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«En la ciudad gaditana de El Puerto de Santa María, a la derecha de un camino,  bordeado de chumberas, que caminaba hasta salir al mar, llevando a cuestas el nombre de un viejo matador de toros -Mazzantini-, había un melancólico lugar de retamas blancas y amarillas llamado La Arboleda Perdida.

Todo era allí como un recuerdo: los pájaros rondando alrededor de los árboles ya  idos, furiosos por cantar sobre ramas pretéritas; el viento trajinando de una retama a otra, pidiendo largamente copas verdes y altas que agitar para sentirse sonoro; las bocas, las manos y las frentes, buscando donde sombrearse de frescura, de amoroso descanso. Todo sonaba allí a pasado, a viejo bosque sucedido. Hasta la luz caía como una memoria de la luz, y nuestros juegos infantiles, durante las rabonas escolares, también sonaban a perdidos en aquella arboleda».

Rafael Alberti Merello. La Arboleda Perdida. Pág. 11. Primer y Segundo libros (1902 - 1931). Madrid, Alianza Editorial, 1998.

mordecaimanuelloach_puertosantamariaMordecai Manuel Loach, con tan singular nombre bíblico, si bien era de nacionalidad estadounidense, provenía de judíos portugueses, el cual llegó a plantear y fundar una comunidad hebrea ‘Ararat’, siendo precursor del moderno sionismo.

Diplomático, periodista y fundador de varios periódicos en Nueva York, escritor y dramaturgo, miembro de la Sociedad Histórica de Nueva York, estuvo en El Puerto de Santa María en 1814, según relata en su libro ‘Viajes en Inglaterra, Francia, España, y los Estados de Berbería, en los años 1813-14 y 15’, publicado simultáneamente en Nueva York y Londres, en 1819.

En la página 138 de su libro, procedente de Cádiz, relata: «Al día siguiente pasé a Porta [sic] Santa Maria, para visitar Xerez, o como lo pronunciamos, Sherry, un lugar con el que América está en deuda por sus importaciones de excelentes vinos. El barco estaba abarrotado de pasajeros, principalmente de campesinos que regresaban del mercado, junto con algunos frailes, los compañeros que nunca fallan en los viajes, así como viajeros de la zona --unos pocos quartos nos fueron exigidos, como de costumbre, para las animas Benditas y nuestra donación fue de cinco riales [sic]. Hemos chocado en una fea barra cerca del puerto de la que nos desprendimos con dificultad.

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Páginas interiores del libro 'Travels in England, France, Spain and Barbary States in the years 1813-14 and 15’ (Año 1819).

Peurto [sic] de Santa María, se encuentra en un buen territorio, rodeado de cultivos, en una ciudad floreciente, principalmente utilizada como residencia de verano, y tiene varios edificios hermosos junto con una Alamada [sic] espaciosa y una Plaza del Toro [sic] capaz de albergar 10,000 espectadores. Me perdí por las orillas del Guadalete, que aquí desemboca en la bahía de Cádiz, y su superficie de plata  era imperturbable, excepto por los barcos que se deslizaban por la suave corriente, lo observé con interés, fue el legendario Lethe, y no podía dejar de probar las aguas del olvido. Busqué en vano aquella frase:  ‘Mala hierba que crece en los muelles del Lethe’. 

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El Puerto en 1800.

Una Calasa [sic], con los caballos decorados con cintas y campanas, me llevó a Xerez. El campo se veía hermoso, y yo estaba rodeado de viñedos y olivos, y aquí y allá campos de maíz, ondeando de rica exuberancia. Nos acercamos a la llanura, y vimos Xerez».

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Una vista de barcos abarloados  en el río Guadalete en los años ochenta. /Foto Michael Reckling.

Hubo un tiempo donde la pesca fue unos de los pilares de nuestra economía, desde la llegada de la colonia alicantina, principio de los años 30, hasta final de los años noventa del siglo pasado. Aquella fue la época de esplendor: la década de los años setenta y ochenta, cuando la flota llegó a tener 132 unidades que, sumadas a la foránea provenientes de los puertos de Huelva, Isla Cristina, Punta Umbría, Ayamonte, Algeciras y Málaga, que vendían sus capturas en la lonja de pescados de El Puerto.

lalonja_activa_puertosantamariaLlegó a ser considerada por ello como una de las principales en ventas de España, después de la de Vigo, y Cádiz.

Tenía el sector extractivo pesquero un censo de 1,500 trabajadores, entre pescadores (1.400)  y rederos (100). El caso es que de estos 1.500 trabajadores de la actividad extractiva se crearon casi 10.000 puestos indirectos e inducidos proporcionados por la actividad de la pesca, entre ellos los trabajadores de los Efectos Navales que se dedicaba a la venta de suministros y repuestos  para las embarcaciones. Eran la ferretería del mar, tenían de todo, difícilmente se quedaba un barco en puerto sin poder salir a la mar: pintura, redes, cuerdas, hilos, grilletes, repuesto de toca clase de marcas para los motores pesqueros, cables, tornillos, en definitiva, los llamados suministros navales. /En la imagen de la izquierda, la Lonja del pescado, en plena actividad.

LA LLAVE.
En las décadas de esplendor, en la Avenida Enrique Martínez (próximamente hablaremos sobre este personaje vinculado a la vida de El Puerto del primer tercio de siglo), hoy de la Bajamar, frente a la Ayudantía Militar de Marina, donde hoy se encuentra la Sala Milwaukee, estaba Efectos Navales ‘La Llave’ de José Agarrado Macías, teniendo por socio a Luis Márquez que era quien estaba al frente del negocio y, entre sus empleados, a Gandulla.

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Imagen de unos Efectos Navales, posiblemente de Cádiz.

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Anuncio de la casa central de Paulino Freire en Vigo.

PAULINO FREIRE Y LA COFRADÍA.
Junto al Bar Liba se encontraban loa Efectos Navales de ‘Paulino Freire’ y, entre sus empleados se encontraba Bohórquez. La familia de Paulino, procedente de Galicia, era propietaria de los Efectos Navales. Aquí en El Puerto, atendía más a los barcos mercantes que descargaban en la Otra Banda y al desaparecer estos también se dedicaron a la flota pesquera y al publico en general.

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En la imagen podemos ver detrás el edificio donde se encontraba los Efectos Navales de Paulino Freire, donde hoy se encuentra el restaurante Alavera, en la Avda. de la Bajamar. Se aprecia el desaparecido depósito de agua en la plaza de las Galeras Reales.

Junto a los Efectos Navales de Freire había varias oficinas de Consignatarios de Buques Mercantes, por ejemplo la Miguel Lobato Quintero (ver nótula 539 en GdP),  donde se dice: "Luego vendría el Puerto Comercial, la frontera natural marítima de El Puerto con el exterior. Miguel Lobato trabajó en diversas empresas consignatarias de buques, primero con Vicente Prego, continuando con Emilio Huart y hasta su jubilación en LOPAMAR, S.L. Es, precisamente en ese tiempo, cuando colabora para que en El Puerto se cree un cuerpo de trabajadores portuarios, independientes de los de Cádiz. En aquellos tiempos se vivieron los mejores tiempos de actividad portuaria en nuestro puerto, pujanza hoy tristemente desaparecida".

A mediados de los 80, dentro de la Antigua Lonja de esta Banda, lindando con la Avenida de la Bajamar, la Cofradía de  Pescadores tuvo Efectos Navales con los empleados José Galán Venegas y José María Requena Olmo.

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Rederos trabajando en esta Banda, donde hoy se encuentran uno de los aparcamientos gestionados por Impulsa.

EN LA OTRA BANDA.
Posteriormente en los años 90, en la Otra Banda, José Luis Reyes Albaiceta y sus hijos, abrieron unos Efectos Navales en la zona de los cuartos de los rederos, próximo a la Fábrica de Hielo y a las nuevas instalaciones pesqueras.

OTROS SUMINISTRADORES.
Aparte de los Efectos Navales, siempre alrededor de la flota han existido comerciantes que también han suministrado efectos navales a los barcos, como Simeón Nogueroles Verdú que tenia un establecimiento de redes y baterías junto al Bar la Gaviota, Vicente Moreno que suministraba malletas y cables, ‘Pepin Ragel’, hilos y redes, o Náutica Banderas, en el núm. 15 de la Avda. Micaela Aramburu, frente a l Resbaladero, entre otros.

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Una imagen de unos efectos navales.

En la actualidad debido al decaimiento de la flota y a las pérdidas de unidades pesqueras no quedan tiendas de Efectos Navales. De los armadores que quedan, aprovisionan sus barcos en Efectos Navales de Sanlucar de Barrameda y en la Costa de Huelva.

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Ojeando el libro de Roció Plaza Orellana, ‘El Flamenco y Los Románticos’, me llevé una gran sorpresa, encontrándome con cuatro artistas del El Puerto de Santa María, actuando en los teatros sevillanos, comprendido entre  los años mil ochocientos al mil ochocientos once.

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Estos fueron: Juliana, Leonarda y Juan Mexías o Mejías, los tres hermanos como es obvio y María Huertas, bailarinas y bailarín de la escuela bolera. Fueron los cómicos registrados más antiguos que hayan  salido de nuestra tierra. Me hubiera gustado investigar el segundo apellido de estos insignes paisanos, asunto que dejo para otros estudiosos que lo lleven a cabo y con más tiempo que yo.

petracamara_puertosantamariaVamos a citar un ramillete de artistas de nuestra ciudad, que también bailaron esta modalidad artística. Entre ellos se encuentra, Josefa Gallardo Rueda “La Coquinera”, (El Puerto 1871 - Madrid 1935). (ver nótula núm. 1.042 en GdP) El maestro de baile Jose Otero, en la página 155 de su libro titulado, ‘Tratado de Baile’, nos informa: Pepa Gallardo actuaba en la compañía del afamado maestro de baile y coreógrafo, Eduardo Vázquez, este había llevado en su compañía artistas de la talla de Rosa Espero, Dolores Grande y Natalia Jiménez y Petra Cámara, quien vivió gran parte de su vida en Cadiz, en los años 1860. Fue una de las grandes boleras de su tiempo, sevillana de nacimiento en el año 1825. /En la imagen de la izquierda, Petra Cámara.

Jose S. Rodríguez, nombre artístico de Jose Luis Sánchez Rodríguez, (El Puerto 1917-Cadiz 1994) (ver nótula 100 en Gente del Puerto). Alumno de el Estampío, en el flamenco y de Carito, en la escuela bolera. Paseó su arte por todo el mundo junto a su esposa Pepita Sarazena (Colwyn Bay, Norte de Gales, Gran Bretaña, 07.05.1919 – Sevilla, 23.12.2000), (ver nótula 121 en Gente del Puerto). Este portuense fue unos de los grandes del bolero de este país y no se le ha hecho justicia. En los años sesenta llevaban en su elenco artistas de la talla de Enrique Morente, por mencionar algunos, y diré más: fue un extraordinario bailaor flamenco, con el sello del baile de El Puerto, por bulerías, que no es poco.

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Pepita Sarazena y José S. Rodríguez. /Dibujos LSA.

Josefa Gallardo, apodada la Gallardo, (El Puerto, 1860 - Cadiz, 192?), bailaora y bolera, esta mujer vivía en Cadiz, en 1875, en la calle Solano nº 20. Creo que  también fue actriz y hermana del actor portuense Francisco Gallardo, igualmente domiciliado en la capital gaditana. Aunque de esta mujer tengo mis dudas, espero aclarar datos muy pronto.

COQUINERA_CUENCA_2PUERTOSANTAMARIAManuel Fernández Cabrado, (Puerto Real, 1860-El Puerto, 192?) Maestro de baile y bailaor, dominó el flamenco y la escuela bolera, en el padrón de El Puerto de Santa María, de 1910, estaba domiciliado en la calle Espelete , 25, de profesión artista del baile, se trasladó muy joven a nuestro pueblo, por motivos personales; en boca de aficionados mayores, fue uno de los grandes bailaores de esta zona gaditana, según Jose Brea, Breita. (ver nótula núm. 1.183 en Gente del Puerto)  /En la imagen de la izquierda, Antonia ‘la Coquinera y ‘la Cuenca’.

Bernardo Neto Domínguez, (El Puerto, 1862-192?), profesor de baile, tenía la academia en la esquina de la calle Larga con Santo Domingo, en el año  1888. Antonio Neto Domínguez, (El Puerto, 1854-191?), artista pintor, bailarín y bailaor, hermano de Bernardo, de los dos fue el que más  sobresalió en el baile.

Según Luis Suarez Ávila, (ver nótula núm. 128 en Gente del Puerto) conocedor de algunas de las  pinturas  de este artista, nos dijo: «fue un pintor adocenado». La academia de baile, de los Hermanos Neto, colaboraban con el Ayuntamiento, en las fiestas locales. Parte de estos datos hay que agradecerlo a Jose Ignacio Buhigas y Tily Santiago, de su libro Carnaval: Un siglo de Historias del Puerto.

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La Macaca y su hermano Vicente.

La Macaca, nombre artístico de Josefa Martin-Bejarano (Lanzarote, 1920, El Puerto-Paris, 1980), fue una gran bolera, actuó en los viejos cabaret de Paris, de los años mil novecientos treinta y cuarenta. Sus primeras clases de baile fueron de mano de un refugiado político español, de nombre Esteban. (ver nótula núm. 1.455 en GP).

Vicente Martin-Bejarano (Lanzarote, 1925-El Puerto- Madrid, 1978), artista portuense, se inició con que su hermana Pepa, como pareja de baile en Francia. Hay fotos de los dos hermanos, con el atuendo bolero, como se puede demostrar. En la compañía de Juan Valderrama, Vicente, bailó en muchas ocasiones sevillanas boleras y jotas aragonesas.

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El bailarín y bailaor Miguel Villar Guerrero.

Miguel Villar Guerrero, bailarín y bailaor, (El Puerto. 1952), en sus tiempo s jóvenes se le conocía como Miguelito Puerto. Estupendo artista, marchó de su tierra en una edad muy tierna, recorriendo toda la geografía de la península ibérica, y países europeos.  Conocedor de la escuela bolera, clásico español y el flamenco. Tenía cualidades  para poder llegar a cotas altas en el baile, su imagen dejaba el aura que dejan los buenos artistas cuando salen a escena.

¡Que buenos ratos que hemos echado en esa calle Lechería [hoy Cervantes] de los años sesenta!, de fiesta con los Villar, por mencionar algunas sus primas Milagros Caraballo Villar, Charo Villar, --que bien baila mi comadre--, sin olvidarnos de su hermano Antonio Villar Guerrero,  dedicado a la enseñanza de la guitarra, y un excelente  guitarrista flamenco. /Texto: Antonio Cristo Ruiz.

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josepoquetcabreraJosé Poquet Cabrera nació en Calpe (Alicante), ciudad con la que está hermanado El Puerto de Santa María, por medio de la pesca y los hombres de la mar, donde se repiten apellidos --en ambas poblaciones-- desde antiguo. Fue bautizado en la parroquia de Ntra. Sra. de las Nieves. Su infancia transcurrió en ambientes marineros calpinos.

Ya hecho un joven fuerte y decidido, puso rumbo a América del Norte, trabajando en las obras del tendido de la línea del ferrocarril Pensylvania Express, que unió el norte con el sur de los Estados Unidos. Allí vivió con los emigrantes por antonomasia en dicho país, con una familia irlandesa, empero, regresaría a España y poco después, siguiendo con su espíritu aventurero, conocerá nuevas tierras, esta vez en el continente europeo. Francia, Alemania, Rusia y... vuelta a América, trabajando en los Altos Hornos americanos que, aunque debilitan su forma física, le proporciona buenos ingresos, regresando, definitivamente a España, a su Calpe natal.

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Un tren de pasajeros en la línea Pensylvania Express.

LLEGADA A EL PUERTO: 1931.
Allí se hace armador de barcos de pesca y su sueño se convierte en realidad, con el barco Melchora que sale de los astilleros levantinos. Ya por aquella época una importante colonia alicantina residía en El Puerto: los Roselló, los Perles, los Morató y otros muchos  apellidos de ‘la mejor tierra del mundo’ estaban asentado en nuestra Ciudad, a donde arribará con su embarcación en diciembre de 1931, ya con unos años y soltero. Le acompañaban dos hermanas y un sobrino, residiendo en el número 102 de la calle Larga.

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El 12 de abril se celebraron elecciones municipales. El 31 de mayo, ya con la II República, se volvieron a celebrar los comicios locales. Fueron alcaldes ese año Eduardo Ruiz Golluri por los conservadores y Francisco Cossi Ochoa, por los progresistas. 

Supo integrase en la sociedad portuense y se ganó el respeto de todos, tanto del sector pesquero como de otras actividades en el ámbito local.  Era un hombre bueno y honrado, querido y admirado por sus convecinos, que desbordaba sencillez y humildad. Una persona que no solo ayudó a las familias de pescadores, sino que contribuyó a la época de máximo esplendor de la pesca en El Puerto. Tenía mucha mano izquierda.

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Una foto de la vivienda de Tio Pé, arriba del desaparecido Casa Lucas, con la familia.

Tio Pé se trasladaría al número 110 de la calle Larga --arriba del famoso bar Casa Lucas--, al contraer matrimonio con Francisca Beltrán, con la que tuvo cuatro hijos, dos niños y dos niñas, que hoy viven en Calpe, llegando a ser representante de dicha colonia en nuestra población.

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El 'Melchora' y el 'Nueva Melchora', construido este último en alicante en el astillero de Vda. de Manuel Ripoll.

EL NUEVA MELCHORA Y LAS REDES.
Su barco, la Melchora, naufraga en aguas de Marruecos a consecuencia de una avería y, en cuanto pudo, puso en astilleros la quilla de la Nueva Melchora, continuando así su actividad pesquera en los caladeros marroquíes. Al mismo tiempo, simultaneaba dicha actividad con un taller de entintado de redes, en el mismo edificio donde guardaba los enseres propios de la embarcación. Fue armador, además, del Melchora y Nueva Melchora, de otras embarcaciones a lo largo de su trayectoria profesional: La República, Belimar, Monte Olta. Y Fabian, en honor de su hijo quien, entre las décadas de los sesenta a los ochenta estuvo embarcado como pescador y posteriormente como patrón de los barcos de su padre, marchando con posterioridad a Calpe en los años noventa, donde llegaría a ser Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores durante el mandato 2007-2011

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Unos rederos en plena actividad en el muelle.

EL PÓSITO DE PESCADORES.
“Tio Pé” fue un excelente pescador que cimentaba la amistad en condiciones de igualdad, en todas las esferas económicas y sociales que se daban cita en la desaparecida Casa Lucas, siendo el primer Presidente del antiguo Pósito Marítimo y de Pescadores --luego Cofradía de Pescadores--, que se constituyó el día 5 de mayo de 1934, sobre las cenizas de otro anterior en la década de los años veinte, sien su primer presidente el ex alcalde Ramón Varela Campos (ver nótula núm. 2.030 en Gente del Puerto) que desapareció por diversas razones en fecha incierta. En su refundación intervinieron apellidos de ascendencia alicantina, llegando a tener, en el primer año de funcionamiento, 56 afiliados, permaneciendo en su presidencia hasta 1941.

Bajo su mandato, se dotaron al muelle pesquero de nuevas infraestructuras: una lonja moderna para la época para la subasta del pescado, con fábrica de hielo y depósitos de carburante junto al mismo cantil del muelle. En el edificio del Pósito se creó una clínica ambulatoria para la asistencia quirúrgica de sus afiliados, antes de  existir la Seguridad Social y una cooperativa para el suministro de enseres de las embarcaciones.

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ACTIVIDAD POLÍTICA: PARLAMENTARIO Y CONCEJAL.
El 1 de noviembre de 1942, re reunieron en la sede de los Sindicatos Nacionales las Juntas Sindicales Centrales, para proceder a la elección de los representantes sindicales en las Cortes Españolas del régimen franquista. Como obrero del Sindicato Nacional de Pesca, fue elegido en representación de dicho sindicato vertical , como Procurador en Cortes, para la legislatura de 1943-1946.

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Tomando posesión como concejal, ante el alcalde Eduardo Ciria Pérez (ver nótula núm. 1313 en GdP). 

Debido a su entrega e interés, no solo por los hombres de la mar, sino por la Ciudad de adopción que lo acogió, llegaría a ser concejal de la Corporación entre el 3 de febrero de 1952 y el 21 de mayo de 1958, con los alcaldes, Eduardo Ciria Pérez, Luis Caballero Noguera y Miguel Castro Merello (ver nótula núm. 1.654 en Gente del Puerto).

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El número 110 de la calle Larga, casa Lucas, donde hoy se encuentra Copistería HIVA.

EL RAPE PERDIDO.
Relata Manuel Lojo Espinosa en su libro Casa Lucas, la siguiente anécdota: «Para el acceso a su vivienda, el Tío Pé utilizaba una escalera situada en el patio del local de Casa Lucas, por lo que en muchas ocasiones también le servía para dar o recibir recados de su familia. En esta ocasión, había llegado de turno de pesca la Melchora y el dueño llevó a casa un extraordinario rape de más de 5 kilos de peso. La familia colgó esta hermosa pieza en la escalera que daba al citado patio, pero seguramente a causas del peso del pescado o, a que no estuviera bien atado, lo cierto fue que el rape cayó al patio y rápidamente, desapareció.

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Tio Pé y su esposa, Francisca Beltrán.

El dueño no sabía explicar a su esposa lo sucedido, o a lo mejor, fue el mismo el que autorizó a un buen amigo para que se lo llevara a su casa». Don Manuel Lojo, siempre tan discreto, seguro que sabía quien era ese buen amigo, pero el secreto como otros tantos, se lo llevó consigo a la tumba.

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Tio Pé, toma la palabra en el homenaje que recibió el 27 de diciembre de 1956, en El Resbaladero.

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Otra vista de los asistentes al homenaje.

HOMENAJE.
Por toda su trayectoria, recibió un homenaje de sus amigos de Casa Lucas, el 27 de septiembre de 1956, al cumplir sus bodas de plata de su llegada a El Puerto, que tuvo lugar en el restaurante El Resbaladero, con asistencia de muchos amigos porteños y de la colonia alicantina afincada en nuestra Ciudad. Le obsequiaron, entre otras sorpresas con el Himno a la Melchora, entonado por los asistentes, con letra del tasquero de Casa Lucas y música de la marcha Valencia. Francisco Lara Izquierdo, a la sazón presidente de la peña Casa Lucas, pronunció un emotivo discurso que llegó a emocionar al homenajeado, y que finalizaba con unos versos: Viva el Cristo del Sudor/ Viva el Peñón de Ifach/ Viva la Villa de Calpe/ Y viva este lobo de mar.

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Una imagen de Tio Pé, retirado, con la familia y el Peñón de Ifach al fondo, en Calpe.

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A lo largo de toda una vida, siempre recordaremos a esas personas, que dejaron huellas profundas en nosotros, especialmente por su  bondad y buen corazón.

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Milagros Galvez Alonso, ‘Tato’, Mari Carmen, una jerezana novia de su hijo Antonio Fernández Gálvez, que también aparece en la imagen. /Foto: Colección Familia Neva.

Milagros Galvez Alonso, ‘Tato’, tuvo cuanto hermanos, Manolo, Antonio, Lola y Miguel Ángel --desaparecido en la Guerra Civil--. Con su marido enfermo, Milagros sacó adelante a su hijo Antonio Fernández Gálvez, trabajador muchos años en Bodegas Osborne y ayudante de Neva, operador de cine y gran amigo de la familia, que trabajaba con la familia Nuchera en los cines de verano Cinema España y Florida y en invierno en el Central Cinema.

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La frutería de Vela, donde estaba la casa de la autora de la nótula.

MI ABUELA.
Al no conocer a mis abuelas,  se podría decir que ‘Tato’, fue de alguna manera nuestra abuela.  Tengo entendido, que mi madre la conoció en la Sericícola, finca de Don Félix Sancho de Sopranis  Peñasco. Supongo que  ‘Tato’ iría como practicante, a atender a la familia  Sancho  o a sus empleados  entre los que se encontraba mi madre; quien empezó a trabajar con esta relevante familia desde los doce o trece años. Me consta, que hubo sincero aprecio por ambas partes. ‘Tato’, enseguida congenió  con mi madre. Ambas dos tenían un carácter muy similar, pues eran mujeres muy serias y reservadas, poco amigas de chismes, alharacas y cuchufletas. Parece que la estoy viendo, con su tez blanca, pero con color en las mejillas, y su largo  pelo recogido en un rodete, al que daba mil vueltas, hasta quedar impecable. No, no era yo la niña de sus ojos, si no una de mis hermanas,  que por aquel entonces tenía un problema en la vista y esto la hacía más vulnerable, por lo que  se desvivía por ella,  haciéndoles las curas, y lavando ella misma esos pañitos blancos e inmaculados para que  estuvieran totalmente asépticos. Hasta esa tarea quiso ahorrarle a mi madre, pues sabía las muchas horas que  su trabajo le robaba   y lo mucho que  le preocupaba  todo cuanto concernía a sus hijos. Y es que era muy buena y cariñosa con todos nosotros, y con todos los que  veía necesitados de ayuda. A su niña, le hacía, unos tirabuzones perfectos  con agua y limón,  y como tenía el pelo moldeable y  agradecido, estaba muy linda con ellos. A mí, no me lo podía hacer, pues el mío, era demasiado  rebelde, y por más que se esmerara, en mantenerse delante de ella un poquito arregladito, cuando se daba la vuelta… zas!  Volvía  a  caerse y ahí se acababa el intento.

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Un equipo de jeringuillas de la época.

LA PRACTICANTE.
‘Tato’, era una mujer de carácter,  pero a la vez muy tierna y sensible. En ella no había dobleces, a quien le entregaba su cariño, tenía en ella una amiga,  fiel y leal para toda la vida. Además era una mujer, de conocimientos y  muy educada. Lo malo de ‘Tato’, era que teníamos al practicante en casa, y no sé si por moda, prescripción médica o qué, cuando la veía sacar  aquella cajita de metal ovalada, y preparar el pañito blanco, me echaba a temblar. Extendía el paño con mucha parsimonia, habría la cajita y  colocaba  ceremoniosamente sobre él: las tijeras, las agujas  enormes, la jeringa, el  alcohol,  el algodón y las cerillas. Nuevamente, con mucha delicadeza, introducía dentro de la cajita, las agujas,  y el resto del instrumental, y lo hacía arder. Cuándo el alcohol  se evaporaba, ya estaba el instrumental bien esterilizado,  y lo que era peor, listo  para  utilizarlo.   --Anda hija ven, --¿Quien yo? No me lo podía creer, unas veces, aceite de hígado de bacalao- Pal Crudo --o algo parecido-- ha pasado tato tiempo, que  no estoy segura que se escriba así, pero así  era como lo llamábamos en casa; otras que si penicilina, total, que tenía que hacerme la fuerte,  para que la camarilla mirona, no pensara que era una miedosa. Claro, que para mi sorpresa no era  solo yo, pues… --Anda hija, ahora, te toca a ti, se refería a otra de mis hermanas, esta  solo articulaba a preguntarme --¿Te ha dolido?  Cuando terminaba, nuevamente,  introducía el instrumental, y volvía a esterilizarlo en alcohol llameante,  hasta que se evaporara, secaba muy bien la cajita, guardaba  todo, con la misma parsimonia y a su maletín.

Chicles_Bazoka_1964Estaba tan enfadada, que por más que me decía, que me acercara que tenía un regalito para mí, y  que la perdonara  que era por mi bien,  yo no la quería oír, pero me decía: ven que te quite el  algodón, y como era obediente, me daba un abrazo,  y ahí  se acababa el enfado. Cuando ya me iba a jugar, me pedía que extendiera  las manos, y me las llenaba, de almendras fritas por ella: ¡buenísimas! y altramuces. Como sabía, que tenía que pincharnos, pobrecilla, se había llevado un buen rato partiendo,  pelando  y friendo las almendras, para  compensar de alguna manera ese ratito malo, que sin dudas debíamos pasar, y endulzando  durante varios días los altramuces. /Publciidad del chicle Bazoka Joe. Año 1964.

A pesar de que hayan transcurrido tantos años, estos pequeños detalles, son los que se recuerdan toda la vida con verdadero cariño y añoranza. Porque, como olvidar,  como  nos acunaba en su regazo, mientras nos mecía  en la mecedora a la par que cantiñeaba   alguna nana,  o lo primero que se le viniera a la cabeza.

Grasitas_Famosa_1966O como nos acompañaba a lavarnos las manos, antes y  después del almuerzo o cena, porque decía que las manos siempre debían estar muy limpias, porque sin darnos cuentas, podíamos tocarnos los ojos,  o la boca y se nos pondrían malos. De la misma manera  no le gustaba, que nos anduvieran besuqueando. Nos decía…. a los niños,  no se los debe dar tantos besos, solo los de casa y poco más.  Cada noche al acostarnos, nos cepillaba el pelo con mucho mimo, nos daba nuestro besito de buenas noches y marchaba feliz para su casa que ya debía estar esperándola su único hijo: Antonio Fernández Gálvez, un sol de hombre, al que Dios lo había revestido de infinita  bondad y buen corazón. /Publicidad de muñecas Famosa. Año 1966.

Como ya he dicho, Tato, asumía tanto su papel de abuela preocupada, que si consideraba que  uno de nosotros,  no había desayunado en condiciones, no se lo pensaba y allá, que se presentaba en los colegios de la Divina Pastora,  o  en San Ignacio, con buen tazón de leche  para que no desfalleciéramos en clase.

La_Casera_1968De nada servía que le dijéramos que no teníamos  hambre,  si no lo hacíamos en casa,  estaba claro que lo haríamos  en el colegio. Así aprendíamos la lección, y  a partir de ese día,  todos apurábamos el desayuno, porque  de nada valía decirle….  es que no tengo ganas. Lo dicho, una mujer con carácter  y  un cariño enorme por  sus niños. /Publicidad de La Casera. Año 1968.

Muchas fueron las veces, en las que la acompañe, a visitar a algunos de sus  muchos clientes como practicante-ATS-  y siempre fue bien recibida, a pesar de que su profesión, a los ojos de una niña, no era demasiado agradable. La vida me privó desgraciadamente del calor y de  la ternura de mis dos abuelas, pero   supiste ganarte nuestro cariño,  con  el inmenso amor que nos entregaste. Hasta siempre querida  y añorada abuela Tato. /Texto: María Jesús Vela Durán.

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Da cosa cerrar el paréntesis de arriba, porque es triste dar por cerrada la última página de la historia de la saga de los Adriano. Así lo es al día de hoy al encontrarse el Adriano III, después de dos años y medio de hundirse, abandonado a su suerte en el abandonado varadero del abandonado río del Olvido (al que El Puerto de Santa María le debe su propia existencia, su antiguo esplendor y que hoy es la viva imagen y el espejo de su decadencia).

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El Adriano III en el astillero de San Adrián de Cobres, en 1955. Posando, su propietaria, Socorro Sanjuán Dopico y su hijo Antonio Somorrostro, quien fuera el último Administrador, desde 2003, de Motonaves Adriano S.L. / Foto, colección Andrés Fernández Valimaña, último Gestor del vapor.

El Tercero de los Adriano fue el único que no se construyó en el astillero que Antonio Fernández ‘el Adriano’ (fallecido en 1946) tenía en la ferrolana playa de Maniños, sino al interior de otra ría gallega, la de Vigo, en el astillero (1919-1998) que los Sucesores de Francisco González García mantenían en la parroquia de San Adrián de Cobres, en el municipio pontevedrés de Vilaboa. Se construyó en 1955 a iniciativa de los hermanos José, Juan y Eduardo Fernández Sanjuán, sobrinos de ‘el Adriano’, y de inmediato llegó al Guadalete, en aquella primera travesía al mando del mecánico Francisco Artola, para sustituir en las travesías al Adriano II, que entonces se varó después de un cuarto de siglo cubriendo las travesías entre El Puerto y Cádiz.

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Una instantánea histórica: la botadura del Adriano III en San Adrián de Cobres.

LAS TRIPAS 
El Adriano III se compuso ‘a la antigua’, con madera de roble para el armazón, tablones de pino gallego de 8 cm de espesor para el casco y acacia brava de 6 cm para las cubiertas y los camarotes. Sus dimensiones, 25’25 metros de eslora, 5’76 m de manga y 2’80 m de puntal. Su peso, 117 toneladas. El costo, 2 millones de pesetas y capacidad para 200 pasajeros: 65 en la cubierta del puente y 135 en la principal (26 en popa, 44 en los bancos de popa y 65 en los de proa). En esta cubierta se instalaron dos sanitarios, dos cisternas de agua dulce y un compartimento con el guardacalor de protección del motor (220 caballos) situado debajo, en la cámara de máquinas de la cubierta baja, que se dividió en dos pañoles de popa y otro de proa, cargados con 40 toneladas de adoquines como lastre.

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Siendo los mas conocidos Pepe y Juan, su hermano Eduardo Fernández Sanjuán (1911-1987), a la derecha de la imagen, trabajó 55 años en los Adriano como marinero de proa, cobrador y durante más de 30 al frente de la empresa familiar. 

Y en la cubierta del puente, el sanctasanctórum donde Pepe ‘el del Vapor’ gobernó el nuevo barco de la saga con sus hermanos Juan y Eduardo y los demás trabajadores que con los años se fueron sucediendo.

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El Adriano III abarloado a cuatro pesqueros.

El viejo motor fue remplazado en 1991 por un diésel ‘Guascor’ de 360 caballos, que alcanzaba una velocidad punta de ocho nudos y medio. La travesía entre El Puerto y Cádiz se hacía, en condiciones climáticas normales y a la velocidad establecida a la entrada y salida de los puertos, en 35-40 minutos (cuando el motor se puso a prueba la distancia se cubrió en 20’). El arranque se efectuaba por aire comprimido, con motor auxiliar. El timón contaba con ayuda mecánica, moviéndose el engranaje mediante cadenas y varillas de acero. Los medios de seguridad de la navegación, los reglamentarios: radar de superficie, compás, emisora de radio y luces de situación.

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El vapor, reluciente, en el varadero Guadalete durante una de sus revisiones anuales. / Foto, col. Andrés Fdez. Valimaña.

Los años en que los Adriano II y III compartieron tiempo y travesías (1955-1982), lo acostumbrado  era que el III cargase con  los viajes diarios y el II se dedicara  a dar paseos turísticos a Cádiz y por la bahía, a veces con paradas en Puerto Real, Matagorda, La Carraca y la Zona Franca. En diciembre y enero, cuando el Adriano III varaba para su limpieza y mantenimiento, el II lo sustituía en las travesías diarias, en el día a día que los Adriano mantuvieron desde 1930.

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El vapor pasando por La Puntilla, aún sin espigón. / Foto, Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

...continúa leyendo "2.042. LOS ADRIANO. La herencia de una tradición. Y 6: Adriano III (1955-2011)"

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Quiero recordar a una serie de personajes populares, éstos no pertenecían a la raza gitana (ver nótula núm. 2.001 en Gente del Puerto), que conocí a lo largo de mi existencia entre los años 30 y 60 del siglo pasado.

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En la fotografía, Cándida ‘la Negra’ con Juan Durán, ‘Juanito Malete’, quien era encargado general de las subastas de frutas y verduras, en el Palenque de La Placilla; era el padre del que fuera propietario de Electrodomésticos ‘La Placilla’, según información que nos facilitaba Manuel Pacheco Albalate.

Alemania. Lañador y latero que dormía en la cascada de la fuente norte en el Paseo de la Victoria. Por las mañanas, pasaba por mi casa con su hornillo de calentar el soldador, una caja de herramientas en bandolera y un hato al hombro. Soldaba cacharros de lata y arreglaba las tinajas y los lebrillos de lavar con las lañas y cemento. Si caminaba desde la Victoria hace el centro de la ciudad, iba fresco. Cuando volvía, estaba como una cuba. Los niños, naturalmente, nos metíamos con él: "Alemania, buen paletón con la picha de papel y los huevos de cartón".

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Gabriel 'el Mulo', con un gato en brazos.

Gabriel Mulo. En apariencia, un enfermo mental. La gente se metía con él, y cuando se desesperaba ponía cara de loco agresivo, e incluso simulaba ir al ataque. Pero frenaba mucho cuando le invitaban a un vaso de vino. Podía fingir tal dulce sonrisa que parecía ser tu mejor amigo.

el_chumi_psm_puertosantamariaEl Chumi. Manuel Quintero García, uno de los mejores cantores de flamenco que El Puerto ha tenido. Cantaba muy bajito, pero los verdaderos entendidos gustaban de oír los matices de todos los palos del cante jondo. Lo calificaban como uno de los mejores. De ahí que, en honor a su arte, hay una peña flamenca con su nombre artístico. No tenía la cabeza en su sitio: casi siempre, aparte de adornos, llevaba colgada en la solapa de la chaqueta o del abrigo, una malla de seda amarilla de botella de coñac. (ver nótula núm. 1.110 en Gente del Puerto). /En la imagen de la izquierda El Chumi.

Luis Agacha. Caminaba muy rápido a pesar de que no iba a ninguna parte. Al verlo le gritábamos: "--"Luis, agacha... que viene un bando (de pájaros)!" Se agachaba y ponía una mano formando visera en la frente, como oteando el horizonte. Inmediatamente, pedía efectivo para un vaso de vino.

romualdopeniamontes___puertosantamariaRomualdo [Remujardo]. A Romualdo Peña Montes lo ingresaron en un asilo para ancianos y no lo he vuelto a ver. Empleó toda su vida en acarrear agua potable hasta su clientela. Unas veces iba al Hospitalito, otras a las Capuchinas y la mayoría de los grifos del mercado. Cuando llegaba a su casa, soltaba el dinero que había ganado por la junta de un cajón de la cómoda. Nunca se lo dio a su madre directamente. Pero ella se lo gastaba sin que Romualdo exigiera explicaciones. El hombre siempre iba descalzo. (Ver nótula núm. 1.310 en Gente del Puerto). /En la imagen de la izquierda, Romualdo.

Pituvera, el del bulto. Señor que ni estaba loco ni era tonto. Le decían ‘el del bulto’ porque tenía un quiste en la cara, una bola del tamaño del huevo de una gallina. Entre otros negocios, montaba una tómbola portátil, más conocida como una reclina en la plaza de abastos. A las marías les gustaba tocarle el quiste porque pensaban que acariciarlo atraía la suerte.

Julián, hijo de Cagalerna el Ciego. Se buscaba la vida de mandadero entre los placeros del mercado de abastos. El padre vendía lotería. Julián se trasladó a Cádiz cuando su padre falleció.

ansonini___puertosantamariaAnsonini. Manuel Bermúdez Junquera tenía como actividad laboral trasladar en un carro especial las carnes del matadero a los comercios de carnicerías. Le gustaba el baile flamenco. ¡Casi no movía las piernas! Para las bulerías tenía un son que hacía sólo con el cuerpo. Tan peculiar era su danza, que los grandes flamencos siempre le reclamaban para sus fiestas privadas. Se enamoró de María. La chica era de estatura normal y él, en cambio, muy alto. Todas las tardes pasaban ante la puerta de mi casa, en Santa Clara 5, muy amartelados. Él con el brazo derecho por encima del hombro de María,  insinuando acariciar el seno contrario. La hembra, aparte de guapa, podía presumir de hermosos pechos. Era una de esas parejas a las que parece que nunca se le acaba el amor. Una vez casados, y con hijos de por medios, el porteador de carnes se volatilizó. Se dice que fue amante de ricas extranjeras. Se dice que tuvo en sus brazos a Ava Gardner. Y que para siempre se quedó a vivir entre bellas mujeres. Que yo sepa, nunca regresó a El Puerto. Pensaría que los gitanos las guardan. (Ver nótula núm. 524 en Gente del Puerto). /En la imagen superior izquierda, Ansonini. En la imagen inferior izquierda, la Tula.

la_tula__puertosantamariaLa Tula. Mujer sonriente y de carácter muy dulce. Le gustaba el pirriaque (vino malo). Los niños nos burlábamos de sus estados de embriaguez.

Cándida la Negra (ver nótula núm. 214 en Gente del Puerto). Se ignora su lugar de procedencia. La conocí desde que tengo uso de razón. Primero, porque en su casa y la mía estaban muy próximas. Segundo, porque cuando yo tenía 6 o 7 años mi madre padeció eccema en las manos y el médico le recomendó, entre otras terapias, que no introdujera las manos en el agua. En aquella época no había guantes protectores, de manera que mi madre debió recurrir a otra personas para las labores de lavado y fregado. Cándida no conocía su edad ni la tierra que la vio nacer. No sé que trazas me doy que siempre acabo especulando. ¿Cómo fue el caso de Cándida la Negra? Tal vez llegó con los píos, los segadores portugueses; ella para hacer la comida y el lavado de ropas. Si fuera cierto, podría ser guineana, angoleña o mozambiqueña. /Texto: Francisco Artola Beuzón.

Con el gobierno de Hernán Díaz, los cumpleaños del poeta Rafael Alberti, nacido en 1902, fueron todo un acontecimiento mediático literario, en homenaje al poeta y como rédito en imagen para la Ciudad, mientras estuvo con vida.

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En este primer cumpleaños de Rafael Alberti, con Hernán Díaz Cortés como alcalde, celebrado el 16 de diciembre de 1991 en el Hotel Monasterio de San Miguel, vemos al poeta rodeado de periodistas recogiendo unas declaraciones del poeta. De izquierda a derecha, fila superior, Ignacio Gago Fornell, Andrés Jiménez, semioculto desconocido, Francisco Andrés Gallardo, Soledad Duro, Rafa Tardío y Paco Crespo. Sentados, el ex alcalde Hernán Díaz, desconocido, Isabel Flores, el poeta universal y su segunda esposa, María Asunción Mateo. Cumplía el poeta. Cumplía 89 años.

sudordelobrero_31_10_1906_PUERTOSANTAMARIADestacado político republicano portuense, siempre vinculado con los problemas de la clase obrera, barbero de profesión. Ya en 1905 vemos sus textos en el periódico ‘El Sudor del Obrero’, Órgano de las Sociedades y de las Agrupación Socialista Obrera de El Puerto de Santa María. Era uno de los siete periódicos con los que contaban los socialistas en España en aquel inicio de siglo.

Dicha publicación, dirigida por Diego Velázquez, e impresa en la imprenta La Unión, de esta Ciudad, no estuvo falta de problemas desde sus inicios en 1902. A partir de 1909 una irónica frase acompaña el encabezamiento: "se publica cuando se puede", con diversa periodicidad, bisemanal, semanal y quincenal. En 1910, su titular afirmaba que era el Órgano de las Sociedades Obreras y de la Colación Republicana Socialista. En 1915 rezaba en su titular: Órgano de la Conjunción Republicano-Socialista y de las Sociedades Obreras. La redacción estaba en el número 44 de la calle Palacios.

Otros escritos de Tomeu Navarro aparecerán en ‘El Obrero Portuense’, dirigido por Manuel Pérez desde 1900. Volvió a resurgir en 1919, siendo promotor de esta publicación, Órgano de las Sociedades Obreras de esta localidad, época donde encontramos los textos de Tomeu, que se publicó entre el 8 de noviembre de 1919 y el 27 de julio de 1920. A mediados de 1920 firmaba sus artículos en el periódico con el seudónimo de ‘Dagoberto’.

Afiliado a la Agrupación Socialista de El Puerto, de la que fue re fundador en 1899, junto a los toneleros Alfonso Fernández y Diego Velázquez al que aludíamos mas arriba y el viticultor Francisco Figueroa. En los años 20, junto con otros compañeros formaría los primeros grupos republicanos, siendo secretario de la Junta Local de Reformas Sociales y de la Junta de la Casa del Pueblo.

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La plaza del Polvorista en 1905.

Así, formó parte de la Comisión Gestora del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María entre las elecciones del 14 de abril y el 31 de mayo de 1931. Tras éstas últimas elecciones municipales sale elegido como concejal, formando parte del gobierno municipal como Teniente de Alcalde por el Partido Republicano Radical Socialista. Tras la dimisión de Francisco Cossi Ochoa en mayo de 1932 es propuesto y sale elegido como nuevo alcalde el 25 de mayo, permaneciendo hasta junio de 1933. Unos meses después de los trágicos sucesos de Casas Viejas, Francisco Tomeu dimite de forma irrevocable de la alcaldía portuense, ocupando la alcaldía, de nuevo Francisco Cossi Ochoa (ver nótula núm. 590 en Gente del Puerto), quien sería presidente de la Diputación, cuando el golpe de estado del 18 de julio de 1936, siendo depuesto y, posteriormente, desaparecido.

A día de hoy tiene una calle en su ciudad natal. /Texto: Santiago Moreno Tello.

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