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Ramón Gatica Ortega, de la Venta ‘La Rufana’, ha sido galardonado este año por la Asociación  de Empresarios de  El Puerto de Santa María, en la XXI edición de su premio al mejor empresario local. Tiene 74 años de edad, es padre de seis hijos y abuelo de ocho nietos de los que tres también trabajan en las empresas del grupo ‘La Rufana’ que regentan en la actualidad sus hijos Ramón, Rafael, Manolo, Teresa y Floren. /Foto: Pablo Heredia.

...continúa leyendo "2.505. Ramón Gatica Ortega. Venta La Rufana."

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Un nutrido grupo de empresas relacionadas con la gastronomía, entre ellas las más representativas de la ciudad,  organizan para septiembre unas jornadas de 3 días en el Castillo de San Marcos en las que mostrarán las posibilidades de los mariscos y pescados de estero, uno de los tesoros por descubrir en la provincia de Cádiz. /En la ilustración, imagen que anuncia las jornadas y que reproduce unas salinas. El dibujo abre la página web del evento.

La cocina de los esteros es el próximo tesoro a descubrir en la provincia de Cádiz. Tras la explosión de la cocina del atún rojo de almadraba, ahora la desconocida gastronomía relacionada con los esteros y las salinas, y protagonizada por pescados, mariscos, la sal y las algas, comienza a captar el interés del mundo de la gastronomía. ...continúa leyendo "2.504. Encuentro Gastronómico de la Sal y el Estero"

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La portuense residente en Madrid Celia Insúa Lavín tuvo oportunidad de tratar al Premio Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa. Celia fue, durante dos años, gerente de dicho restaurante que está situado en Madrid, por la zona de Ópera: ‘El Puertito de Felipe V’, situado en una calle peatonal, Felipe V, una por las que se accede a la Plaza de Oriente, en un costado del Teatro Real. /En la imagen, Vargas LLosa, Celia Insúa y la segunda mujer del escritor, Patricia Llosa, en mayo de 2012.

...continúa leyendo "2.503. Vargas Llosa con Celia Insúa en El Puertito."

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En la imagen, de izquierda a derecha, Fermín Mateos, Fernando --tenía una tienda de tejidos en la calle Ricardo Alcón---, Juan Salas, Manolo Rodríguez Ceballos propietario del restaurante económico y Kiliki Tejada, bajo un cartel de Luisa Ortega. /Foto: Colección María Jesús Vela Durán.

Manuel Rodríguez Ceballos, alquiló un freidor en La Placilla, --donde no hace mucho se encontraba una tienda de electrodomésticos-- en el que instaló un ‘Restaurante Económico’: el menú constaba de dos platos a elegir entre ocho primeros y ocho segundos pan y postre, costando el cubierto 15 pesetas en la década de los sesenta del siglo pasado.

...continúa leyendo "2.496. Restaurante económico ‘La Placilla’"

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Cuando las primeras luces de la mañana comienzan a dar pelea a la oscuridad de la noche, Antonio emprende el ritual diario de buscar entre subastas y mercados el mejor género de frutas, verduras, mariscos y pescados que sepan poner el acento a su manera de interpretar la buena gastronomía.

...continúa leyendo "2.484. Antonio Gutiérrez Jiménez. Restaurador"

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Alfonso Ruiz Fernández es de esas personas. Tiene 49 años, enjuto, que es la manera fina de decir que alguien es bajito y delgado, pero de esos que se crece detrás del mostrador, del mostrador de La Giralda.

...continúa leyendo "2.482. Alfonso Ruiz Fernández. Almacenero de corte fino en La Giralda."

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Irene Moro Cordobés tiene 27 años, es enfermera especializada en nutrición deportiva y una adicta al deporte. Desde marzo es una 'crazy runner' más. Nació en Cáceres pero hasta los 14 años vivió en El Puerto de Santa María .

...continúa leyendo "2.467. Irene Moro Cordobés. Crazy Runner."

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Por los años 60-70  estaba claro que los niños nos adueñábamos de las calles de nuestro entorno y  principalmente de nuestra maltratada plaza de Isaac Peral. Hemos tenido una infancia tan bonita, tan alegre y tan en calma, que para sí quisieran las generaciones actuales, pues entre las tareas, las clases extra escolares, y  los deportes,  apenas les queda tiempo para divertirse y jugar. Nosotros teníamos menos libros y  hacíamos menos tareas, y no por eso fuimos peores estudiantes ni tuvimos peor educación. Nuestros maestros eran más que excelentes y se desvivían por  formarnos y educarnos en valores  fundamentales como: el respeto, la urbanidad y el civismo amen de las materias, escolares etc.

Considero que  nosotros vivíamos con menos estrés, debido al ejercicio que hacíamos al jugar y corretear como gamos. Realmente  en mi primera infancia, mis  mejores compañeros de juego  fueron mis hermanos. Los domingos, nos lo pasábamos en grande, los mayores llevaban la voz cantante, y las más ‘menúas’ --las más chicas--, sin chistar o corríamos el riesgo de que nos dejaran con dos palmos de narices y se fueran con la música a otra parte. Y eso, claro no era plan. Como el tiempo pasaba inclemente, llegó el momento de volar sola, y tener mis propios y buenos amigos. La verdad es que lo tuve fácil, pues al ser la mayoría vecinos, nos conocíamos  y nos llevábamos bien , eran lo que se decía… niños de confianza.

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Vicentín, sobre la máquina de café, junto a su padre, el desaparecido Vicente Sordo Díaz.

Uno de estos niños, era Vicentín, --Vicente Sordo-- un encanto  de crío y nada bruto. Vicentín sin duda era unos de mis buenos amigos, junto a  Manolín --hijo de Sofía-- Jeromín Castro y los hermanos  Leopoldo y Manuel --hijos de Leopoldo, el gallego--, Roberto, --hijo de Boli--, y Roberto e Ignacio Rodríguez Sánchez --de Casa Paco Ceballos-- y alguno más que mi memoria no alcanza a recordar.

Pues bien, todavía recuerdo cuantos momentos  agradables pasamos en la trastienda del Almacén de Leopoldo charlando o jugando a algún juego de mesa bajo la supervisión de Luisa la esposa de Leopoldo y viendo crecer feliz a la benjamína de la familia Luisita, como su madre, creo recordar. Luisa era tan genial como su marido. Nunca un mal gesto, por el contrario todo era agrado. ¿Quien dice que uno no se acuerda de los olores de la niñez? Esa trastienda olía  a gente buena y encantadora,  que a pesar  de que hayan  pasado los años y ya no estén entre nosotros, no tenemos que hacer ningún esfuerzo, por traerlos a la memoria, porque han dejado tanta huella, que al hacerlo nos viene una sonrisa y porque no decirlo, también mucha nostalgia.

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EL JUEGO DE LA PALMÁ.
El que no nos gustaran los  niños brutos,  evidentemente era porque  alguna vez salimos lastimadas. Algunos juegos como el de la ‘Palmá’ eran eso, un poquito brutos y los niños de alguna manera competían  en ‘dar  más fuerte’. No era cosa de lastimarnos  pero cierto era  que  arrearnos esos mamporros  en la mano,  nos la dejaba colorada como un tomate. Claro que ellos no se quejaban e incluso repetían. El que se la quedaba --era la forma de decir quién  perdía y  recibía los cates--, se colocaba de espalda a los compañeros de juegos, la palma de la mano se cruzaba abierta debajo de la axila y ahí empezaba el juego. Nos  arremolinábamos a su alrededor y uno era quien daba el cate. Lógicamente unos daba más fuerte que otros y era fácil reconocerlos,  pero no crean que  las niñas  también recibíamos aunque no como entre ellos.  Ahí se reían sí, pero la mano la llevaban calentita. Y es que al ser ya mayores jugábamos más  en grupo.  No es la primera vez que lo digo pero es cierto que  en mi primera infancia la Placilla me parecía enorme. Cabíamos todos los niños de los alrededores sin molestarnos unos a otros y sin pelearnos mucho. Que sí, que también había, enfado , pero duraba muy poco. La enfadá, bajaba a jugar, sola o con alguna amiga, pero nos miraba con carita de buena y  se esfuma el enfado, no sin antes, eso sí, hacerle la pregunta “--¿Vas a hacerlo otra vez?” ¡Que iba a decir la criatura! ...

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VICENTITO.
Pues bien, todos estos amigos, al crecer nos fuimos de alguna manera desperdigando y  cada uno siguió su camino. Con Vicentito, jamás salí, ni a dar una vuelta como se decía antes, pero los dos nos tenemos mucho aprecio. Y es que quien conoce a Tito sabe que  es un encanto. A ver, esperar un momento, que lo que estoy diciendo, no es una cursilería por quedar bien, os cuento: haciendo un símil taurino, Tito, es un torero de cante grande y salida a hombros, ¿y por qué? Fácil.  Tiene: Hondura,  con ella va el saber estar, dándole a cada uno su sitio, sin menospreciar a nadie.  Pureza , con ella va la bondad  y,  a esta  la regala, haciéndonos sentir, que es una persona sincera, cercana y cálida. Aparte, ¿y su empaque?  Torero. ¿A que tengo razón?

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Vicento Sordo Fernández, Vicente Sordo Díaz, Vicente Sordo Gómez, nieto, abuelo y padre, en una foto para el recuerdo.

Pues bien, es una alegría, saber que sigue ‘al pie del cañón’ en el mismo rincón donde empezó su padre Vicente Sordo Díaz (ver nótula núm. 2.091 en GdP), casado con Ascensión Gómez Recalde,  y que tanta historia guarda entre sus muros. Y es que sigue siendo, un lugar especial  donde poder reunirse,  y que sigue conservando el encanto  y ecos de antaño. Pareciera, que se hubiera detenido el tiempo,  y pudiéramos adivinar, las instructivas tertulias, las miradas ilusionadas, ante un nuevo proyecto de vida o de trabajo y la risa alegre de los niños al degustar, un buen tazón de  chocolate con churros. Y todo mi rinconcito del alma, para orgullo de sus padres, y de los que lo queremos bien.

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Ivan Sordo Fernández.

Por suerte cuenta con  espléndida savia  nueva  en la figura de sus hijos, frutos del matrimonio con Carmen Fernández Jiménez: Vicente, como su padre y su abuelo, e Iván. Está clarísimo que el futuro está asegurado, pues ambos dos han heredado, las virtudes de sus padres, en cuanto  a calidez, educación, saber estar  y bondad, mucha bondad. Amigo Tito,  te emulo dándome un toque en el corazón, y diciéndote: hermano, sabes el cariño que os tengo. /Texto: María Jesús Vela Durán. Fotos: Bar Vicente.

Nota de Rectificación  La dirección de Gente del Puerto tituló erróneamente la nótula dedicada a Vicente --su primer apellido--, como Sordo de la Borbolla, entendiendo que era un apellido, como otros de la Montaña compuesto, pero que éste no usaba, al igual que los Gil de Reboleño, Ruibal de Celis y otros. Queda, pues, hecha la rectificación.

Con aire de los años sesenta, acaba de abrir en El Puerto de Santa María, “La Chicha Yeyé” un local donde se puede desayunar con mermeladas elaboradas artesanalmente, tomar tapas servidas en discos de vinilo o merendar una tarta casera

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Manolo Chaparro, Chantal Olivares y Rocío Hornero en su establecimiento.

La chirigota “Los Super Pop” del autor José Antonio Vera Luque, recordaron los años ochenta durante estos últimos carnavales y nosotros desde Cosasdecomereivindicamos el cine y la música pero de la época de los sesenta, y sobre todo a la “Chicha Yeyé”. Sí, han leído bien, la “chicha” yeyé, y no la chica yeyé, como aquella famosa canción que interpretara Concha Velasco. Porque aquí somos de comé y donde hay chicha hay carne y precisamente en El Puerto de Santa María tres jóvenes empresarios acaban de inaugurar un nuevo establecimiento llamado “La Chicha YeYé” con un aire sesentero en su decoración y donde “la chicha” que ofrecen son chacinas ibéricas de bellota de Castaño de Robledo (Huelva). El local se encuentra justamente a la espalda del Castillo de San Marcos.

El proyecto surge de la mano de tres amigos residentes en El Puerto de Santa María, Rocío Hornero, Chantal Olivares y Manolo Chaparro. Es una idea que le rondaba en la cabeza a Tali Carreto, marido de Rocío y al comentárselo al resto decidieron unirse para “crear un local diferente donde poder desayunar, tapear, tomar una copa o un café con tarta a la vez que estás con tus hijos” según detalla Manolo Chaparro, que precisamente es de Nerva (Huelva) y el encargado de seleccionar todo los productos ibéricos de la Sierra que tienen en su oferta de tapas frías.

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La terraza de la Chicha Yeyé.

Chantal Olivares, terminó de estudiar pastelería hace dos años en la Escuela Superior de Hostelería de Sevilla – Taberna del Alabardero y luego pasó por el taller de pastelería artesena “Masquepostres” del maestro pastelero Manuel Jara y por el Hotel Jardín Tropical en Tenerife. Uno de los platos fuertes de “La Chicha Yeyé” son las tartas elaboradas a diario por Chantal. Un gran surtido entre las que destacamos la de queso con compota de calabaza, la tarta de cerveza negra con crema de queso, la tarta Hummingbird, con plátano, coco, piña y crema de queso y chocolate, la tarta de dos chocolates con fresas o los rollos de canela.

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Una de las tartas que elabora Chantal.

Pero la cosa gastronómica en su vertiente de tapas frías no queda en esas chacinas ibéricas de morcilla, chorizo, morcón, caña de lomo o jabuguitos de la sierra de Huelva, también destacan la presencia de quesos de la provincia de Cádiz, como los de El Bucarito (Rota), El Bosqueño (El Bosque) o Mangana (Benaocaz). Entre las tapas que ofrecen nos llaman la atención los “despistaos”, unos trozo de pan con una rodaja de tomate natural y donde encima se coloca una loncha de papada ibérica o panceta.

En productos del mar no podían faltar las salazones de mojama de atún y las huevas de maruca de Barbate. Una de las curiosidades de “La Chicha Yeyé” es que todas las tapas se sirven sobre discos de vinilo, singles (pequeños) o longplay (grandes) dependiendo si son 50 gramos o 100 gramos. Y tal y como dicen ellos a través de las redes sociales “la grasa sobre analógico suena mejor”. Los fines de semana tienen guisos del día.

Para los desayunos, una gran variedad de panes de semilla y multicereales de la panadería Roque de El Puerto de Santa María a los que se les puede acompañar con compotas caseras, mermeladas tradicionales o las artesanalmente elaboradas por Chantal, como la mermelada de calabaza y zanahoria con clavo y canela o la mermelada de manzana con pimienta de jamaica o paté de setas y de boniatos. Otra posibilidad a la hora de desayunar es el hummus (puré de garbanzos) de calabaza o de remolacha así como la granola (alimento formado por nueces, copos de avena mezclados con miel y otros ingredientes naturales) casera con yogurt y fruta fresca.

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La original forma de presentar las tapas en "La Chicha Yeyé", en discos de vinilo.

Para los amantes del té, tienen una gran variedad que compran a granel y sirven en bolsitas con una taza de agua caliente. En lo relativo al café, ofrecen un café caramelo elaborado al estilo de un capuchino pero con sirope de caramelo o un café chocolate con sirope de chocolate. Disponen de bebidas vegetales (Soja y avena) para intolerantes o veganos, sidra gallega Maeloc de diferentes sabores, una selección de vinos de la provincia de Cádiz que se pueden tomar por copas y un vermouth que traen de Sanlucar de Barrameda.

Con relación a la decoración del local, se ha encargado de ella Maite Romero, esposa de Manolo Chaparro. Se trata de un espacio de unos 120 metros cuadrados donde conviven paredes empapeladas con aire psicodélicos, sillas dispares, radios antiguas, pick up tocadiscos y unos sofás Chester de color amarillo y negro que te harán sentir como en casa. Un ambiente muy premeditado para que sea descuidado y a la vez muy acorde con la época. Además encontramos algunos carteles originales de películas como “Sor Ye Ye” o “Los Chicos del Preu”, fotografías de Jose Luis López Vázquez, Raphael o de Concha Velasco.

Un local que no deja indiferente y en el que se puede disfrutar de una gran terraza al aire libre y contemplar el Castillo de San Marcos. La Chicha Yeyé se encuentra ubicada en la calle Cañas, 1 y su horario de apertura es de lunes a jueves de 8 a 20 horas, los viernes de 8 a 2 de la madrugada, los sábados de 13 a 2 de la madrugada y los domingos de 13 a 20 horas. /Texto y fotos: Benjamín Colsa.

pepemonforteariza_puertosantamariaPepe Monforte Ariza colaborador gastronómico de Gente del Puerto empieza a colaborar desde hoy con un artículo de opinión semanal bajo el epígrafe 'Cateto a babor'. Los sábados tendrá una sección en la que contará novedades del mundo hostelero y gastronómico. También el fin de semana, escribirá un perfil de un personaje gaditano conocido

El periodista gaditano Pepe Monforte entra en la nómina de colaboradores de Diario de Cádiz. A partir de hoy, el que es un referente indiscutible en el mundo de la información gastronómica de la provincia comienza a escribir en estas páginas. Y lo hace con un artículo, que tendrá periodicidad semanal, en la sección de Opinión, bajo el epígrafe 'Cateto a babor'. Pero la labor de Monforte se extenderá a más ámbitos de la información, siempre tratada desde su original y particular punto de vista. Así, entre otras, los sábados tendrá una sección en la que contará novedades del mundo hostelero y gastronómico de la provincia, un terreno en el que se ha ganado prestigio de pionero y, a su desenfada forma, líder de opinión. También durante el fin de semana, Monforte escribirá un perfil de un personaje gaditano conocido o que reúne los suficientes méritos para serlo.

Pepe Monforte nació en Cádiz hace 49 años y ha desarrolado una larga labor periodística. Empezó su carrera en la emisora gaditana de la Cadena Ser, en los tiempos en los que la dirigía Rafael Plaza. Posteriormente, pasó a formar parte de la plantilla de Diario de Cádiz, donde desarrolló su trabajo en la sección de información Local. Su labor en las páginas del Diario del Carnaval fue premiada en más de una ocasión, y se puede decir que revolucionó la manera de contar las crónicas del Concurso de Agrupaciones. Tras dejar el periódico fundó junto a su hermana Lola la empresa La Alacena, de venta de productos gastronómicos de la provincia por correo y posteriormente por internet. En 2006 puso en marcha la revista gastronómica digital Cosas de Comé. Ha sido también colaborador del periódico La Voz de Cádiz.

Su primer artículo 'Yo confieso' aquí de la serie Cateto a babor.

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