Año 1956. Los maestros de El Puerto, los más jóvenes posan con los veteranos: celebran el Día del Maestro. Estamos en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús -el que mas tarde sería trasladado a las cercanías de la playa de La Puntilla-, situado en la Plaza del Polvorista; cuando fue derrumbado construyeron un edificio de viviendas en cuyos bajos estuvo instalado muchos años Correos y la Caja Postal; hoy alberga las instalaciones de otro banco. Era alcalde Luis Caballero Noguera, quien aparece, sentado, aproximadamente en el centro de la fotografía. A lo mejor Agustina, la portera del Colegio, atisbaba desde su habitáculo el posado de los educadores de aquella década... (Foto Colección Vicente González Lechuga).
Categoría: Antiguos
189. DIEGO JOLY. El Diario desde Cádiz.
Diego Joly Palomino es un porteño por decisión propia. Aunque nació en Cádiz el 23 de julio de 1969 --cuando el hombre llegaba a la Luna y las visitas a la clínica estaban más pendientes del alunizaje que del neonato en la cuna--, Diego se vino a vivir, como casi toda su familia, a El Puerto con el inicio del siglo. Es el octavo y benjamín de la familia Joly Palomino y gaditano por quinta generación, pues sus ancestros provienen de Francia. Nuestra Ciudad le era conocida sobradamente pues estudió en Valdelagrana, en el Colegio Guadalete.
Diego Joly y sus compañeros del Colegio Guadalete, en una visita realizada al Diario el día 18 de marzo de 1979. Entre ellos podemos ver a algunos porteños: Antonio Díaz, Miguel Micheo, Miguel Ángel Vanaclocha, Esteban Gómez Paullada, Pablo del Río Covián y Pedro Jesús Fernández Gómez, entre otros...
Es pues un porteño, un ciudadano de la Bahía, que nace y trabaja en Cádiz, estudió y vive en El Puerto y ha estado su tiempo universitario e inicios profesionales en Madrid, formándose para el periodismo del siglo XXI desde una empresa alumbrada en el siglo XIX. Diego se crió en el Diario de Cádiz, entre la gaditana calle Ceballos y la Plaza del Mentidero, 19, entre bobinas de papel y olor a tinta, entre el ruido de las linotipias y los horarios cambiados para ver a su padre, Federico, que se acostaba al alba con el Diario impreso y en la calle.
En Madrid estudia periodismo en la Universidad Complutense y termina la carrera en 1996. Los tres años siguientes trabaja en Canal+, en la sección de Deportes empezando a hacer las prácticas y tiene la oportunidad de trabajar en el exitoso programa “El Día Después” en el que participa con el conocido comentarista Michael Robinson. Cada vez que Canal+ tiene que venir a Cádiz le proponen a Diego que se haga cargo de todo y ahorrando costos por un lado a la empresa y por otro pensando en clave de emprendedor, como siempre ha sido su familia, funda la Productora Audivisual REC DIGITAL, con un socio y amigo. Estuvo vinculado a dicha productora desde 1998 hasta 2003 en el que se deshace de las acciones para dedicarse al periódico familiar, donde en la actualidad es responsable de la Hemeroteca.
Diego entra a trabajar en la casa, la casa que lo vió nacer -el Diario de Cádiz- en 1999, en la sección de Deportes área que tan bién conocía dada su formación con la televisión del Grupo PRISA. Estuvo dos años en la sección de Local en la que, afirma, aprendió mucho de otro porteño, a la sazón Jefe de dicha sección: el actual director Rafael Navas Renedo.
Y ya en el año 2004 se hace cargo de la Hemeroteca donde ha colaborado en el proceso de digitalización de la Biblioteca del Diario. Este avance con las nuevas tecnologías hará que el Diario pueda ofrecer a la sociedad su colección completa para todo tipo de usos.
Diego tiene una profunda relación con su primo hermano, Federico Joly Martínez de Salazar, responsable del Departamento del Diario Digital (a quien en su momento le queremos dedicar otra nótula). Los documentos del pasado y las nuevas tecnologías van de la mano. Diego está muy satisfecho de la exposición que, con motivo del 140 Aniversario del Diario, en 2007, fue ejecutada por tres departamentos claves del Diario: la Hemeroteca, Marketing con Lourdes Rosano y Redacción. José Antonio Hidalgo dirigió la muestra durante un año de complicado trabajo: compendiar tantos años en tan poco espacio. La publicidad antigua es una de sus aficiones y, con Jesús Bablé realizó, con los fastos del ya mencionado 140 cumpleaños, un suplemento en el que pudimos ver como ha evolucionado esta faceta de la comunicación: la vida vista a través de los anuncios. (No cabe duda de la afición cadista de Diego quien, con su padre, posa de pequeño delante del Trofeo Carranza, en la sede del Cádiz C.F.)
La Hemeroteca da mucho juego, Diego está a expensas de la actualidad, del día a día, pero sus compañeros externos, aunque viejos colaboradores de la casa, hacen posible interesantes secciones en el Diario: José Mª Otero Lacave está a cargo de “Efemérides” y Curro Orgambides -ese gran escritor taurino- se hace cargo de “La Bomba” y los personajes. En la fotografía, con los colaboradores de la Hemeroteca, Otero, Orgambides y Joly, de izquierda a derecha.
EL FUNDADOR DEL PERIÓDICO.
Federico Joly y Velasco, natural de San Fernando (Cádiz) es hijo de un oficial francés, de los que habían venido a España en 1823 con la expedición del Duque de Angulema, integrando las tropas conocidas como los Cien Mil Hijos de San Luis. Federico Joly y Velasco vino a ser, de alguna manera, el precursor de otras familias, como los Godó con respecto a La Vanguardia de Barcelona, o los Luca de Tena, con relación a Blanco y Negro y el ABC, en Madrid y Sevilla respectivamente. En la actualidad, los destinos del Diario están regidos por la quinta generación gaditana de los Joly, propietaria de la empresa editora Federico Joly y Cía., S.A., al frente del Primer Grupo Editorial de Andalucía, con nueve cabeceras distribuidas entre las capitales andaluzas.
EL PRIMER EJEMPLAR DEL DIARIO.
El 16 de junio de 1867, sale a la calle el primer número de Diario de Cádiz y su Departamento, periódico de noticias nacionales y extranjeras, mercantil, literario y de anuncios, el quinto en antigüedad de los diarios españoles y decano de la prensa gaditana.Al poco de su fundación, -en 1868 y hasta 1940- salió una segunda edición del Diario con noticias de última hora, que se publicaban con el nombre de LA HOJILLA. Salía a la calle a la caida de la tarde o primeras horas de la noche.
El ambiente que vive España por esas fechas es agitado, y así lo vive y relata el periódico. Al año de su fundación el Diario va a ser testigo de la Revolución de 1868, y luego de otros sucesos como los del movimiento cantonalista en 1873.
En Cádiz se editaron previamente 160 periódicos desde sus orígenes en el S. XVIII hasta la aparición del Diario, dedicados a temas científicos, literarios o políticos. Podemos señalar La Pensadora Gaditana, El Diario Mercantil, El Redactor General, que representan al periodismo crítico. La Correspondencia, El Peninsular, El Eco de Cadiz, El Comecio, El Nacional de Cádiz, y La Palma, como periódicos políticos. También sin olvidar La Revista Médica, en cuya "Imprenta y Litografía de la Revista Médica" se tiró Diario de Cádiz a partir de 1868, cuando es adquirida la mencionada imprenta por el fundador del Diario, Federico Joly y Velasco.
Con posterioridad, rebasan el centenar de publicaciones periódicas -entre diarios y revistas- las que, con vida mas o menos corta, han venido apareciendo en la capital gaditana desde 1867 a nuestros dias.
LÍNEA EDITORIAL.
En el editorial del primer número, correspondiente al 16 de junio de 1867, el Diario hacía esta manifestación definitoria de sus objetivos, de la que destacamos algunos párrafos:
«Lejos de nosotros el promover polémicas que casi siempre perjudican la causa que se defiende. Antes bien, procuraremos en todo tiempo discutir con las armas de la razón y de la justicia, que son las únicas que pueden producir la luz en toda clase de cuestiones, enalteciendo a la vez la preciosa institución de la Prensa, a que hace años hemos dedicado nuestras vigilias y nuestras fuerzas, bien escasas, por cierto. Las columnas de nuestro periódico estarán siempre abiertas para todos los que en ellas quieran tratar sobre cualquier asunto de interés para Cádiz y su provincia.»
El rotativo, que salía de una imprenta ubicada en la esquina de las calles Bendición de Dios con Enrique de las Marinas, mas tarde en la calle Ceballos, suponía un cambio sustancial respecto a la oferta que hasta ese momento habían tenido los lectores gaditanos. Lejos de plantearse como un órgano de defensa de un partido político, Diario de Cádiz buscaba ser, ni más ni menos, un periódico meramente informativo, lejano de cualquier partidismo y con el claro objetivo de informar a sus lectores de lo que pasaba en la sociedad en la que vivían. Ha sido éste sin duda uno de los pilares fundamentales sobre los que se ha sustentado el éxito del Diario y su continuo crecimiento.
El periódico nació como Diario de Cádiz y su Departamento, es decir, no solo se centraba en la capital y provincia sino que alcanzaba también, conforme a la división jurisdiccional de la marina, los límites de las nueve provincias marítimas, llegando incluso a ultramar. Su apertura a las tierras del Atlántico se manifiesta -ya desde su número inicial- en la sección Noticias de Ultramar: La Habana, Matanzas, Puerto Rico, Santiago de Chile, Rio de la Plata, Perú, figuran en la información.
UN DIARIO ABIERTO A LA SOCIEDAD
Federico Joly Velasco había fundado Diario de Cádiz en el mes de junio de 1867. Junto a la búsqueda de la información independiente, en contra de los intereses partidistas, Federico Joly Velasco apostó desde un primer momento por las por entonces novedosas tecnologías de la información, como el servicio de noticias por telégrafo, creado en 1874. Era un nuevo matutino que venía a enriquecer el ya de por sí extenso panorama de publicaciones disponibles en la ciudad y que hacían de ésta una de las grandes capitales periodísticas del país. En 1878 asume la dirección del periódico Federico Joly Diéguez que aunque hacía estudiado la carrera de Medicina se entregó por completo al desarrollo del matutino. (En la fotografía superior, Federico Joly Velasco y su hijo Federico Joly Diéguez).
Durante su etapa como director, que se alargará hasta 1924, Diario de Cádiz asentará su carácter de periódico ilustrado y de calidad con motivo del seguimiento de la Primera Guerra Mundial, hasta el punto que ello produjo una espectacular subida en sus ventas más allá de su territorio natural.
Unos pocos años antes, en 1889 se publica la primera imagen fotográfica; será en la edición de la tarde y reflejará las pruebas del submarino de Peral. Este periódico vespertino, cuya vida será de 40 años hasta que las restricciones de papel impuestas tras la Guerra Incivil hicieron inviable el proyecto, fue impulsado por la propiedad de la empresa adelantándose así a un concepto de diario "para todo el día", que años más tardes sacaron otros grupos españoles de comunicación.
LAS DICTADURAS Y LA CENSURA.
A partir de la dictadura de Miguel Primo de Rivera la censura volverá a hacer su aparición y, con mayor o menor virulencia, se mantendrá hasta la muerte de otro dictador, Francisco Franco, en 1975. Tras el comienzo del franquismo, en cuyo inicio estuvo a punto de desaparecer el Diario tras una orden superior de unificarlo con el órgano escrito de la Falange en la ciudad, algo que finalmente se logró parar, la familia Joly rompe una norma de gestionar y dirigir a la vez el periódico y nomina para este segundo puesto a periodistas de la Escuela Oficial, precursora de la Facultad de Periodismo. (En la fotografía, Federico Joly Díaz de la Lama, con la Medalla del Mérito al Trabajo. Estuvo al frente del Diario entre 1924 y 1973, casi 50 años).
Se inicia en los cuarenta un periodo difícil. A la escasez de papel se le unen los continuos cortes de la energía eléctrica que retrasan en muchas ocasiones la salida de la edición diaria. Por si fuera poco, el 18 de agosto de 1947 la sede de la calle Ceballos se ve afectada por la explosión de un polvorín de la Marina, que destroza media ciudad y asusta a toda la Bahía de Cádiz. En El Puerto, esa noche los vecinos se fueron a pernoctar al campo, muchos a la zona de La Belleza por la carretera de Sanlúcar, por miedo a una segunda explosión. Todo ello con la presión constante de la censura que, como tal, alcanzaba niveles cercanos a lo absurdo como la prohibición de hablar de "colonias españolas", reconvertidas en "plazas y provincias africanas".
A pesar de estos avatares el periódico mantuvo un contacto más estrecho con la sociedad gaditana, siendo ya un claro referente de todo lo que en ella ocurría, a la vez que continuaba su desarrollo tecnológico. En la década de los años sesenta se crea un servicio telegráfico propio que, con el tiempo, se reconvertirá en el departamento de teletipos, conectado a las principales agencias nacionales e internacionales. Y en 1967, con motivo del primer centenario del Diario, se pone en marcha en el edificio de la calle Ceballos una rotativa "Köning und Bauer Courier", que sustituyó a dos rotaplanas "Duplex". Protagonista de todo este proceso es Federico Joly Díez de la Lama, que estará al frente de la empresa hasta su fallecimiento en 1973.
INFORMAR Y EXPANDIRSE EN DEMOCRACIA
Sus hijos- la cuarta generación-, José Joly Höhr y Federico Joly Höhr, asumirán a partir de entonces la gestión y dirección de la empresa, dándole un gran impulso y desarrollo. En la cercana calle Hércules se construye el edificio donde nace INGRASA, llamada a convertirse en una de las grandes empresas impresoras del país. A la vez, la editora alcanza acuerdos puntuales con otras empresas regionales producto de lo cual nace la agencia de noticias Colpisa y, años más tarde, la sociedad Taller de Editores. En los años ochenta los ordenadores comienzan a entrar en la redacción y en los talleres mientras que la linotipias y las máquinas de escribir pasan a ser parte de la Historia del periodismo gaditano. Y nacen, en 1984, Diario de Jerez y en 1989, Europa Sur, para el Campo de Gibraltar. (En la fotografía, Federico Joly Hörh, padre de Diego).
José Joly Höhr, fallecido en 1987, y Federico Joly Höhr, que murió en 1999, pasaron el testigo a la quinta generación de la familia: los Joly Martínez de Salazar y los Joly Palomino. Mientras, Diario de Cádiz sigue evolucionando. El 20 de enero de 1990 abandona su centenario tamaño sábana, que aunque es el habitual en el resto de la prensa europea en España ya no se utilizaba, y se convierte en tabloide. Todo ello con una nueva apuesta tecnológica que supone la apertura de unos grandes talleres en el Polígono del Río San Pedro, en Puerto Real, con 8.000 metros cuadrados de extensión, y equipados, entre otras, con una moderna rotativa Uniman, entonces de tres cuerpos aunque más tarde tuvo que ser ampliada por la demanda de más ejemplares y paginación. La renovación tecnológica ha sido una constante en la empresa, tanto en la Redacción como en la producción del Diario. (En la fotografía, José Joly Höhr, padre del actual presidente del Grupo de Empresas, José Joly Martínez de Salazar).
EL PRIMER GRUPO EDITORIAL DE ANDALUCÍA.
Desde que en 1867 Federico Joly Velasco ve salir de imprenta el número 1 del Diario y su Departamento, un 'periódico de noticias nacionales y extranjeras, mercantil, literario y de anuncios', según rezaba su cabecera. Comienza la andadura del decano de la prensa andaluza y uno de los más antiguos del país. 14 de Septiembre de 2003. En los kioscos de la provicia de Granada, los ciudadanos cuentan con una nueva opción en prensa escrita: Granada Hoy. Se trata de la última apuesta empresarial del Grupo Joly, el primer Grupo Editorial y de Comunicación de Andalucía con siete cabeceras distribuidas en Cádiz, Sevilla, Huelva, Córdoba y Granada. En la década de los ochenta del pasado siglo vieron la luz dos nuevos periódicos, Diario de Jerez (1984) y Europa Sur (1989), pero ha sido en el último lustro cuando el Grupo Joly ha experimentado un mayor crecimiento con la aparición sucesiva de Diario de Sevilla (1999), El Día de Córdoba (2000), Huelva Información (2002) y Granada Hoy (2003), Málaga Hoy (2005) y Almería Actualidad (2007), llegando a las nueve cabeceras. El Foro Joly invita a personalidades de primera línea de la vida de España a hablar con las fuerzas vivas de la sociedad: la última sesión en Cádiz, Mayte Pagazaurtundúa, presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo.
188. CURSO DE DELINEANTES DEL PPO. AÑO 1971.
Primer Curso de Delineante de la Construcción del PPO, organizado en el Instituto de Santa Domingo. A la clausura se hicieron la “foto de familia” el 28 de junio de 1971, en las escaleras de acceso al piso superior, donde estaban el Aula de Dibujo y la Emisora de Radio. De izquierda a derecha y de arriba abajo: Zunzunegui, Saborido, interno desconocido, José María Ruibal, Martínez portorrealeño. Siguiente fila: Rafael Castro, Fernando Sánchez Matabuena, Antonio Dueñas Redondo, Camilo González Selma, desconocido: fila siguiente: Juan Aguirre Lanzarote, Manuel Martínez Alfonso, a la sazón director del Centro, Juan Millán Jarillo, alumno interno de Zahara, que hoy vive en Barcelona y trabaja en la ONCE, José Cepero Peralta, Morro, policía nacional, fabricante de cocinas y en el Curso profesor de matemáticas y Humberto Jiménez Ruiz; fila inferior: Francisco Javier Camacho Barba, con el tiempo sería concejal de Deportes, Pepín Zaragoza Roselló
Segundo Curso de Delineante de la Construcción del PPO, organizado en el Instituto de Santa Domingo. La foto, realizada seis meses después, el 14 de diciembre de 1971, está tomada en las escaleras del patio de acceso a la primera planta. Se aprecian las “trenkas” de moda en aquellas fechas. De izquierda a derecha y de arriba abajo: Camilo González Selma, Manuel Martínez Alfonso, que ya luce perilla (en la foto anterior solo bigote), Roberto Muñoz Ávila, Miguel Moya Pinel; en la siguiente fila: Morro, José Cepero Peralta, Pepe Vélez Rodríguez, un alumno de Puerto Real, un alumno desconocido que pudiera ser Espino o Espinosa; siguiente fila, Juan Aguirre Lanzarote; siguiente fila, Antonio Dueñas Redondo, José Rodríguez Paloma quien falleció en un accidente deportivo con un catamarán en aguas de la Bahía de Cádiz junto con nuestro amigo José Antonio Gómez Benítez al que le dedicamos un cariñoso recuerdo; el día 6 de este mes hizo 26 años; Antonio Holgado, José Luis Garratón, profesor de electricidad y Rafael Castro.
Claustro del antiguo Convento de Santo Domingo, hoy Instituto de Enseñanza Secundaria.
185. ELÍAS AHUJA Y ANDRIA. El misterioso filántropo.
«Elías Ahuja y Andria, Hijo Predilecto de El Puerto y uno de los grandes benefactores de la provincia, nació en Cádiz el 8 de enero de 1863, era hijo de uno de los dueños de las bodegas Sancho y fue enviado muy joven a estudiar a Norteamérica. A los cuarenta años ya era dueño de una fabulosa fortuna y director de los Nitratos de Chile. La gran depresión de los años veinte le sirvió para aumentar su capital y hacer nuevos negocios. Soltero y de carácter independiente, decidió regresar a España en 1922 y gastar su fortuna en obras benéficas. Elías Ahuja ponía como condición a sus donaciones que no se tuviera en cuenta la ideología del beneficiario y sí, únicamente, su necesidad. El principal beneficiario de las obras de caridad de este singular personaje fue la población de El Puerto de Santa María, donde construyó varios pabellones para el hospital de la ciudad, escuelas para los niños y unos comedores para necesitados en los que el propio Ahuja almorzaba dos veces por semana.
Elías Ahuja y Andrea, El Puerto’s Favourite Son and one of the province’s great benefactors, was born in Cádiz on the 8th of January 1863. He was the son of one of the Sancho winery owners and was sent to study in North America as a young boy. At the age of forty he was already the owner of a fabulous fortune and the director of Nitratos de Chile (Nitrates of Chile). The Great Depression of the twenties enabled him to increase his capital and undertake new business ventures. Unmarried and a very independent person, he decided to return to Spain in 1922 and give his fortune over to charity work. Elías Ahuja made a condition for his donations: the benefactor’s ideology shouldn’t be taken into account, only the recipient’s need. The main beneficiary of this outstanding character’s charity work was El Puerto de Santa María, where he built various buildings for the town’s hospital, schools for its children and soup kitchens for the needy in which Elías himself would have lunch twice a week.
El penal de El Puerto fue reforzado a sus expensas, dotándolo de duchas, comedor, enfermería y biblioteca para los reclusos. Para esta labor creó la “Beneficencia particular Elías Ahuja”, a cuyo frente estaba el gaditano Manuel Durio Muñoz de Bustillo. Después de la Guerra Civil, Elías Ahuja, que nunca quiso hacer negocios en España, regresó a Estados Unidos, falleciendo en la ciudad de Nueva York el 20 de julio de 1951.» José Manuel Otero.
«El padre de Elías Ahuja era capitán y piloto y vivía en la gaditana calle San Francisco nº 38. Cursó sus estudios de primaria en Cádiz y en El Puerto de Santa María. Por motivos de negocios, al ser su padre Socio de la Casa vinatera Sancho, de El Puerto, que se llamaba entonces "Sancho-Ahúja", a los 17 años (1880) trasladan su residencia a esta Ciudad; y Elías Ahúja al cuidado del Agente General de dicha casa en EEUU, marchó a Boston, donde cursó en el Instituto Técnico la carrera de Comercio. A partir de entonces tuvo una muy intensa y variada actividad en el campo de los negocios, formó parte, como Socio, de la firma comercial "Hemenway & Browne". Se pueden citar firmas comerciales, lugares y fechas pero es difícil reconstruir con fidelidad su actividad comercial: Hemenway & Brown, General Motors Cars, Union Pacific, Tabacos de Cuba... en las más importantes ciudades de Estados Unidos. (Ilustración: Tarjeta de Visita. Colección L.S.A.)
En 1897 se apartó de los negocios, residiendo en varias poblaciones de Norteamérica, hasta que en 1903 se trasladó a la República de Chile como Vice-Presidente y Director de la "Dupont Nitrate Company" cuyos cargos desempeñó hasta 1915. En esos años formó parte de la Comisión nombrada por la Colonia Española para regalar a España por suscripción, un barco de guerra, con motivo de la guerra con los EEUU, recabándose la suma de un millón de pesos; y por su actuación, la Colonia Española le dedicó un homenaje. Fue un decidido protector de la Sociedad Española de Beneficencia Chilena, y de cuantos españoles llegaron hasta él; y al ausentarse de aquella República regaló a la Sociedad dos magníficos automóviles que poseía y otras cosas de valor para que, rifados, destinaran sus productos a necesidades de la misma. (Ilustración: azulejo publicitario de Nitrato de Chile).
En 1919, retirado definitivamente de los negocios recorrió los Estados Unidos en casi su totalidad, regresando a España en 1922. Iba a cumplir los 60 años y tenía la intención de dedicar su inmensa fortuna a remediar cuantas necesidades llegasen a su conocimiento. Pero eso sí, con una condición: no dar dinero. Elías Ahúja socorrió al necesitado, construyó comedores, escuelas y clínicas y siempre dió a cuantos llamaron a su puerta, pero sin entregar una sola peseta, sino tomando parte activa en la buena obra. Jamás tuvo negocio alguno en España, esto es, que lo que invirtió aquí en sus buenas obras, fue el producto de sus ganancias en el extranjero, obtenidas tras una vida intensa de trabajo; y siempre conservó su nacionalidad española. En 1924 toda esta buena obra quedó institucionalizada como «Beneficencia Particular Elías Ahúja», dependiente de la asociación «Good Samaritan», de Wilmington (EEUU). Todas, bajo su personal cuidado, y desde entonces y aun después de su fallecimiento, de acuerdo con sus instrucciones, siendo la más recomendada que no se tuviese en cuenta la ideología del peticionario de beneficio.
En la fotografía, Elías Ahuja, a la izquierda señalado con una x, en una comida en los Comedores para Viudas y Huérfanos a las que solía asistir dos veces por semana. (Foto Colección L.S.A.)
ACTUACIONES EN EL PUERTO.
Los que le conocieron saben que esa reconocida generosidad nunca fue despilfarro ni prodigalidad. Se dice que la beneficencia de Elías Ahúja repartía 800.000 pesetas de aquella época. No se limitaba en todas sus obras a dar el dinero; sino que tomaba parte activa en ellas, y gran amante de la Cultura, Deportes, Instituciones militares, Religiosas, Educativas, etc. que se traducían en donativos de gran cuantía y constantes, en Sevilla y pueblos de la provincia de Cádiz, que detallamos.
- Construcción de un Pabellón para infecciosos en el Hospital Municipal.
- Creación y sostenimiento de unos comedores para Viudas y Huérfanos en El Puerto, que utilizaban diariamente 60 personas, con las que él comía dos veces por semana. Para la calle suministraban 150 raciones diarias. También un Dispensario gratuito con asistencia médico-farmacéutica.
- Sostuvo Colonias veraniegas de Jerez, Villaluenga y otros pueblos del interior que se establecían en El Puerto y Cádiz.
- Construcción de una Sala de Duchas y otras muchas obras en el Penal del Puerto. Al Penal donaba comidas extraordinarias y les obsequiaba a los reclusos con tabaco y efectivo. También extendió estos beneficios al Penal de Ocaña, y otras prisiones.
- Donativos de ropas, alimentos y efectivo, a los Conventos de Religiosas Concepcionistas, Capuchinas y Espíritu Santo , Hermanitas de los Pobres de El Puerto y Cádiz; Santa María y Candelaria en Cádiz; Hermanas de la Cruz en Sevilla; Asilo de Huérfanas del Rebaño de María en Cádiz; Sanatorio de Santa Rosalía de Jerez; Hermanos de las Escuelas Cristianas de Cádiz y Jerez, etc.
- Organizó y sostuvo varios años un Batallón Infantil de 100 plazas en El Puerto, que llegó a disponer de una magnífica Banda de cornetas y tambores. Los chicos que le constituían, hijos de obreros, recibían clases diarias en la Academia y se instituyeron premios para cualquier buena acción o acto de honradez. Sostuvo totalmente por muchos años la Institución Exploradores de España.
En la fotografía, Elías Ahuja en el centro, en el Penal, con profesores y alumnos de la Facultad de Derecho de Sevilla descubriendo una lapida que los reclusos le dedicaron en agradecimiento por las diversas obras de beneficencia que allí efectuaba. (Foto Colección Vicente González Lechuga).
OTRAS ACTUACIONES FUERA DE EL PUERTO.
- Construcción de un Casino y Escuelas, obras en calles, y socorros de alimentos en Espera.
- Construcción de Un Cuartel de nueva planta para Carabineros, reformas en el de la Guardia Civil, edificio de nueva planta para Ayuntamiento y Escuelas municipales, traída de aguas y socorros de víveres en Paterna.
- Construcción de un Pabellón en el Hospital de la Cruz Roja de Sevilla, con mobiliario y aparatos.
- Hizo frecuentes aportaciones a los Colegios de Huérfanos de la Guardia Civil y Carabineros.
- Al Regimiento Infantería de Cádiz camioneta, colchones, cuarto de aseo, y sala de duchas, arreglo de comedores y otras obras.
- Obras de reformas en la Academia Hispano Americana de Cádiz, con mobiliario, e igualmente en la Audiencia Provincial.
HOMENAJE AL HIJO PREDILECTO.
El Puerto de Santa María, por suscripción popular, le regaló un corazón de oro y un álbum con la firma de cuantos contribuyeron al homenaje. El Ayuntamiento rotuló con su nombre una plaza. Anteriormente, el 3 de Marzo de 1928, se celebró un pleno extraordinario del Excmo. Ayuntamiento con tres puntos en el orden del día: el primero, era la rotulación de las calles Luja y Ribera del Río como “Primo de Rivera” y “Conde de Guadalhorce” en prueba de gratitud de la Ciudad al Presidente del Consejo de Ministro y al Ministro de Fomento. El punto segundo fue el nombramiento de Hijo Predilecto de la Ciudad a D. Elías Ahúja y Andría, tras la solicitud suscrita por D. Pedro Hernández Carrera y acompañada de cuatro mil ochocientas noventa firmas por la labor humanitaria y las numerosas obras de beneficencia realizadas; sin discusión y por unanimidad se acordó dicho nombramiento. El tercer punto era el acuerdo unánime de dicho pleno municipal por los motivos anteriormente expuestos para solicitar al Gobierno de Su Majestad la Gran Cruz de Beneficencia para el Ilmo. Sr. D. Elías Ahúja y Andría. Fue hombre de vasta Cultura, de extraordinario dinamismo, carácter enérgico y totalmente independiente, y de un corazón lleno de nobles sentimientos y de caridad inagotable. (En la ilustración, Placa de Oro esmaltada y grabada, en la que se puede leer: "Generosidad y Filantropía. Colección L.S.A.).
Acto celebrado en el que Elías Ahuja, señalado con una x, con autoridades de El Puerto y Jerez presidieron el acto de hacer entrega de la casa que donó a la Colonia Obrera Jerezana. (Foto Butler. Colección V.G.L.)
DOS ANÉCDOTAS.
Una anécdota curiosa que revela su carácter: Era Ministro de la Gobernación D. Leopoldo Matos. Ahúja ha sido citado por el Ministro a las 13 horas, cinco minutos antes llegó Ahúja, y transcurridos cinco minutos de la hora fijada sin que le hubiesen recibido, se dirigió al ujier, diciéndole: "Digan al Sr. Ministro que yo no puedo perder mi tiempo" y se marchó sin verle.
El día de la capitulación española en Cuba, un grupo de amigos americanos, celebraban en el club el para ellos feliz acontecimiento. Entró D. Elías en el momento del brindis con champán y con la rabia de todo buen patriota, quedó estático mientras las lágrimas acudían a sus ojos. Dióse cuenta uno de ellos, y la caballerosidad de aquellos amigos, suspendió el brindis y acudieron a abrazarle.
Exploradores de España, con Elías Ahuja en la tercera fila y a la derecha Luis del Rosal y Caro
PERTENENCIAS Y DISTINCIONES.
Era Académico de la Real Hispano Americana y de la de Bellas Artes de Cádiz y Presidente de la Representación del Tiro Nacional; Presidente honorario de las Asambleas de la Cruz Roja de Cádiz y Sevilla y de otros muchos Centros. Poseía la Cruz del Mérito Militar de 3a clase; Gran Placa de Honor y Mérito de la Cruz Roja; Medalla de oro de la Cruz Roja; Cruz de clase de la Orden Civil de Beneficencia; Medalla de oro de los Exploradores y Medalla de oro Penitenciaria. Al proclamarse la República se encontraba en trámite la concesión de la Gran Cruz de Beneficencia. Lleva su nombre el Colegio Universitario de Madrid, en la fotografía.
Pese a su formación y cultura norteamericanas, se sentía orgulloso de ser español, hablando un castellano claro y sin modismos andaluces. Elías Ahúja era un auténtico caballero, hizo la caridad, pero sin alardear. Impulsivo y vehemente, sin ser colérico. Autoritario pero dotado de un fino humor anglosajón. Sociable sólo con sus íntimos, tenía a veces rasgos infantiles, pero ni un pelo de tonto, como todos los hombres que se han hecho a sí mismos. Quizá ello le hizo conectar con la patrulla de «exploradores» (hoy boys scouts), que existía en Cádiz, con quienes mantuvo una relación amistosa.
Elías Ahuja, en el centro, en la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia. A la izquierda, el alcalde de la Ciudad, a la sazón, Alfonso Sancho y Mateos. (Foto Colección V.G.L.)
EL DECLIVE DE AHUJA EN SU TIERRA.
Paradójicamente haciendo la caridad en Cádiz, Elías Ahúja se fue creando enemigos. Quizá sólo fuese porque se hacía al margen de las instituciones habituales, y porque la caridad es una forma de influir en las clases menos favorecidas. Lo cierto es que sus detractores comenzaron por decir que Ahúja era masón. Y es más que posible que perteneciera a alguna logia norteamericana o que fuera rotario. Sus calumniadores murmuraron también que era homosexual. Para ello, y como único argumento, se esgrimía su pertinaz soltería.
No figuró en partido político alguno ni Asociación de ninguna clase. En las últimas elecciones de la Monarquía fue Candidato para Diputado a Cortes (aun cuando después retiró su candidatura) con el carácter de monárquico independiente, aunque contando con el apoyo del partido Conservador.
La conmoción de 1936, daría al traste también con tan noble tarea. En Cádiz, y en todo el país, se habían desatado las pasiones políticas; si bien Elías Ahúja había mantenido una actitud políticamente tibia, para unos era monárquico y para otros tenía simpatía por la República. Lo cierto es que no tuvo una nítida afiliación ideológica.
Pero sus calumniadores y detractores, que estaban haciendo trizas su reputación, y su enemigo más enconado, la Falange, que miraba con codicia sus bienes, fueron cercándolo.
Sobre todo, un incidente con Queipo de Llano acabó por desacreditarle frente al bando que a la postre sería el vencedor de la Guerra Civil. En el verano de 1936 Elías Ahúja se puso al frente de una suscripción en el Aeroclub de Cádiz, para comprar un hidroavión a las fuerzas nacionales. Queipo creyó, o le hicieron creer, que lo iba a comprar íntegramente el famoso benefactor. Y comenzó a reclamarlo como reclamaba las cosas el que ha sido llamado el «último virrey», que pensaba que se trataba de una promesa incumplida de Elías Ahúja. Informado por un alto mando local de la Guardia Civil, institución a la que tanto había favorecido, de lo peligroso de su situación, un día de 1937, a través de Gibraltar y casi furtivamente, Elías Ahúja parte de nuevo al exilio. Esta vez un exilio más triste y desesperanzado.
Instalado en Estados Unidos, las noticias que llegan de él son cada vez más espaciadas. La guerra, la dura posguerra y no pocos problemas ocuparon la vida de los españoles. Elías Ahúja fue olvidado sin más. El verano de 1951 se supo en Cádiz que Elías Ahúja había fallecido en Nueva York el 20 de julio. Su obra en Cádiz le sobrevivió, pues la «Beneficencia Particular Elías Ahúja» terminó su actuación el 31 de diciembre de 1979, entregando el saldo de varios miles de pesetas a dos escuelas católicas locales.» (En la ilustración, esquela publicada en Diario de Cádiz. Colección V.G.L.). Artículo de Antonio Durán Azcárate.
Manuel Martínez Cordero, investigador porteño, está ultimando la biografía de Elías Ahuja que verá la luz en 2011. El autor del libro, de cuya portada ofrecemos la imagen que pueden ver a la izquierda, tiene en su haber otra publicación: ‘El Penal de El Puerto de Santa María: 1886-1981?, interesante historia del antiguo Monasterio de la Victoria adaptado a Penal tras la desamortización de los bienes de la Iglesia en el siglo XIX. Manuel Martínez es un porteño polifacético del que no vamos a contar más cosas aquí pues tiene nótula propia, la 911, en Gente del Puerto.
Web de la Biografía de Elías Ahuja y Andria. (en construcción)
Web de El Penal de El Puerto de Santa María 1886-1981.
184. UNA APA DE LOS 60: LAS ESCLAVAS
De izquierda a derecha: Antonio Díaz, padre del exalcalde Hernán Díaz; Pérez, de la Cristalería Pérez, padre de Faly, que trabajaba en Bodegas Terry; Manolo Bejarano, empleado de las oficinas de Fernando Portillo; Andrés, uno de los gemelos Jiménez, de la Gestoría del mismo nombre; el Padre Manuel Rodríguez Corvo, S.J. ahora está destinado en el Colegio del Palo (Malaga), tiene que tener cerca de 90 años; Antonio Gómez, capataz de Bodegas Osborne, padre de los Gómez Benítez, entre ellos del presidente de los Enólogos de España, Juan Gómez Benítez; Pepe Fernández, del Banco Hispano Americano y José Luis Báez Cressi, que sigue viviendo en la calle San Sebastián arriba. Debajo, Juan José Perea Gandulla; Manuel Rodríguez Monge, sobrino de Domingo Monge, el practicante, suegro de Jesús Bastián, antiguo dueño del desaparecido Bar Xixon, vive en la calle Cielos frente al antiguo Asilo de Huérfanas y Pepe Morillo León, de la Caja de Ahorros de Cádiz. La foto de la junta directiva de la Asamblea de Padres de Alumnas del Colegio de Nuestra Señora de Lourdes, Esclavas del Sagrado Corazón, tras una reunión en el centro, tomada a finales de la década de los sesenta del siglo pasado. (Foto Colección J.M.M.)
La iglesia del Colegio de las Esclavas, con las rejas y el púlpito inexistentes en la actualidad. (Colección Miguel Sánchez Lobato).
From left to right: Antonio Díaz, father of the ex-mayor Hernán Díaz; Pérez, of Pérez Glaziers, father of Faly, who works in the Terry Winery; unknown; Andrés, one of the Jiménez twins, of the Agency of the same name; Father Manuel Rodríguez Corvo, S.J. who has now been sent to the Colegio del Palo (school) in Malaga, he must be about 90 years old; Antonio Gómez, foreman at the Osborne Winery, father to the Gómez Benítezs, one of them being the president of the Spanish Oenologists, Juan Gómez Benítez; Pepe Fernández, from the Banco Hispano Americano (Hispano-American Bank) and José Luis Báez Cressi, who still lives at the top of calle San Sebastián. Below, Juan José Perea Gandulla; unknown and Pepe Morillo León, from the Caja de Ahorros (Savings Bank) in Cádiz. The photo of the board of directors of the Association of Pupils’ Parents of the Colegio de Nuestra Señora de Lourdes, Esclavas del Sagrado Corazón (school), after a meeting in the centre, taken at the end of the 1960s. (Photo from J.M.M.’s collection)
El Padro Corvo les daba a los alumnos del Colegio San Ignacio -o de D. Juan el Cojo- unos ejercicios espirituales con periodicidad anual, en la Prioral durante tres días completos: mañana y tarde. Este cura se distinguía porque la sotana le quedaba muy corta.
EL ANTIGUO HOSPITAL DE LA
MISERICORDIA Y SAN JUAN DE DIOS.
El edificio que actualmente ocupa el Colegio de las Esclavas en El Puerto de Santa María, situado en la confluencia de las calles Luna y Misericordia, fue sede del hospital de la Santa Misericordia entre finales del XV y finales del XVII. Desde entonces y hasta el siglo XIX perteneció a la orden de San Juan de Dios. En esta centuria fue sede de la Biblioteca popular y Escuelas elemental y superior, entre otros usos. Los orígenes del edificio que nos ocupa están ligados a la existencia de la cofradía de la Santa Misericordia en nuestra ciudad. De procedencia italiana, pronto se difundirá por Europa y su expansión por tierra andaluza data del siglo XVI . (Fotografía de la casapuerta de acceso al Colegio por la calle Misericordia).
En el siglo XX el edificio salvo la Iglesia que pertenece al obispado de Jerez , es comprado por la sociedad anónima “La Fidelidad“. Pero en 1923 la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón se hace cargo del edificio, por donación de esta sociedad con la condición de establecer en el mismo un colegio para niñas pobres. Las obras de rehabilitación y adaptación del edificio fueron costeadas por el conde de Osborne. Una vez instaladas las Esclavas del sagrado Corazón de Jesús, el inmueble funcionó como colegio, adaptado a los distintos planes de estudios, impartiéndose en la actualidad enseñanzas de infantil, primaria y secundaria. (Fotografía: Fachada del Colegio por la calle Misericordia, lugar habitual de entrada de los alumnos al centro escolar).
Pero volvamos al pasado: en el siglo XVII por decisión del duque de Medinaceli cede el edificio a los juandedianos, quienes por su buena administración y servicios convirtieron el mísero hospital en el edificio actual , con su patio de columnas, su amplia escalera, enfermería ventilada y buena iglesia. En el siglo XVIII se continúan las obras , a este momento pertenece el segundo piso. En el siglo XIX se destina a escuela primaria, la primera de carácter gratuito en la ciudad, pertenece a la junta beneficiaria municipal. A finales de siglo se convierte en biblioteca popular. Se ignora como fue el primitivo edificio, las primeras referencias se encuentran son del S.XVII en la Iglesia y del XVIII en escaleras, enfermería y despachos. En el S.XIX nuevas obras lo acomodan para nuevos usos como el de Biblioteca. (Fotografía: Altar Mayor y retablo de la Iglesia de las Esclavas).
LA IGLESIA: ESTILO BARROCO.
La portada es de cantería conservando las líneas barrocas de los edificios dieciochescos sevillanos. Presenta dos cuerpos en altura. En su interior conserva una planta de cruz latina con tres naves. La nave central es la de mayor altura , cubierta con bóveda de cañón sobre arcos fajones y lunetos que la subdividen entramos. Las naves laterales se cubren con bóvedas de aristas. La separación de las naves viene impuesta por pilares de sección cruciforme revestidos de azulejo en su mitad inferior. En el tramo de los pies se eleva un coro alto iluminado por un óculo abierto en la fachada principal. El desnivel de las naves se aprovecha para incluir en su alzado una especie de tribunas o balcones sobre las naves extremas. De gran importancia arquitectónica y estética es la cúpula de media naranja sobre pechinas y óculos cegados superpuestos al anillo de su base que se eleva sobre el crucero para cubrir y realzar la intersección entre la nave central y la prolongación entre las laterales delante del presbiterio. Los azulejos que cubren la parte inferior de los muros y pilares de la Iglesia presentan motivos vegetales, florales y temas infantiles. Datan de 1923 y proceden de Triana, Montalván. (Fotografías: Fachada de la Iglesia de las Esclavas y detalle del azulejo trianero).
EL PATIO PORTICADO.
Antiguo claustro abierto y actual patio cerrado por muretes y cristalera en sus cuatro lados. Tiene planta rectangular y tres pisos. En el alzado de su planta baja se abren arcos de medio punto algo rebajados, sobre columnas toscas de mármol con dado sobre el capitel, hoy empotradas en la nueva obra de piedra, madera y cristal que cierra los corredores. (Los textos históricos y fotografías pertenecen al Colegio Nuestra Señora de Lourdes - Esclavas del Sagrado Corazón).
Parte superior del Patio Porticado, fotografía antigua. (Colección M.S.L.)
183. MIGUEL LÓPEZ-CEPERO. Entre El Cepo y El Penal.
Miguel López-Cepero Gallardo, porteño de 78 años casado con Victoria Panadero, jerezana de 79 pero porteña, --cariñosamente presa en El Cepo del negocio familiar--, son los patriarcas de una familia hostelera de reconocida fama, buen trato y mejor atención gastronómica a sus clientes y amigos. Tres hijos y cuatro nietos son la descendencia familiar; del negocio de dar de comer, comen a su vez, además de los clientes, siete familias y los eventuales y extras de los fines de semana y temporada alta.
Quien iba a decir, hace cerca de 50 años, que la pequeña venta que Miguel López Cepero regentaba en la carretera de Jerez a Rota, en las inmediaciones de lo que hoy es el complejo presidiario mas grande de Europa, llegaría a alcanzar la merecida buena fama de la que goza en tantos ambientes de la Ciudad. Por entonces, cuadrillas de Arcos, Bornos y Villamartín venían a trabajar semanas completas a los campos de la zona. Allí estaba Miguel, quien lo mismo los avituallaba en la Venta desde un improvisado ultramarinos en el que también se econtraban repuestos de motos, y quien actuaba como barbero o ventero, vocación final de El Cepo. (Fotografía: La Venta El Cepo en sus comienzos. A la derecha Miguel López-Cepero con su hijo mayor).
También daba Miguel López-Cepero Gallardo pequeños portes con las mercancías de los campos cercanos, e incluso en una ocasión actuó como ambulancia ocasional ante un inminente parto que se adelantó a resultas de un seísmo. Frente a la analogía que muchos establecen sobre el nombre de la popular venta con los presidios próximos, hay que decir que mientras la cárcel solo lleva veintiséis años, El Cepo tiene casi cincuenta. “Ya caímos en el cepo”, era la frase que mas se oía en las cuadrillas del campo, al finalizar la jornada en el establecimiento de López-Cepero, y así ‘El Cepo’ se le quedó. (En la ilustración, cuadro del arqueño Montero realizado a finales de la década de 1960).
Dos meses antes de la vendimia, las mujeres de los integrantes de las cuadrillas venían por los cortijos de la zona buscando paja para preparar los colchones de sus hombres que luego cortarían la uva. Hogaño difícilmente se encuentran vendimiadores. Cuando se bebía vino, recuerdan en la Venta, todas las semanas se vendían 20 arrobas de 16 litros, y el consumo habitual, lejos de las cervezas y otros bebestibles, eran las medias botellas de vino, como medida para el trasiego en las reuniones de la parroquia. Aquella pequeña superficie comercial de hace 50 años, se resintió con la llegada del primer Simago a Jerez: ya las mujeres no se avituallaban tanto en la venta y por el contrario se las veía cargadas bajando desde la parada del autobús próximo, lo que hizo que el negocio se enfocara más a una casa de comidas y bar, que a almacén de conveniencia. (En la fotografía a color de la izquierda, arriba, Pedro y Pepe, de Arcos, Zapata el Pescadero y Rosillo, ya fallecido; abajo a la izquierda el guarda de la obra de Puerto I, ya fallecido y Miguel López-Cepero Gallardo).
Una reunión en los exteriores de la Venta. De izquierda a derecha: González Barba, Rafael Navas, director de Diario de Cádiz, Miguel López-Cepero Panadero, el diestro Diego Simón, el Bimbo (en breve con nótula propia en Gente del Puerto), Benito López-Cepero Panadero y Modesto Barragán, Director Territorial de Canal Sur en Cádiz.
En la fotografía, Miguel López-Cepero con sus hijos de pequeños: a la izquierda Miguel Angel, en el centro Antonio y a la derecha, Benito. ¿Estaría señalando para la bandera de España que pronto ondearía en el mástil de la Venta?
Hoy se puede ver en sus salones al torero Alejandro Morilla, a los integrantes de la Peña El Bimbo, o a policías nacionales y familiares de presos de ETA que vienen a un ‘vis a vis’. Si antes fue imprescindible la Venta El Cepo para los habitantes del Pago de La Arreijanal, hoy lo es mas en el panorama gastronómico con su comida casera, elocuentemente llevada por sus hijos, Miguel Ángel, Benito y Antonio López-Cepero Panadero, quienes diversificaron el negocio abriendo el Rincón Español, en la calle Misericordia (son propietarios del local tanto de ese bar como de La Trastienda de Concha) y regentan en la actualidad un Estanco en la calle Valdés.
Los actuales gestores de la venta, los hermanos López-Cepero Panadero: de izquierda a derecha: Antonio, Miguel Ángel y Benito, posando ante un suculento fondo de jamones y paletillas de la serranía de Huelva.
182. CHAMACO. El marinero que vino de Jerez.
Rafael Romero Arana, “Chamaco”, nació en Jerez el 2 de febrero de 1933 y pasó a mejor vida a finales de octubre del pasado año, a la edad de 75 años. Desde muy joven estuvo embarcado en pesqueros con base en nuestra Ciudad: entre otros el “Nuevo Moruno”, “Marichea”, “Danubio Azul” todos propiedad de Fracisco Perles Martínez, conocido como Paquito Marichea o El Follalata, casado con Julia Huertas de la Tonelería donde estaba el taller de Fosco Valimaña Lechuga. También navegó en los barcos pesqueros de los hermanos Juan, Jaime y Guillermo Roselló Castell: “Juan y Ángeles”, “Jaime y Angelita” y “Matilde Castell”. De los hermanos, con quien mejor se llevaba era con Jaime que se dedicaba a arranchar los barcos de la empresa y que, además, daba los correspondientes anticipos antes de salir para la mar, a los marineros. (Fotografía: Carlos Pumar Algaba).
En los último años se le veía con bastante frecuencia, como a muchos marineros ya jubilados, por el Mercado de Abastos, como también es el caso de El Gato, Juan Barcia Ramírez de quien en breve colocaremos una nótula en Gente del Puerto. Sus valedores en la Plaza de Abastos fueron Paquiqui, Luis Achicoria, Miguel Cabo Reyes, los hijos de Genaro y los pescaderos, que de todos recibía siempre pescados, frutas y hortalizas que él preparaba en la casa donde vivió los últimos años de su vida. Su prestamista fue Luis Achicoria padre, con quien Rafael cumplía todos los meses cuando cobraba la pensión, lo que le permitía tener siempre las puertas abiertas. Antes de tener casa, Chamaco, solía dormir en su etapa en activo en los barcos e, incluso, en los cuartos de redes de la Pescadería. (La fotografía de Chamaco ha sido conseguida por Antonio Carbonell, a través de Cabo Reyes, de una vecina).
La 'residencia' de Chamaco, una chabola en la antigua Lonja Pesquera, hoy convertida en aparcamiento. (Foto: Colección Antonio Leveque).
Chamaco fue declarado pensionista con apenas 40 años, por enfermedad y estuvo cobrando desde entonces “una paguita corta” como él solía decir: padecía una tuberculosis, por su mala vida, que arrastró durante muchos años. Dormía dentro de la Lonja de pescados de esta margen derecha, en una de las casetas que habían dejada los exportadores en la parte alta cuando pasaron a la otra banda, es decir a la otra lonja, frente al muelle del Vapor, también desaparecida en esta la actividad a finales de 2006 y derribada en 2007. Allí estuvo vivaqueando durante muchos años Chamaco, aseándose en los grifos de agua fría, lo que no hizo sino acrecentar su enfermedad, frente al desaparecido Restaurante Guadalete. La ambulancia, recuerdan los paseantes y vecinos, entraba y salía frecuentemente de la antigua Lonja a recoger a Chamaco a quien dieron por muerto muchas veces.
La antigua Lonja del Pescado, vista desde la azotea del Bar La Lucha, antigua Aduana, antes de construirse las viviendas de La Pescadería. (Foto: Colección A.L.)
Habitó aquellos espacios hasta hacía poco marineros, cuando por fin la Autoridad Portuaria decidió hacer obras en 1980 y ceder el espacio para locales de copas y de ropas, aunque hoy está casi todo cerrado. Eso haría que Chamaco se buscase nuevos paradaderos, nuevos caladeros donde guarecerse de la propia vida que le había tocado vivir. Se fue a vivir a una casa del Barrio Alto, en el número 8 de la calle de la Arena (Arzobispo Bizarrón), en una habitación alquilada; la vecindad le echaba una mano. Poco antes de su fallecimiento un taxista, Jesús Utrera Aguilera, lo vio por la calle Ganados arriba… De la tuberculosis no llegó a morir: a pesar de todo se recuperó, si bien su mala vida anterior le hizo llevar un bastón los últimos años de su existencia, por problemas vasculares en las piernas. Momentos antes de fallecer sufrió un desvanecimiento en la tienda de frutas de Genaro, en la Placilla, cuyo hijo “El Lati”, aparece con nótula propia en Gente del Puerto.
A su muerte, su único hermano fue avisado y vino desde Jerez a arreglar los papeles y hacerle la postrera compañía. Los últimos años de su vida no probó el alcohol. A pesar de sus momentos sobrados de ingesta vínica, jamás se metió con nadie -a lo sumo te ofrecía una conversación inconexa que asustaba al no avisado- y cuando estaba sobrio se comportaba de manera exuisita. Iremos incluyendo algunas anécdotas de tan peculiar personaje que esperamos en los comentarios. (Chamaco, poco antes de fallecer).
DUELO A PISTOLA... SIMULADO.
Un día Javier Tosar, que tiene nótula propia en Gente del Puerto, al estilo de las mejores películas del Oeste, pegó su frente con la de Chamaco en plena calle Luna. Aquella situación surrealista, con toda la calle Luna llena de gente y desde una distancia de mas de veinte metros, acercándose los dos poco a poco, lentamente... Chamaco simulaba con pistolas y cuando llego a Javier, este pegó su cabeza con la de él evitando que Chamaco cayera al suelo. Una de sus ingestas vínicas mas sonadas. Cuentan los testigos que la escena de frente contra frente duro bastantes minutos... (La ilustración muestra el cartel de la película OK Korral, que tanto le gustaba recordar a Chamaco).
Antonio Carbonell López, Secretario General que ha sido de la Cofradía de Pescadores hasta la desaparición de ésta, tenía una sección en Diario de Cádiz de nombre “La Meridiana” que alternaba con otros compañeros en dicho medio. De las más de 100 que escribiera, traemos a colación ésta dedicada a un marinero sanluqueño, Morgan, que, como Chamaco, desenfundaba unas imaginarias pistolas en un duelo igualmente imaginario, en sus correrías por el Bar La Lucha. Eran íntimos amigos y, además navegaron juntos algunos años. Esta Meridiana salió publicada el 4 de marzo de 2001.
"El pasado martes tuve la oportunidad de saludar a “Topillo”, embajador de la ciudad de la manzanilla en la Bahía de Cádiz, y me comentó que estaba gestionando la documentación necesaria para la jubilación de su compañero Antonio Ancela Reyes. En la grata conversación no dudé en preguntarle por la familia del pescador y recibí una inmensa alegría al saber que el hermano del mismo, “Morgan”, aún vivía y que estaba jubilado. En esos momentos comencé a recordar días ya lejanos pero de importante significación.
Iniciados los años 70, los distintos puertos del litoral gaditano acogían el regreso de miles de pescadores que después de realizar mareas de 50 días en los caladeros del sur de Marruecos y del Sahara se disponían a descargar las capturas obtenidas. Los puertos de Algeciras y de El Puerto de Santa María contaban también con pescadores de otras localidades puesto que sus flotas eran las más numerosas por aquel entonces. En el transcurso de las faenas de arribadas y antes de la vuelta a sus hogares recibían a pie de muelle los saludos y abrazos de amigos y familiares y compartían con gran entusiasmo las vicisitudes que habían tenido lugar en el viaje.
Posiblemente quien mejor transmitía su alegría de estar nuevamente en puerto era “Morgan”. Aprovechaba cualquier corrillo para escenificar una interpretación del hombre que a través de las pistolas imponía la ley en el viejo oeste. Era todo un espectáculo, no necesitaba ningún aliciente para salir airoso de su representación, tan solo la acogida calurosa de sus compañeros. En alguna ocasión la función se interrumpía momentáneamente por la inesperada presencia del patrón que le demandaba el cumplimiento de sus faenas en el barco. Pero “Morgan” ya estaba tan metido en su papel que era imposible hacerle cambiar de actitud.
A veces coincidía con su hermano Antonio en El Puerto y actuaban para la marinería y los trabajadores de las empresas auxiliares. Antonio toreaba de salón emulando al diestro de Ronda, de ahí que sea conocido por el apodo de “Ordóñez”, y “Morgan” imitaba al legendario personaje del oeste dando muestras de destreza y rapidez desenfundando las imaginarias pistolas. Finalizada la actuación daban gracias a su madre a la que llamaban cariñosamente “Carmen Sevilla”. Estaban tan inmersos en sus personajes que hasta se olvidaban de sus nombres y apellidos.
El bueno de José Ancela Reyes, “Morgan”, vive actualmente en el barrio alto de Sanlucar con el cariño tan solo de los suyos, con una pensión que no alcanza las 70.000 pesetas después de mas de 40 años de embarque y no baja al muelle de Bonanza. Su hermano posiblemente percibirá menos incluso por su jubilación.
La misma situación de los hermanos Ancela Reyes las padecen muchos pescadores que con resignación reciben raquíticas pensiones. Ojalá en un futuro próximo queden equiparados al resto de los trabajadores nacionales aunque para ello sea necesario erradicar el más que obsoleto sistema tradicional “a la parte”, que es el que imposibilita que coticen a salario real en la seguridad social al no existir un marco de relaciones laborales por convenios colectivos». Antonio Carbonell López.
180. D. ANTONIO CIA. El Presbítero de la Prioral (y II)
A veces, el Párroco, Cura Propio, Doctor en Sagrada Teología y en Derecho Canónico, Presidente de la Hermandad de San Pedro de Venerables Sacerdotes etc. etc., Don Antonio Cía Moreno, era ingenioso y otras veces demasiado caústico, irónico, mordaz, e incluso otras, sencillo, modesto, sabio y hasta delicado. Era un ser contradictorio e imprevisible. Una señora muy distinguida, descendiente, nada menos, que de los Lancaster de la Casa Real Inglesa, aunque portuguesa de nación, se dirigió a don Antonio, que estaba en la sacristía, para pedirle: -Mire, Don Antonio, yo quisiera decirle una misa a mis difuntos en el Altar de las Ánimas. Don Antonio, al punto, gritó: --Antoñito-- dirigiéndose al sacristán--prepara una casulla negra que doña....va a decirle una misa a sus difuntos en el Altar de las Ánimas. Ni que decir tiene que la señora quedó estupefacta y se marchó educada y discretamente. Con Juanito Cuvillo, tuvo también sus encontronazos Don Antonio Cía, porque terminada su etapa de dirigido espiritual con el Padre Lambertini, S.J., se constituyó en dirigido de don Antonio, quien cansado de oir sus cuitas amorosas, le dijo un día: --Mira Juan, si tu novia se casa contigo es que tiene más agallas que una caja de corvinas. Por cierto que Juanito --ser crédulo e inocente-- tropezó también con Don Antonio Lobo. Cierto señor de El Puerto, incisivo y maledicente, había dicho a Juanito que el Padre Lobo, antes de ser cura, había sido picador de toros bravos y, como se lo dijeron, se lo comunico al Padre Lobo, quien le contestó airado: --Dígale a don... que yo me cago en su puñetera madre.
En cierta ocasión mi madre tomó a una criada de un pueblo de la Sierra que vino con sus padres y se la encomendaron como que era la niña de sus ojos. Y mi madre la trató como había prometido. Pero ocurrió que los jueves por la tarde era día de salida y esta joven salía de paseo con las otras y con las amigas de las otras. Y se echó un novio. Y el novio la dejó embarazada. Aquello fue una verdadera tragedia. Mi padre llamó a los padres de la muchacha y llamó al novio a capítulo. En su despacho, mi padre, con el padre de la muchacha y el novio, recriminó al novio; el padre de la novia, instó al novio a casarse y a lavarle el honor a su hija; el novio, poniéndose en pie, altanero, le dijo que si quería lavarle el honor a su hija que le comprara un bidé, y se marchó, dando un portazo. Aquella situación pudo reconducirse y, al final, se preparó la boda. Mi madre fue con la muchacha a ver a Don Antonio Cía y éste, nada más verla, le espetó: --Tu, ¿qué?, que has puesto las tinajas antes que el olivar ¿No?. Pues se casaron y han sido muy felices y han tenido muchos hijos y comieron perdices. (En la Fotografía, Don Antonio Cía y Don Luis Caballero, alcalde de la Ciudad, poniendo la primera priedra del monumento a la Virgen, ubicado en la Plaza de la Iglesia, en 1954. También aparece en la foto Don Antonio Lobo, a la izquierda con bonete, solo se le ve la cabeza. Foto Colección Vicente González Lechuga).
Era de ver a Don Antonio Cía, cuando se ponía en Doctor en Sagrada Teología y en Derecho Canónico. Porque predicar, predicaba muy bien. Y se lo exigía a todos los predicadores. En cuanto aparecía por la sacristía un sacerdote o religioso concertado por una Asociación o una Hermandad para predicar un triduo, un quinario, o una novena se lo advertía: --Mire, en cuanto yo vea que los fieles mueven el culo en los bancos, le corto, ¡vaya si le corto! Quiero unos sermones que muevan los corazones y no los culos ¿Entendido? Y el pobre predicador, novato en la Prioral, se quedaba sin saber qué responder.
Interior del Coro de la Iglesia Mayor Prioral.
Don Antonio Cía me bautizó y me dio la Primera Comunión. Recuerdo el sentido fervorín y esta ceremonia muy solemne, cantada por mi amigo Fernandito Vela, con quien, luego, yo jugaría "a las misas" en el cuarto alto de mi casa, convertido en capilla, con unos ornamentos de moaré y galones dorados que me hicieron las Madres Salesas. Don Antonio, como confesor, me espantó porque, siendo yo muy pequeño, me dijo que como yo volviera a pecar me cortaba las orejas y se las daba a Antoñito el sacristán para que se las guisara con las papas del corral de la Iglesia. Así que yo, ya nunca más me acerqué a su confesionario, temeroso de perder las orejas, sino que mis padres me llevaban a los jesuitas al del Padre Torres, S.J., sabio, bizco y tridentino y una de las personas más influyentes y con más mando en las conciencias de todos los portuenses de la época --directa o indirectamente-- sin excepción alguna.
Don Antonio Cía, en cambio tenía, a veces, rasgos de gran delicadeza. Para el día de Santa María Magdalena, todos los años, reunía a todas las feligresas de ese nombre y les encomendaba comprar unos tarritos de esencia de nardos. En un acto nada litúrgico, pero cargado de amor, Don Antonio, con el Sagrario abierto, leía el evangelio en que la Magdalena enjuga los pies del Señor con esencias y perfumes y Judas se lo recrimina y, tras una homilía, con un algodón empapado en esencia de nardos enjugaba el interior del Sagrario y los copones, que era una gloria oler, cuando se abría aquella puerta de plata del retablo que hizo en Méjico, en el XVII, el orfebre Don José Medina, y que había regalado el Capitán portuense Don Juan Camacho Jaina, primer editor de Sor Juana Inés de la Cruz. Dije que don Antonio Cía era un ser contradictorio e imprevisible. Ocurría que algunas novias o se prestaban los sombreros o los alquilaban y Don Antonio se daba cuenta del tejemaneje, porque irónica y maleducadamente le decía a la contrayente en el día más feliz -- o más infeliz de su vida: --A ese sombrerito ya lo he casado yo cuatro veces. (La fotografía muestra el Sagrario de Plata de 1685).
EL AYUNO ANTES DE LA MISA.
Todos los curas olían a café, o a tabaco, o a rapé. Esto último particularmente los jesuitas que tenían unas cajitas de donde sacaban con dos dedos el polvo, lo aspiraban por la nariz y estornudaban, de forma que tenían los pañuelos hechos una porquería. Don Antonio Cía no era una excepción, porque, no bien terminaba la misa, sacaba la petaca y se liaba un cigarro de picadura de contrabando y lo enciendía. Por su parte, Varela, el monaguillo, le tenía preparado sobre la cajonera de la sacristía un café de maquinilla que traía de un bar de la calle Vicario que luego regentó Juanito Ceballos, hoy llamado "Bar Internacional". Y es que lo primero que hacían los curas era desayunar, después de su misa, porque el ayuno eucarístico les obligaba, como a todos, desde las 12 de la noche del día anterior.
Cuando terminaba una misa, allá iban los monaguillos con el café a arrimárselo al cura que había celebrado, como el que acude a prestar auxilio a alguien que está extenuado. Figúrense Vds. que el Padre Lobo celebraba la misa de doce de la mañana y llevaba más de doce horas sin probar bocado, el pobre. Cuando terminaban las misas, los monaguillos, "comunidad de venerables granujas", como los llamaba Don Antonio Cía, se escondían por donde fuera y apuraban la vinajera del vino, relatando que el padre tal o el padre cual, no dejaba ni gota para ellos.
Don Antonio Cía, contradictorio e imprevisible, con sus luces y sus sombras, daba a la liturgia un sentido especial y era cosa de verlo, con su porte, revestido con los capisayos y el bonete de Cura Propio, presidiendo las procesiones y los actos, o cantando las horas canónicas en el coro, con todos los sacerdotes y religiosos de la Ciudad, los días de más fiesta. Cuando el Padre Lobo marchó a Sevilla, a Don Antonio Cía le nombraron dos coadjutores: Don Manuel y Don Carlos Román Ruiloba, dos hermanos sacerdotes, santos varones, de los que, sin duda, hablaré otro día.
En la fotografía, tomada el 8 de abril de 1960, Viernes de Dolores a las nueve horas; de izquierda a derecha Carlos Román Ruiloba, Pbr. Coadjutor, el celebrante, Manuel Salido Gutiérrez, Párroco de la Prioral que sustituyó a Antonio Cía Moreno, Manuel Román Ruiloba, Pbr. Coadjutor, el Maestro de Ceremonias, Manuel Girón Ceballos, el Sacristán Antonio Bernal Ortega -Antoñito el Sacristán-. Besamanos de la Imagen de Ntra. Sra. del Dolor y Sacrificio, sin coronar, siendo bendecida después de la misa, la nueva diadema. El mobiliario litúrgico lo componen: el dosel rojo de la Prioral; el sillón de la Capilla de la Patrona; Maceteros y Copas del Párroco; grandes candelabros eléctricos, de las Carmelitas; las Copas laterales, de la Capilla de la Patrona. (foto: colección Manuel Girón Ceballos).
Y comenzó la decadencia de Don Antonio, hasta que murió en su casa de la calle Nevería. Su entierro fue el último que presencié de un sacerdote revestido, muerto y transportado, desde la Iglesia hasta el Cementerio campal de Santa Cruz, sobre el "palenque", una especie de paso, portado por costaleros, sobre el que había un catafalco presidido por la tiara y las dos llaves doradas, de la Hermandad de San Pedro de Venerables Sacerdotes. Sus honras fúnebres fueron muy solemnes.
Iluminación extraordinaria de la Iglesia Mayor. En la década de los 50 del siglo pasado era costumbre iluminar los monumentos con hileras de bombillas incandescentes dispuestas en regletas de madera que silueteaban el edificio. En esta ocasión estamos en el 8 de septiembre de 1956.
Yo guardo, con devoción, el lazo, bordado en oro, con que le ataron las manos el día de su ordenación sacerdotal y tengo para mí que, por los escritos que aparecieron entre sus papeles, en el fondo, Don Antonio Cía Moreno, Presbítero, Doctor en Sagrada Teología y Derecho Canónico, Cura Propio por oposición, Arcipreste del Partido, Párroco de la Santa y Consagrada Iglesia Mayor Prioral de Nuestra Señora de los Milagros Coronada de esta Ciudad, Hermano Mayor de la Hermandad de San Pedro etc., etc. fue un santo que no quiso que la gente creyera que lo era. Sólo Dios lo sabrá. Pero de todo lo anterior infiero y saco la consecuencia de que es una verdad como un templo que la Iglesia está asistida por el Espíritu Santo. Que, si no... Luis Suárez Ávila.
179. D. ANTONIO CIA. El Presbítero de la Prioral (I)
Don Antonio Cía Moreno, Presbítero, Doctor en Sagrada Teología y en Derecho Canónico, de la Universidad de Curas Propios, por oposición, Párroco que fue de la Santa y Consagrada Iglesia Mayor Prioral de esta Ciudad y Arcipreste de su Partido, nació en Arcos de la Frontera posiblemente a finales del XIX, porque murió, en El Puerto, en los cincuenta y pico del XX, con más de setenta años. El caso es que este singularísimo sacerdote tenía un aspecto y un carácter adusto y hasta agrio e irónico, a pesar de ser todo lo que ya he dicho y su esmerada formación, que chocó con el Cardenal Segura, su Arzobispo, cuyas relaciones echaban chispas, como cuando se golpea el pedernal con el dilabón. Hasta tal punto que a su sobrino, Paquito Carmona, Don Antonio no lo mandó, cuando quiso ser cura, al Seminario de Sevilla, sino al de Cádiz, en donde Paquito llegó a Párroco de San Severiano hasta que se secularizó. Su otro sobrino Antonio Carmona, primero fue, junto con el luego Obispo de Asidonia-Jerez, Don Rafael Bellido, monaguillo de don Antonio cuando regentó la Parroquia de Santa María de Arcos. Antonio Carmona apareció por El Puerto donde vivió hasta su muerte, de oficial del Juzgado, de donde proporcionaba a su tío el cura papel de oficio con que se preparaba unas largas boquillas liadas, en forma de cucurucho muy fino que pegaba con goma tragacantos, cuando el médico le dijo al cura que se retirara del tabaco. (Foto Colección Vicente González Lechuga).
Don Antonio Cía era el terror de Pepa la de las sillas, cuidadora de los reclinatorios que las señoras tenían depositados en la Iglesia y por lo que cobraba un discreto salario. Pepa tenía un pato que siempre estaba con ella. El animal pululaba por la Iglesia como Pedro por su casa, cosa que al cura exasperaba, sobre todo durante las celebraciones, porque el animal aparecía, de pronto por el presbiterio y daba un voletío desde la balaustrada, distrayendo a los fieles en su recogimiento. Don Antonio, interrumpido por el ave en cualquier acto litúrgico, en voz alta prorrumpía, al borde de un ataque de nervios: --Esa mujer que se lleve a su casa este bicho. Y seguía una retahíla de improperios. Pero el pato, contra la voluntad del párroco, siguió en la Iglesia Mayor hasta que el pobre animal murió.
Si con Don Antonio Cía no pudo un Príncipe de la Iglesia, como el Cardenal Segura, porque el Párroco se escudaba en su condición de Cura Propio por oposición, en cambio, pudieron con él, por más cercanas, las impertinencias de Pepa la de las sillas y su pato y, sobre todo, los argumentos de Gabriela Santos "La Bilili", una oronda gitana que se ponía a pedir en la puerta de la Prioral, porque tenía una prole de catorce hijos, entre los que estaba el popular José de los Reyes Santos "El Negro". Don Antonio requería, una y otra vez, a "La Bilili" para que no pidiera limosna en la puerta del Sol de la Prioral. Pero "La Bilili" argumentaba, a grito pelado: "Aquí soy yo más antigua que Vd., así que, como me moleste más, doy parte al Santo Padre de Roma". Ante esos argumentos Don Antonio dejó las cosas como estaban y no se habló más del asunto. Porque, además, "La Bilili" tenía entre sus benefactores a todo el señorío de El Puerto. (En la fotografía 'La Bilili con su hijo 'el Negro').
Don Antonio tuvo por sacristán a Antonio Bernal Ortega, un santo varón y quien, junto con Pepa la de las sillas, era motejado en unas coplillas que se cantaban:
"La Iglesia Mayor Prioral
orgullosa debe estar
porque encierra en sus capillas
a Pepa la de las Sillas
y Antoñito el Sacristán".
Dije que don Antonio tuvo un coadjutor. A don Antonio Cía le vino destinado a la Prioral un venerable sacerdote, ya mayor, don Antonio Lobo, que tenía retiradas las licencias para confesar, porque, al parecer, desde su juventud tenía una prole sacrílega y clandestina. A don Antonio Lobo le proporcionaba ciertos ingresos el que sus compañeros sacerdotes, conmiserados con él por las cargas familiares que tenía, le facilitaran el asistir a todos los entierros con cruz alzada y posas, oficiar todos los funerales y hacer de preste a todas las procesiones, con cuyos estipendios modestamente se remediaba. Este sacerdote, Don Antonio Lobo, murió santamente, al fin, en Sevilla, en el Hospital de Venerables Sacerdotes, aunque fue, injustamente, víctima toda su vida de su fogosidad juvenil y de su carne débil, o dura, según se mire la parte, el momento y las circunstancias.
Don Antonio Lobo tenía voz perruna y, si no se le entendía bien en castellano, figurense Vds. cómo se le entendería en latín. Le recuerdo en los Oficios de Semana Santa, con su planeta o su estolón, de vestuario; de capero en todos los entierros; de preste, en todas las procesiones; fumando "caldo de gallina", sentado en el balcón del curato, en verano, por la noche, al fresco, con la sotana despechugada y un abanico negro. Dios, en su infinita misericordia, se haya apiadado de él, porque fue bueno y humilde, aunque, bien es verdad, que muy desarrapado en su aseo e indumentaria. (En la fotografía, el curato de la Prioral).
LA PERLA DE LA ARCHIDIÓCESIS.
La "Perla de la Archidiócesis". Así se llamó, en tiempos de don Antonio Cía a la Prioral, porque la tuvo en perfecto estado de revista. El secreto estuvo en encargar a una serie de señoras el cuidado de las capillas. La del Rosario, o sea la de los Valera, donde está enterrado Mosén Diego de Valera, Cronista de los Reyes Católicos, y su mujer María Valencia, la encargó don Antonio a doña Ángeles Domecq, que cuidó esta capilla con esmero y la tenía como los chorros del oro; la del Nazareno, primitivo sagrario de la Prioral, luego del Cristo de la Expiración y tras la Revolución de septiembre de 1878, del Nazareno, estuvo al cuidado de mi madre, Mercedes Avila, que todos los miércoles se trasladaba con una troupe de muchachas a limpiar y adecentar la capilla, cambiando los manteles de los altares y la cera; en esta capilla está San Lucía y San Nicolás de Bari, retablo e imágenes que estaban al cuidado de Doña Primitiva Gaztelu y Oneto; la de las sillas, que le seguía, era el feudo de Pepa "la Bigotona", ya conocida; la de la Misericordia, antigua de Santiago de los Canteros y del Santo Nombre de Jesús, estaba a cargo de la Hermandad que nacería como filial de la del Nazareno; la de la Soledad, antigua del Rosario, a cargo de su Hermandad; la de Santa Rita, antigua de la Purificación y primitiva de las Ánimas, a cargo de mi abuela Aurora Gutiérrez; la de Santo Tomás de Villanueva, a cargo de las hermanas Terry del Cuvillo; la del Santo Ángel, estaba al cuidado de Doña Isabel Ruffoni, que guardaba en ella los reclinatorios de su familia, porque había tenido unas palabritas con Pepa la de las sillas; la del Bautismo, a cargo de la Iglesia; la de San José, era cuidada por Carmen Pérez Pastor; la de las Benditas Animas, creo que la cuidaba Doña Matilde Reynolds; la de San Antonio, estaba al cargo de Doña María Gálvez. Las capillas de la Patrona y la del Sagrario eran esmeradamente sostenidas y cuidadas por la Esclavitud de la Virgen y por la Archicofradía del Santísimo Sacramento. (Fotografía superior: interior de la Iglesia; a la derecha, Capilla del Rosario; debajo, exterior de la Prioral).
Así, repartiendo trabajo entre las distintas feligresas, es como don Antonio logró que su Iglesia fuera una verdadera perla. Pero es que, además, acudía anualmente al Ayuntamiento de la Ciudad para que --gratis et amore-- limpiaran las bóvedas y paramentos de vegetales y de animales y encalaran la fachada de la Puerta del Taller, del curato, y de la tapia que circundaba al corral, antiguo cementerio de la Iglesia. Porque don Antonio tenía conciencia de que el templo era Monumento Histórico y así estaba declarado por el Gobierno desde los años de 1920. (Continuará). Luis Suárez Àvila.
176. S.M. ALFONSO XIII VISITA LAS CUEVAS CANTERAS.
Alfonso XIII, acompañado de una abundante comitiva, visitó las Cuevas Canteras de la Sierra de San Cristobal en 1930, engalanadas para la ocasión con colgaduras y guirnaldas de hiedra. Visitantes de alcurnia, ágapes para la ocasión, jubileo en El Puerto y la provincia. La visita del rey y sus palabras: --»Efectivamente estas son las cuevas mas grandes y maravillosas que he visto», y la publicidad inherente a la misma propiciaron que las cuevas resurgieran de su anonimato y que fueran visitadas por personajes importantes de la época. Hace 78 años, en aquel mes de octubre, el propio rey instó a las autoridades provinciales para convertir las cuevas en un parador de turismo. Las crónicas de la época hablan de que hasta poco antes de su clausura, en el primer cuarto del siglo XX, las cuevas daban trabajo a más de 200 obreros, que a diario socavaban la roca para edificios no solo de El Puerto sino también de Andalucía. La Prioral, Casas Palacios porteñas y de Cádiz, la Catedral de Sevilla, construcciones de Jerez... tienen entre sus edificios el corazón de piedra procedente de El Puerto.
«Dentro de los recios fustes de los pilares, los embovedados que se pierden en las sombras, las crujías, las naves, los salones misteriosos, las reconditeces íntimas y los patios ardiendo en sol y emborrachándose de azul. Altas columnatas de catedrales góticas, vías que parecen urbanizadas, decoración fantástica, peñascos amenzadores que muestran el gesto de un cataclismo geológico. La característica de estas cuevas está en que se discurre por ella sin miedo y sin angustia, pero sin que se pierda el interés curioso, en la sucesión de panoramas y aspectos que los viejos subterráneos atesoran. Y se realiza este milagro de la alegría porque, a cada tramo, irrumpe la luz por las indiscretas claraboyas, abiertas en las bóvedas» Manuscrito anónimo de la década de 1930.
EL PARQUE ARQUEOLÓGICO QUE NO FUÉ.
Sesenta años después de la visita real vemos en la fotografía, de izquierda a derecha, a Miguel MarroquínTravieso, Teniente de Alcalde de Turismo, detrás Francisco Giles Pacheco, Director del Museo Municipal, Rosario Sánchez, Teniente de Alcalde de Cultura, Indalecio Rábago Vega, Teniente de Alcalde de Urbanismo, Juan Manuel Torres Ramírez, alcalde de la Ciudad mediante pacto de gobierno PSOE-PP, Fernando Suárez, Diputado Provincial de Turismo, Diego Ruiz Mata, a la sazón director de las Excavaciones e impulsor del proyecto del Parque Arqueológico, Ramiro Cerezo, Teniente de Alcalde de Medio Ambiente, Antonio Álvarez Herrera -ex alcalde- y en aquella época concejal de Vivienda y Fernando Gago García -con el tiempo sería alcalde- en aquella época Director de Relaciones Públicas de Bodegas Terry y del propio Yacimiento.
La fotografía de Jorge Roa está tomada a finales de la década de 1980. Las autoridades locales giran visita a Doña Blanca, a sus cuevas canteras y a lo que pudiera haber sido el Parque Arqueológico de Doña Blanca, pero que administraciones y empresarios no han sabido, querido o conseguido aun impulsar y que todavía está pendiente de un desarrollo sostenible y una mayor protección tanto por parte de las administraciones como por los agentes sociales. En la actualidad solo funciona abierto al público, con una eficiente gestión, el Yacimiento Arqueológico “Castillo de Doña Blanca”, bajo la tutela de la Junta de Andalucía.
En esta fotografía dentro de la “Cueva Cantera de la Luz Divina” --denominada así por el Prof. Ruiz Mata-- vemos de izquierda a derecha a los concejales Francisco Corbacho e Indalecio Rábago, concejales de Seguridad Ciudadana y Teniente de Alcalde de Urbanismo respectivamente, el alcalde Torres en apurada postura de escalador, Antonio Bollullos, secretario del Grupo Socialista y el concejal de Disciplina Urbanística, José Antonio Navarro, en la cima.
A aquel acto asistieron, además, otras autoridades e invitados que no aparecen en las fotos que ilustran esta nótula: el Viceconsejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Luis García Garrido, el Delegado Provincial de Cultura, Sebastián Saucedo, el Arqueólogo y Arquitecto de dicha Delegación, Lorenzo Perdigones y José María Esteban, respectivamente; los concejales José Antonio Castro Cortegana y José Antonio Navarro Ortíz, el empresario local José Antonio Romero Sánchez y algunos más entre los que nos encontrábamos.
A finales de los años ochenta del siglo pasado el Ayuntamiento mantuvo conversaciones con un grupo empresarial que trajo al diseñador y urbanista Cesar Manrique quien, admirado de la grandeza de las cuevas --»Puro arte moderno excavado en piedra» según sus propias palabras, se ofreció a redactar un proyecto similar a los Jameos del Agua, en su isla de Lanzarote. La prematura desaparición del artista, unida al poco claro proyecto presentado por los inversores, dejaron aparcada la idea. Algunas cuevas han sufrido, desde entonces y desde su más definitivo abandono y olvido, actos vandálicos y de destrucción que harán más complicado, en su momento, acometer cualquier proyecto sobre las mismas. El Profesor Ruiz Mata, el impulsor de aquella zona de la sierra con el Yacimiento, continúa con sus trabajos de investigación y estudio y siempre tiene una idea en mente para aquella administración o empresario que quiera escucharlo, a pesar de estar centrado en la actividad académica e impulsar el conocimiento de Doña Blanca a nivel internacional. Según sus propias palabras, de hace 30 años: «Algún día El Puerto de Santa María será más conocido por Doña Blanca que por sus vinos». No parece que se vaya a equivocar. (En la fotografía, Cesar Manrique y Diego Ruiz Mata, a finales de la década de 1980).
La Torre de Doña Blanca da nombre al Yacimiento, a la zona, al Poblado de Colonización. En una próxima nótula hablaremos del Profesor Ruiz Mata, el Yacimiento y su empeño en convertir la arqueología en motor de desarrollo local, poniendo en valor los recursos con los que cuenta El Puerto en la Sierra de San Cristóbal.