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A lo largo de toda una vida, siempre recordaremos a esas personas, que dejaron huellas profundas en nosotros, especialmente por su  bondad y buen corazón.

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Milagros Galvez Alonso, ‘Tato’, Mari Carmen, una jerezana novia de su hijo Antonio Fernández Gálvez, que también aparece en la imagen. /Foto: Colección Familia Neva.

Milagros Galvez Alonso, ‘Tato’, tuvo cuanto hermanos, Manolo, Antonio, Lola y Miguel Ángel --desaparecido en la Guerra Civil--. Con su marido enfermo, Milagros sacó adelante a su hijo Antonio Fernández Gálvez, trabajador muchos años en Bodegas Osborne y ayudante de Neva, operador de cine y gran amigo de la familia, que trabajaba con la familia Nuchera en los cines de verano Cinema España y Florida y en invierno en el Central Cinema.

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La frutería de Vela, donde estaba la casa de la autora de la nótula.

MI ABUELA.
Al no conocer a mis abuelas,  se podría decir que ‘Tato’, fue de alguna manera nuestra abuela.  Tengo entendido, que mi madre la conoció en la Sericícola, finca de Don Félix Sancho de Sopranis  Peñasco. Supongo que  ‘Tato’ iría como practicante, a atender a la familia  Sancho  o a sus empleados  entre los que se encontraba mi madre; quien empezó a trabajar con esta relevante familia desde los doce o trece años. Me consta, que hubo sincero aprecio por ambas partes. ‘Tato’, enseguida congenió  con mi madre. Ambas dos tenían un carácter muy similar, pues eran mujeres muy serias y reservadas, poco amigas de chismes, alharacas y cuchufletas. Parece que la estoy viendo, con su tez blanca, pero con color en las mejillas, y su largo  pelo recogido en un rodete, al que daba mil vueltas, hasta quedar impecable. No, no era yo la niña de sus ojos, si no una de mis hermanas,  que por aquel entonces tenía un problema en la vista y esto la hacía más vulnerable, por lo que  se desvivía por ella,  haciéndoles las curas, y lavando ella misma esos pañitos blancos e inmaculados para que  estuvieran totalmente asépticos. Hasta esa tarea quiso ahorrarle a mi madre, pues sabía las muchas horas que  su trabajo le robaba   y lo mucho que  le preocupaba  todo cuanto concernía a sus hijos. Y es que era muy buena y cariñosa con todos nosotros, y con todos los que  veía necesitados de ayuda. A su niña, le hacía, unos tirabuzones perfectos  con agua y limón,  y como tenía el pelo moldeable y  agradecido, estaba muy linda con ellos. A mí, no me lo podía hacer, pues el mío, era demasiado  rebelde, y por más que se esmerara, en mantenerse delante de ella un poquito arregladito, cuando se daba la vuelta… zas!  Volvía  a  caerse y ahí se acababa el intento.

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Un equipo de jeringuillas de la época.

LA PRACTICANTE.
‘Tato’, era una mujer de carácter,  pero a la vez muy tierna y sensible. En ella no había dobleces, a quien le entregaba su cariño, tenía en ella una amiga,  fiel y leal para toda la vida. Además era una mujer, de conocimientos y  muy educada. Lo malo de ‘Tato’, era que teníamos al practicante en casa, y no sé si por moda, prescripción médica o qué, cuando la veía sacar  aquella cajita de metal ovalada, y preparar el pañito blanco, me echaba a temblar. Extendía el paño con mucha parsimonia, habría la cajita y  colocaba  ceremoniosamente sobre él: las tijeras, las agujas  enormes, la jeringa, el  alcohol,  el algodón y las cerillas. Nuevamente, con mucha delicadeza, introducía dentro de la cajita, las agujas,  y el resto del instrumental, y lo hacía arder. Cuándo el alcohol  se evaporaba, ya estaba el instrumental bien esterilizado,  y lo que era peor, listo  para  utilizarlo.   --Anda hija ven, --¿Quien yo? No me lo podía creer, unas veces, aceite de hígado de bacalao- Pal Crudo --o algo parecido-- ha pasado tato tiempo, que  no estoy segura que se escriba así, pero así  era como lo llamábamos en casa; otras que si penicilina, total, que tenía que hacerme la fuerte,  para que la camarilla mirona, no pensara que era una miedosa. Claro, que para mi sorpresa no era  solo yo, pues… --Anda hija, ahora, te toca a ti, se refería a otra de mis hermanas, esta  solo articulaba a preguntarme --¿Te ha dolido?  Cuando terminaba, nuevamente,  introducía el instrumental, y volvía a esterilizarlo en alcohol llameante,  hasta que se evaporara, secaba muy bien la cajita, guardaba  todo, con la misma parsimonia y a su maletín.

Chicles_Bazoka_1964Estaba tan enfadada, que por más que me decía, que me acercara que tenía un regalito para mí, y  que la perdonara  que era por mi bien,  yo no la quería oír, pero me decía: ven que te quite el  algodón, y como era obediente, me daba un abrazo,  y ahí  se acababa el enfado. Cuando ya me iba a jugar, me pedía que extendiera  las manos, y me las llenaba, de almendras fritas por ella: ¡buenísimas! y altramuces. Como sabía, que tenía que pincharnos, pobrecilla, se había llevado un buen rato partiendo,  pelando  y friendo las almendras, para  compensar de alguna manera ese ratito malo, que sin dudas debíamos pasar, y endulzando  durante varios días los altramuces. /Publciidad del chicle Bazoka Joe. Año 1964.

A pesar de que hayan transcurrido tantos años, estos pequeños detalles, son los que se recuerdan toda la vida con verdadero cariño y añoranza. Porque, como olvidar,  como  nos acunaba en su regazo, mientras nos mecía  en la mecedora a la par que cantiñeaba   alguna nana,  o lo primero que se le viniera a la cabeza.

Grasitas_Famosa_1966O como nos acompañaba a lavarnos las manos, antes y  después del almuerzo o cena, porque decía que las manos siempre debían estar muy limpias, porque sin darnos cuentas, podíamos tocarnos los ojos,  o la boca y se nos pondrían malos. De la misma manera  no le gustaba, que nos anduvieran besuqueando. Nos decía…. a los niños,  no se los debe dar tantos besos, solo los de casa y poco más.  Cada noche al acostarnos, nos cepillaba el pelo con mucho mimo, nos daba nuestro besito de buenas noches y marchaba feliz para su casa que ya debía estar esperándola su único hijo: Antonio Fernández Gálvez, un sol de hombre, al que Dios lo había revestido de infinita  bondad y buen corazón. /Publicidad de muñecas Famosa. Año 1966.

Como ya he dicho, Tato, asumía tanto su papel de abuela preocupada, que si consideraba que  uno de nosotros,  no había desayunado en condiciones, no se lo pensaba y allá, que se presentaba en los colegios de la Divina Pastora,  o  en San Ignacio, con buen tazón de leche  para que no desfalleciéramos en clase.

La_Casera_1968De nada servía que le dijéramos que no teníamos  hambre,  si no lo hacíamos en casa,  estaba claro que lo haríamos  en el colegio. Así aprendíamos la lección, y  a partir de ese día,  todos apurábamos el desayuno, porque  de nada valía decirle….  es que no tengo ganas. Lo dicho, una mujer con carácter  y  un cariño enorme por  sus niños. /Publicidad de La Casera. Año 1968.

Muchas fueron las veces, en las que la acompañe, a visitar a algunos de sus  muchos clientes como practicante-ATS-  y siempre fue bien recibida, a pesar de que su profesión, a los ojos de una niña, no era demasiado agradable. La vida me privó desgraciadamente del calor y de  la ternura de mis dos abuelas, pero   supiste ganarte nuestro cariño,  con  el inmenso amor que nos entregaste. Hasta siempre querida  y añorada abuela Tato. /Texto: María Jesús Vela Durán.

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Quiero recordar a una serie de personajes populares, éstos no pertenecían a la raza gitana (ver nótula núm. 2.001 en Gente del Puerto), que conocí a lo largo de mi existencia entre los años 30 y 60 del siglo pasado.

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En la fotografía, Cándida ‘la Negra’ con Juan Durán, ‘Juanito Malete’, quien era encargado general de las subastas de frutas y verduras, en el Palenque de La Placilla; era el padre del que fuera propietario de Electrodomésticos ‘La Placilla’, según información que nos facilitaba Manuel Pacheco Albalate.

Alemania. Lañador y latero que dormía en la cascada de la fuente norte en el Paseo de la Victoria. Por las mañanas, pasaba por mi casa con su hornillo de calentar el soldador, una caja de herramientas en bandolera y un hato al hombro. Soldaba cacharros de lata y arreglaba las tinajas y los lebrillos de lavar con las lañas y cemento. Si caminaba desde la Victoria hace el centro de la ciudad, iba fresco. Cuando volvía, estaba como una cuba. Los niños, naturalmente, nos metíamos con él: "Alemania, buen paletón con la picha de papel y los huevos de cartón".

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Gabriel 'el Mulo', con un gato en brazos.

Gabriel Mulo. En apariencia, un enfermo mental. La gente se metía con él, y cuando se desesperaba ponía cara de loco agresivo, e incluso simulaba ir al ataque. Pero frenaba mucho cuando le invitaban a un vaso de vino. Podía fingir tal dulce sonrisa que parecía ser tu mejor amigo.

el_chumi_psm_puertosantamariaEl Chumi. Manuel Quintero García, uno de los mejores cantores de flamenco que El Puerto ha tenido. Cantaba muy bajito, pero los verdaderos entendidos gustaban de oír los matices de todos los palos del cante jondo. Lo calificaban como uno de los mejores. De ahí que, en honor a su arte, hay una peña flamenca con su nombre artístico. No tenía la cabeza en su sitio: casi siempre, aparte de adornos, llevaba colgada en la solapa de la chaqueta o del abrigo, una malla de seda amarilla de botella de coñac. (ver nótula núm. 1.110 en Gente del Puerto). /En la imagen de la izquierda El Chumi.

Luis Agacha. Caminaba muy rápido a pesar de que no iba a ninguna parte. Al verlo le gritábamos: "--"Luis, agacha... que viene un bando (de pájaros)!" Se agachaba y ponía una mano formando visera en la frente, como oteando el horizonte. Inmediatamente, pedía efectivo para un vaso de vino.

romualdopeniamontes___puertosantamariaRomualdo [Remujardo]. A Romualdo Peña Montes lo ingresaron en un asilo para ancianos y no lo he vuelto a ver. Empleó toda su vida en acarrear agua potable hasta su clientela. Unas veces iba al Hospitalito, otras a las Capuchinas y la mayoría de los grifos del mercado. Cuando llegaba a su casa, soltaba el dinero que había ganado por la junta de un cajón de la cómoda. Nunca se lo dio a su madre directamente. Pero ella se lo gastaba sin que Romualdo exigiera explicaciones. El hombre siempre iba descalzo. (Ver nótula núm. 1.310 en Gente del Puerto). /En la imagen de la izquierda, Romualdo.

Pituvera, el del bulto. Señor que ni estaba loco ni era tonto. Le decían ‘el del bulto’ porque tenía un quiste en la cara, una bola del tamaño del huevo de una gallina. Entre otros negocios, montaba una tómbola portátil, más conocida como una reclina en la plaza de abastos. A las marías les gustaba tocarle el quiste porque pensaban que acariciarlo atraía la suerte.

Julián, hijo de Cagalerna el Ciego. Se buscaba la vida de mandadero entre los placeros del mercado de abastos. El padre vendía lotería. Julián se trasladó a Cádiz cuando su padre falleció.

ansonini___puertosantamariaAnsonini. Manuel Bermúdez Junquera tenía como actividad laboral trasladar en un carro especial las carnes del matadero a los comercios de carnicerías. Le gustaba el baile flamenco. ¡Casi no movía las piernas! Para las bulerías tenía un son que hacía sólo con el cuerpo. Tan peculiar era su danza, que los grandes flamencos siempre le reclamaban para sus fiestas privadas. Se enamoró de María. La chica era de estatura normal y él, en cambio, muy alto. Todas las tardes pasaban ante la puerta de mi casa, en Santa Clara 5, muy amartelados. Él con el brazo derecho por encima del hombro de María,  insinuando acariciar el seno contrario. La hembra, aparte de guapa, podía presumir de hermosos pechos. Era una de esas parejas a las que parece que nunca se le acaba el amor. Una vez casados, y con hijos de por medios, el porteador de carnes se volatilizó. Se dice que fue amante de ricas extranjeras. Se dice que tuvo en sus brazos a Ava Gardner. Y que para siempre se quedó a vivir entre bellas mujeres. Que yo sepa, nunca regresó a El Puerto. Pensaría que los gitanos las guardan. (Ver nótula núm. 524 en Gente del Puerto). /En la imagen superior izquierda, Ansonini. En la imagen inferior izquierda, la Tula.

la_tula__puertosantamariaLa Tula. Mujer sonriente y de carácter muy dulce. Le gustaba el pirriaque (vino malo). Los niños nos burlábamos de sus estados de embriaguez.

Cándida la Negra (ver nótula núm. 214 en Gente del Puerto). Se ignora su lugar de procedencia. La conocí desde que tengo uso de razón. Primero, porque en su casa y la mía estaban muy próximas. Segundo, porque cuando yo tenía 6 o 7 años mi madre padeció eccema en las manos y el médico le recomendó, entre otras terapias, que no introdujera las manos en el agua. En aquella época no había guantes protectores, de manera que mi madre debió recurrir a otra personas para las labores de lavado y fregado. Cándida no conocía su edad ni la tierra que la vio nacer. No sé que trazas me doy que siempre acabo especulando. ¿Cómo fue el caso de Cándida la Negra? Tal vez llegó con los píos, los segadores portugueses; ella para hacer la comida y el lavado de ropas. Si fuera cierto, podría ser guineana, angoleña o mozambiqueña. /Texto: Francisco Artola Beuzón.

sudordelobrero_31_10_1906_PUERTOSANTAMARIADestacado político republicano portuense, siempre vinculado con los problemas de la clase obrera, barbero de profesión. Ya en 1905 vemos sus textos en el periódico ‘El Sudor del Obrero’, Órgano de las Sociedades y de las Agrupación Socialista Obrera de El Puerto de Santa María. Era uno de los siete periódicos con los que contaban los socialistas en España en aquel inicio de siglo.

Dicha publicación, dirigida por Diego Velázquez, e impresa en la imprenta La Unión, de esta Ciudad, no estuvo falta de problemas desde sus inicios en 1902. A partir de 1909 una irónica frase acompaña el encabezamiento: "se publica cuando se puede", con diversa periodicidad, bisemanal, semanal y quincenal. En 1910, su titular afirmaba que era el Órgano de las Sociedades Obreras y de la Colación Republicana Socialista. En 1915 rezaba en su titular: Órgano de la Conjunción Republicano-Socialista y de las Sociedades Obreras. La redacción estaba en el número 44 de la calle Palacios.

Otros escritos de Tomeu Navarro aparecerán en ‘El Obrero Portuense’, dirigido por Manuel Pérez desde 1900. Volvió a resurgir en 1919, siendo promotor de esta publicación, Órgano de las Sociedades Obreras de esta localidad, época donde encontramos los textos de Tomeu, que se publicó entre el 8 de noviembre de 1919 y el 27 de julio de 1920. A mediados de 1920 firmaba sus artículos en el periódico con el seudónimo de ‘Dagoberto’.

Afiliado a la Agrupación Socialista de El Puerto, de la que fue re fundador en 1899, junto a los toneleros Alfonso Fernández y Diego Velázquez al que aludíamos mas arriba y el viticultor Francisco Figueroa. En los años 20, junto con otros compañeros formaría los primeros grupos republicanos, siendo secretario de la Junta Local de Reformas Sociales y de la Junta de la Casa del Pueblo.

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La plaza del Polvorista en 1905.

Así, formó parte de la Comisión Gestora del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María entre las elecciones del 14 de abril y el 31 de mayo de 1931. Tras éstas últimas elecciones municipales sale elegido como concejal, formando parte del gobierno municipal como Teniente de Alcalde por el Partido Republicano Radical Socialista. Tras la dimisión de Francisco Cossi Ochoa en mayo de 1932 es propuesto y sale elegido como nuevo alcalde el 25 de mayo, permaneciendo hasta junio de 1933. Unos meses después de los trágicos sucesos de Casas Viejas, Francisco Tomeu dimite de forma irrevocable de la alcaldía portuense, ocupando la alcaldía, de nuevo Francisco Cossi Ochoa (ver nótula núm. 590 en Gente del Puerto), quien sería presidente de la Diputación, cuando el golpe de estado del 18 de julio de 1936, siendo depuesto y, posteriormente, desaparecido.

A día de hoy tiene una calle en su ciudad natal. /Texto: Santiago Moreno Tello.

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Portus Gaditanus según F. Rambaud.

La reciente publicación de J.J. López Amador y E. Pérez Fernández, El Puerto Gaditano de los Balbo. El Puerto de Santa María  (2013), (ver nótula 1414 en GdP) viene a  recuperar una de las grandes lagunas de la historia de la ciudad: su pasado romano.  Hacía falta poner en orden algunas consideraciones acerca de esta época, cuando tradicionalmente se ha hablado de un lugar en el que no podía detectarse una concentración de población destacada hasta época bajoimperial, en torno al siglo IV, al constituirse un pagus  desde el que surgiría la posterior aldea de Al-Qanatir en época islámica. Lo cual venía interpretándose como que si en un momento dado aparecía algún material romano en el casco histórico de la ciudad o en su entorno, estos restos debían de asociarse con una villa romana (no una ciudad) o con factorías de salazones que de alguna manera, y desde el siglo IV a.C., tendrían que vincularse necesariamente con la Gadir púnica y luego con la Gades  romana.

Busto de Balbo el MenorEn este sentido, los autores aportan, desde luego, una  importante actualización bibliográfica  además de una exhaustiva información de fuentes arqueológicas y documentales  que demuestran el  buen hacer  de dos investigadores cuyo concienzudo trabajo se verá, sin duda, recompensado por el reconocimiento de sus lectores.  Y vaya por supuesto  también el mío.  /Busto de Lucio Cornelio Balbo en Cádiz./ S. XIX

Los autores parten de un planteamiento ya conocido: la identificación del Portus Gaditanus  de Balbo  (ver nótula núm. 2000 en GdP) con el arsenal que cita Estrabón (Str. III, 5, 3), levantado en tierra frontera a las Gadeira,  y que en consecuencia debe situarse en El Puerto de Santa María, porque existe constatación arqueológica para corroborarlo. Por otro lado, es un planteamiento ya defendido en otras ocasiones en la prestigiosa publicación  Revista de Arqueología, desde la que accedí al primer debate sobre la ubicación del portus  entre  las propuestas de E. Pérez ,  J.A. Ruiz Gil y J.J. López Amador (1989) y las de F. Rambaud (1986), que ubicaba el Portus  Gaditanus, como yo  entonces ( J. Montero Vítores , 2002) en la Dehesa de Bolaños.

2TRAZADOSVIAAUGUSTA_PUERTOSANTAMARIALos argumentos que se utilizan para ello  en el capítulo 1 pasan por encontrar una conexión directa entre Gades y Hasta Regia (Mesas de Asta) con un trazado rectilíneo que, como correspondería al trayecto lógico de la Vía Augusta  debe cruzar el estuario del Guadalete en este punto (Ad Portum),  al menos desde los datos  itinerarios contemplados en los Vasos de Vicarello (CIL XI, 3831, 1-2), contemporáneos a Estrabón. Un trazado que además cuadraría bien con los metrajes miliarios y en el cual  la documentación recogida desde el siglo XVII en el Archivo Histórico Municipal de la ciudad  o en la obra de A.J. Ruiz de Cortazar (1764)  da fe de numerosos vestigios de posibles infraestructuras viarias. Por otro lado, como se analiza profundamente en el capítulo 2, los  numerosos vestigios arqueológicos tanto del casco antiguo de la ciudad como de la periferia, con una secuenciación cronológica válida y en algunos puntos completa para todo el período romano, apuntan a determinar con claridad una concentración de población romana.   /En la imagen de la izquierda, los dos trazados de la Vía Augusta.

Desde esta perspectiva,  me ha parecido entender  que se rechaza la posibilidad del trazado que tanto F. Rambaud  como yo identificamos como  una parte de la Via Augusta, y que necesariamente llevaría  el Portus Gaditanus  hacia Dehesa de Bolaños, dejando por tanto a El Puerto de Santa María fuera del – llamémosle así– trayecto oficial.

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Portus romanus como algo mas sencillo: un fondeadero.

Atendamos ahora algunas cuestiones: en primer lugar, no es necesario hacer desaparecer ni uno ni otro trazado, porque los dos existieron. Uno cruzaba el estuario del Guadalete más próximo a su desembocadura; otro lo hacía más adentro, en  La Barca  --junto a  Cartuja (como se desprende del mapa de Tomás López de 1787)-- para entrar en las tierras del Ager Ceretanus y alcanzar un ramal hacia Hasta Regia más al norte.

Por supuesto, esto tampoco anula el hecho de que en Dehesa de Bolaños se ubicase una estación aduanera importante integrada dentro del hinterland [La palabra hinterland proviene del idioma alemán, y significa literalmente "tierra posterior" (a una ciudad, un puerto, etc.). En un sentido más amplio al anterior, el término se refiere a la esfera de influencia de un asentamiento. Es el área para la cual el asentamiento central es el nexo comercial] del  Portus Gaditanus  que canalizaría el control del tráfico del  curso medio del Guadalete, y que en el siglo II era aun lo suficientemente importante como para ser citada por Ptolomeo: SI, por Ptolomeo ( Ptol. II, 4, 5)  que aun habla de un Portus Menesthei  del que Portus Gaditanus recoge el testigo.

La supuesta Gades de Balbo, 2Portus Gaditanus es una realidad territorial muy grande. Engloba todo el área de influencia de la antigua Gadir púnica en la Bahía, recogiendo por supuesto la tradición púnica que se mantuvo  hasta la derrota de Cartago por Roma - tradición  con la que debe asociarse Portus Menesthei- y la expansión de infraestructuras de época romana con cientos de embarcaderos y alfares a lo largo de la antigua costa.  /La supuesta gades de Balbo. 

Sin duda, su momento de despegue coincide con los últimos años de la República, cuando Balbo el Mayor inicia su actividad política y desarrolla sus planes para abastecer la  annona [era un órgano del Imperio Romano que servía principalmente para el reparto y comercio del trigo, al igual que de su transporte. La palabra "annona" se deriva de la diosa Annona, diosa de la cosecha, que a su vez se deriva de la palabra annus, año, dado el carácter anual de las cosechas] de  Roma. Efectivamente, material cerámico tardorrepublicano  lo encontramos en tres puntos clave: casco histórico del Puerto de Santa María, yacimientos de Puente Melchor ( Puerto Real) y Dehesa de Bolaños, que hemos de considerar como los tres grandes ejes de la expansión del hinterland de la Gades romana.

La-supuesta-Gades-embellecida-por--Balbo--en-una--pintura-de-las-termas-de-Trajano-en-RomaY ello porque cada uno, con sus peculiaridades, actúa como  puerto –o estación aduanera si se quiere- desde el que se recogen productos: El Puerto de Santa María es el punto de conexión con Mesas de Asta , y el más adecuado para ser identificado con el emporio que describe Estrabón ( Str. III, 2, 2) en el que gaditanos y hastienses toman contacto.  Como él, desde Dehesa de Bolaños se canaliza el control de productos que proceden del curso medio del Guadalete y del Ager Ceretanus, quedando Puente Melchor como un enclave en torno a  otro gran espacio  agrario que pronto se pondrá en relación con la colonia de Asido Caesarina.   Todo ello es parte del complejo de Portus Gaditanus. /En la imagen de la izquierda, la supuesta imagen de Gades embellecida por Balbo en una pintura de las termas de Roma.

A los Balbo, tío y sobrino, debemos en gran medida este gigantesco desarrollo, que no solo debe entenderse como consecuencia de la construcción de un arsenal: descartemos, ya si, una gran ciudad de planificación urbanística romana como yo entonces también pensaba, para pensar más en infraestructuras portuarias, tipo muelles, embarcaderos, almacenes o accesos de comunicación, como  los puentes de paso para continuar los trayectos de las calzadas. Algo que, además, no termina con los Balbo, sino que sigue desarrollándose en épocas posteriores, como los autores recuerdan  en el capítulo 3.

Reconstrucción del teatro romano de Gades

Reconstrucción del Teatro Romano de Gades.

¿Por que razón Balbo el Menor levanta un puerto nuevo para Gades?. Todo es producto de las circunstancias políticas y cambios sociales vinculados con el proceso de conquista y colonización romanas generalizado en el Mediterráneo Occidental  desde el final de la II Guerra Púnica (202 a.C). Producto del creciente poder de las élites de Gades que, precisamente, se abrieron a Roma porque vieron en ella una posibilidad inmediata de promoción social y  política y de desarrollo de grandes empresas económicas con la capital: financiación de carreras políticas que les beneficiasen o compromisos con el abastecimiento de víveres a los almacenes  de la capital (la annona).

Así puede verse desde el momento en que toman contacto con los grandes prohombres de la política romana de ese momento: Pompeyo y César. A ambos les interesa Hispania como soporte de apoyo a su política senatorial, pero César tiene especial interés en promover un extenso programa de colonizaciones que continuase aquel ya iniciado en 171 a.C en Carteia y dirigido por prohombres de la gens Cornelia. Un programa de asentamientos de itálicos conjunto con el desarrollo de centuriaciones  dentro de un nuevo esquema, ya romano, de reorganización administrativa del territorio gaditano.

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Teatro Balbo en Roma.

Pero hemos de pensar también en una actuación de contenido evergético [En su definición original, el evergetismo consiste, para los miembros ricos o notables de una comunidad, en la distribución de una parte de su riqueza a la misma, aparentemente de forma desinteresada.]. Los Balbo , y en particular Balbo el Menor, salen ganando con  ello  su imagen de  benefactores de la comunidad y de Roma, contribuyendo de paso a reforzar el peso de la gens Cornelia a la que están unidos  con la concesión de la ciudadanía romana. Y de ahí el papel de las construcciones: la política edilicia.

Como no, el primer paso, como se refleja en el capítulo 4, es reforzar la conexión de Gades con Hasta Regia, no solo como antigua capital turdetana que ejercía el control de la salida de la producción agraria del Guadalquivir, sino también como colonia.  Seguramente en ello está  la renovación de la antigua calzada que unía ambos núcleos, y cuyo punto intermedio en tierra firme es el área de El Puerto de Santa María. Y sin duda es, como demuestra claramente la arqueología en el conjunto de villas y alfares de época romana en torno a la Vía Augusta, uno de los grandes ejes del impulso comercial de Gades en época romana centralizado alrededor de los Balbo. Los autores recuerdan en este sentido cómo el topónimo Balbaina, las tierras intermedias entre Hasta Regia y Gades, es sobradamente indicativo.

inscripción BalboPor ello invito a la lectura de este interesante trabajo de J.J. López Amador y E. Pérez Fernández  por su importante acopio de material y bibliografía actualizada. El resto ya se ha planteado. A medida que las exportaciones de Gades a Roma crecen, la ampliación del radio de acción de Portus Gaditanus  es mayor, y desde la arqueología no  se duda en asociar los alfares encontrados en todo el arco de la Bahía de Cádiz con esta realidad. Y en esta expansión, la actuación de los Balbo debió de canalizarse más en la reestructuración de viejas instalaciones púnicas y nuevas infraestructuras romanas acordes con los planes de colonización que Roma  trae para la zona (J. Montero Vítores, 2013): desde la fundación de colonias  como Hasta y Asido, con el asentamiento de elementos itálicos en la zona, se define una nueva red administrativa que, por supuesto, necesita entre otras cosas del impulso de obras públicas para el dominio y  la explotación  del ager publicus:  calzadas, canalizaciones de agua, embarcaderos: en definitiva un nuevo paisaje en el que los Balbo, como  otros notables de Gades, tuvieron mucho que ver. De este modo se ponen las bases de un poblamiento romano permanente que a su vez garantiza el impulso de  la asimilación de la población local (lo que hoy denominamos romanización), y a su vez refuerza el control de Roma sobre los territorios.  /Texto: Jesús Montero Vítores.

Para saber más:

LÓPEZ AMADOR, J.J. ;  PÉREZ  FERNÁNDEZ, E.  El  Puerto Gaditano de los Balbo. El Puerto de Santa María. Cádiz.  El Puerto de Santa María, 2013.

MONTERO VÍTORES, J ( 2002), “ El yacimiento de Dehesa de Bolaños  en el marco de la Bahía de Cádiz . De Portus Menesthei a  Portus Gaditanus”.  Revista de Historia de Jerez, 8, pp.35-66

MONTERO VÍTORES, J. (2013). Los Balbo y el Portus Gaditanus.  Revista de Historia de El Puerto, nº 51, 9-37

PÉREZ FERNÁNDEZ, E; RUIZ GIL, J.A; LÓPEZ AMADOR, J.J. (1989) “ El Portus Gaditanus, estación aduanera de la Bética”. Revista de Arqueología, 104. Madrid, pp. 29-38

RAMBAUD, F (1986), “ Portus Gaditanus. Hipótesis de un nuevo emplazamiento”.Revista de Arqueología, 187. Madrid, pp. 24-35

ramon_varela_campos_puertosantamariaRamón Varela Campos nació en El Puerto de Santa María el 6 de diciembre de 1879 y murió el 30 de julio de 1939 a los 60 años de edad. Contrajo matrimonio en dos ocasiones a lo largo de su vida. Su primera mujer fue María Josefa Verges Herrera, nacida el 6 de junio de 1879 en la misma ciudad. Se casaron el día 16 de julio de 1907, festividad de la Virgen del Carmen, patrona de la Marina y de los marineros. El matrimonio residió en la calle Santo Domingo [la calle donde han nacido más alcaldes de El Puerto] de esta ciudad. De esta unión, al parecer, no hubo descendencia. Entre 1930 y 1935 Varela enviudó de su primera mujer, y contrajo nuevas nupcias con Manuela Barreda Bonmati, nacida en 1875, hermana de Adelaida Barreda, casada con un notable cirujano, Rafael de Rioja Pineda. Tampoco tuvo descendencia con ella, ni hemos encontrado que Manuela Barreda tuviera hijos antes de su matrimonio con Varela. /En la imagen, Ramón Varela Campos. Foto: Academia de BBAA Santa Cecilia.

ALCALDE

En 1910, había sido puesto en la alcaldía por orden del Gobernador Civil de la provincia al ser cesado José María Heredia Ferrer, que ostentaba el cargo de regidor. Varela ocupa la alcaldía portuense de marzo de 1910 hasta el 12 de noviembre de 1912. Un segundo periodo en la alcaldía lo obtuvo en el bienio 1916-1917. Es por ello un experimentado político, de familia ligada a la producción de vino de Jerez. (Ver nótula 1.100 en GdP).

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El alcalde, Ramón Varela, flanqueado por los maceros municipales, descubriendo la placa conmemorativa que inauguraba el Hospital Municipal, el 7 de septiembre de 1916, puso de manifiesto la grandiosidad de la obra y el agradecimiento que El Puerto sentía por Micaela Aramburu de Mora, terminando con un ¡Viva! a la caritativa bienhechora gaditana, que fue contestado con el entusiasmo de los presentes. (Ver nótula núm. 1.181 en Gente del Puerto)

PROCURADOR

Papel destacado que protagonizó Ramón Varela y Campos en enero de 1920 en la defensa de la protesta con manifestación popular surgida a causa de una prohibición ministerial del uso de las artes denominadas sabaleras. Profesionalmente ejercía como procurador y el hecho de tener intereses ligados a la pesca le convirtieron en hombre ideal para el político Ramón de Carranza y su camarilla, que pensaron en él para ocupar el relevante cargo de primer presidente del Pósito de Pescadores en el delicado momento político que atravesaba el país. Meses antes de ocupar la presidencia del Pósito, Varela medió en el conflicto antes reseñado defendiendo los intereses de la “clase pescadora”. Contaba Varela con 42 años al desempeñar el cargo de presidencia, y asumía la responsabilidad civil de la iniciativa sindical del ministerio, pero era ya un político de derechas acreditado.

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Callejón de Puerto Escondido.

EL PÓSITO DE PESCADORES

El Pósito de Pescadores es una institución que se constituye en El Puerto de Santa María, de manera simultánea a otras poblaciones cuya economía dependía en buena medida de la pesca, entonces en crisis por la coyuntura de postguerra internacional y la por la falta de inversiones para obtener la renovación industrial pesquera (motores, combustión interna, fábricas de hielo, etc.). La burguesía pesquera de la ciudad se acogió al sistema de la subvención y se asoció siguiendo las pautas impuestas desde Madrid. En cambio, las clases bajas generaron una reticencia natural, pues además de trabajar en la pesca, ahora se veían obligadas a pagar cuotas para su afiliación y obtención de beneficios que en sus diversas secciones podía proporcionarles dicha entidad.

EN PUERTO ESCONDIDO

La inauguración del nuevo Pósito de Pescadores tuvo lugar el domingo 19 de junio de 1921 a las dos de la tarde en un edificio de la calle Puerto Escondido, callejón de tradicional raigambre marinera, que todavía existe en la actualidad perpendicular al Parque Calderón. No obstante, ya desde el mes de marzo de 1921 encontramos alguna referencia en la prensa local sobre la gestación de esta institución, como veremos en el siguiente apartado sobre la organización del pósito. Según informaba dicha prensa la creación del Pósito se debió al ex alcalde don Ramón Varela y Campos y a su gestación y desarrollo contribuyó de manera eficaz y decisiva, el ayudante de Marina Manuel Sánchez Ruiz.

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Celebración de Primavera en la Academia de Bellas Artes, entonces en el antiguo Salón de Actos del Convento de Santo Domingo, hoy Instituto de Enseñanza Secundaria. Curso 1927/28. 

PRESIDENTE DE BELLAS ARTES

Desde 1929 hasta su muerte diez años después, Ramón Varela sufrió dos duros golpes en su vida profesional [uno fue el triste suceso del ‘Crimen del Saboné’ --ver nótula núm. 147 en Gente del Puerto-- del que fue testigo], y su carrera política fue en decadencia. Solamente la presidencia de la Academia de Bellas Artes de la ciudad, cargo que ocupó desde el 15 de septiembre de 1930 al 20 de septiembre de 1938, le aportó relevancia dentro de la burguesía portuense en este turbulento periodo de la historia española. Varela había sido nombrado Presidente de honor de la citada Academia el 2 de julio de 1922. Este fue, quizá, el momento culminante de su vida pública. /Texto: José Ferrer Andrade.

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La imagen es del ultramarinos “La Argentina” que estaba en la calle Luna esquina con Nevería y que cerró sus puertas en 1986. La instantánea fue realizada en 1910 y es del fotógrafo Quico Sánchez, según señala el fotógrafo José Antonio Tejero, autor de la web Fotohistoria Portuense, y que trata de recoger el trabajo realizado en este campo en El Puerto en los siglos XIX y XX.

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José Antonio señala que esta foto la encontró en el Centro Municipal de Patrimonio Histórico al que fue cedida por la familia del propio fotógrafo. “La Argentina” sigue existiendo aún, aunque ha cambiado de ubicación y también de tipo de negocio ya que actualmente la familia que lo regentó en su última etapa posee dos herboristerías con el mismo nombre.

José Luis Sánchez, que regenta actualmente las herboristerias La Argentina junto a su hija Laura Sánchez Barea (ver nótula núm. 017 en Gente del Puerto)  señala que llegó a trabajar en el ultramarinos junto a su padre, José Sánchez Berrocal, (ver nótula num. 008 en Gente del Puerto). El lo cogió en 1949 cuando se lo traspasó la familia López Terán. José Luis Sánchez señala que el ultramarinos comenzó a funcionar en el siglo XIX, aunque no sabe en concreto en que fecha.

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José Sánchez Berrocal y su nieta Laura Sánchez Barea, en imágenes tomadas en el verano de 2008.

José Sánchez Berrocal, que nació en El Burgo, en la provincia de Málaga, fue un pionero en El Puerto en introducir los productos dietéticos, según narra su hijo José Luis. Así a finales de la década de los 60 ya comenzó a traer los famosos productos del doctor Messegué. Finalmente en 1983, como cada vez tenían más productos de este tipo en el ultramarinos, abrieron el herbolario en la calle Nevería, junto al ultramarinos que se cerró cuando se jubiló su padre en 1986. /Texto: Pepe Monforte.

 

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El Adriano II el día que se botó en el astillero de Maniños.

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El Adriano II llegó a la Bahía de Cádiz en plena República, en noviembre de 1934, para compartir las travesías entre El Puerto y Cádiz con su hermano mayor, el Adriano I, que las venía cubriendo desde junio del 30 en competencia con el Punta Umbría hasta que éste se hundió en el muelle de Cádiz el 7 de octubre del 34. Aquella circunstancia precipitó la inmediata llegada del Adriano II, hasta entonces empleado en la ría de Ferrol desde que dos años antes Antonio Fernández ‘el Adriano’ lo construyera en su pequeño astillero de la playa de Maniños.

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Los Adriano I y II en el muelle del Vapor.

El segundo de la saga tenía una traza más elegante y esbelta que el primero, y más amplio, con capacidad para 400 pasajeros en sus tres alturas: cubierta, sobrecubierta y toldilla. Y lo que era más importante, ‘el Adriano’ lo construyó pensando en el calado del río y en las corrientes y vientos reinantes en la bahía gaditana y con unas líneas más marineras que el Adriano I, diseñado para navegar por la ría ferrolana.

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En el Adriano II en 1955, José Fernández Sanjuán (Pepe ‘el del Vapor’) con su padre, José Fernández Fernández, su esposa, Asunción Posada y sus hijos Asunción, Socorro, Juan, Antonio y Pepe. / Foto, GdP.

Hasta 1955 el Adriano II compartió los viajes diarios con el primero de la saga, cuando dejó de navegar y fue sustituido por el Adriano III, construido aquél año en San Adrián de Cobres, en la ría de Vigo.

juanfernandezsanjuan_v__puertosantamariaAl duplicarse el trabajo en 1934, la familia Fernández también se reforzó. Junto a José Fernández Fernández –hermano de ‘el Adriano’- cubrieron ambas travesías sus hijos José (Pepe ‘el del Vapor’), Eduardo (padre de Andrés Fdez. Valimaña, el último gestor de ‘Motonaves Adriano S.L.’), Andrés (que al poco tiempo volvió a Galicia) y Juan Fernández. Sanjuán, 18 años más joven que su hermano Pepe, que se incorporó a la empresa en 1949 y en la que permaneció hasta su jubilación (ver nótula núm. 907). Y con ellos, numerosos trabajadores que tuvieron los Adriano, como Carlos Serrano, que ejerció de patrón del segundo y marinero del tercero. /En la imagen de la izquierda, Juan Fernández Sanjuán (1927-2004).

LA VIRGEN DE LA ESCOLLERA

Probablemente lo más significado de la historia del Adriano II fue su empleo, aprovechando su prestancia y bonitas hechuras, en dar paseos turísticos diurnos y nocturnos por la bahía interior y Cádiz, a partir de los años 50, cuando lo peor de la posguerra había pasado y las cosas comenzaban a mejorar. Y antes, en los 40, el vapor acogió algunas celebraciones civiles y religiosas.

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La ofrenda floral ante el monumento a la Virgen del Carmen, 17 de agosto de 1947. A la derecha un pesquero alicantino. /Foto, Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

Como la que recoge la foto adjunta, tomada el domingo 17 de agosto de 1947, cuando con motivo del voto Asuncionista que dos días antes juró El Puerto y tras oficiarse una misa de campaña a las diez y media de la mañana en la pérgola del Parque Calderón (la que derribó un temporal en 1964, junto al Kiosco de Murga), las autoridades civiles y de Marina se encaminaron al muelle del Vapor para embarcar en el Adriano II con el fin de depositar coronas de flores y cantar la Salve Marinera en el monumento a la Virgen del Carmen –la Virgen de la Escollera que llamaron-, donde el río y el mar confluían, inaugurado, con la presencia de las autoridades a bordo del Adriano I, el 17 de febrero del año anterior por gestión del hasta entonces Ingeniero Jefe de Obras del Puerto, Antonio Durán Tovar (1911-2012, ver nótula núm. 1295) y la mano del artista Juan José Bottaro (1896-1970, ver nótulas núms. 212 y 285).

El acto volvería a repetirse el 15 de agosto del 49, un año antes de que Pío XI declarara dogma de la Iglesia la Asunción de la Virgen. La de la Escollera se reubicaría en septiembre de 1973 en la punta del espigón de Levante.

vapores_5_6_puertosantamariaLA EXPLOSIÓN DE 1947.

Nadie podía sospechar aquella festiva jornada del 17 de agosto del 47 que al día siguiente se iba a producir en Cádiz una gran tragedia: la explosión de las 491 minas almacenadas en uno de los depósitos de la Base de Defensas Submarinas emplazada en Puntales, que causó la pérdida de numerosísimas vidas. Años después, Pepe ‘el del Vapor’ (que precisamente nació un 18 de agosto) recordó en una entrevista de prensa (Diario de Cádiz, 26-IX-1976, ver nótula núm. 1026) tan aciago día: “Aquella noche fuimos de los primeros en llegar. Estaba en El Puerto y me vine a Cádiz con el Adriano II a ponerme a disposición de la Comandancia de Marina. No fueron necesarios nuestros servicios y, de madrugada, regresamos llevándonos un pasajero, un vecino de El Puerto, al que sorprendió la explosión en Cádiz.” /En la imagen de la izquierda, la misma jornada del 17 de agosto de 1947, de popa, entonándose los acordes de la Salve Marinera. / Foto, Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

LA CANALIZACIÓN DEL RÍO

Aquel año del 47 había comenzado mal. En enero y febrero, repetidos temporales causaron el aterramiento del canal de acceso al puerto, por lo que fue preciso dragarlo.

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El Adriano II pasando ante las obras de canalización del río. / Foto, colección Luis Serrano.

La obra se verificó en marzo del 48, al tiempo que comenzó a modificarse, en la banda de la ciudad, el muelle pesquero. Al año siguiente, marzo del 49, se presentó el ‘Plan General de Ordenación del puerto’, cuya aplicación conllevó la construcción de un muelle comercial frente a la ciudad, cuyas obras se ejecutarían en su mayor parte en 1951. Hasta entonces, las murallas de la otra banda se extendían desde el puente de San Alejandro en 200 metros, que serían ampliados, tras ganarse terrenos al río con las nuevas murallas, hasta ocupar una extensión de 540 m lineales. Y se construyeron, por el entorno del transbordador de la sal, almacenes de clasificación de materiales y productos, especialmente para vino, pues las autoridades apostaron por que los caldos de El Puerto y Jerez tuvieran aquí su primer centro exportador por vía marítima. Le cupo a la motonave Delia, alemana, el 17 de julio del 51, ser el primer barco que en el nuevo muelle cargó sus bodegas de nuestro preciado producto.

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El nuevo río que quedó con las obras de los años 40-50. / Foto, colección Luis Serrano.

Con los años, todo se fue al traste. Principalmente, por el poco calado del río, que requería repetidas obras de dragado que económicamente se hicieron insostenibles. El principal responsable de la construcción del muelle comercial y del dragado del río, que ciertamente trajo un considerable auge en el tráfico marítimo (como había sucedido a fines de los 20 y comienzos de los 30), fue Juan Machimbarrena Aguirrebengoa, quien fuera nombrado Ingeniero Jefe de Obras del Puerto en febrero del 46, en sustitución de Antonio Durán.

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El segundo de los Adriano atracado en el muelle del Vapor.

La navegación en la bahía mejoró considerablemente con las obras que mediado el siglo XX se realizaron en las entradas de los puertos de Cádiz –los espigones de Levante y de la Punta de San Felipe- y El Puerto.  “Antes –recordaba Pepe en 1976-, cuando había levante no se podía estar en el puerto de Cádiz. Muchos barcos se iban a Matagorda y los que sabían entrar se iban al Puerto. Aquí también los espigones ha sido lo mejor que se ha hecho. En El Puerto, los espigones de encauzamiento del río, el de La Puntilla (o de Poniente, de 1.324 m) y el de Valdelagrana (o de Levante, de 935 m), se inauguraron en 1970, por labor del entonces Ingeniero Jefe, José Antonio Español (1924-2004, ver nótula núm. 1892).

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Un atestado vapor rumbo a Cádiz

Tal era el panorama físico y económico de la ría del Guadalete a fines de los 40 y comienzos de los 50, cuando la bahía y España entera continuaban viviendo los años de la posguerra y los Adriano I y II seguían, día tras día, surcando la bahía.

LOS PASEOS

Travesías, realizadas en 35 o 40 minutos, que siempre seguían el mismo derrotero, describiendo un arco (desde Cádiz, poniendo proa hacia Valdelagrana y luego caer hacia la bocana del Guadalete) para evitar que los vientos de poniente y levante no molestaran y salpicaran a los pasajeros. Al respecto, Pepe ‘el del Vapor’ solía responderle a quien le preguntaba por el motivo de esta maniobra con el viejo refrán A la mujer y el viento, una cuarta a barlovento. Siendo el de levante, en tierra, un viento realmente molesto, en el mar las aguas se calman con el levante, al contrario que con el poniente.  

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Cómo ronea, cómo presume… Atracando en Cádiz, en la Puerta del Mar, como hicieron los vapores y los faluchos durante siglos, hasta que en 1993 se cambió el punto de atraque del Adriano III al muelle Alfonso XIII, junto a la Estación Marítima.

Célebres fueron los paseos que se organizaron a partir de 1955 con motivo del Trofeo Carranza al concluir agosto, cuando el Adriano II se convertía en un reclamo turístico para los foráneos  que a Cádiz venían a presenciar los partidos. El propio promotor del ‘trofeo de los trofeos’, el alcalde gaditano José León de Carranza –que vivía en El Puerto, en la plaza San Francisco- fue durante años, entre 1948 y 1969, cuando falleció, uno de los más asiduos viajeros del vapor, a quien Pepe siempre recordó con afecto. Como a Alfonso Sancho, el ex-alcalde y bodeguero portuense. O al también bodeguero Agustín Blázquez. Y al historiador gaditano Álvaro Picardo. Y a  Joaquín Vich, de quien Pepe dijo que “fue el que más malos ratos ha pasado con el problema de la barra. Él fue mi gran maestro, venía todos los días con nosotros. Era el capitán más joven que tuvo la Compañía Transmediterránea y vivía en una casa frente al muelle del Puerto que tenía un molino para el agua. A mí me consideraba como de la familia.

vapores5_12_puertosantamariaY recordaba al Padre Alegría, de quien contó –como para olvidarlo- esta simpática anécdota: “Es la primera vez que he visto a una persona que, cayendo, grite ¡auxilio! Habíamos atracado en el muelle del Puerto y cayó entre él y el barco. Le dio tiempo a gritar por el aire. Fue increíble porque, además, no le pasó nada.” /En la imagen de la izquierda, la letra del Vaporcito en el libreto original de Los hombres del Mar, 1965.

Fue entonces cuando Pepe dijo aquello de “no es gaditano del todo aquél que no se ha montado una vez en tan típico barco.” Y también sostuvo que Paco Alba, el autor del celebérrimo pasodoble del Vaporcito del Puerto, nunca navegó en el Adriano II. Y no le enmendaré yo la plana a alguien que realizó –se ha calculado- no menos de 150.000 travesías cruzando la bahía. 

EL PASODOBLE

Recordaba en la anterior entrega la que lió Perro Pachón en el Punta Umbría el año 34. Algo similar le ocurrió a Pepe. Lo contó en la citada entrevista: “…Estos viajes eran muy malos por las discusiones y las peleas y cuando un barco va tan abarrotado cualquier cosa de estas supone un disgusto muy grande. Una vez, uno de Jerez que venía borracho se tiró al agua y decía que quería llegar nadando hasta Jerez. Tuvo la suerte de que estaba la Draga cerca y ‘los ganguis’ salieron pronto a recogerlo. Pero él seguía en sus trece y tuvieron que llevarlo hasta El Puerto tendido boca abajo en la cubierta. Allí lo estaba esperando la Guardia Civil. Era Comandante de Marina don Francisco Martel y lo dejaron libre porque la madre vino llorando y todo.”

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Pepe ‘el del Vapor’ y José Rodríguez ‘el Sopa’ mientras Los hombres del mar cantan el pasodoble en el Adriano II. / Foto, Andrés Fdez. Valimaña.

altavoz50Pulsar sobre el altavoz de la izquierda para escuchar la letra del pasodoble de Los Hombres del Mar, original de Paco Alba 'El Vaporcito'. Año 1965.

Buenos tiempos fueron para el Adriano II  los de los carnavales gaditanos -las ‘Fiestas Típicas Gaditanas’ de entonces-, cuando las travesías se redoblaban y de las que nació, de la mano de Paco Alba, el inmortal pasodoble de Los hombres del mar cantado en el Carnaval de 1965 y desde entonces repetido en infinitas ocasiones como el himno de la bahía gaditana (no oficial) que es (a veces rematado con el Asturias patria querida).

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Fotograma  de La Becerrada con Juan Fernández Sanjuán haciendo de sí mismo, con un simpático 'lepanto' sobre la cabeza.

Escenas de dos películas se rodaron en el Adriano II. En 1947 (el año de la Virgen de la Escollera) La Lola se va a los Puertos, basada en la obra de los hermanos Machado (1929), ambientada en 1860 y dirigida por Juan de Orduña con un reparto encabezado por Juanita Reina. La otra cinta fue La becerrada, una comedia que dirigió José María Forqué en 1962 con guión de Jaime de Armiñán y la interpretación de Fernando Fernán Gómez, Manuel Alexandre, María José Alfonso, Rafaela Aparicio, Irene Gutiérrez Caba...

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VARADO

El Adriano II prestó su servicio hasta 1982, cincuenta años después de botarse en Maniños. Se varó entonces en la margen izquierda del río, se macizó el fondo con hormigón y se pensó en convertirlo en un restaurante, pero la idea no cuajó. Terminó, como el Adriano I, desguazado.

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El Adriano II en sus últimos tiempos, atracado en la otra banda.

Pero a la saga de los Adriano aún le quedaba muchas travesías por cubrir. En 1955 comenzaría otra etapa,  la penúltima de las que se han sucedido desde que hace dos mil años comenzaron las travesías entre El Puerto y Cádiz. (Texto: Enrique Pérez Fernández) Continuará

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Los Adriano II y III en una postal de los años 70

Más Capítulos de Enrique Pérez sobre: Los Adriano: Historia de una tradición.
Capítulo 1. Los vapores (1840-1929). Nótula 1.986

Capítulo 2. Los faluchos. Nótula 1.993.
Capítulo 3. Antonio Fernández, ‘el Adriano’. Nótula 2.007.
Capítulo 4. Adriano I (1930-1955) Punta Umbría (1929-1934). Nótula 2.021.

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De pie, de izquierda a derecha, Manolo Morillo, Juan Ferrer, Antonio Reina, Paco Trillo, Alfonso Sevilla, José Antonio Torres y Juan Luis Arévalo Espinosa. Agachados:  José María Sevilla, el desaparecido Juan Manuel Castrelo, Álvaro Aguado, Villanueva y Javier Neva Magrañal. Década de los 80 del siglo pasado, en la pista al descubierto de la Ciudad Deportiva.

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Competían a nivel provincial con el equipo de La Salle-Viña de Cádiz, Los Sindicales, de Puerto Real, La Salle-Mundo Nuevo de Jerez, Ubrique, Adesa 80 de Sanlúcar, ... Formaban un equipo que copiaban fielmente ‘lo del tercer tiempo’ del Rugby.

En un principio se creó el Club solo para chicos y, con el tiempo, se dio entra da a las chicas que, con posterioridad han seguido hasta estos días manteniendo el pabellón femenino en lo más alto del deporte andaluz, ahora también, con la Gymnástica Portuense.

Esta imagen que viene a continuación es de unos años antes, también compitiendo en la liga provincial, donde aparecen, más jóvenes, varios jugadores de la fotografía superior. En este caso en las pistas del Colegio Mundo Nuevo en la Salle de Jerez.

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De izquierda a derecha, Deconocido, Juan Ferrer, Lázaro, Álvaro Aguado, Desconocido, Manolo Morillo, Camacho, Eugenio Flor, Pepe Pérez Enriquez y Javier Delgado Poullet. Agachados: Manolo Lojo Lozano (2º entrenador), Javier Dandy, Juan Manuel Castrelo, Jesús Valle, Juan Flor (1er entrenador) - Ignacio Bueno y Neva.

El equipo era de la SAFA, siendo los entrenadores Juan Flor y Manolo Lojo Lozano, ubicada en el colegio del mismo nombre. La cancha era de tierra batida (batida por los propios jugadores que antes de los partidos le quitaban las piedras y pintaban las líneas del terreno de juego con cal). En aquella época se hacía el deporte de forma rudimentaria ¡una pista de baloncesto con pelotes! /Fotos: JAAJ

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"Hay personas que nos hablan y ni las escuchamos.. hay personas que nos hieren y no dejan ni cicatriz… Pero hay personas que simplemente aparecen en nuestra vida y nos marcan para siempre " (Cecilia Benavides de Carvalho Meireles. 1901-1964, Poetisa Brasileña)

Felipe Lamadrid Muñoz nació el 6 de julio de 1920, falleciendo el 8 de diciembre de 1980. Hijo del matrimonio formado por Felipe Lamadrid Gutiérrez, maestro y periodista  represaliado por el anterior régimen político --natural de Puerto Real (ver nótula núm. 1094 en Gente del Puerto) y María Muñoz Rincón, natural de Ubrique. Ambos se conocieron mientras estudiaban en la Escuela Normal de Magisterio en Cádiz. Sus padres ejercieron como maestros en El Puerto, mientras el progenitor daba clases en el Colegio de la Plaza de El Polvorista, su madre las impartía en el Colegio El Hospitalito, esquina calle Zarza y Ganado. El resto de la familia lo conformaban sus hermanos Manolo ‘Malilo’, María de los Ángeles ‘Ayiyi’, María del Carmen ‘Mamen’ y María de los Milagros ‘Atito’, cariñosos apodos familiares. A Felipe le llamaban ‘Pipe’ sus hermanos, viviendo en la calle Cielos.

lamadrid_joven_puertosantamariaCONOCIDO PRACTICANTE.
Su profesión de practicante --como se conocía entonces a los ATS-DUE-- le hizo ser muy conocido en la Ciudad, por su trato amable hacia los demás y su actitud desprendida con muchas familias que padecían múltiples carencias de la época que les toco vivir, acompañado de un inseparable cigarro en la comisura de los labios. Sus conocimientos de medicinas y preparados específicos aprendidos como ayudante en la botica de Mejías, hoy Farmacia Viqueira, le valieron para aprender con maestría aquellas formulaciones que se elaboraban en dicha farmacia, actividad muy común en la época, pues entonces se preparaban y fabricaban los medicamentos por el propio farmacéutico y su equipo aventajado. /El joven Lamadrid, con 16 años, en el Hospital Militar de Sevilla, en 1936

Años más tarde al jubilarse el titular de la botica, un farmacéutico de Jerez, José María Viqueira Prieto se haría cargo del despacho y farmacia. El destino quiso que le presentara su hermana ‘Atito’ al nuevo farmacéutico y que, de este encuentro, naciera también el matrimonio Viqueira Lamadrid. Hoy día, sus hijos Pepe y Florencia, (ver nótula núm. 010 en Gente del Puerto) ambos farmacéuticos, regentan la misma Farmacia Viqueira y en su mismo emplazamiento (esquina calles Larga y Palacios), sucediendo así a su padre José María.

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Promoción de Bellas Artes del año 1929-1930.      En la fotografía, tomada en 1930, Juan José Bottaro Pálmer, en el centro, debajo del busto de Goya, que descansa sobre un capitel corintio. A la derecha del capitel, en la fila quinta desde el suelo, Juan Ávila. En la cuarta fila desde el suelo, el tercero por la derecha es Felipe Lamadrid. En la fila tercera desde el suelo, primero  por la derecha, el escultor José Ovando Merino. En la fila segunda desde el suelo, el segundo por la izquierda, Manuel Lojo Espinosa, a continuación, de negro, el pintor Juan Lara Izquierdo y el quinto por la izquierda, José Antonio Lojo Espinosa; en la misma fila, tercero por la derecha, Francisco Moresco Farfán. En la fila del suelo, cuarto por la izquierda, Manuel García, padre de Manolo García Campos. (Foto Colección LSA).

LA ACADEMIA DE BELLAS ARTES
Su origen en una familia con formación intelectual, poco habitual en la época le hizo estar desde muy joven, tanto el cómo sus hermanos, en contacto con las artes. Su madre María, además, tocaba el piano, y Felipe ya apuntaba como pintor y dibujante en la Academia Bellas Artes de Santa Cecilia de El Puerto, como demuestra el cuadro adjunto que fue pintado cuando tenía la edad de 13 años y que atesora su hijo menor, Pedro Pablo.

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Cuadro pintado por Felipe Lamadrid en 1933, a la edad de 13 años.

Fue alumno de pintura de Juan Bottaro, que, a la sazón y para congraciarse con el régimen franquista, se erigió presuntamente como uno de los delatores que intentaron vincular a su padre con movimientos republicanos, porque como asegura su familia «…en el mundo de la enseñanza le tenían mucha envidia a Felipe Lamadrid”. Su padre fue posteriormente apresado en Julio de 1936, tal y como se relata más adelante.

LA GUERRA CIVIL
En Julio de 1936, cuando contaba con 16 años de edad, estalla la Guerra Civil, y su padre es detenido y encarcelado en el Penal de El Puerto. A es edad, Felipe hubo de alistarse e ir a la guerra para así confraternizar con el llamado bando nacional para  evitar su fusilamiento. Poco podría hacer en el frente un joven con tan pocos años. De aquella triste experiencia le quedó la secuela de un tiro en el dedo del pie y otro en la espalda a la altura del hombro. La familia no recuerda que hablara mucho de aquellas vivencias, solo de la penuria y las calamidades consustanciales a cualquier guerra y más en ésta, una guerra entre hermanos. Prestaría sus servicios en el Hospital General Militar de Sevilla.

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Felipe Lamadrid, en el centro de la foto, en el Hospital General de Sevilla, en plena Guerra Civil, Octubre de 1936.

Al finalizar la contienda, además de ejercer como ayudante de farmacia en la farmacia de Mejías, cursará los estudios de Practicante en la Facultad de Medicina de Cádiz, obteniendo la calificación de ‘con mérito’.

SU FAMILIA
El 28 de Mayo de 1942, cuando contaba 21 años se casa con Carmen Pérez, conocida familiarmente por ‘Nena’, nacida en Osuna en 1923, pero vecina en El Puerto en la calle Santa Clara. De este matrimonio nacen siete hijos, María ‘May’, María del Carmen ‘Ika’, María José ‘Pepón’, María de los Milagros ‘Laly’ y , los tres varones, Felipe que heredó las dotes artísticas de la familia (ver nótula núm. 1157 en Gente del Puerto), José María y Pedro Pablo. La familia vivía entonces en el núm. 17 de la calle Palacios, casa en la que nacen sus siete hijos hasta que, en 1975, se mudan a Valdelagrana, cuando ya solo permanecían en el hogar familiar el matrimonio y los tres hijos varones.

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En 1.942, de paseo El Puerto con su esposa “Nena”. Gustaba mucho de hacerse fotos, de hecho cuando pasaba junto a Cuellar (ver nótula núm. 339 en Gente del Puerto) le decía “Anda, haznos una foto a la familia”.

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Con sus tres hijas mayores en la Feria del Ganado de 1.951, frente al Pryca actual, a su izquierda May, y a su derecha Ika y Pepón, con el gorrito que les acababa de comprar. Carmela, estaba en casa con Laly que acababa de nacer.

EL PRACTICANTE DE EL PUERTO
En sus inicios comienza a trabajar como facultativo en el Pósito de Pescadores, en la actualidad Instituto Social de la Marina, lugar donde se sitúa en el desaparecido edificio de la Cofradía de Pescadores, frente al río hoy solar a la espera de plaza, y frente a la también desparecida Lonja del Pescado que estaba justo enfrente. A partir de entonces se hace muy popular entre las familias de pescadores que acudían al centro para su asistencia, muchas, de extracción humilde..

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Desaparecido edificio de la Cofradía de Pescadores, lugar donde se encontraba el Pósito de Pescadores.

Posteriormente oposita al Cuerpo de Practicantes en Medicina y el 10 de julio de 1965, se resuelve con carácter definitivo el concurso para provisión en propiedad de plazas de la plantilla del Cuerpo de Practicantes Titulares, siendo asignado en principio a la Casa de Socorro, en la calle Benjumea, en Cádiz. Finalmente se le asigna en propiedad por concurso de méritos la plaza en la Casa de Socorro de El Puerto de Santa María, situada en aquel entonces en el Hospital de San Juan de Dios, hoy en desuso y a la espera de mejor destino, en la calle Micaela Aramburu, donde trabajoó hasta el fin de sus días. Antes estuvo destinado como practicante en una pedanía de Cáceres, hasta conseguir la antigüedad y méritos suficientes para volver a su tierra. En el BOE el 22 de febrero de 1974, se publica definitivamente su plaza en propiedad.

Eran tiempos de mucha precariedad y con una familia tan grande, Felipe hubo de trabajar a destajo, compatibilizando y ejerciendo la profesión de Practicante en la Casa del Mar (perteneciente al Instituto Social de la Marina) en la Casa de Socorro, que estaba en el Hospital de San Juan de Dios. Además, atiende por la tardes en su casa de la calle Palacios, las curas y los pacientes que venían a inyectarse, ya que por aquel entonces las curas se hacían en casa o a domicilio, no en los hospitales, como hoy día.

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Homenaje que le tributaron por su labor altruista en el R.C. Portuense en 1975. De izquierda a derecha, José del Cuvillo, Pepe Ortega Infante, Torres, el Capellán de la Ciudad Anastasio Pérez de Andrés, Juan Perea Gandulla, Felipe Lamadrid Muñoz, Alfonso Carreto Martín-Arroyo y Bernardo Sancho.  

...continúa leyendo "2.022. FELIPE LAMADRID MUÑOZ: Practicante."

En la imagen siguiente, el muelle del Vapor en 1930, próximo a concluirse. A la izquierda, el Hotel Vista Alegre. /Foto: Herederos de Eduardo Ruiz Golluri (entonces alcalde de la ciudad) es copia del Centro Municipal de Patrimonio Histórico.

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En julio de 1930 se concluyó un nuevo muelle del Vapor, que sustituyó al que un año antes desbarató la explosión del Cádiz, el que en 1901 construyeron los Millán para el uso exclusivo de sus vapores de pasajeros. El nuevo se levantó a  iniciativa de la ‘Comisión Administrativa del Puerto del Guadalete’, en hormigón armado, que es el que sigue en pie junto a la plaza y fuente de las Galeras, con algunas reformas y al día de hoy sin uso. Se dio por inaugurado el 31 de julio, festividad de San Ignacio, como fue bautizado, aunque la gente lo continuó llamando muelle del Vapor, desde que en 1840 se levantó el primero en el mismo lugar.

EL PUNTA UMBRÍA.
Cuando el Adriano I llegó del Guadalquivir –de la Exposición Iberoamericana de Sevilla- otra embarcación venía cubriendo el servicio marítimo entre El Puerto y Cádiz, desde el 6 de octubre de 1929, cuando comenzó las travesías –con motivo de una novillada a celebrar en Cádiz- el yate Punta Umbría,  acabado de construir aquel año en Isla Cristina por el armador onubense Manuel Orta.

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En los primeros años 30 y en medio del río, el Punta Umbría. /Foto: Colección Francisco Mata en copia de Luis Serrano.

La iniciativa de restablecer y renovar la línea –la que sustituyó al vapor Cádiz- partió de un íntimo amigo de Orta, el armador de buques José Monís García, que entonces pasaba el verano en nuestra ciudad, en su recreo ‘Nuestra Señora de los Milagros’. El consignatario era Antonio Ruiz de Cortázar, con local enfrente, en la plaza de las Galeras esquina a Micaela Aramburu (donde estuvo el Bar la Galera y hoy La Venencia); que también ejercería como tal, al paso de unos años, del Adriano I.

El Punta Umbría tenía 21 metros de eslora, motor diésel de 120 caballos, apto para recorrer 12 millas a la hora (la ida y vuelta de El Puerto a Cádiz) y capaz para 215 pasajeros. Desde su llegada al Guadalete, su punto de atraque y embarque fue al otro extremo del Parque Calderón, en la escalinata del muelle general inmediata al puente de San Alejandro. Se decía entonces en la Revista Portuense que “podrá salir y entrar con todos los aguajes sin esperar mareas, lo que permitirá realizar los proyectos de su armador de hacer cada día cuatro viajes del Puerto de Santa María a Cádiz, y otros cuatro de regreso, a horas fijas y adecuadas para enlazar con los diversos trenes” (el mixto, el expreso y el ómnibus, y las mercancías y correspondencias, en el mensajero  y el correo).

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Detalle de la fotografía anterior, con su publicidad

Pero la falta de experiencia en la travesía, unida a condiciones climáticas adversas, le hizo pasar al Punta Umbría un mal trago a los tres días de inaugurarse la línea, el 9 de octubre del 29, cuando quedó encallado al salir del río, sin más consecuencia. Lo contó la Revista: “El vapor Punta Umbría al emprender ayer su viaje a la capital, y efecto a la intensa niebla que existe, quedó embarrancado poco antes de llegar a la barra, frente a la Puntilla. Allí permaneció hasta la marea de la tarde, en que salió por su propio impulso, dándole remolque hasta este puerto un bote del mismo vapor.

LA BUENA COMPETENCIA.
A partir del 15 de junio de 1930 el Adriano I  y el Punta Umbría compartieron el servicio durante cinco años, no pisándose en lo posible los horarios y en armonía y sana competencia, como está dado en la gente de mar  y se comprobó el 14 de agosto del 34, cuando ocurrió esto:  “Accidente marítimo.- Lo sufrió en la noche del domingo cuando hacía un viaje a la capital, el vapor Adriano que encalló abriéndosele una vía de agua cuando navegaba por las proximidades de La Puntilla. Tras ímprobos esfuerzos por el peligro que significaba acercarse al Adriano y con el auxilio de unas lanchas, fue tomando el pasaje que llevaba el Punta Umbría, quien lo condujo a Cádiz. El Adriano pudo ser sacado ayer del lugar donde embarrancó y conducido al varadero, lugar en el que le será reparada la avería sufrida.

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Horarios en la prensa de la época. La corrida la lidiaron Armillita Chico, Domingo Ortega y Victoriano de la Serna.

Movido día aquél para el Punta Umbría, porque unas horas antes ocurrió que un individuo –Perro Pachón lo llamaban, que la llevaba tan gorda que ni el agua se la quitó-, tras insolentarse con otros pasajeros, se escribió en el periódico, “optó por último por tirarse al agua cuando se encontraba dicho vapor en plena barra. Tras de originar que el barco evolucionara, al par que una lancha hasta restituirle a bordo, volvió el hombre a hacer la gracia cuando ya el Punta Umbría se encontraba frente a la fábrica de gas…” Ya en tierra fue invitado por dos guardias a visitar al sr. Juez de Instrucción.

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El Adriano I en 1933, en reposo próximo al puente de San Alejandro. Al fondo, los trabajos de la draga. /Foto: Colección Francisco Mata.

Ni al paso de dos meses, otro suceso de más calado impidió que el Punta Umbría tuviera una larga vida. Justo a los cinco años de comenzar las travesías, el 7 de octubre de 1934, la embarcación se fue a pique en el puerto de Cádiz. Pasó que una fuerte marejada de levante provocó que el patrón perdiera el gobierno al enfilar la dársena y la resaca lo hizo chocar contra la punta del muelle del Martillo. Hubo tiempo para que el remolcador de los prácticos del puerto -el Mercedes- acudiera en su auxilio y lograra atracar el barco, salvándose los nueve pasajeros y la tripulación (el patrón, un mecánico y dos marineros). Después, al ser remolcado para vararlo en lugar más protegido, se hundió. Al paso de unos días se reflotó y se puso en reparación, pero las averías que sufrió impidieron que el Punta Umbría volviera a navegar. Me suena.

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El Adriano I atracado delante del Parque Calderón, junto a unos faluchos. Detrás podemos ver el imponente edificio que existía con anterioridad a la actual sede de Romerijo.

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El desaparecido edificio donde hoy se encuentra Romerijo, y donde en las dos puertas de la derecha se encontraba el antiguo Bar ‘La Draga’. Enfrente, cruzando la calle Jesús de los Milagros, el actual Bar ‘La Herrería, ‘El Antiguo Dragón’, cuando El Puerto era más marítimo y marinero.

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