Alfonso Sancho Mateos (Jerez de la Frontera, 1858-El Puerto de Santa María, 1952) ha sido un personaje desconocido para el gran público durante más de medio siglo, hasta que la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento portuense editó en 2007 la biografía que dediqué a los primeros años formativos de "el hombre del negocio de vinos más capacitado en toda esta región, y sobre todo en las labores y el tratamiento de la viña", como le definió en 1923 Luis Pérez Gutiérrez, director de la Revista Portuense. /En la imagen de a izquierda, Alfonso Sancho. Foto: Colección Bernardo Rodríguez Sancho.
Tras estudiar con los jesuitas en El Puerto (1867-68) y en Inglaterra (1871-74), Alfonso Sancho pasa directamente a Hamburgo y de allí a París (1877), en cuya Escuela de Comercio se diploma en 1879. Durante un año y medio (1880-81) representa en Londres a Sancho Hermanos, la firma bodeguera de la que era socio su padre, el abogado portuense Antonio Sancho Díez de Alda-Sopranis.
Del matrimonio (1884) entre Alfonso Sancho y Mercedes Peñasco nacen tres hijos: Félix, Alfonso y Mercedes. Además de vicecónsul de Chile y de Argentina en El Puerto de Santa María, el negocio del vino le obligará de nuevo a trasladarse al extranjero: con su mujer y su hijo Felix viaja a París, donde vivirá varios años. Alfonso Sancho Mateos fue el primer presidente (1900-01) de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia, después sería vocal de su junta directiva y, desde 1903, socio de honor de la institutición. Fue además, vocal electo de la Junta Loca de Instrucción Pública y presidente de la Junta Municipal del Censo Electoral cuando se implantó en 1907 la Ley Maura. /En la imagen de la izquierda, un joven Alfonso, alumno de Beumont College (Inglaterra), entre 1871-74. Fuente: Archivo Britannicum Societatis Iesu (Londres), obtenida por el autor de esta nótula.
En 1905, propietario ya de la viña El Caribe, se establece en El Puerto. Con su primo hermano Alfonso Sancho García --padre del historiador Alfonso Sancho Mayi-- crea la firma Alfonso & Hipólito Sancho (c/ Aurora, 23) que funcionará hasta 1914. También, en 1905 crea junto a su hermano Antonio la empresa vinatera A. & A. Sancho (c/ Valdés, 1 y 1 duplicado, donde actualmente están las Bodegas 501), ésta con escritorio asimismo en su domicilio de Dr. Palou, 13 y agencias en París, Burdeos, Londres y Nueva York.
Junto al amontillado 'Quijote' y el fino 'Caribe', marcas emblemáticas de la casa, destacaban por su calidad 'el Fino 'El Abuelo' y el amontillado solera 'Majestad'. También se comercializaban, entre otros vinos, los amontillados 'S' y 'Sí', la manzanilla 'La Jota', el oloroso 'Único' (especial para enfermos, el tres cortados 'Hércules' y el digestivo 'Pax'.

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La idea era bien sencilla, una tienda en la que se cortaba el jamón a cuchillo delante del público. Pero el simple hecho de que el cliente, cuando llegaba, veía cuatro o cinco jamones delante de él entre los que elegir y a su alrededor estaban las paredes llenas de género le hizo ganar fieles con rapidez. La técnica de cortar jamones la aprendió ‘a ojo’ de su tío que tiene en Ronda una tienda dedicada también a esta actividad. Le daba miedo que cogiera los cuchillos, pero le enseñaba todas las claves del corte. A los 21 años, ahora tiene 43, abrió en Ronda un bar, el Oasis se llamaba. Juan Carlos vio que tenía que ofrecer algo para atraer a la clientela y pensó en lo que había aprendido ‘de vista’ junto a su tío. Lo de ofrecer tapas de jamón tuvo éxito y empezó a vender piezas enteras ya que la gente confiaba en él.

Francisco de Paula Gil de Partearroyo y Arena era hijo de Joaquín Gil de Partearroyo, III Marqués del Castillo de San Felipe, bodeguero y mesonero, arrendatario de la antigua y prestigiosa taberna mesón ‘El Toro’ situada en las proximidades de la Aduana Vieja, y de Victoria de la Arena Vigo, ambos naturales y vecinos de Villanueva de Mena (Burgos), villa en la que habían contraído matrimonio en 1845, avecindándose posteriormente en nuestra ciudad, en la que nacieron otros dos hijos, hermanos de Francisco de Paula. Joaquina, mayor que él y otro varón que falleció en edad párvula.
Antonio Gutiérrez Navarro es un artista polifacético: ha sido novillero, canta flamenco, pinta con arenas de colores y compone letras de canciones. Antonio Puerto, su nombre artístico nació en El Puerto el 8 de noviembre de 1958, en la calle Santa Fé 27, cuarto de los cinco hermanos del matrimonio formado por los porteños José Luis y Emilia. Su familia vivía en la Finca ‘El Águila’, en la carretera de Fuenterrabía, y ya de mayor en la barriada de Los Milagros. Está casado con María del Carmen Martín, con quien tiene una hija, de nombre Lidia.
Se constituía la comisión reorganizadora para la refundación de la Hermandad del Rocío, se incorporaba la talla de un Cirineo, labrado por Francisco Pinto Berraquero, al paso del Cristo de la Hermandad de los Afligidos, el escritor Luis Goytisolo --vinculado a El Puerto-- iniciaba su carrera literaria con su novela ‘Las Afueras’, el 21 de septiembre en el encuentro de fútbol Portuense vs Ayamonte quedaban 2 a 1 y moría el maestro Felipe Lamadrid Gutiérrez. /En la imagen de la izquierda, cartel anunciador de la Corrida y Novillada 'a plaza partida', en 1958.
Pero mientras trabaja en el despacho, no desatiende sus inquietudes artísticas y es en la casa familiar, en un desván, donde tiene su primer estudio donde comenzó a interesarse por el arte de la escultura. También se matricula en la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia. Es durante este curso, cuando se inicia la entrañable amistad vía postal con el escultor portuense Juan José Bottaro Palmer 

Cuando le preguntábamos a Daniel Sueiras sobre la inspiración de su obra, donde los animales reemplazan y encarna la imagen de las personas, nos contestó llanamente, que: «--El ser humano descubrió tarde que procedíamos de los animales, sin embargo, se le ha olvidado muy pronto». Por ello mi obra en cierto modo es una ironía, donde pretendo llamar la atención y buscar de alguna manera, descontextualizar lo primario y lo preconcebido, y encontrar una reconciliación con la propia raza humana; humanizando a los animales y animalizando a los humanos”. Una visión del artista que pretende ser didáctica a través del arte, ya que, contemplando la obra, al mismo tiempo se crea en la mente del observador, preguntas y pensamientos jamás planteados, llegándose a una meditación que trastoca todo lo que hasta ahora dábamos por consolidado según nuestras más arcaicas creencias religiosas. Por otra parte, también le gusta jugar con la naturaleza, manipulándola con su imaginación y creando híbridos imposibles a los ojos del observador.

Camus quiso alejar su obra de la estructura teatral tradicional y concibió el espectáculo con la ambición de mezclar en él todas las formas de expresión dramática hasta entonces conocidas. Mi aportación a la recreación actual ha pretendido respetar al máximo esos anhelos, especialmente en el aspecto literario, dejando que las palabras de Camus se apareasen con las mías hasta crear un estilo y un acento que pudieran seguir siendo comprensibles para los oídos de nuestra época. Al final, espero haber pasado desapercibido y haber logrado estar a la altura de su voz, de su mensaje y de su obra.


