
En sus comienzos, en 1971 la cocina del Bar ‘La Herrería’ --conocido también como ‘La Draga’.. estaba regentada por Isabel Sánchez Vázquez, cocinera durante muchos años en el internado del Instituto Laboral, (nótula 056 en GdP), hoy Santo Domingo.
A su jubilación pasó a manos de su yerno, Francisco Gómez Mateos, auxiliado por su mujer, Isabel Real Sánchez y la hermana de ésta, Francisca, hermana de Pepe ‘el de la Draga’. Al fallecer Francisco, el establecimiento pasa a ser regentado --no solo la cocina-- directamente por su viuda, Isabel Real, quien continúa gestionándolo en la actualidad. (A la izquierda, el desaparecido Francisco Gómez Mateos).
Pero remontémonos cuarenta años atrás. Al principio de la década de los sesenta del siglo pasado, José García Girón --Pepe, ‘el de la Draga’-- trabajaba para José Luis González Obregón, antiguo capataz de las bodegas Jiménez Varela y entonces con firma vinatera propia, que además poseía varios establecimientos de hostelería, en la calle Ganado (Bar La X), en la Plaza de Bizcocheros (Bar ‘La Draga’) y en la Plaza de la Herrería, entre otros, donde hoy está situado el edificio principal de Romerijo, dando a las calles Jesús de los Milagros y a la propia plaza; aquella tasca se llamaba también como la de Bizcocheros, Bar ‘La Draga’.

El desaparecido edificio donde hoy se encuentra Romerijo, y donde en las dos puertas de la derecha se encontraba el antiguo Bar 'La Draga'. Enfrente, cruzando la calle Jesús de los Milagros, el actual Bar 'La Herrería, 'El Antiguo Dragón'.
Se llamó el local así en 1929, por los dragados del río Guadalete; a finales de los años treinta y comienzo de los cuarenta perteneció a los hermanos José María y Manuel Riqué Mora. Con anterioridad, en el entorno de las guerras con Filipinas y Cuba (nótula num. 696 en GdP), en 1896, era un bodegón perteneciente a José García Loy. Hoy la marca de vino fino que embotella Bodegas Obregón llevan ese mismo nombre: Fino ‘La Draga’.

Pepe García Girón, Pepe 'el de la Draga'.
Durante varias décadas Pepe ‘el de la Draga’ fue testigo en primera fila, junto a Paco Rodríguez ‘Ceballos’ (nótula 498 en GdP) y Manolo ‘el de el Betis’ (nótula 425 en GdP), del trasiego de trabajadores en la Ribera, punto de encuentro de jornaleros y del pueblo llano, junto a la zona de la Estación y el Muelle del Vapor, antes de ser tomado por el fenómeno de masas del turismo del que, mayoritariamente, vive la población en la actualidad. La Draga cerraría sus puertas a finales de la década de 1960.

El Bar La Herrería, en una imagen actual, donde es frecuente ver desayunando a trabajadores del entorno de toda clase y condición.

Joaquín Muñoz-Seca Manzanerea y el desaparecido Paco del Castillo Tellería, clientes del Bar.
Tras el cierre de ‘La Draga’, Pepe inaugurará, donde en la actualidad se encuentra el Bar la Herrería en la plaza del mismo nombre (nótula 543 en GdP) el Bar ‘La Herradura’, en los prolegómenos de la transición española, allá por 1971. Como afirma Enrique Pérez Fernández: «Treinta años atrás, al principio de la década de los cuarenta del siglo pasado ya estaba en dicho espacio un almacén o tienda de ultramarinos propiedad de los hermanos José y Serafín Vieytes junto el bar ‘El Antiguo Dragón’, propiedad de José López Herrera.
Con anterioridad en 1779, en la plaza existían dos tiendas de montañeses, propias de Francisco Ruiz de Oreña y Juan de la Torre, y en 1804, dos tabernas --acaso en los mismos locales-- de Pedro Gómez Quijano, en donde también se freía pescado».
Durante mas de 20 años Pepe será la locomotora de ‘La Herradura’, por lo que al estar al frente del negocio, éste recibiría el nombre del antiguo donde prestó sus servicios: ‘La Draga’. En la década de los ochenta del siglo pasado ‘La Herradura experimenta una profunda remodelación, fruto de la madurez empresarial de su propietario y de la buena marcha del negocio al albur del boom turístico local, consolidando ya su nuevo nombre como Bar ‘La Herrería’, aunque los porteños, mayoritariamente le sigan llamando ‘La Draga’.
En la actualidad dicho establecimiento, al que es asidua en sus estancias en El Puerto la eurovisiva Merche Macaria (nótula 047 en GdP), está registrado también como ‘La Draga’, como homenaje al que fuera el abanderado con sus vinos de este establecimiento: José Luis González Obregón (nótula 060 en GdP). (En la imagen de la izquierda, Francisco Gómez Real, hijo de Isabel Real, encargado del establecimiento).
LA COCINA DE LA DRAGA.
Buena materia prima y cocina casera son claramente el éxito de este establecimiento. En sus comienzos la capacidad de ‘La Herrería’ era bastante reducida y conforme ha ido experimentado mejoras y reformas, ésta ha ido aumentado, sin menoscabo de su idea fundacional: calidad y comer como en casa.
Y como comer fuera de casa no siempre es una elección sino una obligación y a veces un engorro, en La Herrería decidieron crear el ‘Plato Casero del Día’, donde conjugan la frescura de la cocina de mercado: rape al pan frito, cazón en amarillo, pescado a la roteña, calamares rellenos, chícharos con alcauciles (guisantes con alcachofas para el que sea de fuera…), con la madurez de la cocina tradicional: garbanzos con acelgas, berza, menudo (callos con garbanzos, para el foráneo), lentejas, habichuelas (judías blancas o fabes, según la procedencia del comensal),…

EL EQUIPO DE FÚTBO SALA.
El equipo de la Herrería F.S. es una selección nacida entre desayunos. Un grupo humano formado por estudiantes universitarios que aliviaban sus mañanas de estudio entre desayunos y tertulias futbolísticas. Universitarios que quisieron llevar el nombre de este antiguo establecimiento ubicado en el corazón de la Ribera portuense a lo mas alto del fútbol sala local. Se han convertido en un equipo querido por la afición local en la pista municipal de ‘La Palma’, donde habitualmente juegan sus encuentros






El doctor Medinilla propuso la plaza de toros, por su ventilación y aislamiento de la población. Después se pensó en el edificio de Santo Domingo que había quedado vacío al trasladarse el ayuntamiento a la nueva sede en la actual plaza de Isaac Peral. También se barajó la posibilidad de instalarlos en las antiguas dependencias del colegio de la Aurora, en calle San Sebastián pero la rehabilitación resultaba excesivamente costosa. Finalmente, mediado octubre de 1898, se decidió fuera el recinto anexo a la penitenciaría de La Victoria, lugar cercano a la estación de ferrocarril y lo suficientemente alejado del casco urbano el sitio donde atender a los repatriados enfermos y el recinto donde debían pasar la cuarentena aquellos soldados sospechosos de estar incubando la enfermedad. (En la imagen, una ambulancia antigua, en un carro cubierto, tirado por un semoviente).




Dado que el archivo de la Cruz Roja Local es prácticamente inexistente por un periodo que abarca entre que fuera desmilitarizada, --hará aproximadamente 25 años-- y su fundación, invitamos a los lectores de Gente de El Puerto que tengan algún tipo de documento, fotografía, recorte de prensa, insignias, recuerdos, bonos, etc… nos lo hagan llegar (original o copia) para la creación de un fondo documental de dicha institución benéfica, que será entregado a la misma para su catalogación y archivo. La Cruz Roja cuenta en El Puerto con más de 100 años de existencia.
Muchos de los españoles que nacieron en el último tercio del siglo XIX conocieron y padecieron las miserias y secuelas de la guerra, obligados, a su pesar, por la prestación del servicio militar que debían realizar a la monarquía. El escenario, en esta ocasión, estaba en ultramar: Cuba, Puerto Rico y Filipinas, últimos bastiones del extenso imperio colonial español de siglos atrás. El contingente del ejército, nutrido cada año por los mozos de reemplazo, crecía y crecía a medida que el conflicto, al que algunos historiadores le dan el calificativo de guerra civil, se enconaba. Un año antes del desastre naval con el que se pondría punto final a la contienda, a la que se había sumado los EE.UU., el cupo de las diez zonas en que estaba dividida Andalucía (las 8 capitales de provincia actuales, más Ronda y Osuna) ascendía a 23.742 mozos. (En la imagen sorteo de mozos, en 1895).
En nuestra provincia de Cádiz, los reclutados sumaban 2.585 hombres. Solamente estaba previsto incorporar a 1.626 de ellos, y de estos, irán destinados a Cuba 560, 203 a Filipinas, 50 a Puerto Rico y el resto a distintos puntos de la península. Se libraron, pues, casi mil mozos por exceso de cupo. El famoso sorteo determinaba el destino, en el más amplio sentido de la palabra, de cada uno de ellos. Después, a los que la suerte no les acompañó ni sus parientes pudieron redimirlo pagando la cuota establecida al efecto, serian despedidos en los andenes de las estaciones y en los muelles de los puertos de embarques con vítores de zarzuela. Otra cosa bien distinta serán las penurias y sufrimientos que padecerán en sus propias carnes aquellos que, forzados a servir, lo hicieron en las colonias de ultramar. (En la imagen de la izquierda, dos soldados con el traje de ralladillo, con los fusiles cercanos).





Está casado con Laly Díaz Hermida, siendo padres de cuatro hijos,: David, Carlos Javier, Oscar y Jesús y tienen además, dos nietos; María y Pablo. (En la imagen de la izquierda, Hoja del Lunes del 18 de octubre de 1971, en la que se da cuenta del natalicio del primero de los hijos de Carlos).


Su primera comunión la hizo en la Capilla del Convento de las Madres Capuchinas, convertido hoy en el Auditorio Municipal San Miguel, ante El Cristo del Amor.


Pedro Cardeñosa Nieto nace el 8 de noviembre de 1964, en Siruela (Badajoz) Comarca de la Siberia, una zona cercana a la frontera con Ciudad Real. Sus padres: Eugenio y María, también de Siruela. Es el segundo hermano de cuatro. Antes que él nació otro hermano al que también llamaron Pedro, pero murió. Su nombre, su ropa, su cuna, su espíritu (dicen los esoteristas)…pasó a su persona.
Su más tierna infancia, hasta los 10 años, la pasó viviendo en el campo, en una finca de Ciudad Real donde su padre ejercía de pastor. Allí aprendió este oficio que es su verdadera pasión y objetivo, como profesión, en la vida futura. La casa donde vivía no disponía de luz eléctrica ni de agua corriente y el pueblo más próximo estaba a 4 kilómetros. Distancia que recorría en bicicleta cada mañana, entre caminos y veredas, ¡¡a 4 grados bajo cero en invierno y 45, a la sombra, en verano!! Pero nunca faltó a clase. Dice que, hasta hoy, han sido los años más felices de su vida.








para impartir Enseñanza Primaria en las “Escuelas del Niño Jesús”. En 1952 se logra el reconocimiento como “Centro Docente Benéfico” lo que le asegura la ayuda del estado. (En la imagen, ficha del Asilo de San José).

En 1970 se incluye en dicho Centro una Escuela Hogar en donde un numeroso grupo de niñas de los campos de la comarca se integraron junto con las internas adscritas a Protección de Menores.

