En febrero de 1933 ocurrió en El Puerto un hecho singular; por no habitual, extraordinario: entre el fango del dragado del río vaciado entonces en la banda del Coto se hallaron numerosas monedas de oro. Y claro…, se lió. La noticia corrió por toda la ciudad, y aquello se puso de bote en bote.

8 de febrero de 1933, el gentío rebuscando monedas de oro en la otra banda. /Foto: Justino Castroverde.
Lo contó la Revista Portuense el día 8: “Es estos días motivo de gran animación el lugar donde se vierten los fangos extraídos por la draga en sus trabajos en nuestra ría. Siendo varias las personas que han hallado allí monedas antiguas de diversos metales, la afluencia de los buscadores ha sido tal, que se interesó por los encargados de la draga la concurrencia a aquel lugar de fuerzas de la guardia civil, que actuó ayer en tal sentido.” Al día siguiente se añadió que “a juzgar por la fantasía popular, no son ya docenas ni centenares, sino miles las monedas y otros objetos de oro hallados en aquel lugar. Se cuenta de multitud de monedas encontradas así como de que algunas han sido vendidas a muy buenos precios. Lo que sí hay de cierto en el caso, es que aquello ofrece un aspecto muy pintoresco, siendo numerosos los grupos de criaturas de todas las edades y sexos que actúan activamente en el fango, esperanzados en hallar alguno de los codiciados discos”.
Como era acostumbrado, los depósitos de la draga se volcaron en el entorno del Huerto Jarilla (venta La Palmera), el Campo del Cuvillo y la Casa del Faro (demolida en 1998), en una orilla aún no canalizada –se construirían en 1951- con murallas. Y fue usual que al modo de los viejos chamarileros, algunos portuenses se buscaran la vida llenando sacos con cáscaras de ostiones y otros moluscos que vendían en la fábrica del guano que a comienzos de los últimos años 50 se abrió enfrente, donde está Bahía Mar. (Alguien me contó que un popular portuense –omitiré el nombre- tomó el hábito de entrar en la fábrica cargando el correspondiente saco de ostiones del Cerro Jarilla, y tras pesarse y pagársele por kilo lo vaciado, se iba, volvía para colarse sigilosamente al almacén, llenaba el saco, volvía a salir y al ratito entraba con el mismo saco de ostiones. Pura picaresca.) /En la imagen, dobla nazarí de Muhammad XII (Boabdil), emitida en 1482-83. Museo Arqueológico Nacional.
Tras el hallazgo de las monedas, de inmediato, la autoridad competente –la Subdelegación Marítima- fijó un edicto instando, como estaba prevenido, a que las monedas se depositaran en su sede, recompensándose en metálico a sus descubridores. Sólo nos consta que se entregaron 16 monedas en cinco entregas. Pero las monedas exhumadas fueron muchas más.
En aquel febrero del 33, El Puerto atravesaba una profunda crisis económica y social, de pura subsistencia para las clases populares. Se vivían tiempos –no sólo en El Puerto- conflictivos, tensos, de manifestaciones callejeras y conatos de violencia. (No hacía un mes que el levantamiento anarquista en Casas Viejas había sido criminalmente reprimido.) A cuenta de las monedas, hasta alguna puñalada se cruzó entre dos gitanos de la calle Lechería, Cabete Chico y Jeromo (a quienes, no obstante, a los pocos días, reconciliados, cogieron robando gallinas).
En éstas andaba la ciudad cuando la draga Guadarrama y la fortuna volcaron en la orilla de ‘la otra banda’ un tesorillo de monedas de oro, probablemente procedente del cofre de un barco hundido en la secular barra del Guadalete en los primeros años del siglo XVI.

Portada de Diario de Cádiz, dedicada al suceso.
LAS MONEDAS.
Ciertamente, el conjunto monetario encontrado fue un hallazgo importante, de calado, siendo aún hoy un referente de la numismática nacional. Nunca se sabrá cuántas monedas aparecieron. Hipólito Sancho las cifró en unas quinientas. Muchas fueron compradas por un portuense (silenciaré también su nombre) de acomodada posición, al que algunos pícaros pretendieron dar gato por liebre ofreciéndole objetos metálicos que tenían en sus casas, más viejos que antiguos.
Numerosas piezas pasaron por las manos de coleccionistas y cambistas de Cádiz y Madrid. Algunas se subastaron en Amsterdam. Otras se depositaron en el Museo de Cádiz, en la Real Academia de la Historia y en el Museo Arqueológico Nacional. Un conservador de éste, Felipe Mateu y Llopis –uno de los más reconocidos numismáticos de la época-, pudo examinar en torno a un centenar y publicar un estudio sobre ellas (que hace años localizamos en una librería de viejo, en Madrid).
...continúa leyendo "1.727. AQUELLOS DUCADOS ANTIGUOS. Los ‘Duros Antiguos’ de El Puerto."

Se cumplen hoy 205 años de la heroica muerte de Luis Daoiz y Torres, capitán del cuerpo de Artillería al mando del cuartel de Monteleón en esa fecha, 2 de mayo de 1808, y uno de los primeros oficiales, junto con Velarde y el teniente Ruiz que se rebelaron contra el ejército francés y perecieron en el empeño. Con solo cuatro cañones y una pequeña dotación de hombres intentó impedir la toma del parque artillero bajo su mando por el Ejército Imperial francés que, vista la resistencia, llegó a acumular hasta dos mil infantes en aquel lugar. Defendió, sable en mano y a pecho descubierto, la posición de su batería artillera recibiendo numerosas heridas de bayoneta, siendo trasladado gravemente herido a su domicilio particular, donde expiró, siendo enterrado inicialmente en la iglesia de San Martin. En la actualidad sus restos reposan en el monumento a los Héroes del Dos de Mayo, en el paseo del Prado madrileño.

El diseñador portuense solo recibió un encargo municipal en vida para realizar el anuncio de la fiesta. El cartel premiado en 1964 sirvió para anunciar la Feria de ese año. /En la imagen, el artista, en una fotografía de la Fundación Manolo Prieto.
Este cartel fue sido cedido gentilmente por sus herederos, a petición del Ayuntamiento, para conmemorar el centenario del nacimiento del artista portuense que se cumplió el pasado 16 de junio de 2012.
Decíamos que solo un cartel se le encargó a Manolo en vida. Pues el segundo cartel de Feria que lleva su firma lo consiguió en un concurso convocado por el Ayuntamiento en 1963, para anunciar la Feria del año siguiente. Así en enero de 1964 se falló el premio, resultando ganador nuestro paisano, por la obra titulada Cascabeles de Feria, con un premio en metálico de 5.000 de las antiguas pesetas. Años después, el mismo nos explica su cartel en estas pocas palabras: "Cartel muy localista y lleno de alegría. Con un poco de voluntad se pueden escuchar hasta los cascabeles."
Y, para esa ocasión de 1997, se tomó como punto de partida, uno de los minúsculos bocetos que Manolo realizó, en 1970, para anunciar el Fino Quinta. Se amplió dicho boceto, se le cambió el color del etiquetado de la botella, añadiéndole a ésta, la leyenda de 'Vino Fino de El Puerto'.
De la Sociedad Filarmónica o la Banda de Rocafull, desde Rufoni a Veneroni, desde Banda Municipal de Música que poco tiempo fue a lo largo de su historia, desde la Agrupación Musical Portuense a Banda de Música ‘Maestro Dueñas’ esta es la historia de mas de siglo y medio de música en El Puerto. Hoy cuentan con 97 músicos.


1. Juan Rufoni (II-1853 a VIII-1857). 2. Pantaleón Mendoza, Interino (14-IX-1857 a IV-1858) . 3. Juan Rufoni (9-IV-1858 a 24-V-1858). 4. Pantaleón Mendoza (12-VI-1858 a 28-XI-1859). 5. Honorato Bisbal (27-IV-1861 a XII-1861). 6. Francisco Boussiller (1862 a IV-1874). 7. Sociedad Filarmónica (I-1875 a 19-VI-1884). Presidentes, Juan De Benito y Alfredo de Figueroa. 8. Domingo Veneroni (19-VI-1884 a 1887). 9. Federico Rotllán, Interino (1888-1889). 10. Domingo Veneroni (1890-1916). 11. Pedro García y García Cacho, Interino (1916). 12. José Joaquín Barba Rocafull (1916-1921). 13. Joaquín Elizondo, Interino (1922-1923). 14. José Joaquín Barba Rocafull (1-II-1922 a 25-VIII-1933). 15. Conjunto Musical Portuense (1-VI-1934 a 1936) Director, Antonio Gabarrón. 16. José Joaquín Barba Rocafull (1-IV-1937 a 1949). 17. Agrupación Musical Portuense (1950). Director, Francisco Dueñas Piñero (1952-1982). 18. Agrupación Musical Portuense. Director, Miguel Leveque.(1982-1989). 19. Agrupación Musical Portuense. Director, Fernando Franco Montero. (1990-1993). 20. Banda ‘Maestro Dueñas’. Director, Juan José Caballero Biedma. (1994-1995). 21. Banda ‘Maestro Dueñas. Director, José Manuel Fernández Pérez. (1995-1999). 22. Banda ‘Maestro Dueñas’. Director, Cándido Núñez Aguilar (1999-2005). 23. Banda ‘Maestro Dueñas’. Director, Fernando Franco Montero. (2005-2006). 24. Banda ‘Maestro Dueñas’. Director, José Manuel Fernández Pérez. (2006-2007). 25. Banda ‘Maestro Dueñas’. Director, Javier Alonso Barba. (2008- hasta nuestros días)






Dicen, que los niños vienen con un pan debajo del brazo, con la que está cayendo, mejor sería que vinieran con un Supermercado no les parece? Lo que si vienen a veces, según la fecha en la que nacen, es con un nombre de alguna manera impuesto. A mí se me antojo nacer a mediados de Junio y, tuve la suerte de que por la proximidad del Corpus decidieran llamarme María Jesús --para mí un nombre precioso--, por lo que significa. Estoy segura, que tenían pensado el nombre, de algunos de mis familiares directos, pero al ser la menor de siete hermanos, ya pocos nombres de parientes quedaban. Pero puestos a pensar, podría haberme llamado: Manuela, Encarnación, Emilia, Luisa, Loreto o Lucía. Todos los habría llevado con orgullo no se crean, pues cada uno tiene unas vivencias y una historia.


Iniciamos nuestro relato situándonos en los últimos meses del siglo XIX. En estos años todo está en crisis en España y El Puerto no iba a ser una excepción. Las malas cosechas se contabilizan por lustros, originando una gran masa de parados y la consiguiente hambruna. Los temporales se sucedían unos a otros casi sin interrupción, mermando las capturas y propiciando numerosos naufragios que llenaron de luto y miseria a muchas familias marineras. Para colmo de desgracia, el sector vinícola, las numerosas bodegas que habían germinado durante el primer tercio de ese siglo y fueron el motor de la economía local durante muchas décadas, estaba inmerso en uno de los periodos de decadencia que, con carácter cíclico, han sufrido y sufren estas industrias. En líneas generales, este es era el panorama local en el duro invierno de 1899, con las calles portuenses llenas de mendigos y pordioseros de día y bandas de mocosos harapientos y desvergonzados de noche, disputándose las escasas y apuradas colillas arrojadas en la vía pública por los transeúntes. /Sodados en Cuba. Ilustración de José María Bueno.
Era un veterano de la Guerra de Cuba, sargento del Regimiento de Infantería de Soria Nª 9. Había sido repatriado meses atrás, llegando a El Puerto, donde vivía con una hermana mayor que él, casada con un tonelero, -matrimonio sin hijos- en la casa número 55 de la calle Zarza. Le acompañaba un joven soldado de remplazo que aún no había cumplido los veinte años y estuvo tan solo unos meses en aquel infierno antes de ser repatriado. Vecino de la casa contigua a la suya, lo había visto crecer y ahora, compañero de fatigas e infortunios, querían celebrar con otros paisanos repatriados, vecinos todos ellos de la misma calle (Joaquín Ponce de León, que vivía en el nº 7, Enrique Camacho González, en el 15, Ramón Leonisio Mata, en el 28, José Ruibal Rodríguez, en el 30, José González Robles, en el 33, Manuel Ponce Díaz, en el 47, Juan Santilario Renzo, en el 62 y Juan García Martín, en el número 64) a los que aguardaban, el haber regresado y poder contar sus vivencias y penalidades a sus familiares y amigos. /En la imagen de la izquierda, escudo del Regimiento de Infantería Ligera Soria nº9 en el que sirvió Juan Rodríguez Arana.
ANTONIO GALLARDO PEINADO.



Este es un viejo dicho portuense que estuvo en uso, aunque en sus últimos estertores, hasta los años 60 del pasado siglo. Supimos de él por un testimonio de Antonio Alcalá Galiano (1789-1865), el viejo liberal romántico gaditano que en su Recuerdos de un anciano (1864, nota 5 del capítulo IX) dejó escrito: “Palmar llaman en Andalucía a ciertos terrenos incultos que allí abundan, y deben su nombre a estar llenos de palmas enanas que no sé cómo deben llamarse, pues aunque soy en extremo aficionado a árboles, plantas y flores, ni sé de ello lo que sabe no ya un botánico, sino acaso el jardinero u hortelano más tosco y rudo. Este Palmar del Puerto, teatro de la hazaña de O’Donnell y Saarsfield [en 1819,
Este paraje, el Palmar de la Victoria (del convento de la Victoria), situado a la salida de El Puerto a ambos márgenes de la avenida de Jerez, hoy está plenamente urbanizado, perdido en su naturaleza. Desde mediados del siglo XIII, tras la conquista alfonsí de la aldea andalusí de Al-Qanatir, fueron terrenos baldíos de los Propios de la ciudad, y en las zonas inmediatas a los meandros de la madre vieja del Guadalete, de fértiles huertas durante el Medioevo y la Edad Moderna, alimentadas también por dos arroyos (uno de ellos el que en el siglo XVIII llamaban arroyo de la Vidriera).
Tiene más años que el Palmar del Puerto…, decía Alcalá Galiano. Viejo dicho cuyo origen puede tener, a nuestro juicio, dos significados. El más explícito, que haga referencia a la antigüedad del terreno como parte de los Propios de la ciudad desde el siglo XIII. Pero extraña que esta circunstancia, aplicable a otros espacios del término, diese nacimiento al dicho. ¿Por qué no más antiguo que las playas del Puerto, o que el Egido del Puerto, o que el Castillo de San Marcos...? Marcar como rasgo de vetustez la antigüedad de un espacio geográfico en concreto parece un argumento poco consistente. Su origen debe ser otro, aunque en tiempos de Alcalá Galiano probablemente ya se hubiese olvidado. Más lógico parece relacionar la sentencia con una obra artificial de origen remoto o incierto.
En un folleto editado en Jerez en 1648 (Discurso demostrable en desengaño de las causas que dieron motivo a abrir la comunicación de el Salado al río Guadalete) leímos una relación donde se nombraban los bajos (la colmatación y elevación del fondo de un río –o del mar- que impide o dificulta la navegación) que por entonces tenía la madre vieja del Guadalete entre El Portal y El Puerto y que tanto, hasta hacerla imposible, dificultaban la navegación: El Granadillo, Puerto Franco, La Isleta, Sidueña o La Cantera Vieja, El Carrizal, La Esparraguera, La Cantera del Palmar, Las Salinas y el del Puerto.



