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José Fernández Rodríguez, en el almacén de comestibles ‘Casa Joselito’ en la calle Postigo, 24, en noviembre de 1948. Anuncios de la época, género al por menor, latas y embutidos que ayudaron, gracias a la generosidad y la paciencia de Joselito, a tirar para adelante a muchas familias.

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José Fernández Rodríguez, nació hace casi 90 años en Tuy, en el Concejo de Porriño (Pontevedra). Con once años -en 1934- vino a El Puerto de chicuco, para ayudar en el almacén de unos gallegos existentes en la esquina de la calle Cruces con Postigo: “La Gloria” que luego sería un bar y freidor de pescado. Allí estuvo hasta que se fue al servicio militar. A la vuelta montó en la esquina de la calle Capillera con Postigo un almacén de comestibles y una taberna, “Casa Joselito”. Le alquila a Armando Micaletti un corral que había enfrente y construye con sus manos una especie de posada para los trabajadores que venían a trabajar a las diversas grandes obras públicas que se hacían en la zona; así les daba cama y comida.

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En 1958, el 25 de noviembre, de izquierda a derecha: Mercedes, Rafael y Jose -Joselito- Fernández Rodriguez y Paco Peña, tras la barra del restaurante.

Los negocios van prosperando, adquiere ese local y en 1955 abre, el que sería el primer “Bar Jamón” cuyo nombre fue puesto por los clientes, dado el tamaño de las lonchas de jamón que ponía como tapas. Da un nuevo giro al negocio y lo divide en tres partes, intercomunicadas entre sí: el Bar, una Confitería y un nuevo Almacén de comestibles, que con el tiempo, tras las múltiples reformas vividas por el establecimiento, sería el supermercado del Barrio Alto. Para la cocina, para seguir con el éxito de las comidas caseras, Joselito se trajo de Galicia a su hermana Mercedes y luego a su hermano Rafael, quien permanecería hasta su jubilación en la barra del bar de la calle Capillera. Los guisos de conejo, el pollo guisado, riñones al vino fino, berzas varias, eran el argumento por el  que muy pronto se hizo conocido el nuevo establecimiento.

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El día de la inauguración oficial  (25 de noviembre de 1958) del Bar Jamón en la Calle Capillera. De izquierda a derecha, Francisco Fernández Galloso, pelando unas gambas, niño desconocido, Francisco García Máiquez, Juan Rodicio, Manolo Verde, Joselito Fernández Rodríguez, Ricardo Rodríguez Álvarez, de La Bota de Oro; Ariza,  del Banco Hispano Americano, Rivera, Francisco Martín Repollet, Sabas Manuel Martín Repollet, Rafael González Bruzón y Francisco González Rivera.

La empresa funciona a base de mucho trabajar y a principio de los sesenta del siglo pasado se abre una terraza en la azotea. Llega la televisión y en 1963 es el segundo televisor que se instala en un establecimiento de comidas y bebidas en El Puerto, tras el Bar La Liga; la vieja Philips se jubilaría después en el domicilio familiar de Joselito, donde no llegó la televisión hasta que se compró una nueva para el bar. Los niños de los clientes, y los  vecinos del barrio, veían las películas de los domingos sentados en la escalera de acceso a la terraza. E innovador como era, se inventó un montacargas de tracción manual para subir los alimentos desde la cocina al piso superior.

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Chocolate Zahor regalaba una batería de cocina, pieza a pieza, entre su clientela. Estamos en 1964, en el almacén de Joselito, repartiendo las piezas del conjunto entre la clientela. Vemos a la izquierda a Marcelino, Pepi, Fale de niño, Rafael Fernández en el reparto, entre otras a Isabel y su hija y a la madre del popular Luichi, ya sacado en estas páginas con nótula propia. Chocolate El Gorriaga, entregaba, también, un balón de reglamento -de cuero- entre sus consumidores.

Recuerda Pepe, el hijo de Joselito, que los clientes traían el marisco desde Romerijo, y se sentaban en las numerosas mesas que se habilitaban en la calle Capillera, entonces de arena, que previamente regaban y preparaban para recibir las avalanchas que se desplazaban, entonces, calle San Juan arriba, por el Barrio Alto. Hasta se instaló un toldo para hacer más cómoda la estancia a la parroquia. En 1974 se hace una nueva ampliación y nuevas mejoras estéticas vendrían seis años mas tarde, en 1980, con su hijo mayor, Pepe Fernández cada vez más implicado en el negocio, donde había aprendido a hacer de todo y por tanto lo conoce desde sus cimientos.

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Interior de la barra del restaurante en la calle Capillera, que aguantó hasta el final, tras la reforma de 1980. Rafael Fernández, tío y sobrino, tras la barra.

Una navidad, Joselito se pertrechó tanto de jamones que tuvo necesidad de colgarlos del techo del bar, lo que acabó por convertirse en una peculiaridad del establecimiento: los turistas venían a hacerle fotos y los americanos, especialmente, se sentían gratamente “condecorados” cuando una gota de la grasa que goteaba de la pieza del gorrino les señalaba la chaqueta. No se habían inventado aún las “chorreras”, que aparecieron mas tarde, primero de hojalata y luego de plástico. (La expresión “jamón con chorreras” o jamón “sudado” se debe al proceso de generación de sabrosos fluidos que sufre la grasa del cerdo con las subidas de temperaturas). Eran los tiempos del jamón a tacos -y Joselito se hartaba a cortarlos y prepararlos- y de una carne rellena o mechada única en su género que, con motivo de algún aniversario del establecimiento, deberían volver a mostrar a las nuevas generaciones de clientes de sus nuevos restaurantes. Es una vieja reivindicación de algún cliente devoto de aquel manjar -quien suscribe- que no se resigna a que haya desaparecido de la carta del restaurante. (En la fotografía, el afamado Pan de la Casa).

pandelacasa_puertodesantamariaLos negocios familiares se expandirían, abriendo su hijo Pepe, ya como gerente, La Bodedeguilla del Bar Jamón, en la calle Misericordia en 1989, y que  hoy regentan su otro hijo, Rafael y su nuera Mamen. Allí se inventó el Pan de la Casa (pan de cortijo ligeramente tostado, aceite de oliva del bueno, tomate y jamón), al que siguieron otros: de mechada, de queso, de huevo… Y ya lo copian en tantos sitios…. En 1998 se inauguraba el actual Bar Jamón junto a la rotonda del Molino Platero, emblema del grupo Jamefer, nombre comercial de José Fernández Rodríguez e hijos. /El pan de la Casa

Sus hijos siguieron con la expansión y durante años han dirigido otros negocios como la confitería “Los Sanluqueños” hoy “Ntra. Señora de la Merced” que lleva abierta 53 años y en la actualidad es regentada, junto con la cafetería, por Manolo Fernández. Ignacio tentaría a la suerte no hace mucho con La Casa del Chocolate, en pleno centro de El Puerto, entre Luna y Nevería, no estando la situación actual para apuestas de tanto nivel en nuestra Ciudad.

José Fernández Rodríguez, el gallego, ha dejado muchos negocios funcionando y un potente espíritu empresarial. Y seis hijos: Pepe, Manolo, Fale, Mercedes, Jesús e Ignacio. Hasta ahora se dedicaba a su huerta, a cuidar de los nietos, a hacer algún viaje por su tierra gallega y observar la vida desde la atalaya de tantos años vividos y trabajados. Nos dejaba la madrugada del 1 de agosto en la Clínica Santa María, a punto de cumplir 90 años. Descanse, justamente, en paz. /Texto: José María Morillo.

Hoy a las 10:00 en el Tanatorio de El Puerto de Santa María se celebrarán las honras fúnebres y posterior incineración.

pacoarniz_2013_puertosantamariaEl idilio de Francisco M. Arniz Sanz --nacido en El Puerto de Santa María en 1952--, con la pintura viene de lejos, de muy lejos. Vamos, casi desde siempre. Ya en el colegio el pincel y los colores fueron unos de sus mejores amigos. Pero no sería hasta el año 1977 con su primera exposición en Barcelona cuando se empezó a dedicar profesionalmente al mundo del arte. Esta muestra tuvo tinte surrealista y en ella el desnudo femenino fue principal protagonista.

Tras su paso por la Ciudad Condal, donde residió doce años y ejerció la crítica de arte en El Noticiero Universal junto al célebre crítico Rafael Santos Torroella, en 1982 regresó a su tierra natal con el zurrón bien cargado de experiencia y conocimiento. Allí o aquí, depende desde donde se lea este texto, su obra pictórica se fue centrando poco a poco en los retratos de personajes y rincones urbanos. Temática en la que cosechó un gran éxito.

En la imagen de abajo, Francisco Arniz celebrando, puño en alto, celebrando en Barcelona la legalización del Partido Comunista. Le acompañan Amador Rey Fondo y Javier Aragüez

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Durante doce años, desde 1990 hasta 2002, fue Presidente de la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia de El Puerto de Santa María; período durante el que creó y dirigió la revista “Pliegos de la Academia”. Y es que además de practicar la pintura, Paco Arniz ha sido un gran estudioso de la obra de los artistas plásticos portuenses. Francisco Lameyer, Eulogio Varela, Enrique Ochoa, Juan Miguel Sánchez Fernández, Serny o Manolo Prieto son hoy día más conocidos gracias en buena parte a la labor de un Arniz empeñado en promocionar y dar a conocer al mundo la riqueza de la cultura portuense.

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Con el pintor Juan Lara, en una conferencia al alimón.

Dentro de esta faceta cabe destacar su amistad con el pintor Juan Lara. Con él, además de compartir conversación, vino y taberna, colaboró en la edición de las dos series de la carpeta “Pueblos rosas mejicanos / Pueblos blancos gaditanos” para las que escribió el prólogo. Ahora, Arniz le rinde tributo en algunas de las obras de esta exposición.

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Con el poeta Rafael Alberti, en Roma, en 1976.

El poeta Rafael Alberti fue otro de los genios de El Puerto con los que Francisco Arniz mantuvo estrecha relación. A él le dedicó y organizó dos importantísimos homenajes; uno en forma de antología poética (“Del corazón de mi pueblo”) y otro a modo de exposición pictórica (“Homenatge a Rafael Alberti”).

Miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte y Embajador de la Red Iberoamericana de Ciudades Taurinas, a partir de 1998 Arniz decide dedicarse casi en exclusiva a la pintura taurina y a la técnica de la plumilla. Ese año precisamente realiza su primera exposición monográfica sobre el mundo de los toros en Chiclana, ciudad en la que reside actualmente.

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Dos muestras del arte de Arniz, la de la izquierda ha servido de cartel de exposición de su actual muestra en el Hotel Monasterio.

Desde entonces van ya casi 30 muestras en las que las estampas y retratos taurinos en blanco y negro son protagonistas absolutos. El Puerto, Sanlúcar de Barrameda, Puerto Real, Cádiz, Conil, Granada… y, por supuesto, Madrid han sido Un mundo que el pintor quiere reflejar a través de la plumilla, renunciando al colorido de otras técnicas pictóricas y sometiéndose a la dura disciplina de jugar con el blanco y negro a los que sabe sacar toda una riquísima gama de matices y contrastes. algunas de las plazas en las que la pluma y la tinta de Paco Arniz han hecho el paseíllo triunfal.

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En abril de 2009, en la Fundación Rafael Alberti, junto a uno de sus cuadros expuestos, del diestro José Tomás. 

No hay que olvidar tampoco su colaboración con la revista taurina mexicana “Bravada” para la que ilustró la contraportada de los números de octubre y noviembre de 2009. Y es que el arte de Arniz, como todo el buen arte, no tiene fronteras. De hecho hay obras suyas repartidas por todo el mundo (Inglaterra, Venezuela, Italia, etc.)

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Arniz expone desde el pasado 7 de julio hasta el 29 de agosto en el Hotel Monasterio de su ciudad natal la muestra 'Tinta y Color Taurino'.

Ahora, tras 3 años de parón voluntario, el pintor portuense regresa al ruedo artístico con energías y técnicas renovadas. Ha vuelto a abrir la caja de los colores y esta vez, junto a sus famosas plumillas taurinas, presenta una serie de nuevas obras de gouache y témpera a medio camino entre el cuadro y el cartel. Un toque de color ideal para este tiempo de crisis que no cesa. Pasen, vean y olvídense, aunque sea por un ratito, de lo que pasa ahí afuera. /Texto: Juanjo Castillo.

Baedeker'sSpain_puertosantamaria[Aquel 1913 del siglo XX, hace ahora 100 años, era alcalde de El Puerto de Santa María Manuel Ruiz-Calderón y Paz; lo sería también en un segundo periodo. Ese año un decreto papal declaró festivo el 8 de septiembre, día de la Virgen de los Milagros por la intermediación del Cardenal Enrique Almaraz Santos, quien fue recibido en la Estación de Ferrocarril por la Corporación Municipal Bajo Mazas, con cuyo nombre se rotularía la calle Zarza y quien sería nombrado Hijo Adoptivo de la Ciudad. Ese año volvía a salir la imagen del Cristo de la Veracruz, de salida irregular e intermitente en los últimos tiempos, desde sus capilla de la Sangre en la esquina de Nevería (Castelar) y Palacios (José Navarrete), frente al Bar Apolo donde hace años estuvo el Bar ‘La Mina’ y la Librería ‘Sanjamás’. Pedro Muñoz Seca estrenaba su obra ‘Trampa y Cartón’. En 1913 nació José de los Reyes Santos, ‘el Negro’ cantaor que interpretaba como nadie los ‘martinetes’]. /En la imagen de la izquierda, portada de la Guía Baedeker.

guiabaedeker_puertosantamariaEn la imagen de la izquierda, página de la Guía Baedeker, correspondiente a El Puerto de Santa María.

En 1913, la célebre casa editorial Karl Baedeker, de Leipzig (Alemania), publicaba la cuarta edición en inglés de España y Portugal. Manual para viajeros (594 páginas, 20 mapas y 59 planos). Esta guía turística de la Península Ibérica se presentaba como una edición “cuidadosamente revisada” de las tres anteriores en lengua inglesa, que habían visto la luz en 1898, 1901 y 1908. Se publicaron también cinco ediciones en alemán (entre 1897 y 1929) y tres en francés (1900, 1908 y 1920).

De las 71 rutas que contiene la guía Baedeker de 1913 que nos ocupa, El Puerto de Santa María aparece en la n.º 51, la que partiendo en ferrocarril desde Córdoba y pasando por Sevilla llegaba hasta Cádiz vía Utrera. El viajero —probablemente británico o norteamericano— de hace un siglo podía leer en la página 429 de su Baedeker de tapas rojas la siguiente información sobre El Puerto (la traducción es nuestra):

«Puerto de Santa María (Hotel de Vista Alegre, Calle Vergel 9, limpio, pensión completa 9 pesetas; ómnibus a la estación, 8 minutos, 75 céntimos; vicecónsul británico, R. J. Pitman), conocido por lo general simplemente como El Puerto, es el Portus Menesthei de tiempos remotos y uno de los asentamientos más antiguos de la Bahía de Cádiz, en la que desemboca el Guadalete. Es en la actualidad un importante puerto marítimo, con 20.000 habitantes. La industria pesquera y el negocio vitivinícola están mayormente en manos de empresas inglesas, cuyas Bodegas son casi tan importantes como las de Jerez. El embarcadero para los vapores está detrás del Hotel Vista Alegre.

Desde la estación de ferrocarril seguimos por la Calle Dendra [errata: debe ser “de entrada”, como sugiere Antonio Gutiérrez Ruiz], giramos a la derecha y llegamos al Paseo de la Victoria, con su abundante vegetación. De aquí nos dirigimos al oeste por la Plaza de Javier de Burgos y al girar a la izquierda entramos en la Calle Larga, la calle principal de la ciudad, con las casas de los ricos vinateros y el Ayuntamiento (Plaza de Isaac Peral). Desde este punto, la Calle de los Descalzos lleva al sur hasta el Paseo de Calderón, que se extiende a lo largo del Guadalete. Desde la Calle del Vergel, que prolonga la Alameda hacia el suroeste, continuamos por la Calle de José Navarrete hasta la Iglesia Principal, en la Plaza de Alfonso Doce, un edificio gótico con una portada barroca. Siguiendo por la Calle del Vergel hacia el oeste, llegamos a la Plaza de la Pescadería, con los restos del Castillo árabe. A partir de aquí la Calle Aurora se prolonga hacia el oeste hasta la Avenida de Nuestra Señora de los Milagros, con bodegas y buenas vistas a Cádiz. Al noroeste se encuentran el colegio de los jesuitas y la Plaza de Toros. Al noreste, en la carretera de Jerez, están el Cementerio Inglés y un cerro llamado de Buenavista».

mruizcalderon_puertosantamaria3En la imagen de la izquierda, el alcalde en 1913, Manuel Ruiz-Calderón y Paz.

A pesar de los cambios en los nombres de algunas de las calles citadas, no es difícil seguir el itinerario propuesto por el anónimo redactor de la guía. Considerada comúnmente como “la Biblia del turismo”, esta guía Baedeker contiene, sin embargo, dos inexactitudes llamativas en la información que proporciona sobre El Puerto, a saber, que “la industria pesquera y el negocio vitivinícola están mayormente en manos de empresas inglesas”. /Texto: Bernardo Rodríguez Caparrini

Expectación ante la corrida de El Puerto. Hace mucho tiempo que no ha existido animación tan grande, como la que se advierte, para la corrida de toros del próximo domingo día 31, en la plaza de toros de El Puerto.

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Bien es cierto que el cartel contiene todos los atractivos como lo demuestra el genera la empresa desde hace muchos días numerosos pedidos y apartados de localidades. Pocos son los pueblos de las provincias de Sevilla y Cádiz donde no se hable de esta corrida. Los valientes diestros sevillanos Juan Belmonte, Manuel Jiménez Moreno ‘Chicuelo’ y Joaquín Rodríguez ‘Cagancho’ lidiarán reses del marqués de Villamarta, de Jerez de la Frontera.

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Los actuantes, Juan Belmonte, Manuel Jiménez Moreno ‘Chicuelo’ y Joaquín Rodríguez ‘Cagancho’ 

Precios: palco bajo sin entrada, 250 pesetas; delantero de balcón primer piso con entrada, 30 pesetas; primera fila de azotea de toril, 30; segunda fila, 25; asiento de barrera, 40: entrada de sombra, 15; de sol, 6; medias entradas, exclusivamente para menores de ocho años, a mitad d e precio. Las pudras de la plaza se abrirán a las tres, empezando el espectáculo a las cinco.

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Servicios extraordinarios de trenes desde Cádiz, Jerez y Sanlúcar con billetes a precios especiales y vapores desde Cádiz. Se advierte al público que no se encerrarán más toros que los anunciados. Si por causas ajenas a la empresa se suspendiese la corrida después de empezada, el público no tendrá derecho a exigir ninguna indemnización, como asimismo en caso de accidentarse alguno de los lidiadores. Una vez reconocidas, aprobadas y encerradas lasa reses, si se inutilizarse alguno o resultase manso, el público no podrá exigir nada. /Texto: Diego Joly.

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Antonio Lavandera García, cocinero y de Puerto Real, y Alejandra Quintia Martinez, de La Coruña abrieron su primera taberna del sapo en marzo de 2010. El 12 de diciembre de 2012 se trasladaron al local que tienen ahora, en la Avda. de la Paz, en Valdelagrana, muy cerca del Hotel Puertobahía.

El establecimiento está decorado de forma sencilla. Tienen barra y algunas mesas en un salón interior, y terraza. En el salón hay una especie de reservado para los tanques de cerveza ya que trabajan con cerveza “de bodega”, sin pasteurizar de Estrella de Galicia. Exquisita. La carta es común para todo el establecimiento y se basa en tapas y raciones para compartir.  La estrella de la casa es el pulpo que sirven a la gallega y también asado, acompañado en ambos casos de patatas, en el segundo caso también asadas. También tienen ensaladilla de pulpo. La empanada, además, es famosa, especialmente la de atún e incluso la encargan para llevar.  Traen mariscos de Galicia como navajas, percebes, mejillones, berberechos, centollos o cigalas. Para acompañar pimientos de Padrón que traen desde Herbón, la localidad con más fama en este producto. Cuentan también con carnes gallegas y cuando hay, sardinas fritas.

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El tapatólogo José Rodríguez Muñoz recomienda La Taberna del Sapo: señala que le sorprendieron especialmente dos productos, el pulpo a la gallega y la empanada. José Rodríguez afirma que para él “estamos ante el mejor gallego de la provincia”. También destaca el pan y los licores gallegos que ofrecen de postre y la relación calidad precio.

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La Taberna del Sapo está en la Avenida de La Paz, número 26, en los locales 11 y 12, en la urbanización de Valdelagrana en El Puerto de Santa María. Abre todos los días excepto lunes. En los meses de junio, julio, agosto y septiembre no cierra ningún día. El teléfono es el 956561330. /Texto y fotos: Pepe Monforte.

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La explosión turística de la ciudad hacía presentir en 1990 que El Puerto podía convertirse en una nueva Marbella, por recursos, posibilidades naturales e inversiones. La actual industria tiene su origen en 1880, cuando el profesor Medinilla elaboró un informe sobre los beneficios para la salud de las playas portuenses, atrayendo a bañistas de toda Andalucía.

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En 1943 el Ayuntamiento de El Puerto puso en una subasta una primera remesa de parcelas públicas en Valdelagrana, antiguo coto del Duque, que aparte de suponer un ingreso para las depauperadas arcas municipales, ponía sobre la mesa un desarrollo urbanístico y turístico de estos pinares. A la iniciativa en Valdelagrana se sucederían otras de la Costa Oeste, como Vistahermosa, que arrancarían su mayor desarrollo con la proyección económica del país, a partir de mediados de los 60. En esas fechas se había abierto, en 1962, el primer hotel moderno de la ciudad, el Caballo Blanco, a la entrada de la urbanización de Valdelagrana.

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Los encantos de la playa fueron el principal atractivo y la atracción inicial, cuando en 1880 los bañistas sevillanos y jerezanos se hicieron eco de los argumentos del profesor Medinilla. Desde entonces a la costa portuense no ha cesado la progresiva presencia de veraneantes, herederos de aquel primer monarca, Alfonso X, que al ver el entorno de El Puerto quedó prendado por un lugar “tan boo”, y decidió fundar una ciudad.

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De la estancia ocasional en los días de calor se pasó a la prolongada, sobre todo con la aparición del fenómeno de los apartamentos, la aspiración de muchos contribuyentes desde los años 70. Al turismo de sol y playa se ha unido también un potencial turismo cultural, con el Hotel Monasterio San Miguel como referente y a partir de la rehabilitación del convento de las Capuchinas.

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Pero el ocio se llevaba la palma, desde que se emprendiera Puerto Sherry, en desarrollo, y en los ochenta se habían abierto instalaciones como Aquasherry (se había puesto de moda el sufijo “sherry”), y el éxito de discotecas al aire libre como Joy Sherry, 05 o Rrío. A ello se unía el Casino Bahía de Cádiz, abierto en 1980, y un amplio abanico de bares y que pusieron de moda El Puerto, la nueva Marbella.

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Desde la oferta turística de nuestros abuelos, con los Baños Termales o el quiosco de La Puntilla, cómo hemos cambiado. /Texto: Francisco Andrés Gallardo.

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Más que una junta de accionistas aquello parecería una boda con 277 invitados. «--¿A quién se le ocurre poner queso de entrante y rabo de toro como plato principal?, ¡qué ordinariez!», comentó uno de los comensales, al mismo tiempo que se conocía que los beneficios de Osborne en 2012 eran de 32,5 millones de euros, como consecuencia de haber vendido 2,5 millones de litros de vino de Jerez y 10 millones de litros de Brandy por valor de 222 millones.

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Ignacio y Tomás Osborne en la bodega La Sacristía. /Foto: Eduardo Ruiz Gómez.

Tomás Osborne, en los 65 años, con barba cana y un cultivado aspecto de distraído, grababa el comentario culinario en su memoria, como tantas otras cosas oídas en la familia. Y días más tarde, en el mismo salón de sus bodegas donde había tenido lugar ese encuentro anual de una de las empresas más antiguas de España, sentenciaba: «--La próxima vez, foie».

Él es el que cuida de “la familia”, que en este caso es sinónimo de empresa porque para ser accionista hay primero que ser Osborne. Se preocupa de que estén todos bien, “preguntando a este y al otro...”. Él es la sexta generación del clan. Empezó con 20 años llevando al despacho de su tío abuelo los albaranes de salida de los camiones de brandy y ha acabado presidiendo, junto a su primo hermano Ignacio —“el ingeniero”, 60 años, hoy consejero delegado—, el negocio que fundara un Thomas Osborne inglés allá por los últimos años del siglo XVIII, en el Puerto de Santa María (Cádiz).

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El fundador, Tomás Osborne y Mann.

Desde que en 1996 “los niños” fueron elegidos unánimemente por los diez miembros del Consejo de Administración —o sea por sus padres, tíos, primos...—, la empresa tiene una cúpula bicéfala en la que el presidente y —aunque le chirríe— conde de Osborne—, gestiona la emoción y el consejero, la razón.

Han pasado más de 200 años desde que aquel aventurero inglés hiciera buenas migas con el cónsul de turno y empezara a vender el spanish brandy a las ricas familias europeas, pero los Osborne permanecen tan aferrados al typical spanish, que ya no se sabe qué es más típico, si ellos y el toro bravo que tienen por marca corporativa y que salpica los horizontes de toda España (y parte del extranjero), o el vino (fino, tinto y de Jerez), el brandy, los ibéricos, o toda esa gama de productos turísticos (ropa, souvenirs) que ya venden en los principales aeropuertos del mundo, junto a sus restaurantes Cinco Jotas.

En plena crisis, cuando España busca su marca para venderse en Bruselas o donde sea sin charangas ni panderetas, resulta que los del toro, el jamón y el vino se lo siguen llevando crudo desde esas tierras sureñas donde el país casi pierde su nombre. Osborne (y la familia) crece —un 7% en 2012— y lleva su marca (y la de “lo español”) por medio mundo. Y van camino del otro medio —EE UU, México o Alemania son los posibles destinos de una nueva sede—. ¿Cuál es su secreto?

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Interior de una bodega catedral  en El Puerto, de Osborne.

Allí sentados, en el sofá de esa gran sala de suelo pulido e inestable —“son tacos de botas de roble americano”—, junto a la bodega de altos techos y columnas mohosas que llaman la Sacristía y que huele al rancio de los antiguos almacenes de abastos de los pueblos. Degustando su vino fino helado con galletitas saladas y con manifiesta timidez ante la cámara. Los primos no parecen precisamente los ejecutivos agresivos de una empresa con 800 empleados, que exporta a más de 40 países.

Traje y corbata (incluso con toros bordados), condición sine qua non para todo el que trabaje en esa casa —salvo para “Ramoncillo”, el archivero—, cualquiera podría decir que los primos vienen o que van a una boda familiar, sin mayores aspavientos. Aseguran, con cierto disgusto, que viajan mucho, “sobre todo Ignacio”, que dejó su trabajo en Oslo para volverse a Cádiz: “--Es un orgullo que la familia te elija”. En esa escueta frase, entre esas tres palabras —orgullo, familia, y elección— se frunce el secreto del éxito de un gran negocio que se viste de discreción de lunes a domingo.

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Antigua publicidad de Bodegas Osborne.

...continúa leyendo "1.783. EL CLAN DE LOS 277 OSBORNES."

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Mañana lunes, día 17 de junio se cumpliran 60 años de la publicación en ABC del artículo de José de las Cuevas "El Puerto de Santa María, la Ciudad de los Cien Palacios" que  tanto prestigio ha dado a nuestra Ciudad, creando incluso un eslogan que se repite en numerosas referencias periodísticas, turísticas y literarias, haciéndolas suyas infinidad de vecinos y visitantes. Lamentablemente, 60 años después, no están todos aquellos palacios y otros están en peligro de extinción. Es este un buen momento para luchar para la conservación de los que nos quedan. Reproducimos el artículo del 17 de junio de 1953.

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Cuando me han preguntado por el Puerto de Santa María, yo he contestado siempre que se trata de una ciudad elegante; esto quiere decir, de una ciudad pulcra, limpia, con camisa blanca y recién desdoblada. Lo curioso es que la misma impresión han tenido todos los viajeros en todos los tiempos: «Ciudad limpia de calles anchas y algunas tiradas a cordel…» (Suárez de Figueroa, 1617). «Las calles son espaciosas, largas y derechas, tordas cordel, con ricas casas…» (Estrada, 1747). «Bellísima ciudad… excelente empedrado de sus calles» (Ponz 1791).

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Otra impresión permanente es que el Puerto ha debido de ser siempre residencia de señores. En el Puerto se h vivido con gran tren desde hace muchos siglos. Es una ciudad rica de antiguo, no hay en ella precipitaciones ni arquitectura febril de rico nuevo. La Historia parece coincidir con nuestra impresión. Primero, corte de los Medinaceli; después invernadero de nuestras Escuadras --¡que bonita palabra invernadero! Uno supone todas las naves, con arboladuras blancas como magnolias, dentro de los cristales templados de la ría--, la ciudad se llena de veedores, administradores de Aduanas reales, contadores, proveedores de galeras, toda gente de posición y vida asegurad. Por último, tras la aparición de los opulentos cargadores a Indias y de la Capitanía General --no olvidemos a ese capitán general conde de O’Reylli  que planta naranjos a la orilla del río--, la llegada de familias vascas, tan clásica en la Andalucía del XVIII--, los Araníbar, Vizarrón, Eguiarreta, Valdivieso--, todas con apellidos y fortunas probadas, y los hombres de negocios franceses, italianos, irlandeses --los Winthuyissen, Voss, Fleming, Tirry, Cortes, Clauders--, que traen la high life de Europa en sus maletas.

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Ya es sintomático que en los inventarios del XVI aparezcan caballeros del Puerto que han gozado un cintillos de piezas esmaltadas de oro sobre terciopelo negro, o un pomo de plata para perfumes, o sesenta botones de oro para la capa y el sombree, o una cama entera de damasco carmesí, o un tarro de ámbar, o una toalla de Indias… Nada ha faltado nunca al Puerto. En la Crónica Abreviada de los Reyes Católicos, de Mosén Diego de Valera, que escribe en el Puerto a los setenta años, lejos: En este tiempo yo estaba en el Puerto e fui certificado que una nao portuguesa llamada ‘La Borrella’ avía de venir prestamente en Portugal, cargada de arneses de Milán e cubiertas e brocados e otras sedas muy ricas… En el XVIII las naves de los cargadores traen las sedas de Francia; los paños de Inglaterra; la lencería fina, de Holanda; el papel y las pieles finas curtidas, de Génova, y el cristal, de Austria. De vuelta de América, el lastre de los buques es madera exótica para barandales y consolas, y en el retorno a Italia, mármoles de Carrara, mármol blanquísimo; son los primeros buques del mundo estibados con nieve.

...continúa leyendo "1.778. EL PUERTO DE SANTA MARÍA. La Ciudad de los Cien Palacios."

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joseluisriquetbejarano_puertosantamariaEl nombre del bar Piriñaca se debe a la abuela de José Luis Riquet Bejarano, el actual propietario, que la conocían por ese nombre. Lógicamente el plato (ensalada realizada con trozos de cebolla, pimiento verde y tomate picado y aliñado con aceite de oliva, sal y vinagre de Jerez) está en la carta y se adorna con unos trozos de caballa en conserva. La carta está centrada en pescado fritos y a la plancha como doradas o lubinas. A veces tienen anchoba en adobo, un pescado de características parecidas al jurel o la caballa, aunque de tamaño más grande. Es un pez bastante voraz que se alimenta de otros mas pequeños como los boquerones. No es una especie muy apreciada, pero su carne, pescado azul, parecida también a la del bonito va perfectamente para una preparación tan de la bahía gaditana como es el pescaíto en adobo. Se captura de abril a septiembre, o sea que ya está en su época.

/En la imagen de la izquierda, el actual propietario del Bar Restaurante Piriñaca, José Luis Riquet Bejarano

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En la imagen, el antiguo Bar Piriñaca.

El establecimiento actual se ha abierto en abril de 2011, aunque el Bar Piriñaca, que estaba situado hasta el 2009 en otro punto de la playa de La Puntilla lo fundó Miguel Riquet, el padre del propietario actual, José Luis Riquet, en 1968. Este, junto a la Rosa de los Vientos y otros bares que de provisionales pasaron a estables, desaparecieron de esta zona de dominio marítimo terrestre, que gestiona la Autoridad Portuaria.

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Imagen actual de la terraza en el Paseo José Luis Tejada.

Establecimiento con decoración funcional pero con una espectacular terraza al río Guadalete, en una zona restaurada de El Puerto de Santa María cercana a la playa de La Puntilla, en el Paseo José Luis Tejadaque recorre la ribera del río. En él se puede desayunar y también tapear en la barra y comer de raciones y platos en el salón interior o en la terraza.

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El cazón en adobo y la anchoba en adobo son platos espectaculares. /Texto: Pepe Monforte.

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Jan de Clerck nació en la ciudad de Kortrijk, en Flandes Occidental, hace 70 años, pero su vida la marcó el viaje de novios que hizo en 1969 a Rota. Si bien había estudiado Derecho, carrera que nunca ejerció, vino a hacerse cargo de un hotel, en parte de propiedad familiar, en Rota. Su mujer Caroline también nació en la misma zona. Se conocieron y casaron. El matrimonio tiene tres hijos: Stefaan, Ann y Sophie, que trabajan en el grupo hotelero de sus padres, Hoteles Andaluces Con Encanto (HACE), en la provincia gaditana, que agrupa los hoteles Jerez, Villa Jerez, Guadalcorte Park, Playa de la Luz y Duque de Nájera, gestionando, además, el Hotel Puerto Sherry. Es Cónsul de Bégica en la provincia de Cádiz, cuya nacionalidad conservan con mucho orgullo tanto él como sus hijos, nacidos en Jerez: “Mis nietos tendrán ya la doble nacionalidad”. Preside la Estación Náutica Bahía de Cádiz. Vive en El Puerto de Santa María.

Sobre la corrupción política, asunto de triste moda, opina que “no influye tanto, porque desgraciadamene la corrupción está en toda Europa, en Holanda, en Alemania... Aunque aquí parece que somos los campeones. En realidad esto viene de que en las últimas generaciones mucha gente vive de la política, y esa es la consecuencia. Pero esto ya empezó con el Mercado Común y la cantidad de instituciones que se crearon y la cantidad de gente que se metió a vivir de eso, y que pagamos entre la gente que trabaja como usted y yo”.

Este era el discurso que ofrecía a políticos, colaboradores y amigos, con motivo de su 70 cumpleaños en enero de 2013: “El 31 de Enero hace 70 años nací en Bélgica en  plena guerra mundial. El 31 de enero de 1943. Mi padre, joven abogado, había construido un bunker en el jardín de la casa para proteger la familia que eran mi madre mi padre y yo recién nacido, contra los eventuales bombardeos de los alemanes. Los vecinos decían que estaba loco. Pero cuando sonaban las sirenas  en la torre de la iglesia avisando  un bombardeo aéreo alemán quiso entrar en su bunker  con mi madre y yo pero no había sitio. Los vecinos se habían instalado dentro. Todo esto y muchas cosas más he sobrevivido allí en Flandes, que no es Walonia. Que los dos, junto con algunos de Bruselas (los que más ruido hacen), forman la nación que se llama Bélgica. Parece que hay situaciones parecidas en el mundo.

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Hotel Puerto Sherry visto desde la marina del puerto deportivo.

Así, 26 años mas tarde llegamos a Rota. Fue el 17 de Abril de 1969. Llegamos a Rota porque mi padre y mi tío Roger junto con otro socio en estos tiempos habían comprado la Almadrabade Rota  ala Excma. Diputación de Cádiz, donde Don Álvaro Domecq Romero era Presidente. Esto pasó hace  48 años (en 1965) y esto no era tan lógico  en estos tiempos. Vender un patrimonio público a unos señores extranjeros. O podría ser que don Álvaro en estos tiempos tenía  ya una visión turística de la Costa de la Luz que algunos no tienen todavía el día de hoy.

 Vinimos con el coche cargado hasta el techo y pasamos por Sevilla donde se celebraba la feria de Sevilla alrededor de los Juzgados actuales. Paramos y aparcamos delante de un kiosco de feria y dimos un paseo. Esto no lo habíamos visto nunca, Continuamos el viaje. Llegamos a Rota y nos instalamos en una casa alquilada en Arroyo Hondo, cerca del hotel Playa de la Luz.

Empezamos a trabajar el 1 de Mayo. Día que descansa todo  el mundo, especialmente los sindicalistas que necesitan más descanso que otros. Pero después de la feria de Sevilla, vimos la feria de Jerez. de El Puerto Santa María, Rota, Chipiona, Sanlucar y tantos mas. Un descubrimiento. Y rápido conocimos también el vino de Jerez. Otro descubrimiento. Había buen ambiente y nos adaptamos rápido.

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La familia de Jan de Clerck.

Pero había que trabajar y trabajar, y viajar para buscar turistas. Ir a llorar para conseguir un pequeño contrato de los tour operadores belgas, alemanes e ingleses. Nadie conocía la Costa de la Luz en el extranjero. Por fin, después de muchos años se abrió la Costa de la Luz con la apertura del aeropuerto de Jerez para tráfico civil. Durante muchos años hemos hecho un trabajo de pionero en esta provincia. Y ahora ya son 44 años. Fue muy bonito. Era un turismo más romántico. Se trabajaba con el corazón y los sentimientos… Ahora se habla solo de números, rendimientos, revpar, ebitda, web, Internet y todas estas palabras complicadas que hacen a uno sentirse de vez en cuando totalmente amortizado en esta profesión.

...continúa leyendo "1.746. JAN DE CLERCK. Empresario turístico."

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