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El portuense José Manuel Verde Martínez, arquitecto de profesión, mostraba en los cuadros que exponía el verano de 2006 en el centro cultural Alfonso X ‘El Sabio’  su peculiar visión de los parajes naturales de la costa de esta Ciudad. El arquitecto, hijo de Manuel Verde Rodríguez y nieto de José Verde Castiñeira, un gallego quien, procedente de su tierra natal acabaría montando una tienda de Ultramarinos en la confluencia de las calles Ganado y Cantarería. Tras el fallecimiento del padre de nuestro protagonista y la jubilación de su tío José, dicho establecimiento acabaría cerrando sus puertas a principios del año 2009.

José Manuel Verde, a la izquierda de la imagen, durante una excursión del Instituto Pedro Muñoz Seca a la población serrana de El Bosque.

INDIVIDUAL 06
Cada óleo de Individual 06 --el nombre de la exposición venía dada porque era la primera vez que exhibía en solitario en El Puerto-- mostraba un estilo propio, a veces expresionista, otras naturalista, abstracto o hiperrealista. Sin embargo, Verde  aseguraba no poder describir su estilo en particular, pues, como él mismo comentaba "cada cuadro es una aventura, que no sé cómo ni cuándo voy a terminarlo".

...continúa leyendo "2.169. JOSÉ MANUEL VERDE. Arquitecto y pintor."

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Luce el sol en el ecuador de este enero mientras trepamos con esfuerzo por la empinada cuesta. Pensativo desayunaba, y a través del ventanal de mi cocina, observo unos gorriones bebiendo en los restos remansados del rocío matinal; picoteaban sobre el agua y levantaban la cabeza al cielo; los no creyentes dirán que es para facilitar el tránsito traqueal, yo soy creyente y pienso que lo hacen para dar gracias a Dios por el regalo del agua, del alimento, de la vida. Allá cada cual con sus creencias.

Desde hace más de cuarenta años, en El Puerto de Santa María y en los soportales de la Ribera del Río, por los aledaños del Bar ‘el Manga’, existían dos o tres tenderetes donde se vendía “carná”, es decir, cebos para los pescadores de caña. Con la venta ¿vivían? varias familias, entre ellas ‘el Ranito’ y José Luis ‘el Jorobaíto’, ya desaparecidos, y siguieron ‘el Cala’, ‘el Nene’, ‘el Moje’ y Francisco Rodriguez Palacios, el último de aquellos gorriones que buscaban entre médanos y rocas de las bajas mareas, esa “carná” que luego vendían.

Hace unos años que desaparecieron los tenderetes  de los soportales, por razones que no vienen al caso, y solo quedaron dos: uno situado en el aparcamiento de Pozos Dulces, y otro en una de las aceras del Parque de la Victoria, frente a la Estación de RENFE. En este punto permanece Francisco Rodríguez Palacios, Paco. En los últimos siete u ocho años, paso ante él todos los días cuatro veces y ahí está, imperturbable, llueva, haga frío o lo zarandee el Levante inmisericorde, que por esa zona sopla sin barreras arquitectónicas que lo atenúen. Solo se toca con un sombrero tirolés que protege su amplia calva. Es un personaje que hubiese sido digno de los pinceles de Manet, Cezanne o Toulouse Lautrec.

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Presentamos un gran estreno, el de la guía gastronómica de El Puerto de Santa María, un resumen bastante detallado de todo lo bueno que se puede encontrar en esta ciudad que las guías gastronómicas nacionales e internacionales sitúan como la capital gastronómica de la provincia ya que es la que cuenta con establecimientos con mejores calificaciones.

Por eso, la revista de internet 'Cosas de Comé', ha querido realizar un recorrido gastronómico detallado por esta ciudad que incluye más de cien direcciones y que van desde sitios para desayunar pasando por pescaderías, heladerías, tiendas gourmet, carnicerías o bodegas, hasta llegar a bares y restaurantes. Se trata de dar una visión global de todo lo que tenga que ver con comer y beber.

Los establecimientos han sido seleccionados en función de su calidad o en función de que tengan alguna peculiaridad que pueda hacerlos atractivos para el visitante. No se trata de una guía especialmente destinada a turistas, sino a todas las personas, incluso de la misma ciudad, que quieran conocer todos sus detalles. Se trata de un servicio de uso público para todos los aficionados a comé y a bebé.

La guía (ver aquí como se utiliza) se estructura en función de 12 apartados principales en torno a los cuales se van clasificando todos los detalles. Cada establecimiento que se nombra cuenta con su propia ficha en la que aparecen fotos, una pequeña descripción y un mapa de localización para llegar facilmente hasta él, además de los horarios y datos prácticos.

...continúa leyendo "1.267. GUÍA GASTRONÓMICA DE EL PUERTO."

Rotonda de los toros de Osborne. /Foto: Utrera & Trigueros.

Fin de semana en el Puerto de Santa María, visitando a la familia. Siempre, desde el primer viaje que hice a Sanlúcar cuando tenía poco más de veinte años, me tiró mucho esta Andalucía Baja, tan horizontal y luminosa, tan distinta de la mía nativa, la interior y adusta, la de Jaén y Granada. Días breves sin conexión a internet, comidas caseras, tapas en barras memorables, caminatas al sol y con un viento marítimo, noches de sueño de una profundidad espeleológica, favorecida por ese sosiego de encontrarse al nivel del mar y sin nada que hacer.

A mediodía, en la barra del bar Vicente-Los Pepes, junto al mercado de abastos, una caña y una tapa de albóndigas de choco son la felicidad del paladar. A este bar le tenemos todavía más cariño porque era el favorito de mi padre, y porque el dueño, Vicente, se acuerda con emoción de él cada vez que nos ve. /En la imagen de la izquierda, Vicente Sordo padre. Foto: Bar Vicente.

En el Puerto hay una arquitectura magnífica, entre señorial y popular, de palacios de comerciantes del siglo XVIII, con las fachadas desconchadas por la humedad, con dinteles neoclásicos, con patios de columnas, con esos torreones sobre los tejados que se llaman vigías de naviero, que permitían ver de lejos los barcos que se acercaban por la Bahía. Donde hay comercio hay bulla y hay pluralismo. Quizás la bahía de Cádiz es uno de los pocos lugares de España donde se puede ver la gran perspectiva ultramarina que tuvo el país.

...continúa leyendo "1.266. ANTONIO MUÑOZ MOLINA. Mirando al sur."

El día 20 es San Sebastián. Y esta Ciudad no lo celebraba desde por lo menos hace más de un siglo y medio, aunque es su Copatrón, hasta el año pasado. Desde el siglo XV tuvo ermita cercana al Castillo y, luego, otra ermita con hospital en el llamado Ejido de San Sebastián, donde permanece la Cruz, aunque bien mermada de base, en la esquina de Santa Fe y Durango, y, donde estuvo un Hospital de Nuestra Señora del Amparo y San Sebastián que yo alcancé a conocer de pequeño.

El culto a San Sebastián decayó en esta Ciudad hace bastante tiempo, de tal forma que, aunque era Copatrón, no había imagen ninguna del Santo, hasta que hace muy poco se descubriera, en las labores de restauración que el Cristo de Flagelación, era una reconversión de una imagen de San Sebastián con una cabeza nueva del siglo XVIII.

                          

La Cruz de San Sebastián, en lo que fué el Egido del mismo nombre.

En pintura, hay un buen lienzo que se conserva en la Parroquia de San Joaquín y un óvalo, en que están la Virgen de los Milagros, junto con San Francisco Javier -el otro Copatrón--, y San Sebastián que está en una casa particular de la calle Santa Fe, pero que, según Hipólito Sancho figuraba en un estandarte de la Esclavitud de Nuestra Señora de los Milagros. Fuera de eso, solamente recuerdo un San Sebastián de pequeño tamaño, del XVII, en cedro policromado que es propiedad de Camilo González Selma y otro, también pequeño, obra de Ángel Pantoja, que tiene la Hermandad del Dolor y Sacrificio.

...continúa leyendo "1.265. SAN SEBASTIÁN. Copatrono de El Puerto."

Fotografía aérea de El Puerto de Santa María, Bahía de Cádiz, con la ubicación actual de las factorías Fenicio-Púnicas, siglos VI-III a. C., localizadas hasta el año 2.004.

Lo que para los fenicios era una delicatessen, en la actualidad posiblemente no se emplearía ni para cebar a los gorrinos. «Creo que hoy en día no soportaríamos el sabor de las salazones de entonces», afirma, contundente, Eduardo Ferrer Albelda, doctor en Historia por la Universidad de Sevilla. Aquellas apestosas viandas era manjares para los paladares griegos, que los importaban desde las factorías del Estrecho y Mediterráneo: «Era el gusto por el lujo, por lo exótico, por lo que llegaba de lejos», explica Ferrer, que afirma que esa pasión por la salazón gaditana y mediterránea «se ha relacionado con la expansión de Atenas en el siglo V a. C.». Esos alimentos «se producían en la zona de Cádiz, concretamente en El Puerto de Santa María, pero en toda la bahía se han hallado factorías que datan de esa época».

Fotografía aérea con la reconstrucción ideal de la costa Noroeste de la Bahía de Cádiz, y la ubicación de las factorías Fenicio-Púnicas, siglos VI-III a. C., con respecto a la costa, y la posible vertebración siguiendo vías de comunicación.

LAS CONSERVERAS (FACTORÍAS DE SALAZÓN).
Si bien griegos, fenicios y púnicos salivaban ante la perspectiva de untar uno de sus guisos con esas salazones, al parecer compartían con los europeos actuales el olfato: «La mayoría de las factorías estaban alejadas de la ciudad. Por el olor, que debía de ser bastante desagradable», subraya el doctor en Historia. Lo cual es lógico si se tiene en cuenta cómo se elaboraban aquellas sabrosas delicatessen. Un paso esencial era macerarlas al sol en unas piletas: «Allí se pudrían las tripas y se añadía la sal», explica. El resultado, una pasta «muy sabrosa, muy fuerte», con la que se acompañaban distintos tipos de alimentos. También producían trozos de pescado salado, como la mojama. Filetes de carne de pescado secos que aún hoy, estos sí, se consideran bocata di cardinale.

...continúa leyendo "1.264. CONSERVAS DE HACE 2500 AÑOS. Las Delicatessen de El Puerto."

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Hoy 18 de enero hace 234 años que el portuense Juan Ignacio de la Rocha fue consagrado Obispo de Michoacán en la bella catedral de la Arquidiócesis de Morelia, en una solemne ceremonia a la que asistieron personas de todos los estamentos sociales y gran número de autoridades clericales y civiles, entre ellas el virrey Bucarelli.  Estaba próximo a cumplir los 63 años y, de hecho, hacía año y medio –desde mediado agosto de 1776- que había sido asignado para este cargo por el rey, que era el que nombraba a los obispos, entre una amplia lista de nada menos que 73 candidatos. Aceptó la mitra el 27 de diciembre de ese mismo año,  jurando fidelidad a las normas de la corona y recibió las reales cédulas de su nombramiento. Sin embargo, las bulas pontificias que debían ratificarlo, pasaban los meses y no llegaban. Debieron extraviarse por el camino de Roma a la Valladolid mejicana, capital de la diócesis, tomando posesión sin ser consagrado, dadas las circunstancias, en abril de 1777. Finalmente, como si de un regalo de Reyes se tratase, las bulas llegaron a su destino el día de la Epifanía de 1778, celebrándose en la fecha antes citada su consagración, ocupando con todos los requisitos y trámites cubiertos la silla episcopal de una de las más grandes y prósperas ciudades de Nueva España. (Según el censo de Revillagigedo, superaba por poco las 17.000 almas).

LOS BIZARRONES.
Como era tradición y costumbre, algunos nuevos prelados solían hacer un regalo, generalmente suntuoso, a la iglesia en la que habían desempeñado sus labores anteriormente. Así, nuestro paisano, Juan Antonio Vizarrón, arcediano y canónigo de la catedral hispalense antes de ser nombrado arzobispo de Méjico, donó  media docena de gigantescos blandones,  de 1,85 m. de altura y  que tienen cada uno, nada de un baño de plata, sino 200 libras de la mejor plata mexicana, candelabros que son conocidos popularmente como “los bizarrones”. Desconozco si hoy en día pueden admirarse en la catedral de Sevilla, en el lugar en el que estaban instalado no hace muchos años, el presbiterio bajo de la Capilla Mayor,  probablemente desde que los donara en 1752 el arzobispo y virrey.  Su paje, discípulo y protegido, Juan Ignacio De la Rocha cuyo cargo anterior al nombramiento de obispo había sido el de Comisario de Cruzada del Arzobispado mejicano, siguiendo el ejemplo de su mentor, regaló a la catedral de México un incensario con la naveta de oro y dejó a la parroquia del Sagrario, que forma parte de la misma, un legado de cuatro mil pesos.

CEREMONIA.
Como no había obispos consagrados en 25 leguas a la redonda, asistieron con mitra, realizando la labor de obispos oficiantes dos doctores que ejercían de Chantre y Maestresala en dicha iglesia. Los antiguos ritos previstos se fueron sucediendo: Eucaristía, invocación al Espíritu Santo, lectura de la Bula Papal, homilía, enumeración de sus compromisos con la feligresía, letanía de los Santos… y a continuación, sus cansados huesos se extendieron sobre la alfombra que cubría el mármol del pavimento, repitiendo la sumisa postura, boca abajo, “besando el polvo” tal como lo hiciera el día en que fue consagrado sacerdote. En esta postura, que en cierto modo le aislaba de todo lo que le rodeaba no pudo por menos que evocar a su mentor y paisano, el arzobispo Juan Antonio Vizarrón, del que fue  capellán caudatorio. (Esta denominación, debido a su desuso, no aparece ya en los modernos diccionarios de la lengua. Se denominaba así –y también porta-cola- al eclesiástico doméstico del obispo o arzobispo destinado a llevarle alzada la cauda o cola de la capa consistorial).

...continúa leyendo "1.263. JUAN IGNACIO DE LA ROCHA. Obispo de Michoacan (Méjico)."

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Enrique Calvario Ceballos nace en El Puerto de Santa María, el 19 de noviembre de 1949. Fallece en 2007, con 58 años de edad. Vive toda su infancia en el campo familiar, siendo el menor de diez hermanos. Desde muy crío tiene inquietudes artísticas, tanto que a la temprana edad de 13 años, talla en madera la que sería su primera ‘obra’, un Cristo crucificado. Con 15 años, se traslada con la familia al centro de la Ciudad para ayudar a su padre en el despacho de cereales que tenía en la calle Cruces, muy cerca de la esquina con San Juan, frente al desaparecido Bar ‘El Golpe’ y el almacén de ultramarinos de Rafael.

Pero mientras trabaja en el despacho, no desatiende sus inquietudes artísticas y es en la casa familiar, en un desván, donde tiene su primer estudio donde comenzó a interesarse por el arte de la escultura. También se matricula en la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia. Es durante este curso, cuando se inicia la entrañable amistad vía postal con el escultor portuense Juan José Bottaro Palmer (ver nótulas núm. 212 y 285), ya retirado de la enseñanza en la Cartuja de Jerez. Juan Bottaro ejerce de profesor de Bellas Artes, sobre todo de escultura, a través de las cartas que se envían. Es él mismo el que pone en contacto a Enrique con una ilustre figura portuense, el pintor Juan Lara, con que que forja una sólida amistad hasta la muerte del pintor, del que realizará un busto en terracota --en la imagen de la izquierda-- que presidiría la exposición póstuma organizada por la Academia de Bellas Artes en la Sala Cai, en octubre de 2009.

A los 18 años, y recomendado por Juan Bottaro, ingresa en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Jerez de la Frontera, donde desarrolla parte de su potencial creativo, porque pronto tendrá que dejar a un lado sus estudios para acudir a sus compromisos familiares. Enrique tendrá que compaginar su trabajo como decorador de interiores con su afición a la escultura. Es, a partir de ese momento, cuando empieza una fructífera época autodidacta que le aportará personalidad a su obra y que dará a luz las cuatro exposiciones de su vida.

Terracotas de la Exposición de Personajes de El Puerto: Tonino, Romualdo y Pepe el del Vapor. Año 1988.

PERSONAJES DE EL PUERTO.
En agosto de 1988 expone por primera vez una colección de Figuras-Retratos en terracota, de personajes en El Puerto. Un largo trabajo de documentación, ya que muchos de los personajes ya habían fallecido, investigación por a las tascas portuenses y fotografía de los personajes más conocidos y queridos de nuestra Ciudad. Una obra completa de 36 retratos que retrata entre otros a Pepe ‘el del Vapor’ (nótula num. 1.026 en GdP), Cándida ‘la Negra’ (nótula num. 214 en GdP), ‘el Papi’ (nótula num. 009 en GdP), o ‘Tonino’ (nótula num. 051 en GdP), ‘el Baba’ (ver nótula núm. 229 en GdP) o ‘La Bilili’.

...continúa leyendo "1.262. ENRIQUE CALVARIO. Escultor."

El 16 de enero de 1962, hace hoy 50 años, se representaba esta obra en el Teatro Principal, por alumnos del Colegio La Salle, así como algunos mayores que los apoyaban como es el caso del desaparecido recientemente --julio 2011-- Pepe Buhigas ‘el Robert Taylor del Puerto’. A la izquierda de la imagen Francisco M. Arniz y en papeles secundarios Emilio Gilabert, que aparece en el centro de la imagen y Luciano Vázquez quien no figura en la fotografía.

Esta obrita se representó previamente en La Salle en los actos navideños de 1961 y en vista del éxito les propusieron hacerla en el desaparecido Teatro de la calle Luna. El a modo de director musical y de variedades en La Salle lo fue en aquella época el Hermano Fulgencio de Andrés (de nombre Blas García, en la vida civil), primer director del centro, fallecido en Granada en 1992. /Foto: Colección Francisco M. Arniz Sanz.

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Por la puerta principal del edificio de la imagen -la Casa de los Sancho- se accedía, en la primera planta al Colegio de Infantil de La Divina Pastora. Allí ejercieron Doña Francisca González Sousa y Doña Lola Sancho.

A continuación, en la misma calle Luna se encontraba la Barbería de “Pichilín” y , frente a la Farmacia de Fernández-Prada, ‘El Único’ tienda de Vinos Finos, abierto entre 1920 y 1974.  Luego, a finales del siglo pasado se instalaría en esa misma tienda la Cuchillería Navarro. Un poco más arriba la tienda de moda ‘Lolita y Serafina. En primer término a la izquierda, acceso a ultramarinos 'La Giralda'. /Foto: Colección de Vicente González Lechuga.

Llevaba  algún tiempo, oyendo, lo bien que  lo iba a pasar en el  colegio. Cada  día veía desfilar a mis hermanos, y la verdad, era que  ellos perecían contentos,  así que esa mañana  cuando la cálida voz de mi madre, me decía que me levantara, que había que arreglarse para el cole, el corazón me dio un vuelco. «--Qué no mamá, que no quiero ir», «--Que sí tonta, vas a estar con muchos niños».  Lo mejor de ese día era que por fin iba a estrenar ese bonito uniforme de tonos azules y camisa celeste, que  desde hacía algunos días colgaba en mi armario; y ese vaso tan raro, de anillas plegables de color naranja, sin olvidar los recios zapatos Gorila, que venían con una pelota verde.

Cuando llegué  al colegio,  salió a recibirme, la señorita Lola Sancho, su cara dibujaba una amplia  y agradable sonrisa, mi madre me acompañó hasta  la clase, pero  al primer descuido,  desapareció. Ni Tita, protagonista de ‘Como agua para chocolate’ lloro tanto!. Para calmarme me pusieron con mis hermanas,  así pasé varios días hasta que por fin, empecé a acostumbrarme,   y  cesaron las lágrimas.

...continúa leyendo "1.260. COLEGIO LA DIVINA PASTORA."

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