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Tomás de Vargas Suárez,  cantaor gitano, más conocido en la historia del cante como Tomás ‘El Nitri’, también recordado por ‘El Nitre’ o ‘El Mandanga’, nació en El Puerto de Santa María en el año de 1850. Sobrino de Francisco Ortega ‘El Fillo’, Juan ‘Encueros’ y Curro ‘Pabla’. Envuelto en la leyenda, la vida de este intérprete está inmersa en una serie de contradicciones, partiendo de su lugar de nacimiento, aunque exista una partida de bautismo hallada en la Iglesia Prioral de El Puerto, pues existen opiniones dispares que lo consideran indistintamente natural de Cádiz, Arcos de la Frontera, Jerez de la Frontera y Puerto Real, lo cual ha producido polémicas entre los investigadores. No obstante, Demófilo, en su obra Colección de Cantes Flamencos, aparecida en 1881, lo califica de portuense, en virtud de la información que le proporcionó el cantaor jerezano ‘Juanelo’. En cuanto a su muerte, la tradición oral igualmente se contradice, unos sostienen que murió joven todavía y tuberculoso y otros, lo niegan. Igualmente es motivo de distintos pareceres, las circunstancias que rodearon el otorgamiento en su favor, y por vez primera, del trofeo La Llave de Oro del Cante.

LLAVE DE ORO DEL CANTE.
En torno a este acontecimiento, la versión más divulgada es que la recibió en 1868, [hay quien afirma que fue en 1862, dato tampoco constrastado] en el Café Sin Techo de Málaga, en medio de la euforia de un grupo de aficionados, recibiéndola de manos de Manuel Pérez de Guzmán y el general Sánchez Mira; existiendo otra versión en torno al hecho, ubicándolo en Jerez de la Frontera, durante una fiesta de cabales. Al cabo del tiempo y las investigaciones la duda persiste y no se tienen pruebas claras al respecto.

Lo que parece cierto es que vivió de joven en Cádiz. pues su familia, y él mismo, aparece en padrones de la capital de su provincia; y también que vivió en Alcalá de Guadaira y otras localidades sevillanas y en Málaga, en una especie de errancia consecutiva. Aurelio de Cádiz, en una de las curiosidades que narró a José Blas Vega, sitúa a ‘El Nitri’ cantando con la guitarra de Patiño en el colmao gaditano La Concha, al referirse a Andrés ‘El Loro’, quien también participó en la reunión. Igualmente, Aurelio de Cádiz recordaba que la letra de siguiriya que dice:
Pobrecito Ponce
que en Lima murió
cómo llamaba a Cristina murió
y no la vió.

referida al torero casado con Cristina Ortega, hermana de ‘El Cuco’, era original de ‘El Nitri’, amigo de Ponce.
La pastora divina
venga en mi compañía,
que me veo sin calor de nadie
y en tierra mu extraña

Juan Talega, en una entrevista de prensa, aseguró que ‘El Nitri’ vivió tres años en Alcalá de Guadaira, en casa de su familia. Al decir de Antonio Mairena, una sobrina del ‘Tío Maero’, que tenía noventa años, le relató que la fiesta en la que entregaron la Llave de Oro del Cante a ‘El Nitri’, estuvo organizada por los jerezanos Manuel Molina y Juan Junquera. En el número 75 de ‘La Ilustración Ibérica’  (Barcelona. 7-6-1884) puede leerse: «Caoba hizo el elogio dc su pariente, su tío Tomás, El Nitrí,- ¡Ese si que sabía cantar por tó lo alto! EI pobre espichó en Cádiz. Era mu bebedor y mu juerguista». Por lo que se deduciría que El Nitri murió hacia los treinta años de edad, aunque todo lo relacionado con ‘El Nitri’  son conjeturas, dada la falta de datos concretos, al no aparecer su nombre en ningún programa ni reseña de la época. (En la imagen de la izquierda, Juan Talega).

FRANCISCO ORTEGA ‘EL FILLO’.
Por circunstancias desconocídas. Tomás ‘El Nitri’ vivió desde niño con su tío Francisco Ortega  'El FilIo' que era muv amante de los niños. A ello alude la letra de la famosa soleá atribuida a ‘La Andonda’:

La Andonda le dijo al Fillo:
¡Anda y vete gallo ronco a cantarle a los chiquillos!

(En la imagen de la izqierda, en el centro, El Fillo junto al Planeta, a la guitarra, obra del portuense Francisco Lameyer. Es una de las  escenas Andaluzas de 'El Solitario'. Información falicitada por Francisco M. Arniz Sanz).

Los chiquillos que alude la copla bien pudieran ser ‘El Nitri’ y Silverio, pues, también el popular cantaor sevillano fue iniciado desde su infancia por los dramáticos cantes de ‘El FilIo’. Núñez de Prado, escritor jerezano melodramático y tremebundo, más atento a la anécdota y a la noticia tremebunda que al arte, nos legó hacia el 1909 un retrato arbitrario de el gran Tomás ‘El Nitri’ al que presenta como un caso de timidez erótica parangonable al de un Amiel. Algo así como un Amiel gitano. La especie difundida por Núñez de Prado es en absoluto falsa porque todo el mundo sabe que Tomás ‘El Nitri’ se había juntado a la mujer de su tío, ‘La Andonda’, muerto éste, que era mucho mayor que ella. Lo que está fuera de toda duda es que ‘El Nitri’ gozó toda su vida de fama de raro. Al parecer, ‘EI Nitri’, de quién se cuentan las más estrafalarias anécdotas, algunas de difícil credibilidad, solamente cantaba en reuniones de amigos y familiares y nunca en competencia con otros cantaores profesionales.

Por encima de todo esto está que Tomás cantó inimitablemente una siguiriya, que fue la que mas inmortalizó:
Por aquella ventana
que al campo salía,
le daba voces a la mare e mi arma
y no me respondía.

SILVERIO FRANCONETTI
Sin embargo algunas de sus extravagancias sólo en apariencia lo son. Por ejemplo aquella tan conocida de no cantar delante de Silverio Franconetti. Según parece Silverio se fue al otro mundo con las ganas de oírlo. La actitud incomprensible de ‘El Nitri’ se ha interpretado de diverso modo. Para los partidarios de Silverio la explicacion estaría en el complejo de inferioridad de ‘El Nitri’. En cambio, para los partidarios de ‘El Nitri’, el motivo sería mucho más profundo. Las relaciones casi familiares de Silverio con ‘El Fillo’ y sus parientes rompiéronse de súbito y por causas desconocidas o muy oscuras por lo menos, Silverio emigró a América, donde residió varios años. A su vuelta, ‘El FilIo’ había muerto. Es posible que una tragedia familiar fuese la vuelta del precipitado viaje de Silverio

Mientras duró su estancia en América, Tomás ‘El Nitri’ permaneció al lado de su tío ‘El FilIo’, del que heredó toda la tradición cantaora de la primera mitad del siglo XIX y todos los cantes de ‘El Fillo’. Silverio tenía un enorme interés en oír a ‘El Nitri’ porque era la única forma de refrescar la memoria de los cantes de ‘El Fillo’, su maestro. Y por eso precisamente ‘El Nitri’ no quería cantar delante de él. Entre ‘El Nitri’ y Silverio hubo además radicales diferencias artísticas. ‘El Nitri’ ha pasado a la historia como prototipo de cantaor especialista: su especialidad ya se saben: las siguiriyas y las tonás. Silverio, al contrario, se acreditó ante todo como ejemplo de cantaor enciclopédico, como Miguel Cruz Macaca y como Dolores ‘La Parrala’ entre sus contemporáneos; como Chacón y ‘La Niña de los Peines’ en nuestro tiempo. El arte de Tomás ‘El Nitri’ tuvo su fundamento en los cantes del ‘FilIo’, lo que vale tanto como decir Triana. Seguramente mejoró los cantes de su tío, que conocemos a través suya y de Silverio. De la rica variedad de siguiriyas de Tomás ‘El Nitri’ sólo tres o cuatro han llegado hasta nosotros. Son de impresionante sencillez y grandeza.

Inauguración de la primera sede de la Tertulia Flamenca Tomás 'El Nitri' en El Puerto, el 24 de abril de 1973. De izquierda a derecha, su primer presidente, Francisco Varo Marchán 'Cuqui', el alcalde, Fernando T. de Terry Galarza, el guitarrista Manolo Sanlúcar, desconocido y el guitarrista Antonio Núñez.

Imagen de los asistentes al acto inagural de la Tertulia Flamenca Tomás 'El Nitri', entre otros, vemos a Eusebio Espinar, Juan Martín Vélez, Navarrito, Fernando T. de Terry, Manolo Sanlúcar, Francisco Varo Marchán, Antonio Núñez, Antonio Oviedo González, ...

Otras siguiriyas asignadas por la tradición oral a El Nitri, son las siguientes:
«Oleaítas e la ma furiosa
que fuertes venés
y a la probe mare de mi alma
no me la traé»
. Y
«Arbolito der campo
riega el rocío
como yo riego las pieras de tu calle
con el llanto mío».

(Textos: José María Ruiz Fuentes. Extracto del Diccionario del Flamenco de José Blas Vega y Manuel Ríos Ruiz. Editorial Cinterco. 1985).

El 13 de agosto de 1981, va ya para veinte años, la periodista Lola Galán publicaba una crónica de ambiente sobre El Puerto, en El País, con el título: «Puerto de Santa María: el descanso de la aristocracia de la botella. Cuando el atlántico huele a Fino».

«Teresa Osborne, por favor, la llaman por teléfono». Los altavoces de El Buzo, club deportivo y social de la urbanización Vista Hermosa, repiten un par de veces la llamada. Luego, una muchachita rubia, delgada, cubierta con una camiseta, atraviesa la plataforma ardiente al borde justo de la piscina y desaparece por una puerta discretamente. Un grupo de invitados, que obviamente no residen en Vista Hermosa, persigue con la vista a la rubia, mientras a golpe de codo confirman que efectivamente se trata de una Osborne. Con un poco de paciencia, y unos cuantos finos vivificadores, el grupo podrá tropezarse en esa terraza con la flor y nata de las familias de Jerez, Cádiz o de El Puerto de Santa María, tomando un refresco y mirando indolentes la playa de arena blanquísima. Nietas de la frondosa familia del desaparecido José María Pemán, domecqs, osbornes y terrys de piel oportunamente dorada pasan ante sus ojos con majestuosa indiferencia.

Piscina del Club El Buzo. (Foto: Archivo Municipal).

Decenas de imitadores de Bertín Osborne ensanchan sus espaldas nadando a mariposa con leve golpeteo de medallas e insignias al cuello. Como Bertín los hay que han ido arrinconando hasta dejar reducido al esqueleto de una inicial el primer apellido para llegar al codiciado Osborne tranquilamente. La playa de El Buzo no tiene tan siquiera la visión de las playas populares de El Puerto de Santa María, cercanas en kilómetros, pero escondidas en un entrante de la costa. Sólo está al fondo Cádiz, el puerto y la bahía.

Una chica de unos quince años se acerca al grupo de mirones pidiendo fuego para su cigarrillo. En torno a las muñecas lleva varias cadenas de oro con alguna insignia ultra entrelazada.

Para Angel Moresco, director y residente en Vista Hermosa, que ha visto poblarse de niños e infernales jovencitos motorizados estas calles privadas de la urbanización, hoy aquí hay de todo. A pesar de que fueron Osborne los promotores de este recinto, la gente que vive hoy es, en un alto porcentaje, profesionales de alto nivel de vida, ente que viene de Madrid, de Sevilla, de Cádiz, de El Puerto y, claro, también de Jerez. Además, los Osborne que tenemos no están relacionados directamente con las bodegas».

Karina, actuando en una gala en las instalaciones de El Buzo. (Foto: Archivo Municipal).

Soportando el fuego líquido del mediodía. Angel Moresco, amable y eficiente, da unas vueltas a la urbanización, señalando a quienes le seguimos el peligro de los badenes que, con sus buenos centímetros de altura, pueden acabar con los amortiguadores de cualquier coche. «Es que hemos tenido, algún accidente, ya ven que hay muchos niños montando en bici o en moto, y claro, como la urbanización tiene mucho tráfico, existía siempre ese peligro, por eso pusimos los badenes». Pero ni badenes, ni rótulos de propiedad privada, ni guardas, que no desentonarían junto al oso Yogui, han podido evitar que la calle principal que baja directamente a la playa, una de las más hermosas de toda esta costa, esté tan frecuentada como la carretera que lleva a El Puerto de Santa María. Es un concepto nuevo del lujo que llega a paroxismos torremolinescos los fines de semana, cuando a las prolíficas familias propietarias de chalés o apartamentos se suman los innumerables amigos, ya se sabe, la gente es campechana aquí, en el Sur, dispuestos a disfrutar de las delicias de una aglomeración con alcurnia.

UN LITIGIO CON EL AYUNTAMIENTO.
La gente de El Puerto, en cambio, lo tiene difícil. A pesar de los esfuerzos del Ayuntamiento comunista de El Puerto de Santa María, en cuyo municipio se encuentra Vista Hermosa, que ha llevado a juicio a la urbanización acusándola de apropiarse de los caminos públicos que bajaban a la playa, hoy por hoy nadie sin una invitación especial puede llegar hasta ella. El litigio se presenta sencillo, por el contrario, para José Luis Kutz Muñagorri, el propietario del hotel Fuentebravía, que se levanta a muy pocos metros de la barrera metálica que delimita la base naval de Rota.

«Los dos tienen razón», señala, con un gesto conciliador de sus gruesos brazos, este navarro enamorado de Andalucía y casado con una francesa, que parece conocer todas las claves de la vida en El Puerto. «El Ayuntamiento, que, además, tiene muy buena voluntad, aunque no lo esté haciendo demasiado bien, tiene razón; Vista Hermosa cegó un camino público que bajaba a la playa. Pero también la urbanización la tiene, porque las calles son particulares, y la solución para que sigan siendo de uso casi exclusivo de sus habitantes está en dejar libre el acceso a todo el mundo, pero impedirles aparcar abajo. ¡A ver quién es el guapo que es capaz de ir a esa playa si tiene que aparcar el coche dos kilómetros más arriba!».

El Parador de Fuentebravía, en su úlitma etapa.

Un helicóptero sobrevuela la playa de Fuentebravía, donde se bañan unos pocos clientes del hotel. José Luis Kutz, presidente del Centro de Iniciativas del Turismo, vocal nacional de Hospedaje, presidente de la Confederación Empresarial de Cádiz, entre otras muchas cosas, no oculta su desánimo por el descenso en picado del turismo, ni sus críticas ácidas a la actual situación política. De ideas falangistas, el director del hotel Fuentebravía considera que ha sido un gran error por parte de los empresarios europeos el poner sus industrias en manos del petróleo. «Lo que habré luchado yo con mi mujer por este motivo, que si el gas es mejor, que si el fuel, nada, que quería propanizarme hasta la cocina. Pero yo me he mantenido fiel al carbón, que, poco o mucho, por lo menos es la energía que producimos». Carbón que ha sido más fiel que aquella primitiva clientela de americanos, que llegaron a la base de Rota a montar sus Polaris a un costado del hotel. Polaris ya no hay, y americanos quedan pocos.

EL ARRUMBADOR QUE LLEGÓ A ALCALDE.
A pesar de estar en contra de casi todo, José Luis Kutz paga religiosamente sus impuestos al nuevo ayuntamiento comunista, a cuyo frente está Antonio Alvarez Herrera, un antiguo arrumbador de las bodegas de El Puerto de Santa María. A las diez de la mañana entra un bedel delgado en el despacho de su secretaria: «Que llamen a la casa Osborne», anuncia sin más protocolo. Los Osborne otra vez. Aunque se dice que las grandes bodegas van a pique, aunque se destiñe ya el viejo esplendor de los nombres ingleses españolizados, y hasta la casa Terry ha vendido por varios millones de pesetas bodegas, caballos, todo, a una firma catalano-canadiense. (Antonio Álvarez Herrera, alcalde en 1981. Foto: Archivo Municipal).

A las 10.05 horas ha llegado el alcalde, con un traje de safari adaptado posiblemente a la jungla tórrida de El Puerto de Santa María, ciudad de cien palacios en ruinas, como rezan los carteles colocados por la Delegación de Cultura del nuevo Ayuntamiento en cientos de muros. Sobre la mesa de madera noble, el retrato del rey Juan Carlos se ha desplazado galantemente ante la imagen de la Milagrosa, la patrona de El Puerto. En la pared de enfrente, amorosamente enmarcado, hay un verso de Alberti, a quien el Ayuntamiento va a dedicar una casa-museo, en el que Juan Panadero saluda a los «nuevos alcaldes de Andalucía».

«Que han llamado de la casa Osborne». La joven secretaria, que ha venido de Madrid, transmite el mismo mensaje. «Contra lo que pudiera parecer, no hemos notado ninguna actitud saboteadora, ni nada parecido, por parte de la burguesía de El Puerto», aclara Antonio Alvarez. «Incluso han venido a explicarme sus planes de cerrar algunas bodegas de las que se visitan, y yo sencillamente les he dicho que toda mi vida, desde pequeño, estoy acostumbrado a este paisaje de bodegas, y que El Puerto es una ciudad turística y hay que mantener su personalidad y su belleza, y me han dicho que sí, que de acuerdo, y han salido por esta puerta tan amigos". (Textos: Lola Galán).

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Nació en El Puerto el 2 de diciembre de 1891, siete años antes de los  tristes sucesos para España de 1898 frente a Cuba, Filipinas y los EEUU. Hijo de Rafael Pineda y de María Asunción Gutiérrez,  nació en la calle Luna, siendo el mayor de cinco hermanos (Pedro, José, María Asunción, Carmen y María Dolores, falleciendo un hermano mayor, Rafael). En el Instituto Padre Luis Coloma de Jerez hará el examen de ingreso en 1901.

A continuación cursará primero y segundo en el colegio  de Manuel Ruiz Catelín en nuestra Ciudad . Tercero lo estudiará en los Jesuitas,  donde será contemporáneo de Rafael Alberti Pedro Muñoz Seca y Juan Ramón Jiménez y Fernando Villalón, entre otros interesantes protagonistas del mundo de las letras del siglo XX. El curso de cuarto lo estudiará en Algeciras y vuelta a El Puerto, donde se formará en los valores de austeridad y estudio de dicha orden, obteniendo el Bachillerato, tras examinarse en el ya citado Instituto jerezano Padre Luis Coloma, el 16 de junio de 1908.

Los hermanos Pedro y José Pineda, posando en el patio de San Luis Gonzaga. Tercera fila superior, segundo y tercero por la izquierda.

TRASLADO A MADRID.
Ese año, la familia, huérfana de padre, se trasladará a Madrid y Pedro, aunque con inquietudes por una carrera que no estaba entonces prestigiada y un oficio que no sería oficial hasta 1915,  se matriculará en varias academias preparatorias para el ingreso en la Escuela de Ingenieros de Caminos, en la Escuela Central de Artes Industriales e Industrias y, como alumno ‘por libre’ en diversas asignaturas de la carrera de Exactas. Ya en el último curso se decanta esencialmente por su vocación: las matemáticas, obteniendo la licenciatura en 1915 año en el que inicia los estudios de Doctorado que culminará con sobresalientes.  El ambiente que existía para las matemáticas había cambiado a mejor en el país, gracias al apoyo de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, además de haberse creado, en 1911, la Sociedad Matemática Española, en la que ingresaría Pedro Pineda. Había nacido un nuevo oficio, el de Matemático.

Memoria  premiada en 1924 por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y publicada en el año de 1930

En el que sería conocido más tarde como Laboratorio y Seminario Matemático de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) Pedro Pineda se incorporará integrado en el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales. Simultáneamente y, desde un año antes, es decir en 1914 empezaría a impartir clases en academias particulares, sobre Geometría Descriptiva, Análisis Matemático y Cálculo Infinitesimal.

BECADO EN BASILEA Y ZURICH.
El panorama científico está cambiando en España como se ha dicho y, becado por la JAE pide ampliar estudios en Basilea y Zurich, durante algunos periodos de 1916 y 1917, no sin terminar antes su tesis doctoral calificada como sobresaliente «Representaciones conformes según el método de Bieberbach».

(En la imagen de la izquierda, suelto de ABC, en el que se señala que Pedro Pineda obtuvo el premio otorgado por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en el concurso ordinario de 1924).

CÁTEDRO EN ZARAGOZA.
En 1917 el matemático accede, como  auxiliar interino, a la Facultad de Ciencias de Madrid, a la par que continúa investigando en el Laboratorio y Seminario Matemático perteneciente a la JAE, mientras preparaba oposiciones para la Cátedra de Geometría Descriptiva en la Facultad de Ciencias (Exactas) de la Universidad de Zaragoza, lo que consigue al año siguiente, es decir en 1918, con 26 años. En 1919 será nombrado Secretario de la Facultad y, ese mismo año concursará, en el mismo recinto universitario a cátedro de Elementos de Cálculo Infinitesimal simultaneándolo con la opción a catedrático de Cosmografía en Madrid, sin conseguir ninguna de las dos. En Zaragoza, pues se va especializando en lo suyo: la geometría, mientras mantendrá una fuerte relación con sus colegas madrileños, publicando en revistas y glosarios.

ALBERT EINSTEIN.
En 1923 visita Madrid, Barcelona y Zaragoza Albert Einstein, en su gira mundial, como referente científico con su Teoría de la Relatividad. El hecho de dominar el idioma alemán de forma fluida hizo que fuera el interlocutor de la Facultad con el científico, relación que se trasladaría al plano de lo personal ya que Einstein visitaría al científico portuense en su casa zaragozana.

ESPASA
Por encargo de la Enciclopedia Espasa participará en aquella importante empresa editorial, cultural y científica, redactando las voces ‘superficie’ y ‘volúmen’ de dicha obra. Para Pineda, “el capítulo más extenso de la Geometríaa es, sin duda, el que se refiere a superficies”, dado que “en el estudio de éstas y los fundamentos para hacerlo está comprendida toda la Geometríaa y gran parte del Análisis”. Esta densa contribución que algunos han considerado casi como un manual de la materia, con 46  páginas  a dos columnas, se divide en 7 partes, completadas con un Índice de Superficies y la bibliografía específica.

VUELTA A MADRID
En 1932 Pineda optará a la Cátedra de Geometría Diferencial en Madrid, compaginándolo al principio con una extensa labor de publicaciones, año en el que una nueva revista verá la luz: Matemática Elemental. En 1933 obtendrá por oposición la Cátedra en la Unviersidad Central de Madrid y, al año siguiente será designado profesor del Laboratorio y Seminario Matemático de la JAE y en 1935 nombrado subdirector de la Revista Matemática Hispano Americana (RMHA) (En la iamgen de la izquierda, voz 'Volúmen', del tomo 69 --curioso número para un matemático-- de la Enciclopedia Espasa. Año 1930).

GUERRA CIVIL.
La guerra truncará la actividad cientíica y docente, trasladandose a Valencia como Catedrático de su Universidad, mientras intentaba continuar en los esfuerzos de orden intelectual, llegando a dar clases, a petición propia en el Instituto de Bachillerato ‘Blasco Ibáñez’ de Valencia, en 1938. Regresará a Madrid en 1939 y, aunque el Servicio de Inteligencia Militar y Policía le consideraban ‘neutro aunque tirando a las izquierdas’, fue rehabilitado sin recibir sanción, en noviembre de dicho año.

MUTUALIDAD DE CATEDRÁTICOS.
Fue uno de los impulsores de la Mutualidad de Catedráticos, después de la contienda, de la que llegaría a ser su Secretario y que jugaría un papel destacado en la defensa de los intereses de los profesores depurados por el franquismo.

ACADÉMICO Y CONDECORADO.
En 1950 recibió el reconocimiento de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, siendo elegido a propuesta de cuatro académicos de prestigio constrastado, aunque no llegaría a ocupar el sillón por renuncia expresa, tras dilaciones varias que duraron 16 años, por lo que en 1966 se sustanció la aceptación de aquella renuncia.

Cinco años antes obtendría la Gran Cruz de Alonso X ‘el Sabio, poco antes de jubilarse. Pedro Pineda, alejado del mundo académico y de las publicaciones científicas, por la enfermedad que le aquejaba, fallecería en Madrid el 7 de enero de 1983, con 92 años.

En la caricatura de la izquierda, aparecida en la Revista Atenea. El poema que acompaña a la ilustración, en su primera estrofa dice. 'Hombre que empieza por 'pi'/ debe ser algo enigmático:/ en efecto, es matemático/ de lo mejor que yo ví.

(Textos: Extracto del artículo publicado en la Gaceta de la Sociedad Médica Española, por Francisco A. González Redondo y Lourdes de Vicente Laseca. Fotos: Familia Pineda).

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Las bodegas de El Puerto, Sanlúcar y Jerez reúnen un nutrido grupo de capataces concienzudos y dedicados, mayores y más jóvenes, algunos casi retirados, que son  un pozo de conocimientos acumulados, donde beber de su maestría.

De izquierda a derecha, Antonio Morión Monge, Capataz de Williams & Humbert Ltd., de Jerez;  José Lobato Peralta,  Capataz de Fernando A. de Terry, padre de Mari Carmen Lobato, casada con Javier Benjumeda; Luis Moreno Paz, Capataz de Fernando A. de Terry  padre de Juan Luis y Tatín Moreno; y Manuel Camacho Cala, Capataz de Osborne y Cía., hermano de Milagros, la segunda mujer de Pepe Romero Zarazaga, de Romerijo. A estos capataces de la fotografía les dieron un homenaje en una Fiesta de la Vendimia de Jerez, en la década de los sesenta del siglo pasado.

En la imagen de la izquierda, un joven José Antonio Gómez Sánchez, Capataz General de Bodegas Osborne, en una instantánea tomada 24 de marzo de 1939.

«Una frase habitual entre los obreros que llegaban a encargado de departamento era, medio en broma, la de que "ya podían ir a trabajar vestidos con una chaqueta". Pero ni eso ni la habilidad con la venencia son garantía de buen criterio en la selección y valoración de los vinos. La selección no ha estado nunca en manos de cualquiera, sino en la de los máximos responsables de las casas vinateras. Hay que tener ciertas cualidades para ello. Lo más difícil es la selección de los vinos y conservar el patrón sensorial de cada tipo de vino. Siempre serán necesarios, la venencia, la copa, la tiza y la presencia e intervención del capataz. Todo vino es un producto de la intervención humana, y cuanto más cercana y exigente sea ésta, mejor será el vino». (Rafael García. Capataz de Bodega).

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‘Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo’ Antonio Porchia

El tiempo pasa inexorablemente, el pasado, presente y futuro está a pesar del largo tiempo transcurrido y por transcurrir, unido, parece fue ayer, pero hemos pasado rápidamente a un mundo de tecnologías que han eliminado imágenes en nuestras vidas que por suerte seguimos teniendo en la memoria, y de eso se trata este escrito, de recordar aquellas figuras hoy obsoletas.

Capilla de la Sangre, en la calle Palacios esquina con Nevería, (frente al Bar Apolo y la Óptica, más tarde aquí estuvo el Bar La Mina) desde donde está tomada la foto que presenta un precioso empredado de la calle, con aceras de doble losa de Tarifa.

Ya no tropiezas en una calle empedrada cual calzada romana que un empedrador se esmeraba en nivelar, ni calles llenas de chinos no con tiendas de todo a cien como ahora, sino calles llenas de chinos pelúos que fueron poco a poco sustituidas por esos adoquineros que rellenaban de tierra, que con una cuerda marcaban la línea y que colocaban poco a poco esos pesados adoquines dejando un dedo de espacio para rellenar más tarde con cemento y que reinauguraban como un avance y minimizaban el traqueteo de las carretas, haciendo un poco más felices a los carreteros, a los ciclistas de ruedas macizas y los dueños de los primeros seiscientos.

Los arrieros enfilaban a primera hora sus burros  al servicio del calero hasta la playa a por arena en viaje de vuelta a la calería por la calle Santa Lucía. Cerones a rebosar, borricos adornados por el diseño de los guarnicioneros y con las espuertas de esparto a lomos para aprovechar el viaje de cada borrico que fueron habilidosamente creadas por los esparteros.

Empezaba el día y los barrenderos comenzaban su faena cargando las espuertas de goma con aquellas dos medias paletas metalicas y aquél escobón de palo largo y grueso con el ramillete de esparto que planeaba constantemente sobre las aceras arrastrando las colillas de los celtas y los peninsulares. Por delante el varillero que había acudido a la llamada de los vecinos porque las pozas estaban atascadas y había que retirar la arena.

La mañana era en el pueblo medidor de vida, de actividad comercial, el sillero con su manojo grande de enea arreglando las sillas que los taberneros tenían desfondadas y obligaban a sus clientes a tener que sentarse sobre el palo haciendo equilibrios mientras se echaban al gaznate de un tirón el vaso de vino blanco. El zapatero remendón dejaba su canto para ver pasar a las muchachas zurcidoras que con esas habilidosas manos arreglaban las carreras de aquellas medias que vendía bajo precio el estraperlista como de calidad y traídas del extranjero y que mostraba a sus clientas con el mayor de los misterios.

Pepín el barbero colocaba sus paños blancos sobre las estanterías de cristales a la espera del primer cliente, Pepe el tendero de Ultramarinos Genaro apuntaba ya en el papel de estraza las primeras cuentas y las pinchaba en aquél alambre en el que contabilizaba los “mandáos fiáos”. El carbonero de la calle Nevería con la boina calada hasta las cejas y la cara ennegrecida preparaba el picón para las anafes, el ditero con su gordo cuaderno en el sobaco y sobre el brazo prendas de vestir empezaba su recorrido diario para apuntar con un lápiz grueso que mojaba con saliva los a cuentas de sus clientes antes que llegaran los cobradores de los bancos y de las tiendas. El dulcero sacaba a pasear aquellas sultanas de coco y “güevo”. El lechero, el mielero y el recovero se hacían los amos de las casapuertas. El matarife se encaminaba al matadero con su atillo de cuchillos afilados, el picapedrero y el cantero se enfilaban hacía la sierra de San Cristobal, El Puerto era un clamor de prosperidad. Los tejadores no paraban de faena que tenían,  e iban de la mano de los desollinadores con aquellas escobas larguísimas de caña llevándose todo el negro hollín de aquellas chimeneas cocinas. Y al quite de ellos el “encalaó” con su cubo de cal viva y sus escobillas para acicalar las casas y dejarlas listas para el verano.

El herrero de las Siete Esquinas adornaba sus cierros y balcones compitiendo en el martilleo con los toneleros, y los arrumbadores movían las botas y toneles por la calle Valdés de una bodega a otra. El hielero en su carricoche le hacía competencia desleal al heladero, que pedaleaba incansable, vendiendo junto con el hielo aquellas botellas de gaseosa “La  Revoltosa” fresquita que competían con La Casera para apoderarse del mercado.

Las calles principales eran un hervidero de gente moviendo el comercio, con su bata gris o marrón claro en algunos casos con una larga hilera de botones, el recadero iba de un lugar a otro llevando y trayendo paquetes y recados,  el cuchillero pregonaba sus navajas de Albacete, el paragüero ofrecía sus varillas y sus arreglos, el alfarero paseaba a lomo de su mulo sus cántaras y vasijas de barro, la entrada al Mercado de Abastos era una exposición mostrada sobre atillos a partir carillo de chucherías de Severo,, el buhonero esparcía sus peines, botones y baratijas,  más allá el alpargatero mostraba orgulloso los últimos diseños, el marroquinero mostraba sus artículos de piel o imitación generalmente, carteras, bolsas de todos los colores, billeteras, tejedores que vendían sus sábanas de lino y gruesos “jerseis” de lana con muchos coloridos.

La gente prosperaba, arrinconaban  los pantalones con parches en el culo, había futuro, se creaban empleos para toda la vida, el cobrador del tranvía iba como un almirante engalanado, el prestamista se apoyaba en su bastón y asomaba el pico de un pañuelo blanco en el bolsillo superior izquierdo de su chaqueta y aguardaba impasible a la espera de recuperar su dinero, el alguacil del ayuntamiento llevaba presto para ejecutar en su carpetilla  los mandatos del alcalde andando más que un peón caminero.

Los niños cantábamos el Cara al Sol al entrar cada mañana al colegio, nos “endiñaban” nuestra dosis de leche en polvo y de aquel queso amarillento que se pegaba al cielo de la boca y nos íbamos cantando “Paloma si vas al monte....”. Jugábamos en las calles Palacios y San Bartolomé al atardecer mientras las golondrinas y vencejos revoloteaban y de forma acompasada se oía el cacharrareo del latero, del hojalatero que te hacía un cazito con una lata de leche condensada, a Dª Virginia, profesora de piano vecina de mi abuela y de Manolo Martínez Alfonso, y de los Govantes, siempre de negro y de roete con su do re mí, al piano.

El campanero se volvía loco tirando de una y otra soga para hacer sonar las campanas para el rosario. Apenas éramos interrumpidos en nuestros saltos de las “papas cocías”, en nuestra pelota al ruedo, la lleva, lleva... cuando pasaba el colchonero que ofrecía sus servicios de vareo de la lana o  la borra de los menos pudientes despelmazándola con gran habilidad para poder ser usado el colchón como el primer día, el afilador que hacía sonar su chiflo con su música tan característica, que cuando era requerido le ponía aquella correa ancha de cuero a la rueda de madera que elevaba sobre un caballete y que con un motor hacía girar para afilar los cuchillos y las tijeras produciendo aquellas chispas que salían despedidas con fuerza y  nos hacían soñar en dragones. Antonio el barquillero con su canasto de mimbre repleto de barquillos y con su reolina para probar suerte. El arropiero que iba camino del parque Calderón para apostarse en la entrada con sus arropías de color rosa y pegajosas.

Un parque que se llenaba de gentío paseando a las fresquitas oliendo a papas fritas y buñuelos, a pescaíto frito y viendo de reojillo esas gambas y langostinos de Romerijo que eran entonces para unos pocos, las tajaítas en la puerta del bar La Marea, los ostiones. Los americanos en el Santa María, caballitos de sube y baja, niños llorando y riendo en el carro de “las patás”; el cerillero que se acerca para ofrecer esa cajillas de cerillas finas que dejaron olvidados a los encendedores de mechas largas amarillas veteadas de negro.

El limpiabotas con su caja y su silloncito de madera con un acolchado filiteado y que se anuncia con su “limpiaaaa", y atento a todo el fotógrafo con aquella caja roja llena de fotos en sus laterales puesta sobre un alto trípode y dejando caer por un lado aquella larga manga negra. Casa Flores, Los Portales, Las Rejas, Ceballos no eran lo que es y siguen en el presente. Y como si formara parte del parque, un Tonino esperando le llamaran maricón para asomar por la manga su muñon; a mí me conocía: decía "--Tú eres el hijo de Milagros": el Chumi con dos barcas por zapatos, el Guarigua al que le cantabamos "Ya se murió Guarigua, Dios lo perdone, se lo ha llevao volando, los cigarrones"; el Baba con sus pellizcos, La Guachi con su canasta de mariscos y cantando, cuando estaba agustito "Terry, Terry, Terry, el de la maya dorada", el Papi patatas fritas de noche, pescado de día, iglesia y procesiones a la sombra de D. Manuel Salido, el Tagarnina y su radio de deportes solo del Racing, de aquél de la fábrica de Vipa en la que veíamos a un Manolo de Central, a Fenoy de lateral o a un Ricardo pañuelo en la frente... goleando al Jeré, Luichi con sus devaneos, bailoteo de muñeca y respuesta para todo, un Ratón de gorra y bastón ataviado de pañuelo al cuello, y es que el Parque Calderón era la artería nocturna de El Puerto.

De izquierda a derecha, Tonino, El Chumi, El Papi, El Tagasnina. (Fotos: Miguel Sánchez Lobato).

Ya se acercaba la noche lo indicaba el mamporrero de los caballos cartujanos de Terry que charlaba animadamente con el herrador a la salida del trabajo. El acomodador del Teatro Principal de Nuchera llevaba la linterna en la mano porque ya empezaba la función. En El Puerto ciudad próspera ya no teníamos serenos y perdimos el canto de las horas en punto y sin novedad, tampoco fareros, dejamos de tener esos barqueros que nos cruzaban el río Guadalete desde la playa de la Puntilla a la de Valdelagrana y viceversa en la desembocadura del río y cerca de la torta en la que jugábamos al fútbol cuando bajaba la marea, mientras la virgen del Carmen atenta era saludada por los barcos en sus idas y venida a la mar. Un río que desde el vapor nos dejaba ver en su ribera al cordelero trenzando cuerdas de cáñamo y esparto girando la manivela hasta montar una única y gruesa maroma. Un poco más allá los rederos con su agujas de madera arreglan las artes, reparan las redes de pesca a la vuelta de los barcos de faenar, ajustan las relingas de flotadores y plomos. Montones de trasmallos y algunas nasas, pollos de pelea en sus jaulas  de madera, gallinas inglesas picoteando restos de pescado seco.

Redero en la Avda. de la Bajamar, donde hoy se encuentrar el último aparcamiento, frente a La Nueva Dorada. (Foto: Rafa. Archivo Municipal).

Las gaviotas acompañan  con su vuelo majestuoso al vapor desde la barra hasta puerto, cierras los ojos para soñar despierto recibiendo en tu cara los rayos del sol humedecidos con la brisa marina y me transporto a aquellos días en que viví en Campo Lugar un pueblito de Cáceres en dónde conocí al pregonero que haciendo sonar su trompetilla  “turú, turú, de parte, del señor alcalde, se hace saber...." y nos hacía saber todo lo que acontecía a la vez que como hombre anuncio nos indicaba las mejores ofertas de sandías y melones y a quién la chiquillería, al menos mis hermanos y yo no habituados, les seguíamos como su cuadrilla particular.

Allí había bastante menos ajetreo que en El Puerto, gallinas y cerdos por las calles paseando libremente, mulos y cerones, el trillero, el talabartero, dedicado a sus menesteres, el aguador con su cisterna tirada por un borrico y que proveía llenando las cántaras de los vecinos, amaneceres para otras profesiones distintas, segadores, resineros, hacheros, recolectores, porqueros, mesegueros, capadores, molinero, albarquero, curtidores, bataneros y aquellas señoras lavanderas que con un rosquete sobre su cabeza soportaba cestas de ropas camino del río...  la sirena del Adriano II llamó de nuevo mi atención, ya estaba atracando y preparando un nuevo viaje a Cádiz. (En la imagen, Francisco Gómez Badillo cabo primera de la guardia urbana dirigiendo el tráfico en un pedestal con sombrilla en la Plaza de las Galeras, en 1960).

Espero que con esta narrativa haya traído recuerdos, que no es sino una forma de homenajear, y aunque uno no sea un juglar ni un contador de historias,  ni un bufón más bien un cagajonero de la vida, sea yo mi propio verdugo y que como un praegustador pruebe yo mismo a modo de veneno mis propios devaneos con el recuerdo. (Texto: Manolo Cruz Vélez).

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José María García de Paredes y Barreda nació en Sevilla en  1924 y falleció en Madrid, en 1990 con 66 años. Fue un reconocido arquitecto del pasado siglo, oriundo de El Puerto. Su madre, Elena Barreda Scandella, natural de El Puerto al igual que sus abuelos maternos: Eusebio Barreda Martínez y Angela Scandella Beretta.

En una entrevista que le hizo Rocío García con motivo de la inauguración del Auditorio Nacional, de cuyo proyecto era el autor (“El País” de 21-10-1988), él decía que había nacido en una familia de “marinos de guerra”. Sin embargo, su padre José María García de Paredes e Iraola, alcalde de Ronda durante la contienda civil, pertenecía al arma de Artillería. Y aunque, por parte de su abuelo  paterno, Manuel García de Paredes Jácome, que residía en Chiclana, tenía alguna vinculación con marinos de guerra, pues era cuñado de Juan Cervera, está claro que este ilustre sevillano, se refería a su familia materna, los Barreda y Scandella, que tuvieron varios miembros  en las filas de la Armada, algunos con una destacada hoja de servicio.

FAMILIA DE EL PUERTO.
Su madre, portuense de nacimiento, fue Elena Barreda Scandella, hija de los también porteños Eusebio Barreda Martínez y Angela Scandella Beretta.  Dos de los tres hermanos de su abuela,  sus tíos abuelos maternos Agustín y Pablo Scandella sirvieron en la Armada. El primero, ingeniero militar, miembro del comité español que firmó en París la paz con EE.UU. y, posteriormente, asesor militar de la marina rusa, así como asesor de Anglada en la construcción del primer automóvil fabricado en España. Y su hermano Pablo, que fallecería poco después de terminada las guerras coloniales en la casa donde vivía la familia, en calle San Bartolomé, hundió el navío que mandaba para no entregarlo a la marina estadounidense, en una de los últimas incidencias bélicas de la Guerra de Cuba.

FAMILIA DE CRÍSPULO MARTÍNEZ.
El abuelo, Eusebio Barreda Martínez, era hijo de Emilio Barrera Pérez, capitán de fragata de la Real Armada y portuense de cuna, de ascendencia onubense pues su padre, José Antonio Barreda Ortiz de Zarate, que ejercía como cosechero, había nacido en Huelva y de Elena Martínez Picard, hija de Críspulo Martínez (ver nótula 311 en GdP). La familia vivía en el número 12 de la calle Nevería desde 1862, fecha en la que contrajeron matrimonio. También el hermano pequeño del bisabuelo materno paterno, Emilio Barreda, igualmente nacido en esta ciudad, llamado Justino, domiciliado en calle Descalzos nº 16 de casado y que murió sin descendencia, alcanzó el grado de Jefe de Armada con menos de 50 años.

Los estudios superiores  de nuestro protagonista, José María García de Paredes, Ciencias Exactas, los realizó en Sevilla enre 1941 y 1943. En 1950 obtiene la licenciatura en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la capital de España. Entre 1950 y 1952 realizará diversos viajes de perfeccionamiento y estudio por diversos países europeos: Italia, Alemania, Inglaterra, Francia y Países Nórdicos. Obtuvo el gran premio de Roma en 1955, donde permaneció pensionado por espacio de tres años: entre 1956, fecha de su casamiento y 1958.

SE CASA CON LA SOBRINA DE FALLA.
En 1956, el 14 de junio, se casa en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de San Fernando (Cádiz) –y no en 1957 como figura en algunas biografías del personaje—con María Isabel de Falla, sobrina y ahijada del insigne músico gaditano, Manuel de Falla y una de las impulsoras de su legado (Isabel de Falla, en la imagen de la izquierda, en la actualidad). Actuó como padrino de la ceremonia, que ofició el Padre José Manuel Aguilar, un tío de la novia, Pedro Mathéu y Montalbo y la madre del novio, Elena Barreda Scandella, viuda de García de Paredes. Su tío, Eusebio Barreda Scandella, otro marino de guerra, capitán de corbeta fue testigo del acontecimiento, así como otro de excepción: Don José María Pemán.

Ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1986, con el discurso Paseo por la arquitectura de la música. Estaba en posesión del Premio Nacional de Arquitectura, recibido ex aequo junto a Rafael de la Hoz, por el Colegio Mayor Universitario de Santo Tomás de Aquino (Aquinas) de Madrid.

Auditorio Manuel de Falla. Granada. 1974.


Auditorio Nacional de Música. Madrid. 1982.

Palacio de la Música. Valencia. 1987.

EL ARQUITECTO DE LO SAGRADO Y LO PROFANO.
García de Paredes es reconocido, especialmente, por sus proyectos de grandes auditorios en nuestro país. Su obra es un compendio entre lo material y lo abstracto, lo antiguo y lo moderno, imprescindible para comprender la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX. Ya se ha señalado el Colegio Mayor Aquinas (1953), en colaboración con Rafael de La Hoz; la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Fuencisla (1961) en el Poblado de Almendrales (Madrid); la Iglesia y Convento de Santa María de Belén (1961) en Málaga: el ‘carmen’ Rodríguez Acosta (1964) en Granada; el Centro Manuel de Falla (1974) también en Granada o el Auditorio Nacional de Música (1982) de Madrid.

Parroquia de Ntra. Sra. de la Fuencisla. Poblado de los Almendrales (Madrid). 1961.

EL LEGADO DEL ARQUITECTO.
En 2005, sus herederos hicieron donación de sus archivos de arquitecto a la Fundación Cultural COAM (Colegio de Arquitectos de Madrid), en un gesto de preservación del patrimonio documental de arquitectura y urbanismo. En aquel acto se recibieron, también, los legados de otros insignes arquitectos: Francisco de Asís Cabrero Torres-Quevedo, Luis Cubillo de Arteaga, Javier Feduchi Benlliure y José Luis Fernández del Amo Moreno.  (Texto: Antonio Gutiérrrez Ruiz. A.C. Puertoguía y José María Morillo).

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Enrique Pedregal Valenzuela nace en 1937 en el número 7 de la calle San Juan, quinto hijo del matrimonio formado por Enrique Pedregal, natural de El Arahal (Sevilla) y de la jerezana Ángeles Valenzuela Carribero. Los hermanos Paquita, Conchita, Eugenio, Miguel, Enrique, José María y Angelita serían los hijos de tan numerosa familia. Enrique viviría, a lo largo de su vida también en la calle La Palma, Nevería, San Bartolomé, San Sebastián, Santa Luciía y, desde 1980, en la esquina de Santo Domingo esquina y vuelta con San Bartolomé.

En 1937, año del nacimiento de Enrique, fueron alcaldes de El Puerto, Francisco Quijano Rosende y Antonio Rives Brest. Rafael Alberti publica ‘De un momento a otro’. Llega a El Puerto el músico Francisco Dueñas Piñero, que entra a prestar sus servicios en el Ayuntamiento. El General Modesto mandaba la 4ª División del Cuerpo del Ejército de Madrid. El 14 de enero fallecía en El Puerto, José A. Ruiz de Cortázar y Sanginés, Interventor de Fondos del Ayuntamiento, casado con Luisa Tosar y Zurututza. Fueron fusilados, en el término de El Puerto, la madrugada del 4 de enero, Luis García Sahagún, maestro nacional y ex-primer teniente de alcalde del último ayuntamiento republicano de Sanlúcar, junto a él, el hijo el ‘Quincallero’ de la Plaza de San Roque, ‘el Manga’, secretario que fue de los viticultores y ‘el Chato de la Dehesa’ padre, todos ellos de Sanlúcar. Al mes siguiente, en febrero, el General Franco le concedía la Medalla Militar individual al falangista Fernando Zamacola. El alcalde socialista de Torre Alháquime Pedro Pérez Álvarez fue condenado a muerte y fusilado en El Puerto el 2 de julio de ese año.

Imposición de la insignia de la Juventud de Acción Católica en San Joaquín, con Don Luis Bellido y Luis Almansa.

Estudió en La Divina Pastora, en la calle Luna y con D. Juan ‘el Cojo’, y más adelante en Campano (Chiclana) interno, donde coincidiría con Pepe Macías, Pedro Gutiérrez Maza, Manuel Villanueva entre otros. De vuelta a El Puerto, estudia en La Pescadería, donde coincidirá con Joaquín Solís, Pepe Alba, Antonio Benjumeda, Pepe Crespo, … hasta reválida de sexto, quedándose como profesor, donde permanecerá por espacio de 7 años, dejando la docencia el primer año en el que este colegio se traslada a los Jesuitas, por incorporación al negocio familiar de los muebles.

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Trabajando en la mesa de despacho de su padre, que todavía conserva.

Huérfano de padre desde los 13 años, Muebles Pedregal era llevado por su viuda, Ángeles Valenzuela, una trabajadora infatigable, que a veces no dormía de noche, trabajando, para poder cumplir los compromisos y sacar a tan numerosa prole adelante, que además regentó un almacén de Ultramarinos en la esquina de San Bartolomé con Federico Rubio, donde está el Bar Triana.

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Durante unas maniobras, haciendo el Servicio Militar.

Hijo de viuda, trabajando, pidió varias prórrogas posponiendo el Servicio Militar que acabaría haciendo en la sede central del Ministerio del Ejército en Madrid, con 26 años. Recuerda Enrique que allí se comía y se vestía bien –estamos en 1963--, dando clases por las tardes a los que no sabían leer y escribir. Su destino final sería como administrador de diferentes campamentos. Era ministro del Ejército por entonces Camilo Menéndez. De su don de gentes queda la anécdota de que acabaría tomando copas con el ministro en una cafetería cercana al ministerio.

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Con su novia, Milagritos Cárave, con la que ya casado tendría cuatro hijos.

Se casa en 1966 con Milagros Cárave García y se va a vivir a la casa familiar en San Bartolomé, frente a la portada barroca del Instituto Santo Domingo. Con Milagros tendrá cuatro hijos que le han dado nueve nietos.

HERMANDAD DEL OLIVO.
En 1960 se suma a la iniciativa de aquellos cuatro jóvenes que la tarde del Domingo de Ramos de 1960 de fundar una nueva hermandad en El Puerto, El Olivo, que este año ha cumplido los cincuenta de existencia. Formó parte de aquellos 20 hermanos que, aportando cien pesetas cada uno, conseguirían adquirir los enseres imprescindibles para sacar, al año siguiente la Hermandad a la calle. Y recuerda a Luis y Enrique Ortega, Chemari Gutiérrez Colosía, Antonio Herreros, … Para sacar adelante la Casa de Hermandad de la calle San Sebastián, --las Escuelas Pías de la Aurora—se organizaron diversas campañas: la Operación Ladrillo, la Operación Vigueta. Estuvieron incluso a punto de comprar la Iglesia de las Capuchinas al promotor inmobiliario Fernando Medina, de FERMESA, operación que no cuajaría. Enrique Pedregal fue Hermano Mayor de El Olivo durante un mandato.

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En la Feria, de izquierda a derecha, María del Carmen Gómez, Antonio Romero Castro, Enrique Pedregal, Milagros Cárave, Paquita Fernández Vélez y Antonio Otero, de Obras Públicas.

HELO LIBO.
Con Antonio Romero Castro se puso a la faena de montar una caseta en la Feria de Ganado –la versión de día de la Feria de Primavera— en el Palmar. Pusieron de moda la venta de tickets usando para ello el kiosco que se utilizaba para la venta de tickets en las Carreras de Caballos de Valdelagrana. Aquellos fueron vinos de Jiménez Varela los que se llevaron a la Feria.

Al año siguiente, fueron a un sitio mejor, con la caseta más amplia, llegando a vender 1000 medias botellas de Fino Quinta, que costaba entonces 25 pesetas. Ese año inventaron los tickets vendidos antes de la Feria. Y ya desde siempre llevarían los vinos de Osborne.

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El año del Pregón de Helo-Libo, de izquierda a derecha, Juanin Varela, Juan Durio Siloniz, Enrique Pedregal, Paco del Castillo, Manuel Martínez Alfonso y, de espaldas, Ventura Lozano Moreno.

En 1992, conocedor como nadie de la historia de la caseta y de la Feria, pregonó el Decimoprimer Pregón de El Olivo, cuya caseta ya había conocido otras ubicaciones: 2 en El Palmar, 1 en Crevillet y 2 en Las Banderas. Artífice del palabro ‘Helo-Libo’ lo que viene a significar ‘Aquí Bebo’, recuerda como se popularizaron en Crevillet los pollos asados y la venta de lechugas aliñadas en el interior de la Caseta. Y rememora cuando el torero ‘El Viti’ reapareció en El Puerto durante la corrida de Feria: dos autobuses de Vitigudino (Salamanca) habían venido a verlo, pero estuvieron tan a gusto en la Feria que no pisaron la Plaza de Toros y se enteraron del festejo por la crónica radiada de D. Manuel Rosales, ‘Don Puyazo’.

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En 1995, en la Caseta de Helo-Libo, con algunos prgoneros de la fiesta:   Juan Ignacio Varela Gilabert, Manuel Martínez Alfonso, Serafín Álvarez-Campana Gaztelu, Francisco del Castillo-Merino Tellería, Juan Durio Siloniz, Luis Suárez Ávila, Enrique Pedregal Valenzuela, Jesús Nogués Ropero, Venancio González, Antonio Muñoz Cuenca y Juan Villarreal Panadero, conjuntamente.

GRANDES ALMACENES.
Los principios de la tienda, cuando los muebles llegaban en bruto y había que terminarlos en el almacén, son memorables. La casa de la calle Nevería habaía pertenecido al padre del poeta José Luis Tejada –don Felix Tejada—y, aunque primero estuvieron de alquiler, será a finales de la década de 1950 cuando adquieren la propiedad del edificio. Aprovechando un viaje de la matriarca a Barcelona, Enrique desmontó la vivienda familiar y también la usó como zona de exposición. Se incorporan al negocio su hermano Eugenio, que vivía y trabajaba en Barcelona y su cuñado Benjamín Lora. Habían nacido los nuevos Muebles Pedregal y se quintuplicaron las ventas.

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Con 'la competencia' los hermanos Diego y Antonio Pantoja del Puerto, tomando una copa de Fino Marinero.

Durante un tiempo existieron en El Puerto dos grandes casas de venta de muebles: Pedregal y Pantoja en la calle Larga; mas adelante vendrían Mobilandia y otros. José Pantoja, natural de Medina y padre también de una prolífica descendencia, tenía un estudio de fotografía en la calle Ganado. Era curioso observar como, en la propaganda en los cines, y luego también en letra impresa en los periódicos de la época, el eslogan publicitario que promocionó Enrique era: “Si, pero… Muebles Pedregal es mejor”, algo que hacía sin meterse con nadie, pero en clara alusión a la competencia, algo prohibido en la normativa publicitaria española. El logotipo de la firma era la ficha del Dominó del 3 doble, y en las esquinas del centro se podían ver las ofertas anunciadas en una especie de cartelera de cine, en este caso, de muebles.

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En la Base Naval de Rota, recibiendo la acreditación como único miembro civil del Club 'Hay Motivo'.

LA RECONVERSIÓN.
El edificio emblemático de cuatro plantas de la calle Nevería se construiría en el solar que dejó la casa en 1972 y que traería la transformación, muy de la época, hacia un nuevo concepto, el de Gran Almacén. Ya no solo se atiende al particular sino a los promotores inmobiliarios de la zona que entregan apartamentos amueblados. Luego vendrían organismos oficiales y grandes colectivos: la Base Naval de Rota, los Cuarteles de Infantería de Marina de San Fernando, el Cuartel de la Legión en Ronda, Diputación, ayuntamientos, … Todo desde la calle Nevería. La empresa llegaría a tener a 35 trabajadores en plantilla y una importante flotilla de vehículos, además de almacenes fuera de la sede central de Nevería.

Las grandes superficies, la competencia salvaje desde otros grandes almacenes de la provincia e incluso fuera de ella llevan a la reconversión de Muebles Pedregal que se acaba deshaciendo del inmueble de Nevería, que venderá al Ayuntamiento y hoy es sede del Área de Bienestar Social. La firma se traslada a la Plaza de Isaac Peral y luego a Nevería, muy cerca del antiguo Ayuntamiento, cesando en la actividad en la última tienda que tuvo hasta hace algo más de un año en la calle Luna arriba y unas naves en los Polígonos Industriales. Su hijo Eugenio continúa con la actividad de los muebles como delegado en Andalucía de importantes firmas de muebles de oficina e industriales.

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Durante una procesión del Corpus, la Corporación Municipal bajo mazas, a su paso por la Plaza de Isaac Peral. De izquierda a derecha, Federico Aguirre, Oficial Mayor y los concejales Antonio Benjumeda Abreu, Francisco Manzano Ortega, Juan Ponce, Enrique Pedregal y Antonio Cólogan. Detrás las representaciones de la Guarcia Civil, Capitán Luis Fiteni, la Marina, el Ayudante Manuel Sañé Mateo y el Juez de Primera Instancia, José Luis Suárez Gutiérrez,, acompañando al alcalde Terry Galarza; detrás de éste el comandante de la Policía Municipal, Manuel López.

EL TERCIO FAMILIAR.
Entre 1948 y 1973, se celebraron nueve elecciones de concejales en los municipios españoles. Los ayuntamientos de la etapa franquista estaban constituidos por concejales procedentes de tres sistemas de acceso al cargo o bloques: el tercio familiar, entre personas conocidas con algún tipo de trayectoria en El Puerto que se presentaban y podían ser votadas, exclusivamente, por los cabezas de familia, pero que tenían que cumplir algunos requisitos (en 1968 se reformó la ley y las mujeres casadas pudieron ser elegibles y electoras en los comicios de concejales del tercio de representación familiar, pudiendo ejercer este derecho en las municipales de 1970 y 1973); el tercio sindical, que eran los concejales elegidos por los sindicatos verticales;  y el tercio a propuesta del Gobernador Civil que conformaban los ediles designados por los dos grupos anteriores entre vecinos miembros de entidades económicas, culturales o profesionales de la localidad, o entre vecinos de reconocido prestigio. Los propuestos, como se ha dicho, lo eran por el Gobernador Civil de la Provincia, a su vez Jefe Provincial del Movimiento, que era quien, además designaba al alcalde. Ese tercio familiar fue el primer resquicio de democracia aparente, por el que empezaron a entrar en los ayuntamientos personas que no eran afines al régimen y con otro tipo de inquietudes.

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Jurando su cargo como concejal. De izquierda a derecha, Alfonso Osborne Vázquez, Carlos del Poyo Navas, Fernando T. de Terry y el Secretario General, Jaimen Fernández Criado. 1973.

Enrique entró como concejal en el Ayuntamiento por el Tercio Familiar en 1973, siendo el más joven de la Corporación con 35 años, junto a Manuel Martínez Alfonso, catedrático de Instituto y Manuel Pérez Pichaco, exportador de pescados, siendo alcalde Fernando T. de Terry Galarza y permaneciendo en la corporación hasta el final de los ayuntamientos franquistas, en 1979; en esos años, en plena Transición Política, se cambiarían las normas de acceso a la alcaldía, siendo el alcalde elegido por los concejales en lugar de por el Gobernador Civil.

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Como concejal de Transportes, acompañando a Fernando T. de Terry y a un joven presidente de la CEA, Gerardo Díaz Ferrán, inaugurando la nueva flotilla de auobuses urbanos.

ALCALDE (1978-1979).

Enrique ocuparía diferentes concejalías así como la Cuarta Tenencia de Alcaldía hasta llegar a la Primera. Entre sus responsabilidades como edil tuvo las de Urbanismo, Tráfico y Policía, Hacienda, Abastecimiento de Aguas, Trasnsportes, Polígonos Industriales, Matadero… fueron siete años de intensa vida municipal en las que tuvo como presidente de la Corporación Municipal además de a Terry, a Manuel Martínez Alfonso y a Javier Merello Gaztelu, al que sustituyó por fallecimiento de éste en Octubre de 1978.

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El alcalde Enrique Pedregal se dirige a los detallistas del Mercado de la Concepción, ante la presencia de miembros de la Corporación, con motivo de la Festividad de dicho centro. De izquierda a derecha, Rafael Moreno Porto, Francisco Sara, Federico Aguirre, Agustín 'el Sanluqueño', Manuel Gutiérrez 'el Cochino', Pedregal, Rafael Sevilla López, Juan Ponce y Juan Martín Vélez.

En aquellos siete meses recuerda que se daría licencia al Casino Bahía de Cádiz, se remodelarían las Plazas del Polvorista y de la Herrería y administraría los escasos recursos de que disponía en una institución abocada al cambio. Se pasaba el día en el Ayuntamiento y es que se llegaría a conocer el funcionamiento de la casa, por dentro. Permanecería en el cargo hasta las elecciones municipales que trajeron los ayuntamientos democráticos con la elección de Antonio Álvarez Herrera el 19 de abril de 1979.

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En la imagen, con Juan Manuel Torres, cediéndole terrenos del Patronato de Vivienda para uso municipal.

PATRONATO DE LA VIVIENDA.
Para Enrique, lo mejor que le pasó a El Puerto para la erradicación de la infravivienda y la creación de las primeras viviendas en propiedad para muchos trabajadores porteños. Formó parte del Patronato de la Vivienda ‘Virgen de los Milagros’ con Fernando T. de Terry. El alcalde era a su vez el presidente de dicho organismo. Enrique, tras su paso por la alcaldía y como todos los que habían sido alcaldes con anterioridad, pasaban a ocupar una vicepresidencia en el Patronato, así que fue vicepresidente de Antonio Álvarez Herrera, primer alcalde del actual periodo constitucional. Los nuevos ayuntamientos, ya con Álvarez fuera de la alcaldía e incluso fuera del Patronato, se desentendieron del organismo, incluso se llegó a crear otro de nombre parecido y una empresa municipal Suvipuerto, que es la que tiene ahora las competencias en la creación de viviendas sociales. Al aparecer Suvipuerto, con Enrique como presidente final, se liquidaría el patronato, repartiendo los activos económicos, según disponían los estatutos, en centros sociales: Cruz Roja, Apadeni, Lucha contra el Cáncer, Sol y Vida, Asilo de Ancianos, etc… hace aproximadamente cinco años.

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Enrique y Milagros, durante las Bodas de Plata matrimoniales, apradinados por sus hijos.

ASOCIACIÓN DE EMPRESARIOS.
A finales de la década de 1980 crea junto a un grupo de emprendedores, la Asociación de Empresarios de El Puerto de la que resultaría elegido su primer presidente, repitiendo durante varios mandatos. Martillo del gobierno local socialista, le llegaría a decir al alcalde Torres: “--Me voy a convertir en tu Pepito Grillo”. Bien es cierto que se entendería mejor con el alcalde independiente que saldría de las urnas de 1991, Hernán Díaz, al que apoyó en su candidatura doblemente: retirando una iniciativa para la creación de un partido local, auspiciado por el propio Pedregal y otro ex alcalde Fernando T. de Terry y ayudando económicamente, como otros empresarios a aquel partido que nacía en 1990.

El porteño José Grado Raposo, ha iniciado un nuevo blog dentro del universo de las páginas webs de nuestra Ciudad, donde contará sus vivencias, sus recuerdos y hablará de gentes, tiendas, rincones y espacios de El Puerto, existentes o desaparecidos, del pasado o del presente, abiertos o cerrados. En su primera entrada, que reproducimos íntergra a continuación, hace un recorrido nostálgico por El Puerto que él ha conocido, desde los últimos 40 años hasta nuestros días. Disfrútenlo.

«Para empezar quisiera plasmar todas esas cosas, que vivimos en nuestras calles y plazas:  las correrías de la Plaza Peral, recordar a tantos y tantos amigos que allí nos veíamos pa jugar a la Palmá, al Salto a la Pared, al Salto el Múa, a la Bombilla, al Tonto, al Pañuelito, a Curro Jiménez y tantos y tantos juegos en los que el software era nuestra imaginación y el hardware eran dos buenas piernas un pantalón corto y unos gorilas marrones con las punteras desollás.

calzadosgorila»Pa recordar a la gitana del canasto de chucherías --Juana creo que se llamaba--; cuando íbamos al bar Carleto o al bar Manolo a pedir un vaso de agua, la casa de la Falange (hoy Centro Alfonso X ‘el Sabio’), la heladería Soler (la que había en la calle Larga) los partidos de fútbol del Parque, del Coto de la Isleta, junto a la Urbanización Las Viñas, la Ribera, la pastelería Rosi, el bar San José, el Corribolo, mis amigos de la calle Albareda, los de la calle Chanca, la tienda de Anita, la barriada La Vid, la calle Alquiladores;  como no mi colegio San Agustín, las basuras Armando, la Bajamar, las lisas mojoneras, el puente de hierro, el eucalipto de la Victoria donde le di mis primeras caladas a un ‘condal extra largo’; tantos y tantos recuerdos que tengo como porteño que quisiera plasmar por que se que mucha gente se va a sentir identificada con mis vivencias. (Publicidad de Calzados Gorila, de Zapatería Mesa).

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La antigua Sastrería Manolo, en la calle Larga.

casalucas_larga_puertosantamaria1(En la imagen de la izquierda, fachada de Casa Lucas).

»He pensado ponerle ‘Pan Tostao con manteca’,  por el hecho de que éste era nuestro principal menú en la merienda de aquellos tiempos, en los que viví mi infancia en la calle Larga nº 114 en frente de Manolo Sastre y arriba de la que fue la imprenta de Pérez Pastor (aun recuerdo de muy pequeño el ruido de las máquinas de la imprenta y a Don José, Doña Valentina); el bar Casa Lucas, la tienda de Pepe Maraver enfrente y sus artículos de regalo, la joyería Díaz, la Zapatería Mesa, Trineo, el Puerto Bar, el bar Central, la tienda de decoración del desaparecido y recordado Manolin de Heverut, mi amigo; Viajes Marsans, modas Sollero, Boyman, la zapatería de Maru, madre de mi amigo Lauro (cuantos días de juego en la trastienda de la zapatería con Ignacio Cano, mi hermano Victoriano, Juan Carlos y Lauro); la barbería de Rojas (en la calle Luna) donde nos llevaba mi padre a pelar cuando venía de la mar: la pastelería de Ntra. Sra. de los Ángeles, la autoescuela San Cristóbal, la ferretería Sánchez, zapatos Beluca, la papelería Cortés, el bar Las Columnas, la papelería Portuense, la ferretería Andaluza,  el bar Cádiz, mi Teatro Principal, el bar Único, la panadería de Roque, el Freidor Apolo y su bar, el carrillo de Severo, el bar Xixon y tanto que se me queda en el recuerdo.

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Rótulo interior de la Farmacia Viqueira, en Palacios esquina con Larga.

»‘Pan tostao con manteca’ con las vienas calentitas que compraba mi madre en Ultramarinos La Montaña (esquina de Larga con Palacios frente de la Farmacia de Viqueira), donde el afable de Luis, uno de tantos montañeses que vinieron al Puerto nos servía con tanto cariño. Simplemente el olor del  pan tostao me transporta a esos tiempos de inocencia.

josegradoraposo_puertosantamaria»En fin, todo esto lo iré desgranando en cada entrada que vaya poniendo. Quizás, simplemente quiera inconscientemente homenajear a todos y a cada uno de los que alguna vez en mi vida compartieron conmigo un momento de juego. Amigos que lo fueron y que lo son aunque algunos no estén ya, por eso quiero merendar con todos ellos ‘Pan tostao con manteca’». (Texto: José Grado Raposo. Keke).

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La primera carrera de motos de la que se tiene constancia en nuestra Ciudad fue en Valdelagrana, el día de Santiago Apóstol –25 de julio—de 1956. Aquella carrera fue un tanto atípica ya que no fue de velocidad o tiempo, sino de obstáculos. En realidad fue una Ginkhana de obstáculos en la que, los participantes, debían superar un número determinado de dificultades, acompañados por una señorita ‘de paquete’. Los premios, substanciosos para la época, fueron de 500, 300 y 200 pesetas para los primeros clasificados, recibiendo sus acompañantes un obsequio. Así, el ganador sería Carlos Bernal Fernández y su copiloto la señorita Esquilino, a quien regalaron una polvera.

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Bajo la organización del Ayuntamiento de El Puerto y contando con la asesoría técnica del Moto Club Jerezano, dos años más tarde y de forma ininterrumpida hasta 1965 se celebrarían carreras de velocidad. Los jerezanos Francisco Pacheco Romero, Pepe Torrent y José García Cauqui fundadores del motoclub, fueron eficaces colaboradores de la concejalía de Deportes de aquellos años. Había nacido el ‘Gran Premio Motorista de la Playa de Valdegrana’. Durante las mañanas dominicales de la segunda quincena de agosto, --en función de las mareas sería un domingo u otro-- se llevaría a cabo este evento deportivo.

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Cinco años después de la primea carrera, en 1960, la Revista Cruzados hacía una crónica de la prueba celebrada el 28 de agosto del inicio de la década: “Con extraordinario éxito deportivo y de asistencia de público, se celebró en la mañana del pasado domingo el V Gran Premio Motorista de la Playa de Valdelagrana, prueba que de año en año va superándose, alcanzando ya categoría nacional. […] En la prueba de velomotores hizo una magnífica carrera manteniéndose casi toda en primer lugar el jerezano Antonio Sánchez Garrido ‘Peluqui’, con Gimson, pero tuvo la desgracia de pinchar a última hora, ocasión que aprovechó Piñero, que marchaba en segundo lugar, para entrar triunfante en la meta.

La segunda carrera de clase 125 c.c., categoría regional’ Luis Sáez, líder del Campeonato Andaluz de Velocidad, realizó una soberbia exhibición, proclamándose vencedor. Le siguieron Juan Gallego y José  María Añón, pilotando los tres máquinas Bultaco.

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La más importante carrera del programa, categoría de 125 c.c. sport, fue parar el catalán Sirera sobre Montesa, pero debemos señalar que Luis Sáez (Bultaco) estuvo en el primer puesto casi toda la carrera, sufriendo una caída cuando faltaban unos quinientos metros parra la meta, privándole del triunfo. El duelo Sirera-Sáez fue sumamente reñido y de gran emoción. Detrás del motorista Sirera se clasificaron Juan Gallego y Antonio Gente, ambos en Bultaco”.

Las marcas que concurrieron, fueron todas nacionales: Montesa, Gimson, Bultaco –fundada en 1959—.  Además de los premios en metálico y trofeos, unas botellas especiales de Centenario Terry fueron entregadas a los ganadores. Los participantes concurrieron en tres pruebas como se ha dicho, en un Circuito que tenía 2 kilómetros en línea de ida y vuelta:

  • Velomotores de 50 o 77 cc. 10 vueltas al Circuito.
  • Motocicletas de 125 cc. De tipo regional. 25 vueltas.
  • Motocicletas de 125 cc. De competición, 30 vueltas.

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En el año 1962 se añadiría a las tres categorías anteriores la de ‘Fuerza Libre’, que ganó Torrás a lomos de una Bultaco. En 1963 ganaría Medrano, también sobre Bultaco, la de hasta 350 cc. Precisamente en 1963, el Moto Club Jerezano empezaría a organizar en Jerez, el ‘Trofeo Internacional Nuestra Señora de la Merced’, falleciendo ese mismo año el velocista jerezano Antonio Sánchez Garrido ‘Peluqui’; a finales de los sesenta ese Premio jerezano pasaría al Polígono de El Portal, precursor del futuro Circuito de Velocidad de la ciudad vecina donde, entre otros, correría el español Ángel Nieto, quizás el mejor piloto español de todos los tiempos.

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La Revista Cruzados de la época recomendaba a los asistentes: “atienda rigurosamente las instrucciones que se den por los servicios de altavoces, para la mejor organización de las carreras y sobre todo dejen totalmente libre el circuito para evitar accidentes, pues por la potencia de las máquinas y las velocidades que se logren, cualquier intromisión en el circuito puede ocasionar grave accidente”.

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Dos años más, hasta 1965 continuaría el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María organizando pruebas en Valdelagrana, hasta la mañana del 29 de agosto de 1965, celebrándose el X Trofeo en aquella playa, última prueba en la arena. Algunos intentos posteriores, ya sobre asfalto también en Valdelagrana, se celebraría en agosto de 1975, sin tener constancia de más pruebas. La afición se había trasladado a Jerez.

Todas las imágenes, salvo indicación en contrario, pertenecen a la carrera de motos celebrada el 28 de agosto de 1960. (Colección: Archivo Municipal. Tratamiento informático: Vicente González Lechuga).

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José María Deira García, nace en San Fernando el 26 de noviembre de 1946, hijo de José María y Pilar, era el mayor de dos hermanos. Viviría en Puerto Real y San Fernando, estudiando en la Academia O’Doguerty de San Fernando y el Instituto Columela de Cádiz.

Casado por dos veces, del primer matrimonio tiene dos hijos, Mónica y Álvaro, de 39 y 38 años, respectivamente. Su segunda esposa, Encarna Martínez Pérez, vecina de El Puerto de Santa María, ciudad a la que quiere y siente como suya. Está en posesión de la Medalla al Mérito Policial con distintivo rojo y la Placa de la Provincia de Cádiz. Amante de la música, tocaba el piano electrónico, pero hace años que no practica.

deira_despedidaTras 41 años de servicio cumplidos el pasado Septiembre, 22 de ellos como Comisario, coordinando el trabajo de algo más de 3000 personas integradas en la organización policial de la provincia, la Escuela de Hostelería de Jerez acogía hace unos días un almuerzo homenaje con motivo de la despedida en el desempeño de su cargo, por su inminente jubilación el 26 de noviembre, tras siete años de ejercicio como Comisario Provincial de la Policía Nacional. Allí estuvieron los alcaldes de El Puerto Enrique Moresco, Puerto Real José Antonio Barroso o la alcaldesa de Jerez Pilar Sánchez, el obispo de Jerez-Asidonia José Mazuelos, la alcaldesa, y directores de los principales medios de comunicación de la provincia, entre los que se encontraba el porteño Rafael Navas Renedo, director de Diario de Cádiz. (En la fotografía, despedida del Comisario).

1946.

El año del nacimiento de José María Deira, nacen también José Cortés Jiménez, ‘Pansequito de El Puerto’, el jugador de Fútbol Joaquín Casado González, jugador del Sevilla Atlético en la temporada 1971/72 y el pintor y diseñador Juan Suárez Ávila. Se funda el Bar Casa Paco Ceballos, donde se degustan las famosas pavías o merluzas rebozadas. Llega a El Puerto el Circo Europa en cuya troupe estuvo algunos meses Manuel Carrillo Lucero

angelmartinez__puertosantamariaRafael Alberti publica ‘El Trébol Florido’. Se estrena en Madrid la obra de Muñoz Seca ‘El Crimen de Pepe Conde’. Muere el artesano Ángel Martínez (en la imagen de la izquierda), fabricante de figuras de nacimiento que se introdujeron en toda Andalucía en la primera mitad del siglo XX. La revista ‘Arte Comercial’ le dedica al escultor Manolo Prieto varias de sus páginas. El jesuita Jorge Loring, conocido por su libro de La Sábana Santa, finaliza su noviciado en El Puerto, al que regresaría en 2008, donde vive. Se celebra la única procesión magna que ha vivido la Semana Santa Portuense: el Santo Entierro Magno.

Ese año, también, se presentaron la primera computadora electrónica y el primer bikini de la historia. La ONU condenaba al gobierno del General Franco y prohibía el ingreso de España en dicha organización. Perón accedía por vez primera a la presidencia Argentina. Se proclamaba la República Italiana exiliándose en Portugal el rey Humberto II. Nacieron Bill Clinton, Freddy Mercury, Liza Minelli, Cheer, Camilo Sesto, Silvester Stallone, Rocío Jurado y Steven Spielberg. Murieron Largo Caballero y Manuel de Falla, entre otras destacadas figuras del panorama nacional patrio.

POLICÍA EN EL PUERTO.

Deira ingresa en la Policía el 1 de septiembre de 1969, con 22 años, el año que el hombre pisaba por primera vez la Luna. Su primer destino sería Palma de Mallorca, para continuar con Algeciras y El Puerto de Santa María en noviembre de 1972. La comisaría estaba en los bajos del Ayuntamiento de la Plaza de Isaac Peral “un lugar para olvidar”, recuerda. Luego se trasladaría, por espacio de más de un año, a la calle Santo Domingo, junto al Instituto Santo Domingo, donde luego estarían los Juzgados, hasta que, en Octubre de 1974 se inauguró el actual edificio de la Comisaría. Se jubilaba ese año el Comisario de Policía, Nicomedes Santos Luis.

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Despedida de Comisario de Policía, Nicomedes Santos Luis, jefe de Deira, el 09 de noviembre de 1974, acto organizado por la Corporación Municipal.

En aquella época, el Estadio José del Cuvillo llevaba más de dos años funcionando y el antiguo campo del Eduardo Dato, frente a la nueva comisaría, se convertiría en un enorme erial en el que se instalaba parte de la Feria, cuando se celebraba en los terrenos de Crevillet. Era entonces la Comisaría la última edificación hasta las casas de la Barriada de la Playa. Entonces se aparcaba en cualquier calle, sin ningún problema y el paseo dominical de los jóvenes discurría por las calles Luna y Larga en invierno y por el Parque Calderón en verano, los domingos por la tarde. Deira se quedaría prendado de aquel Puerto de mediados de los setenta del siglo pasado y ya no se desvincularía pues mantendría su segunda residencia en Valdelagrana y, en vacaciones, fines de semana y cada vez que podía, pasaba temporadas en nuestra Ciudad.

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Vista aérea del solar donde se estaba construyendo la Comisaría, a la izquierda de la imagen, a la derecha la fábrica de botellas Vidrieras Palma (VIPA), en primer término el campo de fútbol Eduardo Dato y al fondo, tras las casistas de la playa que tenían en sus aceras, alternándose, un ancla y un racimo de uvas, el río Guadalete, con los barcos entorno al Club Náutico.

ASCENSO A COMISARIO.

Regresaría destinado a su ciudad natal, San Fernando, y nuevamente a El Puerto desempeñando puestos técnicos en la Policía Científica y como Jefe de Grupo de Policía Judicial. En 1988 vuelve a dejar El Puerto ya que asciende a Comisario en la primera promoción del recién nacido Cuerpo de Policía Nacional. Cuatro destinos hasta su jubilación vendrían a completar su carrera. Primero sería nombrado Comisario Provincial en Zamora, donde permanecería por espacio de tres años, pasando a continuación a Ceuta en 1992, por espacio de seis años.

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Allí viviría el peor día de su vida profesional, el 11 de octubre de 1995. Desde 1992 España volvía a estar en los mapas, con la Expo y las Olimpiadas; empezaba a experimentar el milagro económico. Comenzaba a vivirse el fenómeno inmigración masiva y el éxodo en patera tal y como se conoce hoy buscando la frontera europea. Además, las relaciones con el vecino país magrebí se hicieron complicadas, con el incremento de los flujos migratorios marroquíe, subsahariano y asíatico. En medio de una macro operación dirigida por Deira para sacar de Ceuta a un contingente de unos 75 Kurdos, los subsaharianos sin papeles concentrados en la Ciudad Autónoma, cerca de 1000, protagonizaron una rebelión, una sublevación; eran los primeros años del tristemente famoso campamento de Calamocarro para sin papeles. Fueron tiempos muy duros, sintiendo la soledad del Jefe donde, con una plantilla de 400 funcionarios, tenía que atender una frontera de un país europeo con África, y el puerto de pasajeros y mercancías. Su trabajo fue premiado con la Medalla al Mérito Policial con distintivo rojo pero, curiosamente, fue cesado al poco tiempo, --algo que el comisario consideró una afrenta por la forma en que se produjo-- permaneciendo dos años pendiente de destino desde 1998, hasta que es enviado de nuevo a El Puerto.

REGRESO A EL PUERTO.

En junio del año 2000 volverá a El Puerto, ya como Comisario, es decir como jefe de la plantilla a la que había pertenecido durante tantos años. No apreciaría grandes diferencias en la Ciudad, como ya se ha indicado, pues su vinculación con El Puerto no había desaparecido, aunque si las notaría en el trabajo: la Comisaría se había quedado pequeña, se amontonaban los funcionarios y el trabajo y se vivía una enorme actividad profesional.

deira_conf_prensaEn El Puerto le tocaría vivir los episodios de manifestación contra la guerra de Irak, en la que España se vio envuelta; manifestaciones ante la sede del Partido Popular, entonces ubicado en el antiguo Cine Macario, hoy Sala Mucho Teatro, que daría pie a unos informes que partieron de su comisaría informando de la participación de concejales de Izquierda Unida, el escritor Juan Rincón, el entonces representante extra municipal del PA, Antonio Jesús Ruíz o la portavoz y concejala del PSOE, Consuelo Gamero, que acabarían ante la magistratura judicial, con disparidad de criterios en cuanto a lo actuado, de manifestantes y policías. Coincidiendo con aquel periodo planteó algún contencioso contra algún integrante del poder judicial.

COMISARIO PROVINCIAL.

Cuatro años después, en junio de 2004 es nombrado Comisario Provincial de la Policía Nacional al quedar vacante dicha plaza en Cádiz por ascenso de su antecesor José Marín Manzaneda, como Comisario General de Seguridad Ciudadana, en Madrid. Desde el año 2005 es Comisario Principal, la máxima categoría en la carrera policial. Allí ha desempeñado el cargo sin interrupción que finalizará el próximo 26 de noviembre, en el que pasará a la situación de reserva. Cada cuatro de octubre, festividad de la Policía, sus palabras durante el discurso levantaban ampollas: unas veces dirigidas con acento ácido hacia la Fiscalía y otras al sistema penitenciario, o a la pérdida de valores de la juventud. Al final de su etapa profesional en la Policía, Deira ha recibido  una oferta desde el ámbito privado que bien pudiera ser interesante. La jubilación la afronta pensando en dedicar mas tiempo a su mujer, descansar, pasear por la playa, escribir, … e incluso fumar un purito todos los días después de comer.

lasespinasdeleden_jm_deira_puertosantamariaEL ESCRITOR Y SUS LIBROS.

Es un claro admirador de la narrativa de Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez e Isabel Allende. Éstos últimos años ha sentido la pasión por la escritura. En 2007 la Editorial Almuzara le publicaría una novela que han clasificado como de género negro, aunque  Deira prefiere denominarla como ‘de testimonio histórico de nuestro tiempo’. La terminó casi una década antes, en 1999 después de su estancia en Ceuta, acaso influido por los acontecimientos que allí vivió.

Para Javier Márquez. “Las espinas del Edén es una novela inspirada en el periplo vital de Dialo, un joven senegalés a la búsqueda como tantos otros de un sueño difícil de alcanzar: la subsistencia económica en un entorno extraño, vestido de oropeles en la imaginación y la rumorología, pero convertido a la postre en un ámbito hostil.
Con el flujo migratorio de principios de los años 90 como telón de fondo, se aborda una historia en la que se concitan penalidades e instantes felices. La carencia de oportunidades impulsará al protagonista a una vertiginosa cuesta abajo, que le introducirá en un mundo viciado del que, tras tocar fondo, intentará resurgir para alcanzar el ansiado bienestar. Con un lenguaje conciso y directo, como si se tratara de un informe policial, el autor narra una historia en la que se mezclan datos verídicos y ficción literaria, para desembocar en la investigación de un apasionante caso en el que, lejos de florituras estériles, se cuentan las cosas tal y como ocurren en la realidad”.

relatosdelahistoria_jmdeira_puertosantamariaHa publicado cien artículos de diverso contenido en los periódicos de Publicaciones del Sur. Los cincuenta primeros han sido recopilados en un volumen que lleva por título ‘Retratos de la Historia’, que contiene un variado recorrido, desentrañando personajes, sucesos y descubrimientos que han quedado en el olvido o no se han tratado con la importancia que su autor consideraba que se debiera. Ha escrito otras tres novelas, que están pendientes de publicar.

José María Deira no ha sido muy viajero y es que no le gusta viajar por placer aunque, por necesidades del servicio público al que todavía pertenece si que se ha movido, y mucho, por toda España. No le gustan los aviones y odia hacer las maletas.

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