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"El Cangrejo Rojo era el nombre del restaurante, la zona de ocupación era Hotel Playa de Andalucía. La sociedad que lo fundó era Playas del Sur S.A., cuyos propietarios de los terrenos eran Don Enrique Osborne y Don Felipe Osborne, tios de Don Juan Melgarejo. El Motivo de fundar esa sociedad era para promocionar los terrenos y venderlos después como lo que hoy se denomina Vistahermosa. Allí en el año 1964, empezó lo que hoy día es Vistahermosa y todo su entorno. El primer director del Cangrejo Rojo, Hotel Playa Andalucía era Don Juan Manuel Ramos y Velasco, que ya en el año 1962 fue también director del Caballo Blanco, con Meliá. Esto es historia y se puede seguir contado muchas cosas más, tantas como para escribir un libro". (Antonio, el del Economato).

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El Hotel "Cangrejo Rojo", posteriormente llamado "Club Mediterranee" e incluso “Club Aquarius” fue un privilegiado espacio situado al pie de la Playa de Santa Catalina (al final de Vistahermosa, en el lugar conocido como Pinar de Mochicle) que hoy permanece, tristemente, cerrado. Entre los fundadores había capital belga.La clientela estaba compuesta por ingleses, belgas y franceses, quienes eran los clientes habituales. El conjunto musical, Los Radar's a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado, actuaba diariamente durante el verano.

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En la fotografía, como era habitual, Koky Ramírez Tallón o Lele Cárave, dejaban la guitarra para cantar bailando con alguna turista solitaria.

cangrejorojo4_puertosantamariaMis primeros "pinitos" en el piano fueron en el año 1.965 en el Hotel "El Cangrejo Rojo", cuando antes de la actuación o en un descanso de "Los Radar's, interpretaba alguna canción tocando el piano solo. "El Cangrejo Rojo" era para los españoles de hace 45 años una especie de paraiso: los únicos españoles eramos nosotros y algún camarero o cocinero que trabajaban allí.

"Los Radar´s éramos trabajadores privilegiados, podíamos entrar y salir a cualquier hora; si queríamos nos podíamos quedar a dormir. La hora de actuación era desde las 9 a las 12 de la noche, aproximadamente, a no ser que se hiciera una fiesta especial y entonces estábamos hasta mas tarde.

"El Candil Verde", un lugar perteneciente al mismo hotel donde se hacían fiestas especiales todos los martes y algunos sábados. Era un espacio al aire libre, tenía pista de baile y escenario donde hacíamos las actuaciones, estaba decorado al estilo tropical, se servían cócteles especiales e incluso algunas veces se asaba un puerco. (Textos: Francisco Ramírez Tallón).

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Organizado por un grupo de antiguos socios del R.C. Portuense, liderados por Victor Martínez Guerra, nótula 419 en Gente del Puerto, se le ofreció el 1 de marzo del 2000, un homenaje de respeto al artista porteño Manuel Bejarano, “Canta por Caracol, pinta, torea (y recita) de salón”, según reza en sus afiches promocionales. La sensibilidad y el pago de una deuda contraída por la afición racinguista para alguien con el corazón más grande que el coso taurino portuense, reinó en todo momento. El Puerto dijo sí.

manolobejarano_2_puertosantamariaEl acto, celebrado en Casa Paco Ceballos, nótula 408 en Gente del Puerto, fue presentado por el también artista local “El Gran Caco”, nótula núm. 004 en Gente del Puerto, quien entre pasodobles y músicas toreras ofrecidas para la ocasión por los ingenios musicales de José Caílla, nótula 454 en Gente del Puerto, dió paso a las distintas intervenciones de la tarde. (En la imagen de la izquierda, tarjeta de visita de Bejarano, que usaba en Sevilla).

El lugar del homenaje estaba profusamente decorado con diversas obras de estilo naif, fruto de los pinceles de Bejarano. Los motivos: Rincones Portuenses y la Fiesta de los Toros. El también artista local Francisco M. Arniz, nótula num. 478 en Gente del Puerto, hizo lo que se acostumbra entre los virtuosos de la pintura: propuso el habitual intercambio entre pintores, de los cual fueron testigos los numerosos asistentes a tan entrañable acto, entre los que se encontraba el ex jugador del Racing Lolo Soriano; el ex presidente rojiblanco Manuel Lara “el Pili”; el director de Radio Puerto FM, Manuel Borne; el vicepatrón de la Cofradía de Pescadores, José Devesa; Francisco Soto, Delegado Comercial de Diario de Cádiz y Francisco Zalba, de CPR, entre otros empresarios y representaciones que acompañaron al Vate Bejarano, quien agradeció al público cantando por Caracol, toreando con el capote por Paula (de salón) y recitando como los mejores poetas de la lengua castellana.

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Manuel Bejarano, durante una exposición de sus cuadros naif, en la Casa de la Cultura, en Avda. Menesteo, siendo concejal de Cultura Luis Suárez Ávila. Fue en 1986. Todo un éxito.

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Un 'bejarano' de temática taurina, en el más puro estilo naif. 1988.

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Este otro 'bejarano, usa colores más atrevidos. 1983.

Fernando Gago, concejal y presidente a la sazón de la Real Plaza de Toros, entregó al artista una simbólica oreja encarnada en el Vapor de El Puerto, como reconocimiento, dijo, «del arte, saber y simpatía de un portuense que ha calado hondo en la forma de ser de esta Ciudad». Manolo Bejarano no tuvo sino palabras de agradecimiento a sus paisanos que compartieron con él, como se sabe hacer en este rincón de la Bahía, una ceremonia de toma y daca de afectos encontrados en torno a una copa de fino y la amistad compartida a lo largo de muchos años. El Puerto dijo sí.

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Don Tomás Martín-Barbadillo, Paúl, Fernández-Herrera-Dávila y Arozarena, Vizconde de Casa González (Sevilla 1897-1983), fue un asiduo visitante y veraneante en El Puerto. Paraba en casa de Margara Almansa, en la calle Larga, porque, según él decía, era el único sitio donde le ponían orinal en la mesita de noche. Licenciado en Derecho, aviador deportivo, fundador del Aeroclub de Sevilla, Alférez Provisional, tripulador del Zeppelín,... Fue autor de un gigantesco libro titulado "Sevilla, Aeropuerto terminal de Europa" y de otro sobre el Autogiro de La Cierva y era muy diestro en conocer, por muy lejos que estuviera, qué clase de avión surcaba los cielos: Un "Rata", un HeiEnkel...

Así que, presentado voluntario fuera de edad, en la gloriosa Cruzada, lo primero que hizo fue requisarse su propio Fiat "Balilla", con el que iba visitando las torres y prominencias de los pueblos, en donde instalaba vigías y emisoras de radio. Ocurrió en una de ellas que, preguntado Don Tomás, cuyo nombre de guerra era "Rego Ronco", por su teniente "¿Qué ve el vigía?", respondió: "Unos aviones que, por lo majestuoso de su vuelo pertenecen, sin duda, a la gloriosa aviación nacional". Al punto, esos aviones comenzaron a bombardear las posiciones nacionales, por lo que "Rego Ronco" hubo de rectificar: "No, no, no, pese a lo majestuoso de su vuelo, son unos hijos de la....,Corto y cambio".

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Cámara de cine aficionado, rodó, desde el Zeppelín, el año 29, una película sobre Andalucía a vista de pájaro que, sus herederos han entregado, en comodato, a la Filmoteca de Andalucía, como una reliquia.

Don Tomás fue asesor jurídico de muchas entidades y Jefe de Protocolo del Ayuntamiento de Sevilla. Conocedor, por tanto, del nivel intelectual necesario para ser edil, un día me vio con el burrito moruno que me había regalado José de los Reyes "El Negro", me paró y, dándole al burro una palmada en la tabla del cuello, le dijo al semoviente: "A crecer y a ser un buen concejal". Tomen nota. (Texto: Luis Suárez Ávila).

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Vamos a recordar algunos retazos de la historia de una de las más hermosas tabernas que en El Puerto han sido, La Burra, ubicada a escasos metros de la Plaza de Abastos, en la acera derecha de la calle Cielos.

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En 1994 entramos en el local acompañados de Ramón Sordo de la Borbolla, quien estuvo al frente de la taberna, hasta su cierre en Octubre de 1990, durante las últimas cinco décadas. Salvo el polvo acumulado en estos años, que no dejaba de proporcionarle cierto encanto, el local continuaba intacto, igual que hace más de un siglo, con el lógico deterioro que el paso del tiempo conlleva, que más que restarle valor, le añade sabor de lo añejo, de lo que tiene solera y tradición.

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Paseando y parando en cada recoveco de la taberna, por cada recuerdo, tuvimos la ocasión de comprobar que todo continuaba igual que siempre: el típico suelo de losas de Tarifa; los zócalos de azulejos multicolores “de plantilla”; el pequeño hierro junto a la pared para que los parroquianos se limpiaran las suelas del calzado al entrar, cuando las calles apenas estaban empedradas; los gastados mostradores de caoba; los vistosos anaqueles repletos de botellas; la pizarra, el antiguo escritorio y la vieja caja registradora, marca National, americana; las nueve botas de roble; el reloj de pared, por el que no parecía haber pasado el tiempo; y a la izquierda del mostrador, enfilados a un largo pasillo, los once reservados o camarotes, auténticas reliquias de otros tiempos, sin las puertas de vaivén desde que se mandaron quitar cuando vino el Movimiento, aunque Ramón siempre las conservó en su casa. Todo como siempre, si pero ¿desde cuando?.

laburra4_puertosantamariaEL ORIGEN DE LA TABERNA.
Al menos, desde 1863, documentalmente, tenemos constancia de la existencia de este lugar, en la calle Cielos, actual número 104, de una tienda de vinos, aunque no podríamos asegurar que su aspecto fuese semejante al que aún ofrece hoy. Más bien nos inclinamos a considerar que su fisonomía actual se debe a su segundo propietario, Miguel Felices, transformación que se realizaría hacia el año 1880 [...] A principios de la década de los 80 del siglo XIX, Juan de la Portilla dejó la propiedad de la taberna y destilería de la calle Cielos, ocupado en otros menesteres y prestando las funciones de vicecónsul de la República Argentina. El nuevo dueño de la taberna fue Miguel Felices Camino, otro montañés, este de Santillana del Mar, llegado a nuestra ciudad en 1856, cuanto tenía 27 años. Debió ser Miguel un tipo espabilado y de “buenas luces” pues en 1883, cuando ya explotaba la tienda y la destilería era regidor del Ayuntamiento, desempeñando una fecunda labor municipal. [Al fallecimiento de éste la familia se encargaría de la gestión de la taberna, pasando luego a la propiedad del hijo de un dependiente, Norberto, hijo de Benigno Sordo en el año 1910, etapa que siguió hasta nuestros días].

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LA FAMILIA SORDO DE LA BORBOLLA.
Norberto, nacido en la Montaña, en prio, cerca del límite con Asturias y la costa cántabra, tuvo el acierto de llamar a la taberna La Andaluza, el nombre más bonito en consonancia con el local, que podía llevar. En 1910, su especialidad era la manzanilla Argüeso. Dos años después abrió una fábrica de arguardientes, anisados y licores con el mismo nombre, en la calle Ganado núm. 26 (lindera a la pafinicadora La Divina Pastora, ya existente entonces). De aquí salieron los anises Las Tres Perlas y La Andaluza, y años después La Cigüeña, seca o dulce, muy afamada.

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La taberna, a pesar de no ocupar una de las esquinas comerciales del centro, a las que los montañeses, como avispados comerciantes, tenían especial inclinación, si se encontraban en un emplazamiento estratégico. A escasos 30 metros de la calle Ganado y de la Plaza de Abastos, siempre populares y bulliciosas, era un lugar idóneo para que los parroquianos parasen a tomar unos vasos de vino o de aguardiente, al tiempo que, sentados en los reservados, hablaran de negocios y cerraran tratos comerciales.

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LA BURRA
Afuera, en la entrada, los vendedores ambulantes de leche de burra apuraban las ubres, mientras que los más asiduos clientes de la taberna, los arrieros, ataban sus bestias de carga en las argollas dispuestas para tal fin en la fachada. Pensábamos que estas estampas --reales-- podían ser el origen del nombre popular de La Burra, o, quizá, que hiciera referencia al madero utilizado en las bodegas para almacenar las botas, pero no. Resulta que un día, hace mucho tiempo, con plena seguridad antes de 1920, en uno de los camarotes, dos arrieros gitanos se enzarzaron en una agria discusión a cuenta de la propiedad de una burra; que si tuya, que si mía, la disputa concluyó cuando uno de los arrieros apuñaló de muerte al otro. Desde entonces, en recuerdo de aquel suceso, el pueblo comenzó a llamar a La Andaluza, La Burra, y Burra se le quedó para siempre.

moroncillo_puertosantamariaFue habitual parada de célebres personajes populares como Juanillo Paterna; Belita, Luis Agacha, Saldiguera; Alemania, «gran paletón con la picha de papel y los huevos de cartón»; El Chumi; El Camión; Gabriel Guarigua, «Ya se murió Guarigua/ Dios le perdone/ ya se lo llevan volando/ los cigarrones», que decía la copla. En uno de los reservados, nos apuntó Luis Suárez --colaborador de Gente del Puerto--, solían reunirse a cantar romances José de los Reyes “el Negro”, Chamarit, El Caneco y José Morón “Moroncillo”. Cada uno entonaba cuatro hemisquistos, y quien no sabía continuarlo o se equivocaba, tenía que pagar una botella de vino para los demás. (En el centro de la imagen, José Morón 'Moroncillo', con una guitarrra. Fotografía Archivo de LSA).

Como en otros establecimientos, La Burra fue escenario, como no, de algunos robos, como éste que recogió la Revista Portuense el 7 de agosto de 1924, cuyo autor fue el propio encargado del local: «Por el guarda Francisco Díaz Toro fue detenido ayer José Puente García, encargado del establecimiento de bebidas La Andaluza, conocida actualmente por La Burra, el que había sustraído del cajón 125 pesetas. De éstas fueron ocupadas 62 que conservaba en un calcetín, habiendo distraído las restantes. Fue ingresado en la cárcel a disposición del señor Juez de Primera Instancia».

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Norberto Sordo contaba parra el almacenado de vinos propios con dos bodegas. La mayor, con dos lagares, se encontraba arriba de la calle Lechería [hoy  Santa Clara], en donde se criaba el fino Tambor. Y la pequeña, dos números más abajo de La Burra, en Cielos núm. 100, especialmente dedicada a manzanillas, que todavía conserva algunas botas.  Ramón Sordo entró a trabajar con su padre en 1941, cuando tenía 17 años. Tras la muerte de Norberto en 1957 continuó llevando el negocio, ya sin la destilería, hasta que a fines de 1990 cerró el local. Falleció en los años finales del siglo pasado. Con Dios debe estar porque fue un buen hombre.

antonio_ordonez_puertosantamariaDurante años el establecimiento fue sede de la Peña Taurina La Burra, promovida, entre otros, por Juan Marchán, padre e hijo, siendo su titular el maestro Antonio Ordóñez, quien en alguna que otra ocasión, nos dio Ramón, asistió a las tertulias. Cuando escribíamos estas líneas, La Burra, con la finca completa, acababa de venderse. Que será de ella, lo ignoramos. Sólo podemos esperar --y acaso rogar-- que el nuevo dueño no la desmantele y sepa valorar y respetar la fisonomía y los elementos que configuran esta peculiar e histórica taberna, porque a la vez de ser una propiedad privada, también es un patrimonio etnológico --Título VII de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía-- que El Puerto debe conservar, remozado y revitalizado. No vaya a ser que en un futuro próximo lamentemos su pérdida. (En la ilustración, el diestro Antonio Ordóñez). (Textos: Enrique Pérez Fernández). (Fotografías: Fito Carreto).

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El primer y único Festival de la Canción Juvenil se celebro en los jardines de  “La Ponderosa”, donde hoy se encuentra la cafetería del gallego --Pepe Basteiro, con nótula núm. xxx en Gente del Puerto--, frente a la Comisaría de la Policía Nacional. En esos tiempos lo habitual era organizar bailes y guateques para la juventud. Fue un sábado del mes de Agosto del año 1.968 y estuvo organizado por la Agrupación Cultural Juvenil Memphis, perteneciente a la Vocalía Juvenil de Medusa, siendo en esa época el vocal de música Álvaro Rendón Gómez.

Álvaro, persona emprendedora desde su juventud, perteneció a un grupo de música folk que creó el mismo junto con unos amigos. También por esa época cuando el Cine Macario terminaba la temporada de verano, organizaba bailes en la parte techada donde obtuvo un éxito importante de afluencia de jóvenes, llevando a actuar varios grupos de la provincia.

Este fue el orden de actuaciones:

  1. “Pueblos”, autor: J.A. Zambrano, interpreta: Los Radar’s
  2. “Amor eterno”, autor: José Martín, interpreta: Francisco Calles
  3. “Nora” autor: M. Ruiz Herrera, interpreta: M. Ruiz Herrera
  4. “Súplicas”, autor: A. Gómez Benítez, interpreta: A. Gómez Benítez
  5. “Dímelo”, autor: J. L. Zaragoza, interpreta: J. L. Zaragoza
  6. “Soy vagabundo”, autor: J. C. Rodríguez Rendón, interpreta: Dúo Amisk
  7. “Atardecer”, autor: Inés Monguió, interpreta: Inés Monguió
  8. “Unos que vienen”, autor: Los Radar’s, interpreta Los Radar’s
  9. “Quiero enseñarte a vivir”, autor: J. L. Zaragoza, interpreta J. L. Zaragoza
  10. “Renunciar”, autor: M. Ruiz Herrera, interpreta M. Ruiz Herrera
  11. “Pastorcillo”, autor: J. E. Poullet, interpreta: Los Radar´s
  12. “Vieja balada”, autor: Inés Monguió, interpreta: Inés Monguió

Este Festival fue presentado por Isabel Mata, de El Puerto, recién elegida “Maja de Andalucía” en aquel mismo año y José Antonio Guerrero Torres.

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De izquierda a derecha, Lele, Juande, Julio, Koky y Pete, componentes de Los Radar's, posando para una publicidad del año 1967.

El grupo Los Radar’s interpretó “Pueblos” de Zambrano, “Pastorcillo” de Poullet, el tema “Unos que vienen” compuesta por ellos, fue cambiada por otra que se llamaba “Vivo el amor” también del propio grupo, otorgándose a está canción un premio especial fuera de concurso ya que el jurado consideró a Los Radar’s como profesionales de aquella época y el Festival estaba enfocado a jóvenes noveles de la música.

lavidasigueigual_puertosantamariaEn aquella época el autor de esta nótula tenía una grabadora "Philips" de esas de bobina grande, comprada en "Quicar" y pagada en pequeños plazos. Como estaba casi siempre escuchando la radio que es lo que había en esa época, hablamos de 1.968, aparte de una sola cadena en TVE, emitieron como primicia en una emisora las canciones que se presentarian en el Festival de Benidorm y las grabé. Unos días después estuve con Alvaro Rendón en mi casa preparando el Festival de la Ponderosa, cogí la guitarra y le dije: "--Esta es la canción que vamos a interpretar Los Radar's" y se la canté. Él dijo: "--No esta mal, ¿como se llama?», a lo que le respondí que no le habíamos puesto nombre todavía. Inmediatamente le puso "Unos que vienen". Momentos antes del Festival le dije que iba a cambiar la canción por la otra que era "Vivo el amor" compuesta por "Los Radar's" para el Festival. A Alvaro le pareció estupendo porque la verdad es que no le gustaba mucho "Unos que vienen" así que interpretamos "Vivo el amor". La sorpresa se la llevó cuando unos meses después se escuchó la canción de Julio Iglesias que ganó el VII Festival de la Canción de Benidorm en 1.968 con "La vida sigue igual". Era la misma que yo le canté aquel día en mi casa con la guitarra, desestimándola después para el Festival Juvenil. Yo creo que esa broma no me la perdonará nunca.

No se volvió a celebrar ningún festival de este tipo en El Puerto a pesar de que tuvo una gran aceptación, Alvaro Rendón se marchó a estudiar Bellas Artes en 1.970 dejando esta pequeña historia de la música en el Puerto de Santa María. Gracias Álvaro. (Textos: Francisco Ramírez Tallón).

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Vista aérea de la Playa de La Puntilla.

Para alguien que ha nacido en este rinconcito del sur, oír playa de La Puntilla es abrir la ventana de los recuerdos. Para muchos, entre los que me encuentro, La Puntilla es algo más que una playa, es un tiempo pasado cargado de anécdotas, venturas y desventuras. Allí fue donde mis ojos vieron por primera vez el mar. Soy jerezana y aunque estábamos tan cerca del mar, 15km, a la vez estábamos lejos. En los años 50 y 60 la vida no era ni mucho menos como en la actualidad.

Por el Carmen empezaban los baños, qué nervios con los preparativos, la ilusión se desbordaba. Los domingos por la mañana, ¡venga niñas a levantarse no vayamos a perder el tren!, con los cestos llenos de comida, toalla para tirarnos en la arena y la sombrilla, la cultura de saber estar al sol era importantísima para no acabar rojos como salmonetes. Los que no tenían cuidado con aquel sol traicionero pagaban las consecuencias, días después cambiaban la piel como si de serpientes se tratara, luego quedaban como dálmatas, me sonrío recordando todo aquello, y puedo verme, en una mano el cubo y la pala, bajo el brazo la pelota y sobre la cabeza un gorro para no coger una insolación. Yo de niña era rubia , cuando acavaba el verano, con el sol y el agua del mar, mi pelo se había vuelto tan dorado que a menudo me confundían con una nórdica, cuando llegábamos a El Puerto venga, un coche de caballos. Me gustaba sentarme en el pescante para ver el mar la primera y qué maravilla, yo no podía resistirme, en cuánto llegábamos a La Puntilla salía corriendo a meterme en el agua, qué buena estaba, cuanta feliciad sentía.

En La Puntilla nos conocíamos casi todos. Pasear por la orilla significaba ir saludando, por aquí y por allí salían conocidos. Fulanita se ha casado, menganita también y, ¿te acuerdas de aquella niña de Sevilla?, pues menudo bombo tiene, no se ve los pies, ¡ohi! que gorda y que guapa te has puesto chiquilla, le decían a la embarazada. A mí me decían que los niños venian de Paris y que los traía la cigüeña en el pico, pero de eso nada me dijo una niña mayor que yo, esa lo ha hecho, ¿hacer qué? me preguntaba yo , y así entre juego y veras me enteré cómo y de dónde venian los niños. Y es que mientras hacíamos la digestión y nuestras madres dormitaban allí en los pinares, a la sombra de aquellos árboles (si no estoy mal informada creo que no hay un lugar igual en la provincia de Cádiz, los pinares de La Puntilla eran únicos) las niñas de los años 50 y 60 teníamos unas conversaciones muy instructivas, a escondidas nos pasábamos todo tipo de información que la moral de la época censuraba.

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Pinares de la Puntilla (foto Jorge Roa).

Conforme crecíamos cambiaban los juegos de hacer castillos de arena en la orilla o hacer el submarino, eso era muy divertido, cogíamos un palo con ambas manos, los brazos estirados, antes de que llegara la ola nos tirábamos al agua boca abajo, el agua nos arrastraba unos metros hasta la orilla y así una y otra vez. Éramos incansables, ojito con los flotadores y con las colchonetas, alguna vez decían: a fulanito lo tubieron que recoger cuando pasaba el vaporcito si no lo cogen la corriente lo lleva a America. Recuerdo aquellos veraneantes que venían de Arcos, Medina Sidonia. etc., y el roneo de los jóvenes de la época que cuanto arte y cuanta gracia había que tener para ronear como Dios manda. ¡qué cosas pasaban!

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El Vapor de El Puerto a su paso por el Canal.

Y del Canal cuantas cosas podríamos decir, mi abuela decía que antes desembocaba en otro sitio y que cambiaron el cauce después de unas terribles inundaciones, el rio Cartuja se desbordó, murió mucha gente ahogada y los daños materiales fueron cuantiosos. Mi familia pertenecía al mundo del toro, mi abuela materna era Maria Chica sobrina carnal del ganadero jerezano Curro Chica, yo me eduqué en las Esclavas en Jerez y tuve la suerte de, siendo mi familia quien era, nadie me dijera no te juntes con éste o con el otro, al contrario mi abuela siempre estaba dispuesta a ayudar a quien lo necesitara y así nos educó, nadie es mejor que nadie por pertenecer a una clase social o a otra.

Los taurinos decían algo así como que «Quien no ha visto toros en El Puerto no sabe lo que es un día de toros» y yo digo que quien no ha estado en La Puntilla no sabe lo que era un día de playa de los de antes. El recuerdo de aquel tiempo me lleva a los ahogados del canal. ¡Cuanta gente jóven falleció de manera absurda!, era impactante ver el cuerpo sin vida del ahogado alli sobre la arena esperando la llegada de la Guardia Civil. Algún alma piadosa lo tapaba, espontáneamente se oía una oración por aquella persona que tan sólo un rato antes estaba llena de vida y ahora por una imprudencia yacía en la arena muerta, curiosamente siempre eran hombres jóvenes. Cuanto dolor y cuantas lágrimas se derramaron, pero la tragedia se repetía una y otra vez cada verano.

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Playa de Valdelagrana, vista aerea, finales de los sesenta del siglo pasado.

Recuerdo que en el verano de 1960, no se me olvida la fecha porque tengo una pulsera que me regalaron el día de mi santo con la fecha grabada, pues bién, como tantas veces cruzamos a Valdelagrana en barca, entre las personas iba una mujer enlutada con un ramo de flores en las manos, cuando estábamos en medio del canal lanzó las flores al agua, nadie dijo nada pero se acabaron las risas. No se quien era aquella mujer pero nunca olvidaré su cara.

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Atravesando desde La Puntilla a Valdelagrana en bote. (Foto Colección V.G.L.)

Yo vivo muy lejos, de mi familia directa no queda casi nadie en aquel rinconcito del sur, estamos repartidos entre Europa y América, pero por muy lejos que se esté, la bandera y la Patria se llevan en el corazón y el mío está repleto de aquellos veranos, de aquellas tertulias a la sombra de los pinares de La Puntilla. Fue un tiempo tan felíz que recordar aquella época y además poder compartir la experiencia es sencillamente maravilloso. (Textos: Carmen Freidías).

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Ramón Sánchez Pina nació en la Ribera núm. 41 entonces, en la Casa de la Escalerita el 3 de marzo de 1921. Cuando Ramón contaba apenas un año, su padre Manuel Sánchez Atalaya, se colocó de Sacristán en la Parroquia de San Joaquín a donde se fue a vivir toda la familia, y donde fue bautizado nuestro protagonista, hace ahora 88 años. Con cuatro años cursaría sus primeros estudios -con una amiga- en el Asilo de Huérfanas, con entrada por la calle Diego Niño. Allí estaría poco tiempo, luego pasaría a otra amiga en la calle Melero -con Paca la mujer de Juan Pinto, aunque lo llevaba la hija- cuando la familia tenía dinero para destinar 1 “perra chica” diaria a tal menester.

sanchezpina_monaguillo_puertosantamariaAllí aprendería las primeras reglas y, con seis años se vería de monaguillo, a las órdenes de su padre, el Sacristán, en San Joaquín. Luego estudiaría en el Pósito de Pescadores, en Puerto Escondido, aunque por poco tiempo: hacía falta arrimar algún dinero para la familia y dejó pronto la escuela. (En la imagen, Ramón de monaguillo, en 1926).

PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA.
La proclamación de la II República le cogió el 14 de abril con 10 años. Vendrían malos tiempos para la familia porque al padre lo echan de Sacristán de la Parroquia, debido a que su hijo era presidente de la Sociedad de Camareros, una especie de sindicato gremial progresista y porque también otros hermanos de Ramón militaban en partidos de izquierda que no se llevaban precisamente bien, con la Iglesia. Y así empieza un largo peregrinar por diversas viviendas de aquel Sacristán venido a menos y su larga prole -6 hijos- por diversos domicilios: Larga 72 -hoy 74-, Pozuelo, Durango, ...

El padre coloca a Ramón de monaguillo en  la Iglesia Mayor Prioral, donde estará dos meses y luego con el mismo oficio además de mozo, en el antiguo Hospital San Juan de Dios.  También ejercería en el Convento del Espíritu Santo, el Asilo de Huérfanas y las Capuchinas. Un par de años más tarde, en 1933, se va a trabajar en la Papelería Cortés, con Emilia y Elisa, como repartidor y vendedor de periódicos, llegando a ganar 1 peseta diaria, compatibilizándolo con la venta del periódico comunista Mundo Obrero, donde se ganaba otra peseta al día.

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Ramón es el primero de la derecha, con sus padres y hermanos. La fotografía es de 1932.

LA REBELIÓN DE 1936.
En 1936 ya no vendía periódicos. Entra a trabajar como aprendiz, con 15 años, con Pepe Lora en la Carpintería La Palma y de chiquillo en las casetas de playa. El día que se produjo el Desembarco de los Moros en los muelles de El Puerto, el 18 de julio, lo mandaron para su casa.

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Los moros de Franco, camino de Madrid.

Los moros eran seguidos por la chiquillería, alborotadora, que contemplaron como sacaban a los falangistas que estaban presos en la Prevención. En el Ayuntamiento se cambiaron las tornas y organizaron el nuevo régimen; luego fueron a la Casa del Pueblo. Hubo tiros, algunos heridos y los niños desaparecieron, se cerraron comercios y en España y en El Puerto empezaría una nueva etapa que duraría 40 años.

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La Taberna 'La Burra', en una instantánea tomada después de su cierre. (Foto Fito Carreto).

Ramón siempre fue un buscavidas y buscando trabajo llegó a ejercer de freganchín en la Taberna “La Burra” en la calle Cielos, en “La Antigua de Cabo”, en las corridas de toros y en fiestas privadas. Como aprendiz de carpintería ayudaba a su padre, que en aquellos tiempos se ganaba la vida como fotógrafo de comunión, tomando instantáneas a los marineros o a los niños del Batallón Infantil, junto a otros conocidos retratistas de la época de El Puerto como Quico Sánchez o Justino Castroverde.

sasnchezpina_esposa1_puertosantamariaLA GUERRA Y SU NOVIA.
Debido a su papel como repartidor de Mundo Obrero, los Requetés lo quisieron llevar al frente de batalla y para ello lo pusieron a hacer instrucción militar. Pero un amigo le presentó a Juan Ignacio Varela Gilabert que lo introdujo en la organización juvenil de la Falange -los flechas- y se salvó de ir a la guerra. Eso si, todos los domingos y fiestas de guardar, tenía que ir a misa. (En la imagen, Ramón y su mujer, Catalina, el día de su boda celebrada en el año 1946).

Fue precisamente con los flechas que fueron a Rota a escoltar la procesión de la Virgen del Rosario cuando conoció a la que habría de ser su mujer, Catalina Santos Lucero. Estamos en 1938. Y a partir de entonces, domingo si domingo no, se desplazaba a la vecina población a ver a su novia. En 1939, con la mayoría de edad, lo mandan a Utrera a hacer la instrucción para ir, esta vez si, al frente de batalla. Allí conoce Manuel Delgado Almisas, que era practicante, y con él estuvo en el botiquín y haciendo la instrucción durante 21 días, con tan buena fortuna que se acabó la guerra y no conoció la confrontación en primera persona. Vuelta a El Puerto y se coloca de eventual en Bodegas Caballero, primero y luego en Bodegas Terry como arrumbador.

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De izquierda a derecha, Pepe Morillo León, Ramón Sánchez Pina y un desconocido. Foto de los años 40 del siglo pasado.

LA DIVISIÓN AZUL.
En 1941 se incorpora de nuevo al Servicio Militar. Viendo el hambre que había en Cádiz decide enrolarse en la División Azul -al menos comería- ganando 7,50 pesetas al mes. La División Azul --Blaue Division, para el ejército alemán, o la 250 Einheit spanischer Freisilliger de la Wehrmacht--, fue una unidad de voluntarios españoles que sirvió a partir de 1941, y oficialmente hasta 1943, en el bando alemán durante la II Guerra Mundial, principalmente en el frente oriental contra la Unión Soviética.

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En el frente ruso, a la derecha, llevando un carro de artillería.

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En Hoff (Alemania) 1943, poco antes de su repatriación a la derecha del grupo.

Allí estaría con otros porteños, entre otros Pepe Benjumeda, el Neno, con nótula 115 en Gente del Puerto,  pasando dos inviernos de auténtico frío. Fue artillero conductor del 4º de Carros del 2º Escuadrón, llevando también un armón de artillería. Recuerda aún el ametrallamiento aéreo de la columna en la que iba en el frente de Nogolor y también su paso por el Frente de Leningrado (San Petesburgo). De El Puerto fueron unos 25, --en Sevilla se bajaron 4-- regresando los de Artillería, no así los de Infantería que volvieron pocos. Recuerda a Pepe Barragán, Francisco Camacho Ullén, Ramón Ortiz, José Navarro Guerra, Quirós Vergara, Manolo Morillo (de infantería, que no regresó, muerto en Voljow). Ramón hizo amistad con el Cabo Carmelo Gómez Corella, con el que todavía se habla por teléfono.

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En las bodegas Terry, a la derecha con algunos compañeros, entre otros Alex R. Eady, con nótula núm. 391 en Gente del Puerto y Manuel Delgado Almisas, con el que compartió instrucción durante el Servicio Militar.

REGRESO A EL PUERTO.
En 1943 se incorpora de nuevo en Bodegas Terry donde haría de todo: arrumbador, embotellador, pintor, ayudante de carpintero, camarero, ... jubilándose como conserje en 1981, con 60 años. Lleva pues 28 años de jubilado jubiloso, con una memoria impecable, una conversación amenísima y nada pesada ni aburrida, y muchas cosas que contar y compartir que, en una segunda parte esperamos ofrecerles a los lectores de Gente del Puerto.

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Ramón y Catalina, con sus once hijos, en una reunión de aniversario.

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Ramón con sus nietos, no están, todos, en la misma reunión de aniversario.

LA FAMILIA Y EL TRABAJO.
Ramón se casaría en el año 1946 con Catalina Santos Lucero -recientemente desaparecida- con quien tuvo 11 hijos: los nietos y los biznietos siguen de camino. La ceremonia la celebró en la Iglesia Mayor Prioral, fijando su residencia en la calle Luna, 47. En la actualidad vive en un piso en una barriada que no podía tener un nombre más apropiado con su relación profesional: la Barriada de la Vid.

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Con un grupo de compañeros, de camarero.

Ramón, con tanta familia, tenía que seguir haciendo lo que hizo toda su vida: trabajar y compatibilizó sus ocupaciones en Terry con las de camarero -algo que también ejerció en la Bodega- en Los Tres Reyes, el Bar Vicente, el Resbaladero, en la Feria llevando la Caseta de Helo-Libo. Además, participó en la construcción del Depósito de Gasoil en “La Otra Banda”, o cuando estaba parado, acarreando tablillas en el Muelle, e incluso descargando maletas en la Estación. También fue conserje y cobrador de la Asociación Cultural 'Medusa' con nótula núm. 181 en Gente del Puerto, ayudando a sus hijos y  cobrador de la Hermandad del Olivo.

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Catalina y Ramón, el matrimonio duró más de sesenta años.

Su larga prole se tiene que sentir orgullosa de un hombre trabajador, sensible, culto e inquieto que al enterarse de que Gente del Puerto se lee por Internet, no ha dudado en pedirle a sus hijos que le instalasen en su casa un ordenador para conocer -tiene muchas ansias de conocer- que se cuenta de sus paisanos, de las Gente y Habitantes de El Puerto.

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Taller de Imprenta de SAFA, finales de la década de los cincuenta.

Yo fuí alumno de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia (SAFA o Colegito) sobre los años cincuenta y tantos, En aquel entonces las Escuelas no estaba reconocida oficialmente y deseaba hacer la especialidad de Delineación y, mientras que se habilitaba el profesorado adecuado y la clase, me enviaron a la oficina de administración con Don Ginés para que no perdiese el tiempo. En esta oficinas trabajaba Juan Mesa, José L. Cantera Mesa y Don Ginés era el administrador.

padrevilloslada_puertosantamariaManuel Bermudo de la Rosa S.J., era director de la Escuela y persona comprometida con su orden, su pensamiento cristiano y humano a elevar el nivel integral de los alumnos en aquella época, según marcaba las directrices del ideario redactado por el Padre Villoslada. Como los recursos que se disponían eran escasos, el Padre Bermudo se dedicaba a visitar con frecuencia al Ministerio de Educación y Ciencia, para solicitar el reconocimiento de las Escuelas y que pudieran tener derecho al sostenimiento económico de las mismas. Mientras tanto estas peticiones no se solucionaban el Padre Bermudo consiguió que su padre comprara una furgoneta DKW para el servicio del Colegio. (En la imagen, el Padre Villoslada, S.J.)

Algunos benefactores de la época con las Escuelas, que donaban dinero fueron: Isabel Merello Alvarez-Campana, José Luis, Joaquín y Enriqueta Osborne Vázquez y otros que no recuerdo. Las cantidades eran importantes, había donativos desde 10.000 hasta 100.000 pesetas. de entonces y esto lo hacía el Padre Bermudo tocándole el corazón a las personas que disponían de recursos. También había mujeres solteras de relevancia social, no muy ocupadas, que acudían a misa casi a diario, a las que el Padre Bermudo puso a tricotar lana para hacer jerseys para los alumnos, no olvidemos que en aquellas fechas la ropa escaseaba y casi no se conocían los chaquetones.

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Misa de Fin de curso en los patios, año 1954.

Igualmente se creó el economato, para que los padres de alumnos pudiesen comprar comestibles a precios más asequibles. Y, como los sueldos de los maestros eran escaso, ya dice el refrán: "Pasa más hambre que un maestro escuela", el Colegito estableció una gratificación a los maestros de 500 pesetas mensuales, porque algunos no alcanzaban a vivir que el salario del Estado.

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Patio de Talleres de SAFA.

La aportación de la Base Naval de Rota en especies también fue importante, el que más y el que menos se acuerda de suculento queso americano y la leche en polvo. Ramón Insua Baena enviaba todos los años dos cochinos y un equipo de matarifes para que los niños pudieran comer carne.

Al cabo de los años pienso que las Escuelas ha preparado, prepara y seguirá haciéndolo, hombres en todo Andalucía con una formación integral, el ejemplo está la factoría de Santana de Linares (Jaen) en la  que casi todos los alumnos de SAFA resultaban colocados en aquella empresa de automoción.

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Alumnos de SAFA, visitando una empresa para conocer, de primera mano, la realidad laboral de la época.

Me gustaría destacar a los profesores con los que tuve más contacto como Don Leonardo Romero Maure, Don Juan Navarro Rincón, Don Diego Mora, Don Antonio Ojeda Dante, Don Antonio (Maestro del taller de imprenta), Don Pedro Valcalcer, Don José Arjona Cía (maestro carpintero, un artista dibujando), etc.

Y por ultimo, quisiera desde este extraordinario medio de comunicación que es Gente del Puerto, denunciar que nuestra ciudad no ha sido agradecida a las jesuitas, que de una forma callada y siempre pasando desapercibidos realizaron una labor formativa que ahí está. (Textos: Francisco Bollullos Estepa).

DOS MAESTROS

"En las escuelas de primaria de Finlandia, los alumnos se despiden de sus maestros estrechándoles la mano y agradeciéndoles los conocimientos adquiridos ese día. Hermosa manera, a edades tan tempranas, de ejercer la gratitud con aquellos que tienen la osadía de enseñar en estos tiempos gamberros en los que casi nadie da las gracias por nada.

Me acordé el otro día de esta esperanzadora liturgia de reconocimiento a los docentes de aquel país larguirucho, mientras leía, con la nostalgia herida, la noticia del fallecimiento de Antonio Ariza. Hace algunas semanas nos dejaba también Elías Estíbaliz, otro histórico de la Plaza Elías Ahuja.

No cultivé la amistad con ellos, pero mi relación con ambos fue siempre cordial y respetuosa. El recuerdo, ese idioma de los sentimientos, me lleva hoy a unas aulas que rodeaban un patio claro en el que madurábamos junto a rosas y geranios. Allí aprendimos que la estenotipia no era una enfermedad, sino una asignatura, que los asientos contables no tenían patas y que el delegado de la clase de al lado se llamaba igual que el interés comercial: Ico, para los amigos.

A Elías le debemos su pasión por los buenos afanes. Nos dio de leer libros que disiparon nuestra ignorancia, nos condujo gentilmente por la calles austeras y limpias de la ética, y, desde un escepticismo discreto, nos regaló su ingenio humilde y elegante. Parece que lo estoy viendo atravesar la clase pausadamente, buscando actores para Luces de Bohemia: tú, Max Estrella; tú,  Madame Collet; tú, te callas si no quieres irte fuera.

A Antonio le recuerdo, en mangas de camisa, dando clases de Prácticas Administrativas, corbata al cuello y un colegio sobre sus espaldas. La última vez que le vi, enjuto de carnes que no de esperanza, hablamos otra vez de lo de siempre: buena cosecha aquella del 77, la segunda promoción de Administrativo. No sé que sería hoy de muchos de nosotros si aquel vino nuevo no hubiera pasado por el alambique generoso de la SAFA, esa escuela que se nos cruzó un día en la vendimia de nuestra vidas.

Como los chavales finlandeses al final de cada jornada escolar, ya con las nieves del tiempo plateando mi sien, quiero hoy despedirme de ellos agradeciéndoles su esfuerzo por abrirnos el porvenir en las mañanas azules de nuestra adolescencia". (Pepe Mendoza)

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En la imagen, fila superior, de izquierda a derecha: Manolo Torrent, Paco Candón empresario de Artes Gráficas de San Fernando, Matías Ayuso y su amigo del alma, Fernando Torrent. Agachados, José Luis Nimo Muñoz y Manolito Torrent, todos ellos de la “Saga de los Torrent” gestores de la antigua fábrica de tapones y cápsular Torrent, situada en la calle Espíritu Santo. La fotografía está tomada en la antigua Feria de Ganado, situada en los terrenos donde en la actualidad se encuentra el Polígono Indutrial “El Palmar”, en el año 1954.

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loro_alquiladores_puertosantamariaHubo un humilde personaje en El Puerto de la segunda mitad de los cincuenta del siglo XX que por humilde, ni siquiera era personaje, pero sí un ser entrañable para los niños de entonces, como yo: el Loro de la calle Alquiladores.

En aquellas frías e interminables tardes de esos años, a la salida de los colegios nunca faltaba a su cita con los chavales que pasábamos bajo su balcón. Se entablaba rápidamente un fluido coloquio entre los de la calle y el del balcón, en el cual se trataban variados temas, como las preferencias sexuales de unos y otro, menciones apasionadas siempre relacionadas con funciones fisiológicas, sobre los difuntos próximos de los de abajo, cuestionándose indefectiblemente, por parte del plumífero, la honorabilidad de las señoras madres de los de abajo.

El Loro (sí, con mayúsculas) demostraba con su diestro manejo del lenguaje,  adecuado a la ocasión, que disfrutaba de un entregado pedagogo que, a "full time", debía vivir dedicado a la puesta al dia del vocabulario de su aventajado pupilo.

Cuando voy a mi Puerto y paso por la calle Alquiladores, mis ojos a través de sus gafas de vista cansada, siempre se dirigen a ese balcón hoy vacío y si bién no una oración, sí que le dedico al Loro de la calle Alquiladores una sonrisa. Y sigo mi camino esperando oir tras de mí una voz aguda y chillona que me diga: ¡¡Hijo de p**a!! 

Veamos que nos cuenta Luis Suárez Ávila: "azulejo_loroLos animales se parecen a sus dueños. Eso es cosa que siempre se ha dicho, yo no sé si con fundamento o sin él. Pero, sea como fuere, me vienen a la memoria una serie de ejemplos y verbi gratias que me llaman la atención sobre el particular. Del  mundo de las aves, los loros,  son animales de los que en este Gran Puerto ha habido unos buenísimos ejemplares, más que nada por su carácter cosmopolita y por el comercio con la Indias. En cualquier casa había un loro, una cotorra o un guacamayo que un embarcado había traído de regalo. Sin embargo, siempre estuvieron sometidos a la disciplina y enseñanzas domésticas y nunca disfrutaron de libertad plena, como ahora que se han escapado, o los han echado a la calle, por perversos, y han poblado en colonias numerosísimas todas las palmeras de la entrada de Vista Hermosa y se han extendido a todos los Pagos del término municipal. Son loros salvajes y cotorras montunas, sin formación específica que, abandonados por sus dueños, se han multiplicado sin tasa en un medio que no les es el propio y ya van por la décima generación, por lo menos. En cierto modo son como los cocodrilos que aparecieron en un pantano madrileño, las tortugas americanas que pueblan nuestros ríos, o los patos malvasía foráneos que han abandonado sus dueños, con peligro y detrimento de bastardear la especie autóctona en los humedales de Doñana.

En este Gran Puerto, han abundado los loros famosos.
La prueba de que esta Ciudad es una de las más relevantes cunas del flamenco es lo que cuenta  Don Nicolás de la Cruz Bahamonde, Conde de Maule, en su “Viaje de España, Francia e Italia, en 14 volúmenes, publicado en Cádiz, a comienzos del siglo XIX. En el volumen XII, página 502, refiere que en El Puerto de Santa María vio en una casa un loro de treinta y nueve años de edad, del cual dice: “Su condición es montés e idiomática a pesar de sus treinta y seis años que lleva de encierro en esta casa; pero es muy alegre y gitano; le gusta la música, principalmente los palillos o castañuelas, pues en oyéndolos tocar en los tonos de zapateado, fandango, boleras u otros, por este orden, se alegra, grita y baila llevando el compás de la música con sus patitas...”

De ello se deduce la longevidad de los loros, la facilidad para los idiomas  --este es idiomático--, es melómano, y aficionado al flamenco –es muy alegre y gitano--, jaleador de los cantes  y bailaor.  Pero lo que no nos dice el conde de Maule es quién era el dueño de la casa, que seguramente sería igual, igualito en aficiones y condición, que el loro.
En la calle Alquiladores, cuando yo era chico, había un loro en un balcón, al que los niños y los mayores, le decían tacos, picardías y palabrotas. Pues el loro, no bien veía alguien pasar por la calle, prorrumpía en una sarta de insultos, que eran contestados por el viandante, con lo que el loro aprendía vocablos nuevos de esa jerga. Yo no sé quien era el dueño, ni si era persona educada, pero, con no haber cogido al loro y haberlo metido en un correccional, ya estaba retratado, por permitirle esa fea conducta y versación.

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En la calle Luna, desde 1927, hasta hace poco, estuvo abierta la tienda de tejidos y confecciones de Lolita Serafina --Dolores García de Quirós, casada con Vicente Acal--, cuya tienda frecuentaban las señoras al salir de misa en la Prioral. Pues bien, como Lolita era muy religiosa y su clientela también, el loro que tenía lo era igualmente. Y es que el loro cantaba con gran entonación eso de “Corazón Santo, tú reinarás...”, lo que era una delicia para las edificantes señoras que frecuentaban el establecimiento.

Otro loro famoso era el que tenía Rafael Alberti en su casa de El Puerto. En cuanto llegaba un camarada de visita le endilgaba “La Internacional”, con  revolucionario espíritu enardecido. Y es que cada dueño tiene y ha tenido el loro que le corresponde y cada dueño, en mala comparación, pero con toda propiedad, se parece a su loro. Eso es cosa del mimetismo ilustrado o cosa parecida, digo yo." (Texto: Luis Suárez Ávila).

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