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El pescador Manuel Lechuga Núñez, ‘el Picha’ --dicen quienes le conocieron que estaba bien dotado-- a la izquierda y Antonio Romero García, 'Antoñón’, fallecido a los 61 años a finales de la década de los ochenta del siglo pasado.

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La imagen está tomada a finales de los años 40 del siglo pasado, en las proximidades del Edificio donde estaba ubicado el Sindicato, hoy Edificio Vista Alegre, calle Micaela Aramburu, próximo a la Capilla de Los Afligidos, en lo que fue el antiguo Hospital Municipal. En aquellos años la Cofradía de Pescadores conocida también por el  Pósito de Pescadores se encontraba situada en las dependencias del Sindicato y además de las oficinas y comedor para los hijos de pescadores, se encontraba el consultorio médico, atendido por los doctores Antonio García Sánchez, Agustín Fernández Rodríguez y José Joaquín Muñoz Bela y la del practicante Felipe Lamadrid Muñoz.  /Foto: Colección Uchi Romero García para Gente del Puerto.

De izquierda a derecha, Antonio Aragón Astorga, que trabajaba en la firma bodeguera Osborne, y amigo de José Roque Morales Augusto (con nótula núm 280 en GdP), aunque nació en Vejer de la Frontera de pequeño, junto a sus padres Nicolás y Carmen y hermanos se trasladaron a El Puerto, viviendo en la calle Palacios, siendo vecino de la ilustre pianista doña Virginia Hernández; a continuación su cuñado Simeón Mollá LLorca, pescador y excelente patrón de altura que estuvo muchos años gobernando el pesquero “Ballena Blanca”, de los armadores Juan Antonio García Sánchez, Antoñito ‘el de la Comandancia’ y Rafael Sánchez Carbonell; el patriarca de los Ceballos, Francisco Rodríguez Ceballos, sus hijos Baldomero y Paco y un amigo de la casa.

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Una vista de barcos abarloados  en el río Guadalete en los años ochenta. /Foto Michael Reckling.

Hubo un tiempo donde la pesca fue unos de los pilares de nuestra economía, desde la llegada de la colonia alicantina, principio de los años 30, hasta final de los años noventa del siglo pasado. Aquella fue la época de esplendor: la década de los años setenta y ochenta, cuando la flota llegó a tener 132 unidades que, sumadas a la foránea provenientes de los puertos de Huelva, Isla Cristina, Punta Umbría, Ayamonte, Algeciras y Málaga, que vendían sus capturas en la lonja de pescados de El Puerto.

lalonja_activa_puertosantamariaLlegó a ser considerada por ello como una de las principales en ventas de España, después de la de Vigo, y Cádiz.

Tenía el sector extractivo pesquero un censo de 1,500 trabajadores, entre pescadores (1.400)  y rederos (100). El caso es que de estos 1.500 trabajadores de la actividad extractiva se crearon casi 10.000 puestos indirectos e inducidos proporcionados por la actividad de la pesca, entre ellos los trabajadores de los Efectos Navales que se dedicaba a la venta de suministros y repuestos  para las embarcaciones. Eran la ferretería del mar, tenían de todo, difícilmente se quedaba un barco en puerto sin poder salir a la mar: pintura, redes, cuerdas, hilos, grilletes, repuesto de toca clase de marcas para los motores pesqueros, cables, tornillos, en definitiva, los llamados suministros navales. /En la imagen de la izquierda, la Lonja del pescado, en plena actividad.

LA LLAVE.
En las décadas de esplendor, en la Avenida Enrique Martínez (próximamente hablaremos sobre este personaje vinculado a la vida de El Puerto del primer tercio de siglo), hoy de la Bajamar, frente a la Ayudantía Militar de Marina, donde hoy se encuentra la Sala Milwaukee, estaba Efectos Navales ‘La Llave’ de José Agarrado Macías, teniendo por socio a Luis Márquez que era quien estaba al frente del negocio y, entre sus empleados, a Gandulla.

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Imagen de unos Efectos Navales, posiblemente de Cádiz.

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Anuncio de la casa central de Paulino Freire en Vigo.

PAULINO FREIRE Y LA COFRADÍA.
Junto al Bar Liba se encontraban loa Efectos Navales de ‘Paulino Freire’ y, entre sus empleados se encontraba Bohórquez. La familia de Paulino, procedente de Galicia, era propietaria de los Efectos Navales. Aquí en El Puerto, atendía más a los barcos mercantes que descargaban en la Otra Banda y al desaparecer estos también se dedicaron a la flota pesquera y al publico en general.

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En la imagen podemos ver detrás el edificio donde se encontraba los Efectos Navales de Paulino Freire, donde hoy se encuentra el restaurante Alavera, en la Avda. de la Bajamar. Se aprecia el desaparecido depósito de agua en la plaza de las Galeras Reales.

Junto a los Efectos Navales de Freire había varias oficinas de Consignatarios de Buques Mercantes, por ejemplo la Miguel Lobato Quintero (ver nótula 539 en GdP),  donde se dice: "Luego vendría el Puerto Comercial, la frontera natural marítima de El Puerto con el exterior. Miguel Lobato trabajó en diversas empresas consignatarias de buques, primero con Vicente Prego, continuando con Emilio Huart y hasta su jubilación en LOPAMAR, S.L. Es, precisamente en ese tiempo, cuando colabora para que en El Puerto se cree un cuerpo de trabajadores portuarios, independientes de los de Cádiz. En aquellos tiempos se vivieron los mejores tiempos de actividad portuaria en nuestro puerto, pujanza hoy tristemente desaparecida".

A mediados de los 80, dentro de la Antigua Lonja de esta Banda, lindando con la Avenida de la Bajamar, la Cofradía de  Pescadores tuvo Efectos Navales con los empleados José Galán Venegas y José María Requena Olmo.

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Rederos trabajando en esta Banda, donde hoy se encuentran uno de los aparcamientos gestionados por Impulsa.

EN LA OTRA BANDA.
Posteriormente en los años 90, en la Otra Banda, José Luis Reyes Albaiceta y sus hijos, abrieron unos Efectos Navales en la zona de los cuartos de los rederos, próximo a la Fábrica de Hielo y a las nuevas instalaciones pesqueras.

OTROS SUMINISTRADORES.
Aparte de los Efectos Navales, siempre alrededor de la flota han existido comerciantes que también han suministrado efectos navales a los barcos, como Simeón Nogueroles Verdú que tenia un establecimiento de redes y baterías junto al Bar la Gaviota, Vicente Moreno que suministraba malletas y cables, ‘Pepin Ragel’, hilos y redes, o Náutica Banderas, en el núm. 15 de la Avda. Micaela Aramburu, frente a l Resbaladero, entre otros.

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Una imagen de unos efectos navales.

En la actualidad debido al decaimiento de la flota y a las pérdidas de unidades pesqueras no quedan tiendas de Efectos Navales. De los armadores que quedan, aprovisionan sus barcos en Efectos Navales de Sanlucar de Barrameda y en la Costa de Huelva.

La presente nótula, que vamos a publicar por entregas,  vio la luz en 1999 en un trabajo para la revista de la Universidad Complutense de Madrid. Básicamente no han cambiado las tesis que mantiene su autor, el profesor y Dr. en Arqueología de la Universidad de Cádiz, Diego Ruiz Mata, que amablemente colabora con Gente del Puerto, independientemente de los hallazgos que se produjeron a principios de la década del 2000 en la capital gaditana.

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Dibujo idealizado de fenicios comerciando en un puerto mediterráneo.

LA FUNDACIÓN DE GADIR, EN EL PUERTO.
Se aborda uno de los temas más debatidos de la protohistoria de la Península Ibérica, la fundación de Gadir, su ubicación en época arcaica y cronología, contrastando los textos escritos y el registro arqueológico. Las investigaciones efectuadas desde 1979 a 1995 en el Castillo de Doña Blanca (El Puerto de Santa María) cuestionan la ecuación Cádiz-Gadir y la dotación fundacional de 1101 a. C., según los cálculos de C. Veleyo Patérculo. En este trabajo se defiende que la fundación fenicia arcaica se estableció en el Castillo de Doña Blanca (CDB), donde se situó Gadir desde inicios del siglo VIII a.C., siendo la isla de Cádiz ocupado a partir defines del siglo VII y comienzos del Vía. C. con una finalidad productiva, comercial y religiosa, y se desmitifica un aspecto histórico vigente y aceptado por numerosos investigadores españoles y extranjeros durante más de dos mil años. Estos nuevos planteamientos abren una nueva posición teórica y perspectivas de investigación, ampliando el problema en un radio de acción mediterráneo y europeo, bajo el modelo de los ‘sistemas-mundo’.

INTRODUCCIÓN.
La Bahía gaditana y el Bajo Guadalquivir constituyeron el escenario de numerosos mitos, trasfondos de realidades históricas, que permanecen en el recuerdo como ecos de un tiempo pasado de gran esplendor. El mito y la historia siguen aún vivos. Cual- quiera que haya traspasado las antiguas puertas de Occidente, o Columnas de Heracles, navegado hasta la Bahía, por el Guadalquivir o recorrido la campiña, habrá sentido la sensación de que se halla inmerso en un paraje que la historia —el hombre en efecto— ha ido modelando y dotando de contenido.

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Vista aérea, en primer término a la derecha, del Yacimiento de Doña Blanca, a su derecha la carretera de El Puerto-El Portal, al fondo a la izquierda, El Puerto de Santa María.

Es una sensación de grandeza, de magnificencia de un tiempo pasado, y de cierta nostalgia que sobrevive en numerosos rasgos. El Estrecho de Gibraltar, jalonado por los montículos de Abila y Calpe, no ofrecen una orografía imponente, pero enseguida se percibe que es una puerta, cuyos goznes anclados en dos continentes invita a traspasaría, a adentrarse en otro mundo, viniendo de un mar abierto. Más allá, al otro lado, Gadir, Tartesos, el Guadalquivir lento y majestuoso, el Guadalete serpenteando, las monótonas y ricas campiñas hasta la sierra, las zonas mineras que atrajeron a navegantes de mundos lejanos, que aquí dejaron sus huellas y ahora son motivo de estudio. A esta región que en un tiempo se denominó Tartesos, perdura como una historia lejana y cercana, pues constituyó el comienzo de la conciencia de la existencia de Occidente. El significado cultural, político o económico de este finisterre originó la curiosidad de poetas, historiadores y geógrafos, la gestación de mitos y leyendas, de realidades históricas que el investigador se afana en desvelar, segregando lo que fue una creación poética o historia mítica de la objetividad que extrañan estos restos de este tiempo, la mayoría aún ocultos. No es tarea fácil, pocas veces posible, y la confusión ha permanecido y durará por tiempo. Quizás sea la razón de que se mantengan tan vivos los recuerdos.

alfabeto_fenicio_puertosantamariaHIPÓTESIS Y PLANTEAMIENTOS.
La fundación de Gadir poco más allá de las Columnas de Heracles en el Atlántico, su origen, significado y consecuencias históricas han constituido durante dos mil años temas claves de estudio de la historia antigua peninsular y su incidencia en otros países distantes, en una concepción territorial amplia. Desde Homero y Hesíodo, y sobre todo desde época helenística, se consideré la fundación de Cádiz como uno de los hitos significativos de la historia universal, yen su entorno se crearon mitos y leyendas que permanecen y se analizan.Y durante el siglo XX Gadir ha sido objeto de innumerables estudios y elucubraciones. La razón es sencilla: los textos grecorromanos no siempre se ajustaban, o explicaban, los datos más sobrios y objetivos que dimanaban de la arqueología. /En la imagen de la izquierda, fragmento de cerámica con las primeras letras del alfabeto fenicio ‘bgd (álef, bet´, rímel, dálet), incisas, descubierto en el Yacimiento 'Castillo de Doña Blanca'.

titulodonablancaDurante más de dos mil años, en base a los textos grecorromanos referidos a Gadir y a Gades, se ha mantenido sin apenas controversias o dudas razonables que la ciudad fenicia arcaica se hallaba situada y soterrada en algún punto del casco antiguo de la ciudad de Cádiz, pese a la inexistencia de datos que sugiriesen esa posibilidad. El texto escrito ha tenido más fuerza que el dato arqueológico, explicándose su ausencia con hipótesis más o menos coherentes o ingeniosas que las justificasen.

La posición que mantengo contradice en gran parte a la mayoría de las opiniones expresadas y defendidas sin bases consistentes, enraizadas en la fidelidad al texto escrito. Ante los resultados arqueológicos en numerosas zonas de la ciudad y los que dimanan de la ciudad costera del Castillo de Doña Blanca (en adelante CDB), cabe plantearse otras explicaciones, que atañen a la fecha fundacional, al enclave de Gadir y a su significado histórico, como eje nuclear de una amplia periferia, que constituyó un Estado fenicio occidental en el extremo occidental del mundo conocido. Trataré de explicarlo sintéticamente con más coherencia empírica y con la duda aceptable de que no siempre los textos garantizan la veracidad histórica.

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Yacimiento de Doña Blanca, vista de muros de las excavaciones, junto a la Torre. /Foto: Blog de Ruta.

Abordar estos temas en toda su complejidad, bajo otros conceptos explicativos, comprenderá el lector que se requiere ahondar en muchas variables que no es posible desarrollar aquí, simplemente por razones de espacio. Elegiré aquellas que contribuyan a esclarecer en lo posible lo que tanto tiempo ha constituido una verdad inmutable. La responsabilidad que entraña es mucha, pero también es tiempo de enfocar el problema con otros datos y una mirada distinta. Siempre es saludable abordar viejos problemas con nuevas premisas. Las verdades infundadas, o dudosas, contribuyen a crear una cadena sustentada en un nódulo poco consistente, y así girando sucesivamente en una rueda sin fin. Es el problema de teorizar sin argumentos. Las posturas de muchos arquélogos-historiadores, entre los que me hallo, tiende a repensar y cuestionar antiguos, aceptados con dogmatismos, con enfoques teóricos y planteamientos nuevos. En este caso, se trata de contrastar antiguos documentos escritos con los datos arqueológicos existentes y proyectos de investigación nuevos, más completos en sus objetivos, contenidos y métodos, que han resucitado problemas viejos aún pendientes. Valga esta contribución para reavivar y proporcionar un nuevo enfoque a un tema de gran importancia de nivel histórico global. La obligación del investigador, pensando en términos históricos e ideológicos, es acercarse a la mayor verdad posible, pues cuestionar es un oficio intelectual, pese a la historia asumida y a la autoridad de opiniones valiosas, cimentadas más en el deseo que en la realidad.

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Dibujo idealizado de unos astilleros fenicios. /Navarro.

Adelantando las conclusiones, propongo que la primera fundación fenicia en la Bahía tuvo lugar al pié de la Sierra de San Cristóbal,en el CDB. Lo que requiere despojarse de los prejuicios y acercarse al tema desde otras lecturas y planteamientos que dimanan en gran parte de la contrastación entre los textos escritos —en sus visiones míticas, históricas y geográficas—, los datos arqueológicos y el medio geográfico, productivo y social.

FUENTES ESCRITAS Y REGISTRO ARQUEOLÓGICO. ANÁLISIS CRÍTICO.
La ecuación Cádiz-Gadir se basa en la lectura e interpretación de unos textos tardíos, dudosos por las interpolaciones o supresión de datos de los diferentes manuscritos, pertenecientes a un tiempo histórico no fenicio, escritos en gran parte por autores que desconocían el medio, su transformación y la historia interna, donde los conceptos son muchas veces vagos y poco explícitos, mezclando aún el mito y una realidad histórica inmersa en una perspectiva etnocéntrica grecorromana y no fenicia ni púnica. Con un bagaje poco esclarecedor, aunque se pretende la claridad, han trabajado muchos historiadores durante siglos.

En la introducción de García y Bellido de su traducción y comentarios del libro III de la Geografía de Estrabón,dedicado a la Península Ibérica, se queja de la escasa y endeble información (García y Bellido 1968). Interesa transcribir los criterios, por su autoridad, representatividad y autoridad en el conocimiento e interpretación de los textos. Como declaración de principios, señala que “estamos muy mal informados de todo lo referente al concepto que tanto griegos como púnicos —supongo que se refiere a los cartagineses— tuvieron en un principio de la Península Ibérica desde un punto de vista físico y también geográfico. El interés científico, si lo había, jugaba entonces un papel ciertamente secundario, siendo sobre todo los de orden económico los que estuvieron siempre en un primer plano” (1968: 10). Se refiere a una época más reciente de la protohistoria, desde los siglos V-IV a.C. a época romana, alejada de los inicios de la presencia fenicia en la Península.

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 /En la imagen de la izquierda, la Geografía de Estrabón.

También es consciente de la falta de información textual fenicia y púnica, cuando señala que “es de todos sabido que de fuente púnica no ha llegado a nosotros nada importante que nos ilustre sobre la Geografía antigua de la Península. Sería cometer un error histórico el juzgar por ello que los púnicos nos ignoraron en este doble aspecto geográfico y etnográfico. Entre los carthagineses hubo de haber una literatura geográfico comercial, en forma de roteros o periplos (similares a los griegos), destinada a facilitar la navegación por las tierras costeras de su imperio comercial y el trato de los pueblos de su próximo interior. Pero la fatalidad de los hechos ha dado lugar a que la herencia cultural de Occidente esté vinculada casi exclusivamente a transmisiones griegas y latinas, las cuales no recogen, salvo rarísimos casos, nada o casi nada del patrimonio científico, de orden práctico, acumulado durante siglos por los navegantes y comerciantes púnicos” (1968: 11-12).

más adelante,“hasta la conquista romana (fines del siglo III), los escritores griegos sólo sabían de la Península, en el mejor de los casos, sus accidentes costeros más importantes y aquellos escasos informes que sobre los pueblos del litoral podíanse recoger en los puertos de boca de los negociantes, marineros, viandantes o aventureros de toda clase” (1968: 13-14). Estos juicios acertados resumen el problema sustancial de la duda que entrañan los textos sobre los que se basan las hipótesis de Cádiz-Gadir. 

Es natural que cualquier historiador que analice los problemas de la protohistoria peninsular, sea del tema que se trata en este trabajo acerca de Tartesos u otros de igual relevancia, en base a la información textual grecorromana, se pregunte sobre los medios de información que poseían los autores, su mentalidad, ideología, captación y explicación de los datos. Así comienza J. de Hoz su magnífico articulo sobre las fuentes de Tartesos (1989: 25 ss.). Extraemos de él los aspectos de índole informativos y de transmisión. En el caso griego —fuente de los autores romanos—, la ubicación y fundación de Gadir proviene de noticias de viajeros o de contactos ocasionales, donde las generalidades, errores, magnificación de las pequeñeces, errores y mitos se entrelazan para reconstruir una historia o concepto, sin validez objetiva.

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Los restos de una habitación en Doña Blanca, con mampuestos bien escuadrados. /Foto: Blog de Ruta.

La mayor parte de la información procede de grupos minoritarios, de mercaderes o navegantes, puesto que del mar y del comercio tratamos, más interesados en informaciones especializadas en sus propias actividades prácticas que en las históricas. La información en este caso podía ser muy precisa en cuanto a sus quehaceres, pero vagas y desorganizadas en otros aspectos, pues los objetivos no eran la verdad histórica, sino la anécdota o las curiosidades míticas, que algunos ante el respeto a la información escrita han aceptado como verdades absolutas. De otra parte, el conocimiento erudito y curiosidades de los intelectuales sobre las ciencias humanas en general, antes del helenismo, eran muy diferentes a las nuestras (Momiglia- no1984).Este conocimiento “científico” “se nutría de los otros dos bloques mencionados, a la vez que en cierta medida repercutía sobre ellos, y en ciertos casos provocaba investigaciones de primera mano sobre el terreno, pero tampoco estaba exento de fábulas, de perjuicios, de polémicas condicionadas por motivos personales o de escuela, y su valor varía mucho de unas fuentes a otras. Está por lo tanto necesitado de análisis crítico como los datos que nos han llegado de las otras dos canteras, aunque es sin duda el que más y mejor información nos proporciona” (De Hoz 1989: 26).

La opinión de ambos autores resumen los problemas que las fuentes plantean para elaboraciones de análisis históricos. Para tratar de la fundación de Gadir, en todos sus aspectos, es imprescindible acudir a los datos procedentes de la investigación arqueológica, como fuente ineludible de conocimiento. Lo que en este trabajo planteo es sólo aprovechar los aspectos aprovechables que se pueden extraer de las fuentes, los desvíos que también han ocasionado, mediante su contraste con el material arqueológico. Y no abordaré otro tema que no sea el de la ubicación de la primera instalación fenicia y la funcionalidad del ámbito geográfico que se denomina Bahía gaditana. (continuará) /Texto: Diego Ruiz Mata.

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Los alumnos del Instituto Laboral de ejercicios espirituales en el Colegio de la Salle, fueron tres días, a media pensión o mediopensionista como se decía entonces, es decir que almorzaban en el centro educativo y por la tarde, a meditar a casa.

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Identificamos en la fila superior izquierda, Agustín Fernandez Varela, desconocido, Falín Castro Manín Cantera, Rodríguez Hernández, Pepe Palacios, Martínez Monedero, Fuentes Pertiñez Jr., Juan Leon Aguilar, Jose Vicente González Selma, dos desconocidos, pero uno puede ser Luis Sanchez Matabuena.

Segunda fila, D. Ramon González Montaño, Felipe Enríquez, Cruz Salvadores, dos desconocidos, Nani Paullada, Pineda, Javier Merchante, puede ser un Moreno Naval, D. Antonio González Montaño, Paco Fuentes Pertiñez, Paco Guerrero Rosso.

Tercera fila, D. Jose Mª Peinado Merchante,  desconocido, Pepe Castilla Romero, Julio Herranz Benito, Moriña , Ponce de Leon, Cesar Castro, Gomez Gimenez, Camilo F. González Selma, Domínguez, desconocido, Sánchez Matabuena, desconocido, García Ramos, desconocido,

Cuarta fila, Antonio Diaz Figuereo, fila desconocida pueden ser de 1º Curso. Úlltima fila Luis Herranz Benito, el 5º Valiente Herrera, el 7º Manolo Lojo Lozano, Gordillo Perea, Corral y desconocido.  Año 1965/66. Identificación de Camilo F. González Selma. /Foto: IES Santo Domingo.

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Ojeando el libro de Roció Plaza Orellana, ‘El Flamenco y Los Románticos’, me llevé una gran sorpresa, encontrándome con cuatro artistas del El Puerto de Santa María, actuando en los teatros sevillanos, comprendido entre  los años mil ochocientos al mil ochocientos once.

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Estos fueron: Juliana, Leonarda y Juan Mexías o Mejías, los tres hermanos como es obvio y María Huertas, bailarinas y bailarín de la escuela bolera. Fueron los cómicos registrados más antiguos que hayan  salido de nuestra tierra. Me hubiera gustado investigar el segundo apellido de estos insignes paisanos, asunto que dejo para otros estudiosos que lo lleven a cabo y con más tiempo que yo.

petracamara_puertosantamariaVamos a citar un ramillete de artistas de nuestra ciudad, que también bailaron esta modalidad artística. Entre ellos se encuentra, Josefa Gallardo Rueda “La Coquinera”, (El Puerto 1871 - Madrid 1935). (ver nótula núm. 1.042 en GdP) El maestro de baile Jose Otero, en la página 155 de su libro titulado, ‘Tratado de Baile’, nos informa: Pepa Gallardo actuaba en la compañía del afamado maestro de baile y coreógrafo, Eduardo Vázquez, este había llevado en su compañía artistas de la talla de Rosa Espero, Dolores Grande y Natalia Jiménez y Petra Cámara, quien vivió gran parte de su vida en Cadiz, en los años 1860. Fue una de las grandes boleras de su tiempo, sevillana de nacimiento en el año 1825. /En la imagen de la izquierda, Petra Cámara.

Jose S. Rodríguez, nombre artístico de Jose Luis Sánchez Rodríguez, (El Puerto 1917-Cadiz 1994) (ver nótula 100 en Gente del Puerto). Alumno de el Estampío, en el flamenco y de Carito, en la escuela bolera. Paseó su arte por todo el mundo junto a su esposa Pepita Sarazena (Colwyn Bay, Norte de Gales, Gran Bretaña, 07.05.1919 – Sevilla, 23.12.2000), (ver nótula 121 en Gente del Puerto). Este portuense fue unos de los grandes del bolero de este país y no se le ha hecho justicia. En los años sesenta llevaban en su elenco artistas de la talla de Enrique Morente, por mencionar algunos, y diré más: fue un extraordinario bailaor flamenco, con el sello del baile de El Puerto, por bulerías, que no es poco.

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Pepita Sarazena y José S. Rodríguez. /Dibujos LSA.

Josefa Gallardo, apodada la Gallardo, (El Puerto, 1860 - Cadiz, 192?), bailaora y bolera, esta mujer vivía en Cadiz, en 1875, en la calle Solano nº 20. Creo que  también fue actriz y hermana del actor portuense Francisco Gallardo, igualmente domiciliado en la capital gaditana. Aunque de esta mujer tengo mis dudas, espero aclarar datos muy pronto.

COQUINERA_CUENCA_2PUERTOSANTAMARIAManuel Fernández Cabrado, (Puerto Real, 1860-El Puerto, 192?) Maestro de baile y bailaor, dominó el flamenco y la escuela bolera, en el padrón de El Puerto de Santa María, de 1910, estaba domiciliado en la calle Espelete , 25, de profesión artista del baile, se trasladó muy joven a nuestro pueblo, por motivos personales; en boca de aficionados mayores, fue uno de los grandes bailaores de esta zona gaditana, según Jose Brea, Breita. (ver nótula núm. 1.183 en Gente del Puerto)  /En la imagen de la izquierda, Antonia ‘la Coquinera y ‘la Cuenca’.

Bernardo Neto Domínguez, (El Puerto, 1862-192?), profesor de baile, tenía la academia en la esquina de la calle Larga con Santo Domingo, en el año  1888. Antonio Neto Domínguez, (El Puerto, 1854-191?), artista pintor, bailarín y bailaor, hermano de Bernardo, de los dos fue el que más  sobresalió en el baile.

Según Luis Suarez Ávila, (ver nótula núm. 128 en Gente del Puerto) conocedor de algunas de las  pinturas  de este artista, nos dijo: «fue un pintor adocenado». La academia de baile, de los Hermanos Neto, colaboraban con el Ayuntamiento, en las fiestas locales. Parte de estos datos hay que agradecerlo a Jose Ignacio Buhigas y Tily Santiago, de su libro Carnaval: Un siglo de Historias del Puerto.

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La Macaca y su hermano Vicente.

La Macaca, nombre artístico de Josefa Martin-Bejarano (Lanzarote, 1920, El Puerto-Paris, 1980), fue una gran bolera, actuó en los viejos cabaret de Paris, de los años mil novecientos treinta y cuarenta. Sus primeras clases de baile fueron de mano de un refugiado político español, de nombre Esteban. (ver nótula núm. 1.455 en GP).

Vicente Martin-Bejarano (Lanzarote, 1925-El Puerto- Madrid, 1978), artista portuense, se inició con que su hermana Pepa, como pareja de baile en Francia. Hay fotos de los dos hermanos, con el atuendo bolero, como se puede demostrar. En la compañía de Juan Valderrama, Vicente, bailó en muchas ocasiones sevillanas boleras y jotas aragonesas.

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El bailarín y bailaor Miguel Villar Guerrero.

Miguel Villar Guerrero, bailarín y bailaor, (El Puerto. 1952), en sus tiempo s jóvenes se le conocía como Miguelito Puerto. Estupendo artista, marchó de su tierra en una edad muy tierna, recorriendo toda la geografía de la península ibérica, y países europeos.  Conocedor de la escuela bolera, clásico español y el flamenco. Tenía cualidades  para poder llegar a cotas altas en el baile, su imagen dejaba el aura que dejan los buenos artistas cuando salen a escena.

¡Que buenos ratos que hemos echado en esa calle Lechería [hoy Cervantes] de los años sesenta!, de fiesta con los Villar, por mencionar algunas sus primas Milagros Caraballo Villar, Charo Villar, --que bien baila mi comadre--, sin olvidarnos de su hermano Antonio Villar Guerrero,  dedicado a la enseñanza de la guitarra, y un excelente  guitarrista flamenco. /Texto: Antonio Cristo Ruiz.

cubiertamanuscritoreparto_puertosantamariaSe ha aceptado tradicionalmente que el término cortijo puede derivar del "curticulum" latino y que los árabes usaban la voz "maysar" para referirse a estas propiedades rústicas. Este vocablo ha dado origen, entre otras, a las formas "machar" o "majar" que encontramos presentes en muchos de los nombres de antiguas aldeas y caseríos diseminadas por nuestras campiñas, algunos de los cuales han llegado hasta nuestros días. Como señala el profesor V. Martínez Enamorado, "distintos autores han interpretado el machar como un tipo de explotación agraria que no es suficientemente amplia para confundirla como un núcleo de población o también como una unidad agraria elemental". A diferencia de la alquería ("qarya"), para la que se propone una cierta entidad de población y una unidad de propiedad, el cortijo árabe ("maysar") es un núcleo de orden inferior, dependiente de una ciudad o alquería, destinado básicamente a la producción agropecuaria./ Copia del  "Libro del Repartimiento" de El Puerto de Santa María, fechado en la segunda mitad del siglo XIII. Se mencionan hasta trece alquerías, de las cuales las de al-Qanatir (El Puerto actual), Grañina y Sidueña eran las más relevantes. Junto a ellas, con un territorio muy reducido se encontraban dos "machares": Machar Grasul y Machar Tamarit. 

El profesor E. Martín Gutiérrez, en un pormenorizado estudio titulado "Análisis de la toponimia y aplicación al estudio del poblamiento: el alfoz de Jerez de la Frontera durante la Baja Edad Media", da cuenta de buena parte de estos topónimos que pudieran estar relacionados con la existencia de antiguas alquerías o maysar de origen andalusí, mencionados ya en las fuentes documentales desde los siglos XIII y XIV, algunos de los cuales aún perviven, alterados en sus formas originales y castellanizados, pero conservando indicios de su primitivo significado.

Los Tercios - Hato de la Carne

Hato de la Carne o Marisma de los Tercios.

Uno de los más conocidos es el de Macharnudo, que da nombre a un pago de viñas situado junto a la carretera de Trebujena, así como a la torre o "castillo" del mismo nombre que se alza en la viña El Majuelo, desde el que se domina un amplio sector de la campiña jerezana. Su nombre alude a un caserío o cortijo ubicado en un lugar "pelado" o "desnudo", desprovisto de vegetación, aunque hoy día cubran sus laderas extensos viñedos.

Los Tercios

Los Tercios.

En la campiña portuense encontramos la pista de otras aldeas de origen andalusí mencionadas en el "Libro del Repartimiento" de El Puerto de Santa María, fechado en la segunda mitad del siglo XIII. Se mencionan hasta trece alquerías, de las cuales las de al-Qanatir (El Puerto actual), Grañina y Sidueña eran las más relevantes. Junto a ellas, con un territorio muy reducido se encontraban dos "machares": Machar Grasul y Machar Tamarit.

Laguna de Los Tercios

Laguna de Los Tercios.

Aunque no ha sido posible determinar con exactitud el emplazamiento exacto de ambos enclaves, puede afirmarse que se ubicaban en el entorno del paraje conocido como marisma de Los Tercios, una amplia cubeta natural, rodeada de lomas de suave pendiente, que se encharca en épocas de lluvia. Este rincón de la campiña, también denominado como Hato de la Carne por ser en tiempos pasados el lugar donde pastaba el ganado, se encuentra en el sector oriental del actual término municipal portuense, lindando ya con tierras de Jerez.

La Bodegonera

La Bodegonera.

De las fuentes documentales se deduce que el término de Machar Grasul, en el momento de su reparto, lindaba al Norte con Xerez y con la aldea de Grañina, al Oeste con las aldeas portuenses de Finojera y Bollullos y al Sur con al-Qanatir (la actual ciudad de El Puerto de Santa María) y con Sidonia (o Sidueña), ubicada en el enclave del actual Castillo de Doña Blanca, con la que lindaba también por el Este. Un posible emplazamiento de este "maysar" pudiera ser el pequeño Cerro de la Caldera donde han aparecido materiales de la época. El cerro se encuentra en el borde occidental de la marisma de Los Tercios, un paisaje en cuyos alrededores aún se conservan antiguas casas de viña como Los Chavicos, El Agostado o La Bodogonera. En cuanto al posible significado de este topónimo, algunos autores apuntan -considerándolo en la forma Machargazul- que bien pudiera referirse a un "mayšar de los Yazula", una de las tribus bereberes establecidas en la zona y que dan también nombre a la población de Alcalá de los Gazules.

Laderas de Pozo Lozano

Laderas de Pozo Lozano

Las tierras de la aldea de Machar Tamarit quedarían más próximas a la Sierra de San Cristóbal, lindando al Norte con Xerez y Machar Grasul y al Sur y el Este con el término de Sidonia. Las laderas del antiguo cortijo de Pozo Lozano entre Las Beatillas y la autovía de Jerez-El Puerto son los parajes donde tal vez pudo asentarse esta alquería. El topónimo (tamarit o tamarite), presente también en otras provincias, podría estar relacionado con la existencia en sus alrededores de tarajes. Estos arbustos son frecuentes en la vegetación que acompaña a los arroyos de la zona y, especialmente, en el cinturón perilagunar de Los Tercios. /Texto y fotos de la campiña: José y Agustín García Lázaro.

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josepoquetcabreraJosé Poquet Cabrera nació en Calpe (Alicante), ciudad con la que está hermanado El Puerto de Santa María, por medio de la pesca y los hombres de la mar, donde se repiten apellidos --en ambas poblaciones-- desde antiguo. Fue bautizado en la parroquia de Ntra. Sra. de las Nieves. Su infancia transcurrió en ambientes marineros calpinos.

Ya hecho un joven fuerte y decidido, puso rumbo a América del Norte, trabajando en las obras del tendido de la línea del ferrocarril Pensylvania Express, que unió el norte con el sur de los Estados Unidos. Allí vivió con los emigrantes por antonomasia en dicho país, con una familia irlandesa, empero, regresaría a España y poco después, siguiendo con su espíritu aventurero, conocerá nuevas tierras, esta vez en el continente europeo. Francia, Alemania, Rusia y... vuelta a América, trabajando en los Altos Hornos americanos que, aunque debilitan su forma física, le proporciona buenos ingresos, regresando, definitivamente a España, a su Calpe natal.

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Un tren de pasajeros en la línea Pensylvania Express.

LLEGADA A EL PUERTO: 1931.
Allí se hace armador de barcos de pesca y su sueño se convierte en realidad, con el barco Melchora que sale de los astilleros levantinos. Ya por aquella época una importante colonia alicantina residía en El Puerto: los Roselló, los Perles, los Morató y otros muchos  apellidos de ‘la mejor tierra del mundo’ estaban asentado en nuestra Ciudad, a donde arribará con su embarcación en diciembre de 1931, ya con unos años y soltero. Le acompañaban dos hermanas y un sobrino, residiendo en el número 102 de la calle Larga.

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El 12 de abril se celebraron elecciones municipales. El 31 de mayo, ya con la II República, se volvieron a celebrar los comicios locales. Fueron alcaldes ese año Eduardo Ruiz Golluri por los conservadores y Francisco Cossi Ochoa, por los progresistas. 

Supo integrase en la sociedad portuense y se ganó el respeto de todos, tanto del sector pesquero como de otras actividades en el ámbito local.  Era un hombre bueno y honrado, querido y admirado por sus convecinos, que desbordaba sencillez y humildad. Una persona que no solo ayudó a las familias de pescadores, sino que contribuyó a la época de máximo esplendor de la pesca en El Puerto. Tenía mucha mano izquierda.

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Una foto de la vivienda de Tio Pé, arriba del desaparecido Casa Lucas, con la familia.

Tio Pé se trasladaría al número 110 de la calle Larga --arriba del famoso bar Casa Lucas--, al contraer matrimonio con Francisca Beltrán, con la que tuvo cuatro hijos, dos niños y dos niñas, que hoy viven en Calpe, llegando a ser representante de dicha colonia en nuestra población.

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El 'Melchora' y el 'Nueva Melchora', construido este último en alicante en el astillero de Vda. de Manuel Ripoll.

EL NUEVA MELCHORA Y LAS REDES.
Su barco, la Melchora, naufraga en aguas de Marruecos a consecuencia de una avería y, en cuanto pudo, puso en astilleros la quilla de la Nueva Melchora, continuando así su actividad pesquera en los caladeros marroquíes. Al mismo tiempo, simultaneaba dicha actividad con un taller de entintado de redes, en el mismo edificio donde guardaba los enseres propios de la embarcación. Fue armador, además, del Melchora y Nueva Melchora, de otras embarcaciones a lo largo de su trayectoria profesional: La República, Belimar, Monte Olta. Y Fabian, en honor de su hijo quien, entre las décadas de los sesenta a los ochenta estuvo embarcado como pescador y posteriormente como patrón de los barcos de su padre, marchando con posterioridad a Calpe en los años noventa, donde llegaría a ser Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores durante el mandato 2007-2011

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Unos rederos en plena actividad en el muelle.

EL PÓSITO DE PESCADORES.
“Tio Pé” fue un excelente pescador que cimentaba la amistad en condiciones de igualdad, en todas las esferas económicas y sociales que se daban cita en la desaparecida Casa Lucas, siendo el primer Presidente del antiguo Pósito Marítimo y de Pescadores --luego Cofradía de Pescadores--, que se constituyó el día 5 de mayo de 1934, sobre las cenizas de otro anterior en la década de los años veinte, sien su primer presidente el ex alcalde Ramón Varela Campos (ver nótula núm. 2.030 en Gente del Puerto) que desapareció por diversas razones en fecha incierta. En su refundación intervinieron apellidos de ascendencia alicantina, llegando a tener, en el primer año de funcionamiento, 56 afiliados, permaneciendo en su presidencia hasta 1941.

Bajo su mandato, se dotaron al muelle pesquero de nuevas infraestructuras: una lonja moderna para la época para la subasta del pescado, con fábrica de hielo y depósitos de carburante junto al mismo cantil del muelle. En el edificio del Pósito se creó una clínica ambulatoria para la asistencia quirúrgica de sus afiliados, antes de  existir la Seguridad Social y una cooperativa para el suministro de enseres de las embarcaciones.

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ACTIVIDAD POLÍTICA: PARLAMENTARIO Y CONCEJAL.
El 1 de noviembre de 1942, re reunieron en la sede de los Sindicatos Nacionales las Juntas Sindicales Centrales, para proceder a la elección de los representantes sindicales en las Cortes Españolas del régimen franquista. Como obrero del Sindicato Nacional de Pesca, fue elegido en representación de dicho sindicato vertical , como Procurador en Cortes, para la legislatura de 1943-1946.

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Tomando posesión como concejal, ante el alcalde Eduardo Ciria Pérez (ver nótula núm. 1313 en GdP). 

Debido a su entrega e interés, no solo por los hombres de la mar, sino por la Ciudad de adopción que lo acogió, llegaría a ser concejal de la Corporación entre el 3 de febrero de 1952 y el 21 de mayo de 1958, con los alcaldes, Eduardo Ciria Pérez, Luis Caballero Noguera y Miguel Castro Merello (ver nótula núm. 1.654 en Gente del Puerto).

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El número 110 de la calle Larga, casa Lucas, donde hoy se encuentra Copistería HIVA.

EL RAPE PERDIDO.
Relata Manuel Lojo Espinosa en su libro Casa Lucas, la siguiente anécdota: «Para el acceso a su vivienda, el Tío Pé utilizaba una escalera situada en el patio del local de Casa Lucas, por lo que en muchas ocasiones también le servía para dar o recibir recados de su familia. En esta ocasión, había llegado de turno de pesca la Melchora y el dueño llevó a casa un extraordinario rape de más de 5 kilos de peso. La familia colgó esta hermosa pieza en la escalera que daba al citado patio, pero seguramente a causas del peso del pescado o, a que no estuviera bien atado, lo cierto fue que el rape cayó al patio y rápidamente, desapareció.

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Tio Pé y su esposa, Francisca Beltrán.

El dueño no sabía explicar a su esposa lo sucedido, o a lo mejor, fue el mismo el que autorizó a un buen amigo para que se lo llevara a su casa». Don Manuel Lojo, siempre tan discreto, seguro que sabía quien era ese buen amigo, pero el secreto como otros tantos, se lo llevó consigo a la tumba.

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Tio Pé, toma la palabra en el homenaje que recibió el 27 de diciembre de 1956, en El Resbaladero.

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Otra vista de los asistentes al homenaje.

HOMENAJE.
Por toda su trayectoria, recibió un homenaje de sus amigos de Casa Lucas, el 27 de septiembre de 1956, al cumplir sus bodas de plata de su llegada a El Puerto, que tuvo lugar en el restaurante El Resbaladero, con asistencia de muchos amigos porteños y de la colonia alicantina afincada en nuestra Ciudad. Le obsequiaron, entre otras sorpresas con el Himno a la Melchora, entonado por los asistentes, con letra del tasquero de Casa Lucas y música de la marcha Valencia. Francisco Lara Izquierdo, a la sazón presidente de la peña Casa Lucas, pronunció un emotivo discurso que llegó a emocionar al homenajeado, y que finalizaba con unos versos: Viva el Cristo del Sudor/ Viva el Peñón de Ifach/ Viva la Villa de Calpe/ Y viva este lobo de mar.

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Una imagen de Tio Pé, retirado, con la familia y el Peñón de Ifach al fondo, en Calpe.

La Burra, el señero establecimiento de bebidas de la calle Cielos, 104 --todavía permanece en pié cerrado al tiempo y a los parroquianos-- ha vuelto a revivir tras su cierre en 1990 por su último regente, Ramón Sordo de la Borbolla, al frente del negocio durante sus últimas cinco décadas. Casi 25 años después,  de la mano y los pinceles del pintor Adrián Ferreras León, inspirado en una fotografía de Fito Carreto, el establecimiento ha vuelto a ver la luz.

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El cuadro de Adrián Ferreras León.

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La fotografía de Fito Carreto.

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Una imagen de la fachada del núm. 104 de la calle Cielos, en 2009.

Más información, nótula núm. 489 en Gente del Puerto

 

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iglesiamayorprioral__grabado_puertosantamariaEn la edición de 1872 de los “Anales de Sevilla”, libro del que es autor José Velázquez Sánchez, y en una época referida al último tercio del siglo XVIII, figura mencionado un concejal del ayuntamiento hispalense llamado Francisco Monge, del comercio de aquella ciudad, con ilustres compañeros de corporación tales como el catedrático Pedro Luis Huidobro, Francisco Fontecha, Cónsul del tribunal del comercio sevillano o el aristócrata José Ignacio Fernández de Santillán, marqués de la Motilla.

Este próspero comerciante, integrado en la mejor sociedad de la capital andaluza nos atrevemos a identificarlo, y empleo este verbo en forma dubitativa porque no tengo plena certeza de ello, como uno de los numerosos miembros de etnia gitana nacidos y bautizados en El Puerto, en este caso en el año 1729, lugar    igualmente de nacimiento y bautismo de su esposa Bárbara y del hijo de ambos, de nombre Joseph. Un hijo al que, haciendo la misma salvedad anterior, lo hemos localizado como cura Beneficiado de las parroquias cordobesas de Castro y Espejo, posible promotor de la iniciativa por la que tanto él como sus padres, rechazan y niegan, en un ejercicio de apostasía laica, sus orígenes.

Vean si no tengo razón, después de leer el texto que figura en el escrito anexo al acta bautismal de Francisco Monge, que encabeza el Vicario General de Sevilla y su Arzobispado, el licenciado Fabián de Miranda y Sierra, Dignidad y cargo de la Santa Iglesia antes enunciado, que dice así textualmente:

analesdesevilla_1872TTR“Por tenor del presente mando en virtud de Santa Obediencia a los curas de la iglesia Prioral de la ciudad del Puerto de Santa María y siendo con el registrados en las partidas de baptismo de Francisco Monge y en la de María Barvara su mujer y en la de Joseph Monge hijo del antedicho y en todas tres tilde y borre las palabras de gitanos o castellanos nuevos previniendo hacerse en virtud de este mi mandato y de la Real Pragmática de S. M. (que Dios guarde) quedándose con este folio de la parte interesada certificación de dichas tres partidas de baptismo sin la expresión de gitanos o castellanos nuevos lo que cumplan bajo apercibimiento, dado en Sevilla, día cuatro de Septiembre de mil setecientos ochenta y seis”. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.

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