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Ana Delgado Ramos nació hace 77 años, en 1934. Eran cuatro hermanos.  Estudió interna en un colegio en Cádiz, junto al Hospital de Mora: había que quitar una boca que alimentar en plena posguerra. Su padre trabajó en Jerez, en una bodega, cuyo nombre no recuerda. 31 alcaldes ha tenido El Puerto desde que nació nuestra protagonista: 6 durante el Frente Popular; 19 durante la Rebelión Militar, la Dictadura y el Postfranquismo y 6 durante el actual periodo democrático.

1934
El año del nacimiento de Ana, nacen también Juan Muñoz Aparicio, jefe de taquillas de la Plaza de Toros y Luis Caballero Florido, presidente de honor de Bodegas Luis Caballero. El Ayuntamiento estuvo presidido por tres alcaldes, desde junio del año anterior hasta marzo, por Francisco Cossi Ochoa; de marzo a Octubre, por Francisco Tomeu Navarro y, desde octubre hasta enero de 1936 por José Luis Macías Caro, padre de Luis Macías Rubio.

Hipólito Sancho (en la imagen de la izquierda) publica «La Iglesia Prioral del Puerto de Santa María y Antón Martín Calafate». Pedro Muñoz Seca estrena «Mi chica», «¡No hay no!», «La Eme», «El Escándalo» y «El Ex». Alberti publicará, ese año, ‘Bazar de la Providencia’ y ‘La farsa de los Reyes Magos, dos farsas revolucionarias’ y funda junto a su esposa, María Teresa León, la revista revolucionaria ‘Octubre’ e iniciará una gira por diversos países americanos.  La vía pecuaria ‘Colada del Cementerio’ fue deslindada y amojonada los días 14 y 15 de marzo de 1934. El Maestro Dueñas es destinado a hacer el servicio militar en El Puerto. Agrupaciones carnavalescas de El Puerto participan en el Carnaval de Isla Cristina (Huelva).

La primera pata concedida como trofeo taurino fue entregada en 1934 a Vicente Barrera Cambra (en la imagen de la izquierda) que cortó, además dos orejas y rabo y toreó junto a Rafael ‘el Gallo’ y Juan Belmonte. El Teatro Principal, cerró sus puertas durante la Semana Santa, reabriéndolas el sábado de Gloria, con la película ‘Melodías de Arrabal’, en la que intervenía Carlos Gardel junto a Imperio Argentina. El Ayuntamiento, creemos que en el último trimestre del año, acordó que fueran días festivos locales, las festividades religiosas del Corpus, la Virgen del Carmen y la Virgen de los Milagros.  Se crea el ‘Pósito Marítimo y de Pescadores’, siendo su primer presidente José Poquet Cabrera, entidad antecesora de la Cofradía de Pescadores.

Una antigua imagen del Mercado Municipal realizado con el material de derribo del Convento de los Descalzos (actual Plaza de Isaac Peral).

MERCADO DE ABASTOS.
Ana lleva 56 años vendiendo camarones en la Plaza, en el entorno del Mercado de Abastos, desde los 20 años. Y continúa a sus 76 porque, ya sin paga desde los 70 años al no tener hijos dependientes, no alcanza con la jubilación de su marido: Joaquín Lara Pino (80 años), con quien tuvo 8 hijos «--y dos abortos», se apresura a precisar, además de 9 nietos y 3 bisnietos. Joaquín trabajó en muchos sitios: estuvo embarcado, emigrante en Alemania, al principio de las obras en la Base Naval de Rota, en el campo...

Camarones vivos y saltando

Los camarones que vende, vivos y saltando antes en un canasto, hoy en una moderno recipiente de polímero azul, los cogía antes Joaquín, su marido. Hoy, dada su elevada edad, son sus hijos los que surten a Ana de la materia prima y se los paga, «--Ellos también tienen que dar de comer a sus familias», añade.

Ana, el pasado Miércoles Santo, en plena faena de venta.

Y en la plaza, esta menuda mujer aún tiene voz para lanzar su pregón: «--¡Venga niño: camaroncito vivo!». Paga al ayuntamiento según los días que tenga el mes, que viene a ser una media de cincuenta euros mensuales. Y vende con dos medidas diferente de cristal, la cantidad estipulada, para tortillas, para cocerlos e incluso para cebo vivo para los pescadores, ofreciendo a quien se lo pide, recetas de como cocinarlos.

Hace un mes, un matrimonio americano le pidió permiso para que su hija pequeña se fotografiara con Ana, avisándola de que aquella imagen se colgaría en una de las paredes de su restaurante, a su regreso tras las vacaciones. Y ahí sigue Ana, en la Plaza, en invierno y en verano --sufriendo corrientes de frío y golpes de calor-- recordándonos con su presencia que antiguas formas de subsistencia siguen vigente en pleno siglo XXI. (Texto: José María Morillo).

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Tadea González de Frago,  marquesa de San Jorge nació en El Puerto de Santa María,  el 9 de diciembre de 1736. Es precisamente por esta época cuando comenzó a implementarse el régimen virreinal borbónico en Santafé de Bogotá (Colombia). Su ciudad natal había sido recientemente incorporada (1729) a la corona borbónica. Esto nos hace pensar que tanto en España como en Nueva Granada, Tadea González se encontraba en un medio inmerso en el proceso de incorporación no solo de las políticas sino también de la cultura borbónica.

Retrato de La Señora Doña María Thadea Gonzáles Manrique del Frago Bonis, Natural del puerto de santa María, Ilustrísima Marquesa de San Jorge de Bogotá. Óleo sobre tela. Autor: Joaquín Gutiérrez. Fecha: 1775. Museo de Arte Colonial. (Bogotá. Colombia).

El retrato de la Marquesa de San Jorge forma un díptico con el retrato del Marqués de San Jorge, serie que el mismo Marqués encargó a Joaquín Gutiérrez. […]

Exhibir el escudo de armas, el lujo que adorna un cuerpo femenino a través del peinado, el vestuario, los colores, las texturas y el brillo del metal dorado y de las esmeraldas, asociados a los objetos religiosos, y la cartela que aclara su origen de casta, la marquesa era española de nacimiento, y su título nobiliario, además de demostrar el buen gusto, permitía a las familias de la élite neogranadina afirmar no solo la nobleza sino también la virtud, considerada esencial en el ideal de la mujer. /Portada de 'Historia de El Puerto de Santa María, desde su incorporación a los dominios cristianos en 1259 hasta el año 1800', de Hipólito Sancho.

Se sabe que la marquesa era hija de Doña Rosa del Frago y Bonis y del presidente de la Real Audiencia, Francisco González Manrique, oriundo de la villa de El Pedroso, jurisdicción de Nájera (La Rioja), y quien había sido antes capitán del regimiento de Córdoba y castellano (encargado del castillo) en el castillo de San Luis de Bocachica en Cartagena de Indias (Colombia).

El padre de la marquesa ocupaba el cargo de Presidente de la Real Audiencia de Santafé en 1740 cuando se levantó la suspensión del virreinato de Nueva Granada y se nombró a Sebastián de Eslava como nuevo virrey. Al morir en 1747, Francisco González se había casado por segunda vez y, radicado en Santafé, se dedicaba al comercio de tabaco. /Escudo de los Medinaceli.

Se dice que a la muerte de Francisco González Manrique la situación económica de la familia no era muy buena y que el futuro marido de Tadea González, Jorge Lozano, marqués de San Jorge de Bogotá,  proporcionó la dote de la novia al contraer matrimonio, sin la aprobación de los Lozano, en la capilla de indios de El Novillero. El yerno además concedió las tierras de Támara y Morcote, en el Casanare, a la familia de la novia para que sus parientes la administraran. /Estandarte de Carlos III.

El cuadro de la marquesa portuense, fechado en 1775 y el segundo matrimonio de Jorge Lozano con Magdalena Cabrera en 1778 sugieren una muerte temprana, después de haber dado a luz nueve hijos, entre ellos, Jorge Tadeo Lozano.

EL MARQUÉS DE SAN JORGE.
Retrato de El Señor Don Jorge Miguel Lozano de Peralta, y Varaes, Maldonado de Mendoza, y Olaya, Ilustrísimo Marqués de San Jorge de Bogotá. Octavo poseedor del mayorasgo de este nombre. Ha servido los empleos de Sargento Mayor Alferes Real y otros varios de República en esta corte de Santafé, su Patria. Óleo sobre tela. Autor: Joaquín Gutiérrez. Fecha: 1775. Museo de Arte Colonial. (Bogotá. Colombia).

'Don' Jorge Miguel Lozano, mínima fórmula de respeto con que podría ser interpelado en vida, además de 'Señor', 'Ilustrísimo' o de la enumeración de sus apellidos, fundamentales para su denominación como 'Marqués de San Jorge', junto con sus riquezas y sus "servicios a la Corona", nació en Santafé de Bogotá el 13 de diciembre de 1731 y murió el 11 de agosto de 1793 en el convento de la recolección de San Diego de Cartagena de Indias. Considerado uno de los hombres más acaudalados y poderosos del Nuevo Reino de Granada.

JORGE TADEO LOZANO.
Padres de Jorge Tadeo Lozano, su familia conforma quizá uno de los ejemplos más fascinantes para acercarse a los cambios y permanencias que se sucedieron entre las dos últimas generaciones de la época colonial especialmente desde el punto de vista de una antropología política atenta a la devoción de las élites neogranadinas, tanto criollas como peninsulares, por los signos asociados a la monarquía española y a su nobleza civil, militar y religiosa. /En la imagen, Jorge Tadeo Lozano de Peralta y González Manrique, vizconde de Pastrana (Bogotá, 30 de enero de 1771 - Bogotá, 6 de julio de 1816) fue militar, médico, intelectual y estadista colombiano que presidió el Colegio Electoral de Cundinamarca y fue presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada durante la Independencia.

En la imagen de la izquierda, logotipo del Museo Colonial de Bogotá (Colombia).

Su hijo, Jorge Tadeo Lozano, quien fue el principal impulsor de la "Sociedad Patriótica" de Santafé -cuyo propósito era implementar la modernización económica y social de Nueva Granada bajo el espíritu del despotismo ilustrado-, emprendería, en tiempos independentistas, la malograda creación de una monarquía constitucional cundinamarquesa que respetara el poder de la nobleza española tanto como los principios de una república federalista; y tras años de disputas civiles sería encarcelado y condenado a la pena capital según los principios jurídicos del estado monárquico que defendía. (Textos: Carlos Rojas Coccoma,  por cortesía de José Luis Chacón).

Museo de Arte Colonial. Bogotá. Colombia.

Casa del Marqués de San Jorge

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Juan Muñoz, en las antiguas puertas de Taquilla de la Plaza de Toros. (Foto: Fito Carreto).

Juan  Muñoz Aparicio nació en 1934 en la calle Nevería, 32 --en el lugar que luego estaría ocupado por una fonda--, primer hijo del matrimonio formado por Juan Muñoz Villanueva (+1939) y Luisa Aparicio García (+2000). Su otro hermano, Manolo, con nótula núm. 803 en GdP y su primo el cura Juan Carreto, con nótula núm. 904 en GdP, huérfano de madre al fallecer ésta en el parto sería, prácticamente, el tercer hermano. Falleció el año 2005.

En la imagen, el Batallón Infantil, en formación por las calles de El Puerto en 1934, el año del nacimiento de Juan.

En 1934, el Ayuntamiento estuvo presidido ese año por tres alcaldes, desde junio del año anterior hasta marzo, por Francisco Cossi Ochoa; de marzo a Octubre, por Francisco Tomeu Navarro y, desde octubre hasta enero de 1936 por José Luis Macías Caro, padre de Luis Macías Rubio. El Consistorio, creemos que en el último trimestre del año, acordó que fueran días festivos locales, las festividades religiosas del Corpus, la Virgen del Carmen y la Virgen de los Milagros. Rafael Alberti funda junto a su esposa, María Teresa León, la revista revolucionaria ‘Octubre’ e iniciará una gira por diversos países americanos. Alberti publicará, ese año, ‘Bazar de la Provindencia’ y ‘La farsa de los Reyes Magos, dos farsas revolucionarias’. Agrupaciones carnavalescas de El Puerto participan en el Carnaval de Isla Cristina (Huelva).

El Teatro Principal, cerró sus puertas durante la Semana Santa, de 1934 reabriéndolas el sábado de Gloria, con la película ‘Melodías de Arrabal’, en la que intervenía Carlos Gardel junto a Imperio Argentina.

Manolín y Juan Muñoz Aparicio, en una foto oficial del Colegio de Alfonso Cárdenas.

Pero volviendo a nuestro protagonista, Juan se quedó huérfano de padre muy pronto, con apenas cinco años por lo que su madre, Luisa ‘la del Cosario’, viuda a los 33 años y con otros familiares a su cargo, fue la que sacó adelante a esta familia numerosa y ya, monoparental. Juan vivió una infancia difícil en plena Guerra Civil y posguerra.

El colegio de Alfonso Cárdenas, en la calle Luna, frente al dessaparecido Teatro Principal.

Estudió en el colegio ‘privado’ de Alfonso Cárdenas, en la calle Luna, cursando a continuación Comercio, estudios que abandona pronto para incorporarse al mundo laboral, algo que será una constante para el resto de su vida.

Empezó muy pronto, en el Cosario --mezcla de agencia de transportes, mensajería y gestoría--, situado en la esquina de Nevería con Palacios, frente al Bar Apolo. El Cosario Vda. de Juan Muñoz  desaparecería en 1971, con la llegada de las modernas agencias de transportes. Allí laboraban hasta los domingos.

| Antonio Gil y Juan Muñoz en el escritorio de Conservas Sur.

CINCO TRABAJOS A LA VEZ.
Juan llegaría a estar trabajando hasta en cinco sitios simultáneamente: a las seis de la mañana entraba  en una bodega. A las ocho, en la desaparecida fábrica de Conservas Sur. A las dieciséis en los desaparecidos Tejidos López, en calle Nevería. A las dieciocho, como representante de Conservas Sur, en Jerez. Y, además, era Subjefe de Taquillas en la Plaza de Toros, bajo las órdenes de Juan Martín Vélez y con Antonio Gil como compañero.

La fábrica de Conservas Sur, con nótula núm. 333 en GdP, recordaba Juan, eran una fábrica de ‘delicatessen’, productos tales como la mermelada de naranja agria de los árboles de las calles de El Puerto, se vendía en el Corte Inglés y en Inglaterra y en Alemania las sardinas en aceite sin piel ni espinas. La Salsa India, o la de Tomate, hubieran triunfado hoy ante los paladares más exigentes.

De pie, de izquierda a derecha, José Arjona González, Juan Muñoz Aparicio, María Isabel Morató Payares, Guillermo Romero Rivas, Francisco Bollullos García, Manuel García Sánchez y Jesús Ruiz. Agachado, desconocido y Antonio Gil González.

PRIMERAS VACACIONES, EN LA MILI.
Las vacaciones las disfrutó, por primera vez, durante el Servicio Militar, con 19 años, en el buque escuela de la Armada Española, Juan Sebastián Elcano, como marinero de reemplazo. Allí engordó 10 kilos durante nueve meses, los que duraron el viaje de instrucción de los guardamarinas. Y las siguientes vacaciones, 21 años después, cuando entró a trabajar en la desaparecida Caja de Ahorros de Cádiz --hoy integrada en Unicaja-- lo que le permitió prescindir de otros trabajos complemenarios. Y es que Juan, si pensaba que más cornadas daba el hambre, nunca permitió, a fuer de trabajar y trabajar,  que le cogiera ese toro.

En el desaparecido campo de fútbol ‘Eduardo Dato’. de pie de izquierda a derecha, José Arjona González, Manuel Jurado (trabajaba en la Cruz Campo), Joaquín Camacho Gordillo, Agustín Fernández González, Juan Garcelá, José Antonio Lojo Rodríguez, Manuel García Sánchez, Guillermo Romero Rivas, Antonio Gil González. Agachados: Manuel Jarque "Chicharito", Fernando Arjona González, Carlos Quiñonero Anguiano, Carlos Quevedo Janina, Juan Muñoz Aparicio, desconocido, desconocido.  Delante: José Lucas Morillo León, recién salido de una enfermedad por eso no jugó, recibiendo un homenaje de sus compañeros y amigos. (Foto: Fariñas).

Una prolífica vida laboral en la que fue cosechando amistades y conocimientos para sacar adelante, también, a la que sería su abundante prole. Casado con Carmen Rivas Acal, tuvo siete hijos y un agregado viviendo con ellos --siempre le gustaron mucho los niños-- a los que podía ver poco, pero a los que su mujer supo dar una sabia educación para que todos salieran adelante, además de los nueve nietos que les dieron.

De izquierda a derecha, Ramón Bayo, Juan Muñoz, José Luis Tejada, José Antonio Lojo, Andrés Perles y Francisco M. Arniz. Precisamente se trata de la inaguuración de la Exposición de Pinturas de Arniz, en la Caja de Ahorros de Cádiz de la Plaza del Polvorista. (Foto: Colección Francisco M. Arniz Sanz).

En el Salón de Plenos del antiguo Ayuntamiento, en un homenaje a José Luis Feria Fernández, José Luis Galloso, econ motivo de su triunfo en Madrid, como novillero, cuando cortó 4 orejas saliendo por la Puerta Grande. De pié, de izquierda a derecha, José Pérez Lechuga, propietario del Bar 'El Niño' en calle Zarza, Antonio Fernández Galloso, Francisco Ragel, puede ser Juan Luís de los Ríos, José Luís Galloso", Mateo Navarro y Juan Sánchez, picadores y Leopoldo López León, banderillero, formaban parte de la cuadrilla de Galloso y Soriano. Agachados: Antonio Gil González, Juan Muñoz Aparicio y con gafas, Jesús Vela Morillo. 1 de junio de 1971. (Foto: Rafa).

JEFE DE TAQUILLAS.
De su etapa de Jefe de Taquillas de la Plaza de Toros , en la que fue auxiliado por algunos de sus hijos, guardaba muy buenos recuerdos, y otros no tanto, que se fueron con él para siempre a la tumba, como a Juan le gustaba decir. Y muchas amistades. Entre las anécdotas vividas, nos recordaba lo   rumboso que era Manuel Benítez ‘el Cordobés’, el desapego al dinero que siempre tuvo para con  los más necesitados. Atendía con generosidad a quienes buscaban su ayuda, e incluso a quienes no se la pedían.

Con su mujer, Carmen, en los tendidos d ela Plaza. (Foto: Garpre).

Y otra anécdota vivida junto a Luis Miguel Dominguín. En la década de los sesenta, la esposa de cierto Gobernador Civil le pidió al maestro , mediante recadero, que le firmara un abanico, a lo que este se negó debido al estado de trance torero en el que se encontraba, con el castizo «--Que se meta el abanico en el c***» . Y ni lo firmó, ni fue puesto a disposición de la autoridad tampoco, aunque por mediación de la Vda. de Miguel Castro Merello, lo firmó 15 días más tarde en otra visita a El Puerto.

HOMENAJE PÓSTUMO.
Juan desaparecería prematuramente el 28 de marzo del año 2005. Ese año, en la corrida a caballos de la Feria de Primavera, se guardó un emotivo minuto de silencio, en memoria y recuerdo de quien, durante 57 años trabajó en las taquillas de la Plaza de Toros, los últimos como Jefe de Taquillas, con las diferentes empresas que regentaron el coso taurino.

Descubrimiento del azulejo en el homenaje póstumo a Juan Muñoz, en las taquillas de la Plaza de Toros.

Unos meses después, el 8 de agosto, Juan Muñoz Aparicio recibiría un homenaje póstumo en el bodegón que alberga las taquillas de la Plaza. Fue descubierta una placa realizada en azulejos por Pepita Lena Terry, ante la presencia de su viuda e hijos, los presidentes de la Plaza de entonces, Fernando Gago e Ignacio García de Quirós, y diversos oficios auxiliares de la la Fiesta: veterinarios, médicos, personal de puertas, etc…

Azulejo situado en el bodegón de taquillas de la Plaza de Toros.

SEGUIDILLAS DE LA PLAZA REAL DE TOROS
DE EL PUERTO DE SANTA MARIA

A la buena memoria de Juan Muñoz Aparicio, taquillero mayor de la Plaza Real.
por Luis Suárez Ávila.

¡Toros en El Puerto!
trenes, vapores,
faluchos de la hora,
los breacks, los coches;
y los piqueros,
en caballos cruzados
van caballeros.
Van caballeros,
y en manolas de mulas,
van los toreros.

¡Toros en El Puerto!
Suenan clarines,
que no los tocan hombres:
son serafines.
Arce y Viñas:
¡Que despejen la plaza!
¡Salgan cuadrillas!
¡Salgan cuadrillas!
y detrás, Atalaya
con sus mulillas.

¡Toros en El Puerto!
Arena de oro,
regada con la sangre
de tantos toros.
De toros, toros,
que lidiaron El Lavi
y Paco de Oro.
¡Vaya toreros!
Mazantini y Redondo
y El Chiclanero.

¡Toros en El Puerto!
grita el gentío.
Que torean Guerrita
y Lagartijo.
Toros de Ortega:
seis en un mano a mano
y uno, de prueba.
Seis, de Gallardo,
con un toro de prueba,
en mano a mano.

En una cena en el campo de fútbol en el estadio José del Cuvillo. En primer término podemos ver a Fernando Arjona Cia. 24 de agosto de 1973. (Foto: Rafa).

Juan se lamentaba, en los últimos años de su vida, que en la sociedad actual hubiera «menos altruismo y mas agresividad, menos gente sana. Pero gracias a Dios también hay buena gente que son la esperanza de que el mundo no acaba».

Francisco Román Sánchez nace en El Puerto en 16 de marzo de 1951, primero de los cinco hijos que tuvo el matrimonio formado por Milagros Sánchez Albaiceta y Francisco Román Aranda. Toda su infancia la pasó en la calle Larga, 140, donde su madre trabajaba para las monjas de clausura del Convento de las Concepcionistas. Ya de mayor viviría en la misma calle en el número contiguo, el 142.

En 1951, Rafael Alberti publica: ‘Buenos Aires en tinta china’. El pintor porteño Enrique Ochoa, lega a la Ciudad una importante colección de obras de su producción, pero no fue como se afirma erróneamente en algunas biografías en 1951, sino en 1948. El escultor José Ovando Merino talla, con la madera proveniente de dos cipreses del Cementerio de San Fernando de Sevilla, la imagen de estilo neobarroco del Cristo de la Hermandad de la Misericordia.

En la pretemporada de fútbol, el R.C. Portuense juega en casa con el Jerez C.D., con el resultado de 4 a 6 para los jerecistas. En Sanlúcar, con motivo de las fiestas de la Virgen de la Caridad, se celebraba un partido contra el Atlético Sanluqueño, que perdía también el Racing. Mueren Cándida Jiménez Huelva, Cándida la Negra’, que nació esclava y murió libre y centenaria en El Puerto; el filántropo Elías Ahuja y Andria. (1863-1951) y el que fuera ministro de la gobernación con el gobierno del dictador Franco, Valentín Galarza Morante (1882-1951). Nace el músico Andrés Olaegui y el político de IP, Juan Gómez Fernández.? / En la imagen, anuncio de Fernando A. de Terry, en ABC, el 31 de mayo de 1951.

Colegio de la Plaza del Polvorista. Imagen tomada en noviembre de 1973. A la izquierda, la calle del Sol.

Paco hizo los estudios primarios en el colegio de la Plaza del Polvorista. Pronto entraría a trabajar, como ayudante de mancebo en la Farmacia de José María Viqueira, en la confluencia de las calles Larga y Palacios. Luego prestaría sus servicios en la Farmacia de Justo Castro.

ABENGOA.
Pero, lo que realmente le gustaba era la electricidad y su primer empleo como electricista lo tendría en una pequeña empresa de Benito Delgado. Luego vendría el contrato con la hoy multinacional española ABENGOA, fundada en 1941, que en la actualidad agrupa una serie de empresas en las áreas de energía, telecomunicaciones, transporte y mediambiente. El pasado año 2008 empezó a cotizar en Bolsa, dentro del índice IBEX 35.

CENTRAL NUCLEAR DE ASCÓ.
Pasado un tiempo fue destinado aTarragona, trabajando en la Central Nuclear de Ascó, en la margen derecha del río Ebro, que está dividida en dos reactores. De 1032.5 MV y 1027 MV, operando el primero en marzo de 1984 y el segundo en marzo de 1986. En cuanto tuvo oportunidad, pasado el tiempo, regresó a El Puerto al producirse una vacante en la zona.

ACOPO.
Fue miembro del Consejo Municipal de Seguridad, en calidad de representante de la Asociación de Comerciantes Portuenses ACOPO, de la que su mujer, Rosario Navarro Diáñez, es la presidenta y cuyos fines son fortalecer, apoyar y revitalizar el sector del comercio en El Puerto. . Con Chari, como cariñosamente la llamaba Paco, tuvo cuatro hijos: Yolanda, Javier, Raul y Rocío. Chari es muy conocida por la tienda de regalos y confección ‘Bazar Sharo’, que ha tenido varias ubicaciones, Larga, Palacios y en la actualidad en la calle Ganado, esquina con Jesús Cautivo.

Con su mujer, Chari Navarro, presidenta de ACOPO.

Con la autorización de ampliación dada al Centro Comercial El Paseo, Paco Román fue muy crítico  por el «impacto negativo que tendrá sobre los negocios del centro», achacando el declive del Centro  al instalarse esta superficie comercial. «Cuando abrió sus puertas, muchas tiendas cerraron y aún se notan los efectos», abundaba. Paco no entendía la actuación  «contradictorio que desde el Consistorio se favorezca la ampliación y a la misma vez potencie el Centro Comercial Abierto (CCA) en el Casco Histórico». ACOPO está integrada en la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos-ATA.

GRUPO VITOLFÍLICO.
En 1973 funda, junto a un grupo de amigos, la Asociación Vitolfílica Portuense, de la que resultaría elegido su presidente. Fue una asociación muy activa organizando exposiciones, proponiendo actividades culturales, e investigando en la historia de El Puerto o editando vitolas dedicadas a edificios singulares y personas notables de la vida de El Puerto. /En la imagen, cartel de la Exposición Vitolfílica 'Ciudad de El Puerto' de 1999.

En 1987 la Asociacion Vitolfílica Española (AVE), con sede en Madrid, les invita a integrarse en dicha asociación a la vista de la ingente actividad que desarrollan. Será dos años mas tarde, en 1989, ya refundados como Grupo Vitolfílico ‘Bahía de Cádiz, cuando se produce dicha integración en esta a modo de federación, representando el grupo, también presidido por Román, a la comunidad andaluza. / En la imagen, escudo de la marca H. Upman.

Reyes en Silueta. Serie posterior a 1902. Retratos de personajes con la cabeza sobresaliente del cuerpo central de la anilla o vitola, sobre una media orla en forma de semicircunferencia, actuando como marco del retrato. No se conoce coleccionista que tenga las series completas (son siete series distintas).

En El Puerto se organizaron 11 exposiciones vitolfílicas ‘Ciudad de El Puerto’, con diferentes temáticas, tanto en el Casino Bahía de Cádiz como en el Centro ‘Alfonso X el Sabio’. Y otras tantas, en Cádiz y Chiclana, 8 en Rota, y 1 en Puerto Real y en Jerez de la Frontera. También, y con la temática del Vapor Adriano III, se realizaron cinco exposiciones. En 1995/96, organizaron el Concurso Vitolfílico Nacional ‘El Mar’ dedicado al desaparecido coleccionista Ramón Bayo Valdés.

EL VAPOR: BIEN DE INTERÉS CULTURAL.
El grupo realizó una interesante investigación sobre los distintos barcos a Vapor existentes entre El Puerto y Cádiz, llegando a registrar hasta 29 embarcaciones. Igualmente hicieron un estudio sobre la saga de los vapores Adriano (I,II y III). /En la imagen, el Vapor Cádiz, que acabaría explosionando en el Muelle, en 1928. Sería sustituido por el Adriano I, cuando finalizó su periplo entre Sanlúcar y Sevilla, tras la Exposición Universal de 1929.

En 1997 solicitaron y consiguieron de la Junta de Andalucía que el Vapor Adriano III fuera declarado Bien Mueble de Interés Cultural, máxima figura de protección que la Consejería de Cultura tiene para preservar el patrimonio público o privado de Andalucía. En el año 2004 Paco Román colaboró activamente con los actos conmemorativos del 75 Aniversario del Vapor en El Puerto, organizado por el Ayuntamiento. /En la fotografía, una imagen actual del Adriano III, surcando las aguas del río Guadalete.

Francisco Román, con unos amigos del Grupo Vitolfílico.

Para quienes le conocían, para su familia y amigos, Paco era una persona divertida, graciosa: “--Te tenías que reír con él y con sus cosas. Para el no existían los problemas, nunca veía lo negativo de las cosas y siempre encontraba el lado bueno”. El Puerto entero lo conocía, se hacía notar con las asociaciones a las que pertenecía, luchando por los intereses de la localidad. Paco presumía de relaciones y amistades de alto nivel y, muchas veces ‘amenazaba’ en broma con decírselo a tal o cual conocido personaje de la vida política española, si percibía que los políticos locales no hacían buen su trabajo. La prensa siempre fue su aliada, presándole atención y dándole  cobertura a sus inquietudes y reivindicaciones.

En la imagen, Paco, en una Asamblea del Racing Club Portuense, del que era un preclaro aficionado.

Durante la celebración del Trofeo 'Ciudad del Puerto' 2010, la directiva del Racing le ofreció un homenaje póstumo. En la imagen su familia, recogiendo un reconocimiento de la entidad rojiblanca.

Le encantaban las historias, cuentos, sucedidos y leyendas de El Puerto; siempre estaba leyendo o escribiendo sobre ello. Era un buen padre y abuelo y gran aficionado al Racing Club Portuense, al que seguía con fidelidad, domingo tras domingo. Todo un clásico que murió, prematuramente,  el 30 de mayo del pasado 2010, a la edad de 59 años.

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Aunque la palabra «portón» está definida por la Real Academia de la Lengua como puerta principal de una casa, o la puerta que separa el zaguán del resto de la casa conocida como ‘puerta de la calle’, aparte de puerta de toriles que da a la Plaza, que es otra acepción, en El Puerto llamamos así, especialmente, a las puertas de acceso de bodegas y cocheras y cualquier otro almacén o accesoria, que es una habitación que tiene entrada distinta y uso separado, del resto del edificio principal.

Presentamos en esta primera entrega, siete imágenes originales de Antonio Gutiérrez Ruiz.

Calle Santa Lucía. Antigua cochera.


Plaza de Juan de la Cosa o Bizcocheros. Bodega del Castillo de
San Marcos, propiedad de Bodegas Caballero, antes de
González Rico Hermanos.


Calle Durango. Accesoria.

Bodegas José de la Cuesta (Caballero. Calle San Bartolomé.


Calle La Palma. Bodegas Osborne.

Otro portón de Osborne, puede que por Valdés o Comedias, ¿o
quizás La Palma o Los Moros? El lector nos dirá...

Portón de la casa natal de Ángel Urzáiz, en el número 6 de la calle del mismo nombre nombre.

Esta casa fue labrada en los primeros años del siglo XIX en una parcela segregada de la finca colindante de calle Larga por Joseph Bellido, Factor de las Reales Provisiones y Víveres de la ciudad de Cádiz y Comisionado de Guerra de los Reales Ejércitos. A destacar de ella, aparte su armonía y belleza arquitectónica, que fue cuna de Ángel Urzaiz. Al que ostentó en varias ocasiones la cartera ministerial, lo parió entre esos muros doña María Dolores de la Cuesta Núñez, una joven viguesa, en 1856. Y la Corporación Municipal, sesenta años después, en 1916, coincidiendo con el nombramiento de este portuense de nacimiento Ministro de Hacienda, acordó poner su nombre a la calle donde está ubicada la casa, antes denominada Curtidores, Sarmiento, Puerto Chico y de la Plata. En 1930, al reestructurarse el callejero se ratificó esta denominación que continúa vigente.  El actual propietario es Mr. Thorpe quien la adquirió a la familia Osborne Tosar. Precisamente de estos últimos, los Tosar, fue sede de las oficinas de la empresa vinícola, sala de degustación y despacho al detall de sus productos y gabinete para reuniones y negocios. (Textos: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puerto Guía).


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Manuel García Berciano nació en El Puerto en 1922, falleciendo el 17 de julio de 1977 a los 55 años de edad. Hijo de Francisco y Mercedes, ambos de El Puerto, era el tercer hermano de cinco, aunque su madre parió a 21 hijos, de los que no sobrevivieron todos. Los mayores se llamaban José y Paco, ambos vinculados al Carnaval habiendo salido en la chirigota ‘Los Albañiles’; seguían Manuel ‘el Chato’, Mercedes y Salvador, al que apodaban ‘el Manquito’, cantaor de saetas y vendedor y pregonero de semitas por las calles.

El año del nacimiento de ‘el Chato Guarigua’, 1922, llegaba a El Puerto --a la iglesia de San Francisco-- una reliquia de San Francisco Javier, copatrono de la Ciudad, concretamente un brazo. Era alcalde de El Puerto, Manuel Ruiz-Calderón y Paz. Ese año la hacienda pública embargó el 66% de los ingresos al Ayuntamiento por débitos, y el 25% del sobrante por igual morosidad, con la Diputación Provincial. Bodegas Osborne funda la la solera del oloroso medium ‘Solera India’ de al menos 25 años de vejez.

A la izquierda, el Bar Navío II, junto a éste, la Biblioteca Popular y al lado la Iglesia de San Juan de Dios. A partir de 1922 desaparecerían y pasarían a formar parte del Colegio de Las Esclavas.

Ese 1922 Rafael Alberti expone una muestra pictórica en el Ateneo de Madrid y publica sus primeros poemas en la revista ‘Horizonte’. Se transcriben y reproducen las Cantigas de Santa María, de Alfonso X, ‘el Sabio’ que se conservan en la Biblioteca Nacional de Madrid, a cargo del musicólogo Julián Ribera. Ese año nacían el coleccionista Ramón Bayo Valdés y  América Martínez, la primera mujer catedrático de guitarra de España, que falleció el pasado 2010 en El Puerto. ABC publicaba en su edición de 17 de septiembre la crimen o suicidio por ahorcamiento, del sargento de carabineros retirado, Roque Fernández Regueira, natural de nuestra Ciudad.

De izquierda a derecha, la madre de Chato Guarigua, el protagonista, su hermana Mercedes y su mujer Pepa. La niña es su hija Mercedes.

GUARIGUA.
Todos los hermanos de ‘el Chato Guarigua’ llevaron ese apodo. El mote es debido a que su padre, vendía naranjas washintonas (guachintonas o guachis), en un esportón (capacho de esparto que se usaba para transportar artículos, especialmente frutas y verduras). De ‘guachi’ derivó a ‘guari’ y de ahí a ‘guarigua’, sobrenombre por el que se conoce a esta familia.

Al parecer no fue al colegio, aunque si sabía leer y escribir, algo que aprendió durante el Servicio Militar en Mahon (Menorca).

Vivió en la calle del Postigo, hasta que se casó con Pepa Torres Martín-Bejarano, marchando a vivir a uno de los bodegones de la Plaza de Toros y mas tarde a la Barriada de la Inmaculada. Con Pepa, ‘Chato Guarigua’ tendría una hija, Mercedes García Torres. De esa descendencia nacieron ocho nietos: Mercedes, Santiago, José, Enrique, Carolina, Estefanía y Jesús Manuel, de los que viven seis. Y a su vez otros tantos bisnietos: Claudia, Marta, Noelia, Santiago, Lucía, Natalia, Daniel, Mar Inmaculada y otro que viene en camino.  (En la imagen de la izquierda, Manuel y su mujer Pepa, inmortalizados por el fotógrafo Cuellar, en el Parque Calderón).

TIEMPO DE HAMBRE.
A su hermano mayor, José, describe Antonio Muñoz Cuenca «le brillaba mucho la frente y por las mañanas se situaba, manos a los bolsillos de su raído pantalón a escasos metros de la Panadería ‘La Divina Pastora’, a ver lo que caía. Una mirada ansiosa, nerviosa, parpadeante…  mirada de menesteroso. En cierta ocasión una de las veces en que compró una piececita de viena caliente y crujiente, al estrujarla con la mano, el pan caliente empezó a quebrarse y casi a chillar. La respuesta de Guarigua fue breve, genial: «--No me eches cojones que como tú me como yo una espuerta». Y más adelante: «La Taberna de La Burra, --ver nótula núm. 489 en GdP-- fue habitual parada de  de célebres personajes populares como Saldiguera, Alemania, el Chumi, el Camión, Gabriel Ulo, Canuto, Caneco, la Filomena y su hijo el Cota, el Tarugo, la Tula y el Guarigua».

La agrupación carnavalesca 'Los Albañiles', donde actuaron José y Paco 'Guarigua', hermanos de nuestro protagonista. No destacó por méritos propios, pero todavía es recordada. Año 1959.

Trabajó en el campo, en lo que saliera, y en el horno de la Panadería de la calle San Juan, donde hacía semitas y tostaba almendras. Manuel compraba almendras que su hija Mercedes y él partían en una piedra con un martillo pequeño y que luego tostaba en el horno anteriormente citado, usando las cáscaras como combustible. Luego se apostaba con un canasto en la esquina del Bar Los Maera, en la calle Ganado y las pregonaba así: “Almendras de los almendros/ los niños las roban y yo las vendo”.

Con su hermano Paco, perfectamente uniformados, y con su hija, vendiendo tortas de aceite en La Placilla.

Vendía fruta del campo, moras, almendras como ya se ha dicho y semitas por las calles con el siguiente pregón: «--Semitas, que están calientes y calentitas». En Navidades, junto a su hermano Paco vendía tortas de aceite en la Placilla, junto al puesto de Frutas y Verduras de Agustín Vela Mariscal.

EL CERDO QUE NO LLEGÓ A SEVILLA.
Debido  la necesidad que imperaba en aquellas fechas vivió una amarga experiencia que le costó pasar un tiempo en la cárcel. Un conocido le encargó llevar un cerdo a Sevilla --tenía que llevarlo andando ya que en aquella época no todo el mundo tenía coche u otro medio de transporte--. Pero ‘Chato Guarigua’ no se lo pensó dos veces ante la necesidad que había en su casa: antes de llegar a su domicilio ya lo había vendido por 900 pesetas de la época. Una vez en casa, llevó a su mujer y a su hija al entorno del Mercado de Abastos, donde hicieron una compra grande y se dieron un homenaje gastronómico en el ‘Bar Vicente’. Ya de noche, como las noticias volaban en una Ciudad pequeña como El Puerto, el dueño del marrano se personó en casa de nuestro protagonista reclamándole el dinero o el cerdo, a lo que éste le respondió: «--En mi casa no había para comer y yo he vendido el cerdo para darle de comer a los míos». Le cayeron nueve meses y un día, un mes por cada 100 pesetas de la venta.

Callejón de entrada por la puerta grande de la Plaza de Toros. Vemos a un curioso ‘Chato Guarigua’. (FOTO: AGR).

EXTRA EN ‘LA BECERRADA’.
En la imagen, un fotograma de la película de Jose María Forqué “La Becerrada”,-nótula 662 en GdP--, rodada en 1962 entre otras localizaciones en El Puerto de Santa María y en Sabiote (Jaen), siendo  estrenada al año siguiente.  Ha pasado medio siglo.

Manuel García Bernal, ‘el Chato Guarigua’ fue siempre un buscabidas, trabajando en lo que saliera para dar de comer a su familia. Era un hombre bueno, de quien sus nietos no tuvieron la suerte de poder disfrutarlo, dado su prematuro fallecimiento, a la edad de 55 años, en 1977. Los niños, al conocer la noticia de su óbito sacaron una coplilla que se escuchaba por calles y plazas: "Ya se murió Guarigua, Dios le perdone, ya se lo llevan volando, los cigarroness".

Agradecemos a su nieto Santiago Martínez García, la información y material gráfico facilitado para la confección de esta nótula.

4

José Pantoja Leal nació en Medina Sidonia el 7 de octubre de 1907, falleciendo en El Puerto el 10 de febrero de 2000, con 92 años. De pequeño asistió a la escuela del Catón, las cuatro reglas de aritmética y poco más. La situación económica, el lugar y su poca afición a l colegio no dieron para otros estudios. De mozalbete, aparte de sus correrías propias de chiquillos, siempre estuvo muy cercano a su tío paterno Juan, representante de las máquinas de coser ‘Singer’ en Medina, Paterna y Casas Viejas --hoy Benalup Casas Viejas--, utilizando para sus desplazamientos un charré tirado por un caballo. A José le encantaba acompañarle en los viajes, una aventura para el pequeño, que le ampliaría los horizontes y el mundo de las ventas y las máquinas que hacían la vida más fácil.

LLEGADA A EL PUERTO.
Más adelante, su hermana Ángeles se casó  con el maestro de la Fábrica de Harinas asidonense: Antonio Gómez Martín quienes, transcurridos unos años, se trasladan a El Puerto. Ésta le invitará a pasar unos Carnavales en nuestra Ciudad y aquella visita será primordial para el futuro de nuestro protagonista.

José ve un anuncio colgado en el escaparate de un comercio en la calle Larga: «Se necesita cobrador» y, sin apenas pensarlo, entra en el comercio --una delegación de las máquinas de coser ‘Singer’-- y muestra su interés por el puesto que se demanda. Casualidad tras casualidad, resultó que el inspector jefe de zona se encontraba en el comercio, al que sorprendió llamándole por su nombre «--Vd. es don Celestino Madrera», lo que asombra al interpelado, al que justifica el conocimiento por las visitas que hacía a su tío Juan a Medina. Le aceptan para el puesto, pidiéndole dos fiadores, al tratarse de un empleo en el que se manejan fondos. Su hermano Antonio le consigue a esas dos personas y, al ser muy joven, el contrato se hará a nombre de su padre, de igual nombre. El sueldo semanal sería de 21,75 pesetas mas el 5% de los cobros y el 20% de las ventas al contado.


El matrimonio formado por Ana del Puerto Capilla y José Pantoja Leal.

CONOCE A ANA, SU MUJER.
El paseo dominical y festivo, hasta casi el último tercio del siglo XX, se distribuía en nuestra Ciudad entre la calle Larga, a la altura de la Plaza de Isaac Peral, el cruce con la calle Luna, hasta el desaparecido Teatro Principal --hoy Caja Rural--. En las idas y venidas de los más jóvenes y no tanto, le presentaron a José a la que acabaría siendo su futura mujer: Ana del Puerto Capilla, formalizando con el tiempo sus relaciones hasta que, en 1928, se casan en la Parroquia de San Joaquín, apadrinados por su hermana Ángeles y esposo, el ya citado maestro de harinas.

SÁNLUCAR.
En una primera instancia vive con sus suegros y en casa de su hermana, hasta que el joven matrimonio se instala en Sanlúcar de Barrameda, por espacio de dos años, como representante de las máquinas de coser Singer. Allí José intentará abrir nuevos mercados y se aventura a ir al Coto de Doñana, donde intentará colocar sus productos entre los pocos colonos que allí vivían y el retén de la Guardia Civil.

Cruzó el Guadalquivir en barca, hizo sus ventas en el cuartelillo de la Benemérita y se adentró en aquellos desconocidos parajes, hasta que se perdió, a pesar de haber sido advertido por los miembros del instituto armado de lo fácil que era extraviarse en aquellos parajes tan iguales. Era verano y la noche le sobrevino, afortunadamente, con luna llena. Pero seguía perdido hasta que divisó una luz potente al fondo, pensando que era un faro, que le llevaría a la orilla del río. Era una fogata mantenida por un anciano que, no sin cierta desconfianza en principio, le acabará acogiendo e invitándole a cenar un trozo de pan y unos tomates asados a la brasa, los mejores que recordará siempre haber comido nuestro José. Allí pasó la noche hasta que, con las indicaciones precisas, al amanecer pudo llegar al punto de embarque y regresar de nuevo a Sanlúcar.

José Pantoja Leal, segundo por la izquierda.

REGRESO A EL PUERTO.
A principios de 1930 regresa a El Puerto. Según el investigador Antonio Gutiérrez Ruiz, en aquellas fechas «Eduardo Ruiz Golluri ocupaba la alcaldía. En el breve periodo en el que ocupó el cargo (marzo 1930 - junio 1931), dejó una impronta cultural notable, reivindicando la participación portuense en la gesta del Descubrimiento de América a través de charlas y conferencias, creando y presidiendo el Instituto Colombino, entidad que pretendía aunar a las poblaciones del entorno, vinculadas todas ellas al Descubrimiento, proyecto efímero y sin continuidad debido a la falta de apoyo tanto de los municipios de la comarca como de las autoridades nacionales. Otra de sus iniciativas fue la de constituir una Junta Local de Turismo, con ánimo de promocionar la Ciudad, sus monumentos y rico pasado cultural, recuperando el prestigio de ciudad de veraneo que gozó al comienzo del siglo XX.  Se realizó el dragado del río, abriéndose un nuevo canal en la desembocadura que permitía la entrada de buques mercantes de 1.700 toneladas, se instaló el transbordador de sal y se construyó la fábrica de cemento.».

Construcción del Muelle de San Ignacio (muelle del Vapor), enfrente, la Fábrica de Cemento y el Transbordador de la Sal. (Foto: F. Sánchez).

La familia Pantoja del Puerto al completo en un montaje fotográfico: de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha: José María, Francisca, Diego.  Ana del Puerto Capilla y José Pantoja Leal. Antonio, Miguel Angel y Angel.

Ya en El Puerto, empiezan a nacer sus hijos: José María, Francisca, Diego, Antonio, Miguel Ángel y  Ángel. Continúa con la representación de Singer y además, amplía sus ingresos vendiendo quincallería y accesorios, una especie de mercería: peinecillos, zarcillos, jabón, brochas y hojas de afeitar de diferentes marcas,  precios, y calidades. Como ejemplos hojas de afeitar en paquete de a 100: La Reja (25 ptas.), El Tanque (14 ptas.), La Andaluza (8 ptas.), siendo sus clientes Eugenio Pedregal, Eloy Fernández Moro, Rafael Leveque, Federico Caro, Gumersindo Martín, Rafael Tejada, Miguel Caro, Martín Peris Felices, José Olete. Intervino en la venta de una bicicleta, cuyo precio para la época no era barato: 340 pesetas, obteniendo por ello una comisión de 34 pesetas, que no venían nada mal para una familia que ya era numerosa.

LA FOTOGRAFÍA.
José continúa con las máquinas de coser e idea una nueva empresa: la creación una Academia de Bordados a Máquina. Pero no se queda parado ahí y continúa buscando otras oportunidades de negocio. Piensa que el futuro está en la fotografía. Un paisano suyo de Medina, fotógrafo ambulante de nombre Juan, le alecciona y da consejos profesionales. Tal es el grado de colaboración, que le proporciona sus fórmulas secretas, entonces, del revelado y fijado de negativos: (metol, hidroquinona, sulfito de sosa y bicarbonato de sosa para el revelado y partes de agua con hiposulfito para el fijador). (En la imagen de la izquierda, José Pantoja, con cinco de sus seis hijos, en la puerta de la tienda de la calle Larga).

Y José se arriesga. Considera que ha llegado el momento de emprender un nuevo negocio. Deja de lado la calle y los reportajes y se especializa en la fotografía de Estudio y Galería. Estamos a principios de la Guerra Civil, 1936. Llegan brigadas de soldados, entre ellos los italianos que estuvieron acuartelados en El Puerto, y necesitaban fotografías de carnet para su afiliación --¡cuantas fotografías realizadas por José no se encontrarán en álbumes de familias en Italia!-- . «--Tessera, tessera» (tarjeta de identidad) indicaban los italianos.

SERVICIO MILITAR.
Se librará de prestar el servicio militar de armas. Prestó su tiempo obligatorio como auxiliar militarizado, unas veces en el Arsenal de Matagorda (Puerto Real), otras haciendo guardias en el antiguo Penal de El Puerto, y hasta de vigía en el torreón de Telefónica.

Muchas fotos de novios se realizaban en su estudio, que va mejorando con el tiempo. Ha finalizado la Guerra Civil. El Estudio Pantoja está en auge y su trabajo aumenta especializándose en bodas y comuniones, que seguro existen en la actualidad en las cajas y álbumes de muchas familias portuenses, con la estampilla de Foto-Pantoja en el reverso. (En la imagen, de la izquierda, la tienda de Pantoja que era, además de tienda de fotografías, quincallería y ya Delegación de Créditos Rucas).

CRÉDITOS RUCAS.
En la década de los cincuenta conseguirá hacerse con la propiedad de la finca en la que tiene el Estudio de Fotografía en la calle Larga. Sus hijos le ayudan en los negocios. España comienza a desarrollarse y, pasadas las penurias de la postguerra, José, que tiene una buena intuición para los negocios se adentra en otra aventura empresarial: ser nombrado agente en El Puerto de una firma mercantil que está rompiendo los moldes comerciales para la época: ‘Créditos Rucas’.

Créditos Rucas era una cadena de establecimientos especializados en las ventas al contado --también funcionaba la venta al plazos--, con la que se empezarían a dotar los hogares de El Puerto de los primeros electrodomésticos que en aquella época se lanzaron al mercado: neveras, cocinas de butano --que comenzaron a entrar en el mercado--, máquinas de coser Alfa, bicicletas B.H., camas metálicas con el célebre somier Numancia y otras niqueladas, colchones de muelles, además de baterías de cocina y multitud de pequeños electrodomésticos, siendo prácticamente, líderes en la zona. (En la imagen de la izquierda, publicidad de Créditos Rucas en ABC).

Vehículo de reparto de Muebles Pantoja, donde se muestra la publicidad de Créditos Rucas.

En 1961, publicaba Diario de Cádiz: «Muy pronto la televisión llegará a Cádiz. Actualmente Madrid y Barcelona, con sus respectivas áreas de influencia, pueden ver los programas de televisión. La empresa gaditana Créditos Rucas está especializando a su personal en cursillos que se llevan a cabo en las fábricas de televisores y cuenta ya con personal especializado para Cádiz y su provincia. Los clientes de Créditos Rucas pueden tener la absoluta garantía al adquirir una televisión de que se instalará y dejará funcionando correctamente».

José siempre fue un entusiasta y pionero poseyendo una buena colección de vehículos a motor a lo largo de su vida. En esta imagen con su mujer y un amigo, con una moto con sidecar.

Pretendemos publicar, en su momento, la colección de coches que tuvo nuestro protagonista. En la imagen, el vehículo Bradford  matrícula M-83251, repostando  aparecen junto al coche, Diego Pantoja del Puerto, Antonio Márquez Fernández y José Pantoja Leal.

José ya es propietario, también, de otra finca en la calle Ganado a la que se traslada a vivir con la familia y, a donde se ubicará en la planta baja el Estudio de Fotografía, donde su hijo mayor, José María, continúa con la misma fuerza el negocio familiar iniciado por su padre, precisamente donde hoy el menor de la familia, Ángel, tiene una tienda de Bellas Artes, Modelado y Pintura, frente al Hostal Loreto.

La tienda de Muebles Pantoja, el 19 de enero de 1968. Hoy está ocupada por una entidad bancaria: el Banco Sabadell Atlántico.

MUEBLES PANTOJA.
Otra nueva oportunidad de negocio se presenta y, en los años sesenta el mundo del mueble está haciendo furor. Ruca desaparecerá del mercado con la misma fuerza que empezó y se desliga de la firma. Nuestro protagonista se ha independizado totalmente. Necesita nuevos espacios para ampliar el negocio de los muebles, y con el desalojo de vecinos que se va sucediendo en la finca de su propiedad, se van ampliando espacios expositivos.

Inaugurando la primera tienda de muebles, vemos de izquierda a derecha a los hermanos Carlos y Manuel Román Ruiloba, coadjutores de la Prioral junto a Manuel Salido Gutiérrez, párroco del mismo templo y Arcipreste del Partido, junto a José Pantoja Leal.

"Los sabios atómicos, chirigota carnavalesca de 1960, patrocinada por Muebles Pantoja.

Exceptuando a su hijo Miguel Ángel, con nótula 459 en GdP,  que marcha a Alemania y Francisca que al casarse inicia una nueva etapa con su esposo, el resto de hijos continúan en la empresa familiar ayudando al patriarca. Al conseguir por fin poseer toda la finca de la calle Larga --ya sin inquilinos que dificulten nuevas operaciones de expansión--, se pone a la labor de construir un edificio comercial, de nueva planta y tres alturas con grandes superficies, dedicado al negocio de los muebles y electrodomésticos.

Inauguración de la última y gran tienda de Muebles Pantoja en la calle Larga.

El 31 de enero de 1976 se inaugura la nueva tienda, para responder a las demandas de El Puerto, tienda que, con la aparición de las grandes superficies, y las posibilidades de automontaje que irían cambiando los gustos del mercado, cerraría a principios de 1990. En la actualidad, en sus bajos se encuentra una entidad bancaria y en una de las plantas la Sala de Armas para la práctica de esgrima ‘Adalid’.

6

Luisa María Lojo García nació el 21 de octubre de 1978, tercera hija de los cinco hijos del matrimonio formado por Eugenio Lojo Robles ‘el Gordo’ pescadero de toda la vida y Milagros García Gómez, criándose con ellos un primo como un hermano más.  Su abuelo materno era 'el Tabique'. Vivió junto a su familia en el número 2 de la Avda. Rafael Alberti, donde se encontraba al negocio familiar: Bar ‘el Gordo’.

El año de su nacimiento se promulga la Constitución Española de 1978, norma suprema del ordenamiento jurídico del Reino de España, a la que están sujetos los poderes públicos y los ciudadanos de España, en vigor desde el 29 de diciembre de ese año. Dicha norma fundamental fue ratificada en referéndum el 6 de diciembre de 1978, siendo posteriormente sancionada por el Rey el 27 de diciembre y publicada en el Boletín Oficial del Estado el 29 de diciembre del mismo año.

La promulgación de la Constitución implicó la culminación de la llamada Transición Española, que tuvo lugar como consecuencia de la muerte, el 20 de noviembre de 1975, del anterior Jefe del Estado, el General Francisco Franco, precipitando una serie de acontecimientos políticos e históricos que transformaron el anterior régimen franquista en un Estado Social y Democrático de Derecho, bajo la forma política de Monarquía Parlamentaria.

«--El baile es un medio que me hace poder descargarlo todo, lo bueno y lo malo. Es mi medio de expresión, me ayuda a comunicar lo que siento, y en él pongo toda mi pasión», afirma esta porteña afincada en Nápoles. (En la imagen de la izquierda, cartel de la actuación de Luisa Lojo, en Milán. Italia).

La pequeña Luisa, con apenas cuatro años, ya empezaba a bailar...

DESDE LOS 4 AÑOS.
Los estudios académicos los realiza Luisa en SAFA San Luis e Instituto Santo Domingo. Pero lo que siempre le atrajo, desde pequeña, era todo lo que sonaba a andaluz, a folcklore español, al arte flamenco. Empezó de pequeña, con tan solo cuatro años, en una academia que estaba en donde hoy se encuentran las oficinas de la Concejalía de Deportes --la antigua OJE--, con Milagros Forte, conociendo más adelante a la maestra portuense Josefa Sánchez ‘Loliti’. Y nuestra protagonista crece en el baile y crece sabiendo que es eso lo que le gustaba.

Con Antonio Canales y una compañera.

Así marchará a Cádiz, donde permanecerá entre 1996 y 2000, para perfeccionarse en la Escuela de Charo Cruz, estudiando flamenco, ballet clásico y español, con figuras profesionales tanto en Cádiz como en Jerez: Antonio Canales, Alejandro Granados, Eva ‘la Yerbabuena’, Joaquín ‘el Grillo’, Chiqui de Jerez, organizados por el Centro de Flamenco de Jerez, Javier Latorre, Javier Barón, etc…

SEVILLA Y MADRID.
En el año 2000 se traslada a Sevilla para continuar perfeccionándose, y recibe enseñanzas en la Escuela de Matilde Coral, donde estudia ‘la bata de cola’ y el ballet clásico;  Manolo Marín Juan Amaya, entre otros. También con Antonio ‘el Pipa’ en la Fundación de la neoyorquina Cristina Heeren de Arte Flamenco.

En Madrid, con un grupo de compañeros, y a pesar de eso, amigos: de izquierda a derecha: Vanessa Rodríguez, Luisa Lojo, María Montero y Paco Montoya en la Maratón de Danza. Teatro de Madrid. 2003.

En el año 2002 y durante año y medio  marchará a Madrid donde sigue cursos profesionales en el conocido Centro de Arte Flamenco y Danza Española ‘Amor de Dios’, un señalado espacio de arte flamenco y danza española que no otorga títulos, sino que forma profesionales al estilo tradicional, enseñándoles a moverse por el escenario. Allí conoce a maestros como Domingo Ortega, Manuel Reyes, Antonio Reyes, Hiniesta Cortés, Belén Maya, perfeccionando ballet clásico con la bailarina Dagmara Brown.

PRIMERAS ACTUACIONES.
Desde pequeña bailará en peñas, como las de Camarón, la Tertulia, Chato de la Isla para, partir de 1998 y hasta el año 2000 formar parte de la Compañía de Flamenco Cibayi, actuando por diversas capitales andaluzas bajo la dirección de Charo Cruz.  De marzo a septiembre de 2001 baila en las Cuevas del Sacromonte (Granada) en Los Tarantos.

En Japón, con miembros de la Compañía, donde estuvo tres meses. La instantánea está tomada en Osaka 2002 y aparece en compañía de Paco Montoya.

JAPÓN
Y con 22 años, de octubre a diciembre de ese año 2001 trabajará como profesora para la Compañía Sapinkikaku, Alma de Flamenco, en Japón, actuando para dicha compañía en tablaos de Osaka y Kyoto. Luego vendrían otros países: Italia, Francia, Emiratos Árabes, Brasil, …

MADRID.
En 2002, trabajará en Madrid en el Teatro Calderón, junto a Lola y José Greco, con música de Losadas y coreografía de Antonio Canales. También el Teatro de Madrid verá sus evoluciones y las salas ‘Los Gabrieles’, ‘Madrid se hizo Flamenco’, ‘La Axarquía’, ctc… El año 2003 participa en la Gala del Orgullo Gay de Madrid y en el Maratón de Danza del Teatro de Madrid.

Compañeras en el ballet flamenco de Barcelona: Mariquilla, Raquel Alegría y Luisa Lojo.

BARCELONA.

Al año siguiente, 2004 se traslada a Barcelona donde trabaja en los tablaos ‘Los Tarantos’ y ‘El Carmen’. En el Teatro Sala Guash, en el Forum de las Culturas de Barcelona, colabora con el grupo Ayana. Durante el tiempo que pasa en Barcelona enseña en el Centro Andaluz de Flamenco N.S. Esperanza, impartiendo también cuatro cursos intensivos de flamenco en Baracaldo (Bilbao) a donde se desplaza.

EMIRATOS ÁRABES, BRASIL, ITALIA.

En 2004 se desplazará a Abudabi (Emiratos Árabes), donde participará en la Noche Española del Hotel Gulf di Abudabi. Ese año, también, actuará con la Compñaía de Iñaki Márquez en Salerno (Italia) y en noviembre trabajará por un año para la Compañía de Ballet Clásico Español de Maite Ferrer (de Barcelona), actuando con la compañía de cruceros MSC por Brasil y el Mediterráneo.

Con amigos, en Italia. De izquierda a derecha, el guitarrista argentino Mariano Manzella y el bailaor de la misma nacionalidad Sergio 'el Javi'.

EL PUERTO, BILBAO E… ITALIA DEFINITIVA.
En 2006 regresa a su ciudad natal, El Puerto de Santa María, e imparte cursos de flamenco en la Escuela de Teatro ‘Sala Poniente', donde ve un «Puerto descuidado, una Ciudad a la que no se le saca todo el partido que se le pudiera sacar, una ciudad tan maravillosa, una ciudad que tiene casi de todo,… y lo dice una que ha viajado y vivido en varias ciudades. Es una pena», afirma. Al año siguiente, 2007 participa en los Encuentros de Flamenco Ciudad de Bilbao y ese mismo año se traslada a Italia donde enseña flamenco por toda la provincia de Nápoles, impartiendo cursillos y actuando por parte de la península italiana.

Con su familia, en El Puerto de Santa María. De izquierda a derecha, Álvaro Lojo,  Luisa, Mari, Cayetano, su madre Milagros García, Eugenio, Teresa Alcalá con su hija Laura, y Cristina Lojo y su marido Carlos Alberto Cabrera Pinto, ambos dos periodistas.

Allí se establece por amor, y allí permanece desde hace algo más de tres años. Está casada, desde hace dos, con Gaetano d’Esposito y, de momento, no tiene hijos.  «--La verdad es que puedo sentirme privilegiada, pues en Italia tengo la posibilidad de disfrutar del amor mientras trabajo en lo mío, bailando e impartiendo clases».

Acaba de abrir una tienda de productos flamencos on line, dirigida al público italiano: www.flamenca.it.

3

Podemos considerarnos dichosos, a pesar de todo, de conservar aún algunas casas de ilustres cargadores en la zona de la antigua marina: Vizarrón, Reynoso, Aranibar… porque de otros suntuosos palacios y edificios singulares, como los que se reproducen en el documento rescatado hace años del archivo militar de Segovia por el Sr. García Bernal, un Proyecto de Alameda y Campo de Entrenamiento para Tropas de Caballería en lo que conocemos como Campo de Guía, edificios de los que, un cuarto de siglo más un lustro después, solo queda –si es que queda- la memoria histórica de su existencia.

Trasposición actual del espacio explicado.

LETRA F: CASAS DE CORTÉS.

Nada menos que dos familias de comerciantes y aristócratas, de las más importantes de la oligarquía local del siglo XVIII, los Rodríguez Cortés y los Tirry tienen sus inmuebles reproducidos en este extraordinario plano. La casa de los primeros se indica con la letra F: “Casas de Cortés”.

Naturalmente, el personaje en cuestión, Luis Lorenzo Rodriguez Cortés y Barrios, no promocionaba su apellido “vulgar” como tantos otros que  esconden en una sola sigla (P.) el de Pérez o lo camuflan y engordan añadiéndole el siguiente, normalmente más rimbombante y enjundioso al de López o García y por eso mismo,  no es de extrañar que este inmueble que ocuparía las escuadra de las calles Aurora/ Los Moros, donde se ubica la empresa Rives en la actualidad,  y la de Los Moros/Ximenez de Sandoval, fuesen sus casas principales. No afirmo, solo apunto la posibilidad de que lo fuesen, habitando el edificio de mayor porte  y dedicando los bajos de ambos como almacenes de los productos o frutos propios(vino, vinagre, aguardiente, aceite) que exportaba, en su calidad de cargador.  Ocupó el cargo de alcalde provincial de la Santa Hermandad y era titular de una de las regidurías del cabildo local. Poseía viñas, olivares, bodegas, un molino de aceite, numerosos inmuebles y hasta un paquebote, con lo que tal vez fuese el bisabuelo lejano de nuestro vaporcito, llevando correo y pasaje a la vecina Cádiz.

LETRA Y. CASA DEL MARQUÉS DE LA CAÑADA.

Marcada con la letra Y figura la “casa del Marqués de la Cañada”. Era un palacio, tanto por su arquitectura, como por su contenido artístico, destacando una selecta biblioteca de más de siete mil volúmenes y un gabinete de antigüedades clásicas con piezas de gran valor en su colección, según relatan los eruditos. En la fecha en que está datado el documento vivía Guillermo Tirry y Tirry que, además de marqués era el Alférez Mayor de la Ciudad, título por el que pagó 60.000 Reales de Vellón, según  Hipólito Sancho, su esposa Mª Francisca Lacy, Camarera de la Reina, y su prole.  Parece bastante probable que el palacio ocupase el mismo espacio que el que ahora ocupa el Hotel Santa María junto con la letra H.

LETRA H. VAN DANME.

A su lado, marcado con la letra H, figura el denominado “sitio de Bandan”. Creemos se trata de la sede social, por definirlo de alguna manera, de la compañía que Pedro Van Damme, de nación flamenca, dedicado a la exportación e importación, tenía en nuestra ciudad.

LETRA L. CASAS MARQUÉS CUMBRE HERMOSA.

El impresionante edificio que cubría la escuadra de las calles Aurora y actual Valdés,  está señalado con la letra L.

Figura citado como “casas del marqués de Cumbrehermosa” y tiene un grave error en su enunciado porque Lorenzo Ferrari y Porro, un sevillano de ascendencia italiana que realizó una meteórica carrera en los negocios de la época, si bien adquirió un título de Castilla a la marquesa de Bedmar, con la debida licencia real, este se denominó “Conde de Cumbre Hermosa” y no marqués. Incluso, el Sr. Ferrari, que era Gentilhombre de S.M., pretendió obtener el título de vizconde de Casa Ferrari, que le fue denegado.  Al redactar estas líneas a vuelapluma no hemos tenido ocasión de comprobar  si el I conde de Cumbre Hermosa vivía en su palacio el año en que se imprimió este grabado, es decir si estaba vivo en esa fecha, o era su sucesor en el condado, su hermana Antonia, casada con un coronel de Infantería la que pudiera residir en temporadas en el mismo, ya que, habitualmente vivía en Madrid. El título nobiliario que dio nombre a la casa hasta que fue derribada por la piqueta (imagen de la izquierda), es uno de los muchos que en la actualidad están vacantes. El último poseedor y VII conde de Cumbre Hermosa, en 1888, fue Francisco Mayone del Mazo.

LETRA G. CASAS DE JOSEPH TERCERO.

La casa esquinera, señalada con la letra G como “casas de Joseph Tercero” en esa fecha estaban bastante deterioradas y cargadas de censos. El propietario real del inmueble creemos que era la madre de Joseph Tercero, doña Ana Vidal, viuda del conocido contraste platero de El Puerto, Pedro Tercero de Roxas, aunque tenía cedido su uso a su hijo, que ejercía como cargador a Indias.

LETRA D. HOSPICIO DE LOS JESUITAS.

Finalmente, con la letra D está marcado un bello edificio, mirando a la bahía, en el que destacan dos torres simétricas en sendos costados del mismo.  Está rotulado como "Ospicio de los jesuitas" y es el conocido y denominado en la historiografía como Hospicio de Indias de la Compañía de Jesús. La palabra hospicio puede confundir sus fines, aunque una de sus acepciones antiguas es la de "casa  para albergar peregrinos". Quizás hospedería se aproxima más al contenido para el que fue creado, el hospedaje, aclimatación y entrenamiento de los miembros de la Compañía que partian a las misiones jesuitas allende los mares. Formaba esquina con la calle Comedias y estaba casi estrenándose en la fecha que figura en el grabado pues se terminó de construir en 1735, fecha en la que, paralelamente, dicha compañía religiosa edificaba el colegio de San Francisco Javier en la calle Luna, en todo el frente de la manzana de esta calle, entre Pedro Muñoz Seca o Nevería y San Bartolomé. Por la descripción que del Hospicio de Indias realiza Anselmo Ruiz de Cortazar, historiador local contemporáneo, podemos hacernos una idea de su magnificencia: "...una casa de piedra labrada de tres altos con muchos aposentos, capaz de hospedar hasta ochenta sujetos, con un patio claustrado con muchas ventanas con rejas de hierro y dos torres que dan vista a la bahía y parte del Océano que le cae enfrente. Tiene una iglesia interiior como oratorio en que compitieron la generosidad, primor y devoción para que fuese admiración de propios y extraños. Sus seis altares, imágenes, reliquias y adornos, al paso que forman un hermoso prospecto, mueven a una profunda veneración."

Leyenda del Plano que se conserva en el Archivo Municipal de Segovia. 1755.

Estas son los principales componentes -todos desaparecidos- del llamado Campo del Socorro, por la ermita de esa advocación que también figura en el grabado, señalada con la letra M. Parece que, ese mismo año, en noviembre, fue arrasada por la fuerza del mar, al igual que la de Santa Catalina, Guía y San Antón, como consecuencia del reflujo marino o pequeño tsunami que siguió al terremoto de Lisboa.

Posteriormente la toponimia del lugar derivará en “Campo de Guia”, tomando también el nombre de otra ermita situada en la zona. (Texto: A. Gutiérrez Ruiz. A.C.PUERTOGUÍA)

4

José Ángel Chacón Tenllado nació a finales de 1933 en Aguilar (Córdoba), hio de Ángel Chacón Crespo y Enriqueta Tenllado Pérez pero pasó la primera parte de su infancia, que recuerda nítidamente, en El Puerto de Santa María, con sus abuelos Rafael Tenllado y Enriqueta Pérez y su madre, también Enriqueta, joven viuda por la barbarie de la Guerra Civil, hija única con dos hijos de cuatro y seis años que se vino a nuestra Ciudad, donde sus padres tenían una tienda de tejidos y confecciones en la calle Ganado, junto a una tienda de ultramarinos que hacía esquina con Nevería.

«Hace unos años pasé por esa calle, como hice siempre que visité El Puerto; aún existía la casa donde viví y tenía un letrero de “Se vende”. Desde ese día, en sueños, la he comprado varias veces. Me imagino que ya la habrán vendido y derribado. Todavía existía el cierro donde, desde el recuerdo, puedo ver a mi madre, pegando tiras de papel en diagonal sobre sus cristales, ante posibles bombardeos, para que los cristales rotos quedasen pegados al papel»

José Ángel Chacón Tenllería y José Ángel Chacón Escobar, padre e hijo, ambos luthiers.

En 1943, la familia se trasladó primero a Lucena y luego a Málaga. Allí estudiaría  Peritaje Industrial, trabajaría en diversos oficios y continuaría los pasos que había empezado en El Puerto, hacia sus dos pasiones la música y la lutheria (construcción de instrumentos musicales de cuerda). Mas tarde trabajaría en Mercedes Benz, en Alemania, como modelista y en Málaga en una Inmobiliaria. Pero su pasión por la construcción de instrumentos musicales le llevarían en 1974 a la ciudad italiana de Biella, ciudad del Piamonte, entre Turín y Milán y cercana a Cremona. Allí perfeccionaría sus conocimientos hasta que, en 1983 regresaría a Málaga, donde establecería su taller y crearía una Escuela de Lutheria. Medalla de Plata de las Bellas Artes, su hijo continúa en la profesión de constructor de instrumentos musicales cordófonos.

A sus 77 años, estos son sus recuerdos de El Puerto.

MEMORIAS DE EL PUERTO: 1937 – 1955
«Mis recuerdos de niño grabados con bastante claridad, empiezan en El Puerto de Santa María, hacia el año 1937. Yo era el más joven de una familia acomodada, compuesta por mi abuelo Rafael Tenllado, como cabeza de familia, mi abuela Enriqueta, como mi madre, y mi hermano Rafael, casi dos años mayor que yo, con una minusvalía psíquica que lo hacía diferente de los demás. Mi padre, Ángel Chacón murió trágicamente en Puente Genil, en Julio del treinta y seis y nos fuimos a vivir con nuestros abuelos. Yo tenía cerca de cuatro años, y el cambio que originó su muerte no podía apreciarlo entonces, de él solo me quedaron vagos recuerdos, pero no pasó mucho tiempo para sentir su falta, más de lo que podía imaginar. (En la imagen de la izquierda, los abuelos de José Ángel, Rafael Tenllado Lechado y Enriqueta Pérez).

A pesar de la tragedia familiar, en aquel tiempo éramos una familia privilegiada, con medios económicos suficientes para vivir cómodamente dentro de la escasez que había en aquellos años de guerra. Entonces no podía saber la tragedia que vivían miles de personas, sufriendo los horrores de la guerra civil; perseguidos o encarcelados, humillados y pasando mucha hambre, víctimas de la barbarie, del odio o del fanatismo. Para muchos, la guerra no había terminado. Recuerdo que jugábamos en un llano, junto a las puertas del célebre Penal, sin saber que detrás de ellas solo había tortura, odio, desesperación y muerte. (En la imagen de la izquierda, el padre de nuestro protagonista, Ángel Chacón Crespo, natural de Puente Genil).

Mi familia no tenía una afiliación política definida, pero estaban con los nacionales. La muerte de mi padre ya era un motivo suficiente, y en casa solo se hablaba de los horrores que habían cometido los “Rojos”. Durante algún tiempo, esos comentarios me produjeron horribles pesadillas que me despertaban temblando y corría a la cama de mi madre.

Recuerdo que en aquellos días, en casa se escuchaban las charlas radiofónicas de Queipo de Llano. Pasarían años, antes de saber que se trataba de uno de los generales más controvertidos, entre los sublevados, al mando de Andalucía. Su audacia al tomar Sevilla con escasos recursos, abrió las puertas de la península a las tropas africanistas y su chulesca actitud en las charlas radiofónica, con el menosprecio de la vida de sus semejantes, durante la contienda como “Virrey de Andalucía” no tuvieron límites;  “darle café” era la orden de fusilamiento para muchos infelices. A la muerte del general, en el año 1951, sus restos mortales serían enterrados en una popular Iglesia sevillana. Este es un hecho por el que considero lógica, la pregunta que muchos se hacen, ¿Cómo se puede hablar hoy de abrir heridas, cuando se intenta poner nombre a los miles de andaluces anónimos, “que tomaron su café”, antes de ser enterrados en fosas comunes? (En la imagen de la izquierda, el general Gonzalo Queipo de Llano).

Tampoco entendía entonces, cuando se comentaba que algunos niños  se comían las cáscaras de plátanos y unas bolas de maíz, que daban racionadas, mientras mi hermano y yo teníamos nuestros caprichos para comer. A los pocos años, con la familia arruinada, empecé a entenderlo, y de aquellos niños pobres del Puerto, de los que llegábamos a pensar que estaban tontos por comer desperdicios, me acordé durante mucho tiempo, y empecé a comprender muchas cosas que antes no entendía.

LA MÚSICA

De aquel pasado recuerdo con envidia algo que desgraciadamente se ha ido perdiendo, se cantaba o canturreaba acompañando los quehaceres cotidianos dentro de la casa, incluso en algunos trabajos. Esta costumbre fue el primer estímulo a mis sentidos que despertó mi pasión por la música. Mi abuelo cantaba en el baño, de “El Puñado de Rosas”, “Pues óyeme paloma, tengo yo allá en Triana, en medio de los campos….”, mi madre cantaba y tocaba el piano y tenía un repertorio mucho más extenso, que abarcaba varias zarzuelas, tangos de Gardel y algunas canciones populares. Además teníamos una lavandera que cantaba flamenco, con exquisita gracia repetía todos los cantes de Canalejas de Puerto Real. Ella fue el principio de mi amor por nuestro flamenco, nunca olvidaré cuando cantaba aquella petenera que decía, “niño, que encuero y descalzo, va llorando por la calle…”.

COLEGIOS CLASISTAS.
Mis abuelos no tuvieron más hijos que a mi madre y disponiendo de los medios económicos suficientes, se volcaron en su educación. Desde los cuatro años la internaron en los mejores colegios de religiosas, en Sevilla, Antequera y Lucena. Aprendió lo que en la época se entendía como educación para una ‘señorita de clase’.

Relacionado con las clases, me contaba mi madre, que en uno de los colegios, tenían niñas pobres de forma gratuita, y que estas niñas tenían que hacerle las camas y limpiarles el cuarto a las internas de pago, además de hablarles de usted. Las religiosas, en casi todos los tiempos han sido fieles conservadoras de las diferencias de clase, a las que han sabido sacarle partido. Me imagino que a las niñas pobres, aplicando su personal interpretación de los Evangelios, las educaban para que fuesen buenas, respetuosas y humildes criadas para todo.

A mi hermano y a mí nos pusieron en una de las mejores escuelas privadas del Puerto. Desde el principio la escuela me encantó, tenía cinco años y en poco tiempo empecé a destacar, los maestros le decían a mi madre que yo era un niño muy inteligente. Podía haber sido muy bonito, y de hecho lo era, pero sufría mucho cuando algunos alumnos me llamaban “el hermano del tonto”, por el comportamiento anormal de mi hermano, y más tarde comentarios familiares relacionado con mi madre y su pretendiente, que mi hermano se encargaba de hacer, hábilmente manipulado por uno de los maestros, que a pesar de no comprenderlos, sabía que eran ofensivos para ella. Dentro de la clase me sentía feliz, era distinta a la de mi hermano que estaba más atrasado. (Los hermanos Chacón Tenllado, en una fotografía de estudio coloreada, tomada en Cádiz).

LOS ITALIANOS.
En 1938 mi madre tenía treinta años, era una viuda guapa, con una exquisita educación y buena posición, que a pesar de tener dos hijos, su situación le habría permitido elegir entre algunos pretendientes conocidos de nuestro entorno, pero la fatalidad quiso que se enamorara de un soldado italiano de los que mandó Mussolini en ayuda de Franco: Nicolás Monteleone.

Tropas italianas acuarteladas en El Puerto, recibiendo un homenaje en la Plaza de Isaac Peral el 1 de octubre de 1938. (Foto: Francisco Sánchez Pérez).

Mi madre contra viento y marea defendió sus sentimientos hacia esta ‘oportunidad’, con la habilidad propia de una mujer inteligente dominada por la pasión, frente a los razonamientos de sus padres y algunas amistades. Este tipo de relaciones estaban mal vistas, y a ciertos niveles eran muy criticadas por la sociedad de entonces. Se hicieron populares unas coplillas que se cantaban por las calles, dedicadas a las señoritas de El Puerto, con música y estribillo de una canción muy conocida en los frentes de guerra. La letra decía:

«Las señoritas del Puerto- Puerto
le piden a Mussolini- ini
que deje a los italianos- anos
para poder ir al cine».
Y seguía el estribillo:
«Carrascá- carrascá
que bonita serenata,
carrascá- carrascá
ya me estás dando la lata»

que terminaba siempre con gritos que yo no entendía.

Yo adoraba a mi madre y todo lo que ella decía era la verdad absoluta, por tanto, el italiano era para mí un héroe, guapo e inteligente, casi un médico. Por lo visto se hizo practicante en la guerra.

La madre de José Ángel viajaría desde Barcelona a Roma en avión.

CASAMIENTO POR PODERES.
El italiano se marchó con las demás tropas italianas, y siguió su relación por carta, hasta su casamiento por poderes, en el 1941. Para hacernos una idea de la odisea del casamiento y su viaje a Italia, habría que tener en cuenta las dificultades que existían para salir fuera de España en aquella época.

Aún estando Italia metida hasta el cuello en la segunda guerra mundial, mi madre consiguió pasaporte italiano y permiso de salida. No hay que olvidar que mi padre fue víctima de los llamados rojos, así, además de víctima de la Guerra Civil, era caído por Dios y por La Patria. Resulta triste pensar que la pérdida trágica de un ser querido, la sociedad dañada por la guerra, le diese distintas categorías que determinaban quién podía andar libremente con un salvoconducto, sin problemas, y quién tenía que moverse con miedo, solo por ser familia de algún fusilado, también por Dios y por La Patria.

Resuelta la documentación necesaria, marchó de Cádiz a Barcelona en barco, y de Barcelona a Roma en avión. Tenía dinero suficiente, pero salir de España en avión, en plena Guerra Mundial, era una proeza al alcance de pocos. Allí la esperaba su marido, soldado del Ejército Italiano con un permiso de cuatro meses, y pienso que con un sueldo ‘de acuerdo a su categoría’.

LANJARÓN
En estos cuatro meses cambió todo en la casa. Mi abuelo, que padecía del hígado, tuvo una crisis y se marchó a Lanjarón para tomar las aguas, aconsejado por su médico. Mi abuela, mi hermano y yo nos marchamos, primero a Granada, donde estuvimos hospedados por unos días en el hotel La Perla, (recuerdo de haber comido chirimoyas por primera vez), y luego a Pinos Puente, en casa de una hermana suya. Aquello fue una aventura para mí hermano y para mí. Algunos años después, pensando en estos desplazamientos, me preguntaba ¿estarían huyendo mis abuelos de la crítica que había despertado, en El Puerto, la relación de mi madre con el italiano?, si no fue así ¿porque cerrar un negocio próspero, que gozaba de prestigio, recién ampliado y reformado, los cuatro últimos meses de ese año 41, y dejarnos sin Escuela?

Rafael, Enriqueta y Ángel; siempre se que se hacían una fotografía de estudio se desplazaban a Cádiz o Jerez. «Con el tiempo me haría más preguntas relacionadas con esta época, sin encontrar una respuesta lógica. Hoy se, que el día que mi madre nos sacó de paseo, a mi hermano y a mí y conocimos al italiano, marcaría un antes y un después en nuestras vidas. Lo recuerdo como si hubiese sido ayer, veo al soldado acercarse a nosotros y preguntarle a mi madre si los dos niños eran suyos.»

REGRESO A EL PUERTO.
Con su vuelta se volvió a la vida normal en El Puerto, al menos así lo veía yo, feliz por mi incorporación al Colegio, mi abuela en su tienda, y mi abuelo en una actitud de silencio total o perdido en viajes. Paraba poco en casa y los pocos días que estaba comía solo en su dormitorio. (En la imagen de la izquierda, Enriqueta Tenllado).

Del embarazo de mi madre me enteré cuando ya se le notaba, aunque ella ya me había dicho algo de un hermanito, sin explicarme el porqué de la gordura, yo lo sabía por los comentarios que los niños hacíamos en el colegio. Lo sabía mal, como sabíamos los niños de entonces todo lo relacionado con el sexo.

Recuerdo mi primera comunión, junto a mi hermano, a la vuelta de mi madre y antes del nacimiento de Fernando. Mi ingenuidad de entonces me hace reír y asombrarme hoy. En el equipo de comunión teníamos unos rosarios que mi madre trajo de Italia, bendecidos por el Papa Pío XII, que imagino los compraría en la Plaza de San Pedro en algún tenderete de artículos para regalos, pero yo lo imaginaba de otra manera. Estaba convencido, teniendo en cuenta la influencia que yo atribuía a mi padrastro, que el Papa en persona, le había entregado los rosarios a mi madre para sus hijos y me sentía tan orgulloso que se lo contaba a todos mis compañeros de Colegio como un hecho real. Quizás, en mi subconsciente se fraguaban esas fantasías en mi deseo de ayudar a mi madre, convertida en blanco de algunas críticas.

UN NUEVO HERMANO.
Llegamos al acontecimiento de mayor trascendencia que cambiaría muchas cosas, el nacimiento del hermanito. La noche en que nació, a mi hermano y a mí nos cambiaron de dormitorio en una habitación que daba al pasillo y recuerdo un tráfico de personas que llevaban palanganas de agua caliente al dormitorio de mi madre. Al fin de tanto ajetreo me quede dormido y por la mañana todo había terminado. Mi madre estaba radiante, no paraba de comentar lo guapo que era el niño y los ojos que tenía.

Al principio sentía envidia por mi nuevo hermano, y era lógico, mi madre seguía siendo cariñosa conmigo, pero le faltaba tiempo para serlo como antes, mi abuela que demostró en la dificultad ser una mujer maravillosa, entregada a los demás, nunca fue cariñosa, mi abuelo no hablaba con nadie y mi hermano mayor seguía  en su mundo particular, ¿Qué otra cosa podía sentir un niño con menos de diez años? Estos sentimientos modifican nuestro comportamiento, guardando lo que pensamos sin compartirlo con nadie. Son los primeros brotes de aislamiento e  independencia y los primeros desengaños.

CIERRE DEL NEGOCIO: LUCENA Y MÁLAGA.
Mi abuelo empezó a decir que quería morirse en Lucena, pueblo que le vio nacer, pero la verdad es que no podía aguantar por más tiempo vivir en El Puerto. Dicho y hecho, quitó el negocio, que acababa de ampliar y nos mudamos a Lucena. Allí alquiló una casa amplia, de dos plantas y un patio con una zona cubierta, donde se acopló todo el mobiliario del negocio y las existencias en una de las habitaciones repartidas en estanterías.

Como he dicho antes, estaba más tiempo en la calle, por tanto no dispongo de recuerdos directos de cómo se fue desarrollando el encuentro de este hombre con la realidad y tampoco recuerdo como se decidió venirnos a Málaga, seguramente, pensando en que una ciudad ofrecería mejores oportunidades que un pueblo, para una familia arruinada. Para financiar la operación, se malvendió el mobiliario junto con las existencias, de lo que fue un negocio y nos vinimos para Málaga en tren, cargados de muebles y enseres. De nuestra llegada a Málaga, recuerdo los dos carros, tirados por mulos, que transportaron nuestros muebles y sentir el aroma del mar que me transportó al Puerto de Santa María

EVOCACIÓN DE EL PUERTO.
Para terminar incluyo el último fragmento de mis recuerdos relacionados con El Puerto. Se trata del recuerdo de una evocación mucho más reciente, de un día especial, en los últimos años que viví en Italia. Recuerdo uno en especial, mi último viaje a Génova para una gestión de pasaporte. Me encontraba bastante deprimido y distraído con mis pensamientos, cometí algunas torpezas conduciendo y decidí pararme a descansar un poco. Ya había coronado los Apeninos; aquella cordillera me recordaba algo. Intentando descansar un rato, y distraído en el paisaje pensaba que estaba cerca de la costa. Efectivamente, Genova y la Costa Lígure se dibujaban al fondo. Fue entonces cuando mis sentidos, ante el paisaje y el aroma del mar, se concentraron en lejanos  recuerdos del Puerto de Santa María. No sé, el por qué, en aquel momento, empecé a evocar sensaciones vividas en la niñez, del Puerto y no de Málaga; quizás porque el final de mi niñez, vivida en Málaga, siempre quise borrarla de mi memoria. Al final reanudé mi viaje contento, en un estado de placidez y concentración,  distinto al que traía cuando salí de Biella.

Falangistas en formación, en la calle Larga.

La casa donde vivíamos en la calle Ganado en 1937, entre las dos plantas que tenía, vivíamos tres familias: Joaquina, su marido Alfonso y su hija, recién nacida, que vivían en la planta baja, y arriba mi familia y otra, que llegó poco antes de irnos, quiero recordar que eran los dueños del Cacao Pico.

Saliendo del portal, a la derecha estaba la calle Luna, y al fondo a la izquierda, la Plaza Peral y el Ayuntamiento. Frente había una tienda de muebles, de un tal Pedregal que estaba en el mismo colegio de mi hermano y mío. Era el Colegio de Don Alfonso Cárdenas, en la calle Luna. De este primer Colegio, conservo recuerdos muy bonitos en la clase de la señorita Paca. Lamenté dejarlo cuando nos fuimos del Puerto en el año 1943. Recuerdo la muerte del alumno Jaime Benjumeda  Osborne --hijo de Manolo Benjumeda y Margot Osborne-- por tétanos, que desarrolló después de una caída  en la parada de coches de caballo, de la Plaza Peral, junto al Bar Paquito.

La parada de coches de caballos en la Plaza de Isaac Peral.

Más recuerdos: la playa de la Puntilla, la Plaza de Toros, la Virgen de los Milagros. El orgullo que sentía entonces, por haber recibido la Confirmación por el Cardenal Segura en La Prioral, y por haber incorporado a mi nombre José, el de Ángel en memoria de mi padre. El pasar de las Cuadrillas en coches de caballo, por la calle Nevería en días de Toros. También una Corrida con Manolete y El Estudiante, en la que no se pudo ver nada de Manolete, por una cogida en su primer toro. Lo guardo en mi memoria, por los comentarios de mi vecino, buen aficionado que además, creo que tenía algún empleo en la Plaza de Toros.  También había un magnífico artesano que hacía figuras de Nacimiento; las modelaba y policromaba con verdadero arte. Les ponía un sello con su nombre, ¿podría ser Ángel Martínez?

Mi madre nos llevaba a la playa de La Puntilla, a mi hermano Rafalito y a mí, y a la niñera uniformada con su delantal blanco, me imagino que para distinguir nuestro rango. Lo más desagradable era la zambullida obligada que nos daba, una especie de marengo que cobraba por ello, cuando mi madre comprobaba que nos habían mojado bien la cabeza. Estoy seguro que aquel marengo es el responsable del exagerado respeto, por no decir miedo, que siempre le tuve al mar. (En la imagen, la madre de José Ángel con sus hijos en la Playa de La Puntilla. Cuando no le gustaba una fotografía a la madre de José Ángel, rayaba la cara).

Otras veces, con otros niños del colegio, íbamos al puerto a coger cangrejos, y en El Parque, paralelo al puerto, nos ocurrían cosas propias de una edad, que las hace inolvidables; yo tendría nueve años y mi hermano cerca de once. Había tres niñas quinceañeras o más, no sabría precisar, solo recuerdo que eran guapas, que tenían buen porte y cuyos nombres, que recuedo, voy a omitir. A él y a mí nos separaban del grupo, sabían nuestros nombres, y nos llevaban a los sitios más solitarios del Parque, nos cogían la mano y nos la ponían entre sus piernas, jugaban con nosotros y se reían de nuestra excitación. Aquel secreto de mi intimidad, que comparto por primera vez, se repitió varias veces, y aunque mi sentido de culpa me avergonzaba, recuerdo que sentía verdadero placer.

El taller del luthier, en Málaga.

A pesar de haber vivido muchos años en Málaga, solo de aquella época de El Puerto, mi memoria se impregnó del intenso olor de su puerto y de sus barcos, en contraste con el suave aroma de sus playas, ¡siempre ese olor que llevo conmigo! También de sus ardientes y luminosos colores del verano o de los grises violáceos del invierno, y la sensación de infinito en aquellos días en que el horizonte se funde con el cielo, o el rugido de las olas embravecidas, frente al murmullo de las mismas  olas, ya en calma, cuando mueren sobre la playa adornadas con su espuma blanca. Al contemplar, aunque solo sea en el recuerdo, toda la riqueza sobrecogedora que nos brinda la naturaleza desde el mar, nuestros sentidos se tranquilizan y olvidan lo cotidiano, gozando la nostalgia de lejanas alegrías y melancólicas tristezas.

Al despertar de aquella evocación, comprendí mejor los versos de aquel poeta de El Puerto, Rafael Alberti, en su Marinero en tierra: «Si mi voz muriera en tierra/ llevadla a nivel del mar/ y dejadla en la ribera.»

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Presentación: Comparsa de El Puerto de Santa María que representan en su tipo a Miguel de Cervantes con la ironía y seriedad que se le supone, y haciendo una escueta exposición de su vida y que el personaje se refiera a Cádiz; "y en tu pena mojaría la pluma mía"

Antonio Leal Jiménez, de padres alicantinos, nació durante la madrugada de un caluroso mes de verano, en la población manchega de Alcázar de San Juan, Corazón de la Mancha, en la provincia de Ciudad Real. Es una de las siete ciudades que se disputan el nacimiento de Miguel de Cervantes. A los cuatro años no quería ser nada, solo niño, a los nueve tener el pelo blanco  y a los doce Maestro.

Allí viviría, una infancia feliz, entre viñas, trenes y jugando alrededor de los molinos de El Quijote. Antes de concluir sus estudios de bachillerato cayó enfermo, y por ello durante casi un curso académico, se vio obligado a guardar reposo absoluto. Este acontecimiento le permitió que, además de crecer en altura, le naciera  una gran pasión por la lectura y la reflexión. Aprendió a conocerse descubriendo algunas de sus potenciales capacidades y sus muchas debilidades. También comenzó a comprender la importancia de la familia, del respeto, de la solidaridad, de la honestidad, la importancia del trabajo, la lealtad...

PRIMER ENCUENTRO CON EL PUERTO.
Viajó a El Puerto de Santa María, siendo jugador de baloncesto del Colegio de la Santísima Trinidad, donde estudió. Muy joven vino a San Fernando a jugar un partido clasificatorio para fase de ascenso. Los frailes Trinitarios les instalaron en la Pensión Frasquita en la calle Ganado en El Puerto, porque entre otras cosas tenía muy buena fama de ser un sitio “muy serio” y que se comía bien. A partir de ese viaje, tuvo muy claro donde quería vivir en el futuro. La ciudad, los habitantes y las gentes de El Puerto le sedujeron profundamente.

Inicia sus estudios superiores en la Universidad Complutense en Madrid. Siendo aún estudiante es seleccionado para trabajar en una de las compañías de comunicación más importantes del mundo. Sin duda alguna, fue su mejor escuela de aprendizaje. Tuvo la oportunidad de trabajar junto a grandes y famosos profesionales de Marketing y Creativos publicitarios.

VIVIR EN EL PUERTO.
Años más tarde tuvo la posibilidad de hacer realidad su deseo. Rechazó una importante oferta profesional de la empresa Carbonell, líder en el sector  de aceite, ubicada en Córdoba, precisamente donde nació su esposa, para venir a vivir a El Puerto de Santa María en los comienzos de los años setenta para trabajar en Bodegas Terry, donde desarrolló toda su vida  profesional. Importantes campañas de los vinos y brandies salieron de su departamento.

Si bien es verdad que los ejecutivos que se dedican a la publicidad tienen fama de manipuladores porque tratan de crear mercados, conduciendo al potencial cliente hacia el producto de la empresa para la que trabajan, este que nos ocupa, no es el caso. Posee el necesario gramo de locura para que muchas de sus actuaciones puedan ser consideradas genialidades.

La empresa Domecq en la década de los 80, intentó que formara parte de su equipo de Marketing en Madrid, ofreciéndole un importante puesto de ejecutivo con muy buenas motivaciones económicas. Por aquellos tiempos en Terry había grandes dificultades de supervivencia. Sin embargo su  decisión fue inmediata y clara: dar las gracias y continuar en Terry y en El Puerto de Santa María.

En la actualidad Antonio piensa , en relación a los vinos del Marco que «--Tenemos un producto singular, pero faltan talentos para manejar el tema. La mayoría de las bodegas se han dedicado a pelearse entre ellas, y la competencia consiste en construir, no en destruir. El mercado del vino de Jerez está especializado en Andalucía y nadie se ha preocupado en internacionalizarlo».

LA FAMILIA.
Casado con Adela Quintanilla, cordobesa, filóloga anglo-germánica y francesa, que desarrollo su vida profesional en los colegios porteños de Las Esclavas, Grazalema y La Salle. En El Puerto nacieron sus cuatro hijos, Silvia (licenciada en Filología Anglo-Germánica), Ricardo (Licenciado en Farmacia), Adela (licenciada en Derecho) y Borja (licenciado en Dirección y Administración de Empresas).

MARKETING SOCIAL.
Se siente feliz aportando toda su experiencia y conocimiento ayudando a colectivos desfavorecidos, o a cualquier causa social en general. «--Ahora tengo varios retos personales, como el tema del hambre, la educación y la recuperación de valores en los jóvenes». Su tesis doctoral fue un intento de  utilizar  técnicas de Marketing para mejorar la imagen social de las familias con hijos que padecen desajustes de comportamiento a nivel mental principalmente esquizofrénicos. (Su libro Gestión del Marketing Social, editado por McGraw-Hill /Interamericana de España es utilizado como Manual en varias universidades americanas y es consultado en temas de Solidaridad y Cooperación internacional).

Para Antonio «--La reforma psiquiátrica de 1984 supuso la desaparición de los hospitales psiquiátricos, y muchos enfermos regresaron a su entorno familiar. En la tesis lo que me preocupa son las actitudes que tenía la gente hacia los familiares con hijos esquizofrénicos y la aplicación de técnicas de marketing para conseguir un cambio de las actitudes y comportamientos hacia esas familias. En este trabajo me ayudó mucho el Centro de Salud Mental de El Puerto, porque hay unos profesionales magníficos».

ACADEMIA DE BELLAS ARTES.
El pasado cinco de febrero tomó posesión como Académico de Bellas Artes, con un discurso muy vinculado con la historia reciente de la Ciudad: «La malla de Terry, la Neurociencia y el Neuromárketing», donde ofreció un discurso científico y con rigor académico. En su intervención de ingreso enlazó cómo a principios del siglo XX alguien tuvo en El Puerto la idea de poner en una botella de brandy un estímulo distinto del resto de las presentaciones del momento. «--En 1905 doña Pepa Cuvillo, en su desaparecida casa de la calle San Juan esquina con Cruces, pensó que si le ponía una malla a una botella iba a conseguir un valor diferencial e iba a producir un estímulo en el cerebro del consumidor. Quise hacer un homenaje a toda la gente que ha trabajado en Terry. El Puerto se ha dado a conocer gracias a esas personas, que han contribuido a que la Ciudad y Terry sean una marca conocida en todo el mundo». Le respondió, el también académico Enrique García Máiquez.

De izquierda a derecha, Ana “Toti” Pérez, Carmela Bernal, Carmen Aguilar, Rosa Valiente, Francisca Pérez, Chari, Milagros Martínez Mulero y Gertrudis. 18 de Octubre de 1958. Patio de la casa esquina de Cruces con Arenas, donde estaba la lechería de 'el Pelao'. (Colección Encarni Pulido. Foto Rafa).

UNIVERSIDAD DE CÁDIZ.
En la Universidad de Cádiz, ha realizado importantes innovaciones es aspectos docentes e investigadores intentando llegar a conseguir los quería cuando tenía doce años: maestro. Desde la mítica Escuela de Turismo en la jerezana calle Compañía y la Escuela Universitaria de Estudio Empresariales allá por 1972, hasta llegar a ser un principal contribuidor para la creación de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación en el campus de la vecina población de Jerez. Su última etapa en la Universidad en este año 2010 se substanció, principalmente, colaborando con el Rector en la responsabilidad de Director General de Marketing Institucional de la UCA. En la actualidad, se encuentra en situación de prejubilación, sin haber perdido vinculación con el organismo educativo, donde continúa colaborando desde otros ámbitos docentes, dirigiendo tesis doctorales, impartiendo lecciones magistrales de su especialidad, y como profesor honorario de la misma. 6000 alumnos han recibido sus enseñanzas.

Campus de Jerez, edificio universitario.

PLAN BOLONIA.
Su opinión sobre este plan de estudios universitarios es elocuente: «--Bolonia representa una excelente oportunidad para renovar las metodologías educativas y mejorar la oferta académica oficial. Supone una decidida apuesta institucional por participar en el proceso de armonización europea del sistema universitario español. Se trata de formar alumnos con una visión global, con mayores destrezas y habilidades. El alumno se convierte en el principal protagonista del nuevo escenario de educación, que está basada en el aprendizaje, en oposición a la educación tradicional basada en la enseñanza del profesor. También conlleva un cambio de paradigma educativo (pasándose de centrar la atención en la enseñanza y en el profesor a centrarse, ahora, la atención en el aprendizaje y el alumno), no basta con impartir docencia, pues hay que organizar, orientar y supervisar el trabajo y el aprendizaje de los estudiantes. Las universidades deberán seguir pendientes de los cambios que se producen en la sociedad, no sólo a nivel estatal sino también mundial, y, sobre ellos, deberán seguir adaptando su oferta académica, pues no puede pensarse que ningún título permanecerá en el tiempo sin la necesidad de introducir los cambios demandados».


Sus conferencias por importantes universidades europeas y americanas y sus publicaciones, así como su el trabajo realizado en el mundo de la empresa llevando el nombre de El Puerto de Santa María por todos los lugares, han hecho que Antonio, a sus 63 años, sea una referencia en el mundo académico y profesional en Comunicación y Marketing.

Hace pocas fechas hemos sufrido un grave problema colectivo en la ciudad: la acumulación de basuras en los contenedores destinados a su almacenamiento y en parte del acerado y pavimento de sus alrededores, debido a problemas financieros con la empresa que recepciona las toneladas de detritus que se recogen diariamente. En esta ocasión, no existían otras causas, ni laborales ni empresariales. Es decir, nada achacable a la extensa plantilla dedicada al servicio de limpieza, ni a la compañía concesionaria, Fomento de Construcciones y Contratas, la empresa más importante del sector en España, integrante del amplio parque empresarial dirigido por las hermanas Koplowitz. En realidad habría que matizar que, desde 1998, FCC es solo propiedad de una de ellas, Esther, que adquirió la parte de su hermana Alicia Koplowitz y Romero de Juseú, que es quien aparece en la imagen de la izquierda.

A estas alturas, ustedes se preguntaran, que tienen que ver las basuras, FCC y Alicia Koplowitz, una de las cinco personas más ricas de España, agasajada por los políticos -especialmente por Esperanza Aguirre- y con un reconocido talante de mecenas de la cultura y las Bellas Artes, pues es patrono, entre otras, de la Fundación Príncipe de Asturias y del Museo del Prado, con "Gente del Puerto", donde se difunden y dan a conocer  personas relacionadas con nuestra ciudad, conectadas con ella  por su nacimiento, vivencias o muerte.  Voy a intentar explicarlo.

Resultado de la 'Huelga de Calandrias', nombre del vertedero donde las empresas que los gestionan han impedido que los residuos sólidos de la Ciudad fueran depositados allí por unas diferencias en cuanto a los precios públicos del servicio con el Ayuntamiento.

Me confieso un enamorado de la teoría de "los seis grados de separación" ideada en 1929 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy, según la cual, toda persona del mundo está conectada con cualquier otra a través de, como máximo, una cadena de otras seis personas distintas. Parece increíble pero es estadísticamente cierto, aunque no podemos extendernos aquí en poner algún ejemplo práctico, salvo el recurrir a ella para encontrar una cierta similitud con la conexión portuense de esta ilustre dama contemporánea con El Puerto.

Prácticamente, casi todos conocemos que su padre, creador del imperio empresarial, era un judío alemán que huyó del nazismo en los años treinta del pasado siglo, contrayendo matrimonio en España con una señora de la buena sociedad madrileña. Pero es mucho menos conocida la personalidad de su esposa, madre de las hermanas Koplowitz. Se llamaba Esther Romero de Juseú y Armenteros y su madre, abuela de Alicia, Mª Josefa de Armenteros y Peñalver  fue sexta marquesa de Casa Peñalver. (En la imagen de la izquierda un diagrama de la Teoría de los Seis Grados de Separación, con Alicia Koplowitz, como objeto del estudio).

Apenas cumplida la mayoría de edad, Alicia Koplowitz, ya rica heredera y recién casada, debió sentir nostalgia de algún título nobiliario, considerando la cantidad de ellos que disfrutaron sus antepasados por línea materna (Marquesado de Casa Peñalver y Marquesado de Cárdenas de Montehermoso) retomando el pleito que el juzgado de Primera Instancia nº 18 de Madrid había iniciado su madre contra Fernando Sainz de Inchaústegui, marqués del Real Socorro, sobre mejor derecho al uso del mismo título nobiliario. La sentencia del pleito declaró ser mejor y preferente el derecho de la demandante. Recurrida ante la Audiencia Provincial fue confirmada en todas sus partes y, recurrida nuevamente en casación, ante el Tribunal Supremo por el demandado, fue desestimado el recurso, confirmando la sentencia de Instancia.

Uno de los argumentos más sólidos de la reclamación fue la probanza por la parte que demandaba de: "... haberse acreditado el matrimonio de aquel de quien todos tienen causa (marqués del Real Socorro) con doña Rita Luciana de Castro -que se pretendía impugnar de contrario por inválido- al contradecir esas manifestaciones, declaraba la mejor línea legítima de la actora..." El I marqués del Real Socorro, título concedido por Carlos III en 1770  al cubano José de Veitia y Rentería, sería compartido por su esposa, marquesa consorte, la también cubana Rita Luciana de Castro, nacida en La Habana.

Y aquí entra la conexión portuense, porque el padre de la marquesa era un emigrante, nacido en El Puerto de Santa María en 1681, que contrajo  matrimonio en la capital caribeña en 1722 con Ana de Espinosa, hija también de emigrantes portuenses, pues fueron sus padres el alférez Andrés de Espinosa, que nació en El Puerto en 1645 y Petrona R. de Monteser, que igualmente era natural de esta ciudad, donde nació en 1690.

El suegro portuense del I marqués del Real Socorro y abuelo materno del II, Francisco de Castro y Bravo, ejerció en nuestra ciudad en la primera década del siglo XVIII como Alguacil Mayor de MIllones y era hijo del sevillano Gabriel de Castro Barba de Ribera y de la portuense Luciana Bravo, con la que había contraído matrimonio en la Iglesia Mayor Prioral en 1676. Dos siglos y pico después de su creación, en 1984, Alicia Koplowitz se posesionó como titular del marquesado que una lejana pariente, de ascendencia portuense, ostentó igualmente. En la actualidad, desde el 2000, lo ostenta su hijo Alberto Cortina Koplowitz, al que lo cedió. (Textos: Antonio Gutiérrrez Ruiz. A.C. Puertoguía).

3

No fueron solamente Ángel Martínez, ni su sobrina Carmela los que hicieron figuritas de Nacimiento en El Puerto, aunque es lo cierto que Angelito y Carmela fueron los más notables y famosos en toda España.

Sin embargo, esta Navidad debo traer aquí el nombre de otra artesana que, aunque natural de Ubrique, floreció en El Puerto, en los años cuarenta y cincuenta. Se trata de Juana López Ruiz, conocida por “Antonia, la de los Muñequitos”. Casada con Juan García Laynez, de Rota, ella trabajó en el Hospital de San Juan de Dios, como limpiadora, cocinera y él de enfermero. Vivieron en la calle de las Cruces, enfrente de Purullena, en la casa que fue de Bononato el de los pies grandes, y allí comenzaron a crear muñequitos de Nacimiento populares, con la ayuda, a veces, de un hermano de Juana, Alfonso López Ruiz. Luego pasaron a vivir a la “Casa de Aguado” en la Plaza del Polvorista, donde y que sea por muchos años, ha vivido hasta hace un par de meses el hijo de Antonia y de Juan, Manolín.

(En la imagen de la izquierda fotografía de Juana 'o Antonia' facilitada por la familia.)

En esa casa vivió “Antoñita, la de los muñequitos” y hasta hace un par de meses ha seguido viviendo su hijo Manolín.

Con el barro que sacaba de una cantera, en el camino de “Las Boneas” –”Las Monedas”–, en un barrero que era de la Viuda de Terry, a la que, anualmente, Antonia, pedía un papelito, para que el guarda no se metiera con ella, tenía ya la materia prima. El resto era dar forma a la arcilla, blanquecina y albariza. No tenía moldes, ni modelos. Lo suyo era la inspiración, movida por los dedos, de la que salían amagos de la Virgen, de San José , del Niño, de los pastores, de las ovejas, de las cabritas, de los camellos con los Reyes, de ángeles, de Herodes y sus soldados romanos… todos cocidos rudimentariamente en un bidón lleno de serrín, y, finalmente, decorados con unas pinturillas que Antonia compraba en casa del Cárave. El resultado era de lo más “naïf” y tierno que pueda pensarse. Y de lo más primitivo. Estaban –sin saberlo ella–, umbilicalmente entroncados con el arte ibérico, o con el púnico, como si el tiempo y los milenios no hubieran pasado.

Remigio Andújar, el de la Electra Peral, el del tambor de la banda de Dueñas, el de la Cruz Roja, llegó a tener un completísimo Nacimiento con figuritas de Antonia y todos los años lo colocaba –distinto– en su casa. Muchos clientes hubo en Rota, en Jerez, en Puerto Real, en Cádiz… Pero, pasada la Navidad, Antonia, o Juana, se dedicaba a crear figuras de toreros, de picadores, de toros, de alguacilillos, de mulillas, con la misma ingenua gracia. (En la imagen de la izquierda, Remigio Andújar).

Los puntos de venta fijos estuvieron en la Zapatería del Tito, en casa de “La Trabuca”, en la calle Ganado, frente a “Rueda”, y el marido de Antonia, Juan, tenía puesto ambulante que situaba, en la misma puerta del Bar Rábago, en La Pacilla.

Yo, cuando vi la exposición de “i Fenici”, en el Palazzo Grassi, en Venecia, el año 1988, me acordé, asombrado, de Antonia y me vino a la cabeza aquello de Juan Ramón Jiménez, tajante: “No existe arte popular, sino tradición popular del arte” (Texto: Luis Suárez Ávila).

5

José Luis García Ruiz, hijo del porteño Victoriano García Linares y de la jerezana Victoria Ruiz Flores, nació en Jerez, el 24 de abril de 1947, pues su madre fue desde El Puerto a dar a luz a casa de su abuela, como era costumbre por entonces. Aquel año, mientras le cuidaba una tía abuela en la casa de la Plaza de la Herrería y sus padres estaban en el Cinema España, ‘vivió’ la Explosión de Cádiz. Tiene otra hermana menor, Mariví, que vive en Cádiz. Está casado y tiene tres hijos. Y una carrera profesional de lo mas variada, que hace que nos sintamos orgullosos de tener un paisano de su capacidad y su valía, como podrán comprobar.

Su padre, Victoriano García Linares, era natural de El Puerto, pero hijo de santanderino de La Montaña (Cabanzón). Así que José Luis está emparentado con varias y conocidas familias de montañeses en El Puerto: los Sordo, Rábago, Gutiérrez, etc. Su abuela paterna, Efigenia Linares, murió teniendo Victoriano semanas de vida. Fue criado por su tía Nieves Linares, de los propietarios del Rancho Linares –frente al Parque Acuático—y el Bar Los Pepes.

Su madre, Victoria Ruiz Flores, era natural de Jerez. Los abuelos de José Luis se instalaron en la casa de la Plaza de la Herrería del siglo XVIII que todavía subsiste  reformada, esquina a la calle Ribera del Río –en la actualidad hay una pizzería--, propiedad de su bisabuela materna que instaló en aquel edificio una sucursal del negocio de fabricación de fundas de paja para botellas, explotado por su abuelo materno. Los abuelos maternos volverían a Jerez a hacerse cargo del negocio principal al inicio de los años cuarenta del siglo pasado.

LA CALLE SAN JUAN.
De pequeño vivió en la casa número 5 de la calle San Juan esquina a Postigo. En ella su abuelo, Luis García Caso abrió un almacén de Ultramarinos complementado con mayoreo de todo lo necesario para sus clientes. Fue, al parecer, un negocio boyante pues en él se surtían la gente de campo –los mayetos—que cultivaban múltiples huertos que ocupaban los terrenos que fueron expropiados para lo que luego fue la Base Naval de Rota, en su parte del término de El Puerto. Allí tenían crédito indefinido, hasta la recogida de las cosechas. Con dicha expropiación el negocio empezó un lento pero continuado declive. Desapareció al inicio de la década de los ochenta. Su padre vendió el inmueble –está previsto que en esa esquina junto con la finca colindante de Postigo se construya la plaza José Morillo León—y se marcharon a vivir a Jerez, a poca distancia de la casa de José Luis, hasta el fallecimiento de ambos.

Con sus padres, en la azotea de la casa de la calle San juan, al fondo podemos ver la calle  San Juan esquina con Meleros. En esa casa vivía la familia Barbudo. Eran cuatro hermanas, Marina, Juani, Cecilia e Isabel y un hermano, José Juan --Pepe Barbudo--. En su casa pasó nuestro protagonista muchas horas; se iba muchas tardes porque D. Arturo padre tenía la colección completa del Coyote y otros libros interesantísimos y José Luis era ya, desde los seis años, un lector empedernido.

Hoy lunes 29 de noviembre ha comenzado la demolición de la casa de la calle San Juan, 5,  esquina con Postigo, la que fuera vivienda de José Luis. Tras la demolición ha quedado este solar.

PORTUENSE TRUNCADO.
Su condición de portuense se frustró como consecuencia de una enfermedad de su madre. Así pasó a vivir con unos tíos jerezanos que no tenían hijos y que en la práctica le prohijaron. Por eso anduvo desde los cuatro a los nueve años en un movimiento permanente entre Jerez y el Puerto, que se decantó finalmente por Jerez cuando realizó el ingreso en el Colegio de los Marianistas  en el que  ya continuaría hasta los diecisiete. Pero cada verano, hasta los catorce años en que empezaron a mandarle al extranjero por aquello de los idiomas, volvía puntualmente a El Puerto con sus padres.

Fotografía en el colegio de la calle Luna, de los 6 a los 8 años. El colegio de la calle Luna, sucursal infantil del de la Pescadería y el cariño de la señorita Adela. Al año siguiente, el respeto imponente que causaba D. Ciro Morata Torres, hombre admirable hecho a si mismo que pasó de guardia civil a practicante, a costa de sacrificios y esfuerzos…

IMÁGENES DE LA INFANCIA.
Recuerda José Luis “las primeras imágenes son infantiles, algo imprecisas, de contornos vaporosos, casi misteriosos. Aquella casa de la calle San Juan, esquina a Postigo, con su patio de losas de tarifa y aquella sillita con que me cruzaban la calle para recibir mis primeras letras de las hijas de Don Antonio Cosmen en el bajo de su casa. Aquellas monjas del asilito de la calle Cielo, con sus tocas almidonadas…  Las ululantes lechuzas de la Prioral que escuchaba despavorido por las noches…  La inmensidad de la playa de la Puntilla, con el Himalaya de los montes de arena que la separaban de la selva inabarcable que eran los pinares de San Antón… (En la imagen de la izquierda, con su hermana Mariví, en la playa de La Puntilla).

Los azules coches Bootello… La barbería de Rojita en la calle Luna donde me cortaron por vez primera unos casi tirabuzones rubios que yo tenía….La misteriosa casa de la plaza de la Herrería, propiedad de mi bisabuela jerezana, alquilada por cuartos a una multitud de  pescadores alicantinos y en la que se había refugiado  la Yaya, que era una tía de mi madre, jacarandosa y aflamencada, indistinguible, en mi penumbra evocadora, de las conocidas fotos de Estrellita Castro, y llena de las historias mágicas derivadas de una existencia aventurera vivida hasta la última peseta y la última copa. y en cuya compañía, según me contaron años mas tarde, viví con pocos meses la explosión de Cádiz, mientras mis padres estaban en el Cinema España…”

Luis Suárez Ávila ha escirto del que fuera su vecino José Luis: "Me traslada a nuestras infancias felices, en nuestras casas, la tuya el número 5 y, la mía en el número 19, de la calle San Juan de El Puerto de Santa María, y  a un día de Reyes, en que te pusieron a ti una moto,  casi de verdad, con su faro y su piloto que se encendían, y hacía, al darle a los pedales, un  ruido como de fingido motor. A mí se me iban los ojos detrás de esa moto, porque a mí me habían puesto Sus Majestades de Oriente un caballo de cartón, enorme, con una de las manos levantadas, tordo habado, con su montura vaquera, obra de Brotóns, el artesano de Jerez.    Y envidiar la moto de José Luis, no sé si fue una temprana opción por la vanguardia  frente a lo caduco; por la modernidad frente a  la tradición. O, a lo mejor, simple arrebato, curiosidad y capricho por lo apetecible en aquel momento. Más bien esto último". (En la imagen de la izquierda, con la recordada moto roja y su hermana Mariví, en el Parque Calderón).

"Y luego, --continúan los recuerdos de nuestro protagonista-- los mejores meses de Agosto de mi vida, pues aquí los pasé todos los años siguientes hasta que cumplí los catorce, y que vieron mi tránsito de la infancia a la adolescencia en un decurso de recuerdos que empieza con aquellas jornadas temporalmente infinitas de playa y, sin solución de continuidad, parque --Calderón, claro está, ¿cuál otro podría ser?--. Y la torta del Canal y el cruce de éste hasta la terra incognita del otro lado; y el Castillito; y las excursiones a la punta La Colorá; y  los cines de verano --Macario, Colón, España, mucho más tarde creo recordar que el Avenida--. Y el Bar Central, su ensaladilla y las copitas de Padre Lerchundi, el primer vino que probé en mi vida… "

LAS NIÑAS DE EL PUERTO.
Y a vueltas con sus recuerdos de aquellos años, José Luis rememora "Decurso  que continua sobre todo con el recuerdo de  la efervescencia hormonal de aquella edad y el descubrimiento de aquellas niñas de El Puerto tan rematadamente guapas que hacían verdad la copla del arropiero tantas veces cantada, con aquella su americana blancuzca doblada sobre el brazo que sostenía el canasto de las arropías: “Tres cosas hay en el Puerto que no las tiene la Habana: Las bodegas de Terry y Osborne,  mujeres muy guapas muy guapas y el tío de la americana….lan laralan lanlana”

“Esas niñas de El Puerto y algunas veraneantes que, es otra evocación que me viene, solían ser casi siempre parejas o tríos de hermanas: Las Insua, las Merchante, las León, las Gay, las Bellvis… aunque os confieso que yo bebía los vientos por Mery Nuchera y como un flash irresistible se me viene a la mente el temblor con que, sentado a su vera,  vi una película inolvidable, aunque no recuerde cual era, en el Cinema España”.

De izquierda a derecha, fila superior: Mery Nuchera, Celia Insúa, Lalo Muñoz, Ana María Insúa. Elisa Muñoz Manzanera. Fila inferior: José Luis García Ruiz, Aldo –italiano con familia en El Puerto–, José Luis Calle, periodista de ABC con casa, todavía, en El Puerto, Juanele y Jose Miguel Merchante. Verano de 1960. (Foto Aguilar. Colección: Celia Insúa Lavín).

LOS AMIGOS.
“Y de aquella época también quiero evocar a los amigos de El Puerto. En primer lugar los clanes familiares que compartían con nosotros la franja de la Puntilla en que se ponían concordadas las casetas: Los Py, más que amigos familia, los González Herrero, los Thuilliers, los Paullada Porras… Y a continuación los amigos coetáneos: los Suárez, Luis, Juan, Jesús, y su batería de primos; los Merchante –Manuel Jesús, José Miguel, Fernando, Javier, y su otra batería de primos sevillanos, creo recordar que Cobos de apellido; los Gutiérrez Colosía, los Rodríguez Rendón –Paco y Pepe- y otros apellidos que me vienen a la mente como Rábago, Peralta, González Muñoz… En fin, tantos y tantos…”

PERIODISMO EN MADRID.
José Luis marcharía a Madrid para estudiar en la Escuela Oficial de Periodismo, en unos convulsos años universitario, reflejo del mayo francés. Y se incorporará con su correspondiente titulación, como redactor y miembro del Consejo de Redacción de la revista “Cuadernos para el Diálogo”, bajo la dirección de Joaquín Ruiz Jiménez, revista que en los setenta de siglo pasado se erigió en un foro de sectores democráticos. Ruiz Giménez, democristriano, se convertiría en el primer Defensor del Pueblo de la nueva era democrática. José Luis permanecerá en 'Cuadernos' entre 1968 y 1972, con el paréntesis del Servicio Militar. (En la imagen de la izquierda, Joaquín Ruiz Giménez, fallecido en 2009).

MILITAR DE DOS ARMAS.
Nuestro protagonista estuvo como aspirante a Alferez de Infantería en el Campamento de Montejaque (Málaga) y también en la Marina. Y es que es de los pocos españoles, además del Rey, que pueden presumir de haber vestido distintos uniformes militares. La explicación no es otra que la de ser un represaliado –modestísimo, según él-- en el Franquismo y su condición de agitador en la Universidad de Madrid, exagerada por el Servicio de Información Militar,  dio lugar a su expulsión de las Milicias Universitarias y reenvío a la Marina. Tras pasar por el Cuartel de Instrucción de San Fernando pasó el resto del servicio militar en El Ferrol. Afortunadamente ello ocurrió cuando acababa de terminar ya en la Universidad, así que no le causaron grandes perjuicios. (En la imagen, José Luis, vistiendo uniforme de dos armas: tierra y mar).

EL MUNDO DEL DERECHO.
También obtendrá su Licenciatura en Derecho, emprendiendo su devenir  como abogado en ejercicio del Ilustre Colegio de Madrid y como socio en el Bufete Peces-Barba y Asociados, “como una premonición de tu devoción por el estudio del Derecho Constitucional, al lado de quien, con los años, sería uno de los padres de nuestra Constitución vigente” como afirma el letrado y paisano de la calle San Juan, Luis Suárez. Luego, el doctorado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, su incorporación a la Universidad como Profesor Adjunto por oposición, mas tarde en excedencia, de Derecho Político, y su vuelta al sur, a la ciudad donde vivió su adolescencia:  Jerez, en la que se implica en la aventura docente del Colegio Universitario y la Facultad de Derecho de la Universidad de Cádiz, también en Jerez. (En la imagen de la izquierda, Gregorio Peces-Barba).

CATEDRÁTICO DE DERECHO CONSTITUCIONAL.
Acaso de su etapa con Peces Barba le viniera la inspiración para animarse a estudiar y obtener con brillantez la Cátedra de Derecho Constitucional en la Universidad que compatibilizará con diversas ocupaciones en el mundo de la empresa y, más adelante con la Dirección del Departamento de Disciplinas Jurídicas de la Universidad de Cádiz.

José Luis García Ruiz con Luis Caballero Florido.

En el Palacio de la Moncloa, en 1988, entrevistándose con el presidente del Gobierno, Felipe González, en calidad de presidente de FEDEJEREZ.

LA EMPRESA Y LAS ORGANIZACIONES EMPRESARIALES.
Se incorpora al mundo de la empresa en 1974 como Director General de las Bodegas Sánchez Romate, S.A. y Viñas, S.A. puestos que desempeñará hasta el año 1986. Al año siguiente, en 1987 y hasta 1996 ocupará dado su prestigio en alza, la presidencia de la Federación de Bodegas del Marco de Jerez (FEDEJEREZ); la Vicepresidencia de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), y una Vocalía de la Junta Directiva de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Además en 1992 será el presidente de la Comisión de Negociación Colectiva de la CEOE.

El 12 de abril de 2002, S.A.R. don Felipe de Borbón, firmando una bota en la Bodega de San Ginés, en presencia de García Ruiz.

José Luis, acompañando al entonces presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, en una visita a la sede del Consejo Regulador del Sherry.

PRESIDENTE DEL CONSEJO REGULADOR DEL SHERRY.
En 1997 ocupará la Presidencia del Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen Jerez-Xérès-Sherry, Manzanilla de Sanlúcar y Vinagre de Jerez, así como miembro del Consejo Social de la Universidad de Cádiz y de la Fundación Universidad-Empresa, puestos en los que permanece hasta el año 2003.

Tomando posesión por cuarta y última vez en el Consejo Económico y Social del Estado.

MIEMBRO DEL CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL DEL ESTADO.
Ha sido  miembro del Consejo Económico y Social del Estado desde 1991 a 2009, y es miembro, actualmente, del Consejo Consultivo de la Junta de Andalucía, del Consejo Andaluz de Universidades, del Consejo Asesor de Diario de Jerez y es además asesor del Grupo Editorial Joly, que publica nueve periódicos en Andalucía.

PUBLICACIONES.
Es autor de los libros “Desarrollo Político y Constitución Española”, “El Recurso de Amparo en el Derecho Español”, “El Derecho Propio de Andalucía”, “El Consejo Económico y Social” e “Introducción al Derecho Constitucional” y de más de cuarenta trabajos de su especialidad publicados en revistas científicas o en libros colectivos.

Durante su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes, de izquierda a derecha, José Luis García Ruiz, Luis Suárez Ávial, María del Carmen Cebrián y José Luis Lojo. Mayo 2010.

ACADÉMICO DE SANTA CECILIA.
Es el último académico hasta la fecha elegido por la Academia de Bellas Artes, en sesión celebrada el 21 de enero de este año, tomando posesión en el Castillo de San Marcos el pasado 28 de mayo de 2010, con el discurso de ingreso: “Un problema secular en España: la cuestión territorial”. En los prolegómenos de su intervención afirmaba: “Para mi este acto y este marco significan mucho más que una satisfacción académica porque constituyen más que cualquier otra cosa, un reencuentro. Pero no es un reencuentro cualquiera sino uno muy especial porque está impregnado de un sin fin de evocaciones que, como en una situación de duermevela, han ido viniendo a mi mente haciendo renacer un cúmulo de imágenes, aparentemente olvidadas pero que estaban en mi subconsciente, de aquellos tiempos discontinuos en que fui tan feliz en este Puerto de Santa María al que ahora formalmente retorno. Tiempos eternos de la infancia y la adolescencia, tan diferentes de los fugaces y efímeros que enmarcan la madurez”. Fue contestado por el letrado, académico y colaborador de Gente del Puerto, Luis Suárez Ávila. Pertenece además, como Académico de número, a la Real Hispanoamericana y al Ateneo de Cádiz.

Casado con María Antonia Prado Peinado, periodista y abogado y desde hace muchos años, letrada de carrera en el Ayuntamiento de Jerez. En la imagen, con sus tres hijos, de mayor a menor Luis, Andres y Jaime en el año 2000, día de la graduación del pequeño.

Hablando sobre el vino del Marco del Jerez en la web Biografía Moderna del Vino de Jerez, un docuweb en torno al Jerez y su mundo, impecable sitio en internet de Antonio Lobo.

8

‘Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo’ Antonio Porchia

El tiempo pasa inexorablemente, el pasado, presente y futuro está a pesar del largo tiempo transcurrido y por transcurrir, unido, parece fue ayer, pero hemos pasado rápidamente a un mundo de tecnologías que han eliminado imágenes en nuestras vidas que por suerte seguimos teniendo en la memoria, y de eso se trata este escrito, de recordar aquellas figuras hoy obsoletas.

Capilla de la Sangre, en la calle Palacios esquina con Nevería, (frente al Bar Apolo y la Óptica, más tarde aquí estuvo el Bar La Mina) desde donde está tomada la foto que presenta un precioso empredado de la calle, con aceras de doble losa de Tarifa.

Ya no tropiezas en una calle empedrada cual calzada romana que un empedrador se esmeraba en nivelar, ni calles llenas de chinos no con tiendas de todo a cien como ahora, sino calles llenas de chinos pelúos que fueron poco a poco sustituidas por esos adoquineros que rellenaban de tierra, que con una cuerda marcaban la línea y que colocaban poco a poco esos pesados adoquines dejando un dedo de espacio para rellenar más tarde con cemento y que reinauguraban como un avance y minimizaban el traqueteo de las carretas, haciendo un poco más felices a los carreteros, a los ciclistas de ruedas macizas y los dueños de los primeros seiscientos.

Los arrieros enfilaban a primera hora sus burros  al servicio del calero hasta la playa a por arena en viaje de vuelta a la calería por la calle Santa Lucía. Cerones a rebosar, borricos adornados por el diseño de los guarnicioneros y con las espuertas de esparto a lomos para aprovechar el viaje de cada borrico que fueron habilidosamente creadas por los esparteros.

Empezaba el día y los barrenderos comenzaban su faena cargando las espuertas de goma con aquellas dos medias paletas metalicas y aquél escobón de palo largo y grueso con el ramillete de esparto que planeaba constantemente sobre las aceras arrastrando las colillas de los celtas y los peninsulares. Por delante el varillero que había acudido a la llamada de los vecinos porque las pozas estaban atascadas y había que retirar la arena.

La mañana era en el pueblo medidor de vida, de actividad comercial, el sillero con su manojo grande de enea arreglando las sillas que los taberneros tenían desfondadas y obligaban a sus clientes a tener que sentarse sobre el palo haciendo equilibrios mientras se echaban al gaznate de un tirón el vaso de vino blanco. El zapatero remendón dejaba su canto para ver pasar a las muchachas zurcidoras que con esas habilidosas manos arreglaban las carreras de aquellas medias que vendía bajo precio el estraperlista como de calidad y traídas del extranjero y que mostraba a sus clientas con el mayor de los misterios.

Pepín el barbero colocaba sus paños blancos sobre las estanterías de cristales a la espera del primer cliente, Pepe el tendero de Ultramarinos Genaro apuntaba ya en el papel de estraza las primeras cuentas y las pinchaba en aquél alambre en el que contabilizaba los “mandáos fiáos”. El carbonero de la calle Nevería con la boina calada hasta las cejas y la cara ennegrecida preparaba el picón para las anafes, el ditero con su gordo cuaderno en el sobaco y sobre el brazo prendas de vestir empezaba su recorrido diario para apuntar con un lápiz grueso que mojaba con saliva los a cuentas de sus clientes antes que llegaran los cobradores de los bancos y de las tiendas. El dulcero sacaba a pasear aquellas sultanas de coco y “güevo”. El lechero, el mielero y el recovero se hacían los amos de las casapuertas. El matarife se encaminaba al matadero con su atillo de cuchillos afilados, el picapedrero y el cantero se enfilaban hacía la sierra de San Cristobal, El Puerto era un clamor de prosperidad. Los tejadores no paraban de faena que tenían,  e iban de la mano de los desollinadores con aquellas escobas larguísimas de caña llevándose todo el negro hollín de aquellas chimeneas cocinas. Y al quite de ellos el “encalaó” con su cubo de cal viva y sus escobillas para acicalar las casas y dejarlas listas para el verano.

El herrero de las Siete Esquinas adornaba sus cierros y balcones compitiendo en el martilleo con los toneleros, y los arrumbadores movían las botas y toneles por la calle Valdés de una bodega a otra. El hielero en su carricoche le hacía competencia desleal al heladero, que pedaleaba incansable, vendiendo junto con el hielo aquellas botellas de gaseosa “La  Revoltosa” fresquita que competían con La Casera para apoderarse del mercado.

Las calles principales eran un hervidero de gente moviendo el comercio, con su bata gris o marrón claro en algunos casos con una larga hilera de botones, el recadero iba de un lugar a otro llevando y trayendo paquetes y recados,  el cuchillero pregonaba sus navajas de Albacete, el paragüero ofrecía sus varillas y sus arreglos, el alfarero paseaba a lomo de su mulo sus cántaras y vasijas de barro, la entrada al Mercado de Abastos era una exposición mostrada sobre atillos a partir carillo de chucherías de Severo,, el buhonero esparcía sus peines, botones y baratijas,  más allá el alpargatero mostraba orgulloso los últimos diseños, el marroquinero mostraba sus artículos de piel o imitación generalmente, carteras, bolsas de todos los colores, billeteras, tejedores que vendían sus sábanas de lino y gruesos “jerseis” de lana con muchos coloridos.

La gente prosperaba, arrinconaban  los pantalones con parches en el culo, había futuro, se creaban empleos para toda la vida, el cobrador del tranvía iba como un almirante engalanado, el prestamista se apoyaba en su bastón y asomaba el pico de un pañuelo blanco en el bolsillo superior izquierdo de su chaqueta y aguardaba impasible a la espera de recuperar su dinero, el alguacil del ayuntamiento llevaba presto para ejecutar en su carpetilla  los mandatos del alcalde andando más que un peón caminero.

Los niños cantábamos el Cara al Sol al entrar cada mañana al colegio, nos “endiñaban” nuestra dosis de leche en polvo y de aquel queso amarillento que se pegaba al cielo de la boca y nos íbamos cantando “Paloma si vas al monte....”. Jugábamos en las calles Palacios y San Bartolomé al atardecer mientras las golondrinas y vencejos revoloteaban y de forma acompasada se oía el cacharrareo del latero, del hojalatero que te hacía un cazito con una lata de leche condensada, a Dª Virginia, profesora de piano vecina de mi abuela y de Manolo Martínez Alfonso, y de los Govantes, siempre de negro y de roete con su do re mí, al piano.

El campanero se volvía loco tirando de una y otra soga para hacer sonar las campanas para el rosario. Apenas éramos interrumpidos en nuestros saltos de las “papas cocías”, en nuestra pelota al ruedo, la lleva, lleva... cuando pasaba el colchonero que ofrecía sus servicios de vareo de la lana o  la borra de los menos pudientes despelmazándola con gran habilidad para poder ser usado el colchón como el primer día, el afilador que hacía sonar su chiflo con su música tan característica, que cuando era requerido le ponía aquella correa ancha de cuero a la rueda de madera que elevaba sobre un caballete y que con un motor hacía girar para afilar los cuchillos y las tijeras produciendo aquellas chispas que salían despedidas con fuerza y  nos hacían soñar en dragones. Antonio el barquillero con su canasto de mimbre repleto de barquillos y con su reolina para probar suerte. El arropiero que iba camino del parque Calderón para apostarse en la entrada con sus arropías de color rosa y pegajosas.

Un parque que se llenaba de gentío paseando a las fresquitas oliendo a papas fritas y buñuelos, a pescaíto frito y viendo de reojillo esas gambas y langostinos de Romerijo que eran entonces para unos pocos, las tajaítas en la puerta del bar La Marea, los ostiones. Los americanos en el Santa María, caballitos de sube y baja, niños llorando y riendo en el carro de “las patás”; el cerillero que se acerca para ofrecer esa cajillas de cerillas finas que dejaron olvidados a los encendedores de mechas largas amarillas veteadas de negro.

El limpiabotas con su caja y su silloncito de madera con un acolchado filiteado y que se anuncia con su “limpiaaaa", y atento a todo el fotógrafo con aquella caja roja llena de fotos en sus laterales puesta sobre un alto trípode y dejando caer por un lado aquella larga manga negra. Casa Flores, Los Portales, Las Rejas, Ceballos no eran lo que es y siguen en el presente. Y como si formara parte del parque, un Tonino esperando le llamaran maricón para asomar por la manga su muñon; a mí me conocía: decía "--Tú eres el hijo de Milagros": el Chumi con dos barcas por zapatos, el Guarigua al que le cantabamos "Ya se murió Guarigua, Dios lo perdone, se lo ha llevao volando, los cigarrones"; el Baba con sus pellizcos, La Guachi con su canasta de mariscos y cantando, cuando estaba agustito "Terry, Terry, Terry, el de la maya dorada", el Papi patatas fritas de noche, pescado de día, iglesia y procesiones a la sombra de D. Manuel Salido, el Tagarnina y su radio de deportes solo del Racing, de aquél de la fábrica de Vipa en la que veíamos a un Manolo de Central, a Fenoy de lateral o a un Ricardo pañuelo en la frente... goleando al Jeré, Luichi con sus devaneos, bailoteo de muñeca y respuesta para todo, un Ratón de gorra y bastón ataviado de pañuelo al cuello, y es que el Parque Calderón era la artería nocturna de El Puerto.

De izquierda a derecha, Tonino, El Chumi, El Papi, El Tagasnina. (Fotos: Miguel Sánchez Lobato).

Ya se acercaba la noche lo indicaba el mamporrero de los caballos cartujanos de Terry que charlaba animadamente con el herrador a la salida del trabajo. El acomodador del Teatro Principal de Nuchera llevaba la linterna en la mano porque ya empezaba la función. En El Puerto ciudad próspera ya no teníamos serenos y perdimos el canto de las horas en punto y sin novedad, tampoco fareros, dejamos de tener esos barqueros que nos cruzaban el río Guadalete desde la playa de la Puntilla a la de Valdelagrana y viceversa en la desembocadura del río y cerca de la torta en la que jugábamos al fútbol cuando bajaba la marea, mientras la virgen del Carmen atenta era saludada por los barcos en sus idas y venida a la mar. Un río que desde el vapor nos dejaba ver en su ribera al cordelero trenzando cuerdas de cáñamo y esparto girando la manivela hasta montar una única y gruesa maroma. Un poco más allá los rederos con su agujas de madera arreglan las artes, reparan las redes de pesca a la vuelta de los barcos de faenar, ajustan las relingas de flotadores y plomos. Montones de trasmallos y algunas nasas, pollos de pelea en sus jaulas  de madera, gallinas inglesas picoteando restos de pescado seco.

Redero en la Avda. de la Bajamar, donde hoy se encuentrar el último aparcamiento, frente a La Nueva Dorada. (Foto: Rafa. Archivo Municipal).

Las gaviotas acompañan  con su vuelo majestuoso al vapor desde la barra hasta puerto, cierras los ojos para soñar despierto recibiendo en tu cara los rayos del sol humedecidos con la brisa marina y me transporto a aquellos días en que viví en Campo Lugar un pueblito de Cáceres en dónde conocí al pregonero que haciendo sonar su trompetilla  “turú, turú, de parte, del señor alcalde, se hace saber...." y nos hacía saber todo lo que acontecía a la vez que como hombre anuncio nos indicaba las mejores ofertas de sandías y melones y a quién la chiquillería, al menos mis hermanos y yo no habituados, les seguíamos como su cuadrilla particular.

Allí había bastante menos ajetreo que en El Puerto, gallinas y cerdos por las calles paseando libremente, mulos y cerones, el trillero, el talabartero, dedicado a sus menesteres, el aguador con su cisterna tirada por un borrico y que proveía llenando las cántaras de los vecinos, amaneceres para otras profesiones distintas, segadores, resineros, hacheros, recolectores, porqueros, mesegueros, capadores, molinero, albarquero, curtidores, bataneros y aquellas señoras lavanderas que con un rosquete sobre su cabeza soportaba cestas de ropas camino del río...  la sirena del Adriano II llamó de nuevo mi atención, ya estaba atracando y preparando un nuevo viaje a Cádiz. (En la imagen, Francisco Gómez Badillo cabo primera de la guardia urbana dirigiendo el tráfico en un pedestal con sombrilla en la Plaza de las Galeras, en 1960).

Espero que con esta narrativa haya traído recuerdos, que no es sino una forma de homenajear, y aunque uno no sea un juglar ni un contador de historias,  ni un bufón más bien un cagajonero de la vida, sea yo mi propio verdugo y que como un praegustador pruebe yo mismo a modo de veneno mis propios devaneos con el recuerdo. (Texto: Manolo Cruz Vélez).

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Enrique Pedregal Valenzuela nace en 1937 en el número 7 de la calle San Juan, quinto hijo del matrimonio formado por Enrique Pedregal, natural de El Arahal (Sevilla) y de la jerezana Ángeles Valenzuela Carribero. Los hermanos Paquita, Conchita, Eugenio, Miguel, Enrique, José María y Angelita serían los hijos de tan numerosa familia. Enrique viviría, a lo largo de su vida también en la calle La Palma, Nevería, San Bartolomé, San Sebastián, Santa Luciía y, desde 1980, en la esquina de Santo Domingo esquina y vuelta con San Bartolomé.

En 1937, año del nacimiento de Enrique, fueron alcaldes de El Puerto, Francisco Quijano Rosende y Antonio Rives Brest. Rafael Alberti publica ‘De un momento a otro’. Llega a El Puerto el músico Francisco Dueñas Piñero, que entra a prestar sus servicios en el Ayuntamiento. El General Modesto mandaba la 4ª División del Cuerpo del Ejército de Madrid. El 14 de enero fallecía en El Puerto, José A. Ruiz de Cortázar y Sanginés, Interventor de Fondos del Ayuntamiento, casado con Luisa Tosar y Zurututza. Fueron fusilados, en el término de El Puerto, la madrugada del 4 de enero, Luis García Sahagún, maestro nacional y ex-primer teniente de alcalde del último ayuntamiento republicano de Sanlúcar, junto a él, el hijo el ‘Quincallero’ de la Plaza de San Roque, ‘el Manga’, secretario que fue de los viticultores y ‘el Chato de la Dehesa’ padre, todos ellos de Sanlúcar. Al mes siguiente, en febrero, el General Franco le concedía la Medalla Militar individual al falangista Fernando Zamacola. El alcalde socialista de Torre Alháquime Pedro Pérez Álvarez fue condenado a muerte y fusilado en El Puerto el 2 de julio de ese año.

Imposición de la insignia de la Juventud de Acción Católica en San Joaquín, con Don Luis Bellido y Luis Almansa.

Estudió en La Divina Pastora, en la calle Luna y con D. Juan ‘el Cojo’, y más adelante en Campano (Chiclana) interno, donde coincidiría con Pepe Macías, Pedro Gutiérrez Maza, Manuel Villanueva entre otros. De vuelta a El Puerto, estudia en La Pescadería, donde coincidirá con Joaquín Solís, Pepe Alba, Antonio Benjumeda, Pepe Crespo, … hasta reválida de sexto, quedándose como profesor, donde permanecerá por espacio de 7 años, dejando la docencia el primer año en el que este colegio se traslada a los Jesuitas, por incorporación al negocio familiar de los muebles.

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Trabajando en la mesa de despacho de su padre, que todavía conserva.

Huérfano de padre desde los 13 años, Muebles Pedregal era llevado por su viuda, Ángeles Valenzuela, una trabajadora infatigable, que a veces no dormía de noche, trabajando, para poder cumplir los compromisos y sacar a tan numerosa prole adelante, que además regentó un almacén de Ultramarinos en la esquina de San Bartolomé con Federico Rubio, donde está el Bar Triana.

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Durante unas maniobras, haciendo el Servicio Militar.

Hijo de viuda, trabajando, pidió varias prórrogas posponiendo el Servicio Militar que acabaría haciendo en la sede central del Ministerio del Ejército en Madrid, con 26 años. Recuerda Enrique que allí se comía y se vestía bien –estamos en 1963--, dando clases por las tardes a los que no sabían leer y escribir. Su destino final sería como administrador de diferentes campamentos. Era ministro del Ejército por entonces Camilo Menéndez. De su don de gentes queda la anécdota de que acabaría tomando copas con el ministro en una cafetería cercana al ministerio.

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Con su novia, Milagritos Cárave, con la que ya casado tendría cuatro hijos.

Se casa en 1966 con Milagros Cárave García y se va a vivir a la casa familiar en San Bartolomé, frente a la portada barroca del Instituto Santo Domingo. Con Milagros tendrá cuatro hijos que le han dado nueve nietos.

HERMANDAD DEL OLIVO.
En 1960 se suma a la iniciativa de aquellos cuatro jóvenes que la tarde del Domingo de Ramos de 1960 de fundar una nueva hermandad en El Puerto, El Olivo, que este año ha cumplido los cincuenta de existencia. Formó parte de aquellos 20 hermanos que, aportando cien pesetas cada uno, conseguirían adquirir los enseres imprescindibles para sacar, al año siguiente la Hermandad a la calle. Y recuerda a Luis y Enrique Ortega, Chemari Gutiérrez Colosía, Antonio Herreros, … Para sacar adelante la Casa de Hermandad de la calle San Sebastián, --las Escuelas Pías de la Aurora—se organizaron diversas campañas: la Operación Ladrillo, la Operación Vigueta. Estuvieron incluso a punto de comprar la Iglesia de las Capuchinas al promotor inmobiliario Fernando Medina, de FERMESA, operación que no cuajaría. Enrique Pedregal fue Hermano Mayor de El Olivo durante un mandato.

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En la Feria, de izquierda a derecha, María del Carmen Gómez, Antonio Romero Castro, Enrique Pedregal, Milagros Cárave, Paquita Fernández Vélez y Antonio Otero, de Obras Públicas.

HELO LIBO.
Con Antonio Romero Castro se puso a la faena de montar una caseta en la Feria de Ganado –la versión de día de la Feria de Primavera— en el Palmar. Pusieron de moda la venta de tickets usando para ello el kiosco que se utilizaba para la venta de tickets en las Carreras de Caballos de Valdelagrana. Aquellos fueron vinos de Jiménez Varela los que se llevaron a la Feria.

Al año siguiente, fueron a un sitio mejor, con la caseta más amplia, llegando a vender 1000 medias botellas de Fino Quinta, que costaba entonces 25 pesetas. Ese año inventaron los tickets vendidos antes de la Feria. Y ya desde siempre llevarían los vinos de Osborne.

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El año del Pregón de Helo-Libo, de izquierda a derecha, Juanin Varela, Juan Durio Siloniz, Enrique Pedregal, Paco del Castillo, Manuel Martínez Alfonso y, de espaldas, Ventura Lozano Moreno.

En 1992, conocedor como nadie de la historia de la caseta y de la Feria, pregonó el Decimoprimer Pregón de El Olivo, cuya caseta ya había conocido otras ubicaciones: 2 en El Palmar, 1 en Crevillet y 2 en Las Banderas. Artífice del palabro ‘Helo-Libo’ lo que viene a significar ‘Aquí Bebo’, recuerda como se popularizaron en Crevillet los pollos asados y la venta de lechugas aliñadas en el interior de la Caseta. Y rememora cuando el torero ‘El Viti’ reapareció en El Puerto durante la corrida de Feria: dos autobuses de Vitigudino (Salamanca) habían venido a verlo, pero estuvieron tan a gusto en la Feria que no pisaron la Plaza de Toros y se enteraron del festejo por la crónica radiada de D. Manuel Rosales, ‘Don Puyazo’.

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En 1995, en la Caseta de Helo-Libo, con algunos prgoneros de la fiesta:   Juan Ignacio Varela Gilabert, Manuel Martínez Alfonso, Serafín Álvarez-Campana Gaztelu, Francisco del Castillo-Merino Tellería, Juan Durio Siloniz, Luis Suárez Ávila, Enrique Pedregal Valenzuela, Jesús Nogués Ropero, Venancio González, Antonio Muñoz Cuenca y Juan Villarreal Panadero, conjuntamente.

GRANDES ALMACENES.
Los principios de la tienda, cuando los muebles llegaban en bruto y había que terminarlos en el almacén, son memorables. La casa de la calle Nevería habaía pertenecido al padre del poeta José Luis Tejada –don Felix Tejada—y, aunque primero estuvieron de alquiler, será a finales de la década de 1950 cuando adquieren la propiedad del edificio. Aprovechando un viaje de la matriarca a Barcelona, Enrique desmontó la vivienda familiar y también la usó como zona de exposición. Se incorporan al negocio su hermano Eugenio, que vivía y trabajaba en Barcelona y su cuñado Benjamín Lora. Habían nacido los nuevos Muebles Pedregal y se quintuplicaron las ventas.

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Con 'la competencia' los hermanos Diego y Antonio Pantoja del Puerto, tomando una copa de Fino Marinero.

Durante un tiempo existieron en El Puerto dos grandes casas de venta de muebles: Pedregal y Pantoja en la calle Larga; mas adelante vendrían Mobilandia y otros. José Pantoja, natural de Medina y padre también de una prolífica descendencia, tenía un estudio de fotografía en la calle Ganado. Era curioso observar como, en la propaganda en los cines, y luego también en letra impresa en los periódicos de la época, el eslogan publicitario que promocionó Enrique era: “Si, pero… Muebles Pedregal es mejor”, algo que hacía sin meterse con nadie, pero en clara alusión a la competencia, algo prohibido en la normativa publicitaria española. El logotipo de la firma era la ficha del Dominó del 3 doble, y en las esquinas del centro se podían ver las ofertas anunciadas en una especie de cartelera de cine, en este caso, de muebles.

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En la Base Naval de Rota, recibiendo la acreditación como único miembro civil del Club 'Hay Motivo'.

LA RECONVERSIÓN.
El edificio emblemático de cuatro plantas de la calle Nevería se construiría en el solar que dejó la casa en 1972 y que traería la transformación, muy de la época, hacia un nuevo concepto, el de Gran Almacén. Ya no solo se atiende al particular sino a los promotores inmobiliarios de la zona que entregan apartamentos amueblados. Luego vendrían organismos oficiales y grandes colectivos: la Base Naval de Rota, los Cuarteles de Infantería de Marina de San Fernando, el Cuartel de la Legión en Ronda, Diputación, ayuntamientos, … Todo desde la calle Nevería. La empresa llegaría a tener a 35 trabajadores en plantilla y una importante flotilla de vehículos, además de almacenes fuera de la sede central de Nevería.

Las grandes superficies, la competencia salvaje desde otros grandes almacenes de la provincia e incluso fuera de ella llevan a la reconversión de Muebles Pedregal que se acaba deshaciendo del inmueble de Nevería, que venderá al Ayuntamiento y hoy es sede del Área de Bienestar Social. La firma se traslada a la Plaza de Isaac Peral y luego a Nevería, muy cerca del antiguo Ayuntamiento, cesando en la actividad en la última tienda que tuvo hasta hace algo más de un año en la calle Luna arriba y unas naves en los Polígonos Industriales. Su hijo Eugenio continúa con la actividad de los muebles como delegado en Andalucía de importantes firmas de muebles de oficina e industriales.

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Durante una procesión del Corpus, la Corporación Municipal bajo mazas, a su paso por la Plaza de Isaac Peral. De izquierda a derecha, Federico Aguirre, Oficial Mayor y los concejales Antonio Benjumeda Abreu, Francisco Manzano Ortega, Juan Ponce, Enrique Pedregal y Antonio Cólogan. Detrás las representaciones de la Guarcia Civil, Capitán Luis Fiteni, la Marina, el Ayudante Manuel Sañé Mateo y el Juez de Primera Instancia, José Luis Suárez Gutiérrez,, acompañando al alcalde Terry Galarza; detrás de éste el comandante de la Policía Municipal, Manuel López.

EL TERCIO FAMILIAR.
Entre 1948 y 1973, se celebraron nueve elecciones de concejales en los municipios españoles. Los ayuntamientos de la etapa franquista estaban constituidos por concejales procedentes de tres sistemas de acceso al cargo o bloques: el tercio familiar, entre personas conocidas con algún tipo de trayectoria en El Puerto que se presentaban y podían ser votadas, exclusivamente, por los cabezas de familia, pero que tenían que cumplir algunos requisitos (en 1968 se reformó la ley y las mujeres casadas pudieron ser elegibles y electoras en los comicios de concejales del tercio de representación familiar, pudiendo ejercer este derecho en las municipales de 1970 y 1973); el tercio sindical, que eran los concejales elegidos por los sindicatos verticales;  y el tercio a propuesta del Gobernador Civil que conformaban los ediles designados por los dos grupos anteriores entre vecinos miembros de entidades económicas, culturales o profesionales de la localidad, o entre vecinos de reconocido prestigio. Los propuestos, como se ha dicho, lo eran por el Gobernador Civil de la Provincia, a su vez Jefe Provincial del Movimiento, que era quien, además designaba al alcalde. Ese tercio familiar fue el primer resquicio de democracia aparente, por el que empezaron a entrar en los ayuntamientos personas que no eran afines al régimen y con otro tipo de inquietudes.

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Jurando su cargo como concejal. De izquierda a derecha, Alfonso Osborne Vázquez, Carlos del Poyo Navas, Fernando T. de Terry y el Secretario General, Jaimen Fernández Criado. 1973.

Enrique entró como concejal en el Ayuntamiento por el Tercio Familiar en 1973, siendo el más joven de la Corporación con 35 años, junto a Manuel Martínez Alfonso, catedrático de Instituto y Manuel Pérez Pichaco, exportador de pescados, siendo alcalde Fernando T. de Terry Galarza y permaneciendo en la corporación hasta el final de los ayuntamientos franquistas, en 1979; en esos años, en plena Transición Política, se cambiarían las normas de acceso a la alcaldía, siendo el alcalde elegido por los concejales en lugar de por el Gobernador Civil.

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Como concejal de Transportes, acompañando a Fernando T. de Terry y a un joven presidente de la CEA, Gerardo Díaz Ferrán, inaugurando la nueva flotilla de auobuses urbanos.

ALCALDE (1978-1979).

Enrique ocuparía diferentes concejalías así como la Cuarta Tenencia de Alcaldía hasta llegar a la Primera. Entre sus responsabilidades como edil tuvo las de Urbanismo, Tráfico y Policía, Hacienda, Abastecimiento de Aguas, Trasnsportes, Polígonos Industriales, Matadero… fueron siete años de intensa vida municipal en las que tuvo como presidente de la Corporación Municipal además de a Terry, a Manuel Martínez Alfonso y a Javier Merello Gaztelu, al que sustituyó por fallecimiento de éste en Octubre de 1978.

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El alcalde Enrique Pedregal se dirige a los detallistas del Mercado de la Concepción, ante la presencia de miembros de la Corporación, con motivo de la Festividad de dicho centro. De izquierda a derecha, Rafael Moreno Porto, Francisco Sara, Federico Aguirre, Agustín 'el Sanluqueño', Manuel Gutiérrez 'el Cochino', Pedregal, Rafael Sevilla López, Juan Ponce y Juan Martín Vélez.

En aquellos siete meses recuerda que se daría licencia al Casino Bahía de Cádiz, se remodelarían las Plazas del Polvorista y de la Herrería y administraría los escasos recursos de que disponía en una institución abocada al cambio. Se pasaba el día en el Ayuntamiento y es que se llegaría a conocer el funcionamiento de la casa, por dentro. Permanecería en el cargo hasta las elecciones municipales que trajeron los ayuntamientos democráticos con la elección de Antonio Álvarez Herrera el 19 de abril de 1979.

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En la imagen, con Juan Manuel Torres, cediéndole terrenos del Patronato de Vivienda para uso municipal.

PATRONATO DE LA VIVIENDA.
Para Enrique, lo mejor que le pasó a El Puerto para la erradicación de la infravivienda y la creación de las primeras viviendas en propiedad para muchos trabajadores porteños. Formó parte del Patronato de la Vivienda ‘Virgen de los Milagros’ con Fernando T. de Terry. El alcalde era a su vez el presidente de dicho organismo. Enrique, tras su paso por la alcaldía y como todos los que habían sido alcaldes con anterioridad, pasaban a ocupar una vicepresidencia en el Patronato, así que fue vicepresidente de Antonio Álvarez Herrera, primer alcalde del actual periodo constitucional. Los nuevos ayuntamientos, ya con Álvarez fuera de la alcaldía e incluso fuera del Patronato, se desentendieron del organismo, incluso se llegó a crear otro de nombre parecido y una empresa municipal Suvipuerto, que es la que tiene ahora las competencias en la creación de viviendas sociales. Al aparecer Suvipuerto, con Enrique como presidente final, se liquidaría el patronato, repartiendo los activos económicos, según disponían los estatutos, en centros sociales: Cruz Roja, Apadeni, Lucha contra el Cáncer, Sol y Vida, Asilo de Ancianos, etc… hace aproximadamente cinco años.

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Enrique y Milagros, durante las Bodas de Plata matrimoniales, apradinados por sus hijos.

ASOCIACIÓN DE EMPRESARIOS.
A finales de la década de 1980 crea junto a un grupo de emprendedores, la Asociación de Empresarios de El Puerto de la que resultaría elegido su primer presidente, repitiendo durante varios mandatos. Martillo del gobierno local socialista, le llegaría a decir al alcalde Torres: “--Me voy a convertir en tu Pepito Grillo”. Bien es cierto que se entendería mejor con el alcalde independiente que saldría de las urnas de 1991, Hernán Díaz, al que apoyó en su candidatura doblemente: retirando una iniciativa para la creación de un partido local, auspiciado por el propio Pedregal y otro ex alcalde Fernando T. de Terry y ayudando económicamente, como otros empresarios a aquel partido que nacía en 1990.

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Pulsar sobre la imagen para ver a tamaño ampliado.

De izquierda a derecha y de arriba abajo, fila superior: Juan Luis Hernándo, Miguel Pedregal Valenzuela, José Troncoso, José Sánchez, Carlos Cárave, Maribel Flor Pedregal, Manuel Conejo, Loli, Paco López, Miguel Lobato. Fila del centro: Pepe Hernando, José Cordero, Pepe Luis Padilla, José Baleirón y Benjamín Lora. Fila inferior: Enrique Pedregal Valenzuela, Juan Lechuga, Doña Ángeles Valenzuela Carribero, Julián Hernando, Eugenio Pedregal Valenzuela, Juan Luis Rodríguez y Luis Ortega García.

Plantilla de Muebles Pedregal, en la inauguración del Depósito de muebles de la calle Mazuela, 10, cuando fue techado  el 8 de marzo de 1975. El 8 de marzo se instituiría como Día de la Mujer Trabajadora, algo que le venía que ni pintado a la incansable trabajadora que fue Doña Ángeles Valenzuela Carribero, que aparece en el centro de la imagen. La plantilla de Muebles Pedregal llegaría a tener 35 empleados.

Los domingos se publicaba la ‘Gacetilla Deportiva’ en Imprenta Bollullo, con el resultado de los partidos del fin de semana. Luego se repartía en el Estadio del Racing Club Portuense. En este ejemplar, en el que se hace referencia al encuentro entre el Portuense y el Rota, se cuenta la verdadera historia falsa de Manuel Pinto Muñoz, ‘Tagasnina’, ‘Tagarnina’ o simplemente ‘el Taga’.
Más información de Manuel Pinto, en la nótula núm. 106 de GdP.

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manuelmunozaparicio2_puertosantamariaManuel Muñoz Aparicio, Manolín 'el del Cosario', nació el 23 de diciembre 1937. Sus padres fueron Juan Muñoz Villanueva, fallecido en junio de 1939 y Luisa Aparicio García, fallecida en septiembre de 2000.Su otro hermano, Juan Muñoz --conocido entre otras muchas actividades por haber llevado durante años la taquilla de la Plaza de Toros, desparecido en marzo de 2005-- y el que sería cura, Juan Carreto Aparicio, quien se crió con ellos, pues estuvo bajo la custodia de Luisa 'la del Cosario' el morir durante el parto su madre.

Manolín, nació en el núm. 32 de la calle Nevería, casa que hoy ocupa una Fonda. Curiosamente, por venir de quien vino: el párroco de la Prioral, Antonio Cía Moreno, compró aquel edificio e intentó echar a la calle a Luisa y su familia. Luisa alegaría que su negocio, el Cosario, lo tenía en la esquina, lo que la protegía legalmente para permanecer en aquella vivienda; sin embargo, casualidades de la vida, en el número 34 vivía un militar de apellido Alba al que destinaron fuera de El Puerto y al quedarse vacía la casa --a pesar de los muchos pretendientes que le salieron- el cura consiguió que el piso de la casa núm. 34 fuera para Luisa y, de forma anecdótica, la mudanza de los muebles se hizo por la azotea.

luissaapariciogarcia_puertosantamariaLUISA APARICIO.
La madre de los Muñoz y tutora del que sería el cura Carreto fue una heroína, como tantas y tantas mujeres de su época que, en circunstancias adversas sacaron a familias numerosas adelante sin la presencia de su esposo. Con 33 años se quedó viuda, con tres niños, además de su madre, su hermana Antonia, el hijo de ésta Pepito Aparicio y un primo de su marido, Joselito Muñoz. Siete personas a su cargo, osea, siete bocas que alimentar, más algunos allegados que también necesitaron ayuda, como sus sobrinos, Juan, Jesús y Bartolo Aparicio. A todos sacó adelante con entereza y dignidad: Juan y Manolín y su sobrino Pepito irían al colegio privado de Alfonso Cárdenas, en la calle Luna, entonces conocido como un 'colegio de pago'. El cura Carreto, desde muy temprana edad marchó al Seminario, no sin antes haber trabajado de botones en el Banco Central.

ESTUDIOS DE COMERCIO.
Juan y Manolín estudiaron Comercio, aunque Juan abandona dichos estudios relativamente pronto para ponerse a trabajar. Y Manolín, inexplicablemente y por una fobia a los estudios y el colegio, lo deja pendiente de Reválida. Lo que no podría imaginar este último que, con posterioridad aquellos conocimientos adquiridos durante los cinco años de peritaje: contabilidad, cálculo mercantil, inglés, francés, etc.. le servirían para el puesto de trabajo que, con el tiempo, ocuparía en la Base Naval de Rota.

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Manolo estudiando y trabajando en el Cosario. La fotografía está tomada el 26 de marzo de 1954.

Recuerda a algunos de sus profesores y compañeros. Entre los primeros a Rafael Bedoya, Guillermo Beltrán, Antonio Gil González --muy querido por nuestro protagonista. Entre los compañeros Paco Bollullo, Eduardo Zamorano, José Luis López Franco 'Lopete', Antonio González Díaz, Antonio García Díaz, Miguel Aguilar, Antonio Pérez Ruiz o Manuel Clemente.

SERVICIO MILITAR EN EL FERROL.
Entre 1957 y 1959 hizo el servicio militar en El Ferrol. Precisamente en 1957 tuvo que examinarse de Reválida en el peritaje de Comercio que cursaba, pero 'la llamada de la Patria' se lo impidió, algo que no le importó entonces, pero de lo que se arrepentiría más tarde, pues aunque tenía los conocimientos no así el título.

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Con el equipo de Fútbol 'Arsenal del Ferrol' que jugaba en Segunda División, como filial del 'Rcing del Ferrol'. Manuel Muñoz aparece en ropa de faena. Año 1957

Manolo rememora con satisfacción el trabajo que realizó durante el Servicio Militar con 200 analfabetos a los que enseñó a leer y escribir. Así, tenía que alternar el trabajo en la oficina con la docencia de urgencia que practibaba con los marinos de reemplazo. Además, mientras éstos no aprendiesen, no podían coger permisos, con lo que en seis meses conseguiría que 199 pudieran ir de visita a sus casas y con el único que quedó se hizo una excepción para que cogiera el permiso, aunque al final también acabaría aprendiendo

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La calle de la izquierda es Palacios y los que posan en la calle Nevería. La puerta de detrás, donde hoy existe una óptica y estuvo el Bar El Faro y, anteriormente la armería. De izquierda a derecha, Macario, empleado del Cosario sin relación con los Valimaña, desconocido, José Torres hijo del que fuera directivo del Racing Club Portuense, Manolin Muñoz y, delante del carro, el que luego sería cura, Juan Carreto Aparicio. Este vehículo eera el transporte mecanizado --perdón, 'manuzalizado'-- del Cosario que se usaba para el reparto de mercancías.

LAS TERTULIAS DEL COSARIO DE TABLAS.
Un Cosario es una especie de agencia de transportes de pequeñas mercancías, un recadero de servicios urgentes, situado en la esquina de Nevería con la calle Palacios. Aquel Cosario lo compró el abuelo de Manolo en el año 1921 a un tal Sr. Tablas, de ahí el nombre por el que se le conocía. A la muerte de su padre y al hacerse cargo su madre de dicho establecimiento, empezaron a realizarse tertulias por las que pasaron varias generaciones de porteños.

munozaparicio_feriaEn la imagen de la izquierda, Feria de 1946. De izquierda a derecha, Juan Carreto Aparicio, Lolita Vélez, hija de uno de los propietarios de la taberna Casa Lucas, Manolín, su hermano Juan Muñoz y José Aparicio.

Las primeras estaban compuestas por Luis y Pepe Bootello, Eugenio Pedregal, Paco Socastro, Juanelo --gran cazador--. La siguiente generación, Emilio Bootello, Juan Santisteban 'Santi' y Juan Muñoz Aparicio entre otros. La tercera y última, la más numerosa con Alfredo Bootello Reyes, Enrique Pedregal Valenzuela 'el Tiracruz'' algo que luego se aclarará, Victoriano y Antonio Gil Jiménez, los Llorca que vivían arriba del Cosario, Pepín Bustillo, Pepe Torres, Manolo de la Torre 'Jalisco' y el propio Manolín Muñoz. A éstos se unieron, aunque otros muchos, más jóvenes como Javier Tosar Barrera, Emilio y José Manuel Almagro, Pepito Aparicio, Angelito Albert, Simeón Simeón Arenas, Antonio Pineda Crespo 'el Pichurra', Enrique Rivas Acal y seguro que muchos más en cantidad bastante, para no extendernos más.

Entre los empleados que estuvieron en el Cosario podemos recordar a Leopoldo Gómez Moya 'Lupo', Pepe Gómez Moya 'Lupo Chico', Macario, Antonio Hermida, Emilio Suano, Manolo, Rafael y Antono Muñoz de la Rimada, Domingo Romo 'el Minguito', Juan, Jesús y Bartolo Aparicio y los hermanos Muñoz, Juan y Manolo, bajo la dirección magistral de Luisa.

letrero_cosarioDesgraciadamente para Luisa --para ella fue un trauma--, en diciembre de 1971, tras 50 años de funcionamiento el Cosario se cerró, a causa del progreso y los medios de comunicación: los clientes, o bien traían los encargos ellos mismos o bien ya compraban directamente en fábrica.

enriquepedregal_manuelmunoz_puertosantamariaANECDOTARIO.
El abuelo de Manolo tenía en la oficina una mesa muy grande de dos por un metro y en la tapa ponía unos papelitos conl os encargos que tenía que traer de Cádiz --la mayoría era la compra de cosas que no se encontraban en El Puerto-- con su dinero correspondiente encima que, en aquelas fechas eran monedas; ordenaba los pedidos por el callejero, y una vez hecho, se ponía a nivel de la tapa de la mesa, pegaba un soplido con todas sus fuerzas y los papelitos que no tenían las monedas encima, volaban, y aquellos encargos no se hacían. Y es que, como afirmaba el abuelo, "--Sin dinero no se puede hacer nada".

Durante el mes de mayo, se confeccionaba una Cruz de Mayo que, en un tenderete, se paseaba por la calle Nevería y siempre se recogían algunas propinillas. Enrique Pedregal tuvo una discrepancia con los organizadores y se quedó fuera del cotarro. Entonces dijo que "--Como yo vea el tenderete con la cruz por la calle, le pego una patá y lo tiro". Y para los amigos se le quedó el apodo de 'el Tiracruz'. (En la imagen de la izquierda, de pie, Enrique Pedregal y agachado, Manuel Muñoz).

Manolo no puede olvidar la experiencia que le aportó el Cosario: dirección de personal, resolución de situaciones difíciles y muchas, muchas más cosas, digamos que le abrió los ojos al mundo del trabajo y la empresa. Aquello le sirvió para que una vez trabajando en la Base Naval de Rota estuviese entrenado, a pesar de empezar a comunicarse en otro idioma.

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Equipo de Acción Católica. De pie de izquierda a derecha, Miguel Pantoja del Puerto, José Vázquez, José Jacinto Cossi Mora, Enrique Pedregal Valenzuela, Eduardo Cuvillo Jiménez, Miguel Caro Gómez, Juan Fernández Gallero 'Juanito Gasolina' quien tuvo el Bar Juanito. Agachados, José Manuel Neto, Manuel de la Torre, Antonio Gil Jiménez, Rafael Gómez Giménez y Manuel Muñoz Aparicio. La foto, de Rafa, está tomada el 15 de diciembre de 1948 en un encuentro contra el equipo de la Congregación de los Luises en el Campo del Eduardo Dato, ganando los primeros por 5 a 2.

DEPORTES: EL PORTÁTIL Y EL TRONCHO.
Manolo fue aspirante a hombres de Acción Católica, aunque nunca llegaría a formar parte ya que antes de llegar a los 18 años renunció. De aquella época recuerda a Jacinto Cossi, Pablo Cerdá, Rafael Felices, Pepe Bononato, Eduardo Cuvillo, Manolo Martínez Mel, Luis Bustos, Rafael Corzo, Pepe Pineda, Miguel Pantoja, quienes llegaron a tener un buen equipo de Fútbol y jugaban en el campo de Eduardo Dato (FOTO). Contaban con una hinchada increíble. Los Sánchez Romate, que eran tres pero hacían por trescientos. También jugaron en el Portátil Antonio Gil Insúa, Rafa Rivas Acal, Isidoro Nogués, Juan Luis Perles, Francisco Bernal 'el Caco', etc.

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El Portátil C.F. en el Campo Eduardo Dato, en un partido que jugaron contra los Luises. De pie, de izquierda a derecha, Domingo Monje Reinado, Ignacio Sánchez Selma, José Aparicio, Manuel Muñoz Aparicio, Angel Albert Alonso, Ignacio Jiménez González-Nandín. Agachados, Diego Castro, Antoñete, Juan Durán, Domingo Romo Martínez, Juan Rodríguez Alonso.

En El Ferrol, durante el Servicio Militar, jugó en el Arsenal, que formaba un gran equipo pues la mayoría eran jugadores de Primera División. Recuerda a Suco, extremo izquierdo en el Barcelona, Polo, extremo derecho del Atlético de Madrid y también Carolo, central del Granada.

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De pie, de izquierda a derecha, Juan Luis Perles Giner, desconocido, Manuel Muñoz Aparicio y Pedro López. Agachados, Isidoro Nogués Ropero, José Joaquín Muñoz Manzanera, desconocido y Rafael Rivas Acal. Campo Eduardo Dato, 3 de marzo de 1957. (Foto Fariñas).

La faceta futbolística de Manolo quedaría incompleta si olvidáramos al CD Troncho y a sus componentes: Antonio y Joaquín Miranda, Ramón Suárez, Huguito, Rojitas, Tito, Lolete, Juani Durán, Juani Alonso, Domingo Monge, MInguito, Castro, Ignacio Jiménez, Luis Gatica, Luini y sobre todo al gran Cabete --José Antonio--, y alguno más que se queda rezagado en algún lugar de la memoria.

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Posando tras la ceremonia de boda, en la capilla de la Virgen de los Milagros. De izquierda a derecha, Enrique Miranda Benítez, María Miranda García, Manuel Muñoz Aparico y Luisa Aparicio García. 15 de julio de 1965.

LA FAMILIA.
El 15 de julio de 1965 contrajo matrimonio con María Miranda García, hermana de Chelique (padre del Mister España Enrique Miranda), y de Luis. De esta unión nacieron tres hijos: Manuel, Enrique y José Luis. Trágicamente el segundo de los hijos fallecería a la edad de 20 años en un accidente en enero de 1990. José Luis fallecería a los 13 meses de vida, algo que ha marcado profundamente a la familia. De su hijo Manolo, casado con Toñi García Cordero tiene una nieta que tiene ya 19 años, Laura y un hijo, Enrique

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Foto familiar, de pié Manuel Muñoz Aparicio y Manuel Muñoz Miranda. Sentadas: María Miranda García, Laura Muñoz García, Enrique Muñoz García y Antonia García Cordero. Año 2000.

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Reunión de amigos en el Bar Tadeo, De pie, de izquierda a derecha, Juan Niño Garrido, Mauri Ferrugia, Luis Jiménez González-Nandín, Felipe Bononato Saez, José Jacinto Cossi Mora, José Bononato Saez, Rafael Mayo, Vicente Zuasti, José Luis López Franco. Agachados, Manuel Muñoz Aparicio y Pablo Cerdá Cossi. Agosto 1996.

BASE NAVAL DE ROTA.
Manolo entra a trabajar en la Base Naval de Rota en 1967. Aquel trabajo no le gustó a su madre que veía que su hijo estaría expuesto a los accidentes de tráfico en la carretera, diariamente. Fueron unos comienzos duros, con un idioma que no era el suyo. Empezó en el Departamento de Intendencia (Supply Departmen). A los cinco años surgió una vacante en la Oficina de Pagaduría (Disbursing Office): allí se encontraba de Supervisor su amigo Pepe Torres quien, al año es contratado por el Banco de Andalucía y Manolo pasa a ocupar su puesto. Ahí fue donde Manolo se tuvo que fajar a fondo, con solo un año de experiencia en una oficina muy complicada y compleja, en la que se operaba con tres monedas diferentes: pesetas, dólares y escudos portugueses, manteniéndose la contabilidad en  una especie de Libro de Mayor y Auxiliares (Master Cash Book and two Subsidiaries) uno en pesetas y otro en escudos.

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Manolo, ante el jet que solía utilizar para sus desplazamientos por motivos de trabajo entre las ditintas bases de la OTAN para auditar las cuentas. Un detalle de los americanos fue rotular la aeronave con el nombre de 'Puerto de Santa María'.

La categoría profesional de Manolo en la Base ya era alta. Allí se miden las categorías por grados entre el 1 y el 12, y ya ocupaba un grado 8 proveniente de un grado 4. Así, se tuvo que emplear de lleno en el aprendizaje del idioma inglés, algo obligatorio a partir de ese grado, así que nos podemos imaginar la cantidad de horas e incluso consultas con la almohada que Manolo tuvo que echar para hacerse con el control de esta oficina. Al cabo de dos años ya la controlaba completamente.

PRIMER ESPAÑOL CON PODERES ECONÓMICOS.
A pesar de ello, con el grado 8 aun no se tenia autorizacion para tener la custodia de efectivo o el talonario de cheques, como tampoco los poderes para firmarlos. Y es que los manuales de procedimiento del Departamento del Tesoro norteamericano especificaban que ningún ciudadano extranjero podía obtener dichos privilegios. Aquí fue donde llegó la gran sorpresa: el jefe de su departamento le comunica que va a hacer una excepción en el cumplimiento de la norma (Waiver) y enviar una solicitud al Departamento del Tesoro de los EEUU solicitando y justificando la importancia de asignarle dicha responsabilidad.

MANUELMUNOZ-CHECHE-PUERTOSANTAMARIAEn 1978 llegó la respuesta afirmativa, 11 años después de haber entrado a trabajar con los americanos. Aquel mes de mayo le dieron la responsabilidad de custodiar todos los fondos de la Base Naval de Rota, así como la autorización para firmar cheques del Departamento del Tesoro de los EEUU que solo requieren una firma. Imaginen la sensación que viviría Manolo al firmar el primer talón, primero de una larga lista de miles de ellos, durante más de veinte años por valor de muchos cientos de millones de dólares americanos. (En la imagen de la izquierda, cheque del  Tesoro de los Estados Unidos por valor de 2.500.000 de dólares, librado el 17 de febrero de 1981, faltaban unos días para el 23F, con la firma de Manuel Muñoz Aparicio).

En la historia de las Oficinas de Pagaduría norteamericanas, fue la primera vez que se asignaba esta responsabilidad a un extranjero, además español y de El Puerto. Aquello llevaría a que aumentase su grado profesional, pasando de 8 a 11. Además, aquel departamento, donde eran alrededor de 150 personas de las cuales el 95% por ciento militares, nuestro protagonista era el tercero de a bordo.

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Foto de la jubilación, ante las banderas española y norteamericana.

munozaparicio_medalla_puertosantamariaCONDECORADO Y JUBILOSO.
Manolo fue condecorado en dos ocasiones con sendas medallas por diferentes méritos:  en la imagen de la izquierda aparece la Superior Civillian Service, por haber contribuido  en desarrollar un programa informático que redujo tardar de dos horas a 15 minutos el tiempo de realización del arrqueo contable, con un buen premio en metálico. Dicho programa lo utilizó la marina norteamericana en todas las actividades a nivel mundial donde se operaba con dos o mas monedas diferentes.

Quizás el que mayor tuvo es que actuó como una especie de 'Oficina de Colocaciones' para la gente de El Puerto, dada su amistad con el Jefe de Personal quienes, previo examen, accedieron a trabajar en la Base cuando esta estaba en todo su apogeo de funciones y personal, jubilándose en marzo de 1999. En el auditorio de la Base Naval de Rota le rindieron honores militares frente a las dos banderas, la española y la norteamericana, escuchándose ambos himnos. Ya jubilado, con 72 años, sigue practicando el golf para no dejar de hacer deporte y, por supuesto, no ha renunciado a sus partidas de 'Dominó' que tanto le han gustado a lo largo de toda su prolífica vida. (Gestión fotográfica: Vicente González Lechuga. Tratamiento infográfico: Luis Serrano Romero).

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