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fernandocañasgarcia_puertosantamariaEl músico percusionista Fernando Cañas García, de 39 años, con más de 20 de experiencia musical y 5 de docente --era un gran batería--, había grabado recientemente con Pepe Delgado, el otro componente del power duo, Fino Winos, su primer trabajo: Harder than a goat’s knee” (Más difícil que la rodilla de una cabra). Ha sido crítico musical y columnista en la revista Freek! Magazine y estrecho colaborador del Monkey Week Festival, a quien se le dedicará la edición del Festival este año.

Era hijo del aficionado taurino Fernando Cañas Bejarano y sobrino del novillero José Cañas 'Cañitas' (ver nótula núm. 1.838 en Gente del Puerto), ambos ya desaparecidos. Su abuelo, Fernando Cañas González, estuvo vinculado con el mundo de la mar, siendo pescador y un prestigioso mecánico motorista en barcos con base en el muelle pesquero de El Puerto. Curiosamente, tanto su padre como su abuelo, vivieron en la calle Luna, en la casa que habitó Joaquín Barba Rocafull (ver nótula núm. 217 en Gente del Puerto), quien fuera director de la Banda Municipal de Música, entre 1916 y 1949, en tres periodos diferentes.

ENTRE LA ARQUEOLOGÍA Y LA HOSTELERÍA.
Licenciado en Historia, Arqueología e Historia Antigua por la Universidad de Cádiz en 1996, se formó en la Fundación Andaluza ‘Fondo de Formación y Empleo’ (Faffe), como Técnico Medio en Prevención de Riesgos Laborales en 2010 y, previamente realizó un curso de Alemán en 2009.

De joven se buscó la vida trabajando en la hostelería para pagarse sus estudios y perfeccionar el inglés en Essex (Reino Unido) en la cadena de restauración Wimpy en 1996 y en Dublin (Irlanda) en el St. John of God Hospital, durante 1999 y 2000. Luego hizo incursiones en el mundo de la arqueología, trabajando como técnico arqueólogo en Tarragona para la Universidad Rovira i Virgili entre 2005 y 2006, y en las empresas y gabinetes de arqueología Arqueoterra, Figlina y Ánfora, entre 2007 y 2010, en Sevilla, San Fernando y Huelva.

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Hace 9 años, Manuel de Arcos, Lolo Ortega, Pepe Delgado, Manuel Márquez, Fernando Cañas y Michael Lindner, en la presentación de SESION #1 en Sevilla, en abril de 2005.

Ha sido profesor de percusión (batería) en Ferdidrumming, empresa local radicada en la calle San Bartolomé, con varios años de experiencia en la impartición de clases y cursos de batería a particulares y entidades, para todas las edades, niveles y estilos, así como en la asociación cultural Musicarte y monitor en talleres musicales de batería de los Ayuntamiento de Cádiz y El Puerto, e impartiendo talleres musicales de Cajón Flamenco, entre los años 2007 a 2013, compaginándolo con los contratos interinos de su especialidad académica: la arqueología. En la actualidad trabajaba en El Centro Inglés.

LA MÚSICA.
De pequeño, Fernando improvisaba una batería con cajas de zapatos y botes vacíos. Y desde muy joven consumía todos los discos que podía conseguir, quedando ojiplático al descubrir el primer album de Led Zeppelin y uno con grabaciones piratas de Jimmy Hendrix, en el cual casi todos los temas eran estándares de blues. Desde la guardería haría pronto migas con Pepe Delgado (ver nótula núm. 669 en GdP), su socio en el dúo musical Fino Winos. Previamente había formado parte de los grupos Filmore Jivé, Furia, tocando blues con Pepe Delgado y La Reunión de Blues, rock con Perro Peligro, soul con The Vip Soul Band ... Fue batería entre 2000 y 2002 con Sr. Chinarro: ‘La primera ópera envasada al vacío‘ y en ‘Cobre cuanto antes’. Diferentes estilos en diferentes formaciones: Latino, Gospel/Soul/Espiritual, Jazz/Blues/R&B, Rock, Pop, Heavy, Reggae...

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Pepe Delgado y Fernando Cañas, en una imagen promocional de su trabajo de inminente aparición:“Harder than a goat’s knee” (Más difícil que la rodilla de una cabra). /Foto: Pablo Bernardo.

FINO WINOS
En en el espacio digital MySpace, hacen esta curiosa definición del grupo: “Fino Winos, (traducción literal: Borrachos / Alcohólicos de Fino, el vino de su tierra natal) es un Power Dúo formado por Pepe Delgado y Fernando Cañas para estrenar con atronadora fuerza la 1ª edición del Festival Monkey Week (2009), y entre  cuyas intenciones están las de girar mundialmente,  pervertir musicalmente a la audiencia, y romper las caderas del público mezclando el ritmo arrastrado del blues  con la energía salvaje del punk y pinceladas  armónicas del jazz a un volumen ensordecedor.

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Fernando Cañas y Pepe Delgado en el Festival de Verano gaditano Lolatown.

El formato dúo les da rienda suelta para alternar en su repertorio clásicos del blues corrompidos por la energía desbocada, como Spoonful (Howlin’ Wolf) o Sloppy Drunk (Sonny Boy Williamson I), con  temas propios igualmente demoledores que les convertirán en los próximos supermillonarios del blues punk europeo : Honky Bitch, Psycho – mother blues o We Care a Fuck about your Opinion, recogidos en sus dos demos hasta la fecha: Dirtiest (2009)  y  Wino Pride (2010)”.

Para Fernando Cañas, "lo que queríamos con Fino Winos es despojarnos de ese clasicismo bluesero y explorar su lado más crudo. Nosotros nunca tenemos suficiente si hay feeling. Fino Winos es un proyecto con el que descargamos energía a raudales utilizando el blues como lenguaje, desnudándolo y pervirtiéndolo".

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Fernando, con The Vip Soul Band, el 14 de febrero de 2014, en Babaloo.

El músico indie Goli Super Summer se refería ayer así a Fernando: “Lo conocí hace años con un grupazo que me encantaba: Fillmore Jive. Fue en un concurso de Rock en la sala La Mosca de Chiclana, eran mediados de los 90, llevaba el pelo muy corto y tenía aspecto anglosajón y una forma muy personal y peculiar de tocar la batería. Los llevé en un par de ocasiones a tocar a Jerez. Pepe Delgado, José Ramón Vaca completaban la formación a la guitarra y al bajo. Di la lata hace unos cuantos años para que se reuniesen de nuevo para dar al menos un nuevo concierto no siendo esto posible. Fiel escudero de Pepe Delgado a la batería. Fué el primer batería de Furia junto con Daniel Rejano Sentís que tocaba la guitarra. Y en Mayo de este año me invitaron a tocar con ellos en Jerez en el Speed Fest y rockanroleamos el "Aint no grave can,t hold my body down",antes y luego nos bebimos unas cuantas cervezas, lo pasamos bien. Nur Wong era su compañera al frente de Perro Peligro donde también tocó la batería.

Podría poner un video con Furia, la foto del concierto de Mayo con ellos, pero me sale poner el lado mas punk y salvaje cuando me invitaron a subir con ellos, Fino Winos, en el Freek Fest de hace dos años sin ensayar el Maggie Mcgill de los Doors… Lo siento mucho, muchísimo, por él y también sobre todo por sus amigos mas cercanos como Pepe Delgado, Dani Rejano, Marsupial Sin Causa, Tali, Jesu, Cesar…”

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Foto: Pablo Bernardo.

IN MEMORIAM.
El de ayer fue un día con uno de los peores desayunos en los ambientes musicales de El Puerto y, por mor de las redes sociales, también en el panorama de música Indie nacional. Aunque ya se sabía desde la tarde del lunes que Fernando, su cuerpo inanimado, había aparecido en el muelle del Vapor, flotando en las aguas del río Guadalete, el Río del Olvido, tan portuense... era icinerado en la tarde de ayer. In memoriam.

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En la imagen, Fernando Camacho Arana (ver nótula núm. 1.851 en GdP)

Dedicado al tapatólogo Gabriel Alconchel, gran higuista.

'--A los reondos y durse' cantaban los hombres rústicos por las calles. Conducían unas “amotos” (moto rústica) más viejas que el taparrabos de Tarzán. En la parte de atrás portaban dos peazos de cerones de esparto donde iba el preciado fruto. Todos estaban morenos, no precisamente los pobres míos de ir a la playa y se tapaban con gorrillas, preferiblemente de acuadritos. Recuerdo que en el barrio la gente salía con los platos en la mano para que el hombre rústico les sirviera la “ocena”, unidad de medida por la que se vendían los higos.

No sabía muy bien si su nombre eran higos chumbos o chungos, porque los pobres míos eran de segunda división. Mientras sus primas hermanas las brevas, de suave frescor, y los higos negros, se lucían en las fruterías de tronío con el pomposo nombre de frutas de temporada, el se paseaba en serones por las calles, muertecito de calor y además con un abrigo de púas.

Siempre que mi madre salía a comprar la ocena, me enrolaba en la expedición para disfrutar de la ceremonia del pelado de los higos. Me llamaban la atención las peazos de manos de los hombres rústicos, capaces de derribar hasta un hipopótamo de una sola cachetá y como eran inmunes a clavarse las puyas… aunque yo creo que éstas, cuando impactaban en su piel, hasta rebotaban de lo hartas que estaban esas manos de coger higos, tagarninas, aceitunas y todo lo que se pudiera por el campo. Una vez uno relataba, mientras manejaba con destreza la navaja con la que pelaba los higos,  que una pitonisa intentó leerle las líneas de las manos y le dijo, chiquillo tu más que líneas lo que tienes aquí es la autopista Cádiz Sevilla de lo ancha que es.

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En la imagen, Juan Guerrero Villegas 'el Rifle'.

Enrolarse en la expedición tenía como premio que me comía el higo de regalo que daban por la ocena en una demostración más de que el tres por dos no lo inventaron los chichinabos del Carrefú. Ya no se ven los hombres rústicos por las calles, por lo menos por los pueblos por donde me muevo, pero los higos no han dejado su carácter de segundones. No se venden en los puestos de las plazas, sino en los exteriores, casi clandestinos, en bolsitas transparentes, que sustituyen a los platos de duralex de cuando había que llevar el envase puesto.

Pero los higos “chungos” siguen teniendo el encanto de lo salvaje, de todo lo que se come a chupetones, el encanto de que el caldo que sueltan te llegue hasta el codo. Deben de estar fresquitos y no comerte más de seis porque si te pasas te puede dar un tralará de cuarto baño.

Permitemé una solo pregunta ¿tú de que eres de los verdes o de los coloraos de final de temporada? Y segunda pregunta ¿es tapatológicamente correcto comérselos en una mousse con crujiente de sus pepitas?. /Una reflexión tapatológica de Pepe Monforte.

Más sobre higos chumbos en Gente del Puerto.
Nótula núm. 376 de Luis Suárez Ávila.
Nótula núm. 1.788 de Alberto Boutellier Caparrós.

Según el conocimiento que se tiene al día de hoy, los primeros pobladores que se establecieron en tierras portuenses lo hicieron durante la I fase del Neolítico, hace unos 6.000 años (datado por Carbono 14), en un paraje inmediato al mar y próximo al arroyo Salado de Rota, en el pago de Cantarranas (carretera El Puerto-Rota).

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El territorio de Isla Cartare con los asentamientos más antiguos del entorno del Salado de Rota, con dataciones por radiocarbono.

La presencia humana en nuestro término es muy anterior, constatada en las excavaciones que se realizaron a fines de los 70 y comienzos de los 80 en plena costa, en El Aculadero, donde se localizó –según las últimas revisiones del material- un taller lítico de pescadores y mariscadores del Paleolítico, activo hace unos 110.000 años; pero la primera comunidad que tuvo el fin expreso de arraigarse y crear una pequeña sociedad tribal con intereses comunes y compartidos, esa fue la que se asentó en Cantarranas, probablemente procedente de algún punto –al aire libre o en cuevas- de las sierras gaditanas.

CANTARRANAS Y LA VIÑA
El yacimiento de Cantarranas lo descubrimos –junto a nuestro amigo José Ignacio Delgado ‘Nani’ y en nombre del recién fundado Museo Municipal dirigido por Francisco Giles- en 1982, cuando se desmontaban –para la construcción y las fábricas de botellas- las grandes dunas eólicas de hasta 6 metros de altura que cubrían el paleosuelo de arcillas rojas y margas sobre las que se asentó la población neolítica.

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Algunos de los silos y otras estructuras excavadas en Cantarranas. / Foto, Museo Municipal.

Por vía de urgencia, el Museo realizó una primera campaña de excavación en 1982-83, a la que siguieron otras en 1985 –dirigida por Diego Ruiz Mata- y 1986 –a cargo de José Ángel Ruiz Fernández.

En conjunto, en un espacio de unos 6.000 m2 se detectaron los fondos de algunas cabañas del poblado (circulares y ovales, que tendrían paredes de adobe y cubierta vegetal), un extenso taller lítico (3.000 m2) lindero al hábitat, donde facturaban las herramientas precisas para la actividad agrícola (María Valverde estudió cerca de 9.000 objetos, tallados en sílex, principalmente, y en cuarcita), y numerosos silos –12 se excavaron, todos con perfil acampanado- para el almacenamiento de los excedentes de cereales, que fue la base, junto a la actividad ganadera y los recursos pesqueros y marisqueros, de la subsistencia económica del poblado. Y también la de su continuidad y su desarrollo espacial. 

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Vasos del llamado ‘silo de Enrique’ de Cantarranas y elementos líticos de piedra pulimentada y sílex. / Foto, Museo Municipal.

A comienzos de la Edad del Cobre  (o Calcolítico) –hace unos 5.000 años-, la población de Cantarranas creció para ocupar en toda su extensión (5.000 m2) un cerro (45 m) inmediato a la línea de costa y cerca de la desembocadura del Salado, La Viña, a un kilómetro del hábitat neolítico originario.

En 1984, al comenzarse a urbanizar el cerro –hoy Poblado Naval-, se realizó una primera excavación por la Delegación Provincial de Cultura dirigida por Lorenzo Perdigones y otras en 1986-1987 por nuestro amigo –arriba citado- Pepe Ruiz.

Los trabajos dieron por resultado la localización de unos 200 silos, cuyos materiales ofrecieron el mismo horizonte cultural de Cantarranas en su etapa final de la transición al Cobre Inicial, hacia los años 3000-2500 antes de nuestra era.

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Silo de La Viña que contenían vasijas cerámicas. / Foto, Museo Municipal.

Pero no se ocupó La Viña para ser habitada –no se detectó ninguna huella de cabañas-, sino exclusivamente para almacenar los excedentes agrícolas. El hábitat, probablemente, se encontraría más al oeste, junto a la boca del Salado, por el espacio que ocuparía la aldea andalusí de Casarejos. Y también, en casos puntuales, varios silos fueron reutilizados para acoger enterramientos de inhumación individuales y colectivos, en los que se exhumó un rico material cerámico depositado como ofrenda.

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Enterramiento de la Edad del Cobre de La Viña descubierta en la campaña de 1987. / Foto, José A. Ruiz Fernández. 

Enterramientos que eran contemporáneos a los que se descubrieron, al otro margen del arroyo Salado, al construirse en los años 50 la Base Naval: la necrópolis de ‘cuevas artificiales’ que dio a conocer Berdichewsky; cronológicamente vinculados al hábitat localizado al interior del Salado en el yacimiento de Casa Cortázar, también en término roteño.

Así pues, según los estudios de los yacimientos referidos, a uno y otro lado del arroyo Salado existió un importante núcleo poblacional –inicialmente establecido en Cantarranas en pleno Neolítico- que perduró hasta su transición al Calcolítico, cuando durante algún momento impreciso de la primera mitad del tercer milenio a.C. el poblado de Cantarranas-La Viña fue abandonado. Acaso su espacio y su entorno, después de ser habitado y explotado agrícolamente durante más de un milenio, estaba bien amortizado y fue preciso ocupar nuevas tierras en un tiempo nuevo.

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El yacimiento arqueológico de Cantarranas en 1982, cuando lo descubrieron José Ignacio Delgado y Juan José López. / Foto, Museo Municipal.

EN LA LAGUNA DEL GALLO
El Calcolítico se desarrollará en las tierras de nuestro término municipal en dos áreas: en la Sierra de San Cristóbal –al menos en los poblados de Las Beatillas y La Dehesa (éste, el origen del hábitat del Castillo de Doña Blanca), de los que escribiremos en otra entrega- y en el área de influencia del arroyo Salado de Rota y sus afluentes (ver nótula 2.231), de cuyo poblamiento haremos breve memoria a continuación.

Diez kilómetros tierras adentro del arroyo Salado –la columna fluvial que vertebra la campiña portuense- se encuentra la hoy desecada Laguna del Gallo y su marisma, que antes de que las tierras linderas invadieran, por la reciente acción del hombre, buena parte de su terreno, ocupaba una extensión de 120 a 150 hectáreas; espacio lacustre que se alimentaba, abriéndose camino entre las ‘tierras negras’ bajas, por el arroyo del Gallo, que también vertía sus aguas al Salado.

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Cuando las lluvias son abundantes, aún se puede entrever las dimensiones de la laguna del Gallo, como en esta imagen tomada en 1996 desde Las Animas. / Foto, Juan José López Amador.

El entorno de la laguna está rodeado por cerros de albarizas con cota máxima de 90 metros, que si hoy son terrenos desnudos dedicados –desde hace dos mil años- a la roturación agraria intensiva, en la Prehistoria reciente su espacio lo ocupaba un bosque abierto de alcornoques, encinas, coscojas, sabinas, pinos piñoneros…, envueltos con arbustos de jarales, torviscos, brezos…

Según los resultados de nuestras prospecciones, desde su primera ocupación hacia mediados del III milenio a.C., el entorno de la laguna del Gallo mantuvo una población continuada –con algunas fluctuaciones espaciales- durante 2.300 años, hasta el fin del periodo turdetano, a fines del siglo II a.C., cuando Roma impuso otra organización espacial del territorio, explotándose las tierras de la campiña a gran escala desde villae rústicas (antecedentes de los actuales cortijos), desapareciendo los antiguos núcleos de población. 

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Vista de la cara suroeste de Campín desde la laguna del Gallo. / Foto, J.J.L.A.

No sería hasta la época andalusí, entre los siglos X al XIII, cuando el entorno de la Laguna del Gallo volvió a poblarse con aldeas, en número de cinco: CampixGrañina, FinojeraPoblanina Fontanina. Con la conquista cristiana de la región mediado el siglo XIII, el modelo volverá a ser el romano, dividiéndose el espacio en latifundios en manos de una elite económica y social; distribución que se ha mantenido, en buena parte, hasta nuestros días

EL CÍRCULO Y LOS ÍDOLOS DE CAMPÍN BAJO
islacartare_3_9_puertosantamariaSegún indican los materiales culturales prospectados, fue al noroeste de la laguna del Gallo, a media ladera de un cerro, en las tierras de Campín Bajo, donde se estableció durante la Edad del Cobre una importante población –continuadora de la de Cantarranas-La Viña-, el núcleo que vertebró –también con la actividad agropecuaria como base de su desarrollo- el entorno de la laguna, donde se emplazaron otros asentamientos coetáneos de menor entidad y seguramente de él dependientes, arqueológicamente detectados en Venta Alta y, al mismo pie de la laguna, en Pocito Chico. Otro lo localizamos más al sur, en Vaina, junto al curso del Salado (ver primer plano adjunto).  /En la imagen de la izquierda, detalle del vuelo aéreo de 1979 en las tierras de Campín Bajo, donde se aprecia la huella de una gran estructura circular con dos arroyos que la rodean. 

islacartare_3_10_puertosantamariaEn 1984, el geógrafo del Ayuntamiento José Luis Martín informó al Museo de la existencia de una extraña estructura soterrada en las tierras de Campín, según observó en algunas fotografías aéreas entonces tomadas. Ciertamente, según cotejamos con otros vuelos aéreos, bajo tierra parece existir un recinto circular de 120 metros de diámetro (algo mayor que la Plaza de Toros de El Puerto) con la apariencia de ser un poblado cercado o fortificado, que tiene una amplia abertura en el flanco sureste junto al que discurre el curso de dos arroyos –hoy desecados y derivados del arroyo de Campín- y percibiéndose al interior de la estructura anillos perimetrales menores, derrumbes y construcciones de incierto origen.

En este lugar localizamos un ídolo cilíndrico de mármol (20 cm de altura), que aunque presenta la superficie muy desgastada, conserva en la parte trasera el peinado en zigzag propio de estos símbolos religiosos de la Edad del Cobre que se han hallado en algunos asentamientos de Isla Cartare: en las marismas bajas del Guadalquivir –Lebrija, Trebujena y Sanlúcar- y en Torrecera (Jerez), en el curso medio del Guadalete. /En las imágenes superior e inferior, a la izquierda, Idolo cilindro y  Estatua-menhir (‘la dama del Gallo) procedentes del entorno de Campín Bajo. / Fotos, J.J.L.A.

islacartare_3_11_puertosantamariaY abajo de Campín, junto a la laguna del Gallo y al yacimiento de Pocito Chico, en 1999 descubrimos en superficie, extraída por el arado, una pieza cilíndrica (30 cm de grosor) de mármol, fracturada, con una figuración antropomorfa femenina –la dama del Gallo la llamamos-- al modo de un ídolo cilíndrico pero de gran tamaño, similar al de una ‘estatua-menhir’. Tiene un rostro estilizado conseguido por pulimento y la cabellera tallada a golpes. La pieza conserva 1 metro de altura, encontrándose rota a la altura de una hendidura que recorre su perímetro y parece dividirla en dos mitades, por lo que en su origen tendría al menos 2 m de altura. Cronológicamente, ambos ídolos podrían fecharse –grosso modo- a mediados del III milenio a.C., en los inicios de la ocupación de Campín Bajo durante la Edad del Cobre. 

HUELLAS DEL MEGALITISMO 
Estos ídolos son manifestaciones ideológico-religiosas de una sociedad desarrollada y jerarquizada, asociados a monumentos megalíticos, habitualmente a enterramientos colectivos en dólmenes. En el espacio que media entre las desembocaduras del Guadalquivir y el Guadalete sólo se han excavado dos, el sanluqueño dolmen de Hidalgo que en 1959 exhumó Juan de Mata Carriazo y en Rota el dolmen de Munive, pero su presencia en Isla Cartare sería un elemento habitual de su paisaje.

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Francisco Giles, entonces Director del Museo Municipal, y el profesor de la Universidad de Cádiz José Antonio Ruiz ante una estela en Venta Alta (hoy desaparecida), probablemente asociada a un dolmen existente en el lugar. / Foto, J.J.L.A.

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Rodrigo de Balbín –uno de los grandes especialistas de Europa en megalitismo y arte paleolítico- inspeccionando en Venta Alta la estela anterior. / Foto, J.J.L.A.

Elementos que formaron parte de dólmenes del Cobre son las cuatro estelas –de arenisca de la Sierra de San Cristóbal- que hallamos en el entorno de Campín y la laguna del Gallo: en Pocito Chico, una con la figuración de un guerrero, una gran cazoleta y otros elementos simbólicos (expuesta en el Museo, sede del Hospitalito), y otra con grabados esquemáticos y huellas de uso de pulimentar piedra; en Venta Alta, con un puñal islacartare_14_puertosantamariagrabado, asociada a un amontonamiento de grandes piedras soterradas que podrían corresponder a un dolmen; y una cuarta estela –hoy desaparecida- en un camino que pasa por Campín, de cuyas cercanías debía de proceder.

Como ésta de Campín, son abundantes las lajas de piedra que hemos encontrado (y seguirán apareciendo) en la campiña portuense, extraídas durante las labores agrícolas y que secularmente han servido y sirven para marcar los lindes de las fincas y las mojoneras de los términos municipales. Fracturadas por los agricultores para facilitar su transporte y su ubicación, al menos algunas son ortostatos, las piedras verticales con las que se erigían los dólmenes y otros monumentos funerarios. /En la imagen de la izquierda, estela junto al camino de Campín que sube de Pocito Chico a Grañina. 1999. / Foto, J.J.L.A.

EN LA EDAD DEL BRONCE
Decíamos que la población que se asentó durante la Edad del Cobre en el entorno de la laguna del Gallo perduró en el tiempo. Cerámicas del Horizonte cultural Campaniforme, que marca el comienzo del Bronce (hacia 1900/1800-1500/1400 a.C.), las hallamos en Campín Bajo, Venta Alta y Cortijo de los Santos Reyes; y en lugar más retirado, junto a la laguna Salada, en El Barranco. La distribución espacial de estos cuatro asentamientos –distantes entre punto y punto unos 3 km- parece indicar la existencia de una vía de comunicación con el extremo occidental de la Sierra de San Cristóbal, también habitada en este periodo.

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Área de influencia del Salado con los yacimientos con hallazgos Campaniformes, Cogotas I y Bronce Final I.

Otra vía de comunicación, fluvial, pudo existir durante el Cobre y el Bronce (y posteriormente) a través del arroyo Salado de Rota y sus afluentes para enlazar con los esteros de las marismas del Guadalquivir, como apuntamos –recogiendo antiguos testimonios historiográficos- en la nótula 2.217. De cualquier modo, los contactos, fuesen los que fuesen, entre los asentamientos de la laguna del Gallo y los de las marismas del Guadalquivir –especialmente con la población de Mesas de Asta- debieron de ser constantes en el transcurso de la Prehistoria reciente.

La continuidad del poblamiento en torno a la laguna del Gallo durante el oscuro periodo del Bronce Tardío también está atestiguada en los materiales cerámicos prospectados, que vienen a decir que –como ocurrió en toda la Baja Andalucía- se produjo una disminución de la población, abandonándose algunos asentamientos y concentrándose los grupos humanos en los hábitats más pujantes, con más recursos. En nuestra zona, así parece que ocurrió en Campín Bajo, que durante las últimas centurias del II milenio a.C. parece de nuevo presentarse como la población única o más importante de la campiña portuense a comienzos del Bronce Final.

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Dibujos de materiales cerámicos de Campín Bajo: a la izquierda, Campaniformes y del Bronce; a la derecha, Campaniformes, Bronce y Cogotas I.

Un nuevo tiempo surgirá a partir del siglo XIII a.C., acaso con el aporte de gente procedentes de la Meseta, originarios de la cuenca del río Duero; grupos ganaderos trashumantes que se asentarán en nuestras tierras –como lo hicieron en gran parte de la Península Ibérica- y dejarán su impronta –reconocible por la arqueología- en las cerámicas del Horizonte Cogotas I, que en nuestras prospecciones encontramos, exclusivamente, en Campín Bajo y en Venta Alta, con datación final para este periodo en el siglo X a.C. También se hallan en Mesas de Asta.

Por entonces se estaba fraguando en un alto grado de civilización la cultura indígena que posteriormente los griegos llamarán Tartessos, cuyas huellas se hallan en el entorno de la laguna del Gallo en seis asentamientos que localizamos en nuestras prospecciones –siempre con nuestros amigos José Antonio y Nani- de los años 80.

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Vista desde Pocito Chico hacia Campín Bajo. La ganadería fue una de las bases económicas de los poblados del entorno de la laguna del Gallo. / Foto, J.J.L.A

De esos poblados tartesios escribiremos en una próxima entrega, y también del tiempo en que navegantes fenicios, procedentes de algunas colonias del Mediterráneo, pisaron, por vez primera en el siglo IX a.C., los cerros de la laguna del Gallo y que con los indígenas tartesios entablaron fructíferos contactos comerciales.

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Hacha de bronce del yacimiento de Venta Alta. / Foto, J.J.L.A.

De ello escribiremos después de que en la próxima nótula lo hagamos –con la firma de José Antonio  Ruiz, su director-  de las excavaciones arqueológicas que se realizaron a fines de los años 90 en Pocito Chico con los hallazgos de vestigios de poblados de la Edad del Cobre y del Bronce, a orilla de la laguna del Gallo. Al sur de Isla Cartare. / Texto: Enrique Pérez Fernández y Juan José López Amador.

Más de Isla Cartare en Gente del Puerto:
2.217. Isla Cartare. Un recorrido por la historia del término municipal. (I)
2.231. El arrollo de Salado de Rota y la Aldea de Casarejos. Isla Cartare (II).

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virginiahernandezlopez__puertosantamariaVirginia Hernández López nació en El Puerto de Santa María en 1889 falleciendo en 1962. Mujer extrovertida, alegre y emprendedora fue pianista y profesora de música en la Academia de Bellas Artes ‘Santa Cecilia’. Tiene una calle dedicada a su memoria en la barriada de Durango.

1889.

El 20 de mayo de dicho año, el alcalde de la Ciudad solicita a la Real Academia de la Historia que sea declarado Monumento Nacional la iglesia del Castillo de San Marcos, propuesta apoyada por la Comisión de Monumentos de Cádiz. El 22 de julio de 1889 hubo una espectacular bronca en la corrida celebrada en la Plaza de Toros, con Mazzantini y Lagartijo.

En 1889 se recibía en el Ayuntamiento escrito fechado el 25 de septiembre en el que la Superiora de la Provincia de Castilla de las Hermanas Carmelitas, comunicaba su intención de instalarse en El Puerto. Aquel año eran maestros en El Puerto ese año, entre otros, Milagros Gago, auxiliar en N.S. del Carmen; Josefa Blandino Roso, en N.S. de los Ángeles; Eduardo y Francisco Palou, auxiliares en S. Joaquín; Gumersinda y Antonia García Guillotto, maestra y auxiliar en Guadalupe y Eduardo Veneroni Arcos, ayudante en S. Cayetano/S. Agustín.

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José Zarco Moreno y Virginia Hernández López, a finales de los años 20 del siglo pasado

Doña Virginia, como era conocida, estuvo casada con el ubriqueño José Zarco Moreno, comerciante de tejidos nacido en el seno de una familia de curtidores de cuero, que llegó a trabajar como administrativo de unas bodegas de El Puerto, viviendo en el número 43 de la calle Palacios. Tuvieron tres hijos:  Ramón (1908-1986) músico y contable de bodegas; Matilde (1916-1979) maestra de escuela que solo ejerció con sus hijos y Manuel, afinador de pianos y del órgano de la Catedral de Sevilla y controlador aéreo.

Sus hermana mayor, Asunción, regentó durante muchos años una confitería en Jerez de la Frontera y su otra hermana, Carmen, fue ama de llaves de los Condes de Osborne. Merche Macaria, la eurovisiva portuense que acompañó a Masiel en 1969 con el Trío La la la, fue alumna de nuestra protagonista.

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Doña Virginia, en el centro de la imagen sentada con una niña con abrigo en brazos y un grupo de alumnas en el patio del Convento de Santo Domingo, entonces sede de Bellas Artes. Detrás de la profesora vemos a Merche Macaria. 22 de noviembre de 1953, festividad de Santa Ceclia. /Foto: Colección Vicente González Lechuga.

Todavía recuerda un ex alumno, que prefiere permanecere en el anonimato, a Doña Virginia “Los ánimos que le infundía a Repeto, miembro de la Junta Directiva de Bellas Artes, llegada la Navidad la inolvidable profesora de canto, Doña Virginia Hernández López, que por cierto me expulsó de la clase de canto por la ruptura de una cristalera. Corría el año de 1960, cuando apenas tenía 9 años de edad, así que el enfado duró poco a Doña Virginia ya que días después de la travesura, al no poder contar con su nieto Ramón Zarco, me mando a hacerle unas compras a la Frutería de Agustín Vela Mariscal”.

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Adrián Morillo. /Foto: Vanessa di Gregori.

La formación principal de Adrián Morillo González (El Puerto de Santa María, 1986), ha sido en Comunicación Audiovisual, en las Universidades Juan Carlos I y en la Complutense, ambas de Madrid. Se especializó en Cine y sobre todo en Cine Documental. Durante los años que estuvo estudiando hizo algunos cortometrajes documentales con algunos amigos, donde hacía de cámara, editaba… Estaba muy centrado en el Vídeo y el Cine, donde llegó a trabajar en alguna película comercial: Miel de Naranjas (2012),  Libertador (2013).

La fotografía no le interesaba especialmente, llegó a ella por accidente. Fue viendo el blog Gente y Habitantes de El Puerto, cuando dio con una imagen de Francisco Rodríguez Mateo, 'El Pajarito' (nótula 365 en Gente del Puerto), que le impactó bastante y gracias a la cual empezó a trabajar la fotografía.

elpajarito---puertosantamaria“--La mirada del torero, los compañeros que tenía, la bandera franquista de fondo… Tenía un punto cómico-trágico-esperpéntico que me dejó como poco sorprendido. Sobre todo teniendo en cuenta que la fotografía solo tenía 3 o 4 años. Estuve varios días pensando en esta fotografía hasta que decidí que sería una buena idea hacer un trabajo documental acerca del torero y sus compañeros. No sabía realmente casi nada de él pero estaba seguro que la aventura merecería la pena”. Tomó esta decisión a comienzos de verano de 2011.

Por diversas razones, el grupo con el que desarrollaba documentales se disolvió, por lo que se vió en una situación difícil para desarrollar él solo un documental. Pensó entonces que tal vez no sería mala idea realizarlo mediante fotografías. “--Aunque tenía experiencia como cámara, en lo que realmente me había especializado era en edición de vídeo, por lo que el proyecto se me planteaba como un reto”. Decidió comprar entonces una cámara analógica (Nikon FM2), hacerse con un objetivo 50mm y un buen número de carretes. “--Ya que me planteaba un nuevo reto, quería tener límites en el número de disparos del carrete para obligarme a pensar qué era lo que quería captar, no estar probando sin tener claro qué quería, algo a lo que invitan a veces las cámaras digitales”.

En aquel entonces Adrián vivía en Madrid. Ya con el equipo se plantó en su ciudad natal: El Puerto de Santa María, conoció al torero de la fotografía, apodado “El Pajarito”, así como a otras figuras de la zona. “--Fui con ellos a ver distintas corridas de toros, salimos de fiesta… Me sumergí de lleno en el ambiente taurino, un mundo que hasta entonces me era completamente desconocido”.

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El Bimbo, portada de la Exposición 'Toreros de Provincias. Ritos y Nostalgias'.

Y prosigue: “--Al final del verano volví a Madrid con muchos carretes. Los revelé, empecé a ver todos los fallos que había cometido y a darme cuenta lo difícil que es crear una serie fotográfica que tenga cierta coherencia. Con todo, muchos meses después, finalicé el trabajo Toreros de provincias, Rito y Nostalgia (nótula 2o11 en Gente del Puerto), proyecto final de un Master en Arte, Creación e Investigación que estaba realizando en la Universidad Complutense. Ese trabajo me permitió conseguir una beca para estudiar en la escuela de fotografía MadPhoto”.

La experiencia vivida con los toreros, tanto realizando las fotografías como después dándoles forma, le enseñó mucho sobre fotografía. Descubrió que era un medio que daba mucha más libertad que el Cine, que hacía más sencilla la conexión con quienes trabajaba y, sobre todo, “--Que podía transmitir de una forma que hasta entonces desconocía ciertos sentimientos y sensaciones. Por lo tanto decidí seguir trabajando con la fotografía”. Luego vendría el Flamenco con Jondo, pero esa es otra historia. /Texto: Juanjo Villalba.

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La perla 'Peregrina' que no se llama así por sus cambios de propietarios sino porque, en siglos anteriores, el adjetivo «peregrino» significaba «raro, caprichoso, especial». Esta perla fue también llamada «la Sola», «la Margarita»...

Si mencionamos a 'Pedro de El Puerto' enseguida se nos viene a la memoria Pedro Rico, el veterano comparsista que ha dirigido con tanto arte y acierto hasta hace bien poco la agrupación carnavalesca de la 'Peña Los Majara'; pero el 'Pedro del Puerto' al que me refiero, existió hace más de quinientos años. La vecindad en nuestra ciudad varios lustros antes del Descubrimiento de este personaje así llamado está debidamente contrastada y es citado como tal por cronistas antiguos, vinculado a la figura del marino portuense Charles de Valera, marino y aventurero como él, capitaneando una carabela que debía participar en la expedición a Guinea organizada por la Corona en 1476, al mando de Valera. Hizo una primera singladura hasta la isla de Santo Tomé y desde allí, retornó a Sanlúcar, de donde había salido, desistiendo de continuar, lo que se interpretó como una deserción que originó perjuicios a la Corona que confiscó todos sus bienes para resarcirse.

SU HIJO PEDRO.
Al parecer, un hijo suyo, de igual nombre, dedicado al comercio, cuya vecindad en esta ciudad no puedo avalar, se instaló  en Tenerife, siendo citado entre los “sujetos más conocidos” que formaron parte de la segunda expedición a aquellas islas, comandada por Alonso de Lugo. Desde allí pasó al Darién centroamericano, la provincia de Castilla del Oro, en donde empezaron a asentarse colonos españoles en la primera década del siglo XVI. Frente a la costa de la actual Panamá,  en el océano Pacífico, está la isla llamada por los nativos “Terarequi” y por los cristianos “Isla de las Perlas” y también “Isla de las Flores”.

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El archipiélago de Las Perlas, en Panamá.

LA PERLA ‘PEREGRINA’.
El cacique de paz de aquel territorio entregó al capitán Gaspar de Morales, en el año 1515, como vasallaje, gran cantidad de perlas, entre las que figuraba una, de las denominadas “perla pera”, tasada en 31 quilates, es decir de un peso de casi siete gramos (6,882 g.) “de muy lindo color y muy oriental”, junto con 4000 pesos de oro. De este botín, correspondía un quinto a la Corona y para poder satisfacerlo y repartir con la tropa mercenaria que controlaba aquellos parajes para los españoles, subastaron públicamente este hermoso ejemplar que cumple ahora medio milenio y que fue bautizada con el nombre de “Peregrina” no por los personajes de distintos países que la poseyeron en todo este tiempo y el trasiego que sufrió, sino por la acepción de esta palabra en aquellos años que definía su rareza y la condición especial de sus capas de hermoso nácar, comparada con millares de ejemplares de igual procedencia.

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Ilustración moderna a lápiz de Greta Hammond, sobre intercambios ocurridos entre indígenas en Las Perlas y españoles.

En la puja, Pedro del Puerto, subió por encima de todos sus oponentes, siéndole adjudicada con un remate de mil doscientos castellanos, una cantidad realmente exorbitada en aquellas fechas, convirtiéndose en el primer propietario de esta gema que está considerada una de las más valiosas y legendarias de la historia. Existen otras versiones de su origen diferentes a la aquí expuesta. Nosotros nos basamos en el testimonio de un reconocido cronista e historiador y, prácticamente, casi contemporáneo de este hecho, el eclesiástico Francisco López de Gomara, que lo cita en su “Historia General de las Indias”.

CAMBIO DE MANOS.
Cuando se calmó de la excitación de la puja, en frío, Pedro del Puerto llegó a la conclusión de que había pagado demasiado, descapitalizándose para poder continuar con en el comercio que ejercía y arrepintiéndose “no hacía sino suspirar y se tornó cuasi loco”. El gobernador Pedrarias Dávila para evitar el deterioro del naciente comercio en esta novísima colonia y, posiblemente, por considerarla una buena inversión a largo plazo, se la compró por el mismo precio y se la obsequió a su esposa Doña Isabel de Bobadilla quien la tuvo en su poder dieciséis años.

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Isabel I de Portugal, mujer de Carlos I de España y V de Alemania, luciendo 'la Peregrina' en el pecherín  de su vestido.

CARLOS I E ISABEL DE PORTUGAL.
Ésta a su vez la vendió por dos mil pesos, junto con otra perla de muchos quilates que también poseía, a la emperatriz Isabel de Portugal, que esa fecha celebraba el primer lustro de casada con Carlos I de España y V de Alemania que, posiblemente lo engarzó junto con un diamante denominado “El Estanque” en un broche o joyel que lucirán diversas reinas y primeras damas de la corte europea.

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Felipe III en un retrato ecuestre pintado por Velázquez, luce en el sombrero 'la Peregrina'

FELIPE III Y LA REALEZA.
A partir de aquí, heredada por su hijo Felipe II, la “Perla Peregrina” forma parte de las joyas de la Corona de España que se transmitían de padres a hijos. La lucieron Felipe III y su mujer, Margarita de Austria, Isabel de Borbón, María Luisa de Parma… y hasta Julia Clary, la esposa de José Bonaparte, que se la llevó consigo y la dejó en su testamento a Napoleón III.

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El collar con 'la Peregrina' y Elizabeth Taylor luciéndola en el escote.

LIZ TAYLOR.
Este último la vendió en 1848 al marqués de Abercorn y así llegamos en esta apresurada historia de esta gema, a la que se refirieron Cervantes o López de Vega, que pintaron Ticiano y Velázquez al año 1969, fecha en la que fue subastada en Nueva York y adquirida por un testaferro de Richard Burton en 37.000 dólares para regalarla a Liz Taylor que la lució por primera vez en la película “Ana de los mil días”. Cuando falleció, ésta y toda la amplia colección de joyas de la actriz fueron subastadas para fines benéficos, siguiendo las instrucciones de su testamentaría, alcanzando en esa fecha, 13 de diciembre de 2011 la espectacular cifra de nueve millones de dólares. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. - A.C. PUERTOGUÍA

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El Diccionario Enciclopédico ilustrado del Flamenco dice literalmente: Roberto Ceballos. Este era el nombre artístico de Roberto Rodríguez Sánchez (El Puerto de Santa Maria, 22 de Febrero 1951 - 11 de Abril 2005). Guitarrista no profesional, sus actuaciones tuvieron lugar en peñas, festivales y reuniones con aficionados cabales de este género de la provincia de Cadiz.

Todos sentimos mucho su marcha con los que callan y no vuelven. A Robertito como le llamábamos sus amistades, amigos y socios de la Tertulia Flamenca ‘Tomás El Nitri’, lo queríamos porque demostró ser muy buena gente y amigo de sus amigos. En 1981 la Tertulia Flamenca , le impuso la insignia de oro por su labor en esta entidad. En muchas ocasiones colaboró acompañando con su guitarra a cantaores y participó en algún festival más que otro en dicha peña. Era todo un bohemio, comparsista, guitarrista y enamorado del flamenco hasta las trancas, su guitarra, tenía el compás y el aroma de la marisma gaditana, cuando suspira el levante en calma.

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El padre de nuestro protagonista, con Manolo Gutiérrez ‘el Cochino’, con nótula múm. 284 en GdP, al que le unía una gran amistad.

EL PATRIARCA RODRÍGUEZ CEBALLOS.

Este hombre perteneció  a una familia muy conocida del El Puerto, su padre fue el fundador en 1946, del Bar Casa Paco Ceballos, nombre de Francisco Rodríguez Ceballos, (ver nótula núm. 1.113 en GdP). Su madre, Balbina Sánchez Rosso, nació en 1912, --el año en el que se hundía el buque de pasajeros ‘Titanic’--, con quien tuvo cinco hijos:  Milagros, Francisco, Baldomero, Robertito e Ignacio.

En Bar Casa Paco Ceballos se comen las mejores frituras rebozadas de merluza, conocidas por el nombre de pavías,  de la provincia de Cádiz. Su hermano Baldomero, (ver nótula num. 408 en GdP) llevó a esta tienda a cotas muy altas, hoy en día lo regentan Ignacio, hijos y sobrinos.  Tienen otro establecimiento en la Plaza de las Galeras Reales, conocido como Bar Liba, lo dirigía su hermano Paco, hoy en día lo llevan hijos y sobrinos.

Roberto, vivía en calle Ribera del Río, 54, con sus padres,  casa situada  junto a los portales de la Plaza de la Herrería, muy amplia de tres plantas y en la zona baja tenía una bodeguita con seis botas de unos excelentes vinos; fino, amontillado, moscatel y un estupendo oloroso. En esta bodeguita hemos echado sus amigos íntimos muy buenos ratos con él y  con Paco su padre. Es una familia encantadora.

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De izquierda a derecha, arriba, José María Barrigá (propietario que fue de la Academia San Cristóbal), Joselito Escribano, Carrasco policía municipal, cantando Robertito Rodríguez. Debajo, Juan Lara, Guillermo Aguilar, Manuel Ceballos Arniz ‘El Fontanero’ y a la sonanta, Antonio Núñez Buhigas. La imagen, en la Tertulia Flamenca 'Tomás El Nitri', 

ANÉCDOTAS.

Existen muchas anécdotas que podría contar de este portuense. Se me viene una a la memoria: en un bar de Chiclana, cuando fuimos a pagar no teníamos el dinero suficiente para abonar la consumición. Roberto se dirigió al dueño del restaurante  muy serio y le dijo: “--Mire usted, yo me quedo en prenda mientras mi amigo Antonio Cristo, marcha a El Puerto para traer el dinero que nos falta, de lo que hemos comido y bebido”. El dueño del establecimiento lo miró sorprendido y no he visto una persona reírse más en mi vida. En esta ciudad dejamos a un amigo que visitábamos en muchas ocasiones. Este suceso ocurrió porque  le echamos  más dinero del que debíamos,  a una maquinita de estas que le llaman de traga perras, a las que yo quitaría del mercado por el bien de muchas personas que se enganchan a este juego, con el trastorno para sus familias.

CON JOSÉ ‘EL NEGRO’.

Le recuerdo en una noche de juerga con José de los Reyes Santos “El Negro”, Roberto Ceballos, Miguel Pastor de los Santos “El Gitano de Bronce”, (Rota, 1943), y mi amigo entrañable, Juan  de los Santos Pastor “El Gordo Agujeta”, (Jerez, 1936, Rota, 2006), gitano de los que llamamos en el argot flamenco de dulce. En su tumba hay un epitafio que dice: ‘Juan de los Santos Pastor, El Gordo Agujeta, Cantaor flamenco, hijo de Agujeta El Viejo’. Cuando terminamos la fiesta, se dirigió José “El Negro” a Roberto: “--Ruperto, picha mía llevas dos meses sin pagarme el butano”,  le contesta Roberto “--Y tu llevas dos meses que te empresté dos mil quinientas pesetas y todavía no me la has pagado”, a lo que le responde José El Negro: “--Perdona Ruperto, picha mía, no te he dicho ná”. El caso es que Roberto, le pagaba a José el Negro la luz y el butano que consumía durante el mes, eran muy amigos y se profesaban un gran cariño.

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Sentados, de izquierda a derecha, el ex alcalde Rafael Gómez Ojeda, el pintor Juan Lara, 'el Fontanero, y de pié, Joselito Escribano, Bejarano, José María Barrigá y Robertito.

CON JUAN LARA.

Hay una anécdota con Juan Lara Izquierdo, (ver nótula núm. 1.328 en GdP) el pintor de la luz. Nos encontrábamos un grupo de amigos, en la Casa Grande de Vista Hermosa, tomando unas copa y se dirigió Roberto a Juan Lara: “--Si yo tuviese en estos momentos dinero me gustaría que tú me pintaras”,  le respondió Juan Lara, “--A los seres como tú, me es imposible plasmarlos y  te puedo jurar que no te miento Roberto”.  Aquí  comprobaréis la calidad de persona de este pequeño gran hombre y tengo testigos que lo pueden verificar.

robertoceballos_guitarra_puertosantamariaAMIGOS FLAMENCOS.

Tenía grandes amigos relacionados con el flamenco, como fueron: Juan Lara el pintor de la luz, José El Negro, José Cortés Jiménez “Pansequito” (ver nótula núm. 131 en GdP), José Cortés Pansequito hijo,  apodado “El Pocholo”,  guitarrista que fue compadre de Roberto, padrino de su hija, con  la hija de la Faraona, Lolita Flores de madrina, Julio Flores, Ramón Nuñez ‘Orillo del Puerto’, (ver nótula núm. 518 en GdP), Alonso Nuñez Nuñez, ‘Rancapino’ (ver nótula núm. 2.139 en GdP), Eduardo Muñoz, Miguel Marroquín (ver nótula núm. 220 en GdP), Luis Gatica Rivas (ver nótula núm. 112 en GdP), Pedro el de los Majaras y todos sus componentes, José Luis Arniz, Antonio Núñez, Guillermo Aguilar,  Joaquín Albert (ver nótula núm. 499 en GdP), Manuel Ríos Ruiz, Antonio Villar, Alonso “El Cepillo”, Pepe el Barbero, de la calle Cielo, etc.,   y me dejo muchos amigos y grandes artistas en el tintero.

EN MADRID.

En el año 1988, marchó a Madrid con José Cortes “Pansequito” y con Alonso Núñez “Rancapino”. Estuvieron en la capital de España durante varios días y aquí conocieron a muchos artistas del flamenco. Como curiosidad  Antonio González,  “El Pescadilla”, el marido de Lola Flores, me comentó de Roberto lo siguiente: “--He conocido a tú amigo, es una persona estupenda y tiene un corazón de oro”. En honor a la verdad Antonio González fue un buen artista y, sobre todo,  mejor ser humano al que tuve el placer de conocer y tratar en muchas ocasiones.

Tengo muchos y grandes recuerdos de Roberto, sobre todo uno de los que no se me olvida. Yo solía llamarlo por teléfono varias veces por semana y durante cinco o seis días no le pude llamar por  que estaba en Vitoria en un tema de mi trabajo, me llamo una noche y me dijo: “--¿Antonio, te has olvidado de tu amigo Roberto?,  le conteste: “--Roberto, cuantas copas te has tomado”, me contestó, “--Perdona Antonio, varias”...

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De la calidad de personas con estas dotes debían de tomar ejemplo los políticos. Yo creo que a los políticos habría que hacerle unos test de personalidad, porque nos están fallando en cuanto al trato con el pueblo y como personas con sentimientos y honradez, y no lo digo por todos, porque los hay correctos y buenas personas.

DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO FLAMENCO.

Yo le inscribí en el Diccionario Enciclopédico del Flamenco junto a los grandes artistas de este magisterio. Le recuerdo una noche acompañando al cantaor gaditano Joaquín Alegrías, noche que fue apoteósica. Su guitarra sonaba y olía a Cádiz, en su totalidad. Era partidario de todo lo que fuera el flamenco gitano, tanto el baile como el cante y  las letras  perteneciendo a esta raza. Por cierto yo le escribí al  Gordo Agujeta, una toná  a la que Roberto dio su aprobación y le gustó mucho, que dice así:

A los gitanos que lloraban
la manta que cubría sus cuerpos
los guardias se la quitaban 
y en el frío y desnudo suelo
los gitanos se acostaban

Se dedicó algún tiempo a la enseñanza de la guitarra, pero como buen bohemio  se aburría, sus alumnos decían de él que las clases que impartía eran muy amenas y alegres y se lo pasaban muy bien y nunca imponía un orden.

Sentí mucho su marcha y tuve la mala suerte que me cogió en La Coruña, trabajando y no me pude despedir del él como a mí me hubiese gustado. Como hombre bueno, del uno al diez, le daría un diez. No se nos  pueden olvidar las personas que pasaron por este valle de penas  y  alegrías dejando huella de su talento y demostrando su calidad humana. Este fue mi amigo Robertito. Si hay cielo, seguro, seguro que estarás en él. /Texto: Antonio Cristo Ruiz

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Una vez el New York Times dijo que merecía la pena tomar un avión y lanzarse al peregrinaje gastronómico sólo para comer en esta cala española. Más allá de lo que digan en ultramar, está claro que Ángel León y su universo de orfebrería marina son punto y aparte.

Si Ángel León fuera un plato, sería una novedad constante. Mar en estado puro. Innovación casi de ciencia ficción. En un contexto de algas vivas y plancton fluorescente, sobre la mesa, en cerámica de la Cartuja de Jerez, aparece una tortilla de camarones estratosférica de las que sirven en Aponiente. Con esencias de sus pescas infantiles por Valdelagrana, y con la sutileza transparente propia de un cocinero sin ínfulas de pez espada. El plato iría mutando desprendiendo olores a fondo de mar hasta convertirse en pez vivo de la Cádiz universal. En el borde del plato, como una gota de Kandinski, un chorreón de sangre de gazpacho, con verdes de su juventud en Alcalá de los Gazules. Un plato completo, pero sencillo, que alimenta sobre todo la curiosidad por los sueños que se curran. Un carnaval de buen gusto, de alegría, de clase jerezana, de trabajo intenso de una tripulación de bandera. Claramente, otra cosa.

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Oliendo a sal y a pez, nos tomamos un rebujito andaluz con un revolucionario de los fogones con Estrella Michelín. Este Chef del Mar es top. No ha sido fácil conseguir este momento dentro de una agenda estresada. Pies al agua. Copa. Lanzamos la red.

--¿El que se maneja bajo el agua tiene más resistencia para combatir sobre la tierra?
--Al menos, ver la vida desde debajo del agua ofrece una visión más global del mundo y de la naturaleza.

--Mientras unos se hunden, usted exporta. ¿El secreto está en la raspa?
--El secreto está en la humildad, la constancia y en pensar en que me moriré sin saber absolutamente nada sobre a lo que me dedico: la cocina y el mar.

--¿Cuáles son los proyectos de expansión del 'Chef del Mar''?
--Actualmente lo más importante es empezar en octubre en el Hotel Mandarín Oriental, en Barcelona. Es uno de los proyectos más bonitos que me han pasado en mi vida. Que un hotel así cuente conmigo para ser el chef ejecutivo del hotel me hace muy feliz. Además, puede ser una ocasión de abrir mi cocina al mundo, si las cosas funcionan bien.

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--Los que este verano cogen coquinas en las playas y luego se las cocinan en casa, ¿tienen genes chef-del-mar?
--Todos tenemos esos genes. Son recuerdos de la infancia para muchos. Son de los pocos momentos en los que el ser humano se pone en contacto directo con el medio. Bienvenidos sean esos momentos, porque acercan a las personas a la verdad de los productos del mar.

--¿Qué valores sociales se encuentra cuando bucea por los mares buscando el mejor pescado?
--Hay muchísimos valores humanos que se han perdido y que hay que recuperar. El otro día me monté en un autobús y me tuve que pelear con unos chicos para que le dejaran un asiento a una señora de 65 años que iba cargada con bolsas. Son gestos sencillos, pero que hay que recuperar para que esta sociedad no pierda sus valores primarios.

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--¿Qué ha aprendido de su experiencia en 'Top Chef'?
--En Top Chef no perdí mi forma de ser y me mostré como soy. Ha sido un trabajo durísimo. No es nada de lo que vemos: hay muchas horas de curro detrás. Ha sido una experiencia muy positiva en mi vida.

--¿En la televisión quedan verdades?
--Pues sí. Fue una sorpresa ver que quedan verdades en la televisión. Cuando decidíamos quién se marchaba porque no cocinaba bien, respetaban nuestra elección. Nunca hubo guión para nuestra decisión. Y tengo que admitir que pensaba que todo eso estaba adulterado, pero no.

--¿Mucho pez plano en la caja tonta?
--Yo no los he visto en lo que he vivido, los veo más desde casa. Se ve desde fuera que se le da mucha importancia a todo el mundo rosa, y se observa que hay pocos programas que fomenten la formación cultural de la gente para que puedan llenar su cabeza de cosas buenas.

--Qué es lo que no haría nunca con Alberto Chicote?
--Llevármelo al desierto. Odia el sol.

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--Hijo Predilecto de Andalucía. ¿Andalucía, hasta dónde?
--Andalucía es parte de mi esencia, la forma de vivir mi vida, de expresar mi cultura, de ver mi cocina... Andalucía se vive de una forma que me entusiasma. Con lo que hay y los momentos que pasamos, en mi tierra sigue habiendo alegría, luz, música, carnaval... Superamos las dificultades de la Historia con una sonrisa, y eso me vale por encima de todo.

--¿Cuántos 'merluzos' se encuentra uno hasta lograr abrirse camino y emprender con acierto?
--Muchos, pero son etapas de la vida maravillosas que te hacen valorar lo que te pasa cada día, y aprender a vivir, gracias a Dios, con esos merluzos. En el mar hay muchas cosas interesantes, y también tiene que haber merluzos...

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--¿Hay mucho pulpo cuando se está en la cima?
--Mucho pulpo en la cima y fuera de la cima. El pulpo es un cefalópodo que me gusta congelar, para después cocinarlo. Y en la vida real, igual, congelo a los pulpos, y me quedo con el pescado fresco, que es la gente de verdad.

--¿A qué sabe una estrella Michelín?
--Sabe a sentirte feliz de haber logrado retos profesionales bonitos, a estimular al equipo, y a seguir luchando por conseguir los sueños más grandes.

--¿Las estrellas Michelín son más de tierra que de mar?
--Espero que no...

--¿Lo han llamado ya de TVE para ser el Popeye del pescado?
--No. Todavía no me han llamado... /Texto: Álvaro Sánchez León.

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Marisa Doblado y Jesús Vela a las puertas de su nuevo restaurante.

El que fuera durante 30 años jefe de fogones del prestigioso restaurante Los Portales de El Puerto, Jesús Vela, abre un establecimiento basado en la cocina clásica en Jerez: Mesón Los Claveles. En el proyecto le acompaña Marisa Doblado, otra experimentada profesional de la hostelería, muy conocida en Jerez por su paso como jefa de sala y encargada del Asador La Carreta. Antes había estado en el Club de Golf de Vistahermosa y también en Los Portales donde ya trabajó con Vela.

Con 19 años ya era jefe de cocina del restaurante Los Portales de El Puerto de Santa María, un establecimiento que durante años ha sido uno de los sitios de referencia de la gastronomía de la provincia, uno de esos establecimientos con el expositor lleno de mariscos y pescados frescos, donde el cliente elegía la pieza a preparar. Su suegro, Albino Casal, cocinero, vio en él, desde joven, «madera de cocinero», aunque la idea de Jesús Vela era dedicarse al mundo de la electrónica, al menos para eso estaba estudiando. En casa eran 11 hermanos, así que había que buscar panoja para que no faltara el plato caliente. Jesús terminó dejando los estudios y dedicándose a la hostelería, en la que descubrió su vocación.

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La amplia barra del Restaurante Los Portales.

No le ha ido mal y se ha mantenido durante más de 30 años como jefe de cocina en el restaurante portuense. Le ha dado de comer a lo más florido de la sociedad española, pero ahora ha decidido emprender nueva aventura «porque si no lo hacía ahora, no lo iba a hacer nunca», señala a sus 51 años. Modesto, pintor por afición, amante de la cocina clásica, es de los pocos cocineros que sigue utilizando como una de las bases de sus platos la salsa española, una de las básicas de la cocina tradicional y una de las que no debía dejar de dominar un cocinero francés de los de prestigio, de cuando eran los reyes de la gastronomía antes de que llegaran los españoles y les quitaran el puesto. La salsa española es una reducción de un caldo de carne con verduras que se aromatiza con especias y se puede engordar con un poco de harina. Para que nos hagamos una idea, era la que se lo ponía a muchas carnes de las que se servían en los convites.

Jesús la aprendió de su suegro, que le enseñó las bases de la cocina. Luego la experiencia, mucho «robo de vista», como le llaman los cocineros a aprender de los demás, algún curso de formación y mucho interés por conocer le han hecho madurar. En su etapa en solitario Vela no cambiará de estilo. Seguirá ofreciendo cocina clásica, la que sabe hacer «con presentaciones cuidadas y buena materia prima».

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El atún mechado, una de las especialidades del Mesón Los Claveles

De hecho, se trae a su restaurante algunas de las recetas que creó en su etapa en Los Portales, como la corvina a la crema de cangrejo, el solomillo de queso al roquefort, cuya salsa elabora añadiendo a la nata y el queso brandy de Jerez y salsa española o el 'pantoffe', una evolución del pan perdío, un postre que le ha dado también gran fama partiendo de una receta monacal de pan duro.

En la carta predominan los clásicos: atún mechado, paté de cabracho, unas tortillitas de camarones, pero hechas con gambas, el lenguado o el calamar a la plancha, las gambas al ajillo, cocidas o a la plancha o unas papas aliñás con atún. Cuentan con barra para tapear y un salón con una decena de mesas. Fuera, una pequeña terraza que se agradece ahora en las noches de verano jerezanas.

Pero junto a estos clásicos no faltan algunos toques de cocina más evolucionada como una bacalao con boloñesa de marisco. Traen también carne de retinto y cerdo ibérico y no falta tampoco el arroz, una disciplina que domina Vela. En carta lo ofrecen con rape y langostinos aunque, por encargo, pueden hacer otras especialidades. El cocinero señala que para dar color al arroz no utiliza colorante alimentario, sino cúrcuma, una especia india.

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Las albóndigas de corvina y calamares, otro de los platos del Mesón Los Claveles

La idea es cambiar la carta por temporadas y así cuando entren ya temperaturas más bajas incorporar los guisos de cuchara, platos de caza u otras especialidades con productos que estén entonces en su mejor momento de consumo.

En el proyecto le acompaña Marisa Doblado, otra experimentada profesional de la hostelería, muy conocida en Jerez por su paso como jefa de sala y encargada del Asador La Carreta. Antes había estado en el Club de Golf de Vistahermosa y también en Los Portales donde ya trabajó con Vela. De esa etapa surgió una relación de amistad y por eso ahora han decidido asociarse en este proyecto. Doblado se ocupa de la atención al público y también de la carta de vinos donde se pueden encontrar, además de los clásicos, jereces y también vinos de la Tierra de Cádiz. /Texto y fotos: Pepe Monforte.

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La decadente belleza del abandono. (Edificio de la Taberna la Resaca, antiguo Cuartel).

Las imágenes en blanco y negro que se muestran son obra del fotógrafo Roberto Michel publicadas en junio de 2012 en su blog ‘Blow Up Fotografías’. Recogen una versión artística, tenebrosa y decadente, en blanco y negro, poniendo de manifiesto el abandono que sufren --no solo algunas de las fachadas-- de nuestro Casco Antiguo que goza --o debería gozar en la práctica-- de la protección como Conjunto Histórico Artístico que es, desde diciembre de 1981.

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La charme de la decadence. (Calle Alquiladores).

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Portadas. (Calle de la Zarza).

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Portada y Capilla.

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La antigua Pensión Las Columnas. (Calle Vicario frente al Mercado Municipal, a la derecha el Bar El Brillante).

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Jardín en la calle Nevería.

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Fachada al río del antiguo Hospital Municipal y Convento San Juan de Dios.

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Restos del 92.

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¿Cuantos ojos miraron a través de los cristales de esta ventana?

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Mirando atrás en la esquina achaflanada.

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IVETE. Entre el arco mixtilíneo y el ventanuco.

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Sombras de la Mezquita. (Puertas de las Campanas de la Iglesia Mayor Prioral).

 

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