Milagros Sánchez Jiménez, nacida y criada en el callejón Espelete, fue la menor de sus hermanos. Estudió en el colegio de las Esclavas de El Puerto de Santa María. Con 16 años montó su Miga[o Amiga] en el patio de la casa de vecinos en donde vivía con sus padres; su novio, y posterior marido, Francisco Aguilar Orihuela, carpintero de oficio, quien le ayudó haciéndole unas banquetas y la pizarra.
Óleo sobre lienzo, 81 x 55 cm, obra de José Aparicio e Inglada 1827. En depósito Museo Cerralbo (Madrid)
Fragmento de Desembarco de Fernando VII en El Puerto de Santa María con el retrato de Luis Antonio de Borbón (Versalles, Francia, 1775-Goritz, Austria, 1844), duque de Angulema, ostentando sobre el uniforme la insignia del Toisón de Oro y la gran cruz y banda del Saint Esprit, además de otras condecoraciones. El cuadro al que pertenece este fragmento representaba el encuentro de Fernando VII con los Cien mil hijos de San Luis, tropas francesas al mando del duque de Angulema, el 1 de octubre de1823, en El Puerto de Santa María ¡ a la vuelta de su exilio, que puso fin al Trienio Liberal (1820-1823).
La Iglesia Mayor Prioral a principios del siglo XX
| Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz.
En diversas fechas del mes de julio de 1921 aparecen en la Revista Portuense noticias referidas a robos continuados en la iglesia Mayor, apuntando como presunto autor a uno de los empleados del centro parroquial. Esta “distracción” de ropas y enseres de poco uso y valor, dicho sea en justicia, se conoció gracias a una comunicación anónima que recibió el párroco y este, tras comprobar la veracidad de la denuncia, puso el caso en manos de la policía.
En la prensa local aparecieron breves notas relativas al tema: “… se amplía la lista de enseres y ropas desaparecidas en la Prioral, y se apunta que el suceso viene de atrás, de hace bastante tiempo” y como suele suceder en estos casos, cuando la noticia trascendió a nivel popular, el bulo se fue inflando de boca en boca hasta alcanzar unas dimensiones realmente exageradas que no correspondían a la realidad, al menos eso se desprende de lo que hemos podido averiguar al respecto, aunque siempre queda la duda de conocer realmente el alcance de lo sustraído, especialmente por algunas actuaciones policiales relacionadas con este asunto, como la acción judicial por la que retrasaron la salida de un viaje transoceánico en Sevilla: “… del reconocimiento practicado en el trasatlántico con destino a Nueva York, con antigüedades, no se ha hallado ningún efecto robado.”
El 6 de febrero de 1973, el pesquero Domenech de Varó, con base en El Puerto de Santa María, naufragó frente a la costa occidental de Lanzarote. La tragedia dejó un saldo de diez tripulantes fallecidos, de los cuales se recuperaron ocho cuerpos. Tres de ellos fueron identificados por el patrón del barco, Vicente Yañez, originario de Cádiz, quien sobrevivió junto con otro marinero, José Manga, de Sanlúcar de Barrameda. Cinco cuerpos más fueron enterrados en nichos sin identificar, mientras que los dos restantes nunca pudieron ser recuperados del mar.
Cincuenta años después, impulsado por un homenaje de Francisco Javier Roselló Marroquín a su padre, Jaime Roselló Zaragoza, uno de los marineros fallecidos, se creó la Asociación de Familiares y Amigos de las Víctimas del Naufragio del Buque Domenech de Varó. Su principal objetivo: dignificar la memoria de las víctimas y tratar de identificar los restos inhumados en los nichos anónimos.
Juan de la Cosa dibujando el mapamundi. Obra de Juan Manuel Núñez Báñez. Monasterio de la Rábida. Patio de la Hospedería. Palos de la Frontera (Huelva)
| Texto: J.M. Morillo-León.
Juan de la Cosa, navegante y cartógrafo que participó en siete viajes de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, es el autor de uno de los mapas más relevantes en la historia de la cartografía: el mapamundi de 1500, considerado el mapa más antiguo conservado en el que aparece el continente americano. Esta obra, elaborada en El Puerto de Santa María para los Reyes Católicos o alguno de sus cortesanos, es un testimonio visual de los primeros contactos entre Europa y América y refleja los conocimientos geográficos de la época. El original se encuentra en el Museo Naval de Madrid existiendo varios facsímiles en El Puerto.
Retrato de María Fernández Calderón realizado con IA
| Texto: Miguel Ángel Díaz Carlier y Eugenia Ciruela Montañés.
La participación de las mujeres en el comercio con la América hispana apenas ha sido estudiada a pesar de las inmensas posibilidades historiográficas que ofrece. Más allá de su papel de esposas o hijas de hombres de negocios, cuatro mujeres ejercieron como cargadoras a Indias en El Puerto de Santa María a mediados del siglo XVIII, demostrando su capacidad para dedicarse con éxito al mundo empresarial del mismo modo que sus homólogos masculinos.
De María Fernández Calderón [nuestra tercera protagonista] disponemos pocos datos procedentes del Catastro de la Ensenada. Con unas ganancias anuales de 10.000 reales, para el tiempo del Catastro era honesta, viviendo con Francisco José Polo y Trujillo, teniente del Contador del público y fiel de carnicerías, y su familia. (1) Para la época de la actualización ya había fallecido. (2)
Pescador arponea un pulpo con su tridente | Mosaico de Dougga. Museo del Bardo (Túnez). Siglo III, Alto Imperio Romano.
| Texto y fotos: Juan José López Amador.
Desde el final del Neolítico, así como en la Edad del Cobre, el Bronce y el Hierro, esto es desde hace al menos 6.000 años, vemos en los restos arqueológicos que encontramos en los silos, en los fondos de cabañas, o en la ciudad de El Puerto de Santa María, donde vivían, infinidad de restos de conchas de moluscos que han sido consumidos. Esto, como es lógico implica la obtención de estos recursos, para lo cual, necesitamos mariscar aprovechando la bajada de la marea, así como la utilización de herramientas especializadas ...continúa leyendo "Mariscadores de la antigüedad #6.093"
Releyendo fragmentos de La arboleda perdida de Rafael Alberti me detuve en el capítulo 7, donde relata la situación de crisis personal por la que pasó en 1928 y a raíz de la cual fue invitado por José María de Cossío a pasar unos días en una casona que tenía en Tudanca. Desde allí realizaron algunos paseos y excursiones por lugares cercanos. Fueron a Santillana y después visitaron las cuevas de Altamira. Alberti pudo visitar la cueva auténtica, no la reproducción que actualmente se muestra al público a fin de preservar la verdadera e impedir que se estropee en un año lo que se ha conservado durante miles.
Arrieros por la calle Ganado, camino de la calería de la calle Jesús de los Milagros
| Texto: Manuel Cruz Vélez | Fotos: Archivo Municipal. …Y en el camino nos encontraremos. La de veces que lo hemos oído, pero no todo el mundo ha podido verlos día sí y el otro también. No había mañana o tarde, de entrada o salida al cole que no te cruzaras con una ristra de burros por la calle Santa Lucía. El arriero con su gorra o boina encasquetá y con el cigarro liáoen la mano, vara en la sobaquera, iba abriendo la marcha, era como si fuera una “Cruz de Guía” de una procesión silenciosa y cansina que, aunque cumpliera con su cometido, eran explotados.
El concepto de alumbrado público es relativamente moderno ya que antes de 1800, salvo las antorchas impregnadas de resina, protegidas por un fanal metálico, que se colocaban en las fachadas de algunos edificios públicos a la que sustituyeron faroles acristalados con gruesas velas de sebo, de mínima potencia lumínica, durante la primera mitad del siglo XIX, nada más había. Al menos en esta Ciudad solamente existían, espaciados en las principales calles del casco urbano, faroles de aceite, atendidos por un empleado -el farolero- que encendía y apagaba manualmente cada uno de ellos de acuerdo con un horario establecido según la época del año.
En 1829 en París ya utilizaban el gas de hulla, al que denominaron con el nombre de su descubridor: Lebón, para el alumbrado público. A El Puerto llegaría cuatro décadas después esta innovación tecnológica, al construirse en 1870 una fábrica de gas en el extrarradio de la ciudad, monopolizando durante un cuarto de siglo el alumbrado público de la población.
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