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luisalbertobalbontin_puertosantamariaEl ínclito Luis Alberto Balbontín Márquez (ver nótula núm. 096 en Gente de Cádiz), quien ocupaba la dirección del decano de la prensa andaluza en 1973,  el Diario de Cádiz, hacía referencia en su sección local de 'Cádiz al Día, a una buena noticia para El Puerto, para el muelle de El Puerto, en contraposición con el de Cádiz, que iba a mejorar notablemente la actividad de carga de las instalaciones portuenses. La noticia era publicada  el 7 de junio de 1973. Eran otro tiempos ...

“Es mas que normal que en una zona tan ligada al mar nos tengamos que ocupar, con frecuencia, a todo lo referente al tráfico portuario. Hace unos días comentamos sobre la Memoria del Puerto de Cádiz, y recordarán que nos referíamos a algo tan fudamental como es la antigüedad de las grúas que aquí funcionan. Hace mucho tiempo que se anunció oficialmente la llegada de otras modernas. Gestiones de todo tipo; viajes a Madrid a todos los niveles, presentación del problema a cuantas personalidades nacionales que por aquí desfilaron y ya ven ustedes el resultado. Nada de nada. No podemos comprender las razones máxime cuando el actual director general de Puerto fue ingeniero director del de Cádiz. /En la imagen de la izquierda, Luis Alberto Balbontín.

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Las grúas instaladas en La Otra Banda. En la margen derecha, una abigarrada flota de barcos pesqueros. /Foto: Rafa.

Contrasta este trato con la noticia que nos llega de que en plazo de días serán colocadas en la zona portuaria de Puerto de Santa María, cuatro modernas grúas de 9 toneladas cada una, lo que facilitará una enormidad el tráfico, especialemnte de chapas, importante en esta zona. Entendemos, y nos alegra, el florecimiento portuense y el hecho de haber pasado de 40 o 50 mil toneladas a 190.000, el estar logrando un comercio importante --próximamente un notable cargamento de automóvil--, pero esto no puede quitar el que sigamos lamentándonos de que el puerto de Cádiz no reciba también un trato también acorde con su importancia y con todo ese aumento que nos reflejaban las estadísticas de la mencionada Memoria. ¿que pasa con las grúas de Cádiz?

 

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eugenioruizandreu_puertosantamariaEn mi tiempo de estudiante en las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia, tuve la oportunidad de conocer a grandes profesores que algún día habrá que hacerle una nótula para mostrarle nuestro agradecimiento y a jesuitas entregados a su vocación sacerdotal, auténticos forjadores de hombres, preocupados por la formación integral de la juventud, preparando a hombres y mujeres para el futuro, reflejo de la visión de San Ignacio de Loyola tiene del Evangelio, amar y servir.

A algunos de estos sacerdotes, tuve la oportunidad de ayudarles a misa, recuerdo a los padres González Bueno, Bermudo, Martínez, Guerrero y Ruiz Andreu entre otros. Al padre Eugenio Ruiz Andreu quiero dedicarle esta semblanza de su paso por El Colegio Noviciado de San Luis Gonzaga de nuestra ciudad referida a los años mil novecientos cincuenta y tantos del siglo pasado.

Eugenio Ruiz Andreu nació en Málaga el 25 de Octubre de 1918, recién cumplido los quince años ingresó como novicio en la Compañía de Jesús, concretamente el 26 de Octubre de 1933, año difícil para los seguidores de San Ignacio, los jesuitas fueron expulsados de España por el gobierno de la República e incautados sus bienes. Trasladaron a Bélgica el noviciado y la casa de formación que tenían en El Puerto. Ruiz Andreu, una vez terminado los habituales estudios de humanidades, filosofía y las prácticas de magisterio, cursó teología en la Facultad que los jesuitas tienen en Granada (Cartuja) donde fue ordenado sacerdote el 15 de Julio de 1.948.

LLEGADA A EL PUERTO.
Fue destinado como profesor de oratoria de los jóvenes jesuitas al noviciado y casa de formación de San Luis Gonzaga en El Puerto. Allí permaneció once años desde 1950 a 1961, impartiendo sus clases y ejerciendo con gran aceptación de sus oyentes el ministerio de la Palabra (conferencias, homilías, ejercicios espirituales); aún se recuerda un ciclo de conferencias para hombres en el Instituto Santo Domingo. Hizo la Profesión solemne en la Compañía de Jesús en la Iglesia de San Francisco el 2 de Febrero de 1952.

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Antiguas escaleras de acceso al Colegio, hoy sede de oficinas municipales.

Recuerdo una vez que un amigo me dejó una túnica de la Hermandad de la Flagelación, para poder salir el Domingo de Ramos con ésta hermandad, la indumentaria consistía en una túnica blanca, un escapulario y un cíngulo. Cuando me probé la túnica y el escapulario pude comprobar que me quedaba muy holgada y no me veía bien vestido, mi madre me dice: “Una capa todo lo tapa”. ¿ Y dónde busco yo una capa hoy domingo ¿, le contesto, pregunta en los jesuitas, me sigue diciendo, quizás tenga algunas de los estudiantes. Fui a la Iglesia de San Francisco, estaba el padre Ruiz Andreu, que había terminado su misa y le conté lo que me ocurría, sin decirme nada, ni corto ni perezoso fue al perchero donde tenía colgado su capa y me la entrego y me dijo: “Toma quédate con ella el tiempo que haga falta”. Hoy al recordarlo todavía me emociono.

Recuerdo sus sermones y homilías; una vez, creo, que fue la primera misa del jesuita Joaquín Carretero Gálvez en la Iglesia Mayor Prioral, era un espectáculo escucharlo con la cantidad de metáforas que enriquecía sus homilías y sermones desde el púlpito y sin micrófono. Sus homilías eran claras, densas y profundas; era un orador que practicaba el arte de hablar bien y sobre todo la manera persuasiva y convincente de transmitir con una elocuencia poco común. Sus misas en latin eran perfectamente audibles y sentidas, como si el latín fuese su idioma vehicular. El P. Eugenio Ruiz Andreu impartía clases de oratoria y latín, en ambas materias era un experto y las dominaba perfectamente.

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Una de las clases en el antiguo edificio de los Jesuitas.

Uno de sus alumnos fue el P. Luis Conde Pérez de la Blanca (autor de “La biblioteca del Colegio de San Luis Gonzaga en el Puerto de Santa María 1901-1961”), me cuenta su satisfacción cuando le tuvo como profesor desde 1950-1952 y que juntamente con su competencia enseñando, el entusiasmo que ponía en su tarea de forjar a futuros predicadores del Evangelio. Eran los años preconciliares y apuntaba inquietudes de renovación. Con motivo de la incorporación definitiva a la Compañía de Jesús, le ofrecieron un acto de homenaje en uno de los patios de juego del antiguo colegio de San Luis Gonzaga. Para este acto me dice el P. Luis Conde compuso un soneto; en él, plasmaba de metáforas poéticas, pretendía diseñar su figura de entusiasta formador de jóvenes jesuitas. Con permiso del P. Conde me atrevo a transcribirlo.

Yo le he visto limpiando los abetos
de sus ramas salvajemente prietas,
recortando picudas las siluetas
sobre fondos brumosamente inquietos.?
Yo le he visto por viejos vericuetos,
entusiasta entre jóvenes atletas,
señalando tajante nuevas metas
a mesnadas que bruñen ya sus petos.

Es que quiere forjar un mensajero
con Palabras de siempre en su mensaje,
con bravura de Ignacio caballero

Es que quiere injertar en el ramaje
Vino viejo que brote placentero
Con pujante verdor en el paisaje.

Cuando los jesuitas de El Puerto trasladaron el noviciado y juniorado a Córdoba el P. Eugenio, estuvo algún tiempo en esta ciudad impartiendo las mismas disciplinas que en El Puerto; pero fue destinado al colegio San Estanislao de El Palo (Málaga), donde permaneció desde 1961 hasta su muerte el 15 de Junio de 1996.

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Celebración de los 50 años en la Compañía de Jesús del P. Ruiz Andreu

En 1983 se cumplió los 50 años en la Compañía de Jesús. En el colegio San Estanislao desempeñó diversos cargos: Profesor de varias asignaturas, prefecto de estudios, director técnico del colegio Mayor, consiliario de las asociaciones de padres de familia y antiguos alumnos. En Málaga consiliario de hermandades, predicaciones muy apreciadas, pregones y presentación de carteles de Semana Santa, bodas, y donde quiera que pudiera ser llamado para cualquier colaboración desinteresada. El P. Ruiz Andreu, se fue con una asignatura pendiente, la de no aprender jamás a decir que no a cuanto se le pidiera. A los demás, a los que le conocimos su paso por El Puerto nos queda el grato recuerdo de este hombre, generoso, vitalista, dispuesto, sencillo, lleno de fé, amigo y consejero; un jesuita ejemplar.

Termino esta semblanza, con la transcripción de un trozo de la presentación de un cartel de Semana Santa de la muy Ilustre Hermandad Sacramental de la Sentencia de Málaga, presentado por el Rvdo. Padre Don Eugenio Ruiz Andreu. Podemos ver la elegante forma de expresar sus ideas con una memoria capaz de retener todos los argumentos. Dice así: ¿ Y los cirios…¿ Sólo quedan unos pequeños, humildes cirios que se han encaramado por los brazos de oro de los arbotantes y desde sus tulipas lloran lágrimas rojas de amor, que riman con esos dos macizos de claveles, surtidores de sangre de sus jarrones de oro… Los demás cirios han quedado apagados por el resplandor del Verdadero Cirio Morado de la Sentencia que desde el borde del trono vuelve a gritar: “ Yo soy el Rey porque Yo soy la única Luz del mundo.” /Texto: Francisco Bollullos Estepa.

La Escuela Bosque es una iniciativa que tiene la misión de implantar y difundir el modelo educativo de las escuelas infantiles al aire libre en España, un modelo reglado, pensado para la formación integral de niños y niñas de 3 a 6 años (segundo ciclo de Educación Infantil). Lo innovador de este modelo es que todas las actividades se desarrollan en el bosque, campo o playa. Se asienta sobre la experiencia de las escuelas infantiles al aire libre implantadas con éxito en el centro y norte de Europa, Estados Unidos y Asia.

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Plano del Hospital de San Sebastián a la izquierda, en el centro la calle Postigo y la Basílica de San Juan de Letrán a la derecha.  En el título: " Alturas del Campo de S[an] Juan y S[an] Sebastián cuyas aguas se reciben en la calle del Postigo". Remitido por su autor D. Francisco de Paula Torrejón, capellán del hospital de las galeras de San Juan de Letrán, a D. José Patiño con representación, Puerto de Santa María, 21 de febrero de 1735, y con carta de don Tomás de Idiáquez a don José Patiño, Puerto de Santa María, 29 agosto de 1735. /Con sello del Archivo General de Simancas.

La hija de Felix Rodríguez de la Fuente es hoy en España una de las promotoras de esta iniciativa que, hace 100 años se quiso impulsar en El Puerto en la plaza de San Juan de Letrán, en las ruinas de la basílica y hospital del mismo nombre calle San Juan arriba, donde luego se ubicaron las viviendas de la Marina y los pisos de funcionarios municipales. Esta es la historia que aparece en Diario de Cádiz hace 100 años y 11 días: el 20 de octubre de 2014.

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Pilón de San Juan, a la izquierda, terrenos donde se encontraba la Iglesia de San Juan de Letrán y posteriormente se edificarían los ‘Pisos de los Marinos’. /Foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

“Es de actualidad dar a conocer los orígenes y demás circunstancias del antiguo edificio de San Juan de Letrán, hoy en ruinas, con motivo de la proposición que ha presentado el Sr. Pemán, Diputado a Cortes por este distrito, pidiendo sea cedido por el Estado al Municipio de esta ciudad para crear una Escuela Bosque.”

El autor de la información, de la que no aparece firma, afirma que “el edificio en ruinas fue la primitiva parroquia del Puerto de Santa María”, explayándose en el resumen histórico y su importancia para la Armada, que del citado inmueble hace el que fuera archivero municipal Juan Cárdenas Burgueto, a finales y principios de los siglos XIX y XX.

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Calle de San Juan esquina con Santa Fé. No se había construído aún el Pilón, ya estaba derrumbada la Iglesia de San Juan de Letrán (que da nombre a la calle), empero, no se había tapiado ni replantado el solar que había ocupado dicho templo desaparecido. A la izquierda de la fotografía podemos observar uno de los pilares de la denominada ‘puerta de San Juan’ de acceso a la Ciudad. Ambos pilares aparecen en la fotografía anterior y --cosa excepcional-- todavía están en pie.

“Actualmente”, finalizaba el artículo, están convertidos el hospital y antigua basílica en un gran solar, viéndose en el centro las ruinas o vestigios de esta. El solar tiene buen perímetro para el objeto a que quiere destinarlo el Municipio, además está situado en la parte más alta de la población, lindando con el Ejido de su nombre.

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Inicio del artículo que se cita en el Diario de Cádiz del 20 de octubre de 2o14, hace 100 años y 11 días.

Tiene una superficie de cuatro mil setecientos treinta y cinco metros. El 26 de marzo de 1887 fue sacado a subasta el solar de referencia en la cantidad de pesetas 6.680,25, no concurriendo postor alguno al acto que se celebró en el Ayuntamiento de esta Ciudad, siendo alcalde Manuel Gutiérrez López”.

LA VIRGEN DE LEPANTO.
L a imagen de la Virgen María instalada en la Galera Real española, buque insignia de la Santa Liga en la Batalla de Lepanto en 1571, fue restaurada recientemente por un equipo dirigido por José María Gálvez , encontrándose expuesta en el Museo Naval de Madrid.

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La Virgen de Lepanto antes de su restauración.

La talla, conocida como Virgen del Rosario o Virgen de la Victoria fue un regalo de los aliados venecianos a don Juan de Austria, quien al finalizar su vida militar donó la imagen que le había acompañado a la Cofradía de las Galeras situada en la desaparecida iglesia de San Juan de Letrán, en El Puerto de Santa María, que estaba situada en la plaza del mismo nombre y cuyo espacio, en la actualidad, alberga unos pisos de la Armada Española. La plaza de San Juan fue conocida por haber albergado en su centro uno de los últimas fuentes públicas, el Pilón de San Juan.

En 1854 la imagen tendría un nuevo emplazamiento: la Academia de Guardias Marinas de San Fernando. En la vecina ciudad fue restaurada hace 169 años por Flores Loma, según documento encontrado en el interior de la escultura donde puede leerse 'Esta imagen es la que llevó don Juan de Austria en Lepanto. La restauró el artista Flores Loma en el mes de septiembre de 1854'.

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El alcalde de la ciudad, Alfonso Candón, presidía anoche el acto de colocación de una placa con el nombre de José Morillo León del estudio de la emisora municipal Radio Puerto, en la fachada del centro cultural Alfonso X El Sabio. Con la presencia de la familia de Pepe Morillo (hijos, nietos, bisnietos y sobrinos) el popular locutor de la antigua emisora Radio Puerto, fallecido en 1992, veía así reconocida su trayectoria con la rotulación de estos estudios a su nombre.

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De izquierda a derecha, Raul Capdevila, presidente de El Puerto Global; Alfonso Candón, alcalde de la Ciudad, María Isabel Morillo que habló en representación de la familia y Julio Otero, Coordinador de Contenidos de Radio Puerto.

Durante el acto, habló en nombre de la familia su hija mas pequeña, María Isabel Morillo Sánchez, quien dijo que: “Nuestro padre nos ha reunido esta noche para recordarnos que allá por el año 1954, emprendió la aventura de la Radio: Radio Puerto. Radio, teatro, poesía, un largo etcétera de inquietudes y aficiones que lo hicieron ser una persona comprometida con El Puerto y la cultura de la época. Ese compromiso, le hizo transmitir unos valores que son los mismos que él nos traía a casa y que, junto con nuestra madre, nos inculcó. Esos mismos valores que a nosotros nos inspiran en el día día. Entendemos que esos valores a los que hacía referencia, son reconocidos hoy, aquí, con el descubrimiento de la placa que da nombre a los Estudios de Radio Puerto, ‘Estudio José Morillo León’, Pepe Morillo”.

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Manolo Morillo, Fernando Durán e Isabel Morillo, durante el programa matinal dedicado al locutor en el Estudio de Radio Puerto que desde anoche lleva el nombre de José Morillo León.

Previamente, durante la mañana del día de ayer se emitió desde la emisora municipal un programa especial dedicado a su memoria en el que participaron sus hijos mayor y menor, Manolo e Isabel, al que luego se incorporó José María, conducido por Fernando Durán en el que intervinieron telefónicamente sus compañeras de antena Hortensia Renedo y Juana Salas, así como su amigo, el veterano profesor del Instituto Laboral, ya jubilado, Ventura Lozano Moreno.

No sería este el primer homenaje que recibe en la Ciudad José Lucas Morillo León. Ya en 1999 la comisión de Gobierno municipal acordó dedicarle una plaza en la confluencia entre las calles Postigo y San Juan, una zona que no obstante, al no estar todavía rehabilitada como espacio público, no se ha podido rotular, a pesar del tiempo transcurrido desde la dedicatoria, que incluso aparece recogida desde hace años en los callejeros oficiales del Ayuntamiento.

También en el año 2000 se instauró el premio nacional de Periodismo 'José Morillo León', que fue patrocinado por Unicaja, y en cuya recuperación se está ya trabajando, según anunció el alcalde, Alfonso Candón, durante el acto, señalando que es "un honor" haber podido dar a los estudios de la emisora municipal el nombre de una persona que fue un ejemplo por sus valores y principios, por lo que felicitó a toda su familia.

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Placa descubierta en el exterior del Centro Alfonso X El Sabio.

José Morillo León nació en la calle Santa María el 18 de octubre de 1921. En 1926 perdió a su padre y en 1932 a su madre, quedando huérfano a la edad de 11 años, pasando a estudiar en los Salesianos de Cádiz. Allí aprendió a tocar el clarinete, la batería y otros instrumentos musicales, pero donde realmente se distinguió fue en su afición por la poesía y el teatro, preámbulo éste de lo que iba a ser toda una vida, pues en el mundo del teatro destacó con un grupo de aficionados locales a lo largo de tres décadas. Su vida laboral pasó por los oficios de impresor, oficinista de la Seguridad Social, y por todos los puestos de oficina en la que fue Caja de Ahorros de Cádiz, hoy Unicaja, entidad en la que ingresó como cajero y se jubiló como delegado.

Sus cualidades oratorias descubrieron en Pepe Morillo una innata preparación para el micrófono, y pasó a ser en 1954 el primer locutor de Radio Puerto, emisora del Instituto Laboral.

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Tras descubrir la placa, la familia posando con el alcalde, Alfonso Candón. /Foto: Pedro Payan.

Pepe Morillo capitaneaba desde los micrófonos de la emisora cuantas iniciativas de interés social necesitaban de la solidaridad de los portuenses. Su otra gran afición, el teatro, encontró suficiente espacio en el día a día de la emisora: con la limitación de medios propia de la época, se representaron infinidad de comedias y sainetes de autores locales y andaluces. Agustín Merello, Fernando Gago, Sanchito Sancho, Ortiz o los Renedo eran actores fijos en una plantilla de aficionados a los que Morillo supo ilusionar, tal y como él lo estaba, de forma altruista por y para el esparcimiento y la cultura de El Puerto. /Texto: Teresa Almendros.

Más de Pepe Morillo en Gente del Puerto.
Nótula núm. 336. Primer Locutor de Radio Puerto. Emisora del Instituto Laboral.

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Queremos, en esta ocasión, dar a conocer un pequeño incidente ocurrido hace más de un siglo, que tal vez pudo condicionar junto con otras circunstancias, la vida de un portuense eminente: Ramón Arvilla Colóm, prestigioso empresario vitivinícola, cosechero, criador y exportador, dirigiendo junto con su hermano José María la empresa familiar “Arvilla y Cia.” entre cuyos reputados caldos figuraba el amontillado “Coquinero” que posteriormente comercializará Osborne.

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Republicano vocacional y practicante católico, formó parte de la Corporación local en los primeros años del siglo XX y anteriormente presidió el Círculo Peralista y fue uno de los albaceas de Isaac Peral, desaparecido desgraciadamente para la ciencia, en 1895, y vocal de la primera asamblea de la Cruz Roja local.

Había nacido en El Puerto de Santa María, hIzo ahora 150 años, el 25 de octubre de 1864. Curiosamente, tuvo de padrino de bautismo a su tío materno que se llamaba Cristóbal Colom. Era el mayor de los cinco hijos del matrimonio formado por Manuel Arvilla Azcárate y Dolores Colom del Hierro y nieto del laureado Brigadier de Infantería por sus acciones en la defensa del Trocadero, en la Guerra de Independencia, Manuel Arvilla, nacido en Eraso (Navarra).

detente_1_puertosantamariaLOS 'DETENTE'.
Esta dualidad ideológica del Sr. Arvilla, republicano y católico practicante, originó un curioso intercambio de notas y cartas abiertas con republicanos anticlericales, publicadas en la prensa nacional. La polémica tuvo su origen en una costumbre muy extendida en esos años finales del siglo XIX de colocar una plaquita o chapa metálica de forma ovalada con la imagen xerografiada del Sagrado Corazón de Jesús en la puerta de entrada de las casas, chapas de la que existían distintos modelos, con diversas frases y eslóganes. Se las conocía y nombraba como “Detente” por el texto más popular y extendido que figuraba en muchas de ellas: “Detente enemigo que el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo”. Su simbolismo era claro, proteger de cualquier mal a los moradores de la casa que, al mismo tiempo, se identificaban públicamente como fervorosos católicos y seguidores de esta iniciativa jesuita tan popular.

Vivía el joven y emprendedor Ramón Arvilla junto con su esposa, Victoria Laborde Winthuysen, y dos hermanas solteras, Pilar y Milagros Arvilla, en la casa número 14 de la calle Ganado, que hacía esquina con la de Nevería, una esquina de muy reciente creación al haberse prolongado dicha calle en un nuevo tramo que conectaba y daba acceso al recién estrenado Ayuntamiento. Una de estas chapas estaba instalada en el dintel de la puerta de acceso a la vivienda, dentro del zaguán o casapuerta. Esta inocente incidencia le ocasionó duras críticas en sectores radicales del republicanismo local.

el_motin_satiricoUn correligionario de esa tendencia, de apellido Tomeu, hace ahora 115 años, escribió una carta abierta, publicada en el semanario de difusión nacional “El Motín” del 29 de octubre de 1899, de la que reproducimos el siguiente párrafo: “…aquí, en El Puerto de Santa María, un republicano y federal, Ramón Arvilla, ha colocado en la puerta de su casa esta chapa, símbolo de reacción y carlismo (los soldados carlistas usaban como escapularios estos “Detente”). Concibo que algún republicano, bien por falta de magín o por exceso de pusilanimidad, se atreva a combatir claramente a la iglesia; pero de esto a arrojarse en brazos de la reacción hay mucho trecho, y máxime si el que lo hace es persona ilustrada, que sabe mejor que yo los cadáveres que tiene que pisar y el río de sangre que vadear para ir desde el campo republicano a las tiendas del carlismo… la extrañeza por el acto de referencia ha sido grande, por ser el Sr. Arvilla hasta ahora hombre que ha inspirado a todos los suyos, privados y políticos, con la honradez más estricta; siendo esa la causa de que haya desfilado por delante de su puerta todos los republicanos de esta población; ninguno quería creer lo de la chapa sin verlo por sus propios ojos.”

La respuesta de Arvilla, una de cuyas hermanas había profesado como religiosa en las Madres Reparadoras y que, en esas fechas, andaba más que ocupado en organizar y dirigir una fábrica de electricidad en la vecina ciudad de Sanlúcar, donde había obtenido una concesión municipal, cuyos derechos cedería posteriormente a la Compañía Andaluza de Electricidad (CAE), de la que era accionista, fue rotunda y tajante, reafirmándose en su religiosidad y la compatibilidad de su conducta con el ideario político que abrazaba.

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No conocemos en detalle los perjuicios que, a nivel personal y económico, pudo ocasionarle este incidente. En los años que siguieron todo apunta a que su trayectoria como empresario perdió fuerza y, políticamente, intuimos que también. Algo se puede vislumbrar, anticipado en una semblanza suya que publicó la Revista Portuense, sobre la desilusión, que fue acumulando por esta época, cuando en uno de sus párrafos decía: “No queremos ocuparnos de los desengaños que habrá recibido después, al considerar que gran número de amigos y entusiastas en los años de apogeo de Peral, le abandonaron ruinmente.”

Años después tomaría una decisión trascendente: abandonar El Puerto. En 1909 pidió un préstamo que nunca liquidaría a Pedro Hernández Carrera de 20.000 pesetas, aportando como garantía de pago su casa de Ganado 14, que en esa fecha era de su completa propiedad al haber comprado la parte de su hermano José Arvilla, brillante ingeniero que llegó a ser jefe del Departamento de Industria del Consejo del Monopolio de Petróleos y, políticamente, la otra cara de la moneda, en el año de 1898, cuando sus negocios atravesaban una etapa boyante.

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Postal del Teatro Colon, de Buenos Aires, año en el que se trasladó a vivir a Argentina y de donde no regresó.

Con ese capital, emigró a Buenos Aires junto con su esposa y su único hijo, Manuel Arvilla Laborde, buscando nuevos horizontes, oportunidades y tal vez mayor tolerancia y comprensión en su madurez –tenía 45 años-, sin que hayamos podido encontrar más información de él, salvo la noticia de su fallecimiento, décadas después, allá en Argentina, de donde nunca más volvió. /Texto: Antonio Gutiérrrez Ruiz - A.C. Puertoguía.

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Fotografía aérea con la reconstrucción ideal de la costa antigua, los yacimientos con restos arqueológicos considerados Tartésicos, así como las factorías de salazón de pescado del siglo VI a. C.

Las Columnas consagradas a la divinidad marcaban el fin del mundo conocido. Más allá de las Columnas de Hércules, la oscuridad. Pero, en este lugar, donde se llegaba empujado por los vientos apeliotas, o de Levante, se unían los elementos. Los cuatro elementos conocidos en la Antigüedad: el mar, la tierra, el aire y el fuego. El Mediterráneo y el Atlántico, Europa y África.

Los griegos bautizaron al mundo conocido tras las Columnas de Hércules como Tartesos. Sin embargo, este espacio geográfico era conocido con anterioridad. El Libro de los Reyes (I.10.22; 22.49) describía en tiempos del rey Salomón los viajes a un lugar llamado Tarsis, a comienzos del primer milenio a. C. Aún hay más Tarsis mencionadas en la Biblia, como la del Libro de Isaías (23.I.6). En este texto se refleja la situación de la ciudad fenicia de Tiro en el siglo VIII a. C. y se alude a los barcos que navegaban a Tarsis. Posiblemente en Occidente.

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A la izquierda, anillo de plata encontrado en el río Guadalete que representa la figura de Hércules con su maza. Con toda probabilidad en este mismo marco se desarrolló una de sus mayores aventuras heroicas, el robo de los bueyes de Gerión. Y a la derecha, su impronta. Museo Municipal.

Los periplos realizados por los navegantes de Massalia, actual Marsella, fueron la fuente de información de Avieno, autor latino del siglo IV d. C., para quien la ciudad de Tartesos se encontraba en Cádiz. De la misma opinión fueron otros escritores romanos. Carteia, junto a San Roque, en la Bahía de Algeciras, y por extensión la región limítrofe a las Columnas de Hércules, también estuvo considerada en la Antigüedad como cuna de Tartesos.

No todos los autores clásicos se refirieron a Tartesos como una ciudad. Para el citado Avieno y para Estesícoro de Hímera se trata, asímismo, de un río. Estrabón nos habla del río Tartesos y de las islas de Cádiz, fronteras a las tierras que bañaba el río. La ciudad de Tartesos se situaría entre las dos bocas que formarían la desembocadura del río de su nombre. Este río, cargado de restos de oro, estaño y cobre, se encontraba a dos días de navegación de las Columnas, según cuenta Éforo.

Los escritos grecolatinos deben ser leídos desde el único espacio geográfico coincidente a través del tiempo: la Bahía de Cádiz. En este lugar, los fenicios de Tiro fundaron una colonia que bautizaron con el nombre de Gadir. Los griegos la llamaron Gadeira y a sus islas vecinas Eritheia. En las tierras fronteras a Eritheia y junto a las fuentes del Tartesos, nació Gerión. Este personaje mítico participa en la leyenda de Hércules, quien le da muerte en uno de sus "trabajos". En la desembocadura del Tartesos se encontraba el Arx Gerontis, como nos cuenta Avieno. Los hechos que nos relatan las leyendas griegas los sitúa Hesíodo en Eritheia, o Estesícoro en Tartesos.

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La orfebrería gaditana se distinguía por su exquisita belleza y complejidad, los diseños ofrecen características puramente orientales. La tecnología de los orfebres gaditanos es verdaderamente asombrosa.

Así, los pastos en los que Gerión tenía su ganado parecen, pues, que deben ser los situados en el Valle del Guadalquivir y tierras fronteras a Cádiz. Es aquí, en el litus Curense, o isla de Cartare (ver nótula núm. 2.217 en Gente del Puerto)  según daba nombre Plinio el Viejo, donde se encuentran los yacimientos arqueológicos más importantes en relación con los orígenes de Tartesos y de la colonización fenicia: el poblado de cabañas de Pocito Chico (ver nótula núm. 2.259 en Gente del Puerto) y la ciudad del Castillo de Doña Blanca, dos formas de vida que, desde ahora, serán interdependientes.

En otro mito se nos explica qué fue Tartesos como entidad política. Al menos para los griegos. Un primer rey, Gárgoris, fue recolector de miel. Otro, Habis, daría a su pueblo leyes, además de enseñarle a uncir bueyes al arado, y a cultivar. El longevo rey Argantonio fue comparado con los tiranos de las polis griegas por Anacreonte y Heródoto. Todo esto ha conducido a algunos arqueólogos a pensar que Tartesos, además de una ciudad fue una entidad territorial, jerarquizada y gobernada por un monarca de fuertes poderes políticos y religiosos, donde los líderes serían heroizados después de muertos.

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Collar de cuentas de cornalina del yacimiento de La Algaida en Sanlúcar de Barrameda.

Así pues, fue Tartesos una sociedad de base agropecuaria que comenzaba a comercializar sus riquezas naturales, muy especialmente los metales de Huelva. Muchas son las descripciones latinas de campos y huertas a orillas del Guadalquivir. Se citan cereales, leguminosas, hortalizas, y frutales; así como grandes rebaños de bóvidos. A pesar de ésto, si atendemos a los textos que nos hablan de Tartesos, la base fundamental de la riqueza tartésica era la extracción y beneficio de los metales, principalmente cobre, oro y plata. Esta es la causa de la continua afluencia de foráneos a las costas españolas desde la Edad de los Metales.

El mundo grecorromano elaboró todo un mito de Eldorado en la Europa de la Edad del Bronce. Pausanias nos cuenta que Mirón, tirano de Sición a mediados del siglo VI a. C., construyó un tesoro de más de trece toneladas de bronce tartésico, después de su victoria en los Juegos Olímpicos. Heródoto recuerda como los foceos se hicieron amigos del rey Argantonio, quien les ayudó con plata a financiar la construcción de las murallas de su ciudad, Focea, amenazada por los persas.

La actividad minera sería una de las razones principales para la fundación de Gadir, ciudad que hoy día podemos visitar en Cádiz y el Castillo de Doña Blanca. Los fenicios introdujeron el cobre occidental como sustituto del producido en el Sinaí. Los habitantes del suroeste de la Península Ibérica acostumbraban a comerciar con la costa atlántica, en especial el estaño de las islas Casitérides, en lo que se ha venido en llamar Bronce Atlántico, costas de Portugal, España, Francia, Inglaterra e Irlanda. El hallazgo de la ría de Huelva, un barco hundido cargado de objetos de metal, datado entre el 1138 y el 813 a. C. por radiocarbono calibrado, es buena prueba de lo que decimos.

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Los romeros porteños en peregrinación al Rocío, a su paso por Pocito Chico. En la antigüedad y en la actualidad, el caballo ha representado un papel fundamental en el control de los recursos y del territorio. A nadie escapa la singular importancia que este mítico animal tiene aún en la Andalucía Occidental y sobre todo en esta área, donde todavía se crían en libertad por las marismas.

Tartesos será el punto de inflexión entre el oriente mediterráneo y la costa atlántica, como demuestran las Estelas Decoradas del Suroeste. La ruta del norte, el estaño, es posible relacionarla con el comercio mediterráneo en un sistema económico de gran amplitud. Así, los fenicios actuaron introduciendo grandes cantidades de plata no sólo en Egipto, sino en todo Oriente, como tributo al Imperio Asirio.

Homero indicó que el comercio de las ciudades griegas estaba en manos de los fenicios. En Tartesos, los productos más antiguos griegos los introdujeron los fenicios. La plata era intercambiada por aceite, vino, objetos de arte, cerámica fina, jarros y calderos de bronce, perfumes, alabastrones egipcios, telas de lujo (púrpura), lucernas e, incluso, animales como la gallina o el asno. Pero no fueron estos los únicos intercambios que se produjeron, aquellos que afectan a la mente y el comportamiento humano, como los cultos religiosos, fueron los que realmente debieron transformar a las gentes de Tartesos.

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Reconstrucción de la Cabaña 1 del Bronce Final excavada en el yacimiento de Campillo. Dibujo del pintor Javier M. de Lucas Almeida.

La orfebrería tartésica logró una gran altura uniendo a la tradición del Bronce Atlántico los modos y técnicas traídas por los fenicios. Debieron ser regalos a reyezuelos o, como los tesoros de El Carambolo (Sevilla) y La Aliseda (Cáceres), piezas de carácter sacerdotal. El lugar de fabricación de todas estas joyas debió ser Gadir -como se constata en el Castillo de Doña Blanca-, que continuó con esta tradición, incluso en época romana.

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pepin_cabrales_puertosantamariaJosé Cabrales Campos, conocido artísticamente como Pepín Cabrales nacido en Cádiz en 1936, era un bailaor flamenco que en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado triunfó en tablaos madrileños de prestigio: El Duende, Zambra o Los Canasteros, viajando fuera de España con diversas compañías flamencas. Era también un hombre con gracia, capaz de animar la fiesta. Fue también un extraordinario palmero. A final de los setenta dejó de bailar. En 1979 y 1980 desempeñó la gerencia del tablao La Venta del Gato, retirándose a continuación de la vida pública. Falleció en Madrid en el año 2004.

‘Quien no ha visto toros en El Puerto, no sabe lo que es un día de toros’. “--¿A Joselito se le va a ocurrir eso? Ná de ná, Juanín. Eso fue cosa de Barrilaro con dos de La Ina por encima”. Esta ocurrencia de Pepín Cabrales no extrañaba a nadie. Todo el mundo sabía que este gaditano universal era genial, que su simpatía y la gracia de su trimilenaria Cádiz corría por sus venas como la sal marina de su bahía, y cautivaba a sus amigos.

El Puerto de Santa María y sus días de toros son como son por sus aires, sus gentes y sus carteles. Uno de los más grandiosos ha sido el formado por Diodoro Canorea, Juan Luis Bandrés, Pepin Cabrales, y Enrique Barrilaro, genuino empresario de la histórica plaza de toros. Por entonces era descabellado suponer que un toro de Bandrés y de su socio Sayalero acabaría con la vida de otro gaditano de buen son como Paquirri, que el ganadero donostiarra moriría a manos de la sin razón y que a Diodoro, a Pepín y a Enrique “la comía” se los llevaría por delante.

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Azulejo a la entrada de la Plaza de Toros, en el callejón de la Puerta Grande.

Pues ante la esplendorosa “comía” de las terrazas” de El Puerto se plantaba este cartelazo en día de corrida después del apartado. –-“Qué forma de pedir tenía Barrilaro”, decía Pepín. Qué arte, qué belleza de mesa, y también qué gesto estremecido asomaba en la cara del camarero. ¿A cuánto ascendería la pella esta vez? “--No importa, el toreo es grandeza”, sentenciaba el empresario con torería sacando de su bolsillo el fajillo... no de billetes; el fajillo de entradas de toros para los camareros, para todo el mundo, “pa l’abuelo y pa l’abuela, pa los nenes y pa las nenas”. En aquella época colaba todavía eso de regalar entradas de toros; ahora, si se ofrecen, son capaces de llamar al 091.

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En primer término, Enrique Barrilaro, en el burladero de la Empresa durante el Festival Taurino celebrado el 28 de febrero de 1971, tras el homenaje recibido el día anterior en el Hotel Meliá 'El Caballo Blanco'. Detrás vemos, de izquierda a derecha, al presidente de la Diputación Antonio Barbadillo y García de Velasco, el Gobernador Civil, Luis Nozal y el alcalde de la Ciudad, Fernando T. de Terry Galarza, junto a sus respectivas esposas.

A Canorea y a Bandrés las tensiones de su Maestranza sevillana y de la naviera gaditana se las llevaban las brisas marineras de El Puerto en su alianza empresarial con Barrilaro. Algo más se quedaba por ahí, pero a ellos no les importaba: disfrutaban con su ambiente, con sus toreros y con su Pepín, que les contaba las cosas de Cádiz, de los flamencos de su Barrio de Santa María, de la Caleta, de su “mare” Juana, de su maestro Aurelio Sellés o de Pericón, de las cosas del Beni y del cante por alegrías de Manolo Vargas; les ligaba relatos de Ignacio Ezpeleta e historias del abuelo Caracol el del bulto, y las vivencias con su hijo don Manuel Ortega Juárez, como solía nombrar a Manolo Caracol. Pepín presumía de memorión para los apellidos.

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El empresario taurino Diodoro Canorea

Su ingenio y saber contar hacían las delicias de la mesa y de los que se iban arrimando. Se acercaba la hora de ver a Curro: “--Ay. Romero de mis entrañas”, suspiraba Pepín desde que un día fue a una sin caballos en Puerto Real a ver a su paisano Mondeño y se encontró con un tal Curro Romero.

Al ruedo de la mesa iban soltando magníficos ejemplares, un encierro amplio de cigalas con trapío que miraban con fijeza desde su saltones ojos, mientras sus puntas rozaban los pechos de los avezados diestros. Antes, desfilando en aclamado paseíllo, la rica bahía había abierto el portón para exhibición de garbosos camarones y afiladas bocas de la Isla, los bigotes de langostinos de Sanlúcar se enredaban en vistosa madroñera, los chocos y calamares extendían sus brazos en alto, en cordial saludo a los afamados lidiadores. Cuando el rigor agosteño apretaba contra las tablas se abría la manguera de la Cruzcampo para blanquear con su espuma el piso del redondel y aliviar las gargantas de los afanosos fenómenos de la torería.

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Fotografía tomada en Madrid en el pub 'Snobísimo' donde aparecen Pepe "El Palmera", Gabriel Gómez Campos de la Venta Los Tarantos de San Fernando, el compositor gaditano Felipe Campuzano, el bailaor Pepín Cabrales y el periodista gaditano Fernando Orgambides. /Foto: Venta Los Tarantos.

Cuando ya las cabezas de la gamba blanca de Onuba tapaban los huecos de los zapatos de rejilla de Barrilaro trepando hasta los machos, y la salsa de papas con choco dibujaban chorreras y caireles en su guayabera, se le entornaban los ojos de su faz bonachona en rostro de grana y oro, para sumergirse en profundo y placentero sueños.

Cuando, ya próximo el toque de clarín de su plaza de El Puerto, se despertaba, clamaba, soliviantado, al camarero:

–-“Rápido, por favor, que empieza la corrida. Póngame usted un bol doble de café con leche, una rebaná con aceite, dos croissant abiertos con mantequilla y una botellita de agua”. Entonces Pepín le reprochaba, con jocosa complicidad, que se echara otra vez al ruedo, a lo que Enrique Barrilaro, muy serio y con aires de reprimenda, contestaba:
-–“Mira, Cabrales, siempre que me despierto, yo desayuno...

Vámonos a los toros, a los toros del Puerto...

Puerto de Santa María,
qué sabor a vino viejo
se bebe en cada “corría”...
(M. Martínez Remis)

Texto: Juan Lamarca López. Ex presidente de la Monumental Plaza de Toros de Las Ventas (Madrid).

En la imagen, Miguel Salguero Suárez, patriarca de toda una estirpe de churreros con Charo Salguero Venegas (ver nótula núm. 350 en GdP). Sus hijos tienen un gran parecido, especialmente José Luis, quien mantiene con Tere (ver nótula núm. 093 en GdP) un puesto de patatas fritas en el Parque Calderón (ver nótula núm. 1.228 en GdP) y a veces está en la churrería. La tradición viene de familia del padre de Miguel, Facundo Salguero Junquera y sus tíos.

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En el centro de la imagen, tomada en la Velada del Paseo de la Victoria, con la manga metálica de echar los churros un muy joven Alfonso Romero Núñez, marido de Charo Salguero. Y detrás, la señora que atiende a la clientela es posible que sea Dolores Venegas, esposa de nuestro protagonista con las varillas de freír los bollos.

Según el historiador, Enrique Pérez Fernández, "Aunque no puedo asegurarlo, creo que fue un familiar de Facundo Salguero Junquera, Antonio Suárez Junquera, quien instaló el primer puesto de churros en el Parque Calderón, en 1924, frente al kiosco de Murga.
Al año siguiente quiso de nuevo ponerlo pero no se le concedió permiso, y sí a Miguel Peña Oviedo y otro a su hermano José Suárez Junquera (Bornos, 1874), también en el Parque, entre los dos parterres fronteros a Javier de Burgos, donde José instaló su anafe de carbón y leña hasta mediado los años 30.

En plena guerra civil, en el verano de 1938, fue cuando Facundo puso por vez primera su puesto de masa frita -que decían entonces- en el Parque.

José Suárez a la vez que churrero ejerció de conductor de camiones, según leí en esta noticia que publicó la Revista Portuense sobre un accidente que tuvo en agosto de 1933: “Entre otras notas que quedaron por insertar en nuestra anterior edición, figuraba el dar cuenta del suceso ocurrido en la tarde del pasado miércoles, en que el camión destinado a transportar piedra de la cantera [de la Sierra de San Cristóbal], matrícula PO-107, propiedad de José Blas Núñez y conducido por José Suárez Junquera, cuando se dirigía hacia el puente de San Alejandro, debido sin duda a algún desperfecto en su mecanismo, comenzó a descender hacia atrás hasta venir a chocar con el árbol y el banco de material más próximo al puente, de los existentes en el Parque. Efecto del choque rompió el árbol y parte del banco, viniendo una de las ramas de aquél a dar en la cabeza del anciano Francisco Díaz Lanceta que se hallaba allí sentado, y el que fue asistido en el hospital de una herida contusa de 4 centímetros en la región occipitoparietal, lado izquierdo, que interesa todas las partes blandas hasta el periostio, con mortificación de los bordes, de pronóstico reservado.

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Miguel Salguero, en el centro, probando una copa de vino, y a la derecha, su compadre Manolo Vélez Hidalgo, con gorra. /Foto: Colección Bar Vicente.

Pero volviendo a Miguel, nuestro protagonista, además de trabajar duro con los churros en la Plaza de Abastos, en ferias, fiestas y verbenas, trabajó también en una bodega portuense para suplemental el jornal que sacó a su familia adelante.

Como nos cuenta la que fue su vecina en la Placilla, María Jesús Vela: “Miguel tenía muy buen carácter, siempre sonriendo a la clientela y cantiñeando, tal como su yerno Alonso Romero Núñez. Muy cercano en todo. Aficionado a las peleas de gallos, quizás por su amistad con los hermanos Manolo y José Vélez Hidalgo. Ellos criaban y adiestraban a los pollos y, de hecho, Manolo Vélez y Miguel Salguero eran compadres.

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El puesto que Miguel Salguero tenía frente a la Casa de los Leones, en La Placilla, atendido por su hija Charo y su yerno Alfonso, salió ardiendo y todos los vecinos salieron a ayudarles, por lo que no hubo que lamentar desgracias personales. Coincidió con una Feria cuando se celebraba en Crevillet.

Cuando en la década de los sesenta del siglo pasado vinieron unos misioneros a El Puerto, promocionando las vocaciones, uno de aquellos sacerdotes se parecía a su yerno, Alfonso, al que le pregunté si era su hermano. Éste me respondió afirmativamente, y yo todos los días iba al puesto de churros y le preguntaba por él, e incluso le llegué a escribir varias cartas. Yo, con mis pocos años, creía que era verdad y Alfonso me seguía el juego, contándome las aventuras de su supuesto hermano, y me decía que las cartas tardaban mucho en llegar porque su hermano estaba en el extranjero. Y que fuera buena y que rezara, que un día vendría a verme. Mientras a diario esperaba una carta que nunca llegó. Y así hasta que un día me di cuenta del engaño. Pero Alfonso no lo hacía con maldad. Era un bendito".

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gabrielargumosatrueba_puertosantamariaGabriel Argumosa Trueba es un médico traumatólogo residente en Cantabria, miembro de diferentes corporaciones enogastronómicas, y un gran amante de nuestra tierra, que visita con asiduidad. Mantiene un blog gastronómico ‘Con Sincio’ --frase cántabra que significa ‘con muchas ganas’--, de donde extraemos un interesante artículo, que amablemente nos autoriza a publicar en Gente del Puerto, dedicado a los montañeses, chicucos o jándalos. / En la imagen de la izquierda, el Dr. Argumosa.

EMIGRANTES SUR A NORTE/NORTE SUR.
En estos momentos,  cada día  observamos escenas dramáticas de emigrantes  en sentido Sur  a Norte,  tratando de escapar de las miserias  del continente africano. Hace unos cuantos años, en la mitad del Siglo XX, fue desde nuestro país al centro de Europa, y en el Siglo XVIII-XIX y principios del XX, fue en sentido contrario, donde las gente del Norte de nuestro país, buscaban fortuna en América o en Andalucía. Es muy frecuente “el trasvase”  de ciudadanos de una  provincia  vecina a otras “con mayor movimiento”, por poner dos ejemplos,  los sorianos a Zaragoza o los ciudadanos de Cuenca a Valencia, pero al otro extremo de la península, como son los cántabros, entonces llamados montañeses, a Cádiz y Sevilla, es algo distinto y especial, que en mi criterio se merece una explicación.

HISTORIA.
Si se mira en el diccionario de la RAE: Jándalo. 2. m. Cantb. Persona que ha emigrado a Andalucía y regresa a su tierra.

El diccionario de la Real Academia Española recoge que el jándalo es todo aquel que emigra a Andalucía desde otras regiones y vuelve a su tierra con la pronunciación y los hábitos de los andaluces. Dicho término deriva de la aspiración de la A de Andalucía y lo portan cántabros  que se marcharon a Cádiz o Sevilla, a buscarse un futuro mejor
Ya el  fenómeno migratorio  comenzó a raíz de la Reconquista [El Puerto de Santa María fue repoblado, entre otros, por cántabros, tras otorgarle Alfonso X ‘el Sabio’ la Carta Puebla], que tuvo sus cifras más relevantes en el siglo XIX, del que hay numerosos testimonios y del que aún quedan protagonistas en primera persona y, sobre todo  muchos descendientes.

 

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A la izquierda, portada de Ultramarinos La Giralda, en la década de 1940 del siglo pasado. /Foto: Colección Vicente González Lechuga.

La conquista de América convirtió a ciudades como Sevilla y Cádiz en la puerta al Nuevo Continente, en un foco de riqueza emergente, de comercio y de transacciones de todo tipo. El Norte de la Península  por contra, padecía una crisis de subsistencia global, sobre todo en el medio rural. No había salidas y sus gentes no tenían nada que perder lanzándose al éxodo.

En el destino, en Andalucía, se necesitaba mano de obra y los inmigrantes del norte eran bien valorados. Al principio “iban analfabetos”,  luego les avisaban que era necesario que supiesen leer, escribir y de números. Ganaron peso entonces las Escuelas de Comercio y la emigración empezó a ser más estructural. No fue hasta mitad del siglo XIX cuando surgió el término "jándalo", una acepción fonética que identifica al montañés "andaluz" y que imita la forma de pronunciar la palabra por los nativos de esa zona.

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Ultramarinos La Argentina, en una imagen de 1910.

EFECTO LLAMADA.
A finales del siglo XVIII, y a raíz del éxito social y económico de algunos emigrantes, se produjo un "efecto llamada". Los que habían triunfado eran un ejemplo a imitar y estos  a su vez, preferían a una persona de su pueblo para el servicio doméstico, por ejemplo. Se  formaron  "cadenas", unos propiciaban la llegada de otros conocidos o familiares, al tiempo que se afianzaba la especialización comercial de los montañeses. Por un lado, al frente de tiendas de ultramarinos; por otro, en las denominadas "tiendas de montañés", que eran lo que entendemos como bodegas-bares.

Hay pueblos enteros de jándalos, como Ruiseñada, en las proximidades de Comillas... Y como Ruiloba… Los jándalos han impreso su carácter en estos pueblos. Viene luego la gran región formada por los Valles de Val de San Vicente, Valdáliga (la Giralda en El Puerto) de Caviedes, Cabuérniga y Reocín, verdadera cuna del vandalismo. La zona de  Toranzo (La Flor de Toranzo en Sevilla,  Casa Manteca en Cádiz, que proviene de Selaya, zona cercana) es otro enclave del jandalismo.

santiagocobos_teofilamartinezAlgo que los jándalos desarrollaron los siglos XIX y XX fue la conciencia de grupo, hasta el punto de convertirse en sus respectivas zonas en grupos de presión influyentes, incluso a nivel político. «Estaban bien organizados, en gremios o hermandades. Con la creación de los partidos políticos en el siglo XIX”, estos buscaron su apoyo, lo que se plasmó en que numerosos montañeses promocionasen al cargo de concejal o de alcalde. Llegaron incluso a tener mayorías y la reminiscencia de aquella situación es la alcaldesa de Cádiz desde 1995, Teófila Martínez. /En la imagen de la izquierda, Santiago Cobo y Teófila Martínez, en una de las pocas imágenes públicas de ambos.

De hecho, el portuense grupo hotelero ‘Los Jándalos’ que administra el santanderino Santiago Cobo –esposo de la también cántabra Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz y ex concejala de El Puerto--, es un homenaje a los hombres de su patria chica que han emigrado a estas tierras, también conocidos en El Puerto como montañeses y que, en la actualidad, conforman una importante colonia desde el repoblamiento de Alfonso X ‘El Sabio’.

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Alfonso Ruiz Fernández, en la trastienda de Ultramarinos la Giralda. /Foto: El Arriate.

LOS CHICUCOS, LOS CHINOS DE HACE 100 AÑOS.
Hace unas semanas, Alfonso de La Giralda en El Puerto de Santa María, me dijo: “--Nuestros antepasados eran los chinos de ahora”.

Con trece o catorce años los jóvenes montañeses llegaban a Cádiz, Jerez y El Puerto de Santa María con lo puesto,  dispuestos a trabajar y aprender el oficio en la tienda de un familiar o vecino, previo acuerdo entre éste y su padre. De esta forma no tenían solo una boca menos que alimentar sino que además aseguraban el porvenir de sus hijos. Aquellos niños fueron conocidos en tierras gaditanas como “chicucos”, término que les acompañaría el resto de sus vidas.

Los chicucos (conocidos como jándalos cuando con el paso del tiempo regresan a su tierra) se hicieron dueños de la mayoría de ultramarinos de la zona y en épocas difíciles, como en la posguerra, supieron fiar en las tiendas. Es más, aún a día de hoy, y a pesar de que desde los años sesenta no llega ningún chicuco a la provincia de Cádiz, los gaditanos siguen utilizando la expresión “voy al chicuco” para referirse a “hacer la compra”.

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Las costumbres y los juegos, también vinieron de Cantabria: Bolera del Corribolo, hoy desaparecida, frente al aparcamiento de Pozos Dulces /Foto: Antonio Gil de Reboleño Insua.

Los chicucos  que se vinieron a trabajar a Andalucía con pantalón corto, se pasaron la vida detrás del mostrador del almacén de ultramarinos o una tienda de comestibles, durmieron debajo de ese mismo mostrador sin quitarse el baby de curro rodillo y ahorraron y cuando tuviera un dinero se establecieron como comerciantes, con tiendas que pregonaban poemático su nombres en recuerdo de su tierra: el Valle del Pas, la Flor de Toranzo. Veamos algunos ejemplos.

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Legumbres de calidad de La Giralda: los garbanzos los recomienda el Dr. Argumosa como un potente inhibido de la depresión. El garbanzo contiene gran cantidad de triptófano, un aminoácido precursor de la serotonina, neurotransmisor que produce sensación de bienestar y actúa como tranquilizante para mejorar la calidad del sueño e inducir al descanso. La carencia de este elemento produce ansiedad y depresión. O lo que viene a ser lo mismo: 'Menos hamburguesas y mas garbanzos'.

ULTRAMARINOS LA GIRALDA.
El establecimiento data del siglo XIX. En 1912 lo coge Antonio Ruiz de la Canal, nacido en Caviedes (podemos recordar Casa Cofiño), montañés, como manda la tradición de estos establecimientos, muchos de ellos regentados todavía por familiares, en este caso sus nietos Alfonso y Angelita, que cuando le dices que eres de la Montaña, sus ojos brillan de forma especial.

Una de las pocas tiendas de ultramarinos que perviven en la provincia y además conservando su mobiliario y su personalidad, una verdadera joya de arquitectura comercial en el centro de El Puerto de Santa María.  Tienen un gran surtido de productos y están especializados en cosas como el bacalao salado que traen de Islandia. Tienen también sobaos pasiegos o  quesada (directamente desde Casa El Macho en Selaya) y un gran surtido de conservas, chacinas y quesos (muy buen Payoyo, de lo que doy fe), además de una amplia sección de vinos con importante presencia de jereces y vinos de la zona. Otra actividad curiosa que realizan es que siguen tostando café. Junto al despacho tienen un pequeño reservado donde sirven chacinas y conservas con vino.

En épocas pretéritas de penuria económica, como la posguerra, supieron fiar en las tiendas. Los clientes llevaban lo necesario cada mañana y, a final de mes, liquidaban lo prestado. No se quedaba ninguna casa sin comer. Por eso los porteños, a los montañeses nos aprecian bastante.

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3 generaciones de Vicente Sordo en el Bar Vicente.

Muchos establecimientos de estas características han ido desapareciendo, bien porque no llegan nuevas generaciones de chicucos procedentes de la tierruca, bien porque los hijos de éstos se independizan de la esclava profesión del mostrador. El caso es que ya quedan como reliquias en el tiempo, frente a la globalización y las grandes superficies.

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El Bar Vicente, con una publicidad, entre otras, de Anis y Coñac 'Flor de Valdáliga', de los Gil de Reboleño.

BAR VICENTE ‘LOS PEPES’.
Francisco Sordo Rubín, Natural de Camijanes, llegó a El Puerto de Santa María en septiembre de 1937, cuando tenía 15 años, para trabajar con su hermano Maximino, que días antes de estallar la Guerra Civil se había hecho cargo de El Resbaladero, en 1950 lo tomó Vicente Sordo.

El local mantiene el sabor de siempre, apenas modificado desde los años 20. Detrás del mostrador, hay de todo, como en botica: los anaqueles, cuadros y reclamos publicitarios de detrás del mostrador. Un cartel de Toros con el Niño del Matadero, otro con Paquirri; fotos de José de los Reyes, ‘El Negro’ y ‘Carrurra’, un espejo de ‘Coñac’ Decano, de Caballero; botellas antiguas de vinos de Osborne, un escudo del Cádiz, un cuadro de la vecina Casa de los Leones,…

Allí sigue Vicente y su hijo, como no Vicente también, que podíamos llamar Vicente II (con sentimiento montañés aún)  y III. Al abuelo Vicente le he conocido, pero ya desgraciadamente fallecido. Podíamos añadir en el mismo Puerto de Santa  María, a ultramarinos Diana, bar Santa María  o a Casa Paco Ceballos, entre otros....

bodegas_obregon_taberna_puertosantamariaBODEGAS OBREGÓN.
A esta actividad de comercio minorista hay que sumar otra paralela en las bodegas. Los montañeses entraban a trabajar en ellas, algunos como capataces, y pronto fueron valorados porque tenían buen gusto para catar el vino. Con el paso del tiempo, acabaron quedándose con algunas bodegas en las zonas de Jerez, Chiclana, El Puerto de Santa María, donde todavía hay testimonios destacados del papel que allí jugaron los montañeses.

En Jerez de la Frontera, bodega Vinícola Soto, fundada en 1780. En Sanlúcar de Barrameda, Herederos de Argüeso fundada en 1822, o en El Puerto de Santa María, bodegas Obregón, fundada  en 1935, funcionando actualmente en El Puerto de Santa María,  fundada por J L  González Obregón, en la calle la Zarza, con su fino La Draga. Y funcionando al menudeo a día de hoy,  en el centro del Puerto de Santa María..

Legado y unión de dos zonas tan distantes en la geografía nacional, pero que siguen unidas por recuerdos y costumbres, por ejemplo se sigue jugando al bolo palma, juego tradicional de Cantabria,  en Santoña tienen como patrona a la Virgen Santa María del Puerto el día 8 de septiembre y la patrona de El Puerto de Santa María es el 8 de septiembre. /Texto: Gabriel Argumosa Trueba.

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franciscolopezcamacho_PUERTOSANTAMARIAEl pasado 24 de septiembre, día de Ntra.Sra. de la Merced, se cumplió aniversario del nacimiento --1899-- de Francisco López Camacho, el cual tuvo lugar en la portuense calle de las Cruces. D. Francisco vivió siempre en El Puerto de Santa María, cuyo espíritu heredó y transmitió. Fue hijo de Francisco López González, carpintero en la calle Vicario, y de Josefa Camacho Blandino, inteligentísima y sufrida mujer, de profesión “sus labores”, fenomenalmente cumplidas. Vivió en la mencionada calle Cruces, luego en la de Nevería hasta su casamiento, en cuyo momento mudó a Vergel 8, y finalmente a Luna en donde falleció, en 1991. Casó con Luisa Ruiz Magaña con la que tuvo tres hijos: José (ver nótula núm. 1.733 en GdP) catedrático que fue en el Instituto Santo Domingo, Francisco y Luís.

Dotado de privilegiados dotes humanas y espirituales, estudió únicamente en la Escuela --llamada Escuela Portuense-- de Ricardo Alcon hasta los 14 años, edad en la que su padre consideró que ya estaba en la de trabajar. Así pasó a desempeñar puesto de meritorio, como se llamaba entonces, en el escritorio de las bodegas de José Luís de la Cuesta, en cuyo servicio, transmitido luego a las Bodegas Caballero, estuvo durante casi alrededor de 80 años seguidos. Allí alcanzó puestos de la mayor responsabilidad y confianza familiar, siendo, por ejemplo, Apoderado de la firma. Realizó el Servicio Militar en las Oficinas de la Capitanía Marítima General de San Fernando.

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En esta imagen, directivos del Tiro de Pichón en 1916. De izquierda a derecha, José Luis de la Cuesta Aldaz, bodeguero que había sido alcalde de El Puerto, Eduardo Guerrero de la Escosura, Registrador de El Puerto, Roberto Pitman, bodeguero, Fernando Terry, bodeguero y Juan Osborne Guezala, bodeguero. /Foto: Colección Vicente González Lechuga.

Alternó su devoción a la familia con la persistencia en el afecto, algunas veces no muy cercano, de buenos amigos, entre los que pueden recordarse a Salvador Acosta, Antonio Ortega Infante, Isidro Obregón, Pedro el de Telégrafos, Paco Martínez –-que fue vecino suyo en la Calle Nevería y por quién realizó una arriesgada intervención, salvándolo de un irreparable peligro inminente--, los Cossi, Luís y Emilio Bootello, Paco Veneroni, Luís García de Leaníz, Paco García Payares, Manolo Nieto, Manolo Valero, etc. Como anécdota sobre éste, recordar que cuando Manolo –-viajante-- estaba de vacaciones, esperaba en el cierro de su casa de la Calle Pozuelo, a que sobre las dos de tarde pasase su amigo Paco camino de la Bodega a la suya, para tener un rato de amigable conversación.

 

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En la imagen, en el coche de caballo de Emilio Bootello junto a su mujer, Luisa Ruiz Magaña, en la Feria de Ganado de 1946.

También, durante su ejercicio profesional en Caballero hizo entrañables amigos que le distinguían con admiración y consideración, entre los que no puedo dejar de nombrar a dos: Juan Simó Mateos –-hermano por cierto de Manolo que capitaneó al Betis Balompié durante muchos años,-- y a Gumersindo Vázquez, de Sevilla, que para testimoniar su afecto, tuvo efectivas atenciones con uno de sus hijos.

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La bodega de San Bartolomé, en la calle del mismo nombre esquina y vuelta con Palacios, de José de la Cuesta que luego pasaría a ser propiedad de Bodegas Caballero.

EL GOOGLE DE LA ÉPOCA.
Dotado de privilegiada memoria, en aquellos tiempos por supuesto que mucho antes el Internet y del Google, se sabía de memoria, prodigiosamente, todos los pueblos de España, con nombres y direcciones de los clientes a los que los Representantes y Viajantes de las Bodegas Caballero, demandaban en el envío de una o dos cajas de productos. Recordaba especialmente a los eran malos pagadores.

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Publicidad de Bodegas Caballero en 1946.

UNA MENTE PRIVILEGIADA.
Con la familia Caballero, para cuyas Bodegas trabajó, sostuvo toda su vida una inquebrantable adhesión y afecto, especialmente hacia D. Luís Caballero Nogueras --alcalde que fue de la Ciudad entre 1952 y 1958-- y hacia su hermana Dª Regla. La Bodega a la que también conocíamos en casa como su fuese cosa nuestra, fue, después de la familia propia, el gran norte de su vida. A ella y a la educación universitaria de sus hijos, dedicó toda su ejemplar sabiduría. Al propio tiempo, su espectacular inteligencia hizo que alcanzara una enorme cultura derivada de sus propios instintos. Gustaba de la lectura y todos los domingos los pasaba embebido en la de buena literatura gracias a la que le procuraba, por ejemplo, la colección Novelas y Cuentos de la que era impenitente lector. Conocía –-él, que había dejado de ir a la Escuela a temprana edad-- por haberlos leído, a todos los literatos importantes de su época. Dicho prematuro abandono de la Escuela no fue óbice para que adquiriera, al amparo de su fenomenal inteligente memoria, una cultura no acorde con dicho prematuro alejamiento de la infantil educación. Hasta, en la Bodega, atendía suficientemente, sin haber estudiado académicamente nunca el idioma, la correspondencia de los clientes extranjeros. Otra vez hay que decirlo: un prodigio del que pudieron dar testimonio los que lo conocieron.

decanocaballeroguardia 1957_puerosantamariaFALLIDO TRASLADO A SANTANDER.
Como hemos dicho, vivió siempre en El Puerto, en el ejercicio de su dedicación a Bodegas Caballero, y a su propia familia, con vida económicamente sacrificada, cuya bonhomía y claro horizonte de su destino, le compensaba dichos sacrificios. Tuvo una pasajera tentación de traslado a Santander, en un proyecto presentado por un buen amigo dotado, tal vez, de fantasía. Lo abortó lo que creyó práctico su buen sentido común. Este sentido lo desarrolló en el seno de su familia y en una especie de agradecida dedicación profesional a lo que hoy puede tal vez llamarse “a la japonesa”, a “su Bodega”, que naturalmente que no era suya. Ello le permitió con esfuerzo continuado, tenaz e impensable en estos tiempos, con la fundamental colaboración de su esposa, conseguir su mayor aspiración: que sus tres hijos fuesen universitarios. Eso en aquellos tiempos, en los que la Universidad era meta para pudientes pero que para él –-meritorio a los 14 años en un Escritorio-- constituyó la suya, prevalente sobre cualquier otra aspiración.

caballero_moscatel_ojodegallo_puertosantamariaLa Calle Cruces en donde nació, la de Nevería en donde vivió hasta su matrimonio y la de Luna, fueron sus hogares, además, por supuesto la casa del Parque, quiero decir Vergel del Conde, en donde se cumplieron sus esperanzas y sus sueños de marido enamorado. En el Parque tuvo su primer hogar matrimonial, en los bajos del número 8, propiedad de sus vecinas las Srtas. de Bish. En el Alto, entonces llamado Principal, vivía D. Plácido Navas, Médico Director del Hospital Municipal de San Juan de Dios, con su hija Carmela. En tiempos de la Guerra, allí se albergó su otra hija, María Teresa, casada con el General Alba, que huyeron de Madrid previendo lo que les venía encima el año 1936. Cuando retornaron a la Capital, murió D. Plácido y Carmela cambió de domicilio, los López-Ruiz se mudaron al Principal de dicha casa. El Bajo lo ocupó entonces la familia compuesta por Emiliano Cristóbal –Director Técnico de la Fábrica de Productos Químicos Haupold- su esposa Rosario Doblado –sevillana, de gran corazón- y sus hijos Emiliano, Julio y Milagros. En dicho Principal vivió el matrimonio López-Ruiz hasta los años sesenta, cuando la casa fue adquirida por Paco Velarde, y tuvieron que abandonarla, con gran sentimiento. De allí se mudaron la casa de Luna 47, gracias a la comprensión de la familia Caballero, especialmente D. Antonio, que le facilitó un hogar. Porque llegó el caso en que D. Francisco, después de tantos años de trabajos y sacrificios, se encontró sin hogar y sin posibilidades. Sin duda Dios le ayudó a través de la citada mano.
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En 1963, en el Hotel Meliá Caballo Blanco, con su esposa, Luisa Ruiz Magaña y con el presidente de Bodegas Caballero y ex alcalde de la Ciudad, Luis Caballero Noguera (con chaqueta blanca), en un acto de homenaje a nuestro protagonista.

Cumplió su destino de hombre ejemplar, con portuensismo siempre a flor de piel, correspondido con un hogar feliz y el amor de su esposa, a la que adoró. Precisamente por eso, sus últimos seis años pusieron a prueba su hombría: la soledad de su viudedad fueron testimonio del suplicio que supuso la misma y que superó con la Esperanza y la entereza con que vivió siempre. Por la ejemplaridad de su vida, creo que es preciso, humanamente saludable y de estricta justicia, recordarla. A Dios gracias, y bendito sea. /Texto: José López Ruiz.

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