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En el último trimestre de 1965 la Hermandad Gastronómica de ‘Le Matoufé’ de la región belga de Marche-en-Famenne se estaban dando un homenaje por España saboreando los platos de nuestra gastronomía y los vinos de las diferentes denominaciones de origen del país.

En El Puerto fueron recibido el 2 de octubre en el salón de sesiones del ayuntamiento de la Ciudad, entonces en la Plaza de Isaac Peral, convertido provisionalmente en un salón recepciones, por los tenientes de alcalde Casado y Melgarejo quienes aparecen a la derecha de la imagen, entre los integrantes de la Hermandad. Allí se pusieron de grana y oro como se puede apreciar en la magnifica mesa con viandas y vinos de El Puerto. /Archivo Municipal. Foto: Rasero.

Lo cierto es que entonces nuestra Ciudad se estaba promocionando en el país integrado en el Benelux, donde reinaba la española Fabiola de Mora y Aragón, reina consorte de Bélgica. El Puerto recibía numerosos turistas de este país en el Cangrejo Rojo (luego Club Meditérráneo), donde se alojaron, gracias al impulso que diversos prescriptores turísticos realizaban entonces de la zona y que luego ya no se pudo recuperar. El director de este establecimiento hotelero, Mr Parmier, presentó al Grand Maitre, Mr. Albert de Haan, y otros integrantes del grupo, dirigiéndoles unas palabras en francés por el primer teniente de alcalde, Juan Melgarejo, siendo respondido por el Grand Maitre, intercambiándose regalos entre ambos. /Logotipo de la Hermandad de Matoufe o Confrerie du Matoufe. (Marche-enFamenne. Bélgica).

El grupo estaba compuesto por treinta integrantes propietarios de hoteles y establecimientos de restauración belgas. La visita causó expectación dado los vistoso de su atuendo: sombrero de copa gris Epson, blusón de fiesta azulón, camisa plisada con chalina o lazo rojo, pantalón gris de rayas y una gran placa insignia dorada al pecho con los ingredientes del plato que daba nombre a la cofradía gastronómica: Le Matoufé, una especie de tortilla a base de tocino de cerdo, harina de trigo, huevos, leche y la cuchara emulsionadora. /Placa de pecho de la Cofradía, con los ingredientes del plato.

LA RECETA.
Ingredientes de le matoufé para cuatro personas: 200 g. de tocino saldado, 4 cucharadas soperas de harina, 1/4 de leche + 1/4 de agua, 8 huevos, sal y pimienta. Preparación: Se corta el tocino en pequeños trozos y se ponen a freír en la sarten; mientras tantos, añade la harina en la mezcla de leche y agua y agregar los huevos, sazonando con sal y pimienta. Añadir la mezcla a la sartén cociéndolo todo a fuego medio sin remover hasta que los huevos se cuajen. Servir caliente con trozos de pan artesano.

Recorte del periódico 'La Voz de la Bahía'. 16 de octubre de 1965. El titular de 'folklórico' una peculiaridad mas de la época.


 

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Francis Gómez Real es de los nacidos en 1970. Al año siguiente su familia abre el Bar La Herrería, conocido también con anterioridad como ‘La Herradura’ y ‘La Draga’, en homenaje a los vinos de las Bodegas Obregón, cuyo vino fino embotellado lleva el nombre de esta conocida embarcación conocidas de todos en el río Guadalete. Por los años cuarenta fue tienda de ultramarinos con trastienda propiedad de los hermanos Vieytes, junto al bar ‘El Antiguo Dragón’.

Francis se implicó en la hostelería desde que tenía pantalones cortos: ayudaba a su padre durante los fines de semana y durante los veranos con apenas 14 años. Cinco años después se incorpora con el equipo de profesionales que siempre había llevado el establecimiento de hostelería: su madre, Isabel Real Sánchez, su tío Pepe García Girón y su primo Gabriel Real Morón, al fallecer su padre.

Nuestro personaje estaba estudiando electrónica; de hecho sus compañeros estudiaron carreras relacionadas con esta rama profesional quienes acabaron, mayoritariamente, en la recientemente desaparecida empresa filial de Ford: Visteón. Francis quiso ir a la Universidad para continuar los estudios, pero su padre, Francisco Gómez Mateos, sabedor de la enfermedad que tenía, lo quiso quitar del colegio para que se hiciera cargo junto a la familia, de las responsabilidades profesionales futuras que se le avecinaban.

Brascada de mechada con piquillos y mermelada de cebolla, una de las tres tapas con las que participa en la XVI Ruta de la Tapa. También ofrece en dicha ruta Albóndigas de merluza con salsa de ortiguilla y Bocadito de pavía de merluza con crema de langosta.

INNOVACIÓN Y TRADICIÓN.
Francis empezó a estudiar cocina hace dos años; de hecho continúa siguiendo los cursos respaldados por la famosa ‘Taberna del Alabardero’, perteneciente al Grupo Lezama, del cura del mismo apellido Y continúa innovando a la vez que mantiene, con su madre quien se encuentra inmersa en proceso de jubilación, la cocina tradicional de El Puerto: pescaíto frito, mariscos, ortiguillas y ahora con creaciones propias como las ya famosa ‘brascadas’: ‘brascada de solomillo, mechada y payoyo’ o la brascada de mechada y piquillos con mermelada de cebolla’ con la que participa en la XVI Ruta de la Tapa (son típicas en la Comunidad Valenciana y pueden encontrarse, también, en el madrileño restaurante José Luis). Innovando, está trabajando el atún mechado.

Habas con chocos y verduritas. Espectacular.

LOS VIERNES, GUISOS MARINEROS.
Las últimas cinco semanas Francis está ofreciendo los viernes un guiso marinero. Empezó con chipirones encebollados, luego vinieron las habas con chocos y verduritas, el cazón a la roteña, el menudo de chocos y el pasado viernes repitió con las habas de chocos y verduritas que estaban, sencillamente, espectaculares, de lo que damos fe y certificamos tras una moderada ingesta. Totalmente recomendable.

Mañana nos sorprenderá con garbanzos con bacalao.

Más información de La Herrería/La Draga, nótula 700 en GdP.

El cocinero Angel León logra aplicando técnicas de Física Cuántica que sus platos tengan movimiento y una sopa “se mueva” al compás de la música. A partir del próximo año el restaurante de El Puerto contará con una mesa especial para dos en la que servirán platos que simulan el movimiento de las olas del mar.

 

El cocinero Angel León. / Foto: Restaurante Aponiente

Los platos hasta ahora se olían y se comían, pero a partir de principios del próximo año también habrá que dejar unos instantes para comprobar como se mueven porque en 'la mesa mágica',  una nueva experiencia que pondrá en marcha el  cocinero Ángel León (1 estrella Michelín) en su restaurante Aponiente de El Puerto de Santa María, algunos de sus platos también tendrán movimiento, se moverán al compás de la música recordando el vaivén de las olas del mar.

León señala que ha dedicado varios meses a estudiar como hacerlo. «--Era una vieja obsesión que tenía, la de lograr representar en un plato el movimiento del mar, las olas. Por fin este año he logrado encontrar la solución y ya estamos finalizando los trabajos para que a principios del año que viene en Aponiente se sirvan platos con movimiento. Será algo totalmente innovador, una nueva sensación».

El cocinero portuense, una vez más se ha aliado con los científicos para conseguir su objetivo. En esta ocasión han sido las universidades andaluzas las que le han apoyado y le han ayudado a buscar técnicas con las que desarrollar su idea. La solución la han encontrado en algo tan lejano a la cocina como la Física Cuántica, una ciencia que estudia el movimiento de las partículas. El equipo de Angel León, en colaboración con los científicos andaluces, han logrado conseguir que el contenido de un plato se mueva al compás de la música.

La técnica consiste en la construcción de una mesa especial que tendrá dos platos fijos, uno por cada comensal,  sobre los que se colocarán los platos que lleguen desde la cocina. Gracias a un sistema basado en las vibraciones que produce la música sobre este plato especial, se conseguirá que el contenido de este se mueva al compás simulando movimientos que irán variando mientras el comensal consume el plato. «--La idea -señala León- es que simulemos lo más exactamente posible el movimiento del mar. Se verán sus diversos estados, los vientos, el oleaje…». En principio el sistema se aplicará a dos platos. Uno será una sopa marinera con muchos matices que recuerden en olores y sabores al mar, señala el cocinero y otro será un postre.

En principio el sistema tan sólo se aplicará en una mesa del restaurante que habrá que reservar previamente y que se bautizará con el nombre de ‘mesa mágica’ y en la que el cocinero servirá un menú especial «donde habrá muchas sensaciones. Comer será algo más».

Esta nueva innovación del cocinero portuense se inscribe dentro de su idea de acercar cada día su cocina más al mundo marino. De hecho el menú que ha estrenado en 2011 (pulsar aquí para conocer la carta) recorre toda la cadena trófica, el ciclo de vida marino, por lo que comienza ofreciendo platos con placton, las pequeñas partículas con las que se alimentan los animales más pequeños y termina con los pescados más grandes. El cocinero defiende además el uso de los pescados humildes que se pescan en las costas gaditanas en la alta cocina. Así en su nueva carta figuran especies como el sapo, la pijota, la caballa, el tapaculo o la sardina, especies que hasta ahora han sido muy poco usadas en la alta cocina.

Angel León con sus novedosos chorizos hechos con lisas de estero. /Foto: Restaurante A Poniente

La colaboración con los científicos para desarrollar nuevos conceptos de cocina es una constante en el cocinero gaditano. Así muchos de sus platos han sido desarrollados con equipos de investigadores. Fruto de estas colaboraciones han salido el uso de huesos de aceituna como material de combustión para asar pescados, el uso de concentrados a base de vinos de Jerez, la creación de un concentrado de placton marino para aromatizar platos o el desarrollo de embutidos marineros a base de carne de lisa de estero o albur. (Texto: Pepe Monforte).

 

La ensaladilla de la bodeguilla del Bar Jamón es una muestra de las ensaladilla clásica, de las que llevan atún. Por su forma entraría en lo que se llama la ensaladilla “al pegotón” que es la que se sirve en el plato mediante un hábil toque de cuchara por parte del cocinero. Una de las mejores cosas de esta ensaladilla es la generosidad en mayonesa, cosa que le viene perfectamente porque es suave. El índice de tropezones (proporción entre patatas y otros ingredientes) es perfecto y se pueden ver trocitos de zanahoria, huevo duro, atún en conserva y chicharitos (también conocidos como guisantes), un ingrediente que cada vez se ve menos en las ensaladillas. Esta obra muy perfeccionada de ensaladilla se debe a Mamen Serrano, la copropietaria de la bodeguilla en unión de Rafael Fernández. Fue a partir de 2006 cuando empezó a darle su personalidad a la tapa, aunque esta se servía en el establecimiento desde que abrió allá por 1989, pero ahora ha llegado al culmen de este apartado científico: el ensdaladillismo. El ‘panidaje’ lo hacen con picos camperos de la Panificadora ‘La Paz’ de Espera (Cádiz).


Mamen Serrano, la autora de esta ensaladilla, junto a Rafael Fernández. Ambos muestran el pan de la casa, la tapa estrella de su establecimiento.

Otros platos de interés tapatológico de la Bodeguilla del Bar Jamón: El pan de la casa, la berza de la tata, el cazón en amarillo, los filetitos de presa ibérica al amontillado, las papas alioli. (Texto y Fotos: Pepe Monforte).

Más información de la Bodeguilla del Bar Jamón:
Nótula 508 en Gente del Puerto
El Pan de la Casa cumple 20 años.

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Juan Benitez Verano con la sartén que utilizan para hacer sus tortillas desde hace más de 40 años.

El Puerto de Santa María participará en el curso de la primera licenciatura en Tortillología organizado por el Colegio Oficial de Tapatólogos de la Provincia de Cádiz y la revista gastronómica Cosas de Comé. Esta participación portuense consiste en el patrocinio que del curso realiza Bodegas Caballero y en el protagonismo que tomará la famosa tortilla del Bar Apolo, situado en la calle Palacios.

Como se ha informado desde la organización de estos estudios reglados, la famosa tortilla mixta de este establecimiento, que lleva haciéndose ya 40 años, será una de las que tengan que probar los estudiantes de la licenciatura. La tortilla la elaboran actualmente los hermanos Roberto y Juan Diego Benitez a los que enseñó su padre Juan Benitez Verano, que la hacía desde que se inauguró el establecimiento.

Juan Diego y Roberto Benitez junto a su padre con el tortillón del Apolo. Aunque su invención es anterior en el Bar Apolo se sirve desde mediados de los años 70, cuando Juan Benitez Verano se incorpora al local.

La tortilla, que hacen a diario y que suele salir calentita a mediodía, se elabora con huevos, patatas, chorizo, pimientos morrones, guisantes y cebolla. Curiosamente la familia sigue utilizando aún, y sólo para la elaboración de la tortilla, la misma sartén con la Juan Benitez comenzó a hacerla. La sartén, que cuidan aplicándole aceite de oliva, se utiliza aún para hacer el tortillón de este bar famoso en El Puerto de Santa María.

La apertura de curso de la licenciatura en Tortillología tendrá lugar el día 5 de septiembre, a las ocho de la tarde, en el restaurante Los Corrales de Sanlucar, (Calzada del Ejército número 44), y durante el acto, organizado por la revista Cosasdecome,  se cortará “la tortilla inaugural” que será una mixta de 321 huevos realizada por el establecimiento sanluqueño.

Los estudios se darán por inaugurados de forma oficial con el corte de la “tortilla inaugural”, un impresionante ejemplar de tortilla mixta realizada por el establecimiento sanluqueño que tendrá cerca de 100 kilos (entre patatas, chorizo, jamón, pimientos verdes y rojos y cebolla) y en la que se emplearán 321 huevos, la más grande realizada hasta ahora por el equipo que comanda Manuel Rangel Macías, el alma mater del restaurante fundado en 1976.

LECCIÓN INAUGURAL: LA PRIMA DE RIESGO.
El acto comenzará a las ocho de la noche con la lectura de la lección inaugural del curso a cargo del inspector del Colegio Oficial de Tapatólogos, el periodista Pepe Monforte, que disertará sobre la influencia de la subida de la prima de riesgo en el grosor de la tortilla de patatas.

Aunque el curso se abre de forma solemne el lunes día 5, los estudiantes de esta primera licenciatura en Tortillología, comienzan ya sus clases el día 1. A partir de hoy pueden visitar los 15 bares de la provincia, situados en nueve municipios, en donde tendrán que probar su tapa de tortilla para así obtener su título como licenciados en tortillología.


MANUAL DE TORTILLOLOGÍA.
Para realizar sus “estudios” los estudiantes deben ir provistos de su manual de tortillología y su hoja de ruta que se les entrega al matricularse en la “carrera”. Cada establecimiento, una vez que el responsable del bar ha comprobado que el estudiante se ha comido la tapa, colocará un símbolo de control en el manual del alumno que así podrá acreditar ante el Colegio Oficial de Tapatólogos que ha completado sus estudios y, por tanto, puede recibir el correspondiente diploma acreditativo. Este se entregará en la fiesta fin de curso que tendrá lugar en el último trimestre de 2012 en la ciudad de Cádiz.

MATRICULACIÓN Y BECAS.
La matriculación para el curso se hace a través de la revista www.cosasdecome.es, mediante un formulario que tienen que rellenar en la propia página. La matrícula tiene un costo de 15 euros, aunque la revista otorga a los suscriptores de la publicación una beca de 5 euros. Asimismo muchos de los bares que imparten las lecciones becan a los estudiantes con copas o tapas gratis cuando piden la tapa de tortilla.

El plazo de matrícula estará abierto hasta el próximo día 31 de mayo de 2012 ya que aunque el plazo para hacer los estudios es de nueve meses, la visita a los bares y la obtención del título puede hacerse en el tiempo que el estudiante desee. De esta forma turistas que acudan a la provincia durante una semana podrán realizar la licenciatura haciendo de esta manera todo un recorrido gastronómico por la provincia y visitando nueve de sus municipios desde ciudades de la costa, hasta zonas de la campiña o de la Sierra.

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En el lugar conocido como plaza o ‘Cuesta del Carbon’ --quizás porque en este espacio cercano al río se acumulaba el carbón, artículo de primera necesidad como conbustible  para las embarcaciones-- se erigió en 1938 la Plaza de Cristóbal Colón, en memoria del almirante descubridor de las Américas. En la cercana Plaza del Castillo se puede leer en una de las placas adosadas a su fachada: «En memoria de Cristóbal Colón vecino de esta Ciudad y protegido en ella y de sus compañeros en el legendario viaje del Descubrimiento del Nuevo Mundo: Juan de la Cosa y Pedro de Villa, vecino el primero e hijo el segundo de la misma ¡Gloria al Ingenio! El Excmo. Ayuntamiento de 1892, en el Cuarto Centenario».

INSTITUTO COLOMBINO.
Y es que fue a propuesta del Instituto Colombino de El Puerto de Santa María, de efímera existencia (1930-1931) a instancias de su impulsor el alcalde y director de la institución Eduardo Ruiz Golluri, cuando se le cambia el nombre a dicha cuesta convirtiéndola en una coqueta plazoleta recreando el estilo del regionalismo andaluz, similar a la Plaza de España de Sevilla. Estaba reciente la Exposición Universal de Sevilla de 1929 y artesanos que habían trabajado en dicha muestra colaboraron en la ejecución del nuevo espacio urbano porteño.

La primera petición del citado Instituto Colombino no fue solo cambiar la rotulación a la plaza o Cuesta del Carbón sino que se solicitó un cambio en el nomenclatura a diversas calles para que pasasen a tener denominaciones  con motivos colombinos e históricos tales como  la plaza del Castillo, por el de Alfonso X el Sabio; la plaza de Bizcocheros por la de Juan de la Cosa; la calle Baños (hoy Guadalete) por la de Reyes Católicos; la calle Cantarería por Pedro de Villa; la calle Arenas por Arzobispo Vizarrón; la calle Lechería por Cervantes y la calle Molinos por Mayorga.

CAFÉ CANTANTE.
En 1876, según relataba el periodista portuense Mariano López Muñoz: «Los aficionados al cante clásico se entusiasmaban con los famosos artistas de lo jondo y del baile gitano, que actuaban en el Café Cantante de la plaza del Carbón».

EMBUTIDOS DE MARISCOS.
En esta plaza existió hasta los años treinta del siglo XX un Cocedero de Mariscos que era conocido por un embutido famoso que hacía con mariscos y que se dejó de realizar al finalizar la actividad comercial dicho establecimiento; la tradición continuaría en Cádiz, en la Cervecería  del Puerto, pero en la actualidad se ha perdido.

Otros modernos embutidos con frutos del mar son los que prepara el reputado chef portuense Ángel León del restaurante ‘Aponiente’, en colaboración con Venta La Palma, Grupo Ebro y Puleva: una nueva gama de embutidos marinos gourmet: chorizo, salchichón, caña de lomo, morcón de pescado, compuesto al cien por cien con grasas de los propios pescados, llevando la cultura de los productos ibéricos con el sabor y los frutos del mar. En Sanlúcar, son muy populares los calamares rellenos de mariscos y la empresa Embumar, de la misma población prepara unos embutidos marineros refrigerados que tienen mucha aceptación: de huevas de merluza, de huevas de bacalao, de huevas con gambas, e incluso de huevos de choco.

Azulejo de Cristóbla Colon, el original de la plaza y el tercero (hubo un segundo) realizados estos dos últimos, por la ceramista local Pepita Lena.

1938: LA NUEVA PLAZA.
La plaza conocería su nueva fisonomía en 1938, mientras transcurría la contienda civil  cuando, bajo la dirección del humanista local Juan Ávila Gutiérrez, se procedió a darle el vaciado a la parte central, allanándola, creando sendos ánditos con escaleras a ambos lados de la plaza, dotando al suelo de originales losas con chinos alternas, una pérgola, arriates, arbolado diverso, barandas de rejas, farolas realizadas en Sevilla, jarrones  y una fuente de azulejos realizados en Triana que reproduce la imagen del descubridor genovés, a quien ayudaron los Duques de Medinaceli en el Descubrimiento del Nuevo Mundo.

CRUZ DE LOS CAIDOS.
Con posterioridad se añadió, en el lado de la plaza más próximo a la Avda. Micaela Aramburu una Cruz de los Caídos que venía a sumarse a las erecciones luctuosas de este tipo que se realizaron en prácticamente toda España. Sería durante el mandato del socialista Juan Manuel Torres cuando se retiró dicho monumento, depositándose en el Cementerio Municipal, siendo el concejal de Vías y Obras  Hernán Díaz Cortés, responsable de la ejecución, algo que se hizo también  en muchos municipios españoles.

La posada del portugués Antonio Manso.

El solar de la desaparecida posada tras el derribo.

LA POSADA.
En los años setenta desaparecería el edificio del frente, la Posada de Antonio Manso, portugués, que tenía tres fachadas: con la plaza del Castillo, calle Alquiladores y la propia plaza de Colón donde muere la calle Jesús de los Milagros, dando paso a un enorme edificio totalmente descontextualizado del entorno urbano en el que se encuentra. Antonio Manso había sido compadre de Don Juan de Austria, quien habría apadrinado a un hijo del propietario del edificio, símbolo de la prolongada estancia de los marinos y factores lusitanos en El Puerto. Allí, dice la leyenda, se aparecía el ‘Fantasma Pedrito’. Con su demolición, la Ciudad iba perdiendo en un goteo incesante, parte de su antigua y hermosa fisonomía de los tiempos del Descubrimiento.

La plaza de Colón, sin la cruz, en 1999. Foto: Mata.

Recuerda Juan Leiva Sánchez en su libro sobre las calles de El Puerto: «Los pasodobles y las zarzuelas impregnaban la plaza de un populismo envidiable. La noche de agosto era espléndida y ni la luna quería retirarse de aquel trozo de cielo. Mas de quinientas personas ocupaban con avaricia la plaza de Cristóbal Colón. El recoleto rincón de la Avda. Micaela Aramburu, conforme se baja del castillo de San Marcos al antiguo Hospital San Juan de Dios, era un remanso de paz; uno de los lugares preferidos por los veraneantes. Algunas noches veraniegas se viene la banda de música ‘Maestro Dueñas’ a recordar las mejores melodías de siempre. Y confluyen portuenses y visitantes de todas las condiciones para pasar la velada recordando los mejores años de la vida».

Dos atentados diferentes contra los dos últimos azulejos de la fuente en la Plaza.

ABANDONO.
La plaza ha vivido muchos momentos de abandono, como el que experimenta en la actualidad. Siendo alcalde Hernán Díaz se repuso el azulejo de Cristóbal Colón, así como unos jarrones de cerámica que luego fueron sustituidos por otros de plástico pintados y finalmente ninguno, dado que el vandalismo se ceba de forma permanente con cuantas acciones de ornato y adelantamiento se realizan sobre dicho espacio urbano. Siendo alcalde Fernando Gago, de nuevo se repuso el azulejo de Cristóbal Colón --en ambas ocasiones obra de la ceramista local Pepita Lena, con nótula núm. 766 en GdP,-- y de nuevo el retablo experimentó la inquina de los incultos y gamberros. (Texto: José María Morillo).

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En estos días en los que se está hablando de que la Plaza de España de Sevilla ha cambiado su aspecto, que está coronada por unas cúpulas doradas que le dan un aspecto de palacio árabe... ha traído a mi memoria una anécdota ocurrida en El Puerto en los años sesenta.1962, si la memoria no me engaña.

Por aquel entonces se rodaban muchas películas en España, espagueti-western y superproducciones, sobre todo en Almería. Pero, para orgullo de los cinéfilos, nos cabe la honra de que se rodara ‘Lawrence de Arabia’ ganadora de varios Oscars , creo que siete y, con un plantel se artistas maravillosos: Peter O’Toole. Anthony Quinn, Alec Guinnes, Omar Shariff, el español Fernando Sancho entre otros… En 1991 fue incluida entre los filmes que preserva el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. La película relata la participación de Thomas Edward Lawrence, en la Rebelión Árabe, durante la Primera Guerra Mundial.

Peter O'Toole y Omar Sharif durante el rodaje.

DE DOÑANA A EL PUERTO.
En principio casi toda la producción iba a ser rodada en Jordania pero no sé exactamente debido a qué, acabó rodándose  en aquel país solo la parte correspondiente al templo de Petra y el resto, entre  el norte de Marruecos y España: Almería y Sevilla y alguna escena en el Parque Nacional de Doñana. De ahí que el plantel de actores viniera a El Puerto.

En Sevilla los escenarios fueron, la Plaza de España, los Reales Alcázares, el Parque de Maria Luisa y el Hotel Alfonso XIII . Allí estaban ubicados en la ficción los palacios, cuarteles, clubes de oficiales etc. que simulaban a El Cairo donde, por problemas con el presidente Nasser, no se pudo rodar nada.

LA LLAMADA DE MAXIMINO.
Debido a estas circunstancia y a que alguna escena se rodó en Doñana, una noche de aquel año de 1962 en que la que, ademas, recuerdo que llovía a mares pasó lo que voy a relatar. ¡Hasta donde tenía fama El Resbaladero! De repente sonó el teléfono en mi casa y era Maximino Sordo, el dueño del restaurante ‘El Resbaladero’. Llamaba para decirnos a mi hermana y a mí que, cenando en el restaurante estaba Anthony Quinn, el  más conocido en España por aquel entonces, con otros actores. Mi hermana y yo, que sabíamos del rodaje salimos corriendo, ante el enfado de mi madre que decía que hacía una noche de perros .

ACTORES, MUCHOS ACTORES.
En el salón, al fondo a la izquierda, había una mesa grande con muchas personas entre las que reconocimos a Peter O´Toole, Anthony Quinn, José Ferrer, Omar Shariff... este último y Anthony encantadores, por cierto. Quinn ademas, como hablaba español, nos atendió de maravilla. Peter O`Toole no estuvo tan simpático y eso que por entonces era conocido, pero no tanto como a partir de esa película. Lo que si estaba era guapísimo, con el pelo muy rubio, creo que algo teñido por exigencias del guión, pero espectacular. Quiero añadir que al director, David Lean, no lo reconocimos pero estaba y, seguramente, otros actores no tan famosos. /Anthony Quinn, caracterizado para la ocasión en la película que nos ocupa.

Fue una de las pocas películas en la historia del cine sin papeles femeninos. Tan sólo al principio muy discretamente durante el entierro de Lawrence y lse vieron fugaces apariciones de mujeres árabes. Por cierto que el papel protagonista se lo ofrecieron a Marlon Brando, quien lo rechazó. /En la imagen de la izquierda, Celia Insua, en 1962.

Luego nos fuimos a casa con nuestros autógrafos y con el disgusto de no ver a Sir Alec Guinnes que en aquel momento era el que a nosotros nos interesaba. Por cierto que recuerdo que allí estaba Chemari Gutierrez Colosía, no se si también por verlos o porque estaba en El Resbaladero. A lo mejor él recuerda algo más. (Texto: Celia Insúa Lavín).

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La historia de una Ciudad no la marcan únicamente los políticos que la gobernaron o los hitos históricos que la tuvieron como escenario. Más allá de los manuales, hay miles de relatos que dan aquella otra imagen, la del día a día de un pueblo que se amolda al paso del tiempo. Francisco Rodríguez Ceballos, conocido en vida como Paquito Ceballos, uno de esos hombres, al que los años le permitieron conocer el antes y el después de su Puerto natal, de cuya particular historia, sigue siendo un ejemplo.

Paco nació el 3 de diciembre de 1912, día de uno de los copatronos de El Puerto, San Francisco Javier. A los 10 años dejó el colegio para ayudar a su madre, ya que su padre, al que ni siquiera pudo conocer, murió casi dos años después de su nacimiento. Estuvo casado con Balbina Sánchez Rosso, con quien tuvo cinco hijos: Milagros, Francisco, Baldomero, Robertito e Ignacio. Fallecía con el fin de siglo, en el 2000, contando con 88 años de edad

Siendo muy niño, ya se dedicaba a llevar la ropa que su madre lavaba al Colegio de los Jesuitas y a algunas familias importantes de la Ciudad. Aunque su primer sueldo lo recibió en una imprenta a los 10 años, pronto cambió el olor del papel y tinta por el del pescado y los caldos de la tierra. Su primera oportunidad para aprender el oficio de camarero lo tuvo en el Hotel París de la calle Larga, siendo aún un niño. Desde entonces “no le había faltado trabajo ni un solo día”.

Sentados, de izquierda a derecha, S.A.R. el infante Don Juan de Borbón y Battenberg, Francisco Javier de Terry y del Cuvillo, Bernardo Rodríguez Morgado, de espaldas el teniente coronel, comandante general de la plaza Juan García de Diego, Juan Gavala y Laborde (ver nótula núm. 442 en GdP), Juan Pedro Velázquez-Gaztelu Caballero y Joaquín Calero Cuenca (ver nótula núm. 925 en GdP). De pie, Antonio Osborne Vázquez, Francisco Rodríguez Ceballos, dos camareros desconocidos y Juan Pedro Velázquez Gaztelu presidente del Club Náutico entidad que visitó Don Juan de Borbón el 9 de septiembre de 1930, cuando esta entidad se encontraba en la otra banda del río, junto al desaparecido Puente de San Alejandro. /Foto: Colección Vicente González Lechuga.

DON JUAN DE BORBÓN.
Aunque Paco o Paquito era conocido por ser el fundador de ‘Los Pesebres’ en la actualidad ‘Casa Paco’, su primer bar lo compró allá en el año 1930, por el módico precio de 500 pesetas. “--Estaba yo trabajando en el restaurante Antigua de Cabo, cuando me llamaron para tres servicios: uno en Bellas Artes; otro en el Casinillo que había en la plaza de Isaac Peral y el tercero para la inauguración del antiguo Club Náutico, al que acudió Don Juan de Borbón, padre del rey de España”, recordaba.

En la imagen, Paco Rodríguez Ceballos, escoltado por Fosco Valimaña Lechuga (ver nótula núm. 095 en GdP) y Joselito Escribano Ivison (ver nótula núm. 956 en GdP), durante el homenaje que recibió 70 años después, en el 2000 en el Club Náutico, poco antes de su óbito. Detrás, su hijo Paco, propietario del 'Bar Liba'.

‘LA CASUALIDAD’.
Estábamos en 1930. Ganó de ellos un total de 500 pesetas y aunque su intención era dárselas a su novia “porque estábamos juntado para casarnos”, un amigo se cruzó en su camino. Este tenía un bar en la calle Ricardo Alcón (calle Muro). “--Me dijo que lo vendía. Le pregunté que por cuanto. Me respondió que por 500 pesetas..., así que saqué las 500 pesetas del bolsillo, nos dimos un apretón de manos y encargué a Julián Suárez, un pintor que andaba por allí, que pusiera al bar ‘La Casualidad’. “

Paco Rodríguez, de luto, en el centro de la imagen.

‘LA FUENTECILLA’.
Poco duró el negocio porque enseguida lo llamaron a filas y tuvo que venderlo. Una vez cumplida su obligación con la Patria lo llamaron de ‘La Fuentecilla’. Su empleo en este restaurante evitó que su familia pasase hambre en el fatídico año de 1940. “--Aquí en El Puerto hubieron muchas personas que no tenían con que alimentarse, pero, gracias a Dios, la mía comía en el restaurante”.

En la imagen,  el 'Colmado'  a principios del siglo XX, lugar donde hoy se encuentra 'Casa Paco' conocido tambén por 'Casa Paco Ceballos' o 'Los Pesebres'. A la izquierda al fondo, la Plaza de la Herrería y  Casa de los Diezmos, edificio compartimentado en diversos establecimientos de hostelería. (Foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico).

Óleo de Adrián Ferreras, propiedad de 'Casa Paco' que se encuentra en su interior y que, inspirado en una fotografía de la época, recrea los felices años 20 del siglo pasado. Existen datos que corroboran que ya funcionaba como Colmado en 1850, a acrgo del montañés Tomás García de Mesa, establecimiento que fue pasando por diversas propiedades hasta abrir como 'Nuevo Colmado' en 1909 de la mano de Joaquín Faz. (Foto: Colección J.M.M.).

Sus siete años de trabajo en ‘La Fuentecilla’ le sirvieron para abrir en 1946 en la Ribera el bar ‘Los Pesebres’ [por las repisas que tenía en las paredes, donde se arrimaban los parroquianos a beber, según recoge Enrique Pérez Fernández], en la actualidad 'Casa Paco', uno de los establecimientos más emblemáticos de la Ciudad. Pero antes, ya tuvo ocasión de conocer a muchos famosos.

Una característica foto de Paco con un gato que vino con un marinero de Tánger en un barco pesquero y se instaló a vivir en el bar. Un buen día descubrió Paco que, durante los periodos de abstinencia de alcohol en los que solo bebía té con leche, que al gato le gustaba la infusión: le avisaba con la pata, que a continuación metía en el vaso y se disponía a tomar su dósis, por lo que había que preparar para dos. El gato hacía sus necesidades en el servicio del bar y dormía en el lomo de un pastor alemán de la zona. Curioso especimen.

MANOLETE Y EL CARDENAL SEGURA.
“--En cierta ocasión serví una comida a Manolete y durante la inauguración de la Capilla del Castillo de San Marcos --entonces de la Condesa Vda. de Gavia--, me llamaron para atender a los invitados, entre los que se encontraba el Cardenal Segura”. Muchos han sido los marqueses, artistas y ricos en general para los que trabajó Francisco. Sin embargo no cesaba de repetir que para él, tan importante era el trato con estos personajes como con el más pobre de la Ciudad. “--La atención al cliente ya no se cuida tanto como entonces”, se lamentaba.

LOS ALICANTINOS.
Por aquel entonces,  en plena década de los cuarenta del siglo pasado, había en el muelle mas de un centenar de barcos. “--Los primeros eran de vela y faenaban en la Punta de Cádiz, pero con los años fueron viniendo los armadores alicantinos y, con ellos, el fomento de la industria pesquera”. Su local, en el que sólo se despachaba vino, se convirtió pronto en el lugar de reunión para hombres de mar. “--Allí acudían los armadores para hacer cuentas con los pescadores”. /En la imagen de la izquierda, curiosa publicidad de Bodegas Osborne, en la que usa como reclamo a la popular marisquera 'La Guachi'.

De aquella época recordaba a muchos personajes populares de la historia local, “--Pobres pero muy alegres. ‘El Chumi’ era hilador, ‘el Caneco, betunero y ‘la Guachi’, la primera marisquera conocida de El Puerto”. Con los años, se fue poniendo de moda comer pescaíto frito en los bares: las tajaítas meonas (trozos de delfín seco y salado) y el cazón bienmesabe (así se conocía el adobo) etc., hacían furor.

De izquierda a derecha, Isidro Obregón, desconcido, Francisco Rodríguez Ceballos, José Sánchez Rodríguez 'el Nene' del Bar 'Los Tres Reyes' (calle Nevería), Luis Paloma, Juan García Crressi, Guillermo García de Leániz, Luis Osborne Tosar, desconocido, Juan Fernández Gallero 'el Gasolina' del Bar 'Juanito', Tadeo Sánchez Rodríguez, Manuel Moreno Moreno y José Serrano 'el Pobre Pepe', de Bar Cádiz (calle Nevería). /Foto: Colección Vicente González Lechuga.

La vida entonces se centraba en el trabajo. “--Aquí no había paro, porque tanto en el campo como en las bodegas el trabajo era manual. Luego los españoles se irían a vendimiar a Francia, pero antiguamente eran los portugueses los que venían aquí a hacer la siega”.

LUGAR DE VERANEO.

El Puerto ha sido siempre un lugar de veraneo. “--Venían de Jerez y de Sevilla para bañarse en las playas de La Puntilla y Fuenterrabía, pero el bullicio era mucho menor. No había tantos bares ni tantas fiestas”. Su vida, al igual que la de los jóvenes de su generación, estuvo marcada por el trabajo. “--Sólo descansábamos el domingo, que era el día que aprovechábamos para ir a la playa, jugar al billar o ver una Corrida de Toros. Por la noche, después del trabajo, nos reuníamos en algún bar”.

Recibió el reconocimiento de Bodegas Osborne y en presencia de Ignacio Osborne Vázquez, de manos del desaparecido coleccionista Ramón Bayo Valdés, con nótula núm. 664 en GdP. La imagen está tomada en la Bodega de Mora.


Con Manolo Gutiérrez 'el Cochino', con nótula múm. 284 en GdP, al que le unía una gran amistad.

Esta afición la siguió conservando ya octogenario; de hecho, las pocas veces que salía a la calle las dedicaba a visitar la desaparecida Bodega de González Rico o las actuales de Osborne para encontrarse con sus amigos.

A pesar de haber trabajado toda su vida no llevaba bien su jubilación. “--Hasta los ochenta seguí haciendo cosas en casa. Limpiaba el pescado antes de llevarlo al bar, arreglaba las mesas, etc. porque me calmaba los nervios”, afirmaba. En 1996 recibía un homenaje de la patronal de hostelería HORECA, que le impuso la insignia de oro de la entidad. Había recibido, también, un homenaje del desaparecido Club Taurino del Parque Calderón, del que era su socio número 1./En la imagen, con la distinción de HORECA, en 1996. Por cierto que su hijo Paco ha recibido recientemente, al cumplir 66 años, idéntica distinción.

El establecimiento es gestionado en la actualidad por sus hijos Baldomero e Ignacio, que mantienen una clientela variopinta y ofrecen unas tapas de mucha categoría lo que les ha hecho acreedores de aparecer en la Guía Michelín. Ver nótula núm. 408 en GdP de Baldomero e Ignacio y las tapas de merluza rebozada.

Botellas antiguas de vinos y caldos de El Puerto que se exhiben en el establecimiento.

Para Paquito su pueblo seguía siendo igual de bonito que antaño, aunque mas grande. De sus labios brotaban estos versos:

El Puerto es un tesoro
con rica fruta y abundante,
tenía dos puentes colgantes
y una gran Plaza de Toros,
la calle Larga sobre todo,
Vistalegre al océano
y esas aguas cristalinas,
saludables y muy finas,
del impero gaditano.

Aunque los aprendió de chico, nunca los olvidó y así lo recordaba en septiembre de 1995. (Texto: Mercedes Torrecillas).

7

Tras la barra del Restaurante ‘El Resbaladero’, propiedad de Maximino Sordo en 1960, podemos ver, de izquierda a derecha a Pepe Ríos, Elías a la sazón encargado del Restaurante, oriundo de la Montaña, el maestro repostero Pepe Mesa González, el niño es Guillermo Salas que hoy trabaja en APEMSA y Florencio. Al fondo, el cocinero José, ‘de toda la vida en el ‘Resbalón’.

“Antiguo muelle”. Grabado Anónimo. Siglo XIX.

LA LONJA DEL PESCADO.
Enrique Pérez Fernández, en su libro ‘Tabernas y Bares con Solera’ recoge que, «En 1778, por mandato del Conce O’Relly, Capitán General de la Mar Océana, residente por su cargo en El Puerto y promotor de diversas obras Públicas [entre ellas el Vergel del Conde, entre la Plaza de las Galeras y el inicio de Micaela Aramburu], se construyó en el frente de la Plaza donde hoy están las viviendas construidas en 1960, una nueva pescadería que fue a reemplazar a la del siglo XVII levantada al lado. Perduró como tal hasta 1876, año en el que se edificó enfrente otra, al tiempo que la antigua se remodelada en su interior para convertirse en una taberna a la que llamaron ‘El Resbaladero’, también conocida por ‘El Resbalón’

EL MUNDO ES ANSÍ.
En 1912 Pío Baroja ambientaba en el local una escena de su novela ‘El mundo es ansí’. Este es un fragmento.' --¿Que hicieron ustedes ayer? --pregunto yo. --Estuvimos en la taberna El Resbalón --contesta Juan. --¿Algún sitio raro? --Si figúrese usted --dice Arcelu-- una especie de camarote pintado de amarillo, una mesa redonda, grande, en medio, y alrededor sillones de paja con el asiento inclinado, y de cuando en cuando unos gatos que entraban por debajo de un tabique y se llevaban lo que podían. --¿Y que cenaron ustedes? --Unos platos de pescado frito y un caudillo de perro. --¿Pero como? ¿De perro?. --Un guiso que aquí llamamos así'.

CALDILLO DE PERRO.
Este tradicional plato portuense es una sopa de pescadilla, aceite, zumo de naranja agria, ajo, cebolla, sal, pan asentado y agua, que ciertamente fue, durante décadas, la especialidad gastronómica del Resbaladero, al igual que los guisos de pescado a la marinera, o el besugo a la puerca (con ajo, vinagre, aceite y sal)

Mariano López Muñoz, en un artículo publicado en la Revista Portuense en mayo de 1926, recogió el modo tradicional de cocinar el plato según se lo dictó un marinero: ‘Se pone el aceite y cuando está bien caliente se le echan dos dientes de ajo que, al verlos bien tostado, se sacan. Entonces, echamos en el aceite cebollas y otros dos dientes de ajo, todo muy picado, más aún los ajos que las cebollas, y sin esperar a que se frían, se agrga agua enseguida, dejando el caldo cocer cosa de diez o doce minutos; y a continuación se agrega el zumo de naranja agria al gusto del cocinero (y aquí está la primera parte del punto del guisado, cuya segunda mitad consiste en lo que sigue). Agregado, el ácido de la naranja, se zampan en la cazuela buenas pescadillas de ‘parejas’, de las acabaditas de llegar, someramente lavadas para que no pierdan sabor con tantos enjuagues como suelen darles en las casas’.

El Resbaladero, en una imagen de los años sesenta del siglo pasado. /Foto: Neto Anelo.

También lo citaron en otras dos novelas de dos ingleses: ‘Don Gitano’ (1944), de Walter Starkie y ‘El Puerto’ (1959) de Peter de Polnay». (ver nótula núm. 1.093 en GdP).

DE RESTAURANTE A BAR DE TRAGOS LARGOS.
Su último propietario, Ignacio Sordo y hermana, hijos de Maximino lo gestionaron como restaurante, cedido durante un tiempo al restaurador Antonio Barrios llevando desde finales del siglo pasado compartimentado y convertido en hasta cuatro lugares de copas y tragos largos. Esto escribíamos en Diario de Cádiz en 1997: "Hubo una época en la que llegar al cantil del muelle de nuestra Ciudad, suponía iniciar una aventura. Podía Vd. embarcarse para explorar nuevos territorios, para cumplir pena de trabajos a galeras, para comerciar con otros pueblos y culturas,... Pero la mayoría de las veces, embarcar en los muelles de El Puerto era para buscar el sustento, surtiendo a las poblaciones cercanas con la pesca.

Lo marítimo fue hasta hace unos años -como lo es ahora el turismo- la locomotora de arrastre de otros sectores económicos: una constante en el devenir histórico de El Puerto. Tal ha sido así, que en el nombre de la Ciudad la palabra puerto no ha desaparecido a lo largo de su historia: Puerto de Menesteo, Puerto de Salinas, Santa María de El Puerto, hasta su actual nombre.

Y ha quedado claro que la vida de la Ciudad gravitaba en torno al puerto y a lo que ésto suponía: embarque de pasajeros, comercio de mercancías, procura de efectos navales, empleo duro pero seguro, venta del pescado, ... Ironías de la historia: el edificio que sirvió antes para recibir los frutos de la mar, se utiliza ahora para recibir alguna clase de turismo, de acuerdo con la actual evolución del tejido industrial portuense.

Hasta 1876 el paseante -y así lo cuentan los libros de viajes- podía resbalar y caer a causa del agua de limpiar pescados en la Venta. Hoy -si los regidores de lo público no lo remedian- el resbalón continuará produciéndose, pero como mucho, por pisar la cáscara de una rodaja de limón de un trago largo, o por el deshielo de los cubitos de ídem.

Que la antigua Lonja del Pescado, El Resbaladero, haya quedado para bares de copas -ni siquiera de copas de Vino Fino- es algo que reclama la mirada de quién corresponde. Tras su primer y noble fin y su posterior época gloriosa como restaurante, entendemos que otros cometidos más señeros deben acoger a estas centenarias piedras que, curiosamente, están rematadas con un escudo de la Ciudad. ¿Le corresponde a los poderes públicos, trás pagar un justiprecio a sus propietarios, hacerse con la propiedad de El Resbaladero?. Desde luego, siempre será mejor escuchar en su interior una sinfonía que un cha-cha-chá" (Texto: José María Morillo).

3

Se trata de langostinos más pequeños del tamaño habitual pero especialmente jugosos.

Los langostinos que se cogían en la desembocadura del río Guadalete, en la playa de Valdelagrana, en El Puerto de Santa María y los que se cogían incluso por la zona del Río San Pedro eran famosos por su calidad. El producto desapareció de las mesas porque la zona quedó esquilmada y luego se prohibió su pesca.

El restaurante Casa Eugenio Guadalete ha recuperado el espíritu de este producto y aunque, lógicamente, el establecimiento no los obtiene de la zona donde está prohibida su pesca, si logra encontrar piezas que recuperen el espíritu de estos langostinos que eran más pequeños de los habituales pero especialmente jugosos.

Dos generaciones. Los propietarios de Casa Eugenio Guadalete, padre e hijo.

Eugenio Espinosa Romero, que gestiona el establecimiento señala que “este marisco llegó a ser muy popular por aquí y por eso queremos recuperar al menos su espíritu”. De esta forma el restaurante trae langostinos capturados en la costa gaditana pero más pequeños, langostinos que recuerdan también a otro langostino singular que se da en la provincia y es el de los esteros, que se pueden encontrar en Chiclana entre los meses de agosto y septiembre. Eugenio señala que la temporada de este langostino se da entre junio y noviembre y “no siempre los tenemos, los pescadores sólo los encuentran en algunas ocasiones y nos lo traen porque saben que nosotros gustamos de recuperar estos productos tradicionales”.

El precio de los langostinos ya cocidos suele estar en torno a los 60 euros el kilo, por lo que la ración tiene un precio bastante asequible. De todos modos, Eugenio señala que el precio varía en función del mercado, por lo que no los tienen a un precio fijo. El restaurante suele trabajar mucho el pescado y el marisco de temporada. Así suelen tener también galeras de coral cuando es la época o quisquillas. El gerente del restaurante Guadalete señala que suelen tener los langostinos sobre todo los fines de semana “pero siempre es mejor llamar antes para comprobar que tenemos existencias”. (Texto y fotos: Pepe Monforte).

Más información de Casa Eugenio Guadalete en la nótula 414 de GdP.

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