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El campanario de la Iglesia Mayor Prioral.

Imagen de principio de siglo del Campanario de la Prioral

Si traigo hoy a las campanas entre mis personajes, es porque todas tienen un nombre. Yo encontré una vez en una librería de viejo, y lo compré, un raro opusculillo del XVIII que recoge el ritual para la bendición de las campanas, que es como ponerle nombre o bautizarlas. Las campanas tienen nombre y lengua.

LA MATRACA.

Hoy es Domingo de Gloria --Regina Coeli, laetare, ¡Alleluia!-- y me han venido a la memoria, no las campanas, sino la matraca que, desde el Jueves Santo hasta el Sábado de Gloria, hoy Domingo de Gloria, se tocaba en la espadaña de la Prioral y de todas las iglesias importantes del orbe cristiano. Desgraciadamente, estos conservables aparatos han ido desapareciendo de los campanarios por la incuria de la gente, de los curas mal informados, de los arquitectos sin preparación... como en el caso de El Puerto. /En la Catedral de Santiago de Compostela han inaugurado estos días una monumental matraca (en la imagen) fiel reproducción de la anterios existente, que se encontraba en lamentable estado. La matraca está compuesta por cuatro cajas de resonancia rectangulares, colocadas en cruz. Cada una de las cajas presenta una lengüeta que, al rotar sobre un eje con forma de rueda mordisco, las golpea y hace sonar al unísono. Los brazos de la cruz miden algo más de dos metros y medio.

Y yo echo de menos la monumental matraca del campanario en los días que han pasado, ahora que en la Catedral de Santiago de Compostela han inaugurado una monumental matraca, casi tan grande como la que recuerdo en el campanario de la Prioral.

Desmontaje de las Campanas de la Prioral en 1989. En la imagen, el párroco, Julio Juez Ahedo.

Desmontaje de las Campanas.

Lo mismo que echo de menos a aquellos campaneros de El Puerto que daban a cada toque el punto preciso y adecuado con lo que todo el mundo sabía qué era lo que se estaba cociendo y qué anunciaban: la media, (primer toque), el cuarto (segundo toque), la Misa (tercer toque); a muerto, entierro, funeral, a gloria; a  fuego, alarma; la salida del Viático para un enfermo; el Ángelus, la oración, las Ánimas, la salida de una procesión, su entrada, las treinta y tres campanadas --la edad de Cristo-- con que se abría la Puerta del Sol para salir el Nazareno...

A la derecha, uno de los campaniles del Coro de la Iglesia Mayor.

Anoche las campanas de la espadaña de la Prioral y los campaniles de la reja del coro sonaron a Gloria, anunciando la Resurrección --Quia surréxit Dominus vere, ¡Alleluia!. Y estoy seguro de que en todas las páginas web del Vaticano y de todas las Diócesis, con sus respectivos enlaces en las más humildes  hermandades, cofradías, órdenes religiosas e institutos de vida consagrada, habrá saltado la noticia. Porque en internet, se sabe al momento todo lo que ocurre.

El campanario de la Prioral, sin las campanas, durante la restauración de finales de la década de los ochenta del siglo pasado.

Imagen de la reparación de las cubiertas de la Iglesia Mayor, a finales de la década de los ochenta del siglo pasado, hace 20 años.

LOS NOMBRES.

Pero yo me quedo en lo más cercano, en lo más doméstico, en lo de toda la vida de Dios: en las campanas, con su nombre --San Miguel, San Pedro, San Cristóbal... y su lengua, su badajo, aunque, ahora, no las muevan con bramantes y sogas, a mano, volteadas o  amartilladas, sino dándoles corriente con un interruptor, programadas.

Manolo Girón, a la sazón sacristán de la Prioral, con la campana 'San Pedro' desmontada en el patio trasero del templo  y dos operarios, el 30 de marzo de 1989.

La verdad es que quien primero lo supo, sin campanas, ni teléfonos móviles, ni Internet, fue María de Magdala, y se lo dijo un humilde jardinero. Que no hay nada como tener interés por saber y estar al tanto de la noticia, a pie de obra. ¡Felices Pascuas! (Texto: Luis Suárez Ávila).

Una imagen actual del Campanario, visto desde la calle San Sebastián. (Foto: Utrera/Trigueros).

LA SOLEDAD DESFILÓ A PESAR DEL MAL TIEMPO EXISTENTE.
Los romanos de la Humildad escoltaron la Urna.

Lo desapacible del día, lloviendo a intervalos de tiempo con gran intensidad, hizo temer por la salida de la única procesión prevista: la de la Soledad. Afortunadamente para todas las personas que esperaban ese momento, y para los que habían trabajado durante las últimas semanas organizando el desfile, a la hora señalada el cielo estaba despejado, llenándose la plaza de la iglesia de un público ansioso de presenciar la salida, con un ojo en el cielo y otro en el atrio de la iglesia, donde los guardias municipales que iniciaban el cortejo esperaban la confIrmación del hermano mayor para comenzar el desfile. Las esbeltas banderolas, -nuestros genuinos guiones- de Humildad y Soledad tremolaron en la húmeda tarde-noche y los niños del orfanato iniciaron la carrera portando velas encendidas, seguidos de penitentes con túnicas y caperuzas moradas. Estandartes de las diferentes congregaciones religiosas antecedían al pequeño y sobrio paso de la Cruz y después de otra hilera de nazarenos, la Cruz Parroquial de primera clase, con manga negra, ciriales, clero y cantores, así como cuatro acólitos «que no cesan de turificar» precedían al paso con la urna «cuajado de flores naturales.»

Daban escolta una sección de romanos, con lanzas y rodelas. Seguían mas nazarenos, estos con túnicas y capirotes negros y en el centro «palio guiado por penitentes, trompeteros y banderín del Senado y Pueblo Romano» y los miembros de la junta de gobierno, seguidos de numerosas señoras con cirios encendidos, formando filas, precediendo al paso de palio de la Soledad, al que daban escolta cuatro números de la Guardia Civil, tras el que fIgura un cura de la iglesia Mayor ofIciando de Preste, relevado, según la costumbre, al pasar la procesión a la altura del convento de las MM. Capuchinas, en la calle Larga. Cerraba el cortejo la comisión municipal presidida por el alcalde, Luis Portillo, guardia municipal y la banda de música. Dieron las once cuando terminó el tradicional sermón de la recogida, con el paso de la Soledad frente al púlpito, en el interior de la iglesia, a cargo del sacerdote D. Juan Luis Cózar. (Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz, del libro  agotado "Tradiciones religiosas de El Puerto de Santa María").

LOS ARMAOS DE EL PUERTO.
Desde el siglo XIX las crónicas hablan de la centuria romana que acompañaba a la hermandad de la Humildad y Paciencia, que con irregular trayectoria procesionaba intermitentemente en la Semana Santa de El Puerto. Hasta 1947 procesionó con esta cofradía (entonces residente en la Prioral) los romanos que formaban una banda de cornetas y tambores dirigida por Torriguera. En la foto aparecen varios componentes, en el claustro de San Agustín, desaparecido monasterio y patio del clausurado colegio, cuya imagen se encuentra en los archivos de la hermandad, que sufrió especialmente con el saqueo angloholandés de 1702. Paco González Luque está ultimando el libro que se editará con estos 400 años de la Humildad F.A.G.

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Las agujas del frío de la madrugada las recuerdo clavadas en mi cara infantil, sorprendido, medio despierto de un sueño-vela, inquieto, expectante, ilusionado, cuando salíamos mi padre, mis hermanos y yo, calle San Juan abajo, para la Prioral a eso de la una de la noche del Jueves al Viernes Santo. Mi padre vestía la túnica de nazareno, del Señor, y , nosotros, las dalmáticas de acólitos. /El autor de la nótula, revestido de acólito, en la época que recrea.

Recién peinados, con fijador ‘Lucky’, revestidos de nuestras albas de encaje, planchadas y rizadas por las Madres Capuchinas y, encima, las dalmáticas moradas, con su cuello y su fiador, oliendo a alcanfor, que se mezclaba con el amargo humo de la retama, del horno de pan vecino, con la humedad de la rociada, con el frío, atravesábamos la puerta del Taller. Allí nos esperaba el Arcipreste del Partido, el Cura Propio de la Prioral, el Dr. Don Antonio Cía Moreno, con su sotana, su bonete de borla roja y su larga boquilla liada de 'papel de oficio' del Juzgado que le proporcionaba su sobrino Antonio Carmona, desde que el médico le dijo una vez que se retirara del tabaco.

«--Ya está aquí la Comunidad de Venerables Granujas», decía el Cura, señalándonos a los que vestíamos dalmáticas. Nos habíamos estrenado en salir en el Nazareno, la Venerable, Ilustre y Antigua Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén, María Santísima de los Dolores, San Juan Evangelista, Orden Tercera de Servitas y Cofradía de Ánimas de San Nicolás de Tolentino, a la imagen y semejanza de la ‘Madre y Maestra’ de Sevilla. La Cofradía se fundó en el siglo XVII, en el convento del Sr. San Agustín, donde tuvo capilla propia, con camarín, un buen retablo, y muchas arañas de cristal que lo iluminaban. El Nazareno, con eso de venerarse en el Barrio de Guía, fue erigido en Protector de las Galeras Reales de España, que tenían su base e invernadero en el frontero río Guadalete desde tiempo inmemorial. /En la imagen, Antonio Cía Moreno, párroco de la Prioral en aquella época.

Aquel era el primer trasnoche de nuestras vidas y todo nos sabía a nuevo, nos sorprendía, nos sobrecogía y nos ilusionaba. Allí, con túnicas nazarenas -del Señor o de la Virgen-, las caras que habíamos conocido en el "desayuno del Nazareno", que se daba en mi casa, no bien acabada la misa de Comunión del Quinario y antes de la Función Principal: Don Francisco Quijano Rosende, Don Antonio de la Torre, José Ríos Santaorosia, Don  José Bononato, Carlos Zamora, 'Poniqui', Antonio González Rivera, Stenterello Rosario Ventura, Fernando Arjona, Eustasio Torrecillas, mis tíos José Moresco y Diego Muñoz, Lorenzo Boragno, Domínguez, Piñero, Rafael, Miguele Forte, Jesús Rodríguez Neto, José Muñoz Carrera, Tato y Paquito Quijano, Arturo Garrido, Paco Blandino y casi para de contar.

Los nietos del autor de la nótula y un nieto de Serafín Álvarez-Campana, de monaguillos, en la procesión de la Patrona.

A la salida procesional, la salvaban, las ‘representaciones’ multicolores, con sus guiones, sus estandartes, sus varas.... y  las mujeres, en tan gran número, que ‘en manada’ como se decía, ocupaban más de un centenar de metros lineales. Le daba cierto toque de ancestral manifestación barroco-religiosa la presencia del ‘Tío de las Cadenas’, y el ‘Tuerto del Resbaladero’ con la cruz al hombro, y Milagros Góngora Caballero, vestida de túnica y antifaz, la única mujer a la se le permitió ceñir el hábito nazareno porque tenía una promesa de ir detrás del Cristo pidiéndole por la salud de su hija Manuela.

Cuando Antonio Bernal Ortega, Antoñito ‘el Sacristán’ se dirigía a la Puerta del Perdón de la Iglesia y tomaba la soga de la campana grande, todo el mundo callaba. Treinta y tres veces sonaba el badajo sobre el bronce. Eran las treinta tres campanadas, por los treinta y tres años de la vida de Cristo. Silencio. Y se hacía un silencio sepulcral. Se abría la Puerta del Sol. La gente se esperaba reverente y callada en la plaza y por la calle Palacios abajo. Se acababa de recoger, en la Capilla de la Aurora la Humildad y Paciencia. Los mismos cargadores que la habían llevado, llevaban ahora los dos pasos de ‘El Silencio’. Yo no sé cómo esos hombres tenían cuerpo para tanto.  Los guiones flameaban por la plaza, las ‘representaciones’ salían tras sus estandartes. Luego, un pequeño número de penitentes nazarenos con la túnica y la capa de lana virgen blanca y los vivos, la botonadura, el cíngulo y el antifaz, morados. En rojo, sobre el hombro de las capas, a la izquierda, campeaba el Corazón de María traspasado por las siete espadas y, dentro de él, la Cruz quíntuple de Jerusalén. El estandarte bordado que hiceron en Valencia, en ‘Casa Garín’, y, por fin, el paso del Cristo. /A la izquierda, Antonio Bernal Ortega, Antoñito 'el Sacristán'.

Luis, Jesús y Juan Suárez Ávila, de pequeños, revestidos para acompañar al Nazareno.

Delante, inquietos, los acólitos de las dalmáticas moradas. Guiándolo, el hermano Luis Suárez Rodríguez, con túnica y antifaz y, debajo, la cuadrilla de los ‘Paquis’: ‘El Niño Chico’, ‘Tarugo’, ‘Panete’ y Gatica, de pateros. Las órdenes, escuetas, casi rumoreadas, sin que se percibieran, sino por ‘los de abajo’: (¿Prevenidos?; ¡Los delante a la derecha los de detrás a la izquierda!, o viceversa y ¡Fondo!). Tan sólo el llamador de hierro rompía aquel silencio. Con paso corto, arrastrando las alpargatas, sin mecido, hacia delante, el Nazareno de Pedro Roldán, con su túnica de terciopelo rojo, que le hiciera doña Cruz Hernández con las cortinas del salón de su casa-bien-venida-a-menos, y su rica Cruz de laca oriental barroca, hacía su aparición, entre los cuatro candelabros con veintiocho parabrisas con sus velones, sobre el ‘paso’, de caoba y cedro, que encargara el hermano Juan Avila y tallara José Ovando Merino.

La Guardia Civil, de gala, con correajes amarillos, y tricornios de fieltro, galoneado de castillos y leones, se incorporaba, escoltando el paso, con los fusiles a la funerala.  Detrás, la figura, escueta y alta, impresionante, del ‘Tío de las cadenas’, un vendedor ambulante de caramelos, que por promesa se ataba a los tobillos unas gruesas cadenas de cinco metros de longitud, ‘ida y vuelta’, que iba arrastrando desde que salía hasta que entraba la procesión. Y el ‘Tuerto del Resbaladero’ y ‘Saldiguera’ y Milagros Góngora Caballero, y multitud de mujeres.

De pronto, en el recogimiento de la noche, cortaba la saeta. ‘Silencio, pueblo cristiano…’ Era Pellicer, o Laynez, o ‘el Azotea’, o Arana, o Juanito Arjona, o Milagritos Forte, o Esperanza López, o Matiola, o Gatica... Cada vez que hacía ‘fondo’ el paso del Cristo, cada vez, una saeta. Era inevitable.  Una saeta, o dos, o tres. Calle Palacios abajo, Vergel, Plaza de las Galeras, calle Luna. Mi padre procuraba ordenar ‘fondo’ al pasar el paso en la esquina con la calle Misericordia y, entre los visillos del balcón, aparecía la silueta de la cara de su madre, mi abuela María de los Ángeles. Y mi padre miraba hacia arriba y se complacía de poder complacerla.

Calle Larga, a la derecha... El escueto paso de palio, con sus diez varales, de la Virgen de Ovando, confortada por el San Juan de Pedro Roldán, firmado tres veces, requiere detenerse en él. Lo primero, por el atuendo de sus imágenes: la Virgen vestía la saya y el manto de tisú de oro que le regaló don Francisco Quijano, el esposo de la camarista, Doña Luisa Aquino y Arnosa, la diadema de plata dorada que diseñó y regaló mi tío Juan Avila. Iba radiante, con el rostrillo de encaje, salpicado de joyas, y, en su mano derecha un pañuelo bordado. El San Juan, que vestía mi madre, llevaba una túnica que había sido del Cristo, y un mantolín que se le hizo del traje de una novia judía-sefardita de Marruecos. Se tocaba la impresionante cabeza de Roldán, con un nimbo de plata barroco que todos los años se le pedía a las monjas Comendadoras del Espíritu Santo. /En la imagen de la izquierda, María Santísima de los Dolores.

El palio, sin ser rico, era elegante. Morado, de terciopelo, estaba bordado en oro con motivos vegetales, cartelas con símbolos de la pasión y, en el fondo, al centro, el escudo de la Hermandad. Los respiraderos fueron obra del maestro Arjona, en lo que a carpintería se refiere, y, de mi padre, las excelentes cartelas pintadas con escenas de la calle de la Amargura. Pero al paso, por lo reducido, le decían ‘la caja de cerillos’. Ahora, que lucía, con la cera ardiendo y los gladiolos y los alhelíes blancos, entresacados con papaver, como el mejor paso de Sevilla.

Lo mandaba el hermano Don Antonio de la Torre González, a quien se conocía, pese a estar su rostro tapado, por cierta berruguita negra con  pedúnculo que tenía en el párpado derecho, junto a la nariz, que le salía por uno de los ojos del antifaz nazareno, y , por la tos, (Ején, ején) que tenía, de vez en cuando, como un tíc nervioso.

Detrás del paso, de preste, siempre iba Don Antonio Lobo, de capa morada, con bonete. Este sacerdote se prestaba humildemente a todos estos menesteres enojosos y cansinos, y estaba presente de celebrante o de capero en todos los entierros y capellanías, porque, aunque suspendidas las licencias para confesar, tenía que ingeniárselas para sacar adelante a su prole clandestina y sacrílega. Murió santamente, como había vivido, aunque esclavo de su fogosidad juvenil y de la carne débil --o dura, según la parte--, en el Hospital de Venerables Sacerdotes de Sevilla.

Dejamos al Cristo enfilando la calle Larga, a la derecha. Y bien larga que se hacía, porque la procesión llegaba hasta la Plaza de los Jazmines y volvía por la calle Cielos, Vicario y a su templo. Serían las siete de la mañana cuando el Nazareno entraba por la Plaza de la Iglesia, abarrotada de fieles, porque infieles es que no los había en aquellos años, o, por lo menos, no se manifestaban como tales.

El paso del Cristo entrando en la Prioral por la Puerta del Sol.

Nada de palmas, ni de vítores. Un respeto religioso presidía todo el cortejo. Y el ambiente. Silencio. El paso del Cristo daría la vuelta sobre el empedrado de la Iglesia. Con las maniguetas, casi daba en las columnas. Pero no las rozaba. Fondo y para dentro. Acaso una saeta o dos. Silencio. Mujeres; penitentes de la Virgen. A la altura de la casa de don Francisco Muñoz Seca se apreciaba la luz de la cera del paso de palio. Silencio.

Cuando la Virgen con San Juan, daban la vuelta sobre el empedrado y entraban por la Puerta del Sol, las dos pesadas hojas se cerraban. La procesión había terminado. Y el silencio seguía. El Alcalde dictaba todos los años un bando ordenando la suspensión de los espectáculos, la prohibición de la circulación rodada, el cierre de los bares... Silencio. Era ya Viernes Santo y el silencio se estrenó a las doce de la noche, una hora antes de salir por las puertas de la Prioral ‘El Silencio’. (Texto: Luis Suárez Ávila).

El Domingo de Ramos de 1877, recibió El Puerto de Santa María la visita de Alfonso XII (1857-1885). El joven monarca de 19 años llegó a la estación a las 10:30 de la mañana desde Cádiz. Lo que sigue es una crónica del acontecimiento acaecido el 25 de marzo de 1877, a través de lo publicado entonces por los periódicos El Comercio y Diario de Cádiz. /En la imagen de la izquierda, Alfonso Francisco Fernando Pío Juan de María de la Concepción Gregorio Pelayo de Borbón y Borbón que reinó, tras la restauración borbónica hasta su muerte prematura con 27 años, víctima de la tuberculosis,  como Alfonso XII entre 1874-1885, con el sobrenombre de ‘el Pacificador’.

El rey entró en la Bahía a bordo de la fragata Vitoria de la escuadra real, el 22 de marzo de 1877. Un mes antes había salido por tren desde Madrid  para embarcarse en Cartagena, recalando la flota en Alicante, Valencia, Tarragona,  Barcelona, Islas Baleares, Almería, Málaga y Cádiz.

La fragata Vitoria, botada en 1865. tenía 90 metros de eslora, que funcionaba a carbón con una dotación de 600 hombres. Tenía 30 cañones lisos de 68 libras (20 cms.) y coraza de planchas de hierro de unos dos metros bajo la flotación hasta la altura de la cubierta alta.

Ante la llegada del monarca, en sesión celebrada el 19 de marzo en las Casas Consistoriales de la calle Santo Domingo (actual Instituto de E.S), había acordado el Ayuntamiento librar "diez mil pesetas para sufragar los gastos que se originen", así como distribuir 500 hogazas de pan para que "las clases más necesitadas participen del júbilo de que se halla poseída la Municipalidad por tan fausto acontecimiento". La Corporación promete asimismo un rancho extraordinario a los presos y a los enfermos del hospital. De igual modo, se socorre a los conventos y al Asilo de Huérfanas con 40 pesetas cada uno. La comisión que organizó la recepción del rey la formaban los concejales de la Comisión de Fiestas, Sres. García Encinas, Barra y Carrera, a la que se agregan los ediles de la Portilla, García Alonso y Pacheco, y como vecinos colaboradores Manuel Rodríguez, Roldán, Carlos Cuvillo, Joaquín Rodríguez Guerra, Juan de Benito y Manuel Pico.

Estación de Ferrocarril en el último tercio del siglo XIX.

Aquella mañana, D. Alfonso descendió del tren en El Puerto con uniforme de capitán General del Ejercito. Le acompañaban, entre otras personalidades, el Presidente del Consejo de Ministros (D. Antonio Cánovas del Castillo), el ministro de Estado (D. Manuel Silvela), el Capitán General de Andalucía, los Gobernadores Civil y Militar de la provincia  y el Sr. de la Viesca, alcalde de Cádiz. En la engalanada estación esperaban el Excmo. Ayuntamiento en pleno bajo mazas, el diputado provincial D. Francisco Nicolau y numerosos vecinos. Le da la bienvenida en nombre de los aproximadamente 22.000 habitantes del municipio, el alcalde accidental D. José de Pazos, que lo era por renuncia del titular  Sr. Gil de Partearroyo, Marqués del Castillo de San Felipe.

Así describía Diario de Cádiz (26-3-1877) las primeras etapas de la visita: "Su Majestad entró en El Puerto en un hermoso carruaje con cuatro caballos castaños, dirigiéndose la comitiva por la plaza de los Jazmines a la C/ Larga, donde había un bonito arco de triunfo; siguió por la C/ de Luna a la Iglesia Mayor Prioral, donde se entonó el "Te-Deum", visitando S. M. a la patrona de la ciudad Ntra. Sra. de los Milagros. Después, siguiendo el camino de la C/ de Palacio, pasando por otro arco construido con vasijería de los envases de vino, que se hallaba colocado entre las calles de San Bartolomé y de Moros. Muchos edificios particulares de la población se hallaban engalanados, distinguiéndose también el Casino, la casa de la Compañía de aguas y el Club de regatas." Los arcos mencionados habían sido diseñados por el maestro mayor de obras, D. Miguel Palacios. El Casino aludido podría ser "El Primitivo" o el "Casino Nuevo", ambos en la C/ Luna. La "Compañía de Abastecimiento de Aguas a Cádlz" tenía sus oficinas en la C/ Larga n° 74, siendo Ingeniero de la misma D. Arturo Wright, quien, además, presidía el "Club de Regatas".

"Pero lo más notable" -escribe El Comercio (27-3-1877)- "era la animación del pueblo, el panorama que formaban tantas mujeres hermosas, ocupando apiñadamente los balcones, agitando con Indecible entusiasmo sus pañuelos, cubriendo de flores y palomas el carruaje del Rey".

El episodio central de la jornada lo constituyó sin duda la visita que hizo Alfonso XII a las bodegas del filántropo gaditano y diputado a Cortes D. José Moreno de Mora Vitón (1825-1908), situadas en la C/ de los Moros (actual bodega 'Mora' de Osborne): "El regio viajero visitó la bodega del Sr. Mora, enterándose minuciosamente de cuanto atañe a la industria vinícola, y haciendo al dueño de la casa preguntas muy oportunas referentes a ella." (Diario de Cádiz)

Bodegas Osborne, en calle Fernán Caballero, a la derecha el actual Teatro Municipal Muñoz Seca se atisba en la esquina.

Recibió el Sr. Moreno de Mora a D. Alfonso a la entrada de la bodega, dirigiéndole breves palabras y terminando con tres vivas al rey, repetidos por los trabajadores. Comienza la visita por la "Bodega Vieja", de vinos añejos, y de allí va a la de "San José", donde inspecciona los lagares, calderas y útiles de vendimia. Después de examinar los jardines y el almijar donde se asolean las uvas, recorre S.M. la tonelería, en cuyo centro había "un primoroso templete de elegantes proporciones que se había formado con duelas, ordenadas de manera que producían una ilusión completa." (El Comercio) Pasó por último Alfonso XII al salón de muestras y al escritorio, firmando en el álbum de visitas de la Casa.

Finalizada la visita, el rey "se dignó aceptar el almuerzo que le fue ofrecido por el Sr. Moreno de Mora en el elegante comedor de su elegantísima casa [C/ de los Moros, 7], y honró a la distinguida esposa de nuestro diputado [Dña. Micaela Aramburu] llevándola del brazo a la mesa y sentándola a su derecha. Sentábanse a la mesa unas 30 personas más, habiendo tenido el Sr. Moreno de Mora la delicada consideración de permanecer de pie atendiendo respetuosa y dignamente a S. M." (El Comercio).

Patio central del Colegio San Luis Gonzaga.

Antes de dejar El Puerto, estuvo Alfonso XII "algunos momentos" en el colegio de San Luis Gonzaga. Allí sería cumplimentado por el rector, P. José María Vélez. La visita del monarca al internado jesuita, aunque breve, prueba el prestigio de un centro docente reabierto sólo un año y medio antes, habiendo sido suprimida la Compañía de Jesús durante la Revolución de 1868. En el curso 1876-77 había en el colegio 184 alumnos (54 externos y 130 internos). Es posible que D. Alfonso hubiese podido saludar ese día al alumno Salvador Bermúdez de Castro O'Lawlor, que llegaría a ministro de Estado durante el reinado de Alfonso XIII.

Se trató de una estancia de unas 4 horas, opinando Diario de Cádiz que "Su Majestad y la regia comitiva abandonaron la ciudad del Guadalete muy satisfechos del recibimiento que habían tenido". Tras visitar Jerez, Sevilla, Granada y Córdoba, llegó finalmente D. Alfonso a Madrid el 5 de abril de 1877. (Texto: Bernardo Rodríguez Caparrini).

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Hace más de treinta años, le llamaban ‘Loco’ por correr. Salía de trabajar y a correr. Los fines de semana, se levantaba temprano y a correr. Correr, correr, correr... ¿De que o quienes huía Pedro Rizo el ‘Maratón Man’ de El Puerto? ¿Huía de si mismo? ¿Huía de la vida?

Pedro Rizo era de los antiguos: Trabajar mucho en la construcción, fumar sin parar dos 0 tres cajetillas diarias y ennegrecer sus pulmones . Crearse una dependencia con el tabaco que lo iba a matar. Sus copitas... bueno de vez en cuando. Mala vida para un trabajador de la construcción. El se lo notaba pues por la mañana, toser, escupir, el pecho...

Un buen día fue al médico y este lo asustó: O dejaba el tabaco poco a poco o sus pulmones no aguantaban más. En verdad Pedro se acojinó y tomó una decisión radical: dejar el tabaco. Así, sin más. Estaba claro: huía de su enemigo el tabaco, la nicotina. El había encontrado ese remedio providencial y creyó en él. El deporte, la carrera, lo podía salvar. He hablado mucho con él sobre este tema y él cree a pies juntillas en este remedio providencial cuando ya tiene mas de setenta años. Me dice a mí cuando estoy próximo a su edad y tengo algún problema de agobio o de ansiedad, que me ponga a correr.

Cree en lo que hace y su salud se ha mejorado muchísimo. Come de todo, duerme estupendamente, todo le cae bien e incluso comiendo, se toma una copita. Se le quitó la tos, los problemas del tabaco y los que antes se metían con él --porque claro, ver a un tío en calzones blancos corriendo por El Puerto en los años setenta, en que no había cultura del deporte y la salud, manda huevos-- pues los que antes se metían con él ahora lo envidian y andan con bastones, barrigones, y otros que no pueden ni andar.

XVII Carrera Popular de San Silvestre (Chipiona).

XXXI Carrera Urbana Ciudad de Jerez.

Corriendo en El Cuervo (Sevilla).

1935.
Pedro Rizo nació en El Puerto en el año 1935. Menudo año. Nació en el Barrio Alto. Hijo de un trabajador del campo o de lo que saliera, con un montón de hermanos, tuvo una niñez durísima, ¿Cómo no? Pasó hambre... si su padre se quedaba parado, le quitaban hasta el médico y tenían los críos que ir con sus madres si enfermaban --no tenían seguro de paro-- al médico de la Beneficencia en el hospital de San Juan de Dios en Micaela Aramburu. Desde aquí, un recuerdo imborrable a aquellos médicos de Beneficencia que con escasísimos medios y ayudados por la farmacia --preciosa, por cierto-- del hospital y sus monjas las Hijas de la Caridad de inmaculada y almidonada cofia, atendían y aliviaban como podían de tantísimos males todos derivados de la miseria y la pobreza con que malvivía gran parte de la población de El Puerto. Don Servando, Don Antonio García Sánchez, Don Agustín Fernández son un ejemplo de aquellos médicos de la Beneficencia.

Con unos compañeros de carrera. /Foto: Sebas Rey.

LAS CUATRO REGLAS.
Pedro estuvo hasta los nueve afios en el colegio de San José de Calasanz vulgo Hospitalito. Aprendió las cuatro reglas y lo que era menester de lectura para un niño que tenía que trabajar pronto para ayudar en su casa. Y efectivamente se colocó con nueve años guardando vacas en la finca La Carlota. Ganaba un duro y mantenido. Esto de 'mantenido' parece que no pero tiene su importancia: era lo primero que buscaban aquellos padres cuando colocaban a un crío en el campo: por lo menos tenían la seguridad de que comían el plato de potaje caliente. Eso no faltaba en los campos. La olla grande o lo que dice el vulgo 'cucharón y paso atrás'.

EL CAMPO.
Trabajó después con la azada en el campo. Todavía me acuerdo yo de aquellos jornaleros portuenses que al llegar al 'Lejío' (Egido) después de una jornada agotadora, venían andando desde La Negra, Atalaya, o la Canal, tras estar todo el día cavando con la azada. Derrengados, sedientos, los sombreros descoloridos, las manos destrozadas... y llegar a sus casas, aquellos patios corraleros del Barrio Alto a tomarse un lebrillo de gazpacho o lo que hubiera de sustento. Algunos con la 'zoleta' al hombro de escardar trigo o cebada.

Carrera Nocturna de San Silvestre 2010, donde fue homenajeado Pedro Rizo. (Chipiona). /Foto: Sebas Rey

PICAPEDRERO.
Después del campo, Pedro Rizo con 18 años se colocará de 'picapedrero' en la empresa Ginés Navarro, haciendo la carretera Jerez-El Puerto por el nuevo trazado que nosotros hemos llamado siempre 'La Trocha’, es decir el antiguo camino de Jerez sin pasar por El Portal. Ganaba de 'picapedrero', es decir de partidor de piedras a mano, golpeándolas con un martillo de mango largo o 'machota' sujetando a veces las piedras, con los pies con el consiguiente peligro, 214 pesetas la quincena. El golpe tenía que ser certero porque te podías machacar los dedos de los pies. Los accidentes eran frecuentes y había que voltear el martillo sujeto por el extremo del mango con las dos manos, describir en el aire una especie de semi circunferencia y golpear con fuerza la 'piedra madre', es decir la piedra grande. Después las más pequeñas se partían más fácilmente si se puede decir así porque fácil no había nada... las piedras de San José del Valle son muy duras, muy buenas para aquellas carreteras. Picapedrero... un oficio maldito. Manos ensangrentadas, pies hechos de sangre y moratones, gafas de motorista antiguo en los ojos para que las esquirlas de piedra no te dejaran ciego. Ocho horas diarias.

TONELERO.
Después Pedro, nuestro ‘Maratón man’, si él nos permite que lo llamemos así, trabajó --yo creo que Pedro ha trabajado más que maratones ha hecho-- durante cinco o seis años en la tonelería de Jose Luis Huertas en la calle Cruces y luego en la construcción hasta su jubilación.

Pedro Rizo se casó en el sesenta y tres y tuvo tres hijos: dos hembras y un varón. Ha cumplido con ellos en la vida.

RECORRIDOS.
Como ha cumplido en sus carreras y maratones por circuitos de Sevilla (20 maratones); Jerez (10 maratones); Cádiz, San Fernando, Rota y Chipiona; Vía Verde Coripe-Olvera; maratón popular de El Puerto de Santa María, Córdoba, Vejer,  Sanlúcar, Trebujena. De todo ello guarda trofeos, placas, reconocimientos, diplomas, homenajes... en su pequeño piso de una 'corrala' de la calle Santa Clara, en cajones, estanterías, armarios y hasta debajo de la cama, tanto trofeo, tanta chatarrería dorada con santo y seña grabados de sus premios y participaciones. Su mujer soporta con paciencia que le tenga ocupada toda la casa con tanto trofeo, ya que ella no sabe donde meter ni siquiera un paño de cocina. Pero Pedro soporta con estoicidad tanta protesta.

MÉDICO DE SI MISMO.
Moliere, el gran comediógrafo francés, en su obra 'El médico a palos»' creo que insertó la frase «Médico, cúrate a ti mismo». Pedro, sin ser médico, se ha curado a sí mismo y hoy es consciente de la importancia que tiene la decisión que tomó en su día, de correr para buscar la salud ya que el tabaco le iba a matar. Aparte de eso, la carrera y el maratón le ha dado un aliciente en su vida, pues viaja, conoce gente, ha sido nombrado deportista del año en El Puerto, ha recibido galardones, homenajes... de todo. Pero claro eso exige esfuerzo, soledad, el entrenamiento de día a día con lluvia, fría, viento, calor, sudores, sed, calambres. Pedro tiene un correr fácil pues apenas levanta los pies del suelo. Parece que no corre, pero ponte a su lado y verás. /Foto: Miguel Díaz.

A la pregunta que le hago de qué espera ya de la vida, me responde que «--Vivir lo mejor posible». Comer, beber su copita, salir, hasta que le llegue la hora. Cada mañana que se levanta, piensa que tiene un día más de vida. Pedro es muy austero y vive con una pensión corta pero se apaña. Le encanta correr por la sierra pues es un ecologista nato. En el argot de los maratonianos le llaman Pedro 'el Viejo'. Ya es algo para pasar a la historia. Ya saben Pedro 'el Cruel', Pedro 'el Grande'...

De izquierda a derecha, Pedro Rizo, Fernando Mora Eliso, director a la sazón de SAFA-San Luis, Antonio Muñoz Cuenca y Luis Benvenuty Morales, en 2008,, curante la presentación del Libro 'Paisajes y Paisanaje'0 del autor de esta nótula, en el que figura nuestro protagonista. /Foto: Carmen Álvarez.

EL PAISAJE.
Conoce perfectamente todo el paisaje portuense: Camino Viejo de Rota, cañada del Verdugo, camino de los Romanos, Molino Platero... muchas piedras, arbustos y retamas son testigos de su entrenamiento diario y confidentes suyos pues son señales que le indican lo que lleva recorrido, y lo que le falta. En su correr diario, salvo cuando va con amigos del Club Alcanatif, Pedro es un solitario que va .metido en su mundo interior ensimismado, sudoroso. Su entrenamiento diario es su verdadero maratón pues ahí no hay premios, ni halagos, ni trofeos. Está él solo con sus pensamientos y el camino. Como es duro, Pedro va pensando en las mil cosas del día para hacerlo más llevadereo. Y así durante treinta años. Es un guerrero. Su fuerza, su voluntad, su tesón, su esfuerzo... Pedro es un héroe de Salamina, un hombre de la calle Santa Clara... un luchador. Vive y vivirá para contarlo. (Texto: Antonio Muñoz Cuenca).

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Matilde Montero García, Maty, nació en Cádiz y si bien sus padres Eloy Montero y Matilde García Pacheco, eran de la capital, sus abuelos maternos eran de El Puerto: vivían en la calle Diego Niño. La familia se vino a vivir a El Puerto y el padre montó una sastrería en la Calle Larga, donde vivió de pequeña en el núm. 114, principal. Segunda de tres hijos, tenía una hermana mayor que ella 19 años, de un anterior matrimonio de su padre, que era viudo.  Vivió con pocos años la explosión de Cádiz, que en El Puerto se hizo notar, rompiendo cristales con estruendo. Se casó con el gallego Arturo Rial, natural de Vigo, en marzo de 1965, con quien tiene dos hijos, Arturo Eloy y María Matilde. Esta es su historia, contada por ella misma.

“Yo nací el 30 de diciembre de 1941, así que acabo de cumplir mis primeros 69 años. Tanto mi padre como mi madre eran naturales de Cádiz, pero mi padre se vino a trabajar al El Puerto, contratado, en la que por entonces era una gran tienda de tejidos con sastrería, porque mi padre era sastre. Pronto se cansó de estar tan sujeto y se estableció por su cuenta trabajando en casa, desde que yo tengo uso de razón.

En la Feria de Jerez, el 30 de abril de 1944, aparecen en la imagen Pura Montero Mela, Paco Montero; Ana, mujer de Antonio Pantoja, natural de Gibraltar y Matilde García Pacheco, madre de nuestra protagonista que contaba ya con poco mas de dos años.

Excursión a Sevilla --visita al Alcázar-- en junio de 1944. Entre otros, aparecen los padres de Maty, Eloy Montero, el sastre de la calle Larga y Matilde García Pacheco;  Paco Montero y Antonio Pantoja y su mujer Ana.

El matrimonio tuvo tres hijos, soy la del medio entre dos hombres, por lo tanto fui la niña querida, el ojito derecho de mi padre. Éste sacándolo de su oficio apenas sabía nada, leer, escribir y poco más. Mi madre, por el contrario había tenido una buena educación para aquellos tiempos; tenía  una letra preciosa, no tenía faltas de ortografía, sabía taquigrafía, mecanografía y las ‘labores propias de su sexo’, como coser, bordar,...; era una maravilla, doy fe de ello, porque me enseñó mucho en mis años de espera para casarme.

CARMELITAS, COLOMA Y LABORES.
Desde los 3 años que fui al colegio de Las Carmelitas hasta que terminé con 16 o 17, puedo decir que fue un periodo muy bonito. Mis recuerdos y anécdotas son todas preciosas; aquellos juegos en el patio de la palmera, aquellas procesiones por las principales calles de El Puerto cantando y llevando en andas a la Niña María. Recuerdo cuando, ya más mayorcitas, nos metíamos en el patio de San José para comernos las deliciosas naranjas mandarinas a escondidas de las hermanas, que claro con lo que huelen pronto nos cogían.

Primera Comunión el 31 de mayo de 1949, contando nuestra protagonista 7 años y medio, Iglesia de HH. Carmelitas. De izquierda a derecha, fila delantera, Maria Teresa Alba Medinilla, Pilar Poullet Ramirez, Carmen Lores Romero, desconocida, Matilde Montero Garcia, Cecilia Sevillano Sánchez, Lourdes Lizaso Solinís, Maria Teresa Tejada Prieto, Manolita Buhigas Cabrera, Maria Luisa Ortega Duran y desconocida. Nombre de las tres desconocidas y no ubicadas: Cristina Respeto Roselló, Maria de la Soledad Pérez Vela y Vicenta Crespo Ivars. Fila segunda, de izquierda a derecha, Marita Enciso, Angelina Crespo, María José Nuchera. Las cuatro de segunda fila: Marita Enciso Dominguez, Angelina Crespo Matiola, Maria Jose Nuchera Alcantara y desconocida. Los niños desconocido Manuel Serrano Garcia, desconocido, Miguel Cachetta de la Rubiera, Javier Moresco Suarez, desconocido, Pepin Nogués Ropero, Jaime LLorca Ortiz y Jose Miguel Merchante Gutierrez. Entre los desconocidos estan estos nombres, pero no sabemos ubicar: Jose Luis Garcia León, Luis Crespo Ivars y Manuel Palomino Galan.

De izquierda a derecha, Pili Guerra, Lisazo, Maty y Lucila Romero Andicoverri, de la farmacia de la calle Cielos que tenía su padre.

Cursé mis estudios de bachillerato yendo a Jerez al Instituto ‘Padre Luis Coloma’ a examinarme. Completados aquellos era imposible seguir estudiando más, a no ser que te desplazara a Cádiz o supongo que a Jerez también, lo que era imposible para la economía familiar, ya que más bien era de subsistencia. Por lo tanto no he desempeñado ninguna cátedra, no he tenido ningún puesto importante en ninguna empresa, pero si he llevado mi titulo de ama de casa con orgullo y responsabilidad. Ese título, ya lo sabéis todo por experiencia, es estar las 24 horas del día de guardia, saber de todo y estar dispuesta para cualquier emergencia.

La Coruña en 1970. Prueba de carga del viaducto de Linares Rivas. /Foto: Alberto Martí Villardefrancos.

VIVIR EN LA CORUÑA.
Dejé El Puerto en 1965, cuando me casé y me fui a vivir a las tierras de Galicia. ¡Que os voy a decir de esas tierras tan divinas! Nunca tuve problemas en ella, la familia de mi marido me recibió de maravilla, y nosotros nos instalamos en La Coruña. Gracias a que mi marido fue y es muy trabajador y, en sus buenos momentos, supo compaginar varios trabajos a la vez, --y bueno supongo que también mis granitos de arena--, nos fuimos situando económicamente bastante bien, sin lujos. Le hemos dado un piso a cada hijo, solo tenemos dos. Y nos quedan los que vivimos allá y acá.

¿HEMOS AVANZADO?
No creo que mi vida sea como para figurar en Gente del Puerto, es igual a todas las demás de mi generación donde en nuestro carnet de identidad en nuestra profesión poníamos 'Sus Labores'. Y o lo digo con orgullo frente a estos tiempos en que todas las chicas están sacando sus buenas carreras y con buenos puestos de trabajo, pero que desde la perspectiva de los años me pregunto ¿hemos ganado? Ahora tienen todo el tiempo ocupado, estresado, no pueden tener hijos sin contar con alguien de confianza que se pueda hacer cargo de ellos; para eso están los abuelos que se ven todos paseando a los pequeños. La casa..., en fin que más queréis que os cuente.

Tramo de la calle Larga, entre Ganado y Plaza de Isaac Peral.

EL PUERTO A FINALES DE LOS 50.
Estos días hablando con unos familiares de la juventud de hoy día me decían: “--En en nuestra niñez y juventud no habíamos disfrutado, no teníamos nada”. Difiero de esa opinión, yo he tenido una niñez plena, durante la juventud me divertí todo lo que pude en aquellos tiempos. Nuestros paseos calle Larga y calle Luna en el invierno. En el verano el Parque arriba y abajo. Y la playa de La Puntilla, eso era el no va más, todos nuestros amigos, conocidos al alcance de la mano, todos hablando nuestro idioma: el portuense. Yo no me quejo al revés lo evoco con cariño.

Reconozco que si tengo una envidia mala corrosiva y maligna con respecto a la juventud de hoy. Aclaro, los medios que tienen para los estudios, el acceso a la cultura, los idiomas y la independencia que pueden desarrollar para llegar a donde se lo propongan.

Patio de la Casa Palacio Oneto, en la calle Larga, frente a calle Luja.

¡QUE PENA ME DA EL PUERTO!
Ni sus habitantes, ni sus políticos hacen nada por él. En todas las ciudades que conozco vivir en el centro histórico es signo de prestigio, distinción y poder económico. Aquí por el contrario, es como si fuera una cosa antigua, de viejos. El Puerto es bonito por muchas cosas, pero esas casa señoriales que, a cada dos pasos tropezamos con alguna de ella, propio de esta parte del país. Pues bueno un tanto por ciento bastante alto están en ruina, cayéndose a pedazos, cerradas, tapiadas u luciendo una valla desde hace mucho tiempo y en la calle más emblemática de la ciudad. ¿No podría el Ayuntamiento, al mismo tiempo que da licencia de obras para bloques en el extrarradio, exigir la reparación de una de estas casas?  Si, ya sé que sería complicado, pero algo se tendría que hacer.

¿Conjunto Residencial? /Foto: Antonio Gutiérrez Ruiz.

Hay otro aspecto que también me apena. ¿Qué pasa que la gente no pasea? Se sale un domingo y no hay ni un alma por las calles, las cafeterías cerradas y a veces te preguntas que, si no tienes algún plan,  es preferible quedar en casa.

Hay una ciudad cercana de la que no quiero dar su nombre, que es un lujo pasear por su centro, sus cafeterías a rebosar, su plaza del Cabildo, su paseo a orillas de la playa... Se echa de menos aquellos paseos de la juventud. Pero para más inri , si hay una fiesta, una procesión o una actividad extraordinaria no se puede andar: todo el mundo a la calle. Y yo digo, si El Puerto es de por sí una fiesta diaria, debían de pensar que cuanto más ambiente más atractivo se ve a los ojos de los visitantes”.

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Si durante las décadas de los años sesenta o setenta del siglo pasado, una persona se hubiese puesto un chándal y lanzado a nuestras calles a correr a diario, como mínimo hubiese recibido de sus conciudadanos, una mirada de burla o de asombro. Muy probablemente, escucharía de cualquiera al pasar las palabras de: “uno, dos, papa y arroz...”, o estas otras más fuertes y que son verídicas: “un pico y una pala...”.

Está claro que en estos últimos tiempos ha cambiado la mentalidad de las personas hacia el deporte. El auge que ha supuesto la práctica deportiva en nuestra sociedad, por los beneficios físicos y psíquicos que conlleva, ha movido a muchas personas en nuestras ciudades ha efectuar una puesta a punto de su cuerpo mediante entrenamientos metódicos y continuados. Uno de estos medios más usados por personas de toda edad y condición ha sido la práctica atlética, en su modalidad de fondo.

Carrera Popular de 'Los Frailes'. 15 de julio de 1984.

Y de esta forma, la demanda de competiciones para poder comprobar el nivel alcanzado por unos y otros durante la temporada, motivó que muchos ayuntamientos, hayan promovido durante estos años un sinfín de carreras populares, conque lograr estos objetivos de salud y concienciar a los menos decididos a su práctica. En el Puerto de Santa María, los primeros pasos dados por las instituciones locales en este sentido son dos competiciones que se inician en 1979 con un gran éxito de participación: el Cross Escolar Ciudad del Puerto,  el día 10 de junio; y el Cross Popular Ciudad del Puerto el día 15 de agosto.

En Las Nieves, 11 de agosto de 1985.

A lo largo de la década de los años ochenta del siglo pasado, surge con fuerza en las distintas asociaciones de vecinos, un sinfín de actividades lúdicas y recreativas que nacen para animar a sus vecinos principalmente a participar, y que tienen su culmen en sus fiestas populares; entre ellas las llamadas “Carreras de Barrio”. No importa el grado de preparación, lo importante es correr y a la vez pasar un buen rato; fueron muchos los portuenses que de alguna manera se animaron a practicar el sano hábito de la carrera. Podríamos hacer referencia a muchas de estas asociaciones: Malacara, Sudamérica, Las Nieves, Valdelagrana, Los Madrileños, Fermesa, San Jaime, Crevillet, San Juan, Los Frailes, etc.; en otras ciudades: La Asunción, San Benito, Murallas de San Carlos, Peña Dosa, Santi Petri, Barrio Jarana, García Gutiérrez, Fuente Amarga, etc.

I Carrera 'Peña Madridista Chiclanera'. 14 de julio de 1985.

ORÍGEN DEL CLUB, GRUPOS.
El club de atletismo Alcanatif no surge de la noche a la mañana, sino que hay un movimiento de atletas autodidactas, casi paralelamente a la recién creada escuela de atletismo en SA.FA., personas de mediana edad, procedentes en su mayoría de otros deportes y aficiones, y que encuentran en el atletismo una válvula de escape de sus obligaciones cotidianas y una filosofía de vida sana. Estos comparten la idea de agruparse como medio para la mejora de su actividad deportiva propia y extensión a todas aquellas personas que puedan encontrar en la misma, el incentivo necesario para su práctica. Estos grupos son varios y de naturaleza distinta:

Carrera Barriada Liberación. Jerez, 7 de julio de 1985.

  • Los practicantes desde carreras populares a maratones, personas que ya tienen amplia experiencia en participación en pruebas cortas y largas. Sus entrenamientos dominicales parten siempre de la explanada del cementerio, y durante la semana lo hacen de forma particular: Pedro Rizo Pérez, Luis Caballero Jurado, Miguel Alvarez Pérez, Fernando Martín Mora, Joaquín Paloma Vega, Gabriel Ponce de León, Miguel Rivas Quintana y su esposa Mª Carmen, Francisco Sánchez Ramírez, José Sánchez Espinola, Antonio Corredera Muñoz, ‘Cheroqui’,...
  • El segundo grupo son participantes en carreras populares y pista, preparan distancias cortas y medias y durante la semana, su lugar de concentración es siempre la pista de atletismo y zonas aledañas. Entre ellos podemos citar: Juan López Reina, Sebastián Jiménez Benítez, Juan Beuzón Zarzuela, Manuel Murillo García, Manuel Gallardo Camacho, Francisco García Hermoso, José Mª Beato Benítez, Luis Caballero Calatraba, Angel González Mendoza, Manuel Redolosi...

Carrera Popular 'Fuente Amarga'. Chiclana, 5 de mayo de 1985.

En poco tiempo se reúnen un nutrido grupo de corredores, que además de entrenarse habitualmente, los domingos acuden a carreras de barrio y populares representando al ‘Bar Transporte’, el patrocinador de aquellos años, que aporta a algunos corredores zapatillas y equipación gratis. Una parte de este amplio grupo,  además prepara la distancia por excelencia, la más emblemática, el maratón, siendo muchos de ellos pioneros en participar con poca preparación y experiencia en la Maratón que nace en Sevilla en 1.985, y que ha cumplido la edición número veinticinco con tres corredores portuenses que han participado en todas sus ediciones.

Barriada 'La Asunción'. Jerez. 6 de junio de 1985.

PRIMEROS PASOS. CONSTITUCIÓN.
El Club de Atletismo Alcanatif e constituyó formalmente el día 28 de octubre de 1.986, según su acta fundacional. Esta fue la culminación de un largo proceso, que llevó a un numeroso grupo de deportistas dispersos por toda la ciudad, practicantes en su gran mayoría de las distancias de medio fondo y fondo, a plantearse esta posibilidad para promover el deporte en general, y muy especialmente cubrir el vacío existente hasta entonces, en la práctica del atletismo en nuestra ciudad. En meses anteriores, se habían venido produciendo muchos encuentros, especialmente durante el verano de aquel año 1.986 en la Ciudad Deportiva, que concluyó finalmente en varias reuniones con la determinación firme de la fundación del club, elaborándose unos estatutos sociales tomando como modelo los correspondientes al club de Rugby Portuense aportados por Miguel Alvarez Pérez.

VIII Carrera Popular 'Ciudad de El Puerto'. 15 de agosto de 1986.

DENOMINACIÓN.
Para la elección de un nombre apropiado, se barajaron varios, todos relacionados o identificados con El Puerto de Santa María, por ejemplo: ‘Vaporcito’, ‘Santa María’, ‘Menesteo’, etc. pero finalmente, destacó la propuesta de quien suscribe de ‘Alcanatif’, porque después de consultar la historia portuense, Alcanatif había sido el nombre antiguo dado a la ciudad por los árabes y cuyo significado es el de "Puerto de las Salinas ó Puerto del Faro".

LOS PRIMEROS SOCIOS.
Se elabora la primera relación de socios, quedando ésta encabezada por Luis Caballero Jurado, como primer Presidente; y a continuación, Pedro Rizo Pérez, al ser el socio de mayor edad, un veterano de cincuenta y un años, ejemplo para todos nosotros, con bastante cualidades y dispuesto a llegar muy lejos.

DIRECTIVA.
La primera Junta Directiva quedó compuesta por los siguientes socios: presidente, Luis Caballero Jurado; vicepresidente, Pedro Rizo Pérez; secretario, Juan Beuzón Zarzuela, tesorero, José María Beato Benítez y vocales Miguel Álvarez Pérez, Manuel Gallardo Camacho, Fernando Martín Mora, Sebastián Jiménez Benítez, Francisco García Hermoso y Juan López Reina.

VIII Carrera Popular 'Ciudad de El Puerto'. 15 de agosto de 1986. Acostado, el famoso 'Ratón'.

INSTITUCIONES.
Los promotores del club, eran conscientes de que la entidad trascendería de sus meros deseos, convirtiéndose en realidad superior con el paso del tiempo. Pero también comprendieron que, todo ello, resultaría mucho más viable si se conectaba con las instituciones deportivas existentes. Por eso, tras la constitución formal del Club, se pasó posteriormente a la inscripción en los Registros Públicos correspondientes, Federación del mismo y sus componentes y conexión con el entonces Patronato Municipal de Deportes del  Ayuntamiento.

Control triangular en pista. 22 de octubre de 1988.

En todo este tiempo, el club ha pretendido ser una institución para el deporte, en el que tengan cabida tanto personas jóvenes como mayores, cualesquiera que sean las motivaciones iniciales de la práctica atlética, pretendiendo a su vez, convertirse en un acicate más para el desarrollo de la misma, agrupando al máximo de deportistas portuenses que, de hecho, practican cualquier modalidad atlética por su cuenta y riesgo, sin ningún tipo de conexión, para que hallen en el mismo, la forma de mejorar su práctica, con la intercomunicación y acceso a medios técnicos de los que se carecerían individualmente.

Cross Chipiona Campo a Través. 20 de noviembre de 1988.

ESCUELA MUNICIPAL DE ATLETISMO.
Ya en octubre de 1991, el club presenta al entonces Patronato Municipal de Deportes un proyecto sobre la elaboración de la futura Escuela Municipal de Atletismo, vieja aspiración de este grupo de atletas, que finalmente tras muchos avatares y no menos altibajos, actualmente atraviesa un magnífico momento, con un gran potencial de niños y niñas, dirigidos técnicamente por varios monitores, que realizan una labor encomiable, al frente del cual se encuentra como máximo responsable Ángel González Perea.

XIII Carrera Urbana de Chiclana. 24 de octubre de 1993.

CONSOLIDACIÓN.
Desde nuestros comienzos en 1986, son ya varias las generaciones de atletas que han mantenido vivo este proyecto de futuro, jóvenes en su mayoría, pero también adultos, que han crecido iniciándose en el atletismo base; y de ellos, algunos han participado y conseguido triunfos en Campeonatos Autonómicos y Nacionales. En la actualidad el Club de Atletismo Alcanatif lo forman un número cercano a doscientos atletas portuenses de ambos sexos, con un número elevado de jóvenes, en edades comprendidas entre los siete y los setenta y cuatro años.

VI Media Maratón de Jerez. 24 de noviembre de 1996.

RECONOCIMIENTO.
No queremos dejar pasar la ocasión para reconocer públicamente el trabajo desarrollado por ciertas personas, que han aportado su tiempo en estos años, en mayor o menor medida, tratando de formar deportistas. Incluso con el riesgo de olvidar mencionar a algunas de ellas, hemos de señalar entre otras a: Juan Alvarez García, Manuel Redolosi, Manuel Acal Díaz y su señora Manoli, Juan M. Cordón, Juan M. Garay Valle, Luis Caballero Calatrava, Lali Espinar Grajera, Juan L. Merino Buhígas, Raúl Gutiérrez Ortega, Alberto Romero Fernández, Ángel Mª González Arias y Ángel Mª González Perea.

En el plano estrictamente deportivo, sus actividades atléticas abarcan todos los campos, tanto competiciones federadas como escolares: competiciones en pista, en ruta, campo a través, triatlones y duatlones, maratones y otros.

V Carrera Popular 'Puerto Menesteo'. 28 de noviembre de 1999.

CARRERA POPULAR.
Uno de los objetivos deportivos de esta entidad siempre ha ido enfocado a intentar fomentar este deporte entre sus conciudadanos, buena prueba de ello ha sido el logro de conseguir organizar la Carrera Popular ‘Puerto de Menesteo’, por cuanto tiene de orgullo y satisfacción una competición de esta índole en un momento en el que no existía ningún tipo de competición atlética popular en nuestra ciudad, y que después de tantas ediciones, desde noviembre de 1995, se ha convertido en un importante referente provincial, alcanzándose en años sucesivos cifras récord de participación de corredores venidos de todos los puntos de nuestra provincia.

Sobre este asunto, queremos agradecer a entidades públicas y privadas, así como a numerosas personas, por su afán de ayudar a conseguir estos resultados en nuestra ‘prueba estrella’, muy especialmente a la disposición de la Concejalía de Deportes por su importante contribución; así como por el reconocimiento público que viene realizando año tras año dicha Concejalía, sobre nuestra Carrera Popular, al considerarla como una de las actividades más importantes que se celebran durante el año en la ciudad.

Excursión a Grazalema. 23 de noviembre de 1999.

OTROS EVENTOS DEPORTIVOS.
También queremos hacer referencia a otros eventos que de manera anual venimos realizando, como son: el comienzo de la temporada, ‘Subida al Puerto de las Palomas’, ‘Travesía Puerto-Rocío’, excursión de primavera o la fiesta final de temporada. Asimismo de la ayuda que venimos prestando en la organización de competiciones: campo a través escolar, liga en pista escolar y milla urbana que celebra anualmente nuestra Concejalía de Deportes del Excmo. Ayuntamiento; así como en otras competiciones de colectivos vecinales o colegios que así lo solicitan.

Con el paso del tiempo se puede ver que son centenares las personas que en un momento determinado se acercaron al club buscando compañeros, planes de entrenamiento, ilusión por mejorar, y también aportaron su forma de ver las cosas y su tiempo para intentar conseguirlas. Por último, no sería justo si después de tantas alusiones y reconocimientos, no se dedicara unas pocas líneas para alabar a las decenas de personas, socios que han ocupado los distintos cargos dentro de la Junta Directiva, con mayor o menor dedicación y acierto, pero indiscutiblemente, sin cuya entrega en todos estos años, no hubiese sido posible conseguir ni el primero de nuestro objetivos.

Si de alguna forma te sientes identificado con nuestras inquietudes deportivas y tienes ganas de aportar tu ayuda a este proyecto, te invitamos sinceramente a participar del mismo. No importa tu preparación o estado físico, ponte en contacto con nosotros, nunca es tarde y serás bienvenido. (Textos: Juan Beuzón Zarzuela).

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A Vicente Sordo Gómez, con mi amistad.

Es una inacabable algarabía,
donde todo es posible e inaudito:
desde la tapa insigne al numerito,
que vende silenciosa “La Alegría”.

Una alegre y flamenca bulería
en la barra ... Se bebe Fernandito
su quinto “valdepeñas”, como un rito
solemne, alrededor del mediodía.

Todo tiene un acento costumbrista:
en la puerta la foto de un artista
se cuelga del cristal, calladamente.

Y el tiempo que parece se ha quedado,
al pie de La Placilla ensimismado,
colgado en la pared del “Bar Vicente".

Todo tiene el sabor recio y añejo
de aquel Puerto de ayer, tan aldeano,
donde imperaba el trato campechano
no falto de sapiencia y de gracejo.

Baja de La Angelita el Puerto viejo,
campesino y sufrido, al par que humano.
Gesticula al hablar su recia mano,
dando al ambiente un aire de festejo.

“Los Dos Pepes” ayer ... Hoy, padre e hijo,
en un constante y cálido amasijo
de lealtad y servicio a sus clientes,

escriben, sin saberlo, lo que historia
mañana habrá de ser ... Que en la memoria
del Puerto han de quedar los “Dos Vicentes”.

Paco del Castillo.
3 de octubre de 2002.

Fotos: Bar Vicente

Mas información en Gente del Puerto.
014. BAR VICENTE. O Las Mellizas (el Rubio), o Los Pepes.
655. MANUEL GARCÍA GÓMEZ. El Tabique.

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De izquierda a derecha, sentados, Isabel, Teresa, Mari Pepa, Javier, la madre Carmen, Rafael, la hija de Helga y Juan, Maite Gargallo y Helga Müller (esposa de Juan). De pie, María Lobo (esposa de Enrique), Mari Carmen, Juanito (hijo de Juan y Helga), Pepe, Juan, Chema Martínez, Milagros y Enrique. Fotografía tomada en el domicilio familiar de la calle Larga en 1991, con motivo del 80 cumpleaños de la matriarca de los Esteban Poullet: María del Carmen Poullet Vargas, (1911-2006), que todavía viviría sus buenos 15 años.

Faelo, Mimi, Mari Carmen, Maripe, Pepe, Enrique, la desaparecida Conchita, Tere, Javier, conocido como Bini, Luis, Juan e Isabel: seis varones y seis hembras, se quedaron huérfanos, también de madre --María del Carmen Poullet Vargas-- en 2006, en este Puerto en el que, de acuerdo con el orden biológico, se nos están yendo tantos y tan buenos referentes. Su padre, José Esteban Pérez, falleció en 1973.

Los Esteban Poullet –aunque asociados al mundo de los productos de enología- han destacado siempre por algún aspecto relacionado con el mundo de las artes, don que debe venirles de su tío abuelo Antonio Poullet, quien fuera profesor en la Academia de las Bellas Artes de Santa Cecilia. La Fábrica de Productos Enológicos estuvo funcionando en el número 15 de la calle Larga, junto a la vivienda, desde 1905 hasta que, a finales del siglo XX, tuvo que cerrar víctima de la enésima revonversión del sector vitivinícola de la zona. /En la imagen de la izquierda, capilla de casa de los Esteban Poullet, en la calle Larga.

Así, Faelo se ha relacionado con la literatura y las composiciones escultóricas y de pintura. Pepe, gran aficionado a la egiptología y los viajes, ha sido uno de los grandes contadores de las cosas de Egipto cuando aquí se consumían menos paseos por el mundo. Luis, el hombre de los inventos del Laboratorio de ‘Touston’, donde con técnicas de artesano construía sus propios instrumentos, para probar algo más que el poderoso influjo de la Luna. Juan, cantautor, quien anduvo por Barcelona de compañero de su paisano Javier Ruibal, y donde conoció a tantos de aquella farándula en la que él no se veía.

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Portaretrato de Carey. De izquierda a derecha, Rafael, Milagros, María del Carmen, Mari Pepa, Pepe, Enrique, Conchita, María Teresa, Javier, Luis, Juan Manuel e Isabel.

La casa de los Poullet, la de toda la vida desde 1921 hasta 1999, la de la calle Larga número 13, ha sido escenario de muchos encuentros literarios. Ha visto el paso de muchos poetas, escritores y artistas: Fernando Quiñónes, Pilar Paz Pasamar, Pepe Belmonte, Julio Rivera, Dolors Alberols, ... Eran las celebradas Tertulias de ‘El Ermitaño’, en la década de los ochenta, durante aquellas noches de verano, en un jardín clásico, donde la magia de la noche envolvía a los asistentes.

Precisamente en esa década de los ochenta del siglo pasado, los Esteban Poullet celebraron los 200 años de la llegada del primer Poullet a estas tierras, con un macroencuentro familiar en el que recordaron a su ancestro Claudio, quien proveniente de cierto municipio francés fronterizo con España, acá que se vino alistado en las tropas de los ‘Cien Mil Hijos de San Luís’. Si, aquellos que al mando del Duque de Angulema vinieron a liberar al malajoso rey del paletó, Fernando VII, y que parece lanzara una maldición a la Ciudad donde abolió la Constitución de ‘La Pepa’.


Fotografía de Carnet de Familia Numerosa en dos imágenes. Parte 1 de 2. (Año 1955). Fila superior: Isabel, Carmen Poullet Vargas, Conchita, José Esteban Pérez, Tere. Debajo: Luis, Javier y Juan.


Fotografía de Carnet de Familia Numerosa en dos imágenes. Parte 2 de 2. (Año 1955). Fila superior, de izquierda a derecha: Mari Pepa, Mari Carmen, Rafael, Milagros. Debajo, Pepe y Enrique.

Mientras que los Esteban Poullet siguen tomando el pulso a El Puerto desde el número 13 –otra vez- de la céntrica calle Misericordia esquina y vuelta con Luna (en medio habitaron una vivienda en la calle Jesús de los Milagros y un piso en la calle Larga frente a su antigua vivienda), razones de trabajo o de familia hace que Pepe y Tere se encuentren en Madrid, e Isabel en Vitoria. Pero en cuanto pueden se les ve por las calles de El Puerto recuperar el sol y la sal de la Bahía de Cádiz que por allí escasea, y por los que tienen que venir a repostar con cierta frecuencia a este Puerto que les vio crecer y sentir, con todas las claves de portuensismo que no es que hayan desaparecido, sino que parece que ya no se lleva hacer gala de las mismas.

Los Poullet, por el contrario, clásicos y modernos a un tiempo, son el ejemplo de aquel  portuense de procedencia extranjera, que escoge instalarse en un nuevo territorio, lucha por engrandecerlo y deja en sus descendientes una gran semilla: aman a su ciudad y sin embargo tienen al mundo por frontera. Y es que, como ellos, se puede ser portuense y universal, tal y como nos enseñaron nuestros más preclaros paisanos. Y ahí están, viéndonos y siendo vistos, como una seña de identidad más de El Puerto.

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Pepe Mendoza, al principio de su intervención. /Foto: Jorge Roa.

Anoche se celebró el Pregón de la Fiesta de los Patios. Un escritor de lujo, Pepe González Mendoza arropado por un grupo de amigos y colaboradores, hizo las delicias de cuantos tuvimos ocasión de escucharle, de saborear sus retruécanos, de disfrutar de sus ocurrencias, de desplazarnos el corazón en un terremoto de emociones, de movernos el lacrimal en un tsunami de remenbranzas, de recordar con él, recordando.

Recordando a su padre: «Ese niño soy yo, el hijo de Josefa y Rafael, el arrumbador que hace cosa de cuatro años se mudó al olvido, que ya no me reconoce cuando me mira con sus ojos perdidos y turbios, y que me contempla con la misma sensación de lejanía con la que yo le recuerdo montado en aquella bicicleta Orbea verde con la que salía cada mañana de casa, muy temprano, a buscar trabajo, cuando ya no había faena en la bodega para los eventuales». /En la imagen, Rafael González, padre de nuestro pregonero.

NACIMIENTO TUMULTUOSO.
«Entre 1960 y 1969 nacieron en España 7.275.719 niños y niñas. Fue la década de mayor número de nacimientos de todo el siglo. 1964, por ejemplo, ostenta el record de ser el más fecundo del milenio pasado, no he logrado averiguar por qué. El caso es que vine a nacer el 14 de marzo del año en el que más mujeres dieron a luz, a pesar de la oscuridad de la época. La competencia para todo, imagínense, fue, y sigue siendo, brutal. No es lo mismo jugar en el equipo de una clase de 20 alumnos, como las de hoy en día, que formar parte del once de gala en una de 60. /En la imagen de la izquierda, el padre del pregonero, Rafael González, en una foto de juventud.

O ganar el concurso de dibujo en la Campaña Navidad con Amor, o conseguir un buen trozo de arena mojada en La Puntilla para hacer un castillo en condiciones. Hasta para formar parte de una comparsa juvenil de las malas había en mi adolescencia pruebas de acceso.

EN CASA DE LA ABUELA.
Pero en fin, no nos desviemos. Mi llegada al mundo tuvo lugar en la calle Curva, enfrente de la cárcel, en casa de mi abuela paterna, Luisa, una mujer de carácter que hizo que a los pocas semanas mis padres, Rafael y Josefa, cogieron las de Villadiego, conmigo a cuestas, y alquilaran dos habitaciones en el número 17 de la calle San Sebastián. Para celebrar que mi padre hubiera cortado definitivamente su cordón umbilical, y nuestra recién inaugurada independencia, mi madre apareció un día por el patio con un llorón que iba a estimular todavía más la competitividad, en esta caso doméstica, de la que he hablado antes.

El llorón, rubio como mi padre, se llamaba Paco, cosecha del 65, y de pronto lo autoproclamaron, por la cara, hermano mío. Algunos años más tarde, en 1969, me enteré por la vecina que mis padres estaban buscando una niña, noticia que me asustó mucho pues por aquella época, tanto del Lute, como del Arropiero, como de los hermanos Malasombra, se podía esperar cualquier cosa. La chiquilla jamás apareció, pero sí que encontraron a otros dos llorones a los que pusieron el nombre de Rafael y Ángel, también hermanos míos por parte de padres. Recuerdo que le pregunté una vez a mi madre sí seguía buscando a la niña desaparecida y le sentó muy mal.

Ángel, Rafael, Paco y Pepe González Mendoza ya creciditos, en un viaje de hermandad, nunca mejor dicho, en el que visitaron los patios de Londres. Al fondo vista parcial de la torre del Big Ben, en cuyo patio escucharon una toná típica de Inglaterra.

UN CABALLO LLAMADO MUERTE.
Por lo demás, viví mi adolescencia en la Barriada Francisco Dueñas, el famoso Distrito 21 en el que tantos chavales de mi quinta cabalgaron a lomos de un caballo llamado muerte, en los primeros 80. / Paco, el hermano rubio de la familia, sobrado de pelo y ganas de conocer la vida.

Yo tuve la suerte de contar con algunos maestros que me condujeron por veredas menos peligrosas, y con una novia, Isabel, que se convirtió pronto, como en la canción de Franco Battiato, en mi centro de gravedad permanente. Pese a mi insultante juventud he tenido tres hijos y he plantado algunos árboles, pero para hacer todo en la vida me falta escribir un libro. De momento, ensayo con columnas de opinión en Diario de Cádiz, internet y hasta en el Pregón de la Fiesta de los Patios».

EL PREGÓN, PROPIAMENTE DICHO.
El Pregón de Pepe, fue un pregón en el que, siguiendo a Vivaldi, jugaba en el patio con las Cuatro Estaciones; cada una daba cabida a tres patios, como las mas grandes casas de vecinos. El Verano, el patio de la playa, el del trabajo y el del Centro. El Otoño, el patio del colegio, el patio de butacas y el patio de la radio. El Invierno, el patio del Penal, el patio del Cementerio y el patio de la Navidad. La Primavera, el patio del bar, el patio de la Feria, el patio de vecinos.

El Pregonero, en plena tarea comunicadora. /Foto: Jorge Roa.

Y así lo fue desarrollando, uno a uno, patio a patio, corazón a corazón y nosotros ahora nos constreñimos en un agujero negro para dejarles unos pasajes de ese rato tan evocador y divertido de anoche, centrándonos en los patios del Centro y de la Radio.

EL PATIO DEL CENTRO.
«Por el patio del centro, sigue danzando, sólo hay que saber mirar, una cuadrilla de periodistas, fácilmente sobornables, que ejercen el oficio de contar lo que pasa en las calles a cambio de un cigarrito del carrillo Severo, una chiquita en La Burra, un café en Los Pepes, o, simplemente, la voluntad. Siempre al filo de la noticia y las aceras, es verdad que difunden rumores que rara vez se confirman. Que, como la mayoría de los políticos locales, hablan un idioma ininteligible.

Que sus ademanes tan poco versallescos y el empeño obsesivo por ajustar el paso a los demás, invitan casi siempre a guardar las distancias. Pero son los reporteros más dicharacheros del barrio viejo, y se mueven por las calles del Centro como una chirigota de desheredados.

Por ahí va Tonino, la ilusión pero también la bronca de todos los días, terror de electricistas y albañiles, trabajadores que se encomiendan a la Virgen de los Milagros cuando, desde las alturas, sienten que la escalera empieza a bailar al ritmo del bastón de esa lengua viperina tan poco dotada para la diplomacia.

Aquí llega Chamaco, en cuya voz se inspiró la niña del exorcista, bebedor insaciable, mitad marinero en tierra, mitad pirata berberisco, con camarote permanente en la antigua lonja, donde duerme rodeado de gaviotas y de gatos.

Aquél es el Baba, discípulo aventajado de Kung Fú, que soporta estoicamente callos y durezas, con tal de no someter a sus pies a esa cárcel angustiosa que son los zapatos. Su andar, deslavazado y torpe, no le impide transitar cómodamente por la vida, y él es feliz palpando el suelo sin intermediarios. Hasta luego.

Era La India, apoyada en su viejo bastón pintado con los colores de la bandera española, siempre dispuesta, también, al combate dialéctico. El del carro es el Guarigua, con sus "cemitas" que saben a gloria bendita. Y el de la boina, Romualdo, piropeador incansable de vecinas de todas las edades.

El pasado, como ven, no se ha ido. Ni tan siquiera está pasado. Y nuestros protagonistas, sólo hay que saber mirar, siguen deambulando, -un cigarrito, una chiquita, un café, la voluntad-, por las calles del centro».

EL PATIO DE LA RADIO.
En un divertido concurso, donde la inteligencia y el estar atentos nos puso a todos sobre la pista de que no hay que perder la curiosidad por saber que esto pasó en tu Ciudad al mas puro estilo mendozino, puesto en escena con las voces de Teresa Almendros, Delegada de Diario de Cádiz y el Cura --y abogado-- Ángel Angulo. Teresa preguntaba y Ángulo respondía.

«¿De dónde era el Palomo que fue testigo en la alternativa de Galloso? De Linares ¿Cómo se llamaba el caballo-anuncio de Terry, que paseaba a una bella rubia por la playa y la miraba sin cortarse un pelo de la crin? Descarao ¿Qué calle ardía, sin consumirse, cuando el Dios del Antiguo Testamento llamó a Moisés? La calle Zarza ¿Quién es el torero más fresco del barrio? El Bimbo. Hombre sosegado que tenía las llaves de la noche. El Sereno.

Sierra, entre Jerez y El Puerto, en la que hubo una autoescuela. San Cristóbal. ¿Qué fontana italiana fue durante mucho tiempo un bar entre Luna y Nevería? El Trevi. ¿De qué color era el vestido, con qué estado de ánimo apareció y cómo llegó a las puertas de la gloria el niño del pasodoble de Los Simios? Blanco, triste y gateando.

¿En qué bodega se jubiló el más famoso escudero de la literatura universal? En las bodegas Sancho. Veterano comparsista, cuyo nombre artístico no se puede comprender ni explicar. 'El Misterio' ¿Cómo se llama el banderillero que tiene una tienda de confecciones en la calle Ganado? 'El Formidable'. Femenino del asno, con reservados, en el que muchos trabajadores, tras terminar su jornada laboral, se tomaban catorce. La Burra. Playa que tiene el color de la manteca. La Colorá. ¿Cuál era el apodo del chavalillo que tuvo sus quince minutos de gloria en un programa de Torre Bruno y que se hizo viejo con la entrada de euro? 'El Pejeta'. Plaza purísima sobre la que descansa un colegio. La plaza del Ave María.

¿Qué grupo de sevillanas de los 70 fundó también una parroquia? Los del Carmen. En chino, confín de un Estado; en portuense, doctor que sigue dando nombre a un hospital. Frontela ¿Cuál es el bar de la esquina del muelle del vapor con el que algunos autónomos se refieren también al Impuesto sobre el Valor Añadido? El Liba. Bollo de pan caliente, pro hebreo, que vendía el Guarigua por la mañana temprano. Cemita. Ártrópodo crustáceo encarnado; en su segunda acepción: zona caliente de una de nuestras playas a la que acudían muchos varones para darle una alegría a la vista. El Cangrejo Rojo. Para Laurén Postigo, eran de España; para nosotros, de La Pastora. Los Suspiros».

Y concluía Mendoza: «El patio de vecinos, llevan muchos años los Amigos de los Patios Portuenses recordándonoslo, es ese lugar en el que si no entramos o nos salimos, estamos perdidos. El modelo es el patio, un patio abierto, humano, solidario y bien abastecido. Un patio acogedor para personas civilizadas. Un patio en el que todo es digno de ser discutido, excepto las condiciones que hacen posible la discusión como personas. Porque vivir juntos exige, así nos lo enseñaron nuestros mayores, aprender a convivir. Aquella gente pobre y trabajadora, para la que vivir era desvivirse, la misma generación que puso en pie el armazón ético y estético que hoy configura la mejor de nosotros mismos. Aquellas mujeres y hombres que tenían un corazón como una casa. Como una casa de vecinos».

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