el solar que ocupa Romerijo se levantaba, hasta que a fines de los años sesenta se derribó, la imponente sede de la Capitanía General del Mar Océano, recuerdo perdido de aquellos tiempos en el que El Puerto fue el centro de la actividad militar naval de España.

Antiguamente, el acceso de la plaza por la zona de la Ribera era más amplio, no existiendo ningún edificio frontero a la Capitanía. Aun recordarán muchos portuenses la cuadra de coches de caballos de alquiler que estuvo hasta los años sesenta en la antigua Casa de los Diezmos, propiedad del célebre Juan Romero, Romerito. (En la imagen, 'La Cochera', 86x101 cms., óleo sobre lienzo obra de Juan Lara).

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Noménclator de las Calles de El Puerto. Pg. 2. 15 de agosto de 1936. (Archivo Municipal).

También se designó a la plaza con los nombres de Juan Vega, Cordonero y Federico Ferrer en 1895, a la memoria del industrial y gran benefactor de la ciudad fallecido este año, residente aquí durante mucho tiempo. El nombre tradicional de la Herrería se recuperó oficialmente en 1979. (Texto: Enrique Pérez Fernández).

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Imagen de la Plaza de la Herrería, durante las obras auspiciadas por los planes de empleo de la Junta de Andalucía, tomada el 14 de abril de 2009. (Foto: Carlos Pumar Algaba).

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En la imagen, Pascual Castilla, (nótula núm. 117 en Gente del Puerto) Presidente de la Asociación Provincial de Mandos Intermedios, cuando era responsable del Restaurante 'El Patio' atendiendo a unos clientes, ubicado en la Casa de los Diezmos, y que ocupaba gran parte de la planta baja del Edificio. En la actualidad, una heladería, sendos pubs y un mesón asador, ocupan la planta baja del edificio, además de un almacén de servicios generales perteneciente a Mariscos Romerijo.

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Acuarela de la Plaza de la Herrería, (75x55cms. original de Juan Lara), qur refleja el bullicio de personas, monturas y demás bestias que se concentraba en dicho espacio y su entorno

TOROS EN LA PLAZA DE LA HERRERÍA.
«Nos consta que en 1746 ya hacía varios años que venían celebrándose corridas en un nuevo espacio abierto: la Plaza de la Herrería. Y lo sabemos precisamente por un pleito que surgió a cuenta de los andamios de la nueva plaza. Este circo de la Plaza de la Herrería era sin duda el que se conocía con el nombre de Plaza de Galeras. Hay que pensar que los edificios que cierran aquel espacio por la parte del río no estaban todavía construidos, de modo que la Plaza se asomaba en semicírculo a la marina, precisamente por aquella parte donde estaría enclavado el antiguo muelle de las Galeras Reales. El andamiaje de circo, levantado seguramente en medio de la Plaza de la Herrería, se asomaba así, por el otro lado, a la explanada que bordeaba la orilla del río, entonces, claro, sin canalizar, y mucho mas cerca del caserío que hoy en día. El Archivero Municipal Juan Cárdenas nos habla de esta Plaza, donde ya en 1744 se celebraban corridas de toros, Plaza “que habilitaban con andamiajes, donde afluían espectadores de todos los pueblos inmediatos, proporcionando pingües ganancias a las empresas'.

plaza_herreria_oleoslienzo_100x133_juanlara-copiaPero la referencia documental que nos confirma la existencia de esta Plaza es el expediente promovido por el Convento de Padres Agustinos de esta ciudad, con motivo de “haberse formados andamios con perjuicio de unas casas de sus propiedad en la Plaza de la Herrería”. Al parecer, y con motivo de las fiestas por la subida al trono del rey Don Fernando VI, los Caballeros Diputados de la Ciudad determinaron celebrar varios días de toros, y para ello eligieron la Plaza de la Herrería, “en el sitio donde siempre se había acostumbrado”, según frase literal de uno de los documentos, lo que viene a confirmar la existencia de una tradición firmemente enraizada. (Texto: Manuel Martínez Alfonso).

(En la imagen, vista de la Plaza de la Herrería, desde los soportales.  Óleo sobre lienzo 100x133 cms., original de Juan Lara).


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migueldelpino_puertosantamariaMiguel del Pino nace el 20 de julio de 1920 en la calle de la Fuente. Su hermano Manolo, “El Niño del Matadero” novillero, fue quien le inculcó la afición por el mundo del toro. Lo tenía en muy alta estima, era su referente en la familia, huérfana de padres, y  en el toreo.

Con diez años se estrena en los espectáculos taurinos (aquel fue un espectáculo entre cómico y serio), dando muerte a un becerro de la ganadería de Francisco Chica, con reses procedentes de la Ganadería de Villamarta, el 10 de agosto de 1930. En los carteles aparecía como “Niño del Matadero II» alternando con Antonio Suárez. Su hermano Manolo fue el Director de Lidia. En noviembre, el día 16 del mismo año, aparece de nuevo en los carteles, aunque solo anunciado con la letra “M”, dado que los menores de 16 años no podían torear. Como quiera que la autoridad gubernativa se dio cuenta del ardite, no autorizaron el festejos, siendo sustituido por su hermano Manuel, aunque Miguel salió a dar unos lances al novillo.

CON LA EDAD REGLAMENTARIA.
La Guerra Incivil impide su desarrollo como torero. No es hasta el 17 de octubre de 1937,  con toros de la Marquesa Viuda de Villamarta, que Miguel aparece con todas las de la ley en la Plaza de Toros de El Puerto.

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Miguel del Pino, con apenas 10 años, con su hermano Manolo, al quite por lo que pudiera pasar. (Foto Sánchez Pérez. Plaza Real. MMA).

Allí cortará dos orejas y el rabo al becerro que toreó en el Festival celebrado a beneficio del llamado Auxilio Social en el que actuó junto a Manolo Rodríguez, de Cádiz; José Blanco, de San Fernando y su hermano Manolo, que aparece como una sombra protectora del joven torero. Hizo Levante, que no deslució del todo la fiesta. La costumbre de pedir la llave del toril la hizo la amazona Charo Jiménez Hernández, a la que acompañaba el entonces joven pintor Juan Lara Izquierdo. La presidencia femenina estuvo compuesta por María Paulina Varela Gilabert, Luli Martos Cepillo, Angeli Lara Febrés y María Teresa Jiménez Hernández.

En 1938, el 3 de julio, se estrena con un traje de luces en la vecina población de San Fernando, otra vez con José Blanco y con Paquito Casado y con novillos de Villamarta, siendo un éxito en cuanto a trofeos. Y vuelta a El Puerto junto a Paquito Casado y Paz Domínguez, también en julio.

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Miguel del Pino, acariciándole el pitón al toro... (Foto: Plaza Real. MMA)

El año que finaliza la guerra torea en El Puerto con picadores: el 16 de julio de 1939, con toros de Muruve. En aquel espectáculo tiene por compañeros a Rafael Ortega “Gallito” y Pepe Luis Vázquez. Mala suerte: “Peleón” su primer novillo y tercero de la tarde le causó una grave cornada en la garganta. Y al año siguiente, en 1940, con apenas tres novilladas se presenta el 15 de agosto en Madrid, junto a Rebujina y Manuel Calderón. Una semana después, también en Madrid, alternará con “Gallito” y “el Boni”, luego vendrían las plazas de Sanlúcar, Jerez y Sevilla.

mdepino_alternativa_puertosantamariaLA TEMPORADA DE 1941.
Con 46 espectáculos en 1941, ese año será el mejor para la carrera del torero. Mató 97 reses, cortó 66 orejas y 12 rabos. Fue en el último tramo del año cuando se sitúa en el primer puesto del escalafón de los novilleros. Destacó la corrida en Zaragoza, el 8 de junio, con tres vueltas al ruedo en el primero y las dos orejas y rabo en el segundo; lo llevaron a hombros hasta la Basílica del Pilar. El 21 de agosto, en la capital de España, durante un mano a mano con “el Boni” da ocho vueltas al ruedo y consigue tres orejas. En 1942 torea 3 espectáculos menos: 43. (En la imagen de la izquierda, recibiendo la alternativa de manos de Manolete. Foto: PLaza Real. MMA).

1943: LA ALTERNATIVA.
En Algeciras, el 14 de junio de 1943, recibe de manos de Manuel Rodríguez “Manolete”, la alernativa, ante Pepe Luis Vázquez, con el toro “Clavellino”, de la ganadería de Juan Enrique Calderón (procedencia de Veragua). Brinda el toro a Carlos Terry, obteniendo las dos orejas y el rabo. En El Puerto, el 15 de agosto del mismo año, actúa ante sus paisanos en la Plaza Real, junto a “Manolete” y “el Andaluz”. Los toros fueron de la ganadería de Carmen de Federico. Termina la temporada con solo siete corridas.

mdepino_pitonapiton_puertosantamaria1944: UNA GRAVE COGIDA.
El 8 de junio, durante una corrida del Corpus en la plaza de toros de Cádiz, Miguel del Pino resulta cogido grave, al darle unos lances con la capa al sexto de la tarde, de la Ganadería de Isaías y Tulio Vázquez. Miguel pierde las corridas contratadas, entre ellas la confirmación de la alternativa. que retrasará hasta el 12 de octubre de 1944, con toros de Concha y Sierra, la recibe de manos de “Gallito”, completando el cartel “el Albaicín” y el rejoneador portugués Simao da Veiga. (En la imagen, portada de la revista humorística y taurina, De Pitón a Pitón).

Miguel guardó siempre silencio, al menos públicamente, de por qué no vistió el traje de luces en 1945. En la Enciclopedia del Toreo, el Cossío, dice en su biografía que «si alguna vez pudo hacerlo, fue recusado por quien podía imponer su voluntad». Tres corridas al año siguiente a pesar de su espectacular reaparición, cuatro en 1948, con una grave cogida en El Puerto el 29 de agosto. En 1949, agotadas las posibilidades de torear en Venezuela, Miguel ve que no recupera el sitio que siempre tuvo, y a partir de entonces solo toreará en festivales, cada vez menos. (Foto: Plaza Real. MMA)

cartel-feria-1948PRIMERA REAPARICIÓN COMO NOVILLERO.
Miguel no cejará en su empeño y reaparecerá como novillero en 1953. Y de nuevo surge la expectación en El Puerto y los triunfos en las plazas. No son muchos los espectáculos en los que torerará tres corridas en El Puerto y una en Sevilla. En 1954 son seis las novilladas y en 1955 se reducen a dos. Un éxito fugaz, pero éxito al fin, aunque no lo que quiere el torero. Miguel lo deja. ¿Que Miguel del Pino lo deja?. (En la imagen, cartel de la Feria de 1946. www.laplazaral.net).

SEGUNDA REAPARICIÓN: 1959.
«Vuelvo porque siento nostalgia de los ruedos. Porque soy un enamorado de mi profesión y tengo unas ganas de torear que no puedo reprimir», afirma a la prensa a la que, cuando le pregunta si la edad es un obstáculo, dice que «los toros no piden el carnet de identidad». El 24 de mayo de 1959 reaparece junto a dos jóvenes novilleros: Antonio González y Emilio Oliva. Miguel tenía entonces 39 años. Ambos le brindan el toro a nuestro torero y él les devuelve el brindis en la muerte de su segundo. Sin mucha suerte. La faena la bordó en el primero de su lote con dos orejas y el rabo.

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De izquierda a derecha, Paco Camino, Miguel del Pino y emilio Oliva, en la última corrida celebrada el 21 de junio de 1959. (Foto: Plaza Real. MMA)

Una segunda corrida, la última, con toros de José Luis Osborne, en la terna junto a Emilio Oliva y Paco Camino, sería el 21 de junio del mismo año, donde Miguel es golpeado por el toro, y sangra de forma violenta por boca y nariz, aunque consigue matarlo y dar la vuelta al ruedo.  En su cuarto toro, Miguel es enganchado y volteado, con resultado de fractura del brazo izquierdo y la nariz, heridas y magullamientos. Allí llegó el final, pero con vida.

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Miguel del Pino, de ujier en el desaparecido Teatro Principal, durante una celebración de las Fiestas de la Hispanidad. En primer término, el mantenedor de las Fiestas, Almirante Gener Cuadrado y la Reina de las Fiestas. A la derecha, Serafín Álvarez-Campana. (Foto: Archivo Municipal).

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Miguel recibe de la insignia de la Ciudad  impuesta por el alcalde, a la sazón, Manuel Martínez Alfonso, el 09 de octubre de 1976, durante un Festival Homenaje en el que participaron primeras figuras del toreo. (Foto: Archivo Municipal).

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Paseíllo de los diestros que colaboraron en el Homenaje a Miguel del Pino celebrado en la Plaza de Toros, en octubre de 1978. Podemos ver a Manolo Vázquez, Rafael de Paula, Miguel Baez 'Litri`, entre otros. (Foto: Archivo Municipal).

Miguel continuaría en activo en el mundo del toro, como asesor de la presidencia de los festejos en la Plaza Real, mientras compatibilizaba su trabajo como ujier en el Ayuntamiento portuense. El que había sido figura en los ruedos y protagonista de los festejos, ahora ayudaba a dar brillantez a otros actos y festejos de la ciudad que lo vio nacer. Murió el 9 de julio de 1992, a punto de cumplir 72 años.

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miguel_nino_bengala_puertosantamariaUn día del mes de julio de 1958 conocí a un venerable gitano. Se llamaba Miguel Niño Rodríguez "El Bengala". Estaba sentado, al fresco, en el sardinel del zaguán de su casa en la calle Pagés del Corro de Triana. Me dijo, nada más conocerme, que él descendía de El Puerto y le presté gran atención. Me contó que su tatarabuelo fue Pedro Niño Boneo "El Brujo", nacido en El Puerto en 1819 y artífice de una siguiriya y una toná que llevan su nombre y que eran desconocidas por todos. "El Bengala" las conservaba y dio cuenta cabal de ello en la III Fiesta del Cante de los Puertos en 1973. Conocía, además, la toná de los Pajaritos y un sin fin de romances de tipo épico e histórico que debía a su memoria y a la tradición recibida de, por lo menos, su tío bisabuelo, Juan José Niño López, el más completo romancista que se ha conocido en todo el mundo hispánico y que había nacido en El Puerto en 1859.

La familia de "El Bengala" marchó de El Puerto a Sevilla, por una cuestión que tuvo su tatarabuelo con un tal Joaquinillo El Farolero, cuya historia cantaba “El Brujo” como un león herido, cada vez que se acordaba de que a su hija Salud la había perdido el tal Joaquinillo:

miguelninoelbengala3_puertosantamariaPor tristes cuarenta reales
Y unos zapatitos moráos,
Joaquinillo El Farolero
Tu jardín ha marchitáo.

(Dibujo a la izquierda de Miguel Niño, de LSA).

En Sevilla, se instalaron, primero, a la calle Artemisa, en la Puerta Osario, donde tuvieron fragua y, luego, se incorporaron a Triana, donde se vivieron  en la calle Pureza, 127 y pusieron fragua en el Monte Pirolo y, luego, en la Huerta del Carmen, en el mismo sitio donde ahora está la Torre de los Remedios y antes la Sala de Fiestas “El cortijo de El Guajiro”.

Allí estaba la fragua de Manuel Sacramento Niño, su abuelo:

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¿Qué es aquéllo que reluce
por cima de aquellos cerros?
Es la fragua e Sacramento
Que está machacando hierro.

(A la izquierda, 'el Bengala', vestido de luces).

"El Bengala" fue novillero, banderillero en la cuadrilla de su primo Joaquín Rodríguez "Cagancho", ayudante de fragua (machacador y follador --de fuelle--) modelo en la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, vendedor de aceitunas en el mercado de la calle Feria, cantaor de ventas y colmados, camarero, albéitar, además de corredor de cuatropeas.

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(En la imagen de la izquierda, José Miguel Carmona, de Ketama).

Estaba rebelado porque su hijo Joaquín le había salido boxeador y llegaba a su casa con unas palizas mortales y la cara echada abajo. Sin embargo, bendecía el que su hija Amparo fuera bailaora y se casara con el guitarrista Pepe "Habichuela" que, a la postre, fueron padres nada menos que de Josemi Carmona, el de "Ketama".

Con "El Bengala" tuve una grandísima amistad. Me relataba toda su genealogía portuense desde un oscuro Pedro Niño Ximénez, nacido en 1621, hasta él mismo, como un escolar recita la lista de los reyes godos. Cuando en 1974 yo lo tenía anunciado para la IV Fiesta del Cante de los Puertos, me llegó un telegrama diciéndome que no podría actuar porque se encontraba mal. A los pocos días murió y yo no me lo creía, porque para mí que era inmortal. (Texto: Luis Suárez Ávila).

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franciscolameyer_deraimundomadrazo_paris_1866Pintor, dibujante y grabador, Francisco Lameyer y Berenguer, nace en El Puerto de Santa María en 1825, localidad a la que llegó su abuelo, natural de Bremen, como vicecónsul de Prusia. En 1839, Lameyer llega a Madrid, traído por su tío el general de la Armada Dionisio Capaz, al quedar viudo. Con catorce años Lameyer ingresa en los talleres de Vicente Castelló. Su facilidad para el dibujo, le lleva rápidamente a colaborar en publicaciones de la época y en 1841 se matricula en la Academia de San Fernando, hasta 1843, dejando constancia por un ejercicio que allí se conserva y firmado al reverso por su maestro, Juan de Ribera. En aquel tiempo, contrajo matrimonio con Isabel Soriano, sobrina del Conserje de la Academia y tuvo dos hijos, Francisco de Paula y Alfredo, muertos ambos a temprana edad. (En la imagen, Francisco Lameyer, en un cuadro pintado por Raimundo Madrazo en París, en 1866).

Aquel mismo año 43 ingresa en el Cuerpo Administrativo de la Armada, ocupación militar que le llevará en 1848 hasta Roma - una vez eliminado en las oposiciones como pensionado en la lameyer_firma_puertosantamariaAcademia - para socorrer al Papa Pío IX en la revolución italiana y en 1854 como destinado en Filipinas, en su aifición por los viajes a países exóticos para descubrir el Lejano Oriente. (A la izquierda, firma del pintor).

Ascendido a Comisario de Guerra en 1856, y Ordenador de Pagos del Apostadero, regresa a España en 1859 para abandonar por motivos de salud su carrera militar en 1861. La fortuna dejada tras el fallecimiento de su tío Dionisio Capaz, le posibilita viajar hasta África en 1862, tras la guerra hispano-marroquí, para coincidir con Fortuny en 1863.

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Su viaje con Fortuny a Marruecos hará que el colorismo y los temas árabes sean sus favoritos, como el Asalto a un barrio judío, en la imagen. El estilo suelto y rápido de Delacroix también le llamará la atención. De su producción sólo conocemos unas diez obras, destacando sus copias de Goya y sus litografías en un estilo totalmente goyesco.

moroscorriendolapolvora_1860_museolazarogaldianoDe vuelta a Madrid, alterna prolongadas estancias en París junto a la familia Madrazo. Una larga enfermedad le lleva a fallecer en Madrid en 1877. Francisco Lameyer forma con Leonardo Alenza y Eugenio Lucas la escuela madrileña costumbrista llamada de "veta brava" en la estela dejada por Francisco de Goya a innumerables seguidores, pero su encuentro con Fortuny en África y su admiración por Delacroix le llevarán al orientalismo como estilo y temática predilecta. (En la imagen, 'Moros corriendo la pólvora'. Museo Lázaro Galdiano. 1860). (Texto: Fernando J. Martínez Rodríguez).

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Boda Judía en Tánger. Madrid. 1875.

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Interior con moros.

Francisco Lameyer tiene una calle rotulada a su nombre en la Barriada Durango.

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Anzonini_puertosantamariaEn una fiesta que se celebró en Cádiz por los años 1928 o 29, Federico García Lorca, relató que allí estaban los Florida, esto es Los Melu, "Que la gente cree carniceros, pero que en realidad son sacerdotes que siguen sacrificando toros a  Gerión". Carniceros, tablajeros, jiferos, gandingueros, matarifes, cabestreros, mozos, porteadores, carreros de todos los mataderos municipales de la Baja Andalucía han sido los forjadores de  este imponente tinglado que es el arte flamenco, en cualquiera de sus vertientes. Cuando yo, por los años 70 organizaba la Fiesta del Cante de los Puertos, no enviaba los carteles y los folletos a los Ayuntamientos de la zona, sino a los Mataderos Municipales. Precisamente porque allí estaban los destinatarios de esas proclamas y no en las oficinas, ni en los despachos de los alcaldes, de los secretarios, de los concejales...más que nada porque no los tiraran a la .papelera sin oficio ni beneficio para nadie. Los  carteles y los folletos eran enviados a donde tenían que ir. (En la imagen, Anzonini, y a la derecha su mujer, María de los Reyes Suárez, conocida como María 'La Churrasca').

No hace mucho tiempo, cuando uno observaba una reunión flamenca, podía apreciar que sus oficiantes eran los mismos que había visto en el matadero, o en un reñidero de gallos, o en la cuadrilla de un torero, o el torero mismo. Y es que son gentes con un sentido polivalente de la vida. Sus modos y maneras los tenían atados al ritual de la tragedia, de la sangre, de la muerte, de formas muy diversas, pero todas ellas revestidas de arte.

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Anzonini, bailando al centro.

Siempre han sido proclives a ser sedes de las más gloriosas y espontáneas reuniones flamencas, las tiendas del Matadero, o las de las Plazas de Abastos comarcanas. Y es que, acabada la jornada, eran inevitables los cónclaves de gente que lo mismo apuntillaba novillos o toros mansos en la manga ignominiosa, que se apuntillaba la madrugada con una siguiriya, o, en un rapto excelso e increíble ,daba una vueltecita por bulerías y se volvía a sentar, como si tal cosa.

anzonini_malcala_2_puertosantamariaA Anzonini, siempre lo recordaré subiendo y bajando las escalerillas del carro de la carne, después de haber descolgado de un garabato media vaca y echársela encima, sobre la capucha de muselina morena y saco, tinta en sangre, y llevar el cuarto del animal a un puesto de la Mercado de la Concepción. Y eso una y otra vez y así todos los días. (En la imagen, Anzonini, dibujo de M. Alcalá).
El Matadero viejo de El Puerto, el venerable edificio de finales del XVII, obra de Francisco de Guindos, fue crisol de muchos cantes y bailes y testigo impasible de ambiciones taurinas, alguna de las cuales cuajaron con notable éxito y de las que ha quedado perpetua memoria.
La estirpe de los "Titi", Bermúdez de apellido, los López, apodados "Tabares" los González Monje, por sobrenombre "Villegas" y un sin fin de gente flamenca tuvo su sede y su menester en el Matadero portuense. Y precisamente de la estirpe de los "Titi", era Manuel Bermúdez Junquera, por apodo "Anzonini de El Puerto", que nació en 1917, y se crió en la Plaza de Abastos, entre las tablas de carne, las tiendas de Enmedio, Milindri, Rábago, Las Delicias, el Cafetín, Los Pepes y el Matadero.

anzonini_malcala_1_puertosantamariaAnzonini, nunca pude saber de dónde le vino el apodo, rubio, con los ojos azules, tenía facciones típicamente gitanas, a pesar de ello.     Su estatura extrema, su delgadez, daban prestancia a su figura que se crecía, nada más cuadrarse y alzar los brazos, con una majestuosidad increíble. Por su rostro siempre desencajado, sobre cuya frente campeaba un mechón rizado de pelo, la boca huérfana de dientes, pasaban las memorias de sus gentes y de lo vivido. Sus pies paseaban, en un espacio mínimo, un baile rodado por los siglos, doméstico, casero. Nada había estudiado en él; todo era improvisado e irreflexivo. Pero también hondo, como un pozo sin fondo. Y es que en su baile surgía , como de un manantial inagotable, lo ancestral y genéticamente guardado en las entretelas de su persona. Ni había en su porte impostura, ni fingimiento, ni afectación, ni jactancia. Aparecía su baile sin aditamentos ni ropajes espurios, creadora e inconscientemente apegado a la tradición, legítima y genuinamente antiguo. (Otro dibujo de Anzonini, Anzonini del Puerto’, "quant à lui, dansait dans sa cuisine et cuisinait en dansant". Realizado por Miguel Alcalá).

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Manolito de la María, Anzonini del Puerto y Paco del Gastor. En la fotografía, tomada en Madrid en 1964, aparece a la derecha el guitarrista flamenco Francisco Gómez Amaya, más conocido como Paco del Gastor, nacido en Morón de la Frontera en 1944. Sobrino de Diego del Gastor, fue el primero de la dinastía de los Gastor que se instaló en Madrid para ser guitarrista profesional, donde trabajó en los tablaos El Duende y Torres Bermejas. Comenzó su camino, antes, en la finca de Donn Pohren, acompañando a cantaores como Antonio Mairena, Juan Talega, Manolito de la María (en la izquierda de la imagen), Fernanda de Utrera o Perrate. En Madrid fue acompañante a la guitarra de Bambino, actividad que alternó con giras junto a Lola Flores, Fernanda y Bernarda de Utrera, Chano Lobato, Miguel el Funi… En la actualidad y desde hace más de 12 años es el acompañante fijo de El Cabrero y enseña guitarra en el conservatorio municipal de Morón de la Frontera. Phil Slight (Nueva Zelanda, 1932) se estableció en Málaga en 1961. Su amistad con Donn Pohren le abrió las puertas al flamenco de Morón. En 1964, Phil compartió pensión en Madrid con Manolito de la María, Anzonini y Paco del Gastor, cuando formaban parte del cuadro flamenco de la Peña Los Gabrieles de Pohren. (Foto Phil Slight)

Pero, además y por encima, Anzonini era un virtuoso de los pitos, con los diez dedos, que ponían el ingrediente preciso, el condimento adecuado y medido a su baile. De sublimes pueden calificarse los chasquidos de sus dedos, a compás. A nadie he visto tocar los pitos con la precisión y destreza de Anzonini. A nadie.
Jaleador ingenioso y oportuno, cantaor por bulerías y soleares y conocedor de un sin fin de cantes, su casa portuense de la calle Pozuelo 21 se convirtió en el santo lugar común del flamenquerío. Por allí pasó todo el cante, todo el baile.

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Un fotogénico Anzonini del Puerto retratado en Lebrija junto a Fernanda de Utrera (1981). Flamenco Project

Su mujer, María de los Reyes Suárez, con la que se había casado muy joven, compartía la afición y las consecuencias. Hija de Salud Suárez Montoya cantaora de fuste y sobrina de María Suárez Montoya, "La Guapa", bailaora de tronío, María la de Churrasca, como se la conocía, vio cómo un mal día a Anzonini lo arrancaron de su primitivismo atávico, lo colocaron en Madrid, en el Tablao de Los Canasteros y, luego en las Cuevas de Nemesio. Se lo llevaron con Pepita Campos, otra bailaora, ya viejecita, de El Puerto. No obstante, merodeó, e incluso se asentó algún tiempo, en Morón donde se convirtió en maestro de baile, y oráculo flamenco, cosa que también hizo, durante una corta etapa en Nueva York, hasta que recaló por Marbella donde puso una tabla de carne. Allí, una pelagarta extranjera lo terminó de arrebatar para siempre. Pero María, su mujer, fiel, amante desmedida, le dio piadosa sepultura en El Puerto. Anzonini murió el 17 de septiembre de 1983. Desde entonces se ha confundido con su tierra, en un pedazo tan chico, como el que le bastaba para bailar. (Texto: Luis Suárez Ávila).

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