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En la imagen, rederos al final de la zona portuaria, en la que fue Avda. de Enrique Martínez hoy de la Bajamar, en una configuración actual bastante cambiada, en los años 70 del siglo pasado. /Foto: Rafa.

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La Bajamar, la Avenida de la Bajamar, fue buque insignia de la marinería pesquera portuense. La conocí, no hace muchos años, como Avda. de Enrique Martínez. El Sr. Enrique Martínez y Ruiz de Azúa, bajo la Presidencia Provincial de Puertos  de D. Julio Merello, fue, en los alrededores de 1899, el urbanizador de tan importante –social y económicamente- calle portuense. Ha sido olvidado, ejerciendo ingratitud no justificada.

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Vicente González Lechuga, en 1944, en un coche de caballos, con su madre, su abuela Milagros Bruzón, su tata Milagros y su hermano José Ignacio. /Foto Colección V.G.L.

LOS COCHES DE CABALLOS.
A la Bajamar la he conocido cuando su principal misión circulatoria estaba alrededor de los veraniegos coches de caballos que nos llevaban y traían de la playa de la Puntilla, única entonces en El Puerto, previos “purgantes”, para los preceptivos y rigurosos baños de 10 minutos, y quince días cada temporada. Los coches del Piriñaca, Mancera, Salmerón, Felipe, Ariza etc. han formado parte de la historia del verano portuense, que ya pocos tenemos edad de recordar, con sus breaks, jardineras, milords, etc. Es de mencionar el placer inigualable que a los adolecentes de aquella época nos proporcionaba el ir a la Puntilla en el pescante de uno de aquellos coches.  Luego, la Bajamar ha sido testigo de las idas y venidas del celeste autobús de Bootello, con mi buen amigo Gabriel en su estribo, organizando los viajes, dando fin (¿) a la entrada de viajeros, que apretadamente, nos acomodábamos felices –-qué tiempos-- en su interior.

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El Hospital San Juan de Dios, y la capilla de los Afligidos. /Foto: Hda. Afligidos.

HOSPITAL SAN JUAN DE DIOS.
A la Bajamar daba su espalda –-todavía hoy cadavérico-- el Hospital de San Juan  de Dios, siendo su Director, D. Plácido Navas, padre de Carmen Navas, vecinos míos en el  Parque (claro que me refiero al Parque Calderón), en los bajos de la casa donde nací y viví muchos años. Carmela, soltera,  me dedicó especial cariño y me inició, junto con mi cuidadora Teresa, en mis primeros paseos por el Parque. A ambas, ya en feliz y eterno descanso, dedico emocionado recuerdo.

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El Parque visto desde las azoteas. /Foto F. Pérez.

El Hospital de San Juan de Dios vivía bajo escasísimos recursos del patrocinio municipal, acogiendo a los que ya entonces, desprovistos de la menor ayuda social, estaban a merced de la llamada Beneficencia. Se sostenía por el nunca bien ponderado sacrifico de las Hermanas de la Caridad, que aún en aquello tiempos de absoluta indigencia, sostenían con alegría y esperanza, la pesada carga de sus impolutas tocas. Benditas sean. El Hospital aparecía engalanado y alegre, con repiqueteo de la campana de su Capilla, cada 8 de marzo, festividad de su Patrono, San Juan de Dios. Como otros tantos sonidos portuenses, ya adormecidos, yo todavía tengo presente el alborozo de dicho campanario. Seguro que las Srtas.  Bish,  Antonio Ruiz de Cortázar,  los Riva y los Salmerón, también.

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Febril actividad en el cantil del muelle: cajas, porteadores y estibadores, hielo, ...

LA PESCADERÍA.
En la Bajamar estaba nada menos que la Pescadería, en los tres asentamientos que creo recordar en la banda portuense del Rio, por iniciativa de D. Juan Machimbarrena, D. Manuel Álvarez y D. Juan Villar. La Pescadería fue fuente inagotable --parecía serlo-- de riqueza portuense, aunque para algunos marineros, significó un esfuerzo inasumible hoy. De allí salían los camiones cargados de cajas de madera, acondicionadas (¿) con hielo para la subasta madrileña de las primeras horas de la mañana; a toda mecha para llegar a tiempo. Debe hacerse constar las precarias condiciones que tenían que sortear dichos camiones  --todavía no se sabe cóm-o- para soportar la durísima carretera hasta Madrid, pasando por el tremendo Despeñaperros. Loor a aquellos temerarios y abnegados conductores, de cuyo esfuerzo fue beneficiaria la lonja portuense.

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Tras la barra del Restaurante ‘El Resbaladero’, propiedad de Maximino Sordo en 1960, podemos ver, de izquierda a derecha a Pepe Ríos, Elías a la sazón encargado del Restaurante, oriundo de la Montaña, el maestro repostero Pepe Mesa González, el niño es Guillermo Salas que hoy trabaja en APEMSA y Florencio. Al fondo, el cocinero José, ‘de toda la vida en el ‘Resbalón’.

Los armadores de entonces, señores de la Pescadería, era gente importante, tales como José Agarrado, Juan Hernández, los Tripa, la Abuelita, etc. Yo recuerdo, anecdotariamente, los “zafes” después de la subasta de lo pescado. Por ejemplo, presencié muchas en aquel pequeño local que tenía el armador conocido como la Abuelita, en el Resbaladero, esquina a Pozuelo. Allí, mi abuelo Paché, por supuesto que sin calculadora y antes de haberse inventado el bolígrafo, con lápiz de mina en mano, ajustaba las “partes” que de la subasta del pescado,  correspondía al armador, al patrón, a los marineros, etc. Éstos, tomada la suya, se iban indefectiblemente a la taberna más de su agrado. Y allí era ella. Quiero decir que “ella”, la esposa del marinero, con débitos de todo el mes en Serafín, en Los Caballos, en Suárez, en Casimiro, etc, veían impotentes cómo sus maridos se resarcían, a su modo, de las angustias pasadas en la mar. Porque a las mujeres les estaba vetada la entrada en los “tabernones”. Y con muy poco ya, a casa, y vuelta a empezar. Tremendo, pero así fue.

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La desaparecida casa-palacio que hoy ocupa el edificio de Romerijo.

CASAS DE PESCADORES.
La Bajamar era residencia modesta de los pescadores y marineros. Sus hogares llegaban, con el salto de Buenavista y el Parque, hasta la Plaza de la Herrería, incluido aquella especie de gueto que constituyó lo que hoy es bloque de viviendas en donde está Romerijo. Por la Bajamar, sus casas llegaban hasta la Fábrica de Productos Químicos y Enológicos de D. Augusto Haupold. Yo recuerdo, a este respecto, desde mi cierro del Parque, que en las tardes de bonanza, como un rito, después de la jornada laboral en la Fábrica de Haupold, presenciaba que caminando por la Bajamar hasta sus hogares, regresaba ceremoniosamente el trío formado por D. Antonio Haupold, que vivía en el comienzo de Micaela Aramburu, D. Antonio Pérez, contable de la empresa, que vivía en la plaza de la Iglesia, y D. Emiliano Cristóbal, madrileño, director técnico de fabricación de dicha empresa,  que era vecino mío en el Parque, como muy bien recuerda su hija Milagritos.

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Actividad comercial en la Otra Banda y, en esta, pesqueros abarloados. /Foto: Rafa.

FUNCIONES Y SONIDOS.
La Bajamar, marinera y salina, siempre ha sido importante brazo aledaño del Puerto de Santa María. Ha sido soporte del puente, asidero del Parque, aculadero del Vapor –-nada de Vaporcito--, sostén de la flota pesquera, aspirante a puerto comercial, reposo del Ario que transportaba la sal,  posibilitación del Club joselopezruiz_Gente-del-Puerto_puertosantamariaNáutico, cuna de la Puntilla y fin urbano de la Ciudad. En la conciencia más soñadora y extrema del Puerto siempre se tendrá presente su Bajamar, anclada en el río salino que es el Guadalete del Puerto, y se oirán los pitidos del Vapor, el bullicio de la Pescadería y sus barcos, la campanadas del Hospital anunciando ingresos, el sordo rumor de las vagonetas del embarcadero de la sal, etc. Sus ecos pasaron a la Historia pero su recuerdo nada puede borrarlo. /Texto: José López Ruiz

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Hubo un tiempo, mediado el siglo pasado, es decir en la década de los años cincuenta del siglo XX, en el que cenar ‘pescao del freidor’ era un hábito más que extendido, obligado, para la generalidad de las familias portuenses. Bien es cierto que, como todo en la vida, en el consumo nocturno de esta modalidad gastronómica, había clases y clases; mientras  los pudientes solicitaban cazón, frito o en adobo --bienmesabe--, y esas pescadillitas enroscadas de tan exquisito bouquet y sabroso gusto, los menos favorecidos económicamente o con muchas bocas que mantener debían conformarse --debíamos conformarnos-- con un papelón de ‘memejuelas meonas’ –así denominadas por el fuerte olor, similar al del orín-, una especie de sucedáneo del más popular y de mayor consumo de los diversos productos comestibles del freidor: las rodajas de pescada.

joseluis_freidor_puertosantamariaTodo lo que no fueran las ‘tajaítas’ --que así también se designaban en lenguaje coloquial a los trozos de raya rebozados y fritos-- y esos medallones dorados procedentes de las merluzas al trocearlas transversalmente, debía considerarse delicatessen (chocos, tapaculos, acedías, huevas, etc.), aunque tal carácter tenía igualmente para los pequeños las denominadas ‘mijitas del freidor’, las migajas de toda la fritanga en una deliciosa rebujina que más que alimentos eran golosinas dentro del cartucho grasiento de papel de estraza. «--Deme usted un cartucho de militas». /En la imagen de la izquierda, José Luis, el último gallego de la desaparecida Freiduría Apolo.

En la época que les cito, que es la de mi niñez, creo que había tres o cuatro freidores, regentados todos ellos por gallegos. El más popular e importante ocupaba la escuadra de las calle Ganado y Nevería propiedad de la familia Villar, frente a la confitería de Ojeda ‘La Perla’ --ambos edificios han desaparecido, sustituidos por otros de moderna construcción--, seguido de otro en esa última  calle, cerca del cruce con Palacios, lindando con el popular Bar Apolo, que cerró no hace mucho, cuyo último propietario fue José Luis, apodado ‘el Rape’, (ver nótula núm. 016 en Gente del Puerto).

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Fachada de la calle Postigo, a la derecha la calle Cruces, del edificio en un pésimo estado de conservación, que albergó las instalaciones del freidor de La Gloria.

Existía otro en calle Luna, esquina con Jesús de los Milagros y un cuarto en la calle Cruces esquina con Postigo junto al desaparecido bar ‘La Gloria’, aunque tanto en volumen de ventas como en la amplitud de sus instalaciones los dos primeramente citados se llevaban la palma. 

cruzados_16-jul_1966_puertosantamariaEstos hábitos gastronómicos que fueron diluyéndose hasta casi desaparecer a medida que pasaban las décadas tenían una tradición de siglos. Pascual Madoz en su diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, editado en 1846,  reseña en su volumen 5º los establecimientos con puerta abierta a la calle de la ciudad de Cádiz y al referirse a los freidores de pescado añade: “cuyo número es prodigioso”, asombrado de la cantidad de freidurías existentes, y completa su ilustración al respecto con este comentario: “La especie de pescado que más abunda en la pescada pequeña que puede decirse constituye el principal alimento de la generalidad del pueblo, pues los muchos freidores públicos que se encuentran repartidos por toda la ciudad, viven y aún hacen capitales, sin más giro ni ocupación que esta tan mezquina al parecer; la misma gente rica la usa generalmente en sus cenas.” /En la imagen de la izquierda, suelto publicado en la revista Cruzados  el 16 de julio de 1966, sobre los malos olores y los freidores.

Siendo un negocio popular y rentable no es de extrañar que por esa misma época --mediados del siglo XIX-- en El Puerto, con una población mucho menor que Cádiz, hubiese más de una docena de freidores públicos. Cinco de ellos estaban situados en la calle Ganado, una arteria muy comercial. Eran sus propietarios Francisco de la Vega, Juan Marchena, Juan Bautista Bula, Andrés Chosenz y Rosa Martínez.  En la plaza --el Mercado-- había un freidor  cuyo propietario era José Iñigo y en su entorno, aparte los citados de calle Ganado, otro en Vicario, propio de José Muñoz y en Cielo, de José Genís. En esta última calle se ubicaban otros dos freidores más: uno, en la esquina con Santa Clara, propiedad de Luis Cuevas González, y otro en la esquina de Lechería --actual Cervantes-- del que era dueño Pedro Palma. En la parte opuesta del casco antiguo, en la esquina de San Bartolomé con Pozuelo (Federico Rubio) había otro, propiedad de Pedro González y, finalmente, José Morro regentaba dos establecimientos, uno en calle Luna y otro en la pescadería.

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En el freidor propiedad de la familia Villar, en la calle Ganado esquina con Nevería, existía un puesto aparte para despachar aceitunas aliñadas. En la imagen, de izquierda a derecha, Miguel Pérez Sánchez; Antonio Ramírez Alejo 'el Peana'; Sebastian Marroquin Gómez; Diego López Romero; y el propietario de la freiduría de pescado, Daniel Villar. 30 de marzo de 1963.

Los bares --como La Galera en su última etapa con un puesto de freidor-- y restaurantes y la única freiduría existente --la de Romerijo-- deberán coger el testigo y ser los que mantengan el prestigio y popularidad alcanzado por esta modalidad siglos atrás para que las nuevas generaciones no se priven de este placer culinario tan peculiar. ¡Viva el pescaíto frito! /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.

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Una fotografía reciente de Manuel de Jesús, que es su primer apellido, pero conocido por todos como 'Poli'.

Manuel de Jesus Viñas, 'Poli' nace el 25 de julio de 1950 en la calle Caldevilla --o de la Fuente--, siendo el mayor de cuatro hermanos del matrimonio formado por Manuel de Jesús Benítez de 91 años --el pintor que trabajó en el Taller de Cerruti, en la calle Larga, frente a los desaparecidos Muebles Pantoja-- y Milagros Viñas García de 87 años. Estudió en el Colegio existente en la misma calle donde nació y en el de la plaza del Polvorista.

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Clásica fotografía escolar tomada en el Colegio de El Polvorista.

EL MUNDO DEL TRABAJO.
Pronto entró en el mundo del trabajo, con 10 años como aprendiz de hilador de cuerdas de cáñamo, profesión artesanal ya extinguida, redero de artes de pesca, contrabandista de tabaco y café de Ceuta --algo que no oculta--, peón de albañil y por último, comerciante con un puesto propio de Recova en el Mercado de Abastos de Puerto Real, desde 1973, donde sigue, esperando su pronta jubilación, apenas dos años le restan.

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Un joven Poli, en La Arboleda Perdida, entre retamas.

LA ZONA NORTE.
En la denominada Zona Norte de la Ciudad, nace la asociación de vecinos ‘Barrio Obrero’ en el año 1976, por pura necesidad de arreglar los problemas de aquella barriada. Alcanzó la presidencia de la misma en 1985 habiéndola dejado en 2011, donde permanece como colaborador. Y es a raíz de varios accidentes de tráfico acaecidos en el cruce del Cuartel de la Guardia Civil con la antigua carretera N-IV cuando solicitan la puesta de semáforos en dicho punto negro. En un principio la asociación abarcaba toda la Zona Norte, desde la barriada de Los Milagros hasta la de Los Madrileños, segregándose mas tarde para formar cada una asociaciones propias.

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Con unos amigos en la Feria: Antonio Acal Salado, que vive en América; Antonio Ceda García que vive en Barcelona, Álvaro, Villar, Sánchez Zampaña 'el Cheque', y 'el Jerezano', que tenía un puesto de patatas fritas en el Parque Calderón.

EL MOVIMIENTO VECINAL.
Poli se  implica por las necesidades sociales de infraestructura, servicios, sanidad, colegios inexistentes en la zona... «--Antes, hace mas de 30 años,  se reivindicaban mejoras y servicios dentro de los barrios ante la inexistencia de éstos y ahora se fijan mas en la convivencia y el recreo, siendo mas parecidas las asociaciones vecinales  a peñas y entidades recreativas mas que reivindicativas». Manuel reconoce que desde su Asociación y él mismo han sido críticos con los diferentes gobiernos locales, aunque ahora están venidos a menos y sin meterse en tantos compromisos como se hacia en los años 70 y 80 del siglo pasado.

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Durante la inauguración de la calle que lleva su nombre, entre la dirigente vecinal Milagros 'Uchi' Muñoz Gil (ver nótula núm. 404 en GdP), otro vecino y la concejala Ángeles Mancha. 

CALLE MANUEL JESÚS VIÑAS.
El Ayuntamiento ha querido reconocer la labor desempeñada durante años por algunos de sus vecinos más comprometidos. A finales del pasado enero, en la nueva urbanización situada en el Camino del Juncal se inauguraron seis calles que llevan nombres de representantes vecinales de la Zona Norte: Fernando Navarro, Manuel Jesús Viñas, José Gutiérrez Vaca, Milagros Muñoz Gil, Enrique Valle y Rosario García son las personas que dan nombre a estas seis nuevas calles del entorno de las recién entregadas viviendas construidas por la constructora Rochdale.  Numerosos familiares y vecinos arroparon a unos portuenses que siguen dedicando gran parte de tiempo y sus esfuerzos para mejorar la Ciudad, entre los que se encontraba el presidente de la Flave, José Rodríguez y miembros de distintos grupos políticos del gobierno local.

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Poli, en su puesto del Mercado de Puerto Real, acompañado por su mujer, Lourdes Valiente Pérez, con la que tiene dos hijos.

Manuel Jesús Viñas, es uno de los vecinos que da nombre a una de las nuevas calles, acaso uno de los mas reivindicativos y que ha tenido algunos desencuentros con diferentes dirigentes municipales de diferentes grupos políticos, manifestó su satisfacción y recalcó la necesidad de seguir luchando para conseguir más reivindicaciones vecinales.

SEÑALES DE QUITA Y PON.
De muchas anécdotas, recuerda una en especial, en relación con el movimiento vecinal: «--Nos llevamos un año colocando carteles reivindicativos por toda la antigua N-IV en todas las farolas y señales de tráfico desde los viernes hasta los domingos; luego, los lunes, desde el Ayuntamiento ‘se distraían’ quitándolas todas. Un grupo de vecinos ‘robabamos’ esos mismos carteles de la Jefatura de la Policía Local, que se ubicaba en el antiguo Penal y al viernes siguiente las volvíamos a colocar de nuevo, con la complicidad de los propios policías».

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En la Cabalgata de Reyes de 1982 encarnó a S.M. el Rey Gaspar, acompañado en las tareas regias por el dirigente vecinal de Sericícola, Manuel Fernández Rodríguez que aparece en la imagen a la derecha y la periodista Tily Santiago (ver nótula núm. 219 en GdP), que encarnó a S.M. el Rey Baltasar. 

Poli, destaca el ejemplar comportamiento cívico y social de todos los vecinos de la Zona Norte. «--Ha sido un empeño de todos haber conseguido que, durante 20 años, la práctica totalidad de los niños de las barriadas Luis Caballero y Pinillo Chico hayan participado en competiciones deportivas de toda índole, principalmente fútbol sala».

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Eleuterio Sánchez Rodríguez, El Lute , en la actualidad. /Foto: Canal Extremadura.

Eleuterio Sánchez Rodríguez, El Lute (Salamanca, 15 de abril de 1942) es un escritor español, anteriormente fue un famoso delincuente, que aprendió a leer y escribir en la cárcel y cursó estudios en la UNED,  célebre por sus fugas, como la protagonizada desde de la cárcel de El Puerto de Santa María, en la Nochevieja de 1970, hace 43 años. Es autor de un libro autobiográfico titulado Mañana seré libre. En la actualidad reside en Niebla (Huelva). Así nos lo retrata el articulista Pepe Mendoza:

Quiso mejor estar muerto que verse pa toa la vía en ese penal, y aquella nochevieja, como Karina en el festival de Eurovisión, soñó un mundo nuevo y se fugó de la prisión criminal en la que los presos "miraban siempre hacia abajo como burros, sin ninguna esperanza". Para entonces, la calle ya le había enseñado que cuando la vida se pone terca sólo hay dos alternativas: caminar o reventar. Así que relevó a Gento, que ese mismo año había dejado el fútbol activo, y corrió por la España simple de Simplemente María que guardaba debajo de la mesa camilla un millón para el mejor.

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El Lute, con perilla, sonríe en la comisaría --y con él, sus captores-- tras ser detenido en Sevilla en 1973, tras permanecer dos años y medio huido tras su fuga del Penal del Puerto.

Fue el delincuente más buscado, el Bin Laden sin turbante y con caspa del tardofranquismo, sólo que él no delinquía para honrar a Alá, sino a su estómago. Analfabeto pobre, portada de El Caso con la chaqueta raída y el brazo en cabestrillo, cara de Bélmez que aparecía y desaparecía misteriosamente, bandido experto en fugas que saltaba de los trenes en marcha como un Indiana Jones con hambre y sin glamour.

¡Que viene El Lute!, nos asustaban los mayores. Y todos corríamos, muertos de miedo, más que Ángel Nieto, Luis Ocaña y Mariano Haro juntos. “Dicen que anda por la calle Larga, preparando fechorías con El Arropiero”, susurraba mi abuela. Eran las crónicas de un pueblo angustiado. Los telediarios decían que había sido visto el mismo día en Sevilla, en Madrid y en Salamanca, su ciudad y la de Santiago Martín, El Viti, un torero que mi padre decía que era tan serio que citaba a los toros en el Juzgado.

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La concejala de Patrimonio Histórico, María Antonia Martínez, recibe a El Lute en el interior del Monasterio de la Victoria --lo que queda de aquel tristemente famoso Penal del Puerto-- junto a un equipo de TVE quienes rodaron un documental de la serie Crónicas de la cadena pública. /15 enero 2014.

Mi primo Antonio vivía muy cerca del Penal y yo no quería ir a verlo nunca. Me imaginaba al peligroso quinqui saliendo de detrás de un rematojo, arrancándome de la mano de mi madre y retorciéndome el pescuezo como a las gallinas que robaba.

Eleuterio Sánchez estuvo hace unos días en el penal de El Puerto, ese pudridero de hombres en el que tuvo que arrastrar los pies durante seis años, para contar la verdadera historia de aquel bandolero que caminó hasta reventar. “Cuando entraba, os juro que he estado a punto de volver a escaparme”, confesó. No pude acudir a escucharlo. Me hubiera gustado decirle que le tuve tanto miedo como a los hermanos Malasombra, unos tipos que, ellos sí, eran malos de verdad. /Texto: Pepe Mendoza.

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De izquierda a derecha, el escritor Paco Candel, desconocido, Eleuterio Sánchez y el crítico portuense Paco Arniz. La fotografía está tomada en la terraza Martini, la coctelería de moda en Barcelona en los setenta, hoy desaparecida.  /Foto: Colección Francisco Arniz.

EL LUTE, EN EL CINE Y LA CANCIÓN.

Su historia fue llevada al cine en los años 1980 con El Lute: camina o revienta, film que tuvo su secuela El Lute II: mañana seré libre. En 1979, su historia fue relatada en un tema del grupo Boney M en su álbum Oceans of Fantasy. En 2004 Estopa le hizo una canción, «La del Lute» en una edición especial de La calle es tuya. En 2001 Haze tituló una de sus canciones como «El Lute, libre o muerto», con la participación de José Mercé.

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«‘El Lute’ es la canción que ahora canta media Europa, y que ha puesto de moda el cuarteto Boney M. Eleuterio Sánchez cobró 3.500.000 de pesetas por derechos de utilización de su apodo y de su historia delictiva». /Revista Lecturas, 14 de diciembre de 1979.

El cantautor Joaquín Sabina lo menciona en la canción «Así estoy yo sin ti»: «lascivo como el beso del coronel, furtivo como el Lute cuando era el Lute, así estoy yo sin tí». En el capítulo 77 de la serie de RTVE Cuéntame cómo pasó, emitido en la 5ª temporada durante el mes de abril de 2004, aparece información referente a su fuga en 1965 durante un traslado a prisión. El duo español Estopa lo nombra en una de sus canciones pertenecientes a la maqueta, y luego en un single conocido como El Lute "voy a ser más famoso que el Lute" reza en una de sus estrofas. El grupo de rap español Los Chikos del Maíz lo nombran en la canción Spain is diferent "Rollito Corleone no, me quedo con el Lute". /Texto JPS

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Quiero recordar a una serie de personajes populares, éstos no pertenecían a la raza gitana (ver nótula núm. 2.001 en Gente del Puerto), que conocí a lo largo de mi existencia entre los años 30 y 60 del siglo pasado.

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En la fotografía, Cándida ‘la Negra’ con Juan Durán, ‘Juanito Malete’, quien era encargado general de las subastas de frutas y verduras, en el Palenque de La Placilla; era el padre del que fuera propietario de Electrodomésticos ‘La Placilla’, según información que nos facilitaba Manuel Pacheco Albalate.

Alemania. Lañador y latero que dormía en la cascada de la fuente norte en el Paseo de la Victoria. Por las mañanas, pasaba por mi casa con su hornillo de calentar el soldador, una caja de herramientas en bandolera y un hato al hombro. Soldaba cacharros de lata y arreglaba las tinajas y los lebrillos de lavar con las lañas y cemento. Si caminaba desde la Victoria hace el centro de la ciudad, iba fresco. Cuando volvía, estaba como una cuba. Los niños, naturalmente, nos metíamos con él: "Alemania, buen paletón con la picha de papel y los huevos de cartón".

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Gabriel 'el Mulo', con un gato en brazos.

Gabriel Mulo. En apariencia, un enfermo mental. La gente se metía con él, y cuando se desesperaba ponía cara de loco agresivo, e incluso simulaba ir al ataque. Pero frenaba mucho cuando le invitaban a un vaso de vino. Podía fingir tal dulce sonrisa que parecía ser tu mejor amigo.

el_chumi_psm_puertosantamariaEl Chumi. Manuel Quintero García, uno de los mejores cantores de flamenco que El Puerto ha tenido. Cantaba muy bajito, pero los verdaderos entendidos gustaban de oír los matices de todos los palos del cante jondo. Lo calificaban como uno de los mejores. De ahí que, en honor a su arte, hay una peña flamenca con su nombre artístico. No tenía la cabeza en su sitio: casi siempre, aparte de adornos, llevaba colgada en la solapa de la chaqueta o del abrigo, una malla de seda amarilla de botella de coñac. (ver nótula núm. 1.110 en Gente del Puerto). /En la imagen de la izquierda El Chumi.

Luis Agacha. Caminaba muy rápido a pesar de que no iba a ninguna parte. Al verlo le gritábamos: "--"Luis, agacha... que viene un bando (de pájaros)!" Se agachaba y ponía una mano formando visera en la frente, como oteando el horizonte. Inmediatamente, pedía efectivo para un vaso de vino.

romualdopeniamontes___puertosantamariaRomualdo [Remujardo]. A Romualdo Peña Montes lo ingresaron en un asilo para ancianos y no lo he vuelto a ver. Empleó toda su vida en acarrear agua potable hasta su clientela. Unas veces iba al Hospitalito, otras a las Capuchinas y la mayoría de los grifos del mercado. Cuando llegaba a su casa, soltaba el dinero que había ganado por la junta de un cajón de la cómoda. Nunca se lo dio a su madre directamente. Pero ella se lo gastaba sin que Romualdo exigiera explicaciones. El hombre siempre iba descalzo. (Ver nótula núm. 1.310 en Gente del Puerto). /En la imagen de la izquierda, Romualdo.

Pituvera, el del bulto. Señor que ni estaba loco ni era tonto. Le decían ‘el del bulto’ porque tenía un quiste en la cara, una bola del tamaño del huevo de una gallina. Entre otros negocios, montaba una tómbola portátil, más conocida como una reclina en la plaza de abastos. A las marías les gustaba tocarle el quiste porque pensaban que acariciarlo atraía la suerte.

Julián, hijo de Cagalerna el Ciego. Se buscaba la vida de mandadero entre los placeros del mercado de abastos. El padre vendía lotería. Julián se trasladó a Cádiz cuando su padre falleció.

ansonini___puertosantamariaAnsonini. Manuel Bermúdez Junquera tenía como actividad laboral trasladar en un carro especial las carnes del matadero a los comercios de carnicerías. Le gustaba el baile flamenco. ¡Casi no movía las piernas! Para las bulerías tenía un son que hacía sólo con el cuerpo. Tan peculiar era su danza, que los grandes flamencos siempre le reclamaban para sus fiestas privadas. Se enamoró de María. La chica era de estatura normal y él, en cambio, muy alto. Todas las tardes pasaban ante la puerta de mi casa, en Santa Clara 5, muy amartelados. Él con el brazo derecho por encima del hombro de María,  insinuando acariciar el seno contrario. La hembra, aparte de guapa, podía presumir de hermosos pechos. Era una de esas parejas a las que parece que nunca se le acaba el amor. Una vez casados, y con hijos de por medios, el porteador de carnes se volatilizó. Se dice que fue amante de ricas extranjeras. Se dice que tuvo en sus brazos a Ava Gardner. Y que para siempre se quedó a vivir entre bellas mujeres. Que yo sepa, nunca regresó a El Puerto. Pensaría que los gitanos las guardan. (Ver nótula núm. 524 en Gente del Puerto). /En la imagen superior izquierda, Ansonini. En la imagen inferior izquierda, la Tula.

la_tula__puertosantamariaLa Tula. Mujer sonriente y de carácter muy dulce. Le gustaba el pirriaque (vino malo). Los niños nos burlábamos de sus estados de embriaguez.

Cándida la Negra (ver nótula núm. 214 en Gente del Puerto). Se ignora su lugar de procedencia. La conocí desde que tengo uso de razón. Primero, porque en su casa y la mía estaban muy próximas. Segundo, porque cuando yo tenía 6 o 7 años mi madre padeció eccema en las manos y el médico le recomendó, entre otras terapias, que no introdujera las manos en el agua. En aquella época no había guantes protectores, de manera que mi madre debió recurrir a otra personas para las labores de lavado y fregado. Cándida no conocía su edad ni la tierra que la vio nacer. No sé que trazas me doy que siempre acabo especulando. ¿Cómo fue el caso de Cándida la Negra? Tal vez llegó con los píos, los segadores portugueses; ella para hacer la comida y el lavado de ropas. Si fuera cierto, podría ser guineana, angoleña o mozambiqueña. /Texto: Francisco Artola Beuzón.

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Ramón Masats (1931), uno de los grandes cronistas del costumbrismo de posguerra y de la fotografía española, Premio Nacional de Fotografía 2004 concedido por el Ministerio de Cultura estuvo en El Puerto de Santa María en 1965. Sus reconocidas fotografías en blanco y negro son como él dice «muy instantáneas y poco reflexivas» sin embargo en todas ellas predomina una composición armoniosa que el artista es capaz de captar intuitivamente. Masats fotografió la España en blanco y negro, la de los años que la vieron pasar de la mísera posguerra al primer respiro del desarrollismo.

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A su paso por El Puerto en 1965, Masats tomó esta imagen de la calle Misericordia, cuando estaba asentada sobre adoquines bien escuadrados --típicos de El Puerto, que desaparecieron con la última remodelación del llamado urbanismo comercial--, delante del Colegio de las Esclavas y ‘La Bodeguita’ de González Rico, hoy cafetería de la familia Besteiro. La imagen se encuentra en el Centro Nacional de Arte ‘Reina Sofía’ (Madrid), según documenta José Antonio Tejero.

Masats interrumpió su etapa de fotógrafo para dirigir documentales de televisión: Conozca Vd. España, La Víspera de Nuestro Tiempo, Los Ríos, Si las Piedras Hablaran, Yo Canto, ..., así como spots publicitarios y el largometraje ‘Topical Spanish’, con guión propio y del humorista Chumy Chumez. Fue producido por Mario Camus, en ‘El que enseña’, premio Miquelendi de Plata en el Festival de Cinematografía de Bilbao. En 1981 regresaría a la fotografía.

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De pie, de izquierda a derecha, Manolo Morillo, Juan Ferrer, Antonio Reina, Paco Trillo, Alfonso Sevilla, José Antonio Torres y Juan Luis Arévalo Espinosa. Agachados:  José María Sevilla, el desaparecido Juan Manuel Castrelo, Álvaro Aguado, Villanueva y Javier Neva Magrañal. Década de los 80 del siglo pasado, en la pista al descubierto de la Ciudad Deportiva.

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Competían a nivel provincial con el equipo de La Salle-Viña de Cádiz, Los Sindicales, de Puerto Real, La Salle-Mundo Nuevo de Jerez, Ubrique, Adesa 80 de Sanlúcar, ... Formaban un equipo que copiaban fielmente ‘lo del tercer tiempo’ del Rugby.

En un principio se creó el Club solo para chicos y, con el tiempo, se dio entra da a las chicas que, con posterioridad han seguido hasta estos días manteniendo el pabellón femenino en lo más alto del deporte andaluz, ahora también, con la Gymnástica Portuense.

Esta imagen que viene a continuación es de unos años antes, también compitiendo en la liga provincial, donde aparecen, más jóvenes, varios jugadores de la fotografía superior. En este caso en las pistas del Colegio Mundo Nuevo en la Salle de Jerez.

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De izquierda a derecha, Deconocido, Juan Ferrer, Lázaro, Álvaro Aguado, Desconocido, Manolo Morillo, Camacho, Eugenio Flor, Pepe Pérez Enriquez y Javier Delgado Poullet. Agachados: Manolo Lojo Lozano (2º entrenador), Javier Dandy, Juan Manuel Castrelo, Jesús Valle, Juan Flor (1er entrenador) - Ignacio Bueno y Neva.

El equipo era de la SAFA, siendo los entrenadores Juan Flor y Manolo Lojo Lozano, ubicada en el colegio del mismo nombre. La cancha era de tierra batida (batida por los propios jugadores que antes de los partidos le quitaban las piedras y pintaban las líneas del terreno de juego con cal). En aquella época se hacía el deporte de forma rudimentaria ¡una pista de baloncesto con pelotes! /Fotos: JAAJ

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En la desaparecida discoteca El Jardín, al principio de la carretera de Sanlúcar, aquel septiembre los periodistas se reunieron para despedir el verano, un verano cargado de actividades y trabajo, en el que los medios de la zona se volvieron a ver, mas relajados. Eran los contadores de la realidad de El Puerto hace más de 20 años.

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De izquierda a derecha, Rafael Tardío, Alejandro Benito Pachón, semi oculto Manolo Borne Caraballo, Pipi Gago Fornells, el Delegado Comercial del Diario de Cádiz Paco Soto Tundidor, Paco Crespo Perles, Francisco Andrés Gallardo Alvarado,Teresa Almendros Edeso, el desaparecido Adolfo Álvaro y Pedro Ríos Cote. Agachados, el fotógrafo municipal Jorge Roa, Sol Duro, David Cossi, Alicia Martínez de Zuazo, el alcalde Hernán Díaz que vivía el primero de sus 15 veranos como tal, e Ignacio Gago Fornell.

Han pasado 23 años y algo... Rafael Tardío continúa ligado al mundo de la comunicación privada, asesorando a empresas y en proyectos culturales de diversa índole. De Alejandro Benito poco se sabe, que partió a su Valladolid natal donde creemos reside. Manolo Borne, tras su paso por la SER y dirigir Radio Puerto FM junto a Victor Martínez Guerra, ahora colabora comercialmente con la Radio Municipal, recientemente inaugurada. Pipi Gago ha pasado por diversos medios: Diario de Cádiz, El Periódico del Guadalete, Radio Ubrique y por los gabinetes de prensa de El Puerto y Jerez, donde trabaja en la actualidad, en el Área de Medio Ambiente. Paco Soto --organizador de aquel evento septembrino-- continúa como responsable comercial del Diario. Paco Crespo ha encaminado sus pasos por el mundo del teatro y la interpretación. Francisco Andrés Gallardo, tras su paso por la SER, Delegación de El Puerto de Diario de Cádiz, que dirigió, es ahora el responsable de TV y Sociedad de los 9 periódicos del Grupo Joly. Teresa Almendros, que aquel año hacía sus primeras prácticas en Diario de Cádiz, continúa, ahora como Delegada de dicho medio en El Puerto. Adolfo Álvaro, que llegaría a dirigir Cádiz Información tras su paso por el Diario, nos dejó tras una cruel enfermedad. Pedro Ríos disfruta de la jubilación, tras su etapa como cronista deportivo. Jorge Roa sigue como fotoperiodista municipal, surtiendo a los medios de las imágenes mas relevantes del Ayuntamiento. Soledad Duro permanece alejada de los medios tras su paso por la COPE y el Grupo Información; desconocido; Alicia Martínez de Zuazo tras dejar los servicios informativos de la SER en El Puerto, montó un gabinete de asesoramiento de medios en su Vitoria natal, para dirigir en la actualidad Radio Utebo, en Zaragoza. E Ignacio Gago trabaja como asesor de medios en la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid.

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cartelera_principal_puertosantamariaHoy se presenta a los medios de comunicación y a los potenciales visitantes la I Ruta de la Tapa Erótica en El Puerto, actividad gastronómica que, además de tapas y menús, también tiene en su oferta  pasteles, combinados y cócteles, y que no solo en El Puerto está dando que hablar. Algo que pretenden sus organizadores. Esta nótula de nuestro colaborador Enrique López, navega entre el erotismo y la infidelidad en El Puerto.

Dicen los expertos que la infidelidad ha existido siempre. Claro, de un tiempo acá, con las nuevas tecnologías, todo es más fácil, pues cualquiera puede quedar y tener una relación amorosa fuera de la pareja, sea hombre o mujer, rico o pobre.

Pero, ¿cómo era antes? Pensemos en El Puerto de hace 40 - 50 años ¿Quién sospecharía que una mujer entregada a su hogar, sus hijos y su marido pudiera tener una aventura con otro? ¿Quién dudaría de su confianza? Pues bien, a pesar de que la infidelidad antes se ocultaba y pasaba más desapercibida, recuerdo alguna situación de descuido de aquellos años y de los lugares para liarse.

El Teatro Principal era uno de esos lugares. Yo tenía 10 años y como otros chiquillos para ver las películas gratis ayudaba a vender chucherías. Mi destino el patio de butaca, platea y palco. En la bandeja llevaba caramelos y chocolatinas. Pude ver en palco, en plena función de cine, más de una escena de enamoraos infieles. Aprovechaban la sesión de la tarde de un día laborable y el maromo a la hora de abrir las taquillas pedía dos entradas de palco. Primero entraba la dama y posteriormente, cuando comenzaba el Nodo, entraba el amante al palco, dando riendas sueltas a sus inquietudes amorosas. Estas infidelidades no trascendían por aquel entonces debido a la discreción y profesionalidad de porteros, acomodadores, taquilleras conserjes y personal del ambigú del recordado Teatro Principal. De esto hace aproximadamente 50 años, tan real como la vida misma. Menudo chasco me llevé con un vecino…

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En marzo se cumplen 30 años de la desaparición del Teatro Principal pasto de las llamas.

Además, iniciados los años 80, en una ocasión, sacando sutilmente a relucir el tema, una allegada a los conserjes del Teatro Principal, que pasaba muchas horas con ellos y que conocía los entresijos del Teatro, me contaba que a mediados de los años 60, un célebre portuense se daba cita en uno de los palcos con una señora de postín de la ciudad, pero que él entraba y salía por la puerta de la placilla, utilizando el mismo acceso a la vivienda de los conserjes y por donde entraban los artistas para las representaciones teatrales y que las entradas las conseguía con antelación suficiente, recibiendo la dama, en su propio domicilio por las mañanas, en sobre cerrado la entrada de palco e instrucciones con excelente caligrafía, delegando esta misión el célebre portuense, en uno de los integrantes del personal a su cargo, indiscutiblemente de toda confianza y discreción.

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Otro lugar y hecho, corría el año 1973, cuando escuché a uno que decía que se lo montaba en la Iglesia Mayor Prioral, aprovechando por la mañana cuando la amante iba a la Plaza de Abastos y se pasaba a visitar al “santo”. El don Juan contaba con pelos y señales todos los pasos que tenían que dar para el encuentro, incluido los datos de afiliación de la amante. Contaba que era ex vecina que llevaba casada varios años y que siendo solteros se había dado algún que otro revolcón.  Aquello me pareció irrespetuoso por el lugar y con un valor a prueba de bombas, más que nada por la época. Han pasado más de 40 años y tengo dudas si ocurrió así o no. Si bien, imagino a veces la escena, acordándome del atrevimiento de los amantes de la Iglesia. /Texto: Enrique López. 

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El alcalde Fernando T. de Terry en su despacho de la plaza de Isaac Peral y el hijo de La Bilili. 8 de julio de 1974 /Foto: Rafa. Archivo Municipal.

Entre los años 30 y 60 [del siglo pasado], El Puerto contó con un buen ramillete de seres humanos muy singulares.

Si empezamos por los gitanos no hay que olvidar la colonia de herreros que vivía de su arte y destreza de la fragua. En aquella época se usaban muchos utensilios en el campo que, de cuando en cuando, requerían alguna reparación. Así, pasaban por sus manos escardillos, soletas, azadas y aperos de labranza en general. Además, todos los oficios artesanos recurrían a estos hábiles herreros. Los albañiles también  lo hacían.

jeromaladelplanchero_puertosantamaria copiaCuando la faena decaía, hacían agarras para los arcos de vasijas de madera, maceteros con patas salomónicas en forma de tirabuzones terminadas en volutas y, sobre todo, planchas para quitar arrugas a la ropa, que eran unas piezas de hierro colado, con asa y en forma de triángulo alargado.

 detrás de mi casa [en la calle Cielos], podía verse un patio en donde residían El Planchero y Tomasa la Planchera. Estas personas tenían las yemas de sus dedos desgastadas, debido seguramente al fuego que manejaban para fundir el metal. Algunas noches, iba con mi madre a la azotea de casa,m entraba en el lavadero, y desde allí podía ver a los gitanos en torno a una luz de candil, bordando cante jondo bien regado con buen vino. /En la imagen de la izquierda, Jeroma la del Planchero.

el_veneno_puertosantamaria copiaHabía otras fraguas de flamencos y cabe recordar a la de los hermanos Canales, la de Frascuelo y, por último, la del hijo de éste, muy conocido en El Puerto como Veneno.

Incluso si no había parentesco ente ellos, los gitanos de El Puerto, se decían entre sí primos. Su modo de buscarse la vida, aparte de lo que he descrito antes, podía consistir en acercarse a las playas buscando lo que el mar arrojaba: leña o carbonilla. También trabajaban en el campo, como fue el caso del marido de Juana la Tormenta, padre de mi amigo  José García el Conejo. /En la imagen de la izquierda, Veneno.

Según fueron desapareciendo las generaciones mayores, sus descendientes se fueron incorporando al sistema de producción habitual, al corretaje de animales o a la venta ambulante de tejidos.

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 Los que se ven deambular actualmente por el pueblo no tienen nada que ver con los que he mencionado. Muchos están viviendo aquí en relación con la existencia del Penal en nuestra ciudad. /En la imagen de la izquierda, Antoñito ‘el Tonto’, óleo pintado por Juan Lara en 1959. Foto: Colección LSA

Tenían fama en El Puerto La Macarrona, siempre con un pañuelo al cuello terminado en punta por la espalda y con extremos sobre los senos; siempre con la colilla en la boca. El Picha, cuñado de La Bilili y padre de El Cocó; el Rufoni, Antoñito el Tonto y Estropajo, amén de otros de menos edad cuyo nombre no recuerdo bien.

El Cocó y El Rufoni desaparecieron por los años 40 de esta ciudad, al igual que la mayoría de los ‘delincuentes’, porque el régimen los perseguía con saña. Robaban para comer. Dadas las circunstancias parecía lógico que lo hicieran.

la_bilili_busto_puertosantamariaAntoñito el Tonto se buscaba la vida con dos cubetas y un aro, acarreando agua potable a las casas que carecían de grifos, es decir, la mayoría. Recitaba barbaridades, parodiando el parte vespertino de Queipo de Llano (ver nótula núm. 1.992 en GdP), introduciendo algo de su invención. Decía que en el muelle del vapor habían aparecido dos ahogados y que se suponía que eran italianos «porque llevaban unos pelitos en la boca». Y continuaba diciendo «¡que lindos colores, tinte Gébil son los mejores!». Lo de los pelitos en la boca venía a cuento porque los italianos tenían fama de galantes y melosos con las mujeres, y les gustaba lamer sus partes más sensibles. /En la imagen de la izquierda, La Bilili.

caneco_limpiabotas_puertosantamaria3 copiaJosé el Negro, hijo de La Bilili y primo de Antoñito el Tonto, nunca se pudo ganar la vida con su arte del cante jondo con toda su pureza. No hay quien borre su figura de la historia portuense. El Caneco, (ver nótula núm. 1.252 en Gente del Puerto) que no tenía hijos ni medios, perro con su buen sentido humano adoptó a uno, al que tanto a él como su compañera querían más que si hubieraguaria sido hijo propio: Antoñito. [Antonio Jiménez Salguero] El Caneco era capaz de gastase las manos con su caja y banquillo de dar betún al calzado para que a su niño ‘no le faltara gloria bendita’. Cagancho y su inseparable compañero Luis el Canuto. Estos dos salvaron la vida en los años 40, gracias a que no fueron escrupulosos a la hora de alimentarse de lo que encontraban en la basura. /En la imagen de la izquierda, el betunero Antonio Jiménez Salguero, 'el Caneco'.

chato_guarigua__puertosantamariaLos Guariguas. Cuatro hermanos. Tres varones y una hembra. El padre, pecoso de viruela, enfermedad muy extendida en la época. Los tres hermanos se buscaron la vida como vendedores ambulantes. La hembra se casó con Ruperto, hijo del sacristán de las Capuchinas. Entre ellos, el mas popular por un defecto facial era [Manuel García Berciano] El Chato Guarigua. (ver nótula núm. 932 en Gente del Puerto).

La Farfolla. Aires de marimacho. Se ganaba la vida vendiendo lotería nacional. Siempre que circulaba [Dolores Herrera] por la calle, llevaba una cartera colgando de una correa puesta en bandolera y un cigarro en la boca. /En la imagen de la izquierda, Manuel García Berciano, 'el Chato Guarigua'.

la_farfolla__puertosantamariaRecalco lo del cigarro: en aquella época fumaban poquísimas mujeres, sólo las de vida fácil, las cigarreras del tabaco de contrabando y las supuestas hijas en lugares de lujo. /En la imagen de la izquierda la lotera Dolores Herrera 'La Farfolla'.

La Guachi. [Catalina Santos]. (Ver nótula núm. 021 en Gente del Puerto). Otra mujer popular. Casi sobran comentarios. Si no era gitana bien, estaba muy identificada con la raza, con la que finalizamos esta primera entrega de personajes populares que conocí a lo largo de mi existencia. /Texto: Francisco Artola Beuzón.

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