De Jefe en Telefónica a Informático de Cabecera del Ayuntamiento, este ingeniero jiennense que disfruta de la Bahía de Cádiz, afincado en El Puerto, es aficionado a los tebeos, a la caza, la hípica y el ciclismo. Y cree que los ordenadores tienen sus propios sentimientos.
Manuel Gómez Navarro, nació en Arjonilla (Jaen) el 19 de octubre de 1969, cuando el hombre había pisado ya la luna. Estudió en el instituto Rey Alhamar (Arjona-Jaen). Obtuvo la Licenciatura en Ingeniería Informática por la Universidad de Granada en 1992, estando en posesión de un Master en Redes y Comunicaciones y otros en Dirección de TICs. Ha sido profesor asociado del Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UCA, impartiendo asignaturas en la Escuela de Relaciones Laborales y en la Escuela de Ingeniería Informática. Dirige el Departamento de Informática y Sistemas de El Puerto Global, S.L, Empresa Tecnológica Municipal del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María.
--Dígame D. Manuel, los informáticos ¿creen en Dios, se creen Dios o crean a Dios? --Le facilitaríamos muchísimo la labor a Dios, gestionando y automatizando sus tareas. --Y si se fuera la luz, ¿se fabricarían ordenadores a pedales? --Desarrollaríamos otra fuente de energía alternativa a las actuales, más potente y ecológica, y la distribuiríamos a través de Internet. --¿Piensa Vd. que, con la informática, se puede solucionar el problema de la pesca, el algodón, o el desinterés de un ministro por su tierra? --Los problemas de la pesca o el algodón se resolverían, pero para el desinterés de un ministro por su tierra sería necesario desarrollar un sistema con de una complejidad algorítmica exponencial, cuyo tiempo de ejecución sería infinito.
--Vd. ha trabajado en Repsol Petróleo, en Siemens, en la UCA, en Telefónica como jefazo ... ¿por qué de nuevo en la Bahía de Cádiz, en su día en Serecop, hoy El Puerto Global? --Porque la Bahía es mucha Bahía, a pesar de ciertos dirigentes políticos de la zona. --¿Vd. ha elegido El Puerto para vivir, o El Puerto le ha elegido a Vd.? --En su día El Puerto me eligió para trabajar, y luego yo le elegí..., para seguir trabajando. --¿Los informáticos son como los médicos, usan palabrotas para que nadie los entiendan? --Ni mucho menos, lo que ocurre es que las malas formas de hablar se contagian, a pesar de disponer de sistemas de seguridad y antivirus actualizados.
--¿Cómo equilibra Vd. su salud mental, después de tantas horas diarias analizando sistemas y elucubrando soluciones informáticas? --No la equilibro, ya que los informáticos después de dar una solución informática, hemos de analizar un nuevo sistema que palie los problemas de la anterior solución. --Una duda inquietante: ¿los ordenadores son capaces de llorar? --Como cualquier ‘ser vivo’, tiene sus propios sentimientos, los cuales transmite a los usuarios a través de una serie de reacciones y pantallazos inesperados. --Hágame un vaticinio de futuro en El Puerto, por la vía de la Informática ..Es necesario seguir desarrollando nuevas versiones de los productos actuales, con un interface de usuario más cómodo, ya que de lo contrario el sistema actual se degradará en rendimiento y fiabilidad en un corto periodo de tiempo.
--Y se queda tan fresco... (Texto: José María Morillo).









La última visita de la mañana del día seis de enero de 1993 la realizaron los Reyes al asilo de ancianos que atienden en Las Banderas, las Hermanitas de los Pobres, a cuyos acogidos llevaron diferentes obsequios en lo que constituyó ‘un acto muy emotivo’. Los soberanos se mostraron gratamente sorprendidos por ‘lo bien atendidos que se encuentran los ancianos’, y por ‘el trabajo que realizan las monjas que los atienden, digno de elogio, lo mismo que la colaboración que les prestan algunos grupos de portuenses’. dijo Baltasar Antonio Almagros, parra quien uno de los momentos mas gratos de su estancia en el asilo fue el del encuentro con el cantaor José de los Reyes ‘el Negro’ 







La acción se situa en 1909, cuando un matrimonio parisino viaja a América con un nuevo invento: el cinematógrafo. Se instalan en la Casa Usher, donde vivió y murió Edgar Allan Poe. Su enigmático casero, Mr. Willmot, esconde un gran secreto y una gran maldición que se conocerá tras la firma del contrato.
















